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Solo se traducen y diseñan libros ya escritos por fantásticos escritores.

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los libros en físico y seguir a los autores en sus páginas web oficiales y
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El siguiente material no pertenece a ninguna editorial y, al estar realizado


por diversión y amor a la literatura, puede contener errores.

Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento.

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Staff

GWER B TAURI
Traductora Correctora

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Sinopsis

N ICK
Mi empresa ha sido contratada para asegurarse de que Holly
obtenga su mayor deseo navideño.
Las reglas son simples:
Seducción y fantasía, y absolutamente nada de sexo.
Pero en el momento en que miro la deliciosa pelirroja, todas las reglas salen
por la ventana más rápido que el trineo de Papá Noel en la noche de
Navidad.
No debería tocarla, pero es la temporada de dar, después de todo.
Y realmente quiero darle a Holly una noche que ambos nunca olvidaremos.
El problema es que, una vez envuelve esa dulce y pequeña lengua en mi
bastón de caramelo, quiero mucho más que solo una noche.

Advertencia: Bienvenido a la Navidad Hot-Bites de Jenika y Jordan, donde los paquetes


son grandes, las medias están definitivamente colgadas, y la nieve no es lo único que se
ara. Hemos decidido que has sido bueno este año, así que acerca una silla y disfruta de
una pequeña y sucia taza de alegría navideña.

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Índice

Sinopsis
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Epílogo
Sobre las autoras
Aquarius Constellation

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HOLLY

Si escucho un villancico más, voy a vomitar. No estoy de broma. Odio


esta época del año. Hace frío, me siento miserable y la gente es
simplemente grosera. Hoy he intentado hacer un poco de compras
navideñas, lo prometo realmente lo hice. He estado quince minutos en una
tienda con música navideña de fondo, con toda esa gente empujando y
empujando, para ser finalmente atropellada por un carrito de la compra.
Ahora estoy cojeando por la calle, sin siquiera una bolsa de compras
colgando de mi mano. Una mujer dentro de los grandes almacenes me ha
atropellado con su carrito. No se ha disculpado; ella solo ha resoplado,
como si yo fuera quien hubiera causado el accidente. Ha sido la gota que ha
colmado el vaso, y me he rendido.
Después de buscar un banco cerca del parque, me siento a
inspeccionar los daños. Me agacho para mirar la parte de atrás de mi pierna
y me estremezco ante lo que veo. Mis medias están desgarrados, unas
carreras gigantescas en el nailon suben por mi pierna. El talón de mi pie
tiene una herida abierta, y está ensangrentado. Mi par de tacones favoritos
tampoco han salido ilesos de ese infierno. Están rayados y dañados
gravemente. Pensándolo bien, no entiendo porque me he ido sin decirle
nada. Tendría que haber mirado mal a esa mujer y haberle arrojado mi
zapato antes de señalarla con el dedo.
―Parece que te han pisoteado los renos de Santa ―dice una voz
profunda a mi derecha.
Levanto la cabeza para mirar quien me está hablando, y todo en mí
se detiene. Un escalofrío recorre mi espalda, su voz hace vibrar todo mi ser,

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como pequeñas descargas eléctricas, haciendo que mi cuerpo zumbe de


necesidad. Lo cual es inusual por dos razones. Uno, he estado huyendo de
las relaciones y de los hombres en general durante los últimos cinco años.
Mi última ruptura no terminó bien, para ser honesta, acabó tan mal que la
idea de confiar en otro hombre me asusta muchísimo. Sin embargo, la
última y más obvia razón es que no conozco a este hombre. No lo conozco
en absoluto y peor aún... lleva un traje de Santa.
Genial, me he tropezado con un loco.
―¿Te conozco?
Sueno como una vieja perra malhumorada en este momento, pero
no estoy de humor para que un tipo disfrazado me moleste con esas
tonterías del espíritu navideño, no importa lo guapo que sea.
―Soy Santa, ¿no te has dado cuenta? ―Dice, graciosamente.
Descanso mi espalda contra el banco y miro al extraño, sintiendo que
mis cejas se levantan con sarcástica incredulidad. Lleva un traje de Santa,
de uno rojo cursi que parece hecho de terciopelo aplastado y una barba
blanca falsa, supongo que no es algo raro en esta época del años. Pero lo
que no encaja en su papel de papá Noel es que cuando se quita los guantes
blancos, puedo ver que sus manos grandes y masculinas están cubiertas de
tinta.
Devuelvo mi atención a su rostro, ahora que su cara no está cubierta
con el disfraz, veo que luce una barba negra con un poco de gris salpicado.
Sus ojos oscuros, casi negros, me miran fijamente. Se ven intensos, burlones
y, al mismo tiempo, de alguna manera aburridos de la vida. Saca un cigarrillo
y luego lo enciende, ahuecando su mano contra el viento fresco de Nueva
York.
―No creo que Papá Noel deba fumar ―le digo.

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―Cariño, Santa hace muchas cosas que se supone que no debe hacer
―sonríe, y algo en esa expresión de su rostro hace que mi cuerpo se
caliente.
―Lo que sea. Deberías asegurarte de que tu jefe no te vea hacer eso
―murmuro, molesta porque está haciendo que mi cuerpo traidor reaccione
cuando no debería.
―Santa no tiene jefe.
―Dios, ¿puedes dejar de actuar? Ya casi se acaban las fiestas, y lo
último que quiero hacer es escucharte decirme cómo pasas tus días en el
Polo Norte jugando con tus renos ―resoplé.
―De hecho, hago que los elfos acaricien los cuernos de mis renos
―sonríe. ―¿Qué te tiene tan cabreada?
―¿Quieres decir además de que una mujer me atropellara con un
carro, arruinara mis medias y mi par de tacones favoritos?
―¿Quién era ella? La pondré en la lista de los niños malos ―pregunta
y en este punto simplemente niego con la cabeza.
¿Quién es este chico?
―La dejarás sin… ¿Qué estás haciendo?
Siento que mis ojos se agrandan mientras lo veo ponerse de cuclillas
frente a mí.
―Es bastante obvio. Estoy revisando tu lesión ―murmura, ignorando
mi protesta y subiendo mi pierna a su regazo a pesar de que intento
apartarla.
Me apoyo en el banco, porque si no lo hago, voy a terminar
cayéndome al suelo. Intento patearlo, pero él sostiene mi pierna con
firmeza, impidiéndome hacer ningún movimiento.

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―¿Puedes parar? ¡No te conozco! Y además, este vestido es


demasiado corto. Me tendrás mostrando mis partes íntimas a la mitad de
Nueva York ―mi voz se ha elevado en este punto.
―Deja de ser dramática. Mi cuerpo te está bloqueando por completo
―él rechaza mi objeción y luego me mira, realmente me mira. Sus ojos se
clavan en los míos y su mano en mi pierna se vuelve más tensa, aumentando
un poco más su agarre. ―¿Estás usando bragas?.
Mi cuerpo se sacude, reaccionando a su pregunta. Debería sentir
repulsión. De hecho, debería entrar en pánico. Un hombre que no conozco,
un hombre vestido con un traje de Papá Noel, con un cigarrillo atrapado
entre sus labios y su enorme mano cubierta de tinta envuelta alrededor de
mi pierna, me está preguntando si llevo bragas. No debería estar excitada.
Y si mis bragas húmedas son una indicación… definitivamente estoy muy
caliente.
―¡No puedes preguntarme eso! ―Grito, tratando
desesperadamente de alejarme de él. No puedo estar excitada por un
extraño, un extraño muy extraño, sexy como el pecado. No puedo estar
hablando de mis bragas con dicho extraño y, sobre todo, no puedo estar
tentada de abrir mis piernas un poco más para él.
―Negras... bonitas ―dice casi para sí mismo, obviamente después
de haber mirado mis bragas. No estoy segura de cuánto puede ver gracias
a mis medias, pero siento mi cara calentándose, aunque el aire tiene un frío
invernal. ―Maldita sea, cariño, yo diría que el carrito de la compra ha
ganado la batalla ―murmura alrededor de su cigarrillo, pero de alguna
manera logro entender cada palabra.
―¿Podrías soltar mi pierna, por favor? ―Gruño, incapaz de alejarme
de su firme agarre. Estoy dándome cuenta que lo que pensé que podría ser
relleno para completar el traje de Santa es en realidad simplemente
músculo. Si sus manos son algo que puedo coger como referencia, es
enorme.

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¿Qué dicen de los hombres con las manos grandes?

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NICK

He estado jodidamente aburrido todo el día... hasta ahora. Dirijo


Dreamers, una tienda en Upper Eastside que se especializa en hacer
realidad los sueños y las fantasías. La Navidad es nuestra temporada más
concurrida. Mucho de eso se debe a que hay un montón de mujeres solas y
aburridas durante la Navidad. Por ejemplo, la Sra. Keni Preston. Una ex ama
de casa cuyo mayor deseo para la Navidad de este año, es ser cortejada y
seducida por Santa.
Ahora, no pienses mal. No vendo sexo. Solo vendo una fantasía. La
Sra. Preston pagó para que Santa la recogiera en Central Park, la llevara a
casa, la invitara a una cena romántica en una suite del ático y la abrazara
toda la noche. Sin sexo involucrado. Ahora sé lo que estás pensando, pero
abrazar no es sexo. Incluso hay personas que se autoproclaman
abrazadores profesionales.
Las personas que contrato para hacer esta mierda son examinadas
exhaustivamente, entrevistadas a fondo y pagadas generosamente por su
trabajo. Solo contrato a los mejores de los mejores, a excepción de Brian
Flannigan, al parecer. Esta mañana me ha dicho que estaba enfermo,
dejándome plantado y sin un puto Santa. Tengo poco personal, y todos ya
tienen una fantasía asignada. Era o cancelar la de la Sra. Preston en el último
minuto o hacerlo yo mismo. Joder, odio esto, y nunca lo hago, para ser
honesto. Debería haberla cancelado. Hubiera sido más profesional, pero
una mirada a este culo caliente, y agradezco no haberme retirado en el
último minuto.
Aunque resoplo por esto. No habrá ninguna retirada en el último
minuto en lo que a ella respecta.

