Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ANTOLOGIA DE LA
POESIA URUGUAYA
CONTEMPORANEA
TOMO 11
9
N9. 793
1 •
ANTOLOGIA DE LA
POESIA URUGUAYA
CONTEMPORANEA
TOMO II
Universidad de la República
DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES Departamento de Publicaciones
Universidad de la República
Letras Nacionales .9 Montevideo - Uruguay - 1966
Susana Soca (1907.-1959)
Mientras vivio no recogió en volumen una obra al
parecer considerable -más por su calidad que cantidad-
de poes1a, crítica y ensayo, opaL'ecida en publicaciones
periódicas.
Puso buena parte de su fo1·tuno material al servicio
de su revista "La Licorne" que, aparecida en Francia
en 1937 fue continu ada en MontevideQ. desde 1953.
Falleció trágicamente por accidente de aviación ocu-
rrido en la bah]a ele Río ele J aneiro un domingo de
enero de 1959. No l a conoccimos pe1'Sonalmente pero sí
a t ravés de comunes amig()S que nos han hablado de
su gener()Sidad sin t asa y, también, de su fragilidad y
timidez. Du1·ante cerca de una década habla vivido en
París haciendo estudios de Filosofía y Literatura en la
Sorbona. Agregó a esta cultura, l a de sus viajes, y la
de sus altas amistades intelectuales como fueron l a de
Paul Eluard, Boris Pasternak, Lanza del Vasto y José
llergamin.
Pese a lo dicho, si úrúcamente nos referimos u su li-
rismQ.- hallamos que su experiencia poética comporta
una habitual y protegida soledad. D e todas nuestras
poetisas, ninguna como. ella nos ha habl ado con más
admirable precisión del procesQ. de su poesía y de l a
finalidad a perseguir.
D espu és de anota1' el particular sigilo con que el
poeta acércase al silencio de las cosas - advertencia
más o menos común- nos dice que el poeta transfor-
ma el h abla de tQ.:los, siempre y cuando "sugiera sen-
saciones y formas experimentadas y . vistas antes de
llegar a la palabra". Y esto nos parece delicadísimo.
Porque una sensación que ha llegado .ya a la palabra,
se h a convertido, por eso mismo, en historia; no es
novedad productora de novedad. De inmediato, agrega
1\ que el poeta t eniendo que debatirse entre posibilidades e
· imposibilidades deL .lenguaje, "h ace su música, pero no
puede escucharla nunca". Lo que expresó le parece Nosotros no cr eemos exagerar si afirmamos que, en
otra cosa que lo que sintió. Y además, recuerda el pro- r esumidas cuentas, .este país de la memoria de Susana
ceso, los tC>rmentos que ha padecido en la ejecución. En Soca es el país donde l a muerte no existe. N os explica-
cambio, otras personas pueden sí escuchar esa música; mos recordando aquellos conmovedores versos de Líber
" alguna vez la música se hace en ellas y, como siem- Falco que dice al contemplar los niños: "Míralos cómo
pre, ésta es la realidad de l a poesía" . al descubrir la muerte - mueren, y ya definitivamen-
Cuando en el prólogo del primer libro menciona el te - ya sus ojos y dientes - comienzan a crecer junto
trabajo de corrección que tuvo que llevar a cabo en a las horas."
su antología de poemías inéditos, se expresa de este Ahora bien, ¿qué es lo que más se par.ece a una ni-
modo: "Si en un poema predominaba cierto orden, he ñez sin m uerte? Es, convengamos sin duda alguna, l a
"intentado intensificarlo; cuando, por el contrario, pre- .a1egd a. Una -como dice l a poetisa- "alegría fugi-
dominaba una más libre combinación de palabras, tra- tiva que juega, :espera y no presiente - a la ale-
té de Jl·~varlo hacia ese rigor más secreto que rige la gría ya perdida."
libertad. Y ah1 encontré el más grande obstáculo, por- Y por la novedad absoluta que ella comporta no ad-
que la libertad se ordena a sí misma en el instante mite ni equivalencias, ni semejanzas, ni pasado en que
de la pasión." pueda reconocerse. Este es e1 reino de lo absoluto, pese
Lo m ás esenciado de l a poesía de Susana Soca es a lo breve, cuando hasta el color de una piedra, sólo
exactamente un "país de l a memoria". Pero ¿cómo igual a sí mismo, "no se disimula en el color de otra
es este país? En el último e inconcluso poema que es- piedra." ("Ciudades"). Pero, además -para una expe-
cribió ''Vino para los ojos", refiérese a su alegría que riencia no ya de niño sino de adulto-; en el instante
fluye, discreta, de las cosas, "como el agua que sale en que unos "tranquilos ojos brillan más quietos que
de las hierbas", -y un instante separa- el árbol pre- las flores", el alma, impulsada por una música es de-
sentido y el árbol recordado". H e acá, nos parece, el jada "en algún punto adonde no sabría llegar ~aunque
momento clave para situar esta :poesía: lo recordado reconociera- el camino".
tiene que ser vivido nada más que como presentido. Obras: "En un país de la Memorria" (1 959) ; Noche
Es lo que, anunciándose, nunca llegó, mas estaba in- Cerrada ( 1962).
t egro todo él, en ese comienzo o vislumbre de comu -
nicación. En consecuencia, el pasado entero se está
todavía por vivir, y lo que nos emocionó un día aun-
permanece en su instante más perfecto, en el acerca-
miento de su evidencia: "arde como l a infancia de l a
rosa - y la primera rosa de mi infancia".
Para conocer poéticamente las cosas hay que -de
.e ntrada y salida- desconocerl as. "Vuelve a ver l as
rosas, nunca más l a r osa, - la imprevista, allí los co-
lC>res viven- y todas l as rosas un instante crecen."
T odos tenemos que sufrir esta luch a del pasado con
el presente. Susana Soca la ha reproducido en uno de
sus poemas, "L aberinto". Lo importante es que sepa-
mos saltar por encima de nuestras decepciones, am ar-
guras vividas, t ristezas. Sobre .eso que llamamos expe-
riencia y, por tal causa, juzgamos capital. P ero con
un gesto - mezcla de niño y h éroe--- el poeta echa
todo el peso de su experiencia humana por la borda,
y recupera el minuto o los minutos en que "lo ince-
sante sale de las cosas" y cuando "entre inmortales"
transcurren las escenas.
6 7
Por un tiempo más largo que el de la juventud
Tiempo del Mar conocí los dominios de entrar y de salir
de aquel país de la m emoria
El mar se mueve en mí, incesante, tranqu."'Zo. sometido. a la ausencia, memorable país.
El mar avanza al borde de los desiertos
sin las cosas que amaban. Adonde vuelvo, vuelve Mar:o de brujo, apenas era mano embrujada,
entre olas de azul quemado, com9 el alba y sm cesar trazaba el..anillo de humo
de mis desastres. Adonde vuelvo vuelve, estrecho y justo alrededor
y la punta del día con el mar me acaricia. de aquel pais en vano abierto a los países.
Aunque mis sueños trenzan sus coronas de abetos Aquel país surcado de infatigables ríos
para las fiestas de los que duermen, que ningún mar devoraba,
no las puedo alcanzar ni me llegan cercanas sólo el mar de la ausencia para siempre
mezcladas letanías de brasas y de fuentes . .. extendido entre mis ojos
Con otros ojos sigo las hueNas de mi ausencia y el mar de la espuma y el mar de la hierba.
y el color de la llama en ateridos bosques
donde los ojos míos ya no quieren mirar. Il
Sin sueños el desvelo y desvelado el sueño, Andaba por los países
adonde llego sólo llega el mar que no duerme atenta a seres y objetos
y su fría embriaguez vela por la apagada · ' y un signo que yo entendía
lengua de fuego ardiente en pasados otoños. me señalaba de nuevo
el camino conocido
(En un País de la Memoria) camino breve del tiempo.
Un instante bastaba a la segura vuelta
un instante bastaba a matar el espacio:
seres y objetos iban conmigo
adonde sólo llega el repetido sueño.
En un País de la Melodía Un signo aparecía
entre las hojas de la arboleda
I entre los labios de las estatuas,
En un país ele la memoria ceñidas hojas, cerrados labios . . .
por años y años yo erraba sin salir Despertaban en mí las ciudades dormidas
en un país ele la memoria en una noche crecían pueblos
escondido país, con rigor yo viví. de arboledas y estatuas semejantes a aquellas
amadas en el dia, cruelmente cercanas.
Y si llegaba a •la salida Y yo salí del árbol y la estatua
alguien de nuevo me hacía entrar en busca de las vías ele semejánza ambigf,!a:
en un país de la memoria entre incisivas gracias similares
que era país de la ansiedad. seguramente iba
8 9
l
luzcia el país de la memona Aniversario
todo cabía en él.
Sólo el reposo era ignorado Y encuentro yo consuelo extremo en que
y entraba la alegría me enviéis ahora una espec:'e de muerte ...
como la sombra entra en el muro Pascal
y lo bello era bello en medio del temblor.
1
l/1 Vuelvo a buscar el instante,
Desapa1·ece ahora el anillo de humo el jardín de escasas plantas,
sobre el mar de la ausencia alargado en mzs ojos soñoliento entre las crenchas
y he de salir de la memoria, de la hierba dulce amarga
camino lento que serpentea que vuelvo a peinar despacio
cuando no miro atrás ni tampoco adelante en la voz de la lejana
y de soslayo veo las cosas paloma que desde el bosque
como si fueran otras. reúne sin esperanza
en el salmo de una sílaba
Por vez primera libre y sin país alguno el crepúsculo y el alba,
adonde pueda volver Vuelvo a buscar el jazmín
en una misma noche en~ro, sin distinguir de breves flores livianas
su ligereza y su peso. como su sombra; diciembre
No sirven las palabras que en otra vida acaban. creía en ella y saltaba
En el amanecer de una tercera vida, sobre los muros iguales
las cosas se retiran de sus nombres, entrecruzados de cálidas
desencontradas van por tranquilos lugares figuras a medianoche.
apenas lisos y resbaladizos. ll
Dilatado el espacio Vuelvo al instante, al jardín
entre el ddlor y la alegria de la cita no esperada
con extrañeza voy al encuentro y por años ya cumplida
de las cosas que amaba. con una muerte que andaba
He de salir de la antigua memoria entre los setos redondos:
extranjera a los climas que no fueron sus climas, la sentí sobre mi cara
sin tiempo para los nuevos recuerdos. y ella me dejó seguir.
La muerte así me llamaba
Un canto llega a mi boca, como la nieve una vez
como si nunca hubiese sido mío, cuando esperé la nevada
escucho sin hablar y alguna vez lo sigo. y apenas vino a mi hombro
(En un País de la Memoria) un poco de nieve blanda
11
10
y permanecí conmigo. Entre sus pasos mis pasos
Lenta pluma dispersada, saben que nadie descansa.
adonde no había nadie. Cuando vuelvan a ser una,
La muerte así me llamaba ya confundidas sus caras
como la nzeve. he de saber que he llegado.
JI! (de ''Noche Cerrada")
Para perderme en dos veces
salí de las cosas altas
sencillas y singulares, Amanecer
sin esfuerzo ya ganada. Aubade.
Antes de tiempo perdí
las cosas, y sus fantasmas Ninguna voz, ninguna mano
sin eNas me visitaron, me han de Nevar al recorrido
diestros en iguales gracias. país de la memoria.
Ahora espero la muerte Se cierra ahora como una nube
que sabe cómo se aparta el camino del día primero al nuevo día
de una vez lo ya apartado, que brilla y se prolonga
porque aquélla que separa en los canteros de la mañana.
manos y rostros unidos,
ya la viví. Resbalaba Y a nada se separa de la noche en que estoy,
apenas en los objetos -sin pesadilla y sin posible
para quitar al que ama enajenado sueño. Cuando yo no lo espero
el solo anillo del aire, entra un día que admiro y me es desconocido,
única presencia clara sin los antiguos modos de tocarle mis párpados
entre las cosas oscuras. suavemente atravesados
y entre el ojo y la mirada por el color que daba a la azulada hierba
una lenta muerte abría entre el negro y ~l verde
caminos que no se acaban. color del más ligero sueño.
IV Se cierra ahora como una nube
En el camino a la muerte el camino que vuelve hacia el amanecer
me sigue a cierta distancia estrangulado en el instante
la del encuentro primero; de llegar a una lejana risa,
no se retir.a ni avanza~ aquél que su guirnalda
salió del jardín antiguo envenenada y antigua ayer
y me acompaña. trenzaba todavía con la reciente luz.
En la que me sigue busco Salo sé que despierto
aquélla que se adelanta. en un país ajeno y claro.
12 13
Entra un alba acerada como si camznara Alta la Noche
sobre la nieve y secamente
nos tiende el borde de un tibio día.
Sigo sus movimientos y los ignoro Junto a mis ojos, la noche erguida
y ningún alba de la memoria alta estriada de blanco,
le cierra el paso no la redonda pura certera oscuridad.
y ninguna me ayuda a repetir el c.anto. Salo la noche llena ele signos
Sé que ella avanza donde vacilan los cautelosos
adonde nadie sabe de olas ni praderas lúcidos animales.
para los juegos Junto a mis ojos, alta la noche
de la impaciente luz. llena 4e objetos apenas suyos
que fueron nuestros: nada ele ellos
Sigue en secreto, sola y sin ser precedida ha sido retirado.
hasta el final de corredores
interminables y repetidos, No la flúida pura certera oscuridad
a través de hendiduras que en la obediencia sirve
de puertas ya cerradas por la sombra en el día, a una noche que está muy lejos
sin rumor, sin espacio y nunca se equivoca,
ella se estira hasta llegar sin otra luz que la primera estrella fija,
adonde apenas encuentra muros. y de nosotros nada.
Junto a mis ojos la noche breve
Sola, sin pájaros ahora, sé contradictoria llena de juegos y de boscajes
que rectamente av.anza y de pie en ella, sobre algún mar
en la alegría, el mudo canto sin rumor y sin peso,
es canto de alborada. en el reflejo veo la sombra
del día que no encuentro.
Avanza sin error en busca del espejo
ya sin figuras oscurecido ll
antes de las tinieblas V asta y ligera
y en los biseles estrechos, últimos, alegría que ignoro
un filo breve 'la acoge y brilla. como si yo la conociera
Por primera vez nace la adivino en el oro
y las ausentes cosas en ella reflejadas fugitivo, y el dejo
un instante relumbran. que un instante resbala
Serpentea en lo angosto como si se extendiera sobre apagado espejo,
sobre ovalados, amplios espejos rectamente señala
de agua, descansa luego hacia algún mismo punto
y lentamente nada. en el lúcido centro
( Noche cerrada) del día que no encuentro
14 15
allí veo el trasunto
del largo día
entero en la alegría
o no es mar ni lugar
solamente la vía
para poder Negar
despacio a la alegría
ligera r sin reproche.
Cipriano S. Vitureira (1907)
Algo brilla a destiempo
en mitad de la noche Viturc.ira trocó las gracias de su íntima poesía juvenil
como si fuera el día, por las desgracias de su poesía- profética, cuando in-
o en el entero tiempo tentó "anchos núrajes públicos universales" y capotó
de la noche r el día en la infeliz ocurrencia de llamarse a sí mismo "rap-
soda". Había nacido para cantar el musgo, la calle a
es sombra de alegría. solas del ban-io, las mañanas, con un alma capaz del
( Noche Cerrada) color tierno "de los eucliptus tempranos" y su alegría;
y acabó dentro de " la tonalidad épico-lírica o huma-
nista socialista" por escribir un libro al que no tuvo
más remedio que llamar " Océano"; y en el que se
perdi ó de vista.
Aunque en esta última modalidad logra escapar a
ese hibridismo engorroso propio. ele la poesía "visiona-
ria", hay momentos en que uno no sabe qué pensar.
'Por ejemplo, delante ele esta sinopsis: "Por cada verso
·en pie, un gremio serio". H ay otros, en que más vale
no pensar. Cuando leemos: "Y los programas sociales
de los partidos progresistas - impresos. en un })apel de
diario con avisos .. . ".
Sin duda, y poniendo a salvo ·los más nobles propó-
sitos, era la temperatura colectiva de l a época (Golpe
ele Estado del 31 de marzo, guerra de España) la que
se apoderó de su corazón entusiasta. En estos poemas,
algunos de los cuales fueron recitados en el Ateneo y
Casa ele España, Vitureira parece sentir más soledad de
la lucha física que de la lucha lírica. Asi después de
compl'obarse sólo "militante de un sueño - campesino
en el vino, obrero en la verdad", - llega a la deplo-
rable convicción que es "poeta además en un solo
cajón del escritorio ... " Con lo que_.salta a la vista la
·i ronía sangrienta de qi.te se hace ·-víctima, al encontrar
la mu e~·te dentro ele un l ugar _"t¡m_poco expuesto.
_,:
Enf?·e s:a ·Prl!Dera y segunda ~od_alidad h ay un ins-
~ .... . _-tan k -~e J ímite -y de _crisis. Es ~:~~p.d~ escribe "El Li-
-ln·9 de ~us_ana";. Y· ?;n :~l.P!'~lqgo.-:4el.:_!!!ismo aclara: "Sú
16
perfectamente que ésta no es hora prop1c1a para l a que da la calidad, pesca este dístico al que llama "sen-
poesía substantiva". D esignaba de esta manera a la cillo y profundo". P ertenece a "Mañana de Verano'~:
poesía "humanista-socialista" a la que -si bien no
hizo progresar- no dejó de sentir como "la más pura- "Mañana tan solícita que mientras se camina
mente creadora de este tiempo de maldecir y bienha- tropieza con su dicha mi canción do vuelta."
cer ... ". Y agregaba: "Sé, pues, del h eroísmo creador Fácilménte imaginable es el lector en manada que
.revoluciOn ario en la propia obra artística". . . "No pido ha pasado por esta mañana sin percibir, ni siquiera de
entonces para este poemario sino su justo ámbito de ida, la canción. En cualquiera de los· libros de Vitu-
soledad." - reira hay versos que nos hacen siempre pensar en ese
La actit ud íntima que expuso en sus tres primeros gran poeta que pudo ser. Así en el "Libro de P ausas",
libros -y sobre todo en el primero-- es, sin duda, lo del poema "Distancias" quedan sonando· largo, sobre los
más valioso de su obra poética. De su modalidad social temas del dolor y el sueño, estos dos versos: "hasta el
sólo se rescatan, a nuestro ver, momentos o versos lejano azul con que la noche grande - cree en nos-
sueltos. "La Siega del Musgo" fue juzgada por "La Ótros despiadadamente".
Cn1z del Sur" (Nos. 19·20) como obra con "muchos La idea que nos hacemos de Vitureira es la de un
atajadizos románticos". Es que la revista estaba en el hombre nervioso e impresionable, con una sensibilidad
sarampión del dinamismo ultranu evo, y al elegir "Pl a- extrema y pensamiento que salta de un cabo a otro.
za Cagancha" como el poema de más puro lirismo, Era difícil, con esa naturaleza, forjar un carácter, sin
reveló que resbalaba sobre el libro, sin verlo. aniquilarla. Estaba toda ella hecha de brotes frescos.
Vitureh·a se nos aparee~ en él con una juventud tan La acción política y literaria social devoró a Vitu-
cordial, tan instantánea, y con una gracia en sus hu- reira en Aiape (Asociación de Intelectuales, Artistas,
mildades antojadizas y hallazgos de sobresalto, que sólo Periodistas y Escritores. "Por la defensa de la Cultura"),
podemos ponerlo junto a poetas que, en su juventud, fundada en 1937.
supieron ser perfectamente jóvenes, como Fusco Sanso- Finalmente, no podemos saber hasta dónde es com-
ne y Morador. partida la jerarquía en que hemos escalonado sus obras.
¿Que hay debilidades? Lo cierto es que el l ector se Zum F elde, por .e jemplo, ve una "ascensión sostenida"
las perdona todas. Por la calidad de intrepidez y pu- a través de los tres primeros libros.
r eza· que tiene aquí la ingenuidad. Obras: La siega del musgo (1927); Libro de P ausas
Lástima grande que el poeta no podía retenerse en ( 1934); El aire ubánime (1937); Océano (1943).
ella; y ya el segundo libro lo orienta hacia un herme-
tismo que se parece al de Basso Maglio; en el tercero,
desenfrenado, se extravía en un sentimiento nebuloso.
Después, viene la poesía social de que ya hemos ha-
blado; finalmente la crítica de arte, donde Vitureira
analiza -según Clotilde Luisi- desde el punto de vis-
ta más sentimental que técnico la obra del artista. Y
"canta los temas". (Alfar N• 84). Como crítico lite-
rario, más que en Homenaje a Basso MRglio, nos gustó
en su estudio cervantino sobre Sancho Panza.
Tornando a su mejor libro, J uan Carlos Ah.ellá nos
dice que se anuncia en "La Siega del Musgo" 'un gran
poeta. Y que el libro, para ser gustado "requiere una
sensibilidad profunda", (La Pluma, VIII, Nov. 1927) .
Estamos de acuerdo. Es precisamente un poeta autén-
tico como Abellá quien con ese ojo y nervio alertas
18
19
Esta Mañana Tarde
La mañana está alegre, Fue importuno el calor
a pesar de una pátina de humedad en estos días rojos.
que la hace de metal . ..
Y ríe 'la 11Ulñana, Pero ahora,
a pesar de que el viento se ha quedado pensando . .. las nubes se desflecan en una lluvia mansa,
y está tibia, el sol hace un espejo de cada gota de agua,
a pesar de las nubes que apretujan y 'la alegría es tan plácida, tan limpia,
la ceniza de vidrio de sus aguas . .. que la tierra parece, .
y está ufana, - con lluvia y sol-
a pesar del invierno satisfecha en su vientre y en su corazón,
que la desabrigara . ..
Y )~O estoy como el tiempo, porque todos los cauces acallaron sus gritos . ..
¡quzzá por ser también una maíiana! y porque el aire húmedo,
es buen conductor de los espíritus . ..
(La Siega del Musgo)
El perro juguetón
está parado en el umbral de casa,
filosofando . ..
El árbol en el patio luce un peinado nuevo
Otra Mañana y trueca en juegos su meditación ...
( .
Una mañana egipcia de gris y de pesada: Y porque _el agua arrulla, ·
o una mañana húmeda de monotonías . .. acunado en el viento,
Un sarcófago grande ¡enorme! se nos queda dormido el calor . ..
para la momia larga de la vida.
( La Siega del Musgo)
,. Y una tristeza como de peque1iez que m e hunde
en la profundidad de un pensamiento . ..
Y un vacío en el alma . . .
como una mascarilla sin ojos y sin dienle.s
31. de Agosto
que yo le colocara a Dios si 'le encontrara!
En la clase me ahogaba, pero miré hacia el cielo,
Y más adentro acaso un montón de hojas secas y arrojé todo el tedio por la ventana
donde a ratos se acuesta mi despreocupación . . .
. floJ/. San Ramón nos trajo un crepúsculo verde . ..
(La Siega del Musgo) Y el tiempo está más triste que otras veces . ..
2P 21
Enternece a las piedras el crepúsculo . ..
r aquí en la clase no enternece a nadie! Iba Bajo los Arboles
¡Cuántos milagros la Naturaleza! Iba bajo los árboles, como un trozo de viento;
¡Cuántos mimos al alma! buscando una hoja seca que levantar . ..
En mis ojos el humo del cansancio llevaba.
La ciudad a lo lejos me impresiona -quizá alguna hoja seca se me quemaba dentro!-
como una multitud de encapuchados .. .
Iba bajo los árboles con la espaldr_r. encorvada,
Mi coraZón es como un toque ·de Angelus dándole más sonido al corazón . ..
Y pasad en silencio, pensamientos, Se recogía la tarde en la primera estrella . ..
que parece que estamos conspirando . .. Y o iba con el ámbar puro de la emoción ·
que ha de ser de una estreNa que se perdió en la tierra.
(La Siega del Musgo)
Me guiaba,
la tristeza que mira con ojos distraídos.
Iba bajo los árboles mi panteísmo nuevo
en el rucio sabio de la soledad.
El Cauce Iba bajo los árboles .. . y mi musgo
desesperaba por coger el viento!
( Mi musgo! la inocencia,
Vuelve despacio, Tristeza, r la alegría de un niño que v&ne de vuelta!)
es difícil recorrer
'l~s arrugas de una frente, Iba bajo 'los árboles sintiéndome maduro . ..
szn tropezar r caer. r pensando, -
que voy en la Vida, en la Glo'ria, en el Arte,
r si llegas a los ojos como bajo los árboles,
,. r encuentras seco el abismo como un trozo de viento bajo los árboles!
r hallas que retumba todo: (La Siega del Musgo)
que los suspiros son ruidos . ..
No le agites los guijarros Tardes del Pueblo ·
que están al sol del destino;
busca, que entre los zarzales Tardes del P.ueblo, románticas, claras;
ha de haber un caminito . .. los árboles entornan sus veneraciones;
los pájaros recogen las palabras perdidas;
(La Siega del Musgo) r las calles se ahuecan de infinitos
y de un amor que se despierta junto a los muros.
22 23
Sólo los pobres quedamos con el frío . Avaro que te doras del color de tus sueños
r con las distancias todas en los silencios . .. en este mundo donde sólo las cosas velan,
lleva en ti tu mirada más ágil
Ah! si el calor viniera como los hijos! como el perfil del sol al borde de la nube;
ah! si el frío se fuera como los ·hijos! r tu paso, el del pez,
Y las distancias nos dejaran respirar un día . .. esa andanza que casi no es nada más que el brtllo
entre horizontes blandos que sostenga un abismo.
Tardes del pueblo, románticas, claras,
'lenguaje de principios bajo los soles r los vientos. Te afinarás entonces.
Hasta ellas llega nuestro odio · Mientras viaje la noche de pensamiento en pensamiento,
porque son ricas de perseverancias. r haya una luna de vez en cuando.
Mientras sientas encima la bondad de los. días
Y nosotros los pobres somos eso: que pasan tan humildes por el suelo . .. ·
pobres ante Dios, Iluminado el párpado, parecerá una copa;
por ante nuestras manos mur adentro tu paso, se quedará dormido.
r ante el recuerdo mismo de lo que somos.
Te afinarás entonces.
¡Nosotros somos sólo recuerdo! Hasta que no te hagas sombra sobre el corazón
Tan poderosa es nuestra miseria r la sencillez te caiga de la frente,
r tan olvidado está lo que podríamos ser en el día de la como la alegría en 'la lluvia.
[justicia .. . ( Libro de Pausas)
( Libro de Pausas)
Mañana de Verano
Avaro " Mañana de verano, perfumada de nidos,
esponjando el plumaje de las brisas,
Para ocultar tus ojos, mira lejos, r con la actividad de una buena mufm:_
alegre r presurosa por despertar sus nznos.
r deslízate, para ocultar tus huellas.
Siempre es preciso reservarse algo Mañana de verano,
,. que se trate temprano con la muerte. como el lecho revuelto de la vida!
Destellos de la luna, las miradas; Mañana tan solícita que mientras se camina
r las huellas detaNes del silencio. tropieza con su dicha mi canción de vuelta.
Siempre es preciso ir hasta el confín La ciudad se embandera porque es día de fiesta . ..
par,a volver por el recuerdo. Si no tienes bandera, no madrugues, hermano!
A la sombra del párpado guarda tu vino nuevo, Y pues dejé la noche con sus copas vacías,
-debajo de una arruga cabe todo el silencia-
en esta playa amiga,
r las huellas, ¡tan pobres! sálvalas del camino a la sombra más clara reclinaré la frente . .. ''
donde 'la noche vuelca las hojas de los árboles ·
pájaros que no han sidO. ( La Siega del Musgo)
2¡;)
24
que en algunps de los poemas aquí reunidos -si el
lector los lee con la atenc~ón y aptitud para la suge-
rencia que ellos exigen-, ha logrado .el autor hacer-
nos experimentar l a· sustancia de estas dos fr ases de su
Poética: "El poeta es el que descubre y pesa los con-
juntos, el que posee una ciencia evidentemente triste
-ciencia de sustitución- que lo conduce como a na-
die a una madurez mortal". "be dos poemas, el que
Fernando Pereda (1907) tenga más contenido humano será más poema, siempre
que en ambos estén presentes los elementos mágicos sin
los cuales no hay poesía posible".
é De todos, l~s poetas presentados en nuestra antología,
ste es el umco que no ha recogido sus poemas en vo- A este l'especto léanse "Sobresun1a", "Sucesos rea-
lumen .. Merece l a excepción, sin embargo, en razón de les" y la primera parte de "Corazón del poema". Para
su caliddad._ Y por9-ue no encontramos nada probable aproximar estos versos tenemos que sustituir expresio-
que se ec1da, al fm, a publicar un libro. nes como "elementos mágicos". Estos elementos, si lo-
gran éxito, operan sobre el -lector una certidumbre.
Sus compo_siciones han aparecido muy de tarde en Ahora el lector no sabe como ésta se hizo en él, tan
tard7 _en _1;ev1stas y antologías. Ni la juventud con su de golpe le brotó. Torna a l eer el poema línea a li-
prec!pitac!On, ni la madurez con su renuncia, han lo- nea, y advierte que ese estado nuevo se confirma; es
grado que es~e empecinado combate por la perfección verdad y no ocurrencia. En dicho instante, sus ojos
halle punto final. Esto podría parecerse a un suicidio se han quedado fijos sobre aqu ellos versos que más lo
desde que la misma materia, r eelaborada indefinida- 'e xcitan, que más le fundamentan esa certidumbre nue-
men:e, _acaba por enfriars~ o po!· recale~tarse; llegando va. ¿Qué es lo que ve dentro de esa certidumbre? Se-
el p1o;¡;no. aut?r a dudar st es aun futuro, o ya pasado gún los ejemplos que h emos elegido, el lector tiene
el defmitlvo mstante del poema. ' ante sí o en sí el contacto de la muerte. Pero él est á
todo relacionado con su muerte propia, y no con l a
Sin emhai·go, cada nueva composición que conoce- del hombre que escribió .el poema. Por lo cual, su cer-
~os de Pereda, _nos _asegura no sólo su calidad poética tidumbre nueva se le hace a un tiempo certidumbre
SI~o un_ mundo mteno:; tenso, muy vivo, venido de las vieja. La comunicación se ha cumplido. Alguien nos ha
piofundidades, con relampagos de pánico y tortura.
)lecho vivir nuestra muerte, hablando de la suya. ¿Y
, Si los .efe~tos de l a perfección son el reposo, la armo- qué más? Que este vivir l a muerte es serio, pero es
DI!!, la ~lerutud, diremos que no son ésos los que pue- también agradable. Rareza eterna de la poesía. Domes-
den sentirse en su poesía. ticar las fieras -una m aner a de hablar de nuestros
miedos- . ¿De .qué modo? Porque la euforia, la ener-
., Cuando en 1937 Romualdo Brughetti lo define como gía, la conciencia total, l a profundidad, han conv.ertido
Poeta de síntesis" hace, sin duda, una definición exac-
a esas fieras en mar avillas, en esplendores t emibles y
t~ .. Pero cuando elogia exageradamente los sonetos seductores.
d~ciendo que P ereda ha llevado esa forma "a su má~
xima fuerza de .e xpresión en América" desde que cad Los dos primeros poemas de esta selección han sido
uno ~e sus. endecas!l~?os "es una estructura lograd: .escogidos por nosotros; los siguientes, por el autor. "El
que tiene ;:da propia , lo que a nuestro ver, no ob- bailarín" es un poema de juventud. A nuestrro ver, re-
:tf'~ ~l cntlco fue que esos versos solitarios adolecían siste maravillosamente. En cambio, los admiradores de
e e ec~o mor~al, de ser una enumeración con .brus- la obra de Pereda se extrañarán de no ver aquí (los
cos .cambios de rmagene~, si~ crecimiento de intensidad que l es fue durante años la "Monna Lisa" de esta pro-
Y sm acorde de resolución fmal. - . ducción. Ellos saben que nos estamos refiriendo a "El
. Mas felizmente la evolución poética de- Pereda ha profesor gris") . Pues bien, aunque tiene seis versos es-
tupendos, capaces por sí solos de fundar una autenti-
sido de una ascensión incesante, y nosotros creemos
cidad poéti<;:a, IJ.O l o h emos elegido. El resto, aunque
26
~7
con alguno que otro verso de gran raza, se ha deterio-
rado a nuestro vel'. · El Bailarín ·
, Según la idea comunicable de la perfección en poe
sia, .esta.~~ habri.a sido perseguida por el autor que h~
Cada actitud tiende al arco triste del destino
esc~Ito: mnguna poesía verdadera es pura" (Siri em- m ás allá de las cosas de la noche y el día.
b.atgo, con ~u pureza y su verdad, ella puede ser sen- Cantaban los collares sobre el cuerpo adivino
~~:· ~or de¡emplo, en ~a poesía de Roberto Ibáñez). y alegre. ¿Dt; dónde viene su alegría?
o .ere a ha persegUido y a nuestro ver h a logrado
en vanos. casos, un efecto no menos superior: el del Quiere encontrar esa pura sabiduría,
· 1 • 1 Su
encantamiento. · poesía, no triunfa n¡' en la 1magen
.
~~ e m.uscu o, m e~ ~1 extasis. Pero es la lucidez men: ese puro mister~o tembloroso y divino.
rri :~n~da. de la tlm.ebla y precipitada sobre el ala-
o e ststemll: nel'Vl.oso. Nosotros no tenemos rcpat·o
Mi corazón danzaba sobre mí mediodía
cuando oyó en las ajorcas el canto del destino.
en vo1ver a decir de el, lo que él mismo elijo ele sí en
el. poema titulado "La espada necesaria" : "-Vive ' Agi.l de gozo, libre, fuerte, en los triunfales
bnlla en lo oscuro". ) saltos en que sonaban címbalos y timbdles
su cuerpo era una lámpara. ¡Su gran cuerpo profundo!
bailaba entre las manos solitarias de Dios! . ..
Miré la curva triste de su torso veloz
como si revelase el misterio del mundo.
( Revista " T eseo")
32 ::!3
decorativismo". (El Bien P úblico, 17-V-1957). T odo esto
sería para él poesía apolínea.
Anteriormente, en " T estimonio de parte" adjunto a
su libro "Mundo a la vez" había escrito: "Sostengo, con
juiciosa humildad, mi fe en el. ~a-gotable repe,rtorio
que va o viene desde el ~o.ro diomsHICO .a. la masca~a
1 l expresionista, del pathos gobco al roman~J.cJsmo ge~a
nico, de la imaginería barroca a la evas1on surreahsta,
Alvaro Figueredo (1908-1966) del dibujo rupestre al tango afro-platense".
Entresacamos estas otras frases: "Adopto una poesía
adicta al orden y al delirio, a la coherencia del núcleo
Nativo de l\1aldonado se desempeii.ó primero como temático y a la irracionalidad del discurso, a un equi-
maestro de escuela y, actualmente, como profesor li- librio entre la efusión y el efugio. Aspiro a que el
ceal. Intervino en numerosos certámenes oficiales sobre poema, más que como un produc~o, logre consumarse,
poesía, logrando en todas estas actividades una actua- paradójicamente, como un productrse. A que .la ~ate
ción destacadisima. ría ar tística no encubra totalmente l a matena pnma,
No obstante ello ha permanecido enclaustrado en su la piedra original."
rincón, Pan de Azúcar, no sabemos si por amor al lu- "Ma1úfiesto la suscit aciones m ayores: Joyce, Picasso".
gar o a su soledad, a tal punto que casi nunca se le Fáciles son de advertir los peligros que corre esta
puede ver en Montevideo. poesía: la de no ser lógicamente comprendida,. y l a de
No sólo es Figueredo un autén tico poeta sino que su no ser ilógicamente asida. T enemos que sentir su de-
búsqueda - sobre todo la ele sus últimos oños- está lirio y percibir su orden: la coherencia de un núcleo
tan llena ele hervoreo interior y lucidez que no nos ex- temático.
trañaría ver brotar ele su pluma la poesía ele más En "El Ciudadano" (27-II-1957), Arturo Set·gio Vis-
espléndido futuro.
ca ha escrito la crítica, reconocida como la mejor, de
Sus poemas - algunos de ellos- se podrán asir o "Mundo a la vez". Y allí nos dice: "El poema se
no. Pero lo que no cabe en duda es la dignidad y convierte así en una singular taquigrafía del .estado de
jerarquía de su esfuerzo. alma desde el cual nace. No creo desde luego que Fi-
guer~do procure "el automatismo de escr~tura': que
Por dos cauces se vierte su producción poética: una proclamaban los surrealistas: sus poemas evJ.~enw;m el
poesía de alma popular (la "Exaltación a Bartolomé esfuerzo selectivo de sus elementos y el proh¡o cmdado
Hidalgo", por ejemplo), y otra que se aproxima a un en la selección de sus ritmos verbales," Pero al hablar
clima surrealista, (los poemas de "Mundo a la vez" del orden secreto que Figueredo dispone en sus com-
por ejemplo). '
posiciones, dice: "aunque en ocasiones la clave de ese
P or la primera, con una elección r eissig.niana del orden pareciera quedar, peligrosamente para el poema,
vocablo, pero con velocidades y saltos en el espacio sólo en poder del autor".
y en el tiempo que le son absolutamente propios Al· Nosotros agregamos ahora por nuestra cuenta que si
varo Figueredo renueva la poesía popular. ' bien los ritmos verbales existen, no nos parecen los
Por la segunda, se interna, y con éxito en una más propios de la poesía que "canta". (Inválida ob-
vía donde muy pocos entre nosotros nos cl~n la im- jeción, quizá, desde que el autor confesó su rechazo
presión de haber acertado. En ella, seg(m aclaraciones "de la palabra como cuerpo eurítmi co"). Y segundo,
del propio poeta se r echaza: "la palabra como cuerpo que sus poemas, a causa de su ilogismo, son difícilmen-
eurítmico, la estática de la frase, el regodeo melódico te memorizables.
la presentación rig urosamente sucesiva de los elemen: P ero en compensación, esta poesía logra producir sus
tos, la estructura renacentista de la estrofa, el huero efectos en las nacientes mismas del espíritu; nos pr o-
34
35
Iundiza, sin que por eso logremos vernos más claros
o asirnos a una sensac_ión concreta. No obstante, el efec- Exaltación de Bartolomé Hidalgo
to que nos ha producido el poema permanece nítido y
no vago, y a él se vuelve una y otra vez.
1- El V illorio
Para no e~t¡·emar ·las dificultades que puede ofre-
cer esta poes1a, agregaremos que contiene de vez en El buey de la colonia rumiaba, ensimismado,
cuando, momentos claros. y lógicos, brotad~s en medio las lentas campanadas del tiempo; en el mercado
d_el ~umulto y con l a misma autenticidad. Y entonces
Sl F1gueredo es largamente memorable. Así lo experi-
pregonaban las negras de dientes dzlluviales
mentamos en estos dos versos: rosquetes alcorzados y hojaldres proverbiales.
"no saber quién qué mano San Felipe y Santiago despertaban de prisa
junta m.i fe caída mientras ando." para abrir los portones, asistir a la misa
. (La esquina esta es la esquina). y esparcir en los cielos el olor lev,antisco
Obras: Desv10 de l a Estrella (1936) · Mundo a la de candombe y estiércol, de corambre y marisco.
Vez (1956) . ' La primicia del alba irrumpía en las casas
. Ya en prensa este libro, nos llegó la noticia de la sú- con un áureo y crujiente ofertorio de hogazas,
bJta muerte del poeta, ocurrida el 19 de enero del actual. y aguateros descalzos distribuían los berros
que asperjab.a un rocío vecinal de cencerros.
Al Norte, entre el vivac aéreo de los teros,
crujían eminentes carretadas de cueros,
:Y al Sur, en la bahía de empecinadas rocas,
empavonaba el mar los tumbos de las focas.
Ahumaban los crepúsculos velones amarillos
y cuando, entre mugientes suburbios de novillos,
San Felipe y Santiago trancaban los portones,
dormzase .el villoría al pie de los bastiones,
ladm.ban al estuario los perrazos barcinos,
algún varón hojeaba sus libros clandestinos,
y en una esquina austral de sombra r de cautela,
punteaba su infortunio criollo una vihuela.
38 39
teatro aquel del árbol y la payada agreste Si tanto toro ayer resplandecía,
y el desencadenado esguince de los potros. ¡qué poco toro ya, desamorado! ,
Traiciona Buenos Aires su ceibo en flor. Son otros Miró la luz que nunca lo amana,
infieles directorios, y otro el doctor ufano lamió su muerte y se quedó parado.
que subasta la ecuestre vocación del paisano.
Otro, el amo de frac extranjero que mata El toro estaba muerto, y no quería
la sonrisa rural del Río de la Plata morirse todavía . ..
'
y usurpa sus llanuras, sus dulces litorales
sus fragantes provincias de toros y zorzdles.
Pero alienta en tus diálogos otra patria en agraz
que custodian Contreras y Chano, el capataz. '
Escucho Hidalgo, el verde son de tu romancero· Celebración de la Niña
pero la muerte ~lega al trote largo; pero '
sus cascos los dzspersan en musicales trizas A Silvia
Y aventan tu fantasma de inéditas cenizas
pero yo nombro un día, hoy, por ejemplo ~hora Entonces apartadla
la voz .de tu sencilla guitarra precursor~, ' no es todavía ez mundo
y, ¡o~ ¡uglar. de la pampa/, te rescato y promuevo su distraído cuerpo
tu przmogenztura celeste al cielo nuevo. y tú qué le darías
mejor es respirar/a
tan sin olor mejor es sostenerla
Fábula del Toro medirla
ves ahora
El toro estaba muerto, y no quería lo. catedral tan alta J' ella apenas
morir a mediodía. la niña va a crecer
mirando todo
Antorcha y nieve, al término del prado, entonces apartadla
se acostumbró, sin prisa, a su agonía. ésta que oscuramente va creciendo
Muerto de amor, su aliento desangrado o ya menguando ·
volvió a morirse en la mitad del día. o dando
Caliente aún, el pecho derramado a luz su propia sombra
-dos veces muerto- , nunca moriría la breve niña ahora dirigiéndome
si, toro adentro, el toro enamorado textualmente explicándome la harina
la siesta azul, muriéndose, embestía. como qw'en como quien
camina sobre el borde
El toro estaba muerto, y no quería estoy tan blanco
mor~r allí ni .nunca, de costado; y tan crüel porque también así.
bestza entre pze.dra amarga y yerba fría , no puedo verla cuando
r ayer agudo zncendio entre el ganado. ella promueve el mundo a su alto sitio.
