Está en la página 1de 8

Semana 4

Psicología diferencial del


Lenguaje y Género
Unidad 6
Psicología diferencial del
Lenguaje y Género

Material compilado con fines académicos, se prohíbe su


reproducción total o parcial sin la autorización de cada autor.
6. Psicología diferencial del Lenguaje y Género

La forma más apropiada para expresar la manera en que concebimos al mundo y reflejar
nuestro comportamiento en sociedad, es por medio del lenguaje. Esto es debido a que
sirve de medio para transmitir información y conocimiento. Sin embargo, a pesar de ser
una herramienta muy útil, ha generado mucha desigualdad en cuestiones de perspectivas
de género (Pérez, 2011).

El género ha condicionado nuestra conducta y cognición desde antes del nacimiento.


Como ya se ha hablado anteriormente, cuando un bebé está en el útero, ya está siendo
bombardeado con las preferencias de sus padres de acuerdo a su sexo. A estas expec-
tativas se le sumarán atribuciones de comportamiento, actitudes, gustos y prioridades
según si el bebé es una niña o un niño.

Desde ese entonces, la identidad de género ya está condicionada, sin embargo, las úni-
cas diferencias verdaderas entre los hombres y las mujeres se encuentran en el aspecto
biológico. El resto de las diferencias son culturales, es decir, aprendidas. Esa diferencia
de género se conforma por medio de las características históricas, sociales y culturales,
además se maneja a través de distintos círculos sociales, tales como la familia, la escuela,
la iglesia, los medios de comunicación, la política, etc.

Para la determinación de la identidad de género, independientemente del sexo, también


existió una valoración social acerca de las habilidades, conductas, espacios, tiempos, etc.
Los estatutos del género se aprenden a través de la socialización.

La socialización es el proceso del aprendizaje de los roles o estereotipos sociales. Éste


se desarrolla a lo largo de la vida del individuo y es transmitido por medio de la familia,
instituciones educativas, medios de comunicación, el lenguaje, etc.

El lenguaje del ser humano no se adquiere de manera natural, sino es la consecuencia


de la construcción social e histórica, que se enseña y se aprende, con el fin de expresar
los pensamientos y percepciones. Por medio del lenguaje, el ser humano ha aprendido
a dar nombre al mundo que lo rodea, en función de los valores que le ha enseñado en
su sociedad (Pérez, 2011).

Las niñas y niños por medio del lenguaje aprenden las diferencias en función del sexo, así
como la importancia que se les da a las mismas. Entonces, el lenguaje siendo el reflejo
de la sociedad, es el medio por el cual se forman dichas diferencias de género que han
llevado a mecanismos de discriminación, por ejemplo, a través del androcentrismo y del
sexismo.

2
El androcentrismo, según la autora Meana (2004), se refiere a que en las investigaciones y
estudios, la única perspectiva manejada es la masculina. Entonces, el hombre es el sujeto
de referencia y las mujeres son dependientes y subordinadas de ellos. Este factor se pre-
senta por medio del orden de las palabras utilizadas, en el uso de determinados vocablos
y cuando se utiliza el género masculino cuando se refiere a ambos sexos (Pérez, 2011).

Finalmente, el lenguaje al ser uno de los factores de socialización de género, también es


una herramienta importante dentro de la discriminación por motivos de sexo. La lengua
es una herramienta flexible, por lo que se puede adaptar a las necesidades de generar
una sociedad más equitativa (Pérez, 2011).

6.1 Teoría de la congruencia-incongruencia

En la sociedad actual y desde hace mucho tiempo, se ha tenido la percepción que las
mujeres se caracterizan por tener roles dentro de las interacciones humanas, apoyo so-
cial, al contar con características de más sensibilidad como la empatía, más no roles de
liderazgo o mando. Por otra parte, los hombres se les ha visto como que son mejores
para desempeñar roles de poder competencia y autoridad.

