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Índice
16 127
Sinopsis 5
17 133
Prólogo 6
18 140
1 9
19 146
2 18
20 155
3 26
21 168
4 33
22 178
5 40

6 49
23 187 3
24 193
7 55
25 196
8 61
26 206
9 72
27 213
10 79
28 221
11 87
29 232
12 91
30 239
13 99
31 248
14 108
32 253
15 119
33 259
34 266 39 307

35 273 40 314

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Sinopsis
Hace ocho años, creí haber encontrado finalmente un lugar al cual llamar casa. El
matrimonio de mi madre con Vincent Sharpe significaba seguridad y tres hermanastros
quienes ya eran mis mejores amigos.

Pero la misteriosa muerte de mi mamá una semana antes de la boda puso mi mundo
de cabeza. El día de su funeral, fui llevada a vivir con mi tía en Kansas, y nunca volví a
escuchar de los Sharpe de nuevo...

Hasta que un devastador tornado me deja desprotegida.

Ahora, Vincent está ofreciéndome la oportunidad de mi vida, él pagará mi matricula


y gastos en una exclusiva universidad. Todo lo que tengo que hacer es mudarme de
vuelta con él y sus hijos.

Sabiendo que esta es mi única oportunidad de descubrir lo que realmente le sucedió


a mi madre, acepto de mala gana. Pero, si pensaba que vivir en la misma casa con un 5
asesino potencial era mi mayor obstáculo, no podía estar más equivocada.

Leo, Hayle y Tristin Sharpe ya no son los niños que recuerdo. Han crecido, con
actitudes de adulto, tensiones y atracción sexual para probarlo. Ellos ya no son mi
problema. Aun así, de alguna manera, se mantienen atrayéndome a su red de drama.

Podría ser la única persona que puede arreglar lo que se rompió entre ellos. Pero no
confío en que no me destrozarán en el proceso.

La trilogía Lonely Souls es un harén inverso contemporáneo inspirado en los principales


personajes del Mago de Oz... excepto, esta versión de Dorothy y sus amigos es un poco torcida.

Lonely Souls #1
Prólogo
Thea
Diez años de edad
—Pero esta es tu casa.

Casa.

Era una extraña palabra. Entendía su definición, pero eso no quería decir que sabía
lo que significaba. No en realidad.

Por tanto tiempo como podía recordar, mi madre me había arrastrado de una ciudad
a otra. De escuela en escuela. De motel infestado de cucarachas a motel infestado de
cucarachas. Rara vez nos habíamos quedado en un lugar el tiempo suficiente para tener
un apartamento, y mucho menos una casa. 6
Pensé que las cosas finalmente estaban cambiando. Que habíamos encontrado
nuestro lugar. Nuestra gente.

Pero eso solo había sido una ilusión. Mamá estaba muerta y yo me iba.

Miré a los tres chicos a quienes comencé a ver como amigos. Mis mejores y únicos
amigos, en realidad. Quienes se suponían debían convertirse en mis hermanastros.
Ahora, eso nunca sucedería.

—Esta no es mi casa —le respondí finalmente a Leo—. No pertenezco aquí.

Nunca había pertenecido a ningún lado.

Leo, el mayor de nosotros con doce años, se estiró en toda su estatura.

—Entonces, iremos a algún lugar al que pertenezcas.

—¿Cómo dónde? —preguntó Tristin, duda en su voz. Nunca había sido del tipo que
se lanzaba a algo sin un plan. No como su medio hermano.
—El bosque. Solo hasta que la tía de Thea regrese a Kansas.

Kansas. La palabra era suficiente para que mi estómago doliera. Nunca había estado
en el centro del país, pero mi madre había hablado a menudo de crecer en una granja
allí y yo nunca había querido visitarla. Sonaba triste.

—Vamos a co-onseguir algo —dijo Hayle, apareciendo su tartamudeo.

Esa era la primera vez que lo escuchaba en un tiempo. Era una señal segura de que
se sentía incómodo con lo que Leo estaba sugiriendo.

—Ve a empacar una bolsa —mandó el hermano mayor, haciendo caso omiso de
Hayle—. Conseguiremos suministros y nos encontraremos contigo en la parte de atrás
en diez minutos.

En el fondo, sabía que debía resistirme. Pero tiempos desesperados requerían


medidas desesperadas. O eso había oído de mi madre demasiadas veces para contarlas.
Además, nunca había sido buena para decirle a Leo que no.

—Está bien. —Comencé a retroceder hacia la escalera que conducía a mi


habitación—. Diez minutos.
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Mientras subía las escaleras y pasaba junto a una fotografía enmarcada de mi madre
en la pared, traté de no pensar en ver cómo bajaban su ataúd al suelo esta mañana. No
quería empezar a llorar de nuevo. Los chicos pensarían que estaba siendo una bebé.

Voces salieron del estudio de Vincent y, al oír el nombre de mi madre, me detuve.


Una voz que reconocí como la de mi casi padrastro, dijo enojada:

—Maldita sea. Pensé que habías dicho que habías atado todos los cabos sueltos.
¿Por qué diablos tengo un mensaje de voz de un detective?

—Relájate. Probablemente quiera proporcionar la causa oficial de la muerte. Nadie


sospecha de asesinato, te lo aseguro. —El hombre misterioso soltó una carcajada—. Para
cuando terminé, incluso yo estaba empezando a creer que su muerte había sido un
accidente.

¿Causa de muerte?

¿Asesinato?

Ellos estaban hablando acerca de mi madre... pero, ¿qué significa todo esto?
Vincent suspiró.

—Esto no puede volver a mí, pase lo que pase. Todo el mundo tiene que creer que
la muerte de Amber fue un accidente.

—Ellos van a creerlo. Nadie sabrá jamás la verdad.

Con el corazón martilleando en mi pecho, pasé de puntillas por el estudio y me dirigí


a mi dormitorio. No entendía lo que estaba pasando. ¿Quién era ese hombre con el que
Vincent había estado hablando? ¿Y por qué lo hicieron sonar como si mi mamá hubiera
sido…?

Envolví mis brazos alrededor de mi cintura, incluso sin querer pensar en la palabra
“M”. Había visto suficientes películas para saber lo que significaba: que un hombre malo
había matado a mi madre. Pero, ¿quién? Y, ¿por qué? Vincent me había dicho que había
habido un accidente. Que nadie lo hubiera podido evitar.

Me había mentido.

Nada de esto tenía sentido. Todo lo que sabía era que él nunca podría descubrir que
había escuchado a escondidas. Solía creer que estaba a salvo con él, pero ahora me
asustaba. Tenía que alejarme de él.
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Lo más rápido que pude, empaqué mis pertenencias favoritas y bajé dos maletas al
piso inferior hasta donde me esperaba mi tía. Si nos apresurábamos, podríamos irnos sin
que nos vieran.

Sin decir palabra, ella tomó una de las maletas y presionó mi espalda para llevarme
hacia la puerta principal.

Yo tenía razón. No pertenecía aquí, y seguro que no era mi hogar.

Si tenía suerte, podría olvidar que este lugar, y que esta gente, existió alguna vez.
1
Thea
Ocho años después.
Quiero flotar lejos.

Así es como había pasado mi día, considerando la mejor manera de escapar


finalmente.

No era que el deseo de huir fuera nuevo. De hecho, había sido un estribillo constante
desde que había llegado a la granja hace ocho años.

Pero no había pasado mucho tiempo contemplando en cómo debería irme. No había
tenido sentido. La tía Emmylou era mi tutora y no tenía a nadie más. Huir parecía muy
atractivo, con la falta de vivienda, el hambre y los depredadores en las calles. Sin 9
embargo, nunca había tenido la tentación de seguir ese camino. Impactante, lo sé.

Las cosas eran diferentes ahora. Cumplí dieciocho hace unos meses y me gradué de
la preparatoria la semana pasada. Técnicamente, era libre.

Si tan solo supiera a dónde ir... o tuviera dinero para llegar allí.

No era una de esas chicas que soñaban con una vida glamorosa en la ciudad de
Nueva York o incluso una tranquila existencia en un pueblo por el mar. Probablemente
porque no sueño. Bueno, nada salvo dejar atrás esta granja polvorienta y nunca mirar
atrás. Lo había visto en mis horas de sueño y vigilia durante casi la mitad de mi vida.

—Thea —gritó la tía Emmy desde el granero.

Podría haberla ignorado, pero la vaca no se iba a ordeñar sola. No importa cuántas
veces hubiera deseado que lo hiciera.

Después de añadir los toques finales al globo aerostático que había estado
dibujando, cerré mi cuaderno de bocetos con una sonrisa burlona. Ni siquiera estaba
segura de lo que me había poseído para dibujarlo. Las alturas no eran lo mío, y
probablemente me desmayaría si intentara dejar la tierra en un globo.

Alejándome de mi escondite detrás del viejo cobertizo, dejé el cuaderno y el lápiz


en mi mochila gastada y me dirigí hacia el granero.

La tía Emmy estaba de pie en la entrada, con las manos en sus delgadas caderas. Su
cabello gris estaba apartado de su rostro manchado por el sol, y vestía un overol y una
mueca.

»Deberías haber ordeñado a Tessa hace horas. ¿Qué has estado haciendo?

Dejé mi mochila en el suelo del granero y me dirigí hacia Tessa. La vaca marrón y
blanca me dio un bufido de descontento y sonreí. Lo superaría muy pronto.

—Estaba reparando la cerca del prado del norte.

Era bastante cierto. Simplemente no mencioné que había terminado la tarea más de
media hora antes.

Mi tía gruñó.
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—Tienes que empezar a esforzarte por aquí. No existen las vacaciones de verano.

Como si ya no estuviera más que consciente. No había tenido un descanso, ni en


verano ni en otro momento, desde antes de la muerte de mi madre. Y aún entonces...
bueno, la vida con Amber Gale no había sido precisamente fácil.

—He estado despierta desde las cinco. No sé qué más quieres de mí.

Lanzó un suspiro agotado, y una astilla de culpabilidad tiró a través de mí. No es


que mi tía fuera una mala persona. Simplemente carecía de la empatía y del apoyo que
daría una madre. Su marido se había ido hace casi veinte años atrás, y aunque nunca
hablaba de él, era claro que había dejado un enorme agujero en su vida. Todos estos
años de trabajo en la tierra de la familia por ella misma la había llevado a su decadencia.
La endureció.

Siempre me había costado entender cómo era la hermana de mi madre. Mi madre


había sido hermosa y llena de vida, vivaracha e irresponsable. Mientras tanto, mi tía era
sencilla y cansada, trabajadora y obstinada. Las dos mujeres no podrían haber sido más
diferentes.
—Si planeas irte, dímelo ahora —dijo la tía Emmy en un tono entrecortado.

Inhalé fuertemente. Había estado esperando que ella sacara el tema durante meses
y probablemente no debería haberme sorprendido de que hubiera elegido un momento
como este para abordarlo.

Detrás de Tessa, busqué una señal, una única, de que mi tía quería que me quedara.
O incluso me necesitara. No era desalmada. Si me necesitaba, encontraría la manera de
seguir ayudándola, incluso si eso significaba asistir a la universidad comunitaria más
cercana durante la semana y regresar a la granja los fines de semana.

Pero ella no proporcionó tal señal. Su rostro estaba tan desprovisto de emoción
como lo había estado su voz. Bien podría haber dicho: Si necesitas algo de la tienda, ponlo
en la lista.

—¿Por qué me quedaría?

Las palabras eran probablemente más duras de lo que necesitaban ser, pero me había
cansado de tratar con esta mujer. Ella no reconocería la verdadera calidez y cariño si la
mordiera en el trasero, al estilo de una serpiente de cascabel.

Con un asentimiento, se dirigió hacia la casa.


11
—Necesito comenzar la cena. Hazme saber cuándo te vayas a mudar.

Y eso fue todo.

Ni siquiera se molestó en pedirme que me quedara durante la cosecha del trigo, que
comenzaba en unas pocas semanas. Comenzaba tarde este año, debido a las
temperaturas primaverales más frías de lo habitual y la lluvia por encima del promedio.
Odiaba saber eso en lo alto de mi cabeza, pero no podía evitarlo. La producción de trigo
era el tema de discusión más popular en Kansas, en medio de la nada.

Después de terminar con Tessa, alcancé el único objeto que significaba algo para
mí: mi bicicleta. Había ahorrado durante más de un año para comprar el vehículo
amarillo brillante y lo había atesorado desde entonces. No era nada lujoso, pero era todo
mío. Y podría utilizarlo para escapar... al menos temporalmente.

Puede que no pueda flotar lejos, pero podría ir a mi lugar favorito y fingir.
Mientras pedaleaba tan rápido que casi perdí el equilibrio, sentí toda mi frustración,
amargura y soledad burbujear. No sé si estaba más enojada con mi tía Emmy o conmigo
misma.

O, tal vez, mi ira estaba dirigida a mi madre por arrastrarme por todo el país cuando
era niña. Por no decirme nunca quién era mi padre ni por presentarme a nadie de mi
extendida familia.

Mejor aún, tal vez estaba enojada con la persona responsable de su muerte. Rara
vez me permitía pensar en el hombre que casi había sido mi padrastro o en lo que escuché
ese día. Pero el recuerdo nunca desapareció por completo. Siempre estaba ahí, en el
fondo de mi mente, atormentándome.

Para cuando llegué al arroyo en el borde de la propiedad de mi tía, el sudor corría


por mi cara y humedecía mi camiseta. Aunque aún no había llegado el calor abrasador
del verano, hoy era un día particularmente húmedo, por lo que se sentía más caliente.
Incluso el viento que fluía constantemente por las llanuras nos había abandonado, y no
lo culpo ni un poco. Yo tampoco quería estar aquí.

Dejando mi bici en el suelo con cuidado, corrí al arroyo y salpiqué agua sobre mi
cara y brazos. Instantáneamente enfrió mi piel y un poco de mi temperamento. 12
¿Qué sentido tenía enojarse? Siempre supe que se reduciría a esto. Me vería obligada
a emprender el camino por mi cuenta sin nada más que mi ropa de segunda mano y la
voluntad de sobrevivir.

Tobias, mi mejor amigo, había pasado nuestro último año tratando de convencerme
de que me mudara a Wichita con él. Era tentador. Podría ser una solitaria, pero no
quería estar completamente sola. No realmente.

Aun así, él estaría asistiendo a la Universidad Estatal de Wichita con una beca de
béisbol. ¿Y qué haría yo? ¿Conseguir un apartamento tipo estudio barato cerca del
campus y pasar el rato con él entre sus clases y mis turnos en cualquier trabajo de mierda
que pudiera encontrar?

Ese mero pensamiento me hacía sentir más que un poco patética. Podría ser muchas
cosas, pero no era un parásito. Tobias merecía la plena experiencia universitaria de
dormitorios, chicas y fiestas. Y eso no sucedería si estuviera constantemente preocupado
por incluirme en esa vida.

Saqué mi sombrilla de playa de su escondite y la empujé en el suelo. Además de mi


bicicleta, esta era la mejor compra que había hecho. La piel curtida de mi tía era un
testimonio del resultado de tantos años bajo el sol. Yo no tenía los fondos o la energía
para usar un montón de maquillaje, pero me llenaba de protector solar todos los días.

Y me escondía en la sombra siempre que era posible. Era difícil, considerando que
vivía en la tierra de los árboles inexistentes.

Sentada bajo la sombrilla, miré los campos de la nada ante mí. La propiedad en el
otro lado de la quebrada pertenecía a un granjero que se había rendido hace largo
tiempo. En lugar del trigo dorado, los acres no tenían más que hierba muerta y tierra
agrietada.

Todo en mi vista gritaba desolación, haciendo eco del vacío de mi alma. Incluso el
cielo estaba gris hoy, haciendo que este paisaje, y esta vida, fueran más sombríos.

¿Qué iba a hacer?

Mi mente divagó mientras intentaba visualizar un futuro que ni siquiera sabía si


quería. Solo tenía dieciocho años, pero en muchos sentidos, sentía que mi vida ya había
terminado. Como si hubiera terminado desde el día del funeral de mi madre.

El distante sonido de un motor llamó mi atención, y me volví para encontrar una


camioneta familiar acelerando directamente hacia mí. ¿Qué diablos estaba pensando
13
Tobias? Si la tía Emmy lo sorprendía conduciendo por sus campos de trigo, lo
despellejaría vivo.

Levantándome de la tierra, comencé a caminar hacia él, lista para regañarlo. Pero,
cuando vi la pared de nubes que se avecinaba, me detuve en seco y me di cuenta de
varias cosas a la vez. El aire a mi alrededor estaba demasiado quieto y el cielo ahora
tenía un inquietante tinte verdoso. Entrecerrando mis ojos en la pared de nubes, mi
corazón comenzó a acelerarse. Se estaba formando una forma de embudo distintiva, que
solo podía significar una cosa: tornado.

Observé con horror cómo el movimiento circular se hacía más definido y la enorme
cuña bajaba al suelo.

Tobias se detuvo a unos metros de mí y gritó a través de la ventana abierta:

—Entra, Thea. ¡Ahora!

Comencé a avanzar hacia la camioneta, pero me detuve cuando me acordé de mi


bicicleta. No había ninguna manera de que pudiera dejarla atrás, tornado o no.
Corriendo hacia el otro lado, agarré el manillar y me subí, usando todas mis fuerzas
para pedalear hacia mi mejor amigo en un tiempo récord. Un rugido nauseabundo llenó
mis oídos, instándome a seguir, y Tobias me recibió fuera de su camioneta.

Con un ceño que parecía antinatural en su rostro juvenilmente guapo, tiró de la


bicicleta de mi agarre y la arrojó a la cajuela de la camioneta. Lo habría reprendido por
haber maltratado mi posesión más preciada, pero no había tiempo.

Los campos de trigo que se extendían delante de nosotros se balanceaban con


violencia, y los relámpagos iluminaban las nubes, que eran ahora un simple tono más
claro que negro.

Había visto tornados antes, esto era Kansas, después de todo. Pero nunca había visto
nada parecido a éste. Parecía tragarse todo el cielo con su ferocidad.

Tan pronto como salté al asiento del pasajero, Tobias puso la camioneta en marcha
y aceleró. La camioneta era más vieja que los dos juntos, y era conocida por apagarse
de la nada. Mentalmente deseé que perseverara, solo por esta vez.

»Santa mierda, Thea. ¿Qué estabas pensando, regresando por tu maldita bicicleta?

Me volví hacia él, sin importarme que estuviéramos en medio de una literal
14
situación de vida o muerte.

—No podía dejarla atrás. Lo sabes.

Negó hacia mí, su sedoso cabello negro balanceándose con el movimiento.

—Eres una chica demasiado loca, ¿sabes eso?

Sí, lo sabía.

La lluvia caía sobre el parabrisas y me moví para mirar por la ventana.

—¿A dónde vas?

En vez de dirigirse lejos del tornado, parecía estar conduciendo hacia este. O, al
menos, perpendicular a él.

—Estamos encerrados aquí, y no podemos dejarlo atrás. Tiene que tener kilómetro
y medio de ancho.
Cuando la carretera apareció a la vista, su intención se hizo clara. Íbamos por la
zanja al costado de la carretera. Con todo este espacio abierto, era nuestra mejor opción.

En el momento en que aparcó y bajó de la camioneta, tenía que asumir que el


tornado estaba casi sobre nosotros. Con los vientos aulladores y el cielo oscurecido,
había perdido la pista de la ubicación exacta del embudo.

Tobias tomó mi mano y corrió más lejos de la tormenta, arrastrándome con él.
Cuando las ráfagas se volvieron tan violentas que apenas podíamos estar de pie, me
derrumbé sobre mis manos y rodillas en la hierba. Tumbada boca abajo, me cubrí la
parte posterior de la cabeza con las manos, como había practicado durante docenas de
simulacros de tornados en la escuela.

Dejándose caer junto a mí, Tobias pegó su cuerpo sobre el mío, protegiéndome.
Quería objetar, pero no había forma de que escuchara, incluso si pudiera oírme por
encima de la cacofonía.

Siempre había oído que los tornados sonaban como un tren de carga, pero la
descripción no le hacía justicia. A pesar de que podía percibir el distintivo estruendo que
me recordaba a las ruedas contra una vía de ferrocarril, era mucho más que eso. El
estruendo era ensordecedor y parecía vibrar a través de todo mi cuerpo. 15
Dejando a un lado mi necesidad de levantar la cabeza y mirar a mi alrededor,
contuve la respiración, esperando ser arrancada del suelo y lanzada como la vaca en
Tornado.

Cuando recordé mi deseo anterior de flotar, casi me reí. Puede que no haya
aprobado español avanzado, pero podía reconocer la ironía cuando me golpeaba en la
cara.

El tiempo pareció ralentizarse hasta detenerse mientras la tormenta avanzaba a


nuestro alrededor. Pero, entonces, en nada más que un parpadeo, había terminado.

Aunque el mundo estaba en silencio una vez más, Tobias permaneció encima de
mí, casi aplastando mi cuerpo con el suyo mucho más grande. No dispuesta a considerar
la posibilidad de que algo le había sucedido, golpeé su costado con mi codo, y él dejo
salir un gruñido.

—Quítate, gran idiota.

Las palabras salieron más roncas de lo que me hubiera gustado, pero aún se rio entre
dientes y rodó hacia un lado.
Tomando profundas bocanadas de aire húmedo, me puse de rodillas y me recosté
lentamente, tomándome un momento para controlarme. Mi piel y la ropa estaban
cubiertas de barro, pero parecía estar ilesa. Gracias a Dios.

A continuación, inspeccioné a Tobias. Su camiseta estaba rota, y tenía varios cortes


leves en sus brazos y espalda. Pero eso era todo.

Suspiré de alivio. Pudo haber sido mucho peor.

Una vez que ambos estábamos de pie, lancé mis brazos alrededor de su cintura. Yo
no era una persona que diera abrazos, pero haría una excepción, por esta vez.

—Gracias. —Incliné la cabeza para mirarlo—. Me salvaste la vida.

—No lo habría necesitado si hubieras respondido tu maldito teléfono.

—¿Mi teléfono?

Puso los ojos en blanco.

—Las sirenas se encendieron en la ciudad, y de inmediato empecé a llamarte. Pero


nunca respondiste. 16
Pensé en antes. Mi celular estaba en mi mochila... la que había dejado en el granero
cuando salí de allí como si los perros del infierno me estuvieran pisando los talones.

—Lo siento, lo olvidé.

—Lo supuse.

Apretando mis brazos alrededor de él, de nuevo dije:

—Gracias.

Las sirenas de tornado eran un invento maravilloso para áreas pobladas, pero no
eran de ninguna ayuda cuando se vivía en el medio de la nada.

Besó mi frente mientras miraba hacia abajo con ojos de cachorro, una expresión que
había estado viendo demasiado a menudo últimamente. Eso me decía que él sentía cosas
que no debería.

—¿Para qué son los mejores amigos?


Me aparté y le dediqué una sonrisa temblorosa.

Amaba a Tobias. Él no era simplemente mi mejor amigo, era la mejor cosa en mi


vida, punto. Lo cual era exactamente el por qué nunca me involucraría románticamente
con él. Era dulce, fiable y leal. Solo lo arruinaría con mi implacable amargura.

—Deberíamos irnos. Necesito comprobar a Tessa y…

Me detuve a mitad de la frase cuando finalmente vi el sendero del tornado.

Aunque no estábamos cerca de la casa, el terreno era tan plano que deberíamos
haber podido verla fácilmente desde aquí. Pero había... nada. Ni casa ni granero ni
cobertizo. Ni el molino de viento.

Solo había un camino de trigo arrasado hasta donde se podía ver.

17
2
Thea
¿Por qué me quedaría?

Las últimas palabras que le había dicho a mi tía resonaron en mi cabeza mientras
observaba cómo bajaban su ataúd al suelo con una asombrosa sensación de déjà vu.
Pensé que no podía sentirme más sola que cuando murió mi madre, pero me había
equivocado.

Era como si ese maldito tornado hubiera absorbido mi alma y escupido mi cuerpo.
Cualquier vida que había quedado en mí estaba perdida. Estaba vacía.

Es cierto que la tía Emmy no había sido una figura muy materna, pero había sido
familia. Y ahora se había ido.

Incluso la presencia de Tobias a mi lado no estaba ayudando a mis crecientes


18
sentimientos de desolación. Él no me abandonaría, lo sabía. Sin embargo, ese
conocimiento no me consolaba. Si me quedaba en Kansas, no sería más que una carga
para él.

Era hora de salir de Dodge.

No literalmente, por supuesto, ya que la ciudad de Dodge estaba a más de ciento


cincuenta kilómetros de distancia. Pero lo suficientemente cerca para mis propósitos.

Sabía que este día llegaría, pero asumí que tendría más tiempo para calcular mi
próximo movimiento. Eso es lo que obtenía por postergar las cosas. No era una de mis
mejores cualidades.

Tobias apretó mi mano, sacándome de mi ensimismamiento. Parecía que el


ministro había dejado de hablar y la gente hacía fila para presentar sus respetos o algo
igualmente inútil.

Apretando los dientes para no gruñirles, enderecé la columna y asentí a la primera


persona que esperaba. Bien podría terminar con esto.
Lo que se sintió como años después, pero probablemente no habían sido más de
quince minutos, recorrí toda la línea de falsos. Mi tía había vivido en esta zona desde su
nacimiento, pero dudaba que a más de dos o tres de las personas que asistieron al servicio
les hubiera importado una mierda durante su vida. Y que desde luego no daban una
mierda por mí.

Bastante segura que la mayoría de las personas habían aparecido más por Tobias
que por mí o mi tía Emmy. Él había sido el estudiante más adorado en nuestra pequeña
preparatoria, y no me sorprendería descubrir que había reclutado a todos sus amigos
para el funeral.

Pensé en preguntarle, pero decidí que no importaba. Nada de esto importaba. Ni la


declaración del ministro de esperanza y paz en el más allá. Ni los grandes ramos de
flores que alguien había donado a la causa. Ni siquiera el hecho de que mis únicas
posesiones mundanas era la ropa andrajosa que había estado usando durante la tormenta
y mi bicicleta, que ya no se podía montar sin someterse a reparaciones importantes.

No tenía hogar, ni un centavo, y estaba muy cerca de la desesperanza.

Y ni siquiera me importaba.

¿Qué decía eso de mí?


19
Tobias pasó un brazo por encima de mi hombro.

—Vamos, Thea. Vamos a llevarte a casa.

—No tengo una casa —respondí automáticamente.

Estaba empezando a pensar que el concepto era tanto un cuento de hadas como el
maldito Peter Pan.

—Sabes que puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras.

—Lo sé.

Y lo hacía. Aunque no era cercana a sus padres, siempre habían sido amables
conmigo. Su madre se había encargado de los preparativos del funeral, me prestó un
vestido y zapatos para que me los pusiera hoy, y me dio dinero en efectivo para
necesidades personales. Incluso había encontrado a un granjero local para que se llevara
a Tessa, quien había logrado escapar del granero antes de que llegara el tornado y fue
encontrada deambulando a casi kilómetro y medio de distancia.
Aun así, no tenía ninguna intención de quedarme más allá de mi bienvenida. Para
cuando Tobias se fuera a la universidad, ya me habría ido.

Dejé que Tobias me llevara a su camioneta. Aunque el tornado la había volteado


dejándola enfrentando la dirección opuesta desde donde la habíamos dejado,
sorprendentemente, la vieja camioneta estaba todavía en una sola pieza. Había tenido
que reemplazar dos de los neumáticos, pero eso era todo. Al parecer, realmente no las
hacen como antes.

Mientras caminábamos, jugué un juego mental de “¿cuál no encaja?” cuando vi una


SUV negra de lujo con oscuros vidrios polarizados estacionado en medio de una docena
de coches y camionetas que habían visto días mejores. Al recordar la última vez que noté
un vehículo de esa clase, mi estómago se retorció.

—Es hora de irse, Thea. —Hayle tiró de mi mano—. Papá está esperando por nosotros.

Tiré de mi mano mientras continuaba mirando hacia el ataúd de mi madre.

—No puedo dejarla. —No estaba bien. Este cementerio estaba tan silencioso. Ella odiaría
estar aquí.

—No tienes elección —dijo Leo con tranquila autoridad—. Ella se ha ido.
20
Se me llenaron los ojos de lágrimas y las sequé inmediatamente. Odiaba llorar delante de los
chicos. Ellos no entendían que no podía evitarlo.

Tristin puso un brazo sobre mi hombro.

—Está bien. Escuchaste lo que dijo el ministro; ahora está en paz. No tienes que preocuparte
por ella.

Asentí, secándome las lágrimas mientras caminaba hacia adelante para dejar caer un manojo
de margaritas sobre la tumba descubierta. Dejé que los chicos me llevaran a la limusina, donde
Vincent estaba esperando, mirando su teléfono celular.

Cuando nos vio, su ceño se transformó en una expresión sombría pero cálida. Me dio un abrazo
antes de ayudarme a subir al coche.

Negué con la cabeza para aclarar el recuerdo, pero mi mirada se mantuvo pegada a
la SUV. Llámalo intuición o simple sentido común, pero sabía que Vincent Sharpe iba
a salir de ella segundos antes de que fuera testigo de exactamente eso.
No había cambiado mucho en los últimos ocho años. Su cabello castaño todavía
estaba lleno, aunque vi mechones grises entrelazados. Llevaba un impecable traje negro
y su corbata verde esmeralda característica.

Una confusa mezcla de miedo, alivio e ira me invadió al verlo. Había sido bastante
fácil odiar al hombre que casi había sido mi padrastro durante los últimos ocho años.
Todo lo que tenía que hacer era recordar la conversación que escuché fuera de su
estudio. En el que había admitido haber matado a mi madre.

Aun así... al verlo con esa misma expresión cálida en su atractivo rostro, trajo de
nuevo todos los recuerdos buenos. Para bien o para mal, este hombre había sido la única
figura parecida a un padre que había conocido. Pensé que él sostenía la luna. Así como
pensé que sus hijos pintaban las estrellas en el cielo.

Leo. Tristin. Hayle.

Los tres chicos que creía que siempre estarían ahí para mí. Los que habían tenido la
intención de mantenerme con ellos.

Sin embargo, no había escuchado ni una palabra de ellos desde que salí de su casa.

A medida que pasaban los días y luego los meses y, finalmente, los años, el dolor
21
que causaba su falta de interés se había transformado en algo más oscuro. Cuando
pensaba en ellos ahora, me llenaba de odio. Justo como cuando pensaba en su padre.

—Hola, Dorothea.

—Es Thea.

Nadie había usado mi nombre de pila desde que murió mi madre. Nunca me gustó
el nombre pasado de moda, y especialmente no me gustó que saliera de su boca.

—Está bien, Thea. Es maravilloso volver a verte.

—¿Lo es? —dije cortante—. Como que encuentro eso tan difícil de creer cuando a
lo mucho me enviaste una tarjeta de cumpleaños durante todos estos años. —Aunque
no tenía ninguna intención de revelar que había escuchado a escondidas su conversación
hace ocho años, no iba a fingir que estaba feliz de verlo.

Dio varios pasos cautelosos hacia mí.

—Lo siento. Lo intenté, pero tu tía no me permitió tener ningún contacto contigo.
¿Era eso cierto? Pensé en tía Emmy y tuve que admitir que sonaba como ella. Ella
nunca había dicho nada, pero no lo habría hecho. No era su estilo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

La mirada de Vincent se desvió hacia Tobias, que estaba a mi lado como un


centinela silencioso.

—¿Puedo hablar contigo a solas? —Cuando dudé, agregó—: Es importante.

Volviéndome hacia mi amigo, le pregunté:

—¿Te importa?

—¿Estás segura? —Miró entre Vincent y yo, claramente habiendo descubierto la


identidad del otro hombre. Aunque nunca le había contado a él, ni a nadie, lo que había
escuchado esa noche, él sabía que mis sentimientos hacia mi casi padrastro no eran del
tipo de la adoración.

—Sí. —Nada más, necesitaba saber por qué él volaría dos mil quinientos kilómetros
para verme.
22
—Esperaré en la camioneta —dijo Tobias de mala gana.

—Gracias.

Lo vi alejarse por unos momentos antes de volverme hacia Vincent.

—¿Qué es tan importante que decidiste viajar desde Moss Harbor para verme?

Su boca se torció en una sonrisa.

—¿Cómo sabes que no me he mudado a Seattle?

—Sí, claro —le dije.

Vincent Sharpe podía parecer un hombre de ciudad, pero se había construido un


imperio en su ciudad natal, que estaba a unos 160 kilómetros al norte de Seattle. Allí,
era el gobernante supremo. Nunca lo dejaría.

Me miró con interés. No del tipo sexual. Más bien del tipo impresionado.

—Ya no eres la niña dulce que recuerdo.


—Eso es lo que le hará a una niña ser huérfana.

—Es bueno. Necesitarás esa fortaleza mientras vivas con los hombres Sharpe.

¿Vivir con los hombres Sharpe…? Repetí las palabras varias veces en mi cabeza antes
de decidir que todavía no podía encontrarles sentido.

—¿Qué demonios significa eso?

Vincent me sonrió.

—Significa que quiero que regreses a casa, donde deberías haber estado todo el
tiempo. Ya hice los arreglos para que comiences en la Universidad Harbor en el otoño,
con todos los gastos pagos. —Puso una mano en mi hombro—. No tienes que
preocuparte por nada, Thea. Ni vivienda, ni tu educación, ni dinero. Yo me ocuparé de
todo.

Di un paso o dos hacia atrás, sin estar segura de si quería creer lo que estaba
escuchando o no. No tenía sentido. Él no era de ninguna manera responsable de mí. Y
su hogar nunca había sido el mío, nunca.

Debe sentir pena por mí. Esa era la única explicación.


23
Podría estar quebrada y desesperada, pero no estaba tan desesperada. Vincent
Sharpe podría tener su caridad y empujársela por el culo.

Entretejiendo mi voz con desdén, pregunté:

—¿Por qué molestarte después de todos estos años?

Su sonrisa se redujo y su mirada se nubló.

—Amber habría querido que yo cuidara de ti. Sé que he fallado hasta el momento,
pero estoy esperando que me des una segunda oportunidad para hacer lo correcto por ti
y ella.

Quería resoplar ante lo que tenía que ser una falsa sinceridad saliendo de él. Si no
lo supiera mejor, podría creer que es genuino. Pero lo sabía mejor. El Vincent Sharpe
que estaba frente a mí no era más que una ilusión. Tenía que estar motivado por algo
más oscuro, incluso si ese algo era culpa.
Estaba en la punta de mi lengua el rechazarlo cuando pensé en mi madre. Mirando
hacia abajo a mis zapatos negros prestados, traté de aclarar mis pensamientos. Por
mucho que quería decirle a Vincent que se fuera al infierno, había más en juego aquí que
ofrecer una mano de salida.

Solo había una forma de descubrir la verdad sobre lo que le sucedió a mi madre;
regresando a Moss Harbor.

Había asumido que nunca tendría la oportunidad, y aquí estaba, cayendo en mi


regazo. Ésta era mi oportunidad. Mi única oportunidad.

Mierda. No podía creer siquiera que estuviera considerando aceptar esto.

¿Pero cuál era la alternativa? ¿Quedarme aquí, sin un centavo, sola y sin tener ni
idea de los acontecimientos de hace ocho años?

Haciendo caso omiso de mi estómago revuelto, volví mi mirada a Vincent.

—Bien.

—Maravilloso. —No parecía sorprendido de que hubiera cedido. Probablemente


porque estaba acostumbrado a conseguir lo que quería y, por alguna razón, quería que
24
volviera a Washington—. Vamos a recoger tus cosas, y podemos irnos.

—No. —La palabra salió más vehemente de lo que pretendía, por lo que tomé una
profundo respiración antes de continuar—. Me quedaré aquí durante el verano y me
ocuparé de los problemas pendientes con la granja. Puedo estar en Moss Harbor poco
antes de que comience el semestre de otoño.

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres? Mis abogados pueden ocuparse de la
granja. No hay razón para que te quedes aquí.

—Estoy segura.

No estaba cediendo en esto. Si iba a enfrentarme a los hombres Sharpe, a todos ellos,
necesitaba tiempo para prepararme mentalmente.

—Bueno. —Vincent tomó una tarjeta de su bolsillo y me la entregó—. Contáctame


cuando estás lista. Estaremos esperando.

—Gracias. —Obligué a salir, esperando sonar algo agradecida.


Me asintió brevemente, giró sobre sus talones y desapareció en la SUV unos
momentos después.

Observé cómo el vehículo se alejaba a toda velocidad, mientras me preguntaba si


había hecho un trato con el diablo.

25
3
Thea
Tobias se estiró en la parte posterior de su camioneta para descargar mi única
maleta. Dejándola en la acera al lado de mi bicicleta, se volvió hacia mí con expresión
pensativa.

—No te tienes que ir. Puedes quedarte aquí en Wichita conmigo.

Su refrán, aunque dicho con la mejor de las intenciones, entró por un oído y salió
por el otro. Había repetido palabras similares casi a diario durante los últimos dos meses,
y mi paciencia se estaba agotando.

En lugar de intentar, en vano, convencerlo de que estaba tomando la decisión


correcta, le rodeé la cintura con los brazos.

—Te voy a extrañar.


26
Como era de esperar, el abrazo lo tomó por sorpresa, y suspiró mi nombre mientras
tiró de mí más cerca.

—No sé qué voy a hacer sin ti.

Me reí en su pecho.

—Oh, por favor. Eres la persona más agradable que he conocido. Te habrás
olvidado de mí al final de tu primera semana de universidad.

Aunque mantuve mi voz ligera, la tristeza se apoderó de ella. Le había dicho que lo
iba a extrañar, pero era más que eso. Sin Tobias a mi lado, no estaba segura de que
quedara bondad en mi vida. Y todos necesitaban un poco de bondad, incluso yo.

—Imposible. —Se retiró en mi abrazo, pero se mantuvo cerca, acunando mi


mandíbula en sus manos—. Te amo, Thea.
Esperé por más... que calificara esa declaración con un voto de amistad sin fin. Pero
no lo hizo. Simplemente me miró fijamente, sus ojos oscuros llenos de devoción
mientras se deslizaban hacia mi boca.

Mi aliento se enganchó, y por un segundo, me permití la idea de un beso con Tobias


girando a través de mi mente. Pero, en el siguiente segundo, me alejé de él.

Había tenido todo el verano, años, en realidad, para declarar sus sentimientos por
mí. No era justo que los volcara en mí ahora. No cuando había tomado mi decisión y
estaba decidida a pegarme a esta. Vi la decepción cruzar su rostro y me dolió. Pero no
cambiaría de opinión. Iba a cruzar las puertas del Aeropuerto Nacional Eisenhower y
abordar un avión para Seattle.

Después de este momento, no había vuelta atrás. No importaba lo que pasara de


aquí en adelante, Kansas y la granja e incluso Tobias estaban en mi espejo retrovisor.

—Gracias por todo, T. —Le di un rápido beso en la mejilla, luego agarré mi maleta
con una mano y el manillar de mi bicicleta con la otra y me alejé de mi mejor amigo.
Quizás por última vez.

Las siguientes seis horas pasaron en una bruma de la seguridad del aeropuerto,
esperando y mirando por la ventana desde mi asiento en primera clase. Me importaba
27
una mierda el servicio adicional o incluso el abundante espacio para las piernas. Pero
estaba agradecida por la relativa privacidad que brindaba el costoso boleto. Lo último
que necesitaba era estar atrapada junto a una anciana platicadora que quisiera saber la
historia de mi vida y no podía resistirse a compartir fotos de sus adorables nietos. No,
gracias.

Había esperado pasar el tiempo obsesionada sobre lo que estaba a punto de hacer.
Sin embargo, mi mente estaba en blanco. No me sentía feliz ni triste. Solo resuelta.

Cuando el avión aterrizó en Seattle, el sol brillaba, lo que no hizo nada por mi estado
de ánimo. Había estado esperando la lluvia triste para que el clima coincidiera con mi
perspectiva de la vida.

Una SUV Mercedes negra estaba esperando por mí justo donde me habían dicho
que la buscara. Tomé el camino más fácil y envié un correo electrónico con la fecha de
llegada prevista. Vincent había enviado la información a su asistente, y todas las
comunicaciones desde entonces habían sido con el excesivamente complaciente joven.

Cuando me acerqué a la camioneta, una figura familiar rodeó el frente y no pude


evitar sonreír.
—Hola, Gerard.

El hombre mayor me sonrió, sus dientes tan torcidos como recordaba.

—Hola, señorita Gale. Es un placer tenerla de vuelta en Washington.

—Gracias. ¿Cómo está Susan?

A pesar de que había conseguido convenientemente olvidarme en su mayoría de mi


tiempo en Moss Harbor, pensar en el chofer-jardinero de la familia y su esposa era
seguro. Recordarlos no dolía.

—Ella está emocionada de verte. Con suerte, todavía te gusta el pastel de zanahoria,
porque ella está decorando uno mientras hablamos.

—No creo que haya tenido un pedazo desde que me fui, pero estoy segura de que
me encantará.

La tía Emmy había considerado el postre una pérdida de tiempo y dinero. Si no


fuera por Tobias, no hubiera comido una sola rebanada de pastel en mi cumpleaños en
más de ocho años.
28
El pensamiento de ambos hizo cosas incómodas a mi interior, por lo que hice a un
lado esos pensamientos. Los había dejado atrás, en Kansas, y necesitaban permanecer
allí.

Gerard miró mi única maleta y maltratada bicicleta.

—¿Están enviando el resto de sus pertenencias?

—No, esto es todo.

Cubrió su sorpresa rápidamente, pero no lo suficientemente rápido.

—Oh, por supuesto. El Sr. Sharpe me contó sobre el tornado y su tía. Lo siento
mucho.

—Gracias.

Gerard cargó mis cosas, luego me indicó que le hiciera saber si necesitaba algo antes
de cerrar la ventana de privacidad. Agradecida por el silencio, miré por la ventana,
absorbiendo la exuberante belleza y espumosas aguas del estrecho de Puget. Después de
la monotonía de las zonas rurales de Kansas, se sentía como que había sido transportada
a un mundo diferente. Dondequiera que mirara, había árboles y más árboles.

Incluso con las nubes, podría haber jurado que los colores eran más vibrantes que
nunca. El azul era más azul. El verde era más verde. Y si me dirigía a cualquier otro
lugar que no fuera Moss Harbor, y a los hombres Sharpe, incluso podría creer que mi
corazón estaba más feliz.

Mientras conducíamos por la ciudad, los recuerdos del año que pasé aquí me
inundaron. Después de Reno, y Los Ángeles antes de eso, Moss Harbor parecía idílico.
Y, al verlo de nuevo ahora, no pude evitar pensar lo mismo.

Técnicamente estaba situado en una isla, pero era fácilmente accesible por un
puente. Dado que prestaba servicio de transbordadores a las islas del área, así como a
Victoria, Columbia Británica, la ciudad tenía el encanto de un destino turístico, con
tiendas, restaurantes y casi todo tipo de recorridos imaginables. El día que Vincent nos
había llevado a todos en un barco privado de observación de ballenas había sido uno de
los mejores momentos de mi vida. Todavía lo era.

Pasamos la entrada de la Universidad Harbor y mi corazón dio un vuelco. Aunque


no tenía ningún interés en quedarme aquí durante mis cuatro años completos, incluso 29
asistir a una universidad tan prestigiosa durante un semestre o dos era más de lo que
jamás podría haber soñado. Tenía la intención de aprovechar al máximo mi tiempo allí.

Menos de un kilómetro y medio después, Gerard se detuvo en un camino privado


familiar y mi entumecimiento de antes reapareció. La casa estaba apartada de la calle y
asegurada por una verja y una puerta de hierro negro alto. No es que la palabra casa le
hiciera justicia. Era más una obra de arte moderna.

Construida en la ladera de una colina, la enorme estructura de tres pisos daba al


agua y a una playa privada, de modo que cada habitación tenía una vista magnífica.
Aunque el diseño era contemporáneo, los acentos de piedra y madera hicieron que la
casa fuera más interesante que fría.

Gerard detuvo la SUV en el camino circular y ya había recuperado mi maleta


cuando me armé de valor para salir del vehículo.

Sonrió cálidamente mientras inclinaba su cabeza hacia la parte trasera de la


camioneta.

—Encontraré el lugar perfecto para tu bicicleta en el garaje. Entra y ponte cómoda.


Los demás no estarán en casa hasta más tarde esta noche.
Solté un suspiro de alivio. Unas horas más antes de tener que enfrentarme a Vincent
de nuevo, eso estaba bien.

—Gracias.

Al entrar en la casa, me sorprendí de inmediato. La amplia entrada que fluía hacia


la escalera flotante tenía el mismo aspecto que recordaba… excepto por las largas hebras
de pequeños globos transparentes y blancos suspendidos desde el techo. Un elaborado
letrero de “Bienvenida a casa” colgaba de una de las vigas que separaban la entrada del
salón habitación, y mesas altas con tapas redondas se encontraban en todo el espacio.
En la esquina, un banco completo de accesorios se sentaba en frente de una cortina negra
y blanca a rayas drapeada desde el techo, creando lo que sospechaba debía ser un telón
de fondo para fotos.

A pesar del obvio ambiente festivo, no había un alma a la vista. Me hubiera gustado
darme la vuelta y seguir a Gerard al garaje, pero sabía que era demasiado tarde para eso.
No podía dejar de ver lo que ya estaba frente a mí.

Los hombres Sharpe estaban organizando una fiesta... en mi honor.

Un cosquilleo incómodo comenzó en mis piernas y subió por mi cuerpo. No era una
persona social. Nunca lo he sido. Y la idea de ser el centro de atención de decenas, tal
30
vez más, de extraños me dio ganas de vomitar.

Prefiero estar de vuelta en esa zanja, esperando a que pase la tormenta, que aquí,
obligada a mezclarme. Dramática, sí. Pero también era cierto.

—Bueno, bueno —dijo una voz masculina detrás de mí—. Entonces, esta es la
versión adulta de la pequeña Thea.

Me di la vuelta, sin molestarme en ocultar mi sorpresa por la persona que estaba


frente a mí. Con su impresionante altura, amplios hombros, y constitución atlética, él ya
no era el niño que había conocido hace tiempo, él era un hombre. Uno extremadamente
guapo, además.

Y arrogante, si su sonrisa y su lenta lectura de mi cuerpo fueran una indicación.

Cuando sus ojos color aguamarina finalmente se separaron de mis senos para
encontrar los míos, brillaron con lo que reconocí como diversión y aprecio. A él le gustó
lo que vio, y por mucho que odiara admitirlo, a mí también. Tenía uno de esos rostros
que una chica no puede evitar admirar. Mandíbula fuerte cubierta con la cantidad
perfecta de rastrojo. Labios llenos. Ojos impresionantes. Ni demasiado bonito ni
demasiado tosco, sino la mezcla perfecta de ambos.

—Hola, Leo.

Sacudió la cabeza.

—Maldición, mujer. Si hubiera sabido que te volverías tan caliente, habría


convencido al anciano de buscarte hace años.

Ante esas palabras, mi interés en su apariencia se desvaneció más rápido de lo que


las universitarias probablemente dejaron caer sus bragas por él. Fue el recordatorio que
necesitaba. No le había importado una mierda por los últimos ocho años. No se había
preocupado de que yo hubiera sido pobre o mostrado un mínimo interés en mi propio
tutor. No había sabido que había llorado casi todas las noches durante un año y
comprobado el buzón todos los días por una carta o tarjeta postal o cualquier cosa de él
y de sus hermanos.

Yo no le importaba un carajo.

Entonces, no me importaría un carajo él o su linda y sucia boca.


31
—Y si hubiera sabido que te convertirías en un idiota, no me habría molestado en
aparecer.

Leo enarcó las cejas, pareciendo más entretenido que desconcertado.

—¿Sacando muchas conclusiones?

—No lo sé. ¿Por qué no revisas mi pecho un poco más y me lo haces saber?

Dejó escapar una risa fuerte y retumbante.

—Eres luchadora ahora. Me gusta.

Rodé los ojos y cogí mi maleta.

—¿Sabes cuál habitación es la mía?

—La misma que antes, aunque eres más que bienvenida a compartir la mía.
—Oh, ¿sí? —Incapaz de resistirme, caminé hacia adelante y traté de ignorar los
duros planos de su estómago cuando deslicé una mano sobre su apretada camiseta—. Si
mal no recuerdo, nunca fuiste tan bueno compartiendo.

Cogió mi mano que flotaba cerca de la parte superior de sus jeans.

—Confía en mí, Thea —respondió con una voz más profunda y suave—. Soy
excelente compartiendo. —Su lengua salió disparada para humedecer su labio inferior,
y los finos vellos de mi nuca se alzaron—. El mejor que has conocido.

Odiando que estaba llegando a mí, aunque sea un poco, alejé mi mano y empecé a
subir por las escaleras. Cuando subí unos escalones, Leo llamó:

»La fiesta empieza a las nueve. No llegues tarde.

En eso, me detuve y di la vuelta hacía él. Haciendo un gesto hacia los globos y todo
lo demás, dije:

—Por favor, dime que esto no tiene nada que ver conmigo.

Rio de nuevo.
32
—Ni siquiera un poquito. Todo esto es por Tristin.

¿Por… Tristin? Era de la misma edad que yo, por lo que debe estar listo para
comenzar su primer año de universidad. ¿Había ido en un viaje prolongado para el
verano o algo?

Demasiado curiosa para dejarlo, le pregunté:

—Si no ha estado en casa, ¿dónde ha estado?

Leo me sonrió.

—En la correccional, por supuesto.


4
Thea
Recuerdos me asaltaron mientras me dirigía por el pasillo del segundo piso hacia mi
antiguo dormitorio, la bomba de Leo sobre la correccional lanzó mi mente como la
basura de ayer. Prácticamente podía ver versiones infantiles de mis tres casi
hermanastros mientras subían otro tramo de escaleras hacia sus habitaciones en el tercer
piso. Podía oler el olor acre de los puros que a menudo emanaba del estudio de Vincent.
Y podía oír la voz emocionada de mi madre cuando me enseñó la mansión, explicando
que esto sería nuestra nueva casa.

Casa.

Ahí estaba esa palabra de nuevo. ¿Por qué parecía seguirme a todos lados?

Excepto, nunca de la manera que debería. No era más que una zanahoria colgando
constantemente fuera de mi alcance. Ésta no era mi casa ahora más de lo que había sido 33
entonces.

Cuando me acerqué al estudio, mis pies se detuvieron por su propia voluntad, mi


mente se perdió en ese fatídico momento hace ocho años. Esto no puede volver a mí, pase
lo que pase. Todo el mundo tiene que creer que la muerte de Amber fue un accidente.

En los días posteriores a dejar Moss Harbor, las palabras de Vincent habían hecho
eco en mi cabeza una y otra vez, asegurando que nunca podría olvidarlas. Y lo intenté.
Había tratado de quitar el recuerdo al igual que una mancha de sangre en una alfombra
blanca. Pero no había funcionado. Nunca pude borrar lo que había escuchado.

Y era por eso que estaba aquí, ¿no? Era la razón por la que había ido en contra de
todos mis instintos y regresé a esta casa. Esta ciudad. Esta familia.

Forzándome hacia adelante, lentamente empujé la puerta a la habitación que había


sido temporalmente mía para abrirla. En ese entonces, había sido una habitación de
invitados con muebles y decoración bonitos pero genéricos. Mi mamá había prometido
que yo conseguiría redecorarla después de la boda, de cualquier forma que quisiera.
Como alguien que no había tenido nada más salvo un saco de dormir a mi nombre, la
idea había parecido como un sueño hecho realidad.
Encendí la luz y de inmediato di un paso hacia atrás, preocupada de que de alguna
manera me había equivocado de habitación. Pero, entonces, sabía que era ridículo. Esta
habitación claramente había sido redecorada para una mujer joven y, hasta donde yo
sabía, yo era la única persona que encajaba en esa descripción en esta casa.

La pared detrás de la cama estaba pintada color carbón, acentuado con diseños
geométricos en diferentes tonos de rosa profundo, mi color favorito. La cama con dosel
blanco estaba flanqueada por mesas de noche coordinadas y lámparas colgantes con
esponjosos tonos blancos que me recordó a las nubes. Un edredón blanco cubría la cama
y había más almohadas de las que jamás había visto apoyadas encima.

Enormes estanterías empotradas con un escritorio cubrían la pared del fondo y


presumían de lo que parecía una computadora iMac nueva. Una cajonera larga y
horizontal estaba frente a la cama con un televisor de quién sabe cuántas pulgadas
montado encima. Sin mencionar todas las cortinas, alfombras y otros accesorios
perfectamente coordinados que se encontraban esparcidos por la habitación.

Parecía sacado de una revista. Y era toda mía... por ahora.

Dejé mi maleta estropeada en el suelo, corrí y salté de cara a la cama. Las sábanas
olían a limón y se sentían como el paraíso. No quería irme nunca. 34
Por lo tanto, me quedé justo allí. No para siempre, pero al menos por una o dos
horas. Perdí la noción del tiempo mientras veía la luz desvanecerse detrás de las
persianas cerradas y las sombras llenaban la habitación. Solo cuando no podía soportar
más el sonido de mi propio estómago retumbante, finalmente me levanté y dejé la
relativa seguridad de mi nuevo refugio.

Según el reloj de la mesita de noche, tenía casi una hora antes de que comenzara la
fiesta. Mucho tiempo para escabullirse escaleras abajo, comer algo y regresar a mi
habitación por la noche. No tenía ningún interés en participar en lo que estaba destinado
a ser un fiestón. Ahora que había conocido al nuevo y no tan mejorado Leo Sharpe, no
podía imaginar que fuera a albergar nada menos.

La cocina estaba afortunadamente vacía cuando entré unos minutos después.


Aunque la orientación era la misma, claramente había sido remodelada en los últimos
ocho años. En lugar de cálidos gabinetes y encimeras, todo menos el piso y los
electrodomésticos era blanco y elegante. No se veía mal, solo diferente.

Dentro del gran refrigerador había una pila de contenedores con una nota encima.
La cogí y sonreí cuando leí lo que Susan había escrito.
Thea,

Los chicos salieron a cenar, así que quería asegurarme de que comieras algo bueno para tu
primera noche aquí. La lasaña sabrá mejor si la recalientas en el horno durante unos quince
minutos con el papel aluminio.

Bienvenida a casa.

Susan.

Me asomé en el plato de vidrio cubierto con papel de aluminio y vi un trozo de


lasaña lo suficientemente grande para dos hombres. Menos mal que tenía hambre.
Abriendo los otros contenedores, me encontré con una ensalada César, pan francés, y
un trozo de pastel de zanahoria.

Decidiendo que podía dedicar unos minutos extra para seguir sus instrucciones,
encontré uno de los tres hornos ya precalentado y deslicé la lasaña en la rejilla del medio.
Demasiado hambrienta para esperar a que se haga, me senté en el bar e hinqué el diente
en mi ensalada. El aderezo era obviamente casero y sabía mejor que cualquiera de los
que había probado en los últimos ocho años.

No es que eso diga mucho. No había viajado en absoluto, y solo había dos
35
restaurantes en la ciudad: una hamburguesería mediocre y una pizzería menos que
mediocre. Estaba particularmente familiarizada con la comida en La Pizza Den, ya que
había trabajado allí a tiempo completo durante los últimos dos meses.

Basta decir que estaría sin pizza durante la próxima década más o menos. Se
necesitaría un acto de Dios para convencerme de tocar un pepperoni. Me estremecí
pensando en los pequeños discos grasientos que tuve que colocar en al menos mil bases
de masa en ese corto tiempo.

Una vez que devoré mi ensalada y la mayor parte del pan francés, golpeé con los
dedos el mostrador de mármol, diciéndome que fuera paciente. Pero cuanto más tiempo
me sentara aquí, más probable era que me encontrara con otro Sharpe. Y era algo que
preferiría evitar durante el mayor tiempo posible. Mi pequeño reencuentro con Leo antes
había sido suficiente por un día.

Como si lo hubiera convocado solo con mis pensamientos, un tipo vestido con jeans
negros, botas y una camisa blanca abotonada con mangas arremangadas entró
tranquilamente en la cocina. Dos nombres cruzaron mi mente simultáneamente: James
Dean y Hayle Sharpe. James, porque la fanfarronería estaba allí, y Hayle, porque no
había forma de que pudiera confundir a mi antiguo amigo.
Su cabello, largo en la parte superior y caído hacia un lado, era de un marrón tan
oscuro que casi parecía negro. Era más alto de lo que hubiera esperado, y su cuerpo era
larguirucho sin hacerlo parecer flaco. Teniendo en cuenta los tendones ondulantes en
sus antebrazos cuando los apoyó en el mostrador frente a mí, definitivamente se
ejercitaba.

Sus profundos ojos marrones se encontraron con los míos y sus labios se arquearon,
aunque solo un poco.

—Thea.

—Hayle.

Me evaluó, aunque no de la misma manera que Leo. No había nada abiertamente


sexual en su mirada mientras se deslizaba sobre mí. Simplemente evaluando. Y, quizás,
juzgando.

—Me hiciste perder una apuesta.

Habían pasado ocho años, ¿y eso era lo que iba a decir?

—¿Oh? —pregunté suavemente. 36


—Sí, aposté con Leo cien dólares a que papá nunca te convencería de que regresaras.
—Levantó un hombro—. Claramente, te etiqueté mal.

—No estoy segura de qué te hace pensar que puedes etiquetarme de cualquier cosa
después de todo este tiempo.

Rio entre dientes.

—Leo dijo que eras diferente.

—Es mejor escuchar a tu hermano mayor. Siempre tuvo todos los cerebros en la
familia. —Y sí, eso fue sarcasmo. Leo era el intrépido y divertido. Hayle era el inteligente
e idealista. Y Tristin era el amable y concienzudo.

Por supuesto, muchas cosas podrían cambiar en ocho años. Si Leo había estado
diciendo la verdad y Tristin volvía a casa después de una temporada en el reformatorio,
parecía que ya no era como el chico que había conocido.

—Sí, bueno, Leo no fue el que se saltó un grado —replicó Hayle.


—¿Supongo que tú lo hiciste?

—Sí. Me estoy preparando para comenzar mi tercer año en Harbor U.

—Felicidades.

Las palabras no eran genuinas ni estaban llenas de animosidad. Estaba teniendo


problemas para sentir mucho que no sea la pérdida de cualquier cosa. La pérdida de
tiempo. La pérdida de amistad. La pérdida de recuerdos nunca hechos.

Inclinó la cabeza hacia un lado.

—Sabes, estoy recibiendo una vibra hostil de tu parte, y no estoy seguro de


entenderlo. Tú fuiste la que nos dejó. —Las palabras fueron dichas con tanta claridad,
si no lo hubiera sabido mejor, nunca hubiera imaginado que había luchado con un
impedimento del habla cuando era niño.

—No tuve elección.

Hayle negó con la cabeza, haciendo que un mechón de cabello oscuro cayera
directamente sobre un ojo.
37
—Estábamos tratando de darte una opción. Íbamos a ayudarte a esconderte... y
luego te fuiste. Sin siquiera decir adiós.

Se me encogió el estómago. Detalles de ese momento en mi vida eran una neblina,


pero el día del entierro de mi madre era tan claro, que podría haber sido la última
semana. Leo había ideado un plan descabellado para esconderme en el bosque, y yo
había sido lo suficientemente loca para estar de acuerdo con él... hasta que escuché a
Vincent hablando de mi madre.

Pero no podía revelarle eso a Hayle. Él nunca podía saber la verdadera razón por la
que volví. Entonces, tendría que improvisar.

—Mi tía me estaba esperando.

—Eso todavía no explica por qué no dijiste adiós.

—Era demasiado difícil —dije antes de que pudiera detenerme.

Esa era la pura verdad. A pesar de mi deseo de olvidarme de los chicos Sharpe
cuando salí por la puerta, dejarlos me había roto el corazón. Y luego se rompió una y
otra vez cuando no supe de ellos. Hasta que, un día, dejó de importarme. Fue como si
un interruptor dentro de mí se apagara y había terminado.

Vincent me había dicho en el funeral que la tía Emmy no había permitido ningún
contacto. Pero tenía problemas para creer que un hombre con su tipo de influencia no
podía manejar el conseguir pasar una sola nota o una llamada, de una mujer que no era
lo suficientemente inteligente como para tener una computadora.

Probablemente por eso me encontré diciendo:

—Y no es como si hubieran intentado contactarme después de que me fui.

Hayle mantuvo esa mirada fija e inquietante en mí.

—Eso no es cierto. Intentamos encontrarte en las redes sociales, pero nunca


apareciste por ningún lado. Leo finalmente convenció a papá de que te enviara un
teléfono celular para que pudiéramos llamarte y enviarte mensajes de texto, pero nunca
supimos de ti.

¿Un celular? ¿Qué diablos le había pasado?

Quizás Vincent había estado diciendo la verdad. Tal vez la tía Emmy se había 38
asegurado de que nunca más oyera de los Sharpe nuevo.

—No lo entiendo.

Asintió pensativamente, pero luego su teléfono vibró, distrayéndolo.

Enderezándose, dijo:

—Tengo que irme. Te veo en la fiesta. Está comenzando el año escolar de Harbor
U, por lo que debería ser una grande.

Consideré señalar que no me vería en la fiesta, pero decidí no hacerlo.


Probablemente ni siquiera notaría que me la estaba saltando, de todos modos.

Se detuvo en la entrada de la cocina.

»Oh, y, ¿Thea?

Me armé de valor para lo que vendría después. Podría manejar cualquier cosa que
me lanzara.
—¿Sí?

—Tu comida se está quemando.

Mierda.

39
5
Thea
Después de buscar en Netflix por demasiado tiempo, seleccioné Supernatural en un
intento de ahogar los sonidos de la parte de abajo. Pero incluso los hermanos Winchester
luchando contra los demonios no era suficiente para silenciar los chillidos de risa y los
golpes del bajo que llegaban desde el primer piso.

Suspiré.

No era así como me había imaginado mi primera noche aquí. Por otra parte, tal vez
era lo mejor. La fiesta de bienvenida a casa me daba una excusa para esconderme,
especialmente de Vincent.

A pesar de que había pasado un montón de tiempo ponderándolo durante el último


par de meses, todavía no tenía idea de cómo ir sobre la investigación de la muerte de mi
madre. ¿Quién me creía que era, Veronica Mars? No sabía nada sobre llegar al fondo de
40
un crimen. Más allá de colarme en el estudio y husmear entre las cosas de Vincent,
estaba sin ideas.

Y no era como si él tuviera un archivo titulado “El asesinato de Amber”. Él podría


haber sido lo suficiente tonto para permitir que yo lo escuchara hace ocho años, pero no
creo que fuera estúpido. En realidad, era un exitoso hombre de negocios y millonario,
posiblemente multimillonario. El hombre era todo menos estúpido.

Lo cual me hacía preguntarme por qué estaba yo aquí en primer lugar. ¿Me había
estado engañando a mí misma cuando insistí en que era para descubrir la verdad? Tal
vez me permití ser atraída con la promesa de un hogar y educación gratuita, y me negaba
a admitirlo.

El hecho de que no quisiera ser corruptible no significaba que no lo fuera. La


seguridad era atractiva para alguien como yo. Una tentación que era casi imposible de
resistir.

Mirando alrededor los muebles caros y la decoración, me prometí aquí y ahora: No


me permitiré ser encantada por la riqueza y el privilegio. No importa qué, me mantendré fuerte.
Un golpe sonó en mi puerta y lo ignoré. Era muy probable que fuera una pareja
caliente buscando un lugar donde liarse. Gracias a Dios por la cerradura de mi puerta.

—Thea. Sé que estás ahí.

Leo. Todavía no conocía su voz adulta, pero era lo suficientemente simple como
para reconocer la arrogancia en ella.

Caminando hacia la puerta, dije a través de ella:

—Realmente no estoy de humor para fiestas.

—Y no me importa. Baja tu lindo trasero y conoce gente.

—Leo...

—Thea…

Me apoyé contra la pared. Esto no era gran cosa. Esperaría a que se fuera. No era
como que se quedaría aquí arriba y me molestaría cuando podría estar abajo
coqueteando con chicas impresionables.
41
Pero unos pocos segundos más tarde, el pomo de mi puerta giró, y Leo metió la
cabeza.

»Vamos. No puedes esconderte aquí toda la noche.

Presioné mis puños contra mis caderas.

—¿Por qué tienes una llave de mi habitación?

Levantó el llavero y lo colgó de un dedo.

—Te la daré, pero solo si bajas conmigo.

Estiré una mano, pero fue demasiado rápido, alejando la llave antes de que pudiera
agarrarla.

—Guau. Es como si tuvieras doce otra vez.

Leo se rio.
—¿Qué puedo decir? Soy joven de corazón. —Dio un paso atrás—. Ahora, vámonos
antes de que comience un rumor de que estoy aquí follándome a mi hermanastra.

Mi boca se abrió.

—¿De qué estás hablando? No soy tu hermanastra, y ¿cómo es que ese rumor incluso
conseguiría comenzar?

Movió sus cejas.

—Yo lo empezaría, por supuesto.

Oh, Dios mío. Era exasperante.

Sostuve una mano hacia él.

—Dame la llave primero.

Me miró con sus ojos color aguamarina entrecerrados.