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El espíritu de la Navidad, y la esperanza de no recibir nunca una mala


crítica en Yelp o en algún otro sitio estúpido, me empujo a intervenir, y
estoy muy contento de haberlo hecho ahora. No sabía quién era Keni,
porque mi recepcionista hace todas las reservas. Sin embargo, tengo que
decir que si hubiera sabido lo hermosa que es de antemano, le habría
quitado este trabajo por completo a Brian. Ella es una mujer fría como una
piedra. Piernas que van por millas, tetas del tamaño de melones y tan
jodidamente perfectas que se estiran y te suplican que las sostengas. El
vestido negro que lleva es profesional y severo, pero es sexy y muestra el
escote lo suficiente como para querer agarrar cada lado del cuello en V y
arrancarlo de su cuerpo. Y joder... ese maldito cabello rojo que tiene en la
cabeza es como una maldita corona de belleza. Me pregunto si las cortinas
hacen juego con la alfombra.
Tiene todos esos mechones atados en un maldito moño, pero se nota
que es largo y ondulado. La mierda es bronce, castaño rojizo y otros colores
que no puedo ni empezar a nombrar. Es como si tuviera el maldito sol
atrapado dentro.
La perfección.
Esperaba que se rindiera ante mí de inmediato, pero debe gustarle el
juego que estamos jugando. Puedo con esto. Siempre me han gustado las
mujeres con imaginación. Entonces, cuando comienza a retorcerse, decido
seguir mi instinto. Por lo general, las mujeres estrechas y desconfiadas
como esta tienen un lado un poco extraño. Golpeo con fuerza el costado de
su muslo y mantengo presión sobre su pierna.
―Estate quieta ―le ordeno, usando una voz profunda, dominante.
―Si quieres jugar a este juego, entonces debes saber que yo estoy a cargo
―y como pagó por la fantasía de Santa, agrego: ―O Santa te pondrá en la
lista de las niñas malas.
―¿Estás loco? ―Pregunta, fingiendo estar indignada. Sin embargo,
no puede ocultar el temblor de su cuerpo. Ella no puede ocultar la forma en

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que se estremece por el contacto, o la forma en que sus pantorrillas se


aprietan bajo mi mano, o incluso la forma en que su trasero y sus caderas
se curvan en el aire hacia mí. Y realmente no puede ocultar esos jodidos
pezones, que empujan contra su vestido.
―Santa tiene que castigar a las chicas malas ―sonrío y me pongo de
pie, sacándome el cigarrillo de la boca y aplastándolo bajo mi bota. ―¿Cuál
es tu nombre, cariño? ―Pregunto, ignorando el hecho de que ya lo sé;
después de todo, estoy desempeñando un papel aquí.
―Holl-Holly ―susurra, claramente nerviosa. Me sorprende que no
me dé su nombre real. Pero me gusta que se apegue a la fantasía y
aparentemente al tema navideño, usando el nombre de Holly. Ella encaja
con la descripción en el boleto, cabello rojo, ojos verdes, usa tacones negros
y lleva un maletín. Descarto la idea de que tal vez, jodidamente tal vez me
he equivocado de chica. A ella le gusta jugar y definitivamente estoy de
humor para jugar con ella.
―Holly, creo que es hora de que te muestre exactamente lo que hace
Santa con las niñas malas.
―Yo... ¿tú me lo vas a mostrar? ―Pregunta, sus ojos se abren de par
en par y se vuelven redondos, mostrando las bellezas verdes en las que un
hombre podría perderse.
―De hecho, sí ―le digo, dejando que mi mano se mueva más arriba
por su pierna. Su cuerpo se tensa, su mano va a medias para detenerme,
pero cuando empujo debajo de su vestido, subiendo por su muslo, ella no
protesta.
―¿Qué hace... qué hace Santa? ―Pregunta en un tono suave como
un susurro y le envío un agradecimiento al cielo porque Brian haya llamado
enfermo.
―Santa las moja ―sonrío, dejando que mi dedo roce la tela sedosa
de sus medias. Realmente quiero arrancar a las cabronas para poder tocar
sus bragas, unas que sé que son bonitas y están empapadas. Apuesto a que

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ella está preparada para mí. A pesar de que sus medias me mantienen
alejado de lo que realmente quiero, puedo sentir lo húmeda que está. Su
rostro se pone rosa y sé exactamente cómo mi toque la está afectando.
Ahora conozco su pequeño y sucio secreto. Definitivamente está viviendo
su fantasía y está lista para más. Voy a llevarla de regreso al ático que he
reservado y definitivamente estoy pensando que le daré a Holly más de lo
que ha pagado. Va en contra de todas las reglas que tiene mi empresa, pero
Holly me está haciendo olvidar todo eso. Incluso me hace sentir atrevido.
Ella tiene mi polla más dura que el puto acero.
Si la pequeña Holly juega bien sus cartas, este Papá Noel podría
decorar su bonito cuerpecito para Navidad...

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HOLLY

No puedo creer lo que estoy haciendo. Sigo a Santa fuera de Central


Park, hasta este elegante edificio. Su gran cuerpo musculoso está envuelto
en ese espantoso atuendo de terciopelo rojo aplastado, pero a pesar de
eso, estoy tan excitada que no voy a decir que no a lo que va a suceder.
Aunque debería. No lo conozco, lo que hace que esto sea una locura. Sin
embargo, enciende este fuego dentro de mí, algo que nunca antes había
experimentado.
El lado racional de mi cerebro me dice que podría ser un asesino en
serie, tentándome con su sensualidad navideña y haciéndome olvidar todas
mis reglas y lo peligroso de la situación.
Pero luego otro lado de mí, el que controla el hecho que quiero que
me folle tan fuerte, que desea que me haga cantar fa-la-la-la en un grito
agudo, anula todo lo demás.
Y así es como me encuentro en esta suite, mirando a un hombre que
sé que quiero entre mis piernas más que mi próximo aliento, y rezando para
que su bastón de caramelo sea tan grande como imagino.
Ninguno de los dos dice nada durante largos segundos, pero tiene
una sonrisa arrogante en su rostro que me dice que sabe exactamente
cómo me siento, tal vez incluso lo que estoy pensando.
Un escalofrío recorre mi espina dorsal por la forma en que me mira,
la forma en que me desnuda con la mirada. Recorre lentamente toda la
longitud de mi cuerpo, y doblo mis manos en puños apretados, intentando
dominar mis sentimientos. Puedo sentir lo duros que están mis pezones, y

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no tengo la menor duda de que están presionando contra la tela de mi


camisa como pequeños capullos apretados suplicando por su boca.
―¿Qué tanto quieres que te llenen las medias, Holly?
Su uso de la jerga navideña debería desanimarme, pero en realidad
tiene el efecto contrario.
Aprieto los muslos juntos, tratando de detener el flujo de humedad.
Puedo sentir lo mucho que mis bragas están empapadas, y sé que mis
medias también están húmedas. Pero no puedo responderle, no puedo
encontrar mi voz. Sin embargo, nada de eso importa, porque la sonrisa que
me da me dice que no necesito decir nada.
Él sabe exactamente lo que quiero, exactamente lo que necesito para
cambiar este día de mierda en algo bueno.
Me da una sonrisa de comemierda, sus dientes blancos y rectos
destellando, y luego empieza a desabrochar su abrigo rojo con el borde de
piel blanco alrededor del cuello. Cuando se quita la chaqueta, todo lo que
puedo ver es una piel dura y dorada cubierta de tatuajes oscuros. Sus
abdominales de tabla de lavar hacen que mi lado femenino se vuelva loco y
mi vientre se apriete dolorosamente.
Estoy tan excitada en este momento que todo lo que quiero hacer es
pedirle que me arranque la ropa y me folle a pelo. Quiero sentir dolor por
la mañana. Quiero tener problemas para caminar porque me haya dado
fuerte, sin parar.
Oh, Dios. Soy una maldita mujer sucia. No puedo creer que esté
pensando en hacer esta mierda obscena con él.
Supongo que esto es lo que pasa cuando estás soltera durante
demasiado tiempo.
No dice nada mientras se acerca a una silla de cuero y se sienta. Abre
las piernas, el movimiento hace que su vientre se apriete y muestre su

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perfecto paquete de seis. Sus bíceps son enormes, y todo lo que puedo
imaginar es esa carne tatuada encima de mí.
Le da una palmada a su pierna y siento que mis ojos se abren.
Dios, por favor, ni siquiera piensas en ir allí.
―Ven a sentarte en el regazo de Santa y dime lo que quieres por
Navidad.
Debería encontrar toda esta situación divertida, pero está teniendo
el efecto contrario en mí. ¿Soy tan lunática y rara que el juego de rol de
Papá Noel me esté excitando? Pero cuando miro su entrepierna, veo el
enorme bulto que luce el bueno de San Nicolás, sé que lo que quiero por
Navidad, es lo que luce debajo de esos pantalones de terciopelo rojo.
»No hagas que Santa vuelva a preguntar. Quieres permanecer en la
lista de los buenos, ¿verdad? ―Levanta una ceja oscura y mi boca se seca.
Esto no debería excitarme tanto como lo hace. Vuelve a palmear su muslo
y, como una buena chica, me encuentro caminando hacia él. ―Espera
―dice y me congelo. ―Quítate los tacones y las medias.
Trago el nudo que de repente se aloja en mi garganta. Hago lo que
me pide y siento que mi piel se tensa cuando el aire helado se mueve sobre
ella.
»Ahora ven aquí y siéntate en mi regazo ―su voz se ha vuelto más
profunda, más exigente.
Cuando estoy justo frente a él, podría haberme sentado en su regazo,
pero en cambio espera a que lo haga yo misma. Cuando estoy en la posición
en la que me quiere, con mis dos piernas sobre una de las suyas, tengo que
obligarme a respirar normalmente. Puedo sentir el contorno de su
monstruosa polla debajo de mi culo, y trato de no retorcerme.
Lo intento y fallo.

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»¿Sientes lo que tengo para ti, este gran jodido regalo que tengo
entre mis muslos? ―Me sonríe de nuevo y levanta ligeramente las caderas,
clavando su polla contra mi trasero. Jadeo suavemente. ―Debes haber sido
una chica muy buena este año para recibir este regalo de Santa. ¿No es así,
Holly?
Me encuentro asintiendo con la cabeza, siendo arrastrada por esta
fantasía de juego de roles que nunca supe que podría disfrutar. Y antes de
que me dé cuenta de lo que está pasando, él tiene sus manos en mi cintura
y me da la vuelta para que lo mire. La nueva posición tiene mis piernas
abiertas, colgando sobre sus muslos musculosos y con su gran eje
presionado justo entre mis muslos. Se me ha subido la falda y sé que, si mira
hacia abajo, podrá ver mis bragas.
Se inclina para que nuestras bocas estén a solo unos centímetros de
distancia.
―Puedo oler lo preparada que estás para mí, cuánto quieres esto
―sus palabras suenan como el gruñido de una bestia. ―Pídeme que te
folle, Holly.

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NICK

Necesito que me examine un médico. No tendría que estar


mezclando el placer con el trabajo, lo sé, he oído como a otros han tenido
que cerrar sus negocios por hacerlo. Pero en este momento no estoy
pensando con la cabeza. Es triste, pero estoy pensando solamente con mi
polla y mis bolas, están tan jodidamente apretadas y pesadas en este
momento que es un milagro que me pueda contener. Siento la necesidad
de tirarla al suelo y hundirme profundamente dentro de ella. Quiero
follarla, y apenas puedo pensar en otra cosa. Al menos la he hecho pedirme
que fuera más allá. Quiero decir, no es mucho, pero por alguna razón mi
conciencia se siente mejor con esa pequeña admisión.
Ella me está mirando, sus ojos verdes nublados por el deseo y la
necesidad. Es una expresión con la que un hombre podría emborracharse.
Demonios, es hermosa. Extiendo la mano y comienzo a quitarle las pinzas
del cabello, sin querer dar un paso más hasta que haya liberado los
mechones castaños de su prisión. Debería ser ilegal mantener el cabello así.
Dejo que mis dedos se muevan a través de las hebras una vez que están
libres, amando la sensación de su roce contra mi piel.
―Date prisa ―susurra, instándome a seguir adelante, y no puedo
evitar sonreír. Ella cree que tiene algo de control aquí. Es hora de que le
muestre la verdad... No tiene ninguno.
―Ponte de rodillas, Holly.
―Pero... ―ella dice, su rostro muestra lo confusa que se siente. Está
empezando a dudar de sí misma, lo que probablemente es muy sabio. Me
encuentro haciendo lo mismo, pero espero que no se detenga.

