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PRÓLOGO
El presente compendio reúne los conocimientos sobre la asignatura de Ética del Mando
Militar, que se imparten en la Escuela de Mando del Ejército y Fuerza Aérea
Mexicanos, dentro de la Especialidad en mando con el propósito de: Proporcionar al
personal discente las bases éticas y profesionales que coadyuven a su actuación militar
apegada a los valores y normas que los rigen, impactando en la toma de decisiones, la
resolución de conflictos, el liderazgo y el fortalecimiento de sus relaciones cívico-
militares con la finalidad de mejorar la organización y el desarrollo de las Fuerzas
Armadas Mexicanas en beneficio de la Nación.
La idea o la noción de que los seres humanos son seres éticos por naturaleza no es
en absoluto novedosa. Aristóteles, los estoicos, Tomás de Aquino, etc., defendían la idea de
que la capacidad ética, o la ética sin más, está enraizada en la naturaleza humana.
(Precisamente el criterio básico de una ética natural o, lo que viene a ser lo mismo, del
naturalismo ético, sería obrar conforme a la naturaleza humana.
¿Cuándo apareció la capacidad ética en los seres humanos? ¿Se da esta capacidad
ética solamente en los seres humanos? ¿No se da tal capacidad en otros animales muy
evolucionados como los simios? Según F. J. Ayala, el carácter universal de la capacidad
ética en todos los seres humanos sugiere que su fundamento está en la naturaleza humana,
es decir, está enraizada en la constitución biológica de la especie humana; sin embargo,
según el mismo autor, su "carácter específico, es decir, el que se trate de un atributo
exclusivo de la humanidad, ausente en las demás especies animales, sugiere que la
capacidad ética ha aparecido muy recientemente en la evolución, con posterioridad en
cualquier caso a la separación de los linajes evolutivos que llevan, uno al hombre, y, los
otros a los monos antropoides.
Esta facultad está basada a su vez en una inteligencia desarrollada que hace posible la
exploración de diversas alternativas de acción y la elección de determinadas opciones en
función de las consecuencias esperadas de antemano. Lo que viene a mostrar que la especie
humana no está determinada genéticamente a responder ante posibles desafíos de una única
forma predeterminada y necesaria.
Cultura y sociedad
La capacidad ética es el resultado de un proceso evolutivo gradual, pero se trata en este
caso de un atributo que solo existe cuando las características subyacentes (las capacidades
intelectuales) han alcanzado un cierto grado avanzado de desarrollo.
CULTURA
• Se aprende
• Es compartida
• Es dinámica
• Busca la adaptabilidad del individuo al medio
CREENCIAS
ACTITUDES
Son posiciones mentales que se asumen o se aprenden por ciertas circunstancias (Mando
Militar, 2018, p.97)
B. Definición
etimológica y conceptual de
ética.
Las palabras “ética” y “moral” tienen un significado etimológico semejante en sus raíces
griega y latina. En el uso común se emplean casi siempre indistintamente y, a veces,
conjuntamente, aunque quienes las usan así probablemente no serían capaces de decirnos
con precisión si significan lo mismo o se refieren a algo diferente.
En el lenguaje filosófico contemporáneo se han estipulado, sin embargo, dos
distinciones y dos clases de definiciones diferentes de estos términos. En un primer
sentido se comprende a lo moral como una dimensión que pertenece al mundo vital, y
que está compuesta de valoraciones, actitudes, normas y costumbres que orientan o
regulan el obrar humano. Se entiende a la ética, en cambio, como la ciencia o disciplina
filosófica que lleva a cabo el análisis del lenguaje moral y que ha elaborado diferentes
teorías y maneras de justificar o de fundamentar y de revisar críticamente las
pretensiones de validez de los enunciados morales.
Una vez que se conoce que la ética es parte de la axiología (teoría de los valores) y
ésta, parte de la filosofía, es necesario expresar lo que es la ética.
Etimológicamente: Del griego ethikós que viene de ethos para significar costumbre,
hábito. Ciencia que estudia los valores morales y los principios ideales de la conducta
humana. Se ocupa de las virtudes morales que no son innatas, ni las transmite simplemente
el maestro al discípulo, se adquieren mediante la práctica y se pierden por falta de ésta.
