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Ética y Derechos Humanos

Ferrer – Álvarez: Para fundamentar la bioética

Capítulo 1: Ética, moral y bioética

I. Clarificación terminológica

2. Moral
Desde el punto de vista etimológico ética y moral tienen idéntico contenido semántico. Sin embargo los significantes
“ética” y “moral” se han utilizado a lo largo de la historia con diversos significados y con relaciones distintas entre
ambos. Clásicamente se entendía por “ética” el estudio filosófico de los fundamentos, de los principios, de los deberes y
los demás elementos de la vida moral. Es decir, se trata de la teoría filosófica sobre la moralidad. El término moral se
aplicaba, por el contrario, a la consideración práctica de los casos concretos, es decir para referirse al arte de aplicar la
teoría filosófica, la ética, a los problemas concretos de la vida moral.
Hoy, con frecuencia, el término “ética” se reserva para la disciplina filosófica (o teológica) que estudia racionalmente la
conducta humana, desde un punto de vista de los deberes y las virtudes morales. La ética es saber racional, en cuenta
reflexión crítica sobre el hecho de la vida moral. En el saber ética podemos distinguir 3 tipos o grados del mismo:
• Ética descriptiva: presupone el hecho moral. Es la ciencia positiva de los hechos morales, ya sean éstos
individuales o colectivos. Se dan varios tipos distintos de éticas descriptivas en función del criterio de
descripción: psicológico, sociológico o caracterológico.
• Ética normativa: consiste en repertorios, más o menos sistemáticos, de juicios prescriptivos, es decir de normas
morales. Los sistemas normativos nos dicen cómo deben actuar los agentes morales, dándoles normas prácticas
de acción. Los repertorios normativos forman sistemas o códigos éticos. En dichos sistemas o códigos las normas
se apoyan o fundamentan unas en otros.
• Ética filosófica (incluye a la metaética y la epistemología moral): es la reflexión moral, es la reflexión racional
profunda de los presupuestos, de los fundamentos, de los sistemas de normas morales. Pretende descubrir las
verdades necesarias para que un sistema moral sea válido. Es la fundamentación filosófica de la ética normativa.
Hoy día reservamos el término “moral” para referirnos a los códigos normativos concretos, vigentes en las diversas
comunidades humanas. Se trata, pues, de la moral vivida, aceptada por las personas y los grupos, sin que haya sido
necesariamente sometida a la mediación de la crítica racional sistemática. Cada moral intentará elaborar una reflexión
que justifique racionalmente sus exigencias, pero esa reflexión “ética” es un segundo momento con respecto al código
moral de cada una de las correspondientes comunidades.

II. Pluralidad de sistemas morales y universalidad de la experiencia moral


Al lado del pluralismo de los códigos morales es preciso reconocer la universalidad de la experiencia moral. La capacidad
para obrar moralmente se expresa en múltiples códigos morales, de ahí el carácter problemático de la moralidad y el
que pueda llegar a parecernos como algo totalmente arbitrario. Sin embargo, algunos autores postulan que existe un
sistema implícito de moralidad común que garantiza un amplio acuerdo entre las personas, que usualmente pasa
desapercibido.
El pluralismo moral es inevitable actualmente y hemos de convivir buscando los acuerdos posibles en nuestras
sociedades cada vez más pluralistas y democráticas. Sin embargo, el hecho moral, la moral como estructura es un dato
universal, aunque como contenido e muy variable.

III. Génesis de la moralidad


2. La moralidad como exigencia de la estructura constitutiva de los seres personales humano
Los siguientes son los elementos constitutivos de la estructura óntica del ser humano que hacen que sea un animal
moral.
a. La insuficiencia del instinto
Los instintos parecen ser una guía suficiente para garantizar su adaptación al medio. Con ello se aseguran también la
supervivencia de la especie y el equilibrio ecológico. El ser humano aparece particularmente desprovisto desde este
punto de vista. Aunque posee unos instintos básicos para la satisfacción de sus necesidades fundamentales, son
totalmente insuficientes para guiar su conducta en la comunidad humana. Su evolución y supervivencia depende de un
proceso de aprendizaje y socialización, aun en las sociedades más primitivas. Para aprender a comportarse y a vivir en la
comunidad humana necesita un proceso educativo, que conlleva el aprendizaje de ciertas normas de conducta
apropiada. Precisamente la insuficiencia de los instintos para regular adecuadamente el comportamiento humano en la
sociedad, impone la necesidad de elaborar códigos de conducta y de comunicarlos a través de la enseñanza y del
ejemplo.
b. La racionalidad
La insuficiencia del instinto está compensada con creces por la inteligencia superior que la evolución ha concedido a la
especia humana. El ser humano, gracias a su inteligencia racional, puede elegir sus fines y decidir cuáles son los medios
más idóneos para conseguirlos. La inteligencia humana adapta el medio a nuestras necesidades, transformándolo de tal
manera que deja de ser medio para convertirse en mundo.
Esa inteligencia le permite también descubrir que no cualquier manera de obrar es buena para la persona y para la
comunidad en la que ella vive y convive. La inteligencia humana así permite elaborar códigos de moralidad que
favorecen, prescriben y alaban determinados comportamientos, mientras que desaniman, prohíben y vituperan otros.
c. Autonomía
La insuficiencia de la programación instintiva, junto a la inteligencia racional, dan al ser humano una característica que
está en el corazón de toda la vida moral: la autonomía.
La voluntad libre del ser humano es un presupuesto necesario para poder hablar de ética. Si el ser humano no tuviese
voluntad libre, querría decir que estaría determinado a realizar las acciones que realiza, por lo tanto carecería de
responsabilidad, porque sus acciones no le serían imputables.
La autonomía es la capacidad que tienen las personas para autodeterminarse en orden a la propia realización, eligiendo
entre los diversos bienes que tienen ante sí.
d. Responsabilidad
Porque podemos elegir, también tenemos que dar cuenta de nuestros actos, de nuestras acciones y omisiones. El precio
de la libertad es tener que elegir ineludiblemente, hasta el punto que no elegir ya es una elección. También del no elegir
tenemos que dar razón.
Debemos dar explicación de o que se hizo o lo que no se hizo, ante nosotros mismos y ante los otros, ante la comunidad,
en tanto nuestras opciones afectan también a los demás.
e. Índole comunitaria de la persona humana
La moralidad entra en escena cuando comprendemos que ciertas acciones deben realizarse y omitirse por razón del
impacto que tendrían o podrían tener en la vida de otras personas. Los seres humanos no podemos florecer sin el apoyo
de la comunidad. Somos constitutivamente entes sociales y políticos y, por ende, solidarios, para el bien y para el mal. El
dato de la solidaridad se convierte en imperativo moral que me constriñe a ejercer mi autonomía con responsabilidad
social.
f. La vulnerabilidad humana
La moralidad es necesaria no sólo porque somos seres comunitarios, sino también porque la comunidad humana está
inevitablemente constituida por seres vulnerables, que necesitan la protección y el calor de la comunidad moral para
poder subsistir y florecer.

VI. Ética y bioética


3. La definición de bioética
Los debates acerca de los problemas éticos planteados por las nuevas ciencias biomédicas fueron, poco a poco, dando
forma a un nuevo campo de estudio, que llamamos hoy bioética. Reich define la bioética de la siguiente manera:
“estudio sistemático de las dimensiones morales –incluyendo la visión moral, las decisiones, las conductas y las políticas-
de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, usando una variedad de metodologías éticas en un contexto
interdisciplinario”.
Es preferible hablar de las ciencias de la vida y la salud, para que quede claro que se favorece una comprensión bio-
psico-social-espiritual de la persona. La bioética aborda los problemas atendiendo a la totalidad de la persona y a la
totalidad de las personas. El “bios” de la bioética no tiene un sentido meramente biológico, sino que incluye también a la
vida biográfica, la vida como proyecto de libertad que corresponde a la existencia netamente personal.
Por otro lado, es interdisciplinaria porque la bioética aborda problemas tan complejos que ningún especialista posee
toda la formación y la información necesarias para comprender todos sus ángulos.

Capítulo 2: Teorías y paradigmas teóricos en bioética

II. Razón de ser de las teorías éticas


La teoría ética nace, ante todo, de la necesidad de justificar racionalmente las opciones morales, ante la propia
conciencia y ante los demás. La elaboración teórica de la moralidad nace, en primer lugar, de nuestra necesidad de
comprender nuestro obrar a la luz de la propia racionalidad. Esta necesidad de justificación se hace más necesaria en las
situaciones de conflicto, cuando parece imposible cumplir con todas las exigencias de la moralidad, o ante el reto que de
plantea cuando las propias convicciones morales se confrontan con convicciones distintas y hasta contradictorias.

1. Cuestión moral
Tenemos una cuestión moral cuando nos encontramos ante una situación que nos exige obrar en conformidad con los
valores y los principios morales. La cuestión moral no es necesariamente un dilema moral. En la cuestión moral lo
exigido por lo valores y principios morales está claro o razonablemente claro. Las razones que podrían inclinar al sujeto a
obrar de otra manera no son de índole moral.

2. El conflicto moral
Surge cuando el agente moral se encuentra ante una encrucijada moral, es decir: el sujetomoral tine que elegir entre 2 o
más alternativas, pero ninguna de ellas está libre de problemas éticos. El conflicto moral supone una situación de
perplejidad subjetiva. El sujeto moral se siente en una encrucijada, aunque podría ser que otras personas pensasen que
la solución moral del caso es evidente.
Las teorías morales surgen, en parte, por la necesidad de encontrar soluciones racionales a los conflicto morales. Las
teorías éticas no garantizan que sea siempre posible resolver satisfactoriamente todos los conflictos morales. En la vida
moral pocas veces se obra con absoluta e indiscutible seguridad. Se trata, en general, de decisiones prudentes.

3. El desacuerdo moral
En el desacuerdo, a diferencia del conflicto, los sujetos morales no están en un estado de perplejidad. Ambos tienen
argumentos razonables, y con sustancia moral, para apoyar sus respectivas posiciones. Sin embargo, es evidente que sus
tomas de posición son irreconciliables entre sí.
El desacuerdo moral es una de las características distintivas de la situación cultural de las sociedades pos-modernas,
pos-industriales y pos-cristianas, en las que vivimos hoy.

III. La teoría moral

1. Qué entendemos por “teoría”

Vamos a definir teoría en términos muy amplios como esbozo o modelo intelectual elaborado para dar razón de la
realidad de manera coherente y razonable. La razón humana necesita responder, en la medida de los posible, a la
pregunta por qué, ante los fenómenos que capta en su experiencia. A mayor complejidad, mayor será el número de
explicaciones posibles de una realidad determinada. Es preciso admitir, por ello, un cierto indeterminismo de las teorías.
En sentido estricto merecerían el título de teorías morales aquellas formulaciones intelectuales que diesen cuenta,
razonablemente, del hecho mismo de la moralidad. Para estar completa una teoría moral tendría que tener cuando
menos 3 componentes:
• La mostración y explicitación del hecho moral.
• La enunciación y justificación de un criterio/s de moralidad.
• Una metodología para resolver las situaciones de conflicto entre los valores, principios y normas adelantados
por la misma teoría.
En realidad, algunas de las propuestas teóricas que encontramos hoy en la filosofía moral, en general, y también en
bioética son, paradójicamente, anti-teóricas. Para sortear esta dificultad, se utiliza la expresión paradigmas teóricos,
usando el término “paradigma” en su sentido original de “modelo” o “ejemplar”.
Los paradigmas teóricos en ética y en bioética, deben ser aptos para explicar y justificar racionalmente las opciones
morales. Justificar en el sentido de mostrar que nuestras opciones se ajustan a la racionalidad moral.

IV. Teleología y deontología


No son teorías éticas en sentido estricto, estos términos se refieren a la metodología de razonamiento moral adoptada
por diversas teorías. Se podría decir que representan más bien “familias teóricas” en ética y bioética. Y son términos que
no tienen idéntico sentido en los autores.

1. Etimología de los términos


“Teleología” procede del término griego “télos” que significa “fin”. El término “teleología” fue usado por primera vez en
filosofía por Christian Wolff (S. XVII - XVIII) para designar la parte de la filosofía natural que explica los fines,
distinguiéndola de la parte que estudia las causas.
Se puede decir que la explicación de las cosas por sus fines se remonta a la tradición filosófica del período presocrático.
Sin embargo, se adopta un término con un significado completamente distinto, se trata de un discurso sobre las
consecuencias de las acciones humanas.
El término “deontología” lo acuó el padre del utilitarismo, Jeremy Bentham (S. XVIII - XIX). El término encuentra su
origen en el griego “déon” que significa lo obligatorio, lo justo, lo adecuado. Para Bentham, la deontología es la ciencia
de los deberes.
Después de Bentham el término “deontología” se ha usado habitualmente para referirse a una disciplina descriptiva y
empírica cuyo fin es la determinación de los deberes que han de cumplirse en determinadas circunstancias sociales, y
muy especialmente dentro de una profesión determinada.

2. Teleología y deontología en algunos textos modernos de bioética


a. Teleología
Son teleológicas las teorías éticas que hacen depender la corrección o incorrección de las acciones humanas única y
exclusivamente de sus consecuencias. Según esta definición, teleología y consecuencialismo serían sinónimos. En este
sentido, una teoría estrictamente teleológica sería por ejemplo el utilitarismo de actos. El principio fundamental de este
sistema ético es el principio de utilidad, el cual se formula: una persona debe obrar de tal manera que su acción
produzca la mayor felicidad posible, teniendo en cuenta a todas las personas afectadas por la situación. El mayor bien
para el mayor número.
En este sistema solamente las consecuencias determinan la rectitud moral de una acción, no hay acciones buenas o
malas en sí mismas.
El principal problema del utilitarismo quizá sea que contradice una de nuestras convicciones morales más
fundamentales: las personas tienen derechos inadmisibles e inalienables. Por lo tanto, la persona no puede jamás ser un
mero medio para la realización de fines sociales, no importa cuán valiosos sean éstos.
Además del utilitarismo de actos existe hoy lo que se conoce como utilitarismo de reglas (o normas). El principio
fundamental de esta corriente sería: el sujeto debe obrar en conformidad con aquellas normas morales que, si se
observan habitualmente, producen el mayor balance de felicidad, teniendo en cuenta a todas las personas implicadas.
Esta versión del utilitarismo soluciona algunas de las deficiencias del utilitarismo clásico.

b. Deontología
Una teoría es deontológica si postula que la rectitud de las acciones humanas no depende única y exclusivamente de sus
consecuencias. Hay ciertos valores y normas que nos obligan, independientemente de las consecuencias que se sigan de
su observancia. Según esta definición, hay múltiples teorías deontológicas, aunque pocas veces se encuentra un
deontologismo puro.
El mejor ejemplo es la filosofía moral de Immanuel Kant (S. XVIII). La moral kantiana es un dentologismo puro no por la
afirmación del carácter absoluto del imperativo categórico, sino por su doctrina sobre las obligaciones perfectas. Para
Kant las “obligaciones perfectas” son aquellas que no admiten ninguna excepción, independientemente de las
circunstancias o de las consecuencias. Son aquellas que se derivan de la segunda formulación del imperativo categórico,
el “principio de humanidad”: obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio. Algunas de las obligaciones
perfectas son la prohibición del suicidio, la prohibición de la mentira y la obligación de cumplir promesas. Cuando se
quebranta una de estas obligaciones, la persona ha sido tratada como un mero medio. No existe ninguna excepción
legítima a estas obligaciones perfectas.
Una deontología estricta, como la kantiana, nos ofrece un fundamento sólido para la protección de los derechos
humanos inalienables, tanto en el campo biomédico como en otros ámbitos de la vida. Por otra parte, un deontologismo
tan estricto nos puede poner en graves aprietos en situaciones de conflicto de deberes.
La comprensión del Beauchamp y Childrees del deontologismo no es tan rigurosa. Bastaría con que la teoría en cuestión
aceptase que existen otros criterios de rectitud moral además de las consecuencias.