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―De rodillas. Ahora, Holly ―repito. Mi voz no deja lugar a


discusiones.
Se desliza al suelo, vacilante. Se muerde el interior del labio
nerviosamente y hay una pregunta en sus ojos.
»¿Está pensando en echarte atrás?
―No planeaba hacer esto ―susurra.
―¿No quieres seguir con está fantasía navideña? ―Por alguna razón
eso me decepcionaría. Estoy disfrutando este juego de roles más de lo que
pensaba.
―Ni siquiera sé tu nombre ―agrega, indecisa. Sin embargo,
permanece de rodillas, esos grandes y hermosos ojos verdes mirándome
mientras su mirada se clava en la mía.
―Desabróchame los pantalones ―gruño, mi pene palpita bajo su
toque.
Sus dedos tiemblan levemente mientras estira la mano para desatar
el cordón de estos malditos pantalones.
Una vez desabrochados, veo como sus ojos se abren por lo que ve. Yo
sonrío.
―No estás usando ropa interior ―dice sorprendida.
―A Santa le gusta tener las pelotas libres para que puedan tintinear
todo el camino a casa... dentro de ti.
―Jesús ―murmura. ―No puedo creer que esté a punto de hacer
esto con un hombre que a parecer esté convencido que es Santa.
―¿Hacer qué? ¿Chuparme el bastón de caramelo? ―Sonrío,
definitivamente empujando mi suerte.
Envuelve su mano alrededor de mi polla, sacándola. La cabeza
bulbosa está pintada con mi pre-semen. Las venas grandes y rígidas palpitan

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en mi eje. Si no envuelve sus labios a mi alrededor pronto, podría correrme


por toda su cara. Me sostiene con fuerza, su dulce manita acariciándome
de arriba hacia abajo. Gimo de placer.
―¿Te gusta eso? ―Pregunta, y de repente no parece tímida en
absoluto. Es como si casi me estuviera desafiando.
―Mucho ―le digo, extendiendo la mano y acariciando con mi dedo
su mandíbula. Ella es hermosa. Sus labios y los delicados rasgos de su rostro
me llaman como nunca nada ni nadie lo ha hecho antes. Es hermosa, pero
se verá aún mejor cuando esos labios se estiren abiertos alrededor de mi
polla y su cara esté presionada contra la raíz.
―Dime tu nombre... Dame al menos eso ―dice, apretando mi polla
fuertemente con su mano, haciéndome gruñir de éxtasis.
De repente, el juego de roles no parece tan importante, quiero
escucharla gritar mi nombre real mientras me meto dentro de ella.
―Nick. Llámame Nick ―le digo, tirando de su cabello para intentar
inclinar su cabeza hacia abajo, cansado de hablar.
―¿Como San Nicolás? ―Pregunta, mientras aplana la lengua y lame
la parte inferior de mi polla.
―No soy un santo, Holly, y estoy a punto de demostrártelo ―gruño,
envolviendo su cabello alrededor de mi puño, es hora de que me haga
cargo.

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HOLLY

Su polla es dura y larga, gruesa y un poco intimidante. Sin duda, no


soy virgen, pero pensar en la posibilidad de tener el gran eje de Nick
dentro de mí me hace sentir como si esta fuera mi primera vez.
Todavía tengo mi mano envuelta alrededor de su polla, mis dedos ni
siquiera pueden tocarse debido a su circunferencia. Inclino mi cabeza
ligeramente hacia atrás y miro su rostro. Está completamente apoyado en
la silla, con los antebrazos reposando a su lado y los ojos a media hasta.
Parece un poco borracho, y sé que es por el placer que lo recorre.
Yo misma me siento intoxicada.
―Continúa, Holly. Chupa el gran bastón de caramelo de Santa.
El juego de roles realmente me excita, y no sé si eso significa que
estoy mal de la cabeza, o si estoy tan necesitada por una polla
hundiéndose profundamente en mí, que estoy dispuesta a seguir el juego.
De cualquier manera, no planeo detener esto.
»Sigue. Lo estás haciendo muy bien ―la voz de Nick se vuelve más
dura, más exigente. Escalofríos recorren mi cuerpo mientras me habla.
Miro hacia abajo a su polla, la hendidura en la punta ya está
salpicada de pre-semen. Se me hace agua la boca al saborearlo. Y luego,
sin esperar más, bajo la cabeza, separo los labios y succiono la corona en
mi boca.
La salinidad masculina explota en mi lengua y gimo de placer. Sabe
tan bien, amaderado y limpio, potente y completamente masculino. Cierro

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los ojos y gimo a su alrededor mientras comienzo a mover la cabeza arriba


y hacia abajo. Tomo tanto como puedo mientras late en mi boca, y cuando
la cabeza golpea la parte posterior de mi garganta y siento una ligera
arcada, lo escucho gemir.
»Dios, sí. Que bien se siente ―dice con voz ronca.
Tiene su mano en la parte de atrás de mi cabeza, manteniéndome
justo donde él quiere. Sigo chupándolo, pasando mi lengua por la parte
inferior de su eje, trabajando mi boca sobre su polla palpitante. Mis ojos
están llorosos y mi boca está salivando. Siento que se ha puesto más duro
mientras lo chupo, y el sabor continuo de su pre-semen en mi lengua me
hace querer meter la mano entre mis piernas y frotarme hasta correrme.
Empiezo a hacer precisamente eso cuando me interrumpe.
»No te toques, Holly. No le has demostrado a Santa que has sido
una buena chica y mereces un regalo.
Quiero decirle que merezco un regalo, uno grande... como el
monstruo que tiene entre las piernas. Pero sigo chupando la cabeza de su
eje, tarareando alrededor de su polla y deseando que dispare su carga
hasta el fondo de mi garganta y realmente me dé el espíritu navideño.
Y justo cuando siento que su cuerpo se tensa, sabiendo que está a
punto de correrse, me empuja. Su pene se desliza de mi boca con un
pequeño estallido, y lo miro, mi pecho sube y baja mientras respiro con
dificultad. Mis labios se sienten hinchados, ligeramente entumecidos. Me
pregunto qué tan rojos estarán.
»¿Cuánto quieres que te folle? ¿Cuánto quieres que te meta mi gran
polla en tu pequeño y apretado coño?
Sus palabras son tan vulgares... tan malditamente excitantes. No
puedo hablar, ni siquiera puedo moverme. Estoy sobre mis manos y
rodillas, mi falda ha subido obscenamente por mis muslos, mi coño está

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cubierto por mis bragas, pero a la vista. Puedo ver que Nick está mirando
directamente entre mis piernas.
»Vamos, dime ―ice, mirándome a la cara. ―Quiero que me digas
cuánto quieres mi gran polla en lo profundo de tu pequeño y estrecho
coño.
Puedo escuchar los latidos de mi corazón acelerándose en mis
oídos, y mis palmas están empezando a sudar. La excitación que siento no
se parece a nada que haya experimentado antes.
―Lo quiero ―no responde, pero puedo ver que espera que diga
más. Me lamo los labios y miro su erección. ―Quiero tu gran y dura polla
metida profundamente en mi coño ―miro su rostro de nuevo. ―Quiero
que me estires hasta que duela, hasta que el dolor y el placer se mezclen.
Quiero olvidar el hecho de que ni siquiera te conozco, pero que estoy tan
excitada en este momento que ni siquiera me importa ―mi garganta se
aprieta y sé que no podré decir nada más que tenga sentido. Demonios,
me sorprende haber podido pronunciar estas palabras.
No dice nada durante largos segundos y, a medida que el silencio se
prolonga, me pregunto en qué estará pensando.
―Levántate y desnúdate ―sus palabras, su tono, demuestran que
no piensa negociar los términos ni aceptar ningún argumento.
―Muéstrale a Santa la buena niña que puedes ser.

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NICK

Observo a Holly desvestirse, mi mano envuelta alrededor de mi


polla mientras lentamente me masturbo mirándola. Si no ralentizo el
ritmo, me correré antes de meterme dentro de ese lindo gatito.
Cuando por fin está completamente desnuda, se queda ahí
mirándome, una mezcla de necesidad y vergüenza enrojece su rostro.
Teniendo en cuenta lo que estamos al punto de hacer y lo que nos ha
llevado hasta aquí, su timidez parece fuera de lugar, pero me gusta, me
excita. Me atrae como nada más podría hacerlo ahora mismo. Aun así, soy
un bastardo lo suficientemente grande para usar cualquier recurso, y
hacer que desaparezca. La quiero totalmente entregada a la pasión, para
que sea mi esclava y haga todo lo que deseo.
―Toca tus tetas por mí, Holly.
―Yo...
―Hazlo y haz feliz a Santa.
Deja escapar un suspiro largo, estremecedor, y luego mueve sus
manos debajo de sus pechos, ahuecándolos. Observo como aprieta los
globos, sus dientes muerden su labio inferior mientras trata de controlar
su excitación.
»Pellizca tus pezones ―le indico.
Su lengua sale mojando sus labios, y veo su garganta trabajar
mientras se traga los nervios, pero lo hace. Tiene unas tetas perfectas y
sus pezones son del tamaño de una moneda de diez centavos... bonitos,

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redondos y tan duros en ese momento que están pidiendo a gritos mi


atención.
»Desliza tu mano por tu cuerpo, Holly ―ordeno suavemente. La
miro mientras ella obedece, lentamente arrastra sus dedos por su pecho y
luego baja a su estómago. Se detiene allí, como si no estuviera segura de
lo que quiero.
Ambos sabemos lo que necesito.
»No te detengas, Holly. Sabes lo que quiero ― insto. En este
minutomomento no hay juego de roles, no hay nada más que ella y yo. Lo
que necesito que me lo dé. todo. Pienso por un momento, que tal vez la
he empujado demasiado lejos, que es demasiado para ella, y que va a
parar el juego, pero luego desliza los dedos entre los labios de su coño y
comienza a jugar con su clítoris.
Sus ojos permanecen enfocados en mí, y no puedo impedir que mi
mirada deje de verla follarse para mirarla a los ojos. Mis bolas se aprietan
por la necesidad que tengo de correrme. Quiero inclinarla y tomarla por
detrás. Me prometo a mí mismo que lo haré antes de que termine la
noche. En este momento, no hay forma de que pueda controlarme si me
la follo así. Además, quiero ver su cara cuando entre en ella por primera
vez.
Me muevo para poder acceder al bolsillo escondido en estos
ridículos pantalones de Papá Noel. No tenía ni idea de que iba a pasar eso
esta noche, pero siempre me mantengo preparado. Encuentro mi billetera
y solo me lleva un minuto sacar uno de los condones que guardo
escondido. Lo saco y se lo muestro.
»Pónmelo ―le ordeno con un gruñido, esperando poder
contenerme mientras envuelve mi polla con él. No soy un jodido
adolescente cachondo, pero no sé si podré controlarme. He follado con
muchas mujeres, pero no puedo recordar a ninguna de ellas en este
momento, y estoy seguro de que nunca he estado tan alterado por una.

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―Gracias a Dios ―murmura y me encuentro sonriendo. No tengo


idea de qué tiene esta mujer, porque me siento tan conectado a ella, pero
me gusta.
Ella toma el condón de mi mano y se arrodilla frente a mí,
mirándome mientras envuelve su mano alrededor del eje de mi polla
―¿Qué estás haciendo? ―Pregunto, sabiendo que podría ser la
pregunta más estúpida que he hecho en mi vida. La respuesta es clara
como el cristal cuando aplana su lengua contra la raíz de mi polla y
procede a lamer el largo hasta llegar a la punta.
―Asegurándome de que estés bien preparado para el condón
―susurra contra mi polla, y puedo sentir la vibración de sus palabras hasta
mis putas bolas.
Envuelvo mi mano en su cabello, retorciendo los mechones
alrededor de mis dedos y levantándola para que sus labios estén contra
los míos.
―Si no te apresuras, no será necesario el lubricante o el maldito
condón porque mi semen estará por toda tu cara y tetas ―gruño.
―Me gustaría ―susurra, y la expresión de su rostro confirma sus
palabras. Es tentador, pero no tanto como la idea de meterme dentro de
ella.
―Más tarde ―prometo, pensando que si hago todo lo que quiero
hacer con ella esta noche, mañana me dolerán las pelotas como el
infierno. ―El condón, Holly. Ponlo. Santa quiere llevarte a dar un paseo.
Mueve su mano sobre mi polla, sus movimientos mientras rompe el
envoltorio del condón me dicen que está nerviosa. Por la forma en que
desenrolla el látex, se puede decir que no es muy experta en la materia; es
casi como si fuera nuevo para ella. Lo cual, considerando lo que estamos
haciendo, es entrañable.

