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1

PARA GRABAR VIDEO DE LECTURA CORAL

Poética

Oscar Cerruto
Escritor paceño, Bolivia

No eres sólo el
fulgor que sin mesura
estalla, ni su estrépito previsto.
Ni las apelaciones de la esfinge,
o la avidez, o la otra idolatría.
Lúcida sí, flagrante certidumbre,
región de transparencia en la que inmerso
está el tiempo, zumbando, lo que somos,
la boca memorable del augurio.
En un trono de hierro y santidades,
abiertas las heridas, y la flecha
de las perpetuas causas en las sienes,
eres esa palabra no gastada:
amor; una mitad, como la aurora,
en sombra. Otra mitad deslumbramientos.

2
El séptimo día de mi nacimiento

Amina Saïd
Poetisa de Túnez

yo hablé el lenguaje
del mundo de donde venía
atestigüé la sombra
que era sombra
de otra luz
que nadie veía

el séptimo mes de mi nacimiento


mi boca tomó la forma del vacío
grité para decir lo verdadero
y aquello que el presente me había enseñado
del pasado del futuro
pero nadie me entendía

el séptimo año de mi nacimiento


soñé aquello que había sido
sobre la página cuadriculada del mundo
tracé letra tras letra
para hacerme recordar
aquello que me haría falta olvidar
y aquello que ya moría en mí.

3
La certidumbre de existir

Aldo Pellegrini
Escritor argentino

Si
lo he visto todo
todo lo que no existe destruir lo que existe
la espera arrasa la tierra como un nuevo diluvio
el día sangra
unos ojos azules recogen el viento para mirar
y olas enloquecidas llegan hasta la orilla del país silencioso
donde los hombres sin memoria
se afanan por perderlo todo

En una calle de apretado silencio transcurre el asombro


todo retrocede hasta un límite inalcanzable para el deseo
pero tú y yo existimos

tu cuerpo y el mío se adelantan y aproximan


y aunque nunca se toquen aunque un inmenso vacío los
separe
tu y yo existimos

4
Lavando la arena del arroyo

Huan Xi Sha
Poeta chino

su rostro
como una flor de loto
se abre en una sonrisa

el humo del pato de jade del pebetero


vuela hasta su mejilla también perfumada

mirada de olas que apenas se turban


y traslucen sus pensamientos

de perfil
con un gesto sentido
lleno de gracia y de encanto

ella escribe sobre un papel


el secreto de su corazón:

«cuando la luz de la luna


desvíe la sombra de todas las flores
¡amor mío!
regresa »

5
La muerte meditada

Giuseppe Ungaretti
Poeta italiano

Canto quinto

Has cerrado los ojos,


nace una noche
nena de falsos huecos,
de ruidos muertos
como de corchos
de redes caladas en el agua.

Tus manos se hacen como un soplo


de inviolables lontananzas,
inaferrables como las ideas,

y el equívoco de la luna
y el balancearse, dulcísimos,
si quieres posármelas sobre los ojos,
tocan el alma.

Eres la mujer que pasa


como una hoja
y dejas en los árboles un fuego de otoño.

6
Intangible

Marianella Saenz Mora


Poeta costarricense

Beso tu ausencia donde acaba mi fe,


temerle más al acierto que al capricho,
confabular el retén de los antojos y falacias
en mi desacierto de tatuar el aire
y detener el tiempo.

Media sombra lacerante


vertiendo sobre el claroscuro de tu rostro
algunos rastros de luz
mimetizados con la despedida
y la voz desgarradora del bolero.

En el suelo, el equipaje.

Coincidentemente vestidos
una vez más,
nos abrazamos al andén del tiempo
y percibo la melancolía herrumbrada,
que se adueña de nuestro suspiro inconcluso
anclándonos a la pausa resignada
en el ciclo eterno de las estaciones.

7
Poema 7

Pablo Neruda
Poeta chileno

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes


a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un
náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Solo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.

8
El amor

Oscar Cerruto
Escritor paceño, Bolivia

Como un vino de guerra la tarde


se nos brinda
y en lo alto canta la alondra.
¿para qué más? la alondra en lo alto
y aquí abajo dos copas
colmadas por un vino de guerra.
a qué inquirir sin causa
los números del cielo
si tu piel desafía
su imperio de amapolas
si en la azulada sombra
lecho de amor
tu labio solicita
el sello que devora.
acerbo el aire pasa
sobre tu vientre sientes
su alado fuego y es mi mano
la que pulsa la dicha
y hace cantar el oro del verano.

9
Canción hacia adentro

Julia de Burgos
Poetisa puertorriqueña

¡No me recuerdes! ¡Siénteme!


Hay un sólo trino entre tu amor y mi alma.