—Después de que salgas de tu habitación.


42
—Bien.

Podría aguantarme y asistir a la fiesta unos minutos. En el momento en que Leo se


distrajera, desaparecería. Fácil.

Después de ponerme unas sandalias, caminé fuera de la puerta y la cerré detrás de


mí. Luego, esperé a que Leo me diera la llave para poder cerrarla. Todavía pensaba que
mi teoría de una pareja caliente era perfectamente válida, y no quería tener que quemar
mi lindo edredón con olor a limón.

Cuando nos acercábamos a la escalera, todo lo que quería hacer era dar la vuelta y
escapar de regreso a mi habitación. Las reuniones sociales de cualquier tipo nunca
habían sido mi idea de diversión. Y, tan pronto como vi la escena debajo de nosotros,
sabía que esto no era como cualquier reunión que había asistido jamás.

En Kansas, una noche salvaje de sábado por lo general consistía en un grupo de


adolescentes aburridos reunidos en un pasto y bebiendo cerveza de la parte trasera de la
camioneta de alguien. Si yo estaba allí, era probable la camioneta de Tobias, porque solo
iba cuando me arrastraba con él.
O cuando me había decidido a liar con uno de mis dos amigos para follar a corto
plazo. Ninguno de los dos había sido material para una relación, que era exactamente
lo que estaba buscando. Apenas hice amistades, mucho menos nada parecido a una
relación romántica.

Pero esto... esta definitivamente no era una fiesta de campo en Kansas.

No había un solo vaso desechable o un barril de cerveza a la vista. Chicas en vestidos


diminutos sostenían cócteles o vasos de trago. Los chicos en jeans y playeras polos o
camisas con vasos de vidrio con cerveza. Y estaba bastante segura de que vi a alguien
hacer una línea de coca, justo enfrente de todos.

Santa. Mierda.

Leo pasó un brazo por mi hombro.

—¿Qué piensas, hermana? ¿Lista para ser incluida en la élite de Harbor U?

Apartando su brazo de mí, me giré sobre él.

—Nunca. Y no soy tu maldita hermana.


43
Sin disuadirse en lo más mínimo, tomó mi mano y me condujo escaleras abajo. Su
agarre era fuerte, y ninguna cantidad de torsión de mi parte sirvió de algo.

Sentí las miradas sobre mí como si fueran pequeñas astillas de hielo, picando cada
centímetro expuesto de mi piel. Y había mucha de esta para todos. Llevaba unos
pantalones cortos de mezclilla y una sencilla camiseta negra sin mangas. Mi largo
cabello castaño oscuro caía sobre mis hombros y mi rostro estaba libre de maquillaje.

No me parecía en nada a las otras chicas de la habitación, que estaban todas


arregladas para pasar una noche en la ciudad. O el distrito de luz roja, si yo quería ser
maliciosa. Pero no lo sería. Estas chicas no me habían hecho nada. No había ninguna
razón para ponerse a la defensiva... todavía.

Leo absorbió la atención como alguien acostumbrado a ella. Y con su buena


apariencia, dinero y conexiones familiares, sin duda lo estaba. Probablemente era el rey
de Harbor U, y todos los mirones eran sus súbditos dispuestos.

Aun así, no dejó de arrastrarme hasta que llegamos a un bar temporal en el comedor
con un barman real detrás. Aunque había una fila, se empujó a través de esta hasta el
frente, y los que esperaban se dividieron como el Mar Rojo.
—¿Qué puedo ofrecerte, hombre? —preguntó el tipo vestido con una camisa de
vestir blanca, pantalón negro y una pajarita.

—Dos chupitos de tequila.

—Es mejor que ambos sean para ti —dije mientras miraba el licor que se vertía en
los vasos pequeños. Yo había bebido a lo mucho una botella de cerveza o vino frío, pero
ni una vez había tomado un trago de cualquier cosa.

—De ninguna manera. —Él me sonrió, y yo estaba empezando a preguntarme si su


expresión divertida nunca caía—. Necesito darle la bienvenida a casa a mi hermana
apropiadamente.

—Oh, Dios mío —siseé—. Deja de llamarme así.

—Pero eres tan caliente cuando te enojas. —Dejó uno de los vasos de chupito frente
a mí y levantó el suyo en un brindis—. Entonces, ¿qué dices?

Al ver el desafío en sus ojos, supe que estaba acabada. No podía dar marcha atrás.
No ahora, cuando Leo estaba observando cada pequeño movimiento que hacía.

Cogí el vaso de chupito y lo choqué contra el suyo. Luego, me lo llevé a los labios, 44
cerré los ojos y bebí de golpe el tequila.

Como esperaba, el alcohol me quemó mientras se deslizaba por mi garganta. Pero


no tosí ni farfullé ni reaccioné en absoluto. Sorprendentemente, el efecto fue casi…
bueno, agradable. Cubrió mi garganta y calentó mi vientre. Entonces, cuando Leo
empujó otro vaso de tequila frente a mí, lo tomé sin dudarlo.

Rechacé su oferta de un tercero, y él simplemente asintió en reconocimiento. Era


una cosa aceptar un desafío, y otra era ser francamente estúpida. Y puesto que no tengo
un solo amigo en esta casa, no iba a correr el riesgo de emborracharme. Incluso si la idea
era atractiva, dadas mis circunstancias actuales.

Leo pasó un brazo musculoso alrededor de mi hombro de nuevo, parecía que le


gustaba allí, y se volvió hacia el grupo de personas más cercano.

—Todos, esta es Thea. Ahora vive aquí como una Sharpe honoraria, así que
muéstrenle el mismo respeto que me mostrarían a mí.

Dijo esto con su encantadora sonrisa, pero quería darle un codazo en las costillas.
En cualquier caso, había colocado un objetivo en el medio de mi frente. Los chicos ya
me estaban lanzando miradas lascivas y las chicas me disparaban miradas sucias. Si la
intención de Leo era hacerme instantáneamente popular entre esta multitud, claramente
no estaba funcionando.

—Oh, ¿acabas de salir del reformatorio también?

Esta pregunta vino de una chica que representaba todo lo que yo no era. Su cabello
rubio hasta los hombros brillaba a pesar de la poca luz, y su vestido de color escarlata y
sus tacones de aguja a juego claramente no estaban en el estante de liquidación en
Target. Era hermosa, pero no me engañaba su tono y su sonrisa dulce como el glaseado
de pastel de zanahoria. No había duda de la hostilidad en sus ojos azules.

Probablemente asumió que me sentiría intimidada. Alerta de spoiler: no lo estaba.

—Peor: Kansas.

La rubia curvó sus labios rojos.

—¿Eres de Kansas?

—Sí, vivía en una granja aún. Con vacas.


45
Un tipo con el pelo castaño desgreñado y una linda sonrisa alzó su cerveza hacia
mí, como en un brindis.

—No te pareces a ninguna granjera que haya visto.

—¿Oh? ¿Y a cuántas has visto?

Sus amigos se rieron y Leo aprovechó la oportunidad para alejarme del grupo.

—La idea era hacer amigos, no cabrear a la gente.

Me encogí de hombros, golpeando deliberadamente su brazo sobre mi hombro más


fuerte de lo necesario.

—¿Qué puedo decir? Soy la belleza de cada baile.

Sacudió la cabeza, como si no me entendiera. Allá en el estado ciclón, un apodo


poco formal pero apropiado, había un club al que él podía unirse.
—Sabes, no es tan difícil, Thea. Eres caliente como la mierda y eres una Sharpe.
Todo lo que tienes que hacer es no ser una perra, y en una semana serás dueña de estas
personas.

Me volví a él.

—Esa es la diferencia entre tú y yo, Leo. No quiero ser el rey de la jungla. Eso es
todo tú.

—Bueno, obviamente, serías la reina.

Ignorando eso, prácticamente grité:

—Y no soy un Sharpe.

¿Cuántas veces teníamos que pasar por esto?

Su arrogancia se desvaneció lo suficiente como para detectar una pizca de


arrepentimiento o pena, o algo por el estilo.

—No, pero casi lo fuiste.


46
Casi solo cuenta en herraduras y granadas de mano.

Maldita sea. ¿Por qué ese dicho tenía que venir a mi mente justo ahora? Era algo
que la tía Emmy solía decir, y realmente no quería pensar en ella. No cuando estaba ya
casi al borde.

—Mira. Aprecio que estés intentando hacer un esfuerzo aquí, pero no estoy
interesada en todo este... —Agité mi mano para abarcar la habitación—... Exceso. No
soy yo. Y esta gente no es mi gente.

Sí, era algo demasiado amplio e incluso crítico para decir. Pero quería que
entendiera que no me iba a transformar mágicamente en su perfecta mascota. La yo de
hace ocho años podría haber sido un gatito dócil, pero ahora tenía garras, y no tenía
miedo a usarlas.

Levantó las manos en señal de rendición.

—Bien, lo entiendo. Eres una mujer independiente. Ve y haz lo tuyo. —


Lanzándome una última sonrisa, agregó—: Y siéntete libre de quemar todos tus
sujetadores.
No quería sonreír, pero me encontré cediendo. Leo Sharpe era el tipo de sexy
cabrón, encantador y atractivo que tenía la costumbre de evitar. Por otra parte, nunca
había conocido a nadie que se pareciera a él. Mi preparatoria había estado escasa de
estudiantes e incluso menos de chicos que valía la pena echar un segundo vistazo.

Mientras caminaba de vuelta a través de la multitud, sola esta vez, el estado de


ánimo parecía haber cambiado. “Blinding Lights” se estaba reproduciendo a través de
los altavoces altos junto a un DJ real, y las parejas estaban bailando, tocando y liándose.

Vi a Hayle con sus brazos alrededor de una pequeña morena, sus manos
descansando sobre su trasero. Parecía completamente a gusto frotándose contra la chica,
y no sabía qué pensar al respecto. Tal vez porque el Hayle que había conocido había
estado tan inseguro de sí mismo. Incluso tímido.

Fuera lo que fuera ahora, no era tímido.

Forzando mi mirada lejos, comencé a subir las escaleras, pero me detuve. Algo sobre
esconderme en mi habitación era demasiado deprimente incluso para mí. Y aunque el
alcohol que nadaba a través de mis venas estaba haciendo la atmósfera de la fiesta
relativamente tolerable, ya no quería seguir aquí. Lo que quería, lo que necesitaba, era
aire. 47
Cambiando de dirección, pasé por alto al grupo con el que había “hablado” hace
unos minutos y me dirigí a las puertas corredizas de vidrio del comedor. Tan pronto
como salí a la noche, tragué aire fresco e inmediatamente sentí algo de mi tensión
aliviarse.

Después de un verano miserable en Kansas, estaba más que feliz con la piel de
gallina en mis brazos y piernas. Gracias a Dios por el clima de Washington. Lo había
extrañado muchísimo.

Me dirigía hacia la barandilla cuando escuché lo que fácilmente distinguí como la


voz de Leo esta vez.

—¿Dónde has estado? Estas personas están aquí por ti.

Mirando alrededor de una maceta, lo vi frente a un chico un poco más alto que él
con el mismo cabello castaño que tenía tendencia a verse rubio. Tristin.

—Sí, claro. A todos esos aduladores les importa emborracharse, drogarse y liarse.
Ellos no dan una mierda sobre mí.
—¿En serio, aduladores? —Leo se rio—. ¿Qué, te pasaste todo tu tiempo encerrado
practicando las palabras del SAT? Si es así, hermano, fue una pérdida de tiempo.
Tenemos un lugar garantizado en Harbor U desde el día en que nacimos.

—No puedo creer que pensé que podrías haber madurado en los últimos dieciocho
meses. Debería haberlo sabido mejor.

¿Dieciocho meses? ¿Qué diablos había hecho Tristin?

Leo enderezó sus hombros, su fácil sonrisa cayó.

—Sigo siendo tu hermano mayor.

—Sí, y qué hermano mayor estelar eres. —Tristin pasó junto a él y bajó las escaleras
de la cubierta—. Déjame jodidamente solo.

48
6
Thea
Me quedé en mi escondite mucho después de que los hermanos se fueron. La
animosidad de Tristin hacia Leo me había tomado con la guardia baja. Esos dos estaban
unidos por la cadera cuando eran más jóvenes. Nunca los había imaginado como nada
más que mejores amigos.

Y ahí iba de nuevo, asumiendo que nada había cambiado cuando parecía que todo
había cambiado.

Cuando una ruidosa pareja se unió a mí en la cubierta, entre discutiendo y liándose,


silenciosamente bordeé pasándolos y bajé las escaleras. Solamente había un lugar en el
que quería estar ahora.

Siguiendo el antiguo y familiar camino que estaba iluminado con pequeñas linternas
solares, sonreí cuando la glorieta apareció a la vista. Los hilos de luces con globos de
49
cristal cubiertos desde el centro del techo a cada de los ocho postes, proporcionaban un
suave resplandor sobre el espacio.

Subí los escalones, notando que los bancos de madera habían sido reemplazados
por sofás de exterior con cojines de color verde claro. Mientras me hundía en uno, decidí
que este cambio era una mejora. Sería capaz de traer mi tarea para hacerla aquí y escapar
del mundo por horas infinitas.

Incluso con el ruido de la fiesta llegando a mí, podía escuchar el sonido pacífico del
agua moviéndose sobre las rocas en el arroyo que estaba a menos de seis metros de
distancia. Quizás mañana haría un bosquejo de la escena que sabía que tenía que ser tan
hermosa como la recordaba.

Apoyando mi cabeza contra la parte superior del cojín, me hundí aún más en el sofá
y cerré los ojos. Había sido un día largo, acentuado aún más por el tiempo de dos horas
de diferencia. Debería estar en la cama, intentando borrar con el sueño todo en lo que
no quería pensar. En su lugar, estaba fuera, a la espera de que terminara la celebración
cuando ni el invitado de honor parecía querer estar ahí más de lo que yo quería.

Solo mi suerte.
—¿Qué estás haciendo aquí?

Con un grito ahogado, me lancé hacia adelante, mirando en la oscuridad en busca


del dueño de la voz. Cuando una figura alta y rígida dio unos pasos hacia la glorieta,
reconocí de inmediato el cabello castaño rubio.

—¿Tristin?

Subió los dos escalones y se apoyó en un poste, cruzando los brazos sobre el pecho.
Antes, solo lo había visto desde atrás, pero ahora casi me reí de lo mucho que se parecía
a Leo. Su cabello era un poco más largo y despeinado, y su rostro era más anguloso que
el de Leo. Pero, por lo demás, no había duda de que eran hermanos. O que Vincent era
su padre.

—¿Te conozco?

Sintiéndome en una clara desventaja con él mirándome, me paré y metí las manos
en mis bolsillos.

—Um, sí. Soy yo... Thea.

Su expresión permaneció en blanco. 50


—Cierto. Hayle mencionó que te mudarías de vuelta.

—Llegué esta noche.

—¿Qué te parece? Yo también.

Su voz estaba llena de sarcasmo, y no tenía ni idea de cómo responder. Era solo que
este no era el Tristin que había conocido. Aparte de su cabello y color de ojos, era
completamente irreconocible para mí. Y eso me hizo sentir incómoda.

Éramos ex mejores amigos.

Éramos desconocidos.

Y, ahora mismo, no sabía cómo ser ninguno de los dos.

—¿Vas a empezar en Harbor U la semana que viene? —pregunté finalmente, yendo


por lo inocuo.
—No es como si tuviera algo mejor que hacer.

Bueno, está bien.

Me estaba preparando para rendirme y volver a la fiesta, que tenía que ser menos
incómoda que esta conversación, cuando nos llegaron gritos desde el frente de la casa.
No podía oír lo que se decía, pero el tenor de las voces me decía que no era bueno.

»Mierda —murmuró Tristin al pasar junto a mí, con los ojos color aguamarina
encendidos—. Quédate aquí.

Observé mientras corría por el camino hacia la casa, y durante unos diez segundos,
consideré quedarme. Lo que sea que estaba sucediendo no tenía nada que ver conmigo.

Pero eso no era exactamente cierto, ¿verdad? Ahora vivía aquí. Si algo se estaba
poniendo mal en la fiesta Sharpe, bien podría presenciarlo de primera mano.

Para cuando llegué al costado de la casa, todo el camino de entrada estaba lleno de
gente. Leo y Hayle estaban en el medio con lo que fácilmente podría haber sido un
equipo de fútbol americano entero desplegado detrás de ellos. Tristin se unió al grupo
para enfrentarse a cinco chicos en comparación.
51
Dadas las posturas de todos los involucrados y las expresiones ansiosas de los
transeúntes, claramente se estaba gestando una pelea.

El más grande, con diferencia, de los cinco chicos dio un paso adelante, con el pecho
hinchado. Quizás todos eran futbolistas. ¿Era por una rivalidad escolar o algo así?

—Y, aquí, pensé que no serías tan estúpido como para mostrar tu cara esta noche
—le dijo a Tristin. Volviéndose hacia uno de sus amigos, preguntó con una sonrisa—:
¿No dije eso?

Su amigo lo recompensó con un leve asentimiento.

—Sí, Bodie, dijiste eso.

¿Bodie? Ugh. Si no lo hubiera odiado a primera vista, definitivamente lo haría ahora.

—Bueno, es nuestra casa, y esta es una fiesta de bienvenida a casa en honor a Tristin
—dijo Leo arrastrando las palabras, su expresión no mostraba signos de preocupación—
. Podría ser extraño si él no estuviera aquí.
Las manos de Bodie se cerraron en puños y su enorme pecho se agitó.

—¿Crees que tu hermano de mierda merece ser bienvenido en casa?

Noté que algunos de los asistentes retrocedían uno o dos pasos, pero Leo no se
movió ni un centímetro.

—Sí, eso es exactamente lo que pienso. —Hizo un gesto a los invitados que los
rodeaban—. Y parece que hay mucha gente que está de acuerdo conmigo. Son tú y tus
amigos de la ciudad los que no deberían estar aquí. Esta es una fiesta de Harbor U.

Empujando a través de un grupo de chicas que bloqueaban parcialmente mi punto


de vista, me detuve en el borde de la calzada. Hayle me captó y sacudió su cabeza
ligeramente, como en advertencia. ¿Qué pensó que iba a hacer? ¿Saltar entre estos
idiotas? No era probable.

Carmesí subió por el grueso cuello de Bodie hasta su rostro.

—Será mejor que te cuides, Leo. Estoy aquí por tu hermano, pero no me importa
golpearte una o dos veces mientras estoy en ello.

Leo dio un paso hacia la versión rojiza de Hulk. 52


—Me gustaría verte intentarlo.

Una chica parada a mi lado se abanicó, prácticamente desmayándose ante su


demostración de fuerza. Incapaz de evitarlo, puse los ojos en blanco. Estábamos a
segundos de una de esas peleas generalizadas que solo veías en las películas, y lo último
que alguien debería estar en este momento era excitado.

Moviéndose tan rápido que nunca lo vi venir, Tristin se interpuso entre los dos
exaltados.

—Yo peleo mis propias batallas.

Si no lo hubiera estado observando tan de cerca, habría asumido que estaba


hablando con Bodie. Pero vi que su mirada se movía rápidamente hacia la de Leo,
haciendo que la declaración pareciera una indirecta. En serio, ¿qué estaba pasando entre
esos dos?

Tristin se movió, poniendo toda su atención en Bodie.


»Pero no pelearé contigo.

—¿Oh? ¿Estás asustado? —se burló.

—No, pero no hay razón para que la mitad de estas personas muestren en su primer
día de clase el lunes labios partidos y ojos negros. Y sabes que eso es exactamente lo que
sucederá. —Tristin habló con tanta calma, que tenía que creer que tenía mucha
experiencia en hablar para evitar peleas. Lo cual no era sorprendente, considerando su
período de dieciocho meses en el reformatorio.

Sin embargo, Bodie no estaba interesado en echarse atrás. Eso estaba claro.

—Bien. Dile a tus chicos que retrocedan y lo haremos de uno-a-uno. Después de lo


que le hiciste a mi hermana, me debes mucho.

¿Su hermana? Mis pensamientos se fueron de inmediato a un lugar oscuro, pero me


negué a dejar que se pudrieran allí. Aunque Tristin podría ser diferente, no había forma
de que lastimara intencionalmente a una chica. No podía creerlo, no lo haría.

Apretó la mandíbula, pero miró a los chicos detrás de él y asintió. Leo negó con la
cabeza, con expresión afligida, pero Tristin lo ignoró.
53
Bodie no perdió el tiempo. Se acercó a Tristin y le dio un golpe en la mandíbula. El
golpe no fue lo suficientemente fuerte como para derribarlo, pero se tambaleó unos pasos
hacia atrás. Y, una vez que se enderezó, simplemente se quedó allí. No levantó los
brazos a los costados ni apretó los puños ni adoptó una postura defensiva.

»¿Qué mierda está haciendo? —preguntó un chico en algún lugar detrás de mí en


voz baja, y lo secundé.

Bodie volvió a avanzar, golpeando a Tristin en el estómago con tanta fuerza que
gruñó y se dobló. Me encogí, como si hubiera sido la golpeada. Eso tenía que doler como
una perra.

Noté que Leo se adelantaba, pero Hayle extendió una mano para detenerlo. Y,
sorprendentemente, Leo se detuvo, aunque parecía listo para saltar.

Tristin tardó unos segundos más en recuperarse esta vez, pero cuando lo hizo,
asumió la misma posición que antes. Bodie lo miró con una especie de emoción
escalofriante en el rostro.
—¿Qué pasa, Sharpe? ¿Perdiste todo tu valor en la carcel? O, tal vez, algún
pandillero te hizo su perra y te lo robó.

A pesar de las burlas, Tristin no respondió, su espalda estaba tan rígida que juraría
que estaba hecho de acero. Bodie volvió a golpearlo en la cara y cayó al suelo, pero se
levantó rápidamente y se secó la sangre del labio.

»Venga. No es nada divertido si no peleas —dijo Bodie, ahora sonriendo como un


loco—. Siempre supe que ustedes, Sharpe, eran un montón de cobardes.

Algo sobre la última declaración del acosador debe haber hecho despertar a Tristin
finalmente, porque avanzó hacia Bodie y lo hizo caer con un solo golpe. Tristin se
arrodilló sobre él, agarró a Bodie por el cuello y con una calma mortal dijo:

—He cumplido mi condena y no quiero problemas. Así que te sugiero que tú y tus
chicos lo superen y se mantengan alejados de mí.

Esperó, apretando el grueso cuello de Bodie, hasta que el gran chico asintió. Luego,
se puso de pie y se alejó como si acabaran de intercambiar cumplidos en lugar de
puñetazos.

Odiaba admitirlo, pero estaba un poco impresionada. No entendía qué estaba


54
pasando con este tipo Bodie y su hermana, y realmente no me importaba. Bueno, está
bien, eso no era del todo cierto. Quería saber la historia.

Tal vez la mejor declaración era que no quería que me importara. Me había
preocupado por Tristin una vez antes, y él solo había roto mi joven corazón. Porque,
podría haber tenido diez años, pero había creído que él y sus hermanos serían mis
mejores amigos para siempre.

Y, ahora, después de ver lo frío que era con Leo, y observando su cara sin expresión,
incluso durante la mitad de una pelea, dudaba de que él tuviera la capacidad de seguir
siendo un amigo.

Si no lo supiera mejor, juraría que no tenía corazón.


7
Thea
Si había pensado que la pelea sería lo suficiente para acabar la fiesta, había estado
tan equivocada.

Después de que Bodie y sus lacayos se fueron, parecía que solo tomó unos segundos
para que la mayoría de los invitados volvieran adentro para pasar el rato. Y los que
permanecieron en el patio no tenían ninguna prisa por irse.

Simplemente genial. Estaba tan harta de esto.

Empujándome entre la multitud de cuerpos, entré y me dirigí hacia las escaleras.


Pero me vinieron a la mente pensamientos sobre Tristin y su rostro golpeado, y cambié
de dirección.

Con una misión, pude ignorar fácilmente a todas las personas y al alcohol. Una vez
55
en la cocina, rápidamente encontré varios paquetes de hielo en el congelador bien
organizado de Susan. Luego, me obligué a retroceder entre la multitud hacia las
escaleras.

No fue hasta que estaba de pie fuera de la habitación de Tristin en el tercer piso que
me pregunté qué demonios estaba haciendo. ¿Por qué había pensado, aunque fuera por
un segundo, que podría necesitar mi ayuda?

Por otra parte, era solo hielo. La única persona que hacía de esto un gran problema
era yo.

Llamé a la puerta. Cuando no hubo respuesta, llamé de nuevo y grité:

—¿Tristin? Es Thea.

La puerta se abrió de golpe y Tristin se quedó allí, sin camisa, con la nariz
ensanchándose. Ya podía ver un moretón formándose a lo largo de su mandíbula
hinchada, y sangre fresca salpicaba su boca y barbilla.
—¿Qué quieres, Thea? Si estás buscando ser la primera en chupar mi pene después
de la correccional, ponte en la fila. He tenido al menos una docena de ofertas esta noche.

Mi columna vertebral se puso rígida.

—Si no hubieras recibido una paliza, te daría un revés por ese comentario. —Arrojé
las bolsas de hielo a sus pies—. Te estaba trayendo esto, idiota.

Me volví para irme pisando fuerte, pero una mano me agarró del brazo y me detuvo.
Lívida, me volví hacia él.

—¿Qué?

Tristin suspiró.

—Lo siento. Me vendría bien un poco de ayuda para limpiarme los labios. No soy
bueno con la sangre.

Bueno, ¿no era este un giro interesante de acontecimientos?

—No lo sé. No estoy segura de poder confiar en mí misma para estar a solas contigo.
Podría estar obligada a caer de rodillas y chupártela. 56
Su boca se inclinó hacia arriba y siseó, llevándose un dedo al labio.

—No me hagas sonreír. Eso es simplemente cruel.

Pasé junto a él y entré en su habitación.

—Nada menos de lo que te mereces.

Aunque no podía recordar cómo se veía su habitación hace ocho años, tenía la
sensación de que también había pasado por un cambio de imagen reciente. El mobiliario
era masculino sin ser pesado, y los únicos colores eran el negro, el gris y un marrón
caramelo. Aparte de una bolsa de lona abierta en el suelo, no podía hallar una cosa que
pareciera personal. Nada que diera una pista de lo que le interesaba al Tristin adulto.

—Monótono, ¿no es así?

Me volví hacia él, tratando de no notar la forma en que los músculos de su espalda
se tensaron cuando se arrodilló para recoger la bolsa de hielo. Cuando se puso de pie,
mi mirada se desvió hacia su estómago, donde pude distinguir el contorno de un perfecto
conjunto de abdominales. Además de practicar palabras del SAT, debe haber pasado un
montón de tiempo en el reformatorio ejercitándose. Como mucho, mucho.

Me miró expectante y tuve que recordarme la conversación. Cierto. Su dormitorio.

—Supongo, ¿no se veía así hace dieciocho meses?

—Definitivamente no. Aparentemente, soy el destinatario de un cambio de imagen


extremo, edición de dormitorio, lo quiera o no.

—¿Tu papá está casado?

No podía creer que no hubiera pensado en hacer la pregunta antes. Eso era lo de
Vincent, era un casado en serie. Se había divorciado de la madre de Leo cuando Leo
aún era un bebé. Rápidamente la había reemplazado con la madre de Tristin. Y, en algún
momento, la había cambiado por la madre de Hayle.

Aunque Leo y Tristin eran los hijos biológicos de Vincent, había adoptado a Hayle,
cuyo padre había muerto años antes. Y, de alguna manera, Vincent había logrado
obtener la custodia total de sus tres hijos cuando los matrimonios con sus madres se
vinieron abajo. Oh, el poder del poderoso dólar... multiplicado por millones.
57
Mi madre habría sido su cuarta esposa, y supuse que ahora tendría que tener siete u
ocho.

—No. —Tristin vaciló—. En realidad, no se ha vuelto a casar desde tu mamá.

—¿De verdad? —Nunca hubiera esperado eso. Tal vez su papel en la muerte de
mamá, fuera lo que fuera, lo había alejado del matrimonio—. Entonces, ¿tu padre es
responsable de toda la remodelación?

—Oh, ya sabes lo que pasa con papá querido. Tiene que mantener la mansión en
perfecto estado. Además, contrata gente para hacer de todo. Dudo que haya estado aquí
desde que la rehicieron.

Buenos puntos, todos ellos. Y no dejé de notar el tono burlón que usó al referirse a
Vincent. Al parecer, no era la única que sospechaba del hombre.

Tristin entró en el baño adjunto y lo seguí. Aparte del kit de primeros auxilios abierto
sobre el mostrador, la habitación estaba impecable.

»¿Dónde me quieres?
Ignoré la sugestión de su tono y señalé la bañera, que tenía una gruesa repisa a su
alrededor.

—Ahí.

Después de lavarme las manos, seleccioné una gasa del kit y la empapé con agua y
jabón. Supuse que lo más importante era limpiar la herida. Después de eso, no tenía
idea.

Evitando mirar a Tristin a los ojos, limpié su corte antes de pasar a la sangre seca en
su rostro. Como el corte seguía sangrando un poco, le di una gasa nueva para que lo
sostuviera hasta que se detuviera.

»¿Quieres decirme qué pasa contigo y ese tipo Bodie? —pregunté mientras estiraba
mi mano por un lado buscando la toalla para envolver los paquetes de hielo en ella.

—Realmente no.

No me sorprendía, pero tampoco iba a dejarlo pasar tan fácilmente.

—¿Qué quiso decir sobre ti y su hermana?


58
Tristin no respondió, y sostuve el paquete de hielo fuera del alcance, esperando.
Ojos aguamarina destellaron en un profundo turquesa, pero si pensaba que estaría
intimidada, estaba equivocado. Las insinuaciones sexuales y las miradas no me
espantarían.

—Su hermana es la razón por la que estuve en el reformatorio.

Mi corazón dio un vuelco, mi mente regresó a ese lugar oscuro una vez más.
Necesitaba a escuchar la historia entera, por lo que podía dejar de volver allí. No era
justo para él, no hasta que supiera la verdad.

—¿Qué pasó?

Le entregué la bolsa de hielo envuelta y se la llevó a la mandíbula.

—Leo y yo íbamos a casa de una fiesta y ambos habíamos estado bebiendo. Pensé
que estaba mejor, así que insistí en conducir a casa. —Su mirada se elevó al techo—.
Ella caminaba por el lado de la carretera... y yo simplemente no la vi.
Ahogué un grito. Aunque la historia no iba donde temía, no había violencia
intencional contra una chica, todavía era mala. Manteniendo mi voz suave, pregunté:

—¿Y?

Sus ojos se encontraron con los míos, tan duros, fríos y hermosos como cristales.

—Y no sabían si volvería a caminar. De lo que he oído, que estaban equivocados


acerca de esa parte. Después de muchos meses de fisioterapia, está bien. Pero perdió su
beca de fútbol y un año completo de su vida por la lesión.

Abrí mi boca antes de darme cuenta de que no sabía qué decir. Aunque no estaba
de acuerdo con los métodos de Bodie, ahora entendía su necesidad de venganza. Las
tontas acciones de Tristin habían hecho más que llevarlo a la cárcel. Habían herido a
una inocente, cambiando su vida para siempre.

Aun así, era un error fácil de cometer. Tenía dieciséis años y actuaba como muchos
adolescentes imprudentes. Como le había dicho a Bodie, había cumplido su condena.
Pensar en el error no le haría ningún bien a nadie.

Porque eso es exactamente lo que había sido. Un error. Todos los cometíamos.
59
—Por eso dejaste que Bodie te pegara —dije en lugar de preguntar—. Porque
pensaste que te lo merecías.

Se encogió de hombros.

—Me lo merecía.

—Se acabó. No puedes seguir culpándote a ti mismo.

Tristin se levantó tan repentinamente que se paró directamente frente a mí antes de


que me diera cuenta de que se estaba moviendo.

—No pienses que sabes lo que mierda es ser yo. Nadie lo hace.

Incliné mi cabeza hacia arriba para mirarlo. No era el momento de darse cuenta de
lo molestamente atractivo que era, pero no podía evitarlo. No importaba lo mucho que
me frunciera el ceño, no podía ocultar su labio inferior lleno o su mandíbula cincelada
o sus largas pestañas que acentuaban esos magníficos ojos.
No basta con tener un exterior bonito, el interior también lo debe ser, pensé, una vez más
canalizando a tía Emmy.

—Bien. Pensé que podrías necesitar una amiga ahora mismo, pero obviamente
estaba equivocada. No te molestaré de nuevo.

Girando, salí de la habitación, deseando que no se oyeran los sonidos de mis


sandalias en sus pisos de madera dura. Arruinaban mi salida de otro modo ruda.

De pronto agotada, entré a mi habitación sin siquiera una mirada a los fiesteros de
abajo. En este punto, podrían continuar toda la noche por lo que me importaba.

Había estado aquí solamente unas pocas horas, y ya estaba harta.

Harta de intentarlo.

Harta de recordar.

Y harta de preocuparme por alguien más que por mí.

60
8
Thea
La mañana siguiente, me quedé en la cama el mayor tiempo posible. No estaba
preparada para afrontar el día ni para ninguno de los hombres de la casa. Ahora que
estaba aquí, no estaba segura de lo que esperaba de Leo, Hayle y Tristin. Pero
definitivamente no había sido conducir en estado de ebriedad, detención de menores,
fiestas salvajes, coqueteo y peleas.

Claramente, no había sido lo suficientemente imaginativa.

Después de escabullirme por el pasillo para ducharme, me paré frente al armario y


miré mi lamentable excusa de armario. No es que mi ropa hubiera sido tan buena para
empezar, pero lo había perdido todo en el tornado. Desde que había pasado el verano
trabajando en The Pizza Den, no había visto el sentido de comprar más que lo más
básico.
61
Pero ya no tenía opción. Iba a tener que soltar una buena parte de mi dinero
duramente ganado en ropa adecuada para el clima de Washington. A pesar de mi
insistencia en quedarme en Kansas el resto del verano para ocuparme de la granja, las
finanzas no estaban ni cerca de arreglarse. Los acreedores habían forzado la herencia de
la tía Emmy en sucesión, y por lo que el banco gestor me había dicho que era poco
probable que consiguiera mucho dinero, si es que algo, para cuando todas sus deudas
pendientes fueran pagadas.

Entonces, estaba sola. No era de extrañar.

Al menos ir de compras me daría una excusa para salir de casa por el día. Y, si tenía
suerte, podría escapar antes de encontrarme con Vincent.

Mientras me apresuraba por pasar la puerta cerrada de su estudio, sabía que estaba
solamente retrasando lo inevitable. Pero algo acerca de tener que verlo en esta casa,
donde lo escuché hablar sobre la muerte de mi madre, solo me hacía querer huir. Una
cosa era saber desde lejos que podría haber sido responsable de alguna manera. Otra era
estar de vuelta aquí, revivir ese terrible momento cada vez que deambulaba por estos
pasillos como el fantasma de hace ocho años.
En la planta baja, un grupo de gente vestidos en pantalones negros y poleras polo a
juego estaban en medio de la limpieza del desorden de la noche anterior. Por supuesto,
no se esperaba que los hermanos Sharpe recogieran después su desorden o el de sus cien
invitados. Tenían gente para eso.

Al detenerme en la cocina, encontré a Susan en medio de cortar verduras, su rostro


regordete sonrosado por el esfuerzo. Aunque su cabello corto se había aclarado de
parcialmente gris a completamente blanco, se veía casi exactamente igual que recordaba.

Tan pronto como me vio, dejó caer su cuchillo y rodeó la isla. Su paso era rígido,
como si luchara contra la artritis.

—¡Thea! Es tan bueno verte, cariño.

Me dio un abrazo y la dejé. Susan era una de las pocas personas en mi vida que solo
evocaba buenos recuerdos.

—A ti también —le dije mientras daba un paso atrás—. Gracias por la cena de
anoche, y el pastel de zanahoria estaba delicioso.

Sonrió cálidamente.
62
—Oh, de nada. Odié no poder prepararte una cena adecuada, pero ayer fue un día
un poco… único.

Puedes decir eso una vez más.

No queriendo mencionar el regreso de Tristin, pregunté:

—¿Organizan fiestas así a menudo?

—No tan a menudo como piensas. El señor Sharpe lo permitió ya que anoche voló
a Nueva York por negocios.

El peso del mundo se deslizó de mis hombros ante la noticia.

—¿Oh? ¿Se sabe cuándo va a estar de vuelta?

—Según su calendario, no hasta el lunes por la noche.

Me dejé caer en uno de los taburetes de la barra. Al parecer, había un Dios.


»¿Gustarías algo para desayunar? —Susan se dirigió al refrigerador y se dispuso a
empezar a retirar los ingredientes—. Puedo hacer un omelet o panqueques o lo que
quieras.

—Gracias, pero no quiero molestarte. No me importa una tostada o un yogur o lo


que sea.

Me regañó.

—No en mi turno, jovencita. No he tenido nada que hacer en toda la mañana ya


que los chicos todavía están durmiendo. ¿Qué tal una tostada francesa? Recuerdo que
siempre te encantó eso.

—Eso suena increíble —admití—. Pero déjame ayudarte.

Rio.

—Esa no es una oferta que escucho por aquí a menudo, así que seguro. Hay brioche
en la despensa, si quieres tomarlo.

En cuestión de minutos, estaba sentada de nuevo en la isla con un plato de doradas


rebanadas perfectas de tostadas francesas en frente de mí. Di un mordisco y contuve mi 63
gemido.

—No he comido tan bien desde que me fui de aquí.

—Estoy tan contenta de que te guste. —Dejó un bloc de notas frente a mí—. Anota
cualquier petición especial, y me aseguraré de conseguirlos cuando esté fuera. Bebidas,
snacks, comidas, lo que sea.

Mirando el papel, mi mente se quedó completamente en blanco. Estaba


acostumbrada a arreglármelas con cualquier cosa que hubiera en la casa. Ni siquiera
sabía qué pedir.

—Estoy segura de que todo lo que compras normalmente es genial. No soy exigente.

—Tiene que haber algo. ¿Qué tal algo para que te lleves a clases? —Se inclinó más
cerca—. No digas que dije esto, pero si no compro paquetes individuales de Teddy
Graham para Hayle, hace pucheros.

Me reí mientras recuerdos de un Hayle más joven comiendo las galletas con forma
de oso inundaron mi mente.
—¿Todavía los come?

Asintió.

—Religiosamente.

—Dime que Leo y Tristin tienen bocadillos secretos igualmente de vergonzosos.

—Tristemente no. Leo es muy sano, especialmente durante la temporada de fútbol,


y ya no estoy segura de lo que le gusta a Tristin.

Su expresión se puso seria ante la mención de Tristin, pero estaba demasiado


atrapada por lo que había dicho acerca del hermano mayor para quedarme ahí.

—¿Leo juega al fútbol? ¿Para Harbor U?

—Sí, es el mariscal de campo. ¿No lo sabías?

—No.

Pero ahora todo tenía sentido. Su actitud arrogante y hombros anchos y físico
musculoso eran todos signos. Sin mencionar a los muchachos voluminosos que se 64
alinearon detrás de él anoche, quienes probablemente formaban el resto de su equipo.

—Es bastante bueno. Tenía reclutadores observándolo durante toda la preparatoria.


Fácilmente podría haber jugado para una escuela de la División I.

—¿Por qué no lo hizo? —pregunté mientras tenía más bocados de tostadas


francesas. Joder, esto era bueno. Si no tenía cuidado, empezaría a ganar mucho peso.

—Quería permanecer aquí.

—Hmmm.

Ahora que lo pensaba, era extraño que él y Hayle hubieran decidido quedarse en
Moss Harbor. Aparentemente, Leo podría haber jugado al fútbol en casi cualquier lugar
que quisiera. Y, sabiendo que el historial académico de Hayle era excelente, sin duda
era material de la Ivy League.

Entonces, ¿qué los hizo quedarse aquí?


La Universidad de Harbor era una escuela suficientemente prestigiosa, pero no era
la mejor. Y un Sharpe fue educado para esperar y exigir lo mejor.

Ignorando las protestas de Susan, enjuagué mis platos y los puse en el lavavajillas.
De ninguna manera iba a permitir que me sirvieran.

—¿Qué tienes planeado para hoy? —me preguntó.

—Necesito ir a la ciudad y comprar ropa. Mi guardarropa es bastante escaso,


especialmente para el clima de aquí.

—Oh, ¿necesitas que Gerard te lleve?

La idea era tan absurda que me dieron ganas de reír. Una cosa era que me recogiera
en el aeropuerto. Pero de ninguna manera iba a permitir que me llevara los pocos
kilómetros a la ciudad para simplemente sentarse alrededor esperando por mí. No.

—Gracias, pero me llevaré mi bicicleta.

Miró hacia el cielo nublado.

—Pero va a llover. 65
Me encogí de hombros.

—Esto es Washington, lo que significa que probablemente solo habrá niebla.


Además, un impermeable es el primer elemento de mi lista.

—Pero, ¿cómo vas a traer tus compras a casa?

—Una mochila. De todos modos, necesito una para la escuela.

Puso las manos en sus caderas.

—Tienes una respuesta para todo, ¿no?

No pude evitar sonreír.

—Lo intento.

Susan se rio.

—Es bueno tenerte de vuelta.


No quería mentir y repetir la opinión, así que fui con un desvío en su lugar.

—Bueno, será mejor que me vaya, antes de que empiece a llover.

—Bien, querida. ¿Tienes un teléfono?

—Sí.

No mencioné que era uno de esos teléfonos baratos de prepago.

Escribió dos números en el papel que se suponía que debía usar para la compra.

—El de arriba es el de Gerard. No dudes en llamar si quieres que te recoja. Y el otro


es mío, por si necesitas algo hoy o cualquier otro día.

No lloraría... no lloraría... no lloraría.

Sin contar a Tobias, había pasado tanto tiempo desde que alguien había mostrado
ese tipo de preocupación por mí, que no sabía cómo reaccionar. Sí, era lindo, pero
tampoco quería acostumbrarme. Esta no era mi casa. No estaría aquí para siempre.

Metiendo el papel en mi bolsillo, le di las gracias a Susan y salí corriendo de la 66


habitación antes de ponerme en ridículo. Ella no entendería la razón de mis emociones
burbujeantes.

Haciendo mi camino fuera del lado de la puerta que conduce a la cochera, pasé un
Mercedes, una SUV Porsche, un Tesla, un Range Rover, y lo que pensé que podría ser un
Bentley. Todos eran negros, pero la pintura no era el negro promedio. Brillaba con
destellos metálicos en lo que parecía ser todos los colores en el arco iris. No estaría
sorprendida al descubrir que era un color personalizado exclusivo para los vehículos
Sharpe.

En la esquina de atrás, vi mi maltrecha bici amarilla en un estante con varias


bicicletas de carretera y montaña que parecían que nunca habían sido montadas.
Sacudiendo la cabeza, alcancé el manubrio y retrocedí. Inmediatamente sintiendo que
algo era diferente, inspeccioné la bicicleta y encontré dos neumáticos nuevos.

Gerard.

Tendría que recordar agradecerle la próxima vez que lo viera.


Tan pronto como pasé la puerta, pedaleé con fuerza, el viento azotando mi largo
cabello en mi cara. Aunque el sol se escondía detrás de las nubes y un fresco se aferraba
al aire, el frío era meramente vigorizante.

En mi vehículo, no importaba en qué dirección me dirigiera. La libertad estaba a mi


alcance. Todo lo que tenía que hacer era alcanzar y agarrarla.

La decepción me inundó cuando llegué a la calle principal de la ciudad y tuve que


reducir la velocidad. Aunque no me gustaba la idea de conducir en el tráfico, el límite
de velocidad era bajo y los conductores estaban acostumbrados a estar vigilantes por los
turistas que cruzaban las calles. Entonces, con suerte, no terminaría jugando un juego
mortal de esquivar a los conductores distraídos.

No tuve ningún problema para encontrar Nana’s Fashions, una tienda de ropa de
segunda mano que había investigado en línea antes de salir de casa. Teniendo en cuenta
todos los estudiantes universitarios afluentes en la ciudad, estaba apostando a que la
tienda tenía una buena selección de ropa y accesorios usados en buen estado dentro de
mi escaso presupuesto.

Una campana sonó sobre la puerta cuando la abrí y una voz humeante llamó desde
la parte de atrás: 67
—Mire a su alrededor y avíseme si necesita ayuda con algo.

—Gracias.

Aparte de una chica mirando en la esquina, estaba sola. Exactamente como me


gustaba.

No me tomó mucho tiempo reunir un montón de blusas, sudaderas con capucha,


jeans y faldas de mi talla. Nunca tuve la libertad de ser exigente con la ropa. Siempre
que fuera de un color sólido, preferiblemente negro, y me quedara, estaba bien.

Haciendo mi camino al único vestidor en la parte posterior de la tienda, una voz no


tan llena de humo dijo:

—Vaya, vaya. ¿Estás buscando comprar la tienda entera?

Me volví para encontrar a la otra clienta mirándome, con la boca en una media
sonrisa. Tenía ojos verdes brillantes y cabello rubio hasta los hombros con una capa de
color rosa intenso en un lado. A primera vista, parecía varios años más joven que yo.
Pero rápidamente me di cuenta de los jeans salpicados de pintura y la parte superior
arrugada que cubría su pequeño cuerpo eran responsables de su apariencia juvenil. En
realidad, era probablemente alrededor de mi edad.

—Todavía hay un montón de franela en el frente —respondí secamente—. Eres


bienvenida a tener todo el estante.

Se rio abiertamente.

—Me veo bastante bien en franela, así que podría echar un vistazo.

—Bien por ti.

Di otro paso hacia el vestidor, pero me detuve cuando preguntó:

—No eres de por aquí, ¿verdad?

Suspiré.

—¿Qué me delató?

—Sobre todo el hecho de que sé que no eres una local, y ninguna de esas perras de
Harbor U sería atrapada muertas comprando aquí. 68
—Escuché eso, Petra —gritó la voz humeante desde atrás.

—No me importa —respondió la chica peculiar en un tono de canción.

—¿Petra? —No pude resistirme a preguntar. Era un nombre inusual.

Puso los ojos en blanco.

—Podrías preguntarle a mi madre qué estaba fumando cuando me nombró, pero se


fue hace años.

Problemas de mamá. Podría relacionarme.

—Me gusta. Es único.

—Ahora que conoces el mío, debería probablemente saber el tuyo.

—Thea.

Sus ojos se agrandaron.


—Oh, oh, oh. Por favor, dime que es la abreviatura de Theodosia. Soy una Hamilfan
total.

Inmediatamente reconociendo la referencia a una canción en el musical, Hamilton,


negué con la cabeza.

—Tristemente no. Es la abreviatura de Dorothea.

Hizo una mueca.

—Menos mal que tienes un apodo incorporado.

—Cuéntame sobre eso.

Cambié la ropa en mis brazos, y Petra se disparó hacia mí, tomando la mitad de mi
carga.

—Aquí. Vamos a llevarte al vestidor con tu botín.

—¿Trabajas aquí?

—Diablos, no —dijo mientras empujaba la ropa colgada en varios ganchos—. Este 69


es el lugar de mi abuela, y ya es bastante malo vivir con la vieja bruja. No podría soportar
trabajar con ella también.

—Escuché eso —gritó la voz humeante, y me reí entre dientes.

Estas dos eran bastante un par, y ni siquiera había conocido a la abuela todavía.

Petra puso los ojos en blanco una vez más.

—Se suponía que debías.

Después de salir del pequeño vestidor, me quité la ropa y agarré el primer par de
jeans y la camiseta que vi.

—Entonces, ¿qué estás haciendo en Moss Harbor? —preguntó la habladora a través


de la cortina corrida.

Deseando poder ver su expresión, contesté:

—Comienzo en Harbor U el lunes.


—Bieeen. —No hacía falta ser un detective para identificar la duda en su voz—.
Entonces, eres una estudiante becada.

—De cierta forma. —Particularmente, no quería admitir mi relación con Vincent


Sharpe. Petra no parecía el tipo de chica que se impresionara por mi conexión con el
hombre más rico de la ciudad.

—Yo también, en realidad.

—¿Oh? —Le di un tirón abriendo la cortina—. Por lo tanto, ¿te hace una de esas
perras que no se atreven a comprar aquí?

Sus ojos brillaron.

—Ni siquiera cerca. Me las arreglé para conseguir una de las codiciadas becas
reservadas para los residentes de Moss Harbor. No pude rechazar exactamente la
matrícula gratuita.

—Sé lo que quieres decir.

Fue la segunda mejor razón para aparecer aquí en primer lugar.


70
Evaluó mi atuendo con ojo crítico.

—Eres totalmente una de esas chicas que se ve bien en todo, ¿no? Si no estuviera
decidida a ser amigas, te odiaría.

Me quedé mirando a Petra, sin tener idea de qué pensar de ella. Otras chicas, en
particular, siempre me habían dado esa vibra de “no eres bienvenida aquí” cuando
aparecía en una nueva escuela. Aunque había pasado los últimos ocho años en el mismo
lugar, nunca había hecho una mejor amiga en Kansas. No había parecido que valiera la
pena cuando las murmuraciones y los chismes entre “amigos” eran la norma,
especialmente en un pueblo pequeño donde todos estaban constantemente metidos en
los asuntos de los demás.

—Ni siquiera me conoces.

Se encogió de hombros.

—Sé que llegaste en una bicicleta amarilla en lugar de en un Beamer nuevo, lo que
significa que no eres la típica mocosa de Harbor U. Obviamente tienes buen gusto en las
tiendas de ropa. Y tu nombre es genial. ¿Qué más necesito saber?
Solo todo. Por otra parte, no le iba a mirar los dientes a un caballo regalado. Sería
bueno conocer a una persona en el campus cuyo apellido no fuera Sharpe.

Volví a cerrar la cortina y levanté la parte superior por encima de mi cabeza.

—¿Alguna posibilidad de que me consigas un descuento para un amigo de la


familia?

—No —gritó la abuela. Diablos, debe tener una audición excelente.

—No te preocupes —susurró Petra desde afuera—. Te ayudaré.

—Entonces, considérame tu nueva mejor amiga.

71
9
Thea
Después de intercambiar números de teléfonos con Petra y detenerme por la tienda
local de suministros de arte, decidí que era tiempo de regresar a la casa. ¿Mansión?
¿Palacio? No sabía qué demonios llamarla, pero me di cuenta que referirme a la morada
de los Sharpe como una casa simplemente parecía mal.

Aunque había encontrado una mochila en Nana’s Fashions, Susan tenía razón. No
había forma de que pudiera poner dentro ni siquiera una cuarta parte de la ropa y los
zapatos que había encontrado. Entonces, dejé mis compras atrás y le envié un mensaje
de texto a Gerard preguntándole si podía recogerlas la próxima vez que saliera.

Me sentí culpable de aumentar su carga de trabajo, pero al menos no sería una


solicitud regular. Ir de compras era algo que solo hacía cuando era absolutamente
necesario. Y la ropa que había comprado hoy debería ayudarme a superar los primeros 72
meses de clases.

Afortunadamente, me había acordado de tomar mi nueva chaqueta para la lluvia


que probablemente no se había usado más de unas pocas veces. En el momento en que
salía de la tienda de arte, estaba lloviznando y el cielo parecía simplemente esperar a que
saliera para abrirse.

Me apreté la capucha y pedaleé con fuerza, decidida a vencer el embate de la lluvia.


Pero un logo familiar me llamó la atención y me detuve abruptamente.

Compañía Naviera Sharpe.

La raíz de la fortuna de Vincent Sharpe, y si tuviera que adivinar, su único amor


verdadero. De lo que recordaba, su padre había sido propietario de una empresa
petrolera local, pero Vincent había estado determinado en crear su propio legado. Había
invertido su fondo fiduciario en una empresa naviera en quiebra y finalmente tomó el
control de ella.

Ahora, era el hombre más rico de Moss Harbor y probablemente uno de los más
exitosos del estado.
No es de extrañar que sus hijos fueran un desastre. Tenían un padre que estaba
casado con su negocio y más dinero, privilegios y adoración de los que se podía esperar
que manejara cualquier joven. Sin mencionar su falta de supervisión materna. Quién
sabía dónde estaban sus madres, o si estaban involucradas en la vida de sus hijos.

Al mirar varios de los enormes barcos en el astillero, negué con la cabeza. El negocio
parecía estar en auge. Supongo que no debería pasar demasiado tiempo preocupándome
por el importante cheque de matrícula que lleva mi nombre. Vincent podía permitírselo.

Cuando comencé a pedalear de nuevo, las gotas se convirtieron en gruesas gotas de


lluvia. En cuestión de minutos, estaba empapada hasta los huesos y luchaba por incluso
ver a través del fuerte aguacero. Un bocinazo sonó detrás de mí, y observé la SUV Porsche
que había visto en el garaje pasar de mí y girar en la unidad privada Sharpe.

El que estaba conduciendo esperó hasta que lo hubiera alcanzado para abrir la
puerta y conducir a través de esta. Cuando por fin llegué al garaje, Hayle estaba de pie
contra la pared junto al portabicicletas, con una sonrisa de suficiencia en el rostro. Su
pelo casi negro estaba despeinado, como si hubiera simplemente rodado fuera de la
cama, y llevaba una sudadera negra y una camiseta color carbón que se amoldaba a su
delgado físico.

Odiaba admitirlo, pero el look le funcionaba.


73
—Podrías haber tomado prestado uno de nuestros coches. —Movió un brazo para
abarcar la flota en el garaje—. Tenemos algunos para elegir.

Sí, como si fuera a pedir algo prestado que cuesta más de lo que algún día ganaría,
¿qué? ¿De dos a tres años? Suponiendo que lograra obtener un título universitario.

Estacioné mi bicicleta y dejé caer mi mochila empapada al suelo.

—Tal vez no lo hayas notado, pero ya no soy amiga de ustedes.

Me quité la chaqueta y me sentí aliviada al descubrir que mi blusa debajo todavía


estaba seca. Pero eso fue lo único que permaneció así. Mi capucha se había aflojado en
algún momento, y me retorcí el cabello. El agua goteaba sobre mis zapatillas, pero no
me importó. Ya estaban empapadas hasta el punto de chirriar contra el suelo del garaje
cuando caminaba.

Cuando Hayle no respondió, lo miré. Su mirada vagaba por mi cuerpo y no tenía


idea de lo que estaba pensando. ¿Estaba disgustado por mi apariencia desaliñada? ¿O
estaba más interesado en la forma en que mis pantalones cortos se pegaban a mis muslos?
No podía distinguirlo, y, sinceramente, no estaba segura de lo que prefería. Era un
cincuenta-cincuenta, a este punto.

—¿A dónde fuiste? —preguntó, y agradecí el cambio de tema. Mi amistad, o la falta


de ella, con los hermanos Sharpe era un tema que no me gustaba mucho.

—A comprar ropa.

Lanzó una mirada dudosa a mi mochila.

—Por ropa, ¿te refieres a tangas de encaje, preferiblemente negras? Porque no estoy
seguro de qué más encajaría allí.

Puse los ojos en blanco.

—No, son solo mis materiales de dibujo. —Si sobrevivieron a la tormenta—. Gerard
está recogiendo mi ropa. Y realmente no necesitaba conocer tus preferencias de ropa
interior.

Su sonrisa volvió.

—¿Estás segura de eso? Es buena información para tener a mano. 74


Pensé en la chica en la que había tenido sus manos anoche.

—Guárdalo para tus admiradoras.

—¿Admiradoras? Creo que me habrás confundido con Leo. Él es el que tiene


escuadrones completos de porristas tratando de meterse en sus pantalones.

Y lo más probable es que tuvieran éxito.

—No lo sé. Te veías muy cómodo con una chica en la pista de baile.

Si no me equivocaba, sus mejillas se enrojecieron.

—Esa es Kelsey. Te la habría presentado, pero desapareciste noche. Y esta mañana.

Esta mañana... Supongo que la había dejado después de una fiesta de pijamas. Qué
amable.

—¿Novia? —pregunté con un tono burlón que no sentí del todo. No importa lo que
haya pasado, y lo que no, entre nosotros durante los últimos ocho años, había una
pequeña parte de mí que todavía pensaba en él, Tristin y Leo como míos. Era ridículo y
lo odiaba, pero estaba ahí.

—Sí. Desde finales del año pasado. Ella es bastante genial.

Hmmm. Me gustaría tratar de mantener mi juicio hasta que, de hecho, conociera a


esta Kelsey “bastante genial”.

—Tengo muchas ganas de conocerla —mentí, ya que la idea me revolvía el


estómago.

Necesitaba aclarar mi cabeza. Hayle no era mi novio. Ni siquiera era mi amigo.


¿Qué me importaba si tenía novia?

No lo hacía.

No podía.

Y eso era todo.

Lista de esta conversación, recogí mi mochila y me dirigí hacia la casa, mis zapatillas
mojadas sonando casi como uñas sobre una pizarra. Seguro sabía cómo hacer una salida. 75
En el interior, la casa estaba libre del grupo de limpieza, y nunca sabrías que había
habido una fiesta universitaria estridente aquí hace menos de doce horas. Sin embargo,
el sonido de una discusión que me llegó, me recordaba demasiado a la de anoche.

Incapaz de resistir, seguí las voces profundas hasta la cocina y me quedé en la puerta.
Los hermanos estaban uno frente al otro. Si bien la expresión de Leo era una
combinación confusa de enojo y dolor, la de Tristin estaba completamente en blanco.
Cualquiera que fuera la razón de la pelea, no era suficiente para irritarlo.

Leo se pasó una mano por el cabello, que se levantó perfectamente sin lucir
puntiagudo.

—No podemos seguir así para siempre.

—¿No podemos? —preguntó Tristin, todavía sin lucir afectado, aunque su discurso
parecía ser un poco deteriorado debido de su labio hinchado.

—No. Vivimos en la misma casa. Vamos a la misma escuela. Jugamos en el mismo


equipo.
Tristin dejó escapar una carcajada.

—¿Qué diablos te hace pensar que voy a jugar al fútbol?

—Siempre hemos jugado juntos.

—No en los últimos dieciocho meses, ¿o ya lo has olvidado?

Leo bajó la barbilla.

—No he olvidado una maldita cosa. No es como si me hubieras dejado olvidar.

Tristin cerró su mano en un puño, y fue entonces cuando Hayle entró en la


habitación de detrás de mí.

—Bueno, bueno, hermanos. Nunca hubiera esperado entrar para encontrarlos a


ustedes dos peleando. —Sarcasmo, claramente.

Miraron en nuestra dirección, y no me perdí la forma en que los ojos de Leo se


centraron en mis pantalones cortos ceñidos. En serio, necesitaba un cambio de ropa.

Tristin, por otro lado, simplemente me frunció el ceño. 76


—Escuchar a escondidas no se está volviendo una cualidad.

Me encogí de hombros.

—No es como si ustedes dos estuvieran tratando de estar callados. Y, como no soy
Elizabeth Bennet, no me preocupa particularmente si mi comportamiento se está
volviendo bueno o no.

—Debes referirte a Jane, porque Elizabeth tampoco estaba tan preocupada.

—¿Están realmente debatiendo los personajes de Jane Austen? —preguntó Hayle,


su tono desconcertado—. ¿Ahora?

Leo se rio entre dientes.

—Retiro lo que dije acerca de que pasaste todo tu tiempo en el reformatorio


practicando palabras del SAT. Aparentemente, también aprendiste a leer romance.

Tristin dio un paso amenazador hacia su hermano mayor.


—Por favor, sigue juzgándome por lo que estuve haciendo mientras estuve
encerrado. Te reto.

Santa mierda. Había suficiente animosidad exudando de él para alimentar un arma


nuclear.

Me moría de ganas de preguntar qué demonios estaba pasando con estos dos, pero
sabía que otra palabra probablemente conseguiría que me echaran fuera de la habitación.
Por lo tanto, presioné mis labios juntos y esperé.

Leo no retrocedió físicamente, pero vi el momento en que se dio por vencido. Sus
anchos hombros se hundieron y su rostro se relajó en algo que casi parecía una súplica.

—Lo siento, Tin. ¿Cuántas veces puedo decir eso?

—Dilo tantas veces como quieras. No hará la diferencia.

—Entonces, ¿qué quieres de mí? —Se pasó una mano por el cabello de nuevo, esta
vez aplanando el frente—. No sé qué hacer.

Hayle se interpuso entre ellos.


77
—Quizás ustedes dos deberían guardar esta conversación para más tarde. —Lanzó
una mirada obvia en mi dirección—. En privado.

Tal vez me hacía una perra entrometida, pero ahora realmente quería saber lo que
estaba pasando. Podía entender que ya no fueran tan cercanos después de tanto tiempo
separados. Pero esto era algo más. Mucho más.

—¿Qué? —preguntó Tristin, su boca se curvó en una media sonrisa—. ¿Tienes


miedo de que Thea descubra lo realmente cariñosa y solidaria que es mi familia?

Hayle levantó las manos en señal de rendición.

—No te vuelvas contra mí ahora. Esto es entre tú y Leo.

—Bien, porque tú y papá son completamente inocentes. —Tristin abría y cerraba


ambos puños—. Ustedes dos se apartaron y dejaron que me encerraran durante un año
y medio, pero eso no importa. Todavía pueden ser los buenos.

—Basta —escupió Leo—. Hayle tiene razón. Esto es entre nosotros dos. Déjalo a él
y a papá fuera de esto.
—No me digas qué hacer. Perdiste ese derecho hace mucho tiempo.

Leo avanzó hacia Tristin antes de rugir:

—¡Nadie te pidió que asumieras la culpa por mí!

78
10
Thea
Las palabras de Leo resonaban en la habitación ahora en silencio, y yo solo… los
miré boquiabierta.

¿Tristin había caído por Leo? ¿Por eso había pasado los últimos dieciocho meses
encerrado en un reformatorio? ¿Y esa era la razón de toda su hostilidad?

Leo había sido el que conducía. Condujo borracho y atropelló a la hermana de


Bodie, haciendo que su vida fuera mucho menos de lo que podría haber sido. Y, por
alguna razón insondable, Tristin se había convertido en la parte culpable.

Se había sacrificado por su hermano y no había resultado mejor por ello. El tiempo
en la correccional lo había cambiado. Eso estaba claro.

Santa mierda no empezaba a cubrirlo. No es de extrañar que estos dos tuvieran


79
problemas.

—Entonces, recuerdas lo que sucedió esa noche. —La boca de Tristin se torció en
una sonrisa similar a una mueca—. Estaba empezando a preguntármelo.

Leo plantó sus manos en la barra y se inclinó hacia adelante.

—No saques esa mierda conmigo. ¿Sabes cuantas veces traté de verte y te negaste?

—No, pero estoy seguro de que me lo dirás.

—Veintitrés. —Dio un puñetazo en la encimera y los platos traquetearon—. Te


visité veintitrés veces, y tú me despedías cada maldita vez.

Tristin no se inmutó ni pareció reaccionar ante el arrebato de su hermano.

—Lo siento mucho. Ese viaje de treinta kilómetros debe haber sido muy duro para
ti.
—Ese no es el punto. —Leo se apartó de la barra y comenzó a caminar—. Por
supuesto, recuerdo lo que pasó esa noche. Me persigue todos los malditos días. Me odio
a mí mismo por dejarte cargar con la culpa. No pensé que iba a ir tan lejos. Pensé...

—¿Pensaste qué? —gritó Tristin, finalmente mostrando una pizca de emoción—.


¿Qué pensaste que pasaría?

—Pensé que los abogados de papá se ocuparían de eso. Tenías solo dieciséis años.
Pensé que recibirías una palmada en la muñeca y tal vez un servicio comunitario o algo
así. No pensé que tú…

Tristin se lanzó hacia adelante y agarró a Leo por el cuello de su polo.

—Casi matas a Violet.

—Lo sé. —Las palabras resonaron en el pecho de Leo, sentidas y llenas de


contrición.

Él y Tristin se miraron el uno al otro, sus rostros separados por meros centímetros,
y deseé poder leer sus mentes. Probablemente esto era lo más cerca que habían estado
en más de dieciocho meses. Y, en algún lugar más allá de todo el tiempo, el alejamiento,
la culpa y el resentimiento, aún se amaban. Podía sentirlo incluso si ninguno de ellos
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podía verlo ahora.

Los segundos pasaron lentamente hasta que Tristin finalmente soltó el cuello de Leo
y dio un paso atrás.

—No importa lo que quieras, las cosas no volverán a ser como solían ser. No voy a
ser tu mejor amigo o jugar fútbol contigo o ser tu compañero de parranda. Ya terminé
con todo eso.

Leo lo estudió por unos momentos, sus labios apretados con fuerza. Luego, dijo:

—Lo entiendo. Pero no me voy a ninguna parte. Ya no necesitas cuidarme la


espalda, pero siempre voy a cuidar la tuya.

Sin una mirada hacia mí, o hacia Hayle, salió de la habitación, dejando un silencio
incómodo en su estela.

Hayle finalmente se acercó al refrigerador.


—¿Puedo darle una cerveza a alguien? Sé que podría utilizar una, o tres, después de
eso.

Aclaré mi garganta.

—No, gracias.

Tristin se giró en mi dirección, como si hubiera olvidado que estaba allí. Su


expresión rápidamente se transformó de blanco a amenazante, y sus largas piernas se
comieron la distancia entre nosotros en un abrir y cerrar de ojos.