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Ella rueda la goma por mi polla con delicadeza y de nuevo su lado


dulce me sorprende. Extiendo la mano, agarrándola por la cintura y
acercándola. Capturo sus labios con los míos y deslizo mi lengua
profundamente en su boca, reclamándola con un gemido. Su lengua lucha
con la mía, es un beso hambriento, salvaje y lleno de necesidad.
―Realmente sabes cómo besar ―jadea cuando nos separamos.
―Súbete a mi regazo, Holly.
―¿Vas llevarme al Polo Norte? ―Me dice, riéndose de nuestro
juego.
―A la mierda el Polo Norte, cariño. Santa tiene otros planes para ti
―respondo. ―Unos que realmente te van a gustar.
Mantengo mi eje quieto para que ella se deslice hacia abajo. Dejo
que su mano pase sobre la mía, como si quisiera ayudar. Hay algo tan
jodidamente satisfactorio en la sensación de sus dedos envueltos sobre
los míos. Es como si fuera una señal de que, sea lo que sea lo que estemos
haciendo, estamos haciéndolo juntos.
―Dios mío, qué gran bastón de caramelo tienes ―susurra, su voz se
rompe cuando la punta de mi polla empuja dentro de ella.
―Ve despacio, Holly. Quiero ver mi polla desaparecer dentro de ti,
pulgada a puta pulgada ―le ordeno, incapaz de seguir su juego. La
sensación de su coño apretando la cabeza de mi polla es demasiado
buena. La muevo para que se incline hacia atrás, mi mano en su trasero
manteniéndola en su lugar, mientras bajo mi mirada en el lugar donde mi
polla se aloja profundamente dentro de ella.
―Oh Dios, que bueno… ―gime ella. ―Eres tan grande. Me estás
estirando.
Mierda. Estoy de acuerdo con ella. Nada se ha sentido tan
jodidamente bien. Finalmente, mi polla está completamente dentro de
ella y su culo se ha posado contra mi regazo. Levanto una de mis manos y

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ahueco su teta, apretando el montículo con fuerza. Intento evitar hacer lo


que realmente quiero, que es follarla duro hasta que ambos explotemos.
Quiero que esto dure. Lo necesito. Extiendo uno de sus senos, dejando
que mi lengua toque el gran pezón, haciéndolo brillar, mientras masajeo el
otro con la mano.
―Vamos, Holly. Usa mi polla para llevarnos, a los dos, al borde ―le
digo, queriendo verla montarme, necesitándolo más de lo que necesito
aire en este momento.
―Estoy tan llena que no puedo respirar ―llora, mientras se mueve
sobre mi polla.
Muerdo un gemido cuando siento el aleteo de sus músculos
acariciar mi eje. Se levanta hasta que estoy casi fuera de ella y luego se
desliza hacia abajo. La dejo hacer eso un par de veces, a pesar de que sea
pura tortura, porque es del tipo que me gusta. Sin embargo, si sigue así,
no podré aguantar mucho más tiempo. Agarro sus caderas y cuando
comienza a deslizarse hacia abajo, la golpeo tan fuerte que mis bolas
rebotan contra su trasero. Ella grita cuando mi polla toca su maldito cuello
uterino. Cuando dobla sus caderas hacia adelante, puedo sentir mi polla
raspando los lados de las paredes de su coño y mi semen empujando con
fuerza para salir. Cuando dobla sus caderas hacia adelante, puedo sentir
mi polla raspando los lados de las paredes de su coño, y mi semen
empujando, con fuerza, para salir. Estoy cerca del final. Necesito
asegurarme de que ella esté conmigo. Deslizo mis dedos hacia abajo,
encontrando su clítoris mientras ella me folla.
Se rompe en un millón de pedazos, su coño aprieta mi polla
mientras grita de placer, llevándome al orgasmo con ella. Puedo sentir mi
semen salir, llenando el condón, y por un minuto maldigo el látex que me
impide estar desnudo en ella. Cierro los ojos e imagino mi semilla
pintando las paredes de su coño y acumulándose contra su cuello uterino
mientras descargo hasta la última gota.

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HOLLY

―Sigue. Ordeña mi semen con ese estrecho coño tuyo ―las


palabras de Nick son duras, guturales. Envuelve sus manos alrededor de
mi cintura, clavando sus dedos en mis caderas. ―Úsame para tu placer
―gruñe. ―Déjame sentirte venir. Déjame sentir que las paredes de tu
vagina se aprietan alrededor de mi polla.
Me inclino hacia adelante, mis pechos presionados contra su pecho
peludo, la sensación es increíble. Gimo, mi coño se contrae a lo largo de su
polla por sí solo.
»Dios, haz eso de nuevo, Holly.
Apoyo mis rodillas en la silla y me levanto, el placer me hace sentir
borracha. Colocando mis manos sobre sus músculos pectorales, hago lo
que él quiere, apretando mi coño una y otra vez. El sonido de sus dientes
chocando es fuerte. Con sus manos todavía en mi cintura, siento como se
clavan sus uñas desafiladas en mi piel. El aguijón de dolor se mezcla con
mi placer.
Nick está respirando con dificultad, su ancho pecho se mueve hacia
arriba y hacia abajo, claramente puedo ver como pierde el control poco a
poco.
»Nunca tendré suficiente ―dice gimiendo, y aunque es la primera
vez que estamos juntos, y que probablemente será la única, no puedo
evitar creerle. ―Quiero que me montes hasta que rebotes en mi polla,
hasta que los dos estemos doloridos mañana.

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―Oh. Dios ―susurro y empiezo a balancearme de un lado a otro


sobre él. Me empujo completamente hacia arriba y apoyo mis manos en
sus pectorales, preparándome. Entonces empiezo a rebotar sobre él,
arriba y abajo, más fuerte y más rápido.
―Cristo. Eso es ―su voz es áspera, llena de necesidad. ―Ahora,
quiero que mires cómo follamos ―su voz es tan autoritaria que no puedo
negarme. No lo haré porque yo también quiero verlo. ―Mira hacia abajo,
Holly. Mira cómo te follas a Santa, como deslizas ese coño dulce y
preparado tuyo sobre mi polla.
Nunca ha habido un momento en mi vida en el que haya sentido
tanta excitación. Sé que cuando todo esto esté dicho y hecho, Nick me
habrá arruinado, y no existirá otros hombres para mí.
Me levanto, pero mantengo mi atención en dónde estamos
conectados. Cuando su polla se vuelve visible, veo lo brillante que está por
la crema de mi coño. Todo en mí se aprieta al verlo. Me ha estirado tan
bien, el ardor del placer sigue ahí, y no quiero que esto termine.
»Tan caliente, Holly.
Mi respiración me deja y mis brazos tiemblan mientras intento
sostenerme, pero aun así lo monto.
Mi coño chupa su longitud, y su gran polla me ensancha,
haciéndome sentir como si estuviera yendo al límite.
Me muevo hacia arriba y hacia abajo, mi respiración me deja en
jadeos irregulares y mis tetas rebotan. Mi orgasmo avanza una vez más y
siento que se pone más duro dentro de mí.
No quiero detenerlo.
Luego veo un cambio en él. Su cuerpo se vuelve más tenso, más
duro. El sudor le cubre el pecho y la frente, mientras aprieta la mandíbula
con fuerza. Sé que va a correrse. La pregunta es, ¿cuánto tiempo se
contendrá?

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»¿Ves lo que me haces? ―Me dice, pero parece que está hablando
solo. Todavía me está follando, bueno en realidad, soy yo quien lo está
follando. Pero puedo ver que está al límite. No sé cuánto más puedo
aguantar, así que sé que tengo que seguir para que ambos podamos
encontrar el alivio juntos.
Aprieto los músculos de mi coño alrededor de su polla y él gime,
echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos. Sus dedos se clavan
profundamente en mi piel y sé que mañana tendré moretones. Bien,
porque quiero esa marca, ese recordatorio de que realmente he hecho
esto.
De golpe, comienza a levantarme y a golpearme contra su polla. Los
sonidos húmedos y descuidados de nuestro sexos llenan mi cabeza,
emborrachándome de todo. No pienso en nada más que en este
momento. No importa que este hombre sea esencialmente un extraño,
que después de esta aventura de una noche tendré que hacer el camino
de la vergüenza. Ahora mismo nada de eso importa. Este momento es
todo lo que necesitaba. He estado sin practicar sexo durante demasiado
tiempo, y Nick definitivamente me está devolviendo el espíritu navideño...
literalmente.
Me golpea con fuerza una vez más, para después quedarse quieto,
sus dedos muerden tan profundamente mi carne que siseo de dolor.
Gime, los músculos de su cuello están más tensos que nunca, su cuerpo
parece más grande, más imponente en este momento. Juro que puedo
sentirlo venir, y odio el hecho de que el condón no me permite disfrutarlo
del todo. Quiero su semen. Lo quiero todo de él, no importa lo loca que
sea la situación.
Verlo perdido en la pasión, sentir como él se viene, de repente me
hace llegar al clímax de nuevo.
Colapso sobre su pecho, ambos jadeando, con la piel sudada. Puedo
escuchar los latidos atronadores de su corazón. Coinciden con el mío.

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Quiero preguntar a dónde vamos desde aquí, pero estoy demasiado


avergonzada... demasiado asustada por lo que dirá. En lugar de eso, me
alejo de él y ambos hacemos un sonido cuando su polla se libera de mi
coño. No puedo evitar mirar su polla, la punta del condón llena de tanto
semen. La vista me hace desearlo de nuevo.
No puedo mirarlo a la cara, no después de lo que acabamos de
hacer, no cuando tengo miedo de ver desinterés en su mirada. En lugar de
hacer el ridículo, recojo mi ropa, me la pongo a toda prisa y me largo de
allí.

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NICK

Soy un estúpido, un tonto. No hay otras palabras para lo que acabo


de hacer. He dejado que Holly se fuera. A pesar que he tenido que luchar
conmigo mismo, ni siquiera he intentado detenerla. Quiero decir, esto
solo ha sido un rapidito, una tarde de lujuria. No es que realmente nos
conociéramos.
Fue ha sido sexo.
Eso es.
Excepto que todavía puedo sentirla montando mi polla. Todavía
puedo escuchar sus suspiros entrecortados en mis oídos y todavía puedo
olerla en la habitación… La extraño.
¿Qué me está pasando? No creo que haya echado de menos a una
mujer en mi puta vida.
Me levanto y me meto en la ducha. Pero, mientras lo hago, odio el
hecho que el agua me esté quitando el olor de Holly de mi piel. Sin
embargo, necesito seguir recordando que nada de lo que hemos hecho
aquí ha sido real, seguro que su nombre ni es Holly. Ha siso solo un juego,
una fantasía.
Pero todo se ha sentido tan real. Todo ha sido muy real cuando su
pequeño y apretado coño apretaba mi polla y la dejaba seca.
Muevo mi mano a mi pene, dejando que la espuma del jabón se
deslice alrededor de mi eje y la acaricio un par de veces, pero no siento
deseo, ni excitación. No se parece en nada a Holly.

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Holly es única... Ella es especial.


Ella es especial.
Nunca nada se ha sentido como ella...
Mierda. Sueno como a tonto enamorado. Esa chica ni siquiera me
ha dado su nombre real y ha montado mi polla solo porque me ha
contratado para una fantasía. Necesito salir de aquí. Termino mi ducha y
me pongo la ropa que he sido lo suficientemente inteligente como para
llevarme, en lugar de ese maldito traje de Santa. Miro la bola de
terciopelo rojo en el suelo.
Una imagen de Holly desabrochándome los pantalones parpadea en
mi mente y mi polla se estira contra mis jeans. Quiero más de ella. No me
importa si su nombre es Keni o Holly. No me importa si ha sido solo para
una tarde robada. Quiero más de ella y, por suerte, tengo sus datos de
contactos en mi oficina. Mi secretaria tuvo que pedírselos para inscribirla
en una fantasía. Si ha pensado que podía esconderse de Santa,
lamentablemente está equivocada.
Ho, ho, hijo de puta, jo... Santa está en todas partes, lo sabe todo y
lo aprenderá muy pronto.

