Está en la página 1de 12

Semana 3

Sexo, Género e Inteligencia

Unidad 5
Sexo, Género e Inteligencia

Material compilado con fines académicos, se prohíbe su


reproducción total o parcial sin la autorización de cada autor.
Unidad 5. Sexo, Género e Inteligencia
Los seres humanos nos consideramos animales sociales y culturales. La cultura permite
que se genere un método eficiente para la adaptación en el entorno, por medio de un
lenguaje simbólico y sus técnicas.

El conocimiento acerca del genoma humano nos ha ayudado a poder describir de una
mejor manera qué somos y que tenemos en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro. Dichos
avances en dicho estudio han permitido que nos acerquemos de una mejor manera a la
naturaleza humana.

Las personas llevan consigo información genética adquirida a través de la selección na-
tural, es decir, rasgos permanentes que no dependen del lugar en el que nacemos o la
sociedad. Lo que se integra en nosotros posterior al nacimiento lo iremos aprendiendo
de acuerdo a lo que nos rodea.

Entonces, la naturaleza es la influencia que adquirimos genéticamente y la información


adicional adquirida, es a través del aprendizaje social. La naturaleza es lo congénito y la
cultura es lo aprendido.

5.1 Naturaleza vs cultura

Tanto el concepto de la naturaleza como el de cultura están muy relacionados con las
teorías de género. Esto es porque la identidad genética es un básico para la búsqueda y
conformación de la identidad sexual, así como lo son la cultura y la sociedad.

Los estudios de género en Norteamérica se han enfocado en las diferencias culturales y


sociales entre los hombres y las mujeres, las cuales han sido consideradas como bioló-
gicas, naturales y que no pueden ser modificadas.

Por otra parte, los mismos estudios indican la gran importancia de la cultura en los roles
o estereotipos sexuales que son adquiridos o asumidos por cada quien. La cultura se
manifiesta entonces en actitudes, comportamiento y personalidad, gracias al contexto en
el que la persona va desarrollándose (Aparisi, 2009).

Entonces, el sexo y el género se integran para formar la identidad sexual. El sexo, siendo
el aspecto biológico o natural y el género, siendo conformada por los aspectos sociales
y culturales que conllevan a la masculinidad y feminidad. Finalmente, es importante men-
cionar que ambas dimensiones son complementarias para poder encontrar un equilibrio
en el desarrollo de la persona (Aparisi, 2009).

2
5.2 Naturaleza: Hipótesis biológicas

Desde el área de estudio de la biología, se han estipulado tres hipótesis acerca de la


formación de la identidad de género (Montero, S/F):

● Genético: su premisa es que el género se determina desde la concepción debido


a la conformación genética.

● Hormonal: su premisa es que el género se determina desde la concepción y que


la acción hormonal es crucial en las identidades en general, específicamente en la
sexual. Los cambios hormonales en la gestación influyen en la producción de los
estrógenos, progesterona y testosterona. Finalmente, el Hipotálamo es la estructura
considerada por dicha teoría como la reguladora del proceso de formación de iden-
tidad de género, debido a que controla la producción de las hormonas.

● Anatómico (estructural): indica que las diferencias en el tamaño del núcleo del hi-
potálamo anterior y las células llamadas nuclei, pueden explicar las diferencias en la
identidad sexual. Asimismo, plantea que el género de la persona tiene características
biológicas que son independientes a la cultura o sociedad en la que se desenvuelve.

5.3 Cultura: Hipótesis socio-culturales

Los factores socioculturales juegan un rol elemental en el desarrollo de la identidad de


género en el ser humano, debido a que los hombres y mujeres al vivir en sociedad, se
ven obligados a desempeñar ciertas funciones o roles.

Algunas hipótesis socioculturales apuntan a que las diferencias de género están ligadas
al bienestar psicológico de las personas, que a su vez está vinculado a una valoración
social y las posibilidades de desarrollo personal. Cuando un individuo atraviesa por alguna
situación de cambio, entonces su identidad podría verse afectada (Montero, S/F):

● Cambios sociológicos: la identidad de género puede formarse o afectarse de acuer-


do a los factores sociales y estructurales junto con sus alteraciones.