—Será mejor que no repitas nada de lo que has oído. ¿Me entiendes?

Su postura me recordaba a la que había utilizado en Leo minutos antes, aunque


mantuvo sus manos a los costados en lugar de elevarlas a agarrar mi blusa. Claramente,
destinada a ser intimidada.

Mi ritmo cardíaco y mi respiración se aceleraron, pero no por miedo. Con sus ojos
de color aguamarina parpadeando en mí, sus hombros tirados hacia atrás, y su
mandíbula magullada en conjunto, se veía como un jaguar a la espera de saltar.

Y me puso caliente por todas partes. 81


Una pequeña y masoquista parte de mí quería empujarlo. Para ver qué haría. Para
presenciar la liberación de toda esa rabia reprimida, en cualquier forma que tomara.

Pero ahora no era el momento.

Entonces, dije la verdad.

—Nunca diría nada.

Para bien o para mal, Tristin había tomado su decisión y había pagado el precio. Ya
estaba hecho, y nadie fuera de esta casa necesitaba saber qué sucedió realmente. En este
caso, la verdad no ayudaría a nadie. Ya no.

Su mirada permaneció fija en la mía por más tiempo de lo que normalmente se


consideraba apropiado, pero me negué a apartar la mirada primero. Si no lo había
descubierto ya, no tenía ninguna intención de dejarme empujar. Ni por él, ni por sus
hermanos, ni siquiera por su padre.
Pareciendo tomarme la palabra, pasó a mi lado, siguiendo la misma ruta que Leo
había tomado. Sacudida, solté lentamente una respiración entrecortada. No debería
dejar que me afecte de esa manera. Pero mis defensas estaban bajas cuando se trataba
de Tristin. Estaba herido, y la Thea que había sido hace tantos años quería arreglarlo de
inmediato.

—No iría allí, si fuera tú.

La voz de Hayle me sacudió fuera de mi ensoñación, y levanté la mirada hasta hallar


que me observaba mientras levantaba una botella de cerveza a sus labios.
Aparentemente, nadie estaba particularmente preocupado por el consumo de alcohol de
menores de edad en esta casa.

—No sé a qué te refieres.

Rio.

—Correcto. Tú y Tristin no estaban follándose con la mirada. Me lo estaba


imaginando todo.

El calor amenazaba con infundirme las mejillas, pero yo, con suerte, mantuve el
sonrojo a raya.
82
—Lo estabas imaginando. Estoy bastante segura de que me odia tanto como parece
odiar a todos en este momento.

Hayle se sentó en un taburete de la barra con un suspiro.

—No estoy seguro de que sea tanto odio como amargura. No sabía en lo que se
estaba metiendo cuando se echó la culpa, y no estoy seguro de que alguna vez vaya a
recuperarse plenamente de dar tanto de su vida.

—¿Por qué lo hizo?

No me gustaba particularmente ser entrometida, pero no pude encontrar en mí para


desperdiciar esta oportunidad para obtener más información. Si Hayle estaba dispuesto
a hablar, ¿quién era yo para detenerlo?

Tomó otro trago largo de su cerveza antes de hablar.

—No estaba allí, pero de los relatos de Leo de esa noche, fue una decisión
espontánea por parte de Tristin. Justo cuando la policía se mostró, le dijo a Leo que lo
dejara hablar. Y, antes de que Leo tuviera la oportunidad de averiguar qué estaba
tramando, Tristin les estaba contando cómo había sido él quien conducía.

Negué con la cabeza.

—Eso no tiene sentido.

Me miró mientras se apartaba un mechón de cabello casi negro de la frente.

—Lo hace cuando se tiene en cuenta que el decimoctavo cumpleaños de Leo fue el
mes anterior.

—Oh, Dios —jadeé.

Hayle tenía razón. Tenía todo el sentido del mundo cuando esa información se
agregaba a la mezcla. Leo habría ido a la cárcel. Habría perdido la universidad, el equipo
de fútbol, todo. Y Tristin había sido lo suficientemente inteligente como para saberlo.

—Arrestaron a Tristin, y Leo inmediatamente llamó a papá y le contó lo sucedido.


—Comenzó a quitarle la etiqueta a su cerveza—. Papá fue el que convenció a Leo para
que no se delatara.
83
Mi garganta ardía con demasiadas emociones que procesar. Pero una en la que no
tenía problema en aferrarme era mi disgusto por Vincent maldito Sharpe. ¿Qué tipo de
padre permitía que un hijo se sacrificara por otro hijo, menor o no?

Claro, Tristin y Leo finalmente habían tomado sus propias decisiones, pero eso no
excusaba a su padre. Que se supone que debe mejorar la vida de sus hijos, y desde donde
yo estaba, era todo tipo de fracaso.

Vincent ni siquiera había mostrado su rostro todavía, y ya quería golpearlo. Eso


decía mucho, porque la violencia no era lo mío. Sabía que probablemente terminaría
con una mano rota, y en este momento, eso ni siquiera era una disuasión.

Ocho años de ira y sospecha se agitaron dentro de mí, anhelando liberarse, y esta
nueva información no estaba ayudando. Los secretos de Vincent Sharpe se estaban
acumulando casi tan rápido como su dinero en efectivo.

—Tu padre es todo un personaje.

Debe haber detectado la acritud en mi voz, porque la expresión de Hayle se volvió


incrédula.
—No fue su culpa. No estaba bebiendo ni de fiesta esa noche. No atropelló a Violet
ni obligó a Tristin a asumir la culpa.

—No, pero seguro no hizo las cosas mejor siguiendo la historia.

La boca de Hayle se apretó.

—Nadie esperaba que Tristin recibiera una sentencia tan dura.

¿Y qué? ¿Vincent se olvidó de pagarle al juez?

Tenía tantas ganas de decir eso en voz alta, pero podía decir que nada de lo que
dijera cambiaría la opinión de Hayle. Era un poco irónico. Él era el adoptado; sin
embargo, parecía el más decidido a defender a su padre. ¿Cómo había sucedido eso?

Era algo para explorar después. Por ahora, no podía arriesgarme a enemistarme con
Hayle. Ya había cabreado a Tristin, y Leo era un comodín. Más allá de coquetear, no
estaba segura de si tenía algo que ofrecer. No cuando se trataba de desentrañar los
secretos de los Sharpe.

Me acerqué a la isla y me incliné contra el mostrador junto a Hayle.


84
—Escucha, entiendo que estás en medio de todo esto, y eso apesta. No puedo evitar
preguntarme por qué este conflicto entre Tristin y Leo se ha prolongado durante tanto
tiempo. ¿Por qué nadie ha intervenido y mediado?

Se rio entre dientes.

—Somos una familia de hombres, ¿no es esa explicación suficiente?

—No. —No creía en toda esa mierda de “los hombres no tienen habilidades de
comunicación”. Tenían la habilidad. Simplemente necesitaban el deseo—. No necesitan
una mujer para arreglar esto.

Hayle volvió a hurgar en la etiqueta de su cerveza.

—Ya sabes, Thea. Ya no somos una familia de hombres. Quizás papá te trajo aquí
por algo más que Harbor U.

Cuando levantó su profunda mirada marrón, la mía se alejó. Mi ropa mojada de


repente se sintió más pesada y pegajosa. Sofocante.
—No sé a qué te refieres —mentí.

—Sí, lo haces. Los tres nunca nos llevamos mejor que cuando vivías con nosotros.
Quizás no necesitemos una mujer. Quizás te necesitemos a ti.

Negué con la cabeza.

No. De ninguna manera.

No era por eso que estaba aquí. Los hombres Sharpe habían hecho sus camas, y si
querían acostarse en ellas, diablos, si querían revolcarse en ellas como cerdos en el barro,
estaba bien por mí.

El hecho de que tuviera curiosidad por todo el ambiente no significaba que tuviera
algún interés en ponerme en medio de él. Hayle, Leo y Tristin ya no eran mis amigos.
No tenía obligaciones con ellos.

No era una buena bruja que mágicamente podía hacer que todo estuviera bien. Iban
a tener que resolver esto por su cuenta y dejarme fuera de ello.

Agarré mi mochila desde el suelo, me dirigí fuera de la cocina, diciendo por encima
del hombro.
85
—No va a suceder, Hayle.

Luego, me dirigí a mi habitación tan rápido como mis pies me llevaban sin
realmente correr. Esta vez ni siquiera me detuve frente a la puerta del estudio ni la miré.
Todo lo que me importaba era estar sola.

Una vez que me había puesto ropa seca, me senté en la cama con mi nuevo cuaderno
de bocetos y lápices de dibujo. Eran un lujo, pero después de solo un día en Moss Harbor,
sabía que necesitaba la salida.

Durante una década en la que mi madre me arrastró de un estado a otro, seguida de


años de monotonía en Kansas, el arte fue mi única constante. Nunca había sido buena
expresando mis sentimientos. Como le gustaba decir a Tobias, yo era tan remota como
la Antártida. Y probablemente tan fría, aunque nunca había dicho tanto.

Entonces, dibujé mis sentimientos en su lugar.

Había pasado una hora cuando finalmente dejé mis lápices y me senté a estudiar mi
creación. Un hombre leonado de pie, llenando su uniforme de fútbol como si hubiera
nacido para usarlo. Su melena estaba llena, con mechones claros entrelazados a través
de la oscuridad.

En una mano, agarraba su casco con un solo dedo, mientras que, en la otra, sus
garras se clavaban en un balón de fútbol, pinchándolo. Tenía la cabeza gacha y los ojos
cerrados.

Era la imagen de la derrota.

Era Leo.

86
11
Leo
Me estacioné detrás del edificio mediocre, la unidad de aquí nada más que un
borrón. No es que me sorprendiera. Había tomado esta misma ruta tantas veces durante
los últimos años, era instintivo. Mi cuerpo tenía una tendencia a llevarme aquí antes de
que mi cerebro se molestara en ponerse al día.

Saltando de mi Range Rover, corrí alrededor del edificio hasta la entrada y levanté
una mano hacia el recepcionista sin molestarme en mirar en su dirección. Era sábado,
lo que significaba que el viejo Quincy estaba allí, viendo a través de una revista y
comiendo sobras de rosquillas de esta mañana.

Esa era una de las cosas que más me gustaba de este lugar; era predecible. Sabía
exactamente lo que me esperaba.

Dirigiéndome directamente al vestuario, ni siquiera noté el familiar olor a sudor


87
rancio mientras cambiaba mi ropa de calle por pantalones cortos, una sudadera con
capucha sin mangas y zapatos para correr. Dejaba varias mudas de ropa en mi casillero
para ocasiones como esta... cuando me encontraba aquí sin tomar una decisión
consciente.

Después de envolverme las manos, seleccioné un par de guantes de boxeo y regresé


a la sala principal.

—Hola, Leo —llamó Dan desde la esquina opuesta, él era uno de los clientes
habituales del gimnasio—. ¿Estás buscando un compañero de entrenamiento?

—Hoy no —respondí sin tener que pensar en ello.

La mayoría de los días, una ronda o dos en el ring era exactamente lo que recetó el
médico. No se trataba de violencia. Se trataba de disciplina y atletismo. Se trataba de
ganar confianza y sufrir pérdidas. Se trataba de paciencia y habilidad. Y, sí, a veces era
simplemente divertido aterrizar ese perfecto centro de derecha.
Pero este no era uno de esos días. No estaba aquí para dominar mi forma de detener
un golpe. Estaba aquí para permitir salir algo del vapor construyéndose dentro de mí,
como si lo necesitara para operar un tren de la longitud de la Costa Oeste.

Hoy, se trataba de brutalidad. Se trataba de dolor. Y seguro que se trataba de olvidar.

Dan asintió con la cabeza antes de volver a ver a dos hombres en medio de un
encuentro amistoso. Pasé por alto las bolsas de velocidad que colgaban del techo, yendo
directamente hacia las pesadas. Varias personas me saludaron mientras pasaba, pero no
hice más que un guiño a cambio. Mi enfoque estaba en una cosa: La voluminosa bolsa
negra suspendida frente a mí.

Después de la sesión de estiramiento más rápida con la que podía salirme, me puse
mis guantes y apreté las correas. Entonces, fui directo a ella. No necesitaba música ni un
discurso motivador para ponerme de humor. Ya estaba allí.

Puños rectos, altos y bajos, y patadas frontales.

No me digas qué hacer. Perdiste el derecho hace mucho tiempo.

Ganchos y patadas giratorias.


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¿Entonces, recuerdas lo que sucedió esa noche?

Ganchos y rodillas.

¿Qué pensaste que pasaría?

Golpes de potencia y velocidad.

Casi matas a Violet.

Golpes de nocaut.

No voy a ser tu mejor amigo...

Patadas de izquierda a derecha.

He terminado...

Ronda tras ronda, seguí sin interrupciones. Puñetazo y golpes cruzados. Patada.
Golpe nocaut. Todos se mezclaron mientras las palabras de Tristin daban vueltas en mi
cabeza. Teniendo en cuenta que él había estado esperando más de un año para decirlas,
podrían haber sido mucho peores. Pero eso no significaba que no dolieran.

Porque todo lo que dijo era verdad.

Todo volvía a esa noche.

Una fiesta. Dos tragos de más. Tres vidas arruinadas. Y más errores de los que
podría compensar.

Tristin estaba tan seguro de que su vida y la de Violet eran las únicas que había
jodido. Pero él no entendía, nunca podría comprender, lo que la cobardía le hacía a un
hombre. Se hundía profundamente, royendo piel y huesos hasta que no quedaba nada.

Para el mundo, yo era Leo Sharpe, el mariscal de campo estrella y heredero del
imperio Sharpe.

En realidad, estaba vacío. Una simple cáscara del hombre que debería ser.

De repente, tiraron la bolsa lejos de mí, y me tropecé hacia adelante.

Dan lo sostuvo frente a su cuerpo, con expresión cautelosa. 89


—Oye, hombre —dijo en voz baja—, tienes que detenerte antes de lastimarte.

Sus palabras encendieron un interruptor en mi mente, por lo que me di cuenta de


cada dolor y gota de sudor. Muy lentamente, caminé unos pocos pasos hasta la pared y
me hundí contra ella.

—Gracias.

¿Cuánto tiempo había estado en eso? Mi cerebro me dijo que solo habían sido
minutos, pero mi cuerpo estaba diciéndome que había estado más cerca de una hora.

Mierda. El entrenador me mataría si tuviera siquiera una idea de cómo pasaba mi


tiempo libre. Como mariscal de campo titular, se suponía que debía cuidar mis manos.
Y todo mi cuerpo se consideraba un bien precioso.

Normalmente no me preocupaba que me descubrieran. Este no era uno de esos


elegantes gimnasios de boxeo con clases para estudiantes universitarios que anhelaban
cuerpos tonificados. Los hombres y algunas mujeres que pasaban tiempo aquí tenían
todo que ver con el deporte.
No les importaban las alfombrillas gastadas o el equipo envejecido. No les
preocupaba la falta de duchas o el constante olor corporal.

Y es por eso que este lugar era mi escondite perfecto.

Aquí, no era un atleta estrella ni el hijo de un magnate naviero. Conseguía ser solo
yo... incluso si era alguien a quien ya no podía enfrentar.

90
12
Thea
Mirando a través de las persianas en mi habitación, suspiré. A pesar de ser más de
las ocho de la mañana, todavía estaba oscuro afuera. La lluvia caía a cántaros y los
relámpagos brillaban en la distancia. Las tormentas parecían seguirme a todas partes
estos días.

Si esto era una señal de cómo iba a resultar la universidad para mí, también podría
renunciar antes de comenzar. No era como si tuviera la intención de quedarme en Moss
Harbor durante cuatro años para completar mi carrera. Tal vez debería rendirme ante lo
inevitable y encontrar otra cosa que hacer con mi tiempo.

Mucha gente se ganaba la vida vendiendo cosas al azar en línea, ¿verdad? Aprender
a hacer alfileteros de cactus no podría ser tan difícil. Incluso podría dibujar caras tontas
sobre ellos y hacer millones.
91
Los truenos estallaron en aparente consternación por mi plan, y levanté las manos.
Bien. Sufriría mi primer día en Harbor U con algunos de los niños más ricos del estado
y más allá. Sin duda encajaría perfectamente con mi bicicleta de color amarillo y la ropa
de tiendas de segunda mano, que estaría empapada para el momento en que llegara a
clase.

Mientras recogía mis cosas y las metía en mi mochila, me di cuenta de siete nuevos
mensajes de texto en mi celular, y que eran todos de mi mejor amigo. De quien, dicho
sea de paso, no había tenido noticias desde que me dejó en el aeropuerto.

Tobias: Buena suerte hoy.

Tobias: ¿Estás ahí?

Tobias: No has llamado.

Tobias: Si esto es por lo que dije antes de salir, podemos olvidar que eso sucedió.

Tobias: No puedo perderte.


Tobias: ¿Thea?

Tobias: Deja de ignorarme.

Rodé mis ojos mientras escribía mi respuesta. Él podría ser bastante dramático
cuando quería serlo.

Yo: Son dos horas antes aquí, idiota. He estado ocupada preparándome y ahora tengo que
irme.

Yo: Estamos bien.

Sin esperar respuesta, puse el teléfono en silencio y lo dejé en mi bolso. En un día


normal, podría haberme obsesionado con si mi último mensaje era la verdad.

¿Podríamos estar bien después de que decidió dejar escapar que me amaba en la
acera justo afuera de la terminal? Había tenido años. Meses después de haber anunciado
que me mudaría a Washington. ¿Y había elegido ese momento para derramar sus
sentimientos?

Quizás había sido un momento de locura. Incluso desesperación.


92
Pero la parte amargada, tan remota como la Antártida en mí no pudo evitar sentirse
manipulada. Él no lo sabía todo, pero sabía que estaría renunciando a un viaje completo
a una buena universidad, quedándome con él. ¿Qué clase de amigo sería utilizar su
supuesto amor para convencerme a abandonar una oportunidad como esa?

Hoy, sin embargo. Hoy, no me obsesionaría.

Tobias y yo teníamos ocho años de amistad de nuestro lado, así que no estaba
preocupada. Podríamos no estar totalmente bien justo ahora, pero lo estaríamos.

Además, no tengo espacio libre en mi cerebro para permanecer ahí. No cuando tenía
menos de una hora para llegar a mi primera clase en medio de un aguacero.

Me dirigí a la cocina, patinando hasta detenerme cuando encontré a Tristin de pie


en el mostrador. No lo había visto desde que me pseudo amenazó el sábado, así que esto
debería ser agradable.

Levantó su mirada de su plato a medio de llenar, pero no habló.


Lo que no podía describirse como nada menos que una extensión cubriendo la barra.
Mini quiche, wafles, tocino, tostadas de aguacate y frutas eran solo algunas de las
opciones. Bien podría haber sido un bufete de almuerzo en un hotel elegante. Lo único
que faltaba era una bandeja de mimosas.

Miré de la comida a Tristin y de nuevo a la comida. Estar a solas con él en este


momento no era mi primera opción. Pero no había forma de que pudiera alejarme de
esta comida sin al menos probarla.

Tomando un plato vacío, me acerqué a Tristin y alcancé una rebanada de tostada


de aguacate. Era algo de lo que había oído hablar, pero nunca lo había intentado. No
era exactamente algo que encontraría en el restaurante local de Kansas, una pequeña
ciudad.

—Susan realmente se superó a sí misma.

—Siempre trata de hacer especial el primer día de clases —respondió sin mirarme.

—Tienen suerte de tenerla.

—En serio. —Se sentó en uno de los taburetes y dejó suficiente espacio para su
plato—. Tratar con una generación de paganos sin madre no es el trabajo más fácil del
93
mundo. No estoy seguro de por qué se ha quedado tanto tiempo.

—Piensa en ustedes como su familia.

No había necesitado estar cerca durante los últimos ocho años para saber eso.

Asintió, pero no dijo nada más, así que me retiré a la esquina y me apoyé contra el
mostrador. Rápidamente, me comí la tostada, que podría ser mi nueva cosa favorita, un
mini quiche y varios bocados de fruta. Luego, coloqué con cuidado el plato en el
lavavajillas y agarré mi bolso y mi impermeable.

—¿Eso es todo lo que vas a comer?

Hice una pausa mientras me ponía mi chaqueta, para echarle un vistazo.

—Sí, necesito irme si no quiero llegar tarde en mi primer día.

Me estudió sin expresión.

—¿Cómo vas a ir al campus?


—En mi bicicleta.

El trueno estalló de nuevo y sus labios se crisparon.

Muchas gracias, Thor. Gran sincronización. Simplemente genial.

—Te vas a empapar.

Subí la cremallera de mi chaqueta.

—Sí, bueno, ese es el destino de una huérfana sin un centavo. No esperaría que lo
entendieras.

Sacudió la cabeza.

—Tienes un chofer a tu disposición, así que no estoy seguro de que puedas referirte
a ti misma como una pobre.

—No voy a llamar a Gerard para que me venga a buscar cada vez que llueve.

Esto era Washington. Estaba bastante segura de que llovía la mayoría de las veces.
94
Una garganta se aclaró desde la puerta, y nada menos que Gerard estaba allí con
una sonrisa vacilante en su rostro curtido.

—Siento interrumpir, pero Susan me envió a ver si necesitas que te lleve a clase,
Thea. No es ninguna molestia.

Obviamente, nos había escuchado. Oh, bien. Solo había dicho la verdad.

Recogiendo mi mochila, le di una sonrisa de respuesta.

—Ya que estás aquí, tomaré tu oferta.

Yo era terca, pero no tan terca que elegiría montar mi bicicleta en una tormenta por
ser llevada.

—Eso no es necesario. —Tristin siguió devorando la pila de comida que tenía


delante—. Puedo llevarla.

Me detuve a medio paso. ¿No podría haber ofrecido eso hace cinco minutos?

—Voy a ir allí de todos modos —agregó—. Bien podría salvarle el viaje a Gerard.
Suspiré. Me tenía ahí, y lo sabía. No iba a añadirle a Gerard más carga de trabajo sin
una buena razón.

—Seguro. —Me volví hacia el hombre mayor, que esperaba pacientemente—.


Gracias por preguntarme.

Asintió.

—No hay problema. Que tengan un buen primer día.

Una vez que se fue, caminé hacia la isla y me metí un par de mini quiches más en
la boca mientras esperaba a que Tristin terminara de comer.

Cuando lo hizo, me llevó al garaje sin decir una palabra más. No estaba segura de
cuál vehículo pensé sería suyo, pero probablemente no habría adivinado el Tesla. La
única razón por la que podía identificarlo era porque uno de mis profesores de ciencias
de la preparatoria estaba obsesionado con la tecnología verde.

—Un coche eléctrico, ¿eh? —pregunté cuando no pude soportar más el silencio.

—Si papá iba a insistir en tirar un fajo de dinero en efectivo en un auto nuevo como
regalo de bienvenida a casa, pensé que bien podría ser uno que fuera mejor para el medio
95
ambiente.

Me vino a la mente el recuerdo de un Tristin mucho más joven que rescataba botellas
de agua de la basura para ponerlas en el contenedor de reciclaje. No solo les había dado
un sermón a su padre y hermanos sobre los productos reciclables que tiraban, los había
animado a desperdiciar menos. Incluso había puesto una pila de abono en el patio
trasero.

Tal vez había un poco del viejo Tristin allí después todo.

—Es agradable —respondí sin convicción. Por supuesto que pensaría era agradable.
Todo lo que tenía a mi nombre era una bicicleta amarilla destartalada. Ni siquiera me
gustaba el color amarillo. Simplemente había sido la única bicicleta que había podido
comprar.

Al doblar hacia abajo por la entrada principal de la Universidad Harbor, me di


cuenta que las imágenes que había visto no le habían hecho justicia. Las majestuosas
estructuras de ladrillo se erguían altas entre las calles arboladas y el césped perfectamente
cuidado con patios y fuentes. Incluso los edificios modernos no le restaban valor a la
sensación clásica del campus.
Los caminos entre los edificios ya bullían con los estudiantes que se apresuraban a
salir fuera de la lluvia. Vi un par de personas en bicicletas, lo que hizo que me sintiera
un poco más en casa.

Mezclarme aquí podría no ser tan imposible como había asumido. Sería uno más
de los anónimos de primer año en cientos.

—¿Qué edificio? —preguntó Tristin.

—El Carlson Hall.

Miró en mi dirección.

—¿Para Civilización Occidental?

—Sí. ¿Cómo supiste?

Se detuvo en un lugar de estacionamiento vacío y apagó el motor silencioso.

—Yo también.

Oh. 96
Cuando leí sobre la universidad este verano, había quedado claro que estaban más
que un poco orgullosos de su curso de Civilización Occidental. Era obligatorio para
todos los estudiantes de primer año, independientemente de la especialización, y
representaba doce horas de crédito durante dos semestres. Lo que significaba que iría a
clase todos los días durante todo el año.

Con Tristin, al parecer.

Después de tirar de mi gorra hacia arriba, agarré mi mochila y salí del Tesla. Ya que
mi compañero de casa/compañero de clase parecía a saber a dónde iba, lo seguí detrás,
aun viendo a mis alrededores.

No sabía si alguna vez me acostumbraría a todo el verde dondequiera que fuera.


Esperaba no hacerlo.

Una vez en el interior de Carlson Hall, caminamos al final del pasillo y a través de
las puertas dobles a una sala de conferencias relativamente grande. Aunque la mayoría
de las clases en Harbor U no tenían más de veinte estudiantes, sabía que ésta era una
excepción. Una mirada a la habitación llenándose rápidamente, tenía que adivinar
albergaba a cerca de setenta y cinco.

Tristin hizo un gesto hacía mí para ir por delante de él, así que me dirigí por las
escaleras al centro de la sala, en busca de un asiento vacío cerca de la parte posterior.
Encontré varios al final de la segunda fila de atrás para adelante, apresuré mis pasos para
llegar a ellos antes de que cualquier persona tomando las puertas exteriores pudiera
tomarlos.

Me deslicé en el primer escritorio vacío, sorprendida cuando me di cuenta de que


Tristin todavía estaba detrás de mí.

—No tienes que sentarte conmigo.

Deslizó una mirada en mi dirección, pero no respondió mientras se dejaba caer en


la silla junto a la mía.

Bien entonces.

Después de quitarme la chaqueta húmeda y tomar un cuaderno y dos bolígrafos de


mi bolso, me relajé en mi silla. Fue entonces cuando me di cuenta de que no menos de
treinta pares de ojos estaban fijos en mí.
97
Bueno, no en mí. En Tristin. Y yo tenía una sensación de que la atención no tenía
nada que ver con el morado oscuro todavía visible a lo largo de su mandíbula.

Como yo, era un estudiante de primer año. Pero, a diferencia de mí, no era anónimo.

Y, adivinando por la manera como la gente estaba mirando y susurrando, me


estaban notando casi tanto como a él.

Suspiré. Demasiado para mezclarse.

Era casi perturbador que tantos estudiantes de primer año ya supieran quién era él.
Aparentemente, los estudiantes de último año que ayudaron con la “Semana de
Bienvenida” habían usado su tiempo sabiamente. ¿A quién le importaban las actividades
del campus cuando los chismes eran mucho más provocativos?

Me alegro de haber elegido omitirla.


Debería haber previsto esto he insistido en que Tristin se sentase en el otro lado de
la habitación y fingir que no sabía de mí. Lo que no estaba muy lejos de la verdad.
Realmente no nos conocíamos. Ya no.

Una chica con el cabello dorado colgando en una larga trenza por la espalda me
llamó la atención mientras subía las escaleras. A diferencia del resto de los estudiantes,
no nos estaba prestando una pizca de atención, porque parecía estar usando toda su
concentración en caminar. Tenía una notable cojera y parecía luchar con levantar su
pierna derecha en cada paso.

Me pregunté por qué no había elegido un escritorio en la primera fila cuando tomó
un asiento que obviamente alguien había estado reservando para ella.

—A la mierda mi vida —murmuró Tristin en voz baja.

Obligué a apartar la mirada de la chica para mirarlo.

—¿Qué?

Sacudió la cabeza, como si no pudiera creer lo que estaba viendo, y podría haber
jurado que su rostro se puso pálido.
98
—Nadie me dijo que ella iría a la escuela aquí. ¿Cómo es posible que nadie me lo
haya dicho?

—¿Quién?

Sus manos agarraron los bordes del escritorio, sus nudillos se volvieron blancos.
Finalmente volvió esos ojos aguamarina hacia mí, y por primera vez desde que regresó
a mi vida, ese duro caparazón que lo rodeaba se agrietó.

—Violet Jacobs.
13
Thea
Escuché a los profesores mientras se presentaban y discutían lo que se esperaría en
este semestre. El profesor de literatura era una mujer de unos sesenta años, si tuviera que
adivinar, con cabello corto que era más burdeo que rojo. Llevaba una falda larga y fluida
y gafas de lectura atadas a una cadena de cuentas. Un comentario sarcástico aquí y allá
me tenía convencida de que iba a apreciar su estilo de enseñanza.

La profesora de historia era considerablemente más joven, aunque su expresión seca


y su tono no revelaban nada sobre su edad. Si trabajaba duro para mirar más allá de su
traje de pantalón suave y su peinado aún más suave, la coloqué en sus treinta y tantos.

Dado que el curso incorporaba ambas materias por igual, las profesoras trabajarían
juntas para enseñarlo. Algunos días, solo una estaría para dar la clase a la conferencia.
Otros días, ambas asistirían y dirigirían los debates con respecto a los materiales.
99
Sin pensarlo, tomé notas mientras repasaban el programa de estudios, pero mi
atención nunca se desvió mucho del tipo melancólico en el asiento contiguo al mío.
Estaba completamente inmóvil, por lo que me preguntaba si él era en realidad una
estatua disfrazado como un estudiante. Y su mandíbula angular se apretaba tan fuerte,
que casi esperaba que se rompiera un diente.

Después de revelar la identidad de Violet, no había mirado ni una sola vez cerca de
ella. Tampoco pareció darse cuenta de las miradas dirigidas en su dirección. O eso, o no
le importaba. Porque mantuvo su mirada en el frente de la habitación, ignorando todo
y a todos los demás.

Pasé al menos la mitad de los cincuenta minutos tratando de pensar lo que le diría
a Tristin cuando la clase finalmente se hubiera terminado. ¿Que lamentaba que lo
hubieran emboscado? ¿Que estaba aquí para él si quería hablar? ¿Que no era tan malo
como parecía ahora? Nada se sentía bien.

Tal vez porque no había forma de mejorar esta situación. Simplemente apestaba.
Al final, no tuve la oportunidad de decir nada. En el momento en que fuimos
despedidos, se levantó de su asiento y estaba fuera de la sala de conferencias antes de
que yo hubiera terminado de guardar mis cosas.

—Él es tan caliente —dijo una chica detrás de mí con una voz suave y
entrecortada—. Es una lástima que sea un preso.

—En serio. —Ese comentario provino de una mujer diferente pero igualmente
molesta—. Escuché que la única razón por la que lo admitieron aquí fue porque su papá
donó un millón de dólares para el nuevo estadio de fútbol.

—Lo que sea —replicó la primera chica—. ¿Cuánto quieres apostar a que será
devuelto a la cárcel antes de que termine el año?

Mi piel se calentó y saqué mi chaqueta de lluvia con un infierno de fuerza más de lo


necesario. Tristin había sido continuamente un idiota conmigo, pero eso no significaba
que estuviera de acuerdo con que otras personas hablaran mierda de él. No era lógico.
Simplemente lo era.

—Sí, excepto que probablemente matará a alguien esta vez. Quiero decir, ¿viste lo
enojado que se veía? —La chica hizo un ruido de estremecimiento exagerado—. ¿Está
mal que tenga que cambiarme las bragas ahora?
100
Una risa entrecortada escapó de su amiga.

—Sí, pervertida. Si te vas a poner caliente y mojada sobre cualquier persona, debe
ser de su hermano. Leo Sharpe es legendario, dentro y fuera del dormitorio. Además, a
Tristin probablemente ya ni siquiera le gusten las chicas después de... ya sabes.

Ya había tenido suficiente. De pie, me di la vuelta para encontrar a las dos chicas
inclinadas sobre sus escritorios, sus caras a solo unos centímetros de distancia. De alguna
manera debieron haber pasado por alto el memo que, para susurrar, en realidad tenías
que bajar la voz.

—Lástima que no sean de su tipo —dije uniformemente, sino un poco más alto de
lo necesario.

Los ojos de una de las chicas se abrieron más en estado de shock mientras que su
amiga los entrecerró. En realidad, ambas eran rubias y bonitas, lo que significaba que
probablemente eran del tipo de Leo. Él no me parecía ser del tipo de persona que era
exigente con sus compañeras de cama. En cuanto a Tristin... bueno, no me atrevería a
adivinar su tipo.
—¿Cómo podrías saberlo? —me preguntó la que entrecerró los ojos.

—Porque vivo con ellos.

La renovada atención de mis compañeras pinchó mi piel como una lluvia helada.
Maldita sea. ¿Por qué estaba haciendo esto? La última cosa que Tristin o Leo
necesitaban era que yo los defendiera. Pero parecía que no podía evitarlo.

Adiós, sueño de anonimato. Hola, reputación de “esa chica que vive con los
Sharpe”.

Rio.

—No hay forma. Todo el mundo sabe que son solo el señor Sharpe, Leo, Hayle y
Tristin en esa colosal mansión.

—Lamento decirte que tu información está un poco desactualizada.

—¿Quién eres tú entonces? —se burló—. ¿Alguna prima perdida hace mucho
tiempo?

Colgué mi bolso sobre un hombro y les di a ambas chicas la sonrisa más falsa que 101
pude reunir.

—Nop. Soy la ex-casi-hermanastra.

Entonces, caminé lejos, haciendo caso omiso de cada conjunto de ojos fijos en mí
mientras empujaba a través de los estudiantes que salían de la sala de conferencias y
deambulando por el pasillo. No había señales de Tristin, pero no me sorprendía.
Probablemente ya estaba a medio camino a su coche.

Supongo que no podía esperar un viaje a casa después de mis clases del día.

Como tuve un descanso antes de Introducción a la Sociología, saqué el teléfono de


mi bolso para comprobar el mapa del campus que había guardado en él. La unión de
estudiantes no podía estar lejos, pero no recordaba si tenía que girar a la derecha o a la
izquierda fuera del Carlson Hall.

Una vez que me reorienté, salí por la puerta principal, agradecida de que la lluvia
de antes se hubiera aligerado hasta convertirse en una fina niebla. El aire olía a fresco y
se sentía frio en vez de estar pegajoso, un bienvenido recordatorio de que ya no estaba
en Kansas. Nosotros no teníamos días como este allí.
—¡Thea!

Me volví para encontrar una pequeña rubia familiar que se dirigía hacia mí. En lugar
de un mechón rosa, Petra traía hoy verde azulado. Llevaba pantalones cortos de
mezclilla, una camiseta sin mangas ajustada y una camisa a cuadros con toscas botas de
combate negras. En ella, el atuendo funcionaba, y tenía razón: podía totalmente lucir la
franela.

—Menos mal que eres tan alta, o nunca te habría visto —dijo mientras llegaba a mi
lado, medio sin aliento.

—No soy tan alta. —Con un metro setenta y seis, no era como si estuviera en la
familia de las jirafas. Por otra parte, me elevaba por encima de ella unos buenos quince
centímetros, así que podía ver su punto.

Puso sus manos en sus caderas.

—Um, sí. Lo eres. ¿A dónde te diriges?

—A la unión de estudiantes. Mi próxima clase no es hasta dentro de una hora.

—Nop. —Petra me tomó de la manga y comenzó a caminar en la dirección 102


opuesta—. Vienes conmigo.

No viendo un punto en resistir, la seguí.

—¿A dónde?

—Ya verás. ¿Cómo va tu primer día?

Extraño, pero no sabía cómo explicarle sin compartir mi historia de vida. Entonces,
fui con:

—Está bien. Hasta ahora solo he tenido Civilización Occidental.

—Oooh. ¿A quién tienes?

—La Dra. Stanton y la Dra. Humphrey —respondí, nombrando a las profesoras de


literatura e historia, respectivamente.

—Tuve a la Dra. Stanton el año pasado. La amarás. Aunque no sé mucho sobre


Humphrey.
—¿Eres una estudiante de segundo año?

No sabía por qué había asumido que era una estudiante de primer año, como yo.

Petra entrelazó un brazo con el mío.

—Sí, lo que significa que puedes beneficiarte de toda mi experiencia. ¿Qué más hay
en tu agenda?

Nos pasamos el resto de la corta caminata discutiendo mis clases. Era una escuela
lo suficientemente pequeña como para que hubiera oído hablar de la mayoría de los
profesores. Sonaba como que Introducción a la Sociología sería un paseo en el parque,
pero Francés me iba a patear el trasero.

»Aquí estamos —dijo, deteniéndose frente a una tienda justo fuera del campus.

—¿The College Grind? —El significado del nombre se asimiló rápidamente y me reí
entre dientes—. Lindo.

Abrió la puerta y me sonrió.

—Y, mejor aún, gratis. —Saludando al chico que tomaba órdenes, pasó por alto la 103
larga fila de estudiantes para pararse detrás del mostrador como si fuera la dueña del
lugar—. ¿Qué será?

—Um, ¿supongo que trabajas aquí?

Al menos, esperaba que lo hiciera. De lo contrario, realmente necesitaban endurecer


sus reglas.

—Efectivamente. Desde que cumplí dieciséis años.

Miré en el menú, pero estaba inmediatamente abrumada. Estoy bastante segura de


que no había estado en una cafetería desde que murió mi madre. Estaba acostumbrada
a la adición de un montón de leche y azúcar para hacer bebible el café de la tía Emmy.

—Lo que tu pidas.

—Está bien, vienen dos mocas. —Petra trabajó eficientemente detrás del
mostrador—. Lamentablemente, no siempre puedo conseguir café gratis, pero ya que
esta es tu primera vez… —guiñó un ojo.
—¿Qué pasa si me convierto en una virgen nacida de nuevo de The College Grind?

Se rio y me entregó mi moca en una taza para llevar.

—Lo pasaré por el jefe y veré qué tiene que decir.

Tomé un sorbo.

—Esto es bueno. —No es que yo debería haber estado sorprendida. Nosotros no


estábamos lejos de Seattle, una ciudad famosa por su café.

—Sí. Es una de las ventajas de trabajar aquí. —Levantó su plato con un enorme
muffin de arándanos—. Y estos.

Mientras caminábamos hacia la única mesa libre, se me ocurrió una idea.

—¿Supongo que no sabes si hay alguna vacante? Realmente me vendría bien un


trabajo.

Iba a gastar mis ahorros rápidamente si no empezaba a aumentarlos.

Y esto se veía tan buen lugar para trabajar como cualquiera. Con pequeñas mesas 104
mezcladas con sillas de cuero y un par de sofás, el ambiente era acogedor sin sentirse
claustrofóbico. Estaba cerca de la casa y del campus. Y podría trabajar con mi tal vez
nueva amiga.

—No lo sé, pero preguntaré. —Mordió su muffin y gimió—. ¿Tienes alguna


experiencia?

—¿Ser camarera y hacer pizzas cuentan?

Supuse que ordeñar vacas no lo hacía.

—El servicio al cliente es el servicio al cliente. —Petra recogió hasta su teléfono y


dirigió la cámara hacia mí—. ¿Puedo tomarte una fotografía?

—¿Lo usarás después para chantajearme?

Este no podría ser el mejor día de mi cabello.


—Lo dudo. Quiero enseñársela a Mac, mi jefe. —Bajó la voz—. No es un idiota ni
nada, pero le gusta contratar gente bonita para trabajar aquí. Es bueno para los negocios.
Y tú, amiga mía, eres la más guapa.

Hice un gesto con la mano delante de mi cara, como para luchar contra un rubor.

—Oh, detente.

—Sin embargo, es en serio. —Tomó la foto, y luego, se inclinó más cerca—. Estás
atrayendo más atención de la que estoy acostumbrada. ¿Hay algo que no sepa?

Miré alrededor de la habitación y suspiré. Una chica en una mesa cercana estaba
diciendo, “esa es ella” mientras me miraba, y un grupo de al menos seis personas en la
esquina miraba en nuestra dirección. Al ver a la chica de voz entrecortada de
Civilización Occidental en el grupo, le lancé una mirada furiosa. Primero, estaba
hablando mal de Tristin, y ahora estaba esparciendo chismes. ¿Por qué me sorprendía?

Volviendo mi mirada a Petra, enderecé mi espalda. Era el tiempo de confesar, y si


este era el fin de nuestra amistad de corta duración, que así sea. Podría bien descubrir de
lo que estaba hecha.

—Sí, hay algo que no sabes.


105
Se apoyó incluso más cerca, sus brillantes verdes ojos más abiertos con interés.

—Por favor, dime que es jugoso.

—Podrías decirlo. —Manteniendo la voz baja, dije—: Actualmente estoy viviendo


con los Sharpe.

Parpadeó y luego parpadeó un poco más.

—¿La familia más rica del condado? ¿Los propietarios de la Naviera Sharpe? ¿El
padre Vincent y sus hijos Leo, Hayle y Tristin? ¿Esos Sharpe?

—Entonces, has oído hablar de ellos —respondí secamente.

—He oído hablar de ellos —siseó—. Son prácticamente todo lo que he oído hablar
en toda mi vida.
Esperé. Su reacción no era inesperada, pero todavía no estaba segura de sus
sentimientos hacia mis compañeros de casa, especialmente los hermanos. ¿Estaba
asombrada por ellos? ¿Quería ser como ellos? ¿Quería follar con ellos?

Lo más importante, ¿quería usarme para llegar a ellos?

Estas eran las preguntas vitales, y sus respuestas hacían toda la diferencia.

Cogiendo un gran trozo de muffin, se lo metió en la boca, mientras seguía


mirándome. Una vez que hubo tragado, se echó a reír.

»Ahora lo entiendo. Eres una chica divertida y esto es una broma.

—No, no lo es. Te juro que es la verdad.

Quería explicar más, pero hasta que supiera si podía confiar en ella, me quedaría
callada sobre los detalles.

Petra abrió la boca, la cerró y luego la volvió a abrir.

—De todas las cosas que podrías haber dicho, nunca lo hubiera adivinado.
106
—Por curiosidad, ¿qué esperabas?

—Oh, no lo sé. Un video en el que apareces con el profesor Morrison en el armario


de un conserje o algo así.

—¿Profesor Morrison?

—Profesor de Humanidades. Todas las chicas están enamoradas de él. —Agitó una
mano desdeñosa—. Pero eso no es importante en este momento. ¿Estás cohabitando en
serio con los hombres Sharpe?

—Sí.

Petra dio otro mordisco mientras me estudiaba.

—No sé qué pensar. Te imaginé como una estudiante universitaria con dificultades.
No una huésped de la familia más rica de la ciudad. Tal vez no tenemos como mucho
en común como asumí.
—Mi dirección no cambia nada. El único dinero a mi nombre es lo que he ganado
preparando pizzas este verano.

Asintió lentamente.

—Supongo que no puedo culparte por la compañía que tienes.

—¿No eres una fanática?

¿Por qué eso me hacía tan feliz? Probablemente porque la idea de Petra adulando a
todos los chicos, como todas las chicas que se cruzaban en sus caminos, me daban ganas
de vomitar.

—Lo siento, pero no. Los imbéciles ricos y con derecho no son mi tipo. He tenido
que escuchar sobre los hermanos Sharpe, desde que usaba coletas, y ellos ni siquiera
iban a la escuela con el resto de nosotros del pueblo. Fueron a una isla o escuela privada
de muy buen gusto.

Sonreí y las cejas de Petra se juntaron mientras me miraba.

—¿Qué está pasando ahora mismo?


107
—Oh, nada. —Me robé un trozo de su muffin y lo metí en mi boca, masticando
lentamente para extraer el momento—. Simplemente decidí que podemos ser amigas.
14
Thea
A pesar del extraño inicio del día, mis otras dos clases eran tan normales como
podría haber esperado. Las noticias de mi relación con los Sharpe no deben haber
viajado más allá de Civilización Occidental y la cafetería, porque las miradas se
desvanecieron a lo que consideraba un interés típico, específicamente de mis
compañeros masculinos.

Petra me dio un aventó a casa e incluso logró mantener sus comentarios burlones
acerca de la mansión para sí misma. Aunque pude ver el disgusto en todo su rostro.
Realmente no le gustaba la gente rica.

Pasé el resto de la tarde comenzando con el trabajo del curso. A diferencia de la


preparatoria, iba a tener que poner una cantidad significativa de tiempo y esfuerzo si
quería tener éxito. No más pasar con la mera asistencia y una sesión intensiva aquí y
allá.
108
Afortunadamente, estudiar e ir a clase eran las únicas cosas en mi plato en este
momento. Si no recibía noticias de Petra sobre el trabajo en The College Grind al final
de la semana, tendría que empezar a buscar otra cosa. Hasta entonces, me gustaría pasar
mi tiempo leyendo y tomando notas, y tal vez incluso empezar un esquema o algo. Eso
parecía colegiado.

Cuando un toque sonó en la puerta de mi habitación, tapé el resaltador de color rosa


y me senté con la espalda recta.

—Adelante.

Segundos más tarde, Leo se quedó en la puerta, sus manos en los bolsillos de los
jeans oscuros que moldeaban sus muslos de una manera decididamente distractora.
Asintió con la cabeza hacia la pila de libros en mi cama.

—Nunca te tomé por el tipo estudiosa.

—Estoy probando algo nuevo.


—¿Cómo estuvo tu primer día?

Me encogí de hombros.

—No fue exactamente emocionante. Mucha lectura y explicación del programa.

—Sí, así es siempre. —Miró hacia el suelo y golpeó la punta de su zapatilla contra
la madera. ¿Era esta la versión aprensiva de Leo? No sabía qué hacer con eso—. Papá
insiste en una cena familiar esta noche, y eso ahora te incluye a ti. ¿Estás preparada para
ello?

¿Cena… familiar?

Este era Vincent Sharpe de quien estábamos hablando. Magnate de los envíos,
antiguo casado en serie y probablemente una figura paterna horrible. ¿Y estaba
organizando una cena para sus hijos en su primer día de clases?

Ni siquiera podía jugar a “lo que está mal en esta imagen”, porque había demasiados
para nombrarlos.

—¿Por qué se siente como si estuvieras tratando de disuadirme de venir?


109
La incertidumbre de Leo desapareció, reemplazada por una sonrisa pícara.

—Oh, Thea, nunca vendría para convencerte de no venirte. Debes venirte todas las
mañanas, tardes y noches. Preferiblemente mientras miro o, mejor aún, partici...

—Detente. —Caray. Me había metido en esta—. Déjame expresarlo de otra


manera. ¿Por qué se siente como que estás tratando de hablar conmigo para que no asista
a la “cena familiar”? —No pude resistirme a agregar las comillas, por cursis que sean.
Debido a que esto no era Déjenselo a Beaver, y los cinco no éramos los Brady.

Su sonrisa se deslizó lo suficiente para que la entendiera.

—Si no lo has notado, las cosas están un poco tensas por aquí ahora mismo. Por
otra parte, tal vez todos se comportarán de la mejor manera si estás allí. Así que
definitivamente deberías venir.

No quería sonreír ante su tono sugerente, pero había algo en Leo que era ligeramente
irresistible. Énfasis en lo ligero.
—No estoy segura de qué te da esa impresión. No he sido testigo de un montón de
buena conducta desde que me mudé.

Se encogió de hombros.

—Los leopardos no cambian sus manchas solo porque una bonita pantera se
pavonea por la guarida.

—¿Pavonea? —Más como prepararse para saltar. Pero eso me tocaba a mí saberlo
y le tocaba a él testificar de primera mano.

Una voz profunda rugió escaleras arriba.

—Cena. Ahora. —Ugh. Vincent.

Leo levantó sus cejas.

—Por lo tanto, hermana, ¿qué va a ser? ¿Lista para ser admitida oficialmente en la
familia?

—Deja de referirte a mí como tu hermana.


110
Le arrojé mi resaltador y se apartó del camino. Qué mal.

Se rio como solo Leo sabía hacerlo, con todo su rostro y cuerpo. Maldita sea, ¿por
qué tenía que estar tan jodidamente caliente? Esos risueños ojos color aguamarina. Esa
mandíbula cincelada. Los músculos de la portada de una revista.

—Pero entonces no estaríamos canalizando a Game of Thrones con nuestra relación


pseudo-incestuosa. Cuando lleguemos a liarnos, eso es.

—Nunca va a pasar —le respondí, tratando de convencerme a mí misma tanto como


a él. Puede que no me gusten mucho Leo o sus hermanos ahora mismo, pero eso no
significaba que pudiera negar mi atracción por ellos.

Tentación, tu nombre es Sharpe.

Leo caminó hacia mi cama y mi corazón no se saltó ni dos latidos. Realmente no


fue así. Sin previo aviso, me levantó por la cintura y me echó por encima del hombro.

»¡Leo! ¿Qué demonios?


—Vienes a cenar. He decidido.

Con lo que pareció ser un pequeño esfuerzo de su parte, me sacó de mi habitación


y me llevó por el pasillo.

—Bájame. —Empecé a retorcerme, pero simplemente respondió con una nalgada y


dejando la mano en mi culo.

—Nop.

Traté de pellizcarle el costado, pero su piel estaba tan tensa y tonificada que apenas
podía apretarla entre las yemas de mis dedos. Señor. ¿Trabajaba con entrenadores
profesionales durante todo el año?

Al final de las escaleras, finalmente me puso de pie y le di una palmada en el bíceps


mientras la sangre se me escapaba de la cabeza.

—Eso fue innecesario.

—Tal vez, pero fue divertido.

—Eres ridículo. 111


—Y tú tienes un fino trasero —dijo en voz baja justo antes de entrar al comedor.

Le negué con la cabeza, pero no pude negar que estaba sonriendo. Vincent ya estaba
sentado a la cabecera de la mesa y Hayle en la silla a su derecha. El centro de la mesa
estaba lleno de bandejas de solomillo de ternera, papas al horno, verduras asadas y
panecillos de mantequilla. Parecía suficiente para alimentar a veinte personas en lugar
de cinco.

—Hola, Thea —dijo Vincent con una cálida sonrisa—. Confío en que te hayas
adaptado bien.

—Sí, gracias. Mi habitación es hermosa.

—Me alegra oír eso. —Se volvió hacia Leo—. ¿Dónde está Tristin?

—Ni idea.

Cuando su padre continuó mirándolo, comenzó a salir de la habitación.


—Supongo que iré a buscarlo también.

—Tal vez podrías intentar tirarlo sobre tu hombro —dije con una sonrisa sacarina.

—Muy divertido.

No queriendo sentarme al otro lado de Vincent, elegí el asiento vacío al lado de


Hayle. Levantó una botella con una etiqueta que parecía cara.

—¿Vino?

—Seguro.

Si iba a sobrevivir a esta cena, me vendría bien un poco de ánimo líquido. Y parecía
que el único padre en la habitación no estaba ni remotamente preocupado sobre los
menores de edad bebiendo.

Hayle vertió el líquido rojo oscuro en mi vaso y luego en el de su padre.

—Hablé con mi asesor hoy, y aprobó un estudio independiente en economía si entro


a trabajar contigo un par de horas a la semana.
112
Vincent llegó a la bandeja de papas y comenzó llenando su plato sin levantar la vista.

—¿Oh? No sé si este es el mejor momento para algo así. Estoy abrumado.

—No aumentará tu carga de trabajo. —Su tono era suplicante. Esperanzado—.


Incluso podría ayudar.

—Tienes mucho tiempo para trabajar en el mundo real después de la universidad.


¿Por qué no te concentras en tus otras clases por ahora? —Si no lo hubiera estado
observando tan de cerca, me habría perdido la mirada de Hayle hacia su plato vacío y la
caída de sus hombros.

—Sí, está bien. Quizás el próximo verano.

—Seguro —dijo Vincent con desdén—. Podemos hablar de eso más tarde. Entonces,
Thea. —Desgraciadamente, transfirió su atención a mí—. Lo siento por no haber estado
aquí para tu llegada, pero como he dicho, he estado abrumado en el trabajo. De lo que
he oído, necesitas un coche y un nuevo guardarropa. Le pedí a Gerard que te llevara a
comprar un auto esta semana, y aquí tienes una tarjeta de crédito para comprar ropa o
cualquier otro elemento esencial que necesites.
Le pasó algo a Hayle, quien me lo entregó. Tomé la tarjeta de plástico de un
profundo azul, mirándola como si podría brotar piernas y hacer un baile.

»¿Hay algo más que necesites que no haya pensado? Eres bienvenida a conseguir un
nuevo teléfono celular y que te añadan a nuestro plan familiar. Gerard puede ayudarte
con eso también.

¿Una tarjeta de crédito? ¿Un teléfono nuevo? ¿Un maldito auto?

Esas palabras harían que la mayoría de los adolescentes rotos hicieran su propio
baile. Pero no ésta. No cuando estaba aquí para demostrar que Vincent no era la persona
que pretendía ser. Que no se había sentido devastado por la muerte de mi madre, la
había causado.

No era exactamente la imagen de la moralidad, pero todavía tenía uno o dos


escrúpulos.

—Gracias, pero no puedo aceptar esto. —Dejé la tarjeta de crédito sobre el


inmaculado mantel blanco—. Nada de eso.

—¿Qué quieres decir?


113
—Que te agradezco que me acojas y pagues la matrícula y los gastos relacionados
con la universidad. Pero no puedo aceptar nada más.

Ya era bastante malo que le permitiera gastar decenas de miles por semestre en esa
cantidad.

Vincent se rio.

—¿Por qué no? Necesitas un coche. Tengo los medios para comprarte uno. No veo
el problema.

—Puede que tú no, pero yo sí. No es apropiado. Tampoco es necesario. Tengo una
bicicleta perfectamente buena, y la intención de conseguir un trabajo a tiempo parcial,
tan pronto como sea posible para ayudar con mis gastos personales.

Sentí la mirada de Hayle en mí, pero mantuve la mía apuntada al hombre en la


cabecera de la mesa. Me negaba a dejar que alguno de los Sharpe me intimidara, incluido
Vincent. Había tomado mi decisión, fuera inteligente o no, e iba a ceñirme a ella.
—No puedo decir que no respeto esa decisión —dijo con su tono más paternal—.
Mis muchachos podrían aprender un par de cosas de ti.

Ante eso, Hayle resopló y ni siquiera lo culpé. Lo último que quería era la
admiración de Vincent. Eso me hizo sentir más incómoda de lo que lo habría hecho el
coche.

Bien... tal vez no del todo. Pero cerca.

»Aun así, debes conservar la tarjeta de crédito para emergencias. Insisto.

Sin querer nada más que superar esta conversación, asentí.

—Gracias.

—Y avísame si cambias de opinión sobre el coche. Podríamos conseguir algo


económico. Escuché cosas buenas sobre el Audi A3.

Hayle se rascó la mandíbula recién afeitada en un intento de ocultar su sonrisa.

—Los Audi no son exactamente baratos, papá.


114
—Oh, sabes a lo que me refiero. Entonces, un Honda.

Eso era más parecido. Si tuviera diez años y oliera a pies. Entonces, tal vez podría
hacer los pagos. Porque esa era la única forma de conseguir un coche, cuando pueda
comprarlo yo misma.

Afortunadamente, Leo y Tristin eligieron ese momento para aparecer, ahorrándome


de tener que explicar mi posición de nuevo.

—¿Qué nos perdimos? —preguntó Leo mientras se dejaba caer en el asiento vacío
junto a su padre y alcanzaba la fuente de carne.

—No mucho —dijo Hayle secamente—. Solo Thea aquí mostrándonos a todos su
humildad y ética de trabajo.

Leo se rio.

—¿Por qué no estoy sorprendido?

Tomé un trago de vino. Esta iba a ser una larga cena.


—Eso no es lo que hice.

Sí, sonaba malhumorada. Pero, en serio, no se trataba de humildad.

Mientras Hayle y Leo discutían las clases con su padre, deslicé mi mirada hacia
Tristin. Se sentó frente a mí, con la cabeza gacha mientras picaba su comida. Su plato le
faltaba la carne de lomo de res, lo que pensaba era extraño, hasta que recordé que había
sido vegetariano hace ocho años. Al menos eso de él no debe haber cambiado.

—Tristin —dijo Vincent finalmente—, ¿y tú? ¿Estás esperando alguna de tus clases?

Sin levantar la mirada, Tristin murmuró:

—No.

—Hijo, me mirarás cuando te hablo.

Inmediatamente me tensé ante sus tensas palabras, y no me sorprendió ver que


Tristin también. Lentamente, levantó la cabeza y se volvió hacia su padre.

—¿Mejor?
115
Los ojos de Vincent se redujeron a rendijas.

—¿Qué le pasó a tu cara?

—Quizás te lo diga si me explicas por qué no me advertiste sobre Violet Jacobs.

—¿Qué hay de Violet? —preguntó Leo.

Tristin le dio una sonrisa que estaba en algún lugar entre arrogante y entretenido.
Normalmente, pensaría que estaba siendo un idiota, pero el recuerdo de la expresión de
su cara cuando había visto a Violet en nuestra clase de Civilización Occidental me decía
algo diferente. Estaba frustrado y tal vez incluso un poco herido.

—Está asistiendo a Harbor U.

Leo negó con la cabeza.

—No. De ninguna manera.

—Sí, de alguna manera. Ella está en mi clase de Civilización Occidental. —Me


miró—. Pregúntale a Thea. Ella también la vio.
Tragué, no estaba interesada en ser el centro de atención en este momento. Pero,
afortunadamente, Vincent volvió a hablar.

—Esta es una conversación para otro momento.

Leo se rio, menos el humor.

—Si estás preocupado por Thea, ella ya sabe la verdad.

—¿Disculpa? —dijo Vincent enojado, y ahora deseaba poder desaparecer.

—Sí. Te perdiste mucho este fin de semana.

—Sabes las reglas. No puedes andar contándole a la gente nuestros secretos.

Nuestros secretos. Plural. Y directamente de la boca de Vincent Sharpe.

—Bueno, tal vez deberías haber pensado en eso antes de invitar a Thea a vivir con
nosotros. —Leo miró en mi dirección—. Sin ofender. Sabes que estoy feliz de tener a mi
pequeña hermana de vuelta.

Me guiñó un ojo y puse los ojos en blanco. Debe haber recibido demasiados golpes 116
en la cabeza, mientras jugaba al fútbol, porque algo estaba seriamente mal con ese chico.

—¿Podemos volver al tema? —interrumpió Tristin—. ¿Por qué demonios está Violet
asistiendo a Harbor U? Tenías que haberlo sabido.

Vincent suspiró.

—Lo que pagué por el acuerdo con su familia incluía la matrícula y los gastos de
una licenciatura privada, pero no sabía a dónde planeaba asistir. Sin embargo, no es de
extrañar que decidiera quedarse en Moss Harbor para estar cerca de su familia.

¿Acuerdo? Debe haber habido una demanda en adición a la causa penal contra
Tristin. Ahora que lo pensaba, tenía sentido. Tristin había dicho que Violet perdió su
beca de fútbol y probablemente había facturas médicas que el seguro no cubría. No sabía
cómo funcionaba todo eso, pero los Sharpe tenían dinero, así que los Sharpe habían
pagado. Tan simple como eso.

Tristin bufó.
—Por cinco millones de dólares, uno pensaría que toda la familia podría mudarse a
otro lugar.

¿Cinco millones de dólares? Santa mierda. Supongo que había una gran cantidad de
dinero para el dolor y el sufrimiento, porque no había forma de que sus gastos médicos
hubieran sumado esa cantidad.

Hayle, que había estado silencioso a través de toda esta discusión, finalmente
intervino.

—Quizás tener a Violet en Harbor U no sea tan malo.

Sus hermanos lo miraron como si le hubiera crecido una segunda cabeza y Leo dijo:

—Debes estar bromeando.

—No lo estoy. Tal vez signifique que ha superado lo que pasó.

—Bodie apareció el viernes por la noche diciendo algo diferente —respondió Tristin.

—Sí, pero ese es Bodie. Sabes que siempre ha sido un exaltado.


117
—¿Bodie apareció dónde? —preguntó Vincent.

Tristin gruñó y apartó la silla de la mesa.

—He terminado.

—¡Tristin!

Ignoró a su padre y se alejó, sus pasos resonando mientras corría escaleras arriba.

Leo se puso de pie unos momentos después, arrojando su servilleta encima de su


plato aún lleno.

—De repente no tengo tanta hambre. —Me miró—. Tanto para la cena familiar,
¿eh? Siento haberte arrastrado hasta aquí.

Luego, también desapareció, la puerta del garaje se cerró de golpe detrás de él.

El silencio se prolongó mientras evitaba mirar a mis dos compañeros de cena


restantes. Aunque solo había vaciado mi copa de vino a la mitad, Hayle volvió a llenarla.
—Bébelo todo. Ayuda.

Me quedé mirando el líquido rojo por un momento antes de llevar la copa a mis
labios. Cuando estás en Roma…

118
15
Thea
Después de la cena indescriptiblemente incómoda, no estaba lista para meterme en
mi habitación de nuevo. Así que agarré mi sudadera con capucha negra y me senté en
un sillón en el patio, con las rodillas pegadas al pecho.

Aparte de los sonidos de la naturaleza, el susurro de las hojas y el suave rodar del
agua contra la orilla, estaba tranquilo. Pero la paz se sentía en desacuerdo con la
agitación que me había rodeado en los pasados, ¿qué? ¿Ni siquiera cuatro días?

Mierda. ¿Cómo era eso posible?

Estaba tan acostumbrada a mi vida simple y monótona en Kansas, que mi nueva


realidad me estaba dando un latigazo. Desde que Leo apareció en la entrada el viernes
por la noche, me vi envuelta en el huracán que era la saga de la familia Sharpe. Comenzó 119
con la bomba del reformatorio y terminó con el fiasco de la “cena familiar”. Y por
mucho que no quisiera preocuparme por nada de su drama, parecía que no podía
evitarlo.

Me compadecía de Leo.

Mi corazón se rompía por Tristin.

Y no estaba segura de qué le pasaba a Hayle, pero sentía que había algo.

Mi mente me gritaba que sus problemas eran solo eso: sus problemas. No tenían
nada que ver conmigo. Simplemente estaba aquí para presenciarlos.

Pero, luego, pensé en los chicos que había conocido hace ocho años. Habíamos
tenido muchas cenas juntos, y casi habían sido... bueno, idílicas. Los hermanos habían
bromeado, jugueteado y reído. Hayle invariablemente resoplaba Sprite por la nariz y
Tristin escondía su rostro entre sus manos. Y Leo continuaría hasta que Vincent
finalmente le ordenaba que se levantara de la mesa.

Más que todas de esas cosas, ellos se defendían entre sí.


Me habían defendido.

Me habían hecho creer que encajaba. Que era uno de ellos.

—Oye.

Eché la cabeza hacia atrás y encontré a Hayle de pie encima de mí.

—Maldición. Me asustaste.

—Lo creas o no, no lo estaba intentando. Parecías estar en otro mundo.

—Sí, supongo que sí lo estaba.

Miró hacia la oscuridad y luego volvió a mirarme.

—Me dirijo a casa de mi mamá, si quieres venir. Estoy seguro de que le gustaría
volver a verte.

—¿Vive cerca?

Arqueó una ceja. 120


—¿No lo sabes?

—Saber... ¿qué?

—Ella tiene una casa en la propiedad.

—¿Dónde? ¿Y cómo no lo había notado?

—Está a unos cuatrocientos metros de aquí, más allá de la glorieta.

—Bueno. —Me paré y me abroché la chaqueta. Hacía frío, pero no tanto como para
tener que cambiarme—. Si estás seguro de que estará de acuerdo.

Mis recuerdos de Lily Crowder eran confusos. Tenía la impresión de que no estaba
particularmente feliz de que Vincent se casara con mi madre. Lo cual no era
sorprendente. Después de todo, había sido la ex esposa más reciente.

A diferencia de las madres de Leo y Tristin, ella se había quedado en la zona y había
aprovechado su visita a Hayle casi todos los fines de semana. La mayoría de las veces,
solo la había visto desde la ventana cuando ella lo estaba recogiendo o dejando. Pero la
había visto suficientes veces como para poder evocar una imagen de su largo cabello
negro, su cara bonita y su ropa colorida.

—A ella le encantará. No recibe muchas visitas.

Comenzó a bajar por el sendero y lo seguí, más que un poco curiosa.

—¿Puedo preguntar cómo terminó viviendo aquí?

—Después de tu m… —Se aclaró la garganta—. Quiero decir, después de que te


fuiste, mi mamá se mudó a la habitación de invitados. Asumí que ella y papá volverían
a estar juntos, pero eso nunca ocurrió, por lo que sé. Papá solo se mantuvo diciendo que
nosotros los niños necesitábamos una figura materna cerca, y mamá…

Hayle metió las manos en los bolsillos de su sudadera con capucha y miró hacia el
camino.

»No lo sé. Ella no decía mucho. De todos modos, unos seis meses después, papá
anunció que le estaba construyendo una casa, y se completó varios meses después de
eso.

—Eso fue... amable de su parte. 121


Tuve que forzar las palabras a salir de mis labios, lo que probablemente era irónico,
ya que me había ofrecido comprarme un Audi. Pero no podía empezar a pensar en
Vincent como algo más que un villano. No hasta que descubriera la verdad.

