Está en la página 1de 66

Stalked by Her Destiny

Jenna Rose

Traducción de Fans para Fans, sin fines de lucro

Traducción no oficial, puede presentar errores

Apoya a los autores adquiriendo sus libros

1
Sinopsis
Supe que tenía que tenerte desde el momento en que te vi,
Dakota...
Te veías tan hermosa sin pretenderlo, con tu camiseta
suelta, tus jeans arrugados y tu cabello completamente
alborotado. No tienes idea de lo que me haces. Eres un ángel
perfecto, y me permitiste tener la esperanza de que por un
momento, podrías ser capaz de curar al hombre roto en el que
me había convertido. Pero entonces te vi con él.
Él no te merece, Dakota. Tal vez yo tampoco, pero no te
haré daño. Y aunque me lleve el resto de mi vida, me probaré
a mí mismo. Porque somos el uno para el otro.

2
Capítulo 1
Dakota

Sé que está ahí. Mi acosador


Sin siquiera mirar. Puedo sentirlo. Sus ojos. La fuerza, el
poder de su mirada sobre mi cuerpo como la gravedad,
amenazando con atraerme hacia él y tragarme entera.
Lo siento desde hace días. Cuando voy al trabajo. Cuando
vuelvo a casa por la noche.
Cuando estoy sola en mi apartamento.
Al principio me aterrorizaba.
Pensé en llamar a la policía, pero no puedo... Nunca lo he
visto bien.
Una mirada fugaz aquí. Un destello de una imagen allí. El
brillo de sus ojos más allá de las sombras de una multitud.
Sus anchos y musculosos hombros silueteados bajo una
farola. Nunca más de un segundo. Nunca el tiempo suficiente
para que pueda verlo bien.
Pero aunque no pueda verlo, puedo sentirlo.

3
¿Qué quiere de mí?
Esa es la pregunta que ha estado dando vueltas en mi
mente desde que todo esto comenzó. Si quisiera hacerme daño,
ya lo habría hecho. Al menos eso es lo que me digo a mí misma.
Tal vez esté racionalizando, pero incluso ahora, mientras
espero a mi cita en el abarrotado restaurante, puedo sentir sus
ojos clavados en mí, escudriñando cada centímetro de piel que
revela el vestido que elegí para esta noche.
Sin tirantes. Más corto que cualquier otro que haya llevado
antes.
Es mi tercera cita con Richard, y me digo a mí misma que
por eso llevo algo así.
—¡Ahí está ella! —Levanto la vista cuando entra en el
restaurante, con su sonrisa de fondo fiduciario por excelencia.
Apestando a humo de cigarrillo y cerveza, se acerca para
abrazarme, me aprieta un poco más de la cuenta y luego me
sujeta por los hombros a distancia, admirándome como si
fuera un Porsche nuevo que su padre acaba de comprarle.
Richard es abogado, igual que su padre, para el cual trabajo
como empleado. Así es como nos conocimos.
—Hola, Richard...
—Material de matrimonio. —Asiente con la cabeza.
—¿Perdón?
—Eso es lo que diría mi padre si te viera —se ríe. —
Richard, esa chica de ahí es material de matrimonio.

4
—Oh —me río nerviosamente, dejando caer parte de mi
pelo sobre mi rostro. Es algo incómodo de decir cuando aún no
nos hemos besado. —Bueno, sólo tengo dieciocho años. Un
poco pronto para casarme, pero tu padre es un tipo divertido...
¿Pedimos?
—No, vamos a mi casa. Tengo al chef de mi padre
preparándonos una comida.
—¿El chef de tu padre? —Pero antes de que pueda sacar
las palabras de mi boca, Richard tiene mi mano entre las suyas
y me está sacando por la puerta hacia la calle. Y mientras me
empuja a la parte trasera de su Mercedes, lo veo al otro lado
de la calle, de pie en las sombras de un callejón, con los ojos
ocultos bajo las sombras de un sombrero Patriots.
Luego estoy en el asiento trasero y de camino a casa de
Richard, dondequiera que esté.
—¿Por qué nunca te vistes así en la oficina? —me
pregunta, poniendo una mano en mi muslo. Me doy cuenta de
que esta noche tiene a alguien que conduce por él y sonrío con
inquietud.
—Bueno, no creo que esto sea apropiado para el trabajo.
—No si estuvieras trabajando en el frente —susurra,
inclinándose hacia mí. —Pero si te tuviera en mi oficina...
Estoy segura de que no estoy emitiendo las señales
correctas, pero Richard se acerca para besarme de todos
modos.
Mi primer beso, por cierto.

5
Casi me congelo. Casi.
Pero en el último momento consigo girar la cabeza y sus
labios se apoyan en mi mejilla de forma inofensiva...
relativamente inofensiva.
—Oh, no seas tímido, Kota. —Kota. Odio que me llame
Kota. —Es la cita número tres. ¿Sabes la última vez que tuve
que esperar tres citas para besar a una chica?
—¿Cuándo? —pregunto.
—Nunca —se ríe.
—Bueno, lo siento, Richard —respondo. —Es que...
necesito soltarme un poco.
—De acuerdo, claro. Lo que tú digas.
Nos sentamos en silencio durante el breve trayecto hasta
su apartamento. Cada segundo que pasa me hace sentir más
y más incómoda. La verdad es que no quiero salir con Richard
esta noche. Para empezar, nunca quise salir con él, pero es el
hijo de mi jefe y me invitó a salir y no supe decir que no.
Esperaba poder salir con él una o dos veces, no hacer nada
con él y luego dejar que las cosas se esfumaran solas. Es un
chico atractivo con mucho dinero, su padre es el dueño de la
empresa y tiene montones de chicas que le envían mensajes de
texto todo el tiempo, así que me imaginé que perdería el interés
en mí enseguida. Quiero decir, ¿qué querría él con una torpe,
callada, inexperta, recién graduada de la escuela secundaria
que nunca sale y no tiene un solo par de tacones?

6
Pero aquí estoy, en la tercera cita, entrando en su piso de
soltero en la sexta planta de un edificio de apartamentos de
lujo con un par que me compró y un vestido que debería llevar
Madelaine Petsch de Riverdale.
—¿Richard? No huelo que se esté cocinando nada.
Me agarra por detrás y me hace girar para que me enfrente
a él. Hay algo en sus ojos que me asusta.
—He mentido. No hay ningún chef. Sólo estamos tú y yo,
Kota. Y esto.
Agarra mi mano y la mueve entre sus piernas. Jadeo
cuando lo siento, algo duro que me conmociona y me hace
querer apartarme. Pero su agarre es firme alrededor de mi
cintura.
—Oh, no seas así. Verás, no me trago este acto inocente
tuyo. ¿Sabes lo que pienso? Creo que eres una de esas chicas
buenas que sabe cómo hacer para gustarle a los chicos para
que le den cosas.
—Richard...
—Como esos tacones que llevas —continúa. —Setecientos
dólares.
—Yo no los pedí.
—Apuesto a que crees que si me follas, te daré unas
piedras.
—¿Piedras? —balbuceo, intentando zafarme de su agarre.
Sus dedos se clavan dolorosamente en mis costados.

7
—Diamantes, perra. —Sonríe. Esto es un juego para él,
pero yo estoy aterrorizada. Se me revuelve el estómago. Busco
mi bolso, que tiene mi gas lacrimógeno, pero me doy cuenta de
que se me debe haber caído en el coche. —Y no me importa
gastar algo de pasta en una chica. Pero quiero algo a cambio.
En un instante, estoy de espaldas, inclinada sobre el sofá.
Richard desliza una rodilla entre mis piernas, forzándolas a
separarse.
—¡Richard, no! —grito, agitándome salvajemente. Pero es
inútil. Me inmoviliza los dos brazos por encima de la cabeza
con uno de los suyos y utiliza el otro para tocarme el pecho
izquierdo.
—Sí, finge que no quieres esto —se ríe. —Así será más
divertido para los dos.
Su mano libre sube por mi muslo y empiezo a sentir
pánico. Los ojos se me llenan de lágrimas y se me nubla la vista
al ver la realidad y lo inútil que soy en esta situación.
Entonces se oye un siseo procedente de algún lugar, tan
leve que apenas lo noto. Pero Richard también lo oye y se
detiene. Se gira, y es entonces cuando lo veo de pie detrás de
Richard, con la cara aún oculta por el ala de su sombrero.
—Hey. —Su voz es tranquila, controlada, baja y
amenazante.
Y eso es todo lo que dice antes de que su puño le rompa la
nariz a Richard.

8
La mano de Richard me suelta al instante. Cae de espaldas
sobre el sofá y se estrella contra la mesa de centro, destrozando
dos de sus patas.
Me pongo en pie de un salto y me alejo hacia la encimera
mientras mi misterioso salvador rodea el sofá y agarra a
Richard por el cuello, lo levanta y le asesta un golpe tan fuerte
en el cuello que es un milagro que sobreviva.
Y entonces mi mano está en la suya, en un apretado
agarre, sin aplastar como la forma en que Richard me sostuvo.
—Vamos, Dakota. Te voy a sacar de aquí.
Me siento como si estuviera viendo un pase de diapositivas
de mi vida mientras él me saca del apartamento de Richard y
me lleva al ascensor. Mi estómago se tambalea más de lo
normal cuando empezamos a descender.
Mi nombre.
Sabe mi nombre...