Mis dos ojos navegan


el mismo azul sin fin donde tú danzas.

Tu arco-iris de sueños en mí tiene


siempre pradera abierta entre montañas.

Una vez se perdieron mis sollozos,


y los hallé, abrigados, en tus lágrimas.

¡No me recuerdes! ¡Siénteme!


Un ruiseñor nos tiene en su garganta.

Los ríos que me traje de mis riscos,


desembocan tan sólo por tus playas.

¿Hay confusión de vuelos en el aire?


¡El viento que nos lleva en sus sandalias!

¡No me recuerdes! ¡Siénteme!


Mientras menos me pienses, más me amas.

10
La riada

Jorge Campero
Poeta Chaqueño, Bolivia

En el invierno
solías navegar
el río Madre de Dios
resbalando
por las piedras
con el sol
de mediodía
develándote
en la arena
te esperábamos
con manojos de flores
de Palo Balsa
Todos vestíamos el color
de los matacaballos
olor a humo de chaqueo
Regábamos tu cabellera
visitadora de cementerios
y volvías para el enero
Toda embravecida

11
Mi vida entera

Jorge Luis Borges


Escritor argentino

Aquí otra vez, los labios memorables, único y semejante a vosotros.


He persistido en la aproximación de la dicha y en la intimidad de la pena.
He atravesado el mar. He conocido muchas tierras; he visto una mujer y dos o tres
hombres.
He querido a una niña altiva y blanca y de una hispánica quietud.
He visto un arrabal infinito donde se cumple una insaciada inmortalidad de ponientes.
He paladeado numerosas palabras.
Creo profundamente que eso es todo y que ni veré ni ejecutaré cosas nuevas.
Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en pobreza y en riqueza a las de Dios y a
las de todos los hombres.

12
Runas

Rubén Vargas
Poeta boliviano

Pierde de lluvia
agua de pedernal
pulida
en el corazón de la mano
en la línea
cruzada
de todos los caminos

Un canto rodado
contra la corriente
contra la simiente
de los ecos
multiplicados
en el origen de los días

El santo y la señal
de la lengua redimida
su apacheta

Y a la vera
del crepúsculo anunciado
la más bellas ruinas
del aire
se levantan

Runas
Piedras
Hombres
Palabras
Una espiral
girando
en el vacío

La trenza de oro
La Torre Abolida

13
Poema

Cesare Pavese
Poeta italiano

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos


esta muerte que nos acompaña
de día y de noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra vana,
un grito acallado, un silencio.
Así cada mañana los ves
cuando sola te contemplas
en el espejo. Oh esperanza querida,
un día sabremos también
que son la vida y que no son nada.
Tiene la muerte una mirada para todos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como renunciar a una mala costumbre
como mirar en el espejo
aparecer un rostro muerto,
como escuchar unos labios ya cerrados.
Descenderemos mudos al abismo.

Traducción del italiano: Mario Bojórquez

14
Arte poética

José Ángel Buesa


Poeta cubano

Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,


la estrofa que más vive, siempre es la más vivida.

Un mal verso supera la más perfecta prosa,


aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.

Así como el exceso de virtud hace el vicio,


el exceso de arte llega a ser artificio.

Escribe de tal modo que te entienda la gente,


igual si es ignorante que si es indiferente.

Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,


sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.

Y sobre todo, en arte y vida, sé diverso,


pues solo así tu mente revivirá en tu verso.

15
Verde es tu piel

Miguel Carmona
Poeta chileno

Estoy alucinando otra vez


contigo.
Invisibles pensamientos, naves espaciales
me llevan a un planeta verdelimón.
Penetro la fina atmósfera, membrana
de piel tersa, hasta llegar al punto de aterrizaje
Me bajo como un rey a conquistar tierra
desconocida y me pierdo en senderos, caminos sin hostilidad
Camino por un jardín verdeagua; piscina de los recuerdos,
extraño aroma a pétalos de rosas rojas
Desprendo una flor, esencia mágica
de la verdadera naturaleza femenina.

16
La mujer transparente

Aldo Pellegrini
Poeta argentino

Escritor argentino
Tu voz era una bebida que yo sorbía silencioso
ante las miradas asombradas
un pájaro de luz
salió de tu cuerpo transparente
pájaro de luz
instante que revolotea
a una velocidad vertiginosa
atravesando calles y calles
persiguen tu cuerpo que huye
¿cuándo podrás alejar a la jauría enloquecida?
desamparada
te has destrozado al caer
los restos de tu cuerpo se arrastran por todos los rincones
del mundo
ah un día renacerás tú
la transparente
única, inconfundible
levemente inclinada , nunca caída
rodeada de impenetrable silencio
avanzando tu pie frágil entre la vacilante monotonía
ah un día renacerá tu risa
tu risa de pájaro transparente
tu risa herida.

