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Curso Taller Creación Poética

Dr. Marco Martos Carrera

Sesión I

Gonzalo Rose 
Juan Gonzalo Rose 
Me gustas porque tienes el color de los patios 
de las casas tranquilas… 
y más precisamente: 
me gustas porque tienes el color de los patios 
de las casas tranquilas 
cuando llega el verano… 
y más precisamente: 
me gustas porque tienes el color de los patios 
de las casas tranquilas en las tardes de enero 
cuando llega el verano… 
y más precisamente: 
me gustas porque te amo. 

 
César Calvo 
Nocturno de Vermont 
Me han contado también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra. 
¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba? 
¿Y es cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas? 
O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene
con su frente lejana

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las estrellas:
chamuscadas las manos, diariamente
te busco entre la niebla. Ni el galope del mar; atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la arena. 
Pero un viento más bello
amanece en mi cuarto,
un viento más cargado de naufragios que el mar. 
(Qué luna inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal golpeando
como una puerta de silencio suena.) 
Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las sirenas.A lo lejos escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera.
(un silencio de jazz sobre la hierba.) 
Y pregunto y pregunto:
¿Es cierto que allá en Vermont
las noches tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra? 
¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas? 
¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia…? 
 

Paul Eluard  

La dama del cristal de la ventana 


Siendo joven abrí mis brazos a la pureza. No fue sino un batir de alas al cielo de mi
eternidad más que un corazón que revoloteaba en los senos conquistados. 

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No podía caer más. 


Amando al amor. En verdad la luz me deslumbraba. 
Me recogía en mí mismo para mirar la noche, toda la noche, todas las noches. 
Todas las vírgenes son diferentes. Sueño siempre con una virgen. 
En la escuela ella está en un banco delante de mí, con mandil negro. Cuando se voltea para
preguntarme la solución de un problema, la inocencia de sus ojos me confunde a tal punto
que, teniendo piedad por mi emoción, me abraza rodeándome el cuello.  
Por otro lado, ella me deja. Se embarca. Somos casi extraños el uno para el otro, pero su
juventud es tan grande que su intimidad no me sorprende. 
O bien, cuando se enferma, cuido su mano entre las mías hasta morir, hasta despertarme. 
Corro tan rápido a sus invitaciones que tengo miedo de no tener tiempo de llegar antes que
otros pensamientos me sustraigan a mí mismo. 
Una vez el mundo iba a terminar y nosotros ignorábamos todo de nuestro amor. Ella
buscaba mis labios con movimientos de cabeza lentos y acariciantes. He creído esa noche
que la haría volver un día. 
Es siempre la misma confesión, la misma juventud, los mismos ojos puros, el mismo gesto
ingenuo de sus brazos en torno a mi cuello, la misma caricia, la misma revelación. 
Mas nunca la misma mujer. 
Las cartas me han dicho que en la vida volveré a encontrarla, pero sin reconocerla. 
Amando al amor. 
(Traducción al español, Marco Martos). 
 
 

Nadie puede conocerme 


Nadie puede conocerme 
Mejor que tú me conoces 
 
Tus ojos en los que nos dormimos 
Ambos 
Ha dado a mis luces de hombre 
Una suerte mejor que a las luces del mundo 
 
Tus ojos en los que viajo 
Han dado a los gestos de los caminos 
Un sentido desenlazado de la tierra 
 
En tus ojos aquellos que nos revelan 

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Nuestra soledad infinita 


No son más aquello que creen ser 
 
Nadie puede conocerte 
Mejor que yo te conozco 
(Versión española, Marco Martos) 
 
La tierra es azul como una naranja 
La tierra es azul como una naranja 
Jamás un error las palabras no mienten 
No se te entregan para contar 
En torno a los besos del comprenderse 
Los locos y los amores 
Ella tiene su boca enlazada 
Todos los secretos todas las sonrisas 
Y que vestimentos de indulgencia 
Como para creerla desnuda 
 
Las avispas florecen verde 
El alba pasea en torno del cuello 
Un collar de ventanas 
Las alas cubren las hojas 
Tienes todos los júbilos solares 
Todo el sol bajo la tierra 
Bajo los caminos de tu belleza 
(Versión en español, Marco Martos)

Te lo he dicho por las nubes 


Te lo he dicho por las nubes 
Por el árbol del mar 
Por cada ola por los pájaros en las hojas 
Por los guijarros del ruido 
Por las manos familiares 
Por el ojo que se vuelve mirada o paisaje 
Y el sueño te ofrece el cielo de su color 
Por el vapor de la noche 
Por la reja de los caminos 
Por la ventana abierta por un frente descubierto 
Te lo he dicho por tu pensamiento por tus palabras 
Toda caricia toda confianza sobreviven. 

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(Versión en español, Marco Martos) 


 
Amorosa 
Ella está de pie sobre mis párpados 
Y sus cabellos están en los míos, 
Tiene la forma de mis manos, 
El color de mis ojos, 
Se abisma en mi sombra 
Como una piedra bajo el cielo. 
 
Siempre tiene los ojos abiertos 
Y no me deja dormir. 
Sus sueños en plena luz 
Hacen evaporar los soles, 
Me hace reír, llorar y reír, 
Hablar sin tener nada que decir. 
(Versión en español, Marco Martos). 
 
-- 
Conozco todos los sitios donde se posa la paloma 
y el más natural es la cabeza del hombre 
El amor a la justicia y el amor a la libertad 
han dado un fruto maravilloso 
un fruto que jamás se pudre 
porque tiene sabor de felicidad 
Que la tierra produzca que la tierra florezca 
que la carne y la sangre vivas 
jamás sean sacrificadas  
 
Paul Eluard (1895-1952) Participó en la aventura dadaísta, en el surrealismo hasta la
víspera de la segunda guerra mundial. Es un poeta que confía en la poesía, que canta con
una voz límpida y transparente al amor, la libertad, el dolor, la felicidad y la fraternidad
entre los hombres. Su poesía ha superado todas las controversias en las que su autor se vio
envuelto y llega hasta nosotros, intacta, hermosa para todo tipo de lector.  
 

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Poemas de Roberto Juarroz  
 
A veces me parece... 
 
A veces me parece
que estamos en el centro
de la fiesta
sin embargo
en el centro de la fiesta
no hay nadie
En el centro de la fiesta
está el vacío
Pero en el centro del vacío
hay otra fiesta. 
  
 
  
Algún día encontraré una palabra... 
Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo. 
Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes

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y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras. 
  
 
  
Así como no podemos... 
Así como no podemos
sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.

No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo


las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía
cuando nada lo visita.

El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,


ni tampoco a lo que no es el hombre.

 
 
 

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Vicente Aleixandre

Reposo 
 
Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.
Oh sangre, oh sangre, oh ese reloj que pulsa
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.

Oh esa luz sin espinas que acaricia


la postrera ignorancia que es la muerte. 

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