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EESOPI Nº 8034 - COLEGIO LA SALLE JOBSON

Alumno/a:

Materia: Lengua y Literatura

Profesora: María Laura Champani

Curso: 3º año

Orientación: A, B y C.

Año: 2021

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Eje: Textualidad

Textualidad

Las criterios de textualidad establecen la diferencia entre lo que es texto y lo que no.
Wolfgang Dressler afirma que la ciencia del texto debe describir características comunes y
diferencias entre los distintos tipos de textos, siendo que “un texto es un acontecimiento
comunicativo que cumple siete normas de textualidad”. Si estas reglas no están presentes
en el texto, entonces éste no constituirá un elemento comunicativo.

Repetición
Antonimia
Coherencia
Series ordenadas
léxica
Palabras generalizadoras
Cohesión Cadena Cohesiva
Referencia
Elipsis
Sustitución
Conectores
Textualidad Local
Supresión
Coherencia Macroestructura Generalización
Global
Construcción
Superestructura
Intencionalidad
Aceptabilidad
Intertextualidad
Informatividad
Situacionalidad

Cohesión: es una propiedad que permite el desarrollo lingüístico de un texto no presente


repeticiones innecesarias y no resulte confuso para el receptor. La cohesión es una
característica de todo texto bien formado, consiste en que las diferentes frases estén
conectadas entre sí mediante diversos procedimientos lingüísticos que permiten que cada
frase sea interpretada en relación a las demás.

Coherencia: es una propiedad de los textos bien formados que permite concebirlos como
entidades unitarias, de manera que las diversas ideas secundarias aportan información
relevante para llegar a la idea principal o tema, de forma que el lector pueda encontrar el
significado global del texto. Así, del mismo modo que los diversos capítulos de un libro,
que vistos por separado tienen significados unitarios, se relacionan entre sí, también las
diversas secciones o párrafos se interrelacionan para formar capítulos, y las oraciones y
frases para formar párrafos.

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Intencionalidad: Significa que los autores y hablantes deben tener la intención
consciente de lograr objetivos específicos con sus mensajes y transmitir información o
refutar una opinión. Cuando no se asigna ninguna intención, la secuencia de palabras se
transforma en el equivalente a una página de palabras al azar.

Aceptabilidad: exige que una secuencia de oraciones sea aceptable para la audiencia
destinataria a fin de ser considerada como un texto. Se refiere a la postura del receptor del
texto.

Informatividad: es necesaria en el discurso. Un texto debe contener información nueva.

Situacionalidad: Es un aspecto esencial para la textualidad. Son los factores que hacen
que un texto sea relevante en una situación comunicativa.

Intertextualidad: significa que una secuencia de oraciones se relaciona por forma o


significado con otra secuencia de oraciones.

Fenómenos de cohesión

Referencia: procedimiento por el cual reemplazamos una palabra por un pronombre en


otra proposición.
Elipsis: El término “elipsis” significa omitido, tácito o sobreentendido. Este
procedimiento consiste en omitir (elidir) términos o construcciones que ya han aparecido
en el texto. En la apariencia del escrito produce el efecto de un texto sin repeticiones, sin
redundancia, pero en el fondo, la elipsis es un hueco que el lector debe llenar con el
significado adecuado para el texto: logra recuperar el término, y lo que es mejor, el
significado del término.
Sustitución: consiste en sustituir una palabra por otra diferente pero que se refiere al
mismo objeto, acción o estado (sinonimia).
Paráfrasis: utilizada para referirse a un término diferente mediante una frase con
idéntico valor en el contexto. Por ejemplo: Jesucristo = Nuestro redentor.
Conectores: son nexos que sirven para relacionar ideas-proposiciones y oraciones
Repetición: es la simple repetición de una palabra o sintagma. La finalidad
de este recurso dependerá del género discursivo al que pertenezca el texto.
Antonimia: a veces las palabras se relacionan entre sí por nombrar objetos,
acciones o estados con sentidos opuestos en el texto.
Series ordenadas: consiste en la enumeración de lexemas que no guardan
una relación muy marcada entre sí si los tomamos aisladamente, pero en el
texto vemos que responden a un mismo referente.
Cohesión
léxica Palabras generalizadoras: son palabras que sintetizan un campo amplio
de objetos, personas, situaciones, etc. Los más comunes son: cosa, hechos,
temas, personas, asuntos, todo.
Cadena cohesiva: A lo largo de un texto van apareciendo expresiones o
frases que vinculamos conceptualmente de acuerdo a nuestro conocimiento
del mundo (arco, pelota, refería, tarjeta amarilla). Así podemos descubrir
cadenas de significación que van delimitando los campos semánticos del
texto (partido de fútbol), es decir los referentes que guiarán el tema del texto.

