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El reinado de Isabel abarca desde 1833 hasta 1868, es un período de consolidación del sistema
liberal en España. Es un estado caracterizado por:
inestabilidad política
intervención constante del ejército
intromisión de la Corona en la política
supresión frecuente de las garantías constitucionales
Por otro lado, los progresistas proponían una Soberanía Nacional con más peso de las Cortes y una
mayor cantidad de derechos individuales y limitando la influencia social de la Iglesia, proponiendo
una reforma agraria para acabar con la propiedad vinculada-privada. Sus líderes más destacados
fueron Juan Álvarez de Mendizábal, Baldomero Espartero y Juan Prim. En 1849 hubo una escisión
entre los progresistas, dando lugar a los demócratas y a los republicanos.
Los Demócratas apostaban por una Soberanía popular con Sufragio Universal Masculino, libertad
de imprenta y libertad de culto, pero reconociendo un papel predominante de la Iglesia Católica.
Los Republicanos defendían la República como única opción verdaderamente democrática con
elección de cargos públicos y amplios derechos sociales.
Las etapas del Reinado de Isabel II se caracterizaron por tres momentos de Gobierno distintos: La
Década Moderada (1844-1854), El Bienio Progresista
(1854-1856) y el fin y descomposición del Sistema Isabelino (1856-1868).
En la descomposición del Sistema Isabelino, los gobiernos unionistas caracterizados por la vuelta al
parlamentarismo y la política exterior activa y, más tarde, los gobiernos moderados con el retorno
de Narváez al poder y el retorno del gobierno autoritario propiciaron diversos pronunciamientos
como el de los Sargentos en San Gil.
Durante el reinado de Isabel II se produjo un gran intervencionismo militar, ya que los cambios de
gobierno no responden a los resultados de unas elecciones, sino a los pronunciamientos de los
militares. La Corona tenía tendencia a otorgar el poder a los moderados. El sufragio era muy
restringido y excluía a gran parte de la población de toda la participación política. Había unas leyes
que permitían al gobierno controlar y manipular los resultados electorales. El régimen liberal era
muy conservador, excluyente y poco participativo, y la Corona gozaba de un papel político muy
amplio.
Este modelo de régimen liberal se implantó a causa de la situación socioeconómica del país:
Economía básicamente agraria
Industrialización muy débil
Inexistencia de una burguesía fuerte
Control de una oligarquía financiera y agraria procedente de la antigua aristocracia
Las etapas del reinado de Isabel II (1833-68). La primera guerra carlina y las regencias (1833-43)
Tras la muerte de Fernando VII, la población se dividió en carlistas, partidarios del absolutismo
liderado por Carlos María Isidro, e Isabelinos, partidarios del liberalismo liderado por Isabel II.
Los carlistas eran defensores del absolutismo a ultranza. La Primera Guerra Carlina finalizó
mediante el Convenio de Vergara de 1839, el cual se garantizó el mantenimiento de los fueros de
las provincias vascas y Navarra, y la integración de la oficialidad carlina al ejército real.
Durante la regencia de María Cristina, se implantó el gobierno de Cea Bermúdez, mediante el cual
se restableció el absolutismo. Seguidamente, Martínez de la Rosa promulgó un Estatuto Real en
1834, primer documento que habló de las Cortes bicamerales, una con miembros elegidos por la
corona y otra con miembros elegidos con un sufragio muy restringido. Al lado de la corona estaba
siempre el liberalismo moderado.
Con la huida de María Cristina, el general Espartero asumió la regencia. Su regencia se caracterizó
por el autoritarismo, y era muy inepto en la política. En 1842, se estableció una política económica
librecambista, arancel que abría el mercado español a los tejidos de algodón británicos,
amenazando la industria textil catalana, por lo que se produjo un fuerte levantamiento en
Barcelona, detenido por Espartero bombardeando la ciudad.
El pronunciamiento militar moderado liderado por O'Donnell y Narváez produjo la dimisión de
Espartero, y posteriormente, se avanzó la mayoría de edad de Isabel II a los 13 años.
En 1844 se inició la Década Moderada (1844-54), con Narváez en el gobierno. Se creó una nueva
constitución, la Constitución de 1845, que establecía:
soberanía compartida entre las Cortes y la Corona
la Corona aumentaba sus atribuciones
Sufragio censatario
supresión de la Milicia Nacional
reconocía el catolicismo como la religión oficial del Estado
También se creó la guardia civil en 1844 para mantener el orden en el medio rural.
Entre 1846 y 1849 se produjo un levantamiento carlista, la Guerra dels Matiners, con el objetivo
de entronizar a Carlos Luis de Borbón, pero fracasó. En 1854 se produjo un pronunciamiento del
general O’Donnell, La Vicalvarada, mediante el Manifiesto de Manzanares, en el cual piden:
ampliación de las libertades
mantenimiento de la Constitución de 1845
restauración de las milicias nacionales
Como consecuencia, estalló un alzamiento popular dando paso al Bienio Progresista (1854-56).