Es una ciencia normativa, ya que contiene reglas que rigen la conducta humana (a nivel de
principios), por eso se dice que estudia lo “normal de derecho” y no lo “normal de hecho”.
Explicando lo anterior tenemos que (p.1):
a. Normal de derecho.
b. Normal de hecho.
• Lo estadísticamente normal.
C. FUNCIONES DE LA ÉTICA
El objetivo de la ética como disciplina filosófica es reflexionar sobre los principios según
los cuales el hombre debe orientar su vida y de donde sacar las normas para su acción
moral.
¿Quién soy yo? Un hombre con lo que implica esta identidad antropológica. No soy
un animal de solos impulsos, pero tampoco soy un trozo de palo.
¿Cómo debo comportarme de acuerdo con este, mi ser humano y mi ser personal
tanto individual como social y profesional? Debo ser coherente con mis propios
principios filosóficos, políticos, etc.
¿Cómo me va? Con autenticidad y franqueza debo aceptar mis propias experiencias
de logros y fracasos buscando las causas y obrando nuevamente en consecuencia,
evitando los errores y perseverando en el bien.
En esto consiste la ética: en proporcionarnos los elementos necesarios para poder resolver
nuestros conflictos, (intersubjetivos y intrasubjetivos), de manera que podamos lograr el
equilibrio psíquico, potenciando nuestras posibilidades de “goce” y tratando de conseguir
unas relaciones armónicas y justas con las demás personas.
De esta manera, la ética tiene sentido porque nos permite ser conscientes de que
tanto personas como instituciones tenemos la capacidad de cambiar; desde nuestra libertad
podemos escoger entre diferentes cursos de acción. Forjarse un buen carácter es uno de los
fines mismos de la vida, cultivar hábitos que sean positivos. Porque la ética nos transforma
internamente mediante el obrar bien, por eso la cosmética que intenta maquillar los vicios,
acaba mostrándose antes o después, desvelando los verdaderos motivos de nuestro actuar.
Así, la ética sirve para forjarse un buen carácter, que cultive las virtudes y aleje los vicios,
permitiéndonos ser felices y justos.
D. PRINCIPIOS
FUNDAMENTALES DE LA
ÉTICA (MORAL, VALORES
Y VIRTUDES)
El concepto moral se deriva de la voz latina mor-moris que se traduce como costumbre,
derecho usual, género de vida, uso, conducta. En este sentido, la moral sería la norma de
vida de los individuos que se basa en la práctica de las buenas costumbres. aborda el
estudio de la normatividad (leyes, reglas, preceptos, deberes,…) desde su aparición,
permanencia, decadencia y reforma hasta su desaparición o reemplazo. El solo hecho de
referirse a normas implica actos restrictivos que, sin embargo, aceptan las personas de
manera libre y consciente, puesto que con su observancia esperan una mejor convivencia
que se traducirá en un bien común.
Las Virtudes
En su búsqueda del bien y de la felicidad el hombre va adquiriendo ciertos
comportamientos que se vuelven “hábitos operativos del bien” y es a esto a lo que se llama
virtud o valor moral concreto. “Las virtudes, afirma Aristóteles no nacen en nosotros, ni por
naturaleza, ni contrariamente a la naturaleza, sino que siendo nosotros naturalmente
capaces de recibirlas, las perfeccionamos en nosotros por la costumbre
La virtud es aquel hábito por el cual el hombre se hace bueno y gracias al cual realizará
bien la obra que le es propia, es un hábito colectivo consistente en una posición intermedia
entre dos extremos viciosos, el uno por exceso y el otro por defecto, pero no toda acción ni
toda pasión admiten una posición intermedia: hay pasiones que son de por sí malas como la
envidia y acciones que nunca son buenas como el homicidio o el adulterio, ser virtuoso es
toda una obra. Airarse es cosa fácil y al alcance de todos, pero guardar el justo medio, obra
de sabios.