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Fenómenos de coherencia

Supresión: consiste en excluir información


que no es relevante para comprender la
Macroestructuras. secuencia.
Las secuencias formadas por
comentos (información nueva) Secuencia: Pasó un auto extraño. Tenía seis
que refieren a un mismo tópico puertas. Una estaba en el techo.
se denominan Macroestructura: Pasó un auto.
“macroestructuras semánticas”.
Generalización: permite sustituir una serie
Cuando se resume un texto, se
de conceptos por otro que define al conjunto.
elaboran macroestructuras, es
decir, contenidos globalizados.
Secuencia: Marcia se tiraba por el tobogán.
Puede haber resúmenes o
Nico armaba el trencito. Cecilia saltaba a la
macroestructuras de párrafos
soga.
de un texto completo.
Macroestructura: Los niños jugaban.
Los títulos son los resúmenes o
Global macroestructuras más Construcción: consiste en reemplazar varias
generales de los textos que acciones por una gracia al conocimiento del
puede formular un autor. mundo.
Para reducir la información de
una secuencia y obtener su Secuencia: Los individuos asaltaron un local
macroestructura, debemos de artículos para el hogar. Se llevaron
aplicar las macroreglas. televisores, videos, minicomponentes.
Macroestructura: Los individuos roban
artículos electrodomésticos de uso hogareño.
Superestructuras: Las funciones que cumplen las partes de un texto van
dibujando un esquema (silueta) que se repite en distintos texto del mismo tipo.
Este esquema se denomina “superestructura” y analiza las formas de un texto.
Cada secuencia o trama tiene su propia superestructura: narrativa,
argumentativa, descriptiva, conversacional, expositiva. Pero también podemos
reconocer las siluetas de distintos tipos de textos que utilizan esas secuencias.

Actividades.

1) Imagine que un lector leyó dos cuentos a la vez: “Los salvadores” (Burton, R,F.) y
“La discípula” (Borges, J.L. comp.), y ambos se mezclaron en su mente; el
resultado es este montón caótico de oraciones:
El poeta hindú Tulsi Das compuso la historia de Hanuman y su
ejército de monos. La hermosa Hsi Shih frunció el entrecejo. Una aldeana feísima
que la vio, quedó maravillada. Años después un rey lo encadenó en una torre de
piedra. Anheló imitarla; asiduamente se puso de mal humor y frunció el entrecejo.
En la celda comenzó a meditar. Luego pisó la calle. De la meditación surgió
Hanuman. Con su ejército de monos conquistó la ciudad. Al descubrirla, los ricos se

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encerraron bajo llave y rehusaron salir; los pobres cargaron con sus hijos y
emigraron a otros países. Finalmente irrumpieron en la torre y lo libertaron.

*Descubra en este falso texto los minicuentos escondidos. Subraye sus oraciones
con colores diferentes.

2) Lea el siguiente texto: La mendiga de Nápoles (Jacob, Max)


Yo vivía en Nápoles.

Yo tenía un palacio.

En la puerta de mi palacio había una mendiga.

Yo arrojaba monedas a la mendiga.

Yo después subía al coche.

La mendiga no me daba nunca las gracias.

Yo estaba sorprendido de que la mendiga nunca me diera las gracias.

Un día yo miré a la mendiga.

Yo vi que lo que había tomado por una mendiga era más bien un cajón de
madera.

El cajón de madera estaba pintado de verde.

El cajón de madera contenía tierra colorada y algunas bananas medio podridas.