9
Capítulo 2
Trip

Debería haberlo matado. Los hombres como él no merecen


vivir. Claro, tenemos un estado de derecho en este país, pero
yo puse mi vida en juego para defender ese mismo estado de
derecho, y Richard no lo hizo. Entonces, ¿por qué debería
respetar sus derechos, especialmente cuando él no respeta los
de los demás?
Poner sus manos en una mujer así... especialmente en una
mujer como Dakota.
Podría haberle aplastado la garganta con mi codo. En vez
de eso, le hice creer que se estaba muriendo, pero que
recuperaría el aliento en un minuto más o menos. Y le dolerá
tanto el resto de la noche que deseará estar muerto.
Hijo de puta.
No podía creerlo cuando lo vi con ella. Richard es la peor
clase de tipo que nuestro género puede ofrecer. ¿Y Dakota?
Bueno, ella es una especie de ángel. Brilla como una estrella

10
de cine que acaba de salir de la pantalla grande de los años
cincuenta, e incluso mientras estoy aquí junto a ella, su
guardián, con su pequeña mano en la mía, siento que mi
corazón empieza a latir con el pulso que creía haber perdido
desde que volví de la guerra.
La he observado desde lejos, pero ahora, estando tan cerca
de ella, cada pequeño aspecto de ella me golpea como una
tonelada de ladrillos. Su pelo castaño que se derrama por su
delgado cuello hasta su delicada clavícula. Su olor, su forma
de estar de pie, inclinándose ligeramente en mi dirección como
si supiera que necesita mi protección. La forma en que ese
vestido abraza cada una de sus curvas...
Dios, me han disparado, me han apuñalado y han
intentado hacerme explotar, pero esta chica es más peligrosa
que todo eso.
Mi corazón golpea contra mi caja torácica como si quisiera
salir.
Me apoyo en el ascensor cuando llegamos a la planta baja,
preguntándome si me voy a desmayar sólo por estar en su
presencia.
Estoy haciendo el maldito ridículo. Lo único que espero es
que mi diosa no se dé cuenta. Por suerte, cuando las puertas
se abren y salimos, no me mira. La guío hasta el camión y,
fingiendo ser un caballero, le abro la puerta. Sin dudarlo, se
sube. Me subo al otro lado y me alejo, dejando el edificio de
Richard en el retrovisor.

11
Mientras conduzco, mantengo las manos firmemente
sujetas al volante. Sé que si no lo hago, las tendré sobre ella,
preparadas para desprender ese vestido y poder adorar el altar
de su cuerpo. Pero no es el momento para ella. No ahora. No
después de lo que acaba de pasar. Estoy aquí para rescatarla,
no para satisfacer mis propias necesidades egoístas.
Jesús, ¿qué estoy haciendo?
Nunca me había sentido así por una mujer. Nunca. Pero
en el momento en que la vi, algo se rompió dentro de mí. Los
muros que había levantado alrededor de mi corazón
comenzaron a desmoronarse, como si hubieran sido
alcanzados por un misil de largo alcance. Estuve a segundos
de acercarme y presentarme.
Y entonces la vi con él...
La rabia me recorrió como el ácido por las venas.
Esperé y observé, esperando que ella no cayera en su
juego. Esperando que se diera cuenta de su arrogancia y que
no volviera a verle. Pero no lo hizo. Fue al apartamento del hijo
de puta. Y entonces supe que tenía que actuar.
Y gracias a Dios que lo hice.
Ella no dice una palabra durante el viaje de vuelta a mi
apartamento. Cuando llegamos, la ayudo a salir del coche y a
quitarse esos ridículos tacones que lleva. Me di cuenta de que
apenas podía caminar con ellos antes, y aunque le quedan muy
sexys, me doy cuenta de que son un regalo de Richard. Son de
su estilo.

12
—Estos no parecen cómodos.
—No son míos —dice tímidamente, con su voz como una
canción en el aire. —Pero no quiero lastimarme los pies...
—No tienes que hacerlo.
La levanto en mis brazos, y por una vez en mi vida, siento
que hay una posibilidad de que pueda volver a ser un hombre,
en lugar de lo que sea en lo que me convertí después de la
guerra. Daría mi vida por mi país, y también la daría por ella
en un instante. Ella es mi responsabilidad ahora, y que me
condenen si algo malo le ocurre de nuevo.
Incluso si eso es herirse los pies en las rocas de mi camino
de entrada.
Se siente bien en mis brazos, como si fuera su lugar.
La llevo dentro y la dejo en el sofá. Hace frío, como a mí
me gusta, así que le traigo una manta y se la pongo sobre los
hombros mientras subo la calefacción. Quiero sentarme a su
lado y rodearla con mis brazos, calentarla con mi calor
corporal, pero no es el momento adecuado.
Se ve... bien donde está.
Dios, ya no quiero que se vaya. El apartamento desnudo
en el que he estado viviendo se siente de repente vivo con ella
en él. Como un hogar, no sólo un lugar en el que me he
quedado. Una parte de mí quiere ir al armario, buscar el
paracord que tengo allí y atarla al radiador para que no pueda
escapar.
Pero eso me haría como Richard.

13
No le hago eso a las mujeres. No soy el dueño de Dakota,
y nunca la obligaría a hacer algo que no quisiera. Por muy duro
que sea para mí, Dakota es totalmente capaz de irse en
cualquier momento si lo desea. Pero cuanto más tiempo se
quede, más difícil será para mí. Tengo que asegurarme de que
está bien, y luego sacarla de aquí. Si no, no sé qué voy a hacer.
—Menudo apartamento de chico tienes —dice, su voz
suave, quebradiza, como un fino panel de hielo invernal recién
congelado.
—Así de mal, ¿eh?
Siempre he vivido con poco. Una vez marine, siempre
marine. Sin una mujer en mi vida, tampoco he puesto mucho
empeño en mi lugar.
—¿No tienes novia?
—Yo...
—Lo siento —dice rápidamente. —No debería haber
preguntado. Ha sido una grosería por mi parte.
—Déjame preguntarte algo. ¿Qué hacías con un tipo como
Richard?
Cuando me mira, tengo que reprimir las ganas de
agarrarla. Esta chica podría arrasar conmigo con sus ojos.
Cada instinto masculino que tengo se levanta dentro de mí
como una ola de tsunami. Mi polla está dura como una roca,
lo que hace que mis malditos oídos zumben.
—¿Cómo conoces a Richard? —pregunta. —Mejor aún,
¿cómo sabes mi nombre?

14
Es hora de sincerarse.
—Conocí a Richard cuando éramos niños. Conocía a su
familia. Él fue a la universidad. Yo entré en los Marines. —Me
siento a su lado pero mantengo la distancia. Sólo Dios sabe lo
que haré si me acerco demasiado. —En el instituto, abusó de
una chica. Su familia lo encubrió. Así que cuando lo vi
contigo... bueno, me mantuve alerta.
—Me di cuenta —responde ella.
¿Qué fue eso? ¿Una sonrisa? ¿Un brillo en sus ojos? El
efecto que está teniendo en mí no se parece a nada que haya
experimentado antes. Las mujeres no me provocan esto.
Jamás. Pero estoy prácticamente de rodillas ante ella,
anhelando más y más su atención, desesperado por arrancarle
ese vestido y devorarla con adoración.
Ni siquiera entiendo cómo he podido sobrevivir hasta
ahora sin ella.
Toda mi vida parece más brillante ahora con ella presente.
Es como mi pieza de puzzle. Ahora todo lo que tengo que
hacer es encajarnos juntos.
—¿Así que eso es lo tuyo? —pregunta. —¿Acosar a las
mujeres?
—No. —Sacudo la cabeza. —Yo no... no me dedico a las
mujeres. —Dakota me mira desconcertada y yo me corrijo
rápidamente. —Eso ha sonado mal. Lo que quiero decir es que
no soy exactamente un donjuán. No desde la guerra.

15
Nunca he hablado así con nadie. Soy un hombre
reservado. Mis secretos están más enterrados que el oro en las
más profundas bóvedas de los bancos suizos. Pero estoy
compartiendo con ella. Quiero que me conozca. Es una
sensación que nunca he sentido antes, y se siente bien.
—Bueno, no soy exactamente una chica de chicos —
responde. —Ni siquiera he tenido novio.
Dios, ¿una virgen?
Mi polla palpita en mis pantalones ante la idea de
reclamarla como mía y sólo mía.
¿Una chica inocente en el mundo actual? Pensaba que eso
era imposible de encontrar. Gracias a Dios que la salvé cuando
lo hice. Dejar que Richard se llevara su cereza hubiera sido un
pecado contra el universo.
Me vienen a la mente imágenes de él materializando sus
intenciones.
Las alejo al instante y aprieto el puño mientras la rabia me
invade.
—Deberías tener más cuidado —gruño, poniéndome en
pie. —Los hombres son peligrosos. No puedes ir por ahí con
vestidos cortos y tacones con cualquiera.
Oigo su aguda respiración y al instante me arrepiento de
mi ira. Calmándome, me giro hacia ella.
Tan vulnerable. Tan ingenua. Tan indefensa.
Ahora es mía para protegerla, le guste o no. Es mi
responsabilidad. Aunque ahora me tenga miedo, me la ganaré.

16
Le haré ver que puede confiar en mí, que no me parezco en
nada al hijo de puta que fue a por ella esta noche. Que soy un
hombre en el que puede confiar.
—Lo siento —me disculpo, nunca he querido decir algo
más en serio en mi vida. —Sólo quiero que estés a salvo, eso
es todo. Vamos. Te llevaré a casa.
Tomando mis llaves, me dirijo a la puerta, pero Dakota no
se mueve. Espero, pero ella permanece sentada. Después de
un momento, vuelvo hacia ella. Ella levanta los ojos hacia mí,
vacilante y necesitada.
—Tú... no me has dicho tu nombre.
Dios, soy un idiota.
—Trip. Me llamo Trip.
—Trip —susurra. —Todavía estoy un poco conmocionada.
¿Puedo... puedo quedarme aquí esta noche?
Su petición casi me deja en evidencia. Esta va a ser la
mayor prueba, la noche más difícil de mi vida. Pero no puedo
rechazarla.
—Por supuesto que puedes —respondo. —Por supuesto.