De esta manera, la virtud es la actitud permanente, para hacer el bien, en perfecta adhesión,
convicción y voluntad, de cada individuo para acatar las normas establecidas, y con gran
disposición para cumplir deberes, obligaciones y responsabilidades, de manera habitual y
gran iniciativa, para su aplicación
II. El ser humano y
su condición
ética
Así como la moral es a la ética, las normas son a la moral. ¿Pero qué son las normas? El
vocablo norma proviene de la voz latina norma-ae, que en su acepción más general
significa regla que se debe de seguir, una exigencia sentida de la conciencia.
Norma es una regla, una guía, un precepto, una ley, un modelo, un principio, un código o
un reglamento; esto es, todo lo que orienta, que direcciona o que da sentido.
Normas morales:
Son reglas de conducta que conllevan un deber ser, cuya finalidad es encontrar la
convivencia pacífica entre los individuos. – Su base es el respeto. – Se pueden expresar en
forma de preceptos positivos como amar a Dios, amar al prójimo, honrar al padre y a la
madre o santificar las fiestas; o bien, en forma de prohibiciones como no matarás, no
fornicarás, no hurtarás o no codiciarás. – Tienen la virtud de que los individuos las aceptan
libre, voluntaria y conscientemente.
Normas sociales:
Son reglas para el trato social, para la convivencia del hombre en grupo o comunidad, en
muchas ocasiones se cumplen externamente, pero sin convencimiento interno. – Su
finalidad es regular, formal y externamente, la convivencia del individuo. – El
incumplimiento de estas normas la propia sociedad sanciona con acciones tales como
exclusión, rechazo, descortesía, menosprecio, o incluso, burlas, altanerías o agresiones. –
Las demostraciones concretas de trato social cambian de pueblo a pueblo, de país a país y
de región a región; así como tampoco las normas sociales permanecen con el tiempo. – Es
así que si una persona desea ser aceptada en un grupo o sociedad debe avenirse a sus
normas sociales, de ahí la aplicación de refranes tales como “cuando vayas a Roma haz lo
que hacen los romanos”; cuando vayas a una región desconocida tararea la canción de ese
lugar, o bien, “a donde fueres haz lo que vieres”.
PERSONALIDAD
La palabra personalidad deriva del latín persona, que hacía referencia a la máscara teatral
que llevaban los actores romanos en sus representaciones de las tragedias griegas (Feist et
al., 2014, p. 3).
Aunque no existe ninguna definición aceptada por todos los teóricos de la personalidad,
podemos decir que:
TEMPERAMENTO CARÁCTER
El temperamento tiene, por tanto, un ✔ Por lo tanto el carácter es: la manera educada
porcentaje genético, es innato y congénito. y condicionada de reaccionar de una persona
ante los estímulos internos y externos, y el
modo de ser peculiar de la persona.
✔ Es la constitución particular con la que
nace el individuo.
✔ El carácter controla al temperamento.
La Ética personal
Considerando que somos individuos íntegros y únicos, trabajamos en diferentes
actividades, con distintas personas, en diversos momentos; desempeñar cada papel en
particular en cada escenario no captura nuestra esencia en su totalidad, nos adaptamos para
cumplir una función, en tal sentido somos actores fácilmente reemplazables, mas no como
seres únicos e insustituibles (Bauman, 2005); cuando alguien nos solicita realizar cosas
desagradables o contrarias a nuestros valores y principios, al no aceptar porque así lo dicta
nuestra voz interior, somos conscientes también que otra persona lo puede ejecutar.
El individuo necesita rectitud en su voluntad para la vida práctica que respalde a su
intelecto para evaluar las diversas situaciones, la responsabilidad que conlleva vivir nuestra
libertad se fundamenta en la fuerza interior que orienta nuestros pensamientos.
Somos únicos en esencia, nos adaptamos al entorno social por los requerimientos
inherentes, pero cuando nuestra ética individual se manifiesta en la vida práctica nos hace
hombres libres y consecuentes con lo que realmente somos en lo más profundo de nuestro
ser.