—Sí, raro, ¿verdad? —Me lanzó una pequeña sonrisa—. Sé que todo esto suena
extraño, pero mi mamá no es lo que llamarías normal. Ella es genial y la amo, pero...
bueno, tiene problemas.

—¿Problemas?

Probablemente no debería haber preguntado, pero, ya sabes, curiosidad. Bien podría


haber sido un gato.

—Cuando era más joven, todo lo que veía era su personalidad divertida y peculiar.
Ella aparecería al azar a la mitad de un día escolar y me sacaría por alguna cita
inventada. Y luego íbamos por un helado o íbamos al zoológico. —Hayle se rio y la
felicidad en el sonido creó una chispa de alegría en mí. No sabía que eso era algo que
podía pasar—. Una vez, incluso me llevó a Seattle para un juego de los Marines.
—Suena divertida.

—Sí, era divertida. Demasiado divertida, si soy honesto. —Suspiró—. Ahora que
soy mayor, me doy cuenta de que estaba lidiando con la depresión y una serie de otros
problemas de manera incorrecta. Está bien cuando está tomando sus medicamentos,
pero también la hacen sufrir. Solo para que sepas.

Tomé su mano, a pesar de ser instintivo, la apreté.

—Lo entiendo, Hayle. Prometo no juzgar.

Estaba demasiado oscuro para descifrar su mirada, pero podría haber jurado que
algo pasó entre nosotros en ese momento. Algo con lo que ninguno de los dos se sentía
cómodo, si mi repentino nerviosismo o la forma en que dejó caer mi mano como si lo
hubiera sorprendido era una indicación.

Caminamos durante uno o dos minutos más, hasta que el camino terminó en la
parte delantera de una versión en miniatura de la mansión Sharpe. En lugar de tres, era
de un solo piso, pero tenía los mismos detalles en madera y piedra, y ventanas altas. Los
árboles rodeaban la casa, haciendo que pareciera que estaba escondida en el bosque.

Hayle abrió la puerta sin llamar y le gritó a su madre.


122
—Probablemente esté afuera —dijo cuando ella no respondió.

Me llevó más allá de una sala de estar llena de muebles eclécticos y a través de una
cocina modesta hasta lo que supuse que era la puerta posterior. Pero en lugar de regresar
al aire libre, ahora quedamos en una habitación de cristal que fue llenada hasta el borde
con flores y otras plantas.

Una mujer alta, vestida de colores vivos, se volvió al oír el ruido de la puerta y
sonrió.

—¡Hayle! Estoy tan feliz de que estés aquí. —Su mirada se posó en la mía y su
sonrisa se hizo aún más brillante—. Y finalmente trajiste a tu novia a conocerme.

Um...

Hayle se apartó el pelo de la frente.

—No, no, esta no es Kelsey —dijo apresuradamente—. Esta es Thea Gale.


¿Recuerdas que te dije que se mudaría de regreso?
Su sonrisa se atenuó un poco mientras asentía.

—Oh, sí, por supuesto. Es bueno verte de nuevo, Thea. Has crecido para ser tan
bonita.

—Gracias, y es bueno volver a verte también.

Con su largo cabello negro que le caía por la espalda y sus pantalones holgados y
estampados, Lily se veía casi exactamente igual como la recordaba. Y parecía tan
emocionada de verme como hace ocho años.

—Déjenme limpiarme, y luego podemos entrar y charlar.

Se acercó a un pequeño fregadero, se quitó los guantes y se lavó las manos y los
brazos.

Usando la pausa en la conversación para absorber lo que me rodeaba, tuve que


admitir que encontré todos los aromas un poco abrumadores. Pero parecía que muchas
de sus plantas estaban floreciendo. Aparte de los girasoles, no tenía esperanzas a la hora
de identificar las flores. Vi varias macetas de margaritas y lo que pensé que eran geranios.
Un lado del invernadero estaba lleno de flores rojas brillantes que parecían familiares.
Amapolas, ¿quizás?
123
Después de eso, ni idea.

—Sus plantas son preciosas —le dije cuando Lily pasó a nuestro lado para ir a la
cocina, deteniéndose para darle un abrazo a su hijo.

—Gracias. ¿Eres jardinera?

—Pasé los últimos ocho años viviendo en una granja, así que sé un poco. Pero nada
sobre las flores.

Caminó hasta el armario y empezó a sacar platos, vasos y cubiertos.

—Sé que debería poner más esfuerzo en el cultivo de hortalizas, pero las flores están
en mi sangre. Mi mamá las amaba y era una jardinera increíble. Entonces, no es una
gran sorpresa que me haya llamado Lily.

Abrió un recipiente y miró en mi dirección.

—¿Quieres un brownie? Son de triple chocolate, el favorito de Hayle.


—Me encantaría uno. —Lamentablemente, al final no había comido mucho de lo
que Susan debía haber cocinado tan arduamente. Había estado demasiado tensa para
hacer algo más que hurgar en la comida.

Después de que Lily sirvió los brownies y llenó nuestros vasos de agua, nos
sentamos a la mesa de la cocina. Teniendo en cuenta el comentario de Hayle sobre la
falta de visitantes de Lily, me pregunté con qué frecuencia se ocupaban las cuatro sillas.
¿Leo o Tristin alguna vez pasaban por aquí? ¿Y Vincent?

Ella preguntó sobre el primer día de Hayle y qué pensaba de Harbor U hasta ahora.
Las cosas que se podrían esperar de una madre. No es que fuera una experta ni nada.
Lily podía tener problemas, pero mi madre había sido una total farsa.

—Oh, me olvidé de preguntar por Tristin —dijo de repente—. ¿Se está adaptando a
la vida en casa?

Me metí un bocado de brownie en la boca, más que feliz de dejar que Hayle tomara
esta.

—Él está… bien.

Reprimí un bufido. Claro, si “está bien” era un código para amargado y enojado
124
enrollado en un paquete inquietante y sexy.

—Deberías llevarle unos cuantos brownies de chocolate. Siempre le encantó esta


receta.

—Voy a hacerlo.

—Recuerdo cuando ustedes, chicos, solían venir todos los días después de la
escuela.

La sonrisa de Hayle se volvió suave.

—Sí, porque nos consentías con golosinas que papá no nos dejaba.

Ella sonrió ante eso.

—No hay nada como la emoción de socavar a tu padre. Hace todo mi día.

No pude evitarlo, me reí. Ambos me miraron y me encogí de hombros. ¿Qué había


que decir?
Lily se volvió hacia su hijo.

—Tú, Leo y Tristin deberían venir a cenar una noche esta semana.

Conspicuamente me había dejado fuera de la invitación, y estaba más que de


acuerdo con eso. Una “cena familiar” era más que suficiente.

Hayle bajó la cabeza, dando la impresión de que eso no iba a pasar, pero no quería
tener que decírselo a su madre. Lo cual era extrañamente dulce.

—Tal vez. Ya veremos.

—¿Qué fue eso? —Ella negó con la cabeza, como si necesitara aclararlo.

—Dije que ya veremos… sobre la cena con Tristin y Leo.

Ella parpadeó hacia él, pareciendo aturdida.

—Está bien.

Hayle estiró su mano a través de la mesa y la puso sobre la de ella.


125
—¿Te sientes bien?

—Sí, lo siento, cariño. Probablemente hoy pasé demasiado tiempo en el


invernadero.

—No es problema. —Él me miró y echó hacia atrás su silla—. De todos modos,
deberíamos irnos. No quiero atrasarme en la tarea el primer día.

También me puse de pie.

—Gracias de nuevo por los brownies. Estaban deliciosos.

Ella asintió con la cabeza, pero no se levantó, y Hayle me tomó del brazo.

—Adiós, mamá. Te veré en unos días.

Y luego nos fuimos.

Hayle no dijo una palabra en el camino de regreso a la casa, y no presioné, eligiendo


dejar que mis pensamientos rodaran dentro de mi cerebro.
El encuentro con Lily había sido un poco extraño, pero eso no era lo que estaba
ocupando todo mi espacio mental. Era la visión de Hayle sentado comiendo los
brownies que su madre le había preparado solo para él. Era la forma suave en que le
habló y la forma en que claramente quería protegerla.

Había pasado los últimos días convenciéndome de que todo había cambiado. Que
Hayle, Tristin y Leo no eran los chicos que recordaba.

Ahora... bueno, no estaba tan segura.

126
16
Thea
Los siguientes pocos días pasaron con el drama al mínimo. Tristin me llevaba a
Civilización Occidental todas las mañanas y se sentaba a mi lado, estoico como siempre.
Aunque todavía había muchas miradas y susurros, nadie había salido y hablado
directamente con Tristin. Y Violet parecía feliz de fingir que él no existía. Al menos, esa
era mi interpretación, ya que ni una sola vez miró en nuestra dirección.

En casa, la cena estaba disponible exactamente a las siete en punto, pero no había
habido más “cenas familiares” ni nada parecido. Empecé a ir temprano a la cocina para
ayudar a Susan e, idealmente, evitar encontrarme con Vincent. Había funcionado hasta
ahora, por lo que consideraba mi metodología elegida prometedora si no era a prueba
de tontos.

Anoche, Leo había comido conmigo y Hayle la noche anterior a esa. No tenía idea 127
de cuándo comía Tristin. O si incluso se presentaba a cenar. Aparte de nuestras
reuniones matutinas, no lo había visto en casa ni una vez.

Ahora, era jueves por la tarde y estaba comenzando mi primer turno en The College
Grind. O The Grind, como Petra me había dicho que todos lo llamaban. Ella fue y le
habló a Mac, el gerente, durante su turno del lunes. El martes tuve una entrevista que
básicamente consistía en que él revisara mi escaso currículum y me diera una
conferencia sobre llegar a tiempo y mantener contentos a los clientes.

Afortunadamente, no había un código de vestimenta estricto, lo que habría


significado otro viaje a Nana’s Fashions. Llevaba jeans, una camiseta de manga larga y
zapatillas con el delantal negro requerido que tenía el logo de la cafetería. Me había
recogido el pelo en una cola de caballo, pensando que era más seguro que dejarlo suelto.

Como Petra no estaba trabajando hoy, Mac había puesto a Levi a cargo de
entrenarme. Era unos centímetros más alto que yo y delgado, con el cabello castaño
desordenado, un aro en los labios y coloridos tatuajes en el brazo derecho. Tenía una
sonrisa fácil y era paciente mientras repasaba los conceptos básicos del uso del equipo y
los procesos necesarios para las diferentes bebidas.
Levi se detuvo en medio de la demostración de la forma de evaporar la leche de
vaca.

—Entonces, ¿eres amiga de Petra?

—Algo así. Solo la conozco desde hace cinco días.

—Bueno, si a ella le gustas lo suficiente para recomendarte para un trabajo aquí,


podrían bien haberse conocido por cinco años. No deja entrar a la gente fácilmente.

—¿La conoces desde hace mucho?

—Alrededor de dos años. —Se volvió hacia la máquina de café expreso y dijo—:
Quieres que la varita entre solo parcialmente en... la leche.

—Entonces, ¿solo la punta?

No pude resistirme a preguntar con una sonrisa contenida.

Levi se rio entre dientes.

—Exactamente. Si vas demasiado profundo, se quemará. Si es demasiado 128


superficial, acabará rociándote. —Sacudió la cabeza—. Mierda. No hay ninguna
manera de no hacerlo sonar sucio.

Me reí abiertamente de eso. Aquí estaba frente a un chico seriamente caliente que
estaba simplemente tratando de enseñarme a calentar la leche, y las puntas de sus orejas
se estaban poniendo rojas. Era lindo.

—Está bien. Lo tengo.

Se secó el sudor imaginario de la frente.

—Uf. Continuemos.

Después de que terminó su demostración, practiqué varias veces, tratando de


recordar cada instrucción sobre la ubicación de la varilla de vapor. No era como si algo
de mi entrenamiento fuera ciencia espacial, pero era mucho para asimilar a la vez.

—¿Has estado trabajando aquí durante dos años? —pregunté entre intentos.

Era agradable hablar con alguien que no apestaba a drama por una vez.
—Sí, al comienzo de mi primer año en Harbor U.

—¿Te gusta?

Levi se apoyó contra la encimera, revelando una franja de su tonificado estómago.


Petra no había estado bromeando, Mac realmente trataba de contratar gente bonita.

—¿El trabajo o la escuela?

—¿El que sea? ¿Ambos?

Él se encogió de hombros.

—Nunca me imaginé a mí mismo como un barista, pero es un trabajo y paga


bastante decente. En cuanto a la universidad... Es complicado.

—Sé lo que quieres decir.

Claro, tenía menos de una semana, pero mis pensamientos sobre Harbor U eran,
bueno, complicados. El campus parecía sacado de una película. Los profesores estaban
calificados y el personal era amigable. Mis gastos estaban cubiertos, lo que significaba
que no tendría que llevar la carga de los préstamos estudiantiles alrededor de mi cuello 129
como una bufanda de cota de malla durante los próximos treinta años.

Pero no podía evitar la sensación de que no pertenecía. Que estaba viviendo la vida
de otra persona. Alguien que merecía todo esto un infierno más de lo que yo lo hacía.

Levi me miró, sus claros ojos verdes viendo más de lo que deberían.

—Sí, creo que lo entiendes.

Regresamos al trabajo, y las próximas pocas horas volaron entre el entrenamiento y


ayudar a los clientes cuando se llenó. No era sorprendente que la gran mayoría de los
clientes fueran estudiantes universitarios. Muchos de ellos se quedaban para hablar con
sus amigos o estudiar, y muchos más compraron su café y bocadillos para llevar.

Lo que sí me sorprendió fue la cantidad de clientes que llegaron con vasos


reutilizables estampados con el logo de la cafetería. Los vasos no solo ayudaban a salvar
el medio ambiente, sino que le ahorraban al cliente veinte centavos por recarga. No
podía imaginarme a la gente de Kansas haciendo lo mismo. Pero, como tenía que
recordarme, ya no vivía en la pequeña ciudad de Kansas.
Unos treinta minutos antes del final de mi turno de cuatro horas, se abrió la puerta
y entraron un chico moreno familiar y una morena menuda menos familiar. El chico
tenía la mano en la espalda de la chica y bajó la cabeza para decirle algo. Ella le sonrió,
claramente enamorada.

Hayle y su novia. De nuevo, ¿cuál era su nombre?

Debería haber pensado que eran una linda pareja, pero mi cerebro no podía llegar
allí. Sí, era una chica tonta. Demándame.

Cuando levantó la cabeza, su mirada se cruzó con la mía y me lanzó una media
sonrisa. Dejando el lado de su novia, pasó de la línea hasta el final del mostrador para
pararse frente a mí.

—Oye. Supongo que hablabas en serio con todo eso de conseguir un trabajo.

—¿Pensaste que lo estaba inventando para impresionar a tu padre?

—No. —La media sonrisa se convirtió en una completa—. Pero pensé que podrías
ser persuadida por la tarjeta de crédito que te dio con un límite de veinte mil dólares.

Me atraganté. ¿Veinte mil dólares? ¡Veinte mil dólares! Hijo de su puta madre. 130
»¿Asumo que no lo sabías? —preguntó Hayle.

—Obviamente no. —Mi mente todavía estaba dando vueltas. Eso era mucho
dinero—. No es que importe. Solo acepté la tarjeta para que se callara sobre el auto.

—Te das cuenta de que eres la única persona en el mundo que rechazaría un auto
gratis, ¿verdad?

—Oprah y yo. —Porque, ya sabes, a ella le gusta regalarlos.

Sacudió la cabeza.

—Bueno, supongo que puedes consolarte con eso la próxima vez que vayas en
bicicleta a casa bajo la lluvia torrencial.

—Lo haré.

—¿Hayle? —dijo una voz cursi, y miré a su lado para encontrar a la novia parada
allí. Aunque había dicho el nombre de Hayle, definitivamente me estaba mirando. No
iría tan lejos como para decir que su mirada era ceñuda, pero era de una naturaleza
evaluativa, al menos.

Él miró de mí a la chica y devuelta a mí.

—Thea, esta es Kelsey. Kelsey, Thea.

Correcto. Kelsey.

Ahora que la veía de cerca, parecía una Kelsey. Cabello castaño perfectamente liso.
Una cara bonita y redondeada con nariz de botón y grandes ojos marrones. Camiseta
azul celeste con las palabras ‘Todo el mundo ama a una chica Delta Chi Delta’. No
exactamente a quién hubiera elegido de una fila para Hayle, pero, ¿qué sabía yo?

—Es un placer conocerte —le dije cortésmente. Porque podía ser cortés cuando lo
intentaba.

—Igualmente. —Sus ojos se agrandaron, como si finalmente me hubiera ubicado—


. Oh, eres la huérfana. Escuché todo lo que te pasó a ti, a tu mamá y a tu tía. Qué
horrible.

La… ¿huérfana? 131


Mi cuello se tensó y volví mi mirada, que ahora era una mirada fulminante, hacia
Hayle. Tuvo la decencia de verse incómodo, pero eso no lo salvaría de mi ira. Una cosa
era explicar a su novia por qué una extraña chica estaba viviendo con él, ¿pero contarle
todo sobre mí? ¿Referirse a mí como la huérfana? No, simplemente no.

—Sí —dije con la voz más empalagosa que pude reunir—, fue horrible. —Le di toda
la fuerza de mi atención a Kelsey—. Tengo suerte de que los Sharpe se apiaden de mí.
Leo, Tristin y Hayle han sido muy acogedores. Hayle especialmente. —Mordí mi labio
inferior—. Él sabe exactamente cómo consolarme.

—Thea —dijo él en advertencia cuando las mejillas de su novia se pusieron rosadas.

—Oye. —La voz baja me sacó de mi neblina de ira y miré a mi lado. Levi se quedó
allí, y podría haber jurado que la diversión brilló en sus ojos—. ¿Todo bien por aquí?

Maldita sea. Había olvidado dónde estaba por un momento.


—Sí. Necesito volver al trabajo —le dije al dúo frente a mí. Aunque sabía que
probablemente volvería a morderme el trasero, no pude resistirme a hacerle un guiño a
Hayle—. Te veo en casa.

Luego, me di la vuelta y regresé a la máquina de espresso. Para hacer qué, no tenía


idea. Pero me alejó del mostrador.

Como era de esperar, Levi me siguió.

—¿Era Hayle Sharpe?

Caray. ¿Incluso él sabía lo de los Sharpe? Él no me daba la impresión como el tipo


de persona que diera una mierda sobre celebridades locales.

—Sí. —Eché un vistazo por encima del hombro y vi a Hayle y Kelsey a medio
camino de la puerta. La tensión en mi cuello finalmente se aflojó y suspiré—. ¿Qué
quieres saber?

Movió la lengua por el anillo de sus labios.

—Empecemos con la tarjeta de crédito de veinte mil dólares y por qué diablos estás
trabajando aquí. 132
Doble suspiro.
17
Thea
—¿Realmente intentaste que Hayle y Kelsey rompieran anoche?

Miré a Tristin a través del Tesla. Este era el quinto día que me llevaba a clase y era
la primera vez que iniciaba una conversación.

—No.

Recordé mi encuentro con la pareja. Es cierto que mis comentarios sugiriendo que
algo estaba pasando con Hayle eran malos. Pero esa perra se había referido a mí como
“la huérfana”. Bien podría haberme llamado Oliver Twist. Jesús.

Así que, sí, estaba todavía jodidamente enojada. Y, no, no lamentaba haber actuado
como una perra en respuesta. Ella lo había comenzado. 133
Era todo sobre la madurez esta mañana.

La boca de Tristin se torció.

—Eso no es lo que dijo Hayle.

—¿Oh? Y, ¿qué dijo Hayle exactamente? —Esto debería ser bueno.

—Dijo que insinuaste que ustedes dos se habían liado justo en la cara de Kelsey.

Sonreí. No pude evitarlo.

—Bueno, sí, lo hice.

Tristin silbó.

—Maldición, chica. Eres incluso más fría de lo que pensaba.


¿Sería ahora un buen momento para señalar que él había estado luciendo una
apariencia fría como el hielo durante la semana pasada? Al notar la casi sonrisa en su
rostro, decidí que no. ¿Por qué arruinar algo bueno?

—¿Qué más dijo?

—Solo que tuvo que humillarse mucho antes de que ella se calmara. Además, hubo
algo sobre el partido de fútbol de esta noche. Pero no me importó lo suficiente como
para pedir más detalles.

El juego… cierto.

Aunque la temporada oficial no comenzaría dentro de un par de semanas, era la


tradición de Harbor U jugar un partido “amistoso” contra la Universidad Whitley en la
primera semana de clases. O eso me habían dicho. Por Leo y Petra y cada persona que
había oído por casualidad hablando acerca de ello en los últimos pocos días.

—Pensé que los partidos de fútbol americano universitario eran los sábados.

Tobias me había abandonado los sábados suficientes para ver jugar a sus preciosos
K-State Wildcats para que yo supiera eso.
134
—En esta división, los juegos pueden ser el jueves, viernes o sábado.

—Entonces, ¿vas a ir?

Tristin me miró.

—¿Qué piensas?

—Creo que a Leo le gustaría que estés allí. —Incluso mientras decía las palabras,
me preguntaba por qué demonios estaba metiendo la nariz en donde más que
definitivamente no pertenecía.

—Me importa una mierda lo que le guste o no a Leo.

Girando mi cabeza, miré por la ventana. El sol salió esta mañana y la luz se filtraba
a través de los árboles, bañando el suelo con un brillo mágico. La vista me hacía tener
ganas de tener en mis manos unos lápices de dibujo de colores. Quizás tan pronto como
me paguen. Sería mi recompensa por sobrevivir mis primeras semanas bajo el techo de
los Sharpe.
—Sí, pero tienen que hacer las paces en algún momento.

—¿Tenemos? —espetó, y me obligué a mirar de nuevo su perfil.

Incluso mientras meditaba, sus rasgos eran prácticamente perfectos. Su nariz se


estrechaba en una punta, y su mandíbula era prominente sin ser ancha. Pude verlo
apretarla y soltarla, lo que me recordó que había hablado.

Aunque su pregunta sin duda había sido retórica, iba a responderla.

—Mira, no es de mi incumbencia. Lo entiendo. Pero recuerdo la forma en que los


dos solían ser, y me pone triste que ya no lo tengan. —Debería parar. Pero, ¿qué diablos?
Por un centavo, por una libra, y ahí iba de nuevo, citando mentalmente a la tía Emmy—
. ¿No lo extrañas? ¿A tu mejor amigo?

Tristin golpeó el volante con una mano y me hizo saltar.

—Joder, Thea. ¿Por qué estás presionando?

—Porque alguien tiene que hacerlo. Alguien que no esté involucrado. Alguien que
no tenga un perro en esta pelea. Y, por lo que veo, soy la única persona que califica.
135
En otras palabras, era la única persona lo suficientemente estúpida como para
mencionarlo.

Hizo un ruido en su garganta que estaba en algún lugar entre un gruñido y un


murmullo.

—No es así de fácil.

—¿Qué no lo es?

Estacionó en su lugar habitual y se volvió hacia mí, con los ojos encendidos de un
turquesa profundo.

—Arreglarlo. Digamos que escucho la disculpa de Leo. Y, ¿qué? ¿Lo perdono?


¿Actúo como si los últimos años no hubieran sucedido? ¿Finjo que no me permitió
pudrirme en la cárcel durante dieciocho meses? ¿Por él?

Tristin se pasó una mano por el cabello.


»Por el amor de Dios, me perdí la mitad de la preparatoria. Me perdí los partidos de
fútbol, las fiestas y las chicas. Todas las cosas que se supone que debía mirar hacia atrás
y recordar con cariño. —Soltó una risa áspera—. ¿Sabes lo que realmente recordaré?

Negué con la cabeza, incapaz de formar palabras.

»Voy a recordar cómo solía contener la respiración y rezaba para que un guardia se
presentara en el patio antes de que los matones comenzaran contra algún flaco y débil
novato. Porque, si me metía en la pelea, terminaría en el hoyo por días al final, y ni
siquiera quieres saber cómo era.

Tragué. Lo que había dicho era verdad. No sabía cómo era nada de eso, y no quería
imaginarlo particularmente.

»Quizás Leo y mi papá tengan razón. Yo lo provoqué, así que necesito tragármelo
y superarlo. —Sus labios se torcieron en algo feo. Siniestro—. Pero no tengo ningún
interés en tragármelo. O superarlo. Hoy no. Quizás nunca.

Y, con eso, se quitó el cinturón de seguridad y prácticamente se lanzó fuera del auto.
Cuando seguí sentada allí, congelada en mi asiento, rodeó la parte delantera del coche
y golpeó el capó con el puño.
136
Cogí mi bolso, salí del coche con las piernas temblorosas y vi como Tristin se dirigía
hacia Carlson Hall. Sus largas piernas se comieron la distancia más rápido de lo que
hubiera imaginado que fuera posible, y ya había desaparecido dentro antes de que
forzara un pie delante del otro.

Mis zapatos podrían haber estado llenos de plomo mientras me dirigía a la sala de
conferencias. Estaba demasiado tentada a dar la vuelta y volver a la cama. Comenzar de
nuevo y fingir que los últimos diez minutos nunca sucedieron.

Pero no le daría a Tristin la satisfacción de asustarme. Presionar probablemente no


era lo más inteligente que había hecho jamás, pero lo hice con la mejor de las
intenciones. No iba a acobardarme solo porque él se apartó.

Yo era más fuerte que eso.

La Dra. Humphrey ya estaba de pie en el atril cuando me deslicé por la puerta y me


lanzó una mirada de desaprobación. Llegué treinta segundos tarde, a lo sumo, y si el tan
hosco Tristin Sharpe no podía obligarme a meter la cola entre la patas y huir, la profesora
seguro que no lo lograría.
Tomé asiento sin mirar en dirección a Tristin y pasé toda la clase ignorándolo. No
fue difícil de hacerlo, ya que, como de costumbre, mantuvo su cuerpo tan quieto como
una escultura. En su caso, probablemente sería mármol. Y estaría desnudo. Porque, ¿por
qué no?

Unos cinco minutos antes del final de la clase, la Dra. Humphrey comenzó a
recopilar sus notas.

—Voy a tomar estos últimos minutos para hablar sobre los grupos de estudio.

»Todos ustedes han sido asignados a un grupo con tres o cuatro de sus compañeros.
La Dra. Stanton y yo los alentamos a que aprovechen estos grupos con sesiones de
estudio regulares. Sin embargo, no se requiere participación más allá de una reunión
inicial y un proyecto de fin de período.

»A estas alturas, deberían haber recibido un correo electrónico con los nombres y la
información de contacto de los otros estudiantes de su grupo. Se requiere que tengan su
reunión inicial antes de la clase el próximo viernes. La asistencia se basa en un sistema
de honor, pero no es extraño que los estudiantes denuncien a otros en su grupo que no
se presenten.

»Hay varias salas en la biblioteca que siempre están en espera para los grupos de
137
estudio de Civilización Occidental. Ustedes pueden reservar una en línea.

Apoyó los brazos en el atril, su expresión de repente menos severa de lo habitual.

»Ahora, sé que la mayoría de ustedes están gimiendo por dentro o están poniendo
sus ojos en blanco en este momento. Pero estos grupos pueden ser algo grandioso. Todos
son estudiantes de primer año y muchos de ustedes necesitan desarrollar buenos hábitos
de estudio. Trabajen juntos para descubrir la mejor manera de tener éxito en esta clase.
Y nunca se sabe, tal vez conozcan a alguien que se convierta en un amigo para toda la
vida.

No había estado poniendo los ojos en blanco antes, pero ahora lo estaba. Gracias por
eso, Dra. Humphrey.

Ella despidió a la clase y parecía que toda la clase ya estaba revisando su correo
electrónico en sus computadoras portátiles. Como no me había preparado para cargar
con la costosa computadora portátil que venía con mi estatus de invitada, era una de las
únicas estudiantes que todavía tomaba notas a mano.
Por lo tanto, busqué mi teléfono en mi mochila y abrí la aplicación de correo
electrónico, con la esperanza de que se decidiera funcionar.

Tristin hizo un ruido entre dientes y yo lo miré, tratando de ocultar mi sorpresa de


que no hubiera vuelto a huir de mí.

—¿Qué?

Miró mi celular con evidente disgusto.

—Deberías dejar que papá al menos te compre un teléfono. Esa cosa es una mierda.

—¿Cómo te…? —No tenía sentido terminar esa frase. No había estado allí cuando
su padre me ofreció un teléfono nuevo en bandeja de plata. Pero Hayle sí, y tenía que
asumir que era prácticamente lo mismo.

Además, no estaba equivocado. El celular apenas funcionaba para cualquier


propósito más allá de hacer llamadas. Lo cual, como chica moderna, rara vez las hacía.

—Fue todo lo que pude permitirme.

—Entiendo que tengas orgullo y toda esa mierda, pero, ¿cuál es el punto si significa 138
estar pegada con esa cosa, cuando podrías tener esto? —Levantó lo que tenía que ser la
última versión de iPhone, y una ola de envidia por su teléfono me bañó. Era tan bonito
y elegante, maldito sea.

Mirando hacia mi celular, noté que mi correo electrónico finalmente se había


cargado y se lo metí en la cara.

—Todavía hace el trabajo. ¿Ves?

Tristin lo miró con escepticismo antes de volver a mirarlo, su expresión ahora


sombría.

—Mierda.

—¿Qué?

Tiré de mi brazo hacia atrás para estudiar mi teléfono, esperando que se encendiera
o algo así. Pero, en cambio, solo vi el contenido del correo electrónico. Incluía tres
nombres, uno de los cuales era Violet Jacobs.
Bien... mierda era correcto.

Dirigí mi mirada a donde ella estaba sentada, pero ya se había ido. Probablemente
en un intento de superar la multitud de estudiantes que se habían quedado atrás para
comprobar sus grupos de tareas.

Con el estómago retorciéndose, volví mi atención a Tristin. Me estaba mirando, con


la boca dibujada en línea recta.

—Hay algo bueno en esto.

—¿Qué es?

Encogió un hombro.

—Significa que no está en mi grupo.

Bueno sí. Ahí estaba eso.

139
18
Tristin
Una banda tocaba. Las porristas animaban. Los fanáticos gritaban.

Otro viernes por la noche. Otro partido de fútbol. Otra oportunidad para que Leo
brille.

¿Por qué diablos estaba aquí?

Los sonidos eran demasiado fuertes. Las luces del campo eran demasiado brillantes.
Y los estudiantes que llenaban las gradas eran también… todo. Demasiado ansiosos.
Demasiado exuberantes. Y demasiado expectantes.

Emocionados. Entusiastas. Exaltados. Sí, tenía sinónimos aliterados saliendo de


mis oídos. 140
Lo que no tenía era ningún interés en participar en la juerga.

Estar aquí era como retroceder en el tiempo hasta la preparatoria. Excepto que no
estaba en el campo con mi hermano y compañeros de equipo. No estaba atrapado en la
emoción del juego. O la competencia y las rivalidades.

Estaba en el exterior, precisamente donde quería estar. Era mi zona de confort estos
días.

Lo que hacía surgir la pregunta, de nuevo, ¿por qué diablos estaba aquí?

Sabía la respuesta. Por otra parte, no lo hacía.

Las palabras de Thea se habían repetido en mi cabeza todo el día. ¿No lo extrañas?
¿A tu mejor amigo? Me habían hecho pensar y odiaba pensar cuando esos pensamientos
tenían algo que ver con Leo o mi padre o Violet.

En este caso, tenían que ver con los tres. La trifecta de todo lo que estaba jodido en
mi vida.
Dirigiéndome al borde de las gradas, vi cómo el equipo de Harbor U se apiñaba. Sus
cascos mostraban la mascota de la escuela: un pirata, con un sombrero estúpido y un
parche en el ojo. Claro, esta era una ciudad naviera, pero, ¿era eso lo mejor que se le
ocurrió a la universidad? El logotipo por sí solo era suficiente para alegrarme de no estar
jugando deportes de equipo.

El grupo se separó y Leo condujo al equipo al campo, luciendo como el líder seguro
que sin duda era. Siempre había sido ese chico. El que otros muchachos admiraban. El
que las chicas seguían. La estrella más brillante de cualquier galaxia en la que habitara.

Sin embargo, nunca había estado celoso de él. Mi papel como su compañero más
tranquilo y gentil había sido fácil. Me había deleitado con su brillo de popularidad sin
tener que esforzarme por ser agradable. No es un mal negocio.

Pero mirándolo en el campo...

Siendo testigo del lanzamiento de un perfecto pase de veinte yardas…

Escuchando los vítores de la multitud y viendo la emoción de sus compañeros


cuando el receptor cruzó hacia la zona de anotación…

Todo me hacía sentir algo. Quizás no celos, pero estaba cerca. Porque, mientras
141
había estado atrapado en esa correccional de mierda durante los últimos dieciocho
meses, él siguió adelante. Él tenía un nuevo equipo. Nuevos amigos. Una nueva vida.

Y yo no tenía nada más que un chip en mi hombro.

—¿Por qué no nos haces un favor a todos y desapareces?

Me volví para encontrar nada menos que a Bodie Jacobs y sus secuaces abriéndose
en abanico detrás de mí. Tenían los brazos a los lados y sus expresiones me decían que
estaban ansiosos por pelear.

Mierda. No esto de nuevo.

Crucé mis brazos sobre mi pecho y me apoyé casualmente contra la barrera de


concreto en mi espalda.

—Corrígeme si me equivoco, pero esta es mi escuela. No la tuya. —Estaba seguro


en un noventa y nueve por ciento de que él no había asistido ni un solo día a la educación
superior—. Como era mi casa la semana pasada.
Extendió los brazos ampliamente.

—La última vez que lo comprobé, este era un país libre. ¿Me vas a decir que no
puedo pasar la noche del viernes con mi hermanita? —Dio un paso hacia delante—. ¿Es
eso lo que estás diciendo, Sharpe?

Hijo de puta. Si patearle el trasero no había sido suficiente para disuadirlo, ¿qué lo
haría? Ya estaba cansado de esta mierda, y solo había estado fuera del reformatorio
durante una semana.

—Eres libre de hacerlo, si eso es lo que quieres. Lo que no puedes hacer es


enfrentarte a mí cuando estoy aquí, ocupándome de mis propios asuntos.

Otro paso adelante.

—Entonces, ahora, me estás diciendo lo que puedo y no puedo hacer. ¿Es eso?

De repente, Hayle estaba a mi lado y murmuré una maldición.

Su presencia no ayudaría a mejorar la situación.

—¿Por qué no solo pasamos el rato? —preguntó mi hermano con una sonrisa 142
alegre—. He oído que la armonía es buena para el alma.

Bodie entrecerró sus pequeños ojos en Hayle.

—¿De qué mierda estás hablando?

Él se encogió de hombros.

—Si eso no funciona para ti, ¿qué tal hacer el amor, no la guerra?

—Amigo —dijo uno de los secuaces de Bodie—. Creo que el flaco te está
coqueteando.

Hayle se rio de él.

—No eres muy inteligente, ¿verdad?

El minion hizo crujir sus nudillos.

—¿Qué fue lo que me dijiste?


Me paré frente a mi hermano, bloqueándolo de la vista. Él no tenía una oportunidad
en contra del tipo. Hayle luchaba con sus palabras, no con sus puños.

—¿Por qué no se mueven antes de que hagamos más que una escena?

Ya había demasiados ojos sobre nosotros. Nunca debí haber venido aquí. Lo sabía
mejor y había aparecido de todos modos.

—Te gustaría eso, ¿no? —gruñó Bodie.

—Sí —dije inexpresivo—. Por eso lo sugerí.

Un bajo murmullo rodó a través de la multitud y crecía con cada segundo que
pasaba. Girando mi cabeza, parpadeé un par de veces para asegurarme de que no estaba
imaginando la escena que se desarrollaba frente a mí.

Ya no había ningún miembro del equipo de Harbor U en el campo... porque todos


estaban corriendo escaleras arriba, dirigiéndose directamente hacia nosotros, con Leo a
la cabeza.

—¿Qué…? —Bodie se interrumpió cuando el Sr. Qué Me Dijiste comenzó a tirar de


su manga. 143
—Tenemos que salir de aquí —gritó uno de los otros secuaces, con el rostro pálido.

Bodie miró de mí al equipo y luego de nuevo a mí. Metiendo su dedo en mi cara,


dijo:

—Esto no ha terminado, Sharpe.

Luego, él y sus secuaces salieron disparados de las gradas justo cuando todo el
equipo de fútbol llegaba ante los vítores de los espectadores.

Varios corrieron tras ellos, pero Leo se detuvo frente a mí.

—¿Qué demonios quería esta vez?

—Oh, ya sabes, estaba saludando amistosamente. ¿Qué pensaste que estaba


pasando aquí?

Hayle resopló mientras se movía detrás de mí.


—Más como empezar mierda sin razón, pero tal vez ¿así es como la gente dice hola
en el corral?

—Muy divertido. —Entrecerré los ojos a Leo—. ¿Por qué estás aquí arriba en lugar
de allá abajo? Estoy bastante seguro de que acabas de expulsar a todo tu equipo del
juego.

Ojos del mismo tono exacto de los míos me devolvían la mirada.

—Te lo dije, Tin. Siempre te respaldaré.

¿No lo extrañas? ¿A tu mejor amigo?

La pregunta estaba obsesionándome ahora.

En los días posteriores al accidente, me aparté de todos, preparándome para aceptar


mi destino. En los meses posteriores a eso, antes y durante el juicio, mi privación se
había convertido en algo más oscuro. Cuando estuve encarcelado, no estuve
experimentando nada parecido a la resignación.

En su lugar, todo lo que había sentido era amargura y odio hacia dos de las tres
personas que se suponía que siempre me cuidarían, Leo y mi padre. Leo, porque sus 144
malas decisiones me habían llevado a ocupar su lugar. Y mi padre, porque me había
dicho que todo saldría bien.

Mintió.

¿No lo extrañas? ¿A tu mejor amigo?

La verdad era que sí, lo extrañaba. Pero no podía decirle eso. Leo todavía no sabía
algo.

Esa noche, esa maldita noche, bebí, pero no estaba borracho. Estaba de mal humor
por alguna razón completamente olvidable. Pasé la mayor parte del tiempo parado en la
esquina, bebiendo varias cervezas y mirando a cualquiera que estúpidamente eligiera
mirar en mi dirección.

Y noté a Violet. No por las habituales razones que un chico de dieciséis años de
edad notaba a una chica en una fiesta. Con su largo cabello rubio cayendo sobre su rostro
y lentes demasiado grandes, era lo suficientemente linda pero no era mi tipo.
A diferencia de mí, ella se había emborrachado esa noche. Había visto como dos
chicos le daban trago tras trago. Podría incluso haber reído disimuladamente cuando
tropezó al baño, su mano apretando contra su boca.

Luego, menos de una hora después, había estado caminando por el costado de la
carretera y tropezó justo frente a la camioneta de Leo.

Y lo supe de inmediato, yo tenía la culpa de lo que sucedió tanto como Leo. Podría
haberlo prevenido todo y no lo hice.

Porque no me había preocupado lo suficiente como para ayudar a una chica que
claramente lo necesitaba.

Obligando a mis pensamientos a volver al presente, empujé para pasar a Leo. ¿Él
quería tener mi espalda? Bueno, entonces podría verla mientras me alejaba.

145
19
Thea
Desde mi lugar en las gradas, tenía una visión clara de Tristin yéndose. Yo estaba
demasiado lejos para escuchar algo de lo que se había dicho, pero la expresión en la cara
de Leo me dijo que no era bueno.

Se quedó allí, rodeado de gente, pero se veía devastadoramente solo. Con la cabeza
gacha y el casco colgando de una mano, su postura era casi una réplica exacta de la de
mi dibujo.

Y me rompió el maldito corazón.

Antes incluso de darme cuenta de que me había puesto de pie, estaba empujando a
la gente en mi fila para llegar a las escaleras. Una mano se apretó alrededor de mi
muñeca, y miré atrás para hallar a Petra siguiéndome con una expresión confusa. ¿Qué 146
está pasando? gesticuló.

—Tengo que bajar allí.

No tenía sentido; simplemente lo era.

Los hermanos Sharpe seguían alejándome con su drama un minuto y volviéndome


a meter en él al siguiente. Era como si fueran imanes de alta potencia, y yo era un
centavo viejo y humilde que estaba siendo atraído.

No me gustaba ser el centavo.

En el momento en que llegué a la sección inferior, la mayoría de los jugadores de


fútbol habían regresado al campo y claramente su entrenador los estaba regañando. Pero
Leo no se había movido ni un centímetro. Hablaba con Hayle, aparentemente
desinteresado en todas las personas que lo miraban como si acabara de lanzar el
touchdown ganador del juego… o de perder el balón. No estaba muy segura de cuál.

Un árbitro calificó oficialmente el juego como una pérdida y el estadio se llenó de


abucheos. Al notar las caras infelices de los estudiantes a mi alrededor, decidí seguir con
lo del balón perdido. Leo podría haber renunciado a su título de “más popular” por la
noche.

Hayle pareció aliviado cuando me vio.

—Hola, Thea. No sabía que estabas aquí.

—No podía perderme el primer juego.

De acuerdo, eso era mentira. Petra había insistido en mi asistencia y en que se lo


debía desde que me consiguió un trabajo en The Grind. De lo contrario, me lo habría
saltado. Pero Leo no tenía necesidad de saber eso.

Él se volvió, y a menos de que me lo estuviera imaginando, parecía feliz de verme.

—Este no cuenta como primer juego.

—¿Por qué, porque saliste del campo al comienzo del cuarto tiempo?

Secando el sudor a lo largo de su frente, sonrió con esa sonrisa arrogante que me
hizo saber que se sentía mejor.
147
—No, porque fue un juego amistoso. —Mirando detrás de mí, preguntó—: ¿Quién
es ella?

Mi nueva amiga se acercó más a mí y cruzó sus brazos sobre su pecho. Tenía la
sensación de que quería parecer intimidante, pero era tan pequeña y linda, dudaba de
que estuviera funcionando.

—¿Por qué te importa?

Su sonrisa solo creció.

—Me preocupo por todos mis compañeros de estudio.

—Las que tienen tetas —murmuró Hayle, y me reí.

Leo simplemente asintió.

—Especialmente las que tienen tetas.

Petra puso los ojos en blanco.


—Guau, qué encanto. —Ella se volvió hacia mí—. No sé cómo mantienes las bragas
con él.

Aunque su sarcasmo era más que evidente, Leo pasó un brazo por mi hombro.

—Es solo cuestión de tiempo.

—No, no lo es. —Aparté su brazo de mí—. Asco. Estás todo sudoroso.

Él estaba empapado en sudor y olía así. Pero, curiosamente, no era el peor olor del
mundo. Lo que significaba que algo estaba seriamente mal conmigo. Yo no habría
permitido que Tobias se acercara a mí después de un partido de béisbol. Leo no debería
ser diferente.

Movió las cejas.

—Sabes que te gusta.

—Sé que necesitas darte una ducha.

—Está bien, está bien. Voy a ir a tomar una ducha, pero tienen que venir a la fiesta
después del partido. 148
Oh, dios, no. No otra fiesta.

—N…

Apenas había abierto la boca cuando Petra me pellizcó el costado y de repente le


dio a Leo una amplia sonrisa.

—¡Nos encantaría!

—Bueno. —Empezó a retroceder—. Hayle les dará los detalles y las veré allí.

Tan pronto como estuvo fuera del alcance auditivo, giré sobre Petra.

—¿Qué demonios? No puedes decirlo en serio.

—Oh, sí, lo hago.

—¿Qué pasó con los hermanos Sharpe siendo “imbéciles ricos y privilegiados”? —
Estoy bastante segura de que eso es lo que había dicho ese primer día en The Grind,
palabra por palabra.
Hayle soltó una carcajada.

—¿Disculpen?

Ella le dio una sonrisa angelical.

—Lo siento, pero no lo siento. Solo dije la verdad.

—No soy un imbécil.

Bueno, al menos no negó la parte rica y privilegiada.

Petra se encogió de hombros.

—Queda por verse. —Para mí, dijo—: Vamos, Thea. Una noche de libertinaje es
justo lo que necesitamos para comenzar bien este semestre. Y, si tenemos suerte, incluso
podríamos ser testigos de algunos de esos imbéciles ricos con los que vamos a la escuela
haciendo el ridículo como borrachos. —Me miró parpadeando, no es broma—. ¿Por
favor?

—Tu amiga tiene razón —dijo Hayle—. Estás en la universidad ahora. Bien podrías
actuar en consecuencia. 149
—Apestan. —Agité un dedo entre ellos—. Los dos.

Petra me dio un abrazo entusiasta.

—Eso es un gran sí.

—Bien —gruñí—. Podemos ir por un rato.

—Te enviaré un mensaje de texto con la dirección —dijo Hayle.

Habíamos intercambiado números hace unos días, y él también me había dado los
de Tristin y Leo. No es que planeara usarlos, a menos que hubiera una emergencia.
Puede que sigan atrayéndome, pero eso no significa que esté a punto de empezar a enviar
mensajes de texto con ellos.

—Hayle. —La voz femenina tenía un tinte quejumbroso, y no me sorprendí al


descubrir que le pertenecía a Kelsey—. ¿Qué está tomando tanto tiempo? —Me miró y,
como si acabara de darse cuenta de que estaba allí, jadeó—. Tú.
Qué falsa.

—Síp. Yo.

Hayle se puso rígido y me lanzó una mirada de advertencia. ¿Pensaba que quería
volver a enfrentarme con su novia? No era una línea en mi agenda, así que no estaba
interesada.

»Vamos —le dije a Petra—. Salgamos de aquí.

—Tienes que mantenerte alejada de Hayle.

Ante el pronunciamiento de Kelsey, me congelé y Petra se rio.

—Esto debería ser bueno —dijo en voz baja.

Volviendo a Kelsey, metí mis manos en los bolsillos traseros, lo que yo sabía que
acentuaría mis tetas. Entonces, tenía un mejor pecho que ella y no tenía miedo de
señalarlo. Demándenme.

Hayle hizo exactamente lo que había esperado y dejó caer su mirada a mi pecho.
Kelsey lo atrapó y le dio una palmada en el estómago. 150
—¿Qué demonios, Hayle? Se supone que debes pasar esta noche compensando lo
de anoche. Pero, en lugar de quedarte a mi lado, estás aquí, hablando con ella y mirando
su escote.

No fue hasta que ella comenzó a gritarle que me di cuenta de lo que estaban usando
ella y Hayle. Sus camisetas hacían juego, excepto que la de ella decía: ‘Nena de Hayle’
y la de él decía: ‘Nene de Kelsey’.

No pude evitarlo. Una risa salió de mí.

De repente, el comentario de Tristin de esta mañana sobre que Hayle tuvo que
humillarse y del partido de fútbol tuvo sentido. Kelsey, obviamente, estaba haciendo que
él use la camiseta como parte de su penitencia por mis comentarios en la cafetería ayer.

Debería haberme sentido culpable.

No lo hacía.

Su cara se volvió un tono de rojo apenas detectable en la naturaleza.


—¿De qué te ríes, perra?

Mi risa murió. Yo podría haber actuado como una perra, donde se refiere a esta
chica, pero eso no le da derecho a llamarme así.

Aun así, había causado toda esta situación con mis comentarios sarcásticos la noche
anterior. Quizás podría mostrar un poco de piedad por el bien de Hayle.

Después de inhalar y luego exhalar profundamente, dije:

—Ustedes dos son la pareja más linda. Estarán juntos para siempre. Simplemente
lo sé.

Luego, giré sobre mis talones y me alejé, sin darle la oportunidad de idear una
respuesta. Como no podía abofetear el ceño fruncido de su cara bonita y petulante,
tendría que conformarme con la última palabra.

Petra me alcanzó unos momentos después.

—Hay algo que debes saber.

—¿Qué? 151
Saltó frente a mí, luego se dio la vuelta, para que pudiera verla morderse el labio
inferior juguetonamente.

—Tengo un enamoramiento por ti ahora. Será mejor que no me emborrache, o


podría tratar de liarme contigo.

Resoplé.

—Es bueno saberlo.

***

Después de la última fiesta de la semana, no estaba segura de qué esperar, pero no


era la fila de coches conduciendo a una laberíntica casa de dos pisos que estaba a solo
una ventana tapiada de ser el lugar de una película de terror. Hubiera asumido que
Hayle, por despecho, nos enviaría mal la dirección, pero la cantidad de universitarios
vagando en el gran patio delantero probaron que estaba equivocada.
Petra estacionó hábilmente en paralelo entre dos SUV y se volvió hacia mí con una
sonrisa.

—¿Lista para esto?

—Ni siquiera un poquito. —La estudié, sin comprender su exuberancia—. ¿Por qué
quieres estar aquí con los jugadores de fútbol y sus groupies? No parece como tu escena.

Sin previo aviso, Petra se quitó su playera de manga larga de Harbor U y se estiró
para alcanzar en el asiento trasero un pedazo de material rojo.

—¿Qué sabes sobre mí, Thea? Detalles.

Esa era una pregunta al azar, pero bueno, mordí el anzuelo.

—Creciste en Moss Harbor. Has trabajado en The Grind desde que tenías dieciséis
años. Vas a ir a Harbor U con una beca. —Pensé unos segundos—. Vives con tu peculiar
abuela. Te encantan los mocas. No amas a los ricos.

Mientras hablaba, se había puesto otra blusa por la cabeza y se le pegaba como una
segunda piel, hundiéndose para mostrar un escote generoso. Estaba hecho de un
material de encaje y se podía ver su sostén negro a través de él. Era caliente, pero también 152
era algo que nunca usaría en un millón de años.

»Y tienes un ecléctico sentido de la moda —agregué.

—Bien, seguro. Todo eso es Petra durante el día. —Arqueó las cejas—. Es hora de
que conozcas a la Petra que sale de noche.

—No estoy segura de si tener más miedo de que seas un vampiro o una prostituta.

Me chasqueó los dientes.

—Muerdo.

—Sí, no responde la pregunta.

Ella rio.

—Deja de postergarte. Entremos allí.

Suspiré. ¿Tener una amiga valía la pena la tortura de otra fiesta?


Era discutible.

—Bien, vamos.

Cuando llegamos al porche, quedó claro por qué había tanta gente afuera. Solo los
estudiantes con algún tipo de invitación en sus teléfonos estaban siendo permitidos
dentro. Había un real gorila en la puerta, para decidir quién lo tenía y quién no lo hacía.
El grupo de chicas en frente de nosotras estaban giradas hacia el otro lado, y vi a una de
ellas secarse una lágrima.

¿Qué demonios? ¿Y por qué me sorprendía?

Una vez que las chicas rechazadas se fueron, dimos un paso adelante y el gorila nos
sonrió.

—¿Invitación?

—Solo una verbal de Leo Sharpe —contesté.

—Oh, hombre. Eres la hermanastra.

Gruñí. Iba a matar a Leo. 153


—No somos nada. Es solo la idea de Leo de una broma.

Él se encogió de hombros.

—De cualquier manera, hemos sido instruidos para tratarte como si fueras nuestra
propia hermana. —Su mirada recorrió mi cuerpo—. Lo cual es una lástima, porque eres
caliente.

—¿Quiénes son ‘nosotros’?

—El equipo. —Él asintió con su cabeza hacia la puerta—. Entren y diviértanse. Pero
no demasiada diversión. Como una figura fraternal, estoy obligado a decirte eso.

En serio. Leo era hombre muerto.

—Gracias —le respondió Petra, tirando de mi brazo para llevarme hacia la puerta.

En el interior, no estaba tan lleno como esperaba. Probablemente debido a la estricta


política de entrada. Aparte de la enorme sección de cuero que se había movido a una
esquina, la sala de estar había sido vaciada de muebles, dejando mucho espacio para que
la gente se mezclara. En lo que tuve que asumir era el comedor, un grupo estaba jugando
y viendo beer pong. Más gente se estaba congregando en la cocina, y la música se
reproducía por altavoces que no podía ver.

A diferencia de la fiesta de Sharpe de la semana pasada, esta parecía una fiesta


universitaria completamente normal. O cómo asumí que sería una fiesta universitaria
promedio.

Petra se detuvo junto a la puerta.

—¿Eres en serio su hermanastra?

—No.

Ella me miró, como si no me creyera.

—Es una larga historia.

—Bueno, por suerte, tenemos toda la noche. Pero, primero, necesitamos encontrar
nuestras propias bebidas.
154
—Sí, por supuesto, emborrachémonos en una habitación llena de extraños.

—¿No escuchaste? —Sus ojos verdes brillaron—. Eres la nueva hermana pequeña
del equipo de fútbol. No hay nada de qué preocuparse.

Seguro. No hay nada de qué preocuparse.


20
Thea
Durante la siguiente hora, conocí a la mayoría del equipo de fútbol y escuché la
palabra “hermanastra” demasiadas veces para contarlas. No podía creer que Leo les
hubiera dicho a todos estos tipos que me cuidaran. Y que lo habían tomado en serio.

Se aseguraron de que tuviera que beber en todo momento, que en ese momento era
un Dr. Pepper. Había cedido a tomarme un trago con Petra, pero ese era todo el alcohol
que tenía la intención de consumir esta noche. Me negué a ser uno de esos estudiantes
universitarios que bebían demasiado y tomaban malas decisiones. No estaba juzgando
a los que lo hacían, pero no era lo mío.

Mientras me apoyaba contra la pared exterior de la cocina, vi a Petra coquetear con


un tipo que tenía cabello oscuro de punta y tatuajes que cubrían ambos brazos. Se parecía
un poco a Levi de The Grind, pero no era tan atractivo. 155
Si esta era la Petra “de noche”, no me estaba quejando. Había bebido lo suficiente
como para soltarse sin ser descuidada. Y se veía feliz. Como si no le preocupara el
mundo.

La envidiaba un poco. Si bebiera tanto alcohol, probablemente me volvería más


triste e introspectiva de lo que ya era.

Porque aquí estaba yo, rodeada de gente abrazando la vida universitaria, y todo en
lo que podía pensar era en esa escena entre Tristin y Leo en el estadio. Y preguntándome
dónde diablos estaba Leo. Prácticamente había insistido en que apareciera, y no estaba
por ningún lado.

Un liniero defensivo que se había presentado como Jude tomó la pared junto a mí.

—¿Divirtiéndote?

—Realmente no.

Rio entre dientes.


—Sí, las fiestas tampoco son mis favoritas. Pero realmente no tengo otra opción ya
que vivo aquí.

—Oh, ¿esta es tu casa?

—Mía y de otros cinco chicos.

—Eso explica el enorme sofá seccional y la enorme pantalla plana del tamaño de la
pared. —Y la falta de algo que se parezca siquiera a una decoración real—. ¿Todos tus
compañeros de casa también son jugadores de fútbol?

—Sí. —Mencionó cinco nombres, pero sabía que no retendría la información, así
que ni lo intenté. Solamente recordaba el nombre de Jude porque era único—. El hombre
de quien es este lugar es exalumno de Harbor U, por lo que nos da un buen trato y no
enloquece sobre cada raspón o mella que le sumamos al lugar.

Observé los suelos de madera llenos de raspaduras a nuestros pies.

—No estoy segura de cómo alguien se daría cuenta.

El interior de la casa no daba tanto miedo como el exterior, pero definitivamente


necesitaba trabajo. 156
—Leo dijo que eras respondona.

—¿Oh? ¿Qué más dijo Leo sobre mí?

Se encogió de hombros.

—No puedo decir que lo recuerde.

Sacudí mi cabeza hacia él con falsa decepción.

—Pensé que nos estábamos convirtiendo en amigos rápidamente, pero...

—Bueno, cuando lo pones de esa manera...

—Oye, Jude1 —gritó alguien desde el final del pasillo, interrumpiéndolo.

1
En inglés Hey, Jude, como la canción de The Beatles.
Oye, Jude, ja.

—Apuesto a que eso pasa de moda.

—No tienes idea.

Dando un paso adelante para ver más allá del voluminoso cuerpo del liniero
defensivo de Jude, vi a Leo caminando hacia nosotros, llevando una bolsa de deporte.
Ya no llevaba su uniforme, pero estaba tan sudoroso como la última vez que lo vi.

—¿Puedo tomar prestada tu ducha? —le preguntó a Jude.

Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—¿No se suponía que debías ducharte cuando me dejaste hace como una hora y
media?

Su mirada atrapó la mía.

—Thea. No te vi ahí.

—Eso no responde a mi pregunta. 157


—Fui a trotar para desahogarme.

Al notar un corte justo encima de su ceja, entrecerré los ojos.

—¿Te caíste y te golpeaste la cabeza con una piedra?

Me miró con una mirada de haz perdido la cabeza.

—Noooo.

—Entonces, ¿cómo conseguiste ese corte?

Extendí la mano, como para tocarlo, pero me detuve antes de que mis dedos hicieran
contacto.

—Oh. —Dio un paso atrás—. Solo una lesión menor en el juego.

Volviéndose hacia Jude, dijo:

»Entonces, ¿ducha?
—Claro, hombre. Sabes cuál es mi habitación.

—Gracias.

Lo vi alejarse, mi sospecha creciendo. No había forma de que ese corte hubiera sido
una lesión en el juego. Lo habría notado antes.

Entonces, ¿por qué había mentido? ¿Y qué demonios había estado haciendo desde
que lo vi?

—¿Me disculparías? —le pregunté, entregándole a Jude mi Dr. Pepper sin esperar su
respuesta.

Leo ya estaba a la mitad de las escaleras, así que lo seguí y tuve que pasar junto a
una pareja que eligió ese momento para empezar a besarse en el tercer escalón. Desde
lo alto de las escaleras, vi a Leo abrir una puerta en el extremo de la sala, y me apresuré
para subir.

Cuando empezó a cerrar la puerta detrás de él, me deslicé dentro.

Se giró hacia mí y dejó caer su bolsa de deporte.


158
—¿Pero qué m… Thea? ¿Qué estás haciendo?

—Necesitamos hablar.

Ladeó la cabeza, la arrogancia reemplazó la confusión.

—En otras palabras, ¿te diste cuenta de que no podrías sobrevivir un segundo más
sin desnudarte conmigo?

—No seas asqueroso.

—No hay nada asqueroso en...

Extendí mi mano para cubrir su boca.

—Lo digo en serio.

—Yo también —dijo, sus labios exuberantes rozando mi palma.

El calor se disparó a lugares donde no debería, y aparté mi mano.


—Sé que no obtuviste ese corte del juego.

Su boca se curvó en una sonrisa de satisfacción.

—¿Por qué, Thea Gale? —arrastró las palabras—, si no lo supiera mejor, podría
pensar que realmente te importa.

—¿Se suponía que eso era un acento sureño? Si es así, fallaste.

—No cambies de tema.

—¿Qué tema es ese?

Dio un paso hacia adelante, forzándome contra la puerta.

—¿Te importa?

Mierda, mierda. ¿Qué puedo decir? Seguro que estaba actuando como que lo hacía.

—No quiero que me importe.

—Esa no es una respuesta. 159


Era más inteligente de lo que parecía.

—¿Fuiste tras Bodie? ¿Es ahí donde conseguiste la cortada?

Leo juró bajo su aliento.

—Eres implacable.

—Y estás actuando cautelosamente.

Finalmente dio un paso atrás, sus manos fueron a la parte inferior de su camiseta.

—Si te vas a quedar, será mejor que te prepares para un espectáculo.

Sin esperar respuesta, se quitó la camiseta, se quitó los zapatos para correr y se quitó
los pantalones cortos en un tiempo récord. Traté de no mirarlo fijamente parado a unos
metros de distancia en nada más que calzoncillos bóxers ajustados, pero no pude
evitarlo.

El cuerpo de Leo era la perfección absoluta.


Sus hombros no solo eran anchos; estaban definidos, con esas muescas que solo
había visto en las películas. Sus pectorales parecían duros, demonios, todo él lucía duro
y sus bíceps se flexionaban tentadoramente con cada movimiento. Aunque tenía un
paquete de seis, su estómago no estaba en lo más mínimo delgado. Era grueso, marcado
y todo músculo.

Este era un hombre que se tomaba en serio su deporte, y me encontré admirando


más eso que su aspecto real.

Era una broma.

Él era sexo en un palo y yo estaba desesperada por un bocado.

Quizás yo era el vampiro, no Petra.

Por muy tentador que fuera, no permití que mi mirada se desviara por debajo de la
cintura de Leo. No porque no estuviera interesada en comprobar sus bienes. Sino debido
a que estaba mirando directamente hacia mí, y yo me negaba a darle la satisfacción.

Sus manos se deslizaron hasta la cintura de sus bóxers y mi cuerpo vibró. Esto no
era para nada bueno.
160
Cerré los ojos con fuerza y Leo se rio entre dientes.

—Nunca te tomé por una mojigata.

—Y nunca te tomé por exhibicionista.

De acuerdo, eso era mentira. Leo parecía totalmente del tipo que hacía alarde de su
cuerpo. Pero estaba demasiado distraída para darle una mejor réplica.

Menos de un minuto después, escuché el sonido del agua corriendo desde la


habitación contigua y finalmente abrí los ojos. Había dejado abierta la puerta del baño,
así que lo tomé como una invitación. La cortina de la ducha lo escondía detrás, y no
podía decidir si estaba más aliviada o decepcionada.

Buscando a través del armario desordenado debajo del lavabo, me rendí y conseguí
una curita. Debía funcionar.

Sin confiar en que ninguna parte del baño estuviera realmente limpia, extendí una
toalla sobre la encimera y me senté sobre ella.
»¿Por qué dejaste el juego esta noche? —dije lo suficientemente fuerte como para ser
escuchada sobre el agua corriendo.

Todavía no podía creer que hubiera convencido a todo el equipo para que lo
siguiera. Mariscal de campo estrella o no, todos los muchachos sin duda pagarían por
eso en la próxima práctica.

—¿Qué pasa con todas las preguntas?

—No me iré hasta que empieces a darme algunas respuestas.

Él era terco, pero yo también podía serlo.

—Tengo una mejor sugerencia de lo que podrías hacer con esa bo…

—No te atrevas a terminar esa frase.

Rio.

—Bien, bien. Vi a la pequeña pandilla de Bodie rodeando a Tristin, así que hice lo
que tenía que hacer.
161
—¿A pesar de que tenías que saber que significaba una pérdida?

—De un amistoso.

—Un juego es un juego.

No importaba lo que él dijera, sabía que era un gran asunto. Había estado
escuchando sobre el juego durante toda la semana, y el estadio había estado lleno de
espectadores ansiosos que se habían perdido un cuarto tiempo entero.

Cerró el agua, y giré la cabeza a medida que Leo abría la cortina.

—Tírame una toalla, ¿quieres?

Lo hice sin mirar, todo el tiempo tratando de pensar en otra cosa que no fuera el
hombre desnudo, empapado, parado a unos metros de distancia. ¿No debería estar
intentando decir el abecedario al revés o algo así? Z. X. Mierda. Z. Y. X. Um... W. Esto
era inútil.

Estaba indefensa.
»Deberías saber mejor que nadie por qué hice lo que hice.

Salté ante el sonido de la voz de Leo a escasos centímetros de distancia.


Renunciando a mi misión de evitar mirarlo, volví la cabeza. Aunque asumía que tenía
una toalla envuelta alrededor de su cintura, estaba demasiado ocupada mirando su
rostro para preocuparme.

Su cabello se veía más oscuro que de costumbre, y vi como una gota caía sobre su
frente y rodaba por su sien, mejilla y luego su mandíbula erizada.

Dios, ¿por qué tenía que ser tan atractivo? No era justo.

—Tristin no querría que arruinaras el fútbol por su culpa.

Bajó la cabeza para mirar el mostrador, donde su mano descansaba a un par de


centímetros de mi cadera.

—No estaría tan seguro de eso, pero no importa. Si me necesita, ahí estoy. Eso es
todo lo que hay que hacer.

Desenvolví la curita y la posicioné sobre la cortada.


162
—Quédate quieto un segundo.

Una vez que el vendaje estaba en su lugar, Leo lentamente levantó la cabeza, sus
ojos aguamarina ardiendo mientras me observaba.

—Realmente deberías dejar de hacer que te desee.

Un aleteo comenzó en lo profundo de mi pecho y subió por mi garganta,


impidiéndome respirar.

Sus palabras, o tal vez fue la forma suave en que las había dicho, eran peligrosas.
Me hicieron considerar lanzar la precaución al viento y ceder al momento.

Pero lo sabía mejor. Este era Leo Sharpe, y yo no era más que otro juego para él.

—Puede que quieras que te desee, Leo. Pero tú no me deseas a mí.

Me separó las piernas para interponerse entre ellas y deslizó una mano hacia arriba
por mi brazo para apoyarlo en el hueco de mi cuello.
—Piensas que lo sabes todo, Thea, pero tengo noticias para ti. —Se inclinó, rozando
mi oreja con sus labios al susurrar—: No lo haces.

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando deslizó su otro brazo alrededor de mi


cintura para acercarme. Tuve una fracción de segundo para decidir: permitir que esto
sucediera o alejarlo.

No lo aparté.

La mano en mi cuello se enredó en mi cabello, y aplastó su boca contra la mía. Jadeé


ante el contacto, y se aprovechó de mis labios entreabiertos para mordisquearme el labio
superior y luego el inferior.

