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La soldadura eléctrica
Hemos dejado esta variedad para el final, porque es una de las más prácticas y habituales. Es la
más utilizada en los últimos tiempos.
También se la conoce como soldadura de resistencia. Genera calor mediante un
procedimiento termoeléctrico. La corriente eléctrica pasa a través de las piezas que se desean
ensamblar y las calienta hasta que terminan juntándolas. Cuando apartamos el foco de
electricidad, las piezas se enfrían, solidificándose y quedando fusionadas.
Ventajas de la electricidad
Los equipos que suelen utilizarse para esta soldadura se pueden encontrar en cualquier lugar,
puesto que son muy habituales. Los podemos comprar en ferreterías o grandes superficies
comerciales. Además, suelen tener un precio más económico que los aparatos que se utilizan para
otro tipo de soldaduras.
Esta técnica de soldar es muy fácil de utilizar frente a otras, como la de gas o forjado. No genera
ninguna llama y se puede emplear, tanto en espacios cerrados como en abiertos. Además, los
resultados son óptimos y resistentes, con una durabilidad comprobada.
Las soldaduras se hacen a gran velocidad, sobre todo en chapas finas de acero. Esto reduce el
tiempo empleado y minimiza los costes. Tampoco es necesaria una preparación anterior de los
bordes, como sí ocurre con otros procedimientos.
Tipos de soldadura eléctrica
La soldadura es todo un terreno amplio y fascinante, si te sumerges en él y pretendes llevar a
cabo esta práctica de manera especializada y profesional. Hay una gran variedad que se refleja
también en la soldadura eléctrica, de la cual derivan otros tipos, como la soldadura eléctrica por
resistencia, de estaño, de electrodos o de arco sumergido.
Cada una de estas especialidades tiene un soldador específico con el
que se realiza la soldadura: de electrodos, eléctrico de estaño, por
resistencia, de arco sumergido o de arco con electrodo. Los acabados
que dejan este tipo de soldadores son muy buenos y estéticos, ya que
actúan con una gran precisión.
Cómo se realiza una soldadura eléctrica
Te vamos a ofrecer una serie de consejos si decides soldar con un soldador
eléctrico. Estas pautas te ayudarán para que tu trabajo quede perfecto.
Elige el soldador eléctrico adecuado, según el tipo de material que vayas a unir.
Esto es fundamental para que la pieza quede bien. Enciende la máquina y fíjate
bien en sus características y en el lugar donde se sitúa la rueda donde se regula el
electrodo.
Para la soldadura, hay que mantener la altura correcta, unos dos o tres milímetros
como máximo sobre el material que queremos soldar. Eso lo irás viendo, a medida
que comiences el proceso. Recuerda que la práctica hace al maestro.
Utiliza siempre una pantalla para la soldadura. No es que sea necesaria, es imprescindible. De
esta forma, verás cómo estás realizando el trabajo sin que dañes tus ojos. Si eres un principiante,
es obligado que te la pongas, independientemente del tipo de soldadura que estés haciendo.
Al principio, procura siempre mantener una corriente no demasiado alta, por lo menos hasta que
te habitúes a la pieza y a lo que quieres hacer. Por otro lado, tampoco debe ser demasiado baja.
Una velocidad de desplazamiento muy lenta o muy rápida conlleva también errores que afectarán
al diseño del acabo.
Los consejos anteriores te serán muy útiles siempre que vayas a realizar cualquier soldadura. Ten
siempre en cuenta que debes ser muy cuidadoso. Aleja tus manos o cualquier otra parte de tu
cuerpo para evitar la abrasión. Si lo ves conveniente, realiza una prueba en alguna superficie
antes de realizar el trabajo. Así te habituarán al soldador y realizarás el trabajo con mayor
precisión. Ponte manos a la obra y disfruta de la soldadura.