17
Capítulo 3
Dakota

Trip...
Un nombre para el rostro. El medio rostro. El rostro oculto.
El rostro en las sombras. La presencia que he sentido,
vigilándome, acosándome.
Ahora estoy aquí, voluntariamente en su apartamento,
tomando la decisión más ingenua de mi vida, o la más natural
e importante.
Un rostro puede decir mucho sobre una persona, pero
siento que el de Trip me oculta más de lo que revela. Sus ojos
son robustos, fuertes y fríos, como si hubiera pasado toda una
vida ocultando sus emociones al mundo.
Sus rasgos están cincelados, como si hubiera surgido de
una pieza sólida de piedra. Sólo con mirarlo, muchas mujeres
podrían tener miedo. Pero yo no. Sus acciones lo dicen todo.
Me rescató de un monstruo y me trajo aquí, pero aún así me
dio la oportunidad de irme.

18
No sólo eso, hay algo detrás de su rostro pétreo. Un indicio
de un secreto que espera ser desvelado. Busco una pista en su
rostro, en su ardiente y sexy rostro, pero no me da ninguna
pista.
Es mucho mayor que yo, eso lo sé, y mide por lo menos un
metro noventa. Tiene uno de esos rostros desgastados por la
vida, de aspecto rudo, como el de un vaquero o un soldado.
Sus ojos son marrones, pero cálidos y ardientes, casi ámbar.
Yo... siento algo mientras lo miro.
Al principio pensé que eran las secuelas de la adrenalina
de haber sido atacada por Richard, pero ahora me doy cuenta
de que el latido de mi corazón es causado por él. El hombre
que creía que era mi acosador, que ahora sé que es mi
protector.
Salí con Richard porque sentí que tenía que hacerlo, pero
saldría con Trip si él tan solo lo pidiera. Lo cual, por supuesto,
él no haría. Después de todo, sólo quería sacarme de aquí. No
puedo creer que haya pedido quedarme. Ha sido una grosería
por mi parte.
—Me iré por la mañana —le digo rápidamente, con las
mejillas ardiendo como alfileteros. —Es que todavía estoy un
poco asustada. No quiero imponerme ni nada...
—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, Dakota.
Su voz dice una cosa, pero su rostro dice otra. Parece
confundido. Sé que quiere echarme, pero intenta ser un

19
caballero. Se siente mal por lo que me acaba de pasar y está
tratando de no hacerme sentir peor.
Sí, ahora soy tu problema...
—Me iré a la cama —murmuro. —¿Hay una habitación
extra?
—Puedes quedarte con la mía —dice rápidamente. —Yo me
quedo con el sofá.
—¡Oh, no! —Me entra el pánico. —¡No podría!
—Insisto.
—¡Trip, no!
—Dakota...
—Trip, no podría...
—¡Dakota! —Trip toma mi mano y la aprieta con firmeza.
—Insisto.
Podría enderezarme con esos ojos, ricos, fuertes, casi
anaranjados. Lo sigo mientras me lleva a su dormitorio, escaso
como el resto de la casa. La cama está hecha. Retira las
sábanas y se acerca a la puerta.
—Avísame si necesitas algo.
No me quita los ojos de encima y, durante una fracción de
segundo, hay una oleada de energía entre nosotros, como una
chispa eléctrica, y casi me estremezco, preguntándome si va a
saltar sobre mí como hizo Richard.
No. Él no haría eso. Trip es un caballero.
Y... él no me desea...
—Buenas noches, Dakota. Hazme saber si necesitas algo.

20
—Buenas —la puerta se cierra, —noches, Trip...

***
Duermo, pero a duras penas.
Sueño. No con Richard, sino con Trip. Sueños incómodos
también. No son pesadillas, pero casi.
Trip en las sombras, observándome, apenas fuera de la
vista. Me apresuro hacia él, luchando a través de la multitud
de personas inamovibles, pero una vez que lo alcanzo, se ha
ido. Lo vuelvo a ver, pero esta vez, cuando lo alcanzo, hay otro
hombre en su lugar.

***
Me despierto a la mañana siguiente sudando, con el pecho
agitado, con la nariz llena del aroma del jabón corporal de
Trip... salvia y algún tipo de cítrico. Siento un cosquilleo entre
las piernas, mezclado con un calor implacable que ha subido
hasta mi rostro y mis manos.
—Oh, Dios —suspiro, apartando las mantas y
sentándome.
Sé exactamente lo que está pasando, pero no quiero
admitirlo.

21
Esto está mal, ¿verdad? ¿Estar así de excitada por tu
acosador? Pero no me estaba acosando realmente; me estaba
protegiendo, vigilando. Podría justificar eso ante la gente, ¿no?
Si fuera un acosador de verdad, malicioso y loco, no habría
pedido llevarme a casa anoche.
No. Richard es el hombre malo. No Trip.
Me incorporo y me limpio el sueño de los ojos y mi
estómago se despierta ante el olor del bacon. Hago lo posible
por arreglar el desastre de nido de abejas en que se ha
convertido mi pelo en el espejo y salgo para encontrar a Trip
preparando el desayuno en la cocina.
—Ya te has levantado —dice con algo parecido a una
sonrisa. —¿Has dormido bien?
—Sí, gracias —miento. —¿Cocinas?
—Apenas. Huevos y tocino.
—¿Tienes pan? Puedo hacer tostadas.
—Ah, una mujer moderna —se burla.
—Hey, también puedo pedir Postmates y UberEats. —Hago
una tostada con mermelada de fresa mientras Trip termina los
huevos y el bacon. Wow, no sabía que podía ser tan sexy ver a
un hombre cocinar.
Me siento como... como su mujer.
Anoche me salvó el culo, me llevó a su casa, me cuidó y
ahora me está alimentando. Mis instintos femeninos están en
alerta máxima, encendiendo todos los cilindros. Estoy
bastante segura de que lo siguiente en la lista de nuestras

22
actividades es que le dé un bebé. Así es como funciona esto,
¿verdad?
—Eres bueno en esto —digo, dando un mordisco al beicon.
—¿Esto es lo tuyo? ¿Salvar a chicas indefensas para que se
metan en la cama contigo?
La forma en que Trip me mira me hace desear no haber
dicho nada. —No. No, Dakota. Nunca he hecho algo así. Nunca
he tenido una mujer aquí dentro.
—Estás mintiendo. —Me arrepiento incluso antes de
haberlo dicho.
—¿Crees que te mentiría? —pregunta, con un toque de ira
en su voz. Se acerca a mi lado del mostrador y se detiene a
centímetros de mí. Desde esta distancia, su tamaño y su fuerza
son imposibles de ignorar. —¿Crees que no podría tomarte
ahora mismo si quisiera, Dakota? ¿Despojarte de ese vestidito
negro, inmovilizar tu inocente y pequeño cuerpo bajo el mío, y
satisfacerme con tus agujeros?
Sus palabras son como pequeñas bofetadas, cada una de
las cuales me sacude hasta el fondo. Arrastra un solo dedo
desde mi escote hasta mi cintura, deteniéndose en mi cadera,
provocando un escalofrío en mí.
—Y a diferencia de Richard —susurra, —puedo hacer que
lo desees.
Sí, ya estás empezando a hacerlo.
Su deseo por mí es palpable, y se adentra en un lugar
desconocido dentro de mí. Su masculinidad es como un espejo,

23
que refleja una feminidad dentro de mí que ni siquiera sabía
que existía. Mis pezones están duros bajo el vestido. El calor
entre mis piernas crece, se expande, amenaza con engullirme.
Si sigue mirándome así mucho más tiempo, no sé qué podría
hacer. Qué podría aceptar...
—Pero yo no soy como Richard. —Aparta sus ojos de mí, y
siento un alivio de la presión como si me quitaran la palma de
la mano del pecho. —Y es hora de que te vayas. Termina tu
desayuno y te llevaré a casa.
No me da tiempo a responder. Me da la espalda y entra en
su habitación. Lo escucho haciendo algo. No importa qué. Sea
lo que sea, ha dejado claro que ya no me quiere aquí. Termino
mi desayuno y lavo los platos. Es lo menos que puedo hacer
por él. Estoy terminando cuando vuelve con las llaves del
coche.
—¿Lista?
—Sí —digo en voz baja. Lo sigo por la puerta y subo a la
camioneta, sentada en silencio, sólo rompiendo el silencio para
darle las indicaciones para llegar a mi apartamento. Es
extraño, pero mientras conducimos, no quiero dejarlo. No
quiero que me deje y que vuelva a ser él. Mi rostro en las
sombras. Mi protector silencioso. Mi acosador.
Quiero que quiera más de mí.
Tengo una sensación de pérdida cuando entramos en el
estacionamiento. Casi espero que me deje salir sin más, pero
lo cierto es que se baja y me acompaña hasta mi unidad. Pero

24
cuando llegamos a ella, veo tiras de cinta de precaución
extendidas por la puerta.
—¿Qué...?
—¡Dios mío, Dakota! —Me giro para ver a Fran, la casera
de pelo rizado, caminando hacia mí desde su unidad al final
del pasillo. —¡He intentado llamarte toda la noche! Parece que
ha habido un problema con tu unidad.
Trip se mofa detrás de mí. —¿Un problema?
—¡Asbesto! ¡Toneladas de él! Está por todas partes. Toda
la unidad tiene que ser desmantelada y rehecha antes de que
se te permita volver a entrar. —Fran parece asustada, como
suele suceder cuando se enfrenta a un problema. —Gracias a
Dios que alguien de la ciudad ha llamado. Podrías morir si
vuelves a entrar ahí.
Alguien de la ciudad...
Vuelvo a mirar a Trip, que ya está negando con la cabeza.
—¿Así que no puedo conseguir mis cosas?
—Lo siento mucho, cariño —dice Fran.
—Richard —gruñe Trip mientras me pasa un brazo por la
cintura y tira de mí hacia el pasillo.
—¡Dios mío! —chillo. —¿En serio los hombres son tan
inseguros? Como, una chica los rechaza así que tienen que ir
y arruinar toda su vida...
Soy silenciada por un beso.