Para mayor claridad, la ética personal comprende los valores y las normas que determinan
cómo actuamos, pero no se trata simplemente de nuestras inclinaciones o preferencias, aún
si creemos firmemente que esas preferencias son las correctas. Para que constituya una
posición ética, la ética personal debe fundamentarse en principios y no meramente en una
opinión personal.
Nuestra ética personal puede tener muchas fuentes. Algunas de ellas están relacionadas
con lo que podríamos considerar como nuestras experiencias personales, como nuestra
educación familiar, nuestra religión, cultura, las normas sociales y nuestros semejantes. Sin
embargo, es probable que nuestra ética personal también incluya aspectos de ética teórica.
La ética teórica es el conjunto de doctrinas desarrolladas por los filósofos para orientar en
pensar y el hacer ético, como el utilitarismo, la deontología y la ética de la virtud.
El utilitarismo es la teoría ética que establece que las decisiones éticas deben basarse en
una evaluación de las posibles consecuencias de una acción, y que se deben procurar las
acciones que creen el bien mayor. La deontología es la teoría ética que basa las decisiones
en los principios y los deberes, por lo tanto, bajo este enfoque se deben asumir ciertas
posiciones porque son las correctas, aunque tengan consecuencias negativas.
La Ética social
Virando hacia la concepción universal de la ética podemos manifestar que el hombre desde
los tiempos primeros necesitó vivir en comunidades con sus semejantes, desarrolló el
lenguaje para comunicarse y mejorar su interrelación; así con el devenir del tiempo las
relaciones humanas se volvieron complejas, apareciendo el diálogo como una alternativa
común para la coexistencia, con tolerancia y convivencia armoniosa en sintonía con la
libertad de los individuos.
En conclusión, la ética personal se arraiga y forma parte del carácter del ser humano
estableciéndose durante las etapas tempranas de formación mediante la vivencia de valores
y principios en el seno familiar, el centro educativo y la sociedad alrededor; es la voz
interior o conciencia que nos mueve a actuar según los preceptos más íntimos; es muy
importante y condiciona el comportamiento del hombre en su vida adulta.
a) Lo que se suele llamar “ética descriptiva”, que consiste básicamente en describir los
valores, normas y costumbres de una comunidad dada.
b) La metaética, que estudia los significados de los términos morales como “bueno”,
“deber”, etc, y las particularidades del razonamiento moral
c) La ética normativa, que pretende fundamentar los juicios normativos que se realizan
en una comunidad. Así pues, según sea el área de la ética que consideremos, una
teoría ética puede ayudarnos a describir los fenómenos morales, o elucidar el
significado del vocabulario moral, o proveer de una fundamentación de las normas
morales
d) Aristóteles infiere que no llamamos a alguien virtuoso por el solo hecho de hacer lo
correcto, sino por hacerlo de la manera correcta y con la disposición correcta. He
aquí la especificación de los requisitos:
el agente debe saber lo que hace;
debe elegir las acciones virtuosas por ellas mismas;
debe hacerlas con firmeza, con cierto estado de ánimo.
La primera condición exige conocimiento de lo que se está realizando. No diríamos que
alguien es valiente si, en el momento de realizar sus acciones, no supiera lo que está
haciendo.
Este requisito impide llamar a alguien virtuoso por haber hecho azarosamente acciones
virtuosas. El segundo requisito expresa el carácter genuino de los valores perseguidos por el
agente. Si alguien realiza acciones correctas, no porque las considere correctas, sino porque
busca algún tipo de recompensa (sea la que fuere), entonces la motivación para hacer lo que
hace no sería la adecuada.
La condición número tres señala la necesidad de cierto temple al realizar una acción
virtuosa. Es de suponer que un individuo que tuviera una fuerte aversión a hacer lo
correcto, aunque lo llevara a cabo, no podría ser llamado “virtuoso”.
El concepto de deber contiene la idea de una voluntad buena, si bien bajo ciertas
restricciones u obstáculos subjetivos. El indicio más claro de la existencia de deberes en la
conciencia de los hombres es el fenómeno de la constricción: observamos en nosotros
mismos, pero también en los demás, que con frecuencia nuestros más fuertes impulsos
entran en conflicto con lo que consideramos que es nuestro deber.