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HOLLY

Al día siguiente

Me muevo en mi silla, un suave siseo me abandona. Estoy


adolorida, mi coño se aprieta por sí solo, recordándome como la polla de
Santa empujaba dentro de mí, y quiero más. Aunque estoy adolorida y
llena de arrepentimiento, no puedo negar que desearía estar con Nick en
este momento. No quería irme ayer, no quería fingir que tenía gana de
irme. Pero no iba a hacer el ridículo, además, ¿como iba a pedirle algo más
cuando él probablemente solo quería un poco de sexo fácil? Y seguro que
lo consiguió, conmigo y con diez chicas más.
Exhalo y me recuesto, sin saber exactamente qué hacer a
continuación. Ni siquiera sé su apellido para intentar contactarlo, si me
decido a buscarlo. E incluso si supiera dónde encontrarlo, ¿qué le diría?
―Oye, ¿me recuerdas? Tuvimos un poco de sexo pervertido el otro
día, ibas disfrazado de Santa. ―Definitivamente eso no va a pasar.
―Oye .
Miro y veo a Michael de pie en la puerta de mi oficina con una
sonrisa amplia. La mirada de "fóllame" que me está dando es bastante
intensa. Sé que Michael me quiere, y no lo oculta, pero con su cabello
grasiento peinado hacia atrás y su reputación de tratar de follar con todas
las mujeres en la oficina, nunca me había desanimado más un hombre.

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Bueno, y dado el hecho de que acabo de experimentar a un hombre


real como Nick, falso o no, Michael es más una molestia que cualquier otra
cosa.
―Hola, Michael ―le digo sin ningún interés en mi voz. Lo conozco
lo suficientemente bien como para entender que incluso una leve sonrisa
en su dirección le hace pensar que lo quieres en tu cama.
―Algunos de nosotros vamos a ir a O'Hare's después del trabajo.
¿Quieres unirte?
Debería decir que no de inmediato, pero él está haciendo que
parezca ser un asunto de oficina, lo cual no me importaría si es así, sobre
todo porque me ayudará a no pensar en Nick.
―¿Quién va a ir?
―Kelly. Mitch, Randall, Shellie, y creo que Donald. Estoy seguro de
que algunos otros vendrán también, después de que la cuenta de
Anderson se haya cerrado, todos debemos relajarnos un poco ―muevo
mis cejas y ni siquiera trato de ocultar mi disgusto.
―Tal vez. Tengo que ver si tengo algo que hacer ―es una mentira.
No tengo nada que hacer, pero suena mucho más atractivo ir a casa y
terminar una botella de vino mientras me sumerjo en un baño de
burbujas... y, por supuesto, pienso en Nick y en todas las cosas que quiero
que me haga.
Michael no se va de inmediato, y cierro los ojos, sabiendo que estoy
totalmente jodida, no puedo seguir pensando en lo que pasó ayer. Quiero
volver a ver a Nick, pero no tengo ni idea de por dónde empezar, ni por
dónde mirar.
Al parecer ahí se acaba el Cuento de Navidad, así que solo me queda
seguir adelante. Con suerte, si alguna vez encuentro a otro hombre, no
será del todo decepcionante, y por fin no pensare más en esa maldita
aventura de una noche.

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»Sí, vale. Salir con todos será agradable ―no me molesto en mirar a
Michael, pero prácticamente puedo sentir su emoción llenar la habitación.
Cuando finalmente se va, miro hacia atrás por la ventana. No puedo
ver mucho más que rascacielos y un cielo turbio debido al clima invernal
que se acerca rápidamente, pero necesito algo más en lo que
concentrarme además de una chico sexy cubierto de tatuajes y que me
folló tan bien que me dolió al día siguiente.
Sí, Nick definitivamente me arruinó por todos los demás hombres.

***

Me siento con un puñado de compañeros de trabajo. Estoy


aburrida, y el martini frente a mí solo lo he bebido a medias. El pub está
abarrotado, estamos casi hombro con hombro, y el olor a sudor y alcohol
llena el aire. Juro que incluso puedo oler el sexo, está omnipresente, como
si todas estas personas estuvieran esperando a que el licor haga su magia
y les sirva de excusa para llevarse a un extraño a casa y follarlo.
Algo como el escenario que experimenté ayer, y con el que sigo
soñando despierta.
Levanto mi bebida y bebo la mitad de mi vaso, sintiendo la
quemadura viajar por mi garganta y asentarse en mi estómago.
―Vuelvo enseguida.
Agarro mi abrigo y me disculpo, dirigiéndome a la puerta,
abriéndome paso entre la multitud de gente apiñada en el pub. Una vez
afuera, me aprieto un poco más la chaqueta y me apoyo contra el costado
del edificio.
El aire está fresco, el invierno ya está aquí y me muerde el culo. Me
quedo mirando a la multitud de personas, bolsas de compras en las

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manos, la noche no les impide hacer sus cosas. Esto es Nueva York, la
ciudad que nunca duerme, mi hogar y un lugar que tiene más de ocho
millones de personas viviendo en él. No hay manera de que vuelva a ver a
Nick.

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10

NICK

Estoy parado afuera, frente en una casa de piedra rojiza a las nueve
de la mañana, un sábado, golpeando la puerta porque nadie ha
respondido al maldito timbre. Sin embargo, esta no es una casa de piedra
rojiza cualquiera. Miro el archivo que tengo en la mano y detengo mis
golpes, por si los vecinos de las casas adyacentes se asustan y deciden
llamar a la policía.
Esta casa pertenece a Keni Preston. Sin duda me he vuelto
completamente loco. Estoy persiguiendo a una clienta, una clienta con la
que tuve una aventura de una noche en la que no puedo parar de pensar.
Una aventura que podría hacer que me demande y destruir mi negocio
por comportarme como un acosador. Un recuerdo con el que me he
masturbado durante los últimos tres días.
Una aventura de una noche que estoy empezando a pensar que
nunca podré olvidar.
Estoy a punto de darme la vuelta y olvidarme de este asunto,
cuando se abra la puerta. Prácticamente estoy conteniendo la respiración,
estoy tan ansioso, por fin voy a volver a ver a Holly. No puedo esconder mi
decepción cuando una mujer pelirroja abre la puerta. Definitivamente no
es Holly. Su cabello rojo no se parece a en nada al de la chica que no
puedo quitarme de la cabeza. Es bonito, pero no tiene el color profundo
que tiene Holly. Es bonita, pero no es mi Holly.
Mierda.
Mi Holly.

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Mi pene solo quiere a una mujer, una mujer que ni siquiera


conozco. Una mujer que probablemente no cree que mi nombre sea Nick.
Una mujer que me folló mientras iba vestido de Santa. Mierda. Las
mujeres me follaron por muchas razones. A unas, la mayoría de ellas me
han follado por el tamaño de mi pene o el tamaño de mi billetera, pero
absolutamente ninguna me ha jodido porque estaba usando un abrigo de
terciopelo rojo.
Podría echarle la culpar a mi falta de control, podría fingir que todo
eso paso porque no había estado con una mujer en mucho tiempo. Con mi
negocio teniendo éxito y la carga de trabajo que eso conlleva, no tengo
tiempo ni interés en llevar a nadie a mi cama. Pero luego vi a Holly y todo
cambió. Me hizo romper una regla fundamental: nunca acostarte con una
clienta.
―¿Puedo ayudarle? ―me pregunta una mujer con unos ojos azul
pálido. Quizás habrían sido bonitos antes de que la mirada acalorada de
Holly me marcara.
Mierda.
―Estoy buscando a Holly... eh ... ¿Keni Preston?
―Soy Keni ―responde, pero la expresión de mi rostro debe
asustarla porque da un paso atrás detrás de la seguridad de la puerta.
―No. Me refiero a la Keni que contrató a Dreamers para una
Navidad... ―veo la forma en que sus ojos se abren con sorpresa. Ella se
queda silenciosa por un segundo y me pregunto qué diablos está pasando
exactamente.
―¡Callate! ―grita, mirando a su alrededor. ―Esa soy yo ―sisea.
―Pero prefiero que mis vecinos no lo sepan. ¿Cómo lo has descubierto?
¿Quién eres?

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¿Qué diablos está pasando aquí? Estoy empezando a tener una


sensación de malestar en el estómago y, por una vez, no tiene nada que
ver con el hecho de que Holly no está debajo de mí, al menos no del todo.
―Yo ... lo siento, eres tú quien contrató...
―¿Quién eres tú? ―repite de nuevo y definitivamente veo pánico
en su rostro, pero no está mintiendo. Apostaría todo lo que tengo.
―Soy Nick Jones. Soy dueño de la empresa ―su garganta se mueve
mientras traga.
―¿Eres el dueño de Dreamers? ―pregunta ella, luciendo
confundida. Demonios, ella no es la única.
―Sí, y estábamos haciendo un seguimiento del pedido de Navidad
hecho por Keni… uh, tú. ¿La fantasía era para ti o para una amiga?
―pregunto, rezando para que sea la última opción y me dé el nombre de
ella. Esa es la única explicación que me viene a la mente para entender la
situación en la que me encuentro ahora.
Empiezo a relajarme, pensando que lo tengo todo resuelto. Holly, y
tal vez ese sea su verdadero nombre, podría pensar que puede huir de mí,
pero ahora la tengo. Cuando finalmente la tenga en mis manos de nuevo,
Santa tendrá que azotarla por ser una niña traviesa. Mierda. ¿Quizás
pueda hacer que sea una chica mala y castigarla? Una imagen rápida de
Holly atada a mi cama, mi semen pintado en su cara, su lengua lamiendo
sus labios mientras yo todavía me corro por sus tetas, golpea mi mente.
Juro que mi polla se hincha como una roca. Si no encuentro a Holly
pronto, mis putas bolas van a explotar. He escuchado el término
“arruinarte la vida”, pero hasta conocer a esta mujer no me di cuenta de
lo que significa y de la agonía que conlleva.
―No… quiero decir, fue para mí, pero acabé cambiando de opinión.
Me acobardé, ¿de acuerdo? Nunca debería haberlo reservado. Es solo que
esta era mi primera Navidad como mujer soltera. Mi hijo va a pasar la
Navidad con su padre y su nueva madrastra y yo... entré en pánico. Sin

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embargo, no pude seguir adelante. No pensé más allá, solo me olvidé del
tema. Quiero decir, tenías mi depósito y… Mierda. Debería haberlo
cancelado ―ella está divagando ahora, claramente nerviosa. ―¿Me van a
obligar a pagar el servicio completo? Eso no me parece justo,
considerando que no me presenté. Quiero decir, tal vez debería haber
llamado cuando decidí no presentarme, pero en realidad no decidí no
hacerlo, al menos no hasta que llegó el momento de ir allí. Supuse que
para entonces ya era demasiado tarde. ¿Ya sabes? -Ella respira con
dificultad y rapidez.
Quiero asegurarle que las cosas están bien, al menos en lo que a ella
respecta, pero no me deja hablar.
»¿Es por eso que estás aquí? ¿Para cobrar el dinero que quedo
pendiente? ¿Es eso lo que quieres? Quiero decir, esta es mi casa. Si me
hubieras enviado una factura, o incluso llamado, habría pagado ―resopla,
parloteando tanto que pierdo el hilo.
Bueno, en realidad, he dejado de escuchar cuando he descubierto
que no era una amiga suya que estaba en el parque en su lugar. He dejado
de escuchar cuando me he dado cuenta de que no tengo ni idea de quién
es Holly o cómo encontrarla.