25
Un beso que ilumina mi mundo como el sol que sale por la
mañana. Como una bombilla de un millón de vatios. Un beso
tan inesperado que me deja sin aliento.
—No —susurra Trip, con su mano firme en mi cintura, sus
ojos ardientes, su mirada firme. —Richard no es un hombre.
Te mostraré lo que es un hombre.
Al segundo siguiente, estoy de nuevo en sus brazos y de
nuevo en su camioneta. Con su mano en mi muslo, apenas
puedo quedarme quieta. Soy consciente de cada uno de sus
movimientos. Su respiración, la forma en que los músculos de
sus brazos se flexionan al girar el volante, sus labios al
mojarlos con la lengua. Tiene razón. Richard no es un hombre.
Trip lo es. Y lo que daría por haber visto lo que habría pasado
si Richard me hubiera estado esperando en mi apartamento...
Antes de darme cuenta, estamos parados en el
apartamento de Trip, y él me abre la puerta.
—Hogar, dulce hogar —murmuro con una sonrisa
estúpida. Me arrepiento al instante, pero Trip no me mira como
la tonta que me siento. En lugar de eso, sonríe y me lleva al
interior.
—Me dijiste antes —dice Trip, —que este era el
apartamento de un chico.
—No quise decir nada con eso.
—No quiero que siga siéndolo, Dakota. ¿Por qué no me
ayudas a cambiar eso?

26
Trip rompe la línea que nos separa y me atrapa entre sus
brazos. Su aroma me inunda mientras posa sus labios sobre
los míos. Su abrazo me arranca un gemido del pecho y me
derrito entre sus brazos. Mis piernas se debilitan, pero él me
sujeta como si no pesara nada.
Unas manos fuertes exploran mi cuerpo, desgarrando la
tela transparente del vestido tan poco decente en el que he
estado metida las últimas veinticuatro horas. —He querido
tocarte desde el primer momento en que te vi, Dakota —gruñe
Trip en mi oído. —Pero no he podido. Me hiciste esperar. Tuve
que observarte desde lejos, sufriendo, desesperado por un
momento en el que pudiera estar cerca de ti.
—Trip...
—Y ahora te tengo, Dakota. Y no creo que pueda dejarte ir.

27
Capítulo 4
Dakota

No creo que pueda dejarte ir...


¿Acaso quiero que me deje ir?
Es una pregunta que ni siquiera debería hacerme. Ya sé la
respuesta.
Ahora soy su prisionera, una prisionera voluntaria.
¿Existe algo así? No lo sé, pero lo que sí sé es que si Trip quiere
encadenarme a su radiador y mantenerme en su apartamento
para que nunca tenga que volver al mío, me parece bien. Pero
si Richard intentara ponerme un dedo encima, gritaría hasta
que se me rompieran los pulmones.
Intento conciliar esas perspectivas aparentemente
contradictorias en mi mente mientras Trip aprieta su
musculoso cuerpo contra el mío, clavándome en el sofá debajo
de él. Dios, cada parte de su peso es como el cielo. Su cuerpo
tenso y firme es mortal en su mecánica, y me siento mal por

28
todas las mujeres de la Tierra que nunca podrán
experimentarlo.
Lo siento, chicas. Él es mío.
Él hace salir a una pequeña diablilla dentro de mí. Una
malvada villana de dibujos animados llena de celos posesivos.
Sus manos rasgan mi vestido por el pecho, directamente
por el centro, dejando al descubierto mis pechos desnudos. La
fuerza me deja sin aliento. Los ojos de Trip arden.
—Dios, pequeña. Mira esas tetas perfectas. Todo este
tiempo te he estado observando, preguntándome, imaginando
cómo te verías debajo de la ropa. Nunca podría haber
imaginado algo tan perfecto.
Mis caderas se agitan bajo él. Toma cada uno de mis
pechos y me pellizca suavemente los pezones entre el pulgar y
el índice, provocando una aguda respiración. Apenas puedo
reaccionar antes de que sus labios encuentren mi cuello. Me
besa y mueve sus manos hacia abajo, rasgando mi vestido más
profundamente, hasta mi cintura, mi vientre, y luego todo el
camino...
Se rompe por la mitad y cae a un lado.
Estoy desnuda debajo de él. Expuesta. Mi inocencia al
descubierto mientras sus ojos me devoran con un hambre
primitiva.
Mi propia lujuria me recorre desde el pecho hasta los pies.
Siento un cosquilleo en todo el cuerpo. Un cosquilleo de
expectación, de excitación, de sentimientos que nunca antes

29
había sentido. Pero, sobre todo, de ser el centro del afecto y el
deseo de Trip.
Su nariz presiona la base de mi cuello, enviando una
increíble sensación a través de mi cuerpo. Frota la suave
hendidura de mi cadera con su pulgar, haciendo que me
retuerza bajo él. Sus labios se estrechan contra mi clavícula,
dejándome un beso que se desliza suavemente por mi columna
vertebral y hace que mi cerebro dé vueltas.
—T-Trip...
—¿Sí, mi querida?
¿Mi querida...?
No hace falta que me obligue. Mis piernas se abren
voluntariamente para él, y él lo aprovecha. Su mano áspera
sube por la parte interior de mi muslo con propósito, haciendo
que mi espalda se arquee como un puente sobre el sofá. No
puedo controlarme, y mi mandíbula se queda abierta cuando
encuentra mi parte más íntima de mi cuerpo y la toca por
primera vez.
—Dios mío.
—No, Dios no —ronronea. —Sólo Trip, nena.
Sólo cuando desliza un dedo dentro de mí me doy cuenta
de la magnitud de mi excitación. Estoy goteando. Tanto que
inmediatamente me sonrojo de vergüenza. ¿Me pasa algo?
Su otro brazo me rodea la cintura y me sujeta con fuerza
mientras entra y sale de mí con perfecta precisión. Qué
habilidad. Qué dominio. Cada empuje hace que mi respiración

30
se agudice. Mi corazón se acelera. Los dedos de mis pies se
enroscan y mis manos se aferran a los cojines del sofá.
—Siento tu virginidad, nena.
Me está llevando a algún lugar. Más rápido de lo que he
llegado antes.
—Trip, Trip, Trip, Trip, Trip —murmuro rápidamente.
Wow, Wow, Oh Dios mío...
—¿Qué, nena? —susurra. —¿Qué es?
Sí. Sabe exactamente lo que está haciendo.
—Voy a... voy a... voy a...
—¿Vas a qué, cariño? —ronronea, curvando sus dedos
como el movimiento final de una orquesta que me golpea justo
en el estómago, y luego se apodera de cada músculo de mi
cuerpo. Mis piernas se doblan, mis abdominales se tensan y
tengo espasmos incontrolables.
—¡Correr!
Y lo hago. Con fuerza.
Respiro por última vez mientras mi clímax me sacude, lo
cual es bueno, porque no respiro durante el siguiente minuto.
Me estremezco allí, con su dedo encerrado dentro de mí, justo
donde se supone que debe ir, indefensa, completamente bajo
sus órdenes. Qué maravilloso es. Estar tan dominada. Tan
controlada. Tan completamente feminizada bajo su
masculinidad. Nunca había imaginado algo tan increíble. Y
necesitaba que Trip me lo mostrara.

31
Me voy a alguna parte. A mi propio mundo. Pueden ser
cinco segundos; pueden ser cinco minutos. Pero cuando abro
los ojos, me encuentro con el torso desnudo de Trip, un pecho
ancho y musculoso y una escalera de abdominales ondulantes.
—Oh, Jesús...
Mi cabeza está nadando. Estoy mareada. Es casi
demasiado. Casi. Todavía estoy tratando de procesar el primer
orgasmo que me ha dado un hombre mientras me pasa los
dedos por el pelo y me guía hasta el dobladillo de sus vaqueros
desabrochados.
¿Me está pidiendo lo que creo que me está pidiendo?
No. Me lo está diciendo.
Cuando lo veo, todo el aliento abandona mis pulmones. Me
estremezco y empiezo a salivar como un perro.
La visión de su polla me aterroriza y me excita a la vez.
Puede que sea virgen, pero sé exactamente dónde tiene que ir,
y lo quiero ahí. Aunque me duela. De hecho, la idea de que Trip
me haga doler con ella hace que mis caderas rechinen contra
el sofá.
—Voy a intentar no follarte la garganta —dice, guiando mi
boca hacia la gruesa corona de su miembro viril. —Pero no
puedo prometer nada.
Trip es contundente. Es duro. Mis labios se estiran en
torno a su grosor y mi lengua se aplana mientras él fuerza su
eje en mi boca. Me dan arcadas y trato de retroceder, pero él
no lo permite. Su mano me agarra con fuerza la cabeza,

32
manteniéndome donde estoy. Al instante se me humedecen los
ojos y lo miro a través de una visión borrosa.
Dios mío, me está utilizando y me encanta.
Entra y sale con precisión, lentamente, como un maestro.
Un dios del sexo. Se burla de mí, va in crescendo antes de dar
el golpe final. La tensión es como la de una cuerda de guitarra
que se retuerce hasta llegar a su punto de ruptura, avivando
el fuego siempre creciente entre mis piernas, embelesándome
con cada movimiento de sus caderas.
Me penetra profundamente. Vuelvo a tener arcadas y él se
retira, dejando un rastro de saliva en mi barbilla. —Joder,
nena. Pensé que podría aguantar más, pero no puedo. —Me
agarra por los tobillos y me pone de espaldas, luego me separa
las piernas bruscamente y me mira fijamente. —Necesito ese
bonito coño. He estado soñando con él desde que te vi por
primera vez. Rezando para que no dejes que Richard lo tenga.
Se inclina, acercando sus ojos ardientes a los míos.
Es como si pudiera ver su alma en ellos, ardiendo por la
mía con una intensidad que nunca podría morir. Hipnótico.
Atrayente. Estoy atada a él. Por mucho que lo intente, no
puedo apartar la mirada.
—Esto es mío. ¿No es así, Dakota?
Las palabras salen de mis labios. —Sí, papi. Es tuyo...
Trip me ha hechizado. Esto no es propio de mí. Nada de
esto es propio de mí. Pero me encanta.