Caso 1: una persona se está ahogando en el río. Nadie salvo yo está en condiciones de
observar el hecho. Al observar a la persona, descubro que se trata de un acérrimo enemigo
mío.
Razonando que me conviene deshacerme de esa persona, no hago absolutamente nada al
respecto y dejo que se ahogue. Este tipo de acción es claramente una acción contraria al
deber.
Caso 2: una persona se está ahogando en el río. Nadie salvo yo está en condiciones de
observar el hecho. Al observar a la persona, descubro que se trata de alguien que me debe
mucho dinero. Razonando que, de ahogarse, jamás cobraré ese dinero, me tiro al agua y la
rescato.
Obsérvese que aquí efectivamente he realizado la acción correcta, pues al menos
“externamente” he hecho lo que tenía que hacer. Con todo, sin embargo, las razones por las
que he obrado no son las correctas. La causa de mi acción ha sido el autointerés, esto es,
una inclinación (mi deseo de
recuperar el dinero), y no el deber. A este tipo de acciones que externamente son correctas,
pero erróneas “internamente” (porque se deben a los motivos equivocados), Kant las llama
“acciones conformes al deber por inclinación mediata”. Se trata de acciones que se
conforman a lo debido, pero que no son efectuadas por las razones debidas. Este tipo de
acciones carecen, pues, de valor moral.
Caso 4: una persona se está ahogando en el río. Nadie salvo yo está en condiciones de
observar el hecho. Al observar a la persona, descubro que se trata de un enemigo mío,
sumamente odiado por mí. Todos mis deseos van en dirección de cierto curso de acción: no
hacer nada y dejarlo en su situación. Sin embargo, me digo a mí mismo que, después de
todo, se trata de una persona, y que el deber manda salvarlo, como a cualquier otra persona.
Tenemos aquí el fenómeno de la constricción: todas mis inclinaciones están en conflicto
con lo que ordena la razón práctica y son doblegadas por el deber emanado de mi
conciencia moral. Finalmente, me zambullo y rescato a la víctima. A este tipo de acciones,
Kant las denomina “acciones realizadas por deber”. Estas, y sólo estas, poseen valor moral.
3.- Ética utilitarista
Para el utilitarismo –una corriente de la filosofía moral que tiene a Bentham y Mill como
sus más importantes exponentes modernos-, son precisamente las consecuencias de
nuestras acciones las que deben tomarse en consideración a la hora de evaluar el valor
moral de una acción.
El utilitarismo sostiene que la utilidad es el criterio de lo que es justo e injusto. Aquí, la
noción de lo que es justo es elucidada en término de utilidad. Que una acción sea útil
significa que produce un determinado rango de placer o ausencia de dolor. El principio de
la utilidad sostiene que “las acciones son justas en la proporción con que tienden a
promover la felicidad; e injustas en cuanto tienden a producir lo contrario de la felicidad.
Así, una acción que produce, como consecuencia suya, mayor utilidad que otra
acción rival, es preferible por la sencilla razón de que produce mayores placeres (o una
mayor disminución del dolor). Las acciones son justas únicamente si promueven la
felicidad general (o del mayor número posible de personas). Para Mill, el placer y la
exención del dolor son las únicas cosas deseables como fines.
El utilitarismo valora las acciones humanas según las consecuencias que producen, es decir,
según la cantidad de felicidad que aportan al mayor número de personas.
A. Deontología
La ética y la deontología se revelan hoy esenciales para cualquier profesión y más para
aquellas que prestan sus servicios y tratan con personas desfavorecidas. Tanto a los futuros
profesionales como los que se encuentran estudiando cualquier profesión les hace falta una
formación ética y deontológica intencionada puesto que, al igual que el resto, viven en un
mundo que se rige por valores contrarios a los que exige su profesión. Esa formación
debería incluir objetivos de conocimientos sobre la ética, la moral y la deontología, pero
sobre todo de capacitación para la reflexión personal y en equipo, sobre las buenas
prácticas y los dilemas éticos que se encuentran con frecuencia en su práctica cotidiana.