Incapaz de resistir la tentación de un Leo sin camisa, deslicé mis manos por su
estómago, hundiendo mis dedos en cada tentadora hendidura. Su piel estaba caliente y
más suave de lo que podía haber imaginado, y nunca quise dejar de tocarlo.

Tiró de mi cabello, causando que una pizca de dolor y placer se dispararan a través
de mí. Inclinando mi cabeza, profundizó más el beso, capturando algo más que mi boca.

Desde el momento en que lo volví a ver, me había estado diciendo a mí misma que
él no era, no podía ser, para mí. Había demasiado tiempo y agitación interponiéndose
163
entre nosotros. Pero mi cuerpo no estaba recibiendo el mensaje.

Agarrando su cintura, me deslicé hacia adelante hasta que mi centro estuvo posado
en su erección. Su toalla debió haber caído, porque podía sentir que comenzaba a
moverse contra mis leggins.

Gruñó en mi boca antes de morder la tierna carne de mi labio inferior. Mi cuerpo


ardía desde el interior, y todo lo que podía pensar era en su hinchado pene moviéndose
dentro de mí en su lugar.

Estaba a un segundo de alcanzarlo cuando de repente me soltó. Girando su cabeza,


jadeó.

—Si no quieres que te folle aquí, en este momento, es necesario que te vayas.

¿Irme?

Demonios, no, no quería irme.


Pero cuando abrí la boca para decirle eso, algo de mi sangre comenzó a regresar a
mi cerebro. ¿Y si hubiera tenido razón antes? ¿Y si yo fuera solo otro juego para él? ¿Una
conquista que desecharía por la mañana?

Si él fuera alguien más, alguien cuyo apellido no fuera Sharpe, felizmente me


sometería a mis deseos más bajos.

Pero él no era nadie más y no podía arriesgarme.

Saltando al piso, forcé un pie delante del otro, hasta que estaba en la puerta del baño.
Mi cerebro me gritó que la atravesara sin mirar atrás. Pero había momentos en la vida
de una mujer joven cuando tenía que tomar ventaja de una oportunidad de oro cuando
se presentaba. Este era uno de esos momentos.

Leo estaba de espaldas a mí, y tuve que tragarme el improperio que quería liberarse.
Él no era simplemente atractivo; que era una maldita obra de arte. De repente, deseé
que la escultura fuera mi medio elegido, porque no había forma de que me sintiera
satisfecha con simplemente dibujar la vista frente a mí.

Se mantuvo erguido, con la espalda erguida y los hombros tensos. Con mis ojos,
seguí la profunda línea que plagaba de su espalda a un culo que pedía a gritos ser
apretado. Incluso sus musculosos muslos y pantorrillas me tenían salivando.
164
Que me jodan.

Un movimiento me llamó la atención cuando empezó a girar, y me sacó de mi


estupor lo suficiente como para salir rápidamente a través de la puerta y cerrarla de golpe
detrás de mí. Oí una risa desde el otro lado, y no tenía ninguna duda de que estaba
orgulloso de sí mismo por hacerme huir.

Pero, en serio. Ningún hombre debería verse tan bien. Iba contra el orden natural
de las cosas.

Consideré salir corriendo de la habitación y no detenerme hasta que ya no pudiera


sentir sus labios, manos y cuerpo sobre los míos. Ni siquiera una carrera tortuosa
funcionaría. La sensación, la vista de él estaría grabada en mi cerebro a partir de ahora
hasta la eternidad.

Al ver su bolsa de gimnasia en el suelo, la recogí y rápidamente la tiré por la puerta


del baño. Resistir a un Leo desnudo había sido bastante difícil una vez. No confiaba en
mí misma para sobrevivir una segunda vez.
—Gracias —gritó, sonando obviamente divertido.

Sí, sí, él estaba caliente. Todos lo sabíamos. No había razón para regodearse al
respecto.

Unos diez minutos más tarde, finalmente emergió, totalmente vestido con jeans y
una camisa azul apretado. Sin darle la oportunidad de hacer ningún comentario sobre
lo que fuera que había pasado en el baño, le pregunté:

—Si no saliste a trotar, ¿dónde estabas?

Leo negó con la cabeza.

—Nunca vas a dejar pasar esto, ¿verdad?

—No.

—¿Y si te dijera que me estaba poniendo sucio con otra chica?

Mi estómago se retorció y mi corazón se hundió, pero me negué a dejar que él viera


nada de eso.
165
—Olías a sudor, no a zorra.

Rio.

—Nunca dices lo que espero.

—Gracias. Ahora, ¿dónde estabas realmente?

Caminando hacia mí, agarró mi cintura. Medio esperaba que me besara de nuevo,
pero él, en su lugar puso su frente contra la mía.

—Si te lo digo, ¿prometes mantenerlo en secreto?

Ni siquiera tuve que pensar en eso.

—Sí.

—Cuando me estoy sintiendo... fuera de control, voy a un gimnasio de boxeo para


dejar salir un poco de vapor. —Retiró las manos y retrocedió un paso—. Esta noche, di
un par de rondas en el ring y recibí un golpe en la cabeza. De ahí es de donde vino el
corte.
—¿Por qué no dijiste eso?

Frunció el ceño, desde su exuberante boca a su arrugada frente.

—Nadie lo sabe. Nadie. Probablemente perdería mi lugar en el equipo si mi


entrenador se entera.

—¿Porque te estás poniendo en peligro innecesario? —pregunté con un toque de


sarcasmo.

—Sí. Por eso no se lo puedes decir a nadie y... —suspiró—. Es algo que hago por
mí. No es asunto de nadie más.

Pensé en todas las veces que había saltado en mi bicicleta para escapar de la tía
Emmy y la vida agrícola y todas las emociones con las que no quería tratar. Eso había
sido necesario para evitar perder mi mierda.

Eso es lo que era el boxeo para Leo. Podía decirlo.

—No diré nada. Lo juro.

Bajó los hombros y frunció el ceño. 166


—Gracias.

—Sin embargo, tengo que pedirte algo.

—¿Qué?

—Llévame contigo alguna vez. —Si el boxeo era tan vital para él, quería
presenciarlo de primera mano.

Su boca se contrajo.

—Tienes un trato difícil, Thea Gale.

—¿Es un sí?

Recogió su bolsa con una mano y alcanzó la mía con la otra.

—Es un sí. Ahora, regresemos abajo antes de que alguien envíe un grupo de
búsqueda.
Esperaba que soltara mi mano tan pronto como estuviéramos fuera de la habitación,
pero no lo hizo. No la soltó hasta que estábamos abajo y se dirigió hacia fuera para
devolver la bolsa de deporte a su Range Rover.

Al regresar a mi lugar junto a la pared, encontré a Petra entre la multitud y la vi


bailar, con las manos en el aire y el trasero moviéndose como si no le importara. Echó
la cabeza hacia atrás, riendo, y sonreí. Había algo acerca de la alegría que emanaba que
encontré contagiosa.

Esperé por la sensación de soledad que había sentido al estar rodeada de tanta gente
la noche del viernes pasado. Pero no me golpeó.

Entonces, había estado sola.

Ahora, estaba separada, pero no sola. Había gente aquí dispuesta a cuidarme.
Defenderme.

Lo quisiera o no, me convertí en parte de algo al regresar a Moss Harbor. Quizás


era hora de aceptarlo.

167
21
Thea
—¿A dónde vas?

Dejando caer mi mochila, salté y giré, frunciendo el ceño a Tristin cuando lo


encontré apoyado casualmente contra su auto.

—Mierda. No hagas eso.

—¿Preguntar a dónde vas?

Ni por un segundo le creí su actuación de inocencia, en especial con la sonrisa


formándose en sus labios.

—No, listillo. Me refería a asustarme. 168


—No es mi culpa que estés nerviosa.

Señalé el interior del garaje con poca luz.

—Supuse que estaba sola.

—Me estaba yendo. —Abrió la puerta del conductor—. ¿Necesitas que te lleve?

Era tentador. No había visto a Tristin desde que se alejó de Leo hace dos noches, y
quería saber qué había estado haciendo. Pero incluso si me daba un aventón al campus,
sabía que no iba a preguntarle. Solo porque era curiosa no quiere decir que él estaría
dispuesto a saciar esa curiosidad.

Ya sabía que no iba a suceder.

—No, gracias. Tengo mi bici.

Miró de mí a mi bicicleta amarilla y de nuevo a mí.

—Está casi oscuro afuera.


—Para eso están las luces.

Tristin lanzó un profundo suspiro.

—Entra en el coche, Thea.

—¿Cómo regresaré a casa?

—Lo averiguaremos. —Cuando todavía no me moví, exigió—: Sube.

No pude explicar por qué, pero mi cuerpo respondió a su orden, agarré mi mochila,
caminé hacia la puerta del pasajero y me dejé caer en el lujoso asiento.

Tristin no volvió a hablar hasta que pasamos la puerta de seguridad.

—¿A dónde?

—La biblioteca del campus. —No estaba segura de si debería mencionar la siguiente
parte, pero dejarlo fuera me parecía aún peor—. Me reuniré con mi grupo de estudio de
Civilización Occidental.

En otras palabras, me estaba reuniendo con Violet Jacobs. 169


—Ya veo.

El silencio se extendió entre nosotros por lo que probablemente fueron solo unos
segundos, pero se sintió mucho más tiempo. No pude soportarlo.

—Estoy segura de que estará bien. Quiero decir, probablemente ni siquiera sepa de
mí.

Hizo ese gruñido en lo profundo de su garganta con el que me estaba familiarizando.

—Lo dudo. Harbor U podría tener un par de miles de estudiantes, pero los chismes
vuelan. Sin mencionar que no hay forma de que no nos haya visto juntos.

Todos puntos válidos, de los que ya estaba al tanto. Me resultaba más sencillo fingir
que podía dejar a los hermanos Sharpe en la puerta de la biblioteca. Lo último que quería
era incomodar a Violet. Ya había pasado por suficiente, y no tenía ningún deseo de
añadirle más a su trauma.
Pero, a falta de solicitar ser asignada a un grupo diferente, no había nada que pudiera
hacer al respecto. Mi actual plan era fingir ignorancia del accidente y de la supuesta
implicación de Tristin en este. Quizás ella seguiría mi ejemplo, y podríamos actuar como
si no tuviéramos nada en común más que Civilización Occidental.

—¿Puedes dejarme en The Grind? —pregunté de repente.

Ya que estaba llegando al campus antes de lo esperado, tenía tiempo para


desviarme.

—¿No tienes suficiente de ese lugar trabajando allí?

No me sorprendía que supiera sobre mi trabajo. Probablemente Hayle lo había


mencionado cuando se había quejado con Tristin sobre mi supuesto intento de que
rompiera con Kelsey, la primera vez.

Sorprendentemente, él no me había dicho nada sobre ninguno de los incidentes.


Probablemente porque sabía que su novia era la instigadora.

—Solo he tenido dos turnos, así que todavía no estoy cansada. Además, no estoy
por encima de sobornar a mis compañeros de clase con un delicioso café. —Aunque no
había manera de saber cómo les gustaba su café a las otras tres personas en mi grupo,
170
había aprendido que el moca era un favorito. Eso tendría que ser suficiente.

Tristin no estuvo de acuerdo verbalmente, pero entró en el estacionamiento y se


estacionó. Cuando apagó el motor, le dije:

»No tienes que esperar. Puedo caminar desde aquí.

—¿Con cuatro cafés?

—Sí… —No era la mejor idea del mundo. Pero no era torpe por naturaleza, así que
debería estar bien.

No respondió. Solo salió del auto y comenzó a caminar hacia The Grind. Bueno,
está bien, entonces.

La cafetería estaba más tranquila de lo habitual, por lo que me alegré de no trabajar


en las tardes de los domingos. Me gustaba estar ocupada, el tiempo pasaba mucho más
rápido de esa manera.

Levi estaba detrás del mostrador y sonrió cuando me vio.


—Si no es mi barista en formación favorita. ¿Cómo te va?

—Bien. Necesito cuatro mocas medianos, si no te importa.

Se inclinó hacia adelante para susurrar en voz alta:

—No es mi trabajo que me importe. —Mirando a Tristin, preguntó—: ¿Algo para


ti?

—Dos galletas de mantequilla de maní, por favor.

—Claro que sí.

Reprimí una sonrisa ante la orden de Tristin. Una vez que Levi y una chica que no
había conocido todavía estaban ocupados haciendo las bebidas, le pregunté:

—¿No eres un bebedor de café?

—Realmente no he tenido la oportunidad de desarrollar un gusto por ello.

Eso me puso seria, rápido.


171
—Sí, supongo que no.

Sus ojos estúpidamente bonitos escanearon mi rostro.

—No sientas pena por mí. Me molesta.

—No lo hago.

Se inclinó hacia adelante, en voz baja.

—Sí, lo haces. Está escrito por toda tu cara.

—Está bien, claro, me siento mal por que hayas perdido ese tiempo —admití—.
Pero no siento pena por ti. Eres heredero de una fortuna. Eres fuerte, inteligente y sexy.
Tienes gente que te quiere. Tienes toda la vida por delante, Tristin Sharpe, si dejaras de
vivir en el pasado. —Solté un suspiro irregular, como si acabara de terminar una carrera
en lugar de una reprimenda—. Así que, no, no siento pena por ti.

Mi corazón latía con fuerza mientras me estudiaba, sin pestañear. Su expresión no


revelaba nada, lo que probablemente era lo mejor. El hecho de que quisiera tan
desesperadamente saber qué estaba pensando ya era bastante malo. Era como si cuanto
más me decía a mí misma que no me involucraría, más me encontraba en medio de sus
problemas, y los de sus hermanos.

—Aquí tienes —dijo Levi mientras colocaba cuatro tazas desechables en un


portacafés—. Con tu descuento para empleados, el total es...

Se mantuvo hablando, pero no escuché el resto, porque estaba demasiado centrada


en Tristin cuando sacó una tarjeta de crédito negra y la deslizó en el lector de chip.

—Tris…

—Detente —interrumpió—. Si quieres ganar tu propio dinero, está bien. Pero no


voy a dejar que lo gastes. No mientras yo esté cerca.

—¿Qué pasa con los hombres de tu familia que insisten en comprarme cosas?

—El tamaño de mi… —Arqueó una ceja—, fondo fiduciario te dejaría boquiabierta.
Y la cuenta por esto... —Sostuvo la tarjeta negra entre dos dedos—. Va directo a mi
padre. Entonces, deja de ser terca con esto. Todos lo entendemos. Eres una mujer
independiente. Pero eso no significa que no puedas aceptar ayuda cuando se te ofrece.
172
Con eso, tomó la bandeja de cafés y se dirigió a la puerta.

Eché un vistazo a Levi, que estaba tratando, y fallando, de ocultar su sonrisa.

—Bueno, supongo que me lo dijo.

Apoyó los codos en la encimera.

—Estoy de acuerdo con él, si es que importa.

Lo hacía, un poco. Solo otra persona que tenía que trabajar mientras asistía a la
universidad podría entenderlo. Tal vez necesitaba dejar de ser tan terca con lo del dinero.
Tal vez.

—¿Nos vemos mañana?

Asintió.

—Estoy deseando que llegue.


Agarré el paquete con las galletas de Tristin y lo seguí afuera.

Dejando a un lado mi orgullo, dije:

—Gracias por los cafés.

—¿Ves? Eso no fue tan difícil.

—Oh, cállate.

Se rio entre dientes, y cuando me metí en el Tesla, me di cuenta de que estaba


sonriendo.

Un par de minutos más tarde, Tristin se detuvo justo en frente de la biblioteca.

—¿Estás bien llevando todo dentro?

—Sí, creo que puedo manejarlo. —Incluso si no pudiera, saber que Violet ya podría
estar esperando adentro significaba que encontraría una manera—. Gracias de nuevo
por el viaje.

—Seguro. Envíame un mensaje de texto cuando hayas terminado. 173


—Bueno. —Abrí la puerta, pero luego recordé sus galletas—. Aquí tienes.

Sacó una galleta y luego me devolvió la bolsa.

—Para ti. La mantequilla de maní siempre fue tu favorita, ¿verdad?

—Oh, um, sí. —Estaba tan sorprendida que no supe qué más decir. El Tristin que
había estado viendo durante los últimos diez días era distante y no estaba interesado en
nada ni nadie. Este Tristin más amable y pensativo me estaba desconcertando.

Maniobrando con cuidado para salir del Tesla con el portacafés, lo dejé en el suelo
y luego metí la mano en el coche para agarrar mi mochila.

—Te veré más tarde.

Tristin asintió sin mirar en mi dirección e ignoré la punzada de decepción que me


invadió. Ya sabía que no debía esperar más de él. El hecho de que me hubiera comprado
mi galleta favorita no significaba que de repente fuéramos mejores amigos.
Los otros miembros de mi grupo de estudio ya estaban en la habitación designada
con puertas de vidrio cuando llegué allí. Desde el proceso de eliminación, la chica de
cabello castaño medio y una sonrisa amistosa tenía que ser Tara, y el único chico del
grupo era Benjamin. Mi mirada chocó con la de Violet por una fracción de segundo
antes de que ella apartara la mirada.

Demasiado para mi noción optimista sin sentido de que aún no sabía sobre mí.

De repente, sintiéndome incómoda, dejé el portacafés sobre la mesa.

—Traje mocas, si alguien está interesado.

Tara chilló mientras tomaba uno de los vasos.

—Eres la mejor. Escuché que el café de The College Grind es increíble.

—Empecé a trabajar allí hace unos días y tengo que estar de acuerdo.

—Oh, guau. Eres tan valiente para mantener un trabajo mientras vas a la escuela.
No creo que pueda manejarlo. Ya estoy abrumada con toda la clase de Civilizacion
Occidental solamente.
174
Me encogí de hombros.

—Tengo que mantener al pequeño Toto en suéteres.

—¿Toto?

—Mi perro. —La mentira salió de mi lengua más fácilmente de lo que debería. Pero
lo último que quería hacer era explicarle a otra persona por qué estaba trabajando en
una cafetería en lugar de aprovechar al máximo el nombre y la riqueza de los Sharpe.

Y Toto parecía un buen nombre para uno de esos adorables perritos que puedes
llevar en tu bolso. O, en mi caso, atado a una canasta en mi bicicleta.

Tara me miró fijamente, estupefacta.

—Oh, eso es genial.

Violet se aclaró la garganta.


—Tengo la hoja de trabajo desplegada en la pantalla de mi computadora portátil.
¿Qué tal si empezamos a ir a través de todas las preguntas?

Además de la información de contacto para todos en nuestros grupos, los profesores


nos habían enviado por correo electrónico una serie de recursos para ayudar a que el
grupo de estudio fuera más beneficioso. Para esta primera reunión, nos animaron a
conocernos y discutir diferentes métodos de estudio.

Lo había temido desde la primera vez que leí los materiales.

—¿Por qué no terminamos con las cosas de “llegar a conocernos”? —sugirió


Benjamin—. Iré primero. Soy de Portland. Soy estudiante de ingeniería y espero
conseguir un trabajo en la industria del transporte marítimo después de la universidad.
Y mis pasatiempos son los videojuegos y el senderismo.

Transporte marítimo, genial. Probablemente me abrumaría una vez que se enterara


de mi conexión con Vincent. O, tal vez, estaba demasiado hastiada para mi propio bien.
Solo el tiempo lo diría.

—Iré después —dijo la morena platicadora—. Mi nombre es Tara. Soy de Seattle.


Todavía no me he decidido por una especialidad, porque estoy dividida entre sociología,
historia y escritura creativa. En mi tiempo libre, me gusta leer biografías, ver The Crown
175
en exceso y asistir a clases de kick-boxing.

Tara miró fijamente a Violet, que parecía más interesada en su colección de plumas
en al menos cinco colores diferentes que cualquiera en la habitación.

—Soy Violet. —Miró directamente a Tara—. He vivido en Moss Harbor toda mi


vida. Todavía no he declarado una especialización, pero me gustaría estudiar ciencias
del ejercicio. En cuanto a aficiones… —Agachó la cabeza—. Um, me gusta leer, y
recientemente aprendí caligrafía por mi cuenta.

—Eso es genial —dijo Tara de manera alentadora—. Solía querer aprender, pero mi
escritura es terrible. —Desvió su atención hacia mí y me sentí como si estuviera sentada
frente a cincuenta personas en lugar de tres.

—Soy Thea. Realmente no soy de ningún lugar, pero más recientemente viví en
medio de la nada, Kansas. Probablemente me especializaré en arte. Me gusta dibujar,
montar mi bicicleta, y... jugar con Toto.

Añadí la última parte de forma rápida, con la esperanza de que sonara natural. No
tenía idea de por qué estaba perpetuando la mentira sobre mi perro imaginario, pero
ahora que había comenzado por ese camino, no tenía intención de detenerme. Con
suerte, nadie pediría fotos. Quizás guarde algunas fotos al azar en mi teléfono cuando
llegue a casa, por si acaso.

Pasamos la siguiente hora revisando las preguntas de la hoja de trabajo, y tenía que
admitir que no fue tan doloroso. Tara y Benjamin eran amables y parecían bastante
normales, y Violet era simplemente encantadora.

Era una cosa extraña para pensar de otra chica alrededor de mi edad, pero no podía
evitarlo. Su voz tenía una calidad musical en ella, y cuando hablaba sobre cosas
académicas y el estudio, su timidez se desvanecía. No tardé en decidir que era una
excelente estudiante y muy inteligente.

Seguí mirándola furtivamente, tratando de descifrarla. Esta noche, su cabello rubio


sedoso, largo y loco, estaba suelto y se lo había echado sobre un hombro. Detrás de sus
gafas de gran tamaño, sus ojos eran de un profundo tono de azul, y su cara era la clase
de bonita por la cual la mayoría de las chicas matarían.

No sabía cómo no había notado nada de eso de inmediato. Al parecer, había estado
demasiado distraída por su cojera, lo que hizo que me sintiera como un terrible ser
humano. 176
Si tenía curiosidad por mí, estaba haciendo un maravilloso trabajo ocultándolo.
Unas cuantas veces, su mirada se desvió hacia mí, pero nunca por más de un segundo.

Fue incómodo. Simplemente no tan incómodo como esperaba.

Cuando comenzamos a concluir nuestra discusión, saqué discretamente mi teléfono


de mi bolso y le envié un mensaje de texto a Tristin.

Yo: Estoy lista para irme cuando sea, pero no tengo prisa. Tengo lecturas que puedo
hacer.

Tristin: Está bien.

Esperé por algo más, como cuando esperaba aparecer. Pero... nada.

—¿Cuándo quieren reunirse la semana que viene? —preguntó Tara, pareciendo


asumir que todos querrían continuar con las reuniones semanales del grupo. No tuve el
corazón para negarlo, así que mantuve la boca cerrada—. ¿Qué tal el sábado por la tarde?

—Tengo que trabajar —respondí.


—Bueno. ¿Domingo por la tarde?

Violet tiró de las puntas de su cabello.

—Um, estoy ocupada los domingos por la tarde.

—¿Todos los domingos?

Asintió.

—Ayudo a entrenar a un equipo de fútbol juvenil.

—¡Oh! Eso es genial. Entonces, supongo que volvemos a los domingos por la noche.
¿Está bien con todos?

Una vez que acordamos un horario, comencé a empacar mis cosas. Fue en ese
momento que me llamó la atención el movimiento del otro lado de las puertas de cristal.

Leo estaba allí en pantalones cortos, una sudadera con capucha y zapatillas para
correr. Sostenía un pedazo de papel en la parte delantera de su pecho con “Thea Gale”
garabateado con marcador negro... como si fuera un chofer en un maldito aeropuerto.
177
Como si mi cabeza tuviese una mente propia, giró hacia Violet, que estaba mirando
a Leo, su rostro pálido. Él debe haberla notado finalmente, porque su sonrisa cayó, dejó
caer el letrero y se alejó.

Bueno, mierda.
22
Thea
Manteniendo mi mirada alejada de Tara, Benjamin, y Violet, murmuré de manera
rápida:

—Hasta la semana que viene. —Antes de lanzarme a través de la puerta. Para


cuando alcancé a Leo, ya estaba afuera y a la mitad de los escalones.

—Leo, espera. —Se detuvo, pero no se dio la vuelta—. No te esperaba.

—No me digas.

La ira en su voz hizo que se me erizaran los pelos de punta.

—Mira, entiendo que te sorprendiste, pero... 178


—Pero, ¿qué? —Se volvió hacia mí con los ojos encendidos—. ¿Qué diablos estabas
haciendo con ella?

Quería gritarle. Decirle que dejara de ser idiota. Pero, en lugar de actuar de
inmediato, me tomé un momento para pensar en esto desde su perspectiva. Todo lo que
rodeaba a Violet y esa noche de hace dos años constituía el punto caliente de Leo. No
estaba pensando racionalmente.

Toqué su brazo y suavicé mi voz.

—Nos asignaron el mismo grupo de estudio en Civilización Occidental. Esa es la


única razón por la que estaba con Violet.

Su reacción fue inmediata, sus ojos se elevaron hacia el cielo antes de aterrizar en
mí.

—Mierda, Thea. Lo siento.


—Está bien. Debería haberlo mencionado, pero me acabo de enterar el viernes, y
no estaba exactamente en mi mente la última vez que hablamos.

En otras palabras, cuando terminamos besándonos en el baño de Jude.

Su mente claramente saltó a donde lo había hecho la mía, porque su ceño fruncido
se convirtió en una sonrisa depredadora.

—¿Oh? ¿Y qué tenías en mente?

Negué con la cabeza y comencé a bajar los escalones restantes.

—Vayámonos de aquí.

Leo estaba inusualmente callado mientras caminábamos hacia donde estaba


estacionado su SUV. Había estado demasiado distraída antes para pensar en ello, pero
ahora podía ver que había estado ejercitándose recientemente.

»Estuviste en el gimnasio de boxeo de nuevo, ¿no?

—Sí. —Levantó dos dedos hacia el pequeño vendaje en su frente—. Sin embargo,
esta vez solo luché con la bolsa. 179
—¿Cómo es que no te han atrapado? ¿La gente no te ve ahí?

—Nadie a quien le importe. La mayoría de los estudiantes de Harbor U usan el


gimnasio del campus. E, incluso si fueran a uno privado, no elegirían a dónde voy. —Él
rio entre dientes—. Es bastante de la vieja escuela.

—¿Qué significa eso?

—Huele a sudor y no tiene barra de batidos.

Arrugué mi nariz. La idea de ir a un gimnasio nunca me había atraído, de todos


modos, pero él no estaba haciendo que estuviera ansiosa por ver el suyo. Aunque todavía
quería verlo pelear alguna vez. No sabía lo que eso decía de mí. ¿Que me gustaba la
violencia? ¿O tal vez que la idea de ver a Leo completamente involucrado en ese
poderoso cuerpo me excitaba?

Sí, lo último. Eso era todo.


Leo se acercó a la puerta del pasajero de su Range Rover y la abrió para mí. Levanté
mis cejas mientras lo pasaba, pero no comenté.

—¿Dónde está Tristin? —pregunté tan pronto como se sentó en el asiento del
conductor y dio marcha atrás desde su lugar de estacionamiento.

—Tu suposición es tan buena como la mía. Simplemente me envió un mensaje de


texto y me preguntó si podía recogerte.

—Ha estado desapareciendo mucho —reflexioné.

—Tal vez se ha encontrado una follamiga. —Leo me lanzó una sonrisa—. Ese sería
mi primer objetivo al salir del reformatorio.

Sacudí la cabeza hacia él, fingiendo que mi estómago no se estaba haciendo un nudo
ante la idea de que Tristin saliera con alguna chica cualquiera. O chicas.

—¿Me vas a decir cómo es ella? —preguntó Leo de repente.

—¿La chica misteriosa de Tristin?

—No —dijo—. Violet. —Me miró por un segundo antes de volver a mirar la 180
carretera—. Entiendo que es extraño, pero no lo sé. Tengo curiosidad por ella.

Podría entender eso. Violet era una parte tan importante de su vida, pero hasta
donde sabía, él no la conocía en absoluto.

—¿Quieres la verdad?

—Sí.

—Está bien, entonces, ella fue genial. Dulce, inteligente y algo tímida.

—¿Sabe que estás con nosotros?

Con nosotros... Esa era una declaración cargada, si alguna vez escuché una.

—Teniendo en cuenta el hecho de que nunca me miró por más de un segundo, voy
con un sí.

Asintió pensativo.
—¿Dijo algo?

—Era un grupo de estudio. Sería extraño si no hablara en absoluto.

—Quiero decir, dijo algo sobre…

—¿El accidente? No. Definitivamente no mencionó eso con tres extraños.

Leo suspiró.

—No el accidente. Cualquier cosa sobre su vida o lo que sea.

—No mucho. —Pensé en su rápida introducción—. Quiere especializarse en


ciencias del ejercicio y aprendió por sí misma caligrafía. —No recordaba qué otro
pasatiempo había mencionado—. Ah, y ayuda a entrenar a un equipo de fútbol juvenil
los domingos. Aparte de eso, solo habló de cosas de la clase.

Me sentí un poco culpable por compartir incluso eso. No estaba bromeando cuando
dije que había sido genial. Era el tipo de chica con la que hubiera querido hacerme amiga
en la escuela primaria. Antes de convertirme en una perra.

Violet Jacobs era demasiado amable para mí. 181


***

—No creas ni por un segundo que no me di cuenta que desapareciste arriba el


viernes por la noche y reapareciste mano a mano con Leo Sharpe.

Petra había estado esperando para tenderme una emboscada fuera de Carlson Hall
a primera hora después de mi clase de Civilización Occidental el lunes por la mañana.
Probablemente no debería haberme sorprendido. Después de asegurarse de que tuviera
otro aventón a casa, se fue con el chico tatuado con el que había estado bailando la
mayor parte de la noche. Pero había mencionado algo sobre querer los detalles más
tarde.

Más tarde aparentemente era ahora.

—¿Cuánto habías bebido? —evadí. Tal vez podría convencerla de que se había
imaginado verme con Leo.

—No mucho. —Comenzó a arrastrarme por la acera hacia The Grind—. Ahora,
derrámalo.
—Leo es un chico afectuoso. No es como si estuviéramos sosteniéndonos las manos.

—Bueno. Entonces, ¿Qué hacían arriba?

Maldita sea. Era persistente.

—Hablando.

—¿Y…?

Tragué. Me había esforzado mucho por no pensar en el beso con Leo. Si hablara de
ello en voz alta, sería real.

Lo real era malo.

La negación era buena.

—Y-nos-dimos-el-beso-más-caliente-del-mundo-y-no-quiero-hablar-de-ello. —La
frase salió de mí tan rápido que salió como una sola palabra, apenas inteligible, de
corrida.

Su boca formó una perfecta forma de “O”. 182


—¿Es o no es tu hermanastro? Nunca lo explicaste.

—No lo es, pero casi lo fui.

Agitó su cabello.

—Sí, voy a necesitar más que eso.

Así que pasé el resto del paseo dándole el resumen de mi pasado con los Sharpe.
Fue una explicación bastante simple dejando fuera a Vincent hablando acerca de la
muerte de mi madre como si no fuera un accidente. No estaba preparada para contarle
a nadie esa parte de la historia.

Una vez que tuvimos una mesa en la esquina con nuestros cafés, Petra preguntó:

—¿Estás diciendo que no has tenido contacto con la familia durante más de ocho
años, y luego Vincent Sharpe solo apareció en Kansas para pedirte que te vengas a vivir
con él y sus hijos?
—Sí.

—¿Por qué tendría que hacer eso? Quiero decir, ¿qué saca él de eso?

Para aliviar su culpa, respondí mentalmente. Como no podía decir eso en voz alta,
fui con la siguiente cosa más cercana.

—Creo que siente lástima por mí.

Pareció reflexionar sobre eso mientras sorbía su moca.

—Volvamos a eso. Prefiero saber qué está pasando entre Leo y tú. ¿Están como
juntos ahora o algo?

Me atraganté con mi café.

—Debes estar bromeando. Lo último que somos es una pareja.

—¿Por qué no? ¿No te gustan las relaciones o algo así? —Puso su barbilla en su
palma—. Si es así, lo entiendo totalmente. Las relaciones son para adultos y estoy
evitando esa etapa de mi vida durante el mayor tiempo posible.
183
—Son muchas cosas. —Había tantas razones por las que Leo y yo no podíamos ser
pareja que mi cabeza daba vueltas con ellas—. No tengo novios, y estoy bastante segura
de que él es un mujeriego. Sin mencionar que vivimos juntos. Eso es simplemente pedir
problemas.

Además, él no estaba en lo que yo llamaría un buen espacio mental en este


momento. No con todo el drama de Tristin.

Luego, estaba la forma en que Tristin hacía que mi corazón latiera y cómo odiaba
la idea de Hayle con Kelsey.

Y el hecho de que les estaba ocultando un secreto bastante significativo a los tres.

—¿Qué fue el beso, entonces? —preguntó Petra.

—No fue nada.

—Nop. —Puntuó la palabra con un chasquido de labios—. Un beso siempre


significa algo, incluso si es un lapso momentáneo de juicio.
—Estoy bastante segura de que fue solo el resultado de estar encerrados juntos en
un baño mientras él estaba desnudo.

Petra golpeó su taza de café sobre la mesa y un líquido marrón se derramó por la
parte superior.

—¿Él estaba desnudo?

Miré a mi alrededor y, sí, lo había dicho lo suficientemente alto como para que toda
la cafetería la oyera. Casi todas las personas del lugar ahora miraban en nuestra
dirección. Increíble.

—¿Podrías bajar la voz? —siseé.

—Lo siento, pero, ¿cómo pudiste no decirme esa parte?

—No pensé que fuera relevante.

—Un hombre desnudo más caliente que Hades siempre es relevante. Siempre.

—De todos modos, se dio una ducha, así que estaba desnudo y empapado y… Sí.
184
Mi mente regresó a sus dedos en mi cabello, tirando, y sus suntuosos labios
moviéndose sobre los míos.

Santa mierda. ¿Había subido la temperatura diez grados? Me costó todo abstenerme
de abanicarme.

Petra se rio.

—Oh, Dios mío. Estás totalmente interesada en él.

—¿Qué? No lo estoy.

—Por favor, chica. No nací ayer, y esas mejillas encendidas te delatan.

Le fruncí el ceño.

—No me sonrojo.

—Al parecer lo haces cuando estás pensando acerca de ese pedazo de musculoso
hombre guapo que es tu casi-hermanastro. Bueno, uno de ellos.
—Cállate.

Aunque quise sonar molesta, no lo logré. Tan extraña como era esta conversación
para mí, también era agradable. Nunca había tenido una amiga con la que hablar de
chicos. Tobias lo había ofrecido varias veces, pero era demasiado extraño.

»Ahora, ¿podemos pasar a tu conquista del viernes por la noche? —sugerí.

Petra arrugó la nariz.

—Solo si quieres hablar de lo decepcionantes que son los universitarios en la cama.

—¿Solo los chicos universitarios?

—Buen punto. Los chicos de preparatoria también apestaban, y no en el buen


sentido. —Suspiró dramáticamente—. ¿Dónde están todos los chicos experimentados
que pueden sacudir mi mundo? ¿Es demasiado pedir dedos hábiles? O, mejor aún,
¿lenguas?

No pude resistirme a mirar a nuestro alrededor de nuevo. Esta vez, solo escuchaba
la mesa más cercana a nosotros. Ambos chicos parecían demasiado interesados en sus
libros de texto como para estar haciendo otra cosa que no fuera escuchar a escondidas. 185
No es que los culpe. Estábamos en público, y a Petra no parecía importarle en lo más
mínimo.

—Tal vez deberías poner un anuncio en el periódico de la escuela —dije inexpresiva.

Su rostro se iluminó.

—Eso es no una mala idea.

—Estaba bromeando.

—Yo no. —Se golpeó la barbilla con un dedo—. ¿Qué tal esto? Se busca: macho
caliente que sea excelente con sus herramientas. Requiere resistencia. Se recomienda la perforación
de lengua, pero no es obligatoria. ¿Crees que eso lo cubre?

En algún lugar alrededor de la “perforación de lengua”, uno de los chicos de la mesa


de al lado escupió su café... por toda la camisa y los libros de su amigo.

Cubrí mi cara con mis manos en un intento de ocultar mi risa. Pero, realmente, ¿cuál
era el punto?
Estaba sentada en una cafetería con mi única amiga, riéndome a carcajadas.

Y se sentía ridículamente bien.

186
23
Thea
Los siguientes pocos días pasaron con una notable falta de agitación, dándome
esperanza de que las cosas podrían calmarse. Probablemente ayudaba que Tristin
hubiera vuelto a su yo tranquilo y distante por las mañanas y continuara desapareciendo
por las noches.

No es que sus hermanos hubieran estado cerca mucho tampoco. Entre la práctica
de fútbol y el gimnasio de boxeo, Leo parecía contento de aparecer en la casa solo para
comer y dormir. Y no estaba segura de lo que había estado haciendo Hayle, pero supuse
que había estado pasando la mayor parte del tiempo con Kelsey. Asco.

Vincent era un poco más difícil de descifrar. Por lo que había observado, en general
dejaba la casa temprano en la mañana y no volvía hasta después de que yo había cenado.
Pero también había visto su coche en el garaje en ocasiones al azar, y lo había escuchado
hablando por teléfono en su estudio ayer por la tarde.
187
Dado que la empresa le pertenece, tenía sentido que pudiera ir y venir como quisiera.
Pero su falta de un horario regular me impedía ir a husmear en su estudio. No sé qué
pensaba que podría encontrar sobre mi madre. Todo lo que sabía era que tenía que
intentarlo.

Cuando comencé a bajar para ayudar a Susan con la cena, mi celular sonó, y el
nombre de Tobias apareció por la pantalla. Lo miré fijamente, una guerra furiosa dentro
de mí. Había sido mi mejor amigo y confidente durante años. Entonces, ¿por qué me
resistía a hablar con él?

Tal vez porque Kansas y mi vida anterior allí se sentían tan lejanos.

O, tal vez, porque ya era diferente a la Thea que había sido allí. Pasé esos ocho años
básicamente consumiéndome. Era como si hubiera visto todo a través de un filtro gris…
de amargura y resentimiento.

No había intentado hacer amigos ni participar en actividades escolares. Había


cultivado mi reputación de solitaria y me había aferrado a ella con ambas manos.
Mi actitud no debería ser diferente en Moss Harbor. No debería serlo, pero lo era.
Me encontraba atrayendo atención, incluso cuando forjar lazos era la última cosa que
creía que quería.

Silenciando la llamada, guardé mi celular en mi bolsillo trasero y corrí escaleras


abajo. Tobias podía esperar otro día.

Susan negó con la cabeza cuando me vio.

—Deberías pasar tu tiempo libre haciendo cosas de chicas universitarias. No


ayudándome.

Caminé hacia el fregadero y me subí las mangas antes de lavarme las manos.

—¿Estás tratando de deshacerte de mí?

—Nunca. Sabes que disfruto de tu compañía.

—¿Qué puedo hacer?

Estudió los ingredientes esparcidos sobre la isla.


188
—Leo pidió fajitas, por lo que no hay mucho que hacer. Puedes cortar los pimientos,
si lo deseas.

—Está bien.

Trabajamos en amigable silencio durante unos minutos, el tiempo suficiente para


reunir el valor para preguntar algo que había estado en mi mente.

—¿Sabes dónde está enterrada mi mamá? Su cumpleaños se acerca, y quería llevar


flores.

—Oh, cariño. —Susan dejó su cuchillo y me dio un fuerte abrazo, terminando con
un beso en mi frente—. El cementerio no está lejos, tal vez a quince minutos de aquí.
Estaría feliz de llevarte, si quieres. Y conozco la florista perfecta.

—Gracias. Es una semana a partir de mañana. ¿Podrías ir a última hora de la tarde?

Me dio el tipo de sonrisa suave que esperaría de una abuela. No es que hubiera
conocido a ninguna de las mías.
—Por supuesto.

—¿Sabes qué les sucedió a sus pertenencias?

Salí de esta casa con mis dos maletas empacadas y nada de mi madre. Sería bueno
tener algo de ella. Incluso una caja de fotos podría ser un infierno de un montón más de
lo que tenía ahora.

Y si encontraba una pista, mucho mejor.

La mirada de Susan se nubló mientras consideró mi pregunta.

—Mi memoria no es tan buena como solía ser, pero sé que los empaqué en algún
momento después del funeral. ¿Por qué no me dejas buscar alrededor de la habitación
de almacenamiento y ver lo que puedo hallar?

—Gracias. Realmente lo aprecio.

—Estoy feliz de hacerlo.

Después de comer dos fajitas de carne, y demasiado guacamole, me dirigí fuera con
mi cuaderno de bocetos y un nuevo conjunto de lápices de colores. Había hecho trampa 189
y los había comprado antes de recibir mi primer cheque de pago. Pero sabía que el dinero
estaba llegando la próxima semana, por lo que había decidido que era lo suficientemente
cerca.

La temperatura se asentó justo en ese lugar ideal entre cálido y fresco, y el cielo
estaba despejado salvo unas pocas nubes tenues, lo cual debería añadir un poco de color
a la puesta de sol esta noche.

Caminando por el sendero hacia el muelle, observé el elegante yate unido a un


costado. Una persona podría vivir fácilmente en esa cosa. Quizás ahí es donde Tristin
seguía desapareciendo. No lo culparía. No sabía mucho sobre barcos, pero no tenía
ninguna duda de que era de primera. Y tenía la sensación de que Vincent pasaba
demasiado tiempo trabajando para jugar con sus juguetes.

Cuando atravesé la línea de árboles, un sonido a poca distancia me detuvo en seco.


¿Eso era… risa?

Me agaché detrás de un árbol y asomé la cabeza en la dirección de dónde venía el


sonido. Una pareja estaba tendida sobre una manta y, sí, definitivamente se estaba
riendo. No tuve que ver la cabeza de cabello casi negro de Hayle para saber que eran él
y su novia.

Los dos todavía estaban completamente vestidos, pero eso no les impedía ponerse
juguetones. Hayle estaba tumbado sobre su espalda, y Kelsey se sentaba en la parte
superior de él, a horcajadas sobre su cintura. Mientras ella se inclinaba para besarlo, él
pasó una mano por su muslo y debajo de su falda corta.

Ella comenzó a apretar sus caderas contra él, y él se levantó, sacándose la camiseta
con una mano. Sus manos se clavaron en su espalda y no pude evitar notar cómo sus
músculos se flexionaron cuando cambió su posición, tomando el control.

Hayle la apretó contra él, y pude notar el momento en que sus dedos se hundieron
en ella, porque ella echó la cabeza hacia atrás con un gemido entrecortado.

Apreté mis piernas juntas en un intento por aliviar el dolor que se acumulaba allí.
No debería estar imaginando a Hayle tocándome así. No debería preguntarme cómo se
sentirían sus manos contra mi piel zumbante.

Pero viéndolos juntos era como ver un choque de coches y no podía mirar lejos.

—No te imaginaba como una voyerista —habló una voz profunda directamente a
190
mi oído, haciéndome dejar caer la bolsa con mis materiales de arte.

Giré la cabeza para mirar a los ojos color aguamarina.

—Tristin.

Agarró mis caderas, tirando de mi espalda contra su cuerpo duro.

—¿Verlos te excita?

—No seas ridículo —susurré, pero salió más como un chirrido.

—No lo sé. —Él hablaba contra mi cuello, y un escalofrío corrió por mi columna
vertebral—. El temblor de tu cuerpo me dice lo contrario.

—Porque me asustaste.

Su risa de respuesta fue baja.

—Admite que mirar te excita. No es nada de qué avergonzarse.


¿No lo era?

¿No debería avergonzarme de cómo mi cuerpo estaba reaccionando ante Hayle y


Tristin al mismo tiempo? ¿Especialmente después de que besé a Leo hace menos de una
semana?

Como si no pudiera evitarlo, mi mirada volvió a Hayle. La blusa de Kelsey estaba


ahora fuera, y él estaba salpicando besos por encima de su hombro.

Tristin tiró de una de mis mangas, dejando mi hombro desnudo. Luego, presionó
sus cálidos labios contra mi piel, imitando los besos de Hayle.

»Admítelo, Thea.

Cerré los ojos con fuerza mientras la excitación me atravesaba.

¿Qué mierda estaba haciendo?

—Nunca.

Sin previo aviso, me hizo girar, de modo que nuestros pechos se presionaban juntos.
Sus ojos se habían oscurecido, lo que reflejaba el hambre que yo sabía que era visible en 191
los míos.

—Si no quieres ver, ¿qué es lo que quieres?

Consciente de mi respiración irregular y del hormigueo de mi piel en todos los


lugares que tocaba la suya, tragué.

—No lo sé.

—No te creo.

Bajó la cabeza hasta que nuestras bocas estuvieron a escasos centímetros de


distancia. Pero no cubrió la pequeña brecha. Simplemente me miró, esperando.

Me esforcé por respirar. Mi cuerpo estaba gritándome que hiciera un movimiento.


Para aceptar su tácito desafío.

Pero algo me detuvo.

Algo como la culpa, la lujuria y la confusión se torció en una bola de cobardía.


Porque, en el fondo, sabía que una vez que besara a Tristin Sharpe, no había vuelta
atrás. Y apenas podía moverme hacia adelante como lo estaba.

Rompiendo su agarre, alcancé mi bolso y me alejé antes de que fuera demasiado


tarde.

Y con cada paso que daba, me preguntaba por qué me dolía tanto huir.

192
24
Hayle
Era un imbécil. Eso era todo.

Se suponía que Kelsey era divertida. Sencilla. Se suponía que no debía dejar escapar
que me amaba.

¿Y qué había hecho yo?

La había besado. Y luego la hice correrse con mis dedos para distraerla.

Porque, ¿qué diablos se suponía que debía hacer? No podía decirle que la amaba
también, no le mentiría sobre algo así.

Podría ser un idiota, pero no era tan idiota. 193


Mierda.

¿Cómo me había metido en esta situación?

Oh, cierto. En el final de mi segundo año, me había convencido que necesitaba la


verdadera “experiencia” de la vida universitaria y todo lo que circundaba. Nunca había
sido bueno durmiendo por ahí, así que había optado por la siguiente mejor opción: salir
con una chica de la hermandad de mujeres.

Y me gustaba Kelsey. Ella era sorprendentemente inteligente y divertida. Era


caliente y entusiasmada en la cama. Y, aparte de sus encontronazos con Thea, por lo
general era bastante dulce.

Pero, ¿amor?

Ni siquiera de cerca.

Nunca había estado enamorado, pero sabía que se suponía era mucho más que un
momento de diversión. Y, cuando lo analizaba, eso es todo lo que Kelsey era para mí.
Eso es todo lo que se suponía que debía ser. Pensé que estábamos en la misma página...
hasta esta noche.

Después de encaminarla a su auto, me detuve en la cocina para lavarme las manos


y luego llenar un plato con comida. En lugar de sentarme en la barra, agarré una bolsa
de papas fritas y una cerveza, y llevé mi comida arriba.

Lo último que necesitaba era encontrarme con Thea ahora mismo. Ella me
recordaría todas las razones por las que necesitaba romper con Kelsey y no podía.

Porque Thea Gale era la tentación personificada. Esas piernas largas y ojos
conmovedores. Esa boca inteligente y exterior duro. Cuando tenía once años, estaba
enamorado de ella. Como un chico de diecinueve años, quería profundizar en su mente
y adorar su cuerpo.

Solo había estado viviendo con nosotros durante dos semanas y se sentía como dos
años. La evitaba tanto como era posible, pero saber que su habitación estaba
directamente debajo de la mía prácticamente me hacía venir cada noche.

Que era exactamente la razón por la que no podía romper con Kelsey ahora. Ella
era mi amortiguador, lo único que me protegía de mí mismo en lo que a Thea se refería.
194
Thea nunca sería un momento divertido. Ella sería complicada, desordenada y
frustrante como el infierno. Porque era alguien a quien podía amar.

Más importante aún, debido a que era alguien que mis hermanos podrían aman.

Ya había hecho los cálculos, y estaba noventa y siete por ciento seguro de que
terminaría estando con Leo o Tristin para el final de su primer mes aquí. Yo
simplemente no podía calcular si el animal herido o el de acero ganaría. Estaban
demasiado iguales como para decirlo.

Todo lo que sabía era que Thea nunca me vería cuando mis hermanos estuvieran
cerca. Bien podría aceptar eso ahora.

Colocando el plato ahora vacío en el piso de mi habitación, alcancé mi tableta y abrí


la aplicación de calendario que usaba específicamente para rastrear mi carga de trabajo.
Esta noche, necesitaba leer un capítulo de filosofía y completar una asignación de
estadística. No estaba mal. Lo suficiente como para mantener mi mente fuera de mi
parodia de vida amorosa, pero no mucho que no podía tomar una hora para trabajar en
mi propuesta de negocio.
Al final del día, solo importaba una cosa: convencer a mi padre de que merecía
asumir el control de la Naviera Sharpe algún día. No permitiría que Kelsey o Thea o
cualquier otra persona me distrajera de ese objetivo.

Mis hermanos no lo entendían. Siempre habían dado por sentado su apellido y


posición en este mundo.

Yo no. Nací Crowder y solo me convertí en Sharpe por adopción.

Para llegar a ser el jefe de familia, tenía que ser el más inteligente. Tenía que trabajar
más duro. Y tenía que demostrar mi valía a todos.

195
25
Thea
En lugar de Tristin, Gerard me encontró en la cocina.

—Hola, señorita Thea. Tristin llamó para preguntar si me gustaría llevarla a la


escuela esta mañana.

Luché para disimular mi sorpresa. ¿Se trataba de nuestro… encuentro en la bahía


anoche? Hui y, ¿ahora me estaba evitando?

Tal vez era lo mejor. Había probablemente conseguido dormitar un par de veces la
noche anterior. Mi cerebro se había negado a dejar de pensar en los hermanos Sharpe.
Lo que me volvía jodidamente loca. No quería obsesionarme con ninguno de ellos. Ni
siquiera estaba segura de que me gustaran.

Tristin era un idiota la mayoría de las veces. Leo era un coqueto implacable y tenía
196
tendencia a tomar malas decisiones. Y Hayle estaba simplemente fuera de los límites.
Sin mencionar su mal gusto por las mujeres.

Pero saber todo eso y aceptarlo eran dos cosas diferentes. Mi mente sabía que debía
mantenerme alejada, pero mi cuerpo tenía otras ideas. Y ni siquiera quería pensar en la
opinión de mi corazón al respecto.

—Gracias, Gerard. Aceptaré ese viaje.

Normalmente, habría andado feliz en mi bicicleta, pero no confiaba en mí misma


después de tan poco dormir. Afortunadamente, era viernes, lo que significaba que no
había turno en The Grind. Simplemente tendría que sobrevivir mis clases sin quedarme
dormida.

Civilización Occidental pasó rápidamente, y me alegré por la distracción de una


animada discusión sobre el surgimiento del imperio romano. La Dra. Humphrey incluso
estaba empezando a gustarme. Había esperado que sus conferencias reflejaran su
personalidad seca, pero tenía una habilidad especial para hacer la historia entretenida.
Después de la clase, me tomé mi tiempo para guardar mis cosas. Las dos chicas
chismosas que se sentaban detrás de mí volvieron a hacerlo, y estaba haciendo todo lo
posible por ignorarlas. Por lo que escuché, Kelsey estaba en su hermandad de mujeres,
y había vuelto a casa alardeando de su “noche perfecta” con Hayle.

Tenían que saber que podía oírlas, lo que significaba que tenían la intención de que
lo hiciera. No sabía que se traían entre manos, y no me importaba. Tenía cosas más
importantes en las que pensar que en chicas maliciosas.

Cuando finalmente se fueron, bajé los escalones de la sala de conferencias.


Aproximadamente a la mitad, alguien dijo mi nombre. Me volví, sorprendida de
encontrar nada menos que a Violet Jacobs mirándome desde su asiento.

—¿Podemos hablar? —preguntó—. No hay una clase aquí hasta dentro de otra hora.

Miré alrededor. La habitación estaba casi vacía y nadie nos prestaba atención.

—Seguro. Déjame enviar un mensaje de texto a mi amiga muy rápido.

Petra y yo nos habíamos reunido para tomar café todos los días, así que sabía que
me estaría esperando afuera. Excepto que cuando intenté encender mi celular, no pasó
nada.
197
Pedazo de teléfono de mierda.

Oh, bien. Sin duda, esto no tardaría mucho.

»¿Qué pasa? —pregunté casualmente, sentándome en la parte superior del escritorio


junto al de ella.

Violet retorció un resaltador naranja entre sus dedos nerviosamente.

—Quería aclarar el aire entre nosotras. Sé que eres, eh, amiga de Tristin Sharpe, y
no quiero que las cosas se pongan incómodas entre nosotras.

Dejó caer el resaltador y se pasó la larga trenza por encima del hombro, jugando
con los extremos.

»Pero, si es demasiado incómodo, puedo saltarme las sesiones del grupo de estudio.
No tengo ningún problema en estudiar sola.
La miré mientras hablaba, y sus grandes ojos azules no se encontraron con los míos
ni una vez. Sus palabras salieron en una corriente, como si hubiera practicado una y otra
vez en su cabeza y no podía esperar para liberarlas.

Me dieron ganas de envolverla en un abrazo, que era tan distinto a mí, que era un
pensamiento francamente sorprendente. No era del tipo sensiblero, ni figurativa ni
literalmente. Pero había algo sobre Violet que sacaba mi lado sensible.

Tal vez era conocer la historia detrás de su accidente. O, tal vez, reconocía un poco
de mí en ella. Mis heridas emocionales me habían endurecido, amargado, mientras ella
permanecía dulce. Pero eso no hacía que ninguna de las dos estuviera menos herida.

—No quiero que te saltes las sesiones —respondí finalmente.

—¿De verdad? —Finalmente me miró—. ¿Estás segura?

—Estoy segura. —Después de debatir mis palabras por algunos segundos, dije—:
Odio lo que te pasó. Pero estás aquí, intentando sacar el máximo partido a tu situación,
y lo último que quiero es interponerme en tu camino.

Suavizando mi voz, agregué:


198
»Puede que no quieras escuchar esto, pero sé que Tristin siente lo mismo.

Dejó caer su cabeza de nuevo en el sonido de su nombre.

—¿No me odia?

—¿Tristin?

¿Eso es lo que ella pensaba? ¿Que él la odiaba?

Violet asintió.

—Fue a la correccional por mi culpa. Tiene que odiarme.

—Fue a la correccional por su culpa. —Y la de Leo—. Él no te culpa, te lo prometo.


Nada de lo sucedió es tu culpa.

—Sí lo es. Estaba tan borracha… —Se mordió el labio inferior—. Nunca había
tomado más de unos sorbos de cerveza antes de esa noche, y apenas recordaba lo que
sucedió después. —Me miró, sus ojos se llenaron de lágrimas detrás de sus lentes—.
Traté de decirle a la policía que tenía parte de la culpa, pero no me escucharon, ya que
Tristin estaba conduciendo por encima del límite legal.

Me dolía la garganta por su admisión, y ahora, en serio quería abrazarla. Había


asumido que sus cicatrices eran en su mayoría físicas, pero era obvio que estaba tratando
con sus propios demonios emocionales.

Tristin, Leo y Violet se estaban culpando a sí mismos por el mismo evento. Me


dieron ganas de encerrarlos en una habitación hasta que resolvieran toda su mierda.

Como esa no era una opción realista, tendría que seguir centrándome en uno de
ellos a la vez.

—No tiene sentido en obsesionarse con lo que ya está hecho. ¿No crees que has
sufrido lo suficiente?

Me miró parpadeando.

—¿Por qué estás siendo tan amable conmigo?

¿Ya había conseguido una reputación como una perra? Y, ¿por qué ese pensamiento
me ponía tan contenta? Probablemente porque estaba hecha un lío en mi cabeza. 199
—No me has dado ninguna razón para que no sea amable contigo. Honestamente,
temía que también fuera incómodo, pero solo porque me preocupaba que me odiaras
por ser amiga de Tristin.

Ella rio, el sonido ligero y tintineante.

—Supongo que ambas asumimos lo peor.

Hablando de lo peor…

—¿Puedo preguntar qué le pasa a tu hermano?

Violet gimió.

—Lo siento mucho por él. Escuché sobre el incidente en el partido de fútbol la
semana pasada, y me siento terrible. Siempre ha sido super protector conmigo, pero lo
llevó demasiado lejos. Sin embargo, le he pedido que se mantenga alejado de Tristin. Lo
juro.
—¿También escuchaste sobre la pelea el viernes antes de que comenzaran las clases?

Sus ojos se agrandaron.

—No. ¿No me digas que Bodie empezó algo?

—Sí, definitivamente lo hizo. Lo presencié de primera mano.

—Mierda. —Se tapó la boca con la mano y dijo avergonzada—: Lo siento.

Le sonreí.

—Por supuesto, maldice lo que quieras.

—Se supone que fue a acampar con unos amigos el fin de semana, pero ahora estoy
asumiendo que, ¿estaba dándole a su cara tiempo para sanar?

—Recibió un golpe bastante sólido en la cara.

—No puedo creerte. Le he dicho una y otra vez que debe dejar de culpar a los Sharpe
por cada cosa mala que suceda, pero nunca escucha. —Se mordió el labio inferior de
nuevo antes de decir finalmente—: ¿Te disculparías con Tristin por mí? No quiero que 200
piense que estaba animando a Bodie.

—Seguro. Se lo diré. —Poniéndome de pie, dije—: Tengo una amiga esperándome,


así que debería irme.

Violet asintió.

—Por supuesto. Gracias por hablar conmigo.

—De nada. ¿Nos vemos el domingo por la noche?

—Hasta entonces.

Salí de Carlson Hall con la mente dando vueltas. Nunca esperé que Violet iniciara
una conversación de corazón a corazón. Y definitivamente nunca esperé que ella se
echara tanta culpa a sí misma.

Toda esta situación era un desastre, cuando podría ser mucho más simple.

Petra puso sus manos en sus delgadas caderas cuando me vio y frunció el ceño.
—¿Dónde demonios has estado?

Suspiré.

—No estoy segura de que me creerías incluso si te lo dijera.

***

Si estaba sorprendida de que Tristin me dejó esta mañana, me sorprendí


doblemente cuando lo encontré esperándome afuera de mi última clase del día.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté mientras caminaba a su lado.

—Pensé en ahorrarle a Gerard el viaje.

—Sabes que Petra suele llevarme o que camino a casa, ¿verdad?

Nunca me lo había preguntado y no había sentido la necesidad de compartirlo.

—¿Petra?

Cierto, él ya había huido de la escena cuando ella conoció a Leo y Hayle en el juego. 201
—Sí, mi amiga, la que me consiguió el trabajo en The Grind.

Deslizó una mirada en mi dirección.

—¿Cómo hiciste una amiga tan rápido?

Me encogí de hombros.

—Nos conocimos en la tienda de ropa de segunda mano de su abuela antes de que


comenzaran las clases, y básicamente me adoptó en el acto.

—Hmmm.

—¿Qué se supone que significa eso? ¿No tengo permitido hacer amigos?

—No es eso. —Empujó la puerta de cristal para abrirla y esperó a que pasara antes
de seguirme.

—¿Entonces qué es?


—Eres un poco cerrada, eso es todo.

Me reí de él. No con él, de él.

—Olla, conoce el hervidor.

Tristin frunció el ceño, pero me di cuenta de que no había calor detrás.

—Sí, soy consciente de que soy cerrado. Pero tampoco he hecho ningún amigo en
las últimas dos semanas.

—¿Lo has intentado?

Arqueó una ceja rubia oscura.

—¿Qué crees?

—Creo que te lo pones difícil. La mayoría de la gente está probablemente demasiado


intimidada por ti como para siquiera pensar en acercarse.

—No soy tan intimidante.


202
Reduje la velocidad lo suficiente para ver su apariencia por completo. Era casi una
cabeza más alto que cualquier otro a nuestro alrededor. Su cabello castaño rubio estaba
ingeniosamente desordenado, y sus jeans, unos Henley grises, y una chaqueta marrón
se ajustaban perfectamente a su cuerpo vigoroso.

Pero era su rostro lo que realmente se destacaba entre los otros atractivos
universitarios. Había algo innatamente interesante en sus deslumbrantes ojos color
aguamarina, mandíbula angular y boca rosada.

Combina esos rasgos con su expresión intensa, y sí, era malditamente intimidante
para chicos y chicas por igual.

—Sí, lo eres. ¿Qué tal tu grupo de estudio? —pregunté, volviendo al tema al


camino—. ¿Te has llevado bien con alguien allí?

—Definitivamente, no. Uno de los chicos me preguntó acerca de la correccional, y


el otro apenas podía formar una oración. La chica no se callaba sobre una fiesta en su
casa de fraternidad este fin de semana. Estoy bastante seguro de que se sienta
directamente detrás de ti.
—Sé de quién estás hablando. La odio un poco.

Me apuntó a la cara con un dedo.

—¿Ves? De eso estoy hablando. No eres exactamente amigable.

Verdad.

—Quizás no, pero mi disgusto general por la gente no impidió que Violet me hablara
después de la clase de hoy.

Tristin se detuvo en seco.

—¿Qué?

—Sí, quería aclarar el aire entre nosotras. Probablemente sea la chica más agradable
que he conocido en mi vida, para ser honesta.

Cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Qué te dijo?
203
No quería revelar todo lo que había dicho; no era mi lugar. Entonces, me concentré
en la conversación sobre Bodie, explicando que ella no estaba involucrada y no toleraba
sus acciones.

Tristin se relajó visiblemente cuando terminé.

—Eso es bueno. No me sentiré tan mal por noquearlo la próxima vez.

—No lo noqueaste la última vez.

Él comenzó a caminar de nuevo.

—No, pero quería hacerlo.

—Tal vez Violet lo convencerá para que te deje en paz.

—No es probable. Conocí una buena cantidad de Bodies en la correccional, y tipos


como ese no dejan las cosas en paz.

—¿Fue realmente tan malo?


No pude resistirme a preguntar.

—Sí y no. La mayoría de los días eran rutinarios y mi mayor queja era el
aburrimiento y la comida.

—¿El resto del tiempo?

Se detuvo frente a su auto.

—Extrañaba el aburrimiento.

Luego, abrió la puerta y se deslizó dentro, la conversación claramente terminando.

Me subí al lado del pasajero, esperando que volviera a su habitual comportamiento


hosco. Pero me sorprendió, una vez más, entregándome una pequeña bolsa de regalo.

—¿Qué es esto?

Tristin suspiró.

—Por el amor de Dios, Thea, solo ábrela.


204
Levantando el papel de seda de la parte superior, me quedé mirando el iPhone nuevo
que estaba dentro.

»No muerde —insistió, ahora sonando divertido.

Finalmente, quité el teléfono y lo sostuve en mi mano. Era un poco más grande y


mucho más elegante que mi modelo actual. Una carcasa de color rosa oscuro translúcido
y una cubierta de pantalla ya lo protegían.

»Está configurado con un plan ilimitado —dijo Tristin—. Y le deposité cien dólares
a la aplicación de “tienda”, por lo que puedes comprar las aplicaciones que desees.

Con cada palabra que salía de su boca, esto se hacía cada vez más increíble.

—¿Qué…? Quiero decir, ¿por qué?

—Intenté enviarte mensajes de texto y llamarte esta mañana para decirte que no
estaría en clase. Cuando no pude localizarte, supuse que tu teléfono de mierda se había
descompuesto.
Acertó.

—¿No podías simplemente caminar a mi habitación y decírmelo?

Sí, estaba siendo preguntona.

—No.

—¿Supongo que no me dirás dónde estabas?

Suspiró. De nuevo.

—Voy a fingir que fue un Gracias por el teléfono, Tristin y digo De nada.

—Gracias por el teléfono, Tristin.

Sonrió, sus ojos se arrugaron ligeramente en las esquinas, y me podría haber


desmayado justo allí en la parte delantera del asiento de su Tesla.

—De nada.

205
26
Thea
Era viernes por la noche y era oficialmente la estudiante universitaria más patética
de Moss Harbor. Quizás del estado de Washington. Y no podría estar más feliz por eso.

Petra había tratado de convencerme de ir a una fiesta con ella, y no había tenido
ningún reparo en negarme. Después de las últimas dos, podría fácilmente pasar un año
sin asistir a otra. No es que creyera que era una opción realista. No si continuaba con
todo esto de tener una amiga.

Pero, por esta noche, tenía la intención de seguir adelante con mi lectura de
Civilización Occidental, ayudar con la cena y comerla, y acurrucarme en mi cama con
un plato de palomitas de maíz para ver una película.

Mientras añadía mis escasos contactos a mi nuevo teléfono, decidí que debería 206
probablemente incluir un elemento más en mi lista: Llamar a Tobias.

Mi pulgar se mantuvo sobre el botón de “llamada” durante casi un minuto antes de


obligarme a presionarlo. Si no hacía esto ahora, solo terminaría evitándolo
indefinidamente.

—¿Hola?

Hola. Esa sola palabra fue todo lo que tomó para ponerme nostálgica.

No por Kansas, sino por él.

—Oye, T. Soy yo.

—¿Thea? ¿Obtuviste un nuevo número?

—Sí, mi teléfono finalmente se descompuso.