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11

HOLLY

Dos semanas después

Debería irme, pero esta es una fiesta de empresa, y básicamente es


obligatoria. No me apetece ver a mis superiores mirándome,
preguntándose por qué diablos me voy tan pronto, estoy atrapada. Es
como una maldita prisión, una elegante cárcel donde fluye el champán, el
caviar, los vestidos caros y los esmóquines. Demonios, ni siquiera conozco
al noventa y nueve por ciento de la gente en este maldito salón de baile,
pero sonrío y actúo como si fuera la mejor amiga de cada uno de ellos.
Porque ese es mi trabajo, y aunque detesto estar aquí, tengo que hacerlo.
Termino el champán de mi flauta, pero no espero a que pase un
camarero con una bandeja llena para tomar uno más. Me acerco a la barra
y me apoyo en el mostrador de madera lisa y brillante. Mi mente va a la
deriva, hacia Nick. A pesar de que han pasado dos semanas, todavía lo
quiero. Todavía pienso en él, en la posibilidad de que nos encontraremos y
que al final las cosas encajarán perfectamente entre nosotros. Pero tengo
más posibilidades de resucitar la Ciudad Perdida de Atlantis que
encontrarme con Nick en la ciudad de Nueva York.
En lugar de dejar que mi mente se consuma con los recuerdos de
Nick, me concentro en el hecho de que mis pies me están matando con
estos tacones de aguja y que este vestido es una talla demasiado
pequeña.
―Champagne, por favor ―le digo al camarero, y me giro para
inspeccionar el salón de baile. Este lugar está rebozado de dinero, y todos

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los años, durante las vacaciones, hacen esta fiesta ridícula. Todos las
empresas importantes de la ciudad están aquí, supuestamente para
hablar de negocios, pero en realidad todos se emborrachan y compiten a
ver quién tiene más dinero.
Siempre es una noche sofocante y estresante para mí. El olor a
colonia cara se me sube a la cabeza, y viejos borrachos tratan de llevarme
a un habitación de hotel con ellos.
Pero solo hay un hombre con el que quiero ir a una habitación de
hotel.
Nick.
Así que lo que tengo que hacer es sacar a Nick de mis pensamientos,
de mi cabeza. Porque en este punto estoy empezando a parecer no
solamente ridícula, sino también patética.
Tomo la copa de champán y me abro paso entre la gente,
dirigiéndome hacia el balcón. Las puertas están cerradas porque hace
mucho frío afuera, pero estoy sudando y necesito aire fresco.
Cuando estoy en el balcón, miro los rascacielos y las luces que
iluminan la ciudad. Los neones son muy brillantes y no puedo ver el cielo
con claridad, no es posible distinguir ninguna estrella. Pero amo esta
ciudad, su población densa y todo lo demás que conlleva estar apiñado en
un mundo de asfalto y acero.
Me apoyo en la barandilla y miro las vistas. Oigo las bocinas de los
coches que circulan, veo las manchas rojas y amarillas de las luces de
abajo. Tomo un sorbo de mi champán, sin poder evitar dejar que mi
mente divague de nuevo hacia Nick. ¿Dónde está ahora mismo? ¿También
ha estado pensando en mí?
¿Pensando en mí? ¿Tan desesperada estoy?

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Cierro los ojos y niego con la cabeza. Necesito buscarme a otro


chico. Eso me ayudará a olvidarme de Santa y del enorme bastón de
caramelo que lucía.

***

NICK

Tiro de la pajarita mientras este maldito traje estrangula todo mi


cuerpo. Estoy terminando mi cuarto whisky, pero necesito otro. Como si
mis oraciones fueran respondidas, un camarero pasa con una bandeja
llena de ellos. Agarro uno y empiezo a alejarme del grupo con el que he
estado hablando. Esta fiesta de negocio no es lo mío, en lo más mínimo,
pero es bueno mezclarse con peces gordos y hacerles saber que no soy
alguien con quien se puede jugar. Es bueno que otros gilipollas sepan que
soy más grande que ellos y que puedo aplastarlos si es necesario.
Termino el whisky en cuestión de minutos y empiezo a caminar
hacia la barra. Ya me siento bastante alegre y, aunque debería parar, no
puedo. Durante las últimas dos semanas he intentado averiguar dónde
estaba Holly, aunque no he encontrado una mierda. Ha desaparecido, o
tal vez Holly ni siquiera es su nombre real. Mierda, sé que debería dejar
todo esto atrás, considerarlo una aventura de una noche, pero no,
simplemente no puedo.
Todo en lo que puedo pensar es en Holly, y sé que hasta que la
encuentre no podré parar. No lo haré.
Justo cuando llego al bar miro hacia el balcón. Las luces exteriores
hacen que sea fácil ver a las pocas personas que se encuentran en el
exterior, y de golpe un destello de pelo rojo hace que mi corazón se
congele en mi maldito pecho. Sé que probablemente no es Holly, pero

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Dios, ese cabello no es algo que se puede olvidar fácilmente. El de Holly


está grabado en mi cerebro, y la silueta que está apoyada contra la
barandilla del balcón tiene exactamente el mismo tono que la mujer por la
que estoy desesperado.

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12

HOLLY

―¿Holly?
Jadeo, mi cuerpo se tensa, mi corazón se aloja en mi pecho.
Conozco esa voz.
He estado soñando con ella.
Aun así, no puede ser Nick. Simplemente no hay forma. Para
prolongar mi propia agonía, me tomo mi tiempo para darme la vuelta. Si
no lo miro directamente, puedo fingir que es él.
»Mierda. Eres tú ―gruñe y mis rodillas se debilitan. Literalmente
tengo que apoyarme en la barandilla del balcón. Si no lo hago, me temo
que podría caerme.
―¿Nick? ―pregunto, y tengo que parpadear varias veces para
asegurarme de que es él y no solo un producto de mi cerebro lleno de
esperanzas y deseos. Se ve tan diferente usando un esmoquin de los más
caros en lugar de su traje de Santa.
Pero se ve guapo, muy guapo. A pesar de que su ropa lo cubre
desde el cuello hasta los pies, todavía puedo ver los tatuajes que cubren
sus manos, e incluso los que tiene en el cuello. Me excitan como ninguna
otra cosa puede hacerlo.
Este hombre me excita como nadie más lo ha hecho o lo hará.
―¡Joder! ―gruñe y luego da tres grandes pasos hacia mí,
devorando el espacio entre nosotros.

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Me agarra por la parte superior de los brazos, sus dedos me


muerden dolorosamente, pero nada se ha sentido tan bien.
―¿De verdad eres tú? ―pregunto, todavía sin creerlo del todo.
―Te he estado buscando por todas partes, Holly. Tendrás que
darme unas cuantas explicaciones.
―¿Lo has hecho? Espera. ¿Qué quieres decir con que tengo que dar
explicaciones?
―Te fuiste ―gruñe.
―Pero, bueno, habíamos acabado. Quiero decir... Bueno,
terminamos y...
―No había terminado contigo, Holly, en absoluto.
―¿No?
―Santa tenía algunos regalos más para ti.
―Nick... ¿Ese es tu nombre?
―Lo es, ¿y tu nombre es realmente Holly?
―Sí... ¿Cómo... por qué estás aquí?
―Deberías saberlo, Holly. Santa está en todas partes ―dice con una
sonrisa.
En cualquier otro momento habría encontrado su respuesta sexy,
pero ahora no. Ahora mismo no estoy de humor para bromas, siento que
la tierra bajo mis pies está literalmente tratando de desaparecer. Diablos,
incluso estoy mareada.
―No. No esta vez. Esta vez no quiero más juegos ―argumento, y
por su mirada puedo deducir que ha oído el pánico en mi voz. Sé que lo ha
hecho. Tengo miedo de haberme vuelto loca. Esa es la única explicación

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por el hecho de que el hombre con el que he estado soñando durante


semanas ha aparecido de repente en una fiesta de negocios.
Antes de que pueda hacerle más preguntas, Michael está a nuestro
lado. Debería haber sabido que me habría seguido afuera y, como
siempre, intenta hacerse el interesante .
―¿Holly? ¿Te está molestando este hombre? ―pregunta, mirando
a Nick de arriba abajo como si realmente pudiera competir con él. No
puedo retener una sonrisa ante ese pensamiento.
Michael hace todo lo posible para que su voz suene amenazadora.
Mantengo la cabeza gacha porque Michael es la última persona que
quiero aquí. Necesito estar a solas con Nick, necesito respuestas. Además,
es totalmente ridículo. Michael es una cabeza más bajo que Nick y se ve
francamente delgado al lado de la forma musculosa de mi Santa.
Me acerco al hombre con quien he soñado estas últimas semanas, y
aprieto los dedos involuntariamente contra los músculos duros y firmes de
sus bíceps. Dios, lo he echado de menos.
―¿Quién eres tú? ―pregunta Nick, devolviendo mi atención al
momento en cuestión. Su voz es dura, un poco enojada.
―Soy el novio de Holly ―responde Michael, y mi cuerpo se pone
rígido mientras la conmoción fluye a través de mí. Muevo la cabeza
mirando al imbécil que trabaja conmigo, sabiendo que mis ojos tienen que
ser tan grandes como la luna. ¡Oh Dios mío! Siempre he creído que
Michael estaba loco, y ahora no tengo ninguna duda.
Antes de que pueda hablar, miro a Nick a la cara y descubro que, al
parecer, tengo problemas mayores. Parece un volcán a punto de estallar.

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13

NICK

Todavía no me lo puedo creer. Joder, la he encontrado. La alegría


me llena, porque honestamente, había perdido la esperanza. Ahora que
tengo a Holly en mis manos, no voy a dejar que se escape de nuevo. Tal
vez ha sido una estupidez recordarle nuestro pequeño "juego" de Papá
Noel, pero no he podido evitarlo, probablemente porque no puedo
esperar para seguir jugando con ella.
Joder, estoy planeando hacerle a Holly mucho más que eso.
Estoy a punto de hablarle de mis planes, cuando un idiota se acerca
y pone su mano en el hombro de Holly de manera protectora. Nunca he
sido territorial ni celoso antes, pero ahora mismo estoy a medio paso de
arrancarle el brazo a este hijo de puta por atreverse a tocar lo que es mío.
Esto podría haber comenzado como un juego, pero Holly definitivamente
es mía.
―Soy el novio de Holly ―anuncia. La necesidad de romperle el
cuello para que deje de respirar me invade. Es crudo y oscuro, pero Holly
reduce mis pensamientos al nivel que un cavernícola. Ella es mía. Lo que
es mío seguirá siendo mío. Me las arreglo para controlarme, pero es
jodidamente difícil.
―¿Tú y ella? ―gruño, y puedo sentir el cuerpo de Holly temblar a
mi lado. Su mano toma el costado de mi cuello, tratando de llamar mi
atención. En cualquier otro momento la miraría, pero ahora mismo todo
lo que quiero hacer es...
―Holly y yo estamos saliendo ―anuncia.

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―De ninguna maldita manera ―le ladro.