La Teoría de congruencia - incongruencia de rol de género fue abordada por Eagly y


Karau (2002). Dicha teoría propone que hay una mayor tendencia entre los esquemas
generales de los líderes y los estereotipos masculinos que entre los esquemas de líderes
y los estereotipos femeninos. Es decir, las personas suelen tener una mejor percepción
de los líderes masculinos que de los femeninos. Debido a esta percepción, se facilita o
impide el liderazgo eficaz (García y López, 2006).

De acuerdo con esa teoría, los prejuicios que se forman en contra de una mujer que tie-
ne un puesto de mando, varían en forma tal al grado de incongruencia percibida entre
el rol del líder y el rol de género femenino. Debido a esa razón, es muy frecuente que
se perciba tal incongruencia cuando una mujer tiene una posición laboral de liderazgo,
especialmente, cuando la percepción general es que dicha posición la debería tener un
hombre (García y López, 2006).

En un estudio realizado se buscó el efecto que tienen determinadas creencias y expec-


tativas, acerca de la evaluación de las mujeres y los hombres en cargos que impliquen
determinado liderazgo, haciendo la atribución que ellos tenían acerca de sus éxitos y
fracasos. En dicho estudio se analiza la congruencia entre los pensamientos (cogniciones)
y los roles de género, así como los prejuicios que se generan en contra de las mujeres
que ocupan un cargo de liderazgo, dando lugar a una percepción de incongruencia entre
el género femenino y el rol del líder (García y López, 2006).

3
Las percepciones de éxito y fracaso son importantes a considerar, debido a que son
grandes motivadores del comportamiento. Asimismo, las atribuciones causales, también
dan explicación al por qué las mujeres y los hombres tienen diferentes aspiraciones res-
pecto a posiciones de mando o dirección. Dada esta explicación, se considera que en
las mujeres, cuando hay una expectativa de éxito, se le atribuye a factores externos (por
ejemplo, el azar o la suerte), mientras que si hay una expectativa de fracaso, se le atribuye
a factores internos. Finalmente, hay una tendencia de que existan mayores éxitos en los
hombres que en las mujeres.

6.2 Sociolecto y sexo electo: B. Bernstein y el doble código

La teoría de los códigos comenzó a elaborarse en el año 1962, por el autor Basil Bernstein.
La introducción de dicha teoría se implementó en el primer tomo de su libro Clase, códi-
gos y control, dando a conocer los conceptos de código elaborado y código restringido
(doble código) (Sadovnik, 2001).

Dicha teoría sociolingüística recae en una teoría social que analizó las relaciones entre
las clases sociales (socio electo), la familia y la reproducción de los sistemas de signifi-
cado (por ejemplo, los códigos lingüísticos que se manejan en los diferentes sexos, es
decir, sexo electo). El código se define como los principios que regulan los sistemas de
significado (Sadovnik, 2001).

Según Bernstein hay diferencias por la clase social en los códigos de comunicación de los
hijos de padres de clase trabajadora y los de los hijos de padres de clase media. Dichas
diferencias se reflejan en las relaciones de poder y clase en la diferenciación social del
trabajo, la familia y el colegio (Sadovnik, 2001).

Existen entonces diferencias entre el código restringido (de la clase trabajadora) y el


código elaborado (de la clase media). Los códigos restringidos dependen del contexto y
son particulares, no son deficientes y están relacionados con la división social del traba-
jo en la que el lenguaje depende del contexto del marco de la producción. Los códigos
elaborados no van a depender del contexto, son universales, presentan cambios funcio-
nales requeridos por los cambios producidos en la división laboral y en la reproducción
(Sadovnik, 2001).

Una de las problemáticas planteadas por este autor es que el éxito escolar requiere de
un código de lenguaje elaborado, por tal motivo, los hijos de clase trabajadora (quienes
tienen un código de lenguaje restringido), se encuentran en desventaja en este específico
contexto (Sadovnik, 2001).