El silencio se extendió entre nosotros y miré la pantalla.

Sí, todavía conectado.


—¿Tobias? ¿Estás allí?

—Sí, estoy aquí. ¿Es por eso que no me has llamado? ¿Por tu teléfono?

Sonaba como un cachorro herido, y como no estaba allí para rascarle detrás de las
orejas, iba a tener que arreglar esto de otra manera.

—Lo siento por eso —le dije—. Las últimas semanas han sido... extrañas.

El distintivo sonido de gritos masculinos sonó.

—Espera un segundo. Está un poco loco aquí ahora mismo.

—¿Fiesta en tu habitación? —pregunté una vez que el ruido de fondo se apagó de


nuevo.

—No, solo un grupo de chicos jugando a Madden.

—Entonces, lo que dicen sobre la vida de los chicos en el dormitorio debe ser cierto.

—¿Qué es eso?
207
—Que son sobras de pizza y videojuegos.

Él rio entre dientes.

—No olvides la ropa sucia y el perpetuo olor a chico.

—Duh. Esos estaban implícitos.

—¿Cómo han sido de extrañas las últimas dos semanas?

Suspiro. ¿Habría sido demasiado pedirle que lo dejara pasar?

—Bueno, ahora tengo una amiga.

—Jadeo —dijo con risa en su voz—. Nunca pensé que vería el día.

—¿Cierto? —Procedí a contarle todo sobre Petra y mi nuevo trabajo en The Grind.
Era tan agradable hablar con él sobre las cosas cotidianas que casi pude olvidarme de su
inoportuna declaración de amor. Casi.
—Me alegro de que tengas a alguien —dijo—. Seguí imaginándote sentada sola en
alguna mansión lúgubre.

—No es lúgubre. Y otras cuatro personas viven aquí, así que no estoy exactamente
sola.

—Sí.

Esperé a que preguntara por los hermanos Sharpe, pero no lo hizo y no estaba segura
de qué pensar al respecto. ¿Estaba celoso? Era una posibilidad clara.

—De todos modos, ¿cómo van las cosas en Wichita?

—Bastante bien. Mi compañero de cuarto es tranquilo y mis clases no son terribles


hasta ahora. Ah, y me encontré con este increíble lugar griego a donde tengo que llevarte
cuando vengas de visita. Te gustará.

Cuando vengas de visita. No si... cuando.

—Excelente.

Y... me quedé sin ideas. Tobias y yo solíamos pasar horas hablando mientras él me 208
ayudaba con mis quehaceres en la granja. Pero, sinceramente, no podía pensar en una
sola cosa que decirle ahora. ¿Cómo podrían dos semanas crear tanta distancia entre
nosotros?

¿O era más que eso?

¿Era así como se sentía seguir adelante?

—Bueno, debería irme —dijo finalmente—. Algunos de nosotros vamos a una


fiesta.

¿Ya? Oh, cierto. Allí era dos horas más tarde.

—Bueno. Diviértete este fin de semana. Fue genial hablar contigo. —Y lo decía en
serio. Escuchar su voz familiar fue reconfortante, incluso si me entristecía. Porque no
estaba segura de cuántas veces más forzaríamos estas conversaciones incómodas antes
de rendirnos.

—Igualmente.
Empecé a decir “adiós”, pero rápidamente agregó:

»Estamos bien, ¿verdad?

—Sí, T. Estamos bien. Hablamos después.

—Adiós, Thea.

Después de colgar, hice lo impensable: descargué Candy Crush Saga en mi iPhone.


Solo había jugado el juego de rompecabezas en el teléfono de Tobias, y estaba más que
consciente de que podría ser un serio acaparador de tiempo. No había muchas dudas de
que lo lamentaría más tarde.

Pero tenía treinta minutos antes de que necesitara ir a la planta baja para ayudar con
la cena, y quería perderme en algo completamente sin sentido.

La distracción funcionó, y para cuando entré en la cocina, ya no pensaba acerca de


mi mejor amigo. Estaba pensando en cuántos niveles podría vencer antes de acostarme.
Claramente, nadie con una personalidad adictiva debería descargar jamás el maldito
juego.

—Thea —dijo Susan cálidamente—. No hay nada en lo que puedas ayudar, pero
209
necesito saber de qué te gusta tu pizza.

Cuatro pizzas de masa fina de tamaño personal ya estaban puestas en el mostrador,


condimentadas con cualquier cosa, desde pepperoni y jalapeños hasta lo que parecían
aceitunas, tomates y queso feta.

Después de mi verano trabajando en The Pizza Den, juré no comer esa comida.
Pero las pizzas caseras de Susan no se parecían en nada a las versiones más grasosas que
había servido y comido demasiado.

—Soy simple. Salsa de tomate, albahaca y mozzarella, por favor.

—Está bien. —Rápidamente añadió los ingredientes a la masa y la metió en el


horno—. Solo debería tomar unos siete minutos. Hay ensalada César en el refrigerador,
si estás interesada.

—Gracias.
Sabiendo que probablemente debería comer algo verde hoy, además de albahaca,
preparé un tazón pequeño de ensalada y comencé mientras el aroma de la pizza
horneada llenaba mis sentidos. Sorprendentemente, no provocó recuerdos de terror.

—Oh —dijo Susan de repente con una sonrisa brillante—. Encontré bastantes cajas
con las cosas de tu madre esta tarde. Le pedí a Gerard que las moviera a la lavandería
para que las revises.

La lavandería era más un gran espacio de trabajo que tenía una lavadora y una
secadora. Había una pared entera de gabinetes y espacio en el mostrador, así como una
mesa lo suficientemente grande para acomodar a seis personas.

—Muchas gracias.

—De nada, cariño. Estaba feliz de hacerlo.

Después de acabar mi cena, la cual había sido lo suficientemente deliciosa para


hacer que me olvidara completamente sobre The Pizza Den, me dirigí directamente a la
lavandería, mis anteriores planes olvidados.

Apiladas ordenadamente sobre la mesa había cinco cajas de cartón, que


representaban la totalidad de la vida de mi madre. No debería haberme sorprendido.
210
Nos habíamos movido tanto que nunca habíamos acumulado muebles ni más
pertenencias que cabía en el maletero y el asiento trasero del sedán de mamá.

Aun así, era sorprendente que una mujer de treinta y dos años hubiera muerto y
estas cajas fueran todo lo que quedaba. Bueno, estas cajas y yo.

Dejándome caer en una silla, quité la tapa de la primera caja y me asomé a su


interior. Un vestido esmeralda sedoso yacía encima, y lo levanté con cuidado, volviendo
inmediatamente en mi mente al día en que mi madre lo había comprado.

Nos llevó a Seattle y me arrastró de boutique en boutique, buscando el vestido


perfecto para su fiesta de compromiso. No había sido fanática de las compras, ni siquiera
en ese entonces, pero había hecho todo lo posible por fingir interés.

Llevábamos horas en ello cuando salió del elegante vestidor, con el vestido
esmeralda. Se veía hermosa, pero más que eso, se veía más feliz de lo que recordaba
haberla visto jamás. En ese momento, pensé, Esto es todo. Finalmente ha encontrado una
razón para quedarse.
El recuerdo trajo un dolor inesperado a mi pecho. Aunque no había sido la madre
más responsable del mundo, nunca dudé de que me amaba. Y dolía que se hubiera
perdido el futuro que había estado anticipando ese día.

Dejando el vestido a un lado, saqué más ropa. Algunas piezas me resultaban


familiares. Otras no. Pero ninguna de ellas proporcionaba una pista sobre lo que le
sucedió.

Después de volver a empaquetar la caja, pasé a la siguiente. Contenía más ropa, y


la siguiente contenía joyas y otros accesorios. Las joyas eran todo disfraz, aunque sabía
que Vincent le había dado a mamá un par de pendientes de diamantes y una pulsera a
juego. Debió haberse asegurado de que esos no llegaran a la sala de almacenamiento
para recoger polvo. Por todo lo que sabía, él podría haberlas empeñado después de su
muerte.

La cuarta caja era más grande que las demás, y tan pronto como la abrí, entendí por
qué. En el interior se apilaban varios contenedores transparentes con zapatos.
Inspeccioné cada uno, por si alguna pista se escondía entre los tacones de aguja y los
zapatos de ballet de alta gama.

No descubrí una pista, pero sí encontré un par de hermosos tacones de aguja 211
plateados. Cuando saqué uno de su contenedor, prácticamente babeé. Era en el estilo de
un clásico con un tacón de ocho centímetros. Pero, entre el color plateado metálico y el
adorno de cristal en la parte posterior, el zapato era todo menos normal.

Revisé la suela exterior, sorprendida de encontrar signos de desgaste. Madre debe


haberlas usado cuando yo no estaba cerca, porque no podía imaginar que había visto
estos zapatos y luego haberme olvidado de ellos.

Al mirar adentro, noté que era un siete y medio, que era mi tamaño, pero no el de
mi madre. Por lo que puedo recordar, ella era talla ocho. Una rápida mirada a varios de
los otros pares lo confirmó.

—Supongo que es mi día de suerte —murmuré mientras me ponía los zapatos.

De pie, sonreí a mis pies. No me consideraba una chica femenina cuando se trataba
de cosas como tacones de aguja brillantes de diseñador. Pero este par era excepcional, y
me quedaban perfectamente.

Con mucho cuidado, me quité los zapatos y los volví a colocar en su recipiente.
Estos se iban conmigo. No tenía idea de cuándo o dónde tendría una razón para usarlos,
pero crearía una, si fuera necesario.
Al escuchar la voz de Vincent en el teléfono mientras pasaba por la puerta cerrada
de la lavandería en su camino desde el garaje, me quedé helada. No era como si estuviera
haciendo algo malo, pero aun así no quería explicarle.

Esperé un par de minutos antes de volver a empaquetar todos los zapatos, menos
los tacones de aguja plateados, en su caja designada. Levantando la tapa de la caja final,
mi corazón dio un vuelco cuando vi sobres etiquetados como “fotografías” y
“documentos personales”.

Esto era lo que estaba buscando.

Pero, ahora que lo había encontrado, no me atrevía a empezar a examinar el


contenido. Había ido todos estos años sin ser capaz de sostener nada de mi madre, y
después de una meticulosa inspección de sus ropas, accesorios y zapatos, no me sentía
preparada para manejar algo más.

Al menos esta noche, no.

Entonces, volví a poner la tapa y coloqué el recipiente con los zapatos plateados
encima, llevándolos a mi habitación y guardándolos en la parte trasera de mi armario.
212
27
Thea
El cálido resplandor del crepúsculo se filtró a través de mis persianas, y salté de mi
escritorio, mirando hacia afuera. El sol todavía estaba en las primeras etapas de la
puesta, pero ya podía decir que los colores serían gloriosos esta noche.

Un rápido vistazo a mi teléfono me dijo que solo tenía unos quince minutos antes
de que tuviera que irme a mi grupo de estudio. Entonces, metí mis cosas en mi mochila
y agarré la bolsa con mis materiales de dibujo y corrí escaleras abajo. No quería perder
tiempo para llegar al muelle, por lo que caí en una silla de la cubierta y de inmediato me
puse a trabajar.

Sabía que era una tontería ser tan entusiasta con una sencilla puesta de sol, cuando
vivía a lo largo de la costa. Probablemente vería docenas de magníficos atardeceres en
los próximos meses. Si me quedaba en Moss Harbor tanto tiempo. 213
Asumí ingenuamente que entraría, averiguaría lo que le había pasado a mi madre y
saldría. Asistiría a mis clases y apreciaría la educación de calidad mientras tuviera acceso
a ella. Pero se suponía que no debía hacer amigos ni involucrarme. Se suponía que no
debía empezar a preocuparme por ninguno de los Sharpe, no de nuevo.

Ahora, tenía que preguntarme si, inconscientemente, no tenía tanta prisa por irme.
Esa era la única explicación para la caja sin tocar de las pertenencias de mi madre en mi
armario. Bueno, eso y mi innata procrastinación con respecto a cualquier cosa que tenga
que ver con las partes de mi vida con las que no quería lidiar. Habían pasado dos días y
no estaba más ansiosa por buscar en la caja ahora que el viernes por la noche.

—Hola —dijo una voz detrás de mí, e inmediatamente abracé mi cuaderno de


dibujo contra mi pecho.

Mirando hacia arriba, encontré a Hayle de pie sobre mí.

—Hola.

—No sabía que todavía te gustaba el dibujo.


—¿Porque lo harías?

No nos habíamos visto en ocho años, y nuestro viaje actual de regreso a la amistad
era lento.

—Está bien, es cierto. —Asintió con la cabeza hacia mi cuaderno—. ¿Puedo ver?

—No —respondí de inmediato. Mis dibujos eran para mí. No para nadie más.

Era la razón por la que no me había atrevido a inscribirme en ninguna clase de arte
este semestre. No sabía si podría soportar que mi trabajo fuera juzgado y calificado.

Mi clase de arte en la preparatoria había sido una broma. El hombre que la enseñaba
también era el entrenador de baloncesto, y había desperdiciado la mayor parte del
tiempo hablando con los jugadores que vagaban dentro y fuera de la habitación.
Además, estaba bastante segura de que nunca había tomado un pincel en su vida.

Asistir a la clase había sido muy sencillo. No necesitaba mostrarme allí, ni mostrarle
a nadie mi verdadero trabajo de las piezas que realmente significaban algo para mí. Eso
era un reflejo de mi alma.

—¿Por qué no? —preguntó Hayle. 214


—Soy reservada con mis dibujos.

—No estoy sugiriendo que los compartas en Instagram. Solamente conmigo.

Solo Hayle, que se había saltado un grado y probablemente era la persona más
inteligente que había conocido. Quien tendía a ver las cosas en blanco y negro, en lugar
de los cientos de tonos de grises que eran detectables por el ojo humano. No sabía si
alguien como él podría siquiera entender mi necesidad de expresar emociones a través
del arte.

Negué con la cabeza.

—No puedo. No está terminado.

Al mirar el cielo que se oscurecía, supe que probablemente nunca lo estaría. No era
que no pudiera imaginarme algo en la cabeza y luego dibujarlo. Pero cuando tenía la
intención de recrear lo que tenía ante mí, nunca podía volver atrás y agregar algo más
tarde. Era una rareza extraña. Tenía algunas de esas.
Hayle se movió para quedar de pie directamente frente a mí.

—Sabes, creo recordar una debilidad tuya que solía explotar para conseguir lo que
quería. Me pregunto si seguirá funcionando.

Oh, Dios.

—Hayle, no lo hagas.

Antes incluso de que terminara de pronunciar las palabras, estaba sobre mí, sus
dedos alcanzando mis costados.

Mi reacción fue instantánea. No pude evitarlo. Me retorcí, reí y chillé, sí, chillé,
hasta que no podía respirar.

Miré hacia arriba para rogarle a Hayle que dejara de hacerme cosquillas, y su rostro
estaba a solo unos centímetros del mío. Estaba iluminado desde adentro, su sonrisa
amplia y libre. Sus risueños ojos castaños recorrieron mi rostro, y vi el momento en que
sus pensamientos progresaban de la diversión al deseo.

En una fracción de segundo, su toque dejó de ser delicado y mi respiración se volvió


irregular por una razón diferente. 215
Esto era peligroso, y ambos lo sabíamos.

Finalmente me soltó, eligiendo ese momento para arrebatarme el cuaderno de


dibujo de mis brazos y retirarse rápidamente a la barandilla. Salté para ir tras él, pero
sabía que era demasiado tarde. Era más alto y más fuerte que yo, y si quisiera mirar mis
dibujos, lo haría.

Crucé los brazos sobre el pecho y ansiosamente observé mientras Hayle estudiaba
la imagen del atardecer sin terminar antes de hojear a través de las otras páginas. Eran
solamente unas pocas, pero mi estómago se retorció, sabiendo lo que iba a hallar.
Además de un par de paisajes, estaba el dibujo de Leo aleonado. Y una de Lily rodeada
de flores en su invernadero.

Lo dibujé tan pronto como regresamos de visitarla. Me había parecido una


combinación tan extraña de esperanzada y quiebre, que no había podido resistirme. Y
supe que mis impresiones de ella se reflejaban en la caída de sus hombros y la expresión
melancólica de su rostro.

Simplemente no sabía cómo reaccionaría Hayle.


Cuando finalmente me miró, vi nada menos que admiración en su mirada.

—Vaya, Thea. Ni siquiera sé qué decir. Esto es increíble. Todos lo son.

Me hundí contra la barandilla junto a él.

—¿Lo crees?

—Absolutamente. Eres increíblemente talentosa. No tenía idea.

—Sí, bueno, he mejorado un poco desde que tenía diez años.

—¿Un poco? —Se rio—. Estás loca.

—¿Y supongo que eres un crítico de arte ahora?

—No, pero sé que estos dibujos de mi mamá y Leo son excepcionales. Son tan
realistas que siento que podría extender la mano y tocar el hombro de Leo o las flores
de mamá. Y la emoción que les infundiste es asombrosa.

Me tragué la bola de mi propia emoción que fluyó por su elogio. No estaba


acostumbrada a ello, y me hacía sentir incómoda. 216
—Gracias.

Giró el cuaderno de bocetos para que pudiera ver el dibujo de Lily.

—¿Puedo mostrarle esto a mi mamá? Sé que estaría extasiada.

—¿No crees que se ofenderá?

El dibujo no la pintaba con mala luz, pero tenía una cualidad melancólica que era
imposible pasar por alto.

Me sonrió con tristeza.

—Creo que entiende mejor que nadie cuán... diferente es ella.

—Está bien —cedí—. Entonces, se lo puedes dar.

—¿Sí?

—Por supuesto.
Quizás usaría esto como prueba. Si no me asustaba más tarde acerca de regalar el
dibujo, consideraría enlistarme en una clase de arte el próximo semestre.

Hayle cuidadosamente tomó la hoja y me devolvió el bloc de dibujo.

—Gracias. ¿Planeas especializarte en arte?

—Tal vez. Probablemente pienses que es una tontería, ¿eh? Quiero decir, no se
puede ganar dinero con el arte.

Su expresión complacida decayó.

—No soy un estudiante de negocios porque me interesa el dinero. La Naviera


Sharpe es el legado de esta familia y quiero ser quien garantice que dure.

—¿Te interesan siquiera los barcos?

Se encogió de hombros.

—Tan interesado como lo estaría con cualquier cosa.

Esa no era realmente una respuesta, pero la dejaría pasar por ahora. 217
Especialmente porque ya era hora de que me fuera.

—Tengo que irme. —Dejé mi cuaderno de bocetos y lápices en mi bolso y agarré


mi mochila—. Mi grupo de estudio de Civilización Occidental se reunirá en unos
minutos.

—¿Necesitas que te lleven?

—No, Leo me va a llevar.

Se miró los pies.

—¿Por qué nunca me pides que te lleve a algún lado?

Si no lo supiera mejor, diría que sonaba herido. Lo cual era extraño, porque darme
aventones no me convertía en nada más que una molestia.

—No lo sé. Supongo que no quería molestarte.

Asintió, todavía sin mirarme.


—Bueno, avísame la próxima vez. No es ninguna molestia.

—Está bien. Buenas noches, Hayle.

—Buenas noches.

***

Esta vez, cuando llegué a la sala de estudio designada para nuestro grupo, Violet me
miró directamente y me dio una sonrisa tímida. A eso lo llamaría progreso.

—Siento llegar tarde.

Para cuando encontré a Leo en la sala de entretenimiento, donde estaba viendo


fútbol, lamenté no haber tomado la oferta de Hayle en ese momento.

—Estoy más preocupado por la falta de café —dijo Benjamin con sequedad.

—No me di cuenta de que estabas esperando golosinas cada semana.

Sonrió.
218
—No lo esperaba. Tenía la esperanza.

Tara rio.

—Bueno, yo, por ejemplo, en realidad no puedo manejar mucha cafeína esta tarde.
Entonces, probablemente sea lo mejor.

—Puedo traer chocolate caliente la próxima semana —ofreció Violet—. Si no les


importa lo casero.

—Buena idea —respondí.

Tampoco necesitaba café unas horas antes de acostarme.

Con eso resuelto, comenzamos con el cuestionario de práctica que las profesoras
habían proporcionado. Íbamos a tener una prueba en algún momento esta semana, y
queríamos darle una vista previa sobre qué tipos de preguntas esperar.

Incluso me sentí un poco orgullosa de mí misma cuando supe las respuestas de todas
menos dos preguntas sin consultar mis notas. Aparentemente, podría ser una buena
estudiante cuando realmente dedicaba tiempo a mis asignaturas. Puede que todavía esté
luchando con la procrastinación en lo que respecta a mi vida personal, pero mis
esfuerzos por atacar mi trabajo escolar de frente estaban dando frutos.

—Entonces, Thea… —dijo Tara misteriosamente cuando estábamos tomando un


descanso—. Sé de una buena autoridad que tienes una entrada con los hermanos Sharpe.

Maldita sea. Sabía que Leo jugando a chofer la semana pasada terminaría por ser
contraproducente.

—Sí, tengo una entrada.

—¿Crees que hay alguna forma de que puedas colarnos en la fiesta de fútbol el
viernes por la noche? —Juntó las manos en un gesto de súplica—. Escuché que solo
admiten personas que tienen una invitación.

—No lo sé. No tengo ni idea de quién está a cargo de esas fiestas.

—Oh.

Todo lo relacionado con su comportamiento cayó, y la culpa me inundó. Podría


tomar un total de cinco segundos pedírselo a Leo. Solo porque a mí no me importaban
las fiestas de fútbol, o cualquier fiesta, no significaba que no pudiera entender por qué 219
Tara querría ir.

—Puedo intentar averiguarlo —concedí—. Pero sin promesas.

—¡Gracias! ¡Gracias! —Rebotó en su asiento—. Es casi imposible que los


estudiantes de primer año sean invitados, a menos que conozcas a alguien. Y, con suerte,
¿tres invitaciones adicionales no serán demasiado difíciles?

—Dos —corrigió Violet—. Esa no es realmente mi escena.

Únete al club.

Pero saber que Violet se quedaría fuera me volvió casi desesperada por incluirla.
Probablemente le haría bien ver por sí misma que nadie la culpaba por el paso de Tristin
en el reformatorio. Y si convencía a Tristin de asistir también, tal vez podían hablar. Por
último, tratar de poner este lío detrás de ellos.

Era un poco exagerado, pero parecía que valía la pena intentarlo.


—Solo intentaré conseguir las invitaciones con una condición: Violet también tiene
que venir.

Sus ojos azules se abrieron como platos detrás de sus gafas.

—¿Qué? No.

—Oh, tienes que hacerlo —dijo Tara, y Benjamin asintió con la cabeza.

Nada como un poco de presión de grupo.

Esperé, sintiéndome un poco culpable por mi plan, pero también creyendo que era
la mejor cosa para Violet y Tristin.

Violet masticó su labio inferior mientras me consideraba a mí primero y luego a los


otros. Sus expresiones ansiosas deben haberla agotado, porque finalmente asintió.

—Está bien, iré.

Comencemos con el juego.

220
28
Thea
—¿Cono de helado o granizado?

Era casi el final de mi turno en The Grind el lunes por la noche, y estaba lo
suficientemente calmado en el negocio que Levi y yo estábamos tomando lo que
llamaría un descanso no autorizado. Lo que significaba un juego de “esto o aquello”,
porque mi compañero de trabajo estaba obsesionado. La edición de esta noche trataba
sobre cuestiones relacionadas con la comida.

Le di a Levi una expresión de “¿qué diablos te pasa?” y respondí:

—Cono de helado. Obviamente.

—Igual. Está bien, es tu turno. 221


—Um... —Me devané el cerebro—. ¿Judías verdes o guisantes?

Sacudió su cabeza tristemente.

—Apestas en este juego.

—Bueno, claramente, no tengo tanta experiencia como tú.

—Judías verdes —respondió con falsa irritación—. Todo el mundo prefiere las
judías verdes. ¿Panqueques o waffles?

—Esa es difícil. Amo los dos.

Sacudió la cabeza.

—Tienes que elegir uno.

—No quiero a elegir —me quejé—. Escoger apesta. Hashtag ¿por qué elegir?

—Hazlo, Thea. Elige uno.


—Oh, Dios mío, bien. Panqueques.

La puerta se abrió y solté un suspiro de alivio... hasta que vi quién había entrado.

—Yo, eh, atiendo este —le dije a Levi.

—Sí, lo supuse.

Mientras me dirigía al mostrador, estaba segura de que todos los ojos del lugar se
habían vuelto hacia el recién llegado. Pero estaba demasiado ocupada comprobándolo
para confirman mis sospechas. Ya sea que vistiera nada más que una toalla o pantalones
cortos deportivos y una playera sin mangas, Leo Sharpe era demasiado malditamente
tentador.

—¿Me estás acechando ahora?

—¿Quién, yo? —preguntó inocentemente—. Tal vez estaba anhelando un café.

—Puede que anheles algo, pero no es café. Susan me contó todo sobre tus
restricciones dietéticas autoimpuestas durante la temporada de fútbol.

Levantó las manos en señal de rendición. 222


—Está bien, me atrapaste. Te estoy acosando. ¿Eres feliz ahora?

—Extática. ¿Puedo traerte algo? ¿Una rebanada de pan tostado integral seco,
quizás?

—¿Vendes pan tostado?

—Nop.

Sacudió la cabeza, riendo.

—Creo que podrías estar un poco loca.

—Al menos no soy una acosadora.

—Bueno, está eso. —Sacó una botella de agua grande y una vasija de fruta del
refrigerador—. Me llevaré esto y una cita contigo.
Mi estómago revoloteó, y deseé que mi expresión permaneciera en blanco. Este era
Leo. Habíamos tenido el beso más caliente de mi vida más de una semana atrás y apenas
habíamos hablado desde entonces. Su idea de un “cita” era probablemente llevarme a
verlo entrenar.

—Y por cita, ¿quieres decir que me vas aventar en la camioneta y me vas a llevar al
bosque?

—Conduzco un Range Rover. No es ninguna camioneta.

—Lo tomaré como un sí.

Se rio de nuevo, pero no lo negó. Todavía estaba tomando eso como un sí.

Después de que terminó de pagar su merienda, inclinó la cabeza hacia el final del
mostrador, donde no nos oirían. Lo seguí, más curiosa que nada.

Se apoyó en el mostrador, poniendo su cara demasiado cerca de la mía para lo que


era apropiado en público.

—Sé que no es tan emocionante como una cita espeluznante en el bosque, pero
pensé que te gustaría ir al gimnasio conmigo.
223
¡Ajá! Lo sabía.

—¿Es esta tu forma de decirme que tengo que subirme a la caminadora?

Rodó sus ojos.

—No ese gimnasio. —Bajó la voz—. El gimnasio de boxeo. Esta noche estoy
entrenando con uno de los muchachos, y pensé que tal vez querrías mirar.

—Oh. —Sí, eso era diferente. ¿Y no le había pedido que me llevara alguna vez?

—¿Es una buena idea pelear ahora mismo? Tu primer partido oficial de la
temporada es en cuatro días.

—No es una pelea. Es solo un pequeño entrenamiento. No es gran cosa.

Pasé mi pulgar sobre la cicatriz clara sobre su ceja.

—¿No fue esto el resultado de un pequeño combate?


Puso su mano sobre la mía, sus ojos ardiendo.

—Sí, pero eso es diferente. Quería lastimar esa noche, así que no estaba teniendo
cuidado. Esta noche, estoy de humor para mostrarme, lo que significa que no hay golpes
en la cara.

—Está bien. —Suspiré.

Su proximidad estaba haciendo cosas graciosas en mi cabeza, y lo amaba tanto


como lo odiaba. No estaba bien. Nada bien.

Alejándome de él, miré el reloj sobre su cabeza.

»Salgo en quince.

—Lo sé. —Sonrió—. Acosador, ¿recuerdas?

—Por supuesto. ¿Cómo podría olvidarlo?

Durante el resto de mi turno, se acercaron a Leo no menos de tres chicas diferentes.


Sinceramente, no sé dónde conseguían la confianza. Nunca se me ocurriría abordar a
un chico caliente en una cafetería e intentar charlar con él. Especialmente sabiendo que 224
era una especie de celebridad local.

Me aseguré que no eran celos lo que estaba sintiendo mientras veía a una linda
pelirroja posarse en el borde de su mesa y mover su cabello con practicada facilidad. Y,
obviamente, ahora había agregado mentirme a mí misma a mi larga lista de pecados.

—Ella no tiene nada sobre ti —dijo Levi, reapareciendo de repente a mi lado.

—No tengo idea de lo que estás hablando.

Cruzó sus brazos tatuados sobre su pecho y me dio una mirada evaluadora.

—Sabes, pensé que tenías algo con el pelinegro cuando vino aquí con su novia.

—Hayle.

—Seguro, como sea. Pero luego te vi con Tristin esa vez y cambié de opinión. —Su
mirada se desvió hacia Leo—. Ahora, me pregunto si estás con Leo. ¿O son los tres?

Tragué más allá de mi creciente incomodidad por sus comentarios.


—Ninguna de las anteriores.

—Sabes, dices eso con convicción, pero todavía no te creo.

Me encogí de hombros con indiferencia.

—Vivo con ellos. Es natural que pase tiempo con ellos.

—Mm-hmm. —Claramente se estaba riendo de mí con sus ojos—. Si esa es tu


historia, sigue adelante y mantenla.

Juguetonamente lo empujé a un lado para dirigirme hacia la parte de atrás.

—Adiós, Levi.

—Nos vemos.

Después de actualizar la planilla de tiempos, me quité mi delantal, agarré mi


mochila, y regresé a la parte delantera. Leo ya me esperaba junto a la puerta y estaba
sorprendentemente solo.

—Vaya, te las arreglaste para alejarte de tus adoradas admiradoras. Estoy 225
impresionada.

Su sonrisa de respuesta no era de disculpa.

—No puedo evitar que las mujeres me consideren irresistible.

—Sí, debe ser una gran carga.

Suspiró dramáticamente.

—No tienes idea. —Abriendo la puerta, preguntó—: ¿Nos vamos?

—Solo si tenemos tiempo suficiente para comer algo. Muero de hambre.

El muffin que había tenido al comienzo de mi turno no iba a ser suficiente hasta
dentro de una hora o más.

Leo me indicó que siguiera adelante.

—No te preocupes. Lo tengo cubierto. —Una vez afuera, ni siquiera me molesté en


preguntarme cómo se las había arreglado para conseguir el único lugar de
estacionamiento para clientes directamente en frente de la tienda. Oh, cómo debe ser
vivir una vida de encanto.

Antes de arrancar el motor, metió la mano en el asiento trasero y depositó una


pequeña hielera en el suelo frente a mí.

—Le pedí a Susan que te preparara la cena, ya que tiene una mejor idea de lo que te
gusta que yo.

Eso era... considerado. ¿Era posible que realmente pensara en esto como una cita?
Seguramente no.

Cuando salió de su lugar de estacionamiento, comencé a alcanzar la comida, pero


me detuve cuando recordé mi sesión de grupo de estudio de la noche anterior.

—¿Hay alguna forma de que invites a algunos de mis amigos a la fiesta de fútbol el
viernes por la noche?

En realidad, eran más como conocidos, pero Leo no necesitaba saber eso.

—Seguro. Mándame por mensaje de texto sus direcciones de correo electrónico, y


me encargaré. 226
—Gracias. —Froté mis manos en los jeans y me obligué a hacer la siguiente
pregunta necesaria—. ¿Cómo te sentirías si Violet fuera una de esas amigas?

—¿Violet Jacobs?

—¿Conoces a otras Violet?

—No. —Se pasó los dedos por el pelo y lo despeinó—. Esperaba que tú lo hicieras.

—Mira, sé que es una gran pregunta. Pero ella es en serio la más amable, y odio la
idea de que se sienta excluida. —Inhalé—. Y tengo un motivo ulterior.

Deslizó una mirada en mi dirección.

—¿Por qué no estoy sorprendido?

—Violet me detuvo un día después de clase la semana pasada y admitió que se siente
culpable de que Tristin haya ido a la correccional y se culpa a sí misma por todo el
asunto.
No había tenido la oportunidad de contarle sobre la conversación todavía, y asumí
que Tristin no había compartido la información. A menos que me hubiera perdido algo,
los dos todavía estaban en la etapa de apenas comunicación de su relación. Lo cual,
supuse, era ligeramente mejor que el escenario en el que Tristin se negaba a ver a Leo o
hablar con él en absoluto.

Puse una mano en su brazo.

»Ella no culpa a Tristin, lo que significa, indirectamente, que no te culpa a ti.

Sus músculos se tensaron bajo mi palma.

—Solo porque no sabe que debería haberme culpado todo el tiempo.

—Leo…

Entró en el lote de un edificio sencillo de un piso y aparcó en la parte trasera. Luego,


se volvió hacia mí, su expresión inusualmente sobria.

—Tengo la sensación de que estás intentando arreglar algo que no se puede arreglar.

Retiré mi mano. 227


—No estoy intentando arreglar nada. —Bueno, tal vez lo estaba. Pero, ¿cuál era el
daño en intentarlo?—. Solo pensé que si Tristin y Violet tuvieran una simple
conversación... No lo sé. Quizás podrían empezar a sanar. Y entonces tú y Tristin
podrían tener la oportunidad de reconciliarse.

Sonrió, y aunque era más pequeña de la habitual, podía darme cuenta que era
genuina.

—Eres otra cosa, Thea Gale.

Mi corazón tartamudeó, poniéndome en alerta máxima.

—No me mires así. Me gusta mucho Violet, y si tú y Tristin también se benefician


de mi interferencia, que así sea.

Leo se inclinó, extendiendo una mano para acariciar un mechón de cabello que se
había soltado de mi cola de caballo.
—Puedes seguir poniendo esa cara de perra para el resto del mundo, pero debes
saber que veo a través de ella a tu centro pegajoso. En el fondo, sigues siendo esa dulce
y pequeña Thea que recuerdo. Nada de lo que digas me convencerá de lo contrario.

Inconscientemente lamí mis labios, a la espera de que su boca se estrellase en la mía.


Pero no fue así. En cambio, metió la mano en el piso antes de dejar la hielera en mi
regazo.

—Necesitamos entrar pronto, por lo que debes comer.

—¿Y la fiesta?

Se acomodó hacia atrás en su asiento.

—Invita a quienquiera que desees. Si puedes convencer a Tristin de ir, más poder
para ti.

—Gracias.

Su suave sonrisa de antes se transformó en una mueca.

—No me agradezcas. Todo podría terminar explotando en tu cara, y no quiero que 228
me hagas responsable.

Ese era un pensamiento reconfortante.

Rápidamente devoré el sándwich de pavo y aguacate, y las zanahorias con hummus.


Susan también había incluido una bolsa de Teddy Grahams, que guardé en mi mochila
para más tarde. Saber que los había robado del escondite de Hayle me hizo sonreír.

Leo se detuvo en la puerta principal.

»Los chicos de aquí pueden ser un poco... bueno, ásperos.

—Está bien. No hay barra de batidos —dije, haciendo referencia a su descripción


anterior del gimnasio—. Lo entiendo.

El interior no era tan malo como esperaba. La sala principal estaba bien iluminada
y parecía limpia. Aunque el persistente olor a sudor me hizo arrugar la nariz. Leo no
había exagerado esa parte.
—Hola, chico. —Un hombre con cabello cano dijo desde detrás de un mostrador
largo—. ¿Quién es tu linda amiga?

—Esta es Thea —dijo Leo con un aire amistoso—. Thea, este es el Viejo Quincy.

Saludé con la cabeza al hombre, y le di una sonrisa mostrando mis dientes.

—Bueno, Thea, espero que te veamos más por aquí. —Saludó a Leo—. Me estoy
cansando de ver su fea cara casi todos los días.

Lo miré boquiabierta. Estaba bastante segura de que nadie había llamado feo al
Señor Mariscal de Campo Estrella en su vida. Y, ¿él ha estado viniendo aquí casi todos
los días? ¿Por cuánto tiempo?

—Veré qué puedo hacer.

Mientras caminábamos por el gimnasio hacia el vestuario y luego hacia la esquina


trasera, sentí al menos veinte pares de ojos fijos en nosotros. Por una vez, tenía la
sensación que nada tenía que ver con el Sharpe junto a mí y todo que ver conmigo. Eché
un vistazo a mi atuendo: jeans ajustados, camiseta sin mangas a rayas, suéter ligero y
zapatillas de deporte. No había mucho que ver.
229
»¿Soy yo, o todo el mundo está mirando?

En ese momento, un fuerte silbido de lobo resonó en la habitación.

Leo sonrió hacia mí.

—Todo el mundo está definitivamente mirando.

—¿Supongo que no traes chicas aquí a menudo?

—Nunca he traído a nadie aquí. Hay algunas mujeres que entrenan aquí, pero… —
Sus ojos recorrieron mi cara, mi pecho, piernas y espalda—. Pero ninguna de ellas se
parece a ti.

—Supongo que lo tomaré como un cumplido.

—Deberías.
Algunos pocos hombres saludaron a Leo en nuestro paso, pero ninguno de ellos
hizo ningún comentario acerca de mí. Probablemente asumieron que yo era “su chica”
y no querían molestarlo.

Se detuvo frente a un hombre en medio de un estiramiento.

—Oye, Dan. Esta es Thea. Está aquí para verme patear tu trasero.

El otro hombre, que parecía tener veintitantos años y estaba increíblemente en


forma, se rio.

—Sigue soñando, Sharpe. Tu novia mirando es solo un incentivo adicional para


noquearte.

Esperé a que Leo lo corrigiera, pero si notó el comentario de “novia”, no lo


demostró.

Dan me dio un vistazo y luego guiñó.

»Alguien tiene que hacer mella en el ego de este tipo.

—Estoy totalmente contigo allí. 230


Él se rio y Leo frunció el ceño.

—Oye. Se supone que debes apoyarme.

Me encogí de hombros, pero no pude resistirme a sonreírle. Era agradable ver este
lado de Leo. Uno que no estaba atascado por su historia familiar o aparentando para sus
fanáticas que lo adoraban. Probablemente esto era lo más normal que conseguía.

Desde mi punto en una banca cercana, lo vi con fascinación saltar la cuerda durante
más tiempo que ni siquiera debería haber sido posible, entonces hizo una especie de
ejercicio de esquivar y avanzar. Todo lo que hacía parecía sin esfuerzo, su cuerpo
musculoso y elegante absorbía el impacto de cada movimiento con facilidad. Se veía tan
bien que comencé a reconsiderar mi postura anterior sobre las citas en el gimnasio.
Podría mirarlo toda la noche.

Después de unos buenos veinte minutos de calentamiento, Leo y Dan finalmente


subieron al cuadrilátero. Me arrastré hacia adelante en la banca, mi estómago se retorcía
en una extraña mezcla de anticipación e inquietud. Aparte de lo que había visto en
algunas películas, nunca había visto boxeo y no tenía idea de qué esperar.
Empezaron fácil, dando vueltas entre sí y consiguiendo ligeros golpes. Mi tensión
se alivió ligeramente. Quizás esto no sea tan malo.

Pero su ritmo de golpes no duró mucho. A medida que sus golpes aumentaron en
velocidad y presión, varios de los otros hombres se acercaron y gritaron consejos y
elogios o críticas afables.

Cuando Leo recibió un fuerte puñetazo en el estómago y se dobló, me encogí. Podía


entender querer eliminar la agresión con un saco de boxeo. Eso tenía sentido para mí.
Pero quedarse allí, esperando a que lo golpearan, eso no tenía sentido.

Aun así, estaba golpeando tan bien como recibiendo. Quizás un poco mejor.

No sabía exactamente nada sobre el boxeo, pero su atletismo natural se manifestaba


con cada movimiento de su musculoso cuerpo. Si era completa y totalmente honesta
conmigo misma, verlo hacía que la lujuria se disparara directamente a mi núcleo.

Si podía hacer todo eso en el cuadrilátero, ¿qué podría hacer conmigo? ¿Desnudos?

Y Leo no podía saber que el pensamiento incluso había cruzado por mi mente.

Había recurrido a sostener mis manos frente a mi cara, asomándome a través de mis 231
dedos, cuando el Viejo Quincy tocó una campana, terminando el enfrentamiento
informal.

—¡Sharpe gana!

Leo inmediatamente se volvió hacia mí, su sonrisa era tan feliz que quería llorar y
animar al mismo tiempo. Porque había hecho falta el boxeo, de todas las cosas, para
producir esa sonrisa. Y no supe si estar orgullosa de él o preocupada.
29
Thea
Mientras subía al coche de Tristin el viernes por la tarde, supe que lo había retrasado
el tiempo suficiente. No había querido hablar con él sobre la fiesta con mucha
anticipación, porque supuse que se terminaría retractando.

Pero, ahora, estaba quedándome sin tiempo.

Me reuniría con Susan en la mansión para que pudiera llevarme al cementerio a


visitar la tumba de mi madre. Después de eso era el juego, y luego la fiesta.

Si iba a convencer a Tristin de que asistiera, tenía que hacerlo ahora.

—Tengo que pedirte un favor.

—¿Oh? —preguntó suavemente, sin parecer sorprendido—. Déjame adivinar. 232


Como te niegas a dejar que mi padre te compre un auto, quieres que te lleve a alguna
parte... más.

—Oye. Tú eres el que se ofreció como voluntario para empezar a recogerme después
de mis clases los días que no tengo turno en The Grind.

Ambos sabíamos que nunca lo habría pedido cuando me las arreglaba sin su ayuda.

—¿Cuál es el favor?

—Ven al partido de fútbol y a la fiesta conmigo esta noche.

La risa que salió de Tristin fue tan fuerte que salté.

—Muy graciosa.

—Lo digo en serio.

—¿No recuerdas lo que pasó en el juego hace dos semanas? No terminó bien para
nadie.
—Está bien, entonces, ¿qué tal la fiesta? —Sabía que el juego era una posibilidad
remota—. Es solo por invitación, lo que significa que Bodie y sus matones no estarán en
los alrededores.

—Con Bodie o sin Bodie, ¿por qué diablos querría ir?

Aquí va nada.

—¿Para hablar con Violet?

Giró la cabeza hacia mí, sus ojos salvajes.

—¿Disculpa?

—Ella estará allí, y creo que sería el momento perfecto para que ustedes dos
despejen el aire entre ustedes.

Suspiró.

—¿Por qué siento que tengo una cita a ciegas?

Solté una carcajada. 233


—No te estoy pidiendo que salgas con ella. —Ni de lejos—. Solo ten una
conversación con ella. Eso es todo. Incluso seré una acompañante, si eso te hace sentir
mejor.

—¿Violet sabe que estás planeando esto?

—Sí.

No queriendo tenderle una emboscada en la fiesta, la llamé a principios de semana.


Al principio había dudado, pero después de pensarlo durante un par de días, cedió. Todo
lo que quedaba era persuadir a Tristin para que fuera.

—¿Qué hay de Leo? —preguntó Tristin.

—Ya le dije todo.

—¿Y está de acuerdo con esto?

Dejé de lado los comentarios de Leo sobre todo este escenario explotando en mi
cara.
—Sí, está de acuerdo.

—Thea —gimió Tristin—. No creo que sea una buena idea.

—Entonces, no lo hagas por ti. Hazlo por Violet. Ayúdala a que siga adelante.

Me miró por el rabillo del ojo.

—Juegas sucio.

—Sí, pero solamente debido a que ambos sabemos que tengo la razón.

—Está bien, está bien. Te veré allí después del juego.

Sin molestarme en ocultar mi sonrisa, extendí la mano a través de la consola entre


nosotros y apreté su rodilla.

—Gracias.

Sus ojos brillantes se encontraron con los míos por una fracción de segundo y, a
pesar de que era el cumpleaños de mi madre y yo estaba visitando su tumba en una hora,
me sentí bien. 234
***

Lo retrasé lo suficiente.

Sacando la caja de la esquina de mi armario, me senté en la alfombra frente a ella.


Rodé mis hombros, tratando de prepararme para lo que encontraría dentro.

Aunque la conversación que escuché fuera del estudio de Vincent esa noche nunca
estuvo lejos de mi mente durante estos ocho largos años, los recuerdos de mi madre lo
habían estado. Cuando salí de esta casa, empujé los recuerdos en una caja con llave.

Algunos se habían derramado cuando pasé por su ropa y accesorios. Pero las
fotografías eran diferentes. Hacían algo que mi cerebro no podía; inmortalizaban un
momento, capturando detalles que de otro modo se perderían en el tiempo.

Tragando más allá del nudo de ansiedad en mi garganta, abrí la tapa y saqué el
primer sobre. Contenía documentos personales; certificados de nacimiento, tarjetas de
seguridad social, el pasaporte de mi madre, y la póliza de seguro de su auto. Si su
escritura no estuviera en el exterior del sobre, no habría creído que había mantenido
todos estos documentos juntos. Aparentemente, había sido más responsable de lo que
creía.

Me salté varios paquetes de fotografías y recogí una carpeta sin etiqueta. Cuando
empecé a revisar a través de los papeles en el interior, no pude evitar sonreír. Eran mis
dibujos.

Mamá obviamente no se había aferrado a todos los cientos de dibujos infantiles que
le había dibujado, pero había mantenido una selección decente de ellos. Algunos eran
poco más que figuras de palo, pero la mayoría demostraban mi creciente pasión por el
arte. Experimenté dibujándola a ella y a la miríada de lugares en los que habíamos
vivido. Incluso había algunos autorretratos que me hicieron estremecer. Al parecer,
había tenido una obsesión con los ojos grandes cuando era niña.

Mi favorito era un dibujo de los hermanos Sharpe encaramados al final del muelle.
Los tres estaban mirando hacia mí, paletas de helado en sus manos. Leo y Tristin estaban
justo al lado del otro, riendo, mientras Hayle se sentaba solo a un metro de distancia, su
expresión pensativa. Tenía un tipo de idealismo como el de Norman Rockwell que había
estado ausente de mi arte desde entonces. Poco después de ese día de primavera, perdí
abruptamente mi inocencia y nunca la recuperé.

Pero el dibujo también me mostraba algo que era demasiado joven para comprender
235
hace ocho años. Hayle se había mantenido separado de sus hermanos, incluso entonces.
Recordé a Leo y Tristin constantemente incluyéndolo en su diversión, pero aun así se
debe haber sentido dejado fuera.

¿Era debido a que era adoptado, mientras que los otros dos eran medio hermanos?
¿O porque solo había sido Sharpe durante un par de años en ese momento?

¿O era algo completamente distinto?

Colocando el dibujo a un lado, me moví a un recipiente lleno de llaveros que mi


madre había recogido de todas partes y uno con tarjetas postales. Hojeé ambos,
recordando haber visitado algunos de los lugares y no tener ningún recuerdo de otros.

Habiendo llegado al fondo de la caja, la pequeña caja de joyería en forma de corazón


que había sido la posesión más preciada de mi madre, y un objeto envuelto en papel de
seda, era todo lo que quedaba.

Comencé con la caja de joyería primero. A mi madre no le había gustado hablar de


su pasado, pero sabía que este era el último regalo que había recibido de su padre antes
de su muerte. No importaba dónde habíamos vivido, o incluso dónde nos habíamos
quedado temporalmente, ella lo desempacaba y lo colocaba en su mesa de noche.

Abrí la tapa con cuidado, sorprendida de encontrar la pulsera de diamantes y los


pendientes de Vincent en el interior. Parecía que había sacado conclusiones precipitadas
después de todo, él no las había tirado en la casa de empeño más cercana. También había
un par de anillos incrustados con piedras preciosas que había usado a menudo y un par
de aretes de perlas.

A medida que bajaba la tapa, me di cuenta de la bolsa cosida en la tapa y me detuve.


Tirando de esta con un dedo para abrirla, descubrí una hoja doblada de artículos de
papelería escondida dentro.

Desdoblé el papel y comencé a leer la nota con la letra de mi madre.

Vince,

Estoy poniendo esto por escrito, porque sé que, si trato de decírtelo a la cara, me tirarás a tus
brazos y alejarás mis preocupaciones con besos.

Entonces, aquí va.


236
No podemos casarnos la semana que viene. Tú lo sabes, y yo lo sé.

Te amo, pero tengo que hacer lo mejor para mí y para mi hija. Y eso es irme antes de que
alguien resulte herido.

Por favor, perdóname. Espero que nos volvamos a encontrar algún día.

Por siempre tuya,

Amber

¿Antes de que alguien saliera herido?

¿Qué había sabido mi madre? ¿Y qué había sabido Vincent?

Ella había muerto la semana antes de la boda, lo que significaba que debía haber
escrito esta nota justo antes. Quizás incluso ese día.

No podía creer que hubiera planeado dejar a Vincent. ¿Él se había enterado?
Un golpe sonó en la puerta, sacándome de mis pensamientos zumbantes. Deslicé la
nota de regreso a su escondite y salté para abrir la puerta.

Susan estaba en el otro lado.

—Hola, cariño. ¿Quería ver si estás lista para ir?

Deslicé mis manos temblorosas en mis bolsillos.

—Oh, sí. Lo siento. Perdí la noción del tiempo.

—No hay problema. ¿Nos vemos abajo en diez?

—Eso es perfecto. Gracias.

Cerró la puerta y me apresuré a regresar a las pertenencias de mi madre esparcidas


por el suelo. Devolví todo a la caja, excepto el objeto envuelto en papel de seda y el
dibujo de los hermanos Sharpe.

Rápidamente quitando el papel de seda, contemplé una fotografía enmarcada de


mamá y de mí cuando tenía unos siete años. Estábamos paradas frente a la exhibición
de pandas en el zoológico de San Diego, y mi sonrisa era casi tan amplia como mi cara. 237
Había sido un buen día.

Dejé el marco en mi tocador, empujé la caja de nuevo a mi armario, luego agarré


mi teléfono y mi bolso, y me dirigí escaleras abajo.

Susan mantuvo la conversación mientras nos detuvimos en una floristería para


comprar un ramo de flores antes de conducir hacia el cementerio. Ella parecía sentir que
yo encontraba su charla más reconfortante que el silencio, pero no estaba en el estado
de ánimo para contribuir. Estacionando a lo largo de la calle estrecha que serpenteaba a
través del cementerio, Susan señaló por la ventana.

—La tercera fila, directamente frente a ti.

—Gracias.

Agarrando el ramo de gerberas de colores en mi mano, salí del coche y caminé


lentamente hacia la tumba de mi madre. La lápida vertical de mármol era simple pero
elegante y tenía inscritas las palabras “Para siempre en nuestros corazones” en la parte
superior.
En la base de la lápida había un enorme ramo de flores que hacía que el mío
pareciera como si hubiera arrancado algunos tallos del jardín de un vecino. Sin duda,
Vincent había hecho un viaje aquí más temprano ese día.

Me arrodillé en el suelo y coloqué las margaritas en la hierba. Las lágrimas llenaron


mis ojos mientras las emociones me inundaban. Tristeza, porque la había perdido
demasiado pronto. Culpabilidad, porque había esperado tantos años para visitarla.
Resolución, porque estaba decidida a averiguar qué le sucedió realmente.

No era del tipo que tenía una conversación con mi madre muerta como si estuviera
parada frente a mí. Pero forcé un susurro:

—Feliz cumpleaños, mamá. Voy a descubrir la verdad. Te lo prometo.

Luego, con una última mirada a su lustrosa lápida, me di la vuelta y me alejé,


jurándome que volvería antes de que pasaran otros ocho años.

238
30
Thea
No estaba de mucho humor para esta noche.

Pero ya le había prometido a Leo que asistiría a su juego. Y fui quien organizó el
encuentro entre Violet y Tristin. Entonces, no había forma de salir de eso.

—¿Qué tal justo ahí? —le sugerí a Petra, apuntando a un espacio vacío en las gradas
que era lo suficientemente grande para tres.

Ella arrugó la nariz.

—No soy realmente una fan de la primera fila.

—Eso no cuenta como la primera fila. —No cuando había toda una sección por
debajo de la pasarela principal—. Además, invité a alguien a sentarse con nosotras.
239
—¿Y eso significa que no podemos sentarnos atrás?

No queriendo perder los asientos, comencé a recorrer la fila que había indicado,
ignorando la pregunta de Petra. Ella lo superaría.

»¿Tiene esto algo que ver con Leo? —preguntó una vez que habíamos reclamado los
asientos—. ¿Ahora ustedes dos son una cosa, y necesita ser capaz de verte fácilmente
desde las líneas laterales?

—No a todo lo anterior.

Al final de nuestra no cita en el gimnasio de boxeo, no me había dado ni un beso en


la mejilla. Me dio las gracias por acompañarlo, se aseguró de que planeara ir al juego de
esta noche y luego desapareció para tomar una ducha.

Si hubiera pensado que algo se podría poner en marcha entre nosotros después de
nuestra improvisada sesión de besuqueo, no podía haber estado más equivocada. Claro,
él estaba coqueteando como nunca. Pero eso era todo.
En este punto, no podía decidir si estaba decepcionada o aliviada.

Al notar que Violet se abría paso lentamente entre la multitud, me paré y le hice
señas. Ella me vio y tímidamente me devolvió el saludo.

—Ya lo entiendo —dijo Petra en voz baja cuando me senté de nuevo, y le lancé una
mirada de agradecimiento.

No quería avergonzar a Violet por hacer complicado la ubicación de nuestros


asientos. Aunque sabía que podía soportar las escaleras, también sabía que navegar entre
los asientos eran un desafío. Esta noche iba a ser un reto suficiente para ella. No había
necesidad de hacerlo más difícil de lo necesario.

Mientras se deslizaba en las gradas junto a mí, no pude evitar notar lo bonita que se
veía. Llevaba su cabello excepcionalmente largo en una elaborada trenza que
comenzaba de lado y continuaba por un lado de su cabeza y sobre su hombro. Debajo
de una sudadera con capucha azul claro del color de sus ojos, llevaba una camiseta de
Harbor U, y sus jeans descoloridos abrazaban perfectamente sus delgadas curvas. Su
maquillaje de ojos era más pesado de lo habitual e incluso llevaba un lápiz labial rojo
intenso.

Verla así me hizo preguntarme si normalmente iba sin maquillaje para ocultar su
240
belleza.

—Hola, Violet. Me alegro de que lo hayas logrado. —Hice un gesto a la chica


sentada a mi otro lado—. Esta es Petra.

Petra me sonrió.

—Gracias por la introducción, pero fuimos a la preparatoria juntas.

Oh, cierto. Ambas eran de Moss Harbor. Por supuesto, se conocen. La única razón
por la que Petra solamente sabía de los hermanos Sharpe por reputación se debía a que
ellos habían ido a escuelas privadas.

Se inclinó sobre mí para hablar con Violet.

»¿Vas a Harbor U ahora?

—Sí. Soy estudiante de primer año.


—Excelente. Pídele a Thea que te pase mi número de teléfono en caso de que alguna
vez necesites algo. —Sonrió ampliamente—. Los habitantes de la ciudad tenemos que
mantenernos unidos.

—Gracias.

Por la tímida reacción de Violet hacia Petra, tuve la sensación de que eran más
conocidas que amigas. Pero había mucho tiempo para cambiar eso.

Y, ahora, que estaba al parecer jugando a unir amigos en adición a toda mi otra
intromisión. ¿Cuándo me convertí en esta persona?

Tobias en serio no lo creería.

Hablando de mi mejor amigo, ¿ex-mejor amigo?, había pasado exactamente una


semana desde nuestra llamada telefónica, y no había tenido noticias de él desde
entonces. Empezaba a tener la impresión de que me estaba evitando.

Obviamente, los mensajes de texto iban en ambos sentidos. Pero él siempre había
sido el que se había acercado a mí. Empujándome.

¿Su falta de comunicación significaba que ya se había rendido con nosotros? Lo 241
había sentido venir, pero no había esperado que sucediera tan pronto.

¿Por qué estaba pensando en esto ahora mismo?

Quizás visitar la tumba de mi madre me estaba poniendo más sensible que de


costumbre.

—Thea. —Petra chasqueó dos dedos frente a mi cara—. ¿A dónde fuiste?

Sacudí la cabeza para despejarla.

—Lo siento. Ha sido un día largo.

—¿Tienes ganas de compartir?

—Realmente no. —Las charlas del cementerio y los partidos de fútbol no encajaban
exactamente bien. Obligándome a volver al ritmo de las cosas, le pregunté a Violet—:
¿Hay alguna oportunidad que puedas enseñarme cómo hacer esa trenza?
Aunque mi cabello no era tan largo como el de ella, podría beneficiarme de algunos
estilos nuevos. Las colas de caballo se volvieron aburridas.

—Seguro. —Sonrió, luciendo casi emocionada por la perspectiva—. Se necesita un


poco de paciencia, pero no es difícil una vez que lo dominas.

—Genial. ¿Quieres hacer una noche de chicas el próximo fin de semana? Escuché
que era algo que las chicas hacían de vez en cuando.

Se mordió el labio inferior.

—Um, ¿quieres decir, en tu casa?

Inmediatamente comencé a negar con la cabeza.

—No. No, no, no.

No había pensado tan lejos, pero definitivamente no sugeriría hacerle pasar por eso.

—Podemos hacerlo en mi casa —ofreció Petra—. Solo significa aguantar la


interferencia de Nana.
242
Ante eso, la expresión de Violet pasó de preocupada a complacida.

—Oh, amo a Nana. No he estado en su tienda en años.

—Espera un segundo —la interrumpí—. ¿Su nombre es en realidad Nana?

Supuse que “Nana’s Fashions” había recibido su nombre porque ese era el apodo
de Petra para su abuela.

—Técnicamente, es Nanette —respondió Petra—. Pero la han llamado Nana desde


que puedo recordar. Creo que le gusta interpretar el papel de abuela cascarrabias para
todo el pueblo.

Me reí. Aunque había sido testigo de sus quejas mientras estaba en la tienda, todavía
no había conocido a la mujer. Pero había escuchado suficientes historias de Petra para
saber que era lo opuesto a una típica abuela.

El juego inició, y las tres caímos en confortables períodos de silencio mezclado con
vítores y conversación. Odiaba admitirlo, pero me estaba divirtiendo. Aunque el fútbol
era, por mucho, el deporte más popular en mi preparatoria, nunca había ido a un juego.
Ni siquiera me había tentado.

Pero ver a Leo crear magia en el campo me estaba dando una nueva apreciación por
el deporte. Los estudiantes y exalumnos alborotadores que nos rodeaban ni siquiera me
molestaban, excepto cuando un chico dos filas detrás de nosotros abucheaba cada vez
que Leo daba un paso en falso. Le disparé al menos tres miradas de muerte, y Petra se
había reído.

Harbor U ganó por dos touchdowns, y Petra y Violet salieron del estadio con una
sonrisa en sus rostros. Mi expresión probablemente era más una sonrisa de suficiencia
satisfecha... si eso fuera una cosa.

Petra nos llevó a una tienda sub cercana para comer y luego a la fiesta. Cuando
llegamos, estaba claro que el número de invitaciones se había expandido
significativamente desde la fiesta hace dos semanas. La línea para llegar al interior se
extendía hacia abajo por el camino de entrada y se arrastraba a la acera. Me preguntaba
a medias si la casa podría contener a tanta gente sin estallar.

Cuando habíamos estado en la fila durante unos pocos minutos, el tipo que hacía
las veces de gorila esta semana se fijó en mí y me hizo un gesto hacia adelante. No 243
recordaba su nombre, pero sabía que era uno de los futbolistas que vivía aquí.

—Hola, Thea. —Me lanzó un guiño coqueto mientras me acercaba, con Petra y
Violet a mi espalda—. Nunca tienes que esperar.

Escuché gemir a algunas personas que estaban esperando, pero solo sonreí cuando
los pasamos.

—Gracias.

Una vez dentro, me volví hacia Violet.

—¿Quieres una bebida? Ya me ofrecí como voluntaria para ser la conductora


designada esta noche.

Se mordió el labio durante unos segundos antes de asentir.

—Sí, pero solo una. Para calmar mis nervios.

Petra la observó, pero no le preguntó lo que estaba haciendo para que estuviera
nerviosa.
—Está bien, ¿cuál es tu veneno? ¿Cerveza? ¿Tragos?

—¿Un trago, supongo? No soy realmente una fanática de la cerveza.

—Apuesto a que puedo hacerte una mejor. —Miré alrededor de la habitación y, al


encontrar a Jude en la esquina, dije—: Sígueme.

Petra señaló el barril y yo asentí. Ella era más feliz haciendo lo suyo.

Jude se puso un poco más erguido cuando Violet y yo nos acercábamos.

—Oye. Es mi amiga rezagada.

Me reí.

—Sí, y traje una tercera. Jude, ella es Violet. Violet, Jude.

No pude evitar notar la forma en que sus ojos se iluminaron cuando la examinó con
tacto y luego le ofreció una mano.

—Es un placer conocerte, Violet.


244
Ella agachó la cabeza, pero tomó su mano.

—Igualmente.

Maldición. Era incluso más tímida de lo que me había imaginado.

—Entonces, Jude —dije—. ¿Hay alguna posibilidad de que puedas encontrarle una
bebida a Violet que no sea cerveza? ¿Algo que no sea demasiado fuerte?

—Definitivamente. ¿Qué tal un ron y Coca-Cola? —le preguntó.

—Eso sería genial. Gracias.

Él comenzó a caminar hacia la cocina, y esperé a que ella lo siguiera. Cuando volteó
hacia mí, presa del pánico, me incliné hacia adelante.

—No te preocupes. No te dejaré sola. Y no morderá —agregué directamente en su


oído.

—Nunca se sabe —murmuró, y me reí.


—Cierto.

Los tres pasamos la siguiente hora moviéndonos de pared a pared, manteniéndonos


fuera del camino, mientras Petra una vez más se afirmaba como el alma de la fiesta. Para
alguien que se quejaba constantemente de los malcriados mocosos de Harbor U, no tenía
ningún problema en beber, bailar y coquetear con ellos.

Fue evidente el momento en que Leo llegó con algunos pocos amigos más del
equipo de fútbol. El ambiente parecía crepitar con conciencia. Y no solo del tipo que
siempre sentía en su presencia. El tipo que me decía, casi, que todas las mujeres en la
habitación habían redirigido su atención hacia él.

Su mirada se encontraba con la mía a menudo, pero no se había acercado a mí. No


es que lo culpe. Sabía que la presencia de Violet era incómoda para él.

Sin embargo, lo culpé por hacer sonreír a la chica con la que estaba hablando en este
momento como si hubiera atrapado el pez más grande del océano. Era todo él. Su
carisma natural era tan tentador, ¿qué chica no estaría cautivada?

Y no tenía derecho a estar celosa. Lo sabía.

Entonces, ¿por qué quería pisar fuerte hasta allá y arrancarle las uñas perfectamente
245
cuidadas de donde rozaron por su brazo?

—Él no vendrá, ¿verdad?

—¿Qué? —Obligué mi atención a Violet, que estaba tan callada que casi me había
olvidado de que estaba allí. Aparentemente, Jude se había ido en algún momento y ni
siquiera me había dado cuenta.

—Tristin. No vendrá.

—Oh. —Saqué mi teléfono de mi bolsillo trasero y lo revisé por lo que tenía que ser
la décima vez desde que habíamos llegado. Todavía no había mensajes nuevos—.
Sinceramente, no lo sé. ¿Estás molesta?

—No. Quería terminar esto de una vez, ¿sabes? Pero también estoy aliviada. —Tiró
en el extremo de su trenza—. ¿Eso me vuelve tonta?

—Por supuesto que no. Lo entiendo totalmente.

Yo era la reina de evitar cosas que no quería enfrentar.


—Necesitamos hablar. —La voz enojada me tomó por sorpresa, y me puse rígida
cuando encontré a Kelsey de repente parada directamente frente a mí.

Hablando de cosas que no quería enfrentar…

—No puedo imaginar de qué tenemos que hablar.

Me fulminó con la mirada.

—¿Qué tal el hecho de que le clavaste tus sucias uñas de granjera a mi novio? —
Girando sobre sus altos tacones, disparó sus próximas palabras sobre su hombro—.
Estaré esperando atrás.

¿Qué demonios fue eso? ¿Me acaba de desafiar a una pelea de gatas?

Quería ignorarla, pero tenía la sensación de que teníamos que acabar con esto de
una vez por todas. Volviéndome hacia Violet, comencé a decir:

—Deberías quedarte. —Pero ella negó con la cabeza.

—De ninguna manera. No confío en que esa chica no te saque los ojos.
246
¿Cierto?

Cuando salimos al porche trasero, dejé que el aire fresco de la noche me envolviera,
calmando mi creciente temperamento. En serio, ¿qué le había hecho a Kelsey para que
me odiara tanto?

Ella solo tardó un segundo en responder a mi pregunta interna. Aunque todavía


había mucha gente para escuchar, no se molestó en mantener el volumen bajo.

—¡Tú eres la razón por la que Hayle rompió conmigo, puta barata!

Ignorando el comentario de “puta barata”, pregunté:

—¿Tú y Hayle rompieron? ¿Cuándo?

—El domingo por la noche, como si no lo supieras.

Domingo por la noche, santa mierda. ¿Había roto con ella después de nuestro
imprevisto encuentro en la cubierta?

—En realidad, no he escuchado nada al respecto.


Cruzó sus brazos sobre su pecho, haciendo que su escote se mostrara más.

—No mientas. Sé que me dejó por ti.