● Exposición a los factores de estrés: las mujeres tienden a atravesar por un mayor
número de situaciones estresantes que los hombres. Tales situaciones pueden verse
en la pérdida de relaciones interpersonales en las mujeres, mientras que en los hom-
bres, los factores estresantes están relacionados con pérdidas de objetos materiales
y metas.

3
Así pues, situaciones como soledad, pobreza, normas sociales y la crianza son facto-
res estresantes que tienen fuerte influencia en la formación de la identidad de género.

● Valoración de logros y autonomía de vínculos: la identidad de género dentro del


contexto social encuentra que los vínculos con rasgos de dependencia o inmadurez
también son determinantes en su formación. Dichos rasgos pueden medirse a través
de la valoración de logros y el nivel de autonomía que tiene el individuo en relación
con otras personas.

Existe también una nueva aceptación de género, la cual se refiere al conjunto de prácti-
cas, creencias y representaciones sociales, que aparecen entre los integrantes de cierto
grupo social y que pueden ser divididos anatómicamente entre hombres y mujeres. Sin
embargo, dicha clasificación cultural también se puede presentar en grupos de trabajo,
ejercicios de poder y determinadas prácticas que son atribuidas a un sexo o a otro. La
sociedad determina los géneros por medio de la percepción social, política, religiosa y
de las responsabilidades cotidianas (Lamas, 2000).

5.4 Sexo, género y personalidad

El término sexo se refiere a determinada condición que tienen todos los seres vivos y
por la que se diferencian entre el macho y la hembra. Entonces, son las características
fisiológicas y sexuales con las que nacen los hombres y las mujeres (Montero, S/F).

El género se refiere a las ideas, creencias, normas y conductas que la sociedad ha esta-
blecido para cada sexo, así como el valor que se les asigna. Asimismo, el género se con-
sidera como un esquema sociocultural que involucra distinciones o diferencias sociales,
económicas, políticas y laborales (Montero, S/F).

El término personalidad hace referencia a la individualidad, la complejidad y la singulari-


dad de cada persona. Asimismo, está relacionada con el término temperamento y con las
disposiciones comportamentales que son estables, consistentes y duraderas (Montero,
S/F).

Los tres términos están enteramente relacionados, cómo se ha revisado anteriormente,


sexo y género comparten determinadas características que dan lugar a los estereotipos
y a la identidad sexual. Ahora bien, la personalidad tiene relación con el sexo y con el
género en el aspecto de que los rasgos de personalidad de los hombres y las mujeres,
pareciera que ya están predispuestos para cada uno. Por ejemplo, se considera que las
mujeres tienen rasgos de personalidad más sensibles, empáticos y con mayor control de
impulsos, mientras que los hombres parecieran más caracterizados por tener rasgos de

4
dominancia, confianza y seguridad. Con estas tendencias, es como también se van gene-
rando los estereotipos de género. A continuación revisaremos un poco más al respecto.

5.4.1 Dimensiones diferenciales clásicas

Previo a la formación de la gran división en las dimensiones de personalidad, se debió


determinar que los rasgos de personalidad eran considerados tendencias personalizadas
y generalizables y modos estables y consistentes que se presentan en el individuo en la
interacción con su ambiente. Para pulir dicha división, fueron excluidos los estados, las
características físicas y los juicios evaluativos.

Entonces, en las dimensiones de personalidad clásicas se maneja una determinada es-


tructura jerárquica en la que los rasgos específicos de personalidad son categorizados o
agrupados en (Laak, 1996):

1. Extroversión: afecto, asertividad, actividad, búsqueda de emociones, sociabilidad,


excitabilidad, locuacidad y emociones positivas.
2. Agradabilidad o simpatía: confianza, honradez, modestia, altruismo, amabilidad y
sensibilidad.
3. Consciencia, conformidad y seguridad: responsabilidad, control de impulsos, com-
petencia, orden, obediencia, lucha por el logro, autodisciplina y reflexión.
4. Neuroticismo: ansiedad, hostilidad, cólera, depresión, timidez, impulsividad y vul-
nerabilidad.
5. Apertura a la experiencia: fantasía, estética, sentimientos, acciones, ideas y valores.