40 41
Desnudo Vióla volar su dedo sucesivo
del .bautisterio al púlpito, incitando
La azul la benemérita la penumbra al abril interrumpido.
de ~u cauce de alondras o de espuma
naczendo sin cesar Oyó el zumbido, el roce en los vitrales,
latiendo marmolísima sus vaporosas galas sobre el cáliz
allí ~onde el ombligo
medzte:ráneo impune del ofertorio; ayer en la pradera
su ma¡estad y lanza en el jardín, en su opulenta cámara,
a la mejilla al pie circulas de oro y, ahora y allí, libando 1/os rincones
~vanza Sirio entre ambos senos que vacíos y los cirios, la escuchaba,
zmpa~ten dudas órdenes al viento (ella olvidando las usuales órbitas,
form¡df!- está la azul apacentando regresando a la cera originaria)
~ lentztud del eco entre sus muslos ir del altar al pólen de los muros.
h o:a que abro la siesta para verla
orzzo"!tal estricta gobernando Eran las once· "ahora y en •la hora
,fos en¡ambres las fraguas los viñedos de nuestra muerte", y ella absolvía,
a embelesada flauta los glaciares remontaba las bóvedas del canto
azulazul los gallos
de las veletas cuando gregoriano, volvía a las antiguas
su noble vientre aisla vestiduras de piedra, a la románica
el curso del océano solemnidad del capital y el báculo,
dormida está la joven cazadora a la inocente y solitaria sangre,
Y un abedul germina en su rodilla. y sin cesar, afuera eran las once
y 'la ilusión de la naturaleza.
46 47
tir las inofensivas décimas de Elías Regules; carecia
por completo de un humor tan criollo como el. de. Gui-
llermo Cuadri; y la moral austera pero sohtana de
Romildo Risso podía seducirlo, si bien trababa su
intención.
Serafín va a cantar el drama de la injusticia social
en nuestros campos.
Serafín J. García (1908) Muy delicada, no obstante, es la primera dedicatoria
del libro a su madre Sofía Co1•rea: "porque supo ser
la madre que y o necesitaba. Por su ternura, que resta-
ÍlÓ mis tristezas.. Por su tristeza, que incubó mis re·
Yu no se sabe bien a cuántas llegan las ediciones de
beldía~".
"Tacuruses". Algunos hablan de 17. Y el tiraje no debe
ser pequef10 para este libro que se vende en quioscos, D esearíamos creerle del todo, pero no podemos.
andenes, paradas de diarieros y puestos de libros calle- En nada por otra parte, estamos seguros que va a
jeros. Aun hay librerías ele la capital -puede asegu- influir nue~tra censura sobre la difusión indiscutible de
rarlo González Ruiz- en que no pasa un día sin que su libro. Pero así como hay una trampa viejo P~-?
entre un desconocido a comprar "Tacuruses". No hace, cho; hay una trampa Serafín García. Hay tamb1en
aun muchos años, cuando ln clase media podía todavía nos· parece, y en la misma línea, una trampa-Bene-
concurrir en banas u los restaurantes, 11osotros escu- detti. Pero no temamos zozobra algu_na. Se trata de
.chábamos poemas de Serafín recitados al cabo de la una convención: el autor y su púbh co mienten , sin
cena por un empleado de comercio, por un agente que ninguno se engañe.
viujero, por un bancurio. Procuraremos aclarar: se miente cuando se exagera
¿Cómo se iba a imaginar este vagabundo muchacho un sentimiento cuando se amplifica un drama, cuando
de Vergara (Treinta y Tres), agente do policía enton- se inocenta po'r completo a una víctima, para cm·bo-
ces, que sus versos garabateados en la soledad del mon- nizar ele pie a cabeza a un culpable. En resumen, c~an
te, iban a ser los versos ele todo un pueblo? El ha do se trabaja con sentimientos sociales y se los qu1ere
venido a repetir el éxito de "Paja Brava" del Viejo hacer pasar como individuales. La técnica es dema-
Pancho. Le sigue en lo mismo, y muy de cerca, Osiris siado simplista: se regala inculpabilidad por un lado;
Rodríguez Castillo y Romilclo Risso. se decreta abominación por el otro. Y nada, entre los
Es que tenemos que convencernos. No hay, entre dos platos, de la casi inverosímil complejidad humana.
nosotros, poesía más leída que la gauchesca. Nos guste Y si el árbol se conoce por los frutos, vayamos a
o no. Es inútil que l os aüos pasen y que las costumbres ellos· una poesía de Serafín puede ser recitada en una
cambien. Que los adoradores de la novedad encuentren rerurlón, en una cena, en un boliche, pero es dificilí-
una forma y un rótulo nuevos cada año. Sin que se simo que alguien se la diga a solas, como un Yerso de
habl e de ella en las cá tedras, puesta casi al margen Bécquer, a su propia alma.
por la ahn critica; despreciada, cuando no ignorada,
por las bibliográficas ele los diarios, esta poesía sigue Sin emba¡·go, ¿por qué el público t an insaciable-
llenando la vida popular. Llevada por l as guitarras y mente l a devora? P orque la gente tiene necesidad de
por los recitadores gauchescos resuena en las parri- hablar de hablar de la sociedad y de l a política, sobre
lladas, en las fiestas campestres y en no sabemos cuán- todo, ~ un buen verso de Serafín es como marca de
tos fogones del aire que ha inventado l a radio. Con- yet'l'a.
temos asimismo la televisión. Desde hace más o me- D espués ocurre. . . lo que h a ocurrido siempr e con
nos un lustro asistimos a una epidemia: la resurrec- toda l a literatura social escrita en el país. La mejor
ción folklórica. manera de que os aplauda, antes que nadie, un millo-
Serafín García nada o })Oco tenía que h acer en l a nario es escribir un libro defendiendo a un muerto de
ve11a individualista del Viejo Pancho; no podía repe- hambre. ···
49
Pasando a otro tema: ¿Por qué cambió Serafín? De-
jamos aparte su obra narrativa en prosa que, a nuestro
ver, no supera su producción poética. Pero volvemos
Ejemplo
a preguntarnos: un hombre, con ese inmenso público
¿tenía la obligación de imitar a García Lorca? ¿O de V enga p'acá, m •hija, no me tenga miedo;
yolcarse al romance? venga, que su tata no va' castigarla
Creemos que este brusco cambio no fue un acierto. ni va'echarle'n cara tampoco lo qu' hiso,
Con todo, el poeta tenía necesidad de cosas más ínti-
mas. El quería su alma adentro. Todos sabemos que
porque sabe cierto que no jué por mala.
ha tenido que hacerse completamente solo. Y nada nos Y a basta de yantos, mi remé de frente,
sorprendería que, hallada su alma propia, nos Uiera no tenga vergüenza de amostrar la cara,
esos versos que esperamcs de él. Desde que sabe sentir
y, magníficamente, ver. que no es un delito darse por cariño
Obras: Tacuruses (1935); Tierra Amarga (1938); y sentirse madre· no es nunca una falta .
Raíz y Ala (1945); Romance de Dionisio Díaz (1948); Venga y déame un beso. Su tata compriende
Agua M ansa (1952). que usté ha cáido, m' hija, lo mesmo que tantas
que siendo inocentes, humildes y güenas,
s' entriegan enteras, en cuerpo y en alma.
Moso él, usté mosa, los dos juertes, sanos,
yenitos de vida ricién aclarada,
no v:'do el querencia mejor que sus brazos
ni usté sol más lindo qu'el de sus mir.r.zdas.
Campiando ese cielo que tuitos campiamos
yevando'e baquianas a las esperanzas,
creyeron hayarlo juntando sus bocas
y prendieron besos pa que s'estreyara.
Vino la dentrada de la primavera;
lucieron los cardos sus flores moradas;
bordonió el sumbido de los mangagases
y hubo contrapuntos de roncas chicharras.
Nació en los yuyales un aroma nueva
qu'el viento, travieso, mojó en las cañadas;
rosaos macachines garugó l' aurora
y en los espiniyos colgó el sol sus brasas.
Se oyó en las cuchiyas relinchar los potros
qu•iban retasando tras de la yeguada;
y olfatiando el aire, y escarbando el suelo,
con ansia ·salvaje baló la torada.
Se vido a los pájaros .andar en parejas,
' 50 51
jzmtitos los picos, abiertas 'las alas, Dejuro! El hombre con tamaño abuso,
amostrando a tuitos su amor baruyento, andaba más hinchao que un s,apo escuerso.
madurao a cielo, sol desnudo y alba . .. Cebao dende hace añares a las coimas,
Y ustedes sintieron juego en las alterias; no le sentó ni un poquitito aqueyo.
cada beso, entonce', jué com'una brasa; Y anoche, como vida que no estaban
les hirvió por dentro la juersa! el istinto ni el coronel ni usté'n el entrevero,
y ansina cumplieron la ley más sagrada. le gustó p'agarrarnos de sospresa
No yore, canejo! Si Tata Dios hiso y embarrarle'[ pastel al forast ero.
al macho y a la hembra pa que se ajuntaran, Taba la indiada'e chamamé corrido:
y el cristiano, mesmo que cualquiera bicho, tayaba el entenao de don Ruperto
debe hacer las cosas que Tata Dios manda! y había un piernaje flor en el apunte,
No tz'importe, m'hija, qu'el pago murmure d'esos que no se casan con lo,s pe~?s.
y ensucén su nombre los que la eren mala. Ni los mesmos caranchos habzan ozdo
Más piares son esas que matan sus crías ruido de corvos ni toriar de perros
pa poder ansina seguir siendo honradas! cuando el cuicaje nos ganó la puerta
Cuando nasca su hijo, que lo sepan tuitos!: y se sintió gritar: "Tan tuitos presos!"
mamará en sus pechos, dormirá en su falda; Viera usté qu'esparramo
será su cachorro nomás, ande quiera, de naipes y de latas por el suelo!
pues ser madre, m'hija, no es nunca una falta! Era cosa de réirse, 'li asiguro.
(Tacuruses) Naide atinaba'nada con el sebo.
El comisario echó p' atrás el poncho
Reclarando y se le jué a las barbas al ajeno,
diciendo qu'iba'deslomarlo a palos
Asina jué, don Jues, J'O se lo afianso, pa que aprendiera'respet' el gobierno.
no se vaya'pensar que soy como esos Pero el -maso, curtido com.o el solo,
que les untan la mano retrucó muy orondo, sonrzyendo,
pa que reclaren cosas que no vieron. que no era po'el gob.ie!·; w l'amenas.a
Li hablo con propiedá, sin añidirle sinó qu'estaba l'ambzczon por medzo.
ni mesquinarle ni un chiquito al hecho. y letrao y de 'lengua mas sobada
Sé cuála jué la causa de la güeva que cuero pa badana, el forastera
y no 'la 1íego aunque m'encajen preso. comensó a encarrerarle unas verdades
El pique vino por cuestión de coimas: que lo dejaron atorao y ardiendo.
usté sabe que dende qu'el pulpero Usté s,abe qu'el moso tiene mundo;
lo encargó'e las jugadas al coquinbo que cuando cayó aquí venia de aden_Lro:
el· comisario no habia visto un peso. que jué tropero una. ponc~a~la de anos
Y tampoco lo inor.a y hasta contraband1sta, s1gun creo.
que tuito el día se tiraba el gii.eso, Lo cierto jué que lo tapó a rasones .
y al monte y la prim~ra, noche a noche, r en.tonce'l otro, en nombre del gob¡erno,
caiba el gauchaje de capincho yeno. · pa concluir di una ves con el asunto
52 53
..'!·
•
le desc.ansó en las guampas el talero. Y así vas, de hombre en hombre,
Lo demás ya lo sabe: un salto'e tigre, de cocina en cocina envejeciendo,
el rejucilo di un facón certero, hasta qu'inútil ya, descangayada,
una mojada sola pero cumba sin servir paZ fregón ni pa los besos,
y un preso más ¡y un albitrario menos/ terminás cuasi siempre tu esistencia
( T acuruses) cebando mate'n un quilombo'e pueblo/
· ( Tacuruses)
Piona
Dende muy gurisita
se te gana en la ropa y en el cuero Canción del Siete Oficio
ese tufo emperrao de las cocinas
qu'es mestura de hoyín, de humo y de sebo, Y o vivo de pago en pago
y atrás del que anda siempre' l macherío y en ninguno hecho raíz;
como perrada hambrienta atrás de un güeso. que al pan me gusta ganarlo
hoy aquí, mañana allí.
No bien los catorce años
t'encarosan los pechos M e llaman el sieteoficios
y la naciente redondés de• l' anca y no lo he de desmentir,
t'enyena el vestidito'e percal viejo, pues hago de todo un poco
ya el algariao patrón, o el mayordomo, con tal de poder vivir.
andan buscando ande tumbar tu cuerpo.
Domo potros, arreo tropas,
Y en cuanto t'incha t!l vientr'l primer hijo, siembro y deschalo maíz
ya se eren con derecho hago quinchas, trenzo 'lazos
a un lugar en tu catre y en tu carne soy herrero y albañil.
hasta los pobres piones galponeros,
porque vos, infelís, sos en el campo No es de hombre el ir resbalando
láunica cosa que no tiene dueño. cuesta abajo hasta morir.
Cuasi no hay año que no echés al mundo La muerte es cosa sencilla.
un gurí rubio, amulatao o negro, Lo difícil es vivir.
porqu'en las noches emparejadoras
se confunden los pelos, Y o trabajo, otros disfrutan.
Dicen que el mundo es así . ..
y más si son dos vidas solitarias
Puede ser; pero algún día
las qu'entreveran sangre y sufrimiento.
Lo tendrán que corregir.
Uno aquí y otro ayá, por las estancias
-pelusa'e cardo qu'esparrama el viento-- Mientras, mi pan voy peleando
es~s hijos sin padre se te quedan, hoy aquí, mañana allí.
mzentras vos ves gastarse tu deseo La vida es cosa difícil,
de ajuntarlos un día ¡pero es tan lindo vivir/ . . .
en un rancho con sdl, alegre y nuevo. (Tierra Amarga)
54 55
miento bien h abitual. El saber que su deformación
física lo había excluido, joven, de lo? pla:~r~s de la
belleza real y juvenil. En el que emp1eza: Tu, desdo-
blooa cinta al aire".
Aunque su familia, de escasos recursos, comprendió
su drama a punto tal que Piccatto nunca se vio obli-
gado a trabajar para sustentarse, en esa hora de la
Pedro Piccatto (1908-1944) juventud, cuando sólo cuenta lo que nos falta Y no
lo que nos dan, era su amarg~ra la de una. ~.oche
cerrada: "Y para siempre - tierra y angustJa -
Era giboso, con una doble giba de pecho y espalda.
asl escribía.
Según declaración de Líber Falco la mala suerte se
ensañó con él cuando era un niño y contaba apenas A veces sentíase acometido por desfallecimientos ma-
más de un año. Habiendo sido llevado de paseo al soquistas en los c1ue se veía a sí mismo como una_ abe-
Parque Rodó, el niño se deslizó de los brazos que le n·ación: "Deja corazón que tus luces vayan prendiendo
sostenían y cayó fracturándose la columna vertebral. i·osas sobre la soledad - Y acuérdate que eres sólo un
Cuando su conciencia se asomó a la vida corrió, natu- r umor que no debió nacer".
ralmente, la burla colegial como un azote sobre su El verdadero drama de este poeta fue, en última
desventaja. "Ah mi niñez - paloma en las tormentas" instancia una· luch a contra Dios. Su desgracia no po-
- escribirá después. día arre~larse pensando que todo había sido producto
Toda la vida y la obra de Piccatto se concentrará ele un ciego azar. Se necesitaba algo _más responsab~e,
en esta lucha contra sí mismo y contra el mundo, para si es que se quería encontrar al prop1o padecer algun
hacerse dueño de su situación. Vivió sólo 36 años, y sentido. Qué profundamente personales son esto_s ver-
su libro póstumo, que apareció gracias al esfuerzo de sos: "Heridas comparables a las que sufre D10s
sus amigos, lo muestra victorioso de sus penalW.ades. cuando crea el dolor de un inocente".
Toda la fuerza del dolor está allí para confhmarmos Asimísmo, cuando le domina .el sentiln.iento de la
la verdad y aun majestad de su patetismo. tran sparencia que, enfurecido de soledad ,n~ halla eco
Excepto el amor de su madre, casi p odríamos ase- en los seres que pas~n, este hombre se. Siente co~o
gurar que Piccatto no se sintió atraído por otro. Casi- habiendo sido predestmado a un marav1lloso destmo
<.lecimos, porque según sus íntimos había en él una de caridad. Y así dice: " El ciclo tuvo celos - cuando
<.levoción -que de secreta sólo pudo intuirse- por te vio nacer. - Traías el destino - de darte sin pedir".
.María Adela Bonavita, ya enferma, a quien el poeta Son, sin duda, su infancia humillada y juventud
en esos días visitaba. Cuando ella mucre, son, según inadve¡·tida quienes le han predispuesto parn entregarse
los amigos, para ella escri tos estos dolientes versos de a un amor sin recompensa.
"Azul en Sombra": Ya hemos dicho que el libro de Piccalto es una
"Yo tenía victoria No es sólo la lucha contra el dolor; es la
un descanso npropia~ión del mismo, el sefiorío úl timo y espléndid_o
Bajo qué corazón desde donde mira la vida, una ve7. que su padecl·
bajo qué pie mien to fue bebido h asta las heces, y aceptado.
pude perderlo?" Pocos símbolos hay en su poesía. Entre ellos apa_rece
Lo sólo cierto es que, de existir, fue éste un afecto mucho el de la rosa, que significa -como casi siCm·
completamente silenciado. No pasa lo mismo con el pre- la más cumplida expresión de la belleza. El
Hmor m aterno que sus versos ostentan bien gr·abado poeta se pregunta si esa belleza . es m~a manera d~
a buril. morü· en la inocencia o es la v1da nusma que esta
palpando a Dios para 'sub!r. Pero, adef!l!Ís, la rosa -
Uno de sus poemas más conocido es aquel en que simbolismo aparte- no de¡a de ser la s1mple rosa, una
ha cantado una situación que tenía que serie sufri-
rosa cualquiera de un jardin. Y de esta manera ha
!$6
57
encontrado Piccatto lo me jor de su alma cuando dice: Ill
"Y asi - quedaba yo como una rosa - cuando sale
de las manos de Dios". Madre
Este Dios enemigo 1 por lo tant o, se ha convertido en esta tarde
un D10s compañero. Azote brutal en primer término, no me importa esa mano que le roba
no sólo le ha enseñado todo, sino que se ha identifi- colores a la rosa
cado con el ser del poeta. Al final de cuentas le ha
resultado de una indecible suavidad. y en 'la lenta
De esta manera, después de tantos amores imposibles,
soledad de la piedra
logró el poeta g iboso estos estados casi seráficos: (Léase los va poniendo para que ésta sueñe.
el poema VII de "Sangra!''). Luchó su buen combate Hoy
contra el Angel. Fue una lucha con vociferaciones sar- no me importa esa mano.
cásticas y aullidos de dolor animales.
Vivo y retengo
Por eso no nos resignamos a creer que esta poesía, solo
brotada de fuentes tan ardientes, sea cruel y ligera-
mente definida como una "poesía pequeña". Puede tu rara calidad
leerse un retrato "definitivo" de Piccatto por Mario rosada queja
Arregui (Marcha, 14/7 /.1944•), y un recuerdo erudito muda.
Y corunovido de Martín Enrique J auregui (Dionisia
Tt·illo Pays) en el N• 34 de "Asir".
. Ob~·as: Poemas del Angel Amargo (1937); Las Anti-
Como si me alcanzaras una flor
cipaciOnes (Obra Completa, 1944). o me abrieras un libro
estoy pendiente de tu gesto
r de tu voz ...
Tu voz.
Pienso que de ella
puede llegarme,
convertido en tu cuento,
. el infinito.
Te escucho.
T e contemplo.
Y el ardor,
los paisajes
r t[a avidez del niño
vuelven a ser aguas azules en mz cara de hombre.
62 63
Umbral de la belleza
Y camino para todas las alas,
mi intimidad
soiiaba . . .
De lejos le venían
como un temblor impuro,
sobresaltos de sombra.
Pero no 'la tocaban
ni la herian . ..
Juan Cunha (1910)
Apenas levemente la turbaban.
Una vez se encontraron en un café, mientras traji-
Pero no lo tocaban naban sus pobres trabajos, Líber Falco y Juan Cunha.
(Cunha, portafolio; Líber, una muestra de hilos de
ni la herían colo¡•es). H ablaron de sus poesías. Y Falco se fue per-
como no toca al ángel plejo. Juan Cunha le había dicho: "Y ... yo ... todavía
ni lo hiere me ando buscando". No recordamos el año exacto, pe-
la nube de un dolor. ro era por lo menos un lustro antes que apareciese
"Sueño y r etorno de un campesino" (1951). Los de
(Angel Amargo) la barra de "Asir" tuvimos la suerte - hoy, honor-
. de haber sido escogidos por el poeta como los primems
VJI lectores de esta obra en la que aparecía, al fin, el
Cunha fundamental.
A lguien,
No obstante esto último, CÍJICO años 1uús tarde, en
cuando entre brisa y árbol utilísimo estudio (M archa, N• 8ZZ, 1956) Emir Rodrí-
suelta la mariposa su pana guez M onegal escribirá que si h abía en Falco "la os-
Y es una inmensa flor en flamas cura intuición esencial de la verdad de cada p alabra,
la tarde de cada dolor", estando destinado a componer un único
poema; su contraste era evidente con este otro poeta
Y su cristal, "proteico, elusivo", " del experimento lírico hacia den-
alguien, tro y h acia fuera". Líneas después, agrega: "Cunha
alguien m e quiere amar sabe demasiado; tantas voces (¡ay!) como poetas h a
Y no se atreve! l eído". D os años más t arde en "El Ciudadano" (Z4-I-
1958) Arturo Sergio Visea m antiene idéntica duda:
( Sangral) "Esa núsma riqueza puede despistar al l ector que, ma-
reado por tanta diversidad do tonos, termina pregun-
tándose cuál es el esencial ( ... ) " . Y hace muy poco
(M archa, N• 1278, ZO-X-1965) por la visita que Angel
Rama hiciera al poeta, nos enteramos que tiene nada
menos que siete libros de poesía en preparación. Ha
publicado ya catorce y h a cumplido 55 años. En dicha
nota leemos asilnismo esta confesión: "porque yo hice
sólo t res años de escuela en Sarandí y aquí un año
de liceo completo, no más".
Cunha ha sido, pese a ello, lector de abundantísima
poesía, y gran lect or. Su versatilidad, su polifonismo
65
no impiden tampoco señalar l os dos o tres núcleos A la égloga íntima, a la interpretación del alma
t emáticos más importantes de su producción. popular agregamos, en tercer término, el tema de la
Quizá la triunfal entrada de Cunha a nuestra poesía muerte, que ahora parece dominante en l a poesía de
-tenia sólo 19 años cuando escribió "El pájaro que Cunha. En él adopta a menudo la actitud de un hombre
vino de la noche"- si bien le sirvió como estimulo que ha sido sorprendido, golpeado desde atr ás en el
imperecedero, también lo colocó, a nuestro ver, en si- hombro, suprimido en un solo vistazo, y que se va
tuación peligrosísima. El extravío y el caos no estaban con el aire de quien dice "chau". Pero dicho de tal
lejos. modo que deja patente lo popular, lo profundo, lo
triste, y la aceptación rápida de la tremenda sorpresa.
Así Brughetti, que habla de este primer libro como No encontramos, por ejemplo, ninguna declarada ma-
de un "libro milagroso", se apresura a comprobar, na- n ifestación metafísica y r eligiosa. Prefiere lo sumario,
d a más que al año siguiente -época de "Guardián lo sintético, y las palabras diarias con que los seres
· Oscuro" (1930-1935)- que "en contacto de influen- n1ueren.
cias perniciosas, demuéstrase incierto caminan te".
A través de los sucesivos influjos esta producción
Desde entonces desarrolla el poeta esa prcducción de se mantuvo siempre como cu idadosa de congeniar con
experimentos, tentativas e imit aciones que, si bien las vigencias de la hora. Mas últimamente, no. "L a
hace un alto en 1951, se continúa como h emos visto poesía uruguaya viene tomando p or otros caminos muy
hasta hoy . distintos, y Cunha, ayudado por su hurañía, parece
Habiendo tantos Cunhas, cada lector puede el egir el alejarse cada vez más de todo esto que corre y cambia
suyo. Hay un Cunha oscuro y torturado; un Cunha y se agi ta en la ciudad" (Angel Rama) .
exquisito y m·tificioso; un Cunha profundo y popular; Obras: El Pájaro que vino de l a Noche·.( 1929); Guar -
un Cunha aéreo y volatinero. dian Oscuro (1930-1935); Tres cuadernos de po.esía
P or los temas, sin embargo, es fácilmente enlazable. (1933-1936); Cuaderno de Nubes (1945); Seis sonetos
Está primero el tema de la infancia, su natal Sauce ele h umanos (1948); En pie de ar pa ( 1950); Sueño y
Illescas, en Florida. Es el campo, las auroras campe- retorno de un campesino (1951); Variación de rosamía
sinas, !os entrañables seres familiares, los ganados, los (1952); Cancionero de pena y luna (1953); Triple Ten·
cerros, las faenas, el lucero. Este subjetivismo ha sido t ativa (1954); H ombre entre luz y sombra (1955) ·
definido como "una égloga íntima". Pero en ella cabe Gestión Terrestre (1956-59); A eso de la tarde (1961):
toclo: la ironía rebelde, el viejo refrán, su angustia y
desamparo de exilio en la urbe, el canto popular, los
índices de la injusticia, la nostalgia, el buen humor, el
malo, y, sobre todo, como un blanco impacto sol ar, el
asombro vir ginal y revibrante que fue su infancia. Qué-
clase en la sensación ele haber perdido el paraíso.
A esta égloga íntima agregaremos como segundo
tema importante la preocupación por dar en profun-
didad la ¡Joesia popular. Cunha lo ha logrado plena-
mente, si bien caben momentos discutibles. Creemos
junto con Rugo Emilio Pedemonte, el mejor crítico
de "Sueño y retorno de un campesino", que puede ser
juzgado como "nativista" la poesía de este libro. Pero
no en dichos tercetos, sino en formas más popula1·es:
copl as, cantares, y lo que el autor llama "guitarreos",
donde el pensamiento, la queja y el tono profundo se
asocian al verso que no quiere hacerse olvidar. A si-
mismo, en algunos "Sonetos Humanos" del "Hombre
entre luz y sombra".
66 67
Guitarreos Sonetos
V ine para decir tu primavera
Y o tenía una canción Digo para nombrar dulce tus aves
La canción era mi vida Por abrirte las flores que tú sabes
Su pañuelito a lo lejos Para hacerte de todas la primera
La tarde que se me iba
Era hermosa la tarde y cómo era
Si la evoco de pronto ya ni cabes
Se oyó de la voz el eco
Eres tarde infinita ya sin llaves
Se perdió en la lejanía Estás en donde esté y yo te quiera
Y después vino la noche
Sobre los pasos ddl día Que estás en donde estoy hoy y te qu.'ero
Y a no me importará decir me muero
Y o tenía y ya no tengo Porque no será cierto de seguro
Ni ya tendré me decía 1 1
Me marcharé antes que sea Pero vine no más para decirte
Silencio de abajo a arriba Que ya no podrás irte ni morirte
Por más que se haga triste y ponga oscuro
( A eso de la tarde)
*
Una tarde r{{yada de garúas Posado entre ambas márgenes se alisa
Recuerdo el viento aquel como un cuchillo El pájaro del día su amplia pluma
Antes que se le vaya o se consuma
Pero entonces qué gracia era en el tiempo
La •l uz que ya denota cierta prisa
Que uno no le hace ascos al destino
Tiene no sé qué vago la _brisa
La recuerdo patente y hoy quién sabe Que dice de ponerse a hacer la suma
Por qué es que la m emoria la ha traido Disimula el cnnsanc:'o que la abruma
Una tarde de invierno como tantas Y parece que en sueños anda y pisa
Pero hoy viene del fondo del olvido . /)espués del diario vuelo se detiene
Tiene la luz el aire que conviene
Tantos otoños m!smo legua a legua
A descampado invierno y desabrigo 1 El aire ante la luz tiende a inclinarse
T dl vez de más atrás de espacio y tiempo Se callarcín las voces •las pisadas
M e llegó su humedad su olor su frío Las alas los recuerdos las mirad.as
Donde el pájaro del día fue a posarse
(A eso de la tarde) . ( A eso de la larde)
'68 69
Espacios Cantares del Camino
43 Mas si me vaya a la tarde,
Tuve miedo ante el ·rocío Tarde, o ya noche cerrada,
Una vez cierta mañana Que al menos no me acobarde
En cada hoja un ojo Si me topo con la nada.
Me miraba
44 Anoche sonaba, oscuro,
En cada brizna de pasto Oscuro gotear de fuente,
Un ojo igual al silencio Lo oíste? Y o te aseguro
Y desde el gris de las piedras Que me goteaba en la frente.
Sentí los ojos del tiempo
47 Cruzó, a lo lejos, un canto .
Poco después se alejaba De hombre que r¡mda su camino.
De galope un potro blanco Después, silencio. O el llanto
Apenas dejó sus huellas Del aire, en un viejo pino.
Húmedas sobre el campo
48 Y quedó el agua goteando
Sus cuatro cabos azules Imperturbable, insidZosa;
Todo a lo largo del aire Tenaz, sin pausa, horadando
Nada más sólo un relámpago Olvido a olvido, una losa.
Pregunté no lo vió nadie (Cancionero de pena y 'luna)
Misterio lo de la tierra
Misterioso lo del cielo Repaso
Pregunta que te pregunta Veinte arios hizo ayer que yo llegaba
Por ver de correr el m iedo Del campo, con mis pájaros - qué lío.
Indagué quedé esperando Y aquí, de torre a torre, los soltaba ·
Y es el caso que indagaba Con temblores aún de bosque 'y río.
Desde antes del relente Y hoy me encontré que de su vuelo r pío
Y de muy antes del alba No más, sino la ausencia, me quedaba.
Me dije acaso lo sep,a Ninguno de mis pájaros cantaba.
Y pues tal vez se me aclare Y miré sin un ala el cielo frío.
Cuando pise otro terreno Veinte años. Tantos días. Pena tanta.
A la vuelta de la tarde Tanta tanta nostalgia acumulada
Al extremo de mi calle Y acumulada esp:na en la gargant,a.
Cuando doble cierta esquina Qué será de mi monte y mi torrente.
Bueno entonces •lo sabré Adónde, adónde, adónde mi band~da.
Sin que nadie me lo diga Eran veinte, •los años; y hace veznte.
( A eso de la tarde) (Hombre entre luz y sombra)
70 71
Vivir Refrán
Este sufrir inviernos y veranos: Saben decir (los viejos) en mi pago:
Conjunto p.adecer, noches y días. "Frito el sebo, se ve los chicharrones".
Este sobrellevar a diente y manos, Y ésta pues es la cuenta que me hago
El bulto, y cada vez con más estrías. Al recordar tal dicho y sus razones.
Y en cada esquina hallarte alevosías. Si el aplicarme a mí tales renglones
Y sentirte los pasos, todos, vanos. Dice que a tal me atengo, desde luego
Y a cada vuelta del camino, arcanos. También quiere decir que apuro el fuego
Y ya nunca encontrar lo que querrías. Por si la muerte sigue mis talones.
Respirar, y beber (sucintamente): Mas sí debo advertir que no me asusta
y cavilar, con vísceras r frente: La ceniza ( famosa); y que me gusta
Y venir y volver y en movimiento: Mientras tanto quemarme, y sin relevo.
Así vive y se muere el bicho humano Y ya que sólo cuenta el rendimiento,
Mientras parla consigo mano a mano Chirriaré hasta la hora y el momento
Sólo con su ceri'lla contra el viento. De ver qué chicharrones rinde el sebo.
(Hombre entre luz y sombra) (H ombre entre luz y sombra)
Existir
Qué cosa, el sólo hecho de vivir;
Este andar, y mirar, y más cantar.
Y saber que mañana has de morir:
Que todo será nada, y ya no estar.
Y oler, ver y beber, y preguntar.
De milagro en milagro, ir y venir.
De dónde viene e.l gozo del decir.
Y cuánto será el día del callar.
Y entre seres y seres ser un ser
Con su parte en la brisa y el albor.
Su porción en el dlba y el albur.
Con el día gozarse, y padecer
Con la noche, y erguirse con la flor:
A qué norte, venido de qué sur.
72 73
torturante ceguera de no saber a qué concretamente se
está refiriendo el poeta. En cierta ocasión -recorda-
mos- cuando dirigíamos la página literaria de "El Ciu-
dadano" con Arturo S. Visea, en procura de hacer
conocer esta poesía a los lectores, pasamos más de una
noche intentando en vano, no desentrañar el sentido,
sino, más sencillamente, descubrir el sujeto -la perso-
na o el dios- en la composición titulada "El Cíngulo
de Oro". Días después aclaró nuestro enigma Roberto
Sara de Ibáñez (1910) lbáñez. Y si hacemos una comparación de la poesía de
éste con la que ahora nos ocupa -y con la que tiene
sin duda puntos de contacto- de inmediato salta en
Quisiéramos que el lector meditara previamente este nuestra mente la frase de Supervielle: "Roberto Ibá-
juicio de E. Anderson lmbert, pa1·a después seguirnos ñez se aproxima a las fronteras del hermetismo sin
en la declaración de las dificultades que nos ofrece jamás traspasarlas".
esta poesía.
P ara Anderson I mbert esta oscuridad proviene de
"En Uruguay el primer nombre que acude es el de las imágenes, se quintaesencian y, al final ele un pro-
Sar a de lbáñez, cel ebrada ya en su inicial "Canto" ceso mental muy trabajoso, acaban por ser símbolos
(1940). El prólogo era de Neruda. Había algo más de herméticos. Pero nosotros agregamos más: en este ba-
Nerucla en "Canto" y, también en "Hora Ciega" rroquismo extremo -que iguala al de Góngora- el
(1943). Rapidez y dispersión en el fuego abierto por lector está obligado a adivinar, y a adivinar nada me-
la fusilería metafórica, palabras en discordia que se nos que el sujeto; la persona, cosa, idea o sentimiento
acometían con la energía de arcos voltaicos. Sólo que de que se habla. Si uno logra acertar, la belleza en-
Sara de l báñez tiene l a maestría del metro, de los tonces del poema aparece de golpe.
acentos, de la rima, de la estrofa. Somete el frenesí de
su lirismo al rigor de versos de pe!"fectas formas. La Pero no todo felizmente, enciérrase en este amura-
oscuridad de sus imágenes no se debe a que se queden llado hermetis~o. Nosotros h emos elegido y puesto al
desordenadas en el fondo de la subconciencia, tal como comienzo de nuestra selección aquellos poemas de inte-
nacen, sino que se alambican, se quintaesencian y al ligencia más inmediata. Los ejemplos posteriores ya no
final de un proceso mental muy trabaj_oso acaban por son fá ciles.
ser símbolos herméticos. Sara de Ibáñez penetra en El tema erótico en todas sus etapas y el de la muer-
las cosas y se deja penetrar por ellas; y el hermetismo te acompañado éste por una perplejidad óntica Y. reli-
de sus versos es porque se refieren n esa violenta gi~sa son los predominantes de esta poesía. Cuando
interpenetración y se dejan encerrar en una frontera Neru'da la llama "cruel poetisa", suponemos que lo
donde las palabras cambian de valor. "Pastoral" 1948), dice a causa de l a lucidez fatal con que ella se ve y
en tres "tiempos", cada cual con su tono y su forma se vive dramáticamente la destrucción de su persona
estrófica, hace fluir musicalmente un río de luces, en el Eros y su retorno a las fuerzas ciegas, univer-
flores, peces, trigos, perros que llegan a esa frontera sales, tan ' igualment e genesíacas como apocalípticas.
y la traspasan. El poema "Artigas" (1952) sal e más al Pero a esto llega, después de haber llenado el mundo,
exterior, se apoya más en una materia pública; pero su cuerpo y su alma, de los mós suntuosos esplendores,
no se aleja mucho, y el lirismo es, a fin de cuentas, pulidos como metales, que h a quizá producido la poe-
más poderoso que lo épico". sía femenina en América. La recurrencia a Sor Juan
Efectivamente, este "traspasar las fronteras" hace Inés de la Cruz hácese bien obvia, en ciertos casos.
que un cierto número de composiciones de esta poetisa Este sin fin de destilaciones a que Sara de Ibáñez
permanezca más allá de nuestra comprensión. Toda la somete cada uno de sus versos -sobre todo cuando
belleza de las estrofas, rimas, acento, imágenes, queda compone en formas estróficas consagradas, el soneto,
entonces para nosotros en el aire, agobiados por la la lira, la décima- si bien crea las dificultades de
74 75
comprensión mencionadas, asegura un tipo de belleza
que puede bien ser definido ¡:omo un refinado deslum-
Las voces
bramiento. Así en "Primavera", poema inicial de "Las
Estaciones" compuesto en décimas, tenemos versos co- Con un manso rumor de lentas aguas
mo éstos: "A trino embridado atreve, - su inocencia
nemorosa", donde las palabras tienen la justeza de las
que por los tallos de la noch~ .ruedan,
incrustaciones del orfebre además de estar m agnífica- abren sonrisas de apagados lm.os
mente aliteradas. Para dar ahora una idea de su r efi- la coral ciega.
uumiento nos basta con leer esto otro: "Avanza por la
espesut·a - caliente de los aromas".
!
Flores frías del pánico desvelo
Cuando Sara de Ibáñez deja a un lado las formas
estróficas consagradas adquiere, entonces, una calidad oigo caer en cristfllina mue~te,
de tono no sólo muy personal sino muy sugeridora de y cruzar entre rafagas, hendas,
ese peculiar tipo de soñación que calificaríamos de lenguas de nieve.
germana. Léanse "Las voces". Nos gustaría verla in-
sistir m ás en este tipo de poesía.
Oigo el borrado son de las raíces,.
Cabe agregar finalmente que cuando esta poetisa
se ha obligado a tratar un tema público como en el
el ceniciento chorro de su audac:a
"Canto a Montevideo" y en el "Artigas", ha sabido tiniebla adentro despeñar pcrd :do
revel arse como finísimo poeta-intérprete. Hacemos este la voz ajada.
elogio sin olvidar que habría, a nuestro ver, que reducir
en estas dos composiciones la participación propiamente
Hrica, sobre todo }Jara quien sabe tan soberbiamente Ay bosque, bosque d.e gargantas, bosque
trabajar lo visual. de la¡úlaria niebla l1berado:
Obras: Canto (1940); Canto a M ontevideo (1941 ); a tu pavor instrumental someto
Hora Ciega ( 1943); Pastoral (1948) ; Artigas (í952); mi oído blanco.
:Las Estaciones (1957).
( Las Estaciones)
. ?
(_, •
Dejóme Dios ver su car.a
cuando entre paloma r flor
sobre aquel cielo mayor
brotó una blanca dlmenara;
dejóme Dios ver su cara?
IV
Plegaria
LA SON RISA que adiestra al viento lacio
Si tú estás allí, en lo oscuro, con derramadas curvas de amapola
señor sin rostro r sin paus.a; acrece flor a flor mi t:"erno espacio.
si tú eres toda la causa
y yo tu espejo inseguro. Brinca mt sangre en su olorosa ola
Si soy tu sueño, y apuro r al círculo bullente me encadena
sombras de tu sueño andando el cuajado ,a demán de la corola.
p;onuncia un decreto blando;
lzbrame de no pensar, Muerto hacia atrás qué fresca luz me viste
y echa mi polvo a vagar el torso puro que la fuente estrena.
eternamente pensando. Nacen conmigo el álamo y la arena.
(Las Estaciones) Un orto de la espuma nos asiste.
80 81
Toda huella me asalta. Con un szgno Quiero mi luz perfecta,
prisionero golpea en mis retinas. mi firme desnudez de piedra antigua
Cantos robados al amargo cielo La simple vía recta
se enredan en las hierbas cristalinas. y la vertiente exigua
Jadeante de visión y turbio celo que toda sed sin alas apacigua .
me alza •la brisa entre sus garras finas. •
Y el llanto que en su ráfaga me escuda Diré a mi nube blanda
del cruel abecedario me desnuda. Can de mi pensamiento, vuelve al río
( Tiempo II de Pastoral) Tus espumas desanda.
M uérete en el rocío
De los Vivos en el oro, en al sangre y en el frío.
ll
Deja en paz mi cabeza
Traspasé las fronteras de la rosa desfigurada por tu mar volante.
pisé caminos que la luz no usa No quiero la destreza
y entre fríos cabellos de medusa de tu piadoso guante
malgasté mi sonrisa más dichosa. ni tu victoria tímida · y menguante.
Contra el viento solté una mariposa Vete, disfraz del llanto.
y ví mis huesos relucir confusa. Arráncame tu hiedra engañadora.
Oigo el coro enterrado que me acusa Sáname de tu encanto
desde mi propia carne temblorosa. estas briznas de hora
en que tu eclipse audaz no me devora.
Empiezo a andar sobre mi voz ardida
y ante la audacia de m.i boca acerba Retorna a 'la difusa
que devora dos ríos paralelos, fuente donde busqué tu mal amigo.
en su humildad perfecta defendida Mi silencio te acusa
la señal de la muerte hace la h"'erba porque ya no consigo
doblada ya sobre futuros cielos. consumir sin dolor mi oscuro trigo.
(Canto) (Canto)
Liras
VIII Isla en la Tierra
Sosegaré a mi nube.
Diré: Vuelve a tu cisne innumerable Al norte el frío y su jazmín quebrado.
Al aire grande sube. Al Este un ruiseñor lleno de espinas,
Déjame en lo durable Al Sur la rosa en sus aéreas minas,
Dispersa ya tu muro imponderalile. y al Oeste un camino ensimismado.
82 83
Al N orte un ángel yace amordazado. ¿En mí vas a apagarte?
Al Este el llanto ordena sus neblinas. c.Yoy a ser yo e.l silencio de tu fuego?
Al Sur m i tierno haz de palmas finas, ¿L ogrará sujetarte
y al Oeste mi puerta y mi cuidado. este círculo ciego,
esta prisión amarga que te entrego?
