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LECTORES QUE SIGUEN A LA AUTORA

EN SU PÁGINA Y GRUPO
Este PDF es una versión del libro original de la autora, cada

vez que se ponen a en la CARA DE LA AUTORA que

tienen sus libros en español en PDF, están estas

traducciones, GRACIAS a las cuales CONOCIERON a la AUTORA y


sus LIBROS, porque, pues, no saben inglés. Y también le están

a la autora que USTEDES leen su trabajo de forma

de los libros de la serie King ha sido traducido al español

oficialmente. Así que, la próxima vez que en la página y/o grupo de la

autora alguien escriba que los libros de T.M. Frazier ESTÁN en

español, AMÁRRENSE los dedos y EVITEN comentar tienen los libros


en español en PDF.
NO todos están de acuerdo con la piratería, así que es probable que

terminen del grupo.


LA PUTA INTRODUCCIÓN SIETE

UNO OCHO

DOS NUEVE

TRES DIEZ

CUATRO ONCE

CINCO PRÓXIMAMENTE EN KING


¡NO OLVIDES DEJAR TU RESEÑA Y/O
SEIS VALORIZACIÓN EN GOODREADS!
Un enorme huracán se cierne sobre la costa de Florida mientras otro tipo de
tormenta se está gestando en Logan’s Beach.

Un misterioso recién llegado está disputando el título del

D E L A C A L Z A D A. Él hará cualquier cosa para robar la corona, incluyendo


traer a alguien del pasado de King que amenazará mucho más que el título que
King ha pasado toda su vida ganándose.

Se acerca un huracán.

Y podría destruirlo todo.


Si te lo das, déjalo ir. Si regresa a ti...

te lo puedes dar otra vez.

-Samuel Clearwater alias Preppy


LA PUTA INTRODUCCIÓN

¿Adivinen quién? Les daré una pista. Soy tan guapo como un supermodelo, y tan
diabólico como, bueno, el diablo. Tengo erecciones por los coños y los panqueques.
Me gusta mi coca con un poco de coca, y mi carne de hombre es enorme.

¡Eso es! Soy yo, Samuel Puto Clearwater.

Si se están preguntando cómo puedo hacer esta introducción, entonces


necesitan leer la historia de Bear, ¡porque el final les volará la cabeza! Luego, lean
mi historia, ya saben, porque es sobre mí. Les diré algo. Si la leen, les haré
panqueques. Sucios, sucios y deliciosos panqueques. Me pararé sobre ustedes y
verteré ese jarabe en su sudoroso y caliente... ustedes entienden el punto.

Pero, me estoy desviando del puto tema.

Básicamente, estoy aquí porque estoy jodidamente vivo. Como Stefano de


Days of Our Lives, (no finjan que nunca lo han visto). Sólo sigo volviendo por más.

Ya está, están atrapado en mí. Adelante y arriba, hijos de puta.

Voy a necesitar que se sienten, se sujeten los pezones y se preparen para la


continuación de la historia del Jefe y Doe. O de King y Cachorro. O Brantley y
Ramie. Mierda, entre los dos, tienen como un millón de nombres, pero no importa
cuál les llames, la historia sigue siendo sobre las mismas dos personas, que
resultan ser mi familia y mis dos mejores amigos.

Nota importante: No le digan a Bear que dije eso. Ese hijo de puta se pondría
celoso si supiera que no es mi hombre número uno. Quiero decir, seguro que se
hace el difícil, pero la maravilla sin camisa tiene debilidad por el viejo Preppy, y
no queremos herir todos sus sentimientos de hombre grande y corpulento antes de
entrar en la historia, ¿verdad?

¿VERDAD?

Así que, relájense. Tomen un baño de burbujas. Pongan música relajante


como algo de Offspring o algo de la vieja escuela como Limp Bizkit. Tal vez,
sírvanse un vaso de vino o enciendan un porro gordo. Una cubeta de coca siempre
es una opción divertida.

Ahora, para una pequeña recapitulación. *Se aclara la garganta*

Érase una vez en una tierra muy, muy lejana, pero céntrica en el suroeste de
Florida, había un pequeño pueblo de mierda llamado Logan's Beach. Allí, hace
mucho, mucho tiempo, dos personas se enamoraron locamente de la misma
manera que la mayoría de las parejas lo hacen.

Es una historia tan antigua como el tiempo. Ya saben, una chica sin memoria
se le ofrece a un chico como una prostituta esperando seguridad. El chico rechaza
a la chica, y luego la secuestra. Luego, la chica huye; luego el chico decide quedarse
con la chica. El chico y la chica se enamoran y tienen sexo sucio y se tatúan. En
algún lugar hay una feria y una afirmación incorrecta sobre los pingüinos como el
único pájaro no volador. La persona más genial del puto mundo se muere. El chico
devuelve la chica a su padre a cambio de la hija del chico. La chica cree que el chico
está muerto. La chica se casa con un puto idiota para adoptar a la hija del chico.
El chico en realidad está vivo. La chica recupera la memoria y se da cuenta de que
el idiota es un super idiota. El idiota se muere violenta y merecidamente. El chico
y la chica consiguen dos niños por el precio de uno en una familia épica de Compre
Uno, Llévese Otro.

Y vivieron felices para siempre. El fin.

Hasta ahora.

¡Tan, tan, taaaaaannnnn!

Voy a hacerme un delicioso sammich1. Te veo en el otro lado.

1 Sándwich hecho con mucho más que los ingredientes normales.


Disfruten, niños.
UNO

BOOM. Boom. Boom.

Tres enormes altavoces, apilados uno sobre otro, vibran y pulsan mientras la
música se fuerza a través de ellos. Las notas bajas y profundas golpean contra mi
pecho, penetrando mi caja torácica. Mi ya martillante corazón se agita. Toso y
jadeo, respirando con dificultad. Pongo mi palma sobre mi pecho como si pudiera
calmar de alguna manera mi corazón a través de las capas de ropa, piel, sangre,
músculo y hueso.

Un brillo de sudor estalla en mi acalorada piel, pero por dentro, soy de hielo.
Tal vez, es un presentimiento. Una advertencia para no dar un paso más.

Pero ya he pasado por esto.

No tengo elección.

Ahogo mi inquietud con un trago seco. Cada paso que doy por el estrecho
pasillo a través del mar de bailarines con ojos cerrados rotando uno contra el otro
me acerca al infierno que he creado para mí.

Para ella.

Lo siento mucho, pero no veo otra manera, me disculpo en silencio con la chica
que no conozco. La que era antes de perder la memoria. La que se instaló en mi
cuerpo antes de que me despertara en una banca sin nada y se hiciera amiga de
una prostituta que ni siquiera me agrada.

No me desagrada Nikki porque sea una prostituta, sino porque es una perra.
A través de los espeluznantes movimientos inducidos por las drogas de los
cuerpos rodeándome y entre los destellos de la pulsante luz, me las arreglo para
mantener mis ojos fijos en la meta.

La puerta al final del pasillo.

La puerta de mi salvación.

La puerta a mi... una sensación de déjà-vu rompe mi enfoque.

Esperen, yo ya he estado aquí antes. Recuerdo todo esto.

Sé lo que hay al otro lado de la puerta. Y no es la salvación o el infierno.

Es algo mucho más.

Es el amor.

Es él.

Es King.

Me abro paso entre la multitud a un ritmo vertiginoso, sin importar a quién


golpeo o con quién choco, y alcanzo la manija, abriendo la puerta y entrando en la
oscuridad sin el miedo hasta los huesos que llevaba conmigo al cruzar el umbral
cuando entré por primera vez hace todos esos años.

—¿King? —Pregunto en el cuarto oscuro.

No hay respuesta, pero un movimiento llama mi atención. En la cama, una


sombra se mueve, balanceando largas piernas sobre el lado del colchón.

Dejo la puerta abierta y corro hacia la cama para pararme entre sus piernas.
Pongo mis manos sobre sus rodillas—. ¿King? —Pregunto otra vez, preocupándome
cuando mi única respuesta es el persistente silencio.

Después de lo que parece una eternidad, la sombra se sienta derecha, su cara


iluminada por la luz de la puerta abierta.

Jadeo.

El rostro del King es duro y enojado y... diferente. La cicatriz sobre su ceja
derecha, que normalmente es apenas perceptible, está ahora levantada, cortando
un camino rojo dentado en diagonal a través de su nariz y labio, terminando en su
mandíbula.

—¿Qué pasó? —pregunto. Moviendo mis manos de sus rodillas, cierro mis
dedos sobre las correas envueltas cada uno de sus antebrazos.

—¿Quién carajos eres tú? —pregunta con una voz profunda y grave. Sacude
sus brazos, liberándose de mi agarre.

Busco en sus ojos reconocimiento, pero me quedo tan en blanco como su


descolorida mirada verde.

—¿De verdad no sabes quién soy? —Pregunto, odiando las palabras


temblorosas que caen de mis labios.

Se inclina más cerca, y justo cuando creo que va a salir de cualquier estado de
fuga en el que se encuentra que le haya hecho no recordarme, la comisura de su
boca se ilumina con una sonrisa divertida—. Oh sí —dice antes de que su sonrisa
se vuelva plana—. Ahora me acuerdo.

Se pone de pie, y la sorpresa del movimiento me hace caer de culo al suelo. Se


inclina sobre mí y me agarra la garganta, apretando mi vía respiratoria. Mi vista
se vuelve borrosa en los bordes mientras lucho contra él, pero es inútil. No hay
forma de salir de su agarre.

—Tú eres la que me hizo esto. Y ahora, vas a pagar.

Mientras su rostro enojado se desvanece y mi visión se vuelve negra, me


escucho decir mis últimas palabras—. Pero yo te amo.

Lo último que oigo es el eco de su risa.

—Cachorro, despierta. ¡Despierta, carajo! —Escucho un grito, y todo mi


cuerpo está temblando. No es hasta que el sueño me libera completamente cuando
me doy cuenta de que no estoy temblando, sino que estoy siendo sacudida.

Mis ojos se ensanchan para encontrar a King parado sobre mí como en mi


sueño. Tiene una mirada preocupada en sus brillantes ojos verdes.

Me ayuda a sentarme. Mi respiración todavía es laboriosa. Mi cuerpo está


cubierto de sudor.
—¿Qué carajo fue todo eso? —pregunta King, alisando mi cabello.

Pestañeo varias veces para quitarme el sueño de la cabeza. King levanta una
ceja. La que tiene la cicatriz. Apenas se nota, a excepción del pelo a la izquierda,
porque no tiene pigmento en comparación con el negro del otro lado.

—¿Cachorro? —presiona.

Arranco los ojos de su cicatriz—. Fue un sueño.

King resopla—. Más bien una pesadilla. Saltaste de la puta cama y caíste al
suelo como si tuvieras un ataque. Casi me cago del susto.

—¿Al suelo? —Miro alrededor y veo claramente debajo de la cama el último


cajón de la mesilla de noche del otro lado.

—Sí, al suelo. Estabas haciendo un sonido de asfixia, y por un segundo, pensé


que habías dejado de respirar —Pasa una mano por su pelo corto y oscuro, y
exhala.

—Estoy bien —le aseguro, empujándome a mis pies lo mejor que puedo. Antes
de que pueda dar un paso, King me toma en sus brazos y me lleva de vuelta a
nuestra cama, tumbándome suavemente como si fuera de cristal—. Dije que estoy
bien.

Él sacude la cabeza—. Lo sé, y yo dije que me asustaste —dice, inclinándose


sobre mí.

—Sólo fue una pesadilla. No fue mi intención.

—¿Recuerdas de qué se trató? —King acuna mi mejilla en su áspera palma,


y luego la apoya en mi pecho, sintiendo el martilleo de mi rápido corazón—. Vamos.
No es sólo la pesadilla. No has sido tú últimamente. Dime qué está pasando en esa
hermosa cabeza tuya.

—Yo sólo... —Agito mis brazos sobre mi vientre—. Esto — No es del todo
cierto. Estar embarazada tiene algo que ver con lo que he estado sintiendo, pero
también ha habido algo más. Algo que me persigue como una sombra que no puedo
perder—. No hay nada de qué preocuparse. Sólo que comí demasiada pizza antes
de irme a la cama. Sueños locos de embarazada.
King se ríe entre dientes—. Te dije que el Sour Patch Kids2 no es una gran
idea como aderezo para pizza.

—Oye —respondo con mi labio inferior sobresaliendo como la niña que me


siento mucho en este momento—. El bebé quiere lo que el bebé quiere.

Asiente—. Estoy de acuerdo. Pero tal vez, ¿mantienes los dulces y la pizza
separados antes de que te vayas a dormir?

Recordando el sueño del que me acabo de despertar, en el suelo nada menos,


tengo que estar de acuerdo—. Debidamente anotado.

King se inclina sobre mi enorme barriga y me besa. La sensación de sus labios


llenos sobre los míos hace que un escalofrío me estremezca todo el cuerpo. Hemos
estado juntos durante años. Tres niños y uno en camino, y todavía tiemblo al
tocarlo. Dicen que la lujuria se desvanece con el tiempo.

Bueno, no saben ni mierda.

King se sienta con un gemido y se pasa la mano por la cara.

De nuevo, hago un puchero, esta vez por la pérdida de contacto.

King se levanta de la cama y me tiende su mano—. Vamos. Quiero mostrarte


algo.

—Pero ¿no puedes mostrármelo más tarde? —Pregunto, meneando mis cejas
sugestivamente—. Ya sabes, ¿después?

La mirada de King se posa sobre mí, empezando por mi pelo enredado,


bajando hasta mis bubis hinchadas estirando mi tank top manchado con salsa de
pizza de anoche, deteniéndose en mi vientre redondo, cubierto de estrías rojas
frescas, que sólo está medio cubierto por mi camiseta demasiado pequeña.

No es de extrañar que me esté rechazando. Soy un puto desastre.

Muevo mis manos para cubrir mi cuerpo y miro hacia otro lado. Siento mi
cara enrojecerse.

2 Dulces agrios en forma de niños.


Se sienta de nuevo y toma mis manos en las suyas, quitándolas de mi
cuerpo—. Bebé, mírame.

Sacudo la cabeza como la niña hormonal, embarazada y petulante en que me


he convertido.

—Cachorro.

Sé que no debo ignorar la advertencia de su voz. A regañadientes, me


encuentro con su mirada verde oscuro. Su frente está arrugada y sus labios están
fruncidos—. No te cubras delante de mí. ¿No te he dicho eso antes?

—Sí, pero eso es antes de que yo... —Agito mis manos ante el desastre en el
que se ha convertido mi cuerpo, aunque mi mente no está más limpia—. Antes de
convertirme en esto —Odio la falta de confianza en mi voz. No soy yo. Nada de esto
lo es. No es mi cuerpo. Es mi voz. Mis pensamientos. Pero no puedo evitar la
preocupación, la inseguridad, o cualquiera de los pensamientos negativos que he
tenido, por mucho que haya intentado ignorarlos.

—No te cubras delante de mí. Lo digo en serio. ¿Crees que no quiero estas
tetas perfectas en mi boca ahora mismo? —King rodea mi pezón con su pulgar, y
mi cuerpo entero se sacude mientras un rayo de placer pasa a través de mí. Su
mano se mueve por mi cuerpo, sobre mi vientre, y me toma sobre mi ropa interior.
Me da un ligero apretón, y por un segundo, no veo nada más que una luz blanca
detrás de mis ojos—. Joder, Cachorro. La forma en que respondes a mí —Se
muerde el labio inferior—. Me pones tan jodidamente duro. Siempre lo has hecho
—Se inclina, y sus labios rozan mi oído. Mi piel cobra vida con necesidad y
anticipación—. Con mi bebé en tu vientre y todo tan sensible en ese puto cuerpo
tuyo, me resulta muy difícil no levantarte de esta cama—. Señala la esquina de la
habitación—. Y hacerte mirar en ese espejo mientras te doblo, te tiro del pelo y te
follo mientras gritas mi nombre.

Mi boca se seca completamente. Trago con fuerza—. Entonces, ¿por qué no lo


haces? —Con ojos oscuros de lujuria, King se levanta de nuevo, sacudiendo la
cabeza—. Porque no podemos —Otra ola de rechazo está a punto de estrellarse
contra mí cuando King añade—: Por lo que dijo el médico. No puedo cogerte. No
hasta que llegue el bebé.
—No creo que haya usado esas palabras exactas —refunfuño, recordando
finalmente nuestra cita de las treinta y seis semanas con el doctor ayer. He tenido
algunas manchas y calambres leves en los últimos días. Todo se verificó con el
bebé, pero como los orgasmos pueden estimular las contracciones y el parto
prematuro, me recetaron no tener sexo ni estimulación sexual de ningún tipo.

—Entonces, sí recuerdas —dice King.

—Ya me acuerdo. Aunque, en mi defensa, mis pensamientos estaban en la


pizza esperándome en casa. Puede que no haya considerado la gravedad de todo el
asunto de no tener sexo.

King sonríe—. Tenemos el resto de nuestras vidas, Cachorro —Me besa en la


mejilla y me susurra sugestivamente al oído—: Además, prometo que pasaré
mucho tiempo haciendo que haya valido la pena la espera.

Con los pezones duros y una palpitación entre los muslos que no se satisfará
pronto, agarro una almohada de la cama y gimo en ella.

King se ríe, y lo recompenso levantando la almohada de mi cara y golpeándolo


con ella.

Por supuesto, él atrapa la almohada antes de que caiga sobre su pecho y la


arroja de nuevo a la cama—. Vístete y encuéntrame en la cocina.

Me ayuda a levantarme, pero no me suelta hasta que estoy firme en mis


pies—. Espera, ¿qué es lo que querías mostrarme?

—Encuéntrame en la cocina, y después de que te alimente, lo averiguarás —


Se dirige a la puerta y la cierra detrás de él.

—¡Mamón! —Llamo.

Su respuesta es una risa haciendo eco.

La misma sensación de presagio que sentí en mi sueño sube por mi columna


vertebral. Me estremezco cuando un escalofrío azota mi cuerpo.

Me digo que esa sensación probablemente sea el resultado de la pesadilla o


de la a veces abrumadora ansiedad que he estado experimentando últimamente, o
de las hormonas del embarazo o de la falta de un orgasmo matutino o de cualquiera
de las otras mil cosas que podrían explicar la sensación de fatalidad que siento en
lo profundo de la médula de mis huesos.

O tal vez, es algo mucho peor.


DOS

—Esta casa será jodidamente épica después de que la adición esté terminada.
Ojalá se me hubiera ocurrido cuando yo aún vivía aquí. Recuérdame, ¿decidieron
sí o no sobre mi sugerencia de cuarto rojo? —pregunta Preppy. Me pasa un tazón
de palomitas de maíz y se deja caer sobre el sofá.

Le lanzo una palomita a Preppy.

Él la atrapa con su boca—. Tomaré eso como un no. Debí haber sabido que
eran unos mojigatos.

—Oh, ¿sí? ¿Dónde está tu mazmorra sexual? Porque no recuerdo haber visto
una en tu casa la última vez que te visitamos.