No hay forma en el mundo que este imbécil haya tocado a mi chica.
―No es verdad ―responde Holly, su voz es dura. ―No estoy
saliendo con Michael.
―Estás aquí, en esta fiesta, conmigo ―responde, su tono lleno de
molestia y su rostro enrojecido.
―¿Es eso cierto? ―le pregunto a Holly. Realmente me importa un
carajo, porque me ocuparé de este idiota y ella vendrá a casa conmigo.
―No es así la cosa ―murmura. ―He venido a tomar una copa con
algunos compañeros de trabajo y hemos llegado juntos. Pero solo porque
Michael y yo trabajamos en el mismo lugar. Nada más.
―Eso suena muy diferente a la versión que me estás dando, idiota.
―¿Conoces a este tipo, Holly? ―pregunta Michael, ignorándome.
―¿Nick? Sí. Lo conozco ―susurra, y esta vez la miro, no puedo
evitarlo, tengo que hacerlo. Su voz es dulce y está sonrojada. Su mirada se
centra en la mía y puedo decir que su cabeza está tan llena de recuerdos
lo que pasó entre nosotros como la mía.
―Maldita sea.
Yo sonrío.
―Confía en mí, amigo. Ella me conoce y yo la conozco de formas
con las que solo puedas soñar ―agrego, provocando al pequeño idiota.
―No lo creo ―responde.
―Realmente me importa un carajo lo que creas. Pero una cosa está
clara, tú te irás solo a casa a jugar con tu mano. Yo me iré a la mía, y
tendré las piernas de Holly envueltas a mi alrededor toda la noche y su
pequeño y apretado coño envuelto alrededor de mi polla ―respondo
encogiéndome de hombros, como si era la cosa más normal del mundo.

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Holly jadea y sé que probablemente esto la enojará, pero no me


gusta que este idiota esté tratando de reclamarla. La forma más fácil que
conozco de callar a un hombre que está hablando de más es humillarlo de
cualquier manera.
―¡Eres repugnante!
―Quizá sea así, pero a Holly le gusta todo lo que le hago. Ahora,
aleja tu mano de lo que es mío. Vamos, Holly. Tú y yo tenemos algunas
cosas de las que hablar ―vuelvo mi atención a mi mujer, lo único que
quiero es llevarla de vuelta a casa y tenerla de nuevo… una y otra vez.
Demonios, es posible que nunca me harte de follarla. Después de
semanas de estar sin ella, estoy bastante seguro de que no lo haré.
―¡Holly, realmente no puedes tener nada que ver con este tipo!
―Vamos ―susurra, ignorando al idiota de Michael, pero el imbécil
no parece entender que está fuera de jugo.
―Holly, ¿sabes quién es? ―lo ignoro. Ella ha aceptado irse a casa
conmigo y eso es todo lo que necesito. Tomo su mano en la mía y la
acerco a mí. ―¡Holly! Su empresa es una de nuestros clientes. Le pagan
por tener sexo con mujeres, por el amor de Dios.
Holly se congela, su cuerpo se pone rígido. Me mira y,
comprensiblemente, su expresión está llena de preguntas. Son preguntas
que no me gustan, incluso si las entiendo. Sin embargo, he tenido
suficiente de este idiota. Me alejo de Holly y le golpeo la cara con el puño,
rompiéndole la nariz al instante. Levanta la cabeza, ligeramente del suelo,
sosteniendo dicha parte del cuerpo, la sangre le corre por la cara. Eso me
da una pequeña satisfacción.
―¿Nick? ―pregunta Holly. La gente comienza a agruparse a nuestro
alrededor. Incluso hay una pareja atendiendo al idiota, pero los ignoro.

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―¿Que está pasando aquí? ―Cedric Moak sale por las puertas.
―Andrews, ¿qué estás haciendo en el suelo? ―pregunta, ayudando al
chico a levantarse.
―¡Me ha pegado!
―Michael estaba… -comienza Holly, pero no llega a terminar. No lo
voy a permitir. Quiero acabar con esa mierda y salir de aquí.
―¿Trabaja para ti, Cedric?
―Él y la Sra. Kline son abogados, y trabajan para mí ―Holly Kline.
Ella nunca se alejará de mí ahora.
―Kline no es un problema. Estoy hablando de él ―tengo una
mirada dura en mi rostro, haciéndoles saber a todos que hablo en serio.
―Michael Andrews, es bueno en lo suyo y ha trabajado en nuestra
empresa durante el último año ―responde Cedric, frunciendo el ceño.
―Tu empleado ha calumniado mi nombre, acusándome de
acostarme con mis clientes. Si Moak & Sons desea seguir trabajando con
mi empresa y que cuente con vosotros en el futuro, quiero que se vaya
―me aseguro de golpearlos donde más duele.
―No puedes hacer eso ―grita Michael.
Puedo y definitivamente lo haré.
―Está despedido ―responde Cedric sin pensarlo dos veces. Lo
sabía. Soy uno de sus principales clientes y fui el mayor apoyo de su hijo
cuando realizó una exitosa campaña para el Senador de los Estados
Unidos. Perder mi negocio y mi ayuda económico sería uno de los
movimientos más estúpidos que jamás hayan hecho.
―Bueno. Entonces no hay problema. Creo que he terminado aquí
por esta noche. Por desgracia el señor Andrews ha arruinado la noche de
Holly y la mía.

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―Haré que lo escolten fuera del edificio. No sabía que conocía a la


Sra. Kline o que tenía una relación con ella ―responde Cedric. Ahora su
pregunta está molestándome, pero lo dejo ir. En cambio, miro a Holly. Su
rostro es una mezcla de sorpresa y confusión. Se ve muy guapa, hermosa.
―No divulgo información sobre mi vida privada, Cedric. Pero, si
quieres saberlo, Holly vive conmigo ―anuncio. La boca de Holly se abre en
estado de shock. Antes de que pueda empezar a discutir conmigo, tomo
su mano. ―Vamos, Holly. Cedric, estaremos en contacto ―le doy un leve
asentimiento de despedida. Holly me sigue, aunque estoy seguro de que
preferiría hacerme un millón de preguntas. Estoy agradecido. Prefiero
manejar sus preguntas en privado.
―No puedes hacerme esto. Los demandaré a todos. ¡Esto es un
despido injustificado y presentaré una demanda por agresión! Seré dueño
de tu negocio antes de que termine ―grita Andrews. Lo miro con una
sonrisa fría. Mañana, sabré todo lo que hay que saber sobre Michael
Andrews y no habrá una roca lo suficientemente grande para que pueda
esconderse. Lo encontraré y lo hundiré. Ha jodido con el chico equivocado
esta noche.
―Si eres lo suficientemente valiente, inténtalo, gilipollas ―le
advierto. Para mí, el tema está cerrado, por el momento.

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14

HOLLY

―¿Puedes ir más despacio? ―Digo jadeando.


Nick es mucho más alto que yo y casi está corriendo a través de la
habitación, sus pasos son imposibles de seguir para mí. Agarra
fuertemente mi mano mientras avanza, lo que significa que si no se
detiene, sin duda, pronto me arrastrará.
Se detiene abruptamente con un gruñido para luego inclina su
cuerpo hacia adentro y hacia abajo. Su mano se mueve contra la parte
inferior de mi trasero y antes de que me dé cuenta de lo que está
haciendo, me ha subido por su cuerpo para que mi torso cuelgue sobre su
espalda.
Entro en pánico, tratando de asegurarme que mi vestido no se haya
levantado, mostrando mis partes más íntimas.
Afortunadamente, es bastante ajustado, así que no tengo que
preocuparme demasiado.
»Nick. ¿Qué estás haciendo? ¡Bájame! ―Murmuro, sintiéndome un
poco mareada, probablemente por estar colgada boca abajo como si fuera
un saco de patatas.
―Holly, acabo de ver a otro hombre decir que tenía un derecho
sobre ti. He visto su mano en tu hombro. Si no nos vamos de aquí, ahora
mismo, te follaré contra la pared y todos en esta maldita fiesta podrán ver
el espectáculo.
―Yo... tal vez deberíamos hablar. Necesito saber algunas cosas para
seguir con todo eso.

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―Será mejor que hables rápido entonces ―gruñe, y a pesar de


estar más confusa que nunca, un escalofrío me recorre y se concentra
entre mis piernas.
―¿Qué ha querido decir Michael cuando ha dicho que te pagan por
tener sexo? ―pregunto, casi tropezando con las palabras. No confío
mucho en Michael, pero considerando cómo nos conocimos Nick y yo,
necesito que me explique por qué mi compañero de trabajo lo ha acusado
de ser, básicamente, un gigoló.
Nick no me responde, en lugar de eso, me desliza por su cuerpo
para quedarme frente a él. Me imagino que finalmente vamos a hablar y
por mucho que he disfrutado de la idea de que él me saque de aquí y me
folle, tenemos que aclarar ciertas cosas. Sin embargo, Nick me sorprende.
Casi me hace girar. Tengo que apoyar mis manos en los lados de la pared
de ladrillos junto a la entrada del salón de baile para evitar caerme cuando
me mueve tan rápido. Luego, antes de que pueda interrogarlo, su mano
cae con fuerza sobre mi trasero.
Jadeo ante la conmoción y la aguda punzada del dolor. Apenas
puedo formar un pensamiento racional antes de que su mano baje de
nuevo. Me gustaría decir que estoy horrorizada, pero no. Nick me está
dando nalgadas frente a mis compañeros de trabajo y mi jefe. No todos
están aquí, estoy segura, pero algunos sí. Sin embargo, no me muevo, solo
me quedo quieta. Me concentro en permanecer de pie. Mis rodillas están
muy débiles. Un estremecimiento visible de placer me recorre y me lamo
los labios mientras siento que mis bragas se mojan mientras él me azota
de nuevo. El calor se esparce por mi cuerpo. Empujo mi trasero contra su
mano, incapaz de detenerme. La simple verdad es que quiero más.
»¿Qué me estás haciendo? ―pregunto, mi voz temblorosa, ronca y
llena de necesidad. Me gustaría pensar que estoy preguntando por las
nalgadas, pero no es el caso. Lo que no entiendo es cómo Nick tiene la
facultad de convertirme en este ser sexual que vive para su próximo
toque, sin importar el dónde o el cuándo.

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―Castigarte por pensar que te follaría a ti o a cualquiera por dinero.


Acabas de ganar un boleto de ida a la lista de traviesas, Holly.
―¿No te parece lógico que tenga dudas, después lo que pasó? El Sr.
Moak, cómo ha despedido a Michael... Nada de esto tiene sentido, Nick
―susurro en voz baja, porque en ese momento su mano se mueve por
debajo de mi vestido. Envuelve sus dedos con fuerza alrededor de mi
muslo, y se siente tan caliente, casi como si me estuviera marcando.
Puedo sentir la punta de sus dedos empujando bajo el cordón de mis
bragas. Intento mirar por encima del hombro para ver quién nos está
mirando, pero Nick no me deja esa libertad.
―Soy dueño de NJ Industries. ¿Estás familiarizado con mi compañía,
dulce Holly?
―Yo... he trabajado alguna vez con esa cuenta. Eres dueño de...
muchas empresas ―jadeo cuando su dedo acaricia suavemente los labios
de mi coño. ―Nick, por favor, para, la gente nos está mirando ―protesto
mientras un estremecimiento recorre mi cuerpo de arriba y abajo. Puede
que le esté pidiendo que se detenga, pero no quiero que lo haga.
―Puedo hacer lo que quiera, Holly. Eres mía. Pero de acuerdo, me
detendré —dice, su voz profunda y su aliento caliente abanicando mi piel
mientras susurra en mi oído.
―¿De verdad? Gracias.
―Todo lo que necesito saber es que me has extrañado desde que
nos separamos.
―Te he echado de menos, Nick ―le respondo honestamente, no
puedo mentirle. ―Te he extrañado tanto que me duele.
―Entonces te llevaré a casa, te follaré y una vez que te haya venido
lo suficiente como para estar de mejor humor, te dejaré atragantarte con
mi polla. Será una forma de disculparte por dejarme solo en el hotel ese
día.

