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Unidad 5
Sexo, Género e Inteligencia
El conocimiento acerca del genoma humano nos ha ayudado a poder describir de una
mejor manera qué somos y que tenemos en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro. Dichos
avances en dicho estudio han permitido que nos acerquemos de una mejor manera a la
naturaleza humana.
Las personas llevan consigo información genética adquirida a través de la selección na-
tural, es decir, rasgos permanentes que no dependen del lugar en el que nacemos o la
sociedad. Lo que se integra en nosotros posterior al nacimiento lo iremos aprendiendo
de acuerdo a lo que nos rodea.
Tanto el concepto de la naturaleza como el de cultura están muy relacionados con las
teorías de género. Esto es porque la identidad genética es un básico para la búsqueda y
conformación de la identidad sexual, así como lo son la cultura y la sociedad.
Por otra parte, los mismos estudios indican la gran importancia de la cultura en los roles
o estereotipos sexuales que son adquiridos o asumidos por cada quien. La cultura se
manifiesta entonces en actitudes, comportamiento y personalidad, gracias al contexto en
el que la persona va desarrollándose (Aparisi, 2009).
Entonces, el sexo y el género se integran para formar la identidad sexual. El sexo, siendo
el aspecto biológico o natural y el género, siendo conformada por los aspectos sociales
y culturales que conllevan a la masculinidad y feminidad. Finalmente, es importante men-
cionar que ambas dimensiones son complementarias para poder encontrar un equilibrio
en el desarrollo de la persona (Aparisi, 2009).
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5.2 Naturaleza: Hipótesis biológicas
● Anatómico (estructural): indica que las diferencias en el tamaño del núcleo del hi-
potálamo anterior y las células llamadas nuclei, pueden explicar las diferencias en la
identidad sexual. Asimismo, plantea que el género de la persona tiene características
biológicas que son independientes a la cultura o sociedad en la que se desenvuelve.
Algunas hipótesis socioculturales apuntan a que las diferencias de género están ligadas
al bienestar psicológico de las personas, que a su vez está vinculado a una valoración
social y las posibilidades de desarrollo personal. Cuando un individuo atraviesa por alguna
situación de cambio, entonces su identidad podría verse afectada (Montero, S/F):
● Exposición a los factores de estrés: las mujeres tienden a atravesar por un mayor
número de situaciones estresantes que los hombres. Tales situaciones pueden verse
en la pérdida de relaciones interpersonales en las mujeres, mientras que en los hom-
bres, los factores estresantes están relacionados con pérdidas de objetos materiales
y metas.
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Así pues, situaciones como soledad, pobreza, normas sociales y la crianza son facto-
res estresantes que tienen fuerte influencia en la formación de la identidad de género.
Existe también una nueva aceptación de género, la cual se refiere al conjunto de prácti-
cas, creencias y representaciones sociales, que aparecen entre los integrantes de cierto
grupo social y que pueden ser divididos anatómicamente entre hombres y mujeres. Sin
embargo, dicha clasificación cultural también se puede presentar en grupos de trabajo,
ejercicios de poder y determinadas prácticas que son atribuidas a un sexo o a otro. La
sociedad determina los géneros por medio de la percepción social, política, religiosa y
de las responsabilidades cotidianas (Lamas, 2000).
El término sexo se refiere a determinada condición que tienen todos los seres vivos y
por la que se diferencian entre el macho y la hembra. Entonces, son las características
fisiológicas y sexuales con las que nacen los hombres y las mujeres (Montero, S/F).
El género se refiere a las ideas, creencias, normas y conductas que la sociedad ha esta-
blecido para cada sexo, así como el valor que se les asigna. Asimismo, el género se con-
sidera como un esquema sociocultural que involucra distinciones o diferencias sociales,
económicas, políticas y laborales (Montero, S/F).
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dominancia, confianza y seguridad. Con estas tendencias, es como también se van gene-
rando los estereotipos de género. A continuación revisaremos un poco más al respecto.