V. A modo de conclusión: el panorama de la bioética actual


Los casuistas insisten en que el punto de partida es el caso concreto. Para saber si un principio (o norma) es aplicable a
un caso, es preciso, en primer lugar, demostrar cuáles son las características salientes del caso. Las normas y los
principios se generan a partir de los casos y no a la inversa. Cuando hemos llegado a un consenso moral a propósito de
un caso, lo aplicamos a casos análogos (es decir, con características morales semejantes).
Los casuistas parecen olvidar que lo más difícil del análisis moral no es precisas los datos del caso, sino el determinar
cuáles de esos datos son significativos desde el punto de vista moral, y esto no se puede lograr por el mero análisis del
caso.

Capítulo 3: El Principialismo de Beauchamps y Childress

Los principios que postulan estos autores exigen especificación y ponderación. La especificación es el proceso por el cual
reducimos la indeterminación de las normas abstractas y las dotamos de contenidos aptos para guiar acciones
concretas, es un proceso de refinamiento para desarrollar el significado y alcance de los principios morales generales en
coherencia con los valores morales aceptados por el sujeto y su comunidad. La ponderación de los principios supone un
juicio acerca de su peso relativo en una situación concreta, para determinar cual es el principio, norma o derecho
preponderante.
El criterio para decidir cuál es el valor o norma preponderante en una situación concreta es de índole consecuencialista:
el sujeto moral debe optar por la alternativa que maximiza el bien en la situación.

Capítulo 5: El paradigma de las virtudes de Thomasma y Pellegrino


Las éticas de la virtud son teleológicas.
Las virtudes son rasgos del carácter que capacitan al sujeto moral para alcanzar el fin propio de la actividad particular
que está realizando. Por eso se comprende que en una sociedad pluralista como la nuestra es imposible desarrollar una
teoría robusta de las virtudes, precisamente porque falta el acuerdo fundamental acerca del télos de la vida humana, de
cuál sea la vida buena para el hombre.
Las éticas de la virtud florecen en una comunidad moral que pueda aglutinarse en torno a un consenso teleológico, es
decir que pueda alcanzar un consenso con respecto al bien o fin que la define. La medicina es indiscutiblemente una
comunidad moral.
Si el télos de la medicina es el bien del apciente, la ética médica tiene como principio fundamental la beneficencia, y con
ello no se incurre en paternalismo, pues hay que respetar la autonomía del paciente. Se propone un modelo de ética
médica llamado “beneficencia en la confianza”. Las virtudes médicas son fidelidad a la promesa, benevolencia,
abnegación, humildad intelectual, justicia y prudencia.
Los autores admiten que las virtudes por sí solas no bastan para la elaboración de una teoría ética sufientemente
abarcadora, se deben incluir además los conceptos de deber y principio, así como aclarar la relación entre ellos.
Ademñas por sí sola, la ética de las virtudes podría caer en el subjetivismo emotivista.
Por otra parte, la ética de los principios, divorciada de las vistudes, se quedaría en un formalismo abstracto que puede
servirnos para determinar rectitud o corrección de las acciones, pero que prescinde de la formación del carácter de las
personas.

Capítulo 6: La ética del permiso de Engelhart

El autor propone elaborar una bioética mínima para permitir la colaboración de los ciudadnos en empresas comunes en
el seno del Estado moderno, sociedad pluralista sin un avisión compartida de la vida buena.
El problema que encuentra el autor es que los modelos teóricos de fundamentación que encontramos en bioética
(principialismo, casuística, consecuencialismo) no son capaces de darnos una orientación moral concreta, que pueda
zanjar los desacuerdos éticos entre los extraños morales (personas que no tienen en común suficientes premisas
morales para resolver sus controversias a través de una argumentación racional válida), lo que nos dejaría al borde del
nihilismo, con el reconocimiento del colapso de la pretensión filosófica de encontrar fundamentos racionales apra una
moral normativa objetiva.
Engelhardt señala que en su opinión existen 4 caminos para resolver los conflictos entre las personas:
• La fuerza.
• La conversión de una parte al punto de vista de la otra.
• La sólida argumentación racional.
• El acuerdo.
Cuando se formula una pregunta ética se está buscando un fundamento distinto de la fuerza apra resolver una
controversia moral. Pero cuando no existe una visión compartida la única fuente de autoridad moral es el acuerdo o
consenso democrático. Si una persona quiere colaborar a pesar de los desacuerdos morales y sin recurso a la fuerza, no
tiene más alternativa que aceptar la negociación pacífica y el acuerdo entre las partes.
El autor piensa que esta concepción de la bioética exige un mínimo de suposiciones morales previas. Solamente requiere
la decisión de resolver la disputa por una vía que no sea la de la fuerza, ero no exige que se acepte ninguna comprensión
particular de la vida buena ni obligaciones morales precisas con contenidos concretos.
Los 2 principios fundamentales de tal moral son:
• El principio del permiso: implica el respeto mutuo y la prohibición de usar al otro sin su consentimiento. “No
hagas a los demás lo que ellos no quieren que les haas y cumple con lo que has pacatado con ellos”.
• El principio de beneficencia: “haz el bien a los demás, en conformidad con la comprensión que ellos tienen del
bien”. Este principio es el fundamento de la moralidad de la solidaridad social.
Frente al principio de beneficencia, el del permiso goza de prioridad conceptual, porque el principio del permiso se
puede aplicar sin necesidad de recurrir al de beneficencia pero no a la inversa.

Capítulo 7: La ética comunitarista liberal de Emmanuel

El autor señala que muchos de los problemas morales de la moderna bioética son irresolubles, si se pretende buscar
respeustas válidas apra todos, prescindiendo de las diversas cosmovisiones que informan los juicios morales d elos
individuos. Es por esto que no pretende articular un único ideal de la vida buena y del genuino florecimiento humano,
sino una filosofía política alternativa, que permita afirmar el pluralismo a la vez que sostiene que es necesario invocar las
visiones de la vida buena para justificar las leyes y las políticas de acción en la sociedad. El ideal político de la democracia
deliberativa, en las que los individuos autónomos participan activamente en la vida de una pluralidad de comunidades.
En ellas, los ciudadanos interpretan y crean los valores comunitarios y especifican cómo estos van a configurar la vida en
común. Cada uno de los miembros se compromete con la comunidad y no sólo con su propia prosperidad.
En esta visión es esencial la participación activa de todos los ciudadanos en la vida de la comunidad, sobre todo en el
proceso de deliberación.
Algunos problemas que plantea esta propuesta están ligados a su factibilidad.

Capítulo 8: La ética del cuidado de Gilligan, Noddings y Tong

Las éticas del cuidado nacieron con una impronta feminista y en polémica contra el modelo ética basado en los
principios universales y la justicia imparcial. Se prclama la transición de una ética de la universalidad, basada en
principios y centrada en el individuo, a una ética bsada en la tradición y la particularidad, centrada en las virtudes y en
las relaciones, afincada en la comunidad y en la preservación de los vínculos concretos. La pregunta no es ¿Qué es lo
justo? Sino ¿Cómo responder a las necesidades de esta persona en esta situación? Las éticas femenisnas del cuidado
representan la actitud de la madre, que encuentra su origen en el afecto y la emoción.
Para Noddings el elemento esencial de toda forma de cuidado se encuentra en la relación entre la persona que cuida y la
perosna que e cuidada. Para cuidar de alguien es preciso “sentir con el otro”, que es ante todo una experiencia de
receptividad. Así, la vida moral no comienza resolviendo un dilema sino compartiendo un sentimiento.

Capítulo 9: La bioética utilitarista de Peter Singer

El utilitarismo tiene como rasgos esenciales la utilización del principio de utilidad como criterio supremo de moralidad y
la metodología moral consecuencialista. El principio podría formularse: las acciones humanas son moralmente buenas si
maximizan la felicidad o el bienestar y evitan el dolor o sufrimiento para la mayor parte de las personas afectadas por
ellas.
Es común distinguir entre el utilitaismo de actos y el de reglas. El primero sostiene que la justeza moral de cada acción se
juzga por las consecuencias buenas o malas de la misma acción. Los utilitaristas de reglas dicen que la moralidad de las
acciones se juzgará por la bondad o maldad de las consecuencias que la observancia consuetudinaria de la regla en
cuestión produce en la sociedad.
Singer presenta una versión distinta: el utilitarismo basado en el principio de igual consideración de intereses. Además
extenderá la protección de las exigencias a todos los seres sensibles.
Sostiene que una persona vive una vida moral cuando está convencida de que sus acciones son correctas y puede,
además justificar recionalmente sus opciones morales. El esfuerzo por dar razones para justificar moralmente sus
opciones basta para colocar a lapersona en el ámbito de la moralidad, auqnue si intento fuese insatisfactorio. Cuando
una perosna no peude justificar sus acciones, no está viviendo en conformidad con las exigencias morales, por más que
sus acciones concuerden con los valores formales.
Es preciso que la justificación cumpla ciertos requisitos: no basta el propio interés y debe ser aceptable desde una
perspectiva universal.
El autor propone el principio de igual consideración de intereses. Éste exige que otorguemos el mismo peso en nuestras
consideraciones morales a los intereses igual de todos los afectados por nuestras decisiones. Este es el único criterio
moral básico que puede garantizar la igualdad de todos los seres humanos, a pesar de las diferencias que existen entre
ellos.
Ahora bien, las garantías de este principio no se pueden limitar a los seres humanos, estamos obligados a otorgarle
idéntica autoridad para la regulación de nuestras relaciones con los animales no humanos.
Se plantean 2 problemas a la postura de Singer:
• El rechazo al especieísmo: solo a los seres humanos se les puede exigir responsabilidades morales por los
intereses de las otras especies.
• Singer plantea que frente a un conflicto de intereses prevalecen los intereses de los seres personales sobre los
no personales, pero no da criterios para resolver los conflictos dentro del primer grupo.

Capítulo 10: El pragmatismo clínico

Los pragmatistas clínicos opinan que tanto los cauistas como los principialistas se han ocupado sobre todo de los
procesos de razonamiento conducentes a la formulación de juicios morales válidos, pero han prestado menos atención
al estudio y comprendión de los procesos interpersonales para la resolución de los problemas morales. El pragmatismo
clínico quiere ser un camino para la búsqueda de soluciones eficaces y moralmente apropiadas en los contextos reales
en los que se dan conflictos éticos en la práctica clínica.
Son muy sensibles al contexto y procuran estar atentos a sus diversos detalles. Los principios nunca se aplican de modo
mecánico y tampoco son el punto de partida de la reflexión ética. La meta es que pueda alcanzar un consenso moral en
el caso bajo examen. Al consenso se llega a través de un proceso de búsqueda, discusión, negociación y evaluación
reflexiva.
EL pragmatismo clínico se presenta como un método procedimental, propone un modelo democrático para la resolución
de los problemas éticos. Es esencial el contexto de libertad y reciprocidad, en el que todos los afectados por la decisión
tienen la oportunidad de ser escuchados y de defender sus valores.

Capítulo 11: El paradigma de la moralidad común

El sistema moral es la moralidad común, que incluye los juicios morales y ponderados que la generalidad de las personas
sostiene y comparte. La teoría moral describe y justifica el sistema moral. Pero lo que existe primero es el sistema moral.
La mayor parte de las cuistiomes morales son tan poco controvertidas que ni siquiera nos las planteamos
conscientemente. Este amplio acuerdo en la mayor parte de las cuestiones morale smuestra que existe una moralidad
común.
Como la moralidad obliga a todas las personas debe basarse en creencias accesibles a todos los seres racionales.
Una teoría moral adecuada debe brindarnos una explicación adecuada del sistema mora, usando conceptos que todos
los agentes morales puedan comprender.
La teoría de la moralidad común nació como crítica al principialismo, la crítica básica es la ausencia de una teoría que
unifique y de coherencia a los principios.

Capítulo 12: La bioética laica de la tolerancia de Scarpelli

Scarpelli sostiene que en la ética no hay verdad. La ética es arbitraria en cuanto a sus prinipios lógicos aunque esto no
significa que sea arbitraria desde el punto de vista humano. La ética no se basa en principios que se puedan establecer
como verdaderos e indiscutibles. Por lo tanto, la ética es siempre una opción radicalmente individual.
El autor promueve un “individualismo ético”.
El primer principio que sostiene es el principio de tolerancia. Significa que no sólo se tolere que cada ciudadano tenga
sus ideas y opciones éticas, expresándolas sin temor, sino aceptar que las traduzca en la práctica, procurándole
condiciones en las que sus opciones puedan venir a ser efectivas. Esta tolerancia tendrá sus límites: Scarpelli invoca para
limitar la tolerancia el clásico principio del daño, “cada uno es libre hasta donde el ejercicio de su libertad no provoque
un daño a otro/s negando así la libertad del otro/s”.