Durante el Bienio Progresista, en 1854, Isabel II libró el poder a Espartero, que lo compartió con
O’Donnell. Se formó, por parte de O’Donnell, el partido Unión Liberal. Se inició la redacción de una
nueva constitución que no entró en vigor, “non-nata”.
En 1855 se inició la Desamortización Civil y Eclesiástica de Madoz. Había un malestar social
creciente en el sector obrero, que causó la dimisión de Espartero. Finalmente, O’Donnell consiguió
el poder, y procedió a restablecer la Constitución de 1845.
Los últimos 12 años del reinado de Isabel II se produjo el retorno del moderantismo y la Unión
Liberal, dejando a los progresistas fuera del sistema político. El sistema se caracterizó por:
conservadurismo
corrupción electoral
fuerte represión contra los movimientos campesinos
cierta estabilidad política propiciada por la expansión económica
En 1863 empezó una crisis económica, O'Donnell tuvo que dimitir y la reina libró el poder a los
moderados, con un gobierno autoritario y represivo. Había una gran inestabilidad gubernamental
donde los moderados y unionistas acentuaron sus diferencias, mientras los progresistas
conspiraban en contra de la Corona, por lo que se produjo una revuelta militar en el cuartel de San
Gil en junio de 1866. La situación económica era terrible y la situación política y social era
insostenible.
En 1866, los progresistas y los demócratas firmaron el Pacto de Ostende para provocar el
destronamiento de Isabel II. Como consecuencia
se estableció un régimen democrático
se formó una asamblea constituyente elegida por sufragio universal directo que decidiría
la futura forma de Estado
Debido a la muerte de O’Donnell, el general Serrano se hizo cargo de la dirección de la Unión
Liberal, y se adhirió al Pacto de Ostende. En 1866, se produjo el pronunciamiento que provocó una
verdadera revolución social y democrática, y que puso fin al reinado de Isabel II.
Los últimos moderados a partir de 1866, impusieron una política conservadora y autoritaria
actuando al margen de la Constitución. Esto provocó el aislamiento del partido moderado y de la
corona, y los progresistas y demócratas quedaron marginados del poder político.
Inicialmente se creó un gobierno provisional (1868-70) formado por Unión Liberal y progresistas
que enseguida convocaron Cortes Constituyentes con sufragio universal masculino con el objetivo
de crear una nueva Constitución. La nueva Constitución aprobada en 1869 recogía el principio de
Soberanía Nacional, división de poderes, derecho a reunión y asociación, libertad de culto y
sufragio universal masculino. Así mismo se establecían unas cortes bicamerales con delegación del
poder ejecutivo en el gobierno.
España era una Monarquía constitucional, pero sin rey así que empezó la búsqueda de monarca
mientras la regencia caía en el general Serrano con Prim como responsable del Gobierno. Durante
esta etapa de gobierno provisional volvió a estallar el problema colonial en Cuba y Puerto Rico. Así
mismo volvió a resurgir el movimiento carlista de la mano de Don Carlos, nieto de Carlos María
Isidro de Borbón. Finalmente, una serie de movilizaciones republicano-federales por toda España
acabaron de complicar la situación.
En octubre de 1870, se inició la monarquía de Amadeo de Saboya (1871-73) gracias a las gestiones
de Prim y a la presión de la casa de Saboya, Amadeo de Saboya accedió a aceptar el trono de
España. Las Cortes lo eligieron Rey, y antes de que llegase a España, su principal valedor, Prim, fue
asesinado. Amadeo empezaba su reinado con una situación muy delicada, la oposición de Carlistas
y Alfonsinos promovidos por Cánovas del Castillo, el auge del movimiento republicano-federal y la
crisis colonial motivaron su abdicación el 11 de febrero de 1873.
La abdicación de Amadeo de Saboya hizo que tanto Congreso como Senado proclamaran
automáticamente la primera República en 1873 que duró apenas un año. Estanislao Figueras fue
designado presidente, y convocó Cortes Constituyentes para promulgar una nueva Constitución.
La situación de España era muy delicada: crisis de hacienda, los inicios de una nueva guerra
Carlista, el problema de Cuba, un ejército mayoritariamente conservador…. Ante todas estas
dificultades, Figueras fue sustituido por Pi i Margall, presidente republicano federal.
En poco tiempo surgieron discrepancias entre los republicanos federales (Divididos en transigentes
e intransigentes) con un nuevo modelo de Estado Federal formado por 15 estados con Cuba y
Puerto Rico entre ellos. El modelo de los intransigentes, partidarios de empezar una república
desde abajo sin luchar primero por el orden social, fue tumbado y supuso el inicio de una
revolución cantonal que empezó en Cartagena y se extendió por todo el Sur y Levante en donde
las regiones se proclamaron independientes del poder central. Pi i Margall dimitió y le sucedió
Nicolás Salmerón.
Salmerón, que no quiso firmar las penas de muerte de los líderes sublevados, dimitió y le sucedió
Emilio Castelar, republicano unitario. El programa de Castelar se sustentaba en el mantenimiento
del orden e hizo una llamada al ejército, a lo que reaccionó la izquierda pidiendo su dimisión. El 3
de enero de 1874, el General Pavía protagonizó un golpe de Estado que acabó con la República.