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Actividad 3

Agustin Lungarella

Primer empresa recuperada: FaSinPat

FaSinPat, acrónimo de Fábrica Sin Patrones, es una fábrica de baldosas de cerámica ubicada en la
ciudad de Neuquén, Argentina. Desde comienzos del año 2002 se encuentra bajo el control de sus
trabajadores luego del cierre de su antecesora Cerámica Zanón, quebrada a finales de 2001. Es una
de las fábricas más destacadas del movimiento de empresas recuperadas de Argentina. Luego de
una década de funcionamiento bajo control obrero, la cooperativa de trabajo asociado se
encuentra nuevamente al borde de la quiebra.

Sus inicios: Cerámica Zanón

La fábrica, anteriormente conocida como Zanon, fue abierta en el año 1979 por el empresario
italiano Luigi Zanon, también fundador del Italpark de Buenos Aires.1 La empresa se instaló en
Neuquén atraída por el régimen de promoción industrial y por su ubicación estratégica para
realizar exportaciones a través de los puertos chilenos.

La empresa se destacó por su línea de producción de porcelanato, un cerámico con estilo y de alta
resistencia.

Crisis de 2001 y Control obrero de 2002

En plena crisis económica, la empresa dejó de pagar los servicios y a los proveedores. Ante la
amenaza de un inminente cierre de la fábrica, el día 3 de octubre los trabajadores decidieron
tomar la planta impidiendo el ingreso de los gerentes, como un intento desesperado por conservar
su fuente de trabajo. La Justicia ordenó en ocho oportunidades el desalojo para que los síndicos
del concurso de acreedores pudieran realizar un inventario de bienes, pero los trabajadores
resistieron la medida.

En noviembre de 2001, Zanon comunicó oficialmente el cierre de la planta y el despido de sus 380
empleados. Poco después, la jueza en lo laboral de Neuquén, Elizabeth Rivero de Taiana,
declaraba que la empresa había realizado un lock out patronal, dando la razón a una presentación
judicial impulsada por el gremio de los ceramistas contra Zanon. Además la justicia determinó la
incautación del 40 por ciento del stock para pagar salarios.

Al principio de la toma no hubo resistencia por parte de Luigi Zanon. Sin embargo, en enero de
2002, el gobierno nacional abandonó la paridad 1 a 1 entre el peso argentino y el dólar
norteamericano, decretando además la «pesificación» de todas las deudas, es decir, la conversión
de los pasivos en dólares a pesos al tipo de cambio oficial. Como resultado de este cambio en el
ambiente económico, la ex Zanon (rebautizada FaSinPat) volvía a ser un negocio rentable, por lo
que Luigi Zanon intentó reclamar la propiedad de la fábrica.
El proyecto de reactivación presentado por Zanon contemplaba la utilización del 10 % de la
capacidad instalada y el empleo de 62 operarios. La productividad y los demás puestos de empleo
se irían recuperando gradualmente, pero la oferta fue rechazada por el gremio de los ceramistas.

Mientras se resolvía el conflicto judicial los operarios comenzaron a preparar la reactivación de la


planta, que se puso nuevamente en funcionamiento en marzo de 2002.

Inicialmente la mercadería era vendida directamente en la puerta de la fábrica, pero con el tiempo
los trabajadores fueron organizando una red de distribución que les permitió llegar a distintas
ciudades del norte de la Patagonia y de la provincia de La Pampa, o a los principales centros de
consumo interno como Rosario, Córdoba o Buenos Aires.

El 8 de abril de 2003 la Gendarmería intentó por última vez el desalojo de los trabajadores, sin
embargo, el fuerte apoyo de otros grupos sociales, sindicales, educativos y eclesiásticos, disuadió a
las autoridades para suspender el operativo.

Económicamente FaSinPat ha sido un éxito. Durante los cuatro años de operaciones, han sido
contratados más de 170 nuevos trabajadores, llegando a un total de 410 para abril de 2005.
FaSinPat ha cultivado las relaciones con su comunidad adyacente. Al principio, la fábrica
recuperada donó baldosas a los centros comunitarios y al hospital y organizó actividades
culturales.

En 2005, FaSinPat votó a favor de construir una clínica de salud comunitaria en barrio pobre de
Nueva España. Los habitantes de Nueva España habían estado reclamando una clínica al gobierno
provincial desde hacía dos décadas; FaSinPat la construyó en tres meses. El apoyo de la comunidad
fue muy importante para proteger a la fábrica de las amenazas a las que fue sometida.

Durante, los siguientes años, mientras el consumo interno se incrementaba, de la mano de la


expansión económica, La fábrica aumentó la producción y las acciones comunitarias, pero la
paulatina reducción del crecimiento económico, ocurrida a partir de 2011, se reiniciaron los
problemas. La empresa comenzó a presentar dificultades de financiación derivados del atraso
tecnológico y de los primeros aumentos tarifarios de los servicios que les encarecieron los costos.
Igualmente la situación financiera nunca se saneó totalmente, a modo de ejemplo en 2009, cerró
su ejercicio contable con un pasivo superior a los 4 millones de pesos. Precisamente en agosto de
ese año, se aprobó la Ley de la provincia de Neuquén 2656 de expropiación de la fábrica. El
proyecto aprobado reconoce a Fasinpat como encargada de administrar legalmente la fábrica y el
pago a los acreedores del la vieja empresa Zanón; pero, recién tres años más tarde, el gobernador
Jorge Sapag firmó el decreto que autorizó los fondos para el pago del monto expropiatorio de 23
millones de pesos.