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5.4.2 Control emocional vs labilidad emocional
La labilidad emocional se puede describir como aquella alta expresión negativa de las
emociones, tales como el enojo, el cólera, la irritabilidad o la tristeza. Implica una carencia
de control voluntario de la impulsividad. La labilidad emocional ha sido foco de interés en
diversos estudios (Paz y Sineiro, 2006).
Dichos estudios fueron realizados con niños y adolescentes que tenían problemas de
conducta, alta impulsividad e irresponsabilidad. Ellos presentaron problemas en su re-
gulación o control emocional. Su sintomatología estaba expresada en una alta reacción
emocional, una afectividad negativa, agresividad reactiva y falta de regulación conductual.
1. La labilidad emocional alta en los jóvenes podría ser el inicio o la base que constru-
ye los rasgos de impulsividad, irresponsabilidad, manipulación y diversos problemas
de conducta.
2. Una baja labilidad emocional en los jóvenes les podría generar rasgos negativos,
crueldad y falta de emocionalidad.
3. El control emocional juega un rol regulador en los sistemas reactivos emocionales.
Independientemente del género del individuo, se puede encontrar que tener una mayor
labilidad emocional y una carencia de regulación emocional, tiene grandes afectacio-
nes en la vida de los sujetos. Es interesante mencionar que, en la etapa de la infancia y
adolescencia, los hombres son vistos como más propensos a tener una mayor carencia
de control o regulación emocional, por tal motivo, se percibe que presenten mayores
problemas de conducta.
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5.4.3 Sociabilidad
Para la sociología, el ser humano es un actor social, el cual reproduce su contexto social
por medio de sus interacciones cotidianas. Dicha interacción genera en la persona rasgos
de negociación y comunicación para tener una adecuada construcción social.
En las dimensiones clásicas de la personalidad se encuentra que una persona que cuenta
con los rasgos de extraversión, se le considera una persona sociable, abierta, amigable
y que confía en los demás.
Por otra parte, en el psicoanálisis, la actividad es una característica universal de las pul-
siones que tiene que ver con el esfuerzo, es decir, su factor motor, la suma de fuerza o la
medida de la exigencia de trabajo que representa. Finalmente, una pulsión es activa en
cuanto a su esfuerzo y su factor motor, pero puede ser activa o pasiva en cuanto su meta.
La pasividad entonces está relacionada con la represión de dicha pulsión.
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Los ejemplos más claros que maneja el psicoanálisis para los rasgos de actividad y pasi-
vidad se encuentra en el sadismo y el masoquismo, en donde se considera una persona
la activa y la otra pasiva.
5.4.5 Dominancia
El autor De Raad (1995), a través de diversos estudios, encontró que los rasgos de amor
y dominancia corresponden a las dimensiones de la personalidad extroversión y agrada-
bilidad. Esto es debido a que una persona con alto grado de dominancia, podía presen-
tarse ante los demás como una persona extrovertida, abierta y amable, como medio de
manipulación para poder tener control sobre ellos.
En las escalas que miden los rasgos de la personalidad se encuentra una tendencia de
dominancia en el sexo masculino, esto es, porque el hombre tiene mayor tendencia a
encontrarse (incluso biológicamente, por el aspecto hormonal) en una postura de control,
seguridad y autoconfianza, al estar en una competencia constante contra otros individuos
de su mismo sexo.
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5.4.6 Dependencia
Nuevamente, a través del autor Theodore Millon quien habló del importante concepto
del refuerzo, se encuentra que una persona capaz de autorreforzarse se le califica como
independiente, pero cuando el refuerzo proviene de otros o por elementos externos,
entonces se le considera una persona dependiente.
1. Tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo
aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás.
2. Necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su
vida.
3. Tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pér-
dida de apoyo o aprobación. Nota: No se incluyen los temores o la retribución realistas.
4. Tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido
a la falta de confianza en su propio juicio o en sus capacidades más que a una falta de
motivación o de energía).
5. Va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás,
hasta el punto de presentarse voluntario para realizar tareas desagradables.