Derivado de estas dimensiones, se realizaron múltiples estudios respecto a los rasgos


que podrían considerarse anormales o patológicos. En uno de ellos se encontró que una
persona agresiva, poco amable y poco responsable, su personalidad se encontraba en la
dimensión de impulsividad (Neuroticismo). Por otra parte, en la dimensión de extraversión
o sociabilidad, no se encontraron rasgos de agresividad (Laak, 1996).

Las dimensiones de la personalidad van a estar determinadas por influencias biológicas


y culturales. Los rasgos van a ayudar a realizar una descripción de la personalidad del
individuo y, por lo tanto, también estarán marcando los estereotipos de género de los
individuos. Te invitamos a revisar el siguiente video que habla un poco más acerca de las
dimensiones actuales de la personalidad:

Visita la plataforma para ver el video relacionado

zul luz. [zul luz]. (2014, Diciembre 12). La personalidad.


Recuperado de: https://youtu.be/Ap3hUuwxQVQ

5
5.4.2 Control emocional vs labilidad emocional

La regulación o control emocional, es la encargada de organizar el funcionamiento psi-


cológico que a su vez, son los responsables en iniciar, motivar, mantener y modular las
experiencias y la expresión emocional adaptativa socialmente. Dicha regulación emocio-
nal tiene una tarea muy importante en el desarrollo social, emocional y conductual de las
personas (Paz y Sineiro, 2006).

La labilidad emocional se puede describir como aquella alta expresión negativa de las
emociones, tales como el enojo, el cólera, la irritabilidad o la tristeza. Implica una carencia
de control voluntario de la impulsividad. La labilidad emocional ha sido foco de interés en
diversos estudios (Paz y Sineiro, 2006).

Dichos estudios fueron realizados con niños y adolescentes que tenían problemas de
conducta, alta impulsividad e irresponsabilidad. Ellos presentaron problemas en su re-
gulación o control emocional. Su sintomatología estaba expresada en una alta reacción
emocional, una afectividad negativa, agresividad reactiva y falta de regulación conductual.

La desregulación emocional y la impulsividad parecieran presentarse a lo largo de la


evolución humana, como problemas de conducta muy importantes. Entonces, de ahí la
importancia de un análisis de los rasgos de personalidad y temperamentales en el desa-
rrollo de los problemas conductuales.

Finalmente, de acuerdo a los estudios realizados se concluye que:

1. La labilidad emocional alta en los jóvenes podría ser el inicio o la base que constru-
ye los rasgos de impulsividad, irresponsabilidad, manipulación y diversos problemas
de conducta.
2. Una baja labilidad emocional en los jóvenes les podría generar rasgos negativos,
crueldad y falta de emocionalidad.
3. El control emocional juega un rol regulador en los sistemas reactivos emocionales.

Independientemente del género del individuo, se puede encontrar que tener una mayor
labilidad emocional y una carencia de regulación emocional, tiene grandes afectacio-
nes en la vida de los sujetos. Es interesante mencionar que, en la etapa de la infancia y
adolescencia, los hombres son vistos como más propensos a tener una mayor carencia
de control o regulación emocional, por tal motivo, se percibe que presenten mayores
problemas de conducta.

6
5.4.3 Sociabilidad

Para la sociología, el ser humano es un actor social, el cual reproduce su contexto social
por medio de sus interacciones cotidianas. Dicha interacción genera en la persona rasgos
de negociación y comunicación para tener una adecuada construcción social.

La sociabilidad se considera como la integración de las esferas inorgánicas (todos los


elementos que no provienen de la naturaleza, como la infraestructura, el comercio, etc.),
orgánicas (los elementos naturales que rodean o están inmersos en una comunidad, como
el clima, ambientes, etc.) y sociales (interrelación que tienen las personas dentro de una
comunidad), orientadas a un sentido de salto cualitativo desde la historia de la naturaleza
hasta la historia social del hombre. La sociabilidad es un concepto formador del ser huma-
no en donde existe una interacción global de dichas esferas mencionadas (Moreira, S/F).