Levanta las cejas—. ¿Estás bromeando? De no ser por los niños y toda esa
cosa de que es inapropiado que Dre me sigue recordando, tendría una casa de sexo
completa.

King me mostró el progreso realizado en la adición a nuestra casa esta


mañana. Todo está enmarcado ahora y listo para convertirse en una nueva suite
principal, una recámara extra, una expansión de cocina y una gran sala de juegos
insonorizada para los niños. Tomará unos meses más en completarse, pero Preppy
tiene razón. Cuando todo esté listo, será increíble y proporcionará a nuestra
creciente familia un espacio adicional muy necesario. No hay cuarto rojo. Aunque,
ahora estoy pensando en sexo otra vez. O la falta de éste.

Como si necesitara más cosas para sentirme frustrada en este momento.

—¿Qué coño está pasando con tu cara? —pregunta Preppy, inclinándose y


entrecerrando los ojos para verme mejor.

Tapo mi cara con la frazada y él jala hacia abajo.


—Lo digo en serio. ¿Por qué frunces el ceño? ¿El jefe no está clavando la verga
como solía hacerlo o algo así?

—O algo así —murmuro, metiendo algunas palomitas en mi boca. Eso no


ayuda.

No es King. O el sexo. O el sexo con King.

Lo cual es un problema, pero no es el problema.

Preppy mastica otro puñado de palomitas de maíz—. Sabes, ahora hacen


medicinas para eso. Di la palabra y le conseguiré a tu chico un poco de mierda que
hará que su pito se convierta en un puto cohete.

Suspiro y me aseguro de que el grupo de nuestros niños combinados no esté


escuchando. No lo están; los seis están absortos en la película que actualmente se
está reproduciendo en la televisión—. No. Él no necesita drogas. En mi cita más
reciente con el médico, le dieron una bofetada a nuestra vida sexual hasta que
nazca el bebé.

—Quieres decir hasta seis semanas después de que el bebé nazca —corrige.

Carajo. Olvidé el tiempo de espera—. Gracias por el recordatorio.

Me arroja una palomita y cae en mi cabello—. Cualquier cosa para ayudarte


con tu frustración sexual. Cuando Dre tuvo a las gemelas, fueron unas seis difíciles
semanas. Me salieron rozaduras por soga en el pito.

—¿Cómo te salieron…? —comprensión viene a mi mente—. Olvídalo. Lo


entiendo —bajo mi voz—. Pero ¿tanto que te provocaste rozaduras? ¿En serio?

—Sip —Se da vuelta para mirar la televisión. —. No ayudó que usara una
soga —La cara de Preppy se pone seria. Él asiente—. Sí, con una soga.

Tiempo para un cambio de tema. Mis pensamientos regresan al inquietante


informe meteorológico de la mañana—. Sólo desearía que esta tormenta pasara
para que podamos continuar con la construcción.

Preppy agita su mano en el aire como si estuviera barriendo mi preocupación.


Si sólo fuera tan fácil—. Es una tormenta bebé. Categoría uno o dos. Ni siquiera
se supone que vaya a tocar tierra. Girará alrededor de la costa durante unos días
y se dirigirá hacia su destino final y, desafortunadamente, hacia algún otro pueblo
que no lo merezca.

—¿Se supone que eso me tiene que sentir mejor al respecto?

—Desquítate contra la madre naturaleza —responde Preppy. Él levanta una


ceja sugerentemente—. Pero piensa en lo feliz que estarás frotándote en tu nueva
bañera con patas si te hace sentir mejor.

Me rio entre dientes—. Sí, masturbarme en mi nueva bañera me hace sentir


mucho mejor acerca de la posible destrucción catastrófica de un pueblo y la posible
pérdida de vidas.

—Entonces, mi trabajo está hecho aquí. De nada.

Pienso en todo el trabajo que King ha puesto para hacer realidad mi bosquejo
para las nuevas habitaciones de la casa. El hombre realmente no se detendría ante
nada para hacerme feliz.

No serás feliz. No en la bañera. No en ninguna parte. No puedes ser feliz. Ya


no, la voz dentro de mi cabeza se burla. La que me llena de cantidades innecesarias
pero interminables de preocupación y duda.

Alejaré la voz. Lo que sea que se avecine sobre mí es como la tormenta


persistiendo en la costa. Es temporal y pasará. Tiene que pasar. Además, tengo
amor y, por lo tanto, lo tengo todo.

Y ese amor viene en todas las formas y tamaños. El amor romántico como el
que siento por King viene con pasión, atracción. El amor parental viene con la
necesidad de proteger, un amor más profundo que cualquier otro en el mundo.
Luego, está el tipo de amor que viene en forma de amistad. La familia elegida.

Actualmente, tiene la forma del hombre rubio, tatuado y con cicatrices


acurrucado debajo de una frazada en mi sofá, quien actualmente está frotando
distraídamente mis pies hinchados.

—Mami, ¿qué es masterbaración? —pregunta Max, mirando sobre su hombro.


—Quieres decir masturbación —responde Bo antes de que el shock por la
pregunta de mi hija tenga la oportunidad de establecerse—, también se conoce
como auto placer. Es la estimulación de los genit—

Preppy aplaude—. ¡Okay! Suficiente de eso. ¿Están listos chicos? ¡Esta es la


mejor parte! —Señala a Bo y susurra—: No más de escuchar las conversaciones de
adultos.

Bo se encoge de hombros—. Entonces, no hablen cosas de adultos en una


habitación llena de niños. O bien, y esto es sólo una sugerencia, ambos pueden
considerar trabajar en el volumen de sus susurros.

Preppy abre la boca para responder, luego la cierra. Frunce los labios y luego
se recuesta en el sofá—. Touché.

Sammy, Max y las gemelas de Preppy, Taylor y Miley están tumbados boca
abajo en el suelo mientras Bo opta por el sillón reclinable. Nicole Grace también
está en el suelo, pero ya está dormida con su manta púrpura metida en la boca de
una manera que solía hacerme pensar que estaba tratando de ahogarse a ella
misma.

—¡Aquí viene! —Preppy señala la televisión, y todos los niños aplauden de


emoción cuando Moana comienza a cantar su primera canción. Preppy canta y los
niños lo siguen.

Le sonrío a mi amigo que es una yuxtaposición literal de un personaje.


Amoroso, pero de boca sucia. Sexual y grosero, pero leal a la esposa de la que está
irremediablemente enamorado. Un animal fiestero, pero uno de los mejores padres
que he conocido. Cuando termina la canción, todos aplauden y continúan viendo la
película

—¿Qué? —pregunta Preppy cuándo termina la canción y me atrapa


mirándolo.

—Eres un buen tipo, Preppy —digo, porque lo creo. Grace tenía razón todos
esos años atrás. Es posible ser un chico malo pero un gran hombre. Tengo la suerte
de conocer y amar a varios de esos hombres y llamarlos mi familia.
—Sólo estás diciendo eso porque actualmente estoy frotando tus enormes pies
de embarazada.

—Oye —lo reprendo, levantando dichos pies enormes de su regazo.

Preppy pone los ojos en blanco y los jala de vuelta, continuando con mi muy
necesario masaje de pies—. Dre ama un putero, pero no tengo dudas de que ella
me amaba aún más cuando estaba embarazada. Me pasaba horas frotando sus
lindos pies hinchados.

Sacudo la cabeza—. Estoy diciendo que eres un buen tipo porque lo eres.

Se encoge de hombros—. Soy algo así como bueno, o cercano a bueno. Quizás.
Posiblemente. Probablemente no.

Sonrío—. Eso suena correcto.

—¿Papi? —pregunta Taylor dándose la vuelta y mirándonos con sus enormes


ojos de ciervo y sus mejillas de querubín—. Moana es café, ¿verdad?

Los ojos de Preppy se agrandan—. Oh, sí, supongo —responde con una mirada
de a dónde va esto en sus ojos, con la que como padre estoy muy familiarizada.

—Y yo soy blanca, ¿verdad? —pregunta ella, inclinando la cabeza. Un


pequeño mechón negro cae sobre su ojo, y ella lo sopla sólo para que caiga de
regreso.

—Ajaaaá… —responde, moviendo sus ojos hacia mí, luego de vuelta a una de
sus gemelas.

Taylor le sonríe a su papá—. Pero, todos somos iguales por dentro, ¿verdad?

Preppy lanza un suspiro de alivio y le sonríe a su hija gemela de cabello


oscuro. Hay orgullo en su voz—. Sí, pequeña, todos somos iguales por dentro.

Satisfecha, Taylor vuelve a mirar la televisión mientras Preppy la observa


por unos momentos en silencio antes de volver a hablar—. Nunca aguantas la
respiración hasta el momento en que piensas que tu hijo está a punto de mostrarte
contigo como racista.
Me río entre dientes—. Bueno, estás haciendo algo bien. Ella apenas tiene
tres años y ha reconocido que, aunque las personas pueden parecer diferentes,
todos somos iguales. Es inteligente. Observadora. Gentil.

—Sacó todo eso de su madre —dice Preppy, aclarándose la garganta,


claramente incómodo con el cumplido. Lo que es muy diferente a él. Normalmente,
aprovecha la oportunidad de aceptar un cumplido como si estuviera recibiendo un
Oscar.

Presiono mi pie contra su mano inmóvil, y él continúa frotando mis pies


hinchados—. Date algo de crédito por ser un humano decente.

Él sonríe de lado.

Pongo los ojos en blanco—. Un humano decente, a veces.

—Un recordatorio de que tú fuiste quien nos unió a King y a mí cuando


hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para separarnos.

—Pfff, ustedes dos eran tan perfectos el uno para el otro que podían ser ciegos
y sordos y aun así saber que estaban destinados a ser.

—Creo que hay más. Creo que sabías que seríamos felices. Que él sería feliz.

—Eso, o simplemente no quería que te fueras, así que me aseguré de que te


quedaras. Fue más egoísta de lo que pretendes que sea.

—Ajá. Sigue diciéndote eso, Prep. Mientras tanto, estás aquí frotándome los
pies y viendo películas de Disney con los niños. Pero lo prometo, tu secreto de
buena crianza y de ser un buen amigo está a salvo conmigo.

—Sabes que amo las putas películas de Disney —responde Preppy.

—¡Yo también amo las puta películas de Disney! —interviene Bo, repitiendo
las palabras de su padre. Él es el único niño que no está sentado en el suelo. En
cambio, está sentado con las piernas cruzadas sobre el sillón reclinable con una
corbata de moño de cuadros rosas y amarilosa que combina con la de Preppy.

Preppy trata de ocultar su sonrisa torcida y entrecierra sus ojos hacia su


hijo—. Bo, ¿qué dijimos sobre el uso de ese tipo de palabras?
Bo recita su respuesta sin una disculpa, como si estuviera recordándola de un
libro de texto—. No hay que decirlas frente a mi madre, mis hermanas o mis
maestros porque no entienden que maldecir es un signo de inteligencia emocional
de acuerdo con los estudios médicos psicológicos en las publicaciones importantes.
Y socialmente no es aceptable que un niño de ocho años las use en público porque
hace que parezca que mamá no está haciendo su trabajo cuando todos sabemos
que mi terrible lenguaje es culpa tuya.

Preppy asiente—. Correcto.

Bo apunta a la televisión—. Pero las películas de Disney son jodidamente


increíbles porque detrás de todos los cantos y princesas, son realmente morbosas.
¿Sabías que Moana es una de las pocas películas de Disney donde los padres no
mueren al principio? Aunque la abuela se petatea, luego se convierte en una
mantarraya, así que eso es bastante impresionante.

—Sí, es bastante impresionante —respondo. Miro de Bo a Preppy—, sabes, él


puede no ser de tu sangre, pero es tan hijo tuyo —me reí entre dientes—. En todos
los sentidos.

—Sí, sí, lo es. Pero es más inteligente de lo que yo nunca seré —dice Preppy,
mirando a su hijo.

—Creo que es más inteligente de lo que cualquiera de nosotros será —agrego.

Bo toma un puñado de palomitas de maíz y se las mete en la boca—. Eso es


cierto porque mi coeficiente intelectual es de ciento cincuenta y seis. Técnicamente,
soy más inteligente de lo que el 97% de la población lo será alguna vez —gira de
vuelta a la película.

—Él tiene razón. Necesitamos trabajar en nuestras habilidades para


susurrar —susurro lo más bajo que puedo manejar—. Sabes, es una locura verte
como papá, Preppy. ¿Alguna vez extrañas como eran las cosas antes de que
tuvieras hijos?

Preppy frunce el cejo—. ¿Qué? ¿Cómo tener sexo con alguien y cualquier cosa
de cualquier manera que yo elija sin importarme si está mal, es correcto o está
loco?
—Algo como eso.

—Nop. Y seamos sinceros, en la mayoría de los casos, sigo siendo el mismo.


Estoy casado, pero eso no significa que ya no encuentre a la mayoría de las perras,
quiero decir, mujeres, sexys como la mierda. Y eso no significa que ya no quiera
hacer cosas horribles, deplorables, sucias—

Lo interrumpo—. Ya entendí.

—La única diferencia es que ahora sólo quiero hacer esas cosas con Doc —
mira hacia donde las gemelas están dormidas boca abajo junto a Max y Sammy,
igualmente jetones, y luego de vuelta a Bo, que tiene un cuaderno en su regazo,
escribiendo en las páginas—. Tú ya sabes que no tuve familia al crecer. Ahora,
puedo formar parte de una. Mi único objetivo es no joderlos demasiado y dejarlos
ser ellos mismos.

Lágrimas se acumulan en mis ojos. Intento esconderlas girando de regreso a


la televisión mientras las alejo.

Preppy detiene sus manos en mi pie—. ¿Estás bien, niña? Pareces un poco
apagada, y soy un experto en frustración sexual, pero esto parece otra cosa.
Normalmente te ríes cuando digo estupideces, y ahora la risa no está allí o… no lo
sé, simplemente no es como suele ser.

Genial, otra persona que me va a preguntar si estoy bien cada veinte minutos.
Fuerzo una sonrisa—. Estoy bien. Realmente lo estoy. Es sólo una película dulce.
Y ya sabes, hormonas y mierda —sorbo por la nariz.

El cejo fruncido de Preppy dice basura, y puedo sentir su mirada penetrando


mi fachada a través de mi temple—. No era tan dulce. Y no estoy hablando sólo de
hoy tampoco. Has estado así por un tiempo ya.

—¿Así cómo?

—Como si tu mejor amigo hubiera muerto, pero ya lo hice, así que… ¿Qué es?

No respondo porque no estoy segura de cómo responder. La misma razón por


la que no se lo he explicado a King. ¿Cómo puedo explicarles un sentimiento que
no entiendo del todo? Además, sé cuán pesado se siente el peso de la preocupación,
y no quiero pasárselos a ellos y hacer que se preocupen por mí cuando ni siquiera
estoy segura de que haya una razón para preocuparse.

Preppy chasquea los dedos—. Espera, lo sé. No te ríes tanto porque tienes
miedo de hacerte pipí. Eso le sucedía a Dre cuando estaba embarazada y se reía
demasiado fuerte. También un poco después de estar embarazada. Le daba
vergüenza, pero a mí no me importaba. De hecho, me gustaba un poco cuando—

—No es nada —suelto, no queriendo escuchar el final de esa oración, aunque


mentalmente ya lo he escuchado todo—. Sólo he estado un poco cansada.

Él no parece convencido—. ¿Estás segura?

Sonrío y trato de hacerlo lo más genuinamente posible—. Estoy segura.


Además, el embarazo mezclado con agotamiento equivale a estar emocional.
Estaré bien mañana.

—Te diré que. Ve a la cama y trata de descansar. Terminaré la película con


los niños y esperaré a que el jefe llegue a casa antes de que nos vayamos.

Estoy a punto de discutir con él cuando insiste—. A la cama, niña. Ahora. Si


no, tendré que consultar con ese bárbaro marido tuyo, y serás abordada por la
edición de Brantley King de la inquisición hasta que uno o ambos mueran de
agotamiento mental.

No quiero tener la misma conversación con King otra vez. No me gusta


mentirle, pero estoy bien. O estaré bien.

O espero estar bien.

Acepto la oferta de Preppy y maniobro mi enorme barriga para poder


moverme hacia un lado y levantarme del sofá—. Gracias.

Estoy a mitad de camino por el pasillo cuando escucho a Preppy. De nuevo,


Bo tenía razón. Sí necesita trabajar en sus habilidades para susurrar—. Okay,
niños. Ya se fue. ¿Quién quiere un poco de cocaína?

Miro sobre mi hombro y encuentro a Preppy riéndose silenciosamente de su


propia broma—. Todos están dormidos —continúa, señalando el suelo—, y tú, de
todas las personas, sabes que nunca le daría de mi cocaína a los niños. No tienen
dinero ni garantías.
TRES

Mis manos pueden que estén ligeramente más limpias estos días, pero mi efectivo
sigue sucio como el carajo. Y en este momento, alguien está tratando de joder con
lo que es legítimamente mío. Lo que he pasado dos décadas construyendo en este
pueblo.

Cuando llueve, se inunda.

Tampoco estoy hablando del huracán Polly, aunque eso no ayuda


exactamente a los asuntos.

La última tormenta de mierda fue anoche. Nine y Pike, junto con uno de los
chicos de Bear al que llaman Badger, estaban moviendo un cargamento de cocaína
cuando fueron golpeados en medio de la puta calzada. MI puta calzada, por algunos
aspirantes a matones a sueldo.

Desafortunadamente, soy yo quien maneja el puto efectivo. Como si


necesitara más mierda por la que preocuparme ahora, además de Cachorro y lo
que sea que me esté ocultando. Estoy en algún lugar entre enojado y confundido
porque ella no está siendo honesta conmigo, y, odio jodidamente admitirlo, herido.

Lo que sólo me pone incluso más enojado.

Entro a la adición enmarcada de la casa. Cachorro realmente elaboró un


plano genial. Cuando esté terminada, será una nueva suite principal, una adición
de cocina y una gran sala de juegos para los niños. Lo que Cachorro no sabe es qué
más incluirá, pero planeo guardar esa información hasta que esté completa y cada
habitación se vea como ella se la imaginó.

Actualmente, es sólo un lugar que huele a aserrín—veo a Pike y Nine


esperándome dentro de las paredes enmarcadas—y putas malas noticias.
Pike está girando distraídamente las esclavas alrededor de sus muñecas con
su espalda contra uno de los postes. Su cabello de chico de playa hasta la barbilla
cae sobre su cara maltratada. Hay un corte sobre su ojo derecho y una mancha de
sangre donde está sangrando a través del vendaje. Hay un hematoma debajo del
otro ojo.

Nine está en su teléfono, pero levanta la vista cuando me oye acercarme y lo


vuelve a meter en su bolsillo. Considero al chico mi protegido, y no sólo porque es
el hermano de Preppy, sino porque es listo como la mierda, violento cuando la
situación lo exige y dispuesto a tomar el mando. Él es la próxima generación. El
Príncipe de Logan Beach.

