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Soldadura eléctrica: qué es y cómo puedes trabajarla

La soldadura es un proceso de fabricación que te permite unir dos o más


materiales para ensamblarlos. Para ello, se utilizan metales o plásticos que son
fundidos con el calor y sirven de masa de unión que, cuando se enfría, fija a la
perfección cualquier objeto a otro. La soldadura eléctrica es una de las más
comunes y fáciles de utilizar, pero antes de explicarte para qué sirve y cómo
funciona, debemos hacer un repaso a los distintos tipos de soldadura.
Hay muchos tipos y métodos. Cada uno de ellos se realiza con un equipo especial.
Es un mundo apasionante y extenso, donde se abre un inmenso abanico de
posibilidades. Si quieres aprender más sobre esta profesión, ahora
puedes aprender a soldar con nuestro curso especializado. Pero por ahora, te
contamos los tipos de soldaduras que se aplican y para qué sirven. ¡Empecemos!
Índice de contenidos
Tipos de soldaduras y para qué sirven
La soldadura eléctrica
Ventajas de la electricidad
Tipos de soldadura eléctrica
Cómo se realiza una soldadura eléctrica
Tipos de soldaduras y para qué sirven
A continuación, te exponemos los tipos de soldadura más importantes y sus
respectivos usos:
En la soldadura por gas, también llamada oxiacetilénica, se procede a la
combustión del acetileno. Con ello generamos una llama, que puede llegar a
alcanzar más de 3000 grados. Es uno de los tipos más baratos y comunes. Es
perfecta para la unión de tuberías de plomo.
Otro método es la soldadura por arco, con la que podemos soldar un metal
fundiéndolo mediante el empleo de un diferencial de potencia en una corriente
eléctrica. Con esto conseguimos ionizar el aire y transportar los electrones a través
de los electrodos. Se generan temperaturas que alcanzan los 4000 grados. Hay
muchos tipos de soldadura por arco, como la soldadura MIG, el flujo tubular o el
arco blindado de metal, pero todos se caracterizan por su bajo coste.
Las soldaduras en estado sólido son una variedad diferente a las dos
anteriores. Su peculiaridad es que se unen dos materiales mediante la
presión, que es un potente generador de calor. La presión y vibración
que se ejercen, provocan que los átomos de ambos materiales se
terminen mezclando. Resulta ser muy segura y es utilizada con
materiales que son particularmente difíciles de ensamblar. Muy versátil
y bastante rápida, reduce los costes y abarata el proceso.
La soldadura de forja es la más tradicional y antigua. Es la que siempre se ha venido utilizando,
sobre todo en época antigua. Ha sido la práctica utilizada por los herreros de antaño y se realizaba
calentando las dos piezas que se querían unir y martilleándolas juntas. Hoy en día, es la menos
práctica y las nuevas tecnologías en el desarrollo de la soldadura la han sustituido.

La soldadura eléctrica
Hemos dejado esta variedad para el final, porque es una de las más prácticas y habituales. Es la
más utilizada en los últimos tiempos.
También se la conoce como soldadura de resistencia. Genera calor mediante un
procedimiento termoeléctrico. La corriente eléctrica pasa a través de las piezas que se desean
ensamblar y las calienta hasta que terminan juntándolas. Cuando apartamos el foco de
electricidad, las piezas se enfrían, solidificándose y quedando fusionadas.
Ventajas de la electricidad
Los equipos que suelen utilizarse para esta soldadura se pueden encontrar en cualquier lugar,
puesto que son muy habituales. Los podemos comprar en ferreterías o grandes superficies
comerciales. Además, suelen tener un precio más económico que los aparatos que se utilizan para
otro tipo de soldaduras.
Esta técnica de soldar es muy fácil de utilizar frente a otras, como la de gas o forjado. No genera
ninguna llama y se puede emplear, tanto en espacios cerrados como en abiertos. Además, los
resultados son óptimos y resistentes, con una durabilidad comprobada.
Las soldaduras se hacen a gran velocidad, sobre todo en chapas finas de acero. Esto reduce el
tiempo empleado y minimiza los costes. Tampoco es necesaria una preparación anterior de los
bordes, como sí ocurre con otros procedimientos.
Tipos de soldadura eléctrica
La soldadura es todo un terreno amplio y fascinante, si te sumerges en él y pretendes llevar a
cabo esta práctica de manera especializada y profesional. Hay una gran variedad que se refleja
también en la soldadura eléctrica, de la cual derivan otros tipos, como la soldadura eléctrica por
resistencia, de estaño, de electrodos o de arco sumergido.
Cada una de estas especialidades tiene un soldador específico con el
que se realiza la soldadura: de electrodos, eléctrico de estaño, por
resistencia, de arco sumergido o de arco con electrodo. Los acabados
que dejan este tipo de soldadores son muy buenos y estéticos, ya que
actúan con una gran precisión.
Cómo se realiza una soldadura eléctrica
Te vamos a ofrecer una serie de consejos si decides soldar con un soldador
eléctrico. Estas pautas te ayudarán para que tu trabajo quede perfecto.
Elige el soldador eléctrico adecuado, según el tipo de material que vayas a unir.
Esto es fundamental para que la pieza quede bien. Enciende la máquina y fíjate
bien en sus características y en el lugar donde se sitúa la rueda donde se regula el
electrodo.
Para la soldadura, hay que mantener la altura correcta, unos dos o tres milímetros
como máximo sobre el material que queremos soldar. Eso lo irás viendo, a medida
que comiences el proceso. Recuerda que la práctica hace al maestro.
Utiliza siempre una pantalla para la soldadura. No es que sea necesaria, es imprescindible. De
esta forma, verás cómo estás realizando el trabajo sin que dañes tus ojos. Si eres un principiante,
es obligado que te la pongas, independientemente del tipo de soldadura que estés haciendo.
Al principio, procura siempre mantener una corriente no demasiado alta, por lo menos hasta que
te habitúes a la pieza y a lo que quieres hacer. Por otro lado, tampoco debe ser demasiado baja.
Una velocidad de desplazamiento muy lenta o muy rápida conlleva también errores que afectarán
al diseño del acabo.
Los consejos anteriores te serán muy útiles siempre que vayas a realizar cualquier soldadura. Ten
siempre en cuenta que debes ser muy cuidadoso. Aleja tus manos o cualquier otra parte de tu
cuerpo para evitar la abrasión. Si lo ves conveniente, realiza una prueba en alguna superficie
antes de realizar el trabajo. Así te habituarán al soldador y realizarás el trabajo con mayor
precisión. Ponte manos a la obra y disfruta de la soldadura.

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