En las dimensiones clásicas de la personalidad se encuentra que una persona que cuenta
con los rasgos de extraversión, se le considera una persona sociable, abierta, amigable
y que confía en los demás.

Por el contrario, la persona introvertida, siendo el polo opuesto al rasgo de extraversión,


no se consideraría una persona sociable debido a que la preferencia de interacción no
se encuentra con el entorno sino consigo mismo.

5.4.4 Actividad vs pasividad

De acuerdo a los estudios de los rasgos patológicos o anormales de Theodore Millon, se


encontró que se maneja el concepto del refuerzo, el cual es sinónimo de recompensa,
satisfacción y placer. A partir del factor refuerzo, el autor comienza un estudio del desa-
rrollo de las bipolaridades en los rasgos.

La primera bipolaridad estudiada fue la de actividad – pasividad. Una persona puede


tener rasgos activos o pasivos de acuerdo a las condiciones ecológicas y para garantizar
su supervivencia. Dicha variación, según Millon, se puede encontrar en las edades de 1
a 6 años del ser humano. Siendo esta una etapa de adaptación.

Por otra parte, en el psicoanálisis, la actividad es una característica universal de las pul-
siones que tiene que ver con el esfuerzo, es decir, su factor motor, la suma de fuerza o la
medida de la exigencia de trabajo que representa. Finalmente, una pulsión es activa en
cuanto a su esfuerzo y su factor motor, pero puede ser activa o pasiva en cuanto su meta.
La pasividad entonces está relacionada con la represión de dicha pulsión.

7
Los ejemplos más claros que maneja el psicoanálisis para los rasgos de actividad y pasi-
vidad se encuentra en el sadismo y el masoquismo, en donde se considera una persona
la activa y la otra pasiva.

Finalmente, la relación de dichos rasgos con la identidad de género se encuentra en


que las pulsiones de meta activa o pasiva se presentan tanto en el niño como en la niña.
Frecuentemente, las pasivas predominan en la niña y las activas en el niño, debido a las
costumbres culturales. Posteriormente, en la pubertad, prácticamente se reafirma el ca-
rácter de masculinas (activas) o femeninas (pasivas).

5.4.5 Dominancia

El autor De Raad (1995), a través de diversos estudios, encontró que los rasgos de amor
y dominancia corresponden a las dimensiones de la personalidad extroversión y agrada-
bilidad. Esto es debido a que una persona con alto grado de dominancia, podía presen-
tarse ante los demás como una persona extrovertida, abierta y amable, como medio de
manipulación para poder tener control sobre ellos.

En cuestionarios de personalidad, un individuo que saliera alto en rasgo de dominancia,


tiene otras características de personalidades tales como agresión, competitividad, es
obstinado y dogmático. Tiene preferencia en controlar, aceptar retos y critica a los demás.
Por otra parte, tiene el interés por estar al mando, se considera seguro de sí mismo e
independiente, indica no necesitar de aceptación social y puede llegar a tener una con-
ducta retadora ante la autoridad, para imponer sus propias reglas.

En las escalas que miden los rasgos de la personalidad se encuentra una tendencia de
dominancia en el sexo masculino, esto es, porque el hombre tiene mayor tendencia a
encontrarse (incluso biológicamente, por el aspecto hormonal) en una postura de control,
seguridad y autoconfianza, al estar en una competencia constante contra otros individuos
de su mismo sexo.

Finalmente, la dominancia caracterológica es la mayor o menor tendencia por parte del


sujeto a reafirmarse o imponerse a los demás, poniendo en evidencia su temperamento
dominante o sumiso. Una puntuación alta en este rasgo pone de manifiesto un tempera-
mento fuerte y de posibles reacciones violentas.

8
5.4.6 Dependencia

Nuevamente, a través del autor Theodore Millon quien habló del importante concepto
del refuerzo, se encuentra que una persona capaz de autorreforzarse se le califica como
independiente, pero cuando el refuerzo proviene de otros o por elementos externos,
entonces se le considera una persona dependiente.