Pudo un vuelo de nube o de susp.'ro
trazar esta finísima frontera ¿O soy yo quien me fundo
que defiende sin mengua mi retiro. en una claridad desesperada,
Un lejano castigo de ola estalla y contigo m e hundo
y muerde tus olvidos de extranjera, y ya voy libertada
mi isla. seca en niitad de la batalla sin comprenderte y en . el suei'io anclada?
(Canto) (Canto)
Liras
1
Pasión y Muerte de la Luz
Rosa, rosa escondida
- finísimo cometa de jardines-
que en mi carne aprehendida JX
cierran 'los querub!nes
con una lenta curva de violines. Yo te sentí, palom a, en las m e jillas
recién salidas del manzano alerta.
Herida, herida vienes. Tu cauto pico me encontró despierta
Tu sangre por mis venas adelantas; deletrf!_ando arenales y gramz1llas.
en mi voz te sostienes,
y sobre aéreas plantas, Jugaba un a:re enano en mis rodillas
amor secreto de la hoguera, cantas. cuando tu anunciación pasó rni puerta.
Liviano amanecer, mi frente abierta
El filo vigilante sufrió la voluntad de las semillas.
del hielo te cercó por la negrura.
Atravesó el diamante Turbada transparencia me dejaste.
tu briosa frescura Porque tu blanca miel labró mis huesos
y fue sólo un perfume tu armadura. y en limo y hojarasca me encerraste.
Tú vuelo sumergido
V uélveme por los cármenes ilesos
sorprendió la raíz de Los desiertos. a la escasez de •lengua en que me hallaste,
Y o escuéhé tu latido
a través de •los muertos . en un grano de azahar, los labios presos.
que a.ú.IJ. tier1:~ tu relrfrnp~go iesp{!J;.i w< ( Hora Ciega)
84 85
Balada de la Extraña Fuente La flor olvidó su brillo.
Cayó la fruta sombría,
I y el tiempo labró con nieve
las pulcras manos amigas.
La reina estaba dorm:'da.
El rey estaba despierto. Alza la reina, llorando,
Entre la reina y el rey su copa llena de frío.
abrió la fuente en secreto. La reina bebe despierta
pero el rey está dormido.
Llenaba el rey copa de oro
y a la reina la ofreéía. ·(Baladas y otras canciones)
Ella se inclinaba en sueños ( Inédito)
al claro cristal sumisa.
Bebió el rey, bebió la reina,
él despierto, ella dormida. Balada de la Señora de las Nieves
Sobre amargos resplandores
el camino los unía. Sentada en la roca fria
donde comienza la muerte,
¡¡ olv!do a su sombra pide
El rey estaba despierto. •la señora de las nieves.
La reina estaba dormida. Un prado con lirios guarda
Entre palomas y acacias ba;o los párpados leves,
la fresca fuente bullía. -y en él una flor perdida-
Llenó el rey su copa de or6 la señora de las nieves.
y a 1la reina la ofrecía.
La copa tocó sus labios Y en la flor perdida el mundo
y le quebró la sonrisa. con sus torres y sus fuentes,
y en su soledad perdida,
Bebió el rey, bebió la reina, la señora de las n:eves.
él despierto ella dormida;
su rostro una flor del aire Por su soledad andando
donde la sangre se oia. llegó a ser su propia ausente:
ya nada puede perder
¡¡¡ la señora de 'las nieves.
Juntos cruzaron arenas, Sentada en la roca fría
campos, montes, aguas, villas, donde se acaba la muerte,
bebiendo en la misma copa, en su antigu.a flor despierta
él despierto, ella dormida. la señora de las nieves.
~7
Voces del nublado mundo Tanto tiempo duró el combate,
que una extraiía flor sostiene, tanta fatiga me flagela
sufre entre obstinadas flores con un turbión de ajados rayos
la señora de las nieves. que ya no quiero el alba nueva.
Quitadme al punto piel y sangre,
Y aquel encendido prado romped los huesos que me encierran,
que en la vaga sangre duerme que mi desnudo brille rfío,
escucha entreabrirle el pecho y se acrecienten las arenas.
la señora de •Zas nieves.
(La Batalla)
Memoria a su estatua pide (Inédito)
y en su blancura se pierde
-su rostro una flor intacta-
la señora de las nieves.
Por su soledad andando
llegó a ser su propia ausente.
Blanca en las blancas fronteras
la señora de als nieves.
(Baladas y otras canciones)
(Inédito)
Clamor Guerrero
Que me quiten esta armadura
lejana flor, pobre corteza,
polvo del fuego sojuzgado,
'llama que el infierno alimenta,
que me quiten esta armadura
fina piltrafa de la guerra.
Que me arranquen esta coraza
donde un lejano bosque suena,
Y. con gargantas sibilinas
a mi triste furor se pega.
Auxilio, dioses, si podéis
reconocedme en esta niebla.
88
nedetti proseguía viento en contra. Y. viento en popa,
arrasando con .todo .
. Cuando .aparecieron sus "Poemas de la Oficina", un
¡oven escntor -que gana su pan como bancario-- se
impresionó t anto que quiso saltar ele su lecho y co~·rer
por las calles - así como estaba- para darle un abra-
zo. Y este gesto virtual lo explica toclo .
. Las ganas de gritar, de llorar, de í nsultar, de escu-
Mario Benedetti (192Q) pl~, ele romper algo, que· tienen los hombres y mujeres
mas o menos ·c ultos y que se sienten estafados por sus
tareas d~ ofi~inas, habían encontrado a su rapsoda. Que
Estamos ahora en presencia del más leído de los es- Benedeth esta .profundamente agradecido a ese público,
critores uruguayos actuales, si exceptuamos como ya lo prueba el s1gmente caso: cuando discutíamos con él
dijimos a los gauchescos. No se imaginaba -estamos l~ selecció~ de poemas a inserta!· en la presente antolo-
seguros- el tímido hombre y escritor que apareciera, gia, nos d1¡o: - No dejes de poner "Dactilógrafo" .
h,ace más de quince afws en "Marginalia", las trans- -Pero che, no nos gusta.
formaciones que se operarían en su vida y su literatura.
Aunque nacido en Paso de los Toros, se educó desde · - No es nada . .Ponel"o. Es el poema mío que ha te-
niño en Montevideo en el Colegio Alemán. Creo que nido más éxito.
esto lo signó para siempre. Vengamos ahora a la discusión. ¿Es poesía o no es
Benedetti ha cultivado todos los géneros. Benedetti poesía la que escribe Benedetti? Empecemos por esto:
ha leído todas las literaturas, ha cedido a todas las Benedetti cultiva lo que él, después de Nicanor Parra,
influencias. Y cuando creíamos que su arcilla no iba ha llam.ado la "anti:poesía" . N i melodía, ni · ritmo, ni
a lograr nunca forma definitiva, apareció, mondo y nma, m metro, ele los consagrados por el uso.
lirondo ese tipo que tedas conocemos: el l\1ario Bene- El canto pasa a ser una conversación. Pero una con-
detti de "El País de l a Cola de Paja", de "L os Poemas versación que tiene énfasis. Medim1te la repetición de
de la Oficina" y de "Gracias por el Fuego" . El best- un mismo vocablo y enúmeración en torrente la tre-
seller de la ciudad. pídación.··del ·espítltü se comunica con facilidad.' Se ayu-
El túnido se hizo audaz y buscó imponerse por la da de palabras gruesas y . del giro vulgar del lenguaj e
denuncia y ei escándalo. Había, por supuesto, antece- en nu e.st~·os momentos de ira, de tedio, de asco. Algu-
dentes europeos, en la utilización del tono sin respeto. nos qu1za pensarán que esto es poesía en estado bruto.
El escritor de estilo intelectual enconh·ó la manera En nuestro país, donde se ha cultivado hasta el har-
de hacerse leer. No tuvo ninguna dificultad en pasar tazgo la poesía lírica hedonista erótica y pastoral era
del estilo Proust al estilo-escoba que popularizó su seu- necesario. una poesía en donde irrumpiera la sáti;·a y
dónimo "Damocles". Con él apareció un nuevo ingre- el humor1smo urbano. Cuando Bencdetti escribe en "Las
diente: el humorismo, que Benedetti aprendió entre los Baldosas": "-cant an los gallos a l as nueve y m edia-
hilarantes criollos, en las redacciones, ruedas de café y que es una hora sin ningún pl'estigio", nosotros reímos
en l as calles. Llegó el éxito. P ero a buen precio. H acía francamente, porque este humor intelectual, desencan-
hablar a una sirvienta, y su literatura no superaba la tado, burlón, nos parece muy nuestro y muy límpido.
que ésta podría escribir. En "Cosas de uno" , el oficinista apurado y cansado de
sumar cifras y cheques de otro, se detiene para mira¡·
Benedetti, trabajador infatigable, no se amilanó. Si su ~ano con un dubitativo sentinliento de propiedad.
alguien decía que había que atarle las manos para que Emp1eza entonces a decirse en voz baja: "yo digo,
la materia pensante no se r etrasara tanto de aqué- no?-' -para descargarse brutal y ele golpe, así: "esta
llas; si algún otro le endilgaba su falta de información· m ano -¿qué car aja-- tiene que ver conmigo?" En este
si un tercero le recetaba otra "vuelta de ecuanil", Be: geste;> no hay rebeldía, casi. No hay resentirr¡iento tam-
91
poco. Nosotros más bien vemos una impotencia tl'ágica.
La función ha devorado para siempre a un hombre. El Nuevo
P ero h e aquí lo que el autor y sus admiradores
callan. Esa devastadora oficina ¿no es l a misma que Viene contento
suministra el confort, la casita en la playa, el viajecito, el nuevo
el sue1ío d e la "cachila" propia, la educación de los
h ijos en institutos p rivados, etc., etc.? ¿Acaso Benedetti la sonrisa juntándole los labios
y su público ignoran que 100.000 d esocupados miran el lápizfaber virgen y agresivo
con ojos d e huérf ano cada uno de esos sitios y puestos? el duro traje azul
¿Y no es t ambién histot•i a patria la miseria de nuestros de los domingos.
pueblitos y rancheríos del interior?
Decente
Es acá donde nosotros vemos l a realidad tramposa un muchachito.
de est a poesía. Y en esto otm, ademns : No siempre se-
r án los otros -y únicamente los otros- los que tienen Cada vez que se sienta
la culpa. piensa en las rodilleras
La nota en que esta poesía discutible lo es menos, murmura sí señor
aparece cuando el autor trata de retener un tiempo se olvida
suyo perdido, o ve a su patria desde lejos, y el desdén de sí mismo.
que siente es el envés de su amor. Asimismo los poe- Agacha la cabeza
mas con el tema de Dios.
escribe sin borrones
Pocas poesías se leen más fácilm ente que las de escribe escribe
Benedetti y logra, más allá de sus elementos consti-
tutivos, dejar una atmósfera diaria, pocas veces vulgar; has l a
poética, aunque más para ser v ivida en la calle, sor- las siete menos cinco.
presivam ente solo, que para ser sometida a un ensimis- Sólo entonces
mamiento terco. susp;ra
Obras: Solo mientras tanto (1950) ; P oemas de l a J' es un lindo suspiro
Oficina ( 1956) ; Poemas del Hoy por hoy ( 1961 ) ; I n- de modorra feliz
ventario (1963).
de cansancio tranquilo.
Claro
uno ya lo sabe
se agacha demasiado
dentro de ve:'nte años
quizá
de veinte y cinco
no podrá enderezarse
ni será
el mismo
tendrá unos pantalones
mugrientos y cilíndricos
y un dolor en 1la espalda
siempre en su sitio.
92
No dirá con mi aburrimiento
si señor debo enfrentar mi mesa
dirá viejo podrido empecinada
rezará palabrotas asquerosa de tinta
despacito . J' de papeles.
y dos veces al año
pensará El sol allí cerqu:ta
convencido sucio domingo
sin creer su nostalg:a pienso
ni culpar al destino yo a veces di consejos
que todo claros como setiembre
todo yo me hice mala sangra
ha sido hasta la madrugada
demasiado a ahora qué?
sencillo. ahora
( Poemas de la Oficina) espesos y rituales
Gardel y un alboroto
bajan del sexto p:·so
Elegía Extra el sdl va recorriendo
tranquilamente
H oy el muro
un domingo y yo como un instruso
como cua.lquier otro y yo como una pieza
uno de esos dislocada
que Dios ha reservado yo- frente al miedo
para el mate de la Ciudad Vieja
la radio despacito
más allá del fervor
para. el amor
repetido en los parques y el pesimismo
para el descanso porque a mis dedos
el vino ya
y el Estadio nadie Los mueve
para 'la dulce farra y quedan más planillas
de la siesta más planiNas
precisamente hoy más inmundas planillas
un domingo cualquiera todas
debo abrir puertas
con siete copias.
de silencio horrible
debo juntarme . ( Poemas de la Oficina)
94 95
mirar el cielo estéril
Angelus y encontrarlo cambiado
h'J.llar que el horizonte
se acercó veinte metros
Quien me iba a decir que el destino era esto. que el césped hace un año ·era más verde
Ver la lluvia a través de letras invertidas, y aguardar con paciencia
un varedón con manchas que figuran prohombres, escuchando los grillos
el techo de los ómnibus brNlantes como peces el apagón tranquilo de la luna.
y esa melancolía que impregna las bocinas.
Aquí no hay cielo, M e desperezo
aquí no hay horizonte. grito
hay una mesa grande para todos los brazos poca cosa
y una silla que gira cuando quiero escaparme. qué poca cosa soy sobre la arena
Otro día se acaba y el destino era esto. la mañana se fue
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste; se va la tarde
siempre suena un.a orden, un teléfono, un timbre, la caída del sol me desanima
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros sin embargo respiro
porque no queda bien que la tinta se corra. sin embargo
( Por. mas rle la Oficina) qué apretujón de ocio a plazo fijo .
Pero n.r1.die [e asusta
nadie quiere
pensar que se ha nacido para esto
pensar que alcanza y sobra
Licencia con los pinos
y .la mujer
yl el libro
Aquí emp:eza el descanso. y el crepúsculo.
En mi conciencia y en el almanaque
junto a mi nombre y cargo en la planilla Una noche cualquiera acaba todo
aquí empiezaz el descanso. una mañana exacta
Dos semanas. seis y cuarto
96
Aquí emp:eza el trabajo. Aquellos dos por ejemplo a la izquierda de.l roble
Mansamente. ( también podrfa llamarlo almendro o araucaria
Son gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
cincuenta sem anas. hablan r por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
( Poemas de la Oficina) ya que a mí no me llegan ~i siquiera los ecos.
4
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
A la Izquierda del Roble pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ell.a deja un zapato sobre el césped
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes sobre todo si él tiene los huesos tristes
pero el Jardín Botánico es un parque dorm:do y ella quiere sonreír pero no puede.
en el que uno puede sentirse árbol o pl'ójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo. Para mí que el muchacho está diciendo
Que la ciudad exista tranquNamente lejos.
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico
El secreto es apoyarse d :gam os en un tronco
ayer llegó el otoño
J' oír a través del aire. que admite ruidos muertos
el sol de oto1ío
cómo en Millrin y Reyes ga!opan los tranvías
r m e sentí feliz
como hace mucho
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes qué linda estás
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido te qu~ero
una agradable propensión a los sueños en mz sueño
a que los insectos suban por las piernas de noche
r la melancolía baje por los brazos se escuchaban las bocinas
hasta que uno cierra los puños r la alrapa. el viento sobre el mar
r sin embargo aquello
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba también es el silencio
y ver cómo las nubes se disputan las copas mírame así
r ver cómo los nidos se disputan los pájaros. te quiero
yo trabajo con ganas
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes hago números
ah pero las parejas que huyen dl Botánico fichas
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube discuto con cretinos
hablan por lo común de temas importantes me distraigo r flasfemo
r se miran fanáticamente a los ojos dame tu mano
como si el amor fuera un brevísimo túnel ahora ·
r ellos se contemplaran por dentro de ese amor. ya lo sabés -
98 '99
te quiero vos lo dijiste
pienso a veces en Dios
nuestro amor
bueno no tantas veces
no me gusta robar fue desde siempre un nmo muerto
su tiempo sólo de a ratos parecía
r además está lejos que iba a vivir
vos estás a mi lado - que iba a vencernos
ahora mimso estor triste pero los aos fu imos tan fuertes
estor triste r te quiero que lo dejamos sin su sangre
ra pasarán las horas sin su futuro
la calle como un río sin su cielo
los árboles que ayudan
un nii'í.o muerto
e.l cielo
'los amigos sólo eso
r qué suerte maravilloso r condenado
te quiero quizá tuviera una sonrisa
hace mucho era nmo como la tuya
hace mucho y qué importa dulce r honda
el azar era simple quizá tuviera un alma triste
como entrar en tus ojos como mi alma
déjame entrar poca cosa
te quiero quizá aprendiera con el tiempo
menos mal que te quzero. a desplegarse
a usar el mundo
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero los niños que así VIenen
pero puede ocurrir que de pronto uno advierta muertos de amor
muertos de miedo
que en realidad se trata de algo más desolado tienen tan grande el corazón
uno de esos amores de tántalo y azar que se destruyen sin saberlo
que Dios no admite porque tiene celos. vos lo dijiste
nuestro amor
Fíjense que él acusa con ternura fue desde siempre un n.hio muerto
r ella se apoya contra la. corteza r que verdad dura r sin. sor•l.hm
fíjense que él va tildando recuerdos qué verdad fácil y qué pena
y eNa se consterna misteriosamente.
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
Para mí que el muchacho está diciendo ahora qué queda
lo que se dice a veces en el Jardín Botániao-, sólo queda
lOO 101
medir la fe y que recordemos Dactilógrafo
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nufistro Montevideo quince de noviembre
qué más de mil novecientos cincuenta y cinco
acaso cuando llegue Montevideo era verde en mi infancia
un veintitrés de abril y abismo absolutamente verde y con tranvías
vos donde estés muy señor nuestro por 'la presente
llévale flores yo tuve un libro del que podía leer
que yo también iré contigo. veinticinco centímetros por noche
y después del libro la noche se espesaba
y yo quería pensar en cómo sería eso
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes de no ser de caer como piedra en un pozo
pero el Jardín Botánico es un parque dormido comunicamos a usted que en esta fecha
que sólo se despierta con la lluvia. hemos efectuado por su cuenta
quién era ah si mi madre se acercaba
Ahora la última nube ha resuelto quedarse y prendía la luz y no te asustes
y nos está mojando como a alegres mendigos. y después la apagaba antes que me durmiera
el pago de trescientos doce pesos
El secreto está en correr con precauciones a la firma Menéndez & Solari
a fin de no matar ningún escarabajo y sólo veía sombras como caballos
y no pisar los hongos que aprovechan y elefantes y monstruos casi hombres
pqra nacer desesperadamente. y sin embargo aqueNo era mejor
que pensarme sin la savia del miedo
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen desaparecido como se acosturr¡,bra
aqur!llos dos a la izquierda del roble en un todo de acuerdo con sus órdenes
de fecha siete del corriente
eternos y escondidos en la lluvia era tan diferente era verde
diciéndose quién sabe qué silencios. absolutamente verde y con tranvias·
y qué optimismo tener la ventanil!la
No sé si alguna vez les ha pasqdo a ustedes sentirse dueño de la calle que baja
pero cuando ltz lluvia cae sobre el Botánico jugar con los números de las puertas cerradas·
aquí se quedan sólos los fantasnzezs . y apostar consigo mismo en térm:nos severos
rogámosle acusar recibo lo antes posible
Ustedes pueden zrse si terminaba en cuatro o trece o diecisiete
Yo me quedo era que iba a reír o a perder o a morirme
de esta comunicación a fin de que ·podamos
(f\loción de Patria) y hacerme tan sólo una tr.ampa · por cuadra
registrarl[o en su cuenta corriente no tener fe ppa clavar las uñas
absolutamente verde y con tranvías no tener nada más que la noche,
y el Prado con caminos de hojas secas saber que Dios se muere, se resbala,
y el olor a eucaliptus .y a temprano que Dios retrocede con los brazos cerrados,
saludamos a usted atentamente con los labios cerrados, con la n iebla,
y desde allí los años y quién sabe. como un campanario atrozmente en rumas
que desandara siglos de ceniza.
(Poemas de .la Ofcina)
Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
Ausencia de Dios las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
Digamos que te alejas definitivamente en mí que estoy enteramente solo
hacia el pozo de olvido que prefieres, sobreviviéndote.
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio, ( Solo m ientras tanto)
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobrevivíéndote.
-105 11
un sentido; esta ambigüedad viene de un sentimiento
de fondo exasperado en donde son intercambiables los
seres, los tiempos, los amores, las muertes, los ascos,
los miedos y olvidos. La tet·cera audacia de I dea está
en la crudeza de temas y términos, que algunos juz-
gan escandalosa. Rugo Emilio Pedemonte despacha, a
nuestro ver, toda su errata en este vistazo: "El narci-
sismo literario puede ser también ·la auto-contempla-
Idea Vilariño -(1920) ción de una imagen repulsiva, o aun de una imagen
sicalíptica. ( ... ) Pero de todo esto no queda una ima-
gen de poesía."
Narcisimo o no, creemos que es para todo el mundo
En cierta oportunidad, en que sentados a la mesa de perceptible la fuente de angustia de donde nace esta
un café, después de haber examinado, procurá bamos poesía y el ritmo con que brota. Y pese a ser esta
nosotros estimular a Idea, ésta nos dijo, con manera materia que trabaja el poeta, de crisis extrema Y des-
más precisa y bella de la que podemos recordar, que garramiento, el ~stilo ·no ha. p7rdi~o sino _ganado en
todo su ser se había sentido siempre m ás cerca de la brevedád, excluyendose la ad¡etJ.vactón, , la 1magen,_ la
muerte que de la vida; que, incluso, le parecía más preparación, la morosidad. Todo es aqut desnud~mlen
fácil lo primero. Podemos casi asegurar que no había to: externo e interno, de alma y de cuerpo; y d1remos
fingimiento alguno en sus palabras, pues el tono de su mejor, h asta de vida, la que pare~e _estar sólo ei7 un
voz y aspecto de su semblante er an l a viva imagen del hilo en estos poemas h echos cast stempre de Sttua-
aniquilamiento.
cion'es y palabras finales.
Es posible sentir en algunos de sus poemas este efec-
to trágico del ser dominado por una voluntad de no ser, Emir Rodríguez Monegal que ha comentado exten-
irritado en una circulante voluntad de autodestrucción. samente en 1956 (Marcha N• 824) el mundo poético
Sin embargo, cuando se inició en poesla con "La de Idea Vilariño, calificó como una t~~porada en el
Suplicante", había en ella una sensualidad estival in- infierno la experiencia poética que surgto de I dea, des-
tensa y ceñida en el afán de belleza y en un esplen- pués de haber padecido l arga y terrible enfermedad.
dor marino. Si bien no innovaba ni en la forma ni en "El poeta ha mudado de piel" ( ... ) "Hay P':etas que
los temas, no había duda alguna en cuanto a la ca- han estado en el infierno y que traen las senales del
lidad de sus facultades. fuego en la piel de las manos ~ en el brillo de l,os
ojos sombríos. Baudelaire (que t1ene ta~to de cc~un
El cambio empieza a verificarse con "Paraíso Per- con esta poesía) fue uno de ellos; tnmblCn lo fue Rlm-
tlido". El poema que lleva este título es, para los lec- baud; también lo es Idea Vilariño."
tores de Idea, uno de los más queridos. Y en él emerge
el mundo de la infancia. El tono es m{ts personal, si Si hemos citado este juicio es para decir que no
bien más discutible que el del primer cuaderno. Apa- estamos de acuerdo. En nada se favorece Idea con es-
recen ciertas repeticiones obsesas de palabr as: "No quie- tas comparaciones. Y además, lo que ella ha escrito
ro - oh no quiero no quiero madre mía" ( ... ) la nos parece que ha llevado otro camino. Hay en Bau-
sucia sucia sucia luz del día". dclaire una experiencia del mal como certidumbre Y
pecado· y hay en Rimbaucl una videncia en la tem-
Comienza aquí la audacia creciente de Idea. Serú pestad 'que no aparecen en la poesía de Idea, y son
primero una suerte de desesperación nerviosa, en poe- atributos superiores de aquéllos. La poesía ele Idea no
mas breves. Luego innovaciones y experimentos en el ha estado en el infierno, porque para ella no hay in-
lenguaje: "ella la ella ella" que le dan al verso un fierno. El mundo del pecado no ha aflorado jamás en
uire de balbuceo, como de persona que habla en sue- su poesía. No recordamos un solo verso en que se
fio, o de quien no piensa en lo que di ce. Claro que muestre -aunque más no sea como metáfora- el dia-
para el gustador de esta poesía dicho balbuceo tiene blo, Dios, las virtudes y los pecados.
196 107
Toda ella, toda su poesía está encerrada a cal y Verano
canto en el mundo del sistema nervioso. Toda ella es
sensibilidad. La lucidez, su idea del ritmo, que podrían ( fragmento)
desprenderla, con su vida propia, de sus cárceles sen-
sibles, están pol· el contrario al servicio de éstas. 1
Su lucidez le suministra convicciones mortales a su Transparente los aires transparentes
desolación. El ritmo actúa como doméstico de su vér- la hoz de la mañana
tigo interior. los blancos · montes tibios
El pensamiento que nos hacemos del infierno estú 'los gestos de las olas
para Idea .e n esta vida. Y sorprende que asaz nume- todo ese mar todo ese mar que cumple
rosas aventuras padecidas; largas, temibles h oras de
enfermedall no hayan dejado en ella n ada de esa sa- su profunda tarea
biduría y magisterio que se ha juzgado milenariamen- el mar ensimismado
te dádiva inapreciable del dolor. En este momento, y el mar . .
por supuesto, nos estamos refiriendo estrictamente al a esa hora de miel en que el ''!stmto
juicio que deducimos de su obra Hrica. zumba como una abeja somno{¡enta.
En cuan to a las influencias que ésta h a recibido, si
bien hablan algunos de Juan Ramón Jiménez y Emilio 11
Oribe; y otros, de P edro Salinas, nosotros creemos que Sol amor azucenas dilatadll:s marinas
las ha superado todas, y hallado su propia voz: la más ramas rubias sen~ibles y tzernas como cuerpos
cruda y audaz en la historia entera de nuestra poesía
femenina; viva en su angustia como hierro al rojo. vastas arenas pálzdas.
Transparentes los aires transparentes
Obras: L a Suplicante (1945); Cielo cielo ('1947); Pa-
raíso perdido ( 1949); Por aire sucio (1 951); Noctur- las voces el silencio _
nos (1 955); Poemas de amor ( 1958). A orillas del amor del mar de la manana
en la arena caliente temblante de blancura
uno es un. fruto madurando SU m uerte.
w da ( Paraíso Perd "do.)
El Olvido
• Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces .
a veces cuando llega m ás allá de los 'labios
y los párpados caen. colmados ~e deseo . .
tan silenciosamente como con.swr:te el a~' e
la piel con su azarosa tibieza pule noc es
y la boca besada .,
en su inefable .goce pide noches .tambzen. ··-
109
108
Ah noches silenciosas de oscuras lunas suaves el cuerpo destinado la mirada
noches largas suntuosas cruzadas de palomas golpeada el nombre herido rindan cuentas.
en un aire hecho manos amor ternura dada No quiero ya no quiero hacer señales
noches como navíos. mover •la mano no ni la m irada
Es entonces en •la alta pasión cuando el que besa ni el corazón. No quiero ya no quiero
sabe ah demasiado sin tregua y ve qúe ahora la sucia sucia sucia luz del día.
el mundo le deviene un milagro lejano Lejano infancia paraíso cielo
que le abren los labios aún hondos estíos oh seguro seguro paraíso.
que su conciencia abdica
( Paraiso Perd ·da)
que está por fin él mismo olvidado en el beso
y un viento apasionado le desnuda las ·sienes
es entonces que descienden los párpados
y se estremece el aire con un dejo de vida Si Muriera esta Noche
y se estremece aún
lo que no es aire el haz ardiente del cabello Si muriera esta noche
el terc."opelo ahora de la voz y a veces si pudiera morir
la ilusión ya poblada de muertes en suspenso. ú me muriera
si este coito feroz interminable
( Paraíso Perd.do) peleado y sin clemencia
abrazo sin piedad
beso sin tregua
Paraíso Perdido alcanzara su colmo
y se aflojara
si ahora mismo
Lejano infancia paraíso cielo si ahora
oh seguro seguro paraíso. entornando los ojos me murzera
Quiero pedir que no y volver. No quiero sintiera que ya no está
oh no quiero no quiero madre mía que ,,a el afán cesó
no quiero ya no quiero no este mundo. y la luz ya no fuera un haz de espadas
Harta es la luz con mano de tristeza y el a!.re ya no fuera un haz de espadas
harta la sucia sucia luz vestida y el dolor de los otros y el amor y vivir
hartas la voz •la boca .la catada y todo ya no fuera un haz de espadas
y regustada inercia de la forma. y acabara conmigo
Si no da para el día si el cansancio para ~í
si la esperanza triturada y la alta para SLempre
pesadumbre no dan ppa la vida y que ya no doliera
si el tiempo arrastra muerto de un costado y que ya no doliera.
si todo para arder para sumirse ' ·. ·
para dejar la voz temblando estarse (Noot'urnos)
ilo 111
dándose con las cuatro paredes
A la Noche con la hora
y además . con la ausencia .
l nútil estrellar y además y además
co'lmena enloquecida con la soledad cierta de implacable certeza
dame tu soledad y pasión sin objeto
tu eternidad helada y además consumida
tu tinta ciega tu ancha y además ya sin fuerzas
y estúpida maniobra y además y además
lo que sea con tal abatida en sí misma
de que vele los ojos enterrada en la noche
de que tape la boca fracasando en el sueño.
lo que venga con tal (Nocturnos)
de que no sea el día
que no sean los hombres
sus mezquinos revólveres
sus manos extendidas. De Nuevo
Dame el agua violenta de tu pozo De nuevo está la muerte
tu abismo tu ceguera rondando y como antes
tus horrores escrupulosamente
dame la soledad me roe todo apoyo .
la muerte el frío me quiere fiel y libre
todo me aparta de los otros
todo antes que este sucio me marca
relente de los hombres. me precisa
para mejor borrarme.
(Nocturnos)
( Nocturnos)
Noche
.
Sin Nadie
El Encuentro
Noche sin nadie noche en la espesura Todo es tuyo
de la sombra que niega por ti
tanto fervor y tanta va a tu mano lu oído tu mirada
desperdiciada vida. iba
Noche cerrarla y c~ega fué . ( ... _ ~ ..
sin nadie szempre fue .. ....
en la locura te busca ~ ~ . 1 ~ • - \
112
te buscó antes
siempre Ya no
desde la misma noche en que fui concebida.
T e lloraba al nacer
te aprendía en la escuela Ya no será
te amaba en los amores de entonces ya no
y en los otros. no vzvzremos juntos
Después no criaré a tu hijo
todas las cosas no coseré tu ropa
los amigos los libros no te tendré de noche
los fracasos no te besaré al irme.
la angustia los veranos las tareas Nunca sabrás quien fui
enfermedades oc:os confid~ncias por qué me amaron otros.
todo estaba marcado N o llegaré a saber por qué nt cómo nunca
todo iba ní si era de verdad
encam inado ciego lo que dijiste que era
rendido ni quien fuiste
hacia el lugar ni qué fui para ti
donde ibas a pasar n.i cómo hubiera sido
para que lo encontraras vivir juntos
para que lo pisaras. querernos
( Poemas de amor) esperarnos
estar.
Y a no soy más que yo·
El Testigo para siempre y tú ya
no será para mí
Y o n.o te pido nada más que tú. Ya no estás
yo no te acepto nada. en un día futuro
Alcanza con que estés
en. el mundo no sabré dónde vives
con que sepas que estoy con. quién
en el mundo ni si te acuerdas.
con que seas No me abrazarás nunca
m e seas como esa noche
testigo juez y dios. nunca.
Sí no No volveré a tocarte.
para qué todo. No te veré morir.
( Poem as de amor) ( Poemas de amor)
il4
115
No te Amaba
No te amaba
no te amo
bien sé que no
que no Amanda Berenguer (1923)
que es la hora
es la luz
la tarde de verano. Si r ecorremos la trayectoria de esta poetisa -veinte
Lo sé años justos- desde l a "Elegía por la muerte de Paul
Valery h asta "Objeto Volador Identificado", poema iné-
pero te amo dito aparecido en la página "Al pie de las l etras" de
ahora te amo "La Mañana" (29-X-1965), nosotros vemos en primer
hoy término, y desde el punto de vista de la forma y del
ser íntimo, un cambio diametral.
esta tarde te amo La primera manera, bajo la influencia de l a poesía
como Le amé olras tardes pura, culminó para nosotros en "Leda". Obtuvo esta
desesperadamente composición un lugar destacadísimo en el Concurso de
con ciego amor Poesía de "Amigos del Arte", y fue publicada en "Mar-
cha" en 1949 (N 9 508). Reconlamos el entusiasmo con
con. ira que nos h a hablado de ella don Carlos Rodríguez Pin-
con. tristísima ciencia tos, miembro del jurado en aquella ocasión. Efectiva-
más dllá de deseos mente, releída a los años, creemos hallar fragmentos
o ilusiones de ese tipo de belleza que cautivara tanto en nuestl'OS
años veinte: lucidez ardiente, armonía de sonido, se-
o esperas ducción secreta de lo escultórico.
y esperando n.o obstante Ya por influencia de Proust, de H enri J nmes, de
esperándote Gide, del argentino Borges, y sobre todo, de Valery,
viendo cierto sector de l a juventud de entonces cuidaba su
que venías estilo como si fuera l a l etra de una ley. Sin duda que
esas vigilias di eron su f ruto, pero aislaban al aprendiz
por fin. en los libros y en la imitación, haciéndole creer que
que llegabas era otro su ser personal. L o inadaptaban asimismo con
de paso. el contorno real e histórico. Mas, ¿quó generación crio-
lla ha podido escapar a este colonialismo?
( Poemas de amor) Tres o cuatro años más t arde la voz propia de esta
poetisa se insinúa cuando publica "El Río". H ay t oda -
ví a vacilaciones e imitaciones. Los lemas son gener¡¡les,
o el alma del poeta gener-aliza en ellos. No se YC lo
concreto, lo particular. El coraje para presenlnrse tul
como se es, vacila.
El afianzamiento progresiYo de este lirism o no es
sólo un irse l ibrando de adher•encias sino una intuición
y adhesión creciente al signo personal. Así, la fuerzn
melancólica y espantada que muestra en "La Im,itn-
118 119
,.
15
Felina, f1:na, amarilla La Entrega
la orilla. Si entreabriera la trampa, si aflojara
Y o la miraba. esta cuerda tenaz, esta cerrada
Cerca del alma moría, coronaria y alzara el comzón
callada. como una llamarada entre los hechos
una larga playa iba verdaderos, una luz viva de espanto
abriéndoseme en el alma. anunciaría el fin del mundo. Dioses,
(Contracanto) entonces bebería en esta última cena,
entre los jugos terrenales,
21 de esta inmortalidad que nos rodea
Alamas tristes, cuando yo muera, hasta embriagarme de su vino y cuerpo.
lloradme apenas. Sólo las hojas, V anos como la luna brillarían
moved •las hojas de esa manera, mis despojos o ese traje real
álamos tristes, cuando yo muera. que siempre llevé puesto. Pero no hay
respiro, ni alce, ni descanso alguno.
(Contracanteo) A veces pido cil fin, socorro a gritos.
Si pudiera salvar esta ce!ada,
si pudiera llegar al otro lado
Paisaje con este sol corpóreo amaneciendo
como rehén del alma, y me entregara.
Una estrella suicida, una luz mala, ( Quehaceres e I nvenciones)
cuelga, desnuda, desde el cielo raso.
Su cerrada corona acaso sangra.
A caso su retinado es este instante. Cuando los Pájaros
Crecido el mar debajo de la cama Cuando los pájaros huyeron
arrastra los · zajatos con mis pasos disparados hacia la frondosa copa celeste
finales. Sacan los árboles vivos y atravesaron a duros golpes de ala
un esqueleto mío del espejo. esa altiv,a materia enajenada por la sombra,
En el techo los pájaros que vuelan desde cada brecha abierta
de mis ojos .brillan fijamente. saltó la luz.
Acaso no esté sola para siempre. Y vi que estaba desierta entonces
La mesa cruje bajo el peso usado la casa a mi alrededor
de las hojas secas. Un viento adentro y entre las últimas patas quebradas
cierra la puerta y la ventana y abre de la mesa,
de pronto, entre cadáveres, la noche. la piel del amor recién sacrificado,
También mi corazón. Ya voy, tinieblas. como una jaula vacía.
( La Invitación) ( Quehaceres e Invenciones)
120 121
Carestía
Si el sosegado abrazo implacable
aprieta r es parecería anuncio
de un silencio de paro general,
el astuto bienestar trepa por las ventJ.s
de piso en piso, de apagón en ciernes, Dora !sella Rusell (1923)
r entremira hacia abajo por el pozo
desalmado de los ascensores.
Cuesta caro hoy en día m antener Ya en 1944, comen tando "Sonetos" decía Sara Rey
el corazón Alvarez de esta poetisa: "Sus sonetos dejan l a impre-
sión de que temiera penetrar en el arcano de las co-
con títulos de propiedad perecedera, sas y de sí misma para arrancarles a éstas sus secretos
alimentarlo a duras penas y para descubrir su propia efigie" (Alfar N• 84) .
de esa histor."a celeste Desde este punto de vista, las cosas no mejoraron
atada como un pájaro a un mástil con la publicación de " Oleaje". Nada valieron las pro-
que deriva. logales cortesías de Ventura García Calderón que tro-
caba estos oleajes por "incendios". Según el "asirio"
Es escaso el salario y la vigilia H. B. "la nostalgia de lo no vivido se reitera a través
vuela entre racionados alimentos de su obra"; y se desmanda luego el bibliografista en
de primera necesidad una demolición entusiastamente sostenida (Asir N • 18).
buscando sueño, azúcar verdadera, El punto de vista se mantiene aun después de la
los puestos de la gloria, harina, sal aparición de las m ejores obras de Russell. Y es H . E.
r tiempo bajo los fríos m enudos de las aves Pedemonte quien lo confirma, pero se encarga además
de poner l as cosas en su verdadero sitio: "Su estilo
por quilo, al peso, .limpios, insepultos. que presenta una gran solidez formal h a dado ya al-
Y vale la pena su v,alor en ramos, gunos de l os más hermosos sonetos de l a nueva poesía:
r vale la pe1Ul escalar la desusada lo que !sella Russel no h a hecho aún es darse ella
misma en plenitud" .
altura. r:Pero quién sube, vamos,
La propia poetisa se ha encargado de su actitud en
a ese helicóptero incendiado "Autobiografía Poét ica" (Rev. Nacional N• 203). Acep-
para tocar la nube pasajera? ta que su espíritu es "animoso y cobarde, insurrecto y
Quien se aventure, cruja y crepite, plañidero, ardiente y laxo", como se lo señala Garda
que en eso está la gracia Calderón. Es consciente de proseguir con su "reclamo
de insatisfacciones" a las que opone el ímpetu, "la vo-
de este día feriado, interminable. cación de realizar". Incluso nos h abl a de su narcisismo
cuando declara que voluntariamente mimaba sus l ágt·i-
( Quehaceres e Invenciones) mas y heridas, "tan cabalmente que nunca más pude
desten'al' de mí el sabor de la elegía". Llega aún más
lejos. En el poema titulado "Yo" se l een estos dos ver-
60s: "Allende mi egoísmo nada existe, - y soy mi li-
bertad y soy mi muro."
Esto en cuanto a la visión de sí m isma. En cuanto
a su defensa: una t emprana vocación por la soledad,
, ..,
122 1
. ~l.)
por l a poesía; afinidad con lo sombrío; intuición do
<lile "era inútil pedirle primicias a la vida" - "ni l os VII
primeras rosas que no pido". Más lar de, la aceptación
fatalisto: "los paraísos se vuelven a perder repetida- He sido, en soledad, la constructora
mente n lo largo de la vida". Y sobre todo, muy con- de mi desesperanza y m i muralla.
tenta ele se1· "Russell"; "firme como l a roca en el Un reclamo de amor aue no se acalla
ngun", según la etimología que ella declara de esta me muerde el corazón · hora tras hora.
voz inglesa.
Ahora bien,. para Dora ! sello no se trata de supe- ¿Sobre qué playa m i pasión demora
rar la contr adicción sino de vivirla. Bien se siente en la libre voluntad de la batalla?
~us ~ersos que d~testada, tanto como por l a entrega,
termmar el conflicto o atenuarlo, por medio de una Acaso el sueño donde el Sueño encalla
evasión en el ascetismo o l a fri aldad. En cuanto a la ponga besos de espumas en la proa.
belleza de sus sonetos compartimos el jui cio de P e-
•Jemonte. Es el mar y la noche, la divina
O~ras : Sonetos (1943); . Canto Irremediable (1946); conjugación de sombras, que recorta
OleaJe (1949) ; El otro olvido (1952); Los Barcos de lo la media luna de cuch}L!a fin a.
Noch e (1954); Tiempo y Memoria (1964) .
Con su hoz insomne, mi desvelo corta
un jirón ele amargura y de neblina
en mi tristeza que ya a nadie importa.
( Los Barcos de la Noche)
127
leido la lección de sus antecesores pero que lucha 8
brazo partido por su can1ino propio. Sin embargo, liay
un aspecto en que los ha superado, y es cuando com·
pone el tema épico en tono vibrante. Damos de ello
ejemplos en nuestra selección. Debemos a Milton Ste·
lardo la ilustración a este respecto como asimismo una
evocación puntual: el parangón que puede hacer con
La Cifra, de Yamandú Rodríguez.
Osiris Rodríguez Castillos Muchos peligros acechan a esta poesía a la que siem·
pre salva la destreza y la emoción del autor. Su lucidez
es muy grande, muy precavida, más cuando el tema
(1925) es pe>pular y no de poesía culta. Aquí ambiciona más
pero intuición y estilo son menos seguros. '
Es muy difícil ser un renovador en géneros siempre
Hacerle dar un paso mús a la poesía gnuchescu despucs n punto de agotarse. En poesía gaucha el autor no pueda
de Risso; y al folklo1•e, después de Yupanqui, era uno ser un raro, porque obligado a ser intérprete del pue•
proeza difícil. Este poeta, montevideano por casualidad, blo debe cantar lo que éste pide. Con todo en esta
ha sabido realizm-la. Su infancia y juventud primera son p~·ovincia conocida existen siempre rinconcit~s escon·
de Sarandí del Yí. En Florida cursó sus estudios liceales, d1dos, y hombres como Osiris capaces de verlos.
c1ue no terminó. Prefirió echarse a vagar por todo nuestro O~r~s: Grillo Nochero (1955); Luna Roja, poema dra-
país, por Argentina y Río Grande do Sul. De esta regióu matJCO (1957); Cantos del Norte y del Sur (1963).
provienen sus abuelos y su emoción por lo fronterizo.