Capítulo 13: La ética formal de bienes y el principialismo jerarquizado de Gracia

El principialismo de Gracia intenta solucionar los problemas del modelo de Beauchamp y Childress. Para él todas las
teorías de fundamentación de la bioética se han construido en diálogo con el principialismo de Beauchamp y Childress.
Una de las críticas señala la carencia de un sistema de referencia previo, así como la ausencia de jerarquía de los
principios.
Este autor niega que los 4 principios sean posibles sin un sistema de referencia previo que los fundamente y dote de
sentido. Para este autor los principios son similares a máximas o principios subjetivos de la acción de Kant, pues definen
móviles de la voluntad, compatibles con el sistema de referencia o can moral.
En cuanto a la ausencia de jerarquía, Gracia cree que la no maleficiencia y justicia se diferencian de la autonomía y la
beneficiancia en que obligan con independencia de la opinión y la voluntad de las personas implicadas, y que por tanto,
tienen rango superior a los otros 2. El primer nivel es exigible coercitivamente, es la ética del deber, de lo correcto.
Gracia lo hace corresponder con el Derecho. El segundo nivel depende del propio sistema de valores de cada individuo,
del ideal de perfección. Es la ética de la felicidad, de lo bueno. No es exigible más que por el propio sujeto.
Los principios bioéticos tienen el carácter de deberes prima facie. Lo importante no es negar las excepciones, sino exigir
que se realicen correctamente, es decir con prudencia, cargando la prueba, e intentando que sean las menos posibles.
Los principios, el esbozo moral, son siempre deontológicos y están jerarquizados para poder resolver los conflictos entre
los principios, en cambio, las excepciones se justifican siempre teleológicamente, en la experiencia moral.
Los principios son formalmente absolutos y materialmente relativos.
Los principios deben ser complementados con la evaluación de las consecuencias y circunstancias. El principialismo es
perfectamente compatible con el análisis contextual.

Hortal Alonso – Ética general de las profesiones: ¿Qué son las profesiones?

En la segunda parte del libro, se hace una contextualización de las profesiones. A la pregunta inicial, ¿Qué son las
profesiones?, el autor nos coloca ante la dificultad de fijar perfiles y límites entre lo que es y no es una profesión. En
sentido general, se designa como actividad ocupacional a la que uno se dedica de forma asidua y especializada, y que
recibe una retribución que constituye el medio de vida. Pero obviamente, la consideración ética de las profesiones
impone algo más que los servicios profesionales y las competencias profesionales. Ella trasciende hacia el compromiso
de proporcionar servicios acorde a determinados parámetros de excelencia. Apoyado en algunos autores como Max
Weber (1864- 1920), Emile Durkheim (1858-1917) y Talcott Parsons (1902-1979), Hortal abunda en el concepto de las
profesiones como actividades ocupacionales:
a) Son formas institucionalizadas que prestan un servicio a la sociedad.
b) Son un conjunto de personas (los profesionales) que se dedican a ellas de forma estable, como su medio de vida.
c) El grupo de colegas que las ejerce obtiene o trata de obtener el control monopolístico del ejercicio de la profesión.
d) Tras un largo proceso de capacitación teórico-práctica, se accede a ellas para lograr acreditación o licencia y poder
ejercerlas

La revolución de la autonomía – Lipovertsky


Lipovetsky quiere demostrar a lo largo de sus trabajos que un nuevo individualismo, llamado individualismo narcisista,
es la clave para el entendimiento de la posmodernidad. “Esto es, un nuevo estadio histórico en el que han entrado ya las
sociedades democrático-capitalistas avanzadas y que se caracteriza por el ´vaciamiento´ o pérdida de sustancia de los
ideales proyectados durante la época moderna”[2].
Esta nueva era, según el autor, se debe al surgimiento de un nuevo paradigma antropológico y de una nueva moral en
ruptura con los imperantes durante la Modernidad, en que el capitalismo productivista le da su lugar al capitalismo
consumista. Es un tránsito del individualismo caracterizado por la competencia, búsqueda de la moral y revolucionaria, a
un individualismo hedonista, narcisista e intimista, por lo cual el autor llega a decir que “vivimos una segunda revolución
individualista”[3]. Aunque a esta sociedad lo que la rige no es tanto el placer, sino la compulsión por la autorrealización
que se desarrolla por estrategias cada vez más flexibles y abiertas, pero no por eso menos efectivas.
Dice Lipovetsky que en esta cultura posmoderna se ve cierta apatía ideológica provocada por la sobresaturación
informativa, y por esto una dispersión de la conciencia. La define como una sociedad “en que reina la indiferencia de
masa, donde domina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde
lo nuevo se acoge como lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un progreso
ineluctable,[…] la gente quiere vivir en seguida, aquí y ahora, conservarse joven y no ya forjar el hombre nuevo, […] no
tiene ni ídolo ni tabú”[4].
Lipovetsky dice que el proceso de personalización es una estrategia global en el que se da una mutación en el hacer y
querer de las sociedades, y éste se divide en dos caras: la primera es llamada limpia u operativa, que “designa al
conjunto de los dispositivos desestandarizados, las formas de solicitación programada elaborada por los aparatos de
poder y gestión que provoca que los detractores de derecha y sobre todo los de izquierda, denuncien”[5]. La segunda la
denomina salvaje o paralela, y se caracteriza por la búsqueda de autonomía y particularización de grupos de individuos
que buscan su propia identidad separándose de la identidad universal que motiva las acciones sociales. Estas dos poseen
sus especificidades, pero no por ello dejan de esforzarse en salir de una sociedad disciplinaria. Las costumbres ahora se
ven inclinadas una lógica de personalización, en la que predomina la diferencia, la fantasía, el relajamiento, se estimula a
ser más uno mismo y a liberarse de roles de lo estándar y rígido. Las personas sólo viven para sí mismas olvidando el
sentido histórico al igual que los valores.
Lo que provoca todo este proceso es una nuevo tipo de humano: el individuo narcisista, que designa una nueva
organización descentralizada, fragmentada y centrada en sí misma, “hoy Narciso ya no se encuentra prendido y fijado
ante el reflejo de su propia imagen; ahora ya no hay propiamente imagen. Con el vaciamiento del universo social e
ideológico y su sustitución por un torrente acelerado y cambiante de imágenes e informaciones, Narciso no encuentra
con claridad un espejo donde mirarse y anda como ´flotante´ a la búsqueda de un sí-mismo o punto de referencia en el
cual poder reconocerse”[6]. Pero este narcisismo no lo ve como causa, más bien lo ve como consecuencia del
vaciamiento de la esfera pública.
Sin embargo da una esperanza, ya que menciona que no es cierto que estemos sometidos a dicha carencia de sentido, a
una deslegitimación total, ya que en esta era posmoderna perdura un valor cardinal, intangible, indiscutido manifestado
en “el individuo y su cada vez más proclamado derecho de realizarse, de ser libre en la medida en que las técnicas de
control social despliegan dispositivos cada vez más sofisticados y humanos”[7].}
La Revolución de la Autonomía: Sociedades modernas en busca de su autonomía privada a toda costa. Individualismo
democrático en la era de la abundancia tanto del consumo como de los medios de información. Aflora la fiebre de la
independencia privada, la exigencia de depender menos de las normas colectivas. Nuestras sociedades se caracterizan
por ideologías individualistas suyo fundamento es el individuo como valor absoluto, soberano, dueño y juez de sí mismo.
Segunda revolución individualista.
El punto de arranque del nuevo individualismo fue la revolución de las necesidades, la explosión de la producción y del
consumo de masas después de la II Guerra Mundial. Lo llama individualismo total o narcisista. El universo de la
abundancia ha dado orientación a la existencia de cada uno: el hedonismo, búsqueda incesante de los placeres y de las
satisfacciones materiales. Lo que se pretende es vivir para el hoy y no para el futuro histórico. Gran revolución del
neoindividualismo.
El hedonismo cultural ha sido un factor determinante de la atomización de la sociedad al propiciar la proliferación de
estilos de vida. Esto se percibe, principalmente en la familia: dificultad para comunicar, deseos de independencia, de no
atarse, no comprometerse y vivir para sí mismos; la natalidad disminuye. Se exige el reconocimiento del derecho al
aborto.
Este proceso de autonomización individualista no se debe confundir con una libertad absoluta del sujeto. Los modelos y
los roles sociales permanecen y siguen influyendo en los comportamientos y orientándolos. Lo nuevo es que han dejado
de ser imperativos: los modelos sociales son múltiples, elásticos y facultativos. El modelo de comportamiento ideal ha
dejado de existir para dar lugar a una gama de opciones posibles. Las funciones distintivas de lo masculino y de lo
femenino no han desaparecido pero se han vuelto movedizas. Las identidades se modelan a gusto. Este proceso de
autonomía incipiente es inseparable de los conflictos sociales de los 60 y 70.
El deseo de autonomía afecta al cuerpo y a los deportes: deportes individuales; el cuerpo se ha convertido en sujeto, es
una persona a la que debemos amar por sí misma.
En una sociedad narcisista el motor del consumo no es tanto la exigencia del reconocimiento social como la satisfacción
personal. Los pensamientos y opiniones tienden a formarse a “la carta”. De ahí la paradoja que no quieren ver los
críticos de la modernidad.
Esta mayor autonomía conlleva a una mayor fragilidad de los individuos, un sentimiento de soledad generalizado.
La esfera política ha entrado en una era de banalización y de desdramatización de masas.

Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental –
Naciones Unidas

Libertades fundamentales y derechos básicos. Todas las personas tienen derecho a la mejor atención disponible en
materia de salud mental, que será parte del sistema de asistencia sanitaria y social. Todas las personas que padezcan
una enfermedad mental, o que estén siendo atendidas por esa causa, serán tratadas con humanidad y con respeto a la
dignidad inherente de la persona humana, tienen derecho a la protección contra la explotación económica, sexual o de
otra índole, el maltrato físico o de otra índole y el trato degradante. 4. No habrá discriminación. Todas las personas que
padezcan una enfermedad mental tendrán derecho a ajercer todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales reconocidos.
Toda persona que padezca una enfermedad mental tendrá derecho a vivir y a trabajar, en la medida de lo posible, en la
comunidad.
La determinación de que una persona padece una enfermedad mental se formulará con arreglo a normas médicas
aceptadas internacionalmente.
Ninguna persona será forzada a someterse a examen médico con objeto de determinar si padece o no una enfermedad
mental, a no ser que el examen se practique con arreglo a un procedimiento autorizado por el derecho nacional.
Se respetará el derecho que tienen todas las personas a las cuales son aplicables los presentes Principios a que se trate
confidencialmente la información que les concierne.
Todo paciente tendrá derecho a ser tratado y atendido, en la medida de lo posible, en la comunidad en la que vive. En lo
posible, cerca de su hogar.
Todo paciente tendrá derecho a ser tratado en un ambiente lo menos restrictivo posible y a recibir el tratamiento menos
restrictivo y alterador posible que corresponda a sus necesidades de salud y a la necesidad de proteger la seguridad
física de terceros. La medicación responderá a las necesidades fundamentales de salud del paciente y sólo se le
administrará con fines terapéuticos o de diagnóstico y nunca como castigo o para conveniencia de terceros. No se
administrará ningún tratamiento a un paciente sin su consentimiento informado.
Todo paciente de una institución psiquiátrica tendrá, en particular, el derecho a ser plenamente respetado por cuanto se
refiere a su: Reconocimiento en todas partes como persona ante la ley; Vida privada; Libertad de comunicación;
libertad de religión y creencias.
Cuando una persona necesite tratamiento en una institución psiquiátrica, se hará todo lo posible por evitar una
admisión involuntaria.
El órgano de revisión será un órgano judicial u otro órgano independiente e imparcial establecido por la legislación
nacional que actuará de conformidad con los procedimientos establecidos por la legislación nacional. Al formular sus
decisiones contará con la asistencia de uno o más profesionales de salud mental calificados e independientes y tendrá
presente su asesoramiento.

Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos – UNESCO

La Declaración trata de las cuestiones éticas relacionadas con la medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías
conexas aplicadas a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales.
Dignidad humana y derechos humanos 1. Se habrán de respetar plenamente la dignidad humana, los derechos humanos
y las libertades fundamentales. 2. Los intereses y el bienestar de la persona deberían tener prioridad con respecto al
interés exclusivo de la ciencia o la sociedad.
Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías conexas, se deberían potenciar al
máximo los beneficios directos e indirectos para los pacientes y se deberían reducir al máximo los posibles efectos
nocivos.
Se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de adoptar decisiones. Toda
intervención médica preventiva, diagnóstica y terapéutica sólo habrá de llevarse a cabo previo consentimiento libre e
informado de la persona interesada.
Los individuos y grupos especialmente vulnerables deberían ser protegidos y se debería respetar la integridad personal
de dichos individuos.
La privacidad de las personas interesadas y la confidencialidad de la información que les atañe deberían respetarse.
Se habrá de respetar la igualdad fundamental de todos los seres humanos en dignidad y derechos, de tal modo que sean
tratados con justicia y equidad.
Ningún individuo o grupo debería ser sometido por ningún motivo, en violación de la dignidad humana, los derechos
humanos y las libertades fundamentales, a discriminación o estigmatización alguna. Respeto de la diversidad cultural y
del pluralismo.
Se habrá de fomentar la solidaridad entre los seres humanos y la cooperación internacional a este efecto.
La promoción de la salud y el desarrollo social para sus pueblos es un cometido esencial de los gobiernos, que
comparten todos los sectores de la sociedad.
Los beneficios resultantes de toda investigación científica y sus aplicaciones deberían compartirse con la sociedad en su
conjunto y en el seno de la comunidad internacional, en particular con los países en desarrollo. Se deberían tener
debidamente en cuenta las repercusiones de las ciencias de la vida en las generaciones futuras.
Protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad.
Se debería promover el profesionalismo, la honestidad, la integridad y la transparencia en la adopción de decisiones.
Se deberían crear, promover y apoyar, al nivel que corresponda, comités de ética independientes, pluridisciplinarios y
pluralistas. Se deberían promover una evaluación y una gestión apropiadas de los riesgos relacionados.
Los Estados deberían adoptar todas las disposiciones adecuadas, tanto de carácter legislativo como administrativo o de
otra índole, para poner en práctica los principios enunciados en la presente Declaración.
Los Estados deberían fomentar la difusión de información científica a nivel internacional y estimular la libre circulación y
el aprovechamiento compartido de los conocimientos científicos y tecnológicos.

Texto preparado por la cátedra: Teorías éticas

Etimológicamente hablando la palabra ética viene del griego “ethos” y significa “costumbre”. La palabra moral viene del
latín “mos” y significa también “costumbre”. Es decir, ética y moral, etimológicamente, significan lo mismo. Sin embargo
suele distinguirse la ética de la moral llamando Ética a la disciplina filosófica que se ocupa de la mora. Por lo tanto, moral
es el término que se suele usar para nombrar el objeto de estudio de la Ética. Desde Platón hasta nuestros días se han
propuesto diversas teorías éticas que se ocupan de distintos aspectos de la mora. Usualmente se distinguen 3
dimensiones de la ética:
• Ética descriptiva: consiste en describir los valores, normas y costumbres de una comunidad dada.
• Metaética: estudia los significados de los términos morales como “bueno”, “deber”, etc. Y las particularidades
del razonamiento moral.
• Ética normativa: pretende fundamental los juicios normativos que se realizan en una comunidad.