4
Finalmente, otra vertiente de la teoría de los códigos se encuentra en los códigos de
comunicación, discurso y la práctica pedagógica. El estudio de los códigos tiene lugar
en el colegio y en su relación con la reproducción de las clases sociales. Encontró que
existen diferencias en la forma en que la educación se transmite y dichas diferencias se
encuentran en la clasificación y en las reglas de estructura en la práctica educativa, asi-
mismo, tienen una relación con la clase social y las expectativas de las familias que son
atendidas por el colegio. Cuando los códigos son visibles, la clasificación y la estructura
son fuertes. Cuando los códigos son invisibles, la clasificación y la estructura son débiles
(Sadovnik, 2001).

6.3 El meta análisis en las revisiones de estudio sobre diferencias de sexo en capaci-
dades cognitivas

El meta-análisis se define como el análisis estadístico de una gran recolección de resulta-


dos de trabajos individuales con el propósito de integrar los resultados obtenidos. Dicho
término se formalizó como metodología en el año 1976 y surge como una alternativa a las
revisiones tradicionales de la investigación y con el fin de contrarrestar la subjetividad de
aquellas revisiones (Glass, 1976). Entonces, se considera una metodología de investiga-
ción para la revisión sistemática y cuantitativa de un conjunto de estudios empíricos que
hablan de una misma temática (Colom, 2013).

Hecha esta aclaración de terminología, la medición de las habilidades cognitivas ha sido


estudiada por diversos autores desde principios del siglo pasado. El autor Binet indicó
que la capacidad de la mente es compleja y los test que la miden deben tratarse acerca
de muestras de diversos tipos de ejercicios cognitivos. Asimismo, él consideraba que la
valoración de los procesos mentales además de considerar varios tipos de habilidades,
requería hacer una combinación de puntajes obtenidos de otros puntajes compuestos,
para así determinar el llamado Coeficiente Intelectual (CI) (Echavarri, Godoy y Olaz, 2007).

A partir de la década de los 20’s, empezó a ser más evidente la necesidad de realizar
diversas mediciones de la capacidad mental. Los autores Thorndike y Leon Thurstone,
encontraron que la inteligencia no es un factor unitario, sino que se compone de varias
y diferentes aptitudes que se presentan de diversas maneras en las personas (Echavarri,
Godoy y Olaz, 2007).

A partir de los años 80, muchos investigadores comenzaron a interesarse por las dife-
rencias cognitivas entre las mujeres y los hombres, empleado pruebas psicométricas
que midieran las aptitudes cognitivas específicas y el nivel de inteligencia en general (CI)
(Echavarri, Godoy y Olaz, 2007).

5
Debido a esas investigaciones, se encontraron diferentes posturas ante la diferenciación
cognitiva entre hombres y mujeres. Un grupo de investigadores habla que existe una clara
diferencia en la capacidad intelectual general (CI) y otro grupo indica que la diferenciación
no se encuentra en la capacidad cognitiva general, sino en las habilidades específicas, por
ejemplo en las habilidades espaciales, razonamiento matemático y razonamiento verbal,
entre otras (Echavarri, Godoy y Olaz, 2007).

En otro estudio reciente se hico la evaluación de la diferencia cognitiva entre hombres


y mujeres respecto a las habilidades viso espaciales y verbales. Se correlacionaron los
resultados con un índice de autopercepción de dichas habilidades. 91 personas fueron
evaluadas con varias pruebas neuropsicológicas orientadas a dichas habilidades. Los
resultados arrojaron que las mujeres tienen mejor rendimiento en la mayoría de las prue-
bas verbales y los hombres en las tareas viso espacial. Respecto a la autopercepción de
dichas habilidades, los hombres contemplaban sus habilidades espaciales mejor desa-
rrolladas a las mujeres y las mujeres no presentaron una estimación de ser mejores en
las habilidades verbales que los hombres (Echavarri, Godoy y Olaz, 2007).

Entonces, el meta-análisis de todos estos estudios indica que si existen una diferencia
cognitiva entre hombres y mujeres, pero con el debido respaldo se encuentra que dicha
diferencia no está estipulada en el coeficiente intelectual, sino en las habilidades o inte-
ligencias específicas.

