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Introducción

Son dos tendencias las que caracterizan las novelas del s. XVI: la
tendencia idealista que incluye géneros como la novela Morisca,
Bizantina, Pastoril y Caballeresca y la realista que estudiaremos
como ejemplo de ella en la Picaresca, con una lectura obligatoria
del Lazarillo de Tormes.

De la tendencia idealista al realismo hay grados, en el que


podríamos colocar así, el orden de las novelas: Caballeresca-
Pastoril- Morisca-Bizantina y finalmente la Picaresca. En este
orden va disminuyendo el idealismo hasta derivar en la pura
lógica y realidad. Esto se va a manifestar claramente al estudiar
las características de cada novela.

Novela Morisaca
Su nombre procede de la palabra “moro” (de Mauritania) que se daba a un
musulmán español por parte de los españoles cristianos. A veces se utiliza
(hasta hoy en día) en tono despectivo, en cambio “morisco” (diminutivo de
moro), es el musulmán que vive bajo el dominio político cristiano
(contrariamente al “mozárabe” que es el cristiano que vive en territorio
musulmán y se somete a su poder).

La novela morisca es novela de corte histórico, que trata de una historia de


amor entre un caballero musulmán y una dama. Los acontecimientos, casi
siempre son los mismos, transcurren con un trasfondo de luchas bélicas
(guerreras). Los enamorados se separan normalmente porque el
protagonista musulmán es rehén o cae cautivo, preso de la parte cristiana.
Pero este cautiverio, precisamente, ofrece la oportunidad de que se
desarrollara una amistad entre el caballero musulmán y el cristiano; éste no
solo simpatiza con él y lo admira sino que le va a ayudar hasta que los dos
amados vuelvan a juntarse.

Origen y procedencia:

El tradicional conflicto bélico entre cristianos y musulmanes, durante más


de ocho siglos, dieron un rasgo particular a la cultura hispánica de la
Península. Ningún otro país europeo ha vivido la convivencia de dos
culturas dispares como España, ni poseía tal dualidad en lengua, religión y
sistema político. Esto le dio a la cultura española su riqueza y su
singularidad.

El género morisco es genuinamente español (como veremos más tarde con


el picaresco también). En ningún país europeo se ha cultivado novela
morisca, solo en España (porque ningún país ha experimentado las
circunstancias de compartir dos culturas a la vez en su tierra). España ha
aportado a la literatura europea renacentista este género, que después que
tuvo tanto éxito y difusión en España, ésta lo exportó a Europa, donde se
empezó a imitar.

Este episodio histórico y sus circunstancias no podían estar ausentes en la


literatura medieval. Siempre se han tratado los temas de la Reconquista y
las luchas entre cristianos y musulmanes (hay que recordar el Mío Cid, por
ejemplo). Este tipo de novela se basaba en hechos reales para contar
historias idealistas, se inspira en la tradición bélica española, en crónicas y
documentos históricos. Desde los inicios de la épica europea, que relataba
las hazañas heroicas de los caballeros cristianos (la Guerra Santa y las
Cruzadas) y los poemas caballerescos y épicos españoles hasta el
Romancero en el s. XV (se percibía una mejora de la imagen del moro).

La figura del “moro” siempre ha estado presente pero de forma


peyorativa, por culpa de tal rivalidad. En el curso de la Reconquista nació
también la Inquisición, a través de la cual se perseguía y torturaba a
musulmanes, judíos y herejes. Como consecuencia de estas guerras y
persecuciones, se tenía una percepción negativa de toda la cultura islámica.
En numerosas obras medievales aparece el moro “satanizado” como un
demonio, también todo lo referente a su religión y cultura. Era el enemigo,
el infiel. Los reyes que lideraron la Reconquista y sus aliados (la Iglesia), que
funcionaban como instrumentos de propagando (por su dominio sobre un
población analfabeta e ignorante) han fomentado social y literariamente el
desprecio, desdeño, la desestimación, la desconsideración hacia los
musulmanes (no olvidemos que los intelectuales medievales y los únicos
que sabían leer y escribir eran los clérigos). Pero en el siglo XVI, y con el
triunfo de los ideales del Humanismo cambia el panorama. No hay que
olvidar que la Iglesia fue el “blanco” de los ataques de los humanistas, ésta,
fue desprestigiada y criticada por la corrupción, falsedad, ignorancia, abuso
de poder, hipocresía, inmoralidad ética y sobre todo por su intransigencia
religiosa.