Ética de la virtud

1. La Eudaimonía
La cosmovisión griega se trata de una concepción teleológica del mundo, en donde todas las cosas, incluido el hombre,
tienden a un telos o fin propio, en donde todas las cosas poseen su lugar natural en el cosmos y en donde una fuerza
metafísica las impulsa a realizar su esencia. La pregunta fundamental de la ética griega es ¿Cómo debe vivir uno? ¿Cuál
es la forma de vid que merece ser vivida? De ahí el interés esencial por lo que los griegos llamaban eudaimonía
(felicidad). Este interés es central también en la obra de Aristóteles.
El teologismo aristotélico dice: el bien es aquello hacia lo cual todas las cosas tienden. En ética, de lo que se trata, es de
hallar el bien del hombre, esto es, el fin hacia el cual tiende el hombre.
La eudaimonía es para Aristóteles un fin querido por sí mismo, un fin último por el cual queremos todo lo demás.
Aristóteles entiende que la eudaimonía es alfo que: se elige por ella misma (es el bien más perfecto); es suficiente en sí
misma (si alguien la posee no desea nada más); hay que buscarla en la función propia del hombre, la actividad del alma
racional. Por lo tanto, la vida contemplativa es la más propia del hombre y, por ende, es equivalente a la eudaimonía.
A su vez, la ética de Aristóteles reconoce explícitamente la importancia de otros factores en la vida feliz, como el placer y
la riqueza. El obrar y vivir bien causan en el hombre placer.

2. La virtud ética
Aristóteles también se ocupa de la virtud. Esta noción recoge este el sentido que aun hoy en día mantenemos para las
diversas prácticas particulares y lo aplica a las acciones del hombre en cuanto ser vivo que convive en una polis con otros
seres semejantes y en donde tiene que realizar su vida del mejor modo posible. La virtud moral es una disposición que
nos permite manejarnos debidamente en las acciones con respecto a los placeres y dolores.
Par ser correctas, las acciones morales (según Aristóteles) deben ser realizadas por el agente de acuerdo con cierta
disposición. El agente debe saber lo que hace, debe elegir las acciones virtuosas por ellas mismas y debe hacerlas con
firmeza, con cierto estado de ánimo.
Teniendo en cuenta que en todas las cosas puede haber exceso, defecto y término medio, la virtud es un término medio.
La virtud es una facultad, un hábito, un modo de ser, exige cierta continuidad en el tiempo. Ese hábito en que consiste la
virtud debe estar determinado por la razón, es decir, que la virtud exige deliberación, un proceso de ponderación de
diversos cursos de acción que le otorga el estatus selectivo, racional y cognitivo a la virtud ética. El hombre virtuoso es
aquel que, habiendo contemplado diversas posibilidades de acción, razonando correctamente elige la acción virtuosa
por sí misma y por las razones correctas. Finalmente, la acción debe realizarse tal como la haría el hombre prudente.
3. Las virtudes dianoéticas: la prudencia
La virtud ética es un modo de ser relativo a la elección, y la elección es un deseo deliberado, el razonamiento por esta
causa, debe ser verdadero, y el deseo recto, si la elección ha de ser buena, y lo que la razón diga, el deseo debe
perseguir. La acción virtuosa exige la articulación correcta de razonamiento (deliberación) y deseo. Únicamente cuando
el razonamiento se combina con el deseo, el primero puede ser práctico, esto es, dar lugar a la acción. El razonamiento
teórico, desligado del deseo, por tanto, no mueve a acción alguna. En este sentido, la manera de arribar a los fines es tan
importante para Aristóteles como el alcanzar los fines.
El hombre prudente es aquel que es capaz de deliberar rectamente sobre lo bueno y conveniente para sí mismo y para
vivir bien en general. La prudencia es un modo de ser racional verdadero y práctico respecto de lo que es bueno y malo
para el hombre. El hombre prudente es, pues, el que delibera correctamente y sabe lo que es mejor para el hombre. La
prudencia no se limita al conocimiento de lo universal, sino que atiende fundamentalmente a lo particular, porque es
práctica y la acción siempre tiene que ver con lo particular.
Aristóteles termina afirmando que la función propia del hombre se lleva a cabo gracias a la prudencia y la virtud moral,
porque la virtud postula los fines correctos mientras que la prudencia ofrece los medios adecuados para ellos.

Deontologismo
1. La filosofía moral de Kant (filósofo alemán del siglo XVIII)
Kant entiende que en la naturaleza no hay libertad sino mera causalidad. Por ende, debemos buscar el reino de la moral
fuera del reino de la naturaleza. La moral tiene que ser independiente de lo que sucede en el mundo. En si indagación
Kant da por supuesta la existencia de la conciencia moral e intenta explicar cómo es esto posible.
Lo que Kant llama “buena voluntad” no es buena por lo que realiza, por lo que nos permite hacer, por los resultados que
arroja, sino que es buena en sí misma. Posee un valor absoluto que no está supeditado a ningún fin ulterior. La buena
voluntad está determinada de un modo a priori por la razón en tanto facultad práctica.
En la ética kantiana uno de los conceptos claves es el de deber, el cual contiene la idea de una voluntad buena. El indicio
más claro de la existencia de deberes en la conciencia de los hombres es el fenómeno de la constricción: observamos en
todas las personas que con frecuencia nuestros más fuertes impulsos entran en conflicto con lo que consideramos que
es nuestro deber. Es decir, nuestras inclinaciones están en conflicto con lo que ordena la razón práctica y son
doblegadas por el deber emanado de mi conciencia moral. A este tipo de acciones Kant las denomina “acciones
realizadas por deber”, sólo estas poseen valor moral.
La propuesta ética de Kant postula:
• Que el contenido moral de un mandato moral es un deber expresado por él. El valor del carácter moral radica en
hacer el bien, no por inclinación, sino por deber.
• Que los propósitos de nuestras acciones no pueden tener un valor absoluto, sólo las acciones morales poseen tal
carácter. El valor absoluto de la acción moral reside en el principio de la voluntad, y este principio es a priori
(independiente de la experiencia).
• Que el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley. Una acción realizada por deber tiene que dejar a
un lado las inclinaciones (en tanto causas de la acción) de modo que la voluntad pueda ser determinada
exclusivamente por la ley moral.
Existen máximas que determinan incondicionalmente la voluntad, tale como “no debes mentir”, “no debes hacer falsas
promesas”, “no debes robar”. ¿Cuál es el fundamento de estas máximas? Kant ha dejado por un lado todos los
propósitos contingentes que podrían condicionar a esas máximas, sólo nos queda la universal legalidad de las acciones
en general, esto es un principio formal que termina el valor moral de las máximas sin apelar a un fin o propósito alguno.
Dicho principio formal es el llamado imperativo categórico “yo no debo obrar nunca mas que de modo que pueda
querer que mi máxima deba convertirse en ley universal”. Este principio es formal porque no nos dice nada acerca de
qué hacer en cada situación particular ni nos ofrece un fin al cual supeditar nuestras máximas y nuestras acciones.
Lo que provee el imperativo categórico es, en primer lugar, una suerte de test para averiguar qué máximas son correctas
(si no pueden ser universalizadas, entonces hemos probado que no se trata de una máxima moralmente válida); y, en
segundo término, nos provee una fundamentación de las máximas que rigen nuestra conducta. Dichas máximas son
correctas desde un punto de vista moral porque pueden ser universalizadas.
En la teoría de Kant tenemos 3 niveles de análisis:
• El nivel de las acciones, que son sucesos naturales que ocurren en lo que Kant llama “mundo fenoménico”.
• Las máximas particulares que rigen a estas acciones.
• En un tercer nivel de análisis tenemos el imperativo categórico como principio supremo de la moralidad. Dicho
principio se aplica directamente, no sobre las aciones, sino sobre las máximas que rigen esas acciones. El
imperativo es universal y apodícticamente válido, esto es ninguna proposición empírica puede desmentirlo.
Kant entiende la idea de voluntad de un ser racional como la idea de una voluntad universalmente legisladora. La
voluntad, en tanto racional, no está simplemente sometida a la ley sino que, fundamentalmente, se legisla a sí misma. El
hombre, en tanto ser racional, tiene la facultad de poder darse a sí mismo sus propias leyes morales, que son
independientes de las leyes naturales. La noción de “reino de los fines” le sirve a Kant para explicar esta peculiar
capacidad que posee el hombre de ser autónomo, de darse sus propias leyes. En tanto perteneciente al reino de los
fines, los hombres están sujetos a la ley que ordena tratarse a sí mismo y a los demás siempre como fines y nunca como
simples medios. Y esas leyes son leyes que el hombre se da a sí mismo. La autonomía es, pues, el fundamento de la
dignidad humana.

2. El deontologismo contemporáneo
En la actualidad, la concepción de Kant ha tenido diversos desarrollos. Las 2 teorías más importantes son la teoría de la
justicia de John Rawls y la ética del discurso defendida por Karl-O-Apel y Jürgen Habermas.
Según Rawls la teoría de la justicia como equidad no supone ninguna concepción filosófica o metafísica. Se trata de una
concepción política de la justicia aplicable a una sociedad democrática constitucional. Esta concepción se aplica a la
“estructura básica” de una sociedad democrática, la cual comprende las principales instituciones políticas, sociales y
económicas: libertad de pensamiento, competencia mercantil, propiedad privada de los medios de producción, etc.
Rawls dice que una adecuada concepción de la justicia dee poder abarcar diversas teorías y concepciones del bien. Por
eso, la justicia como equidad recurre a las intuiciones básicas arraigadas en las instituciones políticas de una democracia
institucional. Una concepción así puede ser respaldada por un “consenso superpuesto” que incluye a todas las doctrinas
filosóficas y religiosas.
Esta concepción pretende dotar a los principios constitucionales y derechos básicos de una mejor base que el
utilitarismo.
La tarea de la filosofía política consiste en considerar los conflictos políticos y descubrir una base común para
resolverlos. El conflicto fundamental de las democracias liberales occidentales, según Rawls, es que no hay acuerdo
sobre cómo articular las instituciones básicas de la democracia para combinar satisfactoriamente libertad e igualdad. La
justicia como equidad pretende resolver este conflicto mediante:
• 2 principios que articular libertad e igualdad:
• Toda persona tiene derecho a libertades básicas iguales compatible con libertades similares para todos.
• Las desigualdades sociales y económicas debes respetar 2 condiciones:
• Deben estar ligadas a empleos abiertos para todos, con igualdad de oportunidades.
• Deben beneficiar a los menos favorecidos.
• Un punto de vista imparcial que muestre que estos principios se adecuan mejor que ortos a la idea de
ciudadanos democráticos considerados como personas libres e iguales.
¿Cómo puede la filosofía política hallar una base compartida como para asegurar, por medio de las instituciones, la
libertad y la igualdad?
Rawls responde reunir las convicciones establecidas, aclarar los principios implícitos y elaborar una concepción
adecuada de la justicia hasta lograr un equilibrio reflexivo, es decir, un equilibrio entre nuestras intuiciones morales y la
reconstrucción que hacemos de ellas. La idea rectora que nos permite organizar nuestras intuiciones morales y políticas
es la idea de la sociedad como un sistema equitativo de cooperación social entre personas libres e iguales. En síntesis, el
propósito de la justicia como equidad es eminentemente práctico, no metafísico; no se presenta como verdadera, sino
como practicable para llegar a un acuerdo político entre personas libres e iguales. Este acuerdo promueve
fundamentalmente el bien de las personas.
Posteriormente habría que buscar un mecanismo que nos permita determinar una concepción de la justicia que
especifique los términos de la cooperación social entre personas consideradas como libres e iguales. El resultado de este
mecanismo tendrá que avalar los 2 principios de la justicia. Tal mecanismo es la llamada posición original. Ésta es el
mecanismo representativo para determinar cuál es la concepción de la justicia más apropiada para realizar la libertad y
la igualdad cuando la sociedad es concebida como un sistema equitativo de cooperación entre ciudadanos libres e
iguales. Consiste en una representación, una situación hipotética que adoptamos todos a fin de razonar de la manera
más desprejuiciada posible acerca de los principios de justicia que debería regir nuestra sociedad. Para lograr esta
condición de equidad en la situación original, Rawls sostiene que debemos apelar a lo que llama “velo de la ignorancia”.
Debemos representarnos cada uno de nosotros, en la situación original, como si estuviéramos afectados por un velo de
la ignorancia acerca de nuestras condiciones físicas, psíquicas y sociales. Garantiza que las partes sean efectivamente
personas libres e iguales. Así pues, puestas en esta situación, las personas intentarán maximizar su bien en condiciones
equitativas. Puesto que carezco de información acerca de cuáles serán mis cualidades sociales, etc. dentro de la
sociedad, la manera más racional de maximizar mis oportunidades será la de acordar principios de justicia que garantice
un mínimo de libertad e igualdad para todos.

Utilitarismo
Corriente filosófica que tiene a Bentham y Mill como sus más importantes exponentes modernos.
Entiende que son las consecuencias de nuestras acciones las que deben tomarse en consideración a la hora de evaluar el
valor moral de una acción. Sostiene que la utilidad es el criterio de lo que es justo e injusto. El principio de utilidad
sostienen que “las acciones son justas en la proporción con que atienden a promover la felicidad, e injustas en cuanto
tienden a producir lo contrario de la felicidad. Se entiende por felicidad el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad,
el dolor y la ausencia de placer”. Para el utilitarismo, el principio de la utilidad (o principio de la mayor felicidad)
constituye el fundamento de la moral.
Los placeres y dolores involucrados en las acciones no conciernen exclusivamente al agente, sino a la mayoría de los
involucrados por la acción. Las acciones son justas únicamente si promueven la felicidad general, o del mayor número
posible de personas.
Para Mill, el placer y la exención del dolor son las únicas cosas deseables como fines. A diferencia de Bentham, Mill
piensa que los placeres pueden ser evaluados, no sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente. Hay 2 clases
de placeres: los corporales y los intelectuales. Siguiendo la tradición filosófica, Mill defiende la superioridad de los
placeres del intelecto por sobre los del cuerpo debido, principalmente, a la mayor permanencia, seguridad y facilidad de
adquisición de los primeros. De este modo, las elecciones entre acciones no dependen solamente del número de
placeres a los que dan lugar, sino también al tipo de placer que provocan. Pero ¿Cómo determinar la diferencia
cualitativa entre diversos placeres? La respuesta de Mill es si de 2 placeres hay uno al que dan preferencia todos (o casi
todos) aquellos que los han experimentado, ese es el placer más deseable.
El utilitarismo sostiene que la felicidad es la única cosa deseable como fin. En este punto, Mill apela a una estrategia
empirista para fundamental el principio de utilidad. Señala que la única evidencia de que una cosa es deseable es que la
gente la desea de hecho.
Así pues, puede decirse que el utilitarismo, comparado con la ética kantiana, representa una alternativa universalista
que, sin embargo, a diferencia de ésta, considera las consecuencias de las acciones como el aspecto de evaluación moral
central, y que pretende fundamentar los principios morales de una manera empirista.

