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Agitada
Ahí
donde la segunda mitad de mi vida
fueron esperas
donde los sueños
de tan maduros
se fermentaron
Yo
la que ha juntado sus cenizas
pero en la primera esquina
las ha ido derramando
como quien derrama su suerte
como quien hace caer sus barajas
lentamente
Por su rostro calcinado.
Yo
que nunca supe lidiar
con tanta sombra
soy la del nombre
que no le ha cabido tantas derrotas.
Ahí
donde el espejo
te mira con tristeza.
2
Elegía a Carlos de Rokha
Enrique Lihn
Poeta chileno
4
Diálogo
Silvina Ocampo
Poeta argentina
5
La luna
En este planeta
la luna ya no gira
abandonó su cara obscura
en la hondonada.
Su luz se esconde
en la rueca de una bruja.
No juegues con ella,
podría ser cruel
y pincharte
hasta que brote un sol
del dolor contraído de tu sangre
y se sume a la vida una galaxia
y el movimiento fluya rotativo
y vuelva el sentido para ser día y ser noche
y despierte así, del sueño-para-siempre
esa lunita triste y detenida.
6
Siento…
Jesús Urzagasti
Poeta boliviano
Será porque vienes de las sombras y en el rostro te queda la señal amorosa y vasta,
hecha de luciérnagas y malvas penetradas por un difuso atardecer.
Antaño –perturbada por las premoniciones- vagabas desnuda en los depurados territorios
de sueño. Repentinamente apelaste al demonio para acceder a la isla de maíz, a la
humedad del monte sonoro, a la piedra arrebatada por el silencio.
Eres prolija como la luz y tan antigua como las palabras que se detienen al filo del alba, a
salvo ya de la desesperación de mi cuerpo dormido. Porque estoy devotamente dormido
en un paisaje que estalla bajo el peso de tu mirada.
7
Iniciación
Chantal Maillard
Escritora española nacida en Bélgica
8
Música de la memoria
9
En cada piedra…
Jaime nistthauz
Poeta boliviano
10
Hay un sitio
José-Luis Appleyard
Escritor uruguayo
Gilberto Owen
Poeta mexicano
12
Ni mejor amor que el amorío
Fernando Rosso
Poeta boliviano
Eran los últimos días del año y ya se sabe que la vida no deja de dar trabajos y un día
dices sí y otro sí y otro no; sabes y nos sabes lo que tendrías que hacer de ser tú lo que
aun dices que eres. Luego las obligaciones y la vida pasaba como si nada. Ya no
recuerdas pero te encuentras en el caso que conoces y solo porque te acusas oyendo las
argucias que hacen de la vida toda una pesadilla que ni llevas y que más bien recordaras
con soltura.
No me digas nada, yo re conozco poco porque no te dejas ver, sólo esas noches que me
miras por las calles o por las sombras, digo que me miras porque yo no te miro, sé que
estoy ahí y me encuentro buscando, sólo buscando, Algún día sabré mirarte y ya nada
tendrás que hacer con lo que fui: Todo lo que hicimos estará en mi y no lo sabrás porque
te habrás ido antes.
No podré hablar de ti sin haberte visto, y como te imagino como quiero, ni puedo oirte ni te
perderás y seguiré amando lo que me separa de ti. Estás siempre.
Lento el puro espacio de mi sombra se volverá al fin para envolverlo todo y nada importará
de lo que fuimos y sólo la forma que puede dar al tiempo resolverá mi camino; todo hecho
a tu sabor.
No quiero que me escuches cuando pongo peros, no quiero que me mires cuando
desaparezco y tú desapareces, cuando no hay tiempo para decir nada y sólo me miras
igual que la primera vez, cuando te volviste para verme y yo te vi.
13
Un solo pensamiento
Paul Eluard
Poeta francés
Y en el poder de tu palabra
mi vida vuelve a comenzar:
he renacido a tu llamada
para invocarte:
LIBERTAD!!
16
1
Del libro Siesta nacional
Blanca Wiethuchter
Poeta boliviana
La niña que una vez fui, levantó una piedra del cielo.
Esa piedra ardió formando una sombra inquieta y larga
y encendiendo no sé qué otros caminos
otros rostros, otras nieves.
Mucho después pensé:
Eso que desconocido y verbal, ardió en ti un día
como un carbón por lo negro
como un carbol por lo quemante
como un carbón por la ceniza
eso – fue el fulgor de un fuego oculto.
17
La noche muere sobre una manzana rota
Homero Aridjis
Escritor mexicano
18
Amo mi cabeza/
como a un címbalo
Humberto Quino
Poeta boliviano
19
II
Del libro Elegías a la muerte de mi padre
Si todas las cosas que tengo que ver serán con otros ojos
les diré a la luz y al día el nombre que tiene mi muerte.