33
Alrededor de Richard y su padre, su firma de abogados,
sentí que tenía que ser alguien que no era. Pero alrededor de
Trip, es como si él sacara mi verdadera yo. Es como si ya me
conociera. ¿Es por haberme observado? ¿O algo más?
Me envuelve en sus brazos mientras me penetra. Jadeo
ante la ligera sensación de escozor, pero al instante se
desvanece con la descarga de placer más increíble y explosiva
que he sentido nunca. Me estira, me llena, se entierra dentro
de mí. Presiona sus caderas hacia abajo y gruñe cuando me
reclama por completo.
—Joder, estás apretada. —Su voz suena tensa. —Apenas
puedo moverme dentro de ti.
Estoy complaciéndolo.
Todo lo que quiero hacer es que se sienta bien. Rodeando
con mis brazos sus anchos hombros, siento sus músculos
mientras se mueve, apresando mi cuerpo, minúsculo bajo el
suyo, mientras reclama mi inocencia.
—Joder, Dakota —jadea, con su polla palpitando dentro
de mí. —Joder, eres increíble.
—¿Es... está bien para ti? —Abro más las piernas,
aceptando más de él. Su hombría completa mi feminidad como
si estuviéramos destinados a encajar.
—¿Bien? —gruñe como si acabara de decir la cosa más
tonta del mundo. —Querida, tu coño es el cielo más dulce y
asombroso que podría haber deseado. Y no correrme en dos
segundos va a ser la tarea más dura de mi vida.

34
Paralizada por sus palabras, sólo puedo asentir y tomar su
polla. Cada uno de sus empujones me estira más alrededor de
su gruesa hombría. Cierro los ojos y respiro, entregándome a
su poder mientras mueve sus manos hacia mi cintura y me
sujeta como si fuera su dueño.
—Joder, Dakota —me gruñe al oído. —En el momento en
que te vi supe que tenía que tenerte. Que sería impotente
contra ti. Y entonces te vi con él y tuve que esperar. No sabes
lo difícil que fue para mí esperar por ti...
Sus embestidas se hacen más fuertes. Acelera el ritmo. Se
pone duro conmigo. Los músculos de su espalda se expanden,
flexionándose bajo mis brazos. El interior de mis muslos está
resbaladizo. Siento los latidos de su corazón retumbando en
mi pecho y los míos latiendo constantemente en mi clítoris, que
palpita de excitación cada vez que sus caderas avanzan.
—Mi polla estaba destinada a estar aquí —susurra, con su
voz como si fuera miel caliente llegando a mi oído. —Tu coño
estaba esperando ser reclamado por mí.
No puedo evitar sentir que tiene razón.
Todo lo que dice me golpea. No se está conteniendo. No
tiene miedo de decir lo que está diciendo, no tiene miedo de
cómo voy a reaccionar. De hecho, es como si supiera lo que
quiero oír. Lo que necesito oír.
Su ritmo se acelera. El calor dentro de mí se convierte en
un fuego ardiente. El sudor brota por todo mi cuerpo. Debería

35
estar cohibida, pero no lo estoy. Sólo puedo pensar en
complacerlo. En complacer a Trip. Mi salvador. Mi acosador.
Cuando él se corre, yo también.
El chorro de liberación caliente dentro de mí me lleva al
límite.
—Vamos, chica —gruñe. —Deja que papá sienta cómo se
corre ese coñito virgen sobre su polla.
En un instante, Trip rompe algo dentro de mí y despierta
algo dormido que ni siquiera sabía que estaba ahí. Me olvido
de todo y me dejo llevar. Mi boca se abre y grito como nunca
antes había gritado mientras un clímax como nunca antes
había sentido se apodera de mí, estremeciéndome,
sacudiéndome profundamente. Si fuera un edificio, me estaría
derrumbando ahora mismo.
Trip me tapa la boca con la palma de la mano y susurra:
—A papá le encanta escuchar eso. Pero no hagas mucho ruido,
o los vecinos pensarán que te estoy asesinando.
Eso no hace otra cosa que excitarme aún más, y grito en
su áspera piel mientras él me embiste, liberando su caliente y
pegajosa descarga como un torrente de deseo que no hace otra
cosa que incitarme a llegar a un lugar al que ni siquiera había
soñado que podría llegar. Entierra su polla en lo más profundo
de mi cuerpo hasta que expulsa lo último de su descarga, y
luego se desploma sobre mí, con los fuertes latidos de su
corazón golpeando mis pechos.
—Lo siento.

36
—¿Por qué? —Me cuesta creer que se disculpe después de
algo tan increíble.
—Fui más duro de lo que debería haber sido contigo —
explica. —Era tu primera vez, lo sé, pero no pude evitarlo.
—No te disculpes por eso, Trip. —Sonrío, acariciando
perezosamente su espalda. —No soy de porcelana. No me vas
a romper.
—¿Ah, no? —pregunta, trayendo sus ojos a los míos. Su
polla se mueve dentro de mí, y puedo sentir que aún está duro.
—¿Estás segura?
—Bastante segura... —respondo lentamente.
—Bien —dice, incorporándose y agarrando mi cintura. —
No te importa si lo intento, ¿verdad?

37
Capítulo 5
Trip

Dakota es como la Mona Lisa colgada en un McDonald's


dañado por el fuego. Su belleza, su inocencia, el aura que
proyecta al mundo... simplemente no pertenece a mi
apartamento.
Llevo media hora mirándola, observando cómo duerme, su
hombro desnudo al descubierto bajo las mantas, la suave piel
de su cuello y su mejilla brillando suavemente bajo la luz de la
mañana. Apenas puedo dormir una noche sin que me asalten
las pesadillas, los sueños de la guerra, pero Dakota está ahí
como un ángel.
Y anoche, yo también lo hice por primera vez en años.
Es como si la hubieran enviado aquí para salvarme.
Para curarme.
Y si me obligo a hacerlo, casi puedo hacerme creer eso.
Casi.
Pero esto es peligroso. Insanamente peligroso.

38
Me dije que la cuidaría. Que la observaría desde lejos y me
aseguraría de que no le pasara nada. No me dije que me
enamoraría de ella, que la escondería en mi apartamento y la
haría mía para siempre. Pero eso es lo que estoy haciendo. A
eso me dirijo.
¿Y qué pasará cuando ella sepa qué clase de hombre soy?
¿La clase de monstruo que soy? ¿Qué pasará cuando me deje?
Estaba roto después de la guerra, pero me recompuse lo
suficiente como para funcionar. Si eso sucede, no estoy seguro
de poder volver a funcionar. De hecho, estoy seguro de que no
lo haré.
No. Arreglaré las cosas para ella en su vida y la dejaré ir.
Es lo mejor para ella y para mí. Resolver esta mierda entre ella
y Richard, solucionar su situación con su apartamento, y luego
dejarla ir. Cualquier otra cosa llevará al desastre.
La dejo durmiendo, me lavo la cara, me dirijo a la cocina y
agarro las llaves. Me pongo las botas y estoy a medio camino
hacia la puerta cuando oigo su voz detrás de mí. —Si no
vivieras aquí, pensaría que estás intentando escaparte.
Mi corazón late más rápido cuando me giro y la veo de pie
con una de mis camisetas. Dios, qué increíble sería
despertarse con esto todos los días.
—Iba a devolverte tu apartamento.
—Oh. —Ella asiente. —Por un segundo, pensé que ibas a
hacer que me quedara aquí contigo, ¿sabes? Hacerme tu
prisionera.

39
Joder...
¿Por qué me hace esto? Ella tiene mis engranajes
funcionando y mis ruedas girando, pero sé dónde terminará
un plan como ese.
Ahora mismo para ella, eso es pura fantasía. Soy el tipo
mayor que salvó su lindo trasero, la conquistó e hizo de ella
una mujer. Pero una vez que sepa quién soy realmente, no
querrá tener nada que ver conmigo. Es mejor arrancar la tirita
cuanto antes, antes de que alguno de los dos se encariñe
demasiado. Especialmente ella.
—Yo...
—¿Y a qué te dedicas? —pregunta. —¿Además de acosar
mujeres?
—Ya te he dicho que no hago eso. Sólo... contigo.
—Claro. —Sonríe. Mientras camina hacia mí, el dobladillo
de mi camiseta se levanta peligrosamente, y aunque ya la tomé
tres veces ayer, siento que mi polla empieza a responder de
nuevo. —Entonces, cuando no me estás acosando, eres...
¿contable?
Tengo que reírme. —¿Contable? ¿Sentiste estas manos
sobre ti anoche y esa es tu suposición?
Como una diosa del sexo sacada de la mitología griega, se
acerca a mí y me recorre el pecho con un dedo. —Bueno, mi
siguiente suposición fue obrero de la construcción, pero tus
vaqueros no están lo suficientemente rotos para eso.
—Mecánico —respondo. —Restauración y reparación.

40
—Sexy. —Ella asiente. —Y ex-marine.
—Correcto.
—¿Tú...?
—¿Por qué no te muestro la tienda? —interrumpo. —
Toma, ponte esto. —Agarro un par de mis pantalones cortos de
gimnasia del armario y se los tiro. Ella retuerce la cintura un
par de veces y consigue que le queden bien, más o menos, y la
conduzco escaleras abajo hasta la tienda.
—No es un trayecto tan malo —comenta. —Mi trayecto a
la oficina es brutal...
—Bueno, ya no harás ese trayecto —le digo mientras
entramos en el garaje. —A estas alturas, Richard habrá hecho
que su padre te despida. Y no es que quieras trabajar para esos
imbéciles de todos modos, ¿verdad?
Puede que no sea capaz de estar con ella. Puede que
Dakota y yo nunca podamos ser marido y mujer. Pero ella
nunca volverá a estar cerca de Richard o de su familia. Sólo la
idea de que él o su viejo tengan siquiera sus ojos puestos en
ella, mi ángel, es suficiente para hacerme ver rojo.
—Es cierto —dice ella, observando mi espacio de trabajo.
—Entonces, supongo que tendrás que protegerme.
La observo mientras se pasea por el garaje, examinando
los diversos muscle cars americanos que estoy restaurando.
Para mi sorpresa, parece interesada, pero cuando ve mi moto,
la Vincent Black Shadow, se detiene y me mira.