En los tiempos que corren, en una época en que casi todo está en crisis, incluidos los
deberes y las responsabilidades personales (Lipovetsky, 1998), y en un mundo lleno de
ideologías con primacía de las económicas, en donde impera el relativismo, la globalización
y el postmodernismo, se vuelve necesario recuperar el poder de la conciencia que dé lugar a
la reflexión personal y grupal que permita volver a descubrir las preguntas fundamentales
en torno al sentido genuino de la vida humana, el quehacer de la persona en su relación con
los demás y la capacidad de autocontrol frente a la apetencia del placer subjetivo.
En las labores profesionales la búsqueda del sentido de por qué se dedican a dicha
labor, cuál es el bien que buscan, y el refrescamiento de sus deberes personales y
profesionales consiguientes deberían ser una constante en su vida cotidiana.
Deontología Profesional
La deontología señala el camino obligado a seguir en la actividad profesional, en la
conciencia de que si se sigue la senda del deber marcado se está dentro del obrar correcto.
Si la persona actuase siempre en busca del bien, no haría falta hablar de deontología y
bastaría sólo con la ética, pero no es así debido a las propias limitaciones de la naturaleza
humana y a su egoísmo innato; el hombre busca su bien e interés y actúa conforme a sus
propias circunstancias.
La ética profesional, en cualquier caso, señala una serie de principios mientras que la
deontología profesional insiste en los deberes o normas de carácter obligatorio que suelen
concretarse en los códigos deontológicos.
AUTONOMÍA
Se basa en el valor de la libertad (Etxeberria, 2002). Remite a la capacidad de
construirse a sí mismo, de darse una determinación, a partir de las propias elecciones con la
máxima libertad. Se refiere a la capacidad personal de tomar decisiones en el ejercicio de la
profesión. La autonomía está del lado del profesionista para poder ejercer su trabajo con la
mayor libertad posible y del lado del beneficiario de su actividad, para proteger sus
derechos y la posibilidad de intervenir en la toma de decisiones que le atañen.
RESPONSABILIDAD
Implica hacerse cargo, así como la capacidad de responder por las propias acciones
ante los otros y ante uno mismo. Una obligación, pero no impuesta desde instancias
externas, sino reconocida por los propios profesionales. La ética de la responsabilidad es el
deber comprometido para actuar hasta donde alcanza nuestro poder de hacerlo.
COMPETENCIA PROFESIONAL
Exige que la persona tenga los conocimientos, destrezas y actitudes para prestar un
servicio. Se refiere a la habilidad o capacidad para resolver los problemas propios del
trabajo. En ella radica la autoridad del profesional y su valor social. Expresa la síntesis del
saber y hacer, de doctrina y capacidad, y de conocimiento y acción eficiente.
Cuando requerimos los servicios de un profesional, esperamos de él no sólo
competencia (dominio de los conocimientos teóricos y prácticos de su profesión), sino
también una utilización adecuada de esa competencia, una conducta profesional ética.
Es común asociar la ética a normas, deberes y obligaciones morales que se imponen para
regir el comportamiento. De acuerdo con esta visión, el comportamiento ético se limita al
apego de los dictados establecidos por la moral. Desde el punto de vista de Ildefonso
Camacho (1995), esta forma de comprender y ejercer la ética encierra las siguientes
limitaciones:
En este marco, el quehacer profesional ético va más allá del acatamiento de reglas de
obligación o prohibición, más bien se define como una actuación en función de valores. Los
valores son un filtro que posibilita que la ética profesional no se imponga como una
coerción externa del colectivo profesional, puesto que involucran el reconocimiento y la
identificación del profesionista con esos valores que dotan de significado el ejercicio
profesional.
Al referirse a este tipo de ética, Silva (2002,10) afirma que “la ética profesional se
llama precisamente así porque es el fundamento ético de lo que profesionalmente hago y de
lo que soy, en el desarrollo de una determinada forma de vida” en relación con los demás.
Esta ética incluye, además de los valores individuales, un fuerte componente vocacional y
un elevado compromiso de profesar lo que se es, es decir, un médico, un educador social,
etc.