Jürguen Habermas: La ética discursiva


Habermas se encuentra con el problema de cómo rehabilitar una ética que guarde los valores de la Ilustración a la vez
que evite los excesos que se han cometido en e siglo XX en nombre de esos valores. Frente a la posición condenatoria y
pesimista respecto del proyecto moderno, Habermas rechaza la conexión entre modernidad y violencia metafísica, y
para salvar las contradicciones al proyecto ilustrado se propone una reconstrucción de la racionalidad práctica.
Habermas ve en el ideal ilustrado un punto de referencia que está representado por los supuestos del habla racional. El
hecho de que no exista nada que la razón ilustrada no pueda por principio cuestionar y cuya pretensión de validez o
autoridad n pueda poner en tela de juicio, es el rasgo definitorio de la razón moderna. Por esto Habermas considera al
suyo como un planteamiento post-metafísico.
Su teoría se presenta como una alternativa tanto al utilitarismo como a las teorías kantianas.
Se trata de una ética formalista, en el sentido de que no presupone ningún contenido moral sustantivo, sino que
especifica un procedimiento formal que toda norma debe satisfacer para ser considerada moralmente aceptable.
El principio básico está expresado en el principio de universalizabilidad, análogo al imperativo categórico de Kant, cuya
función es ser una regla de argumentación para probar la legitimidad de las normas que están en discusión. El principio
señala que “cada norma válida habrá de satisfacer la condición de que las consecuencias y efecto secundarios que se
siguen de su acatamiento general para la satisfacción de los intereses de cada persona (presumiblemente) puedan
resultar aceptados por todos los afectados (así como preferidos a los efectos de las posibilidades sustitutivas de
regulación)”.
De acuerdo con este principio el intercambio de roles y la necesaria apreciación de cuán deseables son las consecuencias
en caso de que todos actuaran de la misma manera, toma aquí la forma de un procedimiento público, similar al
estipulado por Rawls en la situación original. Sólo que en este caso todos son comprendidos como interlocutores
competentes en la discusión que tiene que llevarse efectivamente a cabo. El principio complementario es “el
fundamento D de la ética comunicativa”, que dice “solamente pueden reclamar validez las normas que han obtenido (o
podrían obtener) la aceptación de todos los involucrados como participantes de un discurso práctico”.
La fuerza de estos postulados estriba en que tales principio pueden ser derivados de las presuposiciones generales de la
comunicación y la argumentación. Las interacciones comunicativas son para Habermas aquellas “en las cuales los
participantes coordinan de común acuerdo sus planes de acción, el consenso que se consigue en cada caso se mide por
el reconocimiento intersubjetivo de las pretensiones de validez.”
Se trata de un tipo de racionalidad práctica, fundada en la comunicación, que permite un modo de realización basado en
mínimos aceptables por todos los sujetos. Estos mínimos Habermas los considera como una serie de principios
pragmáticos de la comunicación y se reducen a la simetría dialógica. Así, la razón comunicativa se convierte no en la
búsqueda de un contenido sino en el procedimiento para llegar a un acuerdo entre partes iguales. Lo relevante no es
qué se concluye acepta o legisla, sino cómo se ha llegado a esa situación, qué mecanismos se han empleado, cómo se ha
tomado una decisión ética.
Este autor se encuentra dentro de lo que se denominó “giro lingüístico” de la filosofía. Éste consiste en considerar al
lenguaje como el fundamento del pensamiento, pues no se reduce a su materialización, sino que también es su
condición de posibilidad (sin lenguaje no hay pensamiento).
Entiende al sujeto como sujeto dialógico, es decir en diálogo con otros sujetos similares. Por lo tanto se entiende a as
personas como no autorreferenciales, el paradigma de la acción comunicativa está dado por aquellas acciones dirigidas
a la comprensión del otro por medio del uso competente de reglas intersubjetivas, cuya validez está anticipada a priori y
cuya finalidad es el logro de un consenso de ambos interlocutores a través de un diálogo libre de coacción.
La visión tradicional del sujeto contemplaba al individuo como alguien que se relaciona con los objetos y que se centra
en su propia conciencia, y secundariamente aparecía como ser inmerso en una sociedad. Pero si, como sostiene
Habermas, el pensamiento bajo la especie del lenguaje es lo que realmente compone la conciencia, entonces, el sujeto
tiene esencialmente esa característica intersubjetiva. Además, para ser sujeto debe reconocer y ser reconocido por otro
sujeto con quien mantiene el diálogo. De esta manera Habermas introduce una razón superior a la razón instrumental:
la razón comunicativa.

Las Teorías éticas y la fundamentación de una ética aplicada – Stella Maris De Filpo

Ética y responsabilidad en la sociedad de riesgo: Nuestra época reúne paradójicamente civilización y barbarie, desarrollo
científico y desolación ética. Un nuevo pathos social de incertidumbre y desconcierto ha reemplazado al ideal positivista
del XIX. El positivismo constituyó un ideal social y político por el cual la ciencia reivindicó el lugar de conducción del
“progreso humano”.
Sin embargo, la fe laica en las ciencias y expertos como guías deja hoy paso a la vivencia y a la reflexión acerca de una
sociedad de risgo. Se trata de un caso en el que la civilización se pone en peligro a sí misma. La noción de riesgo
precipita y urge la recombinación de principios que parecían destinados a su separación: vida privada y vida públca,
convicción y responsabilidad, solidaridad y justicia. La pluralidad de voces que construyen la verdad social nos obliga al
diálogo intersubjetivo y a fuertes procesos de deslegitimación/relegitimación de instituciones, prácticas, teorías y
demandas. La reivindicación de la compasión y el cuidado junto al reconocimiento de la autonomía personal forman
parte de una demanda dirigida a la ciencia en su aplicación, lo cual requiere releer toda la tradición del pensamiento
ético occidental. Bonilla denomina el “giro ético”: revela una crisis en la creencia instituyente de las legalidades y la
emergencia de una arena común, la ética, para la detección, tratamiento y solución de los conflictos de mayor
envergadura social. Ha de convertirse en motor de un proyecto de convivencia nuevo, de otras costumbres y hábitos de
pensamiento y de acción. El giro ético implica adentrarse en cada uno de los ámbitos de que tratemos e intentar captar
en ellos su propia lógica y la modulación de los principios éticos que les es peculiar, y esto solo pueden hacerlo los
expertos en cada campo en estrecha colaboración con quienes se ocupen de la ética. De este modo se inaugura un
capítulo decisivo en la ética, el de la ética aplicada.
La tradición ética y la ética aplicada: la ética aplicada es el campo interdisciplinario en el cual se anudan la reflexión
filosófica y la problemática científica. Esto supone un giro en el pensamiento científico, una reorientación del
pensamiento ético. La ética aplicada interroga y se apropia de la tradición ética.
La respuesta teleológica y la ética de la virtud: Teniendo en cuenta a Aristóteles podemos hablar de tres tipos de saber:
el teórico, que se ocupa de lo necesario; el productivo, que se se ocupa del hacer, su principio reside en el productor; y
el práctico, se ocupa del dominio del obrar, su principio reside en la elección y deliberación del agente.
La filosofía primera aporta dos nociones fundamentales ante el problema de la felicidad: causa como principio
explicativo de las cosas en sus cuatro sentidos: material (aquello de lo cual algo está hecho), eficiente (aquell que le
produce un cambio), formal (su paradigma y definición esencial) y final (su supremo bien); acto o actividad como
existencia plena de las cosas en tanto despliegue de su potencia y da cumplimiento a su causa formal y final.
Habrá virtudes de ambos tipos: dianoéticas (del conocer) que se alcanzan por medio de la enseñanza y la experiencia;
éticas (del actuar), que deben ejercitarse para convertirse en hábitos de acción al punto que nos resulten placenteros. La
dificultad proviene del “término medio”. Requiere de una virtud dianoética encaminada a la acción, capaz de discernir
rectamente acerca de lo bueno y lo mal para el hombre en consideración está entonces en la posibilidad de establecer la
relación apropiada en cada caso entre el fin último y la acción particular, en vista de construir laboriosamente el carácter
moral del agente.
La respuesta utilitarista y el cálculo de las consecuencias: Jeremy Bentham. El utilitarismo postula que lo correcto es
aquello que maximiza el balance neto de satisfacción según el cálculo de consecuencias de una acción. El ulitilitarismo es
definido, entonces, como consecuencialista.
La respuesta deontológica y el imperativo categórico: Emmanuel Kant produce una completa revolución en el
pensamiento epistemológico. En primer lugar, por el abandono del planteo teleológico para la consideración de “lo
bueno sin restricción”. En segundo lugar, por la contraposición entre leyes de la naturaleza y leyes de la libertad. Esto
lleva a Kant a la postulación del deber como objeto de moralidad y a las formulaciones del imperativo categórico,
obligación absoluta, como forma pura de ese deber. Conclusiones: que el objeto del juicio moral no reside en lo que es
según una finalidad natural (felicidad o bienestar), sino en lo que debe ser según los dictados de la libertad de la
voluntad (la dignidad de ser feliz); que la voluntad buena es lo bueno incondicionado y lo que condiciona la bondad de
todo lo demás, al punto que la utilidad o la esterilidad no pueden añadir ni quitar nada a su valor. Por lo tanto, el destino
verdadero de la razón tiene que ser el de producir una voluntad buena. El imperativo categórico enuncia la ley moral:
obra con absoluta necesidad y universalidad; el respeto de cada persona como fin en sí mismo será suprema condición;
la dignidad de la persona reside en su autonomía como ser sometido a la ley.
La actualidad de la discusión: John Rawls aporta el liberalismo político en su intento sde elaborar una alternativa al
utilitarismo. Se parte de la idea de que la persona es autónoma en tanto es libre, racional y autolegista. Dos principios:
1.Cada persona tiene un igual derecho al más amplio esquema de libertades básicas compatible con un esquema similar
de libertades para todos. 2. Las desigualdades sociales y económicas han de satisfacer dos condiciones: tienen que ser
para el máximo beneficio esperado del menos favorecido e ir adscritas a cargos y posiciones accesibles a todos en
condiciones de equitativa igualdad de oportunidades.
El liberalismo político sostiene que la autonomía de la persona y la justicia de las instituciones se juegan en la posibilidad
de elegir para sí mismo la vida que considera buena y en la garantía de derechos y libertades que le permitan
conseguirla, sin otra restricción que la tolerancia, el respeto de los otros y de las normas que han pactado cumplir. Esta
combinación de teleología privada y deontología púbica, neutral respecto de fines y bienes, expresa un punto de vista
muy extendido acerca de la libertad y la democracia.
La respuesta dialógica y la relectura discursiva del imperativo: Jürgen Habermas elabora una síntesis entre el planteo
deontológico, la Teoría social crítica y la filosofía del lenguaje. Se trata de dar respuesta a un nuevo planteo del
problema ético: cómo encontrar un núcleo normativo universal que asuma tanto la diversidad y diferencia cultural
cuanto la importancia de la construcción histórico-social en la construcción conjunta de los criterios morales. Así,
abandona la filosofía de la cc hacia una de la intersubjetividad. La relectura discursiva del imperativo categórico implica
concebir al sujeto autónomo como participante de un diálogo para la discusión y el establecimiento de normas. La
voluntad buena que descubre el imperativo universal de la racionalidad se transforma entonces en voluntad común de
participantes autónomos de un diálogo, en el cual se construye colectivamente lo que pretende validez universal. Esa
construcción cooperativa de la verdad práctica adquiere forma de consenso (aceptación y obediencia).
La respuesta por el cuidado y la redefinición de la responsabilidad: Levinas. Responsabilidad. Ricoeur. Protección.
Schramm.

Bonilla: Bioética y salud mental


¿Quién es el sujeto de la Bioética? Reflexiones sobre la vulnerabilidad

Se plantean a la ética interrogantes nuevos, de relevancia social y señalada conflictividad moral, los cuales imponen un
ampliación o revisión de los puntos de vista, de los métodos y hasta de la terminología hasta ahora admitidos. En efecto,
dada la índole de los nuevos conflictos, se hace evidente la necesidad de superar el enfoque estrechamente disciplinar
de la ética filosófica con un tratamiento más adecuado a la complejidad de los problemas que en general exhibe 4 rasgos
distintivos:
• Se da en un continuum teórico – práctico.
• Es interdisciplinario.
• Tiene una orientación social.
• Ostenta un carácter dialógico que posibilita la práctica de consensos.
La manifestación más evidente de este “giro ético” es el auge de la “ética aplicada”, definida como la parte de la ética
que brinda una atención particular y directa a cuestiones y controversias prácticas.
A partir de la década de 1970 surge la Bioética, la cual consiste en una vertiente de la Ética aplicada, que se propone el
estudio de los aspectos éticos relacionados con la vida.
El autor considera la enfermedad como una de las formas específicas de vulnerabilidad que afectan al ser humano, por
lo tanto la reflexión sobre este fenómeno lo conduce a una crítica del modelo tradicional del sujeto de la Ética en
general (hombre perfecto) y de la Bioética en particular. Plantea la necesidad de recurrir a éticas de la responsabilidad y
del cuidado en las que la voz del otro prevalezca.
Respecto a las teorías éticas asumidas en el campo de la Bioética el autor define las siguientes.
En la obra de Engelhart (1995) se evidencian ecos del paternalismo hipocrático. Según este autor, la vida moral queda
centrada en las personas a las que caracteriza por la plena capacidad de autorreflexión, su racionalidad y si sentido
moral, y en sus sentidos morales. No son considerados agentes morales en sentido estricto los demás seres humanos
que, según tal definición, no puedan ser considerados personas, y a los cuales tales personas conceden un estatuto
precario de persona o agente moral, según los casos. Se entiende entonces que el estatuto moral del enfermo en
general, así como el de las personas ancianas, corre riesgo de no reconocimiento si se lleva esta posición al extremo.
En tanto Jonas y Levinas subrayan la apelación a la responsabilidad que se manifiesta en la extrema vulnerabilidad del
otro: la naturaleza y las generaciones futuras, que los alcances de las acciones humanas determinadas por la tecnología
pueden poner en peligro. Responsables y rehenes del otro, todos los seres humanos están obligados a hacerse cargo de
la vulnerabilidad del otro que, en razón de esa vulnerabilidad misma se encuentra fuera de todo deber de reciprocidad.
Respecto a Gilligan, considerada adalid de la corriente de ética del cuidado, entiende que la imagen de autonomía
individual va normalmente asociada a una noción de responsabilidad social concebida como deber u obligación. La
autora distingue 2 acepciones de la palabra responsabilidad: “responsability” que significa compromiso con respecto a
las obligaciones, y “responsiveness” que es sensibilidad en las relaciones. Determina entonces la existencia de 2
predisposiciones, hacia la justicia y hacia el cuidado, que surgen de las experiencias de desigualdad y de unión incluidas
en la relación entre hijos y padres, y que caracterizan todas las hormas del vínculo humano.
Gilligan insiste en el carácter unilateral de una ética de la responsabilidad basada en la reciprocidad que parte de la
definición del sí mismo y de la moralidad en término de autonomía individual y de responsabilidad social puesto que
siempre retorna al sí mismo y redunda en el olvido del otro (imperativo kantiano). La aprensión real del otro se produce
desde otra perspectiva: el proceso de llegar a conocer a otros es imaginado por los sujetos como una unión de historias
que implica la posibilidad de generar nuevo conocimiento y de transformar al sí mismo a través de la experiencia de la
relación. El sí mismo, según ella, es conocido en la experiencia del vínculo, definido no por la reflexión sino por la
interacción, por la sensibilidad del compromiso humano.