Si es que no la caga incluso antes de comenzar.

Nine, como de costumbre, no pierde el tiempo yendo al grano. Voltea una


cubeta naranja neón y se sienta.

—Cuéntamelo todo —exijo—. ¿Qué coño has descubierto? —enciendo un


cigarro para darles a mis manos algo que hacer además de derribar la madera que
rodeándonos y romperla sobre mi rodilla.

Nine suspira. Tiene un labio roto y una marca roja en la mejilla—. Estamos
en ello, pero sin suerte todavía.

Es lo último que quería escuchar. Doy un paso hacia él y siento la vena latir
en mi frente con cada paso. Los tendones en mi cuello se tensan. Me inclino y
apunto mi cigarro hacia Nine—. Nadie jode con nosotros en este pueblo. Esa es la
regla número uno, y quien esté detrás de esto lo aprenderá de la manera más
difícil.

Nine no rehúye mi pedido. Parece aceptarla. Ganar confianza de ello. Al igual


que Pike.

Nine endereza sus hombros y asiente.

Me giro hacia Pike—. No dejes de buscar hasta que hayas hablado con todos
en este pueblo, hasta que hayas volteado cada grano de arena en esa puta playa.
No te detengas hasta que tengas un nombre o, mejor aún, un cuerpo.

Nine se pone de pie—. Lo tienes, jefe.


Casi me siento mal por el chico. Sabe qué hacer y cuál es su trabajo, pero en
este momento estoy demasiado enojado para reunir una falsa cortesía por el bien
de sus sentimientos—. ¿Entonces que sabemos? —le pregunto, dando un paso
atrás y tratando de avivar las llamas de mi sangre hirviendo.

Pike se aleja de la pared y saca las manos—. Sabemos que los cabrones
llevaban máscaras. Máscaras de esquí de esqueleto de todas las cosas. No sonaban
ni parecían familiares. Si me preguntas, son contratados y no están afiliados. La
forma en que nos agarraron fue imprudente y mal planificada. Levantaron los
neumáticos del camión por detrás de la barandilla, y nos estrellamos en la
mediana. Rodearon el camión antes de que pudiéramos devolver el fuego y nos
ordenaron salir del camión. Cuando Badger les dijo que se fueran a la mierda, le
dispararon.

—¿Cómo lo lleva? —pregunto. No quiero que nadie muera en mi vigilancia ni


en mi pueblo. No si puedo evitarlo.

Pike sacude su cabeza y enciende un porro—. Le atravesó. Lo dejamos en el


lugar de la enfermera Jill. Está a media botella de Jack y algunas azules. Ha
estado silbando encanto sureño durante las últimas seis horas. Literalmente.
Entonces, supongo que es seguro decir que estará bien. Bueno, después de la
resaca masiva que sospecho el hijo de puta tendrá.

Asiento—. Dijiste que no te sonaban familiares. Entonces, ¿qué dijeron?

Pike duda y mira hacia Nine—. Dile.

Pike saca una bocanada de aire—. Uno de ellos dijo que te dijera que hay un
nuevo Rey de la Calzada en el pueblo, y que te quitará todo, a menos… —luce como
si estuviera a punto recibir un batazo en el pito por la froma en que retiene la
respiración.

—¿A menos? —pregunto, sintiendo los tendones en mi cuello tensarse—. ¡Sólo


dilo!

Sus ojos se encuentran con los míos—. A menos que le des lo que él quiere.

—¿Y qué carajos es eso?


—Pregunté lo mismo. Dijo que lo descubrirás pronto —Nine alcanza su frente
y toca el chichón rojo furioso justo debajo de su cabello—. Luego, usó la culata de
su arma y me golpeó.

—Jaquea todas las cámaras de seguridad desde aquí hasta puto Miami.
Averigua a dónde fue ese puto camión. Pike, llama a todas las conexiones
chupadoras de sangre que tengas, desde los vendedores ambulantes hasta el
cartel. Dame un puto nombre. Y cuando consigas uno —tomo una profunda calada.
Y expulso el humo lentamente por la nariz como el puto dragón enojado que me
siento en este momento—. Me llamas a mí primero.

—En ello —responde Nine con un breve asentimiento.

Me voy con rabia recorriendo mi cuerpo. Todos los músculos rígidos y tensos.
Quien esté detrás de esto pagará a la antigua. De la forma en que construí mi
nombre y mi negocio.

En sangre.

Me dirijo a la parte de la casa que no consiste únicamente en árboles muertos


y no mucho más. Casi espero que los niños salgan corriendo como suelen hacerlo
cuando me escuchan subir las escaleras, pero hoy no hay nadie saludándome.

Dentro, encuentro mi sala de estar llena de niños dormidos, los míos y los de
Preppy. La única excepción es el propio Preppy, que está completamente despierto
y observa atentamente cualquiera que sea la caricatura cantando que esté
atrayendo su atención.

Abro el refrigerador y agarro dos cervezas. Preppy me escucha y levanta la


vista. Se levanta del sofá y mueve la barbilla hacia la puerta trasera. Espero junto
a la puerta y le doy una cerveza, siguiéndolo de vuelta afuera. Cierro lentamente
el mosquitero para no despertar a los niños, pero mantengo la puerta interior
abierta en caso de que uno de ellos se despierte.

—¿Dónde está mi chica? —pregunto, tomando un trago de mi cerveza.

Cuando llegamos al césped, Preppy enciende dos cigarros, entregándome


uno—. La envié a la cama. Bueno, la envié a la cama después de darle un famoso
Preppy masaje de pies.

Instinto hace que mis nudillos se pongan blancos a pesar de que sé que Preppy
no es una amenaza, pero cuando se trata de mi esposa, no puedo evitar la ira que
siento cuando se trata de otro hombre tocándola, por inocente que sea.

—Eres tan lindo cuando estás todo celoso —comenta Preppy, mirando mis
puños.

Pongo los ojos en blanco e ignoro el instinto de golpear la sonrisa de su rostro.


El chico ha tenido suficiente en los últimos años. No necesita mi ira sin
fundamento. Al menos no hoy. Y él es mi mejor amigo, aunque mi presión arterial
actualmente piense lo contrario.

Los últimos rayos del sol del día irradian a través de los manglares, y me doy
cuenta de lo temprano que es—. Espera, ¿ya está en la cama? —pregunto, con
preocupación trepando por mi columna vertebral como una araña volviendo a su
telaraña. Incluso embarazada, Cachorro no es el tipo de persona que toma
descansos, incluso cuando son muy necesarios.

Preppy toma una calada profunda y se encoge de hombros, el movimiento


constriñe una profunda cicatriz irregular en su cuello—. Ella dice que está
cansada, pero si me lo preguntas, la chica no parece ser ella misma.

Veo mi preocupación reflejada en sus ojos y suspiro de pura frustración—. Sí,


lo sé. Cada vez que le pregunto al respecto, ella me dice que está bien.

—Es terca como el infierno —Preppy arquea una ceja hacia mí—. Me
recuerda mucho a su esposo.

—Aun así, no cambia el hecho de que todavía no sé qué demonios la está


molestando, o mejor aún, por qué siente que tiene que mentirme al respecto —me
han apuñalado y disparado, pero que mi esposa sienta que no puede ser honesta
conmigo, duele mucho más que una bala perforando a través de la piel y músculo
o una cuchilla dentada tocando hueso.

—Dime esto, jefe. ¿Por qué alguien en una relación, una en la que realmente
les gusta la otra persona, le mentiría a su pareja? —sondea.

Estoy demasiado preocupado por Cachorro como para intentar responder un


acertijo en este momento—. ¿Por qué?

Preppy apaga su cigarro—. Ugh, no tienes remedio. Ella está tratando de


protegerte, puto cavernícola. ¿Por qué más?

—¿Protegerme? —resoplo—. ¿De qué?

Cruza los brazos sobre su pecho y se apoya contra la barandilla de las


escaleras que conducen a la puerta trasera—. Déjame ponerlo de esta manera. Si
ella te dijera qué está realmente mal, ¿qué es lo primero que harías? Sé honesto.

Me encojo de hombros—. Fácil, lo arreglaría.

Él forma una pistola con sus dedos y apunta hacia mi pecho—. Bingo.

—¿Qué coño significa eso? —gruño.

—Significa que tal vez lo que ella está atravesando no se puede arreglar con
un puñetazo en la mandíbula de alguien o una bala en la cabeza de alguien.

—Si tan sólo pudiera ser tan fácil —murmuro. Miro hacia las correas que
llevo envueltas alrededor de mis antebrazos.

Preppy se ríe—. Okay, o una correa alrededor del cuello. Lo que sea con lo que
está lidiando tu chica, obviamente piensa que necesita pasar por eso sola porque
no quiere molestarte con eso. O a cualquier otra persona para el caso.

—Entonces… —me detengo esperando que Preppy diga algo. No lo hace—.


Entonces, ¿qué carajos se supone que haga?

Se encoge de hombros y toma una calada de su cigarro—. No estoy seguro.


Tal vez, hacerla darse cuenta de que no está sola. Que no vas sólo a tratar de
arreglarlo, sino entender lo que sea que esto sea.
Preppy tiene razón, y me irrita como una cuerda rozando mi piel—. ¿Cuándo
llegaste a ser tan inteligente?

Él hace una reverencia dramática—. La muerte tiene una manera de darle a


alguien una nueva perspectiva sobre mierdas. Cosas sobre las que nunca pensé
que tenía una opinión antes. O sea, no me hagas comenzar con las elecciones del
club de lectura de Oprah. Basura convencional patrocinada por un pub en
quiebra—

—¿Me haces un favor, Prep? —Pregunto, apagando mi propio cigarro.

—¿Sí, jefe?

—Eres bastante inteligente, así que no te vayas a morir de nuevo. Tú siendo


brillante sería aún más jodidamente irritante.

Preppy me da una palmada en la espalda y me sigue de regreso a la casa.

—Es un puto trato —Baja la voz a un susurro—. ¿Qué coño está pasando con
el envío? ¿Alguna noticia de quién coño está involucrado?

Sacudo la cabeza—. No, pero lo averiguaré.

Preppy se truena los nudillos—. Bien, avísame cuando lo hagas —Veo sus ojos
ensancharse junto con su sonrisa cuando una idea pasa por su rostro—. Tengo la
mejor idea de todas.

—Joder, ¿quiero saber?

—Después de que descubras quién está jodiendo contigo, sé a dónde podemos


llevarlo. Ha pasado un tiempo y podría tener que arreglarlo un poco, pero ha
pasado demasiado puto tiempo. Te daré una pista. Cuatro palabras. Uno de mis
lugares favoritos en el mundo.

Siento una sonrisa extenderse por mi rostro. No puedo evitar compartir su


entusiasmo ante lo que está por venir y dónde.

El Cobertizo de Matanza.
CUATRO

UNOS DÍAS DESPÚES

Nuestros hijos se están persiguiendo de nuevo. La más pequeña está llorando


porque no puede seguirles el ritmo a los niños más grandes. El que está en mi
barriga está dando volteretas. Preppy está aquí de nuevo, pero esta vez sin los
niños porque su esposa Dre los llevó a Nueva York para visitar a su abuelo. Se
supone que volverán pasado mañana, pero Preppy les dijo que estén preparados
para quedarse más tiempo por si la tormenta cambia de dirección, lo que me dice
que está más preocupado sobre esto de lo que me deja creer.

Estoy bastante segura de que King puso a Preppy de niñera (para mí, no los
niños) mientras él está intentando resolver la situación con el cargamento.
Desearía poder hacer más para ayudar, y odio ver a King tan enojado, aunque sé
que ha estado bajando la severidad de ese enojo cuando está cerca de mí y de los
niños. No me importa tener a Preppy cerca. Ha sido una muy necesitada ayuda y
distracción.

El arte y tatuar, solían ser esa distracción. Me he superado a lo largo de los


años en lo que tiene que ver con el diseño y la tinta. Deseo volver a ello, pero,
aunque no estuviera enormemente embarazada e impedida de sentarme en una
sola posición por un largo período, no me he sentido exactamente inspirada. Han
pasado meses desde que he agarrado una máquina para tatuar o un lápiz.

Estoy limpiando un control remoto de televisión roto, poniéndole las pilas de


nuevo cuando King entra por la puerta y lo toma de mis manos.

—¿Quién hizo esto? —pregunta, levantando una ceja hacia los niños.
—Uno de ellos que no está actualmente ocupando espacio dentro de mi cuerpo
—apunto donde los tres niños están súbitamente quietos en el sillón. La foto
perfecta de un trío de inocentes sonrisas hacia su papi.

—Demonios. Todos ellos —Preppy murmura desde la cocina. Él apunta su


espátula de panqueques a su propio pecho —. Y para que conste, no fui yo.

—Perdón por tardarme tanto. Me tomó media hora sólo ir desde el club de
Bear a la Calzada. Luego tuve que dar la vuelta.

—¿Por qué? —pregunto.

—Un bote chocó con uno de los pilotes. Provocó tanto daño que tuvieron que
cerrarlo.

—¿Hasta cuándo? —pregunto. La Calzada es la única manera de entrar y


salir de Logan’s Beach en auto. Tengo fecha de parto en unas semanas, y el
hospital está al otro lado.

—Supongo que hasta que lo arreglen. El trabajador que me dijo que diera la
vuelta dijo que quizá podría llevar hasta una semana.

Siento una oleada de alivio correr sobre mí.

King se inclina y besa mi frente.

—Ya pensé en el hospital. Por eso pregunté.

Reconecta las piezas del control, poniéndole las pilas de nuevo y apunta a la
televisión. Cambia el canal para asegurarse de que funciona y lo deja justo cuando
el hombre del clima de nuestra estación local se aclara la garganta—. Buenas
noches. Soy el meteorólogo Dexter Greyson, aquí con las actualizaciones sobre el
Huracán Polly. Sé que estábamos esperando vientos de categoría dos o a lo mucho
los de categoría tres quedándose más en la costa y arriba en el área del puerto
Charlotte. Desafortunadamente, de acuerdo con las actualizaciones del centro del
huracán de las 5 a.m., no sólo el Huracán Polly ha dado un drástico giro hacia el
sur lejos del cono pronosticado, sino que también ha agarrado velocidad y fuerza.
Ahora estamos esperando un aterrizaje en las áreas entre Logan’s Beach y Coral
Pines, hoy en las primeras horas de la noche. Siento reportar a los residentes de
Logan’s Beach que con el puente fuera de servicio y las aguas ya inseguras para
viajar en bote, que resguardarse en el lugar más alto y con la estructura más firme
es el curso de acción más recomendable —el hombre del tiempo que se ve apurado,
pausa para tomar un trago de su taza de Canal Dos—. Manténganse a salvo, y que
Dios esté con todos ustedes.

No tengo idea de por dónde empezar. Me siento porque mi cabeza está


mareada con pensamientos entreverados. ¿Estarán los niños a salvo? ¿Estaremos
nosotros a salvo? ¿Y la casa? ¿Inundación? ¿Nuestro seguro? ¿La energía? ¿Dónde
está el generador?

—Respira —ordena King, poniendo una mano en mi hombro. La cubro con la


mía—, todo estará bien.

Preppy se encoje de hombros—. No es nada por lo que no hayamos pasado


antes. Además, el tipo del clima ni siquiera está en el pueblo, y todo el mundo sabe
que el único momento para preocuparse es cuando él aparece.

La presentadora de las noticias una vez más pone al hombre del tiempo—.
Sólo una actualización, y odio ser el portador de malas noticias, pero tengo un
reporte en el que Jim Cantore del canal Weather ha sido visto reportando desde
debajo de la Calzada.

—Joder —maldice Preppy.

—En serio, de todas las cosas que dijo, ¿eso es lo que más te molesta? —
pregunto, apuntando a la televisión.

Para mi sorpresa, King sale en defensa de Preppy—. Cantore va a donde sea


que es considerado el punto cero durante una tormenta.

—¿Qué vamos a hacer? —le susurro a King, consciente de que los niños nos
están mirando y no queriendo asustarlos tanto como yo lo estoy.

—Vamos a superarla —dice King, como si fuera tan simple como eso. Le creo
porque tengo que creerle. Porque no puedo imaginar un mundo en el que
cualquiera de nosotros no la supere.

El reportero continúa mientras los niños se persiguen entre ellos en el


pasillo—. Aunque los vientos van a ser un gran factor en este huracán, las
inundaciones van a ser la mayor preocupación para nuestras áreas por estar en el
lado de menor presión de la tormenta. Vayan hacia suelo elevado y hacia
habitaciones internas para evitar escombros voladores. Y vuelvo a decir esto sin
mamadas, amigos. Que Dios esté con—

No llegamos a escuchar el final de la frase porque la televisión, con el resto


de la electricidad de la casa se van. La habitación está oscura y amarilla,
iluminada solamente por la luz del sol que se está poniendo.

Preppy jadea—. Mierda, eso fue jodidamente siniestro. Y dijo mamadas en


televisión.

—Puedes decirlo de nuevo —dice King con un suspiro. Se gira hacia Preppy—
. Llama a Bear. Empezaré aquí. Ya sabes qué hacer.

—¿Qué va a hacer? —pregunto mientras Preppy saca su teléfono del bolsillo


y corre por la puerta.

—No es nuestro primer rodeo, señorita linda —contesta Preppy en un acento


de vaquero sureño.

—Sígueme —dice King mientras también sale por la puerta del frente. Hago
lo que dice y lo sigo escaleras abajo. Preppy sale del camino de entrada mientras
nosotros llegamos al estudio de tatuajes de King el cual está pegado a nuestro
garaje—. Tenemos preparado un sistema. Pongo las persianas y Preppy recoge las
provisiones. Comida y medicamentos. Llamaré a Bear y veré si planea dirigirse
hacia acá o se quedará en la casa del club. De cualquier manera, él está a cargo
del agua y de los generadores.

—Nunca he pasado por un huracán antes —admito.

—Nosotros hemos pasado unos cuantos.

—¿Cuántos como este?

King se encoje de hombros—. Tuvimos un cuatro una vez. La única diferencia


fue que se había predicho que vendría, y estábamos mejor preparados. Nunca
tuvimos uno que sólo cambiara de dirección así antes.

—Un huracán comodín. Impredecible incluso cuando es predicho.


—La preparación es la misma para todos ellos. Sólo necesitamos ser un poco
más rápidos cuando se trata de este.

—Pero la realidad de los daños no lo es. ¿Qué pasa con la ampliación y los
niños—

—Cachorro —dice King, y no me había dado cuenta de que se había movido


hasta que está delante de mí, acunando mi cara y forzándome a mirarlo a los ojos—
, todo lo que importa eres tú, el bebé en tu panza, y los niños que están en la casa.
La ampliación se puede joder. La casa se puede joder. Todas las personas en este
pueblo se pueden joder. Si nos concentramos en lo que importa, estaremos bien.
Te prometo eso, y nunca jodidamente dejaré que algo le pase a ninguno de ustedes.
Nunca.

—Eso es verdad cuando hay gente viniendo tras nosotros, pero no puedes
pelear o dispararle a un huracán.

