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Un envase inteligente se define como un sistema que monitoriza las condiciones del producto

envasado, siendo capaz de registrar y aportar información sobre su calidad o el estado del
envase; de esta manera, pone en evidencia las posibles prácticas “anormales” que haya sufrido
el alimento o el envase durante toda la cadena de suministro, como lo es el transporte o el
almacenamiento. Estos sistemas monitorean los mecanismos de alteración del alimento que
son debidos a procesos fisiológicos, químicos y biológicos que responden y comunican cambios
en la condición del producto tales como

tiempo-temperatura, oxígeno, dióxido de carbono, crecimiento microbiano, entre otros.

El empaque inteligente es un concepto amplio que abarca una serie de funciones relacionadas
con los bienes empacados, que pueden ser alimentos, bebidas, productos farmacéuticos,
artículos para el hogar y otros. La inteligencia funcional actual y futura estaría en empaques
que:

1 Mantengan la integridad y eviten la descomposición de los alimentos (vida útil) mediante


indicadores visuales o de otro tipo.

2 Respondan a los cambios en las condiciones medioambientales del producto o del empaque.

3 Comuniquen la condición del producto.

4 Informen sobre la apertura e integridad del sellado.

5 Confirmen la autenticidad del producto y eviten robos y falsificaciones.

Existe una delgada frontera entre las funciones de un empaque inteligente y aquellas que se
activan en respuesta a un hecho desencadenante, como la exposición a los rayos UV, a
temperaturas extremas, etc. En la actualidad el comercio presenta algunos empaques
inteligentes, y muchos otros, activos y similares, se encuentran en desarrollo. Algunas latas de
cerveza tienen tinta termo-cromática que cambia de color cuando la lata se halla a cierta
temperatura.

El segmento de verduras frescas es uno de los que muestran mayor crecimiento en el comercio
minorista de alimentos, y aunque el empaque con película convencional resulta adecuado para
las lechugas y las ensaladas preparadas, no puede hacer frente a las altas tasas de respiración
de los vegetales precortados y las frutas, lo que conduce a un deterioro temprano de los
productos. Las películas que respiran, fabricadas con polímeros, ya están en uso comercial
para el empaque de hortalizas cortadas y frutas.

También se encuentran disponibles, para empaques, películas de acrílico, que son polímeros
cristalizables diseñados para cambiar a diferentes temperaturas, comprendidas entre 0 y 68 °C.
A medida que los componentes de la cadena lateral se fusionan, aumenta la permeabilidad de
gas y es posible ajustar con precisión las tasas de penetración del dióxido de carbono y del
oxígeno. El empaque final es inteligente, ya que regula automáticamente la entrada de
oxígeno y la salida de dióxido de carbono de acuerdo con la temperatura que prevalece.
Durante el almacenamiento y la distribución se mantiene en torno al producto un ambiente
óptimo, lo que extiende su frescura y permite que al consumidor le lleguen productos de la
mayor calidad.
Estos nuevos sustratos y tintas probablemente requerirán nuevos procesos de impresión. La
flexografía representa el 65% de la impresión para el mercado de empaques, y 21% utiliza el
offset, lo que deja un restante 14% distribuido entre la serigrafía, el rotograbado, la tipografía
y la impresión digital. Sin embargo, la impresión digital está creciendo más rápido que todos
los demás procesos.

Los empaques que calientan ellos mismos el contenido, para sopas y café, y los envases con
autoenfriamiento para cerveza y bebidas no alcohólicas se han desarrollado activamente
durante más de una década, pero aún tienen que alcanzar su nivel comercial.

Los empaques inteligentes para productos farmacéuticos incluyen tapas y cierres


dosificadores, que permiten la dispensación segura de sus contenidos en cantidades
controladas. También se encuentran disponibles frascos para medicamentos recetados, que
disponen de alarmas en las tapas. Estas emiten un sonido que recuerda a los usuarios la hora
de tomar el medicamento, y muestran cuántas veces ha sido abierto el frasco, así como los
intervalos entre las aperturas. Con las nuevas tintas se pueden imprimir baterías y circuitos,
como los que son hoy comunes en algunas tarjetas de ocasión.

En la actualidad se habla de un nuevo avance en electrónica imprimible y portátil: un parche


puesto en la piel como un tatuaje temporal, mediante el cual se pueden recoger y transmitir
señales fisiológicas como las de la frecuencia cardíaca, las ondas cerebrales y la actividad
muscular.

Las barreras generales a la aceptación de los empaques inteligentes son las siguientes:

Costo adicional: ¿puede ser absorbido/ transmitido a los consumidores?

Confiabilidad de los dispositivos indicadores: podrían informar que los alimentos son seguros
cuando en realidad no lo son (¿potencial responsabilidad?) o que no son seguros cuando en
realidad lo son (mayor desperdicio y pérdida de inventarios).

Seguridad alimentaria y asuntos de regulación: posibles problemas de migración de sustancias


complejas de los empaques a los productos.

Reciclaje e impacto sobre el medio ambiente.

Para que los materiales inteligentes sean adoptados en los empaques y envases, deben ser
relativamente baratos en relación con el valor del producto, confiables, precisos,
reproducibles, respetuosos del medio ambiente y seguros frente al contacto con los alimentos.
Pero lo importante es que todos se imprimirán.

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