Quitar la vida: el embrión y el feto – Peter Singer

Singer plantea que habría que marcar los puntos débiles de las argumentaciones.
Posición conservadora: Es malo matar a un ser humano inocente. Un feto es un ser humano inocente. Por lo tanto, es
malo matar a un feto humano.
Si es malo matar a un humano inocente, también lo es matarlo aunque éste no haya nacido aún. No existe una clara
línea divisoria entre el óvulo fecundado y el niño y algunas de las que se han establecido son líneas ficticias que no
tienen gran fundamento (estas líneas son, por ejemplo, el nacimiento, la viabilidad del feto fuera de la madre, el
movimiento del feto o la conciencia y la capacidad para sentir placer o dolor).
Argumentos liberales: Leyes que sancionan el aborto. Límites del derecho (no se puede imponer al otro por su
beneficio). Derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su vida.
Como argumentos para defender el aborto se esgrimen principalmente tres. Uno son las consecuencias de una
legislación restrictiva (abortos clandestinos, sin medios...), pero este argumento "trata de la legislación sobre el aborto y
no sobre la ética del mismo". El segundo, que también puede rebatirse de igual forma, se refiere a si es competencia del
derecho legislar estos casos. En la obra "Sobre la Libertad" de John Stuart Mill se dice que el objetivo de obligar a alguien
a algo debe ser "impedir que haga daño a otros... No se le puede legítimamente obligar a hacer o a abstenerse de hacer
algo porque será en su beneficio". El tercer argumento es de corte feminista y "sin negar que el feto es un ser humano
inocente, consiste en que la mujer tiene derecho a elegir lo que le ocurra a su propio cuerpo". Resumiendo mucho, este
argumento, ilustrado por Judith Jarvis Thomson, se expresa gráficamente suponiendo que para salvar a una persona es
necesario que alguien done alguno de sus órganos (o que cierto famoso o famosa bese a la persona enferma). Sin duda,
esa donación (o ese beso) sería digna de elogio, pero no podemos obligar a nadie a efectuar dicha donación. Igualmente,
una mujer embarazada que tenga problemas con dicho embarazo sería elogiable si decide continuar el embarazo pero...
¿podemos obligarla a hacerlo?. Thomson afirma que se puede tener derecho a la vida, pero que ese derecho no implica
el derecho a utilizar el cuerpo de otra persona.
Por otra parte, Singer afirma que "si hacemos la comparación con un feto de menos de tres meses, un pez mostraría
más señales de conciencia". Y continua diciendo: "sugiero que acordemos no dar más valor a la vida del feto que a la
vida de un animal no humano dado un nivel similar de racionalidad, conciencia de sí mismo, conocimiento, capacidad de
sentir, etcétera". Esto no debe entenderse como un argumento a favor del aborto, sino a favor de una ética global no
discriminatoria. Y, en todo caso, añade que en caso de aborto debe evitarse cualquier método que exista base para creer
que causa sufrimiento al feto. Contra eso puede argumentarse que no puede olvidarse el "potencial para convertirse en
un ser humano maduro" que tiene un embrión. Este argumento es fácil de rebatir comparando si es igual de malo talar
un roble venerable, que una bellota en brote: "No hay ninguna regla que diga que una X potencial tenga el mismo valor
que una X, o que tenga todos los derechos de una X".
Si hay que establecer un límite, Singer lo pondría en las 18 semanas de gestación: "Antes de este momento no existe
ninguna buena base para creer que el feto necesite ser protegido de una investigación que le perjudique, ya que al feto
no se le puede perjudicar. Después de este periodo el feto sí que necesita que se le proteja de posibles daños, con la
misma base que lo necesitan los animales no humanos que sienten, pero que no son conscientes de sí mismos".
Por otra parte, "si los seres racionales y conscientes de sí mismos son intrínsecamente valiosos, matar a un feto humano
es privar al mundo de algo intrínsecamente valioso y, por tanto está mal". El problema en esta argumentación es "la
dificultad que existe en establecer que los seres racionales y conscientes de sí mismos tienen un valor intrínseco". Y ese
argumento podría llevarnos "a condenar las prácticas que reducen la población humana futura: la contracepción (...) y el
celibato".
Respecto a la fecundación in vitro, Peter Singer afirma que "se necesitaría investigar sobre (...) la conveniencia de
destinar escasos recursos médicos a esta área en un momento en el que el mundo tiene un grave problema de
sobrepoblación".
Valor de la vida del feto. Valor potencial de la vida del feto.

El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal? – Jürgen Habermas

La crítica de Habermas hacia la eugenesia –entendiendo por tal, tanto la selección de embriones como, sobre todo la
mejora de la carga genética de los mismos- no la deriva de una defensa esencialista del hombre en las primeras fases de
su desarrollo, ni por prejuicios de tinte ecologista contra lo antinatural: «No se trata (...) de una afectación cultural
contra los laudables avances del conocimiento científico sino únicamente de si (...) la puesta en práctica de estas
conquistas afecta a nuestra autocomprensión de seres que actúan de forma responsable» . Dedica poco espacio al
asunto –todavía en sus inicios- de la clonación, pero no trae a su crítica argumentos ya manidos como los de rechazarla
por verla como realización de un henchido narcisismo, o por el peligro de copiar a dictadores nefastos del pasado o del
presente. Los que quieren quitar transcendencia a esta técnica remarcan el mucho mayor peso del ambiente frente a la
genética en la formación de la personalidad. Habermas no lo hace y dice que la diferencia entre el genoma humano de
una persona normal y una clonada «radica en la comprensión moral que varía cuando la persona afectada le atribuye la
decisión sobre los fundamentos naturales de su propio desarrollo a otra persona, al encontrar en la imagen de sus
predisposiciones una intención ajena»8 . Aquí estaría el núcleo del pensamiento de Habermas en este delicado asunto:
no es gratuito que casi todos sintamos un escalofrío al oír hablar de manipulación genética. Esta palabra en cursiva sólo
la utilizamos en tres ocasiones: al describir el trabajo sobre un objeto con las manos, para designar algo que está
falsificado de algún modo y para utilizar a otras personas como medios por encima de su voluntad, engañándolas. Con la
eugenesia se haría un poco de todo ello. En todo caso se trataría a un ser humano en potencia como algo más que como
alguien (o como algo con capacidad de ser alguien si no lo impedimos y cortamos sus posibilidades futuras de relación).
Afirma el autor alemán que no solamente la fe religiosa, sino también el ya secular pensamiento moderno, partían del
presupuesto de la imposibilidad de programación intencionada del neonato, lo que permitía asumir con responsabilidad
la propia biografía, pero hoy ya no es así: «tan pronto los adultos contemplasen un día la admirable dotación genética de
su descendencia como un producto moldeable para el que elaborar un diseño acorde a su parecer, ejercerían sobre sus
criaturas manipuladas genéticamente una forma de disposición que afectaría a los fundamentos somáticos de la
autorrelación espontánea y de la libertad ética de otra persona»9 . Habermas reconoce que ya no son tajantes las
fronteras entre la prevención del nacimiento de un niño gravemente enfermo y la mejora genética. El primer caso, a
través del diagnóstico prenatal, se ha hecho habitual –a partir de cierta edad de la madre- en el mundo desarrollado. Es
obvio que un diagnóstico que indique, por ejemplo, el síndrome de Down, suele conducir al aborto, con lo que
estaríamos ya ante una selección de la especie, pero el autor no entra en este asunto. Lo que le da miedo es que
alcancen también fuerza normativa los faits accomplis posibles de la mejora genética al haber desvalorizado ya, por la
fuerza de los hechos, el valor de la vida humana en su inicio. Aquí hace referencia tanto al aborto ya admitido como al
uso del DIU que, aun considerado como anticonceptivo, en realidad impide la anidación del óvulo fecundado. Los
partidarios de la investigación sin límites piensan que, ante estos hechos, ya se cruzó el Rubicón hace tiempo y no sería
realista pretender poner nuevas barreras. Hemos recordar aquí desde dónde se habla. Jürgen Habermas es alemán. La
experiencia del Nacionalsocialismo todavía marca a su país y en ciertos asuntos le impone unas cautelas que otro que no
haya experimentado en sí mismo (y en casi todo el resto del Continente) a qué abismos de miseria y abyección puede
llevar la soberbia humana no tomaría. La política de «mejora de la raza superior» que ya empezó el III Reich antes de la II
Guerra Mundial, llevó a la eliminación de subnormales, locos y otras «vidas inútiles para la nación», que culminó con el
gaseamiento de millones de judíos y otros pueblos y grupos sobrantes (gitanos, Testigos de Jehová, homosexuales,
opositores políticos y religiosos del régimen...) Habermas no la hace, pero es obligada la mención del nombre del doctor
Mengele y sus experimentos sobre presos vivos en Auswitchz. ésta es la razón por la que cita en su ensayo al propio Jefe
del Estado de la República Federal Alemana, cuando en un comentado discurso de mayo del 2001 dijo: «Quien empieza
a instrumentalizar la vida humana, quien empieza a distinguir entre lo que es digno de vivir y lo que no, emprende un
trayecto sin paradas»10. Poco después, nuestro autor recogía el muy valorado Premio de los Editores y Libreros
Alemanes, y en su discurso de aceptación, hacía una reflexión sobre los valores positivos de las vivencias religiosas y las
trágicas consecuencias de un fanatismo insensible con motivo de los recientes atentados del 11 de septiembre. Su
alocución concluía con una glosa al texto Génesis 1, 27 «y creó Dios al hombre a imagen suya», en la que recordaba la
diferencia entre Creador y criatura y que «Dios es un Dios de hombres libres», para así poder afirmar una vez más que
«no hay que creer en las premisas teológicas para entender cuál sería la consecuencia de que se estableciera una
dependencia completamente distinta (...) y un par sustituyese a Dios, o sea, si un ser humano interviniera según sus
preferencias en la combinación casual de las secuencias cromosómicas (...) El primer ser humano que fije a su gusto el
ser así de otro ser humano, ¿no tendrá también que destruir aquellas libertades que, siendo las mismas para todos los
iguales, aseguran la diversidad de éstos? A lo largo del ensayo, el filósofo alemán matiza y retoma esta idea para
argumentar su rechazo a la eugenesia perfeccionadora: no se puede violentar la naturaleza humana adecuando su
encarnación personal a la medida de nuestros deseos pues esto nos colocaría en una posición de superioridad respecto
al ser humano modificado, lo que modificaría la situación de esencial igualdad entre los hombres, eso sin tener en
cuenta los múltiples problemas que podrían surgir en la futura relación entre padres e hijos: «toda persona puede en
adelante considerar la composición de su genoma consecuencia de una acción u omisión reprochable. (...) el
adolescente puede pedir cuentas a su diseñador y exigir las razones de éste» (para decidirse por un determinado don y
no por otro que es el que el sujeto mejorado desea posteriormente). De igual modo, aunque no se llega a oponer a una
terapia genética que evite problemas graves y la aceptaría «en los casos de un sufrimiento extremo indudable,
pronosticable con seguridad», advierte de los riesgos que ésta conlleva también si se permite o llega a ser una práctica
acostumbrada. El más obvio sería que el que aceptase una minusvalía evitable tendría que soportar el reproche de
omisión y posiblemente el resentimiento del propio hijo. En sus escritos sobre eugenesia, Habermas desea salvar la
libertad humana, presupuesto básico de la acción moral, por lo que recalca que ninguna persona tiene derecho a
disponer de otra y a controlar sus posibilidades de tal manera que a la dependiente le arrebaten una parte esencial de
su libertad. «Esta condición es vulnerada cuando alguien decide sobre el programa genético de otra persona (...) (lo que)
sugiere una comparación con el ejemplo histórico de la esclavitud. La esclavitud (...) significa que un ser humano dispone
de otro ser humano como propiedad».
Apuntes!
Narrativa y memoria. Hacia una ética frente a las víctimas – Rovaletti

Cuando los prisioneros de los campos de concentración nazi explicaban que aquello que los sostenía en la vida era la
necesidad de contar todo aquel horror, estaban planteando una "ética del testimonio", es decir, la salvación de las
víctimas mediante la actualidad de su recuerdo. Precisamente Ricoeur muestra que "el tiempo deviene tiempo humano
en la medida en que es articulado de manera narrativa ", señalando de este modo que las tramas narrativas constituyen
"el medio privilegiado por el cual reconfiguramos nuestra experiencia temporal confusa, informe, y al límite, muda". A
pesar de ello, no siempre una experiencia alcanza a ser objeto de un relato, ya que la experiencia traumatizante a veces
impide al sujeto apropiarse de su historia personal. Hay una fuerte tentación de negar que ésta haya tenido lugar, o es
vivida como algo que le sucedió a otro distinto de uno. En esas "noches oscuras" del alma, en esos momentos de
despojo extremo, "la pregunta de quién soy yo no reenvía a la nulidad sino a la nulidad misma de la pregunta" (Ricoeur).
Por eso, para que no sea una secuencia insoportable de acontecimientos, narramos una historia y buscamos su
significado, no para condonar u olvidar, sino para obtener "el privilegio de juzgar". Si el olvido conduce a la quiebra de la
tradición, la verdad en cambio no es "un descubrimiento que destruye el secreto, sino la revelación que le hace justicia y
que le permite ser trasmitido a las futuras generaciones" (Arendt).
El deber del memoria es el deber de hacer justicia por el recuerdo a otro que sí. Y el olvido implica la sanción de la
injusticia. Las narraciones deberán pasar de la vida individual a ser patrimonio ético y cultural de un pueblo. Será
memoria, esa justicia anamnética la que nos devuelva la mirada del oprimido, como proceso abierto de salvación de
historias olvidadas y afirme desde los inicios la responsabilidad como primer paso ético que me induce a cargar con su
suerte.