Entonces, se revisa una nueva bipolaridad en los rasgos de personalidad: dependien-


te (busca refuerzos en los demás) –independiente (busca refuerzos en sí mismo), pero
también le añadió el rasgo de personalidad retraída (no busca refuerzos) y ambivalente
(inseguro respecto a dónde conseguir el refuerzo). Por otra parte, estos cuatro rasgos
están relacionados con los rasgos pasivo-activo, en donde la forma de obtención de los
refuerzos también dependen de ellos.

En estudios que han medido, a través de escalas de personalidad, se ha encontrado que


la mujer tiene mayor propensión a tener rasgos de dependencia que los hombres. Estos
hallazgos pueden deberse tanto a un factor de predisposición en su personalidad, como
también un factor cultura, en la que la sociedad ha puesto a la mujer con un rol de sumi-
sión, inseguridad y dependencia.

Finalmente, el tipo de personalidad dependiente, cuando ya se puede hablar de una


patología o trastorno de personalidad, cuenta con las siguientes características (DSM-IV):

1. Tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo
aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás.
2. Necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su
vida.
3. Tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pér-
dida de apoyo o aprobación. Nota: No se incluyen los temores o la retribución realistas.
4. Tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido
a la falta de confianza en su propio juicio o en sus capacidades más que a una falta de
motivación o de energía).
5. Va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás,
hasta el punto de presentarse voluntario para realizar tareas desagradables.
6. Se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagera-
dos a ser incapaz de cuidar de sí mismo.
7. Cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le pro-
porcione el cuidado y el apoyo que necesita.
8. Está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que
cuidar de sí mismo.

9
5.4.7 Agresividad

La agresividad o la agresión es considerada una conducta social que involucra una des-
carga de estimulación negativa de un organismo sobre alguno otro de la misma o de
diferente especie. Muchos estudios de la agresión en el ser humano, se han enfocado en
agresiones directas a nivel físico y verbal. En dichos estudios se han usado cuestionarios
de autoinformes, por ejemplo, de evaluación externa al individuo (Moya y Meseguer, S/F).

Los resultados de los estudios iniciales arrojaron que los hombres son más agresivos que
las mujeres, sin embargo, los estudios más recientes no han encontrado precisamente
los mismos resultados. La explicación se encuentra que en dichos estudios, el patrón de
agresividad estudiado ha sido básicamente dentro del comportamiento habitual del varón,
realizando obviedades en las conductas agresivas que las mujeres realizan. Entonces, a
partir de aquí, se ha comenzado a estudiar una manera más sutil de la agresión (Moya y
Meseguer, S/F).

Otro concepto interesante en los estudios de la agresión, es la llamada agresión indirec-


ta o agresión social. Dicho tipo de agresión es el que se genera dentro de un grupo en
particular (que contenga mínimo tres personas), que involucra una manipulación de las
relaciones o del estatus social. Asimismo, el agresor debe contar con una elevada inteli-
gencia social (Moya y Meseguer, S/F).

Al parecer, en estudios más específicos entonces se ha encontrado que los hombres son
más propensos a usar un tipo de agresión directa, mientras que las mujeres tienen mayor
tendencia de usar una agresión indirecta (Moya y Meseguer, S/F).

5.4.8 Motivación de logro

La motivación de logro es una tendencia a lograr una buena actuación exitosamente.


Esto se determina a partir de situaciones o experiencias que implican una competencia
involucrando un criterio de búsqueda de excelencia (Garrido, 1991).

El autor Atkinson (1957), realizó un estudio experimental acerca de la motivación de logro


en el ámbito educativo y en general, en la actividad humana. Dicho estudio estipula que
la acción o la actuación de la persona, está relacionada con la atracción o el rechazo de
los resultados esperados. Con conclusión, la fuerza o la intensidad con la que el indivi-
duo se desempeña y rinde, es directamente proporcional a su motivación de logro, a su
expectativa de éxito y la valoración que la persona le da a dicho éxito (Garrido, 1991).

10
Otro autor que estudió la motivación de logro es Raynor (1974). Él integró en sus estudios
un nuevo concepto llamado las actividades instrumentales. Estas se definen como los
pasos a seguir para la obtención de una meta futura, siendo que cada uno de los pasos es
una motivación separada que sumándolos formarían la motivación de logro. Coincidiendo
con Atkinson, indica que la expectativa de éxito, aumentará la posibilidad de alcanzar o
no, la meta propuesta (Garrido, 1991).