—Lamento que Hayle haya roto contigo, pero eso no tiene nada que ver conmigo.

Al menos, no pensé que lo hiciera. Habíamos tenido un momento de atracción


compartida, pero eso fue todo.

—Sí, claro —escupió—. Éramos perfectos antes de que aparecieras. —Cogió un


trago de la barandilla y lo bebió. Con suerte, ella lo había traído aquí—. Sé lo que ves
cuando me miras. No ves nada más que una chica de hermandad cabeza hueca que solo
quiere a Hayle por su nombre y su dinero.

—¿No lo quieres por esas cosas?

Ella había dicho que no quería que mintiera, así que le estaba tomando la palabra.

—Quizás al principio. Los hermanos Sharpe son unos malditos dioses en esta
ciudad. —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Pero eso fue antes de que lo conociera. Es
dulce y muy inteligente, y me hizo sentir que importaba en lugar de tratarme como otro
par de tetas. 247
Nunca lo hubiera creído si no me estuviera pasando, pero en realidad me sentí mal
por Kelsey en ese momento. La sinceridad goteaba de sus palabras, y no había forma en
que estuviera fingiendo las lágrimas que caían ahora en riachuelos por sus mejillas,
manchando su maquillaje.

—Mira, lamento que las cosas no hayan funcionado entre ustedes. —De acuerdo,
eso seguía siendo una mentira, pero podría ser amable cuando lo intentaba—. Pero no
fue por mí.

Esta vez tomó un vaso de plástico en la barandilla, y antes de que su intención


tuviera la oportunidad de hundirse, me arrojó el contenido y volvió corriendo al interior.

Eso es lo que obtuve por sentirme mal por ella: cerveza goteando por mis brazos y
empapando mi camiseta rosa pálido, ahora transparente.

Las chicas de la hermandad estaban oficialmente de nuevo en mi lista de mierda.


31
Tristin
Me estacioné a una buena distancia de tres cuadras más allá de la casa de la fiesta,
pero no salí del coche. ¿Por qué incluso estaba aquí?

Cierto. Porque Thea me había convencido y una parte estúpida de mí no quería


decepcionarla.

Pero la vida estaba llena de decepciones. Ella debería saber eso ahora. Si retrocedía
por la calle bordeada de autos y me alejaba, ella eventualmente lo superaría.

Además, era ingenua al creer que una simple conversación con Violet Jacobs
cambiaría algo. No lo haría. Leo todavía sería responsable de las lesiones de Violet.
Todavía me sentiría culpable por no haber acudido en su ayuda cuando esos tipos le
estaban dando tragos. Y Bodie todavía me odiaría por arruinar la vida de su hermana. 248
No había forma de superar esto, no importaba lo que creyera Thea.

Golpeé con los dedos el volante.

Ir o no ir.

Necesitaba dejar de ser un marica. Era solo una fiesta. Y, tal vez, Violet ya había
cambiado de opinión y yo saldría de esta idiota cita de todos modos.

Antes de que pudiera convencerme a mí mismo de no hacerlo, abrí la puerta del


auto y caminé por la calle hacia lo que había sido designado como “la casa de fútbol”.
Todavía estaba a una cuadra de distancia cuando los sonidos de la juerga me llegaron.
Aunque las casas estaban bastante separadas entre sí, me sorprendió que los vecinos no
se hubieran quejado sobre el ruido todavía. Eso era justo lo que necesitaba; que la policía
terminara la fiesta.

Pasando un sorprendentemente gran número de estudiantes universitarios sobre el


césped, me acerqué al porche. Un tipo que obviamente estaba en el equipo de fútbol,
considerando el tamaño de sus hombros, estaba atendiendo la puerta.
Me hizo señas para que entrara sin decir una palabra y abrí la puerta, haciendo una
mueca de dolor por la música a todo volumen en los altavoces cercanos. Esto realmente
no era la forma en la que quería pasar mi noche. Tal vez fue por la fiesta que había dado
lugar a mis dieciocho meses en el reformatorio, o tal vez hubiera llegado a la misma
conclusión de forma natural, pero despreciaba todo lo relacionado con este ambiente.

El consumo excesivo de alcohol. Las folladas sin sentido. La socialización estúpida.


Nada de eso me atraía.

Solo había dado cinco pasos dentro de la entrada cuando una alegre pelirroja se
acercó, su cola de caballo rebotaba mientras caminaba. Se inclinó y gritó:

—Eres Tristin, ¿verdad?

—Sí.

—Una chica rubia te estaba buscando. —Señaló las escaleras—. Segundo


dormitorio a la derecha.

Mierda. Asumí que al menos tomaría un trago antes de enfrentar a Violet. Pero me
había tomado mi dulce tiempo para llegar aquí, así que probablemente no debería perder
más tiempo. Bien podría terminar con esto, y luego podría irme.
249
Puesto que no podía fácilmente identificar a Thea o Leo entre la gran cantidad de
personas que se reunían en la sala de estar y habitación con poca luz, me dirigí
directamente a la escalera. Las puertas estaban todas cerradas, así que me detuve en la
segunda a la derecha y llamé. Ninguna respuesta.

Bueno, ninguna respuesta que haya escuchado. Incluso arriba, el bajo era lo
suficientemente fuerte como para ahogar la mayoría de los sonidos.

Probé la manija de la puerta y, al encontrarla abierta, la abrí.

—¿Violet?

¿Por qué estaba tan oscuro? La única luz provenía de lo que se filtraba desde el
pasillo y el brillo de un monitor de computadora en la esquina.

Estiré mi mano para encender el interruptor de la luz, pero un cuerpo caliente me


interceptó y tropezó con el mío.

»Guau. ¿Estás bien?


La única respuesta fue una risita y un balanceo mientras la chica se aferraba a mi
camisa. Agarrando sus hombros ligeramente, intenté verla mejor. El cabello rubio lacio
caía sobre su rostro mientras continuaba balanceándose hacia adelante y hacia atrás.

»¿Violet? ¿Qué pasa?

¿Había estado tan nerviosa por hablar conmigo que se había emborrachado? ¿Y
dónde estaba Thea?

Se rio de nuevo, pero rápidamente se convirtió en un gemido cuando levantó su


cabeza para mirarme.

—No me siento tan bien.

Mierda. Quienquiera que fuera esta chica, no era Violet. Pero el sudor visible a lo
largo de sus sienes y la mirada vidriosa en sus ojos me dijeron que algo andaba muy mal
con ella.

Aun balanceándose, me miró.

»Eres lindo.
250
Puse un brazo alrededor de su cintura y la llevé a la cama.

—¿Por qué no te sientas, y yo iré a buscarte un poco de ayuda?

Se tambaleó a mi lado y cuando la deposité en la cama, se echó hacia atrás, gimiendo


de nuevo.

—Hazlo parar.

—¿Hacer parar qué?

No tenía ni idea de lo que necesitaba esta chica.

—El giro.

Se llevó las manos a la frente y gritó “Para” una y otra vez.

La luz de encima de repente se encendió, y me hizo girar para encontrar a tres chicas
de pie en la puerta, mirándome.

—¿Qué está pasando aquí? —demandó una de ellas.


Volví a mirar hacia donde estaba, flotando sobre la rubia, y dedos helados de terror
se deslizaron por mi columna. Oh, mierda.

Mierda. Mierda. Mierda.

Alejándome de la cama, levanté las manos.

—Esto no es lo que piensas. Parece muy enferma y yo estaba tratando de ayudarla.


¿Drogas, tal vez? No lo sé.

Dos de las recién llegadas se apresuraron a ver cómo estaba la rubia boca abajo
mientras la otra salió al pasillo y comenzó a gritar nombres escaleras abajo.

Y yo... Permanecí allí.

Solo podía imaginar lo mal que se veía esto. Aparte de decir la verdad, no había
absolutamente nada que pudiera hacer para defenderme.

De alguna manera, solo lo supe. Estaba cargando con la culpa de algo que no hice.
De nuevo.

Ninguna buena acción queda impune era ahora la historia oficial de mi vida. Tal vez lo 251
escribirían en mi lápida. Suponiendo que quedaba alguien a quien le importara lo
suficiente para marcar mi tumba para el momento que estirara la pata.

El mundo aparecía y desaparecía a medida que aparecían más chicas, varios chicos
detrás de ellas. Se dijeron palabras, pero no escuché ninguna.

Dos chicos, jugadores de fútbol americano, estaba seguro, finalmente avanzaron y


tomaron mis bíceps para escoltarme escaleras abajo. Sus posturas tensas me dijeron que
esperaban una pelea, pero ¿cuál era el punto? Podía correr, pero no podía esconderme.
No por esto.

Abajo, la música estaba apagada y todas las luces estaban encendidas. Podía sentir
las miradas taladrándome, pero las ignoré todas... excepto una.

Alguien estaba hablando con él, pero la mirada de Leo estaba fija en mí, su rostro
pálido y su cuerpo rígido.

Esperé a que avanzara. Para venir en mi defensa.

Demonios, al menos preguntarme qué pasó.


Pero no hizo ninguna de esas cosas.

Se quedó allí, tan congelado como yo en ese maldito dormitorio.

Un movimiento por el rabillo del ojo me llamó la atención, y volví la cabeza para
encontrar a Thea abriéndose paso entre la multitud, Violet detrás de ella.

Respiré hondo.

Al verlas juntas fue como un golpe al plexo solar. Mientras Thea se acercaba, solo
había un pensamiento corriendo por mi mente.

Ella abrió su boca para hablar, pero la detuve.

—¿Me tendiste una trampa?

252
32
Thea
Me detuve tan abruptamente que Violet tropezó en mi espalda.

¿Si le había tendido una trampa a Tristin? ¿De qué diablos estaba hablando?

¿Y qué diablos estaba pasando ahora mismo?

Tuve que esperar en la fila para ir al baño, y cuando salí oliendo solo un poco menos
a cerveza, la fiesta había dejado de ser una fiesta abruptamente. La música y el baile
habían sido reemplazados por susurros y miradas... en Tristin.

Estaba parado cerca de la puerta principal, dos jugadores de fútbol a sus lados,
agarrando sus bíceps. Parecían estar reteniéndolo, pero no estaba segura de por qué se
molestaban. Su cuerpo estaba inmóvil, como si se hubiera oxidado en su lugar, y su 253
expresión era igualmente inexpresiva.

Hasta que pronunció esas palabras. ¿Me tendiste una trampa?

Entonces, vi la emoción, la traición, destellar en sus ojos aguamarina.

A pesar de sus vibraciones de “mantente alejado de mí”, me obligué a acercarme.

—Ni siquiera sé lo que eso significa. ¿Qué pasó?

Sus ojos buscaron los míos, y esperaba que pudiera reconocer la inocencia en ellos,
porque, sinceramente, no tenía ninguna idea de lo que estaba pasando.

—No importa —respondió finalmente—. Nadie me creerá, de todos modos.

—¿Creer qué?

Sacudió la cabeza, su boca en una apretada línea.

¿Qué. Demonios?
Miré a los jugadores de fútbol a sus lados.

—Será mejor que alguien me diga qué está pasando.

A pesar de que había al menos veinte personas cerca, parecía que un gato se había
comido repentinamente la lengua de todos. Tal vez fue Kelsey, y había puesto una
especie de maleficio malicioso en toda la habitación.

Jude finalmente se apiadó de mí y me llevó a un lado.

—Por lo que he oído, Tristin estaba en uno de los dormitorios de arriba con una
chica que probablemente estaba drogada. Ella estaba en la cama... —Vaciló—. Y,
además, no se veía bien.

Empecé a negar con la cabeza antes de que hubiera terminado de hablar.

—No. De ninguna manera.

Tristin puede actuar como un idiota la mitad del tiempo, pero no hay forma de que
se aproveche de una chica. Absolutamente no.

—Está bien —dijo Jude con dulzura—. Solo te estoy contando lo que escuché de 254
uno de mis compañeros de cuarto. La policía y una ambulancia deberían estar aquí en
cualquier momento.

¿La policía? Oh, Dios. Eso era lo último que necesitaba Tristin.

—¿Dónde está Leo?

Señaló, y cuando vi al hermano mayor Sharpe, todo mi cuerpo se tensó. Estaba de


pie en la entrada del pasillo hacia la parte trasera de la casa, viendo está loca escena
desarrollarse ante él. Su cuerpo estaba casi tan quieto como el de Tristin, y me pregunté
si estaría congelado por la conmoción.

Pero, luego, giró su cabeza lejos, y mi sangre comenzó a hervir.

Si él no iba a defender a Tristin, yo lo haría.

Caminé hasta el guardia autoproclamado más cercano a mí y lo golpeé en el pecho.

—¿No ves que no va a ninguna parte? Si él quisiera luchar para liberarse ya lo habría
hecho.
—Thea, no —dijo Tristin con fuerza.

—¿Qué? Sé que no hiciste nada malo.

Sirenas comenzaron a escucharse en la distancia, y como resultado todas las


personas en la habitación se empujaron hacia las puertas delantera y trasera al mismo
tiempo. Y, aun así, Tristin no se movió un solo centímetro.

»¿Qué pasó? —le pregunté, necesitando escuchar su versión.

Su mandíbula se apretó y se aflojó un par de veces. Pero, antes de que pudiera


responder, oficiales uniformados y paramédicos se abrieron paso por la puerta principal.

Mientras un par de chicas llevaban a los paramédicos al piso de arriba, dos de los
oficiales fueron dirigidos a Tristin.

—Me van a llevar para interrogarme —me dijo—. Comunícate con Hayle y cuéntale
lo que pasó.

—Sí, por supuesto.

Levantó la barbilla, indicando la parte trasera de la casa. 255


—Vete y llévate a tus amigas. Lárgate de aquí.

Di un paso atrás, la indecisión luchando dentro de mí. Odiaba la idea de dejarlo


aquí, pero como Leo claramente no estaba dispuesto a intervenir, necesitaba encontrar
a Hayle. No lo había visto en el juego o el partido y no tenía idea de dónde estaba esta
noche. Probablemente haciendo lo mejor para evitar su ex novia.

»Ve —repitió Tristin, y cedí, dirigiéndome hacia donde estaban Petra y Violet,
esperándome.

—Denme un minuto —dije pasándolas en mi camino al objeto actual de mi ira.

Agarré la mano de Leo y lo arrastré hacia el baño del pasillo. Como la casa se estaba
vaciando rápidamente, no me sorprendió encontrarlo desocupado.

Una vez dentro, cerré la puerta y empujé su pecho.

»¿Qué mierda, Leo? ¿Por qué estabas ahí parado en lugar de ayudar a Tristin?
Se pasó los dedos por el cabello, tirando de las puntas.

—No sabía qué hacer.

Lo empujé de nuevo, aunque apenas se movió bajo la presión.

—Se supone que debes defender a tu hermano, idiota.

—¿Entiendes lo mal que se vería si lo defendiera por drogar y aprovecharse de una


chica?

—Oh, ¿entonces esto se trata de tu reputación como rey de Harbor U?

Caminó frente a la puerta, un animal enjaulado que se esforzaba por liberarse.

—No, eso no es lo que quise decir.

—Entonces, ¿a qué te refieres? Explícalo.

—No lo sé —rugió, los músculos saltaron bajo la piel de su cuello—. A diferencia


de ti, no tengo todas las respuestas.
256
Levanté la barbilla y lo miré directamente a los ojos.

—Sabes, todo este tiempo, pensé que estabas en una situación imposible y tomaste
la decisión equivocada. Infierno, incluso sentí lástima por ti. —Mi boca se inclinó hacia
una sonrisa amarga—. Pero estaba equivocada. Eres débil y egoísta. Tú, Leo Sharpe,
eres un cobarde.

Con eso, lo empujé y salí al pasillo, mi corazón latía tan fuerte que podría jurar que
se estaba preparando para saltar fuera de mi pecho.

Petra me miró a la cara y comenzó a conducir a Violet hacia la puerta trasera.

—Creo que esa es nuestra señal para salir de aquí.

Solté una carcajada.

—¿Lo crees?

Aparte de mi breve llamada telefónica con Hayle, el viaje a la casa de Violet fue en
silencio. Probablemente debería haberle dicho algo. Disculparme por cómo resultó esta
noche.
Pero no pude encontrar las palabras. Aparentemente, las usé todas en Leo.

Antes de bajar del coche, ella le dijo un par cosas agradables a Petra y luego se volvió
a mí.

—¿Supongo que te veré en el grupo de estudio?

—Seguro.

No podía pensar en eso ahora mismo, así que era más fácil estar de acuerdo.

Después de que entró, sugerí llevar a Petra a casa y luego tomar un Uber desde allí.
Ser la conductora designada era complicado cuando no tenías auto.

—¿Por qué no te quedas en mi casa en su lugar?

—No puedo. Necesito estar ahí cuando…

—¿Cuándo Tristin llegue a casa? —dijo suavemente.

—Sí.
257
Porque no podía aceptar ningún otro resultado. Sin pruebas, no podrían arrestarlo,
¿verdad? Lo que significaba que explicaría lo sucedido y luego sería liberado.

—Entonces, déjame quedarme contigo. Puedo hacerte compañía.

¿Compañía? ¿No entendía que yo era una solitaria? Tener que entretenerla ahora
mismo era lo último que quería.

Dominando mi instinto de gritarle, me quedé con mi tono suave.

—Honestamente, realmente no me apetece ahora.

Vi la decepción reflejarse en sus rasgos antes de que asintiera.

—Seguro. Llévame a casa y recogeré mi auto mañana. No deberías tomar un Uber


sola a esta hora.

—Bueno.

No tenía fuerzas para discutir más esta noche.


Para el momento en que finalmente logré volver a la mansión Sharpe, estaba
agotada, pero completamente despierta. La casa estaba casi inquietantemente silenciosa
cuando entré por el garaje. No es de extrañar que faltaran todos los autos de los
hermanos. Con suerte, Hayle y Vincent estaban con Tristin en la estación de policía.

¿Y Leo?

En este momento, no me importaba dónde estaba.

A pesar de que me había calmado, todavía estaba más allá de molesta con él.
Después de todo lo que Tristin había pasado por él, ¿cómo pudo estar de pie allí, y no
decir nada?

Pensé que estaba progresando. Que realmente tenía la espalda de su hermano. Había
llevado a todo el equipo de fútbol fuera del campo para defender a Tristin hace apenas
dos semanas. ¿Pero esta noche? Se había encogido como un conejo acorralado.

Y no tenía ningún jodido sentido.

Después de una larga ducha caliente, pasé las siguientes horas comiendo una pinta
entera de helado de Ben & Jerry’s mientras miraba sin pensar Drunk History en la televisión
de la sala de estar. Pero, aun así, nadie llegó a casa y Hayle no devolvió ninguno de los
258
cinco mensajes de texto que le envié.

Finalmente, cediendo a mi cansancio, me hundí en el sofá y cerré los ojos, cayendo


en un sueño lleno de sueños protagonizados por tornados, un león, un hombre hecho de
hojalata, un espantapájaros y, ¿eran esos monos voladores?
33
Thea
—Thea.

Gemí, rodando sobre mi almohada. Todavía no podía ser hora de levantarse.

»Thea, despierta.

Parpadeando y abriendo los ojos, encontré a Hayle sentado a mi lado. Despertando


sorprendida, me di cuenta de que esta no era mi almohada en absoluto, porque me había
quedado dormida en el sofá de la sala de estar.

—Hola. —Me froté los ojos—. ¿Qué hora es?

—Un poco después de las tres. 259


—¿Qué pasó? —Aunque estaba mayormente oscuro, la luz de la cocina iluminaba
la habitación lo suficiente como para confirmar que estábamos solos—. ¿Dónde está
Tristin?

—Esperábamos que nos pudieras decir eso.

Salté al oír la voz de Vincent detrás de mí. No tan solos después de todo. Volviendo
mi cabeza, me encontré con él apoyado en la pared de la cocina, solo su silueta visible.
Su postura parecía lo bastante informal, pero había habido algo en su voz que de
inmediato me puso tensa.

—No entiendo. Pensé que estaban con él.

—Lo estábamos —respondió Hayle—. Pero cuando la policía terminó de


interrogarlo, desapareció.

Me dejé caer contra el cojín del sofá.

—¿No lo arrestaron?
—No. No había pruebas suficientes.

—Gracias a Dios.

Tenía tanto miedo de que Tristin volviera a terminar en la cárcel. Y, esta vez, no era
menor de edad.

Vincent dio un paso adelante y pude distinguir su rostro solemne. Los recuerdos de
la carta que le escribió mi madre justo antes de morir atravesaron mi visión, pero no
tenía el ancho de banda mental para abordar nada de eso en este momento.

—No está fuera de peligro todavía. Están esperando para interrogar a la chica hasta
que se recupere por completo.

—Entonces, ¿estaba drogada? —La idea me hizo sentir mareada. Era algo de lo que
escuchabas en las noticias pero que nunca quisiste creer que podría suceder frente a ti.

—Sí. La policía cree que era GHB2, pero no lo sabrán con certeza hasta que
obtengan los resultados de la prueba.

—¿Va a estar bien?


260
—Estará bien. —Se sentó en una silla frente al sofá—. Tristin nos dijo que tú fuiste
la que lo convenció para asistir a la fiesta.

Él mantuvo su voz estable, pero aun así escuché la acusación en sus palabras.

No es que él estuviera equivocado. Era toda mi culpa que Tristin estuviera en este
lío. Nunca debería haber interferido en su relación, o la falta de ella, con Violet. O Leo.
Todo lo que logré hacer fue empeorar todo.

—Así es. Pero si crees que tuve algo que ver con lo que pasó…

Ni siquiera pude terminar mi oración. Todavía dolía que Tristin hubiera creído,
incluso por un segundo, que yo le había tendido una trampa.

—Por supuesto, no está sugiriendo eso —dijo Hayle—. ¿Verdad, papá?

2
Éxtasis líquido.
—Quiero saber qué diablos pasó en esa fiesta —dijo Vincent, evitando la pregunta
de Hayle—. Y dado que Tristin y Leo han desaparecido, Thea es la única que puede
arrojar luz sobre esta pesadilla.

Abracé mis rodillas contra mi pecho.

—¿No han tenido noticias de Leo?

—No, apagó su teléfono.

Bueno, mierda. Eso era claramente mi culpa también.

¿De cuántas maneras más puedo joderlo?

—¿Qué pasó, Thea? —dijo Vincent, ya no tratando de disimular su irritación


conmigo.

—Realmente no lo sé. Violet y yo estábamos esperando a que apareciera Tristin, y


casi había perdido la esperanza de que lo hiciera. Nunca lo vi llegar. —Miré a Hayle—.
Kelsey me arrastró al patio trasero para culparme por su ruptura, y me tiró una cerveza.

Hizo una mueca. 261


—Mierda. Lamento eso.

Agité una mano. Después de la demostración de mierda que fue anoche, la rabieta
de Kelsey apenas se registraba como un evento.

—De todos modos, volví a entrar y esperé en la fila para el baño. Para cuando salí,
Tristin estaba siendo retenido por dos jugadores de fútbol y la fiesta se estaba
disolviendo.

Vincent suspiró profundamente.

—Si sabes todo acerca de la historia de Tristin y Leo con Violet Jacob, ¿por qué te
harías amiga de ella?

—No es como lo planeé. Ella está en mi grupo de estudio de Civilización


Occidental, y nos conocimos.

—Bueno, creo que es mejor para nuestra familia si te mantienes alejada de ella de
ahora en adelante.
Nuestra familia. ¿Era eso una broma?

—Papá —advirtió Hayle.

Puse una mano en su brazo.

—Tengo esto. —Luego, bajé mis piernas para que mis pies estuvieran planos en el
piso y me senté derecha, mirando directamente a Vincent—. Aprecio que me dieras un
lugar para vivir y que pagaras por mis gastos universitarios. Lo que no aprecio es que
estés tratando de decirme de quien sí y no puedo ser amiga. No soy parte de esta familia.
Nunca lo he sido. —Tú te aseguraste de ello hace ocho años, agregué en silencio.

Se puso de pie, su espalda rígida, recordándome a Tristin.

—No tengo la energía para pelear con todos ustedes. Pero necesitas entender lo que
has hecho. Si Tristin entra a la cárcel, espero que puedas aprender a vivir contigo misma.
Dios sabe que Leo nunca lo hizo.

Con esas sombrías palabras de despedida, se alejó, dejándome con Hayle y mis
crecientes náuseas. Tenía razón en una cosa: si finalmente culparan a Tristin por lo que
le sucedió a esa chica, nunca me lo perdonaría.
262
—Oye. —Hayle se acercó y pasó un brazo por mi hombro—. No lo escuches. Nada
de esto es culpa tuya.

—¿No? —Limpié una lágrima traidora de mi mejilla mientras intentaba no


hundirme en su costado. Él estaba aquí. Y cálido. Y quería dejar que me consolara. Pero
no merecía esa consolación—. Tristin nunca habría ido a esa estúpida fiesta si no fuera
por mí.

—No lo arrastraste hasta allí de la oreja. En última instancia, fue su elección.

Lógicamente, entendí su punto. Pero no me hizo sentir mejor.

»¿Realmente no tienes idea de adónde podría haber ido? —preguntó Hayle.

—No. —Giré mi cabeza hacia él, nuestros rostros a solo centímetros de distancia.
Él no me estaba haciendo cosquillas esta vez, pero nuestra cercanía se sentía igualmente
íntima—. ¿Cómo los dejó?

—Dijo que iba al baño, y luego se fue. Supongo que se las arregló para encontrar
otra salida y luego tomó un Uber, pero quién sabe.
Pensé en el pasado, buscando una pista. Habíamos pasado un montón de tiempo
juntos desde que se inició la escuela, pero Tristin tendían a ser callado a cerca de sí
mismo.

»¿Sabes dónde ha estado pasando el tiempo cuando no está en la casa o la escuela?


Él nunca está por las tardes.

Hayle se quitó de la cara el cabello que parecía perpetuamente caer sobre su ojo
izquierdo.

—No. Supuse que necesitaba espacio, así que no lo he molestado al respecto. Pero
supongo que debería haberlo hecho.

—Tiene que ser una chica. —Aunque no quería creerlo, él viendo a alguien era lo
único que tenía sentido.

—Dudo que sea así. Por lo que he visto, solo tiene ojos para ti.

Me reí, aunque había poco humor en ello.

—Debes necesitar anteojos, entonces. Porque ni siquiera ha hecho un movimiento.


263
Suponiendo que el incidente cerca del muelle no contaba. El recuerdo me hizo estar
muy consciente de mi cercanía a Hayle. Era nada menos que retorcido, pero recordar
sus manos sobre Kelsey hizo que mi imaginación se volviera loca. Quería sus dedos
deslizándose hasta mi muslo y debajo de mi falda. Quería cavar mis uñas en su espalda
y frotarme contra él. Y no debería querer nada de eso.

Necesitando distraerme del tren fuera de control en el que estaban mis


pensamientos, le pregunté:

»¿Quieres contarme qué pasó contigo y Kelsey?

Aunque no quitó su brazo de alrededor de mi hombro, lo sentí alejarse


emocionalmente mientras fruncía el ceño en su regazo.

—No lo sé. Supongo que se me ocurrió que se estaba poniendo más serio, y ya no
quería hacerlo más.

—Eso es bastante decente de tu parte. Aunque creo que es posible que te cueste
convencer a Kelsey de que romper con ella fue por su propio bien.
Se rio bajo su aliento.

—Tiene temperamento.

—Dímelo a mí. Estoy bastante segura de que nunca quitaré el olor a cerveza de esa
camiseta. —Y, por supuesto, era una de mis favoritas.

Hayle levantó la cabeza, sus ojos oscuros intensos.

—Lamento que te haya atacado.

—Está bien. Claramente necesita a alguien a quien culpar. —Tragué un nudo


inesperado en mi garganta—. Sé que la ruptura no tuvo nada que ver conmigo.

—No diría eso, exactamente. —Rozó la parte posterior de mi cuello con su pulgar,
haciendo que los finos vellos de mi nuca se elevaran—. Estableciste el estándar bastante
alto, Thea Gale.

Respiré profundamente. Hayle no podía hacerme esto. No cuando los pensamientos


y sentimientos no deseados por Leo y Tristin ya estaban enturbiando mis aguas.

Kelsey había sido una barrera entre nosotros. Y ahora que ella ya no estaba en la 264
foto, mi problema de da vuelta una moneda se estaba convirtiendo en un problema de elige
un número entre uno y tres.

Excepto que me estaba adelantando. Ninguno de los hermanos había venido


directamente y me había dicho que me quería. Lo habían insinuado, claro, pero no podía
asumir nada.

Y, me recordé por centésima vez, no debería quererlos.

—Realmente no soy tan genial —dije finalmente, alejándome de Hayle para


alcanzar el vaso de agua que había dejado sobre la mesa de café antes.

Si tan solo supiera que sospechaba que su padre mató a mi madre, o, al menos, que
de alguna manera estuvo involucrado en encubrir a quien lo hizo, no me vería como
alguien valioso en absoluto. Hayle adoraba a Vincent. Quería ser él cuando creciera.
Nunca me perdonaría por la destrucción de su percepción del hombre. Si incluso me lo
permitiera.

Necesitaba hacernos un favor a los dos y retirarme antes de que alguno de los dos
terminara herido.
Lo mismo ocurría con sus hermanos.

Mi daño más el daño de ellos no era más que una catástrofe esperando a suceder.

Necesitaba recordarme a mí misma por qué había venido a Moss Harbor en primer
lugar e ignorar el resto.

De pie, forcé una sonrisa.

»Voy a intentar dormir algunas horas más.

Hayle me observó por un par de segundos antes de que también se pusiera de pie.

—Sí, yo también.

—Buenas noches. O mañana. O lo que sea. —Dios, realmente necesitaba el sueño


o escapar de su presencia confusa. Estaba divagando.

Cuando me volví para alejarme, me agarró la mano ligeramente y me detuvo. Miré


sobre mi hombro, hallándolo demasiado cerca para ser cómodo.

—Solo para que sepas, no tengo expectativas. Cualquiera que elijas de ellos... Voy 265
a estar bien.

Una leve sonrisa rozó su boca antes de soltar mi mano y caminar hacia las escaleras
sin mirar atrás.

Lo miré fijamente, mi corazón tan retorcido en nudos como mi mente.


34
Thea
La luz del día llegó demasiado pronto, pero efectivamente la ignoré, permaneciendo
en la cama hasta después de las once. No estaba más preparada para afrontar este día de
lo que había estado para afrontar el partido y la fiesta anoche. Y, al parecer, todos
hubieran estado mejor si me hubiera quedado en casa.

Durante los últimos ocho años, había pasado la mayor parte de mis viernes por la
noche sola y mi vida había permanecido libre de dramas. No era claramente una
correlación. Hacer amigos y salir solo conducía a la distensión.

Me gustaría felizmente prometer volver a mis formas de actuar, pero tenía la


sensación de que era demasiado tarde para eso. En unas pocas semanas, cavé un agujero
tan profundo, que no había formar de salir de él. Estaba atrapada en este nuevo mundo
de amigos y enemigos y drama, drama, drama.
266
¿La peor parte?

No lo odiaba totalmente.

Sí, imagínalo.

Obligándome a levantarme de la cama, me vestí y bajé las escaleras para comer.


Hayle estaba solo en la cocina y me dio un simple asentimiento con la cabeza, todos los
signos de su ternura de más temprano esta mañana desaparecidos.

—Hola —dije con falsa alegría—. ¿Alguna noticia de Tristin?

—No. Todavía está desaparecido.

Sin saber si quería escuchar la respuesta, le pregunté:

—¿Qué tal Leo?

En realidad, era una mentira. Quería saberlo. Necesitaba hacerlo.


—Llegó a casa temprano, pero se fue de nuevo.

Mi estómago se retorció con una combinación de alivio y frustración. ¿No debería


estar aquí, tratando de arreglar las cosas con Tristin? ¿O, al menos, tratando de
encontrarlo?

—¿Qué hay de la policía? ¿Has tenido noticias de ellos?

Bien podría terminar con todas mis preguntas.

—Papá habló con ellos. Hadley Stevens, que es la chica que estaba drogada, dijo
que solo se acuerda de detalles y piezas de anoche. Llevó consigo un vaso desechable
con cerveza durante un tiempo, por lo que cualquiera podría haber deslizado el GHB en
su bebida.

Me hundí contra el mostrador. Aunque sabía que era poco probable, me había
aferrado a una pequeña cantidad de esperanza de que la chica se despertaría esta mañana
y limpiaría a Tristin.

No tanto.

—¿Qué significa eso para Tristin? 267


Hayle miró fijamente su taza de café.

—No lo sé. No hay pruebas suficientes para arrestarlo, pero sigue siendo su principal
sospechoso.

Por mi culpa.

Técnicamente, sabía que esta mierda no era totalmente culpa mía. Realmente lo
hacía. Pero eso no evitaba que la idea diera vueltas en mi cabeza como una bandada de
buitres.

Necesitaba salir de aquí. Respirar aire puro y sentir el viento en mi cara.

Sacando la llave del auto de Petra de mi bolsillo, la dejé caer sobre el mostrador.

—¿Estarás aquí por un tiempo?

—Sí.
—Se supone que Petra pasará a recoger su auto en aproximadamente una hora.
¿Puedes dejarla entrar y darle esto? —Deslicé la llave hacia él, sin molestarme en esperar
su consentimiento.

—Claro, pero, ¿a dónde vas?

La expresión en blanco que había estado usando finalmente desapareció,


reemplazada por preocupación.

Estaba ya a mitad de camino al garaje cuando grité sobre mi hombro:

—Tengo que ir a dar un paseo.

En el momento en que pasé la puerta con mi bici, aceleré a toda velocidad,


saltándome mi período habitual de calentamiento. Pedaleé como si mi vida dependiera
de ello, abrazando el calor en mis piernas y pulmones. Era un recordatorio de que
sobreviviría si me permitía algo más que la existencia. Si sentía algo. Tal vez incluso
varias cosas.

Cuando llegué a la calle principal, no tenía aliento, pero eso no me detuvo de reír
como consecuencia de la euforia que solo venía de presionarme más allá de mis límites
ordinarios. Había necesitado este viaje más de lo que incluso me había dado cuenta.
268
Cambiando a un ritmo pausado, vagué por las calles de Moss Harbor. Turistas y
locales estaban paseando, aprovechando el día soleado. Pedaleé pasando Nana’s
Fashions y consideré detenerme, hasta que recordé que había dejado la casa sin mi
billetera. Lo que significaba que la comida también estaba fuera de discusión,
desafortunadamente.

A pesar de mi hambre, encontré un banco vacío en el puerto deportivo, mi mente


iba a la deriva como los veleros en la distancia.

No había montado así desde el día del tornado... desde que hui de la tía Emmy y su
falta de interés en mí o en mi futuro.

¿Por qué me quedaría?

Las últimas palabras que le había dicho me habían perseguido durante todo el
verano.
Pero las últimas semanas lograron proporcionar la claridad que se había mantenido
más allá de mi alcance de vuelta en Kansas. Era sencillo, si te preocupabas por alguien,
lo demostrabas, a través de palabras, acciones o ambas.

Lo que no hacías era tratar a esa persona como un inconveniente. Como una carga.

Había pasado demasiados años agobiada por la apatía de mi tía. No más. Ella se
había ido, pero yo estaba aquí, y si creía lo que otras personas decían, todavía tenía toda
mi vida por delante.

Solo sabía que quería creerlo.

Por algún milagro, ya no ansiaba irme flotando, en un globo aerostático o en un


velero o incluso en una maldita piscina flotante. En este momento, mi vida estaba en
Moss Harbor y tenía la intención de estar presente.

Así fue como supe que no podía alejarme de este lío que había creado sin querer.
Mi interferencia lo había iniciado, y tal vez mi interferencia era necesaria para
terminarlo.

Quisiera o no, me preocupaba por los hermanos Sharpe. Puede que sientan lo
mismo o no, pero ese no era el punto. Se trataba de mí. Sobre mis elecciones.
269
Y estaba optando por luchar por ellos... a pesar de que no podía comprender
completamente lo que eso significaba para cada uno de nosotros.

Eventualmente, decidiendo ceder a los estruendos de mi estómago, me paré de la


tranquilidad de mi banco y llegué a mi bicicleta. A medida que empecé a caminar por el
camino de vuelta a la carretera, una conocida figura captó mi visión.

¿Era...?

Sí, definitivamente era Tristin. Llevaba una gorra sobre su cabello castaño rubio,
pero no había duda de su alto cuerpo y su inigualable caminar.

Llevaba una bolsa de papel y caminaba por uno de los muelles, lejos de mí. Sin
dudarlo, atravesé la hierba para seguirlo. Lo vi desaparecer entre dos barcos a unos diez
metros por delante de mí.

Apresuré mi ritmo, aliviada cuando me encontré con él de pie en la cubierta de un


barco. No era enorme, pero me di cuenta de que tenía una cabina debajo.
—¿Crees que tienes suficiente comida para dos? —dije.

Tristin levantó la cabeza lentamente. Si estaba sorprendido por mi presencia, hizo


un excelente trabajo ocultándolo.

—¿Cómo me encontraste?

—Fue un accidente, lo creas o no. ¿Permiso para subir a bordo? —Eso era algo que
decía la gente, ¿verdad?

Caminó hasta el borde del bote y me tendió una mano.

—Podrías.

Dejé mi bicicleta en el muelle y tomé su mano, permitiéndole que me ayudara a


subir al bote. ¿O era un yate? En realidad, no sabía la diferencia. Si iba a continuar
viviendo con un magnate naviero, probablemente debería aprender algo acerca de la
industria.

—Todo el mundo está preocupado por ti.

Extendió una mesa en la parte posterior de la embarcación y comenzó a remover 270


los envases de la bolsa de papel que había estado llevando.

—Si te refieres a mi padre, solo le preocupa su reputación. No puede recibir otro


golpe de su hijo descarriado. Y Leo ha demostrado que a él no le importa una mierda.

No es que realmente creyera la parte sobre Leo, pero no podía argumentar


exactamente con él. No después de haberle gritado a Leo por su desinterés anoche.

—En cualquier caso, Hayle está preocupado por ti, y yo también.

—Bueno, como puedes ver, estoy bien.

Tristin empujó un contenedor de comida hacia mí.

—Los tacos son vegetarianos, así que te he advertido.

—Gracias.
Tenía tanta hambre que no me importaba qué tipo de tacos eran. Excepto por los
tacos de espagueti. Se necesitaría un escenario de varado en una isla para que me
volviera tan aventurera.

Comimos en silencio durante unos minutos mientras revisaba todas las preguntas
que tenía para Tristin. Por supuesto, quería saber sobre la fiesta. Pero tenía la sensación
de que se resistiría a ese tema.

»Entonces, ¿aquí es donde has estado desapareciendo? —pregunté en su lugar.

Me miró por encima de su burrito.

—Me has atrapado.

—Esto es... ¿tuyo?

Sabía que tenía acceso a dinero, pero no podía entender cómo se podía comprar un
maldito bote sin que Vincent lo averiguara.

—No exactamente.

—Bueno. Entonces, ¿de quién es? —Abrí mucho mis ojos—. ¿Te estás escabullendo 271
en un yate?

Se rio entre dientes ante mi pregunta intencionalmente ridícula.

—Eres entrometida, ¿lo sabías?

—Sí.

—Pertenece a un tipo que solía trabajar para mi padre. Estuvo de acuerdo en


dejarme quedarme aquí cuando quiera si lo arreglo un poco.

Miré alrededor de la cubierta, la cual parecía solamente un poco menos que prístina.
No había forma de que esto tuviera más de unos pocos años.

—¿Arreglar qué?

—Su hijo adolescente y sus amigos hicieron un buen trabajo destruyendo el interior.
Pasé las últimas semanas instalando pisos nuevos.

—¿Y eso es algo que sabes hacer?


Sacudió la cabeza hacia mí, aunque pude ver el comienzo de una sonrisa jugando
en sus labios.

—¿Estás sugiriendo que un Sharpe malcriado no puede saber nada sobre


construcción?

Entrecerré los ojos en concentración.

—No diría no puede. Más que eso es inverosímil.

Su sonrisa creció.

—Te haré saber, resulta que soy muy bueno con mis manos.

—Ah, ¿sí? —dije arrastrando las palabras, más que feliz de tomar un descanso de la
gravedad de las últimas doce horas.

—Mm-hmm. —Se humedeció los labios sugestivamente—. ¿Te gustaría una


demostración?

Demonios, sí.
272
Pero en lugar de decir lo que estaba pensando, me incliné hacia adelante y pasé mis
ojos lentamente por su torso musculoso hasta donde la mesa escondía el resto de él.

—Solo si también puedes mostrarme cómo manejas este grande... barco tuyo.

Tristin rio por completo, premiándome con una de sus raras, genuinas sonrisas. Al
verlo así, casi podía creer que era el típico chico de dieciocho años de edad, con más
ideas tontas que buen sentido común. Casi.

Se puso de pie y me tendió una mano.

—Entonces, ¿qué piensas? ¿Confías en mí para dirigir bien este barco?

A pesar de su tono burlón, no tuve que pensar en eso. Puse mi mano en la suya y
dejé que me llevara a su lado.

—Confío en ti.
35
Thea
Tristin me llevó a la cubierta superior, la cual me dijo que se llamaba puente de
mosca. Hoy había aprendido oficialmente una cosa sobre los barcos.

Ya que sol brillaba reluciente, levantó la cubierta retráctil y se sentó en la silla del
capitán mientras yo me estiraba en el banco frente a él. Mientras maniobraba lentamente
para sacarnos del puerto, me empapé de la belleza de nuestro entorno.

No pensé que alguna vez podría cansarme de los brillantes tonos de azul y verde que
inundaban mi visión. Incluso a pesar de que sabía que la mayoría de las personas piensan
en el paraíso como playas de arenas blancas y agua como el cristal, no estaba de acuerdo.
Todo se trataba sobre los azules y los verdes jugando entre sí, haciéndose mejores. Más
profundos.

Cuando comenzamos a ganar velocidad, luché por agarrar mi cabello, pero se negó
273
a que lo atrapara. Incluso mientras giraba la mayor parte alrededor de mi muñeca, largas
hebras se salían, golpeando mi cara.

Tristin me observó mientras intentaba luchar contra mis exasperantes rizos durante
unos minutos antes de tomar su gorra y pasármela. La tomé con gratitud y logré un giro
que mantuvo la mayor parte fuera de mi cara, con los extremos metidos debajo de la
gorra.

—Gracias. ¿Seguro que puedes prescindir de ella?

El viento era brutal, azotando su cabello sobre su frente y mejillas. Junto con su
sonrisa fácil, era una de las vistas más sexys que jamás había visto. Tomé una imagen
mental, deseando poder deslizar mi teléfono a escondidas de mi bolsillo y tener una
verdadera.

—Sobreviviré.

—¿Vienes aquí a menudo? —pregunté, señalando el mar abierto a nuestro


alrededor.
—Solo una vez desde que… regresé.

Al escuchar la vacilación en su voz que sin duda se debía al recuerdo del


reformatorio, inmediatamente hablé de nuevo, con la esperanza de distraerlo.

—Es bonito. Casi entiendo por qué la gente gasta decenas de miles de dólares para
disfrutarlo.

Se burló.

—Prueba cientos de miles por este barco.

Mi boca se aflojó

—¿Cientos de miles? ¿En serio?

—Sí, y este bebé es barato en comparación a lo que produce la Naviera Sharpe.

—Santa Mierda. —Quiero decir, sabía que los barcos eran caros. Pero, maldita sea.

Pensé en todos los barcos del puerto. ¿Cómo es que tanta gente conseguía esa
cantidad de dinero? Nunca lo entendería. 274
—Todavía no puedo creer que el amigo de tu papá te deje usar su bote.

—Oh, no son amigos. Por eso sé que no le mencionará nada a mi papi querido.

—¿No dijiste…?

En realidad, no podía recordar lo que había dicho.

—Greg solía trabajar para mi padre. No sé la historia entera, pero no terminaron en


buenos términos.

—Oh.

Eso no era del todo sorprendente. Vincent era bueno alejando a la gente. Se lo había
hecho a tres esposas. Y luego estaba mi madre…

Nop. No iba a pensar en eso hoy. Me estaba sintiendo demasiado bien para incluso
ir allí.
Un cómodo silencio cayó entre nosotros, y aunque mi mente seguía vagando a lo
que sucedió en la fiesta, me obligué a empujar esos pensamientos también.

No había nada de malo en dejar de lado todos mis problemas por una sola tarde.
Todavía estarían allí cuando me metiera en la cama esta noche. Y por la mañana. Y
durante todo el día de mañana.

Después de unos treinta minutos, Tristin se dirigió a una cala apartada y apagó el
motor.

—Pensé en anclar aquí por un tiempo. ¿Te parece bien?

—Seguro. Esta cosa tiene baño, ¿verdad?

—Um, sí. Cientos de miles de dólares, ¿recuerdas? —dijo con una sonrisa. Buen
punto. Se debe tener un inodoro de platino por esa cantidad de dinero—. Entra en la
cabina y no te lo puedes perder.

Bajé las escaleras hasta la cubierta principal y luego abrí la puerta corrediza de vidrio
tintado en la cabina. A la izquierda había una pequeña cocina y, a la derecha, un sofá
con una mesa empujada en él. A diferencia del exterior prácticamente inmaculado, vi
los signos de desgaste que Tristin había mencionado. Aun así, era bastante bonito para
275
algo que probablemente solo se usaba los fines de semana durante el verano.

Avancé y luego bajé unos escalones hasta un pasillo estrecho con una puerta cerrada
a cada lado, y luego otra directamente frente a mí. Tratando con la primera puerta a la
izquierda, me encontré con una sorprendente gran ducha. Suponiendo que el de la
derecha era el baño, opté por ver primero el que estaba frente a mí.

La puerta se abrió a una habitación que era prácticamente toda la cama con una
ventana en forma de óvalo en cada lado. Debajo de las ventanas, los bancos empotrados
ocupaban el espacio restante a lo largo de las paredes. Tristin claramente los estaba
usando como almacenamiento, y no pude evitar caminar hacia adelante para echar un
vistazo.

La mayoría de sus pertenencias eran lo que esperaba, una bolsa de lona llana de
ropa, algunos libros de texto, la bolsa de mensajero que llevaba a clase y su computadora
portátil. Lo que no esperaba encontrar era la pila de libros que estaba bastante segura de
que no eran para ninguna de sus clases.

Dune de Frank Herbert.


Zen y el Arte de la Conservación de Motocicletas por Robert M. Pirsig.

Y los dos últimos libros de la serie de Percy Jackson de Rick Riordan.

No tenía idea de lo que decían las selecciones de lectura de Tristin sobre él, excepto
lo que ya sabía, que no era el tipo de persona que fácilmente podrías clasificar. No era
un deportista ni un chico malo ni un nerd. Pero, tal vez, era un poco de los tres. Y,
probablemente, un infierno de un montón más que todavía no había averiguado.

Obligándome a dejar de fisgonear, salí del dormitorio y entré en el pequeño pero útil
baño. Una mirada rápida en el espejo me dijo que mi cabello había visto días mejores.
Pero si a Tristin le gustaba el look despeinada por el viento, yo era oro.

Cuando regresé al exterior unos minutos más tarde, lo encontré en la parte delantera
de la terraza. Había colocado dos toallas de playa de gran tamaño sobre una sección
acolchada, que obviamente estaba destinada para tomar el sol, y ahora estaba apoyado
contra la barandilla, de cara al agua. Sin camisa.

Me quedé mirando su piel desnuda, molesta de que algo tan simple como su espalda
pudiera calentar mi cuerpo. Era solo que las espaldas de los hombres no deberían verse
tan bien. Primero la de Leo, luego la de Hayle, y ahora la de Tristin. Me hicieron querer 276
clavar mis uñas en ellos mientras hacía sucias, sucias cosas.

No al mismo tiempo, por supuesto.

Oh, Dios. Ahora que el pensamiento se había cruzado por mi mente impía, tuve que
apretar las piernas juntas para contener el dolor creciente allí.

¿Qué diablos me pasaba?

El aliento estrangulado que liberé debe haber sido más fuerte de lo que me di cuenta,
porque Tristin se giró para mirarme. Deseé no haberme quitado estúpidamente la gorra,
ya que podría haberle impedido ver el deseo lascivo que sin duda estaba pegado a mi
cara.

—Dime algo, Thea. —Ahora frente a mí, apoyó los brazos en la parte superior de
la barandilla, como si estuviera tan despreocupado como un típico adolescente con
fondo fiduciario. Pero no me engañaba. Solo esas tres palabras me dijeron que estaba a
punto de lanzar una bomba.
Si estaba con suerte, podría ser una bomba de escarcha brillante. Esas tenían que ser
jodidamente molestas, pero al menos sobreviviría. Encontrar brillo en mis partes
femeninas dentro de tres meses no podría ser tan malo.

—¿Decirte qué? —pregunté alegremente.

—¿Por qué estás tan segura de que soy inocente?

—¿Cómo sabes que lo estoy?

Esa era una estúpida respuesta, pero fue lo primero que me vino a la mente.

—Debido a que no estarías aquí conmigo de otra manera.

Cierto.

Miré a lo lejos, viendo la luz del sol brillar sobre el agua mientras ordenaba mis
pensamientos. Tenía razón; nunca había dudado de él. Ni siquiera por un instante.

¿Pero por qué?

—Sabía que nunca intentarías aprovecharte de una chica. Eso no es quien eres. 277
Empujó hacia adelante, abandonando su posición aparentemente relajada, y negó
con la cabeza.

—No es lo suficientemente bueno. Incluso Leo no me creyó en ese momento.


¿Cómo, por qué, lo hiciste?

—No lo sé.

Pero cuando miré en sus intensos ojos color aguamarina, lo sabía. Lo sabía en un
nivel que no había sido consciente y no podía explicar totalmente.

»Quizás porque todavía veo al chico que conocí hace tantos años. El que lloró
cuando pisó accidentalmente una mariposa. El que se hizo vegetariano a los siete años
porque no podía soportar la idea de que un pollo inocente terminara como un nugget en
su plato.

Di un paso hacia él, necesitando que viera la verdad tan claramente como la
escuchaba.
»Ese chico compasivo todavía está ahí. —Presioné mis manos contra su cálido
pecho para sentir el corazón que sabía que latía bajo una gruesa capa de acero—. Creo,
Tristin. En ti y en el hombre en el que puedes convertirte. Solo necesitas permitirte seguir
adelante de la mierda del pasado.

Colocó sus manos sobre las mías, y por una fracción de segundo, me esperaba
palabras tan tiernas como las que le dije. Pero luego vi el destello oscuro en sus ojos y
supe que iba a alejarme.

Y jodidamente no lo dejaría. No ahora, cuando finalmente había sido capaz de


expresar los pensamientos que habían sido enterrados tan profundamente en mi
subconsciente, que ni siquiera yo me di cuenta de que estaban allí.

Mientras levantaba mis manos de su pecho, me moví rápido, envolviéndolas


alrededor de su cuello.

»Está bien que me dejes entrar, Tristin.

—¿Está bien? —se burló—. ¿Y qué si solo quiero entrar en ti?

Si pensaba que podía asustarme con palabras groseras, me había subestimado.


Especialmente desde que era demasiado consciente del roce de mis pechos sensibles
278
contra su pecho desnudo. Mi cuerpo estaba diciendo que sí. Nada más importaba.

—Si eso es lo que necesitas, soy tuya.

—Oh, Thea —dijo con voz ronca—. Realmente no deberías haber dicho eso.

Agarrándome por la cintura, me hizo girar, empujando mi espalda contra la


barandilla. Antes de que pudiera respirar de nuevo, fusionó su boca con la mía, el beso
fue fuerte, rápido y frenético. No exploró; saqueó y arrasó, succionando mi aire junto
con mi alma.

Porque todo sobre su toque me decía que necesitaba esto. Me necesitaba. Incluso si
se negaba a decirlo.

Pasé los dedos por su cuello, pasándolos por su cabello. Era sedoso al tacto y lo
suficientemente largo como para agarrarlo, reflejando su fuerte agarre en mis caderas.
No podría moverme, ni correr, incluso si quisiera. Me había atrapado, poniéndome a su
merced, y jodidamente me encantaba.
Tristin continuó su asalto a mi boca, tomando todo y sin dar nada a cambio. Y,
extrañamente, eso me hizo querer dar más. Entregarle mi cuerpo no iba a demostrarle
que era digno. Pero, tal vez, algo de mi confianza, algo de mi aceptación, lograría
superar su armadura.

Se apartó de repente y grité, sorprendida por la ausencia de su cuerpo presionando


el mío. Sonriendo ante mi reacción, alcanzó el dobladillo de mi camiseta.

»Si crees que voy a detener esto ahora, no estás prestando atención.

Vagué mis ojos sobre sus hombros, pectorales y abdominales definidos, su piel
brillando al sol como un maldito anuncio de Calvin Klein.

—Oh, estoy prestando atención.

Tiró de mi camiseta por encima de mi cabeza, luego retrocedió y se tomó su tiempo


para examinar mi pecho, al igual que yo había hecho con el suyo. Excepto que mirar no
fue suficiente para Tristin. Se estiró para acariciar con un pulgar a lo largo del negro
encaje en el borde de mi sujetador rosa.

—Mierda, Thea. ¿Cómo conseguiste ser tan hermosa?


279
Inhalé bruscamente, no preparada para la intensidad del calor que se disparó
directamente a mis pantalones cortos a juego.

Un fuego se estaba formando dentro de mí, como nunca había experimentado.


Probablemente porque mis dos follamigos no habían sido Tristin Sharpe. Ellos apenas
rascaron la comezón. Ellos no habían avivado estas llamas de necesidad, no me habían
llevado hasta el borde con unas palabras de admiración y una caricia en mis senos.

Maldita sea. Estaba en tantos problemas que ni siquiera tuve la presencia en mi


mente para que me importara una solitaria mierda.

—Suficiente de eso. —Empujé su pecho—. Quiero sentirte.

Esos ojos aguamarina se encontraron con los míos, el color devastador me recordó
a Leo por una fracción de segundo. Pero no podía pensar en él ahora, así que guardé
esos pensamientos en el fondo de mi mente, sellándolos con fuerza.

Tristin desabrochó el botón de sus jeans, su boca se crispó.

—Te mostraré el mío, si me muestras el tuyo.


Retuve una risa.

—Ya no tenemos diez.

—Gracias a Dios por eso.

No esperó a que llegara a la parte superior de mis pantalones cortos. Dejó caer sus
jeans y me quedé boquiabierta ante su repentina desnudez... porque no llevaba ni una
puntada de ropa debajo de esos jeans.

Aclaré mi garganta.

—Comando, ¿de verdad?

No es que me esté quejando, porque rayos. Allí de pie, con su pene sobresaliendo
hacia mí, era demasiado magnífico para decirlo.

Nunca había imaginado encadenar esas palabras juntas, incluso en mi mente, pero
era cierto. Tristin tenía el tipo de cuerpo que puede hacer llorar a una mujer adulta.
Incluso yo podría necesitar enjugar una lágrima o dos.

—Quizás necesito lavar la ropa. 280


Antes de que tuviera la oportunidad de pensar en una réplica, se movió hacia mí,
sus manos agarrando mis pantalones cortos. En un segundo, estaban cayendo a la
cubierta, mis interiores y mi sostén siguieron su ejemplo.

Probablemente debería haberme molestado que nos encontráramos en la cubierta


de su barco, completamente desnudos, donde cualquiera podría toparse con nosotros.
Pero, de alguna manera, solo hacía todo esto más emocionante.

Tristin se frotó la mandíbula mientras estudiaba cada centímetro de mi muy


expuesta piel.

—Ha pasado tanto tiempo, no lo sé… —Sacudió la cabeza—. Mierda.

—¿Qué pasa con todas esas chicas que se ofrecieron a ser las primeras en chupártela
después de la correccional? —le pregunté remilgadamente, haciendo referencia a sus
comentarios crudos en su dormitorio esa primera noche.

Su mirada se centró en mi boca.


—Solo hay una chica que quiero chupando mi pene.

—¿Estás preguntando?

—Eso puede esperar más tarde. —Me tomó por la cintura y me hizo retroceder hasta
la plataforma elevada para tomar el sol—. Necesito estar dentro de ti. Ahora.

Apreté los muslos juntos. Sí, por favor.

Tristin me levantó y me puso con cuidado encima de una de las toallas de playa.
Luego, dio un paso atrás y buscó a tientas en sus jeans por un segundo antes de sacar su
billetera y una fila de condones. Los sostuvo en alto triunfalmente.

—Un regalo de bienvenida a casa de mi idiota hermano.

No me molesté en preguntar cuál. Los pensamientos de Leo o Hayle en este


momento eran perjudiciales para mi estado mental.

Dejó caer los condones en la plataforma junto a mí y se arrastró por mi cuerpo,


deteniéndose en el vértice de mis muslos. Sin previo aviso, enterró su cabeza entre mis
piernas y acarició con su lengua mis pliegues.
281
—Tristin —dije con voz ronca, abrumada por las sensaciones que me atravesaron.

Gimió y levantó la cabeza, con expresión de dolor.

—Más tarde para eso también.

Mientras besaba su camino hasta mi estómago, me retorcía, con ganas de más. Todo
esto se estaba moviendo tan rápido, y, sin embargo, se estaba tomando demasiado
tiempo. Su cercanía solo me recordó lo vacía que estaba, y necesitaba que me llenara.

—Tristin, ahora.

Mordisqueó mi pecho, pero debe haber decidido obedecer mis órdenes, porque
segundos después, oí el sonido de él rasgando un envoltorio de condones. Levanté la
cabeza para verlo rodarlo, sorprendida de lo erótico que encontraba el simple acto. Tal
vez estaba cegada por su cuerpo gloriosamente desnudo, pero todo lo que hacía me
estaba excitando más.

Apoyó sus brazos a ambos lados de mis hombros, mirándome.


—No sé qué se supone que diga justo ahora.

Levanté una mano hacia su cuello y acerqué su boca a la mía.

—No necesito palabras bonitas, Tin. Solo te necesito a ti.

Sus ojos brillaron ante mi uso del apodo, y se empujó dentro de mí con un solo
embiste. Jadeé ante la repentina presión. Podría no haber sido un año y medio para mí,
pero había sido tiempo suficiente.

Y ya podía decir que nunca había sido así.

Tristin me hizo querer más de lo que nunca había tenido. Sí, se trataba del dolor que
crecía dentro de mí. Pero también era más que eso. Quería respirarlo como si mis
pulmones requirieran su toque para sobrevivir.

Mientras su boca chocaba contra la mía, comenzó a mecerse en mí al tiempo del


balanceo del barco. Deslicé mis brazos alrededor de su cintura y clavé mis uñas en su
espalda, justo como había estado fantaseando hacer.

Levantó mis caderas, cambiando el ángulo de sus embestidas, y tiré de mi cabeza


hacia atrás, rompiendo el beso. Era demasiado. Y no lo suficiente. Y todo lo que nunca 282
supe que necesitaba del sexo.

Tristin dejó caer su frente sobre mi hombro.

—Mierda, Thea. Te sientes demasiado bien.

—No existe tal cosa como demasiado bien —dije con voz ronca.

—Entonces, no has pasado suficiente tiempo dentro de tu dulce coño.

No pude evitar reír, pero el sonido rápidamente se convirtió en un gemido cuando


él alcanzó entre nosotros, encontrando mi clítoris con su pulgar.

—Oh, Dios.

—Vente para mí.

La orden fue pronunciada en voz baja, pero fue la desesperación en su voz lo que
me hizo perderlo. Él necesitaba que me corriera para poder dejarse ir.
Entonces, cerré los ojos y ahogué todo excepto la fricción de su cuerpo deslizándose
contra el mío. Su piel rozando mi piel. Su boca chupando en mi cuello. Su dedo en mi
clítoris. Su pene entrando en mí.

Me apreté a su alrededor justo cuando una ola de placer tan intensa que rivalizaba
con un tsunami se apoderó de mí. Convulsioné, ola tras ola golpeándome, casi
asfixiándome incluso mientras me daba aire.

—Oh, mierda. —El cuerpo de Tristin se tensó mientras bombeaba aún más fuerte
antes de reducir la velocidad y luego quedarse quieto. Se dejó caer sobre sus antebrazos,
nuestras respiraciones entrecortadas se mezclaron mientras bajábamos de lo más alto.

Rodando sobre su espalda, se pasó las manos por la cara.

—Por favor, dime que fue real y no el mejor maldito sueño húmedo de mi vida.

Le pellizqué el costado con fuerza.

—No lo sé. ¿Qué te parece?

Tristin grito, luego se rio mientras me observaba, sus ojos finalmente libres de toda
la oscuridad que había estado sombreándolos estas últimas semanas. 283
—Creo que eres el mejor tipo de ángel.

Mis labios temblaron.

—¿Qué tipo es ese?

—Del tipo que es tan perverso como virtuoso.


36
Thea
No había habido acurrucarse después de tener sexo con Tristin, pero no quiere decir
que no había conseguido hablar un poco con él. Lo convencí de que me dijera todo lo
que pasó el viernes por la noche, lo cual era el por qué yo estaba ahora de pie en la parte
delantera del porche de la casa de fútbol.

Probablemente las diez de la mañana era demasiado temprano para aparecer aquí
un domingo por la mañana, pero no podía esperar más. Necesitaba localizar a la
misteriosa pelirroja que había enviado a Tristin al piso de arriba, y hablar con los chicos
que organizaban la fiesta parecía mi mejor opción.

Jude abrió la puerta.

—Hola Thea. ¿Qué estás haciendo aquí?


284
—Necesito tu ayuda.

—Seguro. —Dio un paso atrás y abrió más la puerta—. Entra.

—Gracias.

A la luz del día, el interior de la casa era un poco triste. Los sofás se habían vuelto
a colocar en el lugar que les correspondía, y la mesa del comedor estaba llena de libros
en lugar de vasos desechables para el juego de beer pong. Aunque los chicos habían
hecho un buen trabajo de limpieza después de la fiesta, tuve la sensación de que el
persistente olor a alcohol nunca se desvanecía del todo.

Era obvio que la única razón por la que las fiestas más codiciadas en Harbor U
ocurrían aquí era por los residentes. Seguramente, incluso las casas de fraternidad tenían
que ser más bonitas que este lugar.

Jude me acompañó a los sofás.

—¿Qué pasa?
Dejando a un lado una sábana y una almohada, me hundí en el cuero y le di a Jude
mi sonrisa más encantadora.

—Necesito hallar a una chica que estaba en la fiesta.

Su expresión se volvió incrédula.

—¿Y crees que puedo ayudarte con eso?

—No tú, necesariamente. —Después de todo, él era mi compañero de paredes—.


¿Pero tal vez uno de tus compañeros de cuarto pueda? ¿Alguien que sea más social?

—Entonces, necesitas a Linc.

—¿Linc?

—Sí, Lincoln Porter. Es el tipo más extrovertido del equipo. —Hizo una pausa,
aparentemente por efecto—. Especialmente cuando se trata de chicas.

Perfecto.

—¿Está aquí? ¿Crees que podría hablar conmigo? 285


—¿Puedo preguntar de qué se trata esto?

—Sé que no me conoces tan bien y no tienes ningún motivo para confiar en mí, pero
te juro que Tristin es inocente. Solo necesito averiguar una forma de probarlo, y este es
el primer paso.

Jude me estudió, evaluándome con sus ojos oscuros.

—Bueno. Iré arriba y lo buscaré.

Cogí su mano.

—Muchas gracias. Te lo debo.

Sonrió, sus dientes de un blanco brillante contra el tono de su piel.

—Solo promete compartir una pared conmigo en la próxima fiesta.

—Dios, espero evitarlas por un tiempo. Pero sí, lo prometo. —Incapaz de resistir,
agregué—: Y veré si puedo traer a Violet también.
Agachó la cabeza, pero no pudo ocultar por completo su amplia sonrisa.

—Haz eso.

Lo escuché subir corriendo las escaleras, así que no esperaba que alguien hablara de
repente detrás de mí.

—¿De verdad crees que puedes probar que Tristin es inocente?

Dando la vuelta, encontré al hermano mayor Sharpe inclinado sobre el respaldo del
sofá.

—Mierda, Leo. ¿De dónde vienes?

—Del final del pasillo. Dormí aquí el último par de noches.

Miré la almohada y la sábana con estampado de hojas, algo que torció una gran
cantidad de algo como culpabilidad dentro de mí.

—¿Evitándome?

Se encogió de hombros. 286


—A ti. A Tristin. A mi papá. E incluso a Hayle. No tenía ganas de enfrentarme a
ninguno de ustedes.

—Ya veo.

Esto era muy incómodo y luché con qué más decir. ¿Debería disculparme? La
cuestión era que no estaba del todo segura de haber lamentado alguna de mis palabras.
Solo lamenté que hubiera sentido que tenía que evitar a su familia después de que yo lo
dije.

Leo se movió alrededor del sofá y se sentó en el borde de la mesa de café.

—En serio. ¿Crees que puedes demostrar que es inocente?

—Tal vez. Tengo exactamente una pista, en este momento.

Apoyó los codos en las rodillas y se inclinó hacia adelante.

—Déjame ayudarte.
—Yo…

—Espera —interrumpió—. Dame la oportunidad de sacar esto primero.

Asentí con la cabeza, incapaz de negar el entusiasmo rodando de él en oleadas.