King levanta el arma de la cintura de sus jeans y sonríe—. ¿Quieres apostar?

Resulta que el arma es para después de la tormenta en caso de que


saqueadores vinieran y quisieran robar de casas que ellos piensen que están
abandonadas. El hecho de que cualquiera tome ventaja de personas de esa manera,
pateándolos cuando están en el suelo es desagradable, pero sólo porque yo no lo
haría no quiere decir que no se hiciera y King tenía razón.

Tenemos que estar preparados para cualquier cosa y para todo.

Sin embargo, hay algunas cosas en la vida que no importa si tienes mucho o
poco tiempo, nunca estarás preparado para ellas.
CINCO

—Mami, estoy preocupada por el huracán —dice Max, parada entre mis rodillas.

Mi corazón duele porque ella esté preocupada por algo que está fuera de su
control—. Oye, es trabajo de los adultos preocuparse por este tipo de cosas. Para
de intentar quedarte con mi trabajo, apestosa.

—¡No soy una apestosa! Sammy es el apestoso. ¿Has olido sus calcetines?

—Desafortunadamente, lo he hecho —digo, poniendo un rulo salvaje detrás


de su pequeña oreja.

—¡Sammy, eres un apestoso! —chilla Max y corre de vuelta a perseguir a su


hermano quien está a mitad de camino arriba de un árbol.

King sale al porche vestido todo de negro como siempre con una gorra toda
negra en su cabeza—. Hey, Cachorro —su voz es bravuconería profunda y tira de
cada terminación nerviosa en mi cuerpo. Pensé que se desvanecería con el tiempo,
pero no lo ha hecho. Cada día con él sólo amplifica mis sentimientos.

Corazón y cuerpo.

Él se sienta en el escalón sobre el mío y mira hacia el frente del jardín donde
nuestros hijos están jugando.

Nicole Grace está jugando cerca, persiguiendo a su hermano y hermana.


Sammy y Max se están disparando con grandes pistolas de agua, regalos de Bear.
Yo estoy meciendo al que pronto será la nueva adición a la familia en mi
protuberante vientre mientras escucho las risas y los gritos de deleite que vienen
de nuestra siempre creciente familia.
—Tengo que encontrarme con los muchachos y repasar algunas mierdas.
¿Estás bien aquí por un rato? —pregunta King.

—Estoy bien. ¿Todo está bien? —pregunto.

—Lo estará —responde, pero veo preocupación en sus ojos que no estaba allí
antes. Estoy a punto de preguntarle qué lo está molestando, además de la
inminente tormenta, pero antes de que pueda sacar la pregunta de mi boca, somos
interrumpidos por una cabeza de largos rulos rubios.

—¡Mami! Papi, ¡recuerdan cuando se casadon sin nosotos! —nos dice Max
sacando su labio inferior en un puchero.

Le sonrío a King—. Los niños todavía están medio enojados con nosotros por
casarnos en la corte. Ellos querían estar allí. Están más enojados sobre eso que
cuando les dije que no podían jugar afuera mañana por la tormenta.

King pone gentilmente su mano en mi garganta. Un agarre posesivo que he


llegado a amar—. Sí, pero no podía esperar más para casarme contigo.

—Yo tampoco —admito.

Se inclina y presiona un suave beso en mis labios.

—¡Ewww! —lloriquea Sammy.

Nos separamos y miramos a Sammy, quien está apuntándonos, arrugando su


pequeña nariz—. Eso es asqueroso.

King se ríe—. Métete en tus asuntos, niño. No pensarás siempre que es


asqueroso. Algún día, quizá quieras besar a una chica tú mismo.

Sammy sacude la cabeza.

—De ninguna manera. Es asqueroso, y no cambiaré de idea. ¡No ahora! ¡Ni


nunca!

Max sale de detrás del grueso tronco del roble en el centro del jardín, y moja
a Sammy desde atrás con su pistola de agua. Él deja salir un grito de sorpresa
luego sale corriendo hacia ella.
—Quizás necesitan vernos casarnos —King sugiere—. Cuando toda esta
mierda se termine.

Mi cabeza se gira de golpe hacia él—. ¿Qué?

Él observa a los niños por un momento antes de girarse para mirarme—.


Quiero que vean lo que hay entre nosotros por lo que es. Algo bueno. Algo fuerte
—se para y toma mi mano, empujándome hacia arriba con él. Su mano vuelve a
mi garganta y la otra a mi vientre—. Ve a elegir un vestido blanco, Cachorro.
Porque cuando el cielo se despeje y el bebé haya llegado, tendremos una boda real
—Me besa lentamente, pero no es tierno. Es una posesión lenta de mis labios y
cuerpo. Se aparta, dejándome sin aliento. Sus ojos fuertemente pesados—. Ahora
que eres mía de todas las maneras, creo que eso es algo que vale la pena celebrar.
¿No lo crees?

Todo lo que puedo hacer es asentir porque como todas las veces que me besa,
ha robado mi aliento.

—Te veo en un rato —se ríe entre dientes—, tengo que comprar algunos
tornillos más para las persianas. Estaré de vuelta pronto —baja las escaleras del
porche y corre atrás de Sammy, levantándolo en el aire para que Max pueda tener
un buen tiro hacia él. Baja a Sammy y los niños salen corriendo de nuevo.

King deposita un beso arriba de la cabeza rubio platino de Nicole Grace, luego
camina hacia su moto. Cada paso que da hace que mi respiración se acelere. Se
monta sobre la gran moto, y el motor ruge a la vida. Le da vuelta a su gorra de
beisbol y acelera por el camino de entrada.

Soy dejada boquiabierta por él como una colegiala con un flechazo, pero
demonios, ese hombre es todavía la cosa más hermosa que he visto.

Voy hacia abajo al jardín y tomo a Nicole Grace, posicionándola en mi cadera,


Les grito a los otros dos niños que voy a poner a la menor a dormir una siesta.

Cuando emerjo de la casa unos momentos después, Max y Sammy están


sentados en el pasto, viendo catarinas subirse a los dientes de león.

Un coche que no reconozco sube por el camino de entrada. Mis hombros se


ponen rígidos. Mi mente en plena alerta.
—¡Sammy! ¡Max! Adentro, ¡ahora!

Sammy y Max hacen exactamente lo que les ordeno. Levantándose y


corriendo, pasándome por al lado hacia la casa porque conocen mi voz seria.
También saben que mamá no juega cuando hay incluso una pequeña posibilidad
de amenaza, especialmente cuando se trata de mis hijos.

Veo como una mujer sale de un brillante BMW negro. Ella es hermosa y rubia.
Delgada sin un pelo fuera de lugar. Ella es alta, usando grandes lentes de sol a la
moda y muy altos tacones que no están hechos para un camino de grava, pero de
alguna manera, emprende el camino sin tropezar.

—¿Se encuentra King? —pregunta, con un acento sureño dulce que hace que
los vellos de mis brazos se ericen. Ella mira hacia la casa y las áreas alrededor
antes de mirar de nuevo hacia mí.

—Aquí, nos presentamos antes de hacer preguntas —le digo, cruzando los
brazos sobre mi pecho.

Ella no contesta. Porque es distraída por algo. Se quita los lentes y mira la
ventana del frente donde Max y Sammy están espiando desde arriba del sillón.

No, no está mirando a los niños como un conjunto. Está mirando a Max.

Miedo inunda mi estómago mientras un pensamiento cruza por mi cabeza y


la realización me golpea como un bate en el pecho.

No. No puede ser.

Ella pone los lentes de sol en la parte superior de su cabeza—. De hecho, hay
algo con lo que tú puedes ayudarme —dice—, no sé si King te ha contado sobre mí,
pero soy Tricia. Max es—

—No eres jodidamente nada de Max —interrumpo mientras una rabia


cegadora nubla mi visión y hace que mis puños se aprieten a mis costados.

Ella frunce el cejo, luego endereza sus hombros mientras sus labios se
aplanan y sus ojos se ensanchan con determinación—. Oh, pero, de hecho, soy su
algo. Un muy importante algo, resulta ser. Y por lo que parece, creo que sabes
exactamente quién soy.
—Yo soy su madre. Tengo papeles que respaldarán eso y un arma que los
respaldará. Así que, ¿por qué coño estás aquí? —consigo sacar.

Tricia toca la punta de sus lentes de sol con la esquina de su boca—. Pues,
estoy aquí para ver a Max, por supuesto. Mi bebé.

Por dentro, estoy temblando. Mi corazón está martillando. Mi naturaleza


protectora se pone en marcha, y juro que, si tuviera un arma conmigo, ya habría
puesto a esta mujer en el suelo. Por fuera, permanezco tan tranquila y calmada
como puedo.

Hago mi camino lentamente hacia el escalón más bajo un paso lento a la vez
hasta que mis ojos están al nivel de los de la perra—. ¿Quieres ver a mi hija? —me
rio porque esta será la única advertencia que estoy dispuesta a darle a la perra—.
Sobre tu cadáver.

—Tuvimos una visita —le digo a King en el segundo en que se detiene en el


camino de entrada. Mis palabras tiemblan mientras caen de mis labios como
granadas preparadas para explotar a mis pies. Siento palidecer a mi cara. Decir
las palabras hace real lo que pasó, y me golpea que esta mujer podría intentar
quitarme a mi hija.

—¿Quién? —pregunta King, buscando en mis ojos y agarrando mis hombros.

No puedo respirar. No puedo jodidamente respirar—. Tricia. La… —me


detengo, no queriendo decir la palabra mamá mientras la bilis gira en mi ya
alterado estómago.

Sus puños se cierran alrededor de una hoja de cuaderno en sus manos,


aplastándola en su agarre—. Eso jodidamente explicaría esto —dice King, las
venas en su antebrazo sobresaliendo enojadas.
Despliego sus dedos del papel—. ¿Qué es? —despliego lo que parece una nota.

King pasa sus manos a través de su pelo y toma una respiración profunda—.
Una puta basura que estaba clavada en la puerta del garaje cuando me estacioné.
Un cargamento fue robado de Pike y Nine hace unos días. Un envío que yo financié.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Tienes mucho en tu mente últimamente. No quería preocuparte.

Quiero estar enojada, pero eso me haría una hipócrita ya que he estado
protegiendo a King al mantener mis problemas para mí misma también.

King se aclara la garganta—. Creo que es seguro decir que quien sea que es
el responsable por asaltar el camión es el que escribió esta nota. Demasiada
coincidencia con Tricia apareciendo así. Seguramente ella misma la trajo aquí.

Miro hacia abajo a la nota.

King,

Tu reinado está acabado. Hay un nuevo Rey de la Calzada. Continuaré


haciendo que los negocias sean imposibles para ti en Logan’s Beach. Puedo tomar
todo lo que tienes o puedes entregarlo. Renuncia a los negocios en el pueblo, o
renuncia a la niña. La decisión es tuya.

Larga vida al Rey.

—No entiendo —digo sacudiendo la cabeza—. Por supuesto, la amenaza


parece un poco fuera de lugar.

—Sí, detecté eso también. Cualquiera que me conozca sabe que ese negocio
significa mierda para mí comparada con mi familia y renunciaría a él fácilmente.
Quien sea que haya enviado a Tricia la está usando como un peón para reclamar
como suyo Logan’s Beach. No creo que su juego final sea Max. Es el dinero. Quienes
quiera que sean, tienen un buen par de bolas para amenazarme así.

Levanto mis ojos de la amenaza en mis manos y miro a King—. ¿Qué vas a
hacer?
—Voy a empezar por decirles a todos los que traen negocios dentro o fuera de
Logan’s Beach que detengan las operaciones en lo que sea que me dé ganancias a
mí. Al menos hasta que averigüemos quien está detrás de esta mierda y le
cortemos la garganta al hijo de puta, estamos en pausa —él toma mis manos—.
No te preocupes. No puedo y no arriesgaré el perder a nuestra hija. La mantendré
a salvo. No importa el costo.

Le doy vuelta a la carta en mis manos como si hubiera más para leer cuando
las pocas palabras en la página dicen más que suficiente—. ¿Cómo vas a averiguar
quién envió esto?

—Mi suposición es que hay una persona que lo sabe —sus ojos se vuelven
oscuros y fríos—. Y al segundo después de que pase la tormenta, la voy a encontrar.

Tricia.

—¿Qué pasa si no te lo dice? —pregunto, sintiéndome estúpida al segundo en


que las palabras dejan mi boca, porque ya se la respuesta antes de que salga de
sus labios.

—Lo hará si quiere seguir respirando.


SEIS

Ahora entiendo por qué la frase la calma antes de la tormenta es usada. Porque en
las horas previas a que el huracán Polly traiga su ira sobre Logan’s Beach, todo
está inusualmente quieto, incluyendo mi usualmente acelerado corazón que está
congelado mientras espera lo que viene.

El cielo está despejado de nubes. La brisa no es suave; es inexistente, como si


estuviera aguantando la respiración. Ni una hoja de hierba se balancea. Ni un
pájaro está cantando. Las aguas de la bahía no se atreven a ondularse.

Incluso el olor a sal y a pescado que suele persistir en el aire es más sal y
menos pescado. Como si incluso ellos supieran que es hora de jodidamente salir
nadando.

Desafortunadamente, no creo que nuestro hijo no nacido haya recibido el


mismo mensaje.

El bebé ya viene. Lo siento en los huesos de la misma manera que siento el


cambio en el aire a medida que la tormenta se acerca.

Por favor, quédate ahí un poco más, pequeño. Sólo dame dos días. Por favor.
No sólo porque me adelanté unas semanas, sino porque no quiero que el bebé nazca
en el caos y así es exactamente como se ve la vida en nuestra casa y en nuestro
pueblo ahora mismo.

Un caos puro y total.

Los dolores que he estado sintiendo están todavía muy separados y sólo son
tan fuertes como un calambre, pero están creciendo más y más consistentes con
cada hora que pasa. Las carreteras están cerradas. No habrá camino al hospital
en un futuro próximo. Si tan sólo pudieras esperar hasta que te programen una
cesárea.

Si el nuevo bebé es tan testarudo como su padre o yo, no hay cantidad de


razonamiento que lo mantenga dentro de mí sí está empeñado en entrar al mundo.

—Eso es. Es hora de cerrar este también —dice King, colocando la última
contraventana sobre la ventana y bajando la escalera. La dobla y la guarda en una
correa enganchada a la pared en el área abierta debajo de la casa.

Lo sigo, pero en cuanto doy un paso, siento otro dolor. Este es más fuerte que
los otros.

Testarudo. Lo sabía.

Presiono mis manos sobre mi barriga y respiro profundamente hasta que el


dolor pasa.

—¿Moviéndose mucho? —pregunta King, alejándose y frotando su mano


sobre mi estómago.

Asiento y parpadeo mis lágrimas sin derramar—. Estamos bien. Sólo un poco
de dolor. Fue lo mismo con Nicole Grace. ¿Recuerdas? No hay más espacio ahí, así
que todos esos molestos órganos vitales se están interponiendo, sin mencionar mi
columna vertebral.

King me sostiene a pesar de que el dolor ha pasado, y me inclino sobre su


cuerpo, buscando un apoyo de otro tipo—. Ese doctor es un puto marica —
murmura.

Sonrío contra su pecho—. ¿Por qué?

—Porque es un puto cobarde.

Ahora, tengo que reírme—. ¿Es un cobarde? ¿Por qué? ¿Porque está fuera de
la ciudad en sus vacaciones programadas tres semanas antes de que nazca el bebé?

—Eso es parte de ello.

—¿Y porque no satisface tu demanda de encontrar un vuelo que no existe


porque el aeropuerto está cerrado y vuela de vuelta a la zona cero de un huracán
donde no hay electricidad y las carreteras no son transitables para que pueda dar
a luz a nuestro bebé si y cuando lo necesitemos?

—Lo resumiste mejor que yo.

—Eres imposible.

—Eso puede ser cierto, pero aun así le romperé todos los huesos del cuello a
ese bastardo la próxima vez que lo vea.

Me hago hacia atrás para golpearle el pecho. King me agarra la muñeca y la


sostiene contra su pecho. Sus ojos buscan los míos, y yo miro hacia otro lado,
incómoda bajo su mirada decidida. Preocupada de que vea todo lo que siento dentro
porque si lo ve, entonces será real, y es la última cosa que cualquiera de nosotros
necesita ahora mismo.

—Mírame, Cachorro.

Levanto mi barbilla, y a regañadientes, mis ojos se encuentran con los


suyos—. Estoy aquí para ti. Lo sabes, ¿verdad? —pregunta en mi pelo—. ¿Sabes
que te tengo? —sus palabras son sobre algo más que el bebé. Hay un dolor en su
voz que es mucho más fuerte que los dolores de mi cuerpo.

Sé que está aquí para mí. Que me tiene. Siempre lo he sabido. Odio que pueda
pensar por un segundo que lo dudo. Que dudo de él. Es de los demás de quienes
dudo. Es la tormenta de lo que dudo. Son mis sentimientos de los que dudo. Son
todas las putas cosas. Pero de King. Nunca King—. Lo sé. Y estoy detrás de ti.
Hasta el final. Siempre.

King sacude la cabeza y levanta mi barbilla para que mis ojos se encuentren
con los suyos—. No, Cachorro, tu lugar no está detrás de mí. Está, y siempre ha
estado, junto a mí.

Sus palabras son un bálsamo muy necesitado para mi alma, y no puedo evitar
el sentimiento de felicidad y tristeza que se apodera de mí. No sé si besarlo o llorar.
Es como tirar varios colores de pintura que se juntan y terminan en un desastre
marrón. No puedo distinguir una emoción de la otra.

Y yo soy el puto desastre.


—Ven conmigo —King toma mi mano y me lleva al porche. Durante un rato,
nos sentamos en silencio con King frotando mi vientre en un círculo perezoso.

—Te amo —le digo, poniendo mi mano sobre la suya, sintiendo las palabras
en lo profundo de mi pecho mientras salen de mis labios. Hay mucho más en mis
palabras. Tanto que no estoy diciendo, pero espero que sienta las cosas que no soy
capaz de decir.

—Te amo —la sinceridad en sus ojos me dice que lo siente.

Pestañeo mis lágrimas.

—Cachorro, puedes hablar conmigo. Sabes eso. Sé que pregunto esto mucho,
pero ¿estás bien? Porque si no lo estás, está bien y podemos solucionarlo. Juntos.

¿Estás bien? Es una pregunta que he llegado a odiar y a amar. Un recordatorio


constante de que hay algo malo, pero un refuerzo de lo mucho que le importa para
seguir preguntando.

Hay tanto que quiero decirle. Tanto que quiero intentar explicarle, pero no
puedo. Ni siquiera sabría por dónde empezar. Pero estoy harta de decirle que estoy
bien o sólo cansada. No puedo seguir mintiéndole. Duele demasiado, y se merece
algo más que mentiras, aunque no esté preparada para explicar la verdad. Sacudo
la cabeza—. No, no estoy bien.

Levanta sus cejas, claramente, esperaba una de esas dos respuestas antes
mencionadas—. Puedes decirme cualquier cosa. Hablarme de cualquier cosa.
Puedo ocuparme de la mierda con Trish y de la mierda con la camión de Nine, pero
me está matando que no me quieras decir cuál es el problema o que digas que sólo
estás cansada cuando sé que hay más.

Cómo empiezo a explicar que en un intento de no hundirme en el abismo que


está creciendo en mi cerebro me he estado aislando. De mis hijos. De King. De la
vida. No físicamente, sino emocionalmente. Me he atrapado en una habitación de
pánico de mi propia creación, aterrorizada de que, si abro la puerta, mis peores
pesadillas me estarán esperando en el otro lado. Que, en estos últimos meses, he
deshilachado la cuerda que me conecta con los que amo. Ha mantenido a raya la
preocupación, pero ha causado un tipo de dolor diferente que no me ha permitido
descansar ni sentir la verdadera felicidad.
—Creo que necesito ayuda. En realidad, sé que la necesito. Ayuda profesional
—admito, mirando mis manos. Me sorprende la sensación de alivio que viene con
parte del peso que se levanta de mi cuerpo. Es una verdadera sensación física.
Inmediatamente, mis hombros se enderezan. La opresión en mi pecho todavía está
ahí, pero no es tan fuerte. Tomo un profundo respiro. Mi primero en lo que parece
una eternidad.

—Hecho —dice él, haciendo una pausa mientras espera pacientemente a que
yo continúe, aunque sé que lo está matando porque King no tiene paciencia.

Sorbo por la nariz y casi me río de lo absurdo de no ser capaz de soltar mis
problemas al hombre que amo y en quien más confío en este mundo—. Quiero
contarte más, y lo haré. Prometo que te lo contaré todo —levanto la vista al cielo
cambiante—. Pero si te parece bien, me gustaría tomar una tormenta a la vez.
SIETE

—¿Cómo van ahí dentro? —pregunta King mientras me tambaleo por el pasillo.
Parece mucho menos preocupado que antes, y me alivia haber podido aliviar algo
de la tensión con mi confesión y aplanar las líneas que han sido un accesorio casi
permanente en su frente.

—La hora de la siesta está en pleno apogeo. Preppy está leyéndole a NG un


cuento para dormir. O debería decir un cuento para la hora de la siesta —sonrío,
pero rápidamente se convierte en una mueca, ya que otro dolor hace que me
detenga y me agarre a la pared para apoyarme. Esta vez, tengo pánico porque de
nuevo, es más fuerte que el anterior.

¿Hace cuánto tiempo fue el último? ¿Una hora? ¿Veinte minutos? No puedo
recordar. Mierda, debería estar escribiendo esto.

—Quédate ahí —le susurro al bebé mientras el dolor se alivia hasta que
desaparece como si nunca hubiera estado aquí—. Por favor.

No me di cuenta de que King se movió hasta que está a mi lado, guiándome


al sillón—. Deberías estar en un hospital —murmura.

—Un poco difícil entre los caminos estando cerrados y todo ese asunto del
colapso del puente —respondo—. Ya los has llamado un millón de veces. Incluso si
pudiéramos llegar allí, no tienen energía, y sus generadores no funcionan —no sólo
eso, sino que la enfermera que contestó el teléfono le dijo a King que están
transportando por aire a los pacientes prioritarios a otro hospital hasta que el
viento sea demasiado fuerte para mantener el helicóptero volando. Yo no sería un
paciente prioritario. La mayoría de los hospitales ni siquiera me admitirían en
esta etapa. Si este bebé va a venir, estamos por nuestra cuenta—. Sólo estás
enojado porque no enviaron el helicóptero a la casa por mí.
King gruñe—. Conozco al médico de vuelo. Voy a—

—¿Romperle su cuello?

El lado de su labio se curva hacia arriba en una media sonrisa—. Iba a decir,
ponerle una bala en la cabeza.

—Mírate, lleno de sorpresas —me burlo.

Me pone una almohada detrás de la cabeza—. Descansa.

—No puedo. Ni siquiera estoy cansada —discuto, pero en el momento en que


mi cabeza cae de nuevo en la suavidad que ahora soporta mi cuello, estoy fuera.

Me despierto un poco más tarde y encuentro a King dormido en el sofá a mi


lado. Sus largas piernas apoyadas en el reposabrazos. La vista de su gran cuerpo
haciendo que el sofá de tamaño perfectamente normal parezca que pertenece a una
casa de muñecas me hace reír justo cuando se produce otra contracción. Silbo,
cuento y respiro y hago todo lo que recuerdo de las películas cuando la gente entra
en labor de parto. Nada de esto funciona, pero me distrae hasta que el dolor pasa.

Afuera, un pedazo de madera vuela por la ventana. Las contraventanas para


el huracán que instaló King son claras. La lluvia pasando por la ventana es
horizontal. La admiro por unos segundos, y luego cambia de dirección hasta que
salpica como una manguera contra la contraventana. El viento es fuerte. Mucho
más fuerte de lo que esperaba, casi como una bocina de coche... si las bocinas de
los coches pudieran gritar.

El huracán Polly está aquí.

Me levanto del sofá y reviso a los niños. Todos están durmiendo, sanos y
salvos. Preppy está dormido en el piso del cuarto de Nicole Grace con un cuento
abierto en su regazo. Cierro la puerta suavemente, y luego vuelvo a la sala de estar
y a la ventana para tener una mejor vista de la tormenta. Mi preocupación por el
huracán es temporalmente reemplazada por los fascinantes acontecimientos de
afuera. La lluvia vuelve a desplazarse y de repente desaparece, reduciéndose a
una simple llovizna, lo que me da una visión más clara de cómo es realmente un
huracán.
En algún lugar entre la tierra y el cielo, un caleidoscopio de nubes grises y
negras parecen dedos, arremolinándose más y más grande, entrelazándose en un
apretón de manos sobrenatural como amantes celosos que se preparan para
dominar venganza o redención sobre la Tierra.

Oscuridad captura el cielo como nunca había visto. Es ominoso. Grueso. Ni


siquiera son las seis de la tarde y la luz no penetra las nubes como si el calor y la
luz del sol nunca hubieran existido. Una mera leyenda o mito. Un dios al que se le
reza pero que nunca se ha visto.

Y luego está la lluvia.

El agua da vida a todas las cosas. Las plantas. A la gente. Limpia y provee.
El agua es algo bueno. No, algo grande.

Hasta que no lo es.

El agua como una sola gota es inofensiva. Sin embargo, se vuelve más y más
peligrosa a medida que las gotas se unen. Estoy siendo testigo de eso. La lluvia se
precipita a la tierra como soldados saltando de un avión. Una vez que aterrizan en
el suelo, se reúnen en unidades, formando varios charcos alrededor del patio y la
entrada, ensanchándose y elevándose hasta que todos los charcos se unen,
formando un pequeño río de un lado del patio al otro.

Me traslado al otro lado de la casa. El patio trasero también está bajo asedio,
pero estos soldados no están cayendo del cielo, están arrastrándose sobre sus
estómagos desde la bahía, capturando más y más espacio verde mientras desciende
lentamente sobre la casa.

—Mierda —murmura King detrás de mí, observando las aguas crecientes—.


Este es sólo el borde de la tormenta y el agua ya está subiendo.

—¿Crees que llegará a la casa?

—Probablemente, pero por eso está construida sobre pilares, para que las
aguas de la inundación no nos alcancen.

—¿Dónde están Bear y Thia en todo esto? —pregunto.


—Bear está en el club. Con las nuevas renovaciones, se mantendrá. Si el agua
sube al primer piso, subiremos a la sala extra en el segundo.

Si antes había dudas, ahora no las hay. Estamos en medio del mayor desastre
de nuestras vidas.

Y también, el huracán está aquí.

—¿Mamá? —pregunta Sammy, saliendo de su recámara, frotando sus ojos


soñolientos con sus puños—. ¿Dónde está Maxie? —pregunta Sammy, frotando sus
ojos soñolientos con sus puños.

Todo mi cuerpo se congela, atrapado en un iceberg de miedo. King y yo


intercambiamos una rápida mirada, y sin dudarlo, se lanza al pasillo. Regresa,
luciendo despeinado y frenético. Sus brillantes ojos verdes tan salvajes como estoy
segura de que están los míos.

—No está ahí —dice, corriendo por la cocina. Revisa todos los armarios. Luego
la alacena.

—¿Nicole Grace? —pregunto.

—Durmiendo —responde.

Jalo la mano de Sammy y me bajo al nivel de sus ojos—. ¿A dónde fue Maxie,
cariño? ¿Viste? —no puedo ocultar el temblor de mi voz.

Sacude la cabeza.

King levanta lentamente sus ojos hacia los míos y responde a la pregunta en
el momento en que se enganchan sin decir una palabra. No se fue a ninguna parte.
Se la llevaron.
¡No! Quiero llorar, pero no quiero asustar a Sammy.

La puerta mosquitera de la parte trasera de la casa se agita con el viento, y


King no pierde el tiempo corriendo en esa dirección. Me pongo de pie y tardo una
eternidad porque mi mente ya está en la puerta trasera con King.

—No sé a dónde se fue. Me desperté, y ella no estaba —dice Sammy, siguiendo


de cerca.

King mira a la puerta en ambas direcciones—. Nada. La puerta estaba


abierta, pero la puerta mosquitera estaba cerrada. Iré a revisar el garaje y la casa
del árbol. Tal vez, no es lo que pensamos, y ella sólo se está escondiendo.

—Iré contigo —dice Preppy.

King y Preppy corren hacia la lluvia que elige ese momento para abrirse a la
tierra como si el océano estuviera cayendo del cielo. Si Max está ahí fuera en este...
no. No dejaré que mis pensamientos vayan allí.

Ella estará bien. Tiene que estar bien.

Sammy tira de la manga de mi suéter—. ¿Maxie estará bien?

Peino su suave pelo en la cabeza—. Ella estará bien. Papi la va a buscar


ahora. ¿Por qué no te vas a dormir a la cama de mamá y papá por un rato?

Asiente y camina adormilado por el pasillo, contento con la garantía de su


mamá de que Max estará bien.

Realmente esperaba que lo que le dije no fuera una mentira.

Otra contracción golpea, y esta vez, no respiro a través de ella. En su lugar,


aprieto los dientes y espero a que pase. Cuando pasa, me doy cuenta de que no
puedo quedarme ahí, así que vuelvo a revisar cada espacio posible de la casa por
Max, pero me quedo sin nada.

Otra contracción me golpea, y es tan fuerte que cuando pasa, me encuentro


de rodillas en medio de la cocina.

—¡Mami! —escucho una pequeña voz a lo lejos, y al principio, creo que es mi


imaginación o el viento.
—¡Mami! —no es el clima o mi cerebro lo que me llama.

Es mi hija.

Los gritos de Max son una inyección de adrenalina directamente a mi corazón.


Espero que King también la haya escuchado, pero no puedo confiar en ello. Tengo
que llegar a ella. Es mi único pensamiento. Mi único propósito.

Me dirijo a la puerta principal hacia el sonido de sus gritos. Por instinto, me


estiro por el cajón de la mesa lateral y tomo el arma que King guarda allí. Está en
un cinturón, así que la arrojo sobre mi hombro.

Lo que me saluda afuera es la tormenta que comienza a flexionar sus


músculos.

Metal retorcido, lo que parece ser los postes que sostenían el cartel de
Bienvenido a Logan's Beach, se estrella contra la casa, pero no puedo oír el impacto
sobre el viento aullando en mi oído como el llanto de un lobo en la noche.

El pedazo de metal choca con la casa una y otra vez, girando y cayendo como
un pez fuera del agua. Raspa a lo largo del techo, arrancando las tejas, antes de
lanzarse sobre la parte trasera de la casa.

Me agacho para evitar que una de las piezas en forma rectangular gire en mi
dirección. Apenas consigo evitar la decapitación cuando otra me golpea fuerte,
aterrizando plana contra mi espalda con una fuerza contundente que arranca el
aire de mis pulmones. Me tambaleo hacia adelante, tratando de mantener mi
equilibrio. El viento hace que sea difícil llenar mis pulmones de nuevo, y parece
una eternidad hasta que soy capaz de tomar un respiro que sea realmente
productivo.

Avanzo con dificultad por el agua marrón que llega hasta la espinilla. Cada
paso se encuentra resistencia y se siente como si hubiera un peso de cien libras
atado a cada uno de mis muslos. Me protejo los ojos de la lluvia punzante y trato
de parpadear para evitar que el agua me nuble la visión mientras busco en el agua
cualquier señal de Max.

Una contracción me golpea tan fuerte que temporalmente me quedo ciega. El


dolor puede venir. Me importa una mierda el dolor ahora mismo. Sin embargo,
necesito mi vista para encontrar a Max y el número de segundos que me lleva
recuperar el uso de mis ojos parece una eternidad.

Estoy a medio camino del patio delantero cuando veo a Tricia empujando a
Max en el asiento trasero de su coche. El agua está a la mitad de su neumático. La
mayoría de las carreteras están cerradas. Hay literalmente escombros volando en
todas las direcciones. El dolor y la rabia que siento en mis venas por ella al tratar
de llevarse a mi hija me abruma, pero lo más importante es que el plan de esta
perra es uno de mierda y está poniendo a Max en peligro para llevarlo a cabo.

Max me descubre—. ¡Mami!

Tricia se da la vuelta y me ve venir e intenta de nuevo empujar a Max por la


puerta, pero mi niña no se mueve, pateando sus piernas para evitar ser presionada
dentro—. Yo soy tu mami ahora —dice Tricia a través de sus dientes.

Saco el arma de King y, apunto a su cabeza y la cargo.

—¿De verdad vas a matarme para tomar de vuelta a mi propia hija? —dice
con una risa malvada y rodando sus ojos. Tiene sus brazos alrededor de Max
mientras se gira hacia mí, usándola como escudo contra una posible bala.

Veo jodidamente ROJO. Ríos de rojo. Putos océanos rojos.

—Ella no es tuya. Nunca lo fue. Perdiste esa oportunidad. Y si querías


visitarla, hay otras maneras que llevártela durante un puto huracán de sus
legítimos padres —digo con cada gramo de ira que siento fluir a través de mí—.
Déjala ir, o te volaré la puta cabeza.

Los ojos de Max están entrenados en los míos y están menos espantados que
cuando Tricia estaba intentando meterla en el coche. Porque yo soy su mamá.
Porque ella sabe que haré que todo esté bien. Porque confía en mí.

No te defraudaré, le digo a Max con una mirada silenciosa.

—Vaya lenguaje cerca de la niña —dice Tricia, acercando más a Max a ella y
luego levantándola en sus brazos. Max lucha contra ella, pero ésta la sujeta más
fuerte—. Dispárame, y te arriesgas a dispararle —dice triunfante.
—¿Por qué? —pregunto, bajando mi arma así no está dirigida a mi hija—.
Sólo dime, ¿por qué estás haciendo esto? No tiene sentido. Después de todo este
tiempo.

La sonrisa de Tricia se desvanece—. Él...quiere niños. No se casará conmigo


porque no puedo tener más —su sonrisa vuelve, y empuja a Max en sus brazos—.
Pero le voy a traer a mi hija, nuestra hija. Dijo que podemos ser una familia, y nos
casaremos, y todo estará bien —mira a Max, cuyos grandes ojos todavía están
enfocados en mí. Su voz es más suave cuando repite—: Todo va a estar bien —dice
ella como si estuviera tratando de convencerse de su propia mentira.

—Incluso si pudieras meterla en ese coche, el agua ha subido hasta la parte


superior de tu neumático. No puedes sacarla de aquí. Las carreteras están
cerradas e inundadas. El puente está caído.

—Siempre hay una manera. Las madres siempre encuentran una manera
cuando se trata de sus hijos.

Sí. Sí, lo hacen. Al menos, en eso podemos estar de acuerdo.

—Entonces, ¿esta es tu idea de la maternidad? ¿Sacarla de su amoroso hogar


para que sea el pago de la vida que quieres para ti? ¿Arriesgando su vida en una
tormenta para que puedas vivir un sueño distorsionado de leave it to beaver3? —
grito mientras la lluvia me ataca por todos lados mientras busco mi próximo
movimiento. Tengo que llegar a Max sin arriesgarme a que se lastime, pero tendré
que esperar a que haya una apertura. Un movimiento. Cualquier cosa.

—Mi idea de la maternidad es ser una madre para mi hija —responde.

El agua sigue subiendo. Puedo ver a Tricia luchando por mantenerse en pie
mientras pasa a toda prisa por ella.

—No, lo has entendido todo mal. Ser madre no se trata de las locuras qué
harías por ti misma, se trata de las locuras qué harías por tus hijos. Además,
quienquiera que sea este tipo misterioso, te está usando para conseguir lo que

3 Comedia sobre “Los Cleavers” la idealizada familia suburbana de mediados del siglo XX.
quiere. Piénsalo. Sabe que King haría cualquier cosa por sus hijos, incluyendo
renunciar al control de Logan's Beach. Estaba en la carta de demanda que tú
misma entregaste. Tú nunca la ibas a tener porque no es lo que él realmente
quería. Él quería el dinero. Ha estado jugando contigo todo este tiempo, haciéndote
creer que se trata de la familia cuando sólo se trata de una cosa. Codicia.

Tricia está a punto de responder cuando una oleada de agua como una ola en
el océano las arrastra. Max grita mientras el agua la arranca de los brazos de
Tricia, y ambas se pierden en la corriente.

—¡No! —grito, ahogándome con la lluvia en mi garganta.

Sin pensar en nada más que en Max, me apresuro y me sumerjo, dejando que
el agua corriendo me lleve hacia mi hija.

Porque al carajo.

Al carajo esta vida.

Con gusto daré la mía por la de ella. Aquí mismo. Ahora mismo.

No sólo con gusto. Con entusiasmo.

Porque mientras ella viva, y vivirá, mi vida es una pequeña baratija para
intercambiar a cambio de tal devolución.

Intento flotar sobre el agua, pero de vez en cuando mi pie se engancha en algo
que me tira hacia abajo. Cuando emerjo, he perdido de vista a Max, hasta que la
oigo gritar de nuevo. Miro en la dirección de su voz y la veo colgando de un trozo
de madera que parece la parte superior de su columpio. No lucho contra el agua.
No tiene sentido. Es demasiado rápida. Demasiado fuerte. En su lugar, me hago
tan ancha cómo puedo, abriendo mis brazos y piernas con la esperanza de que se
enganchen en el juego. Si puedo acercarme lo suficiente. Calmo mi respiración
incluso cuando los gritos de mi hija se hacen más fuertes, y todos mis instintos me
llaman a intentar nadar hacia ella.

Otra ola me lleva abajo, pero cuando salgo de nuevo, veo el juego. Ya casi
estoy en él. Max sigue aferrada al poste, pero grita cuando empieza a resbalar.
Dejo escapar un grito crudo cuando estiro mis extremidades hasta donde
pueden llegar. Me las arreglo para enganchar mi pie alrededor de la madera bajo
el agua conectando con la pieza a la que Max se está aferrando. Dolor me atraviesa,
o bien otra contracción o algo en el agua me corta, pero no tengo tiempo de sentir
dolor. Me levanto de la madera y alcanzo la mano de Max.

—¡Alcánzame! —le grito sobre el viento y la lluvia.

Se inclina y extiende su pequeña mano temblorosa. La agarro y la tiro hacia


mí, poniéndola contra mi enorme barriga—. Hola. Qué casualidad verte aquí —
digo, aliviada por el peso de ella en mis brazos, una sensación que por un momento
no sabía si volvería a experimentar. Incluso con la lluvia y las lágrimas cayendo
por mi cara, ella se las arregla para sonreír ante mi broma.

—Tienes que agarrarte fuerte, bebé. ¿Puedes hacer eso por mí? ¿Sólo por unos
minutos más?

Ella asiente y agarra la madera tan fuerte como puede. Sólo tenemos uno o
dos minutos más antes de que estemos completamente sumergidas de nuevo, así
que tengo que pensar rápido. Me guío, con una mano sobre la otra a lo largo de la
parte superior del columpio hasta que mi mano encuentra la cadena de metal que
conecta el columpio. Desengancho ambas cadenas y ato un extremo alrededor de
mi cintura—. Voy a atar esto alrededor de tu cintura, ¿okay?

Ella asiente mientras la ato a mí. Tomo ambos columpios y los empujo entre
las cadenas y nuestros cuerpos para que actúen como flotadores. Con suerte, nos
mantendrá por encima del agua para que podamos ser encontradas.

No tengo tiempo de contemplarlo antes de seamos arrastradas el agua una


vez más. Nos las arreglamos para mantenernos erguidas mientras floto de
espaldas con mi hija en el pecho sobre el estómago, pero no sé cuánto tiempo podré
mantener esta posición. Escombros flotando chocan con mi hombro, y sé que estoy
sangrando, pero al carajo la sangre. La sangre no importa. Nunca lo hizo.

Nunca lo haría.

No en nuestra familia.

—¿Estás bien? —le grito a Max.


—Estoy asustada, mami —responde.

—No lo estés. Mami te tiene. Mami nunca dejaría que algo te pasara. Lo
sabes, ¿verdad?

Ella asiente contra mi cuello.

—Bien. Te tengo. Siempre te tengo.

Busco algo para agarrar, pero no veo nada más que agua y las copas de
algunos árboles.

El sonido del agua corriendo se hace cada vez más fuerte hasta que me doy
cuenta de que no es el agua en absoluto.

Dos motos acuáticas emergen de la parte trasera de la casa y se dirigen hacia


nosotros, acelerándose hacia nosotras. Se detienen justo antes de la valla
publicitaria, y justo antes de que nos estrellemos contra ella, somos sacadas del
agua por los brazos más fuertes de este mundo y nos colocan sobre el regazo de
King—. Maxie, ¿estás bien, babé? —grita sobre el viento.

—Sí, papi. Mami me salvó.

Me mira—. Lo sé. También me salvó a mí, bebé. Ella también me salvó a mí.

King pulsa el acelerador y se dirige a la casa. El agua está tan alta ahora que
cubre el primer piso. King apaga el motor y jala a lo largo de una ventana a la
habitación extra en el segundo piso. La ventana se abre. Nos detenemos debajo de
una ventana abierta, y King desencadena a Max de mí, elevándola hasta los brazos
de Bear. King me da la vuelta para que mi vientre mire hacia otro lado y me
levanta por los muslos, sin soltarme hasta que Bear me tiene sentada en el alféizar
de la ventana. Me hace girar con cuidado, me acuna en sus brazos, luego pone mis
pies en el suelo, pero mis piernas ceden y caigo de rodillas.

—Hola, cariño —Bear dice como si nos hubiéramos encontrado en el bar local.

Max se precipita a mis brazos—. ¡Mami!

—Oh, Maxie. Mi chica valiente —la sostengo tan fuerte como puedo mientras
lágrimas corren por mis mejillas ya húmedas.
Bar arroja una manta cálida sobre nuestros hombros justo cuando un golpe
suena contra la pared. Las manos de King aparecen en la cornisa. Bear le da una
mano y le ayuda a entrar.

King se apresura hacia nosotras, envolviéndonos a ambas en sus brazos—,


Tenía tanto miedo de perderlas —dice King, con una voz frenética—. Tanto puto
miedo. Tricia no estaba sola. Tenía a unos tipos esperándonos en el garaje. Nos
dispararon. Derribamos a dos de ellos antes de que pudiera llegar a ti. Estaba tan
jodidamente asustado.

—Estoy bien. Ambas lo estamos —le aseguro, aliviada de poder decir las
palabras en voz alta.

—No puedo creer que hayas hecho eso. Saliste ahí fuera —dice, buscándonos
a Max y a mí cualquier herida visible.

—Tuve que hacerlo —le digo—, no tuve elección. La puerta estaba abierta.
La oí llamándome —mi pecho se aprieta mientras repito los eventos en mi
cabeza—. Tuve que hacerlo —repito.

King presiona su frente contra la mía. Se agarra a mi nuca y me sujeta a él


tan cerca cómo puede—. Lo sé, bebé. Lo sé, joder —su voz se quiebra.

Sammy irrumpe en la habitación y se abre camino hacia el abrazo familiar.


Por unos momentos, no decimos nada.

Thia entra en la habitación sosteniendo a Nicole Grace.

—¿Cuándo llegaron aquí? —pregunto, finalmente pudiendo recuperar mi


aliento.

Thia frunce el cejo—. La casa está bajo el agua, y el techo del club no está.
Tomamos el bote y llegamos aquí justo antes de que el agua se precipitara.

—Me alegro de que todos estén bien —digo.

Thia sonríe y mira a nuestra familia. Mojada en una pila en el suelo—. Igual.

—¿Puedo decir una mala palabra, mami? —pregunta Maxie, tirando de mi


camisa mojada.
Sonrío en su cabello—. Claro, ¿por qué no? Las malas palabras parecen un
poco tontas después de lo que acabamos de pasar, pero sólo esta vez.

Me mira fijamente, cubriendo su boca con su mano, y yo me agacho hasta


donde mi gran barriga me permite para oírla mejor—. Esa señora es una
verdadera pensativa —susurra.

King se ríe. Aparentemente, Preppy y yo no somos los únicos que necesitamos


trabajar en nuestras habilidades para susurrar.

La beso en la parte superior de sus rizos mojados—. Sí, lo es. Definitivamente


lo es.

—Era —dice King, para que sólo yo pueda oírlo.

—¿Era qué? —pregunto.

—Ella era una pensativa.

Levanto una ceja—. ¿Y qué es ella ahora?

Un Preppy empapado entra en la habitación, enderezando su empapado


moño—. Cadáver.

Max y Sammy se liberaron de nuestro agarre y ahora están jugando con los
hijos de Bear en el rincón de la habitación. Nicole Grace está dormida en los brazos
de Thia.

Preppy y King vieron el cuerpo de Tricia flotando boca abajo por el cobertizo,
y no puedo evitar sentirme mal por ella. Puede que ella no quisiera ser madre, pero
sí quería ser amada, y estaba dispuesta a sacrificar cualquier cosa o persona para
conseguirlo.
Mi estómago se aprieta, y siento que me están destrozando de adentro hacia
afuera—. ¡Aaaaah!

King se acerca a mi lado y hace una pregunta silenciosa, preocupación e


inquietud enmarcando su rostro una vez más.

Asiento porque no puedo responderle. El dolor es demasiado grande. Y justo


cuando disminuye, comienza uno nuevo. Siento una presión como nunca, y no hay
duda de lo que está pasando.

King le dice a Thia que lleve a los niños a la recámara adjunta a la habitación
extra. Preppy aparece con algunas mantas.

King pone sus brazos alrededor de mis hombros para levantarme, pero yo
sacudo la cabeza—. No hay tiempo —me las arreglo para decir mientras todo mi
cuerpo se retuerce del dolor como si estuviera poseído por un demonio.

Golpeo mi mano contra los leggins de maternidad, y King se mueve


rápidamente para quitarme los pantalones mojados y la ropa interior de las
piernas.

—¿Qué necesitas que haga? —pregunta Kig

—Aaaaaaaaah… —grito mientras el dolor me golpea más fuerte que


cualquier otra ola anterior. Esta vez, cedo ante la necesidad de empujar y pujar
tan fuerte como pueda hasta que siento un vaso sanguíneo estallar en mi ojo. Hay
una sensación de ardor y una sensación de desgarre entre mis piernas, y es como
si me rebanaran y me prendieran fuego al mismo tiempo.

King mira hacia abajo—. Veo la cabeza. Tienes esto, bebé. Eres la persona
más fuerte que conozco. Tú tienes esto —me concentro en los ojos de King mientras
otra contracción se sienta en mi estómago como un yunque. El dolor es más grande
de lo que sabía que era posible, pero incluso cuando causa estragos en mi cuerpo,
mi instinto se activa, y cuando empujo una vez más y mi visión se vuelve estática,
me agacho y agarro a mi bebé.

King se levanta de rodillas y observa con miedo y asombro como traigo al


mundo a nuestro nuevo bebé. La saco de mi cuerpo y la pongo en mi pecho. King
la limpia con una sábana limpia, y aunque ella no está llorando, sé que está bien
porque los brillantes ojos azules me están mirando con asombro.

El dolor se ha ido como si nunca hubiera estado.

King nos cubre a las dos con una manta, y yo miro a mi esposo.

—Puta mierda —dice Preppy desde la esquina de la habitación—. Eres una


puta superheroína o algo así porque siento que deberías habérmelo dicho hace un
rato, y francamente, me siento un poco herido por eso.

—Joder, sí, ella lo es —dice King, con orgullo en su voz que surge en mi pecho.
Nos cubre a mí y a nuestro nuevo bebé con otra manta suave y limpia—. No puedo
creer que ella esté aquí. No puedo creer lo que acabas de hacer.

Preppy se aclara la garganta—. Ah, este es un buen momento para decirte


que lo que acabo de ver ahí abajo fue un puto espectáculo de mierda, pero por
alguna razón, se me paró —se rasca la barba—. Y por primera vez en mi vida,
incluso yo estoy preocupado por mi estado mental.

—Prep —advierte King.

—Les daré un poco de espacio —dice Preppy, como si su partida fuera


voluntaria y no porque King la esté exigiendo con sus ojos. Se dirige hacia la
puerta—. Espero que el servicio de celulares vuelva pronto. Tengo que hablar de
esto con Doc —todavía puedo oírlo murmurar para sí mismo al otro lado de la
puerta—. Tal vez, debería empezar a ir a la iglesia...

Miro a nuestra nueva pequeña, que ha envuelto su pequeña mano alrededor


de mi dedo índice. Ella hace un ruido como un gruñido divertido, y yo me río—.
Tengo el nombre perfecto para ella.

King sonríe en complicidad—. Creo que puedo adivinar cuál es.

Presiono un beso en la cabecita de nuestra hija—. Bienvenida al mundo, Polly


Storm King.

Puede que la hayamos nombrado como un huracán, pero ella no será rival
para uno.

Descanso mi cabeza contra el pecho de King


Justo como sus padres.
OCHO
SEIS SEMANAS DESPUÉS

El generador que alimenta nuestro refrigerador y las luces, el que está en nuestro
porche y que ha estado funcionando las veinticuatro horas al día durante las
últimas seis semanas, es más ruidoso que una podadora, pero después de seis
semanas, ya estoy acostumbrada. La vibración en mis tímpanos se ha convertido
en la nueva normalidad.

Polly está apoyada en el mostrador en su asiento inflable mientras caliento


su mamila. Compruebo la temperatura de su fórmula en mi muñeca. Está
perfecta—. Muy bien, bebé. El almuerzo está servido —bajo la vista sólo para
encontrar que Polly ahora está profundamente dormida.

Sonrío y bajo la mamila—. Supongo que el almuerzo tendrá que esperar —


susurro, pasando la parte posterior de mi índice sobre su pequeña mejilla
regordeta. Cuidadosamente la desabrocho del asiento y la llevo a nuestra
habitación donde la coloco en su moisés y ajusto su manta.

Reviso mi teléfono para asegurarme de que el monitor para bebés esté


funcionando antes de salir a la sala de estar.

—¿Ray? —pregunta una voz. La esposa de Preppy, Dre, asoma la cabeza por
la puerta abierta—. Lo siento, no quería entrar. Toqué el timbre, pero esta maldita
cosa es tan ruidosa aquí que, no sabía si lo escuchaste o no.

No lo había hecho—. Adelante —le digo— ¿Cómo estuvo Nueva York?

Dre sonríe y entra—. Gracias. Fue genial, pero si soy sincera, amo a mi padre,
pero estas últimas semanas han sido las más largas de mi vida. Tomamos el primer
vuelo de regreso después de la reapertura del aeropuerto.
Le devuelvo la sonrisa. Estoy feliz de ver a mi amiga otra vez.

Me detengo y mi sonrisa se ensancha.

Feliz.
Me he sentido mucho mejor en estas últimas semanas, pero esta es la primera
vez que he podido colocar esa palabra con algo que estaba sintiendo.
—¿Qué te puso tan sonriente? —pregunta Dre, tomando asiento en la barra
de desayuno.
Sacudo la cabeza—. Simplemente estoy feliz de verte.
—Ya somos dos.
—Preppy y King están en el campo con las crías —Doy la vuelta al mostrador
hacia la cocina y agarro una taza del gabinete—. ¿Café? ¿Té? ¿Cerveza? —le
pregunto a Dre.
Ella aplana sus manos sobre el mostrador—. Nop. No es verdad. Preppy y
Bear los llevaron a la casa de Bear para ver el nuevo patio de juegos que Thia
construyó, y lo único que quiero en este momento es vigilar a ese bebé tuyo
mientras te tomas un poco de tiempo.
Guardo la taza—. Estoy bien. No tienes que—
—Sé que no, pero lo voy a hacer de todos modos, y no voy a aceptar un no por
respuesta. ¿Dónde está el pequeño milagro?
—Está durmiendo en su moisés en nuestra habitación —digo lentamente.
Dre aplaude—. Excelente.
—Las botellas están—
—¡No es mi primer rodeo, Ray! —llama, ya a mitad de camino por el pasillo.
—Empiezas a parecerte mucho a tu marido —llamo de regreso.
Ella mira por encima de su hombro—. Lo digo en serio. Tómate un tiempo
para ti y no vuelvas porque simplemente te enviaré de regreso —Ella guiña un ojo
y con cuidado abre la puerta de la recámara, desaparece dentro y la cierra en
silencio sin hacer clic.
Miro alrededor de la tranquila sala de estar.
Ahora, ¿qué coño se supone que debo hacer?
Meto los pies en mis sandalias y salgo. La luz del sol es cálida contra mi piel.
El generador es ensordecedor, pero afortunadamente se desvanece cuando lo paso
en mi camino para atravesar el patio trasero hacia la bahía.
El olor a sal y pescado es como era antes de la tormenta, perfumando
ligeramente el aire húmedo.
Paso por delante de la adición y me detengo para mirarla. Fue severamente
dañada durante la tormenta. Lo que quedaba del marco tuvo que ser derribado y
reconstruido. Pero King contó con la ayuda de un contratista, y después de reparar
nuestro techo dañado y el revestimiento de la casa, dañado por las inundaciones,
hicieron un trabajo rápido para volver al negocio de expandir la casa. Ahora,
parece parte de la casa, una parte sin pintar, pero parte al final de cuentas. Paso
los dedos por el estuco gris y siento la emoción de usar todo el nuevo espacio que
se está creando.
No me atrevo a entrar. King ya me advirtió que no puedo entrar hasta que
esté completo porque no es seguro.
Mis pensamientos vuelven a la tormenta y cómo pude salvar a Max mientras
estaba embarazada, en parto y durante un huracán.
Y King está preocupado de que yo pise un clavo o algo así.
Me rio entre dientes al pensar en ello.
El aire húmedo se siente pegajoso y cálido contra mi piel pálida mientras me
dirijo a través de la hierba hacia el agua, que ahora está de vuelta en su lugar
dentro de la bahía. Me siento y cuelgo los pies sobre el borde. El sol poniente brilla
sobre el agua, y lejos del ruido del generador, realmente puedo escuchar a los
pájaros en los árboles y ocasionalmente el chapoteo de un salmón.
Cierro los ojos y me recuesto en la hierba, pero en el momento en que cierro
los ojos, me doy cuenta de que me falta algo para disfrutar el momento.
Alguien.
El hombre que ha sido todo para mí por años. De repente, me siento culpable
de cómo debe haberse sentido mientras estaba atrapada bajo la bruma de no ser
yo misma. King sigue siendo el hombre del que me enamoré hace tantos años, pero
¿quién soy yo ahora?
Debe haber escuchado mis pensamientos porque, de repente, escucho su voz
profunda sobre mí, retumbando en mi piel y cubriéndome con más calor que el sol.
—Dime qué estás pensando —dice.
Abro los ojos y su hermoso rostro aparece a la vista. Brillantes ojos verdes me
miran con preocupación y amor. Toco el espacio de concreto a mi lado, y King se
sienta, nuestros muslos tocándose.
No hemos hablado mucho desde el huracán. Con toda honestidad, no ha
habido tiempo. Y con todo lo que sucedió durante el huracán, creo que los dos
estábamos contentos de saber que todos estaban vivos y a salvo, por lo que la
conversación, parecía mucho menos importante ante a la muerte, por lo que se
puso temporalmente en un estante.
Es tiempo.
—Estaba pensando que no soy la misma niña inocente que era cuando nos
conocimos —admito.
King señala el tatuaje en mi espalda. El que me hizo años antes. Pasa las
yemas de los dedos sobre las palabras escritas en el elaborado diseño de la vid. No
quiero repetir mi inocencia. Quiero el placer de perderla de nuevo.
—Tienes razón. No lo eres —dice King.
Mentiría si no dijera que sentí una punzada de dolor ante sus palabras.
Él continúa—: Cuando nos conocimos, pensé que eras la puta cosa más sexy
que jamás había visto. Eras luchadora e ingeniosa, y la forma en que me desafiabas
me hizo quererte aún más. Después de que nos juntamos, no pensé que era posible
que te volvieras aún más inteligente o sexy de lo que ya eras —Su voz se
profundiza—. O ponerme más duro de lo que me ponías, pero lo haces. Sí, has
cambiado. Porque eres más ahora. No menos. No del todo diferente, pero más.
Permanezco en silencio porque sus palabras han calmado mi lengua y han
provocado otras emociones. Las que no se están acumulando en un charco de color
marrón, sino separadas e identificables.
King se recuesta en la hierba, manteniéndose apoyado en sus manos—. Has
vivido. Has crecido. Les pasa a todos. Incluso a mí.
No puedo evitar preguntar—: ¿Qué pasa con Preppy?
Él arquea una ceja, la que tiene la cicatriz en el medio—. Buen punto. De
acuerdo, tal vez eso no aplique en Preppy —Se ríe de su propio chiste. El sonido
me envuelve. Profundo y puro invade mis sentidos, e incluso después de todos estos
años todavía siento su risa vibrando por todo mi cuerpo, vibrando directamente
hasta mi corazón—. ¿Te molesta? ¿Qué hayas cambiado?
—No, pero sigo pensando que ya no soy ella. La chica de la que te enamoraste
—Mis mejillas arden con la admisión. Puede que me esté obligando a enfrentarlo,
pero mis ojos se clavan en un parche de hierba entre nosotros.
—Mírame —exige.
Quiero mirarlo, pero todavía estoy demasiado avergonzada.
—Cachorro, mírame —repite.
Finalmente levanto mis ojos para encontrarme con los suyos. Son hermosos y
brillantes bajo la luna llena, pero hay ira en ellos que no había estado allí hace
unos momentos. El espacio entre sus cejas se alinea con el cejo fruncido—. Las
versiones más jóvenes de nosotros mismos no son las mejores versiones —Su mano
busca y encuentra la mía, y sus dedos grandes pasan a través de los míos. Piel
bronceada contra pálida, descansando sobre la parte superior de mi muslo—. ¿No
lo ves? Eres mucho más ahora. Jodidamente mucho más.
Sus brillantes ojos verdes parecen aún más brillantes bajo el brillo de la luna
llena—. ¿Recuerdas cuando te dije que me asustaste?
Recuerdo el momento y las palabras que intercambiamos esa noche dentro de
su camioneta mientras observábamos a Max desde la distancia.
—He estado en una prisión de máxima seguridad. He pasado por lo peor de lo
peor. Tuve que dormir con un ojo abierto, pensando que mi próximo aliento podría
ser el último, —dice King.
—¿Por qué me estás diciendo todo esto? —pregunto.
Se gira hacia mí y nuestros ojos se enganchan. Extiende la mano y pasa el
dorso de su dedo índice por mi mejilla—. Porque quiero que sepas que ninguno de
esos hijos de puta me asustó tanto como tú.
Mi cuerpo se calienta con el recuerdo. Paso las yemas de mis dedos por mi
mejilla como si aún pudiera sentir el calor de su toque de esa noche—. Me acuerdo.
¿Cómo podría olvidarlo?
—Cachorro, tenía miedo de esa versión inocente de ti —los labios de King
permanecen planos mientras mira hacia la bahía. Él cubre nuestras manos unidas
con su otra mano. Se gira hasta su cintura, su mitad superior ahora frente a mí.
Extiende la mano y me toma la cara con las dos manos—. Ahora, eres una madre
que haría cualquier cosa para proteger a sus hijos a cualquier costo.