Con la caída del último estado musulmán en la Península, el Reino de


Granada en 1492, ya terminan las labores de la Reconquista, se anuncia la
lengua castellana como lengua oficial de España, y la doctrina católica como
única religión. Los cristianos son los vencedores y la derrota es de los
musulmanes, sin embargo, solo entonces cambia la imagen del moro.

La difusión la cultura, de los ideales del Humanismo: tolerancia, respeto,


igualdad, junto con los principios de su pensamiento: objetividad, sentido
crítico y racionalismo, ha hecho que cambie la mentalidad de la gente,
especialmente los instruidos, e intelectuales; que son los que van a escribir
novelas.

Buscan mostrar un ideal de lo que debería ser la convivencia pacífica entre


personas con diferentes creencias religiosas y limpiar la imagen que se
tenía de los musulmanes, describiendo a sus protagonistas como buenas
personas honorables y admirables.

La imagen del moro medieval se invierte en el Renacimiento.


Carcterísticas de la novela Morisca:
1- Género típicamente español, aunque es de carácter idealista y tanto
sus personajes como sus argumentos son de ficción, tiene
características de novela histórica porque el contexto de su narración
son hechos reales acontecidos durante la conquista musulmana y la
Reconquista española. También la geografía y toponimia es española,
abundan nombres de ciudades española (sobre todo fronterizas, del
Sur), así como hechos y personajes reales (o históricos), lo que le
concede el carácter verosímil y realista. Hay dosis de historicidad y
verismo.
2- Es novela de corta extensión (salvo en el caso de las Guerras civiles
de Granada), no suelen ser muy extensas ya que a menudo se
encuentran dentro de otra novela larga (como la novela morisca que
escribe Cervantes e intercala en El Quijote).
3- Idealización de los personajes: tanto el caballero musulmán como el
cristiano comparten los mismos valores y cualidades perfectas:
belleza física, moralidad intachable, virtuosismo, lealtad, fidelidad,
elegancia y refinamiento, son siempre de rango social alto. La novela
pone en plano de igualdad a los dos personajes. También la
amada/dama del caballero musulmán es igualmente un cúmulo de
perfecciones y cualidades exaltadas (vista desde la perspectiva
neoplatónica).
4- El amor: casto puro, muchas veces corresponde al concepto
neoplatónico. La relación amorosa es interrumpida por el tema del
cautiverio, pero por ayuda del caballero cristiano, pueden los dos
enamorados continuar su historia de amor, que siempre tiene un
final feliz, triunfa el amor a pesar de los obstáculos y que acaba con la
unión y el matrimonio de los dos.
5- Exotismo: la palabra significa la atracción que ejerce algo ajeno a tu
cultura. La novela recrea el ambiente la vida de los musulmanes, con
gran admiración, deslumbramiento, fascinación y respeto, y la
describe con gran lujo de detalles: vestimenta, comidas, fiestas,
costumbres, tradiciones.
6- El leguaje: se observa una adaptación de la lengua utilizada, un doble
plano. Cuando el caballero cristiano habla, se usa la lengua que
corresponde a su rango e identidad, también se refleja la influencia
de la cultura de su época, pues se emplea una estilización clasicista:
se cultiva un estilo en el que las palabras son precisas, y sonoras,
utilizando recursos retóricos y alusiones a la Antigüedad clásica
(Renacimiento), por otra parte encontramos un rico vocabulario de
origen árabe. Los arabismos abundan para dar credibilidad a la visión
musulmana, el caballero moro se expresa con palabras de su propio
idioma, sobre todo describir el vistoso y colorido de su mundo.