Asimismo, Raynor indica que existen dos tipos de actividades que pueden llevar a la per-
sona hacia una meta estipulada: actividades contingentes (el sujeto percibe el éxito de la
tarea totalmente necesario) y actividades no contingentes (el sujeto no percibe el éxito
de la tarea totalmente necesario). Los sujetos que tienen un rendimiento alto en una acti-
vidad contingente, son los que presentan una mayor motivación de logro (Garrido, 1991).

Finalmente, la relación entre la motivación de logro y el género también ha ido estudiada


por la psicología contemporánea. En dichos estudios se ha encontrado que la actividad
o la tarea, junto con el género, son factores determinantes para la motivación de logro.
Los hombres y las mujeres sienten una atracción diferente por las actividades o las tareas
de distinto origen o naturaleza. Por ejemplo, en tareas numéricas, los hombres tienen un
mejor rendimiento que las mujeres (Garrido, 1991).

5.4.9 Autoestima

La autoestima se define como aquella percepción que una persona tiene acerca de sí
misma, en términos de valoración positiva o negativa. Las personas desarrollan y man-
tienen su autoestima por medio de una identificación con diversos grupos sociales que
consideran que los pertenecientes cuentan con un valor agregado en sus personas (Et-
chezahar, 2014).

La identidad social, se conforma por el autoconcepto en general, el cual está explicado


por la valoración que una persona tiene acerca de los diferentes roles que lleva a cabo
en los diferentes entornos o contextos (Etchezahar, 2014).

La relación entre la autoestima y la identidad de género se encuentra en diferentes do-


minios. Estudios realizados por Gentile y colaboradores (2009) encontraron diferencias
entre mujeres y hombres respecto a su autoestima en relación con la apariencia física,
su comportamiento social su desempeño escolar y el nivel de influencia de las relaciones
familiares (Etchezahar, 2014).

11
En dichos estudios los integrantes que pertenecían a diversos grupos sociales (familia,
escuela o trabajo) y que eran considerados esbeltos y de buen comportamiento, pre-
sentaban una tendencia a contar con una autoestima positiva. Sin embargo, existieron
resultados todavía más específicos (Etchezahar, 2014):

● Apariencia física: en la mujer la imagen corporal fue un factor determinante en su


nivel de autoestima a comparación de los hombres. La mujer tiende a sobreestimar las
preferencias masculinas acerca de la imagen corporal de la mujer, considerando que
el hombre prefiere a una mujer delgada a una que tiene un exceso de peso, aunque
dicha afirmación no sea del todo cierta.
● Comportamiento social: las personas que tienen altos niveles de autoestima con-
sideran que su desempeño y su comportamiento social es adecuado. Las mujeres
son frecuentemente percibidas como que tienen un mejor comportamiento social
que los hombres.

Actualmente, la autoestima tiene dos grandes influencias: la que es difundida por la mer-
cadotecnia y la que es difundida por las tecnologías educativas conservadoras, idealistas
y patriarcales.

La primera hace referencia a que el autoconsumo sirve para mejorar la autoestima, pero
no tiene la capacidad de cambiar el mundo, sino cambiar hábitos, actitudes y comporta-
mientos. Específicamente siendo dirigida hacia la mujer, hace referencia a la adaptación
de la mujer al sentido conservador de la era moderna, para que pueda ocuparse de sí mis-
ma, para tener éxito y para sentirse dichosas en una autorrealización (Etchezahar, 2014).

Los estudios feministas afirman que la concepción actual de la autoestima desde el pun-
to de vista patriarcal, lastima de manera considerable a la mujer. Por tal motivo, indican
que es muy importante realizar una reeducación en los ambientes educativos, laborales
y políticos acerca de dicho concepto, eliminando la opresión de las mujeres y reparando
sus daños.

Entonces, de acuerdo a estas afirmaciones, la autoestima es considerada como una expe-


riencia interna, subjetiva e ideológica, basada en la voluntad, es universal y es vivenciada
de manera diferente por los hombres y por las mujeres.

12

También podría gustarte