20
Oniria
Fernando Lozada
Poeta boliviano
Oniria
llega cuando
renace el oriente azul
y el lago póstumo
Parpadeo súbito
marea galar
que extravía la casa
Aguamarina
me espera
en la punta
prolongada
del agua
Oleaje súbito
con su cuerpo de vientos
sobre la página del deseo
por la ventanas espirales
oleaje súbito
Oniria
helecho abismal
flor envolvente de piel interminable.
22
Brillando Oscura
23
Ética de amor de un oso hormiguero
Jorge campero
Poeta boliviano
si es que escuchas que viene lluvia de tres días consecutivos ve por algunas hojas
y que si la tierra tiene la temperatura de una vagina es que el sol raja
esto lo sabes de sobra
y si se te prendiera la idea de aventurarte ir más allá de lo delimitado
tendrás que saber que está poblado de otros osos hormigueros
hagas lo que hagas es tu designio como tu color colorado
y si alguna vez estuvieras extraviada entre tus dominios
ten por seguro que yo estaré como dios para corregir tu camino oportunamente
pueda ser que te coloque al centro mi palma y te dé oportunidad a que mires
el cielo, el hermoso cielo y sus bichos emplumados cruzando al confín como no
entiendes te diré que son soles multicolores llamados papagayos y de acuerdo a
cierta magia u orden los tendones de mis dedos se hará la noche y girando mi
brazo para luego llevarte al oído así una ocarina tendrías que pronunciar mi nombre.
no sé si me importa cuando me dices que de donde tú eres hay una veta de oro y
como si fuera un buen conductor del sonido se puede escuchar a hombres trabajando
pues tienes que saber que mi naturaleza es otra y deja de discutir y cambiar la
charla ya que crees que he enumerado todos los peligros, me falta advertirte del
peso de mi zapato.
24
ESTE POEMA PUEDE SER PRESENTADO POR TRES ESTUDIANTES
Vicente Huidobro
Poeta chileno
Dormido en tu memoria
25
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
26
Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?
29
Calle de las sierpes
Oliverio Girondo
Poeta argentino
En los invernáculos
edificados por los círculos,
la pereza se da como en ninguna parte
y los socios la ingieren
con churros o con horchata,
para encallar en los sillones
30
sus abulias y sus laxitudes de fantoches.
31
Condena
Giuseppe Ungaretti
Poeta italiano
Este alma
que sabe las vanidades del corazón
y sabe pérfidas sus tentaciones,
y del mundo conoce la medida,
y los planes de nuestra mente
considera minucias,
¿por qué no puede soportar
más que arrebatos terrenos?
32
Deseo
33
El fuego y la rosa
1
Otoño vuelve, y se posa,
como una hoja amarilla
a mitad de esta página puntual.
Sobre esta página descansan viento y tiempo exactos
y unos ojos que esto leen y escriben.
Otoño crece juntando palabras a través de mis huesos,
regando polen en las orillas de los caminos y el borde de las guitarras,
es la estación del silencio y esparce lluvia
como susurros, ardiendo, girando, cayendo,
inapelable como la palabra del moribundo.
Empujados por el amor, un amor sobresaliente y numeroso,
se acercan hasta las profundidades de sus pétalos,
blancos como destellos y esplendorosos como incendios,
para besarse, tocarse, introducirse uno dentro del otro.
Siglos pasan antes de que la flor abra sus ojos y sus pétalos,
antes de que el fuego se acerque a sus ojos ausentes.
34
Anunciación
Alí Chumacero
Poeta mexicano
Inserto en soledad
de palabra vertida
que apenas hiriera el silencio,
siento la voz del sueño
con su descenso casi imperceptible
y sus labios de hielo,
mas no el letal dolor que de mí nace,
ni la perenne dicha del misterio aclarado
más allá de las cosas,
del último verano de la sangre
que en su final latir
crece trémula y nos inunda
de su postrer sollozo,
sino el misterio mismo con su propia presencia,
sus invisibles alas, sus invencibles olas
y la marea con que ahoga
la más inundada palabra
o aun la propia voz,
y llega sobre el lecho, silencioso,
negando su sonido,
a destacar su dura esencia
a despertar mi sueño con su sombra,
a rescatarse en mí
como cristal que guarda el recuerdo del aire,
como cuando el silencio
navega en aguas del silencio,
y sobre mi cuerpo desnudo,
tocando con su piel la húmeda frialdad
de mis labios y voz,
llegando hasta debajo de mis párpados,
me inunda lentamente, me apresa con sus redes
y en su océano quedo
como última voz abandonada
o el naufragio de sombra sobre sombra,
y comprendo que sueño y sombra,
confusos para siempre,
no pueden exclamar: "Ésta es mi sangre".
35
Mi héroe desnuda sus nervios
Dylan Thomas
Poeta británico
36