*Redacte en un párrafo un minicuento que lleve el mismo título. Puede quitar o


sustituir las repeticiones que sean necesarias, cambiar el orden de las oraciones,
incluir una en otra, agregar nuevas palabras.

La mendiga de Nápoles

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3. Lea detenidamente el siguiente texto.


Marque los recursos de cohesión que reconozca.

https://laverdadonline.com/el-comercio-electronico-en-la-argentina-crecio-47-en-el-ano-2018/

El comercio electrónico en la Argentina


creció 47% en el año 2018
Se vendieron 120 millones de productos, un 25% más que en 2017, a
través de 79 millones de órdenes de compra (un 32% más que el año
anterior) .
2 de febrero de 2019
El comercio electrónico creció un 47% interanual en la Argentina durante 2018, y
registró ese año una facturación de 229.760 millones de pesos, informó la Cámara
Argentina de Comercio Electrónico (CACE).
De acuerdo con un relevamiento que efectuó esa entidad, en 2018 se vendieron 120
millones de productos, un 25% más que en 2017, a través de 79 millones de órdenes de
compra (un 32% más que el año anterior).
El ticket promedio de compra fue de 2.900 pesos y los rubros que más impulsaron el
crecimiento en unidades fueron alimentos y bebidas, artículos para el hogar e
indumentaria (deportiva y no deportiva).
Según CACE, entre los rubros que más facturaron en “eCommerce” se encuentran:
Pasajes y turismo, 60.660 millones de pesos; Equipos de audio, imagen, consolas y
telefonía, 27.175 millones; Artículos para el hogar (muebles y decoración), 20.348
millones; Alimentos, bebidas y artículos de limpieza, 19.709 millones y Electrodomésticos
(línea blanca y marrón), 13.492 millones.
Por su parte, las categorías que más crecieron fueron Infantiles, 82%; Cosmética y
perfumería, 72%; Materiales de construcción, 68%; Alimentos, bebidas y artículos de
limpieza, 63% y Deportes, 52%.

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Con respecto a los medios de pago, las tarjetas de crédito siguen siendo el principal,
con el 78% (contra 92% en 2017), pero gana terreno el uso de tarjeta de débito, según el
informe.
También, el uso de los dispositivos móviles para realizar búsquedas anteriores a la
compra crece de manera sostenida: el 45% de los usuarios lo utilizaron, 6 puntos
porcentuales más con respecto del año anterior.
El 27% busca exclusivamente a través de mobile, donde el smartphone es el
dispositivo más usado.
Por su parte, las apps continúan ganando terreno: 7 de cada 10 usuarios tienen al
menos una aplicación de eCommerce instalada en su dispositivo y un 17% compró a
través de ellas.
Por último, CACE detalló que más de la mitad de los productos se retira en punto de
venta y 4 de cada 10 se envían a domicilio; las nuevas opciones de retiro en redes de
pick-up (kioscos, puestos de diarios, cafés, etc.) representan el 1% y el envío por sistema
exprés (en bus o en avión) terminal a terminal, también conservan el 1%.

Géneros discursivos – Secuencia y función

Géneros discursivos

El uso del lenguaje social, ya que se manifiesta, sobretodo, en la interacción con los
otros. Cada actividad humana tiene un repertorio disponible de textos que comparten
características (el tema, el estilo y la estructura) adecuadas para dicha actividad. Este
repertorio recibe el nombre de géneros discursivos.

Algunos ejemplos:

Actividad humana Género discursivo propio de esa actividad humana


Literatura Poesía, novela, biografía, fábula, leyenda, cuento, etc.
Periodismo Noticia, entrevista, crónica, carta de lectores, editorial, etc.
Epístola Carta familiar, mail, etc.
Biografía Autobiografía, biografía (autorizada o no autorizada), etc.
Humor Chiste, historieta, grafitti, etc.
Publicidad Publicidad, propaganda, avisos clasificados
Ciencia Divulgación, didácticos, académicos, informe, papers, etc.
Instrucción Receta, manual de instrucciones, reglamentos, etc.
Predicción Horóscopo, informe meteorológico, etