Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EN SU PÁGINA Y GRUPO
Este PDF es una versión del libro original de la autora, cada
UNO OCHO
DOS NUEVE
TRES DIEZ
CUATRO ONCE
Se acerca un huracán.
¿Adivinen quién? Les daré una pista. Soy tan guapo como un supermodelo, y tan
diabólico como, bueno, el diablo. Tengo erecciones por los coños y los panqueques.
Me gusta mi coca con un poco de coca, y mi carne de hombre es enorme.
Nota importante: No le digan a Bear que dije eso. Ese hijo de puta se pondría
celoso si supiera que no es mi hombre número uno. Quiero decir, seguro que se
hace el difícil, pero la maravilla sin camisa tiene debilidad por el viejo Preppy, y
no queremos herir todos sus sentimientos de hombre grande y corpulento antes de
entrar en la historia, ¿verdad?
¿VERDAD?
Érase una vez en una tierra muy, muy lejana, pero céntrica en el suroeste de
Florida, había un pequeño pueblo de mierda llamado Logan's Beach. Allí, hace
mucho, mucho tiempo, dos personas se enamoraron locamente de la misma
manera que la mayoría de las parejas lo hacen.
Es una historia tan antigua como el tiempo. Ya saben, una chica sin memoria
se le ofrece a un chico como una prostituta esperando seguridad. El chico rechaza
a la chica, y luego la secuestra. Luego, la chica huye; luego el chico decide quedarse
con la chica. El chico y la chica se enamoran y tienen sexo sucio y se tatúan. En
algún lugar hay una feria y una afirmación incorrecta sobre los pingüinos como el
único pájaro no volador. La persona más genial del puto mundo se muere. El chico
devuelve la chica a su padre a cambio de la hija del chico. La chica cree que el chico
está muerto. La chica se casa con un puto idiota para adoptar a la hija del chico.
El chico en realidad está vivo. La chica recupera la memoria y se da cuenta de que
el idiota es un super idiota. El idiota se muere violenta y merecidamente. El chico
y la chica consiguen dos niños por el precio de uno en una familia épica de Compre
Uno, Llévese Otro.
Hasta ahora.
Tres enormes altavoces, apilados uno sobre otro, vibran y pulsan mientras la
música se fuerza a través de ellos. Las notas bajas y profundas golpean contra mi
pecho, penetrando mi caja torácica. Mi ya martillante corazón se agita. Toso y
jadeo, respirando con dificultad. Pongo mi palma sobre mi pecho como si pudiera
calmar de alguna manera mi corazón a través de las capas de ropa, piel, sangre,
músculo y hueso.
Un brillo de sudor estalla en mi acalorada piel, pero por dentro, soy de hielo.
Tal vez, es un presentimiento. Una advertencia para no dar un paso más.
No tengo elección.
Ahogo mi inquietud con un trago seco. Cada paso que doy por el estrecho
pasillo a través del mar de bailarines con ojos cerrados rotando uno contra el otro
me acerca al infierno que he creado para mí.
Para ella.
Lo siento mucho, pero no veo otra manera, me disculpo en silencio con la chica
que no conozco. La que era antes de perder la memoria. La que se instaló en mi
cuerpo antes de que me despertara en una banca sin nada y se hiciera amiga de
una prostituta que ni siquiera me agrada.
No me desagrada Nikki porque sea una prostituta, sino porque es una perra.
A través de los espeluznantes movimientos inducidos por las drogas de los
cuerpos rodeándome y entre los destellos de la pulsante luz, me las arreglo para
mantener mis ojos fijos en la meta.
La puerta de mi salvación.
Es el amor.
Es él.
Es King.
Dejo la puerta abierta y corro hacia la cama para pararme entre sus piernas.
Pongo mis manos sobre sus rodillas—. ¿King? —Pregunto otra vez, preocupándome
cuando mi única respuesta es el persistente silencio.
Jadeo.
El rostro del King es duro y enojado y... diferente. La cicatriz sobre su ceja
derecha, que normalmente es apenas perceptible, está ahora levantada, cortando
un camino rojo dentado en diagonal a través de su nariz y labio, terminando en su
mandíbula.
—¿Qué pasó? —pregunto. Moviendo mis manos de sus rodillas, cierro mis
dedos sobre las correas envueltas cada uno de sus antebrazos.
—¿Quién carajos eres tú? —pregunta con una voz profunda y grave. Sacude
sus brazos, liberándose de mi agarre.
Se inclina más cerca, y justo cuando creo que va a salir de cualquier estado de
fuga en el que se encuentra que le haya hecho no recordarme, la comisura de su
boca se ilumina con una sonrisa divertida—. Oh sí —dice antes de que su sonrisa
se vuelva plana—. Ahora me acuerdo.
Pestañeo varias veces para quitarme el sueño de la cabeza. King levanta una
ceja. La que tiene la cicatriz. Apenas se nota, a excepción del pelo a la izquierda,
porque no tiene pigmento en comparación con el negro del otro lado.
—¿Cachorro? —presiona.
King resopla—. Más bien una pesadilla. Saltaste de la puta cama y caíste al
suelo como si tuvieras un ataque. Casi me cago del susto.
—Estoy bien —le aseguro, empujándome a mis pies lo mejor que puedo. Antes
de que pueda dar un paso, King me toma en sus brazos y me lleva de vuelta a
nuestra cama, tumbándome suavemente como si fuera de cristal—. Dije que estoy
bien.
—Yo sólo... —Agito mis brazos sobre mi vientre—. Esto — No es del todo
cierto. Estar embarazada tiene algo que ver con lo que he estado sintiendo, pero
también ha habido algo más. Algo que me persigue como una sombra que no puedo
perder—. No hay nada de qué preocuparse. Sólo que comí demasiada pizza antes
de irme a la cama. Sueños locos de embarazada.
King se ríe entre dientes—. Te dije que el Sour Patch Kids2 no es una gran
idea como aderezo para pizza.
Asiente—. Estoy de acuerdo. Pero tal vez, ¿mantienes los dulces y la pizza
separados antes de que te vayas a dormir?
—Pero ¿no puedes mostrármelo más tarde? —Pregunto, meneando mis cejas
sugestivamente—. Ya sabes, ¿después?
Muevo mis manos para cubrir mi cuerpo y miro hacia otro lado. Siento mi
cara enrojecerse.
—Cachorro.
—Sí, pero eso es antes de que yo... —Agito mis manos ante el desastre en el
que se ha convertido mi cuerpo, aunque mi mente no está más limpia—. Antes de
convertirme en esto —Odio la falta de confianza en mi voz. No soy yo. Nada de esto
lo es. No es mi cuerpo. Es mi voz. Mis pensamientos. Pero no puedo evitar la
preocupación, la inseguridad, o cualquiera de los pensamientos negativos que he
tenido, por mucho que haya intentado ignorarlos.
—No te cubras delante de mí. Lo digo en serio. ¿Crees que no quiero estas
tetas perfectas en mi boca ahora mismo? —King rodea mi pezón con su pulgar, y
mi cuerpo entero se sacude mientras un rayo de placer pasa a través de mí. Su
mano se mueve por mi cuerpo, sobre mi vientre, y me toma sobre mi ropa interior.
Me da un ligero apretón, y por un segundo, no veo nada más que una luz blanca
detrás de mis ojos—. Joder, Cachorro. La forma en que respondes a mí —Se
muerde el labio inferior—. Me pones tan jodidamente duro. Siempre lo has hecho
—Se inclina, y sus labios rozan mi oído. Mi piel cobra vida con necesidad y
anticipación—. Con mi bebé en tu vientre y todo tan sensible en ese puto cuerpo
tuyo, me resulta muy difícil no levantarte de esta cama—. Señala la esquina de la
habitación—. Y hacerte mirar en ese espejo mientras te doblo, te tiro del pelo y te
follo mientras gritas mi nombre.
Con los pezones duros y una palpitación entre los muslos que no se satisfará
pronto, agarro una almohada de la cama y gimo en ella.
—¡Mamón! —Llamo.
—Esta casa será jodidamente épica después de que la adición esté terminada.
Ojalá se me hubiera ocurrido cuando yo aún vivía aquí. Recuérdame, ¿decidieron
sí o no sobre mi sugerencia de cuarto rojo? —pregunta Preppy. Me pasa un tazón
de palomitas de maíz y se deja caer sobre el sofá.
Él la atrapa con su boca—. Tomaré eso como un no. Debí haber sabido que
eran unos mojigatos.
—Oh, ¿sí? ¿Dónde está tu mazmorra sexual? Porque no recuerdo haber visto
una en tu casa la última vez que te visitamos.
Levanta las cejas—. ¿Estás bromeando? De no ser por los niños y toda esa
cosa de que es inapropiado que Dre me sigue recordando, tendría una casa de sexo
completa.
—Quieres decir hasta seis semanas después de que el bebé nazca —corrige.
—Sip —Se da vuelta para mirar la televisión. —. No ayudó que usara una
soga —La cara de Preppy se pone seria. Él asiente—. Sí, con una soga.
Pienso en todo el trabajo que King ha puesto para hacer realidad mi bosquejo
para las nuevas habitaciones de la casa. El hombre realmente no se detendría ante
nada para hacerme feliz.
Y ese amor viene en todas las formas y tamaños. El amor romántico como el
que siento por King viene con pasión, atracción. El amor parental viene con la
necesidad de proteger, un amor más profundo que cualquier otro en el mundo.
Luego, está el tipo de amor que viene en forma de amistad. La familia elegida.
Preppy abre la boca para responder, luego la cierra. Frunce los labios y luego
se recuesta en el sofá—. Touché.
Sammy, Max y las gemelas de Preppy, Taylor y Miley están tumbados boca
abajo en el suelo mientras Bo opta por el sillón reclinable. Nicole Grace también
está en el suelo, pero ya está dormida con su manta púrpura metida en la boca de
una manera que solía hacerme pensar que estaba tratando de ahogarse a ella
misma.
—Eres un buen tipo, Preppy —digo, porque lo creo. Grace tenía razón todos
esos años atrás. Es posible ser un chico malo pero un gran hombre. Tengo la suerte
de conocer y amar a varios de esos hombres y llamarlos mi familia.
—Sólo estás diciendo eso porque actualmente estoy frotando tus enormes pies
de embarazada.
Preppy pone los ojos en blanco y los jala de vuelta, continuando con mi muy
necesario masaje de pies—. Dre ama un putero, pero no tengo dudas de que ella
me amaba aún más cuando estaba embarazada. Me pasaba horas frotando sus
lindos pies hinchados.
Sacudo la cabeza—. Estoy diciendo que eres un buen tipo porque lo eres.
Se encoge de hombros—. Soy algo así como bueno, o cercano a bueno. Quizás.
Posiblemente. Probablemente no.
Los ojos de Preppy se agrandan—. Oh, sí, supongo —responde con una mirada
de a dónde va esto en sus ojos, con la que como padre estoy muy familiarizada.
—Ajaaaá… —responde, moviendo sus ojos hacia mí, luego de vuelta a una de
sus gemelas.
Taylor le sonríe a su papá—. Pero, todos somos iguales por dentro, ¿verdad?
Él sonríe de lado.
—Pfff, ustedes dos eran tan perfectos el uno para el otro que podían ser ciegos
y sordos y aun así saber que estaban destinados a ser.
—Creo que hay más. Creo que sabías que seríamos felices. Que él sería feliz.
—Ajá. Sigue diciéndote eso, Prep. Mientras tanto, estás aquí frotándome los
pies y viendo películas de Disney con los niños. Pero lo prometo, tu secreto de
buena crianza y de ser un buen amigo está a salvo conmigo.
—¡Yo también amo las puta películas de Disney! —interviene Bo, repitiendo
las palabras de su padre. Él es el único niño que no está sentado en el suelo. En
cambio, está sentado con las piernas cruzadas sobre el sillón reclinable con una
corbata de moño de cuadros rosas y amarilosa que combina con la de Preppy.
—Sí, sí, lo es. Pero es más inteligente de lo que yo nunca seré —dice Preppy,
mirando a su hijo.
Preppy frunce el cejo—. ¿Qué? ¿Cómo tener sexo con alguien y cualquier cosa
de cualquier manera que yo elija sin importarme si está mal, es correcto o está
loco?
—Algo como eso.
Lo interrumpo—. Ya entendí.
—La única diferencia es que ahora sólo quiero hacer esas cosas con Doc —
mira hacia donde las gemelas están dormidas boca abajo junto a Max y Sammy,
igualmente jetones, y luego de vuelta a Bo, que tiene un cuaderno en su regazo,
escribiendo en las páginas—. Tú ya sabes que no tuve familia al crecer. Ahora,
puedo formar parte de una. Mi único objetivo es no joderlos demasiado y dejarlos
ser ellos mismos.
Preppy detiene sus manos en mi pie—. ¿Estás bien, niña? Pareces un poco
apagada, y soy un experto en frustración sexual, pero esto parece otra cosa.
Normalmente te ríes cuando digo estupideces, y ahora la risa no está allí o… no lo
sé, simplemente no es como suele ser.
Genial, otra persona que me va a preguntar si estoy bien cada veinte minutos.
Fuerzo una sonrisa—. Estoy bien. Realmente lo estoy. Es sólo una película dulce.
Y ya sabes, hormonas y mierda —sorbo por la nariz.
—¿Así cómo?
—Como si tu mejor amigo hubiera muerto, pero ya lo hice, así que… ¿Qué es?
Preppy chasquea los dedos—. Espera, lo sé. No te ríes tanto porque tienes
miedo de hacerte pipí. Eso le sucedía a Dre cuando estaba embarazada y se reía
demasiado fuerte. También un poco después de estar embarazada. Le daba
vergüenza, pero a mí no me importaba. De hecho, me gustaba un poco cuando—
Mis manos pueden que estén ligeramente más limpias estos días, pero mi efectivo
sigue sucio como el carajo. Y en este momento, alguien está tratando de joder con
lo que es legítimamente mío. Lo que he pasado dos décadas construyendo en este
pueblo.
La última tormenta de mierda fue anoche. Nine y Pike, junto con uno de los
chicos de Bear al que llaman Badger, estaban moviendo un cargamento de cocaína
cuando fueron golpeados en medio de la puta calzada. MI puta calzada, por algunos
aspirantes a matones a sueldo.
Nine suspira. Tiene un labio roto y una marca roja en la mejilla—. Estamos
en ello, pero sin suerte todavía.
Es lo último que quería escuchar. Doy un paso hacia él y siento la vena latir
en mi frente con cada paso. Los tendones en mi cuello se tensan. Me inclino y
apunto mi cigarro hacia Nine—. Nadie jode con nosotros en este pueblo. Esa es la
regla número uno, y quien esté detrás de esto lo aprenderá de la manera más
difícil.
Me giro hacia Pike—. No dejes de buscar hasta que hayas hablado con todos
en este pueblo, hasta que hayas volteado cada grano de arena en esa puta playa.
No te detengas hasta que tengas un nombre o, mejor aún, un cuerpo.
Pike se aleja de la pared y saca las manos—. Sabemos que los cabrones
llevaban máscaras. Máscaras de esquí de esqueleto de todas las cosas. No sonaban
ni parecían familiares. Si me preguntas, son contratados y no están afiliados. La
forma en que nos agarraron fue imprudente y mal planificada. Levantaron los
neumáticos del camión por detrás de la barandilla, y nos estrellamos en la
mediana. Rodearon el camión antes de que pudiéramos devolver el fuego y nos
ordenaron salir del camión. Cuando Badger les dijo que se fueran a la mierda, le
dispararon.
Pike saca una bocanada de aire—. Uno de ellos dijo que te dijera que hay un
nuevo Rey de la Calzada en el pueblo, y que te quitará todo, a menos… —luce como
si estuviera a punto recibir un batazo en el pito por la froma en que retiene la
respiración.
Sus ojos se encuentran con los míos—. A menos que le des lo que él quiere.
—Jaquea todas las cámaras de seguridad desde aquí hasta puto Miami.
Averigua a dónde fue ese puto camión. Pike, llama a todas las conexiones
chupadoras de sangre que tengas, desde los vendedores ambulantes hasta el
cartel. Dame un puto nombre. Y cuando consigas uno —tomo una profunda calada.
Y expulso el humo lentamente por la nariz como el puto dragón enojado que me
siento en este momento—. Me llamas a mí primero.
Me voy con rabia recorriendo mi cuerpo. Todos los músculos rígidos y tensos.
Quien esté detrás de esto pagará a la antigua. De la forma en que construí mi
nombre y mi negocio.
En sangre.
Dentro, encuentro mi sala de estar llena de niños dormidos, los míos y los de
Preppy. La única excepción es el propio Preppy, que está completamente despierto
y observa atentamente cualquiera que sea la caricatura cantando que esté
atrayendo su atención.
Instinto hace que mis nudillos se pongan blancos a pesar de que sé que Preppy
no es una amenaza, pero cuando se trata de mi esposa, no puedo evitar la ira que
siento cuando se trata de otro hombre tocándola, por inocente que sea.
—Eres tan lindo cuando estás todo celoso —comenta Preppy, mirando mis
puños.
Los últimos rayos del sol del día irradian a través de los manglares, y me doy
cuenta de lo temprano que es—. Espera, ¿ya está en la cama? —pregunto, con
preocupación trepando por mi columna vertebral como una araña volviendo a su
telaraña. Incluso embarazada, Cachorro no es el tipo de persona que toma
descansos, incluso cuando son muy necesarios.
—Es terca como el infierno —Preppy arquea una ceja hacia mí—. Me
recuerda mucho a su esposo.
—Dime esto, jefe. ¿Por qué alguien en una relación, una en la que realmente
les gusta la otra persona, le mentiría a su pareja? —sondea.
Él forma una pistola con sus dedos y apunta hacia mi pecho—. Bingo.
—Significa que tal vez lo que ella está atravesando no se puede arreglar con
un puñetazo en la mandíbula de alguien o una bala en la cabeza de alguien.
—Si tan sólo pudiera ser tan fácil —murmuro. Miro hacia las correas que
llevo envueltas alrededor de mis antebrazos.
Preppy se ríe—. Okay, o una correa alrededor del cuello. Lo que sea con lo que
está lidiando tu chica, obviamente piensa que necesita pasar por eso sola porque
no quiere molestarte con eso. O a cualquier otra persona para el caso.
—¿Sí, jefe?
—Es un puto trato —Baja la voz a un susurro—. ¿Qué coño está pasando con
el envío? ¿Alguna noticia de quién coño está involucrado?
Preppy se truena los nudillos—. Bien, avísame cuando lo hagas —Veo sus ojos
ensancharse junto con su sonrisa cuando una idea pasa por su rostro—. Tengo la
mejor idea de todas.
El Cobertizo de Matanza.
CUATRO
Estoy bastante segura de que King puso a Preppy de niñera (para mí, no los
niños) mientras él está intentando resolver la situación con el cargamento.
Desearía poder hacer más para ayudar, y odio ver a King tan enojado, aunque sé
que ha estado bajando la severidad de ese enojo cuando está cerca de mí y de los
niños. No me importa tener a Preppy cerca. Ha sido una muy necesitada ayuda y
distracción.
—¿Quién hizo esto? —pregunta, levantando una ceja hacia los niños.
—Uno de ellos que no está actualmente ocupando espacio dentro de mi cuerpo
—apunto donde los tres niños están súbitamente quietos en el sillón. La foto
perfecta de un trío de inocentes sonrisas hacia su papi.
—Perdón por tardarme tanto. Me tomó media hora sólo ir desde el club de
Bear a la Calzada. Luego tuve que dar la vuelta.
—Un bote chocó con uno de los pilotes. Provocó tanto daño que tuvieron que
cerrarlo.
—Supongo que hasta que lo arreglen. El trabajador que me dijo que diera la
vuelta dijo que quizá podría llevar hasta una semana.
Reconecta las piezas del control, poniéndole las pilas de nuevo y apunta a la
televisión. Cambia el canal para asegurarse de que funciona y lo deja justo cuando
el hombre del clima de nuestra estación local se aclara la garganta—. Buenas
noches. Soy el meteorólogo Dexter Greyson, aquí con las actualizaciones sobre el
Huracán Polly. Sé que estábamos esperando vientos de categoría dos o a lo mucho
los de categoría tres quedándose más en la costa y arriba en el área del puerto
Charlotte. Desafortunadamente, de acuerdo con las actualizaciones del centro del
huracán de las 5 a.m., no sólo el Huracán Polly ha dado un drástico giro hacia el
sur lejos del cono pronosticado, sino que también ha agarrado velocidad y fuerza.
Ahora estamos esperando un aterrizaje en las áreas entre Logan’s Beach y Coral
Pines, hoy en las primeras horas de la noche. Siento reportar a los residentes de
Logan’s Beach que con el puente fuera de servicio y las aguas ya inseguras para
viajar en bote, que resguardarse en el lugar más alto y con la estructura más firme
es el curso de acción más recomendable —el hombre del tiempo que se ve apurado,
pausa para tomar un trago de su taza de Canal Dos—. Manténganse a salvo, y que
Dios esté con todos ustedes.
La presentadora de las noticias una vez más pone al hombre del tiempo—.
Sólo una actualización, y odio ser el portador de malas noticias, pero tengo un
reporte en el que Jim Cantore del canal Weather ha sido visto reportando desde
debajo de la Calzada.
—En serio, de todas las cosas que dijo, ¿eso es lo que más te molesta? —
pregunto, apuntando a la televisión.
—¿Qué vamos a hacer? —le susurro a King, consciente de que los niños nos
están mirando y no queriendo asustarlos tanto como yo lo estoy.
—Vamos a superarla —dice King, como si fuera tan simple como eso. Le creo
porque tengo que creerle. Porque no puedo imaginar un mundo en el que
cualquiera de nosotros no la supere.
—Puedes decirlo de nuevo —dice King con un suspiro. Se gira hacia Preppy—
. Llama a Bear. Empezaré aquí. Ya sabes qué hacer.
—Sígueme —dice King mientras también sale por la puerta del frente. Hago
lo que dice y lo sigo escaleras abajo. Preppy sale del camino de entrada mientras
nosotros llegamos al estudio de tatuajes de King el cual está pegado a nuestro
garaje—. Tenemos preparado un sistema. Pongo las persianas y Preppy recoge las
provisiones. Comida y medicamentos. Llamaré a Bear y veré si planea dirigirse
hacia acá o se quedará en la casa del club. De cualquier manera, él está a cargo
del agua y de los generadores.
—Pero la realidad de los daños no lo es. ¿Qué pasa con la ampliación y los
niños—
—Eso es verdad cuando hay gente viniendo tras nosotros, pero no puedes
pelear o dispararle a un huracán.
Sin embargo, hay algunas cosas en la vida que no importa si tienes mucho o
poco tiempo, nunca estarás preparado para ellas.
CINCO
—Mami, estoy preocupada por el huracán —dice Max, parada entre mis rodillas.
Mi corazón duele porque ella esté preocupada por algo que está fuera de su
control—. Oye, es trabajo de los adultos preocuparse por este tipo de cosas. Para
de intentar quedarte con mi trabajo, apestosa.
—¡No soy una apestosa! Sammy es el apestoso. ¿Has olido sus calcetines?
King sale al porche vestido todo de negro como siempre con una gorra toda
negra en su cabeza—. Hey, Cachorro —su voz es bravuconería profunda y tira de
cada terminación nerviosa en mi cuerpo. Pensé que se desvanecería con el tiempo,
pero no lo ha hecho. Cada día con él sólo amplifica mis sentimientos.
Corazón y cuerpo.
Él se sienta en el escalón sobre el mío y mira hacia el frente del jardín donde
nuestros hijos están jugando.
—Lo estará —responde, pero veo preocupación en sus ojos que no estaba allí
antes. Estoy a punto de preguntarle qué lo está molestando, además de la
inminente tormenta, pero antes de que pueda sacar la pregunta de mi boca, somos
interrumpidos por una cabeza de largos rulos rubios.
—¡Mami! Papi, ¡recuerdan cuando se casadon sin nosotos! —nos dice Max
sacando su labio inferior en un puchero.
Le sonrío a King—. Los niños todavía están medio enojados con nosotros por
casarnos en la corte. Ellos querían estar allí. Están más enojados sobre eso que
cuando les dije que no podían jugar afuera mañana por la tormenta.
Max sale de detrás del grueso tronco del roble en el centro del jardín, y moja
a Sammy desde atrás con su pistola de agua. Él deja salir un grito de sorpresa
luego sale corriendo hacia ella.
—Quizás necesitan vernos casarnos —King sugiere—. Cuando toda esta
mierda se termine.
Todo lo que puedo hacer es asentir porque como todas las veces que me besa,
ha robado mi aliento.
—Te veo en un rato —se ríe entre dientes—, tengo que comprar algunos
tornillos más para las persianas. Estaré de vuelta pronto —baja las escaleras del
porche y corre atrás de Sammy, levantándolo en el aire para que Max pueda tener
un buen tiro hacia él. Baja a Sammy y los niños salen corriendo de nuevo.
King deposita un beso arriba de la cabeza rubio platino de Nicole Grace, luego
camina hacia su moto. Cada paso que da hace que mi respiración se acelere. Se
monta sobre la gran moto, y el motor ruge a la vida. Le da vuelta a su gorra de
beisbol y acelera por el camino de entrada.
Soy dejada boquiabierta por él como una colegiala con un flechazo, pero
demonios, ese hombre es todavía la cosa más hermosa que he visto.
Veo como una mujer sale de un brillante BMW negro. Ella es hermosa y rubia.
Delgada sin un pelo fuera de lugar. Ella es alta, usando grandes lentes de sol a la
moda y muy altos tacones que no están hechos para un camino de grava, pero de
alguna manera, emprende el camino sin tropezar.
—¿Se encuentra King? —pregunta, con un acento sureño dulce que hace que
los vellos de mis brazos se ericen. Ella mira hacia la casa y las áreas alrededor
antes de mirar de nuevo hacia mí.
—Aquí, nos presentamos antes de hacer preguntas —le digo, cruzando los
brazos sobre mi pecho.
Ella no contesta. Porque es distraída por algo. Se quita los lentes y mira la
ventana del frente donde Max y Sammy están espiando desde arriba del sillón.
No, no está mirando a los niños como un conjunto. Está mirando a Max.
Ella pone los lentes de sol en la parte superior de su cabeza—. De hecho, hay
algo con lo que tú puedes ayudarme —dice—, no sé si King te ha contado sobre mí,
pero soy Tricia. Max es—
Ella frunce el cejo, luego endereza sus hombros mientras sus labios se
aplanan y sus ojos se ensanchan con determinación—. Oh, pero, de hecho, soy su
algo. Un muy importante algo, resulta ser. Y por lo que parece, creo que sabes
exactamente quién soy.
—Yo soy su madre. Tengo papeles que respaldarán eso y un arma que los
respaldará. Así que, ¿por qué coño estás aquí? —consigo sacar.
Tricia toca la punta de sus lentes de sol con la esquina de su boca—. Pues,
estoy aquí para ver a Max, por supuesto. Mi bebé.
Hago mi camino lentamente hacia el escalón más bajo un paso lento a la vez
hasta que mis ojos están al nivel de los de la perra—. ¿Quieres ver a mi hija? —me
rio porque esta será la única advertencia que estoy dispuesta a darle a la perra—.
Sobre tu cadáver.
King pasa sus manos a través de su pelo y toma una respiración profunda—.
Una puta basura que estaba clavada en la puerta del garaje cuando me estacioné.
Un cargamento fue robado de Pike y Nine hace unos días. Un envío que yo financié.
Quiero estar enojada, pero eso me haría una hipócrita ya que he estado
protegiendo a King al mantener mis problemas para mí misma también.
King se aclara la garganta—. Creo que es seguro decir que quien sea que es
el responsable por asaltar el camión es el que escribió esta nota. Demasiada
coincidencia con Tricia apareciendo así. Seguramente ella misma la trajo aquí.
King,
—Sí, detecté eso también. Cualquiera que me conozca sabe que ese negocio
significa mierda para mí comparada con mi familia y renunciaría a él fácilmente.
Quien sea que haya enviado a Tricia la está usando como un peón para reclamar
como suyo Logan’s Beach. No creo que su juego final sea Max. Es el dinero. Quienes
quiera que sean, tienen un buen par de bolas para amenazarme así.
Levanto mis ojos de la amenaza en mis manos y miro a King—. ¿Qué vas a
hacer?
—Voy a empezar por decirles a todos los que traen negocios dentro o fuera de
Logan’s Beach que detengan las operaciones en lo que sea que me dé ganancias a
mí. Al menos hasta que averigüemos quien está detrás de esta mierda y le
cortemos la garganta al hijo de puta, estamos en pausa —él toma mis manos—.
No te preocupes. No puedo y no arriesgaré el perder a nuestra hija. La mantendré
a salvo. No importa el costo.
Le doy vuelta a la carta en mis manos como si hubiera más para leer cuando
las pocas palabras en la página dicen más que suficiente—. ¿Cómo vas a averiguar
quién envió esto?
—Mi suposición es que hay una persona que lo sabe —sus ojos se vuelven
oscuros y fríos—. Y al segundo después de que pase la tormenta, la voy a encontrar.
Tricia.
Ahora entiendo por qué la frase la calma antes de la tormenta es usada. Porque en
las horas previas a que el huracán Polly traiga su ira sobre Logan’s Beach, todo
está inusualmente quieto, incluyendo mi usualmente acelerado corazón que está
congelado mientras espera lo que viene.
Incluso el olor a sal y a pescado que suele persistir en el aire es más sal y
menos pescado. Como si incluso ellos supieran que es hora de jodidamente salir
nadando.
Por favor, quédate ahí un poco más, pequeño. Sólo dame dos días. Por favor.
No sólo porque me adelanté unas semanas, sino porque no quiero que el bebé nazca
en el caos y así es exactamente como se ve la vida en nuestra casa y en nuestro
pueblo ahora mismo.
Los dolores que he estado sintiendo están todavía muy separados y sólo son
tan fuertes como un calambre, pero están creciendo más y más consistentes con
cada hora que pasa. Las carreteras están cerradas. No habrá camino al hospital
en un futuro próximo. Si tan sólo pudieras esperar hasta que te programen una
cesárea.
—Eso es. Es hora de cerrar este también —dice King, colocando la última
contraventana sobre la ventana y bajando la escalera. La dobla y la guarda en una
correa enganchada a la pared en el área abierta debajo de la casa.
Lo sigo, pero en cuanto doy un paso, siento otro dolor. Este es más fuerte que
los otros.
Testarudo. Lo sabía.
Asiento y parpadeo mis lágrimas sin derramar—. Estamos bien. Sólo un poco
de dolor. Fue lo mismo con Nicole Grace. ¿Recuerdas? No hay más espacio ahí, así
que todos esos molestos órganos vitales se están interponiendo, sin mencionar mi
columna vertebral.
Ahora, tengo que reírme—. ¿Es un cobarde? ¿Por qué? ¿Porque está fuera de
la ciudad en sus vacaciones programadas tres semanas antes de que nazca el bebé?
—Eres imposible.
—Eso puede ser cierto, pero aun así le romperé todos los huesos del cuello a
ese bastardo la próxima vez que lo vea.
—Mírame, Cachorro.
Sé que está aquí para mí. Que me tiene. Siempre lo he sabido. Odio que pueda
pensar por un segundo que lo dudo. Que dudo de él. Es de los demás de quienes
dudo. Es la tormenta de lo que dudo. Son mis sentimientos de los que dudo. Son
todas las putas cosas. Pero de King. Nunca King—. Lo sé. Y estoy detrás de ti.
Hasta el final. Siempre.
King sacude la cabeza y levanta mi barbilla para que mis ojos se encuentren
con los suyos—. No, Cachorro, tu lugar no está detrás de mí. Está, y siempre ha
estado, junto a mí.
Sus palabras son un bálsamo muy necesitado para mi alma, y no puedo evitar
el sentimiento de felicidad y tristeza que se apodera de mí. No sé si besarlo o llorar.
Es como tirar varios colores de pintura que se juntan y terminan en un desastre
marrón. No puedo distinguir una emoción de la otra.
—Te amo —le digo, poniendo mi mano sobre la suya, sintiendo las palabras
en lo profundo de mi pecho mientras salen de mis labios. Hay mucho más en mis
palabras. Tanto que no estoy diciendo, pero espero que sienta las cosas que no soy
capaz de decir.
—Cachorro, puedes hablar conmigo. Sabes eso. Sé que pregunto esto mucho,
pero ¿estás bien? Porque si no lo estás, está bien y podemos solucionarlo. Juntos.
Hay tanto que quiero decirle. Tanto que quiero intentar explicarle, pero no
puedo. Ni siquiera sabría por dónde empezar. Pero estoy harta de decirle que estoy
bien o sólo cansada. No puedo seguir mintiéndole. Duele demasiado, y se merece
algo más que mentiras, aunque no esté preparada para explicar la verdad. Sacudo
la cabeza—. No, no estoy bien.
Levanta sus cejas, claramente, esperaba una de esas dos respuestas antes
mencionadas—. Puedes decirme cualquier cosa. Hablarme de cualquier cosa.
Puedo ocuparme de la mierda con Trish y de la mierda con la camión de Nine, pero
me está matando que no me quieras decir cuál es el problema o que digas que sólo
estás cansada cuando sé que hay más.
—Hecho —dice él, haciendo una pausa mientras espera pacientemente a que
yo continúe, aunque sé que lo está matando porque King no tiene paciencia.
Sorbo por la nariz y casi me río de lo absurdo de no ser capaz de soltar mis
problemas al hombre que amo y en quien más confío en este mundo—. Quiero
contarte más, y lo haré. Prometo que te lo contaré todo —levanto la vista al cielo
cambiante—. Pero si te parece bien, me gustaría tomar una tormenta a la vez.
SIETE
—¿Cómo van ahí dentro? —pregunta King mientras me tambaleo por el pasillo.
Parece mucho menos preocupado que antes, y me alivia haber podido aliviar algo
de la tensión con mi confesión y aplanar las líneas que han sido un accesorio casi
permanente en su frente.
¿Hace cuánto tiempo fue el último? ¿Una hora? ¿Veinte minutos? No puedo
recordar. Mierda, debería estar escribiendo esto.
—Quédate ahí —le susurro al bebé mientras el dolor se alivia hasta que
desaparece como si nunca hubiera estado aquí—. Por favor.
—Un poco difícil entre los caminos estando cerrados y todo ese asunto del
colapso del puente —respondo—. Ya los has llamado un millón de veces. Incluso si
pudiéramos llegar allí, no tienen energía, y sus generadores no funcionan —no sólo
eso, sino que la enfermera que contestó el teléfono le dijo a King que están
transportando por aire a los pacientes prioritarios a otro hospital hasta que el
viento sea demasiado fuerte para mantener el helicóptero volando. Yo no sería un
paciente prioritario. La mayoría de los hospitales ni siquiera me admitirían en
esta etapa. Si este bebé va a venir, estamos por nuestra cuenta—. Sólo estás
enojado porque no enviaron el helicóptero a la casa por mí.
King gruñe—. Conozco al médico de vuelo. Voy a—
—¿Romperle su cuello?
El lado de su labio se curva hacia arriba en una media sonrisa—. Iba a decir,
ponerle una bala en la cabeza.
Me levanto del sofá y reviso a los niños. Todos están durmiendo, sanos y
salvos. Preppy está dormido en el piso del cuarto de Nicole Grace con un cuento
abierto en su regazo. Cierro la puerta suavemente, y luego vuelvo a la sala de estar
y a la ventana para tener una mejor vista de la tormenta. Mi preocupación por el
huracán es temporalmente reemplazada por los fascinantes acontecimientos de
afuera. La lluvia vuelve a desplazarse y de repente desaparece, reduciéndose a
una simple llovizna, lo que me da una visión más clara de cómo es realmente un
huracán.
En algún lugar entre la tierra y el cielo, un caleidoscopio de nubes grises y
negras parecen dedos, arremolinándose más y más grande, entrelazándose en un
apretón de manos sobrenatural como amantes celosos que se preparan para
dominar venganza o redención sobre la Tierra.
El agua da vida a todas las cosas. Las plantas. A la gente. Limpia y provee.
El agua es algo bueno. No, algo grande.
El agua como una sola gota es inofensiva. Sin embargo, se vuelve más y más
peligrosa a medida que las gotas se unen. Estoy siendo testigo de eso. La lluvia se
precipita a la tierra como soldados saltando de un avión. Una vez que aterrizan en
el suelo, se reúnen en unidades, formando varios charcos alrededor del patio y la
entrada, ensanchándose y elevándose hasta que todos los charcos se unen,
formando un pequeño río de un lado del patio al otro.
Me traslado al otro lado de la casa. El patio trasero también está bajo asedio,
pero estos soldados no están cayendo del cielo, están arrastrándose sobre sus
estómagos desde la bahía, capturando más y más espacio verde mientras desciende
lentamente sobre la casa.
—Probablemente, pero por eso está construida sobre pilares, para que las
aguas de la inundación no nos alcancen.
Si antes había dudas, ahora no las hay. Estamos en medio del mayor desastre
de nuestras vidas.
—No está ahí —dice, corriendo por la cocina. Revisa todos los armarios. Luego
la alacena.
—Durmiendo —responde.
Jalo la mano de Sammy y me bajo al nivel de sus ojos—. ¿A dónde fue Maxie,
cariño? ¿Viste? —no puedo ocultar el temblor de mi voz.
Sacude la cabeza.
King levanta lentamente sus ojos hacia los míos y responde a la pregunta en
el momento en que se enganchan sin decir una palabra. No se fue a ninguna parte.
Se la llevaron.
¡No! Quiero llorar, pero no quiero asustar a Sammy.
King y Preppy corren hacia la lluvia que elige ese momento para abrirse a la
tierra como si el océano estuviera cayendo del cielo. Si Max está ahí fuera en este...
no. No dejaré que mis pensamientos vayan allí.
Es mi hija.
Metal retorcido, lo que parece ser los postes que sostenían el cartel de
Bienvenido a Logan's Beach, se estrella contra la casa, pero no puedo oír el impacto
sobre el viento aullando en mi oído como el llanto de un lobo en la noche.
El pedazo de metal choca con la casa una y otra vez, girando y cayendo como
un pez fuera del agua. Raspa a lo largo del techo, arrancando las tejas, antes de
lanzarse sobre la parte trasera de la casa.
Me agacho para evitar que una de las piezas en forma rectangular gire en mi
dirección. Apenas consigo evitar la decapitación cuando otra me golpea fuerte,
aterrizando plana contra mi espalda con una fuerza contundente que arranca el
aire de mis pulmones. Me tambaleo hacia adelante, tratando de mantener mi
equilibrio. El viento hace que sea difícil llenar mis pulmones de nuevo, y parece
una eternidad hasta que soy capaz de tomar un respiro que sea realmente
productivo.
Avanzo con dificultad por el agua marrón que llega hasta la espinilla. Cada
paso se encuentra resistencia y se siente como si hubiera un peso de cien libras
atado a cada uno de mis muslos. Me protejo los ojos de la lluvia punzante y trato
de parpadear para evitar que el agua me nuble la visión mientras busco en el agua
cualquier señal de Max.
Estoy a medio camino del patio delantero cuando veo a Tricia empujando a
Max en el asiento trasero de su coche. El agua está a la mitad de su neumático. La
mayoría de las carreteras están cerradas. Hay literalmente escombros volando en
todas las direcciones. El dolor y la rabia que siento en mis venas por ella al tratar
de llevarse a mi hija me abruma, pero lo más importante es que el plan de esta
perra es uno de mierda y está poniendo a Max en peligro para llevarlo a cabo.
—¿De verdad vas a matarme para tomar de vuelta a mi propia hija? —dice
con una risa malvada y rodando sus ojos. Tiene sus brazos alrededor de Max
mientras se gira hacia mí, usándola como escudo contra una posible bala.
Los ojos de Max están entrenados en los míos y están menos espantados que
cuando Tricia estaba intentando meterla en el coche. Porque yo soy su mamá.
Porque ella sabe que haré que todo esté bien. Porque confía en mí.
—Vaya lenguaje cerca de la niña —dice Tricia, acercando más a Max a ella y
luego levantándola en sus brazos. Max lucha contra ella, pero ésta la sujeta más
fuerte—. Dispárame, y te arriesgas a dispararle —dice triunfante.
—¿Por qué? —pregunto, bajando mi arma así no está dirigida a mi hija—.
Sólo dime, ¿por qué estás haciendo esto? No tiene sentido. Después de todo este
tiempo.
—Siempre hay una manera. Las madres siempre encuentran una manera
cuando se trata de sus hijos.
El agua sigue subiendo. Puedo ver a Tricia luchando por mantenerse en pie
mientras pasa a toda prisa por ella.
—No, lo has entendido todo mal. Ser madre no se trata de las locuras qué
harías por ti misma, se trata de las locuras qué harías por tus hijos. Además,
quienquiera que sea este tipo misterioso, te está usando para conseguir lo que
3 Comedia sobre “Los Cleavers” la idealizada familia suburbana de mediados del siglo XX.
quiere. Piénsalo. Sabe que King haría cualquier cosa por sus hijos, incluyendo
renunciar al control de Logan's Beach. Estaba en la carta de demanda que tú
misma entregaste. Tú nunca la ibas a tener porque no es lo que él realmente
quería. Él quería el dinero. Ha estado jugando contigo todo este tiempo, haciéndote
creer que se trata de la familia cuando sólo se trata de una cosa. Codicia.
Tricia está a punto de responder cuando una oleada de agua como una ola en
el océano las arrastra. Max grita mientras el agua la arranca de los brazos de
Tricia, y ambas se pierden en la corriente.
Sin pensar en nada más que en Max, me apresuro y me sumerjo, dejando que
el agua corriendo me lleve hacia mi hija.
Porque al carajo.
Con gusto daré la mía por la de ella. Aquí mismo. Ahora mismo.
Porque mientras ella viva, y vivirá, mi vida es una pequeña baratija para
intercambiar a cambio de tal devolución.
Intento flotar sobre el agua, pero de vez en cuando mi pie se engancha en algo
que me tira hacia abajo. Cuando emerjo, he perdido de vista a Max, hasta que la
oigo gritar de nuevo. Miro en la dirección de su voz y la veo colgando de un trozo
de madera que parece la parte superior de su columpio. No lucho contra el agua.
No tiene sentido. Es demasiado rápida. Demasiado fuerte. En su lugar, me hago
tan ancha cómo puedo, abriendo mis brazos y piernas con la esperanza de que se
enganchen en el juego. Si puedo acercarme lo suficiente. Calmo mi respiración
incluso cuando los gritos de mi hija se hacen más fuertes, y todos mis instintos me
llaman a intentar nadar hacia ella.
Otra ola me lleva abajo, pero cuando salgo de nuevo, veo el juego. Ya casi
estoy en él. Max sigue aferrada al poste, pero grita cuando empieza a resbalar.
Dejo escapar un grito crudo cuando estiro mis extremidades hasta donde
pueden llegar. Me las arreglo para enganchar mi pie alrededor de la madera bajo
el agua conectando con la pieza a la que Max se está aferrando. Dolor me atraviesa,
o bien otra contracción o algo en el agua me corta, pero no tengo tiempo de sentir
dolor. Me levanto de la madera y alcanzo la mano de Max.
—Tienes que agarrarte fuerte, bebé. ¿Puedes hacer eso por mí? ¿Sólo por unos
minutos más?
Ella asiente y agarra la madera tan fuerte como puede. Sólo tenemos uno o
dos minutos más antes de que estemos completamente sumergidas de nuevo, así
que tengo que pensar rápido. Me guío, con una mano sobre la otra a lo largo de la
parte superior del columpio hasta que mi mano encuentra la cadena de metal que
conecta el columpio. Desengancho ambas cadenas y ato un extremo alrededor de
mi cintura—. Voy a atar esto alrededor de tu cintura, ¿okay?
Ella asiente mientras la ato a mí. Tomo ambos columpios y los empujo entre
las cadenas y nuestros cuerpos para que actúen como flotadores. Con suerte, nos
mantendrá por encima del agua para que podamos ser encontradas.
Nunca lo haría.
No en nuestra familia.
—No lo estés. Mami te tiene. Mami nunca dejaría que algo te pasara. Lo
sabes, ¿verdad?
Busco algo para agarrar, pero no veo nada más que agua y las copas de
algunos árboles.
El sonido del agua corriendo se hace cada vez más fuerte hasta que me doy
cuenta de que no es el agua en absoluto.
Me mira—. Lo sé. También me salvó a mí, bebé. Ella también me salvó a mí.
King pulsa el acelerador y se dirige a la casa. El agua está tan alta ahora que
cubre el primer piso. King apaga el motor y jala a lo largo de una ventana a la
habitación extra en el segundo piso. La ventana se abre. Nos detenemos debajo de
una ventana abierta, y King desencadena a Max de mí, elevándola hasta los brazos
de Bear. King me da la vuelta para que mi vientre mire hacia otro lado y me
levanta por los muslos, sin soltarme hasta que Bear me tiene sentada en el alféizar
de la ventana. Me hace girar con cuidado, me acuna en sus brazos, luego pone mis
pies en el suelo, pero mis piernas ceden y caigo de rodillas.
—Hola, cariño —Bear dice como si nos hubiéramos encontrado en el bar local.
—Oh, Maxie. Mi chica valiente —la sostengo tan fuerte como puedo mientras
lágrimas corren por mis mejillas ya húmedas.
Bar arroja una manta cálida sobre nuestros hombros justo cuando un golpe
suena contra la pared. Las manos de King aparecen en la cornisa. Bear le da una
mano y le ayuda a entrar.
—Estoy bien. Ambas lo estamos —le aseguro, aliviada de poder decir las
palabras en voz alta.
—No puedo creer que hayas hecho eso. Saliste ahí fuera —dice, buscándonos
a Max y a mí cualquier herida visible.
—Tuve que hacerlo —le digo—, no tuve elección. La puerta estaba abierta.
La oí llamándome —mi pecho se aprieta mientras repito los eventos en mi
cabeza—. Tuve que hacerlo —repito.
Thia frunce el cejo—. La casa está bajo el agua, y el techo del club no está.
Tomamos el bote y llegamos aquí justo antes de que el agua se precipitara.
Thia sonríe y mira a nuestra familia. Mojada en una pila en el suelo—. Igual.
Max y Sammy se liberaron de nuestro agarre y ahora están jugando con los
hijos de Bear en el rincón de la habitación. Nicole Grace está dormida en los brazos
de Thia.
Preppy y King vieron el cuerpo de Tricia flotando boca abajo por el cobertizo,
y no puedo evitar sentirme mal por ella. Puede que ella no quisiera ser madre, pero
sí quería ser amada, y estaba dispuesta a sacrificar cualquier cosa o persona para
conseguirlo.
Mi estómago se aprieta, y siento que me están destrozando de adentro hacia
afuera—. ¡Aaaaah!
King le dice a Thia que lleve a los niños a la recámara adjunta a la habitación
extra. Preppy aparece con algunas mantas.
King pone sus brazos alrededor de mis hombros para levantarme, pero yo
sacudo la cabeza—. No hay tiempo —me las arreglo para decir mientras todo mi
cuerpo se retuerce del dolor como si estuviera poseído por un demonio.
King mira hacia abajo—. Veo la cabeza. Tienes esto, bebé. Eres la persona
más fuerte que conozco. Tú tienes esto —me concentro en los ojos de King mientras
otra contracción se sienta en mi estómago como un yunque. El dolor es más grande
de lo que sabía que era posible, pero incluso cuando causa estragos en mi cuerpo,
mi instinto se activa, y cuando empujo una vez más y mi visión se vuelve estática,
me agacho y agarro a mi bebé.
King nos cubre a las dos con una manta, y yo miro a mi esposo.
—Joder, sí, ella lo es —dice King, con orgullo en su voz que surge en mi pecho.
Nos cubre a mí y a nuestro nuevo bebé con otra manta suave y limpia—. No puedo
creer que ella esté aquí. No puedo creer lo que acabas de hacer.
Puede que la hayamos nombrado como un huracán, pero ella no será rival
para uno.
El generador que alimenta nuestro refrigerador y las luces, el que está en nuestro
porche y que ha estado funcionando las veinticuatro horas al día durante las
últimas seis semanas, es más ruidoso que una podadora, pero después de seis
semanas, ya estoy acostumbrada. La vibración en mis tímpanos se ha convertido
en la nueva normalidad.
—¿Ray? —pregunta una voz. La esposa de Preppy, Dre, asoma la cabeza por
la puerta abierta—. Lo siento, no quería entrar. Toqué el timbre, pero esta maldita
cosa es tan ruidosa aquí que, no sabía si lo escuchaste o no.
Dre sonríe y entra—. Gracias. Fue genial, pero si soy sincera, amo a mi padre,
pero estas últimas semanas han sido las más largas de mi vida. Tomamos el primer
vuelo de regreso después de la reapertura del aeropuerto.
Le devuelvo la sonrisa. Estoy feliz de ver a mi amiga otra vez.
Feliz.
Me he sentido mucho mejor en estas últimas semanas, pero esta es la primera
vez que he podido colocar esa palabra con algo que estaba sintiendo.
—¿Qué te puso tan sonriente? —pregunta Dre, tomando asiento en la barra
de desayuno.
Sacudo la cabeza—. Simplemente estoy feliz de verte.
—Ya somos dos.
—Preppy y King están en el campo con las crías —Doy la vuelta al mostrador
hacia la cocina y agarro una taza del gabinete—. ¿Café? ¿Té? ¿Cerveza? —le
pregunto a Dre.
Ella aplana sus manos sobre el mostrador—. Nop. No es verdad. Preppy y
Bear los llevaron a la casa de Bear para ver el nuevo patio de juegos que Thia
construyó, y lo único que quiero en este momento es vigilar a ese bebé tuyo
mientras te tomas un poco de tiempo.
Guardo la taza—. Estoy bien. No tienes que—
—Sé que no, pero lo voy a hacer de todos modos, y no voy a aceptar un no por
respuesta. ¿Dónde está el pequeño milagro?
—Está durmiendo en su moisés en nuestra habitación —digo lentamente.
Dre aplaude—. Excelente.
—Las botellas están—
—¡No es mi primer rodeo, Ray! —llama, ya a mitad de camino por el pasillo.
—Empiezas a parecerte mucho a tu marido —llamo de regreso.
Ella mira por encima de su hombro—. Lo digo en serio. Tómate un tiempo
para ti y no vuelvas porque simplemente te enviaré de regreso —Ella guiña un ojo
y con cuidado abre la puerta de la recámara, desaparece dentro y la cierra en
silencio sin hacer clic.
Miro alrededor de la tranquila sala de estar.
Ahora, ¿qué coño se supone que debo hacer?
Meto los pies en mis sandalias y salgo. La luz del sol es cálida contra mi piel.
El generador es ensordecedor, pero afortunadamente se desvanece cuando lo paso
en mi camino para atravesar el patio trasero hacia la bahía.
El olor a sal y pescado es como era antes de la tormenta, perfumando
ligeramente el aire húmedo.
Paso por delante de la adición y me detengo para mirarla. Fue severamente
dañada durante la tormenta. Lo que quedaba del marco tuvo que ser derribado y
reconstruido. Pero King contó con la ayuda de un contratista, y después de reparar
nuestro techo dañado y el revestimiento de la casa, dañado por las inundaciones,
hicieron un trabajo rápido para volver al negocio de expandir la casa. Ahora,
parece parte de la casa, una parte sin pintar, pero parte al final de cuentas. Paso
los dedos por el estuco gris y siento la emoción de usar todo el nuevo espacio que
se está creando.
No me atrevo a entrar. King ya me advirtió que no puedo entrar hasta que
esté completo porque no es seguro.
Mis pensamientos vuelven a la tormenta y cómo pude salvar a Max mientras
estaba embarazada, en parto y durante un huracán.
Y King está preocupado de que yo pise un clavo o algo así.
Me rio entre dientes al pensar en ello.
El aire húmedo se siente pegajoso y cálido contra mi piel pálida mientras me
dirijo a través de la hierba hacia el agua, que ahora está de vuelta en su lugar
dentro de la bahía. Me siento y cuelgo los pies sobre el borde. El sol poniente brilla
sobre el agua, y lejos del ruido del generador, realmente puedo escuchar a los
pájaros en los árboles y ocasionalmente el chapoteo de un salmón.
Cierro los ojos y me recuesto en la hierba, pero en el momento en que cierro
los ojos, me doy cuenta de que me falta algo para disfrutar el momento.
Alguien.
El hombre que ha sido todo para mí por años. De repente, me siento culpable
de cómo debe haberse sentido mientras estaba atrapada bajo la bruma de no ser
yo misma. King sigue siendo el hombre del que me enamoré hace tantos años, pero
¿quién soy yo ahora?
Debe haber escuchado mis pensamientos porque, de repente, escucho su voz
profunda sobre mí, retumbando en mi piel y cubriéndome con más calor que el sol.
—Dime qué estás pensando —dice.
Abro los ojos y su hermoso rostro aparece a la vista. Brillantes ojos verdes me
miran con preocupación y amor. Toco el espacio de concreto a mi lado, y King se
sienta, nuestros muslos tocándose.
No hemos hablado mucho desde el huracán. Con toda honestidad, no ha
habido tiempo. Y con todo lo que sucedió durante el huracán, creo que los dos
estábamos contentos de saber que todos estaban vivos y a salvo, por lo que la
conversación, parecía mucho menos importante ante a la muerte, por lo que se
puso temporalmente en un estante.
Es tiempo.
—Estaba pensando que no soy la misma niña inocente que era cuando nos
conocimos —admito.
King señala el tatuaje en mi espalda. El que me hizo años antes. Pasa las
yemas de los dedos sobre las palabras escritas en el elaborado diseño de la vid. No
quiero repetir mi inocencia. Quiero el placer de perderla de nuevo.
—Tienes razón. No lo eres —dice King.
Mentiría si no dijera que sentí una punzada de dolor ante sus palabras.
Él continúa—: Cuando nos conocimos, pensé que eras la puta cosa más sexy
que jamás había visto. Eras luchadora e ingeniosa, y la forma en que me desafiabas
me hizo quererte aún más. Después de que nos juntamos, no pensé que era posible
que te volvieras aún más inteligente o sexy de lo que ya eras —Su voz se
profundiza—. O ponerme más duro de lo que me ponías, pero lo haces. Sí, has
cambiado. Porque eres más ahora. No menos. No del todo diferente, pero más.
Permanezco en silencio porque sus palabras han calmado mi lengua y han
provocado otras emociones. Las que no se están acumulando en un charco de color
marrón, sino separadas e identificables.
King se recuesta en la hierba, manteniéndose apoyado en sus manos—. Has
vivido. Has crecido. Les pasa a todos. Incluso a mí.
No puedo evitar preguntar—: ¿Qué pasa con Preppy?
Él arquea una ceja, la que tiene la cicatriz en el medio—. Buen punto. De
acuerdo, tal vez eso no aplique en Preppy —Se ríe de su propio chiste. El sonido
me envuelve. Profundo y puro invade mis sentidos, e incluso después de todos estos
años todavía siento su risa vibrando por todo mi cuerpo, vibrando directamente
hasta mi corazón—. ¿Te molesta? ¿Qué hayas cambiado?
—No, pero sigo pensando que ya no soy ella. La chica de la que te enamoraste
—Mis mejillas arden con la admisión. Puede que me esté obligando a enfrentarlo,
pero mis ojos se clavan en un parche de hierba entre nosotros.
—Mírame —exige.
Quiero mirarlo, pero todavía estoy demasiado avergonzada.
—Cachorro, mírame —repite.
Finalmente levanto mis ojos para encontrarme con los suyos. Son hermosos y
brillantes bajo la luna llena, pero hay ira en ellos que no había estado allí hace
unos momentos. El espacio entre sus cejas se alinea con el cejo fruncido—. Las
versiones más jóvenes de nosotros mismos no son las mejores versiones —Su mano
busca y encuentra la mía, y sus dedos grandes pasan a través de los míos. Piel
bronceada contra pálida, descansando sobre la parte superior de mi muslo—. ¿No
lo ves? Eres mucho más ahora. Jodidamente mucho más.
Sus brillantes ojos verdes parecen aún más brillantes bajo el brillo de la luna
llena—. ¿Recuerdas cuando te dije que me asustaste?
Recuerdo el momento y las palabras que intercambiamos esa noche dentro de
su camioneta mientras observábamos a Max desde la distancia.
—He estado en una prisión de máxima seguridad. He pasado por lo peor de lo
peor. Tuve que dormir con un ojo abierto, pensando que mi próximo aliento podría
ser el último, —dice King.
—¿Por qué me estás diciendo todo esto? —pregunto.
Se gira hacia mí y nuestros ojos se enganchan. Extiende la mano y pasa el
dorso de su dedo índice por mi mejilla—. Porque quiero que sepas que ninguno de
esos hijos de puta me asustó tanto como tú.
Mi cuerpo se calienta con el recuerdo. Paso las yemas de mis dedos por mi
mejilla como si aún pudiera sentir el calor de su toque de esa noche—. Me acuerdo.
¿Cómo podría olvidarlo?
—Cachorro, tenía miedo de esa versión inocente de ti —los labios de King
permanecen planos mientras mira hacia la bahía. Él cubre nuestras manos unidas
con su otra mano. Se gira hasta su cintura, su mitad superior ahora frente a mí.
Extiende la mano y me toma la cara con las dos manos—. Ahora, eres una madre
que haría cualquier cosa para proteger a sus hijos a cualquier costo.
King nunca fue muy bueno con las palabras, así que lleva su punto a casa,
comunicando la forma en que sabe que lo hará.
Sus labios reclaman los míos en una posesión cruda y emocional de mi boca y
mi alma.
—Desde que nació Nicole Grace, ha sido como si hubiera esta... esta cosa. Esta
entidad de desesperanza abriéndose camino dentro de mi cuerpo, como un
parásito, diciéndome que es imposible para mí ser feliz. Como que, en cualquier
segundo, todo esto podría desaparecer. Tú. Los niños. No puedo perder a ninguno
de ustedes. Caminaba sin sentir nada más que preocupación o culpa cada segundo
del día y la mayor parte de la noche porque no podía dormir. Tú, los niños, son todo
para mí. La idea de que cualquier cosa pudiera pasarles a cualquiera de ustedes
en cualquier momento me estaba abrumando, haciendo que las tareas más
pequeñas parecieran que estuviera escalando una montaña. Me cerré. Y luego, con
la llegada del huracán y la aparición de Tricia... todo exacerbó esos sentimientos.
Se hizo demasiado. La voz dentro de mi cabeza se hizo más fuerte y la
desesperación clavó sus uñas aún más profundamente.
—Lamento que hayas pasado por eso —dice King, alcanzando mi mano—.
¿Cómo te sientes ahora?
Sonrío—. Estaba pensando en eso cuando llegó Dre. Feliz. Por primera vez en
mucho tiempo, me siento feliz.
Los ojos de King se iluminan—. Bien. Jodidamente bien —Presiona un beso
en mi cabeza, y escucho el alivio en sus palabras. Suspira en mi cabello, y es como
si pudiera sentir algo de la preocupación dejándolo con su aliento.
Trazo mis dedos sobre la cicatriz alineando su ceja—. Yo también. Ella dijo
que lo que tengo es depresión posparto prolongada, exasperada por las hormonas
del embarazo. Siempre pensé que el posparto era algo que desaparecía después de
que tenías un bebé, pero dijo que es diferente en todas las mujeres y que a veces
puede durar años. Es posible que necesiten ajustarlos a medida que pasa el tiempo,
pero en este momento, me siento... mucho mejor. Y cuando Ruby me contó su
propia historia de cómo pasó por lo mismo, me sentí, no sé, menos sola.
—Egoísta es lo más alejado que podrías ser. Y no hay nada que no puedas
decirme, pero entiendo por qué no lo hiciste. No me gusta, pero lo entiendo —
Presiona su frente contra la mía e inhalo el olor a jabón y el leve rastro de
cigarros—. Hazme una promesa. En el futuro, cuando no te sientas bien, incluso
si no puedes explicarlo o entender por qué, sólo dime que algo no está bien. No
intentaré arreglarlo. Sólo estaré aquí para ti. Estoy aquí para ti. Siempre.
Él se ríe entre dientes—. Nada, te lo explicaré más tarde. Mejor aún, dejaré
que Preppy divague sobre eso.
—Hay una cosa más que tengo que decirte —admito, mordiéndome el labio
inferior.
Me lamo el labio inferior y veo cómo los ojos de King siguen los movimientos
de mi lengua—. Cuando fui a mi cita de seguimiento hoy, el médico me dio otra
receta. Una que no conoces.
Pongo mis brazos alrededor de su cuello y lo atraigo más cerca—. Para ti. Han
pasado seis semanas.
Los ojos de King se oscurecen, sus párpados medio abiertos—. Ahora, esa una
en la que puedo ayudar a completar.
De nosotros.
Veo a King.
Ahora
—Muero por ti, Cachorro. Ahora, más que nunca —Viene hacia mí. Los
músculos de sus fuertes muslos se flexionan debajo de sus jeans ajustados—.
¿Sabías eso? ¿Sabes lo que jodidamente me haces?
—Bueno, ahora lo sabes —dice. Él está parado justo frente a mí, sin
tocarme—. ¿Qué quieres, Cachorro?
—Sí —respiro.
Lanza mis shorts al suelo y me toma mis rodillas, separando mis piernas
para acomodar su grande cuerpo entre ellas. Me lame sobre mis bragas, y me
estremezco ante el contacto.
Empuja mis rodillas una vez más y me sostiene allí—. Cachorro —advierte.