Leo se pasó una mano por el cabello.

»Escuché lo que me dijiste, y tenías razón. Sobre todo. He sido una mierda, y es
hora de cambiar eso. No solo quiero ayudar. Necesito hacerlo. —Puso sus manos sobre
mis rodillas y apretó—. Por favor, Thea. Déjame ayudar.

—Está bien —respondí de inmediato. No pude evitarlo. No había nada más


convincente que un Leo Sharpe sincero.

Una sonrisa tan amplia y sentida se extendió por su rostro que tuve que respirar
rápidamente. Era deslumbrante y, como de costumbre, eso me cabreó. Y me encendió.
Y me cabreó de nuevo.

Mi estado emocional había pasado directamente por la tierra de la confusión y había


entrado en la tierra de estoy-perdiendo-mi-maldita-mente.
287
Aun así, no podía apartar la mirada de él. Me hipnotizaba, atrayéndome como presa
de una hipnótica pitón de dibujos animados.

El sonido de pies en las escaleras rompió nuestra conexión, y me dejé caer de nuevo
en el sofá cuando Leo soltó mis rodillas.

—Escuché que fui convocado por una hermosa mujer —dijo una nueva voz
exuberante mientras se abría paso alrededor del sofá, seguido por Jude.

El chico nuevo vestía jeans de talle bajo, una camiseta ajustada y la sonrisa más
amplia que jamás había visto. Inmediatamente comprendí por qué era tan popular entre
las chicas. No sólo era su rostro cubierto de rastrojo, más que placentero a la vista,
exudaba calidez, encanto y abrumador carisma.

Y eso fue después de una sola frase.

—Cuidado —advirtió Leo—. Es mi hermanastra.

Solté un suspiro exasperado.


—No soy su hermanastra.

Levantó las cejas.

—Casi lo fuimos, así que cuenta.

—De ninguna manera eso cuenta. Además, eso fue hace ocho años.

—Vives conmigo, así que cuenta.

—Oh, Dios mío. Nunca me vas a dejar en paz con eso, ¿verdad?

Su estúpida y deliciosa boca se torció en una sonrisa.

—Estás cumpliendo mis fantasías de hermanastra. ¿Por qué habría de dejarlo ir?

—¿Fantasías de hermanastra? —Lo miré boquiabierta—. Dime que eso no es algo


real.

—Oh, es una cosa. —Se volvió hacia Jude y Lincoln, quienes nos miraban con obvia
diversión—. Cierto, ¿chicos?
288
—Sí, definitivamente es una cosa —respondió Lincoln alegremente, mirando entre
Leo y yo—. ¿Alguien les ha dicho alguna vez a ustedes dos que realmente necesitan
resolver su frustración sexual? Porque, si no, déjenme ser el primero.

Leo se rio, y lo fulminé con la mirada. Esto era toda su culpa, trayendo de nuevo
toda la cosa de hermanastra.

»De todos modos. —Lincoln arrastró las palabras—. ¿En qué puedo ayudarte?

Un cambio de tema. Gracias a Dios.

—Necesito encontrar a una chica que estuvo en la fiesta el viernes por la noche. Ella
tiene cabello rojo, y lo llevaba en una cola de caballo. Eso es todo lo que sé.

Se sentó en el otro sofá y se frotó las manos con anticipación.

—Ahora, este es mi tipo de búsqueda del tesoro.

—Entonces, ¿puedes ayudar?


—¿Puedo ayudar? —dijo Lincoln—. Por supuesto que puedo. —Sacó su teléfono
celular del bolsillo y comenzó a marcar—. La mayoría de las chicas, y muchos de los
chicos, que se presentan en nuestras fiestas usan el mismo hashtag para que se les
reconozca por haber sido invitados. Lo que debería hacer esto más simple.

Todos lo miramos mientras estudiaba su teléfono por un minuto antes de sonreír.

—¡Sí! Pelirroja exuberante número uno.

—No dije nada acerca de que ella era exuberante.

—No, pero no podría mirar esta foto sin comentar sobre su escote. —Sacudió la
cabeza hacia mí, como si estuviera loca—. La gente podría pensar que no me gustan las
chicas.

Leo resopló.

—Nadie podría posiblemente pensar eso, hombre.

—Como si fueras alguien para hablar. —¡Ups! ¿Tenía que decir eso?

Jude se rio suavemente mientras Leo devolvía mi mirada anterior. 289


—¿Me estás llamando mujeriego?

—Si el sombrero te queda…

En realidad, no tengo ninguna sólida evidencia de sus formas de ser. Estaba


simplemente haciendo suposiciones basadas sobre lo que sabía de su personalidad. Él
solo parecía el tipo de hombre que conecta con un montón de chicas. Y, sí, sabía que
estaba saltando a conclusiones basadas en información limitada.

Lincoln me entregó su teléfono.

—¿Crees que es ella?

La chica era bonita y definitivamente tenía mucho escote en exhibición. Pero no


tenía forma de saber si era ella o no.

Le regresé el teléfono.
—¿Puedes enviarme una captura de pantalla por mensaje de texto para que pueda
reenviarla a Tristin?

—Seguro. ¿Cuál es tu número?

Después de darle mi número, le envié la foto a Tristin y esperé ansiosamente su


respuesta.

Tristin: Ella no.

Tristin: Su cabello tenía más un tinte rojo anaranjado.

Yo: De acuerdo. Seguiremos buscando.

Lincoln adelantó dos posibilidades más, aunque los colores de cabello no se veían
bien. Ambas chicas tenían tonos más castaños que rojos anaranjados.

Tristin: No y no.

Tristin: Gracias por intentarlo.

Tristin: No importa lo que pase. 290


Él tenía tantas dudas de que esto funcionara. Yo no era exactamente optimista, pero
tampoco perdía la esperanza. Todavía no.

Yo: Ten paciencia. No me doy por vencida.

—Eso es todo lo que estoy encontrando del viernes por la noche. —Lincoln levantó
la vista de su pantalla—. Pero déjame mirar las fotos de la fiesta anterior.

—Y estoy cotejando a algunos de los amigos —dijo Jude.

—Buena idea.

Como una de las pocas jóvenes de dieciocho años en el planeta que nunca había
creado una sola cuenta en las redes sociales, no fui de ninguna ayuda cuando se trataba
de este tipo de acoso. Por lo tanto, simplemente me senté allí mientras Lincoln y Jude
mantuvieron sus búsquedas.
Dos compañeros más de Jude vagaron hacia abajo desde el segundo piso,
recordándome de mi otra pregunta. Salté del sofá y corrí hacia el que había estado
jugando de gorila cuando Petra, Violet y yo llegamos.

—Oye. —Todavía no recordaba su nombre—. ¿Estuviste en la puerta toda la noche


del viernes?

—Sí. Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo —dijo en broma.

—¿Recuerdas haber visto llegar a Tristin?

Miró a Leo.

—Sí, por supuesto. Conocería a un hermano Sharpe en cualquier lugar.

—¿Recuerdas cuánto tiempo pasó antes de que todo el… caos comenzó adentro?

—Sí —respondió de inmediato—. Quizá solo cinco o diez minutos. Lo recuerdo,


porque asumí que se había metido en otra pelea. Como en la fiesta en casa de Leo... —
Vaciló—. Tu casa, supongo. Y no podía creer que hubiera bajado tan rápido. Hasta que
entré y escuché lo que sucedió.
291
—Supuestamente sucedió —le corregí—. No hay forma de que Tristin haya drogado
a Hadley si solo hubiera estado dentro durante diez minutos.

Abrió mucho los ojos.

—Tienes razón. Ni siquiera pensé en eso.

—¿Estarías dispuesto a ir a la comisaría y hacer una declaración formal? Realmente


podría ayudar a Tristin —supliqué.

Cuando no respondió después de aproximadamente un segundo, Leo se puso de


pie, habiendo obviamente escuchado la totalidad de la conversación.

—Me gustaría considerarlo un favor personal.

El tipo sin nombre asintió rápidamente.

—Sí, hombre. Por supuesto. Puedo ir esta tarde.

—Gracias.
—Creo que tenemos una ganadora —prácticamente gritó Lincoln, y me volví,
encontrándolo inclinado sobre el teléfono de Jude y asintiendo con entusiasmo—. Esta
tiene que ser ella.

Después de que Jude también me añadió como contacto, me reenvió la foto, y la


adrenalina corrió a través de mi sistema. Ella tenía el cabello naturalmente anaranjado
rojizo, y estaba recogido en una coleta alta.

Tenía una buena sensación sobre esta.

Yo: Por favor dime que ésta es ella.

Luego, envié el archivo adjunto y mordí la punta de mi uña meñique. No tuve que
esperar mucho antes de su respuesta.

Tristin: Esa es ella. Estoy 1000% seguro.

Tristin: No puedo creer que la hayas encontrado.

Tristin: ¿Cómo se llama?

Quería reírme. Su urgencia superaba con creces mi emoción.


292
Yo: No te preocupes por su nombre. Me estoy ocupando de esto.

Lo último que necesitábamos era que él la rastreara y la asustara.

—Oh, mierda —dijo Lincoln antes de que pudiera siquiera compartir las buenas
noticias—. ¿No es ese uno de los idiotas amigos de Bodie el que está con ella?

Leo le arrebató el teléfono de la mano.

—Sí, así es. Estuvo allí la noche en que Tristin y Bodie pelearon. ¿Ese es su novio?

—Parece. También parece que es una Delta.

¿Una Delta? ¿No era la hermandad de Kelsey?

Los recuerdos de la noche del viernes pasaron por mi mente, y todo lo borroso de
repente se volvió mucho más claro.
Oh, Dios. Estaba bastante segura de saber lo que pasó. Ahora, todo lo que tenía que
hacer era demostrarlo.

293
37
Thea
Pasé el resto del domingo teniendo una lluvia de ideas para la mejor manera de
acercarme a Marissa, la pelirroja de la hermandad. Aunque podía entrar hecha una furia
a la casa de Delta y exigirle que me hablara, la idea era menos que infalible. Incluso la
influencia de Leo era sospechosa en este caso. Ella había estado dispuesta a ir en contra
de un Sharpe ya, si mi teoría acerca de los eventos de la noche del viernes era correcta.

A mi modo de ver, la noche había sido un montaje desde el principio, y Marissa y


Kelsey habían estado involucradas. Marissa había estado pendiente de Tristin e
inmediatamente lo envió arriba, mientras que Kelsey nos distrajo a Violet y a mí.

Lo que todavía no sabía era quién había drogado a Hadley y la había colocado en
ese dormitorio. Por mucho que me desagradara Kelsey, no podía imaginar que ella haría
algo tan despiadado. ¿Marissa? ¿Simplemente porque su novio le pidió el favor?
294
Porque tenía que ser eso. Cuando los intentos de Bodie de intimidar a Tristin no
habían funcionado, él y su manada de matones debían haber tramado un plan. Fue
sorprendentemente elaborado, pero había funcionado. Ahora se sospechaba que Tristin
había lastimado a otra chica inocente.

Y aun si no recibía cargos por drogar a Hadley, las acusaciones lo seguirían para
siempre… a menos que limpie su nombre.

Sin embargo, un pensamiento seguía molestando en el fondo de mi mente. ¿Cómo


había sabido Bodie que Tristin podría estar en la fiesta?

Violet era la única respuesta que tenía sentido.

Me negué a creer que ella había estado en el plan. La inocencia emanaba de todo su
ser. Demonios, sus emociones generalmente estaban escritas en su rostro. Entonces, no
había forma de que pudiera tener conocimiento oculto de lo que sucedió el viernes por
la noche. Pero eso no significaba que no le hubiera mencionado a su hermano que tenía
la intención de encontrarse con Tristin en la fiesta.
Como no se había presentado a la sesión de estudio de anoche, hoy hablaría con ella
después de la clase. Ese era el primer paso. Y si ella confirmaba que Bodie sabía sobre
Tristin, seguiría con el paso dos; cazar a Marissa.

Mientras bajaba las escaleras, recibí un nuevo mensaje de texto de Tristin. Aunque
se había reportado con Vincent y sus hermanos el sábado por la noche, todavía se
quedaba en el barco. Después de todo, entendía su deseo de estar solo. Y hacía las cosas
un poco más simples entre nosotros dos, porque honestamente no tenía idea de lo que
estaba pasando.

¿El otro día fue cosa de una sola vez? ¿Su forma de lidiar con todas sus frustraciones
y emociones reprimidas?

Esperaba que no, pero tampoco sabía cómo podríamos ser algo más.

Tristin: Me llamaron para hablar con el vicedecano esta mañana, así que no podré pasar a
buscarte para llevarte a Civ.

Mierda. Eso no puede ser bueno.

Yo: ¿Qué crees que quiere?


295
Tristin: Probablemente para disciplinarme, y no de buena manera.

Yo: ¿Hay una buena manera?

Tristin: Pasa por el barco más tarde y estaré feliz de demostrarlo.

Entonces, no es algo de una sola vez. Gracias a Dios que no estaba aquí para
presenciar mi alivio.

Yo: Buena suerte en tu reunión y envíame un mensaje de texto después.

En la cocina, me encontré con Gerard que me esperaba, y sabía lo que iba a decir
antes de que abriera la boca.

—Buenos días. Tristin me pidió que te llevara al campus hoy.

Para ser un idiota, el hermano menor Sharpe podría ser bastante considerado.

—Gracias. —Cogí un muffin de semillas de amapola de limón recién horneado del


mostrador y le sonreí a Susan—. Y gracias por esto.
—Por supuesto, cariño. También hay contenedores de fruta en el refrigerador.
Puedes tomar uno para llevar, si quieres.

—Eres la mejor.

En el corto trayecto hasta el campus, me sentí sorprendentemente esperanzada.


Encontrar a Marissa y su conexión con el amigo de Bodie había sido un gran triunfo.
Ahora, solo tenía que completar las piezas que faltaban y averiguar cómo sacar una
confesión de las personas involucradas. Sin problema.

Pero cuando la Dra. Stanton comenzó su conferencia, Violet aún no se había


presentado. No era típico de ella. Nunca había llegado tarde y no parecía del tipo que se
salta la clase sin una buena razón.

Demasiado preocupada para esperar, subrepticiamente saqué mi teléfono de mi


bolso y le envié un mensaje de texto.

Yo: Oye. Solo quería hablar contigo. ¿Está todo bien?

Mantuve un ojo en la pantalla y no recibí respuesta hasta que la clase casi había
terminado.
296
Violet: Todo está bien. Creo que me estoy enfermando, así que decidí quedarme en casa.

Yo: De acuerdo. Avísame si necesitas una copia de mis notas.

Aunque probablemente sería más fácil para ella conseguirlos de Tara o Benjamin,
ya que ambos escribían todo en sus computadoras portátiles.

Violet: Gracias. Hablo contigo más tarde.

Consideré seguir adelante y hacerle mi pregunta sobre Bodie, pero algo me detuvo.
No parecía como una conversación que deberíamos tener en mensaje de texto.

Mientras salía de Carlson Hall para reunirme con Petra, recibí otro mensaje nuevo.

Tristin: Estoy en libertad condicional no académica mientras la universidad investiga lo que


pasó en la fiesta.

Mi corazón se hundió. Tenía miedo de algo como esto cuando me contó sobre la
reunión, pero no había querido esperar lo peor.
Yo: ¿Qué significa eso?

Tristin: No se me permite asistir a clases ni a ningún evento universitario. Recibiré notas de


clase para todas mis clases y se espera que me mantenga al día con el trabajo, pero eso es todo.

Mierda.

Era oficial, mi perspectiva esperanzada de antes había sido aniquilada.

Yo: Lo siento mucho.

Quería asegurarle que iba a arreglar esto, pero el primer paso de mi plan ya nada
inspirador ya había sido desbaratado.

—¿Qué pasa? —preguntó Petra cuando me encontró en la acera.

—Esta semana apesta.

—Um, es solamente lunes por la mañana.

Asentí con la cabeza.


297
—Exactamente.

En nuestro camino a The Grind, no tuvo mucho que decir, lo cual era raro. Pero no
estaba precisamente alentando el discurso. Entonces, sí, probablemente era mi culpa.

Como todo en estos días.

Cuando nos sentamos en nuestra mesa habitual con nuestros cafés y el muffin de
arándanos de Petra, finalmente habló.

—¿Dónde estuviste el sábado?

Cierto. El sábado, cuando se suponía que tenía que estar esperando en la casa a que
recogiera su auto. Y no lo hice.

—Fui a dar un paseo en bicicleta. —Le di una mirada de disculpa—. Siento haberte
abandonado.

—No es como si tuviéramos planes. —Petra miró su plato—. Estaba preocupada


por ti después de todo lo que pasó.
—Honestamente, entonces no estaba en un gran lugar, pero ahora estoy mejor.

Apretó los labios mientras me estudiaba.

—Tienes razón. Parece que estás en la cima del mundo esta mañana.

Rodé mis ojos ante su tono, que estaba lleno de sarcasmo.

—Realmente necesito hablar con Violet, y supuestamente está enferma.

—¿Supuestamente? ¿Crees que está mintiendo?

—No lo sé. —Mordí el interior de mi labio, aparentemente canalizando a la chica


en cuestión—. No quiero sospechar, pero…

Los ojos de Petra se abrieron con interés.

—Pero, ¿qué?

Empecé dándole los aspectos más destacados de lo que había descubierto durante
los últimos días. Pero después de que hiciera al menos treinta preguntas, terminé
contándole todo. Bueno, todo excepto mi cita con Tristin. Eso parecía una conversación 298
para otro día.

—Entonces, ¿por qué no vas a su casa y se lo preguntas?

—Lo haces sonar tan simple.

Ella arqueó las cejas.

—¿No lo es?

—Supongo. Simplemente no quiero hacerla sentir como si la estuvieran


emboscando. Especialmente desde que sospecho que su hermano trató de incriminar a
Tristin por todo.

—Si es realmente tu amiga, te ayudará. Incluso si eso significa tirar a su hermano


debajo del autobús.

—¿Eso crees?

—Sí.
Miré mi café, considerándolo. Podría llamarla más tarde y hacer esto por teléfono,
esperar hasta que regresara a clase o ir a su casa.

La idea de llamar o esperar no me atraía particularmente, así que parecía que


tenderle una emboscada era la respuesta después de todo.

—Bueno. ¿Puedes darme indicaciones para llegar a su casa? No estaba prestando


atención el viernes por la noche.

—Por supuesto.

Mientras Petra dibujaba un mapa sencillo y describía el exterior de la casa de Violet,


no pude dejar de notar al jugador de fútbol alto y de anchos hombros que entró en la
cafetería. Cada cabeza se volvió hacia él como si hubiera una celebridad entre nosotros.
Pero él no parecía darse cuenta de nadie más que de mí mientras se dirigió hacia
nosotras.

Segundos después, le sonreí a Leo.

—Oh, mira. Es mi acosador.

—No creo que cuente como acoso cuando me dices dónde vas a estar. 299
—Eso es debatible.

Robó una silla de una mesa cercana y la colocó a mi lado. Sentado al revés, apoyó
los brazos en el respaldo y me miró expectante.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Estoy aquí para recibir una actualización.

—Para eso están los teléfonos.

Sacó su labio inferior, haciendo un puchero.

—Es como si no estuvieras feliz de verme.

Petra se tapó la boca para disimular su risa, pero falló espectacularmente.

—¿Ustedes dos siempre son así?

Entrecerré mis ojos hacia ella.


—Así, ¿cómo?

—Todos lindos, con las bromas coquetas y la mierda.

Leo sonrió.

—Siempre.

Petra asintió pensativa.

—Ahora lo entiendo.

Ladeó la cabeza, claramente interesado.

—¿Entiendes qué?

En realidad, no queriendo saber lo que ella estaba insinuando, la interrumpí.

—Acerca de esa actualización...

Leo levantó una mano.

—No, quiero escuchar esto.


300
Por supuesto que lo hacía.

Petra sonrió.

—Los entiendo a los dos. No lo vi antes, pero ahora sí. Los opuestos se atraen y
todo eso. —Con un brillo travieso en sus ojos, agregó—: El jugador y la gatita.

Gracias a Dios no estaba tomando un trago en ese momento. Seguro que me habría
atragantado.

—¿Cómo me llamaste?

—Una amargatita. Dejé fuera la parte de amarga, porque, ya sabes, la aliteración.

Oh, Dios mío. La iba a matar.

Mientras tanto, Leo se rio fuerte, cada persona en la cafetería que no estaba ya
mirando, volteó hacia nosotros. Quería transformarme en una mosca y alejarme
volando, o al menos meterme debajo de la mesa.
Cuando finalmente se calmó, cambié de tema no tan sutilmente.

—Violet no vino a clase hoy. He decidido ir a su casa esta noche.

Leo se puso serio al instante.

—¿Por qué esta noche? ¿Por qué no ahora?

—Tengo dos clases más y luego mi turno aquí.

—Esto es la universidad, Thea. No solo se te permite saltarte la clase, se te anima a


hacerlo.

—Realmente no —respondí secamente—. Y tengo un examen de francés. —Para lo


cual no había estudiado adecuadamente, debido a toda la mierda que estaba pasando.

—¿Por qué no cubro tu turno? —ofreció Petra—. De esa manera puedes ir


inmediatamente después de tu examen.

—Eso no es necesario.

—Sí, lo es —dijo Leo—. Voy contigo, y esta noche estoy ocupado con el fútbol. 301
Eché la cabeza hacia atrás.

—Vas a ir conmigo... ¿para ver a Violet?

Apenas la había mirado el viernes por la noche, ¿y ahora quería hablar con ella?
¿Cara a cara?

—Necesito hacerlo.

No tuvo que decir nada más. Lo entendía. Había dicho que estaba listo para cambiar
sus antiguas costumbres de mierda, y ahora lo estaba probando.

—Bueno. Iremos a ver a Violet. Juntos.

Leo asintió con gravedad y mi estómago se retorció de ansiedad. No sabía si este


plan era brillante o una locura. Probablemente una buena dosis de ambos.
38
Leo
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

Giré mi cabeza para mirar a Thea. Era tan malditamente hermosa. Esos ojos
marrones que me tenían cautivo. Ese cabello largo y sedoso que anhelaba ver colgado
sobre mi almohada. Esos labios rosados que sabían a miel y redención.

Y ese cuerpo. Mierda.

Me llevaba a la locura con esas piernas largas y el suave balanceo de sus caderas
cuando caminaba. Hacia mí, lejos de mí, a mi lado, no importaba. Lo saboreaba todo.

Cuando la vi por primera vez, tenía la intención de una follada rápida... o cinco.
Pero cuanto más la miraba, más la veía. Veía su fuerza y determinación. Su amargura. 302
Su miedo.

Reconocí su espíritu quebrantado, porque había estado viendo lo mismo en el espejo


durante años.

A pesar de todos sus dentados bordes, y de los míos, había encontrado una manera
de empujar a través de mis paredes, derribándolas. Hacía que quisiera ser más que el
chico que constantemente corría, girando alrededor de un saco de boxeo, cuando la vida
se volvía demasiado dura. Me exponía y me atraía.

Thea Gale era más que una follada rápida, y no tenía idea de cómo decírselo.

»¿Leo?

Cierto. Me había hecho una pregunta.

—Sí, quiero hacer esto. —Abrí la puerta de mi auto—. Vamos.

A medida que caminamos hasta el camino de entrada de la casa de Violet, me


preguntaba si esto era lo que los marineros sentían cuando caminaban por la plancha.
Como si la ráfaga de agua helada que sabía que se avecinaba no sería suficiente para
sacarme de este mar interminable de desesperación.

Y, ahora, sonaba como si estuviera tratando de escribir poesía después beber


muchos tragos de whiskey. Perfecto.

Cuando Thea llamó a la puerta principal, las náuseas subieron por mi garganta.
¿Qué diablos estaba haciendo? No podía enfrentar a Violet. Ella podría ver directo a
través de mí y saber lo que había hecho.

Incluso después de todo este tiempo, estaba aterrorizado de tener que mirarla a los
ojos. De verla cojear y saber que todo era culpa mía. De enfrentarme a lo idiota que
había sido al conducir bajo la influencia del alcohol.

Empecé a dar un paso hacia atrás cuando la puerta se abrió. Violet se situó en el
otro lado, su boca abierta cuando nos vio a Thea y a mí.

—Um, hola. ¿Qué... qué están haciendo aquí?

—Necesitamos hablar contigo —dijo Thea suavemente—. ¿Podemos entrar?

Miró hacia atrás y luego más allá de nosotros, pareciendo nerviosa. 303
—Sí, pero necesitan hacerlo rápido. M… Bodie llegará pronto a casa.

—Seguro. Esto solo tomará un minuto.

Seguí a Thea al interior y metí las manos en los bolsillos, temiendo que empezaran
a temblar. Yo era Leo jodido Sharpe. Mis manos no temblaban, maldita sea.

Violet nos llevó a la sala de estar y nos ofreció el sofá.

Ella y Thea se sentaron, pero yo no pude. Estaba demasiado agitado.

Por lo tanto, me dirigí a la otra parte de la habitación y distraído comencé a ver las
fotografías que recubrían el manto de la chimenea. La mayoría eran retratos familiares,
mostrando a Violet, Bodie, y su madre viéndose como la perfectamente feliz pequeña
unidad. No había ninguna que incluyera a un hombre, así que asumí que el padre-barra
diagonal-marido no había aparecido en la foto por un tiempo.

Al ver una foto de una sonriente Violet en un uniforme, sosteniendo una pelota de
fútbol, me di la vuelta de repente, alejándome. No estaba ayudando.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Thea.

—¿Qué? —Violet se sonrojó—. Oh, um, sí. ¿Qué está pasando?

Thea se inclinó hacia adelante, luciendo casi tan incómoda como yo.

—No sé cómo preguntar esto, así que lo voy a decir. ¿Le dijiste a Bodie que Tristin
estaría en la fiesta el viernes por la noche?

Violet se pasó la larga cola de caballo por encima del hombro y empezó a pasar los
dedos por los extremos.

—¿Por qué? ¿Qué tiene que ver Bodie con todo?

—Tengo razones para creer que él estuvo detrás de todo lo que pasó.

Ella negó con la cabeza enfáticamente.

—Eso no es posible. No hay forma de que le hubieran permitido entrar, y


definitivamente no lo vi.

—Lo sé, pero creo que usó a la novia de uno de sus amigos para hacer el trabajo 304
sucio. —Thea le entregó su teléfono a Violet—. Su nombre es Marissa, pero todavía no
conozco el nombre de él. Solo encontramos su nombre de usuario de Instagram.

Violet miró la foto en la pantalla.

—Es Mark.

Aunque Thea claramente estaba tratando de mantener la calma, la vi inclinarse


hacia adelante aún más, su expresión esperanzada.

—Entonces, ¿lo conoces?

—Sí, pero sigo sin entender qué tiene que ver con Bodie y la fiesta.

Mientras Thea explicaba las piezas que había unido, mantuve mi atención en Violet.
Pasó de pasarse los dedos por el cabello a retorcerlo. Y se mantuvo lanzando su mirada
por la habitación, como si no pudiera soportar la idea de mantenerla en Thea. Estaba
nerviosa sobre, y sabía, algo. No había ninguna duda al respecto.
—Sé que nada de eso es una prueba, exactamente —dijo Thea—. Pero es lo único
que tiene sentido.

Violet se miró el regazo.

—Lo siento. No puedo involucrarme.

Vi a Thea abrir su boca para discutir, pero sacudí mi cabeza para detenerla. Ella
había hecho su parte; ahora era mi turno.

Después de que me contó sobre el equipo de fútbol juvenil con el que era voluntaria
Violet, doné de manera anónima el dinero suficiente para mantener todo el programa
con uniformes y equipo nuevo durante los próximos dos años.

Pensé que eso sería suficiente para reducir algo de esta culpa.

Pero no fue así. Debería haber sabido que tirar dinero a un problema nunca
funcionaría.

Y, ahora, entendía que solo quedaba una cosa por hacer. Ya no se trataba solo de
mi culpa. Se trataba de Tristin y su futuro, y finalmente, finalmente, de hacer las cosas
bien.
305
Ninguno de los dos lo creería en estos días, pero Tristin y Hayle eran mi vida.
Técnicamente, nuestro padre siempre había estado en la foto, pero tenía esta forma de
hacernos sentir como que estábamos por nuestra cuenta. Si su dinero e influencia no
arreglaban lo que estaba roto, olvídalo. No iba a escatimar tiempo ni atención.

Nuestras madres ausentes no habían mejorado exactamente la situación. Aunque


Hayle podría no admitirlo, incluso Lily era más una carga que una ayuda. Ella estaba
físicamente presente, pero el resto de ella existía en algún lugar sobre el arco iris.

Al final, Hayle, Tristin y yo solo habíamos podido contar el uno con el otro. Cometí
el mayor error de mi vida al escuchar a papá después del accidente. Al permitir que
Tristin cargara con la culpa por mí.

Conducir bajo la influencia del alcohol había sido un error, uno del que siempre me
arrepentiría. ¿Pero arrojar a Tristin debajo del autobús? Esa había sido una elección.

Nunca pude deshacer las consecuencias de esa elección. Todo lo que pude hacer fue
dar el primer paso hacia la expiación de mis muchos pecados.
La respuesta a todo esto había estado justo en frente de mí todo el tiempo, pero
había sido demasiado terco y estaba demasiado asustado para verla. El sermoneo de
Thea en el baño fue acertado. No he sido nada más que un egoísta cobarde por años.

Había llegado el momento de finalmente empezar a actuar como el hombre que


quería ser.

Y si eso significaba pagar por mis errores, que así sea.

Caminé hacia Violet y me arrodillé en el suelo frente a ella.

Se diera cuenta o no, mi posición era un símbolo. Me estaba poniendo a su merced


y podía mostrarme compasión o cortarme la cabeza.

—Es hora de que sepas la verdad.

—Leo —advirtió Thea, agregando un movimiento de cabeza por si acaso.

—No. —Esperaba que viera mi determinación, porque no había nadie que me


detuviera ahora—. Tengo que hacer esto.

—¿La verdad sobre qué? —preguntó Violet, su voz temblorosa. 306


Ignoré el repentino hormigueo en mis extremidades y concentré toda mi energía en
el objetivo final; limpiar el nombre de Tristin.

Porque eso era todo lo que importaba ahora. Demostrarle que lo cuidaba. Que su
sacrificio no fue un desperdicio. Que yo era el hermano mayor que se merecía.

—La verdad sobre tu accidente.


39
Thea
Contuve mi respiración y miré con una mezcla de horror y admiración mientras Leo
le decía la verdad a Violet. No había mucho en la historia, pero los segundos aún se
prolongaron mientras esperaba su reacción.

Cuando me había enfrentado a Leo por no tener valor, nunca había imaginado que
podría dar lugar a esto. Y, justo ahora, no sabía si palmearme en la espalda o cavar mi
propia tumba. Porque su franqueza se sentía tan bien, pero había muchas formas en las
que podía salir mal.

—Sé que no tengo derecho a pedirte nada —dijo Leo con seriedad, una vez que la
verdad salió oficialmente a la luz—. Pero esto no se trata de mí. Se trata de Tristin, quien
sacrificó dieciocho meses de su vida por mí. En ese entonces era inocente y ahora es
inocente. Y necesitamos tu ayuda para demostrarlo. 307
Los grandes ojos azules de Violet se llenaron de lágrimas.

—Ya ni siquiera sé qué pensar. Me sentí culpable de que Tristin fuera a la cárcel
antes... ¿Y ahora que sé que ni siquiera conducía el auto? —Colocó una mano sobre su
boca—. Me siento enferma.

—No tienes ninguna razón para sentirte culpable —dijo Leo, su voz quebrada—.
Toda la culpa es mía.

Violet se quitó las gafas para secarse las lágrimas que corrían por sus mejillas, y yo
me limité a observar, completamente indefensa.

Cuando finalmente logró controlar su llanto, volvió a ponerse sus lentes y me miró.

—¿De verdad crees que Bodie estuvo detrás de todo lo que pasó el viernes por la
noche?

—Si puedes confirmar que él sabía que se suponía que tú y Tristin se encontrarían
en la fiesta, entonces, sí.
Se mordió el labio inferior, mirándome a mí, a Leo y luego a mí.

—Sí, lo sabía. Estaba escuchando a escondidas cuando me llamaste para hablar


conmigo. Después, me confrontó. Estaba enojado, pero pensé que lo convencí de que
abandonara su venganza contra Tristin. Le supliqué.

Un sollozo brotó de su garganta.

»Nunca imaginé que haría algo como esto. Supongo que debería haberlo hecho. —
La mirada que le dio a Leo estaba teñida de desesperación—. Es solo que es mi hermano.
Quería creer que podía confiar en él. ¿Sabes?

Leo visiblemente tragó.

—Sí, sé exactamente lo que quieres decir.

—Además, estoy bastante segura de que vi a Mark en la fiesta. ¿Quizás fue él quien
drogó a la chica rubia?

Y ahí estaba la pieza que faltaba que había estado esperando. Mark, no Marissa,
había drogado a Hadley. Eso tenía mucho más sentido.
308
—Apuesto a que tienes razón —respondí, tratando de contener mi sonrisa de
victoria. Mi teoría estaba funcionando exactamente como esperaba. Incluso mejor.

—¿Qué harás ahora? —preguntó, preocupación en su tono.

—Voy a hablar con Marissa. Con suerte, será capaz de confirmar la participación
de su novio sin tener que acudir a la fuente.

No quería enfrentarme a Bodie ni a ninguno de sus matones a menos que fuera


absolutamente necesario. No me parecían del tipo que sea particularmente abierto o
servicial.

—Déjame ir contigo —ofreció Violet—. No somos amigas, pero me conoce y es


más probable que hable conmigo allí.

—¿Estás segura? En este momento, Bodie nunca tiene que enterarse de esta
conversación. Pero si vas a hablar conmigo con Marissa… —Dejé de hablar, sabiendo
que era lo suficientemente inteligente como para llenar los espacios en blanco.
—Se trata de asumir la responsabilidad de nuestras acciones, ¿verdad? —Se sentó
más derecha, con la boca en una línea sombría—. No llegué a asumir la responsabilidad
hace dos años, así que déjame ahora. Si mi hermano, de hecho, le tendió una trampa a
Tristin, merece ser atrapado.

—Gracias. —Leo, que todavía estaba arrodillado frente a Violet, tomó con cautela
una de sus manos, sosteniéndola entre las suyas—. Sé que las palabras nunca serán
suficientes, y no espero que me perdones. Pero quiero que sepas cuánto lo siento por lo
que hice y lo que te sucedió como resultado de mi imprudencia.

Las lágrimas brotaron de mis ojos junto con las lágrimas frescas en los de Violet.
Nunca había visto a Leo tan vulnerable, y la vergüenza que irradiaba de su voz rompió
mi corazón. Al final del día, había cometido un error. Uno grande, sí. Pero un error de
todos modos.

Y, en lugar de tener la oportunidad de pagar por ello, había visto a su hermano


menor hacerlo por él, agravando su culpa y vergüenza.

—Me gustaría decir que puedo perdonar y olvidar —dijo Violet entre sollozos.
Retiró la mano de la de él y desvió la mirada, mirando algo más allá de Leo—. Por
desgracia, no siempre es tan fácil. 309
Deslizó su mirada hacia él.

»Pero te prometo una cosa; no le diré a nadie lo que compartiste conmigo hoy. Eso
es entre tú y Tristin, y por lo que a mí me concierne, los tres estamos bien. Quiero ser
capaz de caminar alrededor del campus o ir a una fiesta o lo que sea y no estar
aterrorizada de cruzar accidentalmente miradas con uno de ustedes. ¿Si crees que eso es
posible?

Leo finalmente se levantó de su lugar en el suelo.

—No puedo hablar por mi hermano, pero haré todo lo posible para no ser incómodo
alrededor tuyo.

Soltó una carcajada.

—Sinceramente dudo que alguna vez te hayas sentido incómodo un día en tu vida.

La derrota que venía emanando de él desde que llegamos se fue.

—Sí, probablemente tengas razón en eso.


Moviéndome para ponerme de pie junto a él, me asomé a su lado.

—Siempre tan humilde.

Como si se hubiera olvidado de la hora, Violet se puso de pie y miró el reloj sobre
la repisa de la chimenea con pánico.

—Realmente necesitamos irnos. ¿Pueden esperar en el auto mientras subo por mi


bolso?

Estudié la empinada escalera que conducía al segundo nivel. ¿Su dormitorio estaba
ahí arriba? ¿Por qué su madre no había usado parte del dinero del acuerdo legal para
comprar una casa que fuera más accesible para Violet? Hacerla subir y bajar esas
escaleras era una mierda.

—Claro —respondió Leo, alcanzando mi mano—. Tómate tu tiempo.

Al salir por la puerta principal, miré por encima de mi hombro, haciendo una mueca
ante la vista de Violeta aferrándose a la barandilla mientras trataba de subir de prisa por
las escaleras. Quería decir algo, pero no tenía idea de cómo abordar el tema sin
ofenderla.
310
Pero cuando Leo entrelazó sus dedos con los míos, todos los pensamientos de
cualquier persona excepto él, huyeron. No podía creer que hubiera confesado. Y todavía
no estaba segura de que debería haberlo hecho.

Entonces, vislumbré su expresión y todas mis dudas se esfumaron. Se veía...


diferente. La máscara engreída que había usado estas últimas semanas se había ido,
reemplazada por algo mucho mejor. Tenía la cabeza inclinada hacia el cielo, una sonrisa
nostálgica jugando en sus labios. Y su andar era fácil. Sin prisas. Como si no tuviera
peso.

Mi león derrotado no se encontraba por ninguna parte, y ese conocimiento hizo que
mi corazón se disparara.

Cuando se detuvo junto a la puerta del pasajero de su Range Rover, me volví hacia
él, rodeando su cintura con mis brazos.

—Estoy tan jodidamente orgullosa de ti —dije contra su pecho, deleitándome con


la sensación de él. Era todo calidez para mí ahora, cuando antes había sido solo caliente.
Leo envolvió un brazo alrededor de mi cintura mientras serpenteaba el otro por mi
espalda para enredarse en mi cabello.

—Todo es por ti.

Levanté la cabeza, la suavidad de su mirada aguamarina me arrastró bajo su


hechizo. Tanta emoción brotó en mi pecho que no sabía qué hacer con eso.

Este Leo no solo se veía diferente, era diferente. Podía sentirlo en la sola forma en
la que me sostenía. La forma en que me miraba. La forma en que mi alma se acercó,
intentando conectarse con la suya.

Bajó la cabeza, su nariz rozando la mía.

»No me di cuenta de lo que me había estado perdiendo durante todos estos años...
hasta que entraste de nuevo en mi vida.

Luego, me besó.

No se parecía en nada a nuestro beso frenético anterior. Esta vez, Leo capturó mi
boca con una dulzura que hizo que mi corazón doliera tanto como mi cuerpo. Se tomó
su tiempo, explorando y saboreando. Adorando en lugar de seducir. 311
Pasó su lengua por la comisura de mis labios, sumergiéndose entre ellos. Mis rodillas
se debilitaron y agarré su camisa para evitar deslizarme hacia el pavimento. Como si
sintiera mi vulnerabilidad, masajeó la parte de atrás de mi cuello mientras
perezosamente enredaba su lengua con la mía.

Justo cuando mi cuerpo me urgió a acercarme para profundizar el beso, presionó su


boca contra la mía una vez más antes de soltarme.

De pie allí, mirándolo, mi pecho se agitó. No por el beso en sí, sino por las
emociones detrás de ello y la confusión que se impulsó en mí.

Leo no sabía nada sobre Tristin y yo. Demonios, ni siquiera yo sabía sobre Tristin
y yo. Realmente no. ¿Éramos algo ahora? ¿O simplemente había estado en el lugar
equivocado en el momento adecuado?

Había estado tan concentrada en demostrar su inocencia que no me había permitido


pensar en lo que significaba nuestra tarde juntos.

—¿Están listos?
Salté ante el sonido de la voz de Violet detrás de mí, y Leo me guiñó un ojo y dijo:

—Oh, estamos listos, todo bien.

***

El viaje de regreso a la mansión después de dejar a Violet más de una hora después
fue silencioso. Pero el silencio no fue tenso. De hecho, no podía recordar la última vez
que me sentí tan aliviada.

Marissa, la Delta había cantado como un canario, especialmente una vez que Violet
volvió su expresión más dulce y suplicante hacia la pelirroja. Al parecer, Mark había
fallado en hablar de su plan de drogar a Hadley. Marissa había pensado que simplemente
estaba involucrada en una trampa sexy para ponerme celosa. Es por eso que Kelsey se
había unido al plan también.

Resultó que Hadley también era una Delta, y una vez que Marissa se dio cuenta de
lo que había hecho su novio, lo dejó.

Quería estar molesta tanto con Marissa como con Kelsey, pero no era realmente su
culpa. Esto era todo sobre Bodie y Mark.
312
—Debería llamar a Tristin —dije finalmente.

—No. —El tono de Leo no dejó lugar a discusiones—. No lo quiero involucrado.


No hasta que haya sido declarado inocente oficialmente.

—¿Qué vamos a hacer?

Sacudió la cabeza.

—Oh, no. No hay más nosotros. Voy a tomarlo desde aquí.

Lo miré boquiabierta.

—Tienes que estar bromeando.

—De ningún modo. Ya has hecho más que suficiente y no te quiero cerca de Bodie
Jacobs.

—Leo…
—No te atrevas a decirme “Leo” —dijo con una sonrisa mientras me miraba—. Y
ese puchero no funcionará conmigo.

—No estoy haciendo pucheros.

No era del todo cierto, mi labio inferior sobresalía un poco más de lo habitual.

—En serio, Thea. Tú y Tristin deben permanecer fuera de esto.

Tomó mi mano, una vez más entrelazando nuestros dedos. Consideré resistirme,
pero estábamos como a treinta segundos de llegar a la casa. Entonces, ¿cuál era el punto?

»¿Está bien? —imploró más de lo que preguntó.

Suspiré profundamente.

—Bien. Pero es mejor que no hagas nada estúpido. No pasé por todo esto solo para
verte arrestado.

Leo aparcó en el camino de entrada antes de volverse hacia mí.

—Lo prometo. Lo último que quiero es estar encerrado lejos de ti cuando acabo de 313
recuperarte.

Abrí la boca para contarle sobre Tristin, el secreto era como una bomba de relojería
dentro de mí. Si no lo sacaba, iba a detonar en cualquier segundo.

Pero Lily eligió ese momento para golpear mi ventana, y me dejé caer en mi asiento.
Salvada por el golpe… o, posiblemente, ¿destruida por este?
40
Hayle
Amaba a mi madre. Realmente lo hacía.

Pero la mujer era demasiado pegajosa para sentirme cómodo. Si pasaba más de dos
o tres días sin visitarla, aparecía en la casa buscándome. Lo que nunca era algo bueno,
ya que papá tenía la tendencia a perder la cabeza en su presencia.

El hecho de que los dos alguna vez se casaron en primer lugar me desconcertaba por
completo. No tenían nada en común, y no en el buen sentido. Nadie que los viera juntos
pensaría: Qué linda pareja, con su severidad y su vivacidad. No, ellos pensarían: ¿Qué demonios
estaba fumando él cuando se casó con una mujer que claramente lo vuelve loco?

Pero, solo por esta vez, estaba tan feliz de que hubiera aparecido cuando lo hizo que
podía besarla. Si no tuviera ya un invernadero completo lleno de flores, saldría y le
compraría el ramo más grande que pudiera encontrar.
314
Había visto con fascinación como fastidió a Leo y Thea hasta que derramaron la
saga entera sobre Bodie y Hadley y otras personas cuyos nombres ya había olvidado.
Había algo acerca de mi madre que hacía imposible resistirse a ella. Había sido víctima
de esa cualidad toda mi vida, así que no era realmente tan sorprendente.

Lo que me había sorprendido era el dolor que había experimentado cuando me di


cuenta de que Leo y Thea no me habían incluido en su pequeña colaboración. ¿Pensaron
que no me importaría? ¿O que no era lo suficientemente inteligente para ayudar a
averiguar lo que pasó?

Ahora podía oír a Leo; Hayle es inteligente con los libros, pero no entiende a la gente. Es
mejor para hacer que la gente se sienta incómoda que para convertirlos en sus amigos.

Peor aún, me preocupaba que ni siquiera se les hubiera ocurrido incluirme.

Y eso me cabreó muchísimo. ¿Por qué debería importarme? Siempre había sido el
forastero entre mis hermanos. Incluso el hecho de que Tristin y Leo no hablaran durante
el último año y medio no había cambiado nada. Leo pasaba más tiempo conmigo,
seguro, pero no estábamos más cerca de lo que habíamos estado. No venía a mí con sus
problemas, y definitivamente nunca me pedía consejo.

Pero, esta vez, no le estaba dando opción.

Él tenía un plan, lo había visto en su expresión oscura, y yo estaba interviniendo.

Sabiendo que probablemente no me diría nada si se lo pidiera directamente, esperé


mi momento. Cambié la configuración de mi aplicación para que el sistema de alarma
de la casa me notificara cuando se abriera alguna de las puertas exteriores. Hasta ahora,
Thea había salido con sus materiales de dibujo, pero Leo todavía estaba en la casa.

Lo que significaba que yo también lo estaba. Esperando.

Terminé mi tarea de escritura para Introducción a la Filosofía que no debía entregar


hasta el final de la semana y terminé la lectura para una de mis clases de negocios. Ahora
que había roto con Kelsey, estaba aún más adelantado con mi trabajo escolar que de
costumbre. Lo que decía algo, ya que siempre iba por delante.

Escuché a Thea regresar adentro y estuve tentado de interceptarla. No habíamos


estado solos desde que se escapó de mí el sábado y solo quería hablar con ella. Estar
cerca de ella. En otras palabras, era bastante patético. Especialmente porque la había
315
empujado a los brazos de mis hermanos al declarar que no iba a pelear por ella.

¿Cuándo me había convertido en un cobarde? Oh, cierto, siempre había sido así.

Entonces, me quedé en el lugar, todavía esperando a que Leo hiciera su movimiento.

Pasó otra hora antes de que escuchara sus pasos en las escaleras. En lugar de darle
la oportunidad de salir por una de las puertas, salí silenciosamente por la puerta principal
y esperé junto a su SUV en la entrada.

No me vio hasta que ya estaba subiendo al asiento del pasajero.

—Voy contigo.

Su cabeza se echó hacia atrás.

—Santa mierda, Hayle. ¿Acechando?

—Cuando tengo que hacerlo.


—Solo voy a…

—Ahórratelo, Leo —lo interrumpí—. Sé que estás poniendo un final a toda esta
situación de Tristin esta noche. Y me estás llevando contigo.

Vi la incredulidad cruzar su rostro y quise reír. Siempre me subestimó. Todos lo


hacían.

—Bien. Pero no me culpes si te golpean.

—Entonces, ¿ese es el plan? —le pregunté mientras encendía el Range Rover y daba
la vuelta hacia la reja—. ¿Vas a golpear a todos los involucrados?

—En realidad, no. Ese no es el plan. —Me lanzó una sonrisa maliciosa—. Por otra
parte, si alguien más lanza el primer puñetazo, no me quedaré ahí y lo aceptaré.

—¿Cuál es el plan, entonces?

—Vamos a la taberna Backwoods, donde es casi seguro que Mark estará.

Oh, mierda. Definitivamente íbamos a terminar en una pelea. La taberna


Backwoods estaba fuera de los caminos habituales, lo que la hacía popular entre los 316
lugareños, uh, más rudos. Nunca había estado allí, pero había escuchado suficientes
historias para saber que no debía mostrar mi cara de “chico rico” allí.

—¿Cómo sabes que estará allí?

—Cierta chica de la hermandad me pasó su número —dijo con una sonrisa—. Y yo


podría haberle hablado bonito para que me dijera dónde hallar a su ex novio.
Aparentemente, nunca se pierde la promoción de las alitas de pollo a mitad de precio
los lunes por la noche.

La ira me atravesó con sus palabras.

—¿Qué pensaría Thea de que te envíes mensajes de texto con otra chica?

Algo había sucedido entre ellos. Después de la forma en que se miraban el uno al
otro antes, estaba casi seguro de ello.

—Creo que me aplaudiría por obtener la información que necesitaba para terminar
lo que ella empezó.
—No te metas con ella. Si no puedes resistirte a todo un campus lleno de chicas de
hermandades, mucho menos a una, entonces debes mantenerte alejado de Thea.

Leo lanzó una mirada en mi dirección.

—¿Desde cuándo eres su caballero de brillante armadura? —Se rio de repente,


haciéndome saltar—. Oh. Ahora lo entiendo.

—¿Entender qué?

—Por qué rompiste con Kelsey. Supuse que finalmente te diste cuenta de que ella
es jodidamente molesta. Pero no es eso, ¿verdad?

Apreté los dientes para evitar arremeter. Sabía que no debía mostrar siquiera un
centímetro a la defensiva en torno a mi hermano. Él iba a abalanzarse sobre ello y nunca
lo dejaría.

—Simplemente pienso que Thea merece alguien mejor que tú jodiendo con ella.

Preparado para una de sus típicas respuestas poco serias, me sorprendió cuando dijo:

—Estoy de acuerdo. 317


—Lo estás.

Era una declaración más que una pregunta, pero en realidad eran ambas cosas.

—Sí. No quiero joderlo con Thea.

La esperanza se encendió.

—¿Eso significa que la vas a dejar en paz?

—Joder, no. —Entró en un lugar de estacionamiento de la taberna Backwoods y


abrió la puerta—. Significa que voy a hacerla mía.

Salió de la camioneta antes de que pudiera responder, pero eso no evitó que mi
pecho ardiera de celos. Porque era Leo Sharpe de quien estábamos hablando. Podía
tener a cualquier chica que quisiera, y si había puesto su mirada en Thea, oficialmente
se había terminado. La tendría en una semana.
No hablamos mientras pasamos por delante de una línea de motocicletas y entramos
en el sucio bar. Tal vez era solo mi paranoia, pero inmediatamente sentí docenas de ojos
sobre nosotros cuando Leo se abrió camino hacia la parte de atrás, donde cinco chicos
estaban agrupados alrededor de dos mesas de billar. Afortunadamente, ninguno de ellos
era Bodie Jacobs.

—Oye, Mark —dijo Leo casualmente.

Como no sabía cómo era este tipo Mark, tuve que esperar a que un tipo con cabello
castaño medio girara. Él también tenía una constitución mediana, aunque fácilmente
pesaba más de quince kilos que yo. Por no hablar de los otros cuatro tipos que ahora nos
miraban enojados.

Esperaba que Leo supiera lo que estaba haciendo.

Mark dio un paso adelante.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí, Sharpe?

Leo se encogió de hombros.

—Solo pensé en decirte que sé lo que hiciste el fin de semana pasado. 318
Nunca me había contado su plan, si es que incluso tenía uno, así que secretamente
saqué mi teléfono de mi bolsillo y presioné “grabar”. Nadie me prestaba atención cuando
Leo estaba alrededor, de todos modos.

Mark se echó a reír, aunque podría jurar que vi sus ojos moverse y apretar los puños.

—¿Es eso cierto? Debería estar alagado de que estés obsesionado conmigo,
probablemente, pero no me gustan los hombres.

—Nunca pensé que lo hicieras, ya que fuiste tú quien drogó a Hadley. ¿Qué mierda,
hombre? ¿Crees que la violación en una cita está bien? —Leo levantó la voz en las
últimas palabras, atrayendo la atención de varias mesas de hombres y algunas mujeres
cercanas.

Reprimí una sonrisa. Quizás también lo había subestimado. Estaba presionando a


Mark, tratando de que admitiera que Bodie estaba detrás de todo. Y estaba usando la
versión escoria de presión de grupo para hacerlo.
Dada la mirada de pánico que cruzó el rostro de Mark, estaba bastante seguro de
que estaba funcionando. Incluso los otros cuatro chicos con los que Mark estaba, estaban
susurrando entre ellos, luciendo disgustados en lugar de listos para golpearnos.

—No sé de qué estás hablando. Tu hermano es el que fue encontrado en el


dormitorio con ella.

Decidiendo que había permanecido invisible el tiempo suficiente, crucé mis brazos
sobre mi pecho, sabiendo que la acción solo serviría lo suficiente para hacerme más
intimidante.

—Oh, ¿sí? Entonces, ¿por qué Hadley le dijo a la policía que el novio de su hermana
de hermandad fue el que le echó algo a su bebida? —Era una invención absoluta, pero
también parecía como una razonablemente creíble.

Mark negó con la cabeza.

—Eso es una mierda. Ella no puede recordar lo que pasó, así que no hay forma de
que dijera eso.

—¿Estás seguro de eso? —me burlé—. ¿De qué otra manera sabríamos que teníamos
que venir a buscarte? Admítelo. La drogaste, y si hubieras tenido la oportunidad, la
319
habrías violado.

—De ninguna manera. —Retrocedió unos pasos y su rostro se puso pálido—. No


soy un jodido violador.

—No es lo que me parece —respondió Leo con frialdad. Hizo un espectáculo de


mirar alrededor a la gente que claramente estaba escuchando a escondidas—. ¿Qué
piensan de este idiota drogando a una universitaria?

Mark veía salvajemente hacia atrás y adelante entre los espectadores y Leo.

—Por favor, detente.

—Entonces dinos la verdad.

Visiblemente tragó y bajó su cabeza.

—No iba a hacer nada con ella. Solo puse el GHB en su bebida. Eso es todo.

—¿Por qué mierda harías eso si no tuvieras un motivo oculto?


—Porque él quería que Tristin perdiera todo, esta vez.

Te atrapé, bastardo.

—¿Él? —urgí.

—Bodie. Todo fue idea de Bodie. —Levantó los brazos como si se rindiera—. Lo
juro.

—¿Y el GHB? ¿Dónde lo conseguiste?

—Bodie lo consiguió. No sé cómo.

Leo dio un paso hacia él, usando su altura y volumen para amenazar más que sus
palabras.

—Ahora, quiero que me prometas, aquí mismo, frente a todos tus amigos, que irás
a la estación de policía a primera hora de la mañana y arreglarás este lío.

Mark negó con la cabeza.

—No puedo. Si me acusan de un delito grave, perderé mi trabajo. 320


—Deberías haberlo pensado antes de violar la ley.

Leo comenzó a alejarse, con una sonrisa inesperada en su rostro. Antes de que
pudiera averiguar qué estaba pasando, se dio la vuelta y golpeó a Mark en su cara de
sorpresa.

»Eso es por ir tras Tristin —dijo, inclinándose sobre el cuerpo ahora inclinado de
Mark—. Y ni siquiera quieres saber lo que va a ocurrir si vas tras un Sharpe de nuevo.

A continuación, se dirigió hacia mí y lanzó un brazo alrededor de mi hombro.

—Vamos, hermano. Salgamos de aquí antes de que me arresten.

—¿Qué sucedió con esperar a que alguien más lanzara el primer puñetazo?

Se rio, lleno de buen humor.

—Cambié de opinión.
41
Thea
La cama se movió debajo de mí, despertándome sorprendida y me levanté de golpe.

—¿Qué demonios?

—Está bien —respondió una voz profunda desde quizás unos treinta centímetros de
distancia—. Soy solo yo.

Sostuve una mano en mi corazón acelerado.

—¿Tristin?

—¿Esperando a alguien más?

—No, pero tampoco te esperaba a ti. —Me estiré para alcanzar la lámpara al otro
321
lado de la cama. La habitación ahora iluminada, podía verlo claramente encaramado en
el borde de mi cama, luciendo un poco demasiado cómodo considerando mi estado
aturdido—. ¿Qué está pasando?

Leo me hizo prometer que no le diría a Tristin nada de lo que habíamos descubierto
hoy, así que dudaba que su presencia tuviera algo que ver con Mark o Bodie.

—No has pasado por el barco para verme.

Miré el reloj en mi tocador. Eran solo unos pocos minutos después de la


medianoche.

—¿Y tuviste que venir aquí, ahora, para molestarme?

Su boca se movió tentadoramente, y tomó todo en mí para no inclinarme hacia


adelante y rozar mis labios sobre los suyos.

—Talvez quería verte.


Mi corazón aún acelerado tartamudeó hasta detenerse antes de tomar velocidad de
nuevo. Enfrentó la mansión, que había estado evitando durante días, para verme. Quería
creer que significaba algo, pero él no necesitaba saberlo. Puede que le haya entregado
mi cuerpo a él, pero todavía estaba sosteniéndome a mi alma.

—En otras palabras, todavía estás esperando que te chupe el pene.

Sus ojos brillaron con picardía mientras se deslizaban por mi cuello hasta donde mis
pezones estaban duros debajo de mi delgada camiseta sin mangas.

—Ahí vas, ofreciendo de nuevo…

Le di una palmada en el bíceps.

—No estoy haciendo tal cosa. No puedes simplemente aparecer en el dormitorio de


una chica, asustarla y luego esperar favores sexuales.

Se quitó los zapatos con los pies y empujó las mantas, deslizándose en la cama junto
a mí.

—Podría darte el favor, si lo prefieres.


322
Mi piel ardió, los recuerdos de hace dos días tan frescos, podría jurar que todavía lo
sentía dentro de mí. Pero no sucumbiría tan fácilmente. Quería que trabajara por ello
esta vez. Quizás eso me convertía en una perra, pero oh, bueno.

—Estoy bastante segura de que no te invité a mi cama.

—¿No? —Se encogió de hombros—. Supuse que era una invitación implícita.

Mientras se acurrucaba en la almohada y me miraba, mi resolución vaciló. Estaba


tan cerca y mi cuerpo lo deseaba. Debió haberse duchado recientemente, porque podía
oler cualquier jabón varonil que usaba flotando de él, mezclándolo con el aroma de mi
propia loción afrutada.

Y ahí fue cuando me di cuenta; era la primera vez que tenía un chico en mi cama.
Había tenido un montón de revolcones en la parte trasera de una camioneta, pero
ninguno que incluso se hubiera extendido toda la noche.

Esto era nuevo, y odié lo mucho que lo amaba. Cuanto amaba que él estuviera aquí.
Alcanzando la mesa del extremo, presioné el interruptor de la lámpara, bañando la
habitación en la oscuridad una vez más.

—Entonces, ¿qué tipo de favor vamos…?

Ni siquiera tuve que terminar la frase, porque Tristin me atrapó alrededor de la


cintura y tiró de mí hacia abajo en la cama hasta que se cernió sobre mí.

—¿Por qué no te lo muestro? —dijo contra mi cuello mientras dejaba besos a lo largo
de mi hombro desnudo y sobre mi clavícula.

Todo lo que hice fue asentir y cerrar los ojos con un suspiro, más que feliz de dejar
que él tomara el control.

***

Sonreí a través de toda mi maldita ducha a la mañana siguiente, que era tal vez cinco
horas después de que Tristin y yo finalmente nos hubiéramos quedado dormidos. El
hombre se estaba volviendo insaciable. Después de su larga pausa de sexo, sin embargo,
lo entendía. Y definitivamente me estaba beneficiando de ello.

Lo único que le restaba valor a mi felicidad poscoital era el secreto entre nosotros. 323
Merecía a saber quién montó todo el asunto contra él. Si Leo no ideaba un plan para
limpiar oficialmente el nombre de Tristin, y rápido, no estaba segura de poder guardar
la información para mí por mucho más tiempo. Especialmente si Tristin insistía en
aparecer en mi habitación a altas horas de la noche.

Al encontrarlo todavía dormido en mi cama, me vestí en silencio, recogí mis libros


de texto y salí a hurtadillas de la habitación. Dado que no iría a clase en el futuro
próximo, no había ninguna razón para que lo despertara… a pesar de que me había
despertado anoche.

Valió tanto la pena.

Abajo, estaba en medio de servirme un vaso de jugo de naranja cuando sonó el


timbre de la puerta principal.

—Yo abro —gritó Hayle desde otra habitación.

Suponiendo que era una entrega para él, me puse manos a la obra en una rebanada
de frittata de espinaca y queso feta que Susan había horneado esta mañana y una taza
de trozos de piña fresca. Sus desayunos hacían que me dieran ganas de levantarme por
la mañana, sin embargo, necesitaba volver a montar mi bicicleta todos los días si quería
que mi ropa nueva me siguiera quedando en un mes.

Al oír el sonido de voces masculinas desconocidas, abandoné los últimos bocados


de frittata e hice mi camino a la sala. Hayle y Leo estaban parados en la entrada, frente
a dos policías uniformados.

¿Leo los había llamado para entregar la información que habíamos reunido sobre la
fiesta? Como que dudaba eso. No era como si él elegiría un método tan mundano para
poner fin a toda esta cosa.

—Necesitamos hablar con Tristin también —dijo uno de los oficiales.

—No ha estado en casa en días —respondió Hayle—. Aunque puedo intentar


llamarlo.

Tristin apareció de repente en las escaleras, con el pelo revuelto y con la ropa que
había permanecido toda la noche en el suelo de mi dormitorio.

—No hay necesidad. Estoy aquí.

Ignorando la sorpresa en el rostro de Leo ante la aparición de Tristin, caminé hacia 324
el grupo, la inquietud hizo que mi estómago se revolviera.

—¿Qué está pasando?

El oficial que había estado hablando me saludó con la cabeza antes de volver su
atención a los hermanos.

—Necesitamos que ustedes vayan a la estación para ser interrogados.

—¿Puedes al menos decirnos de qué se trata esto? —preguntó Hayle con calma.

—Esta mañana temprano, Bodie Jacobs tuvo un accidente automovilístico y


actualmente se está recuperando en el hospital. Parece que alguien aflojó las tuercas de
dos de sus neumáticos.

El silencio descendió mientras Leo y Hayle se miraron el uno al otro, y yo no podía


decir si era sorpresa o preocupación lo que pasó entre ellos.

Tristin, sin embargo, no reaccionó visiblemente, su expresión pétrea.


—¿Qué tiene eso que ver con nosotros?

—Por lo que sabemos, ustedes tres tienen una venganza contra el Sr. Jacobs.

Soltó una carcajada.

—Entonces, lo entiendes mal. Bodie es el que tiene una venganza contra mí.

—¿Incluso después del enfrentamiento de sus hermanos con los amigos del Sr.
Jacobs en la taberna Backwoods anoche?

La espalda de Tristin se tensó, haciéndolo pararse incluso más erguido de lo


habitual. Podía darme cuenta que quería mirar a sus hermanos, pero mantuvo su
atención entrenada en los oficiales.

—No tengo idea de lo que está hablando.

Leo avanzó, con una expresión de pura determinación en su rostro.

—Tristin no tuvo nada que ver con lo que le pasó a Bodie.

—¿Y cómo lo sabes? —replicó el oficial. 325


Sintiendo que Leo estaba a punto de hacer algo estúpido, como asumir la culpa por
su hermano, lo interrumpí.

—Él tiene razón. Tristin no pudo haber estado involucrado. —Me obligué a no
mirar a nadie más que al hombre uniformado con el que estaba hablando—. Él estuvo
conmigo toda la noche.

El oficial me miró con los ojos entrecerrados.

—Tendrás que ir a la estación también, entonces, para hacer una declaración oficial
para ese efecto.

Asentí con la cabeza, mi mente divagando mientras se hacían los arreglos para que
Leo nos llevara a los cuatro a la estación con los oficiales siguiéndonos.

No era que yo estuviera avergonzada de haber tenido sexo con Tristin. Los dos
éramos solteros y, a pesar de la insistencia de Leo en lo contrario, no estábamos ni
remotamente relacionados.
Entonces, ¿por qué de repente me sentía tan culpable?

Cuando la expresión herida de Leo se encontró con la mía, me admití lo ridícula


que era la pregunta. Sabía exactamente por qué me sentía culpable, y tenía todo que ver
con el nuevo hombre valiente que estaba frente a mí.

—Supongo que elegiste a Tristin.

Lo miré, buscando las palabras para hacerle entender que no fue una elección
consciente. Que solo sucedió.

Pero no había manera de explicarlo. No justo ahora.

Por lo tanto, dije la única cosa que podía pensar.

—Lo siento.

Fin del primer libro


326
Próximo libro

Regresé a Moss Harbor, decidida a encontrar respuestas


sobre la muerte de mi madre. Pero todo lo que logré descubrir
son tres almas solitarias que llaman a la mía.

En solo un mes, Leo, Hayle y Tristin Sharpe se han metido


en mi corazón, recordándome lo que me he estado perdiendo.
Los quiero de vuelta en mi vida para siempre, pero debería haber
sabido que mantener una amistad con tres hermanos tentadores
nunca podría ser sencillo.

Leo tiene la intención de cortejarme, Hayle sigue atrayéndome con su apoyo


silencioso y Tristin está haciendo todo lo posible para alejarme. Mientras tanto, su 327
padre acecha detrás de escena, manipulándonos a todos.

No quiero jugar en la mano de Vincent, pero estoy empezando a darme cuenta de


que puede ser la única forma de permanecer en el juego.

Lonely Souls #2
Sobre la autora

Autumn es un ratón de biblioteca de toda la vida con una predilección por el


sarcasmo. Le encantan los días nublados, los perros esponjosos y asesinar suculentas.
Cuando no está dando vida a sus sueños en la página, se la puede encontrar detrás del
objetivo de una cámara digital o haciendo maratones de Veronica Mars.
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