Cuando él escribe estos versos: "sangre fronteriza - que
borra fronteras: - de tan orientala, - . . . medio brasi-
leña", muestra patente su profundo y simpático deseo du
11ue eso sea verdad.
Nos parece que la errabundez de su vida se ha motivado
hlás que .e n urgencias económicas en su necesidad du
ver mundo. Por lo menos, respondiendo a una perio-
dista, ha dicho: Y como buen uruguayo, poseo mi trozo
ue tierra, allá por el Batoví, heren ~;ia de mis mayores.
Se tr·ata de una vocación poética temprana y dirigida
tlesde el vamos! en el 1msmo sentido. Siendo niño csco·
lar ya escribió versos para un río. A los J5 años terúa
pronto un libro, que no apareció.
Su popularidad actual debe alcanzar - si no superar-
u la de Serafín García. Porque siendo húbil guitarrista
y compositor de canciones folklóricfls, ademús de intér·
prete, tiene a su favor la radio, el disco, la televisión
y las giras artísticas fl cualquier sitio. Su "Grillo No-
chero" lleva en diez aJÍos cinco ediciones, y su segur1do
libt'O de VCl'SOS lleva en dos años, dos.
El m~ndo poéiico de este autor no parece, por ahora,
_tan definido como -el ··del Viejo Pancho, Serafín García,
: : Risso· y ..Yupanqui. Es más proteico. Se advierte que ha
12~. 129
Y era su voz apagada
Leyenda de Sebastián Romero y el brillo de una testera
y un zaino negro, que fuera
Se amaban de nochecita
sombra de noche asombrada.
como la estrella y el grillo
con un agreste y sencillo Ella lo estaba esperando
cariño de vidalita. con besos y con querellas
Ella ablandaba el desvelo "Por vos vivo agonizando
hasta el temblor del rocío sobre un rosario de estrellas!"
y él galopaba hacia el frío lll
desde el alba de un pañuelo ...
Una tarde erz. que venía
Dicen que lo había querido lo esperaban al acecho;
por mentas desde gurisa cerró la noche en su pecho
que le llegó mal herido plomo de la nolicía.
con poca sangre y sin prisa.
Al poco rato, los cerros
Que ella escondió el parejero;
se llenaron de caranchos
que ella engañó a la partida y se erizaban los ranchos
y que le atajó la vida
al aullido de los perros . . .
en los ojales del cuero.
Que con maro milagrero Crepúsculos de mugidos
'le untó los tajos felices alzó la hacienda en la brisa
y el amor echó raíces y el silencio, echó ceniza
en la sangre del matrero sobre un silencio caído . ..
y que él le juró altanero: IV
"Por este puñao de cruces La muchacha, desdibuja
vivo o muerto entre dos luces su si'lueta en la tranquera . . .
volveré como el lucero". Clava una angustia en su espera
el chistar de un.a coruja . ..
II
Venía de nochecita Ruedan negros nubarrones;
desde el alerta de un tero; el viento se echa en las p.ajas
la señal, la hacía el lucero y cruza un cortamortajas
prendiendo una 'lucecita. tijereteando crespones . ..
Una vena que palpita "Cruz diablo!. . .. bicho agorero!
con amor, era el sendero Le brota un Avemaría
trayendo un trote chasquero del .fond.o de la agüería
al corazón de una cita. y tiembla: por el :matrero.·: ·.: ·
130 l3l
"Amalahya su altanero - Tu bisabuelo hizo patr:'a,
juramento se haga cierto". tu abuelo fué servidor,
"Que regrese, vivo o muerto, tu padre carnió una oveja
cabrestiándole al lucero". y está preso por ladrónl-
Y oye el alerta del tero; Tomá café con fariña
y el corazón se le agita y andá guapiando por a' i ...
porque camino a la cita Mañana, mate cocido;
redobla un trote chasquerol pasado. . . Dios proveerá/
Es él/ Sebastián Romero/ - Mañana busco el camino
Brilla en plata brasilera del pobre que va por pan;
su chapeo, cual si v iniera si no m e para una bala
goteando estrellas de cuero; pasado te traigo más/
raya el zaino parajero Caña, yerba, rapadura,
y hace llorar las espuelas y un ro'llo 'e naco no mús . ..
renacido en las v ihuelas - Los pobres contrab.rmdiamos
de mi pago gan.rrderol agatas pa' remediarl-
( Gdllo N oclzero) Bien gaucho es el tal camino
pero . .. es duro rle pelar!
Camino de los quileros
por las sierras rle A cegwi.
Camino de los Quileros ... Cam ino de los quileros
por las sierras de Aceguá!
I-/ay un cam.ino en mi tierra
del pobre que va por pan; (Cantos del Norte y del Sur)
cam ino de los quíleros
por las tierras do A ceguá.
'J'al vez sin ser bien baquiano Muerte del Gral. Aparicio Saravia
cualquiera lo ha d'enconlrar,
pues tiene el pecho de r/edra (Masoller)
pero el corazón de pan.
. . .Jué en M asol/ er;
Guricito piernas flacas, francamente,
barriguita de m elón, no sé ni cómo explicarlo . . .
donde hay tantas vacas gordas Nunca anduvimos tan. fuertes
no hay ni charque para . vos . .. ni tan. bien. armaos . . . ni tantos/
132 133
Dende Tupambay, la cosa Capitanes con el grado .
comenzó a dir mejorando puesto a dedo. . . por la Muerte,
y esa tarde ... corajudos como diablos/
éramos tuitos
coroniN.as y quebrachos: "Firmes/
firmes; Firmes mis cachorros!"
soportando el fuego -Nos gri~ ;ban-
que crepitaba· a lo largo Trompezandol
de las linias enemigas
como un granizo cerrao. Pero nada;
Eramos tuitos
Como víboras chiflaban coronillas y quebrachos,
las moras abriendo claros . . . y el quebracho no se duebla;
no se quiebra ni llorando;
Caiba la gente en racimos . ..
Se acalambraban los brazos Nos pitábamos la vida
con el humo'e los disparos/
de rastrillar los jusiles,
y avanzábamos di a ratos . ..
Por delante'e las guerrillas
trompezando con el p'lomo,
como qu:'en ·anda pastando,
con los gritos, con los cáidos,
con un bárbaro horizonte con su escdlta y de bandera
desplegada, tranco y tranco,
de divisas degolladas
desfiló el Aguila Blanca
y un graznido de clarines
del Cordobés.
que se estaban atorando
como cuervos con la carne
de la Patria! Veteranos
. . . Delirando/ que la guerra a lanza seca
A'i nomás cayó mi jefe; talló en cerno de lapacho,
gaucho crudo hasta el tutano se sacaban el sombrero!
que sabía espantar las moras Lo aclamaban lagrimiandol
con el poncho, como táb.anos, · Moribundos que boquiaban
y a'i nomás otro valiente se acodaban entre el pasto
picó espuelas sable en mano! pa' morir con esa imagen
en los ojos!
Y cayeron otros jefes Pa' mirarlo/
. . . milagrosos!
Como santos Pa' mirar aquella estampa
de melena y barbas blancas --que jué orgullo de los gauchos-
134 .135
desfilar entre las balas, U na helada luna llena
de sombrero y poncho blanco! vino pálida a besarlo . ..
-Aura sé que dos fantasmas Ni los grillos se escuchaban . ..
le flanqueaban el caballo. : . La frescura de los pastos
. . . Que Chiquito y Gumersindo perjumó los cojinillos
lo esperaban _pa' escoltarlo, donde se iban desangrando . ..
pa' llevarlo hasta la Gloria No dejaba n.i un momento
galopiando! de acordarse de sus gauchos!
... Galopiando!-
... Yo 'lo ví poco más tarde;
"Viva el General" -gritaban- Lo llevaban entre cuatro . ..
" ... Cabo Viejo!, viva el Cabo!"
Sobre un zarzo'e maniaclores
y de lanzas ...
El tostao se abalanzaba entre cuatro . ..
y él lo diba sujetando . .. Se llevaban el comje
del ejército!
Las raliadas divisiones
deliraban a su paso! Entre cuatro!!
Y un repente . . . (Cantos del Norte y del Sur)
vino un frío
recorriendo el espinazo
de la tropa, y un silencio
nos creció d' entre •Zas manos ... Canto al Abuelo Gaucho
Sobre el cerro Lunarejo ¡¡
dió el lucero un grito largo
que rodó por las laderas; Estás al pie del caballo.
tiritó sobre los pastos; Con un aire ele nostalgia
se erizó sobre la sangre
miras -por sobre el [omiNo-
derramada por el llano;
los rasgos de tu campaña . ..
se arrastró por los abrojos, Toda tu sab!cluría,
por las chilcas, por los cardos, se expresa en una mirada
se tajió en las espadañas que dice adiós a la tierra,
temblorosas del bañado, a.l aire, al fuego, y al agua . ..
y murió en los ñapindases
monte adentro ... V as desatando correones
sollozando! y acomodando cacharpas.
136 137
Grit,a un clwín a lo lejos, Un negro -clarín heroico-
y un crepitar de descargas empina el codo, y se baña
incendia el cielo, amarillo con frases color de bronce
como si fuese de chala. como si fuese una estatua. ·
"A'i habló 'la tartamuda" . .. Juicio Final de los Gauchos:
-gruñe un decir de entre barbas-
"No ha de ser cristiano el gringo El clarín, pare la carga.
"que inventó matar a máquina . .. "
Crujen hondo los garrones.
-Y en toda la montonera
retumba una carcajada- Las szerras vomitan lanzas.
Los cascos, quiebran las piedras.
A tus p:es, en ese llano
donde debieran las vacas Siegan los pastos.
estar pastando tranquilas, Esbaran
muerde el aire la metralla. a la orilla de la sangre.
La sangre salió de madre
con un temporal de rabia Las espuelas los levantan.
que escupe rojas centellas Los lanceros, tienen prisa
por las bocas de las armas. por atorar la guadaña.
Huméa en 'los cañadones. Van ...
Se extiende por las vaguadas
donde los pastos se erizan Mordiendo los barbijos.
de horror y desesperanza.
Sopesando la moharras.
Y a estás a caballo, abuelo. Cada cual .elige un punto
para quebrar la vanguardia
Y a en el aire, tu tacuara destrozándola a zarpazos.
clava el fantástico acento De pronto ...
que agudizó tu palabra. "La carcajada
del diablo" sale al encuentro
Tus fieros ojos, hundidos de los héroes.
bajo el frontal de patriarca, Los alcanza,
se encienden en la bandera y es como un muro de plomo
chamuscada por las balas, que el Siglo Veinte 'levanta
y son -en fogones hondos- para que el gaucho no pase
dos campamentos de rabia. con su historia y su esperanza!
139
Con un trág.'co relincho, Es,
los primeros potros se aLzan el Hueso de la Patria.
en balance prodigioso. Es la Carne de la H istoria,
Buscan e.l azul. La concreción de la Raza.
Resbalan No puede morir!
cielo abajo, Y muere.
y se derrumban
astillando las tacuaras. No han de matarlo!
Y lo matan.
Pero hay más.
Vienen sedientos. Mientras él siga avanzando
Mueren bebiendo las balas no morirá la Esperanza.
con la furia de 'la sangre.
De los huesos. Pero la Esperanza tiene
De las almas. todo el frío en 'las entrañas.
Pero hay más.
Son unos pocos. Redobla a muerte su pecho-
Los últimos. tambor para la metralla-
Los de "yapa"
Vienen "por lujo" a la muerte. La lisperan za está perdida.
Vienen a ver si le tapan Se retuerce y se desangra
la boca a "la tartamuda" como una rosa de fuego
con el poncho. que en su color se incendiara/
Y a no alcanzan Abuelo gaucho/
a verla, pero la buscan.
con. una ciega mirada Estás muerto . ..
mientras ruedan los caballos Tu. yunque, muerto.
chicote,ando con 'las ancas.
Pero hay más Tu fragua.
Un veterano Tu pecho de bronce vivo,
de melena y barbas blancas. 11'/.Uerlo en un bronce de estatua.
Quedó de a pie y malherido !11 uerto, el alto cristianismo
pero se afirma. . . y se arrastra. que descarnaste en cegauchada"'
Es ... y hasta tu muerte, está muerta
El Alma de la Tierra. de olvido sobre estas pampas. ,:
140 141
Abuelo .. . Y . . . ·a'i se quedó; aquerenciao.
Compañero de horas lerdas . ..
Y a somos pocos Trotiando abajo'el estribo
en la tierra profanada ni carculaba las leguas!
los que aún vemos tu s:Zueta r ande afluejaba la cincha,
perfilarse en· la distancia- se echaba a cuidar 'las priendas.
monumental- sobre un siglo
tubiano de noche r alba. Eso sí ¿eh? Muy delicao! .. .
¿Manosiarlo? Ni le cuento!
Pero esos pocos, Se ponía di ojo estraviao
vivimos r se ['erizaba'! pelo.
recordando en las guitarras Conque . . . tenía bien gana o
que -cuando vino a llamarle- su apelativo: "El Malevo" .
la Muerte tartamudeaba!
Qué animal capacitao
(Cantos del Norte y del Sur) pa.l trabajo en campo abierto!
Había que verlo al mentao
trajinando en un rodeo . . .
De ser cristiano, clavao
qu'era dolor aquel perro!
Romance del Malevo
¿Yo echar tropilla'·[ corral?
Para mi perro Leal (el que me envenenó un m ilico) Le chiflaba entre dos dedos,
r embretaos en el chiflido
1 me los traiba clin. al viento;
r era un abrojo, priendido
Y o no atrancaba la puerla de los garrones de un. trueno!
de mi r·ancho, ni durmiendo;
c'Pa qué? si del lao de ajuera, Una vez, bandiando tropa
por malo que juese'l tiempo, cor: mucha'agua en el Río Negro,
la enrejaba de co'lmillos caz quebrao di un apretón
el coraje de mi perro! entre un remolino'e cuernos,
r me ganó la mollera
Cimarrón; medio atigrao. l' escuridá r el silencio ...
Lo hallé perdido en las sierr.as,
boquiando de agusanao. Cuando go'lví'.abrir los ojos,
Malo, como manga'e piedras! cruzaba una nube'l cielo . ..
Tuve que trairlo enlazao Gemidos r lambetazos
pa curarle las bicheras! llegaban como de lejos . ...
..
142 143
Redepente compriendí! r un redepente, aquel .grito
Medio me senté en el suelo como de terror: "Rosendooo!"
pa darle gracias: Y ya me pelé al patio
"l-1ermano! manotiando el caronero.
"désta, te quedo debiendo. Ella, estaba contra' l horno
"No me halla ni el pan bendito tartamudiando en silencio;
"si no me sacás Malevo!" tenía el gurisito, (llzao,
r una inmensa gratitú tembloroso contra'•[ pecho;
se me atracó en el garguero!! r avanzando, agazapao
como una fiera, mi perro!
Güeno; la cosa pasó.
Y o dentré paZ casamiento. Enseñaba unos colmillos
!-Iice'l horno, 'la cocina . .. como puñales! Los pelos
Mi rancho estiró un alero, se le habían parao de un modo
r en su chúcara clinera que costaba conocerlo,
charquió el arroró, y el rezo. r en las brasas de sus ojos
se habían quemao los recuerdos!
A los dos años, gatiaba
mi gurí sobre un pelego! De un salto me puse enfrente;
O andaba por' l guardapatio, le pegué el grito: "Malevo!"
priendido a la cruz del perro; lo ví soltar una baba;
ah! porque' l me 1e sacó -"está rabioso, Rosendo!"-
las cosquillas al Malevo "No te me acerqués hermano!
"Echá p'atrás!
. .. Lo habrá tomao por cachorro Juera perro!!"
de su cría, el pendenciero . . .
Le soportaba imprudencias, Redepenle me saltó:
se priestaba pa sus juegos, 'ladié pa un costao el cuerpo,
r ande amenazaba'cáirse sentí como que la mano
se l'echaba abajo'el cuerpo! lo topaba contra el pecho,
r cayó; cuasi sin ruido;
La cosa jué tan de golpe como una jerga en el suelo . ..
que hasta me parece cuento ...
J ué dispués de un mediodía, Cuando lo miré, lo~ ojos
como pa fines d'enero: se le habían puesto mur güenos,
Y o me había echao en el cal re como dándome las gracias!
pa descabezar un sueño: Se le acortaba el resuello!
Se arrastró, lamb!.ó mis pieses
la patrona, trajinaba . .. y. . . me brotó un lagrimeo ...
prosiando c~n ~l borrego;
}45
144' 10
"No tenía pa elegir
"hermano!' tabas enfermo . . .
"lué po'l, cachorro, ¿sabés?
"de nó no 'lo hub:era hecho!!"
M enió la cola una vez . ..
dos veceso oy quedó muerto!
o
146 147
veces aciertan a escribir los poetas veinteañeros. En
cuanto al juicio de Castillo, su frase: "la actualidad de
las cosas es nada más que el reflejo de una historia
Gris y Rayo
perdida", es válida aun para la poesía posterior de
Passeyro.
Poesía de clara ascendencia española emparentada, 1
según H .E. P edemonte, con la de Jorge Guillén y Cer-
nuda; influida, según otros, por el juanramonismo. Su Los almanaques mienten.-Julio, mes· rlorr.l(lo,
.poesía anhela y l ogra poseer en los Jnejores casos, la
limpidez, la frescúra, las· vítreas· y a6reas transparen- trajo alborotos grises, remolinos
cias de las nostalgias primeras y perdidas; después, su de rosas viejas, líneas que n.o aprietan
gran lucidez se h ace más enigmática, se endurece un
tanto de intelectualidad, y sus obsesiones son entonces
contornos: todo en danza,
•'
el tiempo y la muerte. P ero esperamos que nuestra nunca rotundo, nunca fiel a límite. -
selección sea capaz de mostrar lo que ha sabido realizar
en medio de esas inefabilidades.
El cielo se desmalla en un diluvio
Estos tres temas -nostalgia, tiempo, muerte- son de plomo: hilos de azogue
para él, visión del mundo, mediante la Poesía, de lu
que dice: "no es la mitad de mi vida, es t oda mi vida,
sesgan el ala como pájaros,
la única vida que tengó; y a la que define: L o que rompen el a."re, esfum an árboles,
vive es lo que no se ve, es la poesía que secretamente lir_nah perfiles lentos a morir.
nos asalta y nos red uce, temblorosos siervos, a su mer-
ced".
Obras : Plegaria por las Cosus ("1950); P oema para un ll
bestiario egipcio (1951); El Costado del Fuego (1956);
Música }>ara Buhos (1959); Arbol de ruinas (reunión Galerías
de los cuatro libros anteriores; 1961) .
que abre la lluvia en los cammos altos
del espacio!
, . ... \ lll
Y el rayo,
¡qué convidar la nubé que le tienta/
Fulgura, muestra el borde de Zd mano,
hace la rueda, clama,
quiere alzarse de tierra, entrar en vuelo.
Y ya con alarido
-sol -i nstantáneo, témpano rle fu ego-
surca la esfera y atraviesa el tiempo.
Queda el cielo más limpio y más vacío.
..... -·-.. ~ -~-- ---' ...... . ..., ·'· ... :.:... . ...:..:~
( El costado del fuego)
148 149
Un Canto de Frontera Fe de Vida
Viva la luz del día .. .
Loca de un día, el alma, ¿a qué me sirve
si pesa tanto r va Ían prisionera? Juan Ramón Jiménez
Dejarse ir como si se viviese, ¡Viva .el cielo de otoño,
como· si hubiera dimensión r tiempo, viva la nube suave
como si esta envoltura estremecida r la cúpula sola .
viviese, fuera cierto r fuera mía. fulgurante!
Saberse muerto r respirar tranquilo, ¡Viva lo que transcurre,
viva el sol que se ha ido,
caNar, no resistir, abrir las venas
viva el . tiempo que pasa
r dejar que el dolor tuerza los huesos, despavorido!
funda los nervios r la voz deshaga: ¡Viva el tiempo que vuelve,
dejarse ir como si se vzvzese, viva la sombra nueva
saberse muerto r respirar tranquilo! r la noche que sube
de la tierra!
( El costado del fuego) ¡Viva el cerco de abismos
que nos ciega!
(Música para buhos)
Ser y no · Ser
Haya Purpúrea
¡Ah si se pudiera, Para el haya purpúrea
desmantelado, inerme, como una barca al viento, del Pré Catalcín
empaparse de un puro infinito naufragio del Pré Catalán
en todo cielo .r todo mar; r toda El sol no dora, quema.
potencia de los ojos! Su luz lJlanca
tiñe de púrpura las hayas.
Ah!, si se pudiera Arde la copa, casi toca hierba
dormir, tenderse en el vacío el ondulante incendio de las hojas.
intachable, seguro, desvivido, ¡Y qué frescor, adentro! Qué vivir
r detener la rueda navegante del tiempo -el tronco mármol, ra r el pie
r matar 'la conciencia, ese mono como una garra fiera.
que va de árbol en árbol! ¡Y cuánto espacio
lugar grande del alma entre las ramas!
(El costado del fuego) (Música para buhos)
150 151
II Pensieroso
Traigo cuenta de los años
lo que acaba y 'lo que em~ieza
como si el tiempo que pasa '
no fuese el tiempo que queda.
Protesto lo que no fui
Y arguyo lo que me espera
como s~ el hombre que fuere Humherto Megget (1926-1951)
no sera eZ. hombre que fuera.
El cuerpo que va conmigo
no sabe el alma que lleva: Nacido en Paysandú, VJVIO sólo 24." aiíos, y falleció
en Montevideo. La enfermedad que acabó con su vida,
el alma ju~ga a Don Juan, aunque l arga y penosa, no era mortal.
el. cuerpo ¡uega a doncella.
Vzvo por miedo a morir A los 17 años intentó con una revista L etras, desa-
parecida tras su primera ent1·ega, una av.e ntura que sus
'la muerte tanto me asedia presentantes de Número juzgaron más infantil que ado-
que all;nque me mate su paz lescente. En 1947 repitió la tentativa con Sin Zona,
no quzero vivir su guerra. revista de la que habl amos al presentar a Brandy, y
que tlnrú hasta la segunda o tercera presentación.
( Arbol en Ruinas) Su único libro, de limitadísimo tiraje, "Nuevo Sol
Partido", estaba compuesto de siete poemas. Los restantes
fueron escritos en los últimos años y durante su enfe¡•-
medad. Ellos son los que mejor configuran su fisono-
mía poética y más hacen de}llorar su prematura muer-
te. Aparecieron póstumos junto a los siete editados en
1949.
Esta última colección viene antedicha de un apunte del
autor titulado "Esq_uema para una conferencia" (1949).
Se refiere a si mismo en tercera persona y con gran
lucidez. Antes se veía centralizado en un casi juego
intelectual, pero ahora se libera en un retorno hacia
un casi naturalismo, y destrabado entra espontánea-
mente en la canción, la canción límpida y clara, casi
primitiva. Antes que nada nos asegura que no r ebusca
la metáfora sino la encuentra, y que .e n su actividad
uo hay nada de enfermizo. Con modestia, agrega: "el
poeta aun no se encuentra aunque es fácil adivinarlo.
Nada ahora de trucos literm1.os nada de ese intelectua-
lismo usado por el pseudo creador que en lugar de.
intentar crear con religiosidad crea con intelectualidad" .
Sin duda, este apunte había de servir de prólogo a
una lectura de sus poemas. Estos últimos mostrarían no
el logro, sino el camino por donde com~nzaba el poeta
152
1'53
para que le supiesen ya en marcha. Y t odo .esto es
modesto otra vez, y verdadero. Y ay! no pudo ser. Salir por este Ojo
Un niño, en su vértigo de niño; en sus fulguraciones,
ilogismos, ternísimos caprichos; en su total descuido, Salir por este ojo
en su muerte no existe, en su unidad con el mundo. o por la boca
No se recuerda la infancia. Se es la infancia. El yo o p.oT1 la oreja derecha
sólo funciona para desaparecer en una suerte de delirio
fusionante: yo me hago todo ; tú te haces todo. Es
salir así a hurtadillas
imposible saber qué persona canta en esta poesía o cómo de esta manera impersonal que es ser Megget
es l a mujer amada. No hay personas, sino gritos natu-
rales, puros; raptos, antojos, ayes... Esta poesía no
r que me cuesta
zrme
tiene causa; quiere ser fuente. La mayor aproximación irme por los ojos
a ella esperamos que sea la de Idea Vilariño quien
la prologa y antologíza en edición que, en el momento o por las orejas
que escribimos, y a está en prensa. tomarme de las cuerdas más largas
Obras: Nuevo Sol Partido (194·9); Nuevo Sol P artido y hamacarme en el cerco de mi encierro
( 1952; .es l a anterior con una adición de treinta poemas) . tomarme
En diarios y semanarios hemos podido leer, además, al- tomarme solo y enredarme
gunos inéditos importantes.
acostarme boca abajo en la 'ladera
y rodar hacia el mar
como ruedan guijarros desde el puente
y así
saliendo de mi ojo
de mi color ·vegetal
. colocando mis pies en el barro
y regándolos para que crezcan
así saliendo de la oreja más hermosa
quiero sentarme en el ángulo de un rayo
en la o formada por las sábanas colgadas
quiero dejarme tender también al sdl
p.ara secar estas ansias
de ser cuadrado
o polvo
o guante abandonado en la vereda
quiero escaparme
para no ser siempre así como soy
el mismo hueco
el mismo todo en mis movimientos
y la misma piel
con su calesita de enfermo.
(Nuevo Sol Partid.o)
154 155
2 y salí con alegría puest_a .en mi rostro ·.
r saludando al río saqué de él
Poniendo el deseo de tu boca en los juncos aguas con formas de rrii cuerpo blanc;o .
yo tendí mi balsa r deposité mis pies en la playa · que recogí tras mío
la había hecho del madero más fino y cuando mis ojos se vaciaron de estrellas·
la había unido con cuantos besos tú me habías dado . entregué piernas mías· al viento para que las llevase.
y la entregué al agua
( Nuevo Sol Partido)
y entre 'los juncos viendo salir tus dedos
tomé ele cada una de tus manos uno
y lo usé como remo
me llevaste a una velocidad de ave Ahora que Todo Gira
y me recostaste en un.a gracia de bruma humedecida
yo navegué mucho tiempo en la laguna Ahora que todo gira
navegué tiempo de mármol vam os a cantar un rato
y tiempo de arena el niño está en la pradera
recosté mil veces mis espaldas en los maderos la madre lo está. llamando
y esperé rodeado ahora que todo gira
que mi balsa se convirtiera en tu cuerpo. vamos a reír un rato
( Poem a in'édito) los gatos con los ratones
r el hombre con sus zapatos
ahora c¡ue todo gira
Remó el Viento al Sostén de mi Cuerpo vamos a dejar los llantos
que se bautice a 'los perros
&mó el viento al sostén de mz cuerpo a las cabras y a los patos
remó y cubrió su barca con arenas ahora que todo gira
y lo depositó · en isla de madera vamos a cantar un rato
y lo dejó con árbol que se abrió para que penetrase que afuera todo es manzana
y adentro todo es naranjo.
y entré · ( Nuevo Sol Partido)
y me senté en :la rama más baja
y comi de una hoja
y luego ele comido me acosté
1 luego de acostado escuché lo que no veía
Toma la Fruta
r vi al cuerpo mío todo negro
sin ojos Toma 1ft. fru_ta . ~ .. :,
sin .boca toma
;in ore/as· .. la m ás suave
156 ·157
la de color más opaco Yo Tenía una Voz
la fruta de ese árbol
la más alta Y o tenía una voz
toma botas de niño recién puestas
tómala por su nombre bombacha campesina más que rota
por sus ramas herida en 'las rodillas.
toma la fruta Era una voz que dominaba
toma a gigantes pequeños de juguete
la que te ofrezco que hiciérame anidar entre gorriones
y madurar la mente entre los hombres
la que sale del gris
que cortaban los árboles y el césped.
y del rosado Y o tenía una voz tan pequeña
toma la fruta que hacía con ella collarcitos
toma y ataba tantas cosas a su corazón de trigo
la más alta que un día hasta una niña tuvo presa
la que esté menos cerca de a una niña de ojos de deda!es
tus manos. con pestañas de fibra de los linos
a una niña de niña más que niiía
( Nuevo Sol Partido) que tomando mi voz entre sus dedos
la convirtió en palabra de los ríos
1 y me quedé sin ella.
Ay ay cómo me duelen ( Nuevo Sol Partido)
estos retazos de flores en. m ·s brazos
ay ay cómo las dejo
con. sus ojitos de tierra
ay ay cómo me duele
esta pierna que es derecha
esta pierna que es izquierda
ay ay cómo las dejo
en el camino escondidas
entre la hierba y el fresco
ay ay cómo me duelen
tantas piedras y colinas
entre tu cuerpo y mi cuerpo_ ... ..
. :·..-~ ·:: (Poema inédito)
159
158
el inst ante fugitivo, ni siquiera mediante la luz de esta
memoria, se termina por sentir la vida co;mo asentada
en raíces de miedo, allí donde la muerte muestra su
rostro. (Asir N• 37)."
Se complacía además en sentir en estos dos libros la
cualidad de una poesía con futuro. H. E. Pedemonte
en 1958 dice igualmente: "El fino talento de esta poeta
promete una obra trascendente". En lo que estamos de
acuerdo. Pero no, en cambio, cuando cree hallar la
Ida Vitale (1928) novedad de esta po.esía en una aliación de orden intelec-
tual y profusión romántica. Nada de profusión en esta
obra, sino de contención. Su intensidad no es profusa.
Y en cuanto a eso de romanticismo. . . si esta poesía
Nacida en Montevideo, realizó estudios fragmenta- lo es -sin ningún desmedro por l a escuela- habría que
tíos de Derecho y H umanidades. Dedicóse esporádica- hablar de roman ticismo eterno, o mejor aún de unamu-
mente a la crítica literaria e1¡ r evistas, diarios y ciclos níano eternísmo.
de conferencias por la Radio Oficial. .Más tiempo le h a
llevado su actividad de traductora de obras teatrales y Que sea nueva o no, esta poesía tiene sobre todo,
poéticas (Supervielle, Quasimodo, Apollinaire). gracia, fuerza, y es capaz de esa dificil concisión en lo
vago. El dolor, el tedio, el delirio luminoso del día,
P ero desde 1949 ha mostrado que la vocación poético el miedo, la rutina, la muerte, etc. es.tán u la vista,
es la decisiva en su labor i ntelectual. A su primer¡¡ redondamente modelados en lo que se ha querido y
obra, algunos como M. Benedetti (Margin alia N• 6~ le sabido decir. En gay decir . Su obra no es yu sólo u na
le censuraron su br evedad. Estaba compuesto por qumce promesa.
poemas que ccmponían en realidad un solo poema. Pero Obras: La luz de esta Memoria (1949); Palabra
el -crítico celebraba, en cambio, la acendrada t ernura, dada (1953); - Cada uno en su noche ( 1960).
cuya aparente oscuridad era sólo infructuoso intento
de esconderla. Era un libro de amor, sentido éste como
una presencia fantasmal, una sombra querida, una me-
_mona.
I~abcl Gilbert de Pereda, (Escritura N• 8) ve en
este libro una voz delgada y firm e, acento de recatada
confidencia, autenticidad grave e ingrávida, aire opaco
que vela un brillo íntimo. Estas expresiones que noso-
tros espigamos nos pa1~ecen inolvidables para acercarse
n esta poesía. Testigo t ambién de esta au tenticidad,
Guido Castillo (Asir N• 15) le censura, con todo, el
caer eu l ugares comunes que no le son propios, insis-
tiendo con el h allazgo de giros y expresiones de npa-
riencia novedosa.
La verdad es que tnl promisorio advenimien to no
fue jamás desmentido.
E l itinerario de In poetisa pasa luego del amor, a la
intuición de cada il1stante de la vida como una forma
posible de la plenítud, pese a su inevitable transitorie-
dad. Muy claramente h a señalado Arturo S. Visea estos
aspectos de Ida Vitale al comentar "Palabra dada", con-
cluyendo de este modo: "Ante la imposibilidad de apresar
)6_0 161
"
Apenas Vida Día Acabado
1
¡Qué verde el árbol
Cada día es un rayo cegador el aire alegriverde
hundido en tierra, y el pájaro
cada instante una perdida gota. mereciéndose el verde
Noche a noche dlgo cambia, con su canto.
con una insignia oscura, Un o!or siempreviva
una pluma ya inútil para el vuelo. invade el cuerpo
Como lluvia que cae ,·qué más otoño
por los techos, puede dar el cielo?
la vida va bajando c'Qué más cielo este
por caminos quebrados, mundo de los hombres?
perdiendo su antiguo olor salvaje, e' Y qué día será
su candor de creerse más que 'lo que es este,
desatada y radiante y duradera. futuro ya y recuerdo?
No es raro
que una paciencia amarga
nos cubra a veces Este Mundo
como una triste tierra anticipada.
(Cada uno en su noche) Sólo acepto este mundo numinado,
cierto, inconstante, mío.
Sólo exalto su eterno laberinto
Ventana sobre el Jardín y su segura luz, aunque se esconda.
Erizado celeste cielo, Despierta o entre sueños,
rosas de rojo inalcanzable, su grave tierra piso
viento cartero olvidadizo y es su paciencia en mi
que a mi piel l'lama y para nada. la que florece
Con el azahar del limonero Tiene un circulo sordo,
lucha el ceclrón y nadie gana. limbo acaso,
Un trino alto - qué triste celo-- donde a ciegas aguardo
áriclamente también reclama. la lluvia, el fuego
Piedra dura y gesto ele nube desencadenarlos.
y aire dormido en la ventana: A veces su luz cambia,
un solo lazo me uniría es el infierno;
a tanta gloria regalada, a veces, rara vez,
un sólo lazo que azí.n está suelto, el paraíso.
lazo, gozo, que nadie ata. Alguien podrá quizás
(Cada uno en su noche) entreabrir puertas, -
1'63-
ver más allá poco a poco.
promesas, sucesiones. Y a es otoño, tan pronto.
Y o sólo en él hab:'to, No hay ya tiempo.
de él espero, (Cada uno en su noche)
y hay suficiente asombro.
En él estoy,
me quede, Cuando es de Noche
renaciera.
(Cada uno en su noche) 1
Este viento de noche,
Paso a Paso esta noche que tiembla
como una tela al viento.
De pronto vendrá el viento Lo siento
y será otoño. como al pasar sobre las cosas
Se va el verano, siento el tiempo.
y cae algún recuerdo Viento, tiempo, noche
y baja otro escalón llevan a sombras
sin ser notada, mi verdad.
la vida, Lo oscuro
ele amarillo en amariNo. es réplica terrible
Adiós, atrás, de lo incierto.
el paso que no he dado, Acaso con vivir
la insegura amistad miento otro vivir,
apenas sueño. otro tiempo,
Será otoño de pronto. y este ardor, júbilo,
No hay ya tiempo. asedio, sólo son
Perdí un mágico doble verdad mortal,
de mi nombre, pasos del viento
un pasajero signo en el viento.
que pudo hacer el mundo Il
más exacto.
Perdí la paz, Gira la tarde sobre sí
la guerra. y desnuda su piel
Perdí acaso la vida para asumir,
y acaso aún no gané fuera de los engaños
para la muerte. y cautelas,
En el vacío espacio su otro rostro
alguien tañe una cuerda, terrible.
i64 165
El sol se aniega a solas.
Angel o sombra de hiedra negra, Camhios
cierra la soledad
las puertas decisivas Puede cambiar 'la vida
mientras adentro crece sus ramas, como un árbol
duramente, cambia las suyas desde
la red donde la vida es trampeada. el verde hasta el otoño.
Caen las formas
con que me sentí viva, Puede, pilar oscuro,
cuanto más dulces fueron suplicio oscuro puede
más heridas. recubrirse de frutos
En el combate como un mes de verano.
ya no sé qué presagio Ah puede también caer,
fabuloso inventar, caer no sé hasta dónde.
qué resplandor como cae el poema,
o alada ordenación o el amor en la noche.
para calmar las sombras.
Al fin el sueño viene hasta no sé qué fondo
perpetuo bienvenido. duro y ciego y terrible,
Tras él transige en esperanzas tocando el agua madre,
la mañana. el manantial del miedo.
(Cada uno en su noche)
(Palabra Dada)
Preguntas
¿Puedes contar el color de la lluv.'a ,
.los grados áe la ausenc.:a por su peso de sombra?
¿Aceptas, cuando bajan del cielo
los anillos del tiempo,
- cómo estrechan tu infancia, tu piel o tus herbarios?
¿Puedes ver deshacerse la escalera de polvo
por donde tu alegría había crecido en nubes,
sin estupor volver al mismo sitio,
y no gritar y no gritar?
Una vuelta de vida, un giro bajo el so'l, ·
y un mundo de fantasmas ha perdido sentido.
¿Puedes v:vir y olvidarte que eS juego;
olvidar su secreta razón y estar muriendo?
(Palabra Dada)
166 167
no por contemplar más mundo, sino por hacerlo apare-
cer más simultáneo. Y terminábamos diciendo que Be-
navides era el poeta poseedor de mayor gracia, quizá,
entre los que habíamos presentado.
Este juicio debe, después de la lectura de su último
libro, modificarse asi: h ay menos frescura y mayor
profundidad. Aunque menos saltarina, la gracia visual
y gustativa permanece. Golpeado por una muerte muy
querida, el niño mimoso quedó, de golpe, convertido
Washington Benavides (1930) en hombre solo, y le empiezan a frecuentar dos tinie-
blas: la twnba que vuelve inútil todo lo vivo, y la
ceguera del mundo y el universo. Ya no le alcanza el
Hoberto lbáñez fue quien nos trajo, en 1950, los fresco cuadrito departamental. Ni aquel vibrar con sólo
versos veinteañeros de este claro y entonces descono- el aire.
cido muchacho de Tacuarembó. Al presentarlo en la Muy culto y popular, muy diestro, muy afincado en
revista Asir (Nos. 19-20) señalábamos una salud able su lugar pero sumamente flexible y cosmopolita, Benavi-
influencia de Antonio Machado, creyendo ver en Bena- des continúa, cambiante pero a tientas, buscando un
vides una segura vocación que iría, sin prisa, haciendo profundo centro interior que nos parece todavía no ha
su camino. encontrado.
Desde entonces, empezó a poetizar torrencialmente sin Obras: Tata Vizcacha (1954); El Poeta ( 1959); Poe-
que le urgiera, del mismo modo, la publicación. Escri- sía (1963) .
bía mucho, mostrando a cada paso versos hermosísimos,
pero raras veces lograba el poema l ogrado. En vez de
insistir una y otra vez sobre el mismo, le resultaba,
no más fácil, sino fatal, escribir un poema distinto. Tnl
ern el problema del "Bocha".
Pero con l a apad.ción de "Tata Vizcacha" nos so!·prcn-
dió a todos. En vez del lirico joven, verde y azul, que
entonces esperábamos, apareció una violenta sátira con-
tra cuanto personaje importante, o autocreido como tal,
movíase en su Tacuarembó nativo. Bueno, según nos
contó después, fue el acabóse. Despertó la fiera, y du-
l'nnte tres o cuatros años sintió sobre su pecho una
pata de oso.
CuBJldo en ''El Ciudadano" ( 1-II-1957) volvimos a ocu -
parnos Je la poesía de este autor, reconoc1mos en él
dentro del panorama de la liricn joven al poeta más
úgil, más volandero, más frivolo en cierto sentido. Allí
estaba su encanto y su riesgo. Agrebábamos: No sa-
bemos si la profundidad le estará para siempre vedada.
Pero esa misma agilidad le permite colocarse encima
de los otros por su don imaginifero. Las metáforas m<Ís
sorprendentes, extraídas de todos los planos de In r eali-
dad, hacen que cada poema suyo pueda tener a cada
insta,nte una sorpresa. Su mundo poético ofrece una
realidad espacial mucho más amplia que la de los otros,
168 169
Cuarta Casa Pero no sienten odio).
Casa de vecindad, mejor que casa.
Aquí la rosa falta, no el verdín. Las azules paredes desconchadas
Las azules paredes desconchadas agitan como ángeles sus mwíones de alas . . .
agitan como ángeles sus muñones ele alas . (Poesía)
. Casa de vecindad, mejor que casa.
Paredes ele roídos colores nacionales Chejoviana
donde el ladrillo muestra
su sonrisa de enfermo.
Cuando era una temblona
¿Y cómo penetrar en esta casa dicha convaleciente
si es como penetrarnos alma adentro? a quien la luz confunde r retrocede,
Allí está Perico, como un gato ante el agua,
que remedia zapatos ajenos. 1la calle se ofertó a mis pies.
172 173
me arrinconó el encono Ahora m e vuelvo, s.'n sentirte, ( apenas
poniéndome en ·ez pecho eres un vago rostro en la ventana,
una pata de oso. la mano en la mejilla de las penas . .. )
-XXI--- Me vuelvo al río con sus tarariras.
Qué escuela de nostalgias, si me mira>. A la calle nudosa, ajena y vana,
Qué sentirme con ropa y vida aje-nas. con olvido de ti . . . ¿Por qué me miras?
Si vuelvo de tu arrimo de azucenas ( El Poeta)
sillas y mesas se me vuelven 'liras! El Testigo
Madrugada Y o venía por un camino
con vecinales cinacinas
Madrugada. Tomamos el amargo era el verano y por si acaso
mate_ cordial con nuestro padre viejo, noche
El czelo desarruga el entrecejo, a mi paso volaba el polvo
parpadea un lucero sin · embargo. del camino
Tenemos borroneados los verfiles la lur¡a er-a una brasa entre cenizas.
en el síntoma azul de la 'alborada. Alguien pasó a mi lado y yo no pude
De pronto, somos hombres juveniles, decir ni buenas noches
-nos comprendemos sin decirnos lUida--. si recuerdo una brasa cercana
a un labio grueso
Y pensamos las mismas inquietudes un perfil con el hueso a flor de tierra
d:'arias, que pasan en 'las multitudes· r un encenderse y un morir tranquilo
el vestido, la casa, el alimento. ' de 'la luz en los charcos de unos ojos.