41
—Sabes, nunca me he subido a la parte trasera de una
moto.
No. No lo hagas.
—Apuesto a que has tenido un montón de chicas en la
parte trasera de esto sin embargo. ¿Eh, Trip?
—Ni una. —No puedo mentirle. Y no hay nada que desee
más que subirla a la parte trasera y dar un paseo. —¿Quieres
ser la primera?
Cada vez que intento alejarme de ella, da un paso hacia
mí, y no puedo resistirme. Debería echarla de mi vida, no
invitarla a entrar. Pero ella tiene un poder sobre mí. Como si
supiera algo sobre mí de una manera que nadie más sabe. E
incluso mientras la ayudo a subir a la parte trasera de mi moto,
sé con certeza que esto es malo.
Arranco el motor y sonrío cuando Dakota me rodea con
sus brazos.
—Sujétate, botoncito.
Giro el acelerador y la moto cobra vida, dejando una línea
de goma en el suelo del garaje.
Con Dakota en la parte trasera de mi moto, con sus brazos
alrededor de mi cintura y su mejilla apoyada en mi hombro,
me siento como un rey. Los árboles pasan a toda velocidad
mientras yo piso a fondo y acelero por la carretera, con el viento
rugiendo en mis oídos. Por un minuto, es como si fuera el
hombre que era antes de irme. Antes de alistarme. Antes de ir

42
al extranjero. Antes de la guerra. Antes de las cicatrices. Antes
de estar roto.
Si tan sólo hubiera podido conocerla entonces.
Si tan sólo ella hubiera podido conocerme antes.
Conduzco hasta el puente y me detengo en el acantilado
que domina las cataratas. Siempre he pensado que si alguna
vez tuviera una chica, este sería el lugar al que la traería. Una
parte de mí sabe que debería seguir conduciendo o dar la
vuelta. Pero no puedo evitarlo.
Dakota se baja de la moto y jadea ante la vista. —¡Wow,
Trip, es tan hermoso! Debes venir aquí todo el tiempo.
—Me gusta venir y pensar. —Asiento con la cabeza. —Y
estar solo.
—Oh, bueno, espero no molestar —dice con una sonrisa,
ligeramente burlona. La observo mientras camina junto a mí,
con mi camiseta y mis pantalones cortos, hasta el borde de la
colina con vistas a las cataratas, y me doy cuenta de que podría
perderme en momentos como éste.
Una ráfaga de viento atrapa su pelo y lo revuelve, dejando
al descubierto su delgado y tierno escote. El viento tensa mi
camiseta, revelando su cintura, y me recuerda lo increíble que
se veía desnuda la noche anterior, acostada debajo de mí.
Dios, realmente me estoy enamorando de ella.
—Quizá podríamos hacer un picnic aquí —sugiere. —
Podría preparar algo de comida y podríamos traerla aquí y...

43
—Vamos —ladro, acelerando el motor. —Nos vamos. Tengo
cosas que hacer hoy.
La mirada que me lanza cuando se gira me revuelve el
estómago. Seguramente se preguntará qué ha hecho para que
me ponga así. Y la verdad es que no ha hecho nada más que
ser ella misma. Y esa es la cuestión.
No puedo estar cerca de ella mucho más tiempo. Va a
seguir siendo ella misma y abriéndose camino en mi corazón,
y yo voy a seguir enamorándome de ella hasta que no me quede
ningún lugar al que ir.
Y entonces un día ella descubrirá que no soy el suave y
romántico salvador que ella cree que soy. Va a descubrir que
sólo soy un veterano destrozado y con cicatrices que no la
merece. Y entonces me dejará. Y me va a odiar por hacerla
perder el tiempo.
No. Es mejor terminar las cosas ahora.
Mejor para los dos. Pero sobre todo, mejor para ella.

44
Capítulo 6
Dakota

Podría acostumbrarme a esto...


Eso es todo lo que puedo pensar mientras miro el
apartamento de Trip e imagino cómo podría arreglar el enfoque
minimalista y espartano que ha adoptado para el lugar, que
roza la elegancia de una celda. Hay escasez y luego está esto,
y es obvio que necesita desesperadamente el toque de una
mujer. Probablemente ni siquiera se da cuenta. Al igual que yo
no me di cuenta de cuánto necesitaba el suyo hasta que puso
sus manos sobre mí...
Los últimos dos días han sido los más excitantes de toda
mi vida. Es como si hubiera estado sonámbula y Trip hubiera
venido y me hubiera sacado de mi estupor. Hasta ahora, hacer
que mi sangre fluya significaba ir a casa después del trabajo y
ver un romance dramático en Netflix que, con suerte, me haría
llorar antes de tener que ir a la cama y despertarme al día
siguiente y hacerlo todo de nuevo.

45
Pero esos días se han terminado.
Mi trabajo ya no existe. Ahora estoy segura de ello. Incluso
si quisiera volver, que definitivamente no quiero. No estoy
segura de lo que terminaré haciendo, pero sé que Trip se
asegurará de que no termine en el frío con un cartel pidiendo
monedas.
Trip...
Qué hombre. Pensé que hombres como él sólo existían en
los cuentos de hadas o en las novelas románticas. Siento que
lo conozco, pero en realidad todavía no sé nada de él. Estoy
segura de que me lo dirá. A su tiempo.
Y tiempo es lo que tenemos juntos. Porque pienso pasar
mucho tiempo con él.
Después de todo, estoy enamorada de él.
Enamorada de mi acosador.
Pero también de mi salvador.
Me metería en problemas mil veces si eso significara que
Trip se apresurara a salvarme de nuevo. Dios, qué momento
tan mágico fue ese, mirando hacia atrás. Aterrador al principio,
por supuesto. Pensé que me iba a pasar algo terrible, pero
después... ser rescatada por Trip.
Pura magia.
Trip se fue. Dijo que salió para devolverme mi
apartamento. No estoy segura de querer volver allí ahora,
especialmente sabiendo que Richard sabe dónde vivo. Pero
como no tengo nada que hacer mientras él no está, me pongo

46
a trabajar en el apartamento. Las cosas ya están bastante
limpias, pero las arreglo un poco y luego bajo a una tienda local
y compro algunas cosas.
Un par de pantalones cortos y una camiseta para mí. Me
encanta llevar su ropa, pero no es precisamente adecuada para
salir en público. También un par de almohadas decorativas
(pero varoniles) para su sofá, unas velas y una manta de lino
para su cama. No son gran cosa, pero ayudarán mucho a la
energía del apartamento.
Echo un vistazo a los escaparates de la tienda antes de
subir. Nunca me habían interesado los coches y, sinceramente,
siguen sin interesarme. Pero lo que él está haciendo me
interesa. Es su negocio, su trabajo, su habilidad. Quiero verlo
trabajar, ver lo que hace con sus manos. No puedo ayudarlo
con la parte mecánica de las cosas, pero tal vez pueda ayudarlo
de alguna manera con la parte comercial. Ayudarlo con sus
libros, ser su secretaria sexy o incluso simplemente frotar sus
músculos tensos después del trabajo.
Sí, me imagino encajando en su vida.
La ropa que me he comprado no es la más bonita del
mundo, pero me veo bastante bien, si es que puedo decirlo.
Coloco los nuevos cojines en el sofá, esparzo las velas por las
distintas habitaciones e imagino lo bien que van a quedar
cuando se enciendan, y añado la manta a la cama. Justo
cuando me alejo y miro, oigo que la puerta se abre detrás de
mí y sonrío.

47
—Hola, cariño —digo. Me sorprende la naturalidad con la
que salen las palabras, pero cuando me giro y voy hacia la
puerta, no encuentro a Trip de pie, sino a un hombre de
aspecto extraño y peligroso con una larga cicatriz en un lado
del rostro.
—¡Ayuda! —intento gritar, pero el hombre se mueve con
una velocidad cegadora y me tapa la boca con la mano antes
de que pueda pronunciar la palabra.
—No hagas eso —sisea. Mi corazón late peligrosamente,
como si estuviera a punto de estallar dentro de mi pecho.
Mi mente se acelera.
Richard. ¿Me ha encontrado Richard? ¿Su familia contrató
a este hombre?
Trip mencionó algo sobre un encubrimiento hace años.
¿Han enviado a alguien aquí para silenciarme a mí ahora?
—No estoy aquí para hacerte daño. Estoy aquí para sacarte
de aquí. Trip me envió. Ahora voy a quitar mi mano. No grites,
¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza. ¿Qué más puedo hacer? El hombre
retira la mano. Siento que estoy a punto de vomitar.
—Trip... ¿te ha enviado él?
—Como habrás adivinado, tu cita de la otra noche no es el
tipo más decente del mundo. Así que mientras Trip se ocupa
de él, no podía volver aquí, así que me envió para llevarte a un
lugar seguro.