6. Se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagera-
dos a ser incapaz de cuidar de sí mismo.
7. Cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le pro-
porcione el cuidado y el apoyo que necesita.
8. Está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que
cuidar de sí mismo.
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5.4.7 Agresividad
La agresividad o la agresión es considerada una conducta social que involucra una des-
carga de estimulación negativa de un organismo sobre alguno otro de la misma o de
diferente especie. Muchos estudios de la agresión en el ser humano, se han enfocado en
agresiones directas a nivel físico y verbal. En dichos estudios se han usado cuestionarios
de autoinformes, por ejemplo, de evaluación externa al individuo (Moya y Meseguer, S/F).
Los resultados de los estudios iniciales arrojaron que los hombres son más agresivos que
las mujeres, sin embargo, los estudios más recientes no han encontrado precisamente
los mismos resultados. La explicación se encuentra que en dichos estudios, el patrón de
agresividad estudiado ha sido básicamente dentro del comportamiento habitual del varón,
realizando obviedades en las conductas agresivas que las mujeres realizan. Entonces, a
partir de aquí, se ha comenzado a estudiar una manera más sutil de la agresión (Moya y
Meseguer, S/F).
Al parecer, en estudios más específicos entonces se ha encontrado que los hombres son
más propensos a usar un tipo de agresión directa, mientras que las mujeres tienen mayor
tendencia de usar una agresión indirecta (Moya y Meseguer, S/F).
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Otro autor que estudió la motivación de logro es Raynor (1974). Él integró en sus estudios
un nuevo concepto llamado las actividades instrumentales. Estas se definen como los
pasos a seguir para la obtención de una meta futura, siendo que cada uno de los pasos es
una motivación separada que sumándolos formarían la motivación de logro. Coincidiendo
con Atkinson, indica que la expectativa de éxito, aumentará la posibilidad de alcanzar o
no, la meta propuesta (Garrido, 1991).
Asimismo, Raynor indica que existen dos tipos de actividades que pueden llevar a la per-
sona hacia una meta estipulada: actividades contingentes (el sujeto percibe el éxito de la
tarea totalmente necesario) y actividades no contingentes (el sujeto no percibe el éxito
de la tarea totalmente necesario). Los sujetos que tienen un rendimiento alto en una acti-
vidad contingente, son los que presentan una mayor motivación de logro (Garrido, 1991).
5.4.9 Autoestima
La autoestima se define como aquella percepción que una persona tiene acerca de sí
misma, en términos de valoración positiva o negativa. Las personas desarrollan y man-
tienen su autoestima por medio de una identificación con diversos grupos sociales que
consideran que los pertenecientes cuentan con un valor agregado en sus personas (Et-
chezahar, 2014).
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En dichos estudios los integrantes que pertenecían a diversos grupos sociales (familia,
escuela o trabajo) y que eran considerados esbeltos y de buen comportamiento, pre-
sentaban una tendencia a contar con una autoestima positiva. Sin embargo, existieron
resultados todavía más específicos (Etchezahar, 2014):
Actualmente, la autoestima tiene dos grandes influencias: la que es difundida por la mer-
cadotecnia y la que es difundida por las tecnologías educativas conservadoras, idealistas
y patriarcales.
La primera hace referencia a que el autoconsumo sirve para mejorar la autoestima, pero
no tiene la capacidad de cambiar el mundo, sino cambiar hábitos, actitudes y comporta-
mientos. Específicamente siendo dirigida hacia la mujer, hace referencia a la adaptación
de la mujer al sentido conservador de la era moderna, para que pueda ocuparse de sí mis-
ma, para tener éxito y para sentirse dichosas en una autorrealización (Etchezahar, 2014).
Los estudios feministas afirman que la concepción actual de la autoestima desde el pun-
to de vista patriarcal, lastima de manera considerable a la mujer. Por tal motivo, indican
que es muy importante realizar una reeducación en los ambientes educativos, laborales
y políticos acerca de dicho concepto, eliminando la opresión de las mujeres y reparando
sus daños.
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