Aunque sabemos qus la madre buena ¿Quién estaba de carne r vivo hueso:
-aunque tuviera que espigar al viento- el algüien fantasmal
hará eterno el milagro de la cena. o quién venía
( El Poeta) junto a las vecinales c.'nacinas
alzando polvos a la ciega luna?
¿Quién era el ojo real
La Búsqueda Ominosa qu!én la apariencia
L a búsqueda ominosa que me trajo, quién era objeto de un ajeno sueño?
inasible seiior, al dewl.'en to, Yo venia por un camino es cierto
fue pretendido afán de complemento . junto a las vecinales cinacinas
en la tormenta de áspero trabajo. . de algún sitio hacia una m ilonga
Un decoro a la fácil semejanza la 'luna estaba allí como dormida
y a 'la ligera forma que nos diste: algu.:en cruzó la tierra de mi sueño
(no hubo la llaga ni la casa triste - o yo crucé por un soñar ajeno
ni la espera confiada a .lci ~ espetanza)~ la luna estaba allí testigo y ciega.
( Poema inédito)
174 175
Un Tango
Un tango que venía más solo que la muerte
tanteó mi corazón con mano ciega
el silbo se me fue de entre los labios
y la deshabitada boca entró en la tierra.
( Poema inédito)
Jorge Medina. Vidal (1930)
El Concierto
Junto a muchachas y muchachos Su actitud se ha repartido entre la críticu litenu·ia,
en una atmósfera de oro la docencia y la poesía:
Quiero decir de luz que estalla en nsas Su pr·imer libro de versos lo mostró en pleno experÍ·
en movimientos de belleza mento: "Cinco sitios .de poesía" dice a la5 claras su origen
ya sea un teatro o un estadio plural. El segundo libro, aunque recibió un cálido elo-
gio de Vicente A1eixandre, parece ser ahora para su
gozando de las encendidas apariencias autor un momento superado, desde que lo descarta por
¿me acepta el mundo ajello? completo la selección que, a nuestra solici tud, nos en:-
¿mezclo vía, y que sólo en parte respetamos.
mi ser al agua ele otras fuentes? Es juicio más o menos generalizado que esta poesía
¿Veo acaso en los ojos de un claro adolescente adquiere importancia, t onalidad propia y autenticidad,
en la publicación de " Las Puertas"·. Y culmina con el
la misma luz que gasta mis ojos intranquilos? último l ibro. ·
( no estoy pensando ahora en lección y maestro) Si bien se ha hablado de su vocación elegiaca, y que
quiero irme más hondo se mueve en ella con sensibilidad y destreza, dicha
en esto que me aqueja caracterización sólo 1mede servir como atmósfera de
por eso me interrogo: Iondo a dos logros más importantes, a nuestro ver: el
¿sentí una vez (o siento) lo que me agita efecto de lo cotidiano callejero y casero, dado subje-
tivamente, en mezcla de frustración humana y eterni-
estos dltos pechos que me rodean? dad; y , sobre todo en "Las Terrazas" acierta al comuni-
c·esta vivacidad que me recuerda car, vertiginosos, y tan breves como exactos, vislumbres
el correr de la luz por el lomo de un poi ro de lo misterioso. Par a darse cuenta de lo personal que
este sabor a yerbas frescas mordidas es esta poesía podría el lector comparar el primer logro
con la poesía de Benedetti; y el segundo efecto, con
este cortlial gratuito de la vida la poesía de Emilio Oribe. En estas comparaciones no
cuando uno es joven y lo bebe y lo bebe? se trata de preferir sino de ver más claro en tres
oh risas que parecen la propia luz que alienta mundos poéticos independientes los m atices distintos
y que también decide convivir esta magia de t emas muy próximos.
sonrisas que en el rostro H e aquí su "Ars Poética: "Escribo mis versos- de es-
palda a los lápices- como se olvidan del Instituto-
ponen alma o nostalgia los maestros rurales,- como los niños- se hacen ami-
en una atmósfera de oro gos- . Sólo cuando estoy abandonado-- me atrevo a la
junto a muchachos )' muchachas. poesía". En consecuencia, es desde el olvido o desde la
(Poema inédito) ignorancia, que viene, sin ser buscada, l a inspiracibn.
176
Los elementos más diarios y familiares entran con
toda facilidad a Esta poesía: " - No-- yo soy el otro--,
el que una vez estuvo sano.- El niño que miraba ca-
San Giorgio e Il Drago
ballos- en l as cuadras- de l a otra m anzana-.
1
El muchacho del Liceo Rodó,- héroe del regular
con bueno". Y ellos van fragmentariamente dispuestos Ni Tú
entt·e versos de oscura lógica misteriosa que trama re- nz yo
pentinas identidades.
podemos caer bajo 'la luna
El lenguaje tiene a veces una incoherencia surrea-
lista: en otras, es tan claro como la pr'Osa más usual. y entregarnos a las despedidas,
En un tercer caso, la lógica sobrevive pero la suge- a los disfraces,
l'encia lo es tcdo. Por ejemplo: "Salgo de la mailana- . a los placeres de aquellas.
y penetro en la noche, - como aquellos malvones-
en el último patio- de la casa." Pero ni tú
Cuando dich a coh erencia desaparece, si sentimos pese ni yo
a ello un poema de Medina, como logrado, el efecto es podemos salir solos a la noche,
pm·a nosotros m uy semejante al que recibimos de los
poemas de Paul Eluard. Pero no creemos en una in- por las calles del Dragón
fluencia importante de este último. Montevideo, el Ni- duro
iio (sí, tenemos que poner al Niño con mayúscul a, atado
porque en esta poesía es esencial ) , y ' rivencias muy arriba, en las chimeneas
suyas de lo enigmático y de la muerte lo revelan con
una fisonomía poética cabal. o en las profundidades
Obras: Cinco sitios de poesía ( 1961); P ara el tieJDpo
donde el oro
que vivo (1955); Las Puertas (1962); Las T errazas como el pecado,
(1964). se esconde.
Por eso monmos
tú
y yo.
Por eso nada nos separa en 'la soledad
de un cuerpo poseído
en interminable znVLemo.
En las ciudades
tú
y yo
somos los bobos
y en. los campos somos
el hermano soiíador.
II
Ahora vengo a tu casa,
a tu jardín donde el recuerdo tiembla
como el plumón de la entreala,
178
179
a llorar la guerra que perdimos, alzan. la voz entre las sombras
el mundo nuevo, · y protestan.,
mundo de nosotros. como protestarían en aqueNos
A protestar l[os brazos lacerados tiempos de salud y de rosas,
a los que falta un hueso o una espada, si los hubieran obligado
y a rein!ciar los años de muchachos. a vivir full-time dedicados al estudio,
a la vida monástica,
La tarde nos empuja, a .[a castidad.
a los deliciosos aires marinos Y luchan una sola vez contra la muerte,
los empuja, porque van vírgenes a la muerte.
a ti
Una sola vez a la muerte
a mí y la muerte les enseña de una vez,
nos habla desde la nuca que fue un trabajo
el bienaventurado interior. de pájaros
H áblame, porque en las calles 1la vida.
como un camión sin frenos Y entran en la eternidad
el odio nos llama que es un premio perfecto,
a ti porque nunca la habían soñado.
a mi.
180 181
pero VLene y agitar un banderín con un lema
entre chatas de sangre o algodones entre los hijos de los muchachos
o rosas, que hace treinta años
porque la muerte enseña fueron una avdlancha de frescura.
que un hijo o la vida
V
es liviano como el beso del sol.
Y entra en la eternidad Salpica tanta sangre
que es un premio perfecto que no se derrama,
para quien nunca lo había pensado. el amanecer del joven obrero
IV y la muchacha,
que me decido por la vida
Tranquilo en una acera suburbana para que la sangre viva en las venas
me rindo. o embadurne las calles,
Soy un guardiacivil que vigi'la pero que no se evapore más
dormido. como las lágrimas,
Allí crecen, caminan, se matan como el dinero,
o se quieren como la esperanza.
y yo sigo escribiendo
para una muchacha Escucho un canto en la sala de reuniones
que en su hamaca de los sindicatos,
en un bosque, provocativo y 'lento y torpe
me dicen que me besa como los barcos areneros.
pero en sus brazos muero. Pero si me levanto sobre la marea
Tranquilo en una acera suburbana 1 respiro
me rindo, yo sé bien que ese canto
confesando mi propia cobardía. planea en la bahía
Han matado, como un ave.
han matado todo lo que se puede herir con el deseo, Pero, ¿dónde he vivido,
han detenido nubes y trenes llegué de algún planeta,
y corazones engañados en sit escondite. de una víbora convencida
en su carey?
Ahora quiero el mar Y o soy un hijo de vosotros
que todo lo termina, puedo llomr,
ir a una tarde con sol y acrobacia de nubes, . puedo nombrar el pan y desnudarme.
porque debo preguntarme Por eso no quiero la superstición
si este aire musgoso de la sangre,
es la causa del odio, caer de súbito en la intimidad de ustedes
que entre nosotros vuela. que si el amor es extrañísimo
Quiero aquí la guerrilla prefiero el error dl silencio.
182 183
Ahora yo pregunto si alguien odia
Y de Súbito el Rostro
la tierra,
el mar, Pequeña rosa,
la madrugada que adelanta apenas una rosa
su pie de virgen en un cuarto de hotel,
entre las hojas del ombú. apenas tu presencia
de gran luz
VI entre cosas manchadas.
Aquí también estamos Me recuerdas l.a Crucifixión.
tú (Las Puertas)
y yo
aún contemplando ltl invisible
espesura del alma. No Tengo Días que Recordar
Veleros por su espacio, por un alma
que se mira tan sola 1
en un espejo. No tengo días que recordar,
Luz de acuario nadaba en la coc:na no tengo cartas
donde ni papeles con citas o teléfonos.
una taza blancq, era un milagro, H ay silencio de nube en 1la azotea
donde Muerte no vive, y lluvia persistente.
donde nadie conspira, Salgo de la mañana
donde es dura manzana la manzana, y penetro en la noche,
donde más tarde un pájaro como aquellos malvones
liberado en el último patio
de la casa.
levantará su ritmo.
( Las Puertas)
¿Dónde
JI
tú
y yo Entramos inconscientes en la noche.
sentimos estas voces? Cae pesada y leve
¿Montevideo o Capadoci.a? ahora
en l.a terraza.
Ahora muchos trab9-jan: Me muevo sin sonido
y otros ladran y ladran, y los rincones de fugitivos oros
mientras los apasionados siJ ·apufíalmi se limpiaron. dt!l vicio.
junto a un cerro. Estoy solo y sombreado -
(Las .Puertas) e inconsciente me penetré de noche,
184 185
casi indócil, De frente, paso a paso
porque entrar inconsciente me pasa,
es estar fuera, ya no miran mzs o¡os
fuera del tiempo y en la Noche. de la nuca.
H a llegado
Un mantel se sostiene, a mi cuarto
pesa abajo la mesa · y1 en mi cama
terca está el mar. Todo es noche.
y dura (Las Terrazas)
succionando raíz en los mos,aicos.
La sombra, un cenicero 15
y el .libro de Cervantes
son nada en un mantel L legan a la terraza
y en los ojos de un niño los que no necesitan acertar en el juego.
pudieran reflejarse. L os que juegan y están lejos
sin jugar,
En la misma maceta los que traen un dado mágico
el cobre de la aurora sin números
se apagó en el oído pero con fur ia arrojan algo en el cubi'!ele.
y música se 'llama.
Rombos, rombos de sombras L legan a la terraza
sobre sombras los que van a morir completamente,
maceta como un alga a la deriva. -los que tienen, en cambio un mundo a ganar-
y ese mundo es de polvo
El mar lejano Bstá y lzacen rosas con el polvo
cortando la terraza, · y1 es una tierra gris en e.l envés de la mano,
se acumula a las dunas y e~ polvo que cae
sin espejear las nubes. sin atracción
Extendiendo mis dos manos de sombra hacia una profundidad que se levan/a.
hasta su sombra
y penetra mi estría L legan a la terraza
como un tallo en su frut,a. y crean rincones de si'lencio,
grupos de soledad,
lil mar puede moverse realidades que pueden
lo creo en la terraza, o no pueden
lo veo en la terraza ser palabra o silencio.
avanza con pesada movilidad de toro.
Se Nega y queda solo Llegan a la terraza
comiéndose las luces, los que nunca se movieron
conserva todavía la forma del abismo. y los otros,
186 187
reunidos en columnas,
espaciados,
ostentando que nadie va primero
para hacer una senda por el aire.
Y las duras luces de las estrellas
lo observan todo.
(Las T errazas)
J Circe Maia (1932)
13
Ya nacieron todos, todos
los que me acompañarán ctl cementerio.
Cuando la conocimos, sus quince o dieciseis años en
Y a el raso de tu mortaja vez de tender hacia la mujer acentuaban su aspecto du
niüa. Y aunque era bella y esbelta parecíu sin sexo.
está guardado en algún sitio. En lu transparencia de su mirada podía verse algo
más que su niñez. Una suerte de éxtasis. Y nos parece
Y a sacó su libreta de chofer que ya sabía entrar y salir de él a voluntad, cosa qua
el que me llevará al cementerio. ocurre en los niños más de lo que suele suponerse,
Pero lejos de parecer una jovencita alelada se desenvol·
Ya los que pisotearán tus flores vía frente a profesores y compaf1eros con toda alegría
caminan solos. y talento. Había sin emba1·go una amenaza que temer.
Tan a gusto en su edad, tan feliz en el seno ejemplal'
Y a emp.'ezan los ritos de moda de los suyos, no la sentíamos de ninguna manera ca-
paz, a causa de su sensibilidad ex trema, pm·a resistil'
a la hora de mi muerte. ninguna sorpresa de ln fatalidad.
Ya se evapora el agua que lloverá Cuando ello ocurrió con la mue1ie de su madre,
en mi día. fue víctima de una profunda crisis. Mas contra tedo
lo que podía esperarse, cuando le sob1·evino a poco una
(úts T errazas) segunda catástrofe más punzante: la imprevista y bru·
tal muerte de un hermano menor, esta frágil muchacha
de largos cabellos rubios supo sobreponerse y proseguü·
ciegamente hacia adelante. Hoy ya casada, feliz y con
hijos, enseñando Filosofía en Tacuarembó, publica "Pre-
sencia cliaria" donde entre olTas cosAs, muestra un ahin-
camiento para poner de relieve el sello de dignidad
con que pueden estar revestidos los mí1s domésticos
Ininutos. Porque la paciencia, pese a l a maldición de
Fausto, sigue siendo virtud, vieja y grande v ütud que
paga en oro moral y poético a quienes son capaces do
entregarse a su noche.
Un deseo paternal l a hlzo autora de libros a los
once años, y eligió este bellísimo título: "Plumitas". N o
recordamos si siguió publicando en Tacuarembó. Entre
las ¡·evistas que circulaban en Montevideo, Asir (N° 29)
fue la primera en ¡mblicarle.
188 18~
Y a desde la adolescencia mostró su poesía una pecu-
liaridad en la que no ha sido superada: Es la de una
A. las Tres de la Tarde
patente sensación de fl'escura fruitiva que se entra, A las tres de la tarde le anocheció de golpe.
primero, en el cuerpo; y en- cu anto quiere escapar se Se le voló la luz, el piso, las agujas
la contempla con el alma para poder retenerla. Frescura,
por ejemplo, de arena que se mueve bajo l os gluglúes del tejido, la lana verde, el cielo.
del agua, o de un gajo de hojas nuevas moj ándose en V es qué fácicl, qué fácil:
el río. Toda sensible; nada sexual. A este propósito, un golpecito, un hilo
Heber llaviolo ha hecho un .e studio pormenorizado en que se parte en silencio
su comentario de "En el T iempo" (El Ciudadano, N°
148). a las tres de la tarde.
Para dar una idea ele su arte 11oética nos valdr emos
Y después ya no hay más. De nada vale
de sus Yersos siguientes: "Limpia luz de rocío; que no · ahogarse en 1llanto, no entender, tratar
quiero mirarte- sino ver desde tí, el aire, el agua en de despertarse.
scmbra- el temblor verde, arriba. " Es una identifica- Muerte, de pie, la muerte,
ción corporal imaginaria con los objetos - l os más ins-
tantáneos, muchas veces los más p equeños -escru tados
altísima, de pie, sola, p.arada,
con lupa de n aturalista. sobre mayo deshecho.
No hay panteísmo, sin embargo, o si existe, es micro- (En el Tiempo)
cósmico y no colosal, desde que, identificado con la
pequeñez, recibe y no provoca el abrazo unánime de Pronto se irá el Invierno
la natur aleza. Pronto se irá el invierno. Como un mar retirándose
Sobr(! "P1·esenciu Diaria" h n escrito Mario Benedelli al bajar la marea,
en l a págin a literaria de La Maf1ana (20-11-64) , y deja esas suaves islas, finas, l:'sas, lavadas,
acierta, sin dud a alguna, cuando señala que el mundo
de imágenes del poeta que antes ve1Úa de la naturaleza,
estos días livianos, frí os, como de arena.
del contorno, procede ahora del interior. P ero este Y me acuerdo de ti. Así, de arena húmeda
interior es mucho más fuerte y sano que ese " transido que eL agua ha de golpear y ha de aventar el aire,
yacimiento de soledades" visto por el crítico. así, de arena fria, volandera, 'liviana,
Creemos que también acier ta Ben&letti cuando sc- nuestros días, cristales
¡ía]a ''El ¡·uido del mar" ccmo uno de los mejores poemas quebradizos, piedritas costaneras,
llel primer libro.
arena, arena, arena,
Obras: En el Tiempo ( 1958); Presenci a Diariu horas de arena suelta,
( 1964) .
días barridos, frágiles.
Y me acuerdo de ti. Pronto se irá el invierno.
Vendrán, derrochadores de luz, días azules,
blanqueará nuestro almendro.
( Ya tiene la retama
-dos flores amarillas)
Qué injusto, qué vergüenza,
de estos ojos bebiendo los colores, los días
que tus ojos no vieron!
(En el Tiempo)
190 191
Los Remansos Estas Tardes
Sobré .el mantel, rdespués de haber comido
-nos habíamos ido ya todos de la mesa-
qué presencia tan fuerte de realidad y reposo: Estas tardes de paz, de cielo liso
los vasos en su vidrio, la jarra con su leche ele gritos infantiles en las calles
tranquila luz cayendo sobre el frío de loza. y ladridos y . juegos ·
Y es como una alegría de miradas y tactos: van navegando juntas siempre iguales
Color del pan_, sabor del agua, blanco
blanco de arroz, de azúcar, de silenciosa harina. con su mismo aire limpio
sus árboles sin viento
Pero además, qué quietos sus veredas de idénticas baldosas
qué quietud de seguro contento, qué apoyados
qué reales, qué fuertes. y el lento oscucrecerse de sus horas
de despacioso tiempo.
Conozco estos remansos que form a la corriente;;
una vez los mirábamos en algún v."ejo cuadro Y no es posible ent-rar denlro de ellas
r¡ue un pincel cuidadoso recorría hace siglos. -real, realmente dentro-
Un ala de retablo: se ve el fuego prendido Antes de haber pasado ya están hechas
-nítidas llamas rojas- las maderas pulidas
y trabajadas, firmes. de la misma sustancia del recuerdo.
Una jarra con agua transparente y brillante. ( Presencia Diaria)
Y de espaldas al fuego, abrigada en un manto
Santa Bárbara lee.
Con qué avidez entonces y con qué stAd ahora El Ruido del Mar
vuelvo a mirar el vidrio, del mantel los dibujos
los reflejos de loza.
Como breves descansos al subir escaleras Hay un tejido, una red lum:nosa
- c·en ascenso o descenso?- que tiembla en la arena, por abajo del agua,
como escaparse zm rato de las ru~das girantes, Se ve a través del verde transparente
de golpes imprevistos, de un t."empo hecho girones . .. como una temblorosa trama.
Y en verdad, no se puede: Cuando -la ola rompe su espuma
Un mundo inaccesible que en sí- mismo reposa
y no permite entrar p91_·quc · se quiebra; - quedan burbujas sueltas, chiquitas
un agua rerrwtísima,_-ht.cie_lJ,te,- f,:ía;., pw~a · sobre 'la piel del agua:
que no puede llegar a 'los labfq~·§"e_dien_tos: · brillan intensa, nítidamente
(En el Tiempo) en S(Jguidá ·se· apagan.
l9Z 193
13
Por la suave curva de las olas Sobre el Caraguatá
sobre su lento avance
sobre su amplio movimiento seguro
la luz resbala. Cuando desde las islas de arena y sauces ·-
Se deslizan los resplandores sale un chajá volando y gritando su nombre·
por los movedizos toboganes del agua. porque el bote se acerca ..
Ruido del mar, qué golpe derramado cuando es casi :de noche
qué entreverad/1. voz y qué sonido r _un rf!Splandor .rojizo navega en el arroyo
tan confuso y oscuro
cuando todo en redor esta tan claro. cuando en las dos orillas
se ha oscurecido el monte
Todos los límites y ensombrecen el agua gajos de sarandíes
firmes y recort~dos
todo con su color tan decid:"do qué bueno es el quedarse callados y sintiendo
los colores tocándose sólo el golpe del remo
una al lado del otro. sin mezclarse. ~ólo el ruido del agua
Y par~ce que cada uno: limpio estirarse a tocar la flor del _camalote
y liso azul, rojo tejado con su sol pequeñito en pétalos azules
verdor brillante o abandonar la mano en el frío brillante.
diera un sonido puro e inaudible
y todos un acorde fuerte y claro. Los sauces de las · -islas
finos r altos
Pero el ruido del mar no se comprende, dejan que se le apague
se desploma continuamente, insiste su verde claro
una y otra vez, con un cansancio
con una voz borrosa y desganada . .. Aunque estemos callados y no cantemos
un rumor como música vuela y envuelve
Y no se sabe
vuela r abraza,
qué es qué quiere o qué pide
el turbio ruido oscuro Y el cielo de la noche
cuando todo en redor está tan claro. cae en el agua.
194 195
Siempre, día por día
Junto a Mi preciso es sostenerse
tarea interminable
Trabajo en lo visible y en lo cercano
-y no lo creas fácil- (Vea en innumerab'les
No quisiera ir más lejos. Todo esto cuartos, las infinitas
que palpo y veo manos que no se paran:
junto a mi, hora a hora brillo de las águjas en manteles y ropas
es rebelde J' resiste. polvos de las e$cobas
cansancio de las planchas.)
Para su vivo peso
demasiado liv:'anas se me hacen las pa!abras. Te estás haciendo ahora, cuando ya se han dormido
( Presencia Diaria) los niños, y el comedor y la cocina a oscuras
han desaparecido.
Sólo es real ahora
este cuarto, esta lámpara.
Es Así ( Presencia Diaria - Sitio)
196 19'7
Nadie duda que un solo poema es suficiente para
asegurar la inmortalidad de un nombre. Y que un
mediano poeta puede ser- tanto como uno may or-
capaz de tal hazaña. Y asimismo, hay momentos en
que un poeta- juzgado pequeño-- está de pronto más
capacitado que uno llamado grande .para expresar cierto
tipo de realidades. Allí es tan insustituible y tan inol-
vidable, y tan puntualmente fij ado a su puesto, como
una hoja de hierba, aunque l a gente mire sólo l os
Antología de Poemas cedros del Líbano.
Las causas que (leterminan esta distinción son: 1") La
permanencia en un mismo tono que, si agrada en mo .
Esta segunda parte, por el juicio de valor que com- mentos, fatiga al fin dándonos l a convicción que su
porta con respecto a la anterior, debe ser precedida autor no podía ya elevarse sobre él mismo. Z•) La
de l as siguientes aclaraciones: tentativa anárquica en poemas poco claros, cuyo her-
Nada impide que un lector cualquiera l eyendo l as metismo es más bien caos y dispersión, 3°) El haber
composiciones siguientes se sienta obligado a decir: El el autor abandonado, después de un intento decoroso,
mejor poema de esta antología lo encontré precisamen- su carrera poética. 4°) Otra razón palpable en más
te en la sección dedicada a los autores que recién se de un caso: el fresco, ingenuo y bello libro juvenil
inician o que escribieron un solo libro hace ya muchos seguido de una decadencia progresiva. 5°) La calidad
años. Para mí la lectura de esa sola poesía me permi- que aflora con intermitencia en libros que no la man-
tió intuir a un ser poético perfectamente constituido, tienen en su conjunto, y que son testimonio sincero
y por lo tanto el antologista se ha equivocado. No se pero insuficiente. 6•) Los creadores de cuadros o de
trata de un poeta en formación ni en descomposición, estampas, agradables por su sentido de la composición
sino de un poeta entero, total, maduro. y de la imagen, pero a quienes l a repetición es mortal.
También puede ocurrir que otro lector encuentre 70) Los de ambicioso tema más pensado que sentido,
en esta sección, si no personalidades poéticas por com- más formulado que vivido. s•) El poeta que sólo pocas
pleto consolidadas; sí, en cambio, el ejercicio de una veces puede independizarse de la imitación, y en el
facultad particular; y esto le agrade sobremanera: la cual lo leído es más visible que lo vivido. 9°) O el
musicalidad de uno; el colorismo de otro; el humor; caso de un poeta auténtico pero que apenas dio vis-
la imagen; etc. lumbre de sí, de modo que su valor quedó más pre-
sentido que realizado. 1o•) L os trances de aquellor.
Al llevar a cabo esta discriminación tan riesgosa no- que de tarde en tarde logran algún poema nada más
sotros hemos procurado controlar más que nunca nues- que bien hecho sin que ello permita suponer que hay
tro juicio de temperamento. Ningún poeta créese un detrás una real persona poética. 11 °) Las naturalezas
principiante; ninguno juzga que su poesía está pasada muy sensibles, extremadamente sensibles y capaces pero
de moda; o que ha dejado de superarse con l a publi- en una única facultad, que, de por sí, no funda co te·
cación de su último libro. Asimismo no encuentra góricamente a un poeta.
jamás que sus temas se repitan; que su tono, fatiga;
que su necesidad de escribir pueda ser otra distinta 12°) Los libros de poemas en donde nos parece abun-
que la poética, etc. dante el escamoteo, conseguido mediante una vorágine
de imágenes o deliberada contradicción en las ideas,
P.ero al lado de esta opinión personal hay también si~ que por ello deje de verse en varics casos la calidad
una opinión pública sobre la poesía que se escribe. Y del autor. 13•) Otros ejemplos nos son suministrados
el esfuerzo del antologista debe consistir- nosotros no por volúmenes muy tenues: una fina sensibilidad se
estamos haciendo, a lo Alone, una antología personal- insinúa, una profundidad mental está a punto de preci-
en conciliar hasta donde sea posible el juicio particular sarse, también un estado musical, pero todo queda de-
del lector con el de la opinión crítica generalizada. masiado en el aire.
198 199
Finalmente tenemos los casos d:~ los poetas que se
inician: 149 ) La tentativa, el experimento, la imitación,
el creerse ya en el camino· sili convencer al lector que
lo han hallado, alterna con l as púmeras certidumbres
humanas y poéticas. Se debaten· ew· el crepúsculo de
sus capacidades e impotenci:as,·· no pudiéndose afi1·mar
que sea el del alba, como lo desearíamos de t odo corazón.
De l as virtudes individuales h ablaremos al presentar
cada uno de los poeÍnas ''s iguientes. '
-, -~
.'
· ·~ (
• ¡ ::_ )
0
O R • o . o.J
-~
200
Con la "pdlma _bendit"', atravesada
Trisagio Bajo un Cristo grandote de madera,
Ese trueno me trái a la memoria Con la Virgen del Carmen sonriyendo
Una de tantas noches de tormenta; Dende la ·cama blanca 'e Mama Vieja;
En 'lo escuro apretau, el oído escucha
Como los pasos dí algo que bombea. Dende la cama b.lanc' and' en relevo
Ronda la noche y se acurruca el día . ..
Noches en que los duendes . . . Cuando, un repente, un trueno -¡qué tronazol-
Están agazapaus atrás del rancho, De nuestro rancho se deshizo encima.
Mientras "las cosas" de su Mama Vieja
Escuchan sentaditos los muchachos . . . Y cuasi al mesmo tiempo,
Reventó un rayo, seco, en brillazonez,
La vela 'e sebo en candelero 'e bronce, Como un gran chicotazo
Alumbra los rincones . medio huraña, Contra un latón colgau con maniadores . . .
y en las paredes y en el piso 'e tierra
Nuestra figura movediz' alarga. Nos atoró el silencio,
Rayau po' el "Santa Bárbara Bendita/" . ..
Ahi saborié relatos familiares, -"China, tráime la palma y candelaria
Ahi conocí la fe de m is agüelos, Que 'stán en l' alacena; pronto, china."
La cencia 'el campo, y hechos, y agüerías,
Misturau con hazañas de campero ... Y como si el tronazo se rajara
En cien tronazos más, con aguacero:
Y ese trueno me trái a la memoria Sobre 'l rancho 'e terrón la noch' escura
Aquella noch' el rayo en la cocina: Diba rompiendo truenos.
Piedra tirada en el arroyo 'el tiempo
Estrujón en un sueño 'e pesadilla. Mama Vieja prendió la Candelaria,
Sobre las casas, mesmo, la lechuza Y en ella, dispacito, jué quemando
Con tres chillidos picotió la sombra . . . De la "palma bendita"; ·Y con nosotros,
-"Cruz diablo/, dijo mama: y con los dedos Arracimaus, se deshojó un Trisagio:
Le hiciemos una cruz a 'la chillona.
El Trisagio que l saías
Erá una noch' escura, de tormenta, Oyó cantar e~ el .cielo
Que se tragó los campos y los cielos o o o A . angélic.as Jerarquías;
Vino la trop' arisca 'e rejucilos Ante el trono sacrosanto--
A tumbar la carreta de los cuentos
Arcángeles, Querubines,
Que Mama Vieja, en la sillita 'e palma · ·.. .. .. Angeles r Serafines
Nos contaba dispacio; . . Diéen -Santo -San~ o -Santo . ..
En el cuarto sagrau de mis agüelos, Santo Dios, Samo Fuerte, Santo Inmortal:
Qu' era como l'altar del vecindario, Líbranos, Señor, de todo mal/
20,2 203
Y qué sd yo- por ánde, a 1:emp'!-jones-. -. Mama gritó: "¿Quién es? . .. ¿Qui"én anda 'juera?
La luz de los relámpagos dentrabp. ; . Y tajiando los ruidos,
La Candelaria y la velita 'e sebo -"Abríme, respondieron, porque un rayo
Staban- dentro 'e pastizal en llamas! Ha cáido en la cocina; y . .. "Un tronido
Lo de adentro -bailaba
Musiquiau por el rezo del Tris.agio;
Cuando sonaron golpes en la puerta, Virgencita 'el Carn1en!
Y los ojos ansjosos curiosiaron.
r:·Quién golpiaba en la noche? . . -. cDn clima en pena? Virgencita 'el Carmen ...
c"Quiénes eran? . . _---cLadrones o . pantasmas? . .. Te güelvo a encontrar
P-o' -el-sendero '1 l' angustia En el cuarto 'e mama!
Los ojos diban . de -la puert' a mama.·.. . .. No te vi'a olvidar/
Tenés como mama Y otras del rebozo
La gracia 'el amor, Que mama Nevó,
La gracia 'e dentrarte Pa' que 'sté mi mama
Por el corazón. Entre vos y yo.
Madrecit.a 'el Carmen, En el m edio mesmo
Que l zn
. da- que ' stas
' .' .. . El Cristo pondré
No te pongás vie;a, Que besó mi mama
Que tne hacés llorar. Cuando se me ;ué . ..
El será mi rumbo,
Virgencita 'el Carmen, El será ·mi Dios,
No te vi' olvidar; El será mi estrella;
En mi rancho criollo Y -en mi rumbo- vos.
Tendrás un altar ...
T enés en la cara
Como aquél que m ama Un yo no sé qué ...
Te ofertó y cuidó; Que 's cara de M adre
Y mucho, 'e rodillas Es lo que yo sé;
Por mí te rezó.
Sacás d' entre 'l ;uego
Al que cái en él . . .
Le pondré unas flores Ah! Si yo me quemo
Pobres como yo; Sacáme también.
Porque 'l pobre gaucho
Tuito lo perdió; Pero, si está mama
En el ;uegol. . . Sí/
Te pondré unas flores Sacála del ;uego,
D' escama 'e pescao, Y ponéme a mí!
Asperas y fieras
Como mis pecaos ...
Te pondré unas flores Sandiera
De mi campo en flor;
Aromau y fresco, Y pasó por mi barrio llevando
Tierno como vos . . . un sandial en el carro entoldado
y sandiales su voz, que llenaba
Flores d' espinillo de ro;as sandías la siesta quemante.
Y ;acarandá, ¡Oh ro;as sandías, de carne ;ugosa,
Florcitas de ceibo blandita, incitante, brillante y sabrosa/
Y de resedá. ¡Oh sandiera canaria, que pasas
206 207
por mi siestas de grillos y d_uendes · soy aquel morochito, de blanco vestido,
y chicharras cantoras. Sand1era soy aquel morochito del barrio querido
del grande pañuelo listado. . . Sand.:era desde donde se avistan las islas y el río.
del carro entoldado, de fuerte caballo, ¡Oh sandiera canaria, estrellita
que al sol del verano, de m i infancia tan fresca y bonita
pasas frente a la casa del pobre quiero ir por tu chacra, vestido de cura
gritando: "Sandiera" a comerme una "sandía madura"
como pasa la dicha sandiera y a leerte esta dulce poesía,
de mi infancia feliz, de mi infancia más dulce y sabrosa que roja ·sandía.
que en las piedras ,d el largo caminQ
se rompió como "sandía madura" . ..
¡La llevaba, corriendo, en mis manos
y se me hizo pedazos . .. /
Sandiera, te quiero, porque eres sandiera
de mi infanc.:a linda, sagrada, inconsciente,
Y a estarás viejecita en la chacra;
ya no irás en tu carro entoldado,
al sol de la siesta indolente,
frente al rancho del pobre
de piso "rociado"
gritando Sandiera.
Ante el verde sandial de tu chacra
J' la gloria alegre de tus nietecitos,
mateando a la sombra,
hr.r.rás unos viajes muy largos, muy 'largos,
a los barrios más pobres del pueblo,
donde tantas mujeres de blanco,
tapándose el rostro con grandes pañuelos
se te acercan diciendo:
• - ¿Cuánto vale esta " sandia", sandiera? '·
'·
¡Cuánto dieras por ir cada dí.r.r.,
voceando a la siesta "la rica s.a ndia"l
Yo también ... cuánto diera por ver tu silueta
sobre el carro entoldado.
Pero yo, quién soy yo que te hablo sancliera?
Soy "un niño" que llora en silencio, que 'llaman "poeta'·' ,
de esos hombres que sienten la vida;
~08 209
14
sonante iJ?lposible como ópalos acomoda tópalos; y llama
desaprensivos a los poetas que se contentan rimando
alondra con sombra, cuando deberían hacerlo con
sondra. El bromas. y el veras no es aquí discernible
dada la falta de ser1edad, tanto natural como deliber ada
~ue, muestra el autor. Pero, aunque se lo propusiera:
)amas se ha da~o en Fagetti l a felicidad de un poema
logrado. De ah1 . que sea tan difícil una selección ele
Juan E. Fagetti (1888-1952) lo. suyo.. En cas1 tod~ su.s poemas hay chispas, pero
P.r ecursoras del corto-c1rcmto. Como animar ... arrima
Siempre.
Es necesario esperar el esfuerzo de dos estudiosos
"N o sé si conoces el anecdotario increíble pero veraz ~Uruguay Go.~zález Poggi y Gonzalo de Fleitas- para
q ue circula sobre Fagetti. Para mi es uno de los ejem- q~e, en poseswn .ele todas l as obras de Fagetti, nos
plos más raros, demoniaco-angélico y extravagante que chgan l a pala~ra final acerca ele la risa sombria ele este
dio nuestra fauna literaria. Te aseguro que si hubo payaso, que ~le muer1e algunas veces.
un verdzdero poeta maldi to, este fue F agetti" , tal es l a . Obras: Pahque del Momento ( 1909); Ultimos Poemas
carta que nos escribió a mediados de año Saúl Pérez, Sm1ples (1914); Piropos a Buenos Aires (1943)· San
de este hombre posibl emente oriundo de P aysandú . Ramón ( 1 ~43); T ésis Lírica (1960); Policiales (sjf );
Según la misma agrega, nadie desea en esa ciudad Pueblo Ch¡co (sjf ). Además un libro citado por J J
acordarse ni del nombre del poeta - leyenda negra-, Cnsal en su Exposición de la P oesía Uruguaya 'eL·
y los que guardaban algún ejemplar de sus obras lo Ruta de San Francisco". ' a
han arroj ado al fuego. Es posible que su primera pro-
ducción se h aya perdido para siempre.
D e acuerdo t ambién a noticias ele Saúl Pérez, F age-
tti era sifilítico, alcohólico consuetudinario y tan crápula
que pretendía sostener mediante el chantaje incesante
un pasquín que editaba. Agrégase a esto una vida soli-
taria en piezas que - no l a bohem ia- sino la viva
mugre envenenaba. Basta decir su costumbre de arrojar
la basura En un agujero debajo de su cama. P arece
-esto no se sabe con certeza- que había sido medio
militar, y se le había pensionado por ello.
P asem cs ahora a su poesía. D esconcierta, sin duda,
pero no por las causas que han envilecido al hombre.
No es posible dudar que era un poeta. Que era sin-
cero, y que encontt·aba su cielo en la poesía. Un cielo
no propiamente azul pero tampoco renegrido. Era sí,
alma sin esperanza y desvergonzada, a punto de decir
o hacer cualqui er disparate; pero lo salvaba el h umor.
Este humor -a veces, muy límpido- es con m ayor
geu~ralidad una mueca, y le lleva siempre a una inten-
sidad líri ca, est ridente y clownesca. Creemos que el
mundo se le presentó al mismo tiempo como un sainete
inverosímil y una d anza macabra.
En cuanto a su técnica, es de lo más divertida. No
tiene problemas con la rima porque del ante de un con-
21"0
2Ü
Estación Once Bar en Avenida de Mayo
Los trenes músicos
vienen y van
como 'las aves A m i (luerido maestro don Eduardo Carrió,
hasta el juncal; que me deja hacer el murciélago literario,
como las flores mientras se aviva la lámpara con alcohol y
él plancha su chaqué, frente al espejo de
del Pamná ... mi saco criollo.
212 213
III
Domingo Y si nunca le vi. c:por qué mi huella
sigue? A mi mesa de café, sentado
1
lívida estatua, escucha endemoniado
Y a la aljaba celeste distendía como venido de remota estrella.
su arco lujoso y era flecha en blanco
e iba yo por Balcarce cojitranco ¡Qué raro eres! -me dice-. Te querella
hacia donde tampoco no sabía. tonta inquietud de penetrar mi estado.
Nadie pesó mi fún ebre. Obcecado
De pronto, texto de filosofía de alma, me vistes y me ataste a ella.
luto en el aldabón. Será Lanfranco,
mi antiguo jefe? ~ dije. Un hombre, manco, Y en soledad de la parroquia ahíta
guarnición de la trágica Etiopía. con ginebra y limón, dos, en la cita;
Vi cómo el hormiguear de la escalera sobre la mesa el lápiz, una taba.
puso luego el cadáver a la acera
en la suposición de que era un hombre. Y fue 'lo natural que el mozo, luego
té me sirviese a mí y al otro, fuego,
Puertas, ventanas, guiaron el entierro, · pues no bebía, al c.'rio que fumaba.
mis ojos dieron sal, a nadie asombre
e iba cuidando a todos como un perro. (Piropos a Buenos Aires)
ll
214 215
su amistad. Veo el yuyo 'llamar a las lucernas ·
riendo de m i ignorancia; con piedad de crepúsculo
de mi ilusión, al buho. y · al halcón que me trae
Rico. . . pobre . . . si, ¡pobre/ su mensaje del mundo.
Vanidoso que al lujo Qué feliz me sz'ntiese
de un ensueño se lanza de torrero, en un turno
y que hallará en lo trunco permanente. Tapiada
de una torre, una cruz nuestra boca, seguro
/
como cándido escudo de que dan vino eterno
para .la travesía con oro de minutos
que el Cielo abren y el mundo. en su copa •los cuatro
ventanales del júbilo.
Y a subido a la torre
me sentiré ·más niño
y hasta cuando el seiíor ( Revista Nacional - Nr 136)
cura cante, al descuido
cantaré por lo bajo
m iedoso de ser visto Tú
y veré el mundo todo
en la iglesia fundido. "Contemplando el r etrato t!el Ayudante.
Luego, alzaré las bellas Me ponía en penitencia in justam ente y
medallas que hace el rio ahora yace en la tumba helada".
como orfebre de plata,
geometría de lino; Todo el dolor de la tierra
con pétalos de barcos; sube, amigo, hasta tu rostro,
santos hechos m arinos. como una luz de ultratumba
De un lado, las medaNas iluminándolo todo.
tienen selvas y chivos; Si sacudieses los braz os
del otro, está la Muerte te desharías en po'lvo.
paloteando en el limo~ _ Bajo tu máscara surge
inconfundible la de otro . . .
Y o subiré a las torres Si me miras, me amedrentas
cuando sea más puro pues me traspasas cuatro ojos . ..
para así avecin darme Si. . . no me mires. . . Pareces
a las aves y al musgo escapado de un velorio.
que tiemblan, asi se esponja En la mano, una mazorca,
su viñedo maduro. enseii.ando vida y gozo
En hoz veié los límites ·- mas, en la otra, el martillo
del pueblo cejijunto- - · que sella el cofre mortuorio.
216 '
217
Mensajero indefinible:
tú no eres tú, eres tú y otro.
La Tierra, toda la Tierra.
se trasuma por tus ojos.
Las pupi'las, dos océanos;
tu voz huracán saudoso
y el secreto de la Esfinge
vela tu cuerpo canónigo.
Tú no eres tú. Eres la sombra Leandro Vilariño (1892-1944)
de otro que me guiña. De otro .
218 219
Parque Otoñal y Ceniciento Me Eras Desconocida
Parque otoñal y cemczento Me eras desconocida
tu bruma es una encarnación y sin embargo no te ignoré nunca.
te vuelves • todo sensación
para mi frágil sentimiento. Salías de la infancia a largos pasos
como para alcanzar mi corazón,
Pienso y me duele el corazón·. visión traída, sabe el cielo
Lloro y me duele el pensamiento. por qué ligera fantasía ,;_ía.