48
—Un lugar seguro... —repito. —¿Qué hay de malo en este
lugar?
—Los hombres del padre de Richard —dice el hombre. —
Podrían seguirlo hasta aquí. Encontrarte. Eso no puede
suceder.
La forma en que este hombre habla. La forma en que se
comporta. ¿Un viejo compañero militar? Creo que está claro
que no va a hacerme daño. Si quisiera, ya podría haberlo
hecho. Pero mi ritmo cardíaco sigue por las nubes.
—Y entiendo que no puedo volver a mi apartamento.
—Ven conmigo —dice. —He conseguido una localización
segura.
Localización segura...
Código militar. Definitivamente uno de los amigos de Trip.
Pero mientras lo sigo por las escaleras del apartamento y hacia
su coche, no me siento muy segura. O a salvo. De hecho, me
siento desequilibrada. Sola. Con miedo.
Se supone que debo estar con él.
El hombre que me salvó en primer lugar. El hombre que
me cuidó y me protegió. No empeñada en su amigo como una
especie de responsabilidad.
No te pongas dramática, me digo mientras conducimos.
Trip está ahí fuera poniéndose en peligro por mí. Ya lo hizo una
vez, y debería estar agradecida. No cuestiono sus motivos.
—Entonces, ¿a dónde vamos? ¿A un hotel? ¿Un motel? —
Resoplo como hago cuando estoy nerviosa. El hombre, cuyo

49
nombre me doy cuenta de que ni siquiera conozco, hace girar
el coche por una calle tranquila y se detiene ante un pequeño
edificio de apartamentos y estaciona.
—Tu nuevo apartamento.
Sale del coche, abre una puerta en la planta baja y entra.
¿Esto es todo? ¿Mi nuevo apartamento?
Sin nada más que hacer, salgo y lo sigo dentro para
encontrar un estudio completamente vacío con nada más que
un colchón en el suelo, una cocina, un microondas y unas
cuantas bolsas de ropa junto al armario.
—Hay cinco mil dólares en el tocador del baño —me dice
el hombre. —Eso debería servirte para levantarte y conseguir
lo que necesites.
Se da la vuelta para marcharse.
—¡Espera! Pensé que habías dicho que esto era temporal.
Voy a volver a ver a Trip, ¿verdad?
El hombre se detiene y se gira. Ni siquiera tiene que
responder. Puedo decir por la mirada en su rostro cuál será la
respuesta. Y supongo que por mi expresión se da cuenta de
que no necesita decirla.
Se me doblan las rodillas y caigo al suelo cuando sale y
cierra la puerta tras de sí.
Es mentira... me ha mentido.
No volveré a ver a Trip. Él tenía que sacarme de su
apartamento, así que hizo que su amigo me mintiera para
traerme aquí. Me tiró algo de dinero como si fuera una chica

50
que alquiló por un par de días, consiguió lo que quería y ahora
ha terminado.
Las lágrimas brotan al instante de mis ojos como si alguien
abriera un grifo al máximo.
Una puta barata.
Así es como me siento. Esto es peor que cualquier cosa que
Richard pudiera haberme hecho.
Ojalá nunca lo hubiera conocido. Desearía que nunca me
hubiera acosado, rescatado o arrebatado algo tan sagrado.

51
Capítulo 7
Dakota
Tres semanas después…

Las tres semanas más largas de mi vida.


Una tortura.
Noches inquietas de poco o ningún sueño, seguidas de los
peores sueños que he tenido nunca. Días insoportables
empeorados por la búsqueda de trabajo, empeorados aún más
por el hecho de que no he tenido el periodo.
Sí, estoy bastante segura de que estoy embarazada, y el
responsable se ha ido para siempre.
Todavía no he ido al médico ni he comprado un test de
embarazo para confirmarlo. Estoy demasiado asustada.
Demasiado asustada para afrontar la verdad.
Me quita la virginidad, hace que me enamore de él y luego
desaparece, dejándome con una responsabilidad de por vida.
Sí, menudo tipo.

52
Un sollozo me ahoga mientras miro por la ventana el patio
trasero, un cultivo de árboles que lucha por encontrar el sol
entre las sombras opresivas de los edificios de apartamentos
que los rodean por todos lados.
—Sí —murmuro. —Me siento como ustedes, chicos.
Mi teléfono suena. Faltan diez minutos para mi entrevista.
Hoy tengo el lujo de ser considerada para el prestigioso puesto
de 'chica de la botella' en el Club de Caballeros Prancing Pony.
No es exactamente hacer striptease. Puedo mantener la ropa
puesta, pero tampoco es un trabajo del que me jactaría de
tener. Pero teniendo en cuenta mis cualificaciones y el hecho
de que el padre de Richard me ha puesto en la lista negra de
todos los bufetes de abogados en un radio de treinta
kilómetros, estoy empezando a raspar el fondo del barril.
Me miro en el espejo y reprimo las ganas de chillar. Me veo
barata, como la puta que me hizo sentir Trip cuando hizo que
su amigo me dejara en este apartamento como un pequeño y
sucio secreto con el que ya no quería tener nada que ver.
Es vergonzoso. Pero tendrá que servir.
El trayecto hasta el club debería durar cinco minutos, pero
parece que tarda cinco segundos. Estoy en el despacho del
gerente y me siento frente a él, intentando no sudar mientras
me mira como un trozo de carne.
Petey. Ese es su nombre. Parece que está a punto de
decirme que tiene que 'probarme' antes de contratarme.

53
—Tendrás que trabajar en esa cara de perra en reposo. Los
chicos quieren pensar que tienen una oportunidad de llevarte
a casa al final de la noche.
¿Cara de perra en reposo? Nunca en mi vida nadie me
había acusado de tal cosa.
—De acuerdo, lo haré. —No voy a discutir con él. Es todo
lo que puedo hacer para siquiera sentarme aquí y enfrentarme
al hecho de que tal vez tenga que trabajar aquí.
—¿Cómo te llamas? —me pregunta.
—Dakota.
—Tu verdadero nombre, cariño. No tu nombre artístico.
—Dakota es mi verdadero nombre —digo con demasiada
firmeza. Sus ojos se entrecierran.
—Sin sorpresas, Dakota. No me gustan las sorpresas.
—¿Sorpresas?
—Ex novios locos. Padres sobreprotectores. Embarazos
sorpresa. Si contrato a una chica, quiero saber lo que estoy
recibiendo, ¿entiendes? Eres una inversión. Como un caballo
de carreras. Pongo tiempo y dinero en ti y si tú vas y me jodes
la mierda y...
—Bien, ¿sabes qué? —Me pongo en pie de golpe,
incorporándome. —No lo haré, ¿de acuerdo? Me llevaré mi cara
de perra en reposo a otra parte.
Giro sobre mis talones y salgo furiosa de la oficina de Petey
mientras él lanza insultos a mi espalda. La humillación que
puedo soportar tiene un límite, y que me compare con un

54
caballo un tipo que parece que debería estar encerrado por ser
un depredador sexual me ha llevado al límite.
Me rompo una uña al entrar en el coche y hago todo lo
posible para no empezar a llorar mientras conduzco de vuelta
a mi apartamento, lo que debería llevarme sólo cinco minutos,
pero me parece que son cincuenta. Las lágrimas caen por mis
mejillas mientras abro la puerta con el hombro, tiro el bolso
sobre la mesa de la cocina y me derrumbo en el sofá de
segunda mano que conseguí por cincuenta dólares: el sofá más
incómodo jamás fabricado por un ser humano.
Trip...
Lo odio. Lo odio tanto.
Si tan sólo hubiera sido más fuerte.
Si tan sólo hubiera sabido decirle que no a Richard y
simplemente no hubiera salido con él esa noche. Entonces
podría haber evitado todo este lío.
Ahora sólo soy otra chica que llora histéricamente y a la
que otro tipo mentiroso que sólo quería aprovecharse de ella le
rompió el corazón.
¿Y qué conseguí con ello?
Un recuerdo.
Un recuerdo increíble que me avergüenza demasiado
recordar y disfrutar. Un recuerdo tan manchado por la
vergüenza y lo que pasó después que ya no vale la pena ni
pensar en él.
—Dios, Dakota. Eres una maldita...

55
—Hola, querida.
El sonido de otra voz en mi apartamento me sacude como
mil voltios directamente en el pecho. Me pongo en pie como un
cohete y giro en su dirección para encontrar a Trip sentado en
un rincón de la habitación, oculto en su mayor parte por la
sombra, sólo es visible su silueta...
...y, por supuesto, sus ojos, ardientes y ambarinos, que
captan la luz de forma precisa.
Mis pies se entumecen. Las piernas me abandonan.
Intento apoyarme en algo, pero al no tener muebles me
resulta imposible. Me caigo al suelo.
Pero Trip me atrapa.
No debería sorprenderme. Su tamaño, su fuerza, su
velocidad, la forma en que comenzó nuestra 'relación'. Le gusta
hacer esto. Aparecer para mí cuando cree que necesito que me
salven. Sólo que esta vez no lo quiero.
En absoluto.
—Suéltame.
—Dakota...
—Suéltame, o grito violación.
Trip deja escapar algo parecido a una suave carcajada,
pero me deja suavemente en el suelo. —Nadie te oiría. Podría
taparte la boca si quisiera.
—O podrías ser un buen tipo y marcharte —respondo,
sentándome. —Como hiciste antes.
—No quería hacerlo —dice. —En serio, Dakota...