—Entonces, ya no me tienes miedo —No es una pregunta. Odio el sonido de


derrota en mi voz y lo derrotada que me siento por dentro.

—No, Cachorro, no lo entiendes —gruñe King. Su mirada penetra la mía—.


Te tenía miedo en ese entonces. ¿Ahora? Estoy jodidamente aterrorizado.

King nunca fue muy bueno con las palabras, así que lleva su punto a casa,
comunicando la forma en que sabe que lo hará.

Sus labios reclaman los míos en una posesión cruda y emocional de mi boca y
mi alma.

Él se aleja, dejándome con ganas de más y odiando el espacio entre nosotros,


por lo que lleno el espacio con palabras muy esperadas. Me tomo un momento para
ordenar mis pensamientos y limpiar mis palmas sudorosas en mis jeans. Respiro
hondo porque King tiene razón. Es hora de contarle todo.

—Desde que nació Nicole Grace, ha sido como si hubiera esta... esta cosa. Esta
entidad de desesperanza abriéndose camino dentro de mi cuerpo, como un
parásito, diciéndome que es imposible para mí ser feliz. Como que, en cualquier
segundo, todo esto podría desaparecer. Tú. Los niños. No puedo perder a ninguno
de ustedes. Caminaba sin sentir nada más que preocupación o culpa cada segundo
del día y la mayor parte de la noche porque no podía dormir. Tú, los niños, son todo
para mí. La idea de que cualquier cosa pudiera pasarles a cualquiera de ustedes
en cualquier momento me estaba abrumando, haciendo que las tareas más
pequeñas parecieran que estuviera escalando una montaña. Me cerré. Y luego, con
la llegada del huracán y la aparición de Tricia... todo exacerbó esos sentimientos.
Se hizo demasiado. La voz dentro de mi cabeza se hizo más fuerte y la
desesperación clavó sus uñas aún más profundamente.

—Lamento que hayas pasado por eso —dice King, alcanzando mi mano—.
¿Cómo te sientes ahora?

Sonrío—. Estaba pensando en eso cuando llegó Dre. Feliz. Por primera vez en
mucho tiempo, me siento feliz.
Los ojos de King se iluminan—. Bien. Jodidamente bien —Presiona un beso
en mi cabeza, y escucho el alivio en sus palabras. Suspira en mi cabello, y es como
si pudiera sentir algo de la preocupación dejándolo con su aliento.

—Sabes, cuando estaba allí afuera en el huracán tratando de llegar a Max


estaba aterrorizada, pero luego recordé algo que alguien muy importante me dijo
una vez. Algo que había olvidado en la bruma —le digo, mirándolo a los ojos.
—¿Qué era?
Aprieto su mano—. Deja de estar vivo y comienza a vivir. Tus palabras. Era
tu voz empujándome cuando la otra voz estaba tratando de derribarme. En algún
lugar entre el momento en que salté al agua y el momento en que llegué a Max,
me di cuenta de que las cosas suceden. Los huracanes suceden. Las tragedias
suceden. Me prometí a mí misma que cuando todo terminara y Max estuviera a
salvo, pelearía contra la voz y haría todo lo posible para no perder el tiempo
preocupándome por la caída del otro zapato. Tengo que vivir en lugar de tener
miedo de las cosas que la vida podría traer —suspiro—. Quiero decir, fue más fácil
decirlo que hacerlo. No era como si mágicamente pensara que sería mejor y eso
sucedió. Las hormonas desvaneciéndose y los antidepresivos han jugado un papel
importante en eso.
El día después de dar a luz, los caminos fueron despejados y King pudo
llevarnos a mí y a Polly al hospital para asegurarme de que no hubiera
complicaciones posteriores al parto. Fue entonces cuando conocí a Ruby, la
enfermera que me escuchó mientras lloraba y me quebré y le conté la historia de
mi vida. Ella también fue la que llevó a un médico a mi habitación desde el pasillo
y lo obligó a escribirme una receta de antidepresivos en ese mismo momento.
Veo a King, que no parece tan sorprendido como pensé que estaría.
Él sonríe ante mi expresión confundida—. Cachorro, lo sé. Hablé con la
enfermera en el hospital. Ella me contó todo. Bueno, hice que me contara todo. Le
dije que aparecería todos los días si no lo hacía.
—¿Lo hiciste? —Alzo las cejas. No debería sorprenderme.
—Por supuesto que lo hice. ¿Por qué crees que te he estado dando tanto
espacio? ¿Por qué no te he preguntado si estás bien? Ella me dijo que no lo hiciera
y que hablarías cuando estuvieras lista y que no debería empujarte.
—¿Y escuchaste?
—No fue jodidamente fácil —admite—. Pero eres tan valiente. Admitir que
necesitabas ayuda y obtenerla. Mi único problema fue admitir que no siempre
puedo ser yo quien pueda ayudarte, y simplemente no me sienta bien. Pero me di
cuenta de que podía ayudarte, enviando a Ruby a tu habitación.

—¿Conoces a Ruby? Esa traidora.

—Conozco a todos en esta ciudad, Cachorro. Ya deberías saber eso. Estaba


encerrado con su hermano. Solía meternos a escondidas estos pequeños pasteles
de pavo —Levanta mi mano hacia su boca y besa mis dedos—. No sé lo que te dijo,
pero me alegro de que te haya ayudado.

Trazo mis dedos sobre la cicatriz alineando su ceja—. Yo también. Ella dijo
que lo que tengo es depresión posparto prolongada, exasperada por las hormonas
del embarazo. Siempre pensé que el posparto era algo que desaparecía después de
que tenías un bebé, pero dijo que es diferente en todas las mujeres y que a veces
puede durar años. Es posible que necesiten ajustarlos a medida que pasa el tiempo,
pero en este momento, me siento... mucho mejor. Y cuando Ruby me contó su
propia historia de cómo pasó por lo mismo, me sentí, no sé, menos sola.

—Cachorro, nunca estarás sola en esto.

La punzada de la culpa levanta su fea cabeza—. Quería decirte. Lo hacía. Lo


intenté varias veces. Pero yo misma no entendía lo que estaba pasando, y la idea
de venir a decirte que me sentía triste o fuera de lugar me hacía sentir tonta y
egoísta.

—Egoísta es lo más alejado que podrías ser. Y no hay nada que no puedas
decirme, pero entiendo por qué no lo hiciste. No me gusta, pero lo entiendo —
Presiona su frente contra la mía e inhalo el olor a jabón y el leve rastro de
cigarros—. Hazme una promesa. En el futuro, cuando no te sientas bien, incluso
si no puedes explicarlo o entender por qué, sólo dime que algo no está bien. No
intentaré arreglarlo. Sólo estaré aquí para ti. Estoy aquí para ti. Siempre.

—¿Cuándo te volviste tan sabio? —pregunto con un sorbo de mi nariz


mientras mi pecho se hincha y el amor que siento por King se derrama de mis ojos.

King limpia mi lágrima con el pulgar y la chupa—. Cuando Preppy se levantó


de entre los muertos.
Arrugo la nariz—. ¿Eh?

Él se ríe entre dientes—. Nada, te lo explicaré más tarde. Mejor aún, dejaré
que Preppy divague sobre eso.

—Hay una cosa más que tengo que decirte —admito, mordiéndome el labio
inferior.

—Dime cualquier cosa —dice.

Me lamo el labio inferior y veo cómo los ojos de King siguen los movimientos
de mi lengua—. Cuando fui a mi cita de seguimiento hoy, el médico me dio otra
receta. Una que no conoces.

Él se queda quieto—. ¿Para qué?

Pongo mis brazos alrededor de su cuello y lo atraigo más cerca—. Para ti. Han
pasado seis semanas.

Los ojos de King se oscurecen, sus párpados medio abiertos—. Ahora, esa una
en la que puedo ayudar a completar.

La anticipación calienta el aire entre nosotros. King se levanta y me levanta


en sus brazos.

—¡No tienes que cargarme! —chillo.

Su voz es baja y oscura, llena de crudo deseo y emoción—. Te cargue en ese


entonces. Te cargo ahora. Te cargaré. Siempre.
NUEVE

Ha habido muchos momentos en los que no me he sentido lo suficientemente bien


o fuerte en los últimos meses, pero estar con King, así, es un recordatorio de
claridad. De lo que importa.

De nosotros.

King me besa apasionadamente, una quemadura lenta que se convierte en un


infierno con una caricia de su lengua contra la mía. Cuando se retira, es solo para
poder subir los escalones, subiendo de dos en dos, hasta que estemos solos en la
nueva adición de la casa. Está oscura y vacía, pero veo más claramente que nunca.

Veo a King.

Estoy nerviosa, aunque sé que no debería estarlo. Ha pasado un tiempo, pero


no hay duda de lo que quiero, y lo que quiero es a él. Todo él. Por siempre.

Ahora

—Muero por ti, Cachorro. Ahora, más que nunca —Viene hacia mí. Los
músculos de sus fuertes muslos se flexionan debajo de sus jeans ajustados—.
¿Sabías eso? ¿Sabes lo que jodidamente me haces?

Sacudo la cabeza Mis piernas tiemblan.

—Bueno, ahora lo sabes —dice. Él está parado justo frente a mí, sin
tocarme—. ¿Qué quieres, Cachorro?

No lo dudo, mis palabras salen sin aliento—. A ti. Te quiero a ti.

Él gime y envuelve su gran mano alrededor de mi garganta, firme y fuerte.


Una advertencia posesiva de lo que está por venir.

Mi cuerpo se estremece y mi pulso se acelera.


King me hace retroceder hasta que topo con la pared—. ¿Es esto lo que
quieres, Cachorro? —Su otra mano se eleva sobre mi muslo externo, encendiendo
fuego en mi piel. Levanta mi vestido y deja al descubierto mis bragas húmedas.

—Sí —respiro.

King me levanta de la pared y me da la vuelta, atrayéndome al suelo y caigo


sin gracia sobre la alfombra.

El deseo es el anhelo de borrar toda la distancia. Eso es exactamente lo que


quiero. Borrar la distancia entre King y yo. Tanto la distancia en mi cabeza como
los tres metros o algo entre nosotros en este momento.

Él se cierne sobre mí y abre el botón de mis shorts, desabrochándolos


lentamente. Levanto mis caderas con entusiasmo.

King sacude la cabeza—. Paciencia, Cachorro. Me tomaré mi tiempo contigo


esta noche —Me baja los shorts, y no está bromeando. Se está tomando su tiempo.
Sus dedos se arrastran contra la piel desnuda de mis muslos, y estoy inundada de
sensaciones y necesidad que están enviando sangre corriendo por mis oídos como
una lluvia fuerte en el pavimento.

Lanza mis shorts al suelo y me toma mis rodillas, separando mis piernas
para acomodar su grande cuerpo entre ellas. Me lame sobre mis bragas, y me
estremezco ante el contacto.

Él se ríe por lo bajo en su garganta, y yo arqueo mi espalda. ¿Por qué no tiene


más prisa? No sé cuánto de esto puedo soportar, pienso mientras da otra lamida a
mi clítoris con su habilidosa lengua.

Me quita las bragas, y ahora, sólo me quedo en su camisa, desnuda de la


cintura para abajo.

Si la sensación de su lengua contra mis bragas me hizo saltar, la sensación


contra mi clítoris sin barrera me hace prácticamente saltar con cada músculo y
nervio de mi cuerpo reaccionando al choque de placer que ahora estoy sintiendo.
En todas partes.

—He extrañado este hermoso coño, —gruñe, raspando ligeramente los


dientes sobre mi muslo interno. Por un momento, se queda allí, sólo mirando.
Intento cerrar mis muslos, pensando que algo está mal o que ya no se ve como solía
hacerlo, pero su cabeza está en camino, y todo lo que puedo hacer es sujetar mis
piernas alrededor de sus orejas.

Empuja mis rodillas una vez más y me sostiene allí—. Cachorro —advierte.
King aplana su lengua y me lame del culo al clítoris, chupándolo ligeramente antes
de soltarlo—. He esperado mucho tiempo para volver a ver este hermoso cuerpo
tuyo, y planeo pasar mi dulce tiempo apreciando cada puta parte de ti y volver a
conocerte. Eres la puta cosa más sexy que he visto en toda mi vida, y también lo
es cada parte de ti —Se pone de rodillas y toma mi mano, guiándola hacia donde
su erección tensa detrás de sus jeans—. Nunca he estado tan duro en mi vida. Es
todo por ti. Siempre por ti.

Jadeo. Sé que ha pasado un tiempo, pero de alguna manera, parece aún más
grande que antes.

Se baja de nuevo sobre mi cuerpo—. No más esconderte de mí —dice—. No


ahora. No nunca. ¿Estamos claros?

Asiento porque no puedo encontrar las palabras. No sólo porque ha metido un


dedo dentro de mí mientras rodea mi clítoris con su lengua, sino porque no sé qué
decir que pueda hacer que comprenda cuánto significan sus palabras para mí. Sé
que me ama. Sé que soy hermosa. Sé las cosas increíbles que mi cuerpo ha creado
y pasado. Lo he sabido todo el tiempo. Simplemente no he sabido conectar mi
cerebro y mi corazón, y ponerlos en la misma página, pero eso es exactamente lo
que King está haciendo. Conectando los dos una vez más.

Y por primera vez en mucho tiempo, le creo. Me siento hermosa Me siento


deseada. Y YO DESEO.

Oh, joder, sí deseo.

King gruñe en mi coño cuando siento una descarga de humedad con el


aumento de mi deseo—. Eso es, Cachorro. Estás tan jodidamente mojada para mí.
Tan jodidamente lista.

—Entonces tómame —jadeo—. Ahora.


Él sacude su cabeza. El rastrojo en su rostro agregando una nueva sensación,
aumentando el creciente dolor en mi cuerpo—. Aún no. No hasta que te vengas.

Él inserta otro dedo, y mis ojos ruedan hacia atrás en mi cabeza cuando él se
retira y empuja otra vez con un ritmo que me tiene montando sus dedos y su cara
mientras chupa, lame, mordisquea implacablemente mi clítoris y mis pliegues
exteriores. Remueve sus dedos y pellizca ligeramente los pliegues exteriores de mi
coño, poniendo presión en mi clítoris. Los masajea juntos con mi pobre y sensible
clítoris dentro de ellos, luego lo cubre con su boca y mi cabeza cae sobre la
almohada. Mi espalda se arquea, y él empuja su lengua justo en el lugar donde lo
necesito por una última vez.

Juro que me quedo jodidamente ciega por el placer de todo esto. Por él.

Ya no estoy en la habitación ni en el suelo. Estoy en otro planeta donde estoy


flotando sobre mí misma, observando la escena más sexy que he visto desplegarse
debajo de mí. King entre mis piernas. King dándome placer. King haciendo que
me venga hasta que estoy segura de que me estoy desmayando.

Cuando vuelvo en sí, King está entre mis piernas con la gruesa cabeza de su
palpitante y caliente erección empujando la entrada de mi coño mojado y
empapado. Agarra su eje y frota la cabeza a través de mi humedad, y yo gimo, la
necesidad construyéndose aún más rápido esta vez. Mi estómago bajo está
apretado y cada nervio termina trabajando horas extras para mantener mi cuerpo
unido y evitar que explote por el mero puto placer.

—Tan mojada por mí. ¿Quieres esta verga? —pregunta, besándome en los
labios. Me chupa el labio inferior y luego lo suelta, buscando la respuesta en mis
ojos.

Le sonrío—. Mierda, sí, la quiero —susurro.

Se coloca en mi entrada, y con una flexión de sus caderas, está dentro de mí.
Profundo. Estirando. Llenándome—. Tan jodidamente apretado —gime.

Sí está apretado porque hago una mueca cuando la picadura del dolor se
vuelve casi demasiado.

King se queda quieto—. ¿Qué pasa?


—Sólo ha pasado un tiempo —explico.

—Puedo parar —dice, retrocediendo un poco.

Clavo mis uñas en sus hombros—. No, no lo harás —me escucho gruñir—.
Sólo necesito un segundo.

King se ríe entre dientes—. Ahí está mi chica.

Flexiono mis caderas para probar mi disposición, y él silba entre dientes. Me


siento fuerte, poderosa por poder provocar ese tipo de reacción en él—. Estoy bien,
—le digo. La verdad es que estoy más que bien. Estoy jodidamente genial. Su verga
está tocando cada parte de mi puto coño que necesita ser tocado, y está sucediendo
todo de una sola vez. Estoy increíblemente llena de él, pero todo lo que puedo
pensar es que quiero más. Mucho más. De esto. De él.