Obras y autores más importantes:


Tipos de novela morisca:
Novela morisca, propiamente dicha.
Novela fronteriza (“El Abencerraje”).
Novela granadina: solo habla de las guerras del Reino de Granada,
como “Guerras civiles de Granada” (1595) de Ginés Pérez de Hita y
“Ozmín y Daraja”, intercalada en el Guzmán de Alfarache (1599) de
Mateo Alemán.
Novela de cautiverio, como la “Historia del cautivo” incluida en la
primera parte del “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de
Cervantes, quien también incluyó novelas de cautivos en “La
Galatea”, “las Novelas ejemplares” y en “Persiles y Sigismunda”.
Romanceros moriscos, como los romances compuestos por Lope de
Vega y Pedro Horquilla con obras como “Amor de celosía” y” El
musulmán granadí” (1600).

Ginés Pérez de Hita (1595-1619)


Uno de los principales exponentes de la novela morisca es el español
Ginés Pérez de Hita, quien vivió directamente los enfrentamientos
sociales y bélicos entre moros y cristianos. Se tienen registros de su
vida en los poblados de Lorca y Murcia. Por su oficio de zapatero, allí
se relacionó con musulmanes expertos en el área y, al mismo tiempo,
tuvo que combatir contra ellos en batallas por la sublevación
morisca. Su obra ha sido estudiada tanto por historiadores como por
literarios, ya que narra situaciones conflictivas en las que él participó,
al punto de dar valor documental a algunos de sus relatos y haciendo
difícil la distinción entre lo real y su imaginario.
Pérez de Hita ilustraba una convivencia pacífica con igualdad de
derechos para todos, denotando una alta estima hacia los
musulmanes y sus valores. Sus obras más conocidas son las
siguientes:

– “Historia de los bandos Zegríes y Abencerrajes”. Primera parte de


las “Guerras de Granada”.

– Segunda parte de las “Guerras Civiles de Granada”.

– “Libro de la población de la muy nobilísima y leal Ciudad de Lorca”


(1572).

Mateo Alemán fue un comerciante y contador español que, por su


trabajo, tuvo oportunidad de viajar por diferentes provincias
españolas, haciendo inspecciones a negocios.
En estas inspecciones pudo tener contacto con trabajadores o
esclavos moros y redactó en actas los acontecimientos narrados por
estos. Tras su retiro, pudo terminar de escribir y publicar novelas
basadas en las anécdotas recopiladas durante sus viajes e
inspecciones. A diferencia de Pérez de Hita, en su principal obra
“Historia de Ozmín y Daraja” —contenida en su libro Primera Parte
de Guzmán de Alfarache— Alemán no presenta a la cultura
musulmana como digna de admirar y seguir (no olvidemos que ya no
estamos en el siglo del Renacimiento y sus novelas están clasificadas
como barrocas). Sin embargo, sí propone el respeto hacia sus
derechos al narrar las dificultades que atraviesan sus protagonistas
por el único hecho de ser musulmanes.
“Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa” (1565)
Aunque se desconoce su autor, esta obra es la máxima
representación de la novela morisca, además de considerarse como
la primera conocida en este estilo, en términos cronológicos.
Su contenido se considera influencia para Cervantes, Lope de Vega,
Pérez de Hita y diversos autores de España y Europa.
Cuenta la historia de amor entre Abindarráez y Jarifa. Abindarráez es
un moro que cae preso y cuenta a su captor cristiano (don Rodrigo de
Narváez) la historia de su amor a Jarifa y cómo le había prometido a
esta casarse con ella y huir. Narváez, conmovido por el dolor de
Abindarráez, lo libera para que vaya al encuentro de Jarifa con la
promesa de volver a los tres días a su prisión. Abindarráez busca a
Jarifa y regresa con ella a la prisión. Al ver que Abindarráez cumple su
palabra, Narváez lo libera. La pareja intenta recompensar
económicamente a Narváez, pero este se niega.
Los Abencerrajes, familia de la que provenía Abindarráez, y don
Rodrigo de Narváez existieron en la vida real, mas no se tiene
pruebas de la existencia de esta historia de amor. Esta dualidad es
una de las principales características de la novela morisca y esto,
sumado al tono caballeresco y a la amistad que se plantea entre
captor y prisionero de diferentes religiones, convierten a esta obra
en una de sus mejores referencias.
musulmanes dotados de valentía y gallardía… UTOPÍA
En esta época los musulmanes se veían obligados a convertirse al
cristianismo, al exilio o a practicar su fe bajo las condiciones
establecidas por los gobernantes.

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