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―Nick, tal vez deberíamos tomar las cosas con más calma.
―O podría follarte aquí, Holly. Estás tan malditamente mojada que
mi polla se deslizaría dentro de ti suave y fácilmente ahora mismo. Podría
hundirme en ti hasta las bolas.
―Oh, Dios ―lloriqueo, cerrando los ojos e imaginándome todo lo
que está describiendo. Me he sentido tan vacía sin él, y mi coño está
hambriento tratando de agarrarse a sus dedos para montarlos.
―Elige rápido, Holly.
Cierro los ojos y apoyo la cabeza contra la pared. Mi cuerpo está en
guerra con lo que necesito hacer y lo que quiero. Quiero que me folle aquí
mismo, ahora mismo, y por mucho que quiera decirle que lo haga,
encuentro la fuerza de voluntad para no hacerlo. Cuando me entregue a
Nick de nuevo, solo quiero que seamos nosotros dos.
―Llévame a casa, Nick. Quiero irme a casa contigo ―le digo, y esta
vez, cuando me toma en sus brazos y me sostiene contra su cuerpo, no
protesto en absoluto. Me acurruco contra él, apoyo la cabeza contra su
pecho y escucho el latido constante de su corazón.

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15

NICK

Una vez que tengo por fin a Holly en mi casa, no pierdo el tiempo.
No tiene sentido, los dos estamos demasiado alterados y excitados.
Demonios, apenas podemos atravesar la puerta antes de que levante su
vestido alrededor de sus caderas y entierre mi cara entre sus piernas.
―Vente por mí ―murmuro contra su carne empapada y caliente, su
coño es tan malditamente dulce. Ya soy adicto a ella.
―Dios, Nick ―susurra. Levanta su trasero un poco más, y un
temblor recorre todo su cuerpo cuando se viene por mí. Sí, esto es
exactamente lo que quiero de ella. Quiero que ella siempre esté al borde
del placer cuando esté conmigo. Su placer es el mío.
Cuando su orgasmo se desvanece, agarro la raíz de mi polla y
acaricio mi longitud durante largos segundos. Soy consciente que no tiene
sentido seguir con el juego de Santa, pero me divierte y la verdad es que
me excita jugar con ella así.
―¿Quieres el gran bastón de caramelo de Santa?
―¿He sido una niña traviesa o buena? ―ella sonríe, siguiendo el
jugo. Esa es mi chica.
―Has sido muy traviesa, pero eso es lo que le gusta a Santa ―gimo
por el éxtasis que me golpea, no me puedo creer que finalmente estoy
entre sus muslos abiertos. Coloco mi polla en su coño y la miro a los ojos.
Sin pensar ni hablar, empujo mi polla grande y gruesa profundamente en
su cuerpo.
―Sí ―sisea y cierra los ojos.

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Estoy enterrado en su calor húmedo, incapaz de ir despacio. La


necesito como necesito respirar.
―Cristo ―golpeo dentro de ella, sacando mi polla antes de
golpearla de nuevo. Sus tetas tiemblan por el movimiento feroz, y estoy
fascinado por cómo se mueve su cuerpo. ―Mírame ―exijo, dándome
cuenta de que sigue con los ojos cerrados.
Ella obedece al instante. Cuando me mira, gimo.
―No creo que pueda aguantar, Nick ―gime.
―Bien, porque yo tampoco creo que pueda, cariño ―murmuro
mientras arquea la espalda, haciendo que sus pechos sobresalgan. Me
inclino y paso la lengua por la parte inferior de su garganta. Ella es tan
jodidamente dulce. Siento que su coño se aprieta alrededor de mi polla y
no puedo dejar de golpearla con mi polla.
Siento cómo mi orgasmo se acerca. Es una tensión en mi espalda,
un hormigueo en mis bolas. Se mueve rápidamente a través de mí, y no
puedo pararlo. Me encanta. Estoy usando un condón, pero maldita sea,
uno de estos días voy a entrar desnudo en ella, realmente la llenaré con
mi semilla, haré que se lo lleve todo.
―Joder, sí ―descanso mi cara en el hueco de su cuello y me dejo
llevar por el placer. Siento su coño ordeñándome, sacando el semen de
mis bolas.
Holly es mía.
Cuando mi orgasmo ha disminuido y no puedo sostenerme más, me
aparto de ella, sin querer aplastarla. Antes de que pueda alejarse, coloco
mi mano entre sus muslos, me levanto sobre mi codo y la miro.
―Esto es mío ―le digo, mientras agrego un poco de presión entre
sus piernas y ella suspira de placer.
―Soy toda tuya.

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Su respuesta me hace gruñir como un puto animal.


Cierra los ojos y tararea, mientras rueda de costado y se acurruca
contra mí. En la forma en que actúa, se parece a una gata satisfecha y
feliz. Sé que hay muchas cosas de la que tenemos que hablar, pero
tenemos tiempo. Tenemos mucho y voy a disfrutar cada segundos.
»¿Me abrazas, Nick?
―Pensaba que querrías hablar… ―respondo, besando la parte
superior de su cabeza y abrazándola.
―Ahora no. Luego. Ahora, sólo te quiero cerca.
Por mucho que me guste follarla, darle placer y jugar con ella,
también quiero ser amable y dulce por primera vez en mi vida.

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Epílogo

NICK

Un año después

Ha pasado un año desde que, sin pensármelo, hice mía a Holly.


Cuando finalmente la encontré, sabía que no iba a dejarla alejarse de mí.
Estaba seguro que ella era la mujer indicada para mí y no lo he dudado
desde entonces... ni una vez.
Hoy por fin voy a hacerla mía, para siempre.
Siento sus dedos flexionarse contra los míos y llevo mi mirada
lentamente hacia ella. Es hermosa de todas las maneras pero hoy, con su
vestido de novia blanco, con su cabello bronce alrededor de su rostro en
ondas, casi me he dejado sin aliento, cuando la vi caminando hasta el
altar.
―Ha sido una boda hermosa ―susurra mientras se balancea al
sonido de la música.
Miro a mi alrededor a las pocas personas que invitamos y siento que
la paz me llena por completo. Hoy me he convertido en el esposo de Holly.
Finalmente, ella tiene mi anillo en su dedo y lleva mi nombre.
―Esta maldita recepción está durando demasiado ―refunfuño.
―¿No te gusta bailar con tu esposa? ―susurra ella.
La salón de baile se parece a un paraíso invernal, con nieve falsa,
luces navideñas brillantes y cintas rojas. Es realmente hermoso, pero nada
que pueda rivalizar con la belleza de mi mujer.

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―Me encanta bailar con mi esposa, pero…


―¿Pero?
―Preferiría follar con ella ―gimo, inclinándome para besar sus
labios. Hemos tenido sexo esta mañana, pero quiero estar dentro de ella
de nuevo. Incluso un año después, nada ha cambiado, sigo sintiendo esta
posesividad, esta necesidad de ser parte de ella.
Soy el bastardo más afortunado del mundo, de eso estoy seguro.
Cuando decidí reemplazar a uno de mis empleados hace un año, pensaba
que era una mala idea, pero al final fue la mejor decisión que hice en mi
vida.
―Podemos irnos si quieres. Dudo que alguien nos extrañe
―responde. ―Tengo una sorpresa esperándote en la suite del ático del
hotel… ―ella sonríe con malicia.
―¿Qué tipo de sorpresa?
―Digamos que creo que te devolverá el espíritu navideño ―se ríe.
Su risa me recuerda el sonido de las campanas que suenan suavemente en
la noche. Me llena de alegría.
Sin pensarlo más, la levanto y la llevo fuera del salón de baile hacia
los ascensores. Se ríe más fuerte, envolviendo sus brazos alrededor de mi
cuello y besándome el cuello.
Sí, soy el bastardo más afortunado del mundo. Tengo todo lo que
necesito aquí en mis brazos y nunca la dejaré ir.

***

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HOLLY

Estoy casada con Nick. Todavía apenas puedo creerlo. No se parece


a ningún hombre que haya conocido antes. Grita chico malo, con su
cuerpo grande, musculoso y esa tinta que cubre casi cada centímetro de
él. Nunca pensé que estaría con un hombre como Nick, pero el anillo en
mi dedo dice lo contrario.
Mi corazón dice lo contrario.
Nick me abraza tiernamente, apretándome contra su cuerpo
mientras me lleva desde el ascensor hasta la suite del ático que hemos
reservado para pasar la noche. Nos iremos de luna de miel a Grecia, pero
nuestra primera noche como marido y mujer será aquí... en la misma
habitación donde empezó todo. Me siento tan pequeña mientras me
agarra, no puedo evitar acurrucarme en sus brazos y cerrar los ojos. Se
transforma en un hombre de las cavernas conmigo la mayoría de las
veces, pero me encanta eso de él.
Me aparto, sin estar segura de lo que voy a decir, pero antes de que
ninguna palabra pueda dejarme, se inclina y me besa.
―Te amo, Holly.
Sus palabras traen aún más alegría a este momento. Siento lágrimas
picándome los ojos.
―Yo también te amo ―le susurro.
Siento que Nick mueve su mano a lo largo de mi columna, sobre la
parte baja de mi espalda y finalmente a lo largo de la curva de mi trasero.
―¿Qué está haciendo eso aquí? ―pregunta dándome un apretón
en el culo. Mi cuerpo se vuelve líquido para él al instante.

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Sigo su línea de visión y sonrío cuando miro el traje de Papá Noel de


terciopelo rojo, doblado cuidadosamente en el sofá. Es mi sorpresa para
él, y no puedo esconder una sonrisa traviesa.
―Tenía la esperanza de poder sentarme en el regazo de Santa
―respondo, mordiéndome el labio y preguntándome si mi hombre me
seguirá el juego.
Me da una palmada en el trasero, sacudiendo la cabeza, pero está
sonriendo y puede que sea mi imaginación, pero creo que veo un brillo
navideño en esos ojos suyos.
―¿La pequeña Holly ha sido buena o mala este año? ―pregunta, y
la alegría me llena mientras se desliza en el papel que nos unió la primera
vez que nos conocimos.
Probablemente odiaría jugar este juego con cualquier otra persona,
pero Nick no es cualquiera. Él lo es todo y me encanta todo lo que
hacemos juntos. Creo que es solo otra señal de que él es el indicado.
Incluso si otros piensan que nos estamos precipitando demasiado, sé que
este es el movimiento correcto.
Pertenecemos juntos.
Nick me acerca más a él para besarme de nuevo y hace un gruñido
bajo.
―Te amo, cariño. Eres la perfección, Holly, cariño.
Siento mis mejillas calentarse, porque incluso después de estar con
Nick durante un año, las mariposas nunca se van, y sé que nunca lo harán.
Nunca habrá una Navidad en la que no intente entrar en la lista de las
niñas muy, muy traviesas de Santa.
La lista de las chicas buenas está sobrevalorada de todos modos.

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SOBRE LAS AUTORAS

Soy una simple chica de campo, perseguida por Hombres Alfa que hablan
en mi cabeza las 24 horas del día. Sabía que quería escribir cuando quedó
claro que no podía sentirme feliz con solo leer las historias de otras
personas. Siempre quise reescribirlas. Habiendo publicado más de
cincuenta historias, siempre me parece surrealista que esta sea mi vida.
Llegar a USA Today me hizo llorar durante días, pero nada es más especial
que escuchar a los lectores que amaba uno de mis libros.

Es una de las autoras más vendidas de USA Today, conocida por escribir
romances con héroes alfa posesivos y apasionados. Ha estado publicando
desde 2009 y ha escrito cientos de romances sexys que permiten a los
lectores experimentar de qué están hechos los novios literarios. Vive en el
noreste con su esposo y sus dos hijas. Prefiere los días sombríos, primero
come la cobertura de la pizza y prefiere usar calcetines durante todo el año.

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OTRAS TRADUCCIONES DE

AQUARIUS CONSTELLATION

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