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Universidad Autónoma de Santo Domingo

(UASD)

Asignatura:

Psicología del aprendizaje

Sección: 10

Capitulo:

#6 Memoria a largo plazo III: recuerdo y olvido

Nombres:

Grismarly

Apellidos:

Polanco Rodríguez

Matricula:

100472306

Presentado a:

Lourdes Del Carmen Torres

Fecha: 31/03/22
Memoria a largo plazo III: recuerdo y olvido
En nuestra vida cotidiana recibimos una enorme cantidad de información y nuestro
cerebro se enfrenta a la ardua tarea de tener que retener buena parte de ellas. Pues
bien, la memoria es la capacidad que posee nuestra mente para codificar, almacenar y,
posteriormente evocar, buena parte de nuestras vivencias personales y de la
información que recibimos a lo largo de nuestra vida.

La memoria es como un gran almacén o baúl donde guardamos nuestros recuerdos,


recientes y lejanos. Gracias a ella reconocemos y nos es familiar todo lo que hay a
nuestro alrededor (amigos, familia, objetos, monedas, billetes), y organizamos nuestra
vida y nuestras actividades.

La relación entre memoria y olvido es incuestionable. No podemos hablar de la


memoria sin hablar del olvido. Olvidar no es malo. De hecho, es necesario y
beneficioso. En realidad, lo que nos preocupa es olvidar cosas que consideramos
importantes y que nos resultan útiles para nuestra vida cotidiana.

Por lo que el acto de olvidar es una acción involuntaria que consiste en dejar de
recordar (o de almacenar en la memoria) la información adquirida. A menudo
el olvido se produce por el aprendizaje interferente, que es el aprendizaje que sustituye
a un recuerdo no consolidado en la memoria, y lo "desaparece" de la conciencia.

Existen factores determinantes que propician que tengamos dificultad para recordar,
por ejemplo, los accidentes, las cirugías, una dieta deficiente o enfermedades
cognitivas; el daño del hipocampo afecta profundamente la formación de la memoria a
largo plazo, síntoma que presentan los enfermos de Alzheimer.

El olvido está ligado a la experiencia del aprendizaje, por ejemplo, si usted no


encuentra un objeto, se debe a que no prestó la suficiente atención cuando realizó esa
acción.
Existe un fenómeno llamado “Interferencia proactiva”, proceso por el cual la información
que se encuentra en la memoria interfiere con la nueva información, esto quiere decir
que, al no revisar información antigua, una nueva ganará terreno y se impondrá de
manera definitiva, los nuevos datos aprendidos deberán ser practicados o consultados
cada cierto tiempo para perdurar en la memoria.

Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, los recuerdos para anclarse en


nuestro ser requieren de tener un gancho con una emoción o un sentimiento, es decir,
recordamos algo que nos es significativo de manera interna, por este motivo si se
pretende que una información se afiance debemos encontrarle una utilidad práctica en
nuestra vida.

En lo que con cierne al recuerdo la memoria es el archivo o almacén de nuestras


vivencias y conocimientos; el recuerdo es el estímulo que activa la memoria para revivir
el pasado que tenemos olvidado. Por eso se dice que recordar es volver a vivir.

La memoria y el recuerdo tienen en común que combaten el olvido, pero se diferencian


en que la memoria también la tienen los animales; en cambio, el recuerdo es propio y
exclusivo de las personas. El recuerdo depende de la voluntad; la memoria es una
facultad que se tiene, manifiesta y ejercita con el hábito.

La memoria histórica no puede servir para corregir o reescribir el pasado y menos para
negarlo o desconocerlo. Lo ocurrido puede ser aceptado o combatido, pero no negado
ni anulado. Respetar la historia es atenerse a los hechos, con objetividad y sin
prejuicios ideológicos, ni juicios de valor o apreciaciones subjetivas. En la historia, lo
objetivo debe primar sobre lo subjetivo.

El recuerdo, así como el olvido nunca son fenómenos puros, pues siempre somos
selectivos al recordar y olvidar lo que hicimos. Cualquier situación vivida hoy puede
activar un recuerdo de la infancia que se ha desalojado de la conciencia. La memoria
no es un archivo cronológico, por ello se olvida lo más importante y se recuerda lo
trivial.
La memoria no es un don, sino algo que se debe educar. Muchas cosas cambian, pero
el cerebro sigue necesitando las mismas tres cosas: atención, concentración profunda
y dotar de significado para lograr la construcción de los recuerdos.

Es importante hacer conscientes a las personas de la importancia del cerebro y cómo


éste funciona. Este importante órgano es el que nos conecta con la vida, da sentido a
todo lo que nos rodea, brinda identidad y es la memoria de la sociedad. El olvido es un
privilegio que permite optimizar los recursos.

Ya que enfermedades como la demencia y el Alzheimer son neurodegenerativas, no se


pueden pronosticar y empiezan a afectar en primera instancia las funciones primitivas
como el olfato.

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