Diferencia entre pacto, declaración, convención, resoluciones y recomendaciones – Mielnicki

Declaraciones: no son documentos vinculantes, es decir, los estados firmantes no se obligan a cumplir o respetar las
disposiciones contenidas. Es un ideal común por el que los pueblos y naciones deben esforzarse. Es el documento que
detalla una serie de derechos sin que ello impliquen directamente un compromiso por parte de los estados.
Pactos, convenios y convenciones sí son vinculantes.
Convención: acuerdo entre estados. Los estados se comprometen al cumplimiento de sus disposiciones una vez
ratificado. Pacto y tratado sinónimos.
Tratado: concordancia de voluntades entre estados u otros sujetos del derecho internacional.
Convenio: acuerdo internacional que es promovido por determinados órganos multinacionales.
Protocolo: acuerdo que completa o integra un tratado o una convención y que, en ppio tendrá el mismo valor jurídico.
Comienza por la negociación, adopción, autenticación, firma y retificación o adhesión.
Recomendación: texto o documento que carece de fuerza obligatoria, nunca es vinculante. Posee fuerza moral.
Resolución: texto votados por determinados organismos internacionales.
Proyecto de vida y Daño moral: aportes desde la filosofía y el derecho - Vino
La idea del derecho del hombre aparece en el siglo XVIII asociado a la idea de derecho natural. El cristianismo aporta
ideas tales como todos los hombres son iguales, en tanto son hijos de dios, todos tienen libre albedrío, son únicos. En el
siglo XX se da uno de los mayores aportes a la doctrina de los derechos humanos gracias a la filosofía de la existencia.
Ésta plantea 3 características que definen al hombre: coexistencia (el hombre es libre e individual, pero también social);
temporalidad (el pasado y el presente están dados en el futuro; libertad, no elegimos ser libres, esta libertad se concreta
en los proyectos y decisiones del hombre. De todos los proyectos que concibe la persona existe uno que es
fundamental: el proyecto de vida (Sartre).
Se llama salto de calidad al cambio que se produce en el derecho y la medicina a partir de los aportes de la filosofía
existencialista. Se ingresa el concepto de libertad. Los derechos humanos pretenden asegurar que los hombres puedan
realizarse como personas, que puedan proyectar su vida y cumplir su proyecto existencial.
Daño a la persona se refiere a nuevas situaciones que no se reducen al dolor o sufrimiento, pues abarcan todos los
daños que se pueden causar a la persona, ya sea que incidan en algún aspecto de su estructura psicosomática o agravien
su proyecto de vida.
Los refugiados y la protección internacional – Vino
Refugiados:
cláusulas de inclusión: Un refugiado es una persona que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de
raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país y
no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país, o que careciendo de nacionalidad
y hallándose a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no
pueda, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él.
Cláusulas de Exclusión: Personas que no requieren protección y personas que no merecen protección.
Cláusulas de cesación: el estatuto del refugiado llega a su fin cuando la persona acepta protección de su país, recobra la
nacionalidad, se establece en el país que abandonó, no puede negarse a aceptar la protección de su país porque han
cambiado las circunstancias.
<protección internacional: garantizar asilo seguro, respeto de sus dd fundamentales.

Repatriados: antiguos refugiados que regresan voluntariamente a su país.


Apátridas: personas no reconocidas por ningún estado. No tienen lazo legal ni DDHH
Desplazados Internos: personas que se han visto forzadas a abandonar su hogas pero, en lugar de cruzar la frontera,
buscaron protección en otro lugar dentro del país.
Ciclo del desplazamiento: huida y acceso al asilo; normas de tratamiento; soluciones oportunas y duraderas
(repatriación voluntaria, integración social, reasentamiento).

Protocolo de Estambul
Es un manual normativo para tratar de manera oficial a víctimas que han sufrido torturas. Lo 1º que se tendrá en
cuenta es resguardar la vida de la víctima, en 2º lugar se deberá resguardar la confidencialidad del detenido
guardando silencio frente a todo lo que nos diga.
La función de la tortura es deshumanizar al sujeto para que se sienta en soledad y que ha perdido toda posibilidad de
volver a ser humano, que se “cosificado”. Se trata de quitarle la subjetividad, todo albergue simbólico. La vida del
detenido depende de su torturador.
Desarrollo de la entrevista
En el comienzo deberá tenerse en cuenta que es conveniente realizar la tarea en compañía de un colega
experimentado. Idealmente la entrevista debe ser reservada a un lugar fuera del ámbito carcelario, aunque es muy
difícil que esto pase. Se deberá buscar entonces un lugar tranquilo que no despierte violencia y con un baño cercano
a disposición del detenido, desde donde las fuerzas de seguridad puedan ver el desarrollo del interrogatorio, pero no
puedan oírlo. El abogado del detenido puede estar presente aunque esto no es conveniente porque entorpece la
tarea. El detenido será quien decida cuando cortar el interrogatorio y cuando retomarlo. Por lo que es imposible saber
cuánto tiempo de trabajo nos demandará de nuestra jornada laboral.
En los casos de idiomas distintos se utilizará un intérprete y no un traductor de la embajada, ni un familiar del
detenido para no exponerlo a una situación peligrosa que interfiera en su seguridad.
El sexo de quien toma la entrevista muchas veces es opuesto, por pedido del detenido, ya que puede sentirse
incómodo frente a alguien de su mismo sexo al tener que dar detalles.
Es fundamental conocer el marco cultural del detenido para saber cómo interrogar:
1- Circunstancias de vida, relato de los pormenores y detalles de la situación familiar.
2- Circunstancias de detención, dónde ocurrió, quién o quiénes lo detuvieron, a dónde fue llevado, si hubo
entrada en el sistema.
3- Razón por la que cree estar detenido. En este punto es esperable una reacción de furia y enojo ya que en
general no quieren hablar de sus actividades, menos aún si son clandestinas.
Una vez que se han recabado la mayor cantidad de datos posibles sobre el maltrato recibido, se deberá correlacionar
su relato con aquellos que se pueden constatar visiblemente. Si hay congruencia entre el relato y lo constatable, así
como con la sintomatología presentada, podremos estar seguros que ha habido abuso de poder
Aquellos signos que no pueden verse a simple vista son los daños psicológicos que quedan como secuela de la
tortura:
- Estrés postraumático
- Depresión
- Puede haber también una reacción paranoica, según el castigo al que fue sometido. Ej: confinamiento.
Rapport: corriente afectiva que se establece en forma prácticamente inmediata entre el terapeuta y su paciente.
Dicha corriente lleva implícita la idea de comprensión y la intención de colaborar en la solución de un problema que el
paciente le plantea al terapeuta.
Contratransferencia: Movilización en el terapeuta de afectos icc presentificados por el discurso y la forma de
presentar su vida y sus vivencias por parte del paciente.
Actuar contratransferencialmente nos lleva a dos posibilidades:
- Sobreidentificación: Tomar para si, toda demanda o reclamo que la víctima haga. Pérdida de distancia que lo
lleva a abandonar su lugar de victimólogo para ponerse en el lugar de la víctima. Esto puede presentarse como
simpatía, marcado sentimiento de justicia, coincidencia ideológica con la víctima; o como angustia, ya que la angustia
del otro se desborda sobre el victimólogo. Si no puede separarse de ese sentimiento no podrá continuar con la tarea
del victimólogo.
- Rechazo por la víctima: Esto es porque en algún punto la considera culpable de lo que le pasó. Se deberá
estar atento a este tipo de situaciones para pedir ayuda a un colega y ver luego en análisis por qué se produjo este
rechazo.

Beauchamp: La ética en psiquiatría.


Capítulo 3: Los fundamentos filosóficos de la ética en psiquiatría

Moralidad
El término “moralidad” se refiere a las concesiones sociales ampliamente compartidas sobre lo correcto y lo incorrecto,
que constituyen un conceso general estable en todas las comunidades morales. La moralidad comprende múltiples
pautas de conducta a las que aludimos como “reglas morales”, “derechos humanos” y virtudes. Los componentes
centrales de la moralidad existen antes de su aceptación por los individuos, que van aprendiendo las responsabilidades y
los ideales morales a medida que crecen. Con el tiempo, también aprenden a distinguir la moralidad general que
incumbe a todas las personas (y que denominaremos la moralidad común) de las reglas que vinculan solamente a los
miembros de grupos especiales, como los médicos.
La moralidad común
Es universal, debido a que contiene preceptos éticos presentes en todo lugar donde se encuentre la moralidad.
Muchas personas muestran escepticismo ante la idea de una moralidad común. Esto procede de una confusión entre los
sentidos amplio y estricto de moralidad. Mientras el sentido amplio permite una gran diversidad y discrepancia
(posiciones morales que nacen de raíces culturales, filosóficas, religiosas), el sentido estricto simplemente capta lo que
ya todos conocemos y percibimos sobre la moralidad.
Ejemplos de moralidad común: decir la verdad, respetar la intimidad de los demás, no divulgar información confidencial,
obtener su consentimiento antes de acceder al cuerpo de otra persona, no matar, no causar dolor, no robar ni dañar los
bienes ajenos, evitar que a los demás les pueda ocurrir algún daño.

Justificación moral
El objetivo de la justificación moral es fundamentar el propio razonamiento presentando motivos suficientes para una
acción o creencia. Se podría intentar una justificación recurriendo a reglas preexistentes, tales como los códigos de ética.
La justificación exige la imparcialidad en el proceso de deliberación moral y que se disponga de toda la información
relevante posible

Alternativas a las teorías clásicas


Ética del cuidado
Se amplía algunos temas de la ética de la virtud centrados en la primacía del carácter, pero se focaliza en rasgos de las
relaciones personales íntimas, tales como la simpatía, la fidelidad, el amor y la amistad. En esta teoría están ausentes las
reglas morales universales y las valoraciones imparciales, ya que contempla que éstas (propias de las teorías
tradicionales) son demasiado alejadas de la moralidad. Al aspirar a la ceguera de la justicia que esperamos de los
tribunales podemos quedar ciegos e indiferentes moralmente hacia otras necesidades especiales.
Los partidarios de la ética del cuidado consideran con frecuencia los principios de obligación como irrelevantes o
ineficaces.
La perspectiva del cuidado es especialmente importante en papeles como el del padre, amigo, médico y personal de
enfermería, en los que es probable que haya que contar más con la respuesta del contexto, con la atención a detalles
sutiles y con la perspicacia que con su adecuación a ciertas reglas.

Casuística
Se centra en la toma de decisiones utilizando casos particulares, donde los juicios a los que se llega tienen en cuenta los
alcanzados en casos previos. Los casuistas son escépticos respecto a la capacidad de los principios y de la teoría para
resolver problemas en casos específicos. Piensan que muchas formas del pensamiento y del juicio moral no implican
apelar a normas generales, sino más bien a narraciones, ejemplos paradigmáticos y precedentes establecidos por casos
previos.
Los juicios normativos sobre ciertos casos surgen a través de comparaciones entre ellos, al evaluar un caso se le sitúa en
el contexto de una seria de casos similares, y se valoran sus semejanzas y diferencias. Se supone que el peso relativo de
los valores en conflicto se determina por comparación con casos análogos. La pauta moral se obtiene mediante la
acumulación de un volumen de casos significativos, que representan un consenso en la sociedad y en las instituciones
alcanzado mediante la reflexión sobre tales casos. Dicho consenso se hace entonces vinculante y se extiende a las
nuevas situaciones.
La meta consiste en encontrar una teoría que sistematice coherentemente estos juicios, los explique y proporcione
ayuda para tratar otros. Así entendida, la casuística no es incompatible con la teoría ética clásica, sencillamente marca el
énfasis en la determinación práctica de decisiones, más que en ofrecer una teoría general.

Un sistema de principios morales


Una serie de principios generales servirá como marco analítico de los principios básicos que expresen los valores
generales subyacentes a las reglas, en la moralidad común y en las normas de la ética profesional. El autor y J. Childress
presentan 4 grupos de principios morales que pueden cumplir esta función:
• Respeto a la autonomía (respeto a la capacidad de una toma de decisión de las personas autónomas).
• No maleficencia (evitar causar un daño).
• Beneficiencia (proporcionar beneficios y que éstos compensen los riesgos).
• Justicia (imparcialidad en la distribución de los beneficios y riesgos).
Estos principios no forman un sistema o teoría moral, pero proporcionan un marco mediante el cual podemos identificar
los problemas morales y reflexionar sobre ellos. El sistema es abstracto y esquemático.
Los principios aportan un punto de partida para el juicio moral y para la evaluación de las normas, pero no tienen en
cuenta las particulares sutilezas de los problemas morales.

Respeto a la autonomía
En filosofía moral cuando se habla de autonomía de la persona se refiere a su autogobierno: el dominio de uno mismo a
través de una adecuada comprensión, mientras se mantenga libre de interferencias de control procedentes de los
demás y de limitaciones personales que impidan la elección. Así “autonomía” significa libertad frente a coacciones
externas y la presencia de una facultad mental crítica ejemplificada por la comprensión, la intencionalidad y la capacidad
de tomar decisiones voluntarias.
Respetar la autonomía de una persona es reconocer con la debida atención sus facultades y si perspectiva, incluyendo su
derecho a sostener ciertos puntos de vista, realizar determinadas elecciones y seguir ciertas acciones basadas en los
propios valores y creencias.
A partir de la década de los años 60 las exigencias del consentimiento informado han ido imponiéndose en la medicina y
parecen quedar justificadas por la obligación de respetar la autonomía.

No-maleficiencia
Desde la época de Hipócrates los médicos han reconocido que no deben causar daño a sus pacientes. El daño causado
intencionalmente o por negligencia es un mal moral fundamental.