King aplana su lengua y me lame del culo al clítoris, chupándolo ligeramente antes
de soltarlo—. He esperado mucho tiempo para volver a ver este hermoso cuerpo
tuyo, y planeo pasar mi dulce tiempo apreciando cada puta parte de ti y volver a
conocerte. Eres la puta cosa más sexy que he visto en toda mi vida, y también lo
es cada parte de ti —Se pone de rodillas y toma mi mano, guiándola hacia donde
su erección tensa detrás de sus jeans—. Nunca he estado tan duro en mi vida. Es
todo por ti. Siempre por ti.
Jadeo. Sé que ha pasado un tiempo, pero de alguna manera, parece aún más
grande que antes.
Él inserta otro dedo, y mis ojos ruedan hacia atrás en mi cabeza cuando él se
retira y empuja otra vez con un ritmo que me tiene montando sus dedos y su cara
mientras chupa, lame, mordisquea implacablemente mi clítoris y mis pliegues
exteriores. Remueve sus dedos y pellizca ligeramente los pliegues exteriores de mi
coño, poniendo presión en mi clítoris. Los masajea juntos con mi pobre y sensible
clítoris dentro de ellos, luego lo cubre con su boca y mi cabeza cae sobre la
almohada. Mi espalda se arquea, y él empuja su lengua justo en el lugar donde lo
necesito por una última vez.
Juro que me quedo jodidamente ciega por el placer de todo esto. Por él.
Cuando vuelvo en sí, King está entre mis piernas con la gruesa cabeza de su
palpitante y caliente erección empujando la entrada de mi coño mojado y
empapado. Agarra su eje y frota la cabeza a través de mi humedad, y yo gimo, la
necesidad construyéndose aún más rápido esta vez. Mi estómago bajo está
apretado y cada nervio termina trabajando horas extras para mantener mi cuerpo
unido y evitar que explote por el mero puto placer.
—Tan mojada por mí. ¿Quieres esta verga? —pregunta, besándome en los
labios. Me chupa el labio inferior y luego lo suelta, buscando la respuesta en mis
ojos.
Se coloca en mi entrada, y con una flexión de sus caderas, está dentro de mí.
Profundo. Estirando. Llenándome—. Tan jodidamente apretado —gime.
Sí está apretado porque hago una mueca cuando la picadura del dolor se
vuelve casi demasiado.
Clavo mis uñas en sus hombros—. No, no lo harás —me escucho gruñir—.
Sólo necesito un segundo.
De nosotros.
King besa mi cuello y acerca sus labios a mi mandíbula, aún sin moverse—.
Carajo. Odio que no te sientas cómoda, pero puta mierda, estás tan apretada que
me estás asfixiando.
—Puedo parar —repito sus palabras, levantando una ceja hacia él.
—Jodidamente te extrañé. Todo de ti. No sólo esto —Su voz se calla. Siento
todas las emociones posibles por este hombre, pero la más fuerte de las emociones
gritando desde mi corazón es amor.
Siempre el amor.
—Me asustaste por un rato allí. No tengas miedo de hablar conmigo. Nunca.
Esto es demasiado importante. Somos demasiado importantes.
—Cuando te sientas débil, seré fuerte por ti. Si no puedes ver, yo seré tus ojos.
Si no puedes escuchar, te guiaré. Sólo somos débiles cuando no somos un equipo.
¿Juntos? Somos jodidamente imparables.
Aunque King y yo estamos legalmente casados y unidos en todos los sentidos, hoy
es el día de nuestra boda.
Será un asunto simple que tendrá lugar en la granja donde Nine y Preppy
operan su negocio de hierba. Luces parpadeantes y mesas de picnic. Un asunto
sencillo seguido de una fiesta con amigos, familiares y un buffet atendido por
Billy's Crab Shack.
Preppy asoma la cabeza entre los asientos delanteros y sonríe—. ¿Estás lista
para hoy, chica?
Preppy le ofrece un brazo a Dre y otro a mí. Me lleva alrededor del pequeño
edificio de oficinas de un piso, y cuando doblamos la esquina, me detengo y
desengancho mi brazo del de Preppy para cubrirme la boca con la mano.
Me sorprende lo que veo ante mí. No hay simples luces centelleantes que
colgando de los árboles o bancas de mesa de picnic alineando un pasillo sin
revestimiento.
Es una feria.
Está completa con atracciones giratorias, juegos con premios colgando sobre
los trabajadores de la feria anunciando las pocas posibilidades de ganar, y lo mejor
de todo... hay una rueda de la fortuna.
No me quita los ojos de encima. Tantas cosas pasan entre nuestras miradas
fijadas. Amor. Lujuria. Historia. Futuro. Y aunque los asientos que nos rodean
están llenos de gente, sólo somos él y yo en este momento.
Ni siquiera me doy cuenta de que el ministro está hablando hasta que le toca
a King recitar nuestros votos. Optamos por decir lo nuestro directamente de
corazón, y yo me inclino hacia él, ansiosa por escuchar lo que ha elegido decir.
Se aclara la garganta y toma mis manos—. Prometo proteger esta cosa entre
nosotros como te cuido a ti y a los niños. Prometo protegerlo con mi vida. Siempre.
Estoy tan llena de cada emoción que ni siquiera puedo recordar qué era lo que
quería decir.
Sorbo por la nariz—. ¿Cómo diablos se supone que debo seguir eso?
Los ojos de King nunca dejan los míos—. Sólo promete que serás mía para
siempre.
—Quizás quieras quitar el puto letrero —dice Bear, señalando la parte superior de la
cabaña del viejo cazador escondida entre los espesos pinos de Motherfucker Island en
la puerta.
Bear le da una palmada en la nuca—. Porque es un puto letrero grande de neón que
dice The Killin’ Shed.
—¿Cómo sabrán las personas a las que matamos que es un cobertizo de matanzas si
no hay ningún letrero?
—Ellos lo sabrán, y también la policía —señala Bear, dejando caer su bolsa a sus
pies.
—Sabes —dice Bear, dándole una calada a su cigarro—. Puede que haya vuelto
a la vida, pero creo que algunas partes de su puto cerebro todavía están muertas.
—No sería Preppy si no cuestionáramos constantemente su falta de cordura.
El tipo gime detrás de su mordaza y Preppy tuerce los labios—. ¿No? Maldición.
Seguiré trabajando en eso. Lástima que no vayas a poder escuchar qué clase de
eslogan increíble se me ocurrió finalmente —Le da golpecitos a la nariz del tipo con el
cuchillo—. En caso de que no lo dejara claro, no lo escucharás porque estarás muerto
y esa mierda —Preppy hace su mejor hombre muerto colgado al final de una cara de
ahorcado.
—Creo que él lo entiende —dice Bear, señalando los pantalones del hombre
donde se ha formado una gran mancha de humedad—. Se orinó encima.
—Oh, Diosito. Ni siquiera tuve que abrir la presentación en Power Point —dice
Preppy, regresando a la mesa de objetos de tortura que ha preparado, luego asiente
hacia mí—. Tú sigues, jefe.
Bear toma el cuchillo de Preppy y me lo entrega. Pruebo el filo de la hoja con las
yemas de mis dedos mientras camino lentamente alrededor del hombre.
—No puedo. Cualquier cosa que me hagas aquí, él lo hará peor. Sabe dónde vive
mi familia. Así es como trabaja con todos. Nadie te dirá quién es o se arriesgan a
perderlo todo. Puedo decirte que dijo algo sobre alguien llamado Pike. Que todo esto
es por él. Eso es todo lo que puedo decirte—. Sus ojos se encuentran con los míos—.
Ya saben, además de irse al carajo.
—Te han declarado culpable de alta traición —le dice Preppy—. Y tu sentencia
es la muerte.
Pone los ojos en blanco y señala con el dedo su propio pecho—. ¿Yo? Por favor.
Esta mierda me pone dura la puta verga.
—Es que acabo de recordar que Doc me pidió que pasara por salsa de tomate de
camino a casa porque ella volverá hoy y quiere hacer... no sé, algo con salsa de tomate,
y casi lo olvidé —Mira el cadáver fresco y sonríe—. Hasta ahora —Me da una palmada
en el hombro con su grueso guante de goma—. Gracias por el recordatorio, jefe.
—Estar de vuelta aquí me recuerda a los viejos tiempos —dice Bear, quitándose
sus guantes—. Extraño esos días.
—Esto es como la navidad, pero mejor y sin todo el sexo pervertido —se lamenta
Preppy.
Preppy deja escapar un suspiro exasperado—. Las que tienen sexo pervertido.
¿No acabo de decir eso?
Preppy señala a Bear con su cuchillo—. ¿Te estás quedando sordo en tu vejez,
Beary-poo?
Preppy coge una moto sierra—. Oh, eso me da una buena idea. Deberíamos
cortarles las orejas.
—Sigamos con los buenos asesinatos a la antigua, por los viejos tiempos —digo—
. Bear, ¿quieres hacer los honores?
Su ceño se convierte en una sonrisa radiante. Arranca la moto sierra y grita por
encima del sonido ensordecedor—. Como dije, como la puta navidad.
PRÓXIMAMENTE EN KING
LECTORES QUE SIGUEN A LA AUTORA
EN SU PÁGINA Y GRUPO
Este PDF es una versión del libro original de la autora, cada