De nosotros.

King besa mi cuello y acerca sus labios a mi mandíbula, aún sin moverse—.
Carajo. Odio que no te sientas cómoda, pero puta mierda, estás tan apretada que
me estás asfixiando.

—Puedo parar —repito sus palabras, levantando una ceja hacia él.

Ahora, es su turno de usar mis palabras en mi contra—. No, no lo harás —


dice con una sonrisa torcida.

Flexiono mis caderas nuevamente, y sus ojos se oscurecen. Él comienza a


moverse dentro y fuera. Cada movimiento provoca un jadeo o un gemido de
cualquiera de nosotros. Levanto mis caderas, y él empuja más y más rápido.
Aguanto lo mejor que puedo. No sólo me está follando. Nos estamos follando el uno
al otro.

Es como cuando el fuego y el hielo colisionan. Una bomba de sentimientos.


Los opuestos se unen en una explosión de sentidos. Todo lo que puedo sentir, oler,
saborear, es él. Alrededor de mí. Dentro de mí. Él está en todas partes. En mi
cuerpo. En mi corazón.

—Estoy cerca. Tan jodidamente cerca —logro gemir.


—Lo sé. Jodidamente puedo sentirlo —responde King, los músculos de su
cuello tensos. Los músculos de su pecho y abdominales se flexionan mientras
empuja una y otra vez.

Mis senos se sienten pesados y mi piel está ardiendo. El sonido de nuestros


cuerpos golpeándose y el olor a sudor y a sexo es jodidamente demasiado. Mi coño
se aprieta alrededor de su verga. Me convulsiono, exprimiéndolo con todo lo que
tengo mientras me vengo aún más que la primera vez, mi visión se vuelve estática
y mi cuerpo se pierde en el placer, en los sentimientos y en las sensaciones de King.
Me sigo viniendo, inundada en una ola de un orgasmo de otro nivel cuando coloca
una mano debajo de mí, levantando mis caderas. La otra encuentra su camino
alrededor de mi garganta. La deja allí cuando siento su verga hincharse dentro de
mí, creciendo aún más hasta que algunos empujes más tarde, está gimiendo mi
nombre. Mis dedos se clavan en su trasero, y él se queda quieto mientras se viene
en lo profundo de mí—. Joder, Cachorro. Oh, joooooder —llora, mientras cabalga
mi coño hasta que su propio orgasmo disminuye y nos dejan en una pila de sudor
y respiración pesada uno al lado del otro en la cama.

—Jodidamente extrañé esto —digo, todavía tratando de recuperar el aliento.

Agarra mi barbilla y me obliga a enfrentarlo. Sus ojos verdes mirando a los


míos con una ferocidad posesiva que siento en mi agitado pecho.

—Jodidamente te extrañé. Todo de ti. No sólo esto —Su voz se calla. Siento
todas las emociones posibles por este hombre, pero la más fuerte de las emociones
gritando desde mi corazón es amor.

Siempre el amor.

—Me asustaste por un rato allí. No tengas miedo de hablar conmigo. Nunca.
Esto es demasiado importante. Somos demasiado importantes.

Asiento—. No quería que pensaras que era débil —finalmente admito.

Me acuna en sus brazos—. ¿Débil? ¿Porque estás pasando por un mal


momento? ¿Crees que lo que hiciste al salvar a Max fue débil? ¿Crees que recibir
a tu propio hijo es débil? ¿Crees que tratar de ser el héroe en nuestra vida cotidiana
mientras caminas con esta carga interna es débil? Cachorro, eres la puta persona
más fuerte que conozco. Estamos en esta vida juntos.
Asiento y permito que me presione contra su pecho donde mis lágrimas
empapan su piel ya húmeda—. Juntos —repito.

—Cuando te sientas débil, seré fuerte por ti. Si no puedes ver, yo seré tus ojos.
Si no puedes escuchar, te guiaré. Sólo somos débiles cuando no somos un equipo.
¿Juntos? Somos jodidamente imparables.

Mi corazón se contrae en mi pecho—. Me quitas el aliento.

King sostiene mi mirada—. Tú eres mi puto aliento.


DIEZ

Aunque King y yo estamos legalmente casados y unidos en todos los sentidos, hoy
es el día de nuestra boda.

Será un asunto simple que tendrá lugar en la granja donde Nine y Preppy
operan su negocio de hierba. Luces parpadeantes y mesas de picnic. Un asunto
sencillo seguido de una fiesta con amigos, familiares y un buffet atendido por
Billy's Crab Shack.

Veo el paisaje de Logan's Beach pasar a través de la ventana desde el asiento


trasero del Cadillac de Preppy. Insistió en que él y Dre me llevarían a la boda, y
no pude rechazarlo cuando parecía tan honrado de ser quien me llevara a King el
día de nuestra boda.

Aliso mi vestido y lo saco de donde está atrapado entre la parte trasera de


mis piernas y el asiento para evitar arrugas. Me recuesto para evitar que se
arrugue. No es blanco sino rosado. Sin encaje ni pedrería para mí, sólo tirantes
finos, con una V baja en la parte delantera, y luego recto hasta el suelo. Me encantó
al segundo que lo vi y supe que era en lo que quería casarme con King. Mi cabello
platino está lacio y partido a la mitad con una corona de pequeñas flores que
combinan con el color de mi vestido. El único destello son las hojas de oro rosa que
rodean las flores. Dre me maquilló, y aunque es más pesado de lo que con
normalidad uso, especialmente alrededor de mis ojos, sigo siendo yo, sólo una
versión arreglada.

Preppy asoma la cabeza entre los asientos delanteros y sonríe—. ¿Estás lista
para hoy, chica?

—Estoy lista —respondo.

Guiña un ojo y apaga el motor.


Él abre la puerta para Dre, luego corre de vuelta al auto para abrir mi puerta.
Lleva un esmoquin de color canela con una corbata de moño rosada, y me doy
cuenta de por qué insistió en ver mi vestido el día que lo compré.

Preppy le ofrece un brazo a Dre y otro a mí. Me lleva alrededor del pequeño
edificio de oficinas de un piso, y cuando doblamos la esquina, me detengo y
desengancho mi brazo del de Preppy para cubrirme la boca con la mano.

Me sorprende lo que veo ante mí. No hay simples luces centelleantes que
colgando de los árboles o bancas de mesa de picnic alineando un pasillo sin
revestimiento.

Es una feria.

Y tampoco una pequeña.

Está completa con atracciones giratorias, juegos con premios colgando sobre
los trabajadores de la feria anunciando las pocas posibilidades de ganar, y lo mejor
de todo... hay una rueda de la fortuna.

—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? —Pregunto, incapaz de formar una pregunta


coherente.

Preppy vuelve a tomar mi brazo y me lleva hacia adelante—. King. Todo lo


hizo King.

King recreó la feria.

Tengo lágrimas de felicidad en los ojos mientras me lleva a Dre y a mí a una


carpa instalada al fondo—. Te ves hermosa —dice Dre, desenganchando su brazo
de Preppy—. Los veré a los dos adentro —Ella se mete.

—Lamento que tu papá no pueda estar aquí.

Mi felicidad es reemplazada temporalmente por el dolor de no tener a mi papá


aquí. Se está recuperando de una neumonía y el viaje era demasiado. Aunque hice
una videollamada con él después de que me arreglé, pudo verme con mi vestido de
novia e insistió en que me asegurara de que alguien grabara la ceremonia para
poder verla más tarde.

—Está bien. Estas cosas pasan.


Preppy mete las manos en sus bolsillos y se mece sobre los talones—.
Entonces, ¿qué dirías si me ofreciera a reemplazarlo?

—Yo... —sorbo por la nariz—. Me gustaría mucho.

Su sonrisa brilla intensamente—. Sé que no soy tu primera opción para


llevarte por el pasillo, pero a veces, la segunda puede sorprenderte. Como tu
segunda opción en una orgía.

Me echo a reír. La música comienza a sonar, y Preppy empuja a un lado la


tapa de la carpa. Mi risa cesa y mi corazón se detiene cuando veo a King
esperándome al final del pasillo.

No me quita los ojos de encima. Tantas cosas pasan entre nuestras miradas
fijadas. Amor. Lujuria. Historia. Futuro. Y aunque los asientos que nos rodean
están llenos de gente, sólo somos él y yo en este momento.

Ni siquiera me doy cuenta de que el ministro está hablando hasta que le toca
a King recitar nuestros votos. Optamos por decir lo nuestro directamente de
corazón, y yo me inclino hacia él, ansiosa por escuchar lo que ha elegido decir.

Se aclara la garganta y toma mis manos—. Prometo proteger esta cosa entre
nosotros como te cuido a ti y a los niños. Prometo protegerlo con mi vida. Siempre.

Estoy tan llena de cada emoción que ni siquiera puedo recordar qué era lo que
quería decir.

Sorbo por la nariz—. ¿Cómo diablos se supone que debo seguir eso?

Los ojos de King nunca dejan los míos—. Sólo promete que serás mía para
siempre.

—Soy tuya. Siempre. Lo prometo.

—Maldita sea, lo eres —gruñe King. Me alcanza, me levanta en el aire y


presiona sus labios contra los míos en un beso que no sería apropiado para ningún
tipo de boda en la iglesia.

La multitud echa porras y grita mientras el reverendo cierra su libro—.


Supongo que no necesitarán el resto ya que parece que han tomado el asunto en
sus propias manos. Entonces, por el poder que se me ha otorgado y el hecho de que
ya están legalmente casados, ahora los declaro marido y mujer.

Todos buscamos un poco de luz en la oscuridad. Algo a lo que aferrarse cuando


la vida estalla. Lo tengo con mis hijos. Con King. Me hago otro voto a mí misma.
Confiar en la red de seguridad que él ha construido alrededor de nosotros, y
apoyarme en él cuando sienta que estoy cayendo. Porque King no sólo es mi esposo
o mi pareja, es mi alma, mi lugar seguro.

Mi refugio de cualquier tormenta.


ONCE

—Quizás quieras quitar el puto letrero —dice Bear, señalando la parte superior de la
cabaña del viejo cazador escondida entre los espesos pinos de Motherfucker Island en
la puerta.

Preppy levanta la vista y se rasca la cabeza—. ¿Por qué? ¿No es suficientemente


grande? ¿Debería haber usado una "g" en lugar del apóstrofe? Sabía que no debería
haber seguido la jerga. ING habría sido mucho más elegante.

Bear le da una palmada en la nuca—. Porque es un puto letrero grande de neón que
dice The Killin’ Shed.

—¿Cómo sabrán las personas a las que matamos que es un cobertizo de matanzas si
no hay ningún letrero?

—Ellos lo sabrán, y también la policía —señala Bear, dejando caer su bolsa a sus
pies.

—Ustedes dos pelean como ancianas en el supermercado peleando por lo último


de la puta tapioca —murmuro, ajustando mi propio bolso de cuero pesado, colgando
sobre mis hombros.

Las viejitas me ignoran y continúan con Preppy señalando el letrero—. No,


nunca pensarían que un lugar con un letrero que dice el cobertizo de la matanza es un
cobertizo de la matanza real. Dah, Bear, es psicología inversa común. ¿O no tienes
libros en tu gran casa de juegos de motociclistas malos?

—Casa club —gruñe Bear, quedándose conmigo mientras Preppy entra. La


puerta se cierra detrás de él, pero aún podemos escucharlo cantar—. No hay negocio
como el negocio del Cobertizo de la Matanza que conozcaaaaaaa.

—Sabes —dice Bear, dándole una calada a su cigarro—. Puede que haya vuelto
a la vida, pero creo que algunas partes de su puto cerebro todavía están muertas.
—No sería Preppy si no cuestionáramos constantemente su falta de cordura.

— ¿No es esa la puta verdad? —Dice Bear.

Apaga el cigarro y entramos donde Preppy sigue cantando su canción mientras


se pone un par de gruesos guantes de goma. Del tipo destinado a los soldadores. O en
nuestro caso, asesinos.

—¡Bienvenido al cobertizo de la matanza! —anuncia Preppy—Es como Disney


World, excepto que no hay atracciones y no es el lugar más feliz del mundo. Bueno, no
para ti, de todos modos —Preppy se rasca la cabeza—. Mierda, supongo que no se
parece en nada a Disney World. Okay. Okay. Déjame intentar de nuevo —Se rasca la
barbilla con la larga hoja afilada que tiene en la mano—. Okay, ¿qué tal este? —Se
aclara la garganta—. Bienvenido al cobertizo de la matanza. El último lugar en el que
estarás.

El tipo gime detrás de su mordaza y Preppy tuerce los labios—. ¿No? Maldición.
Seguiré trabajando en eso. Lástima que no vayas a poder escuchar qué clase de
eslogan increíble se me ocurrió finalmente —Le da golpecitos a la nariz del tipo con el
cuchillo—. En caso de que no lo dejara claro, no lo escucharás porque estarás muerto
y esa mierda —Preppy hace su mejor hombre muerto colgado al final de una cara de
ahorcado.

—Creo que él lo entiende —dice Bear, señalando los pantalones del hombre
donde se ha formado una gran mancha de humedad—. Se orinó encima.

—Oh, Diosito. Ni siquiera tuve que abrir la presentación en Power Point —dice
Preppy, regresando a la mesa de objetos de tortura que ha preparado, luego asiente
hacia mí—. Tú sigues, jefe.

No me muevo porque estoy mirando fijamente a uno de los hombres responsables


de la casi muerte de mi esposa e hija, y la rabia recorre mis oídos y la visión de túnel
que rodea su rostro es todo en lo que puedo concentrarme—. Así que, ¿querías joder
con el Rey de la Calzada? —Finalmente pregunto—. Estás a punto de sentir lo que le
sucede a la gente que se mete con la puta familia equivocada.

Bear toma el cuchillo de Preppy y me lo entrega. Pruebo el filo de la hoja con las
yemas de mis dedos mientras camino lentamente alrededor del hombre.

—¿Algunas últimas palabras? —Pregunta Bear.


El hombre asiente y le arranco la cinta de la boca—. Yo... lo siento. Sólo quiero
decir... que no fue mi culpa.

—Entonces dime quién —exijo.

—No puedo. Cualquier cosa que me hagas aquí, él lo hará peor. Sabe dónde vive
mi familia. Así es como trabaja con todos. Nadie te dirá quién es o se arriesgan a
perderlo todo. Puedo decirte que dijo algo sobre alguien llamado Pike. Que todo esto
es por él. Eso es todo lo que puedo decirte—. Sus ojos se encuentran con los míos—.
Ya saben, además de irse al carajo.

Cubro su boca con la cinta.

¿Pike? ¿Qué carajo tiene esto que ver con Pike?

—Esas fueron muchas últimas putas palabras —dice Bear encogiéndose de


hombros.

—Te han declarado culpable de alta traición —le dice Preppy—. Y tu sentencia
es la muerte.

Corto su garganta con un movimiento rápido. La sangre brota y luego se derrama


por su cuello. Los sonidos de gárgaras que hace antes de que sus ojos se pongan
vidriosos son jodidamente molestos. El tipo no pudo ni siquiera morir sin hacerme
encabronar.

—Mierda —dice Preppy. Está mirando la sangre acumulándose en el plástico


transparente cubriendo el suelo.

—¿Te estás volviendo suave? —Pregunto, limpiándome la sangre de la mejilla


con el antebrazo y lanzando el cuchillo al suelo.

Pone los ojos en blanco y señala con el dedo su propio pecho—. ¿Yo? Por favor.
Esta mierda me pone dura la puta verga.

—Entonces, ¿cuál es tu daño? —pregunta Bear, encendiendo un cigarro y


probando la sierra circular eléctrica.

—Es que acabo de recordar que Doc me pidió que pasara por salsa de tomate de
camino a casa porque ella volverá hoy y quiere hacer... no sé, algo con salsa de tomate,
y casi lo olvidé —Mira el cadáver fresco y sonríe—. Hasta ahora —Me da una palmada
en el hombro con su grueso guante de goma—. Gracias por el recordatorio, jefe.
—Estar de vuelta aquí me recuerda a los viejos tiempos —dice Bear, quitándose
sus guantes—. Extraño esos días.

—Sí, el cobertizo de la matanza tiene una forma de sacar lo mejor de todos


nosotros —dice Preppy con lo que sólo puedo describir como un suspiro de ensueño, y
juro que hay una lágrima en su puto ojo.

—Hoy estoy de acuerdo contigo —respondo, encendiendo un cigarro.

—¿Quieres matarlo otra vez? —Pregunta Preppy, recogiendo el cuchillo del


suelo.

—Nah —señalo al otro lado de la habitación a los otros hombres amordazados


con expresiones de horror en sus rostros condenados que acaban de presenciar cómo
serán sus breves futuros—. Tenemos dos más.

—Esto es como la navidad, pero mejor y sin todo el sexo pervertido —se lamenta
Preppy.

El rostro de Bear se tuerce de confusión—. ¿Qué tipo de puta navidad estás


teniendo en tu casa?

Preppy deja escapar un suspiro exasperado—. Las que tienen sexo pervertido.
¿No acabo de decir eso?

Bear y yo intercambiamos las mismas miradas de, nunca sabremos realmente


dónde está su cabeza y es mejor no intentarlo.

Preppy señala a Bear con su cuchillo—. ¿Te estás quedando sordo en tu vejez,
Beary-poo?

—¿Con la mitad de las pendejadas que dices? —Bear se burla—. Jodidamente lo


deseo.

Preppy coge una moto sierra—. Oh, eso me da una buena idea. Deberíamos
cortarles las orejas.

—Sigamos con los buenos asesinatos a la antigua, por los viejos tiempos —digo—
. Bear, ¿quieres hacer los honores?

Bear arranca el cuchillo de la mano de Preppy—. Con gusto.

Preppy resopla—. Siempre una dama de honor...


Le doy una palmada en el hombro—. A ti te toca el siguiente, Prep.

Su ceño se convierte en una sonrisa radiante. Arranca la moto sierra y grita por
encima del sonido ensordecedor—. Como dije, como la puta navidad.
PRÓXIMAMENTE EN KING
LECTORES QUE SIGUEN A LA AUTORA
EN SU PÁGINA Y GRUPO
Este PDF es una versión del libro original de la autora, cada

vez que se ponen a EN LA CARA DE LA AUTORA que

tienen sus libros en español en PDF, están estas

traducciones, GRACIAS a las cuales CONOCIERON a la AUTORA y


sus LIBROS, porque, pues, no saben inglés. Y también le están

a la autora que USTEDES leen su trabajo de forma

de los libros de la serie King ha sido traducido al español

oficialmente. Así que, la próxima vez que en la página y/o grupo de la

autora alguien escriba que los libros de T.M. Frazier ESTÁN en

español, AMÁRRENSE los dedos y EVÍTENSE comentar que ustedes


tienen los libros en español en PDF.
NO todos están de acuerdo con la piratería, así que es probable que

terminen del grupo.


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RESEÑA Y/O VALORIZACIÓN
EN GOODREADS!
https://www.goodreads.com/book/show/48897318-king-
of-the-causeway

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