Beneficiencia
En la medicina un valor fundamental es el logro del bienestar de los pacientes como meta de los cuidados sanitarios. El
principio de beneficiencia nos exige ayudar a los demás más allá de sus legítimos intereses, evitando o eliminando
habitualmente los posibles daños.
Los conceptos básicos que otorgan su esencia al principio de beneficiencia en medicina son los siguientes:
• Todos los beneficios positivos que el médico está obligado a buscar suponen el alivio de la enfermedad y la
lesión.
• Los daños que hay que prevenir, eliminar o minimizar son el dolor, el sufrimiento y la discapacidad de la lesión y
la enfermedad.
• Los beneficios que un psiquiatra puede contribuir a proporcionar incluyen la colaboración con los pacientes para
encontrar formas adecuadas de apoyo económico y ayudarles a obtener el acceso a los cuidados sanitarios o a
los protocolos de investigación.
En ocasiones el beneficio es para el paciente, en otros casos es para la sociedad.
Una de las motivaciones para separar la no-maleficiencia de la beneficiencia es que éstas entran en conflicto cuando uno
debe producir un beneficio o evitar el mal y no puede lograr ambos.
Quienes se dedican tanto a la práctica como a la investigación médica saben que en las intervenciones los riesgos de
lesión deben ser sopesados frente a los posibles beneficios para los pacientes, los individuos y la población. El médico
que declara “no dañar” no está prometiendo no causar jamás daños, sino más bien esforzarse en crear un balance
positivo de buenos resultados sobre los daños originados. Ello queda reconocido en el código de Nuremberg que ordena
“el grado de riesgo que se asuma nunca debería exceder el determinado por a importancia humanitaria del problema
que se resuelva mediante el experimento.

Justicia
Una persona es tratada justamente si lo es con arreglo a lo equitativo, lo conveniente o lo debido.
El término “justicia distributiva” se refiere a la distribución imparcial, equitativa y apropiada en la sociedad, determinada
por normas justas de reparto que configuran parte de las condiciones de la cooperación social.
No existe un único principio de justicia. De modo semejante a los incluidos bajo el encabezamiento de beneficiencia,
existen diversos principios cada uno de los cuales requiere su especificación en los contextos particulares. Los filósofos
también han desarrollado diversas teorías de la justicia que proporcionan principios materiales y que defienden la
elección de los mismos.

Naturaleza y función de los principios morales


El carácter prima facie de los principios, reglas y derechos
W. D. Ross desarrolló una teoría destinada a ayudar en la resolución de los problemas de conflictos entre principios. Sus
puntos de vista se basan en una estimación de lo que él llama deberes prima facie, que contrapone a los deberes reales.
Un deber prima facie es un deber prioritario, a no ser que en alguna ocasión concreta entre en conflicto con un deber
igual o más urgente. Un deber prima facie siempre es correcto y obliga, siendo indiferentes los demás aspecto s y no se
ve superado ni condicionado por otras exigencias morales que entren en competencia. Un deber real, por el contrario,
queda determinado en las situaciones particulares por el examen del peso respectivo de los deberes prima facie en
competencia.
Los deberes prima facie reflejan la complejidad de la vida moral, en la que resulta imposible una jerarquía de reglas y
principios.

Especificación y reforma moral


En ética biomédica se ha plateado otro problema por una concreción que aparece con frecuencia en la literatura de
ética médica: los investigadores deben anteponer el bienestar de los sujetos al conocimiento científico obtenido a partir
de los estudios. Sin embargo, ciertas formas de investigación no anteponen el bienestar de los sujetos al objetivo del
conocimiento científico ni pueden hacerlo, pues hay un riesgo significativo implícito y no hay una expectativa inmediata
de beneficio para los sujetos. En esos casos además se debe especificar que la obtención de los resultados de
investigación de un buen estudio puede quedar justificada (para voluntarios competentes mediante un consentimiento
informado adecuado, incluso aunque exista riesgo y no haya una expectativa inmediata de beneficio.

França-Tarragó: Introducción a la Ética profesional


Capítulo 5: Las normas éticas en la práctica profesional

A. La norma de la confidencialidad
1. Psicología
Confidencialidad implica la protección de toda información considerada secreta, comunicada entre personas. En un
sentido estricto, sería el derecho que tiene cada persona de controlar la información referente a sí misma.

Aclaraciones terminológicas
La intimidad puede ser definida como el conjunto de características biológicas, psicológicas, éticas, espirituales,
socioeconómicas y biográficas de una persona, en la medida que forman parte de su vivencia o conciencia. Privacidad
puede entenderse como el derecho de todo ser humano a disponer de un ambiente geo-social donde ciertos aspectos
de su intimidad puedan ser preservados para sí, si así lo desea, sin que hayan intrusiones (físicas o psíquicas) impuestas
por otros, en ese ámbito que el individuo tiene derecho a reclamar como propio o como íntimo.

C. La norma de fidelidad a las promesas hechas


Por promesa puede entenderse el compromiso que uno asume, de realizar u omitir algún acto en relación con otra
persona.
Por fidelidad (o lealtad) se puede entender, al mismo tiempo, una virtud y una norma. El autor retoma la
conceptualización de fidelidad como obligación que genera en una persona el haber prometido una promesa o haber
aceptado un acuerdo.
Una promesa es diferente a un propósito. Este implica la voluntad de tener un determinado comportamiento sin que
por ello se genere una obligación. El que no cumple un propósito puede ser un inconstante, pero no necesariamente es
desleal o infiel. En cambio, el que no cumple una promesa es culpable de no haber mantenido la palabra dada y de
perjudicar al otro por todas las decisiones que lo hizo tomar a partir de la promesa. Al igual que la promesa, la mentira
se refiere a afirmaciones falsas que hace un individuo, y que llevan a que el otro decida según ellas, sufriendo las
consecuencias de que son falsas. Pero la mentira encierra afirmaciones falsas con respecto a hechos presentes o
pasados, mientras que la promesa es con respecto al futuro.
Desde un punto de vista utilitarista puede decirse que la fidelidad a las promesas es lo que garantiza el mayor bien para
el mayor número, ya que la ruptura de los acuerdos sería catastrófico en la mayoría de las circunstancias humanas.
Desde una perspectiva deontológica, la fidelidad a las promesas es visto como el principio ético básico y fundamental a
partir del cual todos los demás principios morales se derivarían. La obligación que genera la norma de fidelidad a las
promesas es una forma de instrumentar el principio de autonomía puesto que el que cree en una promesa (que resulta
falsa), toma una decisión sobre un dato que es erróneo. En ese caso habría una manipulación de la autonomía de las
personas.

Otras propuestas alternativas: críticas feministas - Milmaniene


El feminismo tiene basto recorrido en el siglo XX: sufragio femenino, lucha por los derechos, debates, proceso de
hglobalización.
El feminismo combate a partir de dos posicionamiento: las denominadas feministas de la diferencia, que defienden el
lugar diferencial de la mujer respecto del rol masculino, y las denominadas feministas de la igualdad o de la
equivalencia, que abogan por la desmitificación de una diferencia de géneros favoreciendo la igualdad en las
condiciones de vida y en el acceso a los derechos en ambos géneros.
Está en estrecha relación con el marxismo. En los debates actuales se busca deconstruir la relación entre el género y el
sexo.
Se critica al psicoanálisis que la mujer siempre ha sido definida tradicionalmente en referencia al hombre y no desde ella
misma.

Schramm: Estatuto epistemológico de la Bioética


¿Bioética sin universalidad? Justificación de una bioética latinoamericana y caribeña de protección

La ética de protección sería el conjunto de herramientas teóricas y prácticas para proteger a los susceptibles y
desamparados contra el mal y el dolor evitables.
El problema principal es que las éticas con vocación universalista, tanto las europeas (por ejemplo la deontología
kantiana), como las norteamericanas (por ejemplo el principialismo), no son capaces de facto de dar cuenta de los
problemas de carencia, sea porque los valores en los cuales se fundamentan, y que se pretende extender
arbitrariamente a culturas distintas y diferentes, hacen parte del propio problema, sea porque los que utilizan tales
herramientas no tienen suficientemente en cuenta las singularidades de las situaciones que no pueden ser subsumida a
modelos a priori sin perder su especificidad.
Una bioética de protección efectiva debería ser universalizable sin ser universal a priori,es decir: ser suficientemente
adaptada a las circunstancias concretas sin caer en una de las consecuencias no deseables del pragmatismo, que es el
relativismo cultural.
La bioética de protección puede ser definida como la ética aplicada a la vida moral, es decir un conjunto de
proposiciones que se refieren a por lo menos 3 tipos de cuestiones:
• Nivel analítico/ descriptivo/metaético: el sentido y la pertinencia de los conceptos y las formas de
argumentación utilizados.
• Nivel normativo: la interrogación acerca de cuál sería la vida buena para los humanos (y eventualmente para los
otros serves vivos o la biosfera en general) o acerca de qué debemos entender como el bien o lo bueno, o de
qué se debe hacer en general.
• Nivel protector: la aplicación a situaciones concretas relevantes moralmente para dar guarida y resguardo a los
susceptibles y afectados.
Esta teoría se presenta como contraria de las políticas paternalistas conocidas, las cuales de hecho no querían proteger
in primis a los desamparados sino prioritariamente a los dueños del poder contra las amenazas, reales o imaginarias, de
los desamparados. En ese sentodo la protección es antitética al paternalismo, pues proteger implica dar también las
condiciones indispensables para que el protegido se vuelva capaz de autoprotegerse en el futuro.

Barbesi: Psicoética y Deontología profesional.

Psicoética
Con el término de Psicoética se define ese espacio de reflexión que intenta responder a los conflictos (dilemas) éticos
que se presentan en la praxis de la psicología y de la psiquiatría.
La Psicoética y la Deontología profesional pertenecen al campo de la Ética aplicada y profesional y se sirven de los
análisis de la Ética normativa.
La ética intenta ir más allá de la opinión subjetiva, para hallar pautas y creencias extendidas que permitan un mejor
intercambio entre los seres humanos, especialmente cuando el rol profesional nos exige garantizarle al usuario de
nuestros servicios el respeto por valores y principios compartidos.

Deontología profesional.
Hace referencia a los deberes a que están obligados los profesionales en su actividad.
Poseer un título universitario exigen que se conozcan las características que definen a esa profesión, su lugar específico
en la sociedad y su reconocimiento por el Estado. Una profesión implica responsabilidades particulares, una preparación
especializada y en constante actualización. Es por ello que los profesionales poseen instituciones formales que no sólo
trasmiten el conocimiento específico, sino que reglamentan su práctica, especificando los alcances y las competencias
de la misma. Para ello cuentan con Códigos de ética que especifican las leyes que rigen el ejercicio profesional.
Las leyes de ejercicio profesional están a su vez subordinadas a leyes superiores que conforman un marco dentro del
cual están presentes Códigos, Reglamentos y Estatutos pertenecientes a Colegios y Asociaciones profesionales.
Código es un cuerpo de leyes que forma un sistema de legislación sobre alguna materia. Si a esto se le añade el de ética
profesional, se está indicando un sistema que legisla sobre el área correspondiente al deber ser, y a la correcta actuación
y comportamiento de un profesional.

Estructura del Código de Ética


Las Normas contenidas en un Código de Ética tienen carácter universal, obligatorio, no absoluto, prima facie. Son
deberes “prima facie”, es decir que “deben” cumplirse exceptuando algunas situaciones concretas.

Documentos regionales y de la Ciudad de Buenos Aires.


• Protocolo de Acuerdo Marco de Principios Éticos para el Ejercicio Profesional de los Psicólogos en el Mercosur y
Países Asociados (1997).
• Código de Ética de de los Psicólogos Argentinos (1999)
• Código de Ética de la FePRA.
Cada apartado que los conforma presenta artículos que establecen normas de conducta para el psicólogo. El no
cumplimiento de las mismas genera procedimientos que, una vez sustentada una causa, incluyen medidas como
amonestación, suspensión o expulsión.

Colegio y Asociaciones
El Colegio profesional es una sociedad de personas que pertenece a una misma profesión, posee el contro y la
regulación del ejercicio profesional, y con ellos otorgamiento, registro y fiscalización de la matrícula profesional. Las
Asociaciones por el contrario, no están autorizadas para ello, puesto que esta función está bajo la jurisdicción del Estado
Nacional.
Ambos tipos de entidades tienen como objetivo velar por el mejor desarrollo de las cuestiones profesionales y defender
a los colegiados y asociados en asuntos gremiales.
Tribunales de Ética y Disciplina
Tribunal es el lugar donde se pronuncian sentencias, e indica también los jueces que dictaminan un fallo posteriormente
al análisis del caso presentado. Este dictamen del tribunal debe ser hecho en conformidad con las leyes, reglamentos y
un procedimiento vigentes que enmarcan a ese órgano.
La función del Tribunal es cuidad que se respete la libertad en la práctica profesional, más allá del marco teórico al que
adhieran los profesionales. Des este modo la Ley, los reglamentos y los Códigos de Ética enuncian lo prohibido y al
mismo tiempo dan espacio a lo permitido
La actuación del Tribunal se inicia con el análisis de la denuncia recibida. En la etapa de investigación se considera la
ameritación para la apertura de una causa disciplinaria, de este modo se peude dictaminar si existe una transgresión.

Sanciones
Las agrupaciones de profesionales que poseen un Código de disciplina y cuentan con un Tribunal de Ética, tienen a su
cargo las violaciones al Código de Ética. Si bien las acciones punitivas pueden llegar a la amonestación, suspensión y
expulsión, de ningún modo tienen los alcances de la Justicia.
El psicólogo responde a: Leyes nacionales, Leyes de ejercicio profesional, Leyes referidas a profesionales de la salud y a
la Ley específica de Ejercicio Profesional de la Psicología.

Tribunales y Comités de Ética


Los Comités de Ética están constituidos por un grupo de personas de diferentes profesiones y ocupaciones, que se
reúnen para analizar y deliberar cuestiones éticamente conflictivas/dilemáticas que no poseen una respuesta clara y
única, tratando de alcanzar soluciones moralmente correctas, dentro de las posibilidades de la institución. Se
encuentran en instituciones relacionadas con la salud
El Tribunal de Ética está compuesto por un determinado número de miembros, profesionales que pertenecen a la
institución a la cual pertenece el denunciado. Ante una denuncia sobre una supuesta violación a las reglas establecidas,
analizan si corresponde que éste debe ser sumariado, y de ser así llegan a una resolución. Es el Tribunal quien aplica las
sanciones correspondientes.

- Código de la Asociación de Psicólogo. Códigos de la Federación de Psicólogos de la República Argentina.


- Incumbencias de los títulos de Psicólogo y Lic. en Psicología (Res. Nº 2447, Ministerio de Educación y Cultura, 20/9/85).
-Ley 23277, de Ejercicio profesional de la Psicología y su Reglamentación.
- Ley Nº 448 de Salud Mental de la Ciudad de Bs.As.

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