17
Antes del reino

Homero Aridjis
Escritor mexicano

Antes del reino


de las aldeas flotantes
de los pies mensajeros
ya eras tú primera sombra
el presagio desatándose
en lenta destrucción de ángeles
ya eras la mano y la espada
y el rostro los dos rostros
y el cinturón que anuda los vientos contrarios

Ya eras la ventana última


los ojos últimos
el incendio de luz
y la noche sucia
con toses de enferma por las calles

eras tú misma
y tu doble atrás como un espía
Antes del reino
todavía no eras tú
sólo premonición
y ya eras la presencia
la señal como saludo
los cuerpos
la cópula cayéndose a pedazos

18
El miedo

Alejandra Pizarnik
Poetisa argentina

En el eco de mis muertes


aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.

19
No quiero rosas mientras haya rosas

Fernando Pessoa
Poeta portugués

No quiero rosas mientras haya rosas.


Las quiere cuando no las pueda haber.
¿Que he de hacer con las cosas
que puede cualquier mano coger?

Solo quiero la noche si la aurora


la diluye en azul y rosicler.
Lo que mi alma ignora
es lo que quiero poseer.

¿Para qué?... De saberlo, nunca haría


versos para decir que no lo sé.
Siento a mi alma pobre y fría...
¿Con que limosna la calentare?

20
Nocturno muy obscuro

Pablo de Rokha
Poeta chileno

La noche inmensa no resuena, estalla


como un bramido colosal, retumba
con un tremendo estruendo de batalla
que saliera de adentro de una tumba.

Fue un pedazo de espanto que restalla


o una convicción que se derrumba,
una doncella a quien violó un canalla
y una montura en una catacumba.

Calla con un lenguaje de volcanes,


como si un escuadrón de capitanes
galopara en caballos de basalto.

Porque el silencio es tan infinito


tan espantoso y grande como un grito
que cae degollado desde lo alto.

21
Cielo despejado

Giuseppe Ungaretti
Poeta italiano

Después de la creciente
niebla
una
por una
las estrellas
se quitan el velo
Respiro
el aire fresco
que el color del cielo
me ofrece
Sé soy
una pasajera
imagen
atrapada en un círculo
inmortal

Versión de Rafael Díaz Borbón

22
La última inocencia

Alejandra Pizarnik
Poetisa argentina

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.

He de partir

Pero arremete ¡viajera!

23
Soneto a la Serpiente

Héctor Borda Leaño


Poeta orureño, Bolivia

Lloró en la noche grande la serpiente


y lloraron los pájaros de arena
el agua temblorosa en su corriente
y la sombra vibrando en la falena.
Lloró en la noche grande la serpiente
como insuflando su dolor de quena,
quemando como fuego en el sufriente
corazón de la piedra y de la pena,
Lloró en la noche con dolor ajeno,
con voz de polvareda y de veneno,
con voz de soledad y de regreso.
Mas la piedra sonora en trizadura,
acomodó a la sierpe en la ternura
de su matriz cantora y de su hueso.

24
Poema

Abu Nuwas
Poeta árabe

Hombres, ¡a mí qué me importan


las espadas o los combates!
Yo sólo sigo a una estrella:
la del placer y la música.
En mí no confiéis,
pues soy de aquellos que rehúyen
encontronazos y embates.
Cuando veo el enemigo
salto sobre mi potrillo
con las riendas colocadas
por el lado de la cola.
No sé cómo es un arnés,
ni un broquel, ni un alfanje.
Todo mi afán es saber,
cuando sus guerras estallan,
por qué camino escapar.
Si de juergas se tratara,
de beber vino sin mácula
o de pasarme la noche
junto a vírgenes luciendo
sus vestidos de luto negro
me veríais con razón
como héroe de los árabes.

Traducción del árabe por Jaume Ferrer Carmona y Anna Gil Bardají.

25
Poesía

Amina Saïd
Poetisa de Túnez

en el poema siempre
oiré el silencio
antes que la palabra
beberé de su misma boca

entonces nacen las cosas


las palabras el mundo

yo digo: en el poema siempre


oiré el silencio antes que las palabras

y tú respondes: si hay un dios


ahí es donde vive

descubro la exacta vertiente


de la sombra y de la luz
donde termina donde comienza

y el silencio palpita igual que el mar


en su vientre de sal
palpita como el ala de un pájaro
que lentamente doma el cielo
como el viento la tierra la vida

y si hay un dios sí
ahí es donde vive

Traducción de Ros Aragón

26
Bodhittsava Barbaro

Pu Sa Man
Poeta chino

a la altura de mi sien
sobre mi pelo
se cierne un gorrión de oro

la sombra de sus alas verdes


abiertas
se proyecta sobre mi ceño fruncido

ligera bruma de primavera

en el pabellón perfumado
ya se han cerrado los lotos

y en el biombo pintado
hay montañas y montañas superpuestas

el frescor de la ventana
precipita el amanecer

nuestros corazones unidos


son igual que dos llamas

y mis lágrimas caen


dejando un surco rosado
en mi vestido de seda

amor mío
¿cuándo regresarás?