Cristalizarse en la emoción
es embriagarse de tormento. Luego sin saber cómo
ni cuándo, ni por. qué,
Amor y versos -sueños de oro era ya tuyo,
y azul- ¡oh parque insonoro/ eras ya mía.
todo m i ayer en ti se esfuma
N os penetramos 1:gnorantes
con el silencio del fracaso de que veníamos a ello.
y abate sus alas de raso
que vuelven mojadas de bruma.
220 221
Recuerdo y Muerte de un Amigo
222 223
Con aquel hombre 'limpio cabía amistad divina. Para que no se.a. enturbiada la vida que Dios hizo,
Con 'aquel silencioso se podía hablar de Dios. para que no sea cerrado el costado abierto de Cristo.
Con aquel gran sencillo holgaban las palabras. Para que pueda el hombre vivir sin disimulos
ni engaños, ni artificios,
Criatura sutil, sabía que Dios llama en presenc.:a del Padre,
r sabía qué tenue, qué insegura . con conciencia de hifo,
qué sospechosa es para todos esa voz indefensa. en común, y no aislado
Qué diferente de la lucha abierta segun '
' su sello y sacramento?
es la hicha del alma,
y qué agonía, qué lucha que· padece, Un hombre limp:o vivió para borrarse
existe en el secreto de la lucha del ángel un corazón inteligente negó lo que no' existe
que no dice su nombre. r se negó a sí mismo,
para dar r olvidar,
Y si estamos haciendo una obra ingente, para que otros fueran,
si aquella hija del cielo, la pobreza, para que en su sosiego otros tuvieran el cimiento
que otrora era una gracia, . firm e, abnegado, justo, de su esfuerzo.
ahora esgrime un código, amenaza,
se desconsagra y todo un mundo trabaja Su caridad fue una larga pac:'encia
para poner las almas a nivel de los cuerpos Non recnso laborCln
dentro de esas enormes organizaciones Este Martín para vivir de Cristo
que niegan r!L Espiritu . .. partía su alma con el pobre,
Sin ser dueño de nada
Si en este m isterio constructivo de la apostasía, dio mucho, a muchos,
amordazada ya la Fe y asesinada casi la Esperanza, mas todo lo que daba era pequeño.
hasta las piedras del santuario é·Quién vio su rostro r pudo ver. sus dones?
dejan el fundamento y se aúnan, Su mano era su dádiva. Siempre,
fuera de la estructura, por más que diera,
donde no hay confesión, -Martín que daba a Cristo-
donde no carga el peso, sólo daba su paz.
con todos los cascotes e impurezas del npw,
¿no tendrá Dios un hombre, un escogido, Tenía un alma blanca.
para que valga al hombre que guarda su bautismo? Tienen color las almas. Y o he visto negr,as
r las hay muy hermosas de plata y de ceniza
¿Nadie hará nada y también, ¡ay, Señor!, amarillas.
por el precio desprecia.do de la Sangre
para que el pobre sea pobre, Mas aquella almtJ. pura
r el po~ta poeta, r el casado casado; reflejada en su casa
para que guarde 'la virgen su velo fue un fardín escondido.
y sea el monfe, monfe consagrado? Vivía al amparo de un monte,
-ZZ4 225
v.vza en una 1luz de espaciosa blancura. 1/l
Otra alma, en esa luz, respondía a su alma.
Duerme ya nuestro amigo.
Pero pasó al Señor. Descansa de su día.
¡¡ Un valle de montañas indecibles,
un ensueño de luz
No hagamos un gran túmulo, vela su sueño.
nuestro pobre morir no es importante, La voz severa de San Juan Bautista,
sólo es morir del cuerpo. la voz amante que nombró al Esposo
1
Consagra para el Padre todas las otras muertes, precederá su despertar.
las grandes, las divinas:
la del Hijo en la Cruz (que n.o fue s:n nosotros), Muchos pueden orar sobre su nombre,
y la que consepulta con él en el bautismo, W agner Antunez Dutra,
y ésa de cada día, yo, sólo recordarlo.
el Suscipe de los que ofrecen,
muerte secreta, casta, simple, interior, total! Difunto, libre, desligado, exento.
No hay ninguna más ardua. Ausente de estas cosas,
Sólo por el altar puro d~ estos torcidos tristes afanes
-gota de agua en el cáliz para szempre.
y herida que n.o acaba- Sólo presente al alma
podemos ir tan lejos. y a estas .lágrimas que el dolor,
Quien tuvo vida etema en este mundo, ¡amigo! ¡amigo!
de vida eterna herido ha muerto muchas veces. o acaso la desesperada virtud de la Esperanza,
Aquellas sí son muertes, lentas, no amargas, y sin llanto, y calladas,
ésta sólo un oficio menor y transitorio. del corazón, sólo del corazón, me arrancan.
El pago de una deuda, debida;
el paso de una pascua, deseada.
¡Aprieta, hermana muerte!
¡No perdones, amiga! Mira que no estoy solo.
Sea cumplida hasta el fin también esta obediencia.
No llegas tú, no temas,
hasta la división del alma.
¡Otros vestidos he qu:tado
y que me estaban más inexplicablemente adheridos,
para poder dar gracias!
Poco muere el cristiano en esta muerte.
Al que nació de Dios y vivió l nter Convivas
tu hora es breve Fíat!
226 227
Gaudeamus
Amigos de mis más hermosos días: ·
el equinocio Libra está a llegm·
y presto va a sonar
la flauta de Marsías . ..
Junio Aguirre (1895-1962)
Vamos Humberto, el de sedientos l abios
y ojos de zahorí :
Pet-teueció a la tertuliu que presidían Abellú y Zauilli bien sabes tú que los preceptos sabios
y que frecuentaron Roberto lbañez, F ernando Pereda, están en las canciones de Saadi,
J csualclo y Vitureira. Este último lo reconocía como un cual tordos escondidos
Fnmcis J ammes de M alvín. en soto de agabanzos florecidos.
Cuando aparece su {mico volumeJl, "La Ct"l.tz del Su r"
en breve bibliográfi ca dice que este autor ha, sobre todo,
vivido sus poemas. Esto sí que fue hacer el Agcsto eu Mira ; cada camino suburbano
Junio -como verá el lector. El Humberto citado en el que parte a las afueras,
11rimer poema tiene que ser Zarl'Ílli conduce a las idíliccas riberas
La "Eutrapclia" está acribillada de vccahlos rar!ls, n del Manga, Miguelete o dt!l Malvín:
veces científicos, que si bien molestan, no htu-tan al
libro su jocundo tono. Es una poesía que está a punto do el último verano
siempre de excederse en libertad pero que se detiene a paseamos con la amada r el esplín.
tiempo. Su lectura es agradable y hace suponer que el
hombre que escribió este libro, era feliz.
Abandonemos buhardas y hosterías
Luego, abandonó por completo a sus amigos y se fue
a una chacra a trabajar. Lo hizo de un modo tan con·
la ciudad por la fronda . ..
tundente que cuando Vitureira - según nos contó Iba- y en este agosto de calientes dí.as,
ñez- fue un día a visitarlo, Francis J ammes no quiso reunamos la estival, antigua ronda.
recibirlo, y no quiso tampoco envinrle ninguna explica -
ción.
Luego, todo otra vez estará listo . ..
Obras: Eutrapelia pastoril y gandulesca ( J928) .
La merienda y los vinos en la ce,~a,
en las bocas el beso y •la canción.
....,
2?'2 229
Le Daban Tierra
Le daban tierra a aquella pobre muerta,
y mis ojos volaron por encima
de las tumbas,
hasta un arco de playa, en donde,
una casita púrpura anudaba
'la blanca arena con la mar azul.
Federico Morador (1896)
La playa era Malvin. . . y el sentimiento
unánime se fue tras de los ojos . . .
Allí sobre la arena, aún insepulto ¿Por qué l')O hemos ubicado a este poeta en la p ri-
mer a parte de esta antología? No sólo porque van mas
-asperjado de sol y agua marina- de treint a años que su voz se ha silenciado, sino porque
yacía el cadáver de mi mocedad. en el último de sus libros de versos titulado "Anatomía"
desaparecen las calidades que había mostrado en los
(Eutrapelia .Pastoril y Gandulesca) primeros. Nos produjo, en consecuencia, la sensación de
haber perdido el rumbo; con un futuro, si no clausu-
rado, por lo menos imprevisible y, a nuestJ•o ver, poco
prometedor. (Véase el poema a Julio Herrera y Reissig,
ll ev. Nac. N• 203) .
Lamentamos con esta opinión contrariar ln de H.E.
Pedemonte qu e ve en "Anatomía", uno de los l ibros más
bellos de nuestra literatura. Que el lector decida. Noso-
tros, por nuestra parte, hemos consultado este antago-
nismo crítico ccn quien fuera compañero de Morador
en la revista Los Nuevos, Ni colás Fusco Sansone. Opina
éste que el pceta logró eu su p rimer lihro "Poesías" lo
mejor de su obra. Y deploraba que el profesor ado hu ·
biese, luego, con su literatura didáctica, absorbido ni
poetn. Nos parece que también es ésta la opinión de Pe-
t·edn· Valdés. Agregamos ahora por nuestra cue,nta q ue
el segundo libro de versos de M or ador no nos resulta
indigno del primero.
En nuestras letras, ya sea por ambiciones, por· timidez
o d udas sobre sí, los poetas jóYenes en edad, difícil-
mente lo son en su poesía.
Podríamos citar como excepcionales la euforia ruido-
sa de Fusca San sone; l a ingenuidad radiante de Vi tu-
reira, la vibrátil perplejidad pensierosa de Ricardo P a-
seyro en "Plegaria por las cosas"; y la p1·imera m odalidad
de W ashington Benavides. Y entre lns poetisas: en pri
mer término, a Circe Maia ; y luego a Silvia H errera,
en sus comienzos.
230 231
Cada uno posee su timbre particular e inigualado. El
ele Federico' Morador consiste en la Instantaneidad 1' Encuentro
desenfado iuvenil. Claro que esta aclilud no valdl'ia cie
nada si no fuese acompañada por l a gracia, por la sim- Cuando caían las primeras
patía y por el relámpago de l a intuición que acier ta.
Cuando esto no acontece, la espontaneidad deja paso a Hojas la vi por vez primera
la simpleza; la gracia se chasquea en un querer ser Y era tan linda que pensé:
gracioso; y la intuición, que no ha acudido a la cita, Y o debo ser indigno de Et1la.
es sustituido por un capricho en el aire.
Esta manera de arte de Mor-ador supone intrepidez, Y tuve ganas de irme lejos,
creencia segura en su propio encanto como algo conna- De estar con otras o acaso solo . ..
tural, y golpe de vista fulminant e. Todo puede caber en
el poema -a veces, se encu entra a!H cualqui er cosa- Mas ya era tarde, con un gesto
todo, m enos que el poema de la impresión de haber sido Nos lo habíamos dicho todo.
pensado de ant emano. Nosotros h emos comprobado que
este tipo de poesía corresponde a cierto tipo de hombres Luego viendo que sus amigas
de notable velocidad mental y vel'bal. Le sonreían, sus mejillas
El contrapeso de tan bellos dones está en que pocas
veces logran superar sus frutos de juventud, o lo que Se coloraron poco a poco.
se habla descubierto como promesa en ellos.
Obras: Poesías (1920); El Libro de Ella (1922); Ana- Se coloran de igual manera
lomía ( 1931). Las cerezas en el cerezo
Para que sean descubiertas
Entre el follaje, desde lejos.
( El Libro de Ella)
Ella es Así
Ella es entre las diosas una virgen desnuda;
Ella es entre las vírgenes, una diosa violada,
Con sus rubios cabellos sueltos de reina loca
Y con sus claros ojos fluidos como el agua
Entre sus senos nacen las rosas más oscuras;
1
234 235
6
Pálpame como fruta de la noche
búscame en el hondo terciopelo
porque la noche es tuya r mía
la noche donde tú y yo nos encontramos
nerviosos en la tiniebla ávida
con los nudos del deseo en la boca_
Blanca Luz Bru1n (1905) La que me hizo la espalda eléctrica
J' agotada la sien
diente de fuego adentro de m is ojos
Nacida en Maldonado, en "Contra la Corriente" re- ceniza de la madrugada.
cuerda su niñez en una estancia vista de noche en
medio de los relámpagos, árboles enloquecidos y caminos
cortados po1' las inundaciones. No volvió j amás. La noche que extrae los zumos de los senos
Según Fusca Sansone, escapó luego de un colegio de y la leche del vientre.
mon jas y se presentó a la oficina de la revist a "Actua-
lidades". Traía versos. Allí conoció a P arra del Riego.
El })Oeta la llama "Terutero de cristal" a causa ele sus La noche que me sirves en tus manos
piernas delgadísimas. Se casnron. Murió él, y con un bebé la que te trae y te inmovNiza en m.'s dedos.
en brazos esta Blanca Luz de relámpago echó a correr
pot· todos los caminos de América (Chile, Perú, M éjico, (Atmósfera Arriba)
Estados U niclos, Brasil ) en libertaria, en comunista, en
solitaria, en soli~l arin, y a despreciado el férvido credo
catól ico anterio1·. 8
Hizo vida riesgosa con m·tistas; vida perseguida, con
políticos; y vid11 ancha, suelta y suave con ind ustriales En la noche de tus ojos
magnates. Tiene actualmente su residencia en Chile. dos marineros fuman su pipa de ámbar
Ln poesía y prosa que ha publicado recoge el fuego, tu tristeza tiende puentes de angustias
la luz -también el humo- de este lei10 de carne pues-
to a arder. (Perdón, lectores, esta vid a de Blanca Luz
en mi garganta,
nos ha impuesto un poco a todos l a mism a retórica del y mi estridencia se queda adentro, como
fu ego. Así Br ughetti: "Es uu arder incitante, sobre la en las fábricas . ..
marchn, en su hincharse la cara en l a brasa!" ).
Obras : Lns Llnves Ardientes ( '1 925); Levante (1926); Porque a mi corazón de rudas poleas
Atmósfern Arriba ( 1933); Cantos de América del Sur no le puede seguir tu corazón
( 1938); Romancero de Frutos Rivera (1942).
que es como un cordero que crece con miel
238 239
con una cultura europea, María Elena buscó siempre,
por n aturaleza, la penumbra, la soledad más que l a En el Piano
sociedad, y el silencio más que la conversación animada
- bien que fuese l a afabilidad y delicadeza en persona.
Pobres manos mías, cómo van muriendo/;
Amó sobre todo, la media voz. No creía en los extre·
mos, ni místicos ni pánicos. Permaneció siempre con y a, sobre el teclado resbalan de tedio.
ese aire de no entender, o de entender apenas, los hom· ¡Qué ágiles y alegres trajinaban antes
bres, l as cosas, las horas, en lo que ellos tienen de "apa-
rición", de entes de otro mundo.
en el blanco y negro/
Obras: Hor11s Mías ( 1924); L ejos (t926); Puñado Ahora desfal'lecen, y caen
de Agua (1 931). como caen las manos sin techo
después de una súplica que no encuentra eco.
Suspensas y pálidas
parecen envueltas como en un misterio,
y así, recogidas,
a una garza inmóvil se están pareciendo.
Lacias y pesadas, oscilan sin fuego
como dos badajos de campanas tristes
que tocan a muerto.
Dos cabritos blancos eran en Las teclas
saltando y corriendo;
ahora se clavan en un so!o acorde
que alarga el silencio.
240 241
16
Como un Puñado de Agua Llueve
Llueve, llueve a torrentes,
La noche ha bajado una estrel:la . .. en el techo del cuarto ·
Suspendida la tiene ha dibujado el agua
Sin rozarla con nada. un personaje raro.
La estrella sigue limpia Los ojos miran lejos,
Como un puñado de agua. con una pipa larga
entre sus labios secos
Los días se han gastado parece que fumara.
Buscando la siembra de luz
Que del surco se escapa. Y a no pienso en dormirme.
Ese duende
Las horas van temblando
A robarle su llama. que a_soma 'la cabeza por el techo
me tzene desvelada.
Viaje de prisa llevo por Las caNes . .. 14fuera, cómo llueve!
Voy mirando la estrella (¿y esta gotera extraña?)
Que juega a esconderse detrás de las casas, cEs un viejo marino? .. .
Y me mira, burlesca, Mirada escrutadora
Por entre las verjas desnudas de un árbol y la pipa clavada . . ·.
Que pasa. De súbito la pipa
se ha convertido en gaita.
cDe dónde te has venido
Cabrita cargada de noches,
gaitero, hasta esta casa? . . .
En el campo abierto ¡Venga, venga tu música!
La estrella corre y salta,
Y de pronto la veo muy grave Y al ~ompás de la gota,
Sobre el másti'l de un buque la gazta complacida
parece que sonara.
Suspendida en la calma.
(Puñado de Agua)
242 243
"Crónica de Pájaros" (1961 ), editado por el Ministerio
de Ganadería y Agricultura, instructivo, bello y ame-
nisimo libro.
Como influencias líricas cita Rapp las de Lorca y
Neruda, y la de un gran señor de la prosa: Gabriel
Miró.
El único libro de versos publicado reúne una espa-
ciada producción de 30 años. En él está el Cerro, de
algún modo; y el deslumbramiento de su vida infantil.
Mas todo trasladado a la imagen, y con mucho mar,
César M. Rappalini (1908) visto y soñado, por horizonte. De nativo desencuentro,
nativa ausencia, nativa lejanía, son los aires que rizan
misteriosamente esta agua quieta.
En sabrosísima carta --que por su extensión no po- Y no queremos dejar de citar las últimas frases de
demos transctibir- "Rapp" satisfizo nuestro deseo ele Rapp: "Le confieso sinceramente que me cuesta cree1'
saber cosas de su vida y poesía. Nació en la falda del que mi obra, si así puede llamársele, tenga siquiera un
Cerro, crióse en un saladero propiedad de su padre y valor relativo. Y al decir esto, le confieso que cr.eo no
su abuelo. De ahí le viene la sal. padecer la peor de las vanidades, o sea, la de la mo-
Continuó su niñez en Villa Colón estudiando en el destia".
Colegio Pío, y empezó a publicar "El Chajá", emplu- "La vida me ha tratado bastante bien y m e ha
mado periódico festivo. Pasó a "El País", y para obte- enseñado mucho; sobre todo a conocer mis propias limi-
ner entrada gratis se hizo cronista de fútbol. Pero el taciones".
rectángulo de campo verde, más que inspirarle goles, Obras: Agua Dormida (1965).
lo l anzó a la Agronomía. En esta Facultad jugó tan
sólo las preliminares.
De vuelta al plomo con el "Uruguay" (1935) donde
me derrumbé --dice- "para no levantarme más de
una profesión que me mantiene hasta el presente". Allí
publicó sus primeros versos ~'hábiles". _(Y, digo hábiles
porque los otros fueron fesllvos). Se trato -agrega-
de un accidente en un "Paso a Nivel", que así se lla-
maba la página literaria dirigida en dicho diario por
Julio J. Casal, quien fue siempre i:nuy democrática-
mente amigo de nivelado todo.
Desaparecido "El Uruguay" pasó a "Marcha" Y a
"Mundo Uruguayo". Después entró a "El Plata" co~o
"solfista" de su página politica. Solfeó más de ~ten
veces en el mismo sitio haciéndolo luego en "La Lmea
Maginot" radial y en "Peloduro" .(Aquí publicó cuen-
tos humorísticos).
Agréguense centenares de epigramas y biografías ca~
ricaturizadas en "Dioses y Angelitos" de "El Plata",
donde ocupa actualmente el cargo de Secretario de
Redacción. Siempre firmó con el seudónimo de "Rapp" .
Como transición adecuada entre su humorismO' Y li-
rismo, aparece su primera publicación en volumen:
245
244 ~ .
Y a me estorban
Pensando .en Ti los ojos y las manos
que no saben hallarte
Pensando en tí y sin descanso vuelven.
toda la tarde adquiero. Y me estorba la voz
Sin ti, no atino que no encuentra tu oído.
lo qué hacer con ella. Y me estorba el deseo.
Quisiera usarla
para estar contigo; Desearía encontrarme
dártela en nombre aquel que amaneciste
de tu nombre y suelta en mí con tu presencia
toda la tarde y retenerlo siempre;
sobre tu silencio, volver a tu regreso
ungida en tí, y desandar tu olvido
santificada, llena hasta llegar a mí.
de lo que pienses
cuando yo te p:enso, En esta tarde pasa
volverla a mí que todo me despide
para gozar tu ausencia. desde este andén que p:enso
(Agua Dormida) r llueven tristemente
palabras sin oídos
y sopla un viento de algo
que parece que nunca.
En Donde Estés
En donde estés
te atrapa
En donde estés mi pensamiento ahora.
te atrapa Siempre será lo mismo.
mi pensamiento ahora. Aunque ni tú ni yo
Entristecí la tarde seamos ya nosotros
para encontrar tu ausencia. ni muera este silencio empecinado
Y o no sé si estoy triste que ha 1llegado a mi sangre
o si soy mi tristeza. para sembrar tu ausencia.
Deja que yo te traiga
recomenzando el tiempo. Y o no sé si estoy triste
Deja que yo te aleje o si soy mi tristeza
de tí para encontrarme. ( Agua Dormida)
~46 .247
El Sobreviviente
Anegados nos dejan en el alba vacia.
Kathleen Raine.
250 251
tal la sensación de abatimiento expresada por aquel ros-
tro que, sobrecogido, Varela rehuyó el encuentro y Una
siguió de largo.
Lo que place en sus versos es la mezcla de cotidia-
nidad, de fotografía hecha pedazos, entre los que inter-
cala imágenes de interpretación subjetiva. Estas no son Más que flacura
siempre lo exactas que uno desearía. Más raras, a
veces, o forzadas o bruscas, que exactas. En cambio, en la inocente luz
una fuerza real y unidad de emoción, salvaguardan. un dibujo de piedra
Obras: H eme (1940); Cara y Cruz de la Esperanza
(1941); Tiempo del Amor y la Amistad (1951); Mu- en el vestido.
ral de Poesía Nos. 1 y 2 (1954); Mural de Poesía Nos. Huella de cielo y tiempo
3 y 4 (1955); Costado Triste (1958); La Calle se
levanta ( 1961) . entre la carne.
Son pétalos de dedos que se pudnm
y barajas nocturnas
florecidas.
Quien la quiera tocar
será en la calle.
Mariposa de sangre
desde el vientre
entre brumas
y briznas
y dlmanaques.
Un documento de zapatos rotos
y la vigilia de calladas hambres.
Quien la quiera tocar será en la calle.
Qué trizadura en los ojos
qué agazapada infancia
qué callados otoños en la boca
hay lámparas de aliento
que la empujan
su mortaja de sal
su muerte viva.
(Costada Triste)
253
252
Ay, cómo duele tocar
Nuevo Aire en Líber F aleo tu frío sello,
tu mano que se escapa
que abre puertas,
Era la tarde terrón de sal tu cuerpo que deambula acostumbrado,
r llevaban tus pies para adelante. al muro de la cal!le, entre las moscas . ..
Estabas junto al muro
cárcel de hueso,
sangre sin meditar. Niño Muerto en el Alba
Empezaba tu hazmí a, Qué solo se quedó
luchar de~de tu sitio en la calle, qué sdlo,
con quemados otoños. un barco de pap3l r una baraja,
r entre tempranos dientes
Comenzabas a ser, el tabaco.
la almendra genital de las hormiga$ .
Te envid:aré yo tanto, Qué solo se quedó con la sonrisa,
como tu abstracto vino, dibujada con lápices de hambre.
r verás ay, los buzos, r caracoles de angustia,
hurgando tus maderas, en los zapatos.
tu ceniciento rostro, Qué funeral aliento
los odres de tu piel, por la espalda,
los diamantes helados de lu boca. qué vegetar de hongos
en el pecho,
Y serás el viajero devorado
qué calendario dehoNín
sin tabaco ni amigos, en la miseria.
entre turbios 'licores,
azotado de tierra, Lo rodeaban los ángeles,
entre raíces. .las moscas, el fotógrafo
y ro diré de ti en este mundo triste, que suda sus primicias,
cada día en la calle con tu misma salil'a, las uñas que se enroscan
con iguales esc.amas en los folios, para explic.ar
junto a ti en los gritos, la muerte,
( amappla de asfalto) r el esqueleto de la luz que envuelve
con la misrrra latitud de mariposas, el hilo de la sangre sin ventura. '
que h.ay un circo vacío de piedra solitaria,
r delirio de verso detenido Qué pantalón de soledad,
en viejo tiempo, torpe, qué solo en la isla de la calle,
asesinado. con orugas de tierra entre los dedos,
254 255
como cenizanovia,
como carne que se pudre en los vestuarios.
Qué solo se quedó,
como se quedan,
los caballos que enlazan la tormenta
en éxodos de sombra,
como un pájaro que Nora su creciente lunar,
como se quedan, Pedro Montero López (1914)
los huesos, la oración,
la sangre de los niños en la calle . . .
Nacido en Durazno, se sintió llamado a escribir des-
de la edad escolar. Llegó a rendir algunos exámenes
en la Facultad de D erech o, abandonando luego para
ingresar mediante concurso de oposición al profeso·
rado de Historia, cargo que ocupa en el Liceo "Dr.
Miguel C. Rubino" (Durazno).
En dat os que envía a nuestra solicitud, Pedro M on-
tero López nos dice de su amistad lírica con Jos clá-
sicos, prin cipalmente los espaíwles. En su úl tima obra
-y para nosotros l a mejor- "Sonetos Duraznenses",
si no por el lenguaje, que en Montero L ópez es siem-
pre m enos raro, sí, en cambio por los ternas, por la
limpidez del conjunto así como por la frescura y ca-
lidad de los elementos elegidos, el autor logra darnos
una visión muy próxima a la de H errera y Reissig
en "Los Extasis de la Montaüa".
Cla ro que aquí hay un pueblo nuestro del Interior
siempre reconocible, y no villorrios, montañas, zagales
y zampoñas; l as "églogas de abanico'! de que hablaba
Zum Felcle. La t onicidad que se difunde de los poemas
de Montero L ópez, su virtud esencialmente cordial y
siempre de encantamiento plástico, hacen que no sólo se
embellezca l a visión que tenemos de nuestros pueblos
y ciudades de la campaiía sino que una ola de salud,
de salud física y moral se expanda sobr e ellos.
Obras: Cavil ación por el amigo grande (1943); Sumo
Encuentro (1944); Canto al 29 de Junio (1950); Can-
t o al H éroe (1952); Medalla de Romances (1954);
Elegía por Tclémaco Morales (1957); Cristal por Me-
dio (1960); Sonetos Duraznenses (1964) .
ló
257
Domingo La Siesta
El carro, de culata, alza las varas La casa tan de siesta; con rigor,
desperezándose en celeste acceso; tan íntima quietud, tan poro a poro
el perro a su costado muerde un hueso y tan afuera, tan azul, tan oro
y las gallinas hacen algazaras, y tan aire y tan pájaro y tan flor.
a ratos contra las palomas claras Del patio, tan campante, al corredor,
que ar:dan coquetas, de claror ileso, tan verde moscardón y tan sonoro
entre el estiércol; y el domingo es eso, y el bdlde en el aljibe tan en lloro,
y sol en horas y oros largos; raras tan gota, gota y gota de frescor.
veces es algo más o diferente, Alcoba tan callada; celosía
aquí en ·el patio y e~ galpón sin gente, tan baja; tan dormida todavía
sin gestos· duros y sm voces hoscas; la tarde r ro tan solo con mi afán
aquí donde sazonan los zapallos tan atento a las tres en la campana
sobre el techo, y debajo, los caballos de la iglesia que suena tan sin gana
dormitan arrullados por las moscas . .. y tan lejos, tan lejos, tan, tan, tano o o
(Sonetos Duraznenses)
La Luna
Luego de un largo y penumbroso asedio
acércase la noche; no la ahuyenta
el olor de la ruda, entra y se sienta
familiarmente, lámpara por medio.
Una cuchara, un frasco de remedio
y un vaso dan s~bre la m esa cuenta
de mi tos infantzl; la paz aumen~a;
oigo latir puertas afuera el predzo
y en los techos rumores imprecisos,
de las semillas de 'los paraísos,
tal vez; la luz ahora me importuna
y apágola, que en sombras estar quieró,
mas, ¡ay!, por el espejo del ropero
de mis padres, alúmbrame la luna.
. ·~59
gros de _la poesía torrencial: frondosidad en exceso
enumeracwnes. sin término, nerviosidad en reemplaz~
de la profund1dad. Que se .e ntienda el matiz: h ablamos
de peligros. _
Endel poema que hemos elegido procuramos mostrar
este ?ble téma del eros y la muer te que han ocupado
lo me¡or de l a producción del poeta.
Obras: Canto para los fuegos del hombre y de la
Walter González Penelas estrella (1937); Elegías y otros poemas (1956) .
(1915)
En los años en que Don Julio J . ·casal levant ó en su
Antología "un censo vecinal más que poético ... " -Ya
en el decir de Guillermo de Torre- , González P enelas
residía en el Cerro y compuso entonces su primer libro,
que Vitureira comentó en "Aiape".
Empezó :_como casi todos l os que terminan en las
letras- estudiando abogacía. Si bien ocupa actualmente
un cargo técnico en el Instituto de Colonización, su
vocación docente lo llevó al profesorado de Sociología,
cátedra que obtuvo mediante concurso en los Institutos
Normales. Cuando allí l e conocimos - recordamos-
no quiso dejar de mencionarnos un t ema con el cual
procuraba renovar l a enseñanza de su materia: era la
sociclogía de la serpentina.
Su expansiva naturaleza quedó demostrada acto se-
guido al recitarnos en un café sus sonetos amorosos.
Lamentamos no haberlos visto impresos en l as "Ele-
gías", pues eran t odo fuego· y puntillazo final, y no
hubieran clejado de producir su efecto sobre este lector
medio que procuramos no olvidnr un instante.
Pero está a la vista que González Penelas fue ten-
tado luego por 9tra temática. El tema de la muerte
se ha hecho en él obsesivo, y Hugo Emilio Pedemonte
lo define como un "verdadero agonista". "Y a veces
un desesperado". Scgtm él, no parece esta poesía uru-
guaya, sino poesía español a de post-guerra, amargada,
angustiada. Y termina Pcdem onte su juicio sobre las
once elegías, diciéndonos: "Respiramos hombre real,
hombre-íntegro, hombre-angustia por todas las pal a-
bras". Creemos nosotros, por nuestra parte, que la vehe-
-m encia de .l;)sta poesía-desahogo no escapa a los peli-
~60
261
Juego con el Relámpago de tu Cuerpo
en la Sombra
Juego con el relámpago de tu cuerpo en 1la sombra
mientras llueve en la noche tu cabellera suelta.
Tus ojos recordados flotan sobre mí espalda
r tu aliento desata toda 1la primavera.
Me sorprendo buscando no sé qué de mí mismo
Uruguay González Poggi
cielo cerrado, sangre, tacto, pavor, ensueño, (1915)
r algo obstinado sube desde tu piel nocturna
r me deja la noche naciendo entre los dedos.
Ya no sé donde empiezas, ni siquiera, si empiezas, Fue destacado profesor en el Liceo de Poysandú. Es
ni si eres no obstante tenerte entre m;s manos. la poesía español a, sobre todo, la que se ha impreso
en su modalidad musical: un aire de romance, de copla
Eres tú y la que llega, la que se va y retorna, a veces. En el poema breve, un pensamiento recurrente
la estatua disolviéndose y el helado relámpago. busca su culminación significante y sugeridora en el
Tan natural es todo que parece imposible verso final. Se aproxima a l a actitud de Machado pero
lo retiene apnrte un l irismo jnsistente, mús cantado
la curva de tus hombros donde se inicia el cielo que pensado.
todas las cosas juntas que se acercan de golpe
y quedan en nosotros como un bosque en secreto. Aunque no siempre acierte, es siempre auténtico y
bien escogido el estado lírjco que busca expresar. D e
Tú m isma en este modo de venir por la noche, una de sus obras ha escrito Juvenal Or tiz Saralegui,
de ponerte a mi lado con llantos y rodillas, quien sabía ser buen crítico de poesía, siempre que
de flotar con tus manos tropezando en el miedo sus amistades líricas no le presionasen demasiado: "Es
en la letrilla humilde, sin tono intelectual, libre do
y de encontrarte alegre mordiendo una sonrisa. todo ejercicio de t rascendentnlismo, dond e Gonzúlez
Te respiro en silencio con mi furia inocente Poggi obtiene sus mejores conquistas" . (Alfar N• 86).
por el temor de oírme lo que tengo olvidado, Obras: El Canto de las Ond as (1937); La lluvia
r tener que salirme de mí para estar solo estira el ala (1 946); Un árhol sin olv.ido ( 1958).
escribiendo en el muro la mitad de mi canto.
Quiero salvarme, ahora, de tener una muerte,
de caminar, de oírme, de andar entre relojes,
de ver como las lluvias quedan en la memoria
y hay calles numeradas y árboles con adioses.
Dame tú que lo puedes, sólo por un instante
el júbilo inocente de una manzana ciega,
quiebra el cuadrante negro que me habita 'la sangre
que sobre mí, no sienta pasar la primavera.
(Elegías y otros poemas)
262 263
Y a su cabeza sin llama
Nocturno estará como en un nido.
A Beltrán M artinez. Su cabeza está más alta
que .la noche y el olvido.
Cuando se apaguen los cielos,
también morirá la llama Voy traspasado de luna
de que muero. por el amigo perdido
aunque 'la tierra sea buena,
La noche tiene en la frente aunque el sueño sea tranquilo!
la alegria de un lucero,
y una paloma en el hombro Era de la primavera,
peinándole los cabellos . .. era bello, era cumplido
tenía la mano más pura
Veo una mujer que surge que las gotas de rocío . ..
en la copa de mi súeño;
la que buscaba perdido Ah, que te lleven mis ojos
al lado de mi desvelo. que mi do!or te de abrigo .. .
cA quién le d:ré llorando
Filos de silencio, que se me ha muerto mi arrugo?
me cortarán la mirada,
y se llevarán mi cuerpo.
Y tú suma de esta noche
ya sin la mano del fuego; Saetas
¿por qué borrado camino
dejrás mi pensamiento? No tengo- ganas de vzuLr aquí
O esta muerte es un recuerdo y no sé adonde, de morir tendría . ..
de otra pasada . .. Tierra gastada, sol sin alegría
y la pienso! de cuanto cielo ya me despedí.
(EL Canto de las Ondas) Crece distancias, hoy, mi desamparo
algo el jardín del mar que dice Ulises;
La Muerte del A1nigo en las costas de todos los países
oigo mi h :storia cada vez más claro.
( A la m emoria tle Hugo Gul"idi , que
reposa en lo capilla del Sauce) Todo es Talión! El golpe, golpe eterno,
huye el verano, cae el aire oscuro,
El dolor nunca se escucha, el valor de rodillas, solo y puro!
porque nada tiene oídos . .. a la puerta calladt:J. del infierno.
cA quién le diré llorando,
que se me ha muerto un amigo? ( ElegÍ(l Saeta Plegaria)
264 265
Versos de un Anochecer
a Raúl Mones
Lluevo en la tarde dulcemente triste
Cómo llegáis recuerdos del ayer
No debieráis llegar ya todo es triste
lejanos sois, cercanos parecéis.
Beltrán Martínez (1915)
Mi corazón golpea lento y lento,
está el pueblo vacío y la casa también.
Era verdad lo que ya afirmaba Carlos Alberto Gari- Y el tiempo es un cam:'no y va corriendo
baldi .e n •'Hiperión" : era éste url poeta auténtico. sin saber porqué.
"Poeta por dentro y por fuera". Y hablamos de él
casi definitivamente en pasado porque es muy poco El pecho en esta hora es como un puente
probabl e que retorne a los versos. por donde pasa enloquecido un tren
H emos creído deber concederle más espacio que máquina cruel de fuego y de ceniza
a otros, para que el lector no tenga dudas acerca de su que quiero y que no puedo sostener.
calidad, de la profunda m adurez de su melancolía y
de su música. Y aquella blanca nave ¿qué se hizo?
Poeta de pie a cabeza. H ace recordar -sin influen- junto a los litorales naufragó.
cia mediante-- a veces, a J uan Carlos Abellá; otrag Partió en el alba desde un joven puerto
veces, a Líber Falco. Después . .. Benditos sean los caminos de Dios.
Lo que m ás nos impresiona en él es el acento: rcsig-
. nado y ardiente a la par. Y su melodía, sin duda ( Despedida a las Nieblas)
antigua, pero que brota suya desde muy adentro.
Beltl'án Martínez parece haber aceptado de ante-
mano l a fatalidad, para revolverse luego dentro de
ella, si bien con perfecta lucidez de que todo lo acaba.
Donde Llueve el Olvido
H ay en .e l fondo una ironía lúgubre. . . es l a n och~ a Leónidas Spatakis.
en que suenan a hueco todas l as razones; y más aun
l as de la imaginación y el corazón. Leed "Frentes". Ahora que el invierno desciende por los árboles
Obras: Despedida a las Niebl as ( 1939). y hay rostros asombrados detrás de las ventanas
1 en el olvido el vuelo de tanta mano amiga
y en el hospicio vibran tan dulce las campanas.
Perdido entre los vientos de la estación y el año
quisiera no haber sido m ás que un arbusto breve.
En paz el corazón junto a los v:'ejos muros
heridos de abandono donde el olvido llueve.
(Despedida a las Nieblas)
266 267
toda cleps.'dra es breve para medir mi tiempo;
Ultimo Poema te busco, desolado corazón en delirio.
Uno a uno, arrojados en devorante bruma,
a A'lfredo y Esther Cáceres, ojos, manos amigas, en un morir sin término.
Porque es el tiempo de cantar y ahora ¿Qué molinero blanco, de una mortal blancura,
su voz me llega por un dulce espacio. tritura indiferente todos los pensamientos?
Porque es el tiempo de mirar y miro ¿Qué bateleros locos inventaron el canto
y por la tierra con mis piernas ando. en donde esa palabra remaba a contratiempo?
No hallé jamás el hombre acostumbrado a eNa.
Porque estoy solo, en alegría y solo Tampoco soy feliz narrando lo que pienso.
y el tiempo ido vuelve como un pájaro. No puedo imaginaros, frentes que un día sostuve,
Y son las noches, noches, y los días albas, con pensamientos y sangre en las arterias,
son buenos para el trigo de los campos. yacentes, sin tem or, sin frío, ni esperanza.
¡Oh, frentes! ¡Yo no puedo!
• Y las estatuas del otoño dejan Duráis tan poco y tanto os lleváis con vosotras!
trajes y vientos de cdlor morado, Si esta escritura que hago no basta a consolarme,
puertos y mares y ciuclades solas si engaño es de m is ojos el día alegre o triste
como tiernas guitarras sollozando. embriágam e, Destino, de oportuna demencia '
Porque la tierra negra es mi sustancia y en tal delirio crea que lo vivido e::c ·ste.
y cada día y cada noche avanzo.
( Despedida a las Nieblas) (Despedida a Las Nicb!as)
Oh Frentes
a Roberto l báí'íez.
Bajo la noche densa, elemental, de piedra,
c'Por qué llenan la frente sueños irrealizables
y el corazón estalla de enloquecida angustia?
¿Por qué arde la vida, mas sin alegre llama,
sólo tenue ceniza dejando en pos de mí,
y soy el sin ventura, el alma perseguida
de estrellas impasibles, de sombras y de z/entos?
Jardines desde lejos, jardines imposibles,
¿en dónde estáis ocultos? Os interrogo triste.
Miradme, porque os creo hijos de mi locura.
De lejos os saludo. eNo sois más que yo m ism o?
Estatua serenísima, perfección, equilibrio,
268 269
Al Borde del Sendero. ..
"Amor, color de olvido"
Cernuda.
14
. Alejandro Peñasco (1915) El día torrencial conmueve el azre
con claridad ruidosa;
verde tumulto invade muros, calles,
Crítico y autor teatral, muy entendido en mus1ca y infinita presencia de la vida.
sob1·c todo, para nosotros, destacado profesor de Lite-
ratura. D esde joven ha sentido un profundo amor pc.z
la vida y las letras hispanas. Su poeta fue, durante La gracia de la tierra comparece
bastante tiempo, Antonio Mach ado. Sin embargo, su estática hermosura
libro muévese en la órbita del siglo de oro: usa el me- río a pájaro, a c.:elo, sin apremio;
tro de la lira pero no la rima; y el soneto ambiéntas~ eternidad desnuda de memorias.
en un aire de Lope o Quevedo. Hay sin duda, contactos
más modernos: ¿Salinas? ¿Cemud a? Pero todo muy
tenue, si hay influencia. Integral en sí mismo el día toca
Su mundo es el de un paraíso perdido: inocencia, realidades sin pausa,
amor, infancia. Su angustia es la del tiempo y la de la sin designio, sin nombre, si.n medida;
muerte haciéndose más carne cada día. Su euforia lí- crece su madurez con su vigilia.
rica: sentir la Creación en su día primero.
Obra: Despojo de la llama (1964).
Ahora descubre el día su secreta
densidad sin histori.a,
hace verde mi cuerpo, transfigura
el ayer en primicia;
ritudl de eternidades, ya terrestre,
el amor es de olvido
18
Quisiera estar todavía
en las calles de mi infancia,
abrir eón dedos reales
las fallebas de la tarde;
tocar los gritos, la risa
y aquél aire,
ahora sí, tan verdadero.
. =270
Quisiera volver a verte
abriendo el t:'empo y la herida
que se cierra en mí costado;
quisiera m edir la puerta,
'las columnas, verdaderas de aquel air,:;.
Ciega lluvia, sorda, ajena;
otoño que al verdor abrió su fuga,
hombre de mí, hoy tan crecido
de ayer y de ignorarlo;
Luis Alberto Caputti (1915)
hombre al fin, oficio del olvido,
sitial de la amargura, No es el banoquismo sino el simbolismo lo que torna
quisiera, y es verdad, no haberme muerto. enigmática la poesía de Caputti. Identificándose en el
cordero, el ciervo, el niño, muéstrase como amante que
( Despojo de la Llama) es al mismo tiempo víctima. La materia es el erotismo
que quiere hacerse mística. Pero esta mística es narci-
sismo deificado. El poeta no tiene ojos nada más que
para esa criatura desvalida -niño, cordero, ciervo--
y esa criatura es él.