El problema se fue acrecentando y en el año 2014, la fábrica atravesaba otra grave crisis porque
producía al 20% de su capacidad instalada, debido básicamente, a la obsolescencia de la
maquinaria que se descomponían constantemente, a lo que se le sumaba las dificultades para
conseguir los repuestos para su reparación. En este contexto, salieron a pedirle a la Provincia de
Neuquén un préstamo por $10 millones para reparar los equipos y sostener de este modo unos
450 puestos de trabajo que en ese momento poseía. Con los tarifazos ocurridos a partir del 2016,
FaSinPat comenzó a recibir elevadas facturas de luz y gas que la fábrica se vio impedida de pagar,
aumentando la deuda y comenzó nuevamente la amenaza de remate.

En el año 2019 existe la posibilidad cierta de que la justicia procederá al remate. En ese marco, el
Sindicato Ceramista de Neuquén (SOECN) realizó encuentros con sectores de la comunidad
neuquina para informar sobre la situación productiva, económica y judicial. El comienzo de la
solución era lograr la postergada sanción, por parte de la legislatura, de una Ley de que permita
refinanciar las deudas. El tema judicial se les complicó dado que hubo un fallo de la Cámara de
Apelaciones que aceptó el pedido de los acreedores originales de la firma Zanón, “que solicitó
acortar la gestión obrera para rematar la planta y cobrar la deuda

Segunda empresa recuperada: Chocolateria Arrufat

A seis años de formarse en cooperativa, los trabajadores de la empresa recuperada continúan con
la elaboración de golosinas en el barrio porteño de Villa Crespo.

Corrían los primeros días de 2009. Con la temporada navideña ya finalizada, los dueños de Arrufat
comenzaron a adelantar vacaciones y dar licencias sin goce de sueldo a los empleados. La fábrica
de chocolate del barrio porteño de Villa Crespo, fundada en 1931, estaba en problemas: le habían
cortado la luz por falta de pago y sus trabajadores llevaban 9 meses sin cobrar sus haberes. La hija
del fundador fue categórica: «Por problemas económicos, tenemos que dejar de producir por un
tiempo».

«La escuchamos, hablamos con los compañeros y llegamos a la conclusión de que si nos íbamos
con las manos vacías, no entrábamos nunca más», cuenta Adrián Serrano, operario con más de 25
años en la empresa. «Nos quedamos en la puerta para ver qué íbamos a hacer y las mujeres
fueron las primeras en decidir: aunque no había luz ni agua, ellas querían resistir adentro»,
recuerda.

Fue en 2008 cuando comenzaron a circular rumores de quiebra y el fantasma del cierre definitivo
empezó a rondar la planta que llevaba más de 80 años de trabajo. Según cuentan los
exempleados, el entonces dueño de la empresa «ya no comandaba el barco» y sus hijas buscaron
nuevos socios para «un negocio que no sabían hacer». La incertidumbre era el clima cotidiano con
el que lidiaban los 60 operarios que día a día elaboraban productos a base de chocolate, además
de otras golosinas.

Arrufat llegó a tener, en sus mejores tiempos, una planta de 300 trabajadores. «En esta empresa
formé mi familia y crié a mis hijos, también pasé malos momentos, perdí una mano, dejé parte de
mi vida en esta fábrica, por eso, cuando todo se complicó, me tenía que jugar todo en la
recuperación porque en el mercado no tenía muchas posibilidades con esta discapacidad», cuenta
Serrano y señala su mano izquierda, de la cual perdió tres dedos en un accidente con una
máquina.
Carlos Visuaga ingresó a Arrufat en 1984, fue delegado de la empresa y uno de los principales
impulsores de la recuperación: «Traían gente a ver la planta y nos decían que eran inversores pero
cuando le pregunté a uno qué hacía en el establecimiento, me dijo que quería comprar todas las
máquinas. Estaban vaciando la empresa». En febrero de 2009, 100 efectivos de la Policía Federal
intentaron llevarse la máquina más importante: la refinadora. En ese momento solo había 8
trabajadores en la fábrica, que resistieron el proceso con la ayuda de los vecinos y militantes de
agrupaciones políticas y sociales. Serrano se encadenó a la máquina para evitar que se la llevaran.
«Ese día la calle era una romería: vecinos, cooperativistas y dirigentes políticos, todos apoyaron
nuestra lucha», recuerda el operario.

Después de tres meses en los cuales se organizaron ollas populares, festivales y colectas, 30 de sus
obreros conformaron la Cooperativa de Trabajo Trabajadores Arrufat-Vivise y retomaron la
producción.

«Al principio llamábamos a los viejos clientes y no querían saber nada con Arrufat porque los
antiguos dueños los habían estafado. Recuperar los clientes fue un trabajo difícil pero logramos
que volvieran a confiar en nosotros y hoy hasta tenemos proveedores que nos fían», cuenta
Visuaga. «Nos costó -agrega Serrano-, tuvimos que aprender muchas cosas porque todos éramos
obreros de planta. Aprendimos de administración porque si nos equivocábamos en los precios
podíamos perder plata o clientes. Le dimos para adelante y levantamos la fábrica. Ahora acá
somos todos iguales», destaca.

Dueños ya de las maquinarias, ahora los asociados esperan que se sancione una ley de
expropiación que les permita obtener la posesión definitiva del inmueble.

Los meses de mayor producción en Arrufat son de septiembre a diciembre, en los que se
elaboraban turrones y confituras varias para las fiestas de fin de año; y enero y febrero, cuando se
elaboran huevos de Pascua. El resto del año la producción baja pero siguen ofreciendo bombones,
tabletas de chocolate, caramelos y diferentes tipos de golosinas que se comercializan en el local de
la planta, ubicado en la calle Tres Arroyos 761. Los productos también se pueden encontrar en
diferentes espacios de comercialización de productos de la economía social.

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