27
Alabanza de lo lejano

Paul Celan
Poeta alemán

En el venero de tus ojos


viven las redes de los pescadores de la mar errabunda.
En el venero de tus ojos
el mar mantiene su promesa.

En ella arrojo yo,


un corazón que entre los hombres ha morado,
lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento.

Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy.


Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.

En el venero de tus ojos


derivo y sueño un rapto.

En una red, una red queda apresada


y nos abandonamos enlazados.

En el venero de tus ojos


estrangula su cuerda un ahorcado.

Versión de José Ángel Valente

28
Nocturno muy oscuro

Pablo de Rokha
Poeta chileno

La noche inmensa no resuena, estalla


como un bramido colosal, retumba
con un tremendo estruendo de batalla
que saliera de adentro de una tumba.

Fue un pedazo de espanto que restalla


o una convicción que se derrumba,
una doncella a quien violó un canalla
y una montura en una catacumba.

Calla con un lenguaje de volcanes,


como si un escuadrón de capitanes
galopara en caballos de basalto.

Porque el silencio es tan infinito


tan espantoso y grande como un grito
que cae degollado desde lo alto

29
Estoy De Pie

Silvia Elena Regalado


Poetisa salvadoreña

Estoy de pie,
en la calle
donde desembocan los destierros,
esa tierra sin amo y sin esclavos.
Vengo de algún lugar que tuvo
nombre,
de la persecución mortal de la
esperanza.
Vengo para dejar libres mis raíces
en el suelo fecundo
de mi origen.

30
Anillos de ceniza.

Alejandra Pizarnik
Poetisa argentina

Son mis voces cantando


para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

31
Silbos

Alfonso Gumucio Dagron


Poeta boliviano

Cuando camino solo sólo


Me queda el tiempo que me falta
El tiempo que me pasa
Viento que me traspasa, entonces
Silbo para no morir.
Camino y por lo tanto soy
La prolongación de mi sombra
Entre vitrinas y espejos
Me hundo en estancias de humo
Calor humano prefabricado
(humano viene de humo y a humus)
Ecos de risas que no son
Llantos que no son,
Sola mi sombra esta erguida
Y me arrastra, carga conmigo
Mientras silbo para no morir.

32
Antes del reino

Homero Aridjis
Escritor mexicano

IV

Donde el ensoñado y el soñado


van por un solo camino
se levanta un cuerpo

Por ese adentro de mujeres que hablan


de pasadas contiendas en las que no estuvimos
otro cuerpo se abre

Y todo aquello que los cuerpos forman


es en la sombra
un brillo solitario

Tú eres la que no se acaba de decir


en una noche de verano
la que viene del mar
la que me precede

la que en tardes de lluvia


se acuesta en los campos
para que yo la ame

33
Hacia otro astro

Blanca Wiethüchter
Poetisa boliviana

Hay caminos, testigos fijos


que enlazan vértigos
en los temblores de la siembra.

Abren grietas girando


y vuelcan su principio de agua
al término de su propio remolino
agitando alas
parten el fuego
para de un golpe
trastocar su marcha
hacia otro astro.

Entonces, júbilo ligero


ojo fijo en la simiente
crece el delirio en la pérdida
originaria dicha
salto imposible.

34
Verde manzana

Marianella Saenz Mora


Poeta costarricense

No lamento el ocaso
donde blandí mis dudas al poniente
y me despojé presurosa del temor
y de su red de desaciertos,
pues yo
preparé en el lento caminar del tiempo,
mi piel verde manzana de esperanza.

No lamento la osadía,
no lamento nada,
sé que nuestros pasos habían de juntarse
y desde entonces espero repetir:
en cada brote hambriento de vida,
en las delicadas flores blancas
que hacen cobijas a la hierba
y en el brillo de tus ojos
cuando a pesar de la nostalgia
rememoras.

35
Piedra fría sin respuesta

Jorge Campero
Poeta Chaqueño, Bolivia

Tú eras
la que dabas de beber
agua a los bueyes
o
apagabas las luces
a los caracoles
o a comer
guayabas a los papagayos
Tú la altisonante / la distorsionada
La antipoética
Con quien quiera que estés
Donde quiera que estés
La lluvia no será la hermosa lluvia.

36

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