Se t rata de una poesía ardiente y sumamente melo-
diosa. Ya desde "Alma y Encanto" mostró Caputti un
g t·an dominio de l a rima y el metro.
Pero Líber Falco (Asir N• 19-20) lo veía corno
"abzumado por el instrumento", sintiendo que expe-
riencias ciertas quedaban sumergidas en una sonoridad
que convertía al verso en " un ente virtual y no real".
La poesía de Capu tti fue haciéndose cada vez más
música hasta culminar en "Teoría de la H ermosura"
y "Cancionero Espiritual". Es quizá la más eufónica de
nuestra poesía, pero tiene este pecado mortal: se de-
rrite a causa de su blandura.
Cuando en "Prosa de Sensaciones" (Alfar N• 86)
oye l a m úsica de la lengua "haciendo resonar aquellos
r acimos en donde el diptongo es m{ls tierno", y habla
de "la fricativa consonancia más ajustada en su silva,
l n consonancia, ya final, ya interna, más secretamente
aliviada en su oficio de al a arquitecta de l a estrofa,
y donde, desde las íes inciden finos y h acinados gritos
h asta la sien alta de la ternura" - es indudable que
t enemos que detenernos. Cabe precisar que éste es un
t exto perteneciente a 1947 y que el poeta ha logrado
sobreponerse -en lo que era posible- a esta dclicues-
cencia.
272 17
273
Sin duda, para los que estamos - tejas abajcr-, hasta
casi insoportable nos resulta, a veces, la blandura amo- El Niño de la Lámpara
rosa de los místicos. Ahora, no creemos que Caputti
haya conv.e ncido a ningún crítico de ser un poeta ver-
daderamente m ístico. Lo que hay que admirarle -como
ya h a sido dichcr- es más que sus imágenes o sensua- Está radiante
lidad de lenguaje, su organización del canto, su ardor Con la lámpara en e'l azre
en él de "locura armoniosa".
Obras: Como si en Flor Divina me Llagara (1946) ; No la mira simplemente
Alma y Encanto (1949); El Vitral de los Ciervos Como a otra de las lámparas
(1952); Teoría de la Hermosura (1954); Cancionero
Espiritual (1955).
Sino más vehementemente . . .
La mira con más viva fiieza
En la mirada
Con una abeja
En el alma/
La acaricia
Como si fuera una llama
Como si fuera una paloma
Blanca
Como si fuera una espada
De belleza/
Como si fuera una estrella
Que sube
Frente a sus 1lágrimas
Frente a su fijeza inmaculada
Frente a su mirada
Frente a su grac:al
La :mira ·
Con ar-robo
27~
Está radiante ( Amas a Dios -gritaba el ciervo helado-
Con la lámpara en el aire Amas a Dios como a los seres amas
N o la mira simplemente Llamas a Dios como a los seres llamas
Como a otra de las lámparas Y perfumas la noche con tu estado).
Sino más vehementemente
¡El tronco del granado fue el madero
La mira con más viva fijeza
En la mirada En donde quedé herido por entero!
¡El fruto del granado fue en mi Mente!
Con una abeja
En el alma (Fuí el espejo de Dios sobre la entera
(Teoría de ·za Hermosura) Explosión del granado en la pradera)
Fuí todo el cielo repentinamente.
(El Semblante)
Del Ciervo Acuitado
Y o nada pido ni me esfuerzo en nada.
Tengo la flor de la mirada, rota.
Y la tristeza apenas se me nota
Tal como yo la llevo iluminada.
Natural que mi vida está quebrada
Natural esta pena que me brota
Natural, si se eleva como nota
Toda mi soledad, desamparada.
Aquí estoy: hombrecito de la muerte,
Pequeñísimo ciervo delicado,
junto a 1la noche que la sombra vierte,
Junto al inmenso cielo constelado,
Tal. . . como una oración que se advierte
De haberse recogido demasiado!
(El Vitral de los C'ervos)
II
Revelación de Dios en ~l granado!
Todo lo fui absorbido por las ramas!
Quedé como paloma en_tre las llamas
Con todo el Pensamiento ilun:zina(io, ·
276 277
Campos
Es por nadie, que invento tristezas?
Es por nada, que me llora el tiempo?
Es por nadie, que yo no soy yo?
Es opr nada, que no los encuentro?
Quién puso este cuchillo
Carlos Denis Molina (1918) entre ellos y yo?
Quién, quién sino el campo?
Acrobático Denis de entonces, de 1940, en la barra Cabe todo el grito de este corazón
literaria del "Libertad" y después del "Metro". Juve·
nil, con su clásica "libreta negra" debajo del brazo, en mis manos,
por Montevideo entero, de arriba abajo, leyendo sus en mis ojos Nenas de árboles
versos, sus notas, sus cuentos, sus obras teatra1es. Bas- y de arados,
tante Lorca. . . Onirismo y coraje. Y de zigzagueante y de azadas,
viveza natural.
y de pastos
Tela de Penélope su narrativa y su teatro. Publicó y de balidos,
su novela, estrenó sus obras, pero de golpe, llegaron
días devastadores sobre su tierra. Creemos que la crí- y de lágrimas .y lágrimas de sol a sol
tica cruel lo aniquiló. O fue. . . la vida, que sigue . .. sobre el arco del cielo?
y ya no nos encuentra preparados ni para el canto
ni para el cuento, ni para el drama. Tu esperanza está muerta, padre,
Uno de sus temas más queridos es el de la infancia, y es un sacrificio recordarla.
con sus sueños y extrema pobreza material en los lin-
des y campos de su San José natal. Ah! No me escribas, padre
Una imaginería y velocidad ultraísta campea en su
que cada letra es un ay! repetido;
primer libro de versos; un clima onírico, de asombro Que cada letra es el rancho
Y miedo, en el segundo. Hay sobre éste un fino aná- en donde yo soy un desconocido.
lisis _de Selva Márquez en Alfar (N 9 87); otro, más
enqUistado y pretencioso, puede leerse en Escritura Basta un día para cambiar los dormitorios,
(N9 4). Una breve y hennosa síntesis ·de la persona y para que todo el campo me grite
obra de Denis fue escrita por Banquo en "Boletines"
(Asir, N 9 32-33). para que el gallo me preste su canto,
Obras: La Liga de las Escobas (1938); Tiempo al
para que el perro me muerda los oídos,
Sueño (1947). su queja de par en par!
Collares de huevos de paloma
en las latas de aceite colgadas a los árboles!
Millares de mujeres
prestando sus vientres y sus pechos
por no saber qué hacer con ellos/
278 279
Campo; Dime ahora:
donde las vacas no me parecen vac.as si es por nadie que inventó tristezas,
ni los caballos caballos, ni !/os trigos trigos, si es por nada que me llora el tiempo,
sino gritos y gritos si es por nada que no los encuentro,
y gritos si es por nadie, que yo no soy yo/
que abren las puertas del dolor/
( Liga de las Escobas)
Ah/, padre, nada hay en tu rancho,
porque nunca hubo nada/
Nada, porque las paredes y la qu.'ncha Remate
se hicieron con "gracias a Dios".
En la barra, en el pino,
Nada, porque el agua también en la escoba
y hasta el barro como en la rosa, mi alma
eran : "si Dios quiere" . .. encantada.
y a veces Dios no quería/ El pájaro sin jau'Ia, triste.
L a lombriz en el jardín
Y es por lo mismo bajo el cielo de mis zapatos
que se secaron los árboles y la silla hac~endo espiritismo
y los arroyos no tienen cielo
más que el verde de las ranas. remata :
280 281
Ausencia
Ausencia, esposa gris, tiende la mesa;
dame mi pan amargo cotidiano;
dame la soledad, la leche espesa
del silencio en el cuenco de tu mano.
.. .. .,.
~·
284 28;5
por no entender la muerte,
El Hijo hemos logrado el fzllo de un relámpago,
hemos tocado aconteceres únicos
y nos han hecho merecer un trino
De nosotros, de ti y de mí, en la alborada azul de un nacimiento.
como de tantos otros anónim os y tristes
ha subido a la tierra Inclinemos la voz hacia la tierra
por un tallo de insomnio y oremos sobre el trigo. '
la flor c!Lzra de un hijo. En el costal de Dios tuvo su harina
y de nosotros dulce levadura
Ahora se comprende el Evangelio este pan del destino.
de los días sin prisa,
se comprende una Biblia (Poema de las Nueve Lunas)
de tiempos y fatigas
recogidas al fondo del tedio
hace ya mucho,
cuando tú y yo
crecimos de repente,
sin tener un espejo de luz
en 1la sonrisa,
cuando cargar la muerte
era difícil
si no se compartía.
Y ahora es tan igual
y tan distinto
este igualar la vida con la vida.
¿De qué tierra sagrada
nos han hecho esta carne
que florece para recomenzar?
¿De qué semilla,
guardadora de mares y de vientos
abre el día de pronto
sobre un pecho
que apenas se creía?
Y tú conmigo,
por cuido.r silencios
detrás del agua ardiente de la noche,
por estar sorprendidos de ser tristes,
286 287
florestas de símbolos. Y si la VISion de Orfila. es sim-
bolista, la ejecución de chocante ilogismo viene. sin duda
del surrealismo. Si sus temas son de un "pan teísmo
erótico" - como se h a dicho- nosotros creemos ver
algo más: una fiebre que viene de la lucidez en lo
b.ello. N o transporte o arrebato: sino asombro, infan-
Cia, aunque con suculencia hacia lo edénico. P edemonte
no ve t odavía lograda su expresión.
Nos parece lo mismo, aunque es difícil mostrar la
Orfila Bardesio (1922) prueba, a favor o en contra, de este logro.
Obras: Voy ( 1938); P oema (1946); Uno ( 1955).
288 289
La Magnolia El Mago
Sola bajo la lun.a y sola en~re las hojas. Acerca a sus gacelas una prisa, y sonríen las naves,
Lejos de la raíz y de los gntos. los grillos cantan en su oído, y ella escucha
Mi oído abandonado en las ~spaldas .de la no~he., . cómo la tiera sube al cielo por escaleras invisibles,
y 0 era la princesa de. la sav:a, l~ przncesa mas debzl, los otoños lo esperan para nacer,
torcida hacia el palacw del crepusculo. . -un errante dorado busca su arpa antigua
y la semi-sonrisa del misterio y la flor de los szglos, para cantar en las viñas, en los rosales,
el astro de los árboles. El ruido tenía miedo de moverme en los coros de hiedras, -
.r mis respiraciones despertaban una frágil cdlumna, de las cabras llaman al pastor para reunir
[angeles. con ritmo las fechas,
vapores de amanecer huyen las cosas
Mi oído recibía las miedosas campanas cuando llegan sus ojos, cuando 'llegan
?' la voz de la luz, la del r~cío, jinetes del Asombro los reciben,
2a arena silenciosa de la mzel, y las cosas agitan cabelleras,
las palabras celestes del al~a. . en la infancia del aire cruzan peces
Mi oído era la copa de la meb.la y la de las abe¡as, que el agua les presta,
alrededor giraban las muertes del. otoño las flores se apresuran a entrar a su mirada para existir,
r los silencios tírr~:idos y las an¡uztecturas de 'la araña, -hacia otras miradas se alejan las costumbres
los pequeños terczopelos del m1edo. ante sus luces nuevas,-
De mi oído volaban las luciérnagas, de sus manos se desprenden pesebres,
los flotantes estuches del murmullo, besos, guijarros, panes,
la ceniza del ruido. !fee cartas del tilo,
La noche me tocaba y era suave. y la memoria se puebla de mariposas,
A veces me miraba 'la sombra de la muerte, salva la historia de los olvidos,
y yo apena~ hablaba, apenas :rze movía, la Primavera. no se afina sobre la hierba si él no quiere,
(lpenas respzraba, apenas sonreza, como un rac:mo de olas, de espinas, de preguntas,
para no deshojarme. de sedas, de peligros, la n iiia se arrodil!a en su templo,
( Poema) declara guerra de espumas
a 1los muertos, al hielo, a los números,
cuando llama con un panal que arde como una fuente,
El Abrazo en las altas murallas, la piedra se convierte en jardines
el ri~sgo en alegría, en manzano, '
Un brazo con batallas ardientes. el grzs en amarillo, la tristeza en avena,
Otro brazo con jardines ebrios. del mundo y de su alma,
Los ciervos saltan sin extrañar la h:erba bajo 1la guardia del Fuego,
de un brazo a otro brazo. amanecen gaviotas, lluvias, pianos,
(Uno) el mar y un caballo de llamas blancas. ( Uno)
29.0 291
El Césped
Acostado en el campo
camino sobre las estrellas
A. Koschetz.
293
292
pero sin percibir su renovación v iva.
-Antes que la corriente, soberana y lasciva, Mariposas
ávida del espacio, -dijo-- 1lo haya inundado.
Jardín. Vasto jardín, prolongadas las rosas
he de mostrarte el Puente. Plateada maravilla! lejanas, intocables se mueven,
Ningún arco tendido sobre la tierra, brilla vagas vienen y rozan la frente
como él, de majestad, de poder inconsciente! como quisiera ser, como quisiera
rozar al fin la tierra.
Ví dos torres inmensas. Su mole poderosa Entonces es su reino. ¡Qué pies 1leves
desprendía dos bandas, que en una curva airosa tan sólo flor de flor, sin tiempo muerto pasan,
formaban, al unirse, la senda seluciente . .. sin creerse vivir, hacia las cosas
apenas asomadas!
Bello de una hermosura casi melancolía,
. unza
todo 'un canto de fuerza y de presagzo, ' Y son. lámparas vanas azules, y elásticas mueven su sombro
con quién sabe qué orilla misteriosa, la tierra. erguidas, irreales, las aguas oscuras las miran
nacer de las frágiles llamas, nacer de las hojas.
con la nunca lograda ribera del futuro. Ojos largos y azules dominan los estanques, sus alas
bajas y tibias, cerradas manos en plegaria.
Pausadas nubes grises, eran el signo obscuro De dos manos azules aflora su cabeza que oye el viento,
en cuyo flotar, toda nueva visión se cierra. que oye todas las voces por las curvas agujas
extendidas al eco.
Oh! Te fascina! -dijo la mujer a mi lado--
Mas, regresemos. Oigo ya el fragor acentuado A hora viven. Ahora. En el tiempo solemne, en el espejo
más creciente, del agua, la potente y severa. que transita callado y todo deja
vivir.
Y marchamos. . . El viento de la costa escarpada Deja vivir y nunca nadie
nos arrojaba al rostro fría espuma salada. habló así, como ellas,
Y , bajo el cielo obscuro, transformóse en carrera habló así, tan de cerca.
nuestro paso. Alcanzamos, por fin, la barquería.
1 En esas luces, nadie dió tan clara
Un huracán helado se entornaba y rugía . . . la form a de las cosas.
Y o sentí que algo amado . . . muy amado/, aterido
e impotente, a merced del oleaje quedaba. : .
Y la angustia del sueño no se ha desvaneczdo
Oh, Fuerza que el transcurso de mi noche velabas/
Volverás, a decirme qué es eso que he perdido?
(La Noche Brev~)
294 295
Ul~mamente se ha ensayado en el soneto, y damos
dos eJemplo.s, a nuestro ver, logrados, de esta su pri·
mera tentatlva.
Cabrera ha vivido dos años en China, apareciendo
últimamente más preocupado de la política que de la
poesía.
Asi en "Marcha" N• 1269, expresa: "Irse o que.
darse? Yo diría: quedarse o volver. ¿Por la literatura?
No: en primer término por la revolución" .
Sarandy Cabrera (1923) Obras: Onfalo (1947); De Nacer y Morir (1948) ·
Conducto (1949); La Furia (1958) ; Poso' 60 (1960):
296
297
Los Presagios · Bárbara Andante
Este día que cae, esta arboleda
el mar, la fresca racha que da el v:ento Iluminada, andante
la soledad y desazón que siento con tus ojos enormes de vidrio y almendras
la rara compañía que me queda. te adelantas andando, .
Y mi sangre que rueda y que se enreda te adelantas mirando tu resplandor distante,
en los presagios de mi pensamiento atendiendo tu punto impropio
parece apresurarse, que presiento tu huída hacia adelante.
a la dsgracia que giró su rueda. Y a tu paso de pechos colgantes
Si ya la muerte me eligió, si el día surten hilachas, caen esteras perdidas,
en que acaba a mis días ha llegado se deshacen los accesorios,
y es verdad que la muerte me diría en un juego infatigable y doloroso
de alfileres, aguas r menesteres.
soy tu gran sombra y el final legado
tan es verdad que le respondería Mi corazón entonces se levanta
que soy mi desencuentro terminado. y a tu fijo corazón reconoce
(Poso' 60 - Sonetario) en la g.alería 1larga ya recorrida
y liberado de rincones y de fotografías
Un Triste Son te llama y necesita,
te llama y necesita.
A.legre estás, acaso porque sí ¡Ah, tantas veces negada y desconocida/
y es sano que lo esté tu corazón ¡Ah, contemplada en el oscuro espejo/
porque no necesita más razón Ya estamos liberados de los alrededores,
que mirar en la luz que luce en tí. ya de los cepillos funerales,
Cuando hayas agotado tu pasión ya de los órdenes pinchados.
y la edad te castigue como a mí Andante, i'luminada, acaecida,
oirás sonar como el que escucho aquí inclinada, ·encendida, sonriente
un negro, un solitario, un triste sor.z. . tus anchos pies,
szgo '
Será el acento que tus días den tu carne reconozco,
estarás triste entonces porque sí y caigo en tí como tu hijo.
triste será tu sdledad también. (Poso' 60- A'ltamar)
Y o no estaré, la pena que sufrí
me habrá dejado y renacido en
tu corazón y aún vivirá de tí.
(Poso' 60 - Sonetario)
Sonetos Españoles
1
RECUERDO DE CASTILLA
Hugo Emilio Pedemonte Estamos juntos por la senda ahora;
(1923) hojas caídas, nube blanca, anhelo
de conversar de cosas . . . ver el cielo
de una tarde de pájaros sonora: .
En su "Nueva Poesía Uruguayo" (1958), P edemonte
se ha presentado a si ·mismo y hecho una antología de M irar el tiempo como se demora
sus versos. Si con ello llenó una necesidad doble : la
de hacerse conocer en España y América - la edición en la piedra del gótico en el cielo
es española- y la de hacerse conocer e~ su p~·opi_o y sentir vag.amente ese consuelo
país, sólo diremos que esto doble urgenc1a se JUStl- de lágrimas de un río que no llora.
fica. El desconocimiento, entre nosotros, de Pedemonte
como poeta, era una igno·rancia casi absolutamente Los chopos sobre el agua; el cono blanco
generalizada. Sus triunfos por ejemplo en el certamen de una torre que el A ngelus musita;
de la Vendimia, por su índole y por l a poesía que allí
suele presentarse, no es oportunidad propicia para tur-
la soledad de dos que se hace una . ..
bar el olvido que se hace nntes, en, y posado el mism !>.
No ha ocurrido así en el extrnnjero, según nos
el musgo o la esperanza sobre un banco
puntualiza Pedemonte. Su corazón "celeste" se agranda y la tristeza de 'la noche escrita
en tierra extrafta. Y el Ateneo de Madrid lo ha oído, en el tronco de un roble por la luna.
al parecer más de una vez, en recitales de sus propios
pqemas. También h a repercutido con éxito en Caracas, /[
Chile, Bolivi a ; y sus versos h an sido trnducidos en
M ilán. GOYA
Después de tal "vendimión", Pedcmonte compone Si árbol luciente v:ose en negro fruto
su Antología con la que consigue desprestigiar al país si fruto fuese siempre caprichoso
tanto exactamente como él lo había prestigiado ccn
l a difusión de sus poemas. No sabemos si fue el tempe- si se vuelve lo trágico asombroso
ramento o un espíritu sectario, los que arruinar•on su y se pinta con lágrima y con luto
real capacidad para la valoración sensible, l a discri- si pasa de lo breve a lo absoluto
minación crítica y su innegable formación. L a prime-
ra parte en que historia nuestra poesía, es utilísima y y le duele lo feo por lo hermoso
1
302 . 303
El Tranvía
Llegabas
con el trole en acecho apuntando hacia el cielo.
Eras el carricoche de la avenida aldeana.
Se anunc."aba de lejos tu osamenta de fierro
Juan Carlos Legido (1923) con un plantel de niños de azules moñas locas.
Salían de la escuela
-ronda, trompo y pelea-
Profesor de literatura, más conocido como autor tea- y ya se desbandaban igual que los gorriones.
tral, si bien inicióse como poeta lirico.
Tú andabas entre ellos
Su teatro y poesía se acercan en procura de una
expresión cabal, de tono justo, con l~ que e~ nuestt;u como un buey cuidadoso
realidad, con lo que son nuestras v1das. V1stas mas que hubiera sorprendido un rebaño de ovejas.
bien en el ayer y en las calles: Las cometas, Monte- En la quietud pueblera de las puertas canceles
video al Sur, el Puerto, el biógrafo de ban-io, el teatro eras "uno ínter p.ares" engendro de progreso,
independiente, los plátanos, la ciudad vieja de noche,
te querían los niños,
l a ciudad nueva, el Cerro.
Y mayormente interiores, tenemos: Gardel y la tris-
te querían los viejos.
teza de los lunes evitando siempre el enquistaminto Desde tu ventanilla se veía el idilio
fatigante, cancero;o narciso de tanta y tanta poesía- de un zaguán recoleto, medianamente a oscuras,
desahogo. de repente a tu paso se cruzaba un caballo
Posee Legido sensibilidad: fresca, casi traviesa, a ve- y un aroma de yuyos se enredaba en tus ruedas
ces · pero aun más venteando ávidamente una nostal- desde las bocacalles.
gia' cariñosa. Nos parece, en cambio, que le ayuda me-
nos su imaginación. Estcs cuadros de barrio exigen la Eras la mole andante con un ojo ciclópeo
imagen ce tipo Silva Valdés o la de Yamandú R~drí- que alumbraba la noche de las lentas esquinas.
. guez. Entonces, sí, logran quedar patentes, paradltos. La ciudad se estiraba
Creemos que Legido va por ese camino. Puede hacer en una inspiración de azoteas y rejas.
algo no sólo hermoso sino bueno. El montevideano est~
pidiendo a gritos que lo poeticen, aquí y ahora; y SI
es en la calle, todavía mejor. Y pasaron los años.
Obras: Ancla y Espiga (1949); Montevideo al Sur A tu lado gruñían modernos artefactos.
(1963). y a no fuiste tratante con cabdllos r perros
y en aquella carrera
ibas por los caminos rezagado a la tranca.
No supiste adaptarte a insensatas urgencias
r mientras los purretes despoblaban tus vías
la confianza perdiste
como un pesado atleta inútil por los años
r te fuiste a morir .a .un galpón polvoriento.
19 305
304
El Perro Muerto
Venía
en un grzsaceo amanecer de invierno .
entre la indiferencia de las casas dormzdas
y allí
en la calle desierta
descubriendo en el alba su desamparo hiriente Umberto T. Pereira (1923)
yada un perro muerto.
Estaba sólo y triste. Cuando. :pos llegó su libro, confesamos que el t ítulo
No era dueño siquiera de su muerte más íntima, sólo nos hizo esperar lo peor: "Poemas ele Punta del
Este". ¿Qu'é podía salir de allí que hubiese escapado
inmensamente tierno en su quietud sin eco, a la voracidad publicitaria? Pues bien: a los perio-
más desnudo que nunca distas se les habí a escapado no mucho, sino teda o casi
en esa pública muerte desolada, t odo de lo que este franco muchacho canta a clara voz.
en esa desposesión tremenda y cruda Bien se lo dice Heraclio P érez Ubici: el hombre de
nuestras costas, de nuestros pueblos marítimos no ha
de morirse sin nadie encontrado todavía sus poetas. Algunos narradores que
en lugar ·de nadie otros - casi todos malos- sí. Es que pesa sobre ellos
sin siquiera la buena, negra tierra una lápida feroz: no pueden ser. serios; son balnearios.
que es blanda por debajo Pobre gente! aquélla que ha nacido y crecido, vivido
y muerto allí, trabajando ele lechero, de recolector de
pero n.o, ni esa tierra siquiera basuras, de albañil, de mandadero. Sin un Morosoli a
donde dejar sangrar todos los sueños. mano ... ; y en un balneario! .. . Pero ¿es que alguien
Porque ahora lo sé. va a las playas para observar , ccmprendcr y sentir a
estas gentes? Estos sudores .en · medio del confort, esta
Aún en la misma muerte conducta respetuosa en mitad de· la lujuria; etc.
hay una pavorosa desnudez Pues bien, Umberto -Pereira lo. ha logra::lo. Ha can-
cuando se muere así a la vista de todos. tado a su pueblo como si no fuera un fam oso balneario.
Ahora s~ que la muerte Casi diríamos que -apartando la presen cia del mar-
se identifica con una cualquier a de las poblaciones de
debe tener tierra adentl·o.
la intimidad de los amantes. Nh'íos, hondas, perros, patios, y esto que nos ascm-
bra: el pad r~ del poet a, Don Narciso P ereira, doma-
Entonces dor. La canciÓn surge con gotas de rocío, con gracia,
sentí dolor dl ver tu desnudez con recuerdos para todo el mundo, y oliendo a hogaza
como si hubiera sido . en el firme hogar que diez hijcs tornaron memorioso.
la propia desnudez pública y mía. Pero al mismo tiempo el ma1· se cuela por todas
partes.
Sentí dolor por tí · Lluvia en el mar, y en la. ladera "se oculta bajo l as
que ni siquiera fuiste dueño de tu muerte, hojRs - l a doncellez de las uvas". Desde otro punto de
esa muerte vista, algunos diminuitivos, puerilidades, sensibilidad un
de la que somos tanto .aniñada, muestran -sino aciertos- la afectuosi-
dad, l ñ , salud m<Íral Y.: limpidez: espontánea con que
ols exclusivos dueños fueron éscdtos estos versos. ~
y a veces la . única prqpiedad que heredamos \ Obras: .Poemas · de :Punt-a .. del Este (1957) .
los pobres de la tierra.
Me late u'! pez en el pulso,
Pinar nata de vzda temblando;
en un tráfico de voces
Pinos y pinos y pinos; choca un grito con un canto.
pinar, pinar y pinar;
"agujas" tejiendo arena, La bahía -madreperla-
piñas vigías del mar. broche de sol, ha cerrado;
en una cesta de mimbre
Está calando una sombra todo el mar está brincando.
con sus cuchillos el sol;
y trae aliento de yodo Con un regreso de aceite
'la voz del mar c.antaor. la noche me está esperando;
en un bracero de estrellas
Una cinta blanca corta voy a freír mi pescado.
al monte por la mitad;
hay a su orilla pinitos, (Poemas de Punta del Este)
arbotantes del pinar.
Mi Punta es un gran anfibio
que bañó su cascarón:
oro, verde, blanco y rojo
.Y lo está secando al sol.
Pinos y pinos y pinos;
pinar, pinar y pinar;
"agujas" tejiendo arena,
piños vigías del mar.
Ocaso
Contraluz de pescadores
tira dos puntas de cabo;
se hunde el sol; viene una red
con un bolsón de pescado.
Semicírculo de corchos
solo de flautas, soplando;
círculos de agua salada
para pece.s encantados.
308 309
cuesta
b U creer en unas •" e n ot las.
. E x1sten
· · embargo
s1u
e os versos y bellos instantes pero no 'alcanzan par~
con~encernos 9-~e una real n ecesidad de verdad o d~
sueno ha presidido l a elaboración del poema.
e.;ra~ un,? bí1squd_a de la rareza inconvincente. Así poz
J mp_ 0ll.e n tu Piel una pena - reclinaba una dulce
s~no enta melancolía':. O esto otro: "en ti puse mi
am01, ----:---- como una serp1ente en la llanura infinit a _
Carlos Brandy (1923) dpersegUida por una _estrélla el,'l'ante". E n ca m b'10, cuan
o se acerca a una pce~ía de_ la experiencia, de reunión
' .
d:d.cosas pasadas, de Cierta m definida tristeza de vida
m Iente, sabe darnos lo real sin que su poesía tenga
Ní recordará B1·andy - m querrá r ecordar- los n_ada <¡_ue ver con l a poesía r ealista. El ámbito de
tiempos aquellos (1947) de la revista "Sin Zona", mi- dlstanc~a y semi . sueño - permanece, como así t ambién
m eografiada, y que vendía por los cafés un estropajoso su ansiedad convicta de no hallar calma
personaje. ¡Qué revista que 11ecesitaba todo, "Sin Zo- parte. en ninguna
_n a"! Pero antes que nada una carretilla de tilo - co-
·mo alguien dijo--. Con decir que el Vaz Ferreira del diJlbra(~:94~e)~ HLumo (1948); Larga es la sombra per-
~ , _ a Espada (1951); L os viejcs mu1-07
glUpo era el pintor Cabrerita! "Fue u . . . una lás .. - ( 19:>4-) ; Algmen entre los suelios (1959) .
tima -nos aclaraba el buen Alex- esa con. - . confe-
ren .. . cia tan tan importúán ... te de Ca. . Cabrera
que no se pudo dar" . Y la importante conferencia no
se h abla podido dar por est ar y a su autor asilado en
Colonia Etch epare. P ero, adem ás, en su t ítulo, la re-
vista "'Sin Z ona" tenía l a "Z" dibujada al revés, como
esos almacenes y carnicerías de campaí1a que se lla-
man "El Progreso", y siempre con la "s" dada vuelta.
Cuando se interrogó al amigo si dicha anomalía co-
rrespondía a un capricho artístico, nos contestó muy
sencillamente que no, que había sido una pura equi·
vocación del dibujante. Pues bien, en este mundo de
ignorancia delirante dio sus primeros pasos poéticos
Carlos Brandy.
Recién con la aparición de su libro "La Espada"
puede percibirse con cierta nitidez -pues es siempre
vaga- la voz de este autor. L o principal en él es .el
tono: de añoranza imprecisa, de t risteza cuya causa
nunca se explica bien y que él desea más que rehuye¡
de ritmo r ecurrente mediante la reiteración de un ver-
so. Se da también un amor semi romántico por lo viejo
y desnudo, y por las lluvias.
Pero su último libro no sólo es nebuloso, sino que
pierde l a conquista rítmica lograda en los anteriores y
plan tea a más de un lector, como problema, su since-
ridad. L as realidades que hace presente m ediante ges·
tos: la voz, l a sed, el n ombre, se mezclan, con la som-
bra, el misterio, el fant asma, el sueño ; y al lector le
310
311
Vuelve a los Caminos Larga es la Sombra Perdida,
es necesario andar
Vuelve a los caminos
una tarde: Si hoy, en el mismo génesis de la esperanza,
tu viejo espíritu torciera la ruta del navío;
se quedará temblando, si hoy, por causa mayor para mis hombros
reirás contigo mismo abandonara todo, el día en que vivo,
con tu 'locura triste; la hora en que mi sueño se ha acostado entre los hombres;
vuelve a los caminos si hoy, pobre corteza de un ser que sufre :v vive,
una tarde: dijera: estoy cansado, y me inclinara por la borda
no como viajero en un acto de último desvarío,
con c.asas y posadas, estaría entonces tan atado al destino
sino en polvo y piedras, como una flor al tallo.
no como vza¡ero Pero es larga esta edad que yo llevo,
sino como la nube y mis fuerzas se estiran por el camino
sin país, sin huellas; sin pensar exactamente cuánto falta, ni cuánto llevo
vuelve a los caminos muerto tras de mí, como una sombra
cantando una canción que se alargara eternamente.
dulce como la lluvia mansa; Es tarde entonces, e innecesario el acostar las velas
honda como la tierra; y echar un largo sueño.
vuelve a los caminos En la tierra pdlvorienta sólo hay un destino,
con tu amor sangrando y andar no es otra cosa sino olvidarse un poco,
eternamente, y dejar que los años corran sobre nuestro cuerpo
con tu destino abierto como el agua dormida que nos moja en la lluvia.
a las furias pue pueblan
(Larga es la Sombra Perdida)
'la larga noche.
¡Oh sangre que la tarde lleva
sin paz, sin cielo,
ardiendo como los fuegos fatuos
en la dura tiniebla!
(La Espada)
312 313
U na So:r;nbra Doliente
Es tiempo de decir adiós.
Al fin será el olvido
una boca delgada que no murmura,
una pdloma que el viento estremece.
Entonces · estaré solo, Luis Víctor Anastasía (1925)
triste como una estaca
que la lluvia corrompe,
con el millón de insectos que me rodea, Ganó por concurso de oposición el profesorado de Li·
con este viento del Sur ~eratura -~n e~ lice? de 'J?reinta y Tres. De muy vasta
defintivamente detenido 1r_üorm~c~on htera~·1a y fmeza de análisis son sus estu-
sobre mi corazón. dws cnh cos refendos a temas españoles.
(Larga es la sombra perdida) . Empezó publicando sus primeros versos en Asir (N•
21). Gustaba en ellos de una encantada atmósfera in-
decisa entre })érdidas y r eencuentros, que h acían pen-
Recapitulación sat· a unos en Supervielle; y a otros, en Salinas.
T~empo después precipitúse en el -poema extenso y
Mi naufragio lo he de llevar a cabo caotlco con clave surrealista, sin <¡ue este experimento
le contentase como para h acerlo público.
con buena letra,
:J!inalmen:-e es en el poema preve donde logra l a
con buena ortografía, qmntaesencw de t emas instantáneos vibrantes de enig-
Cansado estoy de ver el mundo, ma, de no tiempo y tiempo.
con mucho viento, Obras: El Viento y la Sombra ( 1962).
con fuego _en las entrañas,
en un océano donde cad.a hombre
es una ola con el destino de vencernos.
Reniego, pues, de esta fi:losofía,
y busco como el sol, un pan eterno
para mi vida,
un nuevo modo de hallar las cosas,
una canción usada donde mi voz
pueda sentir su piel desnuda,
Estoy ahora, no esperando,
sino que al andar me medito,
me mastico, me digo
r me comparo largamente con las cosas vistas
que atrás se qued.an
para nacer conmzgo.
(Larga es la sombra perdida)
3~5
314
2
Con la noche no se ve el río,
pero su voz oscura canta r suena
r deja clara
a la escondida arena,
¿Qué música escucha el río
cuando danza
en el profundo cauce,
Cecilio Peña (1925)
y1 arrastra, entre el silencio
r duelo, la· oscuridad? Profesor de Literatura egrcsado del Instituto de Pro-
(El Viento y la Sombra) fesores "Artigas", ha unido a su destacada docencia
una preocupación casi absoluta por la poesía. En com-
paración, poco cuentan h asta ahora sus trabajos crí-
ticos muy finos y sus tentativas o ensayos en el cuentQ
1 ' o el teatro poético.
No podríamos decir que su poesía es intelectual pero
Bajo el cielo gris sí, a veces, de un conceptualismo barroco no carente
una higuera verde; de ardor. (Por ejemplo, ''Variaciones sobre el agua",
más acá un muro gris parte V). En algún otro momento, que seleccionamos,
se presenta Peña como un "agonista".
c~m una puerta cerrada.
De las nuevas promociones líricas es este autor uno
Por la calle de los que mejor predice la calidad de su futu ro, sobr('
pas.an el viento r la nada. todo por el ideal de perfección poética que se ha pro-
(El Viento y la Sombra) puesto: rigor, horulura, sensibilidad elegida al máximo.
No se ve todavía claramente cuál .es su mu:iido pro-
pio, aunque no tenemos dudas de las cualidades apun-
tadas y de lo que éstas procuran realizar.
Esta tarde llueve. Es cierto,
_Pero su hondura es todavía a tientas, y no sabemos
triste mes. Llueve a ratos si está fatalizada o es deliberada su falta de concreción.
r a ratos la humedad sombría Empero el autor es m uy lúcido para cercar lo . que no
del viento dice, y esta tendencia intelectual aliada a su filtrada
cava en este mundo avidez erótica dan a su poesía una sugestión. y vigor
ciertos. Donde mejor lo hemos visto no es en sus libros
como un grito de ·sepulturero, sino en "Variaciones sobre el agua", poema más o me-
r vuelve el agua a caer nos extenso, del que aquí presentamos sólo una parte.
como el llanto Obras: El Hombre Entredormido ( 1957) ;_ .Cuarteto
de una bestia triste, del Ser (1961); Desde Eidar (1963).
tierna r dura.
(El Viento y la Som/;Jra)
316 -3.17
Son lentos agujeros, harapientos
Claves Nocturnas silencios, jeroglíficos.
Avaros, ciegos, van
6 urdiendo tiempo. Pesan
abandonados, tarde.
Nunca bajo a mirar. (Desde Eidar)
Aguas partidas
me llev,aron la voz que un tiempo tupe.
Sólo palabras Yo no Tengo una Estirpe-- ..
-una confusa trama rota- tiemblan.
A veces logra el viento
v
dentro hacerlas vibrar, pero muy poco. Y o no tengo una estirpe
(El viento aquí, debajo de la puerta que ofrecerte. No alcanzo
que no se abre . .. ) más allá de m i efímero misterio.
¿Seré una larga carta equivocada? Y sin embargo digo
(Cuarteto del Ser) ante ti mientras tanto:
no fui fugaz. J!)l tiempo
también me pesa, Eidar como tu barro.
Esa grieta es de la noche que te hiere
De un Poeta la misma noche humana que teníamos,
mi noche, Eidar, temblor de abismo vivo.
Il
No fui fugaz . Te salvo
Tal vez no sean muy en mi tiempo. Quemándome
difíciles -mis versos. Sí -absurdos, construyo el m ediodía que te cerca,
Tan perezosamente· derrumbados, canto junto a la grieta tu alabanza.
'con Un pOCO más que J1 0 de mi zozobra.
¿Te traje hasta ti mismo? Y a en mis hombros
Son p'alabras, las mismas con dolor, tu aventura sostenida . .. ?
de _los otros, y me asedian explicando.
Es este m-apa imbécil en que vivo ¡Ah, si vibrara un poco tu sonrisa
(J!)l Uruguay, al Sur, Montevideo, tal vez por otra sangre sustentada!
calle Industria en la Unión, y allí tal número. ¡Ah si ardiendo tu llama
También algún oficio, ruedas. de· ómn,ibus, fuera mi asombro límite/
puertas, gente de pie, luces velando . .. )
Fui para ti. Tu tiempo ...
Este mundo sin qué ni amor desgarra me pesa, Eidar. Escúchame.
los girones de mí que a veces puse, No fui fugaz. Prosigo.
Y sin embargo existen de algún modo. (Des'de Eidar)
'318 6i9
Variaciones Sobre el Agua
En el charco sin sombra, a veces dejo
'la mirada que crezca, dure, ahonde
en ·el cielo sumiso que responde
al alto cielo duro, tierno espejo.
En carne de agua, para el mundo viejo Pablo Aurelio Chiarelli (1925)
resucitó aquel cielo. Y no halla donde
1·egresar a su ser, que el agua .esconde Cuando este poeta publicó su primer libro -hay otro
entre sus valvas el fugaz refle¡o. del que no quiere acordarse- nos llamó la atención
por la vehemencia, juventud y, al mismo tiempo, deli-
¿Quién reanuda la luz? ¡No soy camino . .. : cadeza y sol mental de su erotismo.
Dice 'la quieta imagen, entre tanto: Sabía empinarse en su primavera, irradiar su tiempo
" No has de salvarme porque eres vue.lo, breve, hacer claridad vibrante en torno. No quería ni
presentir el tiempo en que todo ese fu ego del aire se
tampoco pudo el ave, con su trino . . . " hace ceniza. El poeta nos dijo que había cultivado
Murió y nació para mí poco ca.nto esa poesía durante bastante tiempo pero que ahora ya
no le interesaba. Sin embargo, hasta siete años más
la divina ecuación de cielo a cwlo tarde, cuando en la Revista Nacional N• 114o publicó
( Rev. Nac. N 9 198) "Tu nombre", aquella manera persistía.
Nada sabemos de su libro inédito "El Corazón Di-
vino" que en 1960 obtuvo premio Municipal de Poesía
y Premio del Ministerio de Instrucción Pública.
La modalidad con que ha querido verse representado
en esta Antología nos lo muestra en una preocupación
de la palabra abstracta, cuando ésta es capaz de llevar
luz adentro. Una belleza de línea dura en sus límites,
pulida, brillante y exacta. Así en estos versos de "Tríp-
tico Estival" (Revista Nacional N• 194): "Los objetos,
los seres - son relieves inscritos - en un canto"
( ... ) "La luz" - tiembla en su estatura. El aire -
fulgura en creaciones".
Obras: El D eseo (1950).
20
_321
Cenit en momentos -miradas
en fuga-, alegrías
que tejes tú en el aire
El m ediodía tiembla, como un gran dios hermoso y tú tan sólo, entiendes
gozoso de su luz de ambiguas consistencias. fuente luciente, móvil '
' .
ay pnstma p~esencia,
'
El aire, casi estatU(l. transparente, sin tiempo
. palpita detenido en prístinas presencias. amanecer naczdo
- - . de submarinos astros.
El día adolescente ya madura su cima.
Su plenitud solar es el Todo en su esencia. Pablo Aurelio Chiarelli
Puede palparse el Ser que ordena la armonía.
Está en éxtasis. Vive su cenit de potencia.
Contempla con la luz el Todo a sus criaturas.
Y observa en esa luz su misma complacencia.
Los hombres son pequeños dioses recién creados.
Vuelven a !a mañana de la exacta inmanencia.
No hay sombras. Ni fronteras. En la luz se disuelven
dlas., hocicos, savias, carne y hasta su ausencia .
. El gran ritmo interior unifica a los seres.
Cada ser- por su centro está unido a la Esencia.
Intacta
Naces como la fuente,
luciente, vertical,
casi niiía, desnuda,
surgente de luceros
sum ergidos en cantos,
y en pulsos trasmarinos
la tan dichosa forma
es ágil inocencia,
espuma sonreída,
liviano pie sin huella,
y cielo que se acerca
.322
:323
Mundo Interrogado
324 325
yf yo escape en tumulto por l~ puerta trasera me seguirán hablando
protegiendo a las locas que grztan bla bla b!a con sus lenguas de humedades
r me agarran, pero yo soy un joven repórter Y . Y~ ba.zando C?n mÍ portafolio
con corbata de moño, galantemente d:re adzos a mz esposa
me desprendo de ellas porque mi novia me iré silbando y nun~a, nunca sabré por qué
me está esperando a semejantes horas tanto buscaba aquí r en otras partes.
con un café con leche en el bar de la esquina.
(De La Aventura)
Pero no sé por qué me he metido aquí dentro.