56
—Ahórratelo —interrumpo mientras mi sistema nervioso
empieza a dispararse en alerta máxima. —No quiero oírlo.
Estoy a mitad de camino hacia el baño cuando desliza sus
brazos alrededor de mi cintura y me hace girar hacia él. Mis
ojos parecen moverse por sí solos, alejándose de él, repelidos
por la idea de tener que mirarlo. Un sentimiento de repulsión
flota en mi estómago. Oh, Dios. Podría estar enferma. Primero
Petey comparándome con animales, y ahora el regreso del
hombre que me rompió el corazón.
—¡Trip, no! —exclamo, retorciéndome contra su férreo
agarre. —¡Suéltame! Suéltame.
—Detente, Dakota. Por favor, deja que me explique.
Intento darle un rodillazo en las pelotas. No funciona, y
Trip se retuerce y me empuja contra la pared.
—¡Vete a la mierda! Me has roto el corazón, pedazo de
mierda.
—¡Dakota! —brama. —Tenía que irme, ¿de acuerdo? Iban
a matarte.
No sé si son sus palabras o el tono de su voz lo que me
hace callar, pero una de las dos cosas lo hace. El corazón da
un vuelco y agacho la cabeza y desvío la mirada. Trip suspira
y me suelta. Pero, por alguna razón, no corro.
Tal vez no quiero que se vaya.
Tal vez no lo odio realmente.
—¿Recuerdas que te dije que abusó de una chica cuando
éramos jóvenes y que su familia lo encubrió, Dakota? Lo

57
encubrieron haciendo desaparecer a la chica. Cuando era más
joven pensé que tal vez le pagaron y le compraron una nueva
vida en algún lugar, pero cuando crecí, me di cuenta de lo que
realmente sucedió. Iban a hacer lo mismo contigo. Así que tuve
que esconderte hasta que... manejara las cosas.
Sus palabras me estremecen. Esto es como algo sacado de
una película. ¿Con quién demonios me metí cuando acepté ese
trabajo? Finalmente, lo miro y siento las mismas mariposas
que sentí cuando nuestros ojos se encontraron por primera
vez.
—¿Manejaste las cosas?
Trip asiente. —Richard y su familia no te molestarán
nunca más.
No hace falta que me lo explique. Trip es un ex-marine, y
he visto de lo que es capaz. Si se fue por tres semanas, no fue
a la policía. Estaba usando las habilidades que aprendió como
soldado para asegurarse de que yo estuviera a salvo.
—Y... ¿por qué estabas haciendo eso por mí, Trip? —
pregunto, con la voz débil. —¿Porque... sientes que me lo debes
después de lo que pasó?
—No, no, no —responde él, silenciándome. —Te lo debía
porque ahora eres mi mujer, Dakota. Porque te amo.
Una orquesta se hincha dentro de mi pecho. ¿Cómo puede
mi vida cambiar tan drásticamente en un día?
Me inclino hacia delante, apretándome contra él, e inhalo.
Sigue usando el mismo jabón para el cuerpo. Lleno mis

58
pulmones con el aroma mientras me rodea con sus brazos,
prácticamente aplastándome contra él. La felicidad me recorre,
eliminando todo el dolor del día, la angustia de las últimas tres
semanas, y una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando me doy
cuenta.
—Trip. Tengo algo que decirte. —Afloja su agarre sobre mí
y lo miro, sosteniendo su mirada durante mucho tiempo. Este
es el hombre con el que voy a pasar el resto de mi vida. Me
duele pensar que he podido dudar de él, aunque sea por un
segundo, después de lo que ha hecho por mí.
—¿Qué pasa, querida?
Apenas puedo sacar las palabras. El acto ya ha ocurrido.
El futuro ya ha sido cambiado, pero la admisión cambiará todo
de nuevo. Decir las palabras hará que la verdad sea más cierta
de lo que es.
Mi corazón se estremece. Se me corta la respiración en el
pecho. Abro los labios y dudo. Trip me mira fijamente. El
momento pende entre nosotros como el destino.
Sí. Este es el hombre con el que pasaré el resto de mi vida.
El hombre que me ha salvado la vida, no una sino dos
veces.
—Trip —digo, finalmente con confianza. —Estoy
embarazada.

59
Epilogo
Trip
Cinco años después…

Nunca pensé que pudiera volver a estar completo.


Volví de la guerra como un hombre roto. Pero allí estaba
ella. Dakota. Ella tomó los pedazos, los juntó y me construyó
de nuevo. Puede que haya salvado su vida, pero ella salvó mi
alma.
Y mientras estoy en la terraza trasera de nuestra nueva
casa del lago, con vistas a la luz del atardecer que se refleja en
el lago, tengo que pellizcarme para asegurarme de que no estoy
soñando y de que no voy a despertarme en el cuartel buscando
mis botas y mi pistola.
Cada día con Dakota es una bendición.
Y cada día con mi hijo.
—¡Papá! —Me giro cuando mi hijo pequeño, James, y mi
mujer bajan por el muelle hacia mí. Corre rápido para su edad
y será un tremendo atleta si decide que le interesa. Lo tomo en

60
brazos y lo hago girar sobre mis hombros. Se ríe como siempre,
y lo sostengo boca abajo mientras su madre se acerca a
nosotros, lanzándome una leve mirada de desaprobación.
—No te preocupes, no lo dejaré caer —bromeo.
—¡No me dejará caer, mamá!
—Será mejor que no —me devuelve la broma, dándome un
beso en la mejilla. —No me gustaría estar enojada con papá
durante, digamos, veinte minutos o algo así.
—Mmmm, pero a papá a veces le gusta que mamá se enoje.
—Le devuelvo el guiño.
—¿De qué están hablando? —pregunta James, alcanzando
una babosa en el muelle. Lo vuelvo a levantar y lo sostengo en
mi brazo mientras subimos de nuevo a la casa.
Después de que Dakota me diera la gran noticia, aceleré
las cosas en la tienda y me maté trabajando durante los tres
años siguientes para poder permitirnos esta nueva casa. No
iba a formar una familia en el apartamento en el que vivía
cuando nos conocimos, ni siquiera con los 'toques femeninos'
de Dakota.
No creo que hubiera podido hacerlo sin ella a mi lado.
Trabajar esas largas horas como soltero habría sido una
tortura, pero con ella y mi hijo para volver a casa... bueno, es
un sacrificio que mereció la pena. ¿Y la mirada de Dakota
cuando le dije que nos mudábamos y le mostré este lugar? Eso
hizo que cada una de esas largas horas valiera la pena.

61
Llevo a James arriba mientras protesta, como siempre
hace, de lo poco cansado que está. Pero para cuando consigo
que se lave los dientes y Dakota lo arropa, ya arrastra las frases
y, una vez apagadas las luces, se va a la tierra de los sueños.
Observo cómo ella cierra la puerta de la habitación de
James y mis ojos recorren las líneas de su cuerpo. Lleva unos
pantalones de chándal que cree que no muestran sus caderas
y su culo, pero lo hacen completamente. Hoy en día tiene
tantas curvas que nada de lo que lleva puesto puede ocultar
su sensualidad.
Mi necesidad de ella nunca parece disminuir. Amo a mi
hijo, por supuesto, pero a veces desearía que tuviéramos la
casa para nosotros solos, para poder devorarla mañana, día y
noche. Apenas tiene tiempo de darse la vuelta antes de que le
ponga las manos encima.
La cinturilla de sus pantalones se abre con facilidad y
descubro que no lleva bragas. Lo hace a menudo para mí, pero
sobre todo cuando lleva faldas y vestidos, así que es una grata
sorpresa.
—Mmm, mamá traviesa —susurro mientras separo sus
labios y encuentro su pequeño capullo de placer y aplico una
suave presión, haciendo que su espalda se arquee.
—Papá malo —susurra ella, buscando mi polla, que ya
está creciendo bajo mis pantalones.
Esta mañana me he levantado a su lado, duro como una
roca, y he enterrado mi erección en su húmedo coño y la he

62
hecho correrse cuatro veces antes de depositar una enorme
carga dentro de ella. Podría haberle dado otra esta tarde si no
hubiera estado ocupada con James, así que ahora me siento
un poco atrasado.
—Es tu culpa —le digo, haciéndola retroceder por el pasillo
hasta el dormitorio, rodeando su clítoris con mi dedo, sacando
la humedad de ella mientras me desabrocha los pantalones. —
No sería así con ninguna otra mujer en la tierra.
Dakota es una diosa.
Me robó el corazón desde el momento en que la vi, y
considero que cada momento a partir de esa primera mirada
es un momento predestinado que nos llevó a este futuro que
ahora compartimos.
Mi amor.
Mi esposa.
La madre de mis hijos.
Le beso el cuello mientras la empujo contra la cama y, con
una mano, le bajo los pantalones de chándal hasta los tobillos.
Ella expone sus pechos ante mí por sí misma, y yo beso sus
pezones, poniéndolos duros entre mis labios.
—Trip...
—Acaricia mi polla, nena —le ordeno. —Juega con ella
antes de que la meta en tu coñito.
—Oh, Dios, cariño —gime ella, retorciéndose debajo de mí.
—La quiero dentro de mí. Por favor, cariño.

63
Ella tira de mi polla, que ya está dura como el acero, y yo
la presiono contra su coño, que está goteando de excitación.
Una lujuria salvaje se apodera de mí.
—Voy a follarte duro esta noche, nena. ¿Puedes
soportarlo?
—Lo quiero, nene. Haz que me duela.
Agarrándola por los labios, los aprieto con los dedos y la
beso, luego le chupo la lengua mientras acaricio su agujero con
la punta de mi polla hinchada. Hollywood nos dice que las
parejas casadas tienen una vida sexual aburrida. Tal vez la
mayoría lo haga, pero Dakota y yo no. Hacemos el amor todos
los días como si no tuviéramos otra oportunidad.
Me despierto cada mañana sintiéndome bendecido por
tener un día más con mi mujer. Y así es como me siento
mientras me deslizo dentro de ella y escucho el sonido de sus
gemidos en mi oído y siento cómo sus suaves brazos me rodean
el cuello y los hombros.
—Dios, te sientes tan bien, nena.
—¡Tú también te sientes muy bien! —gime Dakota,
besando mi cuello.
Empujo con fuerza, incapaz de ir despacio, incapaz de
domarla, incapaz de contenerme. Soy un hombre poseído.
Poseído por un impulso repentino surgido de la nada.
—Dakota, nena —susurro. —Quiero dejarte embarazada.
Quiero que me des otro hijo.

64
Siento que sus labios contra mi cuello se tuercen en una
sonrisa. No tiene que responder, pero lo hace de todos modos.
—Sí, cariño. Córrete dentro de mí. Déjame embarazada.
—Dios, te amo.
—Yo también te amo, Trip.

Fin

65

También podría gustarte