6.4 Capacidad intelectual y variabilidad en función de la variable sexo-género

Existe una perspectiva general dentro de la comunidad científica que avala la diferencia
cognitiva entre hombres y mujeres. Dicha diferencia la encuentran en diferentes factores
(Echavarri, Godoy y Olaz, 2007):

● Evolutivos: los cerebros de los hombres son anatómicamente más grandes que los
de las mujeres, por lo tanto hay una diferencia en la cantidad de materia gris y blanca.

● Socio-biológicos: existe una relación entre los factores biológicos (por ejemplo las
hormonas), la experiencia y las diferencias sexuales cerebrales, cognitivas y conduc-
tuales. Las hormonas están relacionadas con la influencia genética, las cuales pueden
influir en la manera en que el cerebro responde a los estímulos del ambiente.

● Neuroanatómicos: hombres tienen mayor lateralidad cerebral, lo que implica que


usan más un hemisferio que otro. Las mujeres usan ambos hemisferios para razonar.

6
● Madurativos: las diferencias de género en inteligencia y personalidad son debido
a las variaciones en la estimulación y desarrollo del cerebro.

Independientemente de la etiología, los estudios actuales revelan que, efectivamente, las


diferencias significativas se encuentran en las habilidades específicas, especialmente en
las habilidades espaciales, pero sin encontrar diferencia en las capacidades cognitivas
generales. Por otra parte, autores como Lynn (1999) indican que el CI en hombres es 4
puntos más alto en hombres adultos con respecto a las mujeres. Sin embargo, dicha di-
ferencia se atribuye a las diferencias modulares del cerebro, más no en el procesamiento
de la información. Los varones entonces tienen puntajes más altos en el razonamiento
espacial y las mujeres en razonamiento verbal y fluidez en el lenguaje (Echavarri, Godoy
y Olaz, 2007).

Entonces, las diversas investigaciones realizadas han ayudado a generar varios modelos
teóricos que explican las diferentes cognitivas en los diferentes sexos. Dichas teorías se
complementan y con ello, se encuentra que las diferencias están más relacionadas con
las habilidades específicas que con las generales.

6.5 Diferencias de sexo y género en estilos cognitivos

Existen, evidentemente, muchas pruebas en las que resaltan las diferencias entre los
hombres y las mujeres respecto a sus estilos cognitivos (los cuales se refieren a la manera
en que el individuo interpreta y procesa la información, así como aprovecha sus deter-
minadas habilidades intelectuales). El autor Broverman y cols. (1972), observaron que los
hombres son generalmente calificados como independientes, autoconfiados, competi-
tivos, ambiciosos y con facilidad en la toma de decisiones. Las mujeres son percibidas
como gentiles, empáticas, discretas y con habilidades para expresar sentimientos a los
demás. Con ese estudio, los hombres son considerados instrumentales y las mujeres
expresivas (Colom, 2013).

Un ejemplo de test psicológico empleado para medir la inteligencia es la Escala de We-


chsler para la Medida de la Inteligencia. Las investigaciones sistemáticas acerca de las
diferencias que se presentan entre hombres y mujeres han ayudado no sólo a encontrar
diferencias entre los sexos, sino también diferencias en algunas características de los
estilos cognitivos. Dentro de esas diferencias se ha encontrado, por ejemplo, que los
hombres tienen menor capacidad verbal que las mujeres (Colom, 2013).

En diversos estudios clásicos para medir la inteligencia de hombres y mujeres, se ha


encontrado que los hombres tienen mejores promedios en las pruebas de razonamiento
aritmético, aptitud espacial, razonamiento mecánico y en la de información general.

7
Las mujeres tienen mejores promedios en las pruebas de aptitud verbal general, deletreo,
uso gramatical del lenguaje, producción del lenguaje, pruebas de memoria mecánica,
vocabulario y en su velocidad perceptiva (Colom, 2013).

Finalmente, también se ha encontrado que las diferencias no son constantes en diferentes


edades y en diferentes culturas (Colom, 2013).

También podría gustarte