(aquel gordo en la mesa
hoy lo he visto firmando: ¿cheques? c·vales?
c:·conformes? (¿Por qué no llega ella?)
(Pienso que tenga mucha gu:ta el pobre,
con su cuerpo que se ve que no sabe estar sdlo).
Este lugar n octurno, este salón sin sueño
a veces me recuerda, no sé, como si fuera
un sitio cándidamente consagrado
a congregar buenas mujeres, dulces maridos,
y que alguien con un torvo propósito
les hubiera revelado de pronto
que hay prácticas mejores, oscuras experiencias,
que los cuerpos humanos
desconocen preferibles desembocaduras,
y entonces estas gentes, mi casa, el mundo mismo,
&e parecen de golpe
al asesinato, o al olor aquél, del asilo.
Por eso quiero irme. Nada encuentro.
Puede Negar ahor.a la pelirroja y digo
que no he venido, no, por ella.
Y ya no sé qué busco aquí. Un hombre
tiene derecho a visitar lugares,
a comprar diversiones
colocando monedas en ranuras prohibidas
y a falta de otra cosa
siempre habrá tocadiscos en los bares.
Qué busco, qué buscaré en mi casa, qué
y mañana temprano cuando salga
las mismas cosas, sí, .Zas mismas cosas
326
327
1
Estoy lleno de sombras, hoy.
Las sombras venerables de mis padres
me acosan.
M e golpean de frente
estir;an mi corazón hasta lo imposible.
Estan en sus respectivas tumbas
Octavio Larriera (1927) con sus dz;lces y descoloridos huesos,
con sus o¡os
No por nada sus compai'i.eros han puesto un oro en el agua impasible de la muerte.
canónico en tomo a la boina vasca, debajo de l a cual
pueden verse los ojos miopes tras gruescs lentes y, un Hoy, mañana, siempre,
poco más abajo, el "puchito" cordial. Es qu e este dibu· en esa agua callada y uniforme
jo -n la cabeza de sus poemas- nos lo h a presentado enfundados en sus largas sombras.
tal cual es. Para nosotros seguirá siendo "Larrieritn", Y o los avivo en un doloroso calor
el sobrino del "indio", y el hijo de Diego, quien se
hizo mó.s conocido por su letra del t ango "Yo también q.ue se sube a los ojos y a la frente,
como tú" cantado por Gardel, que por su libro de ver- szempre.
sos "Los simples motivos", según algunos publicado; y (Asir N9 15)
según sus familiares, inédito.
Hijo de un alcoholista consuetudinario y de una XIII
madre de pulmones enfermos, Larrierita mostró siem·
pre una constitución física endeble acentuada por un Quiero dormir por siempre
tic que le hacía, al andar, dejar caer la cabeza alter· dormir mi corazón
nativamente sobre cada uno de sus h ombros. Era casi dormir mi sueño
esta imagen de la desvalidez cuando comenzó con sus
primeros versos. y todo este desvelo
Profundamente humilde, delicado e inteligente, su que ya sabe de mí.
voz h a sabido decir siempre nada más que eso que Quiero dormir la tarde
nadie podría decir en lugar suyo. Es que todo poeta, el cielo que me mira '
por pequeño que sea, tiene su sitio en el mundo de l a la tierra que me alarga
poesía y hace, como el más grande, progresar el len·
guaje de las emociones, si ha sabido ser fiel - no a los brazos al morir.
las modas- sino a lo intransferible de si mismo. Quiero dormir por siempre
La voz de Octavio nos hace también, a veces, re· todo lo por vivir.
cordar a quien f uera el "benjamín" de la poesía nica·
ragüense, Rodolfo Sandino, que en su "Autorretrato", (Nuevo Cielo)
dice: "Soy mi niño mismo y vivo solo, - escribo
papeles largos y no sé a qu ien enviarlos" .
Obras: Nuevo Cielo (1957).
328
. !Jos r?sgos biogrúficos p<n·a explicar nuestra selec-
cwn. Saul tuvo que padecer siendo muy niño el asesi-
nat_o de su padre, que .e jercía las funciones de comí-
sano, e~ ~u Sa~ta Clara de Olimar nativa. Desde en-
tonces, umco hi¡o,, su madre }() ha sido todo para él
Mas el desgarrarmento recibido hizo camino en m d".
de l a estrechez económica, la soledad y los abusose ~~
alcohol. Una sed de venganza ... de justicia y de ser
que no h allaba_ ~u objeto; impotente asimismo por ei
Saúl Pérez Gadea (1929) ~esai?-paro, deblhdad y buen natural del poeta m,
molv1dable, torturó su cer ebro de tal d ' as
d h di mo o que por
¿Y qué vamos a decir de Saúl? En primer término, o~ veces no ~ pe .do resistir. El segundo poema -de
so re~cgedora mtensldad- es un recuerdo de s 'd
que su amistad es t an temible, como el temor de una de ahenado. u Vl a
muela delante de l a fresa del dentista. No podríamos
decir que se desorbita porque eso implicaria previa Obras: Horno-Ciudad (1950); Poemas (Cuadernos
existencia de una órbita. No podríamos decir que ha- Nuestra Voz, Paysandú, 1964).
bla, porque en vez de seguir sus palabras es preciso
seguir sus movimientos que lo colocan indistintamente
encima o debajo de la mesa; no podríamos dech· que
razona porque no hace otra cosa que trepar y descen-
der vertiginosamente por los postes de los signos de
admiración; en elogios que son cohetes y desinteligen-
cias que son centellas. No podemos decir que lo vemos
porque nos está bailando delante de las vistas. Lo único
que concienzudamente podemos afitmar es que h ay que
atarlo.
Bueno, lo dicho basta para inferir "la presión" con
que irrumpió Saúl en la palestra lú·ica. Su libro-tm·be-
llino "Horno-Ciudad" fue perseguido desde "Asir"
(N 9 19-20) por el hoy televisible Alfredo de l a Peña:
"inmadura experiencia"; "partículas poéticas en boga";
1'abusos de enumeración"; "enloquecedora tarea inútil".
330
331
el ojo l:Jlanco, la silbante
Mi Madre sangre, tu madera.
Aquí está Pedro que se ató las manos
Con penumbra de mueble en la sonrisa, con alambres de púa y de serpiente,
delante/es de infancias r recuerdos, que inunda pabellones de fantasmas
se me formó tu imagen sobre el alma, r profiere alaridos, tu sufriente.
Y así te vi vivir sobre mi espejo, Adelante, Jesús. Aquí a la vieja que se lava las manos
En cada brazo tuyo un río nace; el pellejo le cuelga de los dedos sarmentosos
.
tLene sangre, suda sangre, sufre sangre; '
se descuelga un sonido de tus dedos;
en tu falda un cordero se arrebuja. vedla sangrar, falanges cavernícolas,
Y una lámpara azul te da destellos. dedos r~sgados de jabón, martirizados. de agua,
tu sufrzente.
Tu presencia y su ráfaga de aire Adelante Jesús Aquí el poeta que se estrangula solo
recupera blancuras como sueños. r¡ue ruge, escupe, orzna. r cabecea '
Tu ausencia eleva una gran luna-madre r al fin como una bolsa que se p~dre,
que asoma en los tejados soñolientos. sus huesos sobre el suelo esparce al viento.
Todo está bien. Job en su piedra, ·
Porque de ti me viene esa alegría, Job en su yugo. Job en su cadena.
porque de ti se aleja la tristeza, 'La lo~ura es el beso de los ángeles
r donde cae tu gota de ternura que t:enen de medusa las cabezas.
renace un sitio, la distancia viene,
De ti llega la uva sin verano.
No es necesario hablar; todo se entiende.
En 'la lámpara que arde entre nosotros,
uniendo mi futuro a tus recuerdos.
Hospital Vilardebó
Si Dios llegara a visitar la casa
en un atardecer, si Dios viniera,
si yo pusiera en sus
manos totales la total
llave que nos abre el mundo turbio;
el mundo hundido de esta casa hundida
como un gran hoyo o como un monstruo ciego.
Adelante, Jesús. Veamos todo; no marchites el rostro,
332 . 333
Sol de Mayo
Y o no diré est.a tarde la alabanza
del rojo vino que a beber convida,
Tampoco de aquel río que me alcanza
memorias de su fronda estremecida.
Pero lo haré del sdl, que se me afianza
Walter Ortiz y Ayala (1929) en los huesos cavados por la vida,
que me otorga su tierra de labranza,
Ya lo sabíamos: n o era un improvisado ní t an joven su dulzura en monedas, repartida.
el poeta que arrió con todos los premios en la 3• Feria
Nacional de Libros y Grabado (1962) . Aquí, indolente, en la feliz plazuela,
Ocurrió sólo que era desconocido, aunque noticias -verdes acacias, síncope morado
suyas nos h abía suminist rado Roberto lbáñez en 1950 de aquel jacarandá que se me vuela-
cuando desde Tacuarembó trajo los versos de W. Bena-
' 'ídes para la revista Asir (Nos. 19-20). Dulce vino solar que tibio, apuro,
Ortiz y Ayala era, entonces, el coterráneo, y un con la humildad divina de un oscuro
poco el hermano menor de Benavides. En aquella oca- y humano caracdl desorientado.
sión, por timidez, no quiso enviar sus versos, alguno (El Trotacalles)
de los cu ales publicamos más tarde en " El Ciudadano".
Sólo l o conocimos personalmente pocos meses antes
de su triunfo. Hombre un t anto perdido no sólo en la Mirando Hacia Atrás Encuentro
capital, o en su pueblo, sino en sí mismo; pero que
se ha jugado enteramente - hambre y frío mediante-
a la poesía, al sueño, a quien sabe no se qué ... que
Mirando hacia atrás encuentro
él h ostiga, cerca, aguarda. y apenas lo puedo ver
Sabemo~ que escribe sin tregua, día y noch e, y que el rostro viejo de un niño,
no puede con esta fi ebre. Sin un estudio que le abra del niño que fui una vez.
económicamente el mañana, sin un empleo, sin un ofi-
cio; leyendo versos, diciendo versos, pensando versos ... Me mira con ojos tristes
Menos él, todos parecen h acerse cargo de lo patético y silencioso se va
de la situación. por una casa amarilla
En su poesía, -que cultiva a lo diestro- Ortiz y sola y amplia como el mar.
Ayala es un delicadísimo evocador: en primer lugar
de calles, plazuelas, ríos, árboles, noches, madrugadas A veces lo reconozco,
y olores y brillos solares de su pueblo. En segundo otras, no sé ni quien es.
términ(): el tiempo, el amor, y el desconcierto de l() Viene de lejos, de siempre.
que ve vivir en la ciudad. Da la impresión de un espí-
ritu tenue, gozoso de su asombro, dueño de la sensa- De la nostalgia tal vez.
ción, pero indefenso frente a los años que se adelantan Me mira y creo que a ve.ces
trayendo sobre sus hombros l a .experiencia, lo defini-
tivo. . . el destino. hasta intenta sonreír,
Obras: H ombre en el Tiempo (1963); El trotacalles entre naranjos y pdlmas
(1964). de aquel antiguo jardín.
334
Mirando hacia atrás lo veo
lejanísimo, sin voz.
Lo llamo, no me responde.
Tras de i u sombra me voy.
( Inédito)
338 339
La Respuesta
Como discretas respuestas
serán los días finales del que ama
las cálidas abejas
y el sonido de las lágrimas.
Solamente discretos, bien medidos
Saúl Ibargoyen Islas (1930) con el rancio almidón de tantas camisas
y los cdlores cansados de alguna corbata,
r el traje de todas las derrotas cotidianas,
Recién con "El Otoño de Piedra" adquiere madurez
la obra de este poeta. D esde 1954 ha venido publi-
r un libro apenas leído,
cando ininterrumpidamen te hasta 1962. Después ele es- sobre un tema de época,
t a fecha, es indudable que algo le ha llevado a repensar con marcianos de antenas verdes,
su producción. bastante sexo
Aparte los libros primerizos, no encontramos dife- r muchos muertos,
rencia notable de calidad entre un libro y otro de y otro libro, el nunca escrito,
l bargoyen. Nos parece que él habí a encontrado una
manera - ni muy exigente, ni muy profunda, ni muy porque el tiempo se nos va en otras cosas,
fatal- para decir lo suyo. sobre asuntos sociales o místicos,
La posición en que se colocaba era la de most:·ar con revoluciones, .libertad
el ánimo del que está de vuelta. D enunciaba, por ejem-
pl o, l a injusticia, pero no nos excitaba a la r ebeldía.
r otros cuentos,
Mostraba la frustración de todo, pero para reempl azar
y un otoño,
eso no había ni fe ni planes. Su desgano, su cansancio, cuando las muchachas miraban las hojas secas
su no creer era sincero, pero también una forma de r cuando era importante
narcisismo. el nombre de una estrella.
Hace poco tiempo, Angel Rama,en "Marcha" (26- Discretos los ultimas días,
I X -1 965), lo ha visto como el poeta más representativo
de "La Generación de la Crisis" .
como una pasión doméstica
Obras: El pájaro en el pantano (1954); El rostro
satisfecha con poco sudor
desnudo (1956); El Otoño de piedra (1958); Pasión a fin de semana. ( El Otmío de Piedra)
para una sombra (1959); El libro de la $angre (1959);
Un luga1· de l a tierra (1960); Ciudad (1961); Sin re-
greso (1962).
Anciano en un Parque
Los árboles derraman
sombras en tu cara,
una luz inerte
se acerca a tus miradas.
A cada instante
regresas al pasado,
com o la serpiente
. que quiere morder
340 341
por última vez
su propia c.ola. , . .
La extinguzda geografza de la znfancza
es ahora vereda, una plaza .
r un parque cor: sus bancos, claudzcantes
Te sientas' camznas, tu bastan.
Iván Kmaid (1930)
aparta las. !:zormi~as entuszastas,
A I ván nosotr·os le llamamos "el turco". L os que
marca el ztznerarzo empiezan a conocerle y aquéllos que ya lo conocen de
que no pudiera recorrer aíws, suelen llamarle del mismo modo. Y cu ando él
de otra rn/.l.nera. se coloca frente a sí, y se da severas r eprimendas en
Qué tonto resultó público, echa también su "turco" un poco a los t um-
bos, h acia adelant e.
después de este tiempo
r estos días, N inguno h asta ahora -que se sepa- ha inventado
la manera de componer un libro que h a sido propia
de los horarios infaltalJles, de I ván. T odo el mundo sabe que con motivo de la Feria
de las profundas lágrimas, del Libro N acional , en el P alacio Municipal pululan
qué tonto resultó noche tras noche y en denso enjambre las abejas de
sentarse a descansar Himeto. Se apostaba Iván, bien cabe una columna o
en cualquier sitio, y cuando elegía a uno de los poetas
sin el goce del cansancio, le apartaba muy suavemente y, desembolsi<"ando una
r empezar a suponer . libretita, lápiz en mano, daba comienzo a la lectura
que el polvo a nuestros pzes de uno de sus p~mas.
guarda un motivo, Al cabo de la misma y del: ¿qué tal?, ¿qué te pa-
que no hemos sido rece?, cuando escuchaba el: "está liien. . . aunque mi-
ró, esa imagen, esos primeros versos, esos úllimos . ..
tan necesarios, yo no sé . . . - y más rápido que su incertidumbre iba
que el universo r la ciudad, el l apicito corriendo sobre la o las líneas a defenestrar.
los parques r las fábricas Esta humildad lo salvó. Logró así componer un libro
existen sin nosotros, digno, con intensos r ecuerdos maternales, un algo de
que el aire ya estaba sin nosotros, su ayer riverense y un mucho de su ojo desorientado
de hoy. La poda pública a qu e sometió su libro antes
que las hojas caerán ele editarlo, le hizo ganar en vigor y contención.
donde estuvimos, Cuando una vez lo r eportearon acerca de sus poetas
que el dolor seguirá preferidos, Iván señaló, sin ningunas vacilacion es, a
r no estaremos' dos: a Homero y a Líber Falco. Del primero, por
r que grandes multitudes supuesto, no puede rastrearse ninguna influencia. D el
segundo, hay m ás que influencias, coincidencias.
gritarán nuestro silencio.
En cambio, lo que parece propio de Ivún, es su ago·
La sombra de los árboles nía de hombre del asfalto. (Por su callejeo permanente
continúa en tu rostro. como errabundo vendedor de libros, bien puede h a-
Desde el polvo surge un perfume cerle una "r apsodia" a sus "botines viejos") . Y t aro·
que parece acercarte bién le es propio una· profunda tristeza de ausencias:
a la tierra. infancia, maternos días, suef10s ...
(Cil.tdad) Obras: Porque impar es la dicha (1 964).
343
342
Estoy para la Risa V
El candil encendido
aceite tan viejo,
Estoy para la risa. guarda en los espejos
Los codos se me salen ayer de recuerdos.
de la manga
aunque disimule Paredes garabateadas
el antebrazo su pobreza. repiten el juego:
Cuelga de los pasos los hijos, infancia,
tinta volcada sobre el blanco.
el cansancio,
pega el aliento Mis hijos que no te vieron,
entre mi lengua que no oyeron,
r repito de memoria: tu voz lluvia de otoño
mañana será más caro entre los pies descalzos,
también más tarde. aventurados botes
venidos hasta hoy,
Estoy para la risa. horas sin tiempo de lloverse.
Se burlan las moscas No ~e muere, madre,
que zumban mi contento, se vzve cada día
el árbol descansa para vivirse siempre.
su pereza Son testigos los espejos
r mis codos disimulan la 'lluvia, r este bl:azo '
su destino que hiCiste de los sueños.
comprado a plazos
(Porque Impar es la D:'cha)
confort para la muerte.
Estoy p.ara la risa
sin dejar de levantarme
lo más temprano
a la mañana
y de bruces partir algún gajo
o cortar el vuelo de algún pájaro.
No vaya a desear demasiado
vo'larme con la brisa.
(Porque Impar es /¡;¡ D.'cha)
344 345
Tres Cantares
LXXXVI
La soledad no está sola
si a soledad y verdad
sumamos ola tras ola.
Nancy Bacelo (1931) XCV
La so.ledad
la tan sola,
Ya no es posible nombrarla sin t ener que pensar en la que no tiene verdad
la anual Feria Nacional de Libros y Grabados, pues
a ella se debe l a importancia creciente de la misma. es la que viaja en la ola.
Su talento emprendedor la ha llevado también a · XCVI
editar la revista "Siete Poemas Hispanoamericanos". No Solo se llama faltar
es sin duda montevideano sino de tierra adentt·o este a la cita que nos d.'eron
espíritu generoso capaz, si no de posponer, por lo me-
nos, de fusion at· su suerte con la de todos en procura para encontrar nuestro par.
d e un solidario crecimiento cultural. N ancy Bacelo na- ( Cantares)
ció en José Batlle y Ordoñez (Lavalleja) donde vivió
hasta sus veinte años.
Su libro primero de versos no mostraba, todavía, un
Esta Vida
camino. Incluso, había en él incoherencias notables.
Eran sus temas los de la soledad y el amor desga- Después de abrir los brazos
rrado. después de ver cómo la boca
Paulatinamente, con ahinco, ha ido haciéndose due- que crece
ña del instrumento y ámbito poético en que logra sus a impulso de los otros
mejores acie110s: es el cantar, la cuarteta, casi la copla
a veces. ya no nos pertenece
Nancy Bacelo ha procurado ceñir la experiencia y
y es de ellos
la expresión. Nada de desarrollos, enumeraciones, rei- qué ganas de hacer lágrimas
teraciones, desahogos, sino lo concentrado, la quinta- de fuego
esencia, en cuatro, tres, dos versos que t engan la po. y quemarnos los ojos
t encia memorable del ¡•efrán, y el aire de lo que puede y llorarnos.
sr can tado más que leído.
Porque siempre es igual
En su último libro -el más importante- aléjase un siempre es de todos
tanto de dicha modalidad pero lo ya aprendido perma-
nece. Si bien los temas no han variado, muestra mayor y nunca de uno mismo
hondura y señm·ío en el acento. la alegría
Obras: Tránsito de Fuego (1956); Círculo Nocturno el sabor de reír
(1959); Cantares (1960); (Cielo Solo 1962). sin ningún precio
.e l estar con la deuda
de esta vida. (Cielo Solo)
346
Para Siempre
El dolor es eso
que nadie contaría
en su crudeza
porque más que una pena
sin testigos
es toda una verdad María Ester Cantonnet (1936)
un cielo solo
una incipiente realidad P1•ofesora de Literatura mediante concurso de opo·
vertida sición y como egresada del Instituto de Profesores
"At"tigas".
sobre la circunferencia
del olvido. Colabora desde hace años en el suplemento dominical
del d iario "El Día" y lo h a hecho también en la pá-
(Cielo Solo) gina literaria de "El País" .
Su primer libro, aunque no muestra las vacilaciones
del p rincipiante, da cuenta de un mundo propio toda-
vía exiguo, con predominio del t ema y experiencia
infantiles.
Su segundo libro, más intenso y maduro, despliega
el tema de la soledad. Al margen de esos excesos tan
conocidos como inoperantes -el nerviosismo, la torren-
cialidad nerudiana, el bla bla bla de tipo surrealista-
su poesía logra comunicar la desgarradura interior sin
que sus poemas -pese a ello- logren -separa¡·se-- los
unos de los otros como breves mundos independientes
o entidades aparte. Queremos decir que es un mismo
estado general poético y temperamental el que lo in-
forma, y su número podría variar sin que el efecto
global quedase seriamente afectado. Esto aparte, sus
versos son auténticos, por su carga sombría y drama-
tismo.
Obras: Luz Exacta ( 1961); Tiempo de pájaros sin
:ielo (1964) .
: ,,.. ·.
~ .. ""
348 -,Q49
Elegías de la Noche del Sábado
II
EPILOGO
Esta noche, Señor,
,·quién me la ha dado? Al fin de nuestra empresa no es posible responder a la pregunta
Para qué esas estrellas que demandase por el sitio jerárquico de la poesía uruguaya en el con-
ciert o de la hispanoam ericana.
tan fragantes, i
Otros autores nuestros lo han hecho ya. Así Zum Felde al juzgar
para qué el bosque azul su antología de poetas uruguayos publicada en Santiago de Chile (1935):
de largos pinos, "De esta selección se desprende para el Uruguay u na figuración de ho-
para qué este sz'lencio contenido nor en ·el cuadro de la lírica hispanoamericana de nuestro tiempo."
que desgarra mi alma y desvanece Así también Zarrilli, en 1944, ccuando publica con Alvaro Yunque
la soberana fuerza del olv.:dol "La Moderna Poesía Lírica Rioplatense", no vacila en afirmar: "País
de poetas, el Uruguay." También Filartigas en el prólogo de "El Uru-
guay y sus artistas" (1923) refiérese a nuestro país como "la nación
Esta noche, Señor, quiero estar sola, que h a marchado más de prisa en el coro de sus hermanas de Amé·
como siempre lo estoy desde que vine rica." Al decir esto estaba, sin duda, influido por l a idea de progreso
a darme cuenta de que soy terrestre político y social logrado en nuestro medio, pero estaba hablando de
arte, sobre t odo.
r de que sor inmensamente triste
Pues bien: a nosol1·os nos bastó leer la antología poética de un a
r que he de amar mi paulatino canto r epública cuya extensión y población son aún más pequeñas que las
para olvidar que el corazón existe. nuestras. Y quedamos temblando. Y se nos vino al suelo, felizmente,
toda gana de andar patrioteramente jugando carreras con poetas. Era
"Nueva Poesía Nicaragüense" (1948), selección a cargo de Ernesto
Cardenal.
Elegías de .la Imagen Au n entre nosotros, opiniones contrarias a la excelencia de nues-
tra poesía han circulado alguna que otra vez. ¿De quién será esta
frase?: "Hay en este libro, poesía, con gran seguridad, poca; versos,
Il con no menos seguridad, muchos." Pues pertenece nada menos que a
¿Quién no ha sentido la soberbia tristez.a nuestro querido Julio J. Casal. Y está escrita en el pórtico de su "Ex-
posición d e la Poesía Uruguaya", libro que viene desde los días de la
de las fuent es de p:"edra? independencia hasta el año 1940, y que, sobre todo se hizo famoso
porque no dejó al margen, a ninguna persona que escribiese versos. La
¡Las viejas fuentes con sus bocas secas frase juzga 130 afws de poesía nacional.
r el agua clara entre las flores nuevas/ Asimismo Falcao Espalter al prologar su Antología de 1921 dice:
Peces de marzo como flores rojas · "El Uruguay no tiene en su historia ninguna jornada memorable por
son frías hijas que el otoii.o anuncian. l a cultura universal , tiene sí algunos casos periódicos, pero no una
condensación repentina, en un instante dado, de todas sus fuerzas de
Sueño tu imagen; el, espejo quieto civilización literaria espiritual."
la desdibuja cuando sopla el viento. "Hay muchos poetas pero pocas personalidades; muchos líricos pero
Es el viento de marzo; él asegura escasos psicólogos; numerosos martillos pero limitados yunques." Agre-
nuevos amores en recuerdos viejos. ga luego que su Antología ha sido compuesta procurando abarcar todo
genero de inspiraciones "desde la épicac 'y pindárica hasta la poesía de
( Tiempo de Pájaros szn Cielo) gallinero".
350 351
Finalmente recalca "la preponderancia extraordinaria del soneto", Un pastoralismo que se hará cada vez más íntimo se inicia con
y co~cluye diciendo q~e "los poetas uruguayos padecen una pobreza "Arbol" de Casal y un año después de este decenio prosigue con "Línea
del Alba" de Ortiz Saralegui.
francrscana de recursos . La po e~ía profundamente personal, sin influencias notables, de
Pero lo curioso es que repita las mismas palabras, sin la menor ~onda experrencra de:- vida, triunfa con "Andén" de J. C. Abellá. Es la
rectificación, ocho años más tarde, en 1929, cuando reproduce este prÓ· línea en donde triunfarán más tarde Beltrán Martínez y Líber Falco.
logo en " Interpretaciones"; es decir, un año untes de expirar· la década
. En la inspiración !llosófica y metafísica Emilio Oribe con "La
que -a nuestro criterio- es la década de oro de toda la historia de
Colma del Pájaro Rojo" logra para la poesí~ nacional momentos in-
la poesía nacional. superables.
Esta elección es una convicción que nos ha surgido como un re- . El lirismo dinámico y moderno posee tal carga de emoción verti-
sultado. A medida que avanzábamos en nuestro trabajo se iba confi- gmosa en el peruano-uruguayo P arra del Riego que, a veces, nos ha
gurando la importancia extr ema de estos diez años: 1920-1930. hecho pensar. en que. ~o .ha habido,. en nuestro ámbito, un poeta tan
Pedimos al lector que piense seriamente en una poesía que poda- poeta c.OJ?O el. Con rdentrca modermdad, pero más inclinado a la pi-
mos llamas "nuestra", "nacional". ¿Qué tiene de nuestro y nacionnl rueta hnca, al humor y al ultraísmo, aparece A. Mario Ferreyro con
la tan famosa del 900? Herrera y Reissig pudo nacer• en cualquier "El hombre que se tragó un autobús" y "Se ruega no dar la mano".
sitio. Delmira Agustini, igual. Aún, su impetuosidad parecería más Por otra parte -en Francia- pero comprendido en este decenio
tropical que rioplatense. María Eugenia es germana; o europea. Más
moderamente: su castidad, orgullo, nocturnidad, no tienen fronteras.
e~ "Colombarium" de Rodríguez Pintos es clara muestra de un ago:
ms~o contemporáneo, me~tal, instintivo, refinado, brutal, y está ya en
¿Que los tres han realizado algunas veces, gran poesía? No lo duda- la lmea de su gran poesra.
mos. Mas t ampoco olvidemos que son sólo tres.
Agreguemos ?hora una lírica verdaderamente juvenil, como pocas
Pasemos ahora a la década ele oro. veces la hemos vrsto después, y que culmina en "La Trompeta de las
Un año antes, 1919, hace su aparición "Lenguas de Diamante". V~ces Alegres" de N. Fusco Sansone. Deben colocarse dentro ele la
¡Qué poesía tan distinta a la anterior! Es la frescur a y el encanto de ~sma tónica, "~oesías" y ··~1 L~bro de Ella" de F. Morador y "La
lo nuestro lo que ahora domina. Y fácil es ver que esta brillante ca- Srega del Musgo. de C. S. VIturerra. Dentro del mismo lirismo gozoso
rrera llegó en .ese decenio a su cenit. El libro de 1930 que indica un no queremos olvrdar a J. Aguirre y su "Eutrapelia pastoril y gandu-
cambio: "La rosa ele los vientos", señala para nosotros la primera ins- lesca".
tancia de su declinación. . .La poesí? femeni~a,, a su .v~z, ahor:a no más erótica sino espi ritual,
Un año después de esta década de oro, aparece "Ñandubay" de rmstrco-pantersta, y rmstrco-catohcac esta representada en el primer caso
Risso. Marca el momento cumbre de la poesía gauchesca, muy ento- P.or "Drál?go .de las Luces Perdidas" de Sarah Bollo; en el segundo por
nada por el Viejo P ancho desde 1915. Ahora conviene precisar que La Concrencra del Canto Sufriente" de M. A. Bonavita; y en el ter-
Risso tenía 49 años cuando publicó ésta su primera obra. cero, por "Las ~nsulas Extrañ~s" ~e Esther de Cáceres. Con igual intimi-
Esperamos que se nos permitirá no dar importancia a un año dad, aunque mas dentro de sr m1sma que de la búsqueda religiosa fi-
más o menos, cuando se trata, como .e n este caso, de circunscribir una gura M. E. Muñoz con "Horas Mías" y "L ejos". '
época. Veamos este cuadro: l!na poesía de simboli~~o barroco, h ermética, pero capaz de bruja
Emilio Frugoni con "Poemas Montevideanos" inaugura la poesía emocrón en hondura y musrca es la de V. Basso Maglio en la "Can-
de l a ciudad. Sería interesante realizar un itinerario de la misma vién- ción de los P equeños Círculos y de los grandes Horizontes".
dola, de algún modo, proseguida en Ferreyro, Benecletti, M. Schinca Ildefonso Pereda V aldés encuentra su originalidad con "La guita-
e Ibargoyen Islas. ~a de .los Negros", poesía, si no folklóri ca propiamente dicha, sí nati-
La poesía gauchesca se continúa gallardamente con "El Agregao" vrsta, Sl entendemos al negro -según Zum Felde lo dice- tan propio
(1926) de Cuadri. de nuestro medio como el indio y el gaucho.
La poesía cósmica de Sábat Ercasty alcanza en este decenio sus . Pero t am.bién ~n este de~enio hacen su aparición poetas que, años
mejores logros: "Los poemas del Hombre" y "Vidas". La misma, pero mas t arde, afü'lnaran su plerutud. ·Todos ellos muy ensimismados en el
bajo otra tonalidad, aparece en "Las Fuerzas Eternas" y '.' Las Formas c~so es~rictamente lírlc~, caminan hacia l a poesía pura, inefable. y má-
Desnudas" de Casaravilla Lemos. .grca: E¡emplo de l a pnmera es Roberto Ibáñez con ••La Danza .de los
Iniciase el nativismo con "Agua del Tiempo" de Silva Valdés, y Horrzontes"; de la segun~a ~arrilli co~ "Libro de Imágenes''; y de la
~e .Profun~iza con el g!!uchismo cósmico de "Alas Nuevas" y " Júbilo tercera, F. :'?ereda, aun sm lrbro pubhcado, pero ya conocido entonces
;POt" . antolog1as y poemas aparecidos .e n revistas.
y M iedo" de lpuche.
353
352 22
Finalmente, y cerrando este ?ecemo . ' " , . J.
. de oro,, e1. ."b enJami~ Saúl Ibargoyen, Milton Schinca y P. A. Chiarelli. P ero todo esto sm
Cunha Dotti con "El pájaro que ~mo de la noch e , ~nsmo d~ mstm- duda, se .e stá por ver). '
to, imaginería y nocturnidad. Sera una de las ,tres figuras seneras . de ¿Cómo fue contemplada nuestra poesía durante l a década de oro? El
la generación del 45, sie~~o los ?es restantes. Liber Falco e Idea VIla- Uruguay era entonces -según nuestro Filartigas- un "patio peque-
riño. Puede citarse t amb1en aqUl a Benedettl. ñito, de fresco color cel este". Oigamos en primer término a Jorge Luis
Aun así r ápidamente esbozada, salta a la vista que por su cantidad, Borges, con " un abuelo montevideano que salió con el ejército grande
calid ad autenticidad, originalidad -y en casos m enos significativos- el cincuenta y uno para vivir veinte años de guerra" , y una "abuela
por su' decoro la producción de este decenio ha configurado el hecho m ercedina que juntaba en idéntico clima l a execr ación a Oribe y a
lírico mayor ~n toda l a historia de nuestra poesía. Y no sólo es el m ás Rosas": "¿Qué distinciones hay entre les versos de esta orilla y los de
grande sino el m ás nuestro. T enemos que dej ar apar te -por r azón l a orilla de enfrente? La más notoria es l a de los dos símbol os m ane-
de brevedad- los otros géneros. jados. Aquí la pampa o su inauguración, el suburbio: allí los árboles
Y el mar. El desacuerdo es lógico: el horizonte del Urugu ay es de
En cuanto a sus revistas: "Los Nuevos", "Teseo", "L a Cruz del
Sur", "Alfar", y monumentalmente "L a Pluma", ofr~ci~ron con todas arboledas y de cuchillas, cuando no de agua l arga; el nuestro, de tie-
rra. El anca del escarccador P egaso oriental lleva mar cados una h o-
las palpitaciones de la hora, un aporte h asta ahora Inigualado.
jita Y un pez, símbolos del agua y del monte. Siempre, esas dos tutel as
. La crítica de nuestra literatura también llegó a su apogeo con están. Nombrada o no, el agua induce una vehemencia de ola en los
Zuro Felde en esta década. N o podemos olvidar a Rodó; pero sí po- versos; con o sin nombre, el bosque enseña su sentir dramático de con-
nerlo a un' lado, porque él fue un crítico más hispanoamericano que flicto, de r amas que se atraviesan como voluntades."
de nuestras l etras.
"Dos condiciones juveniles -la belicosidad y l a seriedad- r esuel-
De citar al fino Eduardo Dieste tendríamos que pasar a una pers- ven el proceder poético de los uruguayos." (Aquí ejemplifica Borges
pectiva que nos apartaría ~e l a estrictame~te poética_ en. ~a que ~u~re la primer a condición con el Juan Moreira de Podestá, con "el ya in-
mos mantenernos. El decemo de oro most ro una conJuncwn tan mtima mortal compadrito t rágico Florencia Sánchez" y con "l as atropelladas de
como jamás repetida de líricos, narradores, críticos, artistas plásticos, lpuche"):
ensayistas, educadores y pensadores filosóficos. Basta hojear "Teseo",
"La Cruz del Sur", "Alfar" y " L a Pluma". "L os argentinos vivimos en l a h aragana seguridad de ser un gran
país, de un país cuyo sólo exceso territorial pouría evidenciarnos, cuan-
. ¿Qué fue l o que oc~rió después del 30? ¿Fue la gran crisis eco- do no l a prole de sus toros y la feracidad alimenticia de su llanura.
nómica mundial, que iniciada un año antes, repítese en éste "corregida Si la lluvia providencial y el gringo providencial no nos fallan, sere-
y aumentada" y continúase en el 31? ¿Fue a causa del Golpe de Est ado mos la Villa Chicago de esta pl anicie y aun su panadería. L os orien-
de 1933? ¿Fue l a guen·a de España (1935-1939) sacudiendo de m odo tales no. De ahí su clara que heroica voluntad de diferenciarse, su
t an violento a los espíritus que pareció actividad egoísta o culpable la tesón de ser ellos, su alma buscadora y m adrugadora." ("Palabras fi-
de entregarse a un arte desinter esado? nales" en l a Antología de P ereda Valdés, 1927).
¿Fué la l arga preparación y estallido de la segunda guerra mun- En varios aspectos coincide' con la de Borges una nota de Carlos
dial (1939-1945) ? M astronardi aparecida en "La Pluma" (Vol. 9, dic. 1928) y tiulada:
Sin duda todos estos hechos sucediéndose sin tregua, ahuyentaron "Comentarios tranquilos sobre lírica uruguaya". Encuentra a n uestros
l a paz individual, l a seguridad económica, l a C?nfi~za en l as ~~itu poetas "muy señores en l as emociones raigales, menos señores de los
cion es y en l os ideales. D el 30 al _4~ nuestra VJ_da mtelectual v:1V10 en instrumentos críticos". Ya, sin embargo, algunas revistas nuestras h a-
permanente conmoción por acontecliDlentos e~tenores ~ sus prop1os pro- blaban cada vez m ás de Marcel P roust y V alery. Pero don Carlos Ben-
blemas y finalidades. Con respecto al antenor de~emo, pocos nom~res venuto que había r egresado de Francia lucía sobre todo su indepen-
nuevos aparecen: Selva Márquez, en ~os oportumda~es; y d~ solita- dencia frente a la gal a seducción. Y empezó a publicar sus "Concre-
riamente su primera obra Alvaro F1gueredo, Serafm Garc1a, P edro ciones" ("que de algún modo h abía que llamarlas", se comentaba en
Piccatto González Poggi, Beltrán Martínez. En el úl timo año surgen "La Cruz del Sur"). M astronardi siente a los uruguayos "menos con-
dos líri~os de excepción: Líber Falco y Sara de Ibáñez. fesionales que los argentinos; bellamente se representan en el paisaje" .
Ya el cuento y l a critica, mayoritarios ·sobre la poesía agreririada Rasgo interesante: l a efusión nos ha dominado casi siempre más que
que se encastilla en "Alfar" prepara una nueva generación: la de la confesión. Agrega luego Mastronardi: "manejan el em entos primor-
1945. (Una tercera, que act~almente Angel Rama ..Pretende_ , imponer diales y son conductores del influjo cósmico". Sin duda .piensa al· decir
("Marcha", diciembre de, 1965) co~ ~1 nombre de Generac~~n de _la esto en Sábat y .en lpuch e. Y aun en ellos, cuando linea después afir-
Crisis" (1955-1970) tendna sus . pnn01pales· nombres .e n Cecllw ·Pena, ma lapidariamente: "Allí un hombre es ante todo un macho". _
.,'354· 355
Su mirada sobre el país tiene convivencias con la de Borges: "Sue- ANTOLOGIAS ANTERIORES
lo de transición . --<l.ulzura intermedia- esta frnnja uruguaya significa
la variedad apasionada. En el Uruguay declina la planicie y se inicia
la serranía. La pampa, despaciosamente, se expresa en arboledas y co- 1921 - "Antología de Poetas Ul'Uguayos", por Mario Falcao Espalter.
mienza a quebrarse en repetidas lomas. Ni el mismo Herrera y Reis- 1923- "Antología de P oetisas Americanas" , por Ju 3 n Parra del ru
sig l as olvidó, aun cuando hablaba de panoramas y no de pagos." 1927- "Antología de la Moderna Poesía Uruguaya" por Ildefon s epgo.
Una observación muy penetrante y coherente encuént rase h acia el red a V aklés. ' o e-
fin de l a nota, cuando Mastronardi escribe: "el subjetivismo de los 1935- I ndice de la P oesta
' U1-uguaya Contemporánea", por Albe rto
uruguayos ierrnina alli donde comienza el pudor de cada uno". Zum F elde.
Sin duda, l as reflexiones de estos dos argentinos son corteses pero
1937- "18 poetas del Urugudy", pc·r Romualdo Brughetti.
serias. Fue el buen tiempo aquel -ya perdido- de fuertes cordialida-
des artísticas entre ambas márgenes. lVlas el mutuo afecto no ha muer- 1940- "Exposición de la Poesía Uruguaya", por Julio J . Casal.
to. Oigamos a Bernardo Canal Feijóo, un nombre muy querido de los 1944- "La Modema Poesía Lírica Riopl¡¡tcnse" Al
orientales. Es, después ele 1·ecordar a Eduardo Coulure, que escribe: Y Humberto Zarrilli. ' por varo Yunque
"al argentino sigue bast¡índole trasladarse al Uruguay para granjearse
una propia .e xtraterritorialidad sin salirse de patria." ("Ficción", N• 5, 1958- "Nueva Poesía Uruguaya", por Hugo Emilio Pedernonte.
enero-febrero, 1957).
Y para terminar, ahora que ya no somos "patio pequeñito, de fres-
co color celeste", y se escriben notas donde se habla de este "paisito",
y se titulan ott·as: "Lindo país pa irse", y en este crujiente instante
de la naufragada queremos recordar una página de Julio Supervielle,
extraída de su libro "El Uruguay". La página electa puede ser medi-
tada como una parábola, en donde el árbol aquí citado, con sus debi-
lidades y sus fuerzas, nos representa.
"El ombú, como el teru-teru, tiene en el Uruguay una impor -
tancia casi nacional. Se hubiera podido también dar su imagen a los
sellos de correo. Es un árbol grave, a menudo enorme, de raices a
veces aparentes: hay pocos en el mundo que tengan su signifíccacíón
y su importancia. Crece en la soledad, como si no fuera para el llano
m ás que un profundo deseo de madera, de hojas, penosamente r eali-
zado. Y es un árbol muy atareado. Le es preciso dat· sombra, él solo,
a los hombres como a los perros y a los caballos, ensillados o no, que
esperan a veces durante horas con la paciencia de los huesos bajo
tierra. Debe también dejarse hundir gruesos clavos a los que se sus-
penden cuartos de carne. Y cuando muere un niño en lejanas estan-
cias, se le coloca en su pequ efw ataúd sobre una rama alta del árbol.
Para que .el alma no tenga gran trabajo en irse, se le deja la tapa
abierta toda una ncch~. Aunque de apariencia imponente, el ombú no
es muy robusto: ¿hay que decir que el más hermoso árbol del Uru-
guay es de uno madera esponjosa, que su tronco es hueco, y que per-
tenece a la familia de los herbáceos? Es una especie de hierba mons-
truosa, una simple tentativa de árbol, pero se agarra admirablemen te
. al suelo, y nunca' he visto un ombú desarraigado ... " -
Y es también el mismo Supervielle que tornando extremo su sen-
tir, escribe: "El país se da a cada uno de nosotros por entero, y lo
confundimos con la idea qtle nos hacemos de los dcmingos y de la
libertad." ·
356
357
1 N D 1 CE
ANTOLOGIA DE LA
POESIA URUGUAYA
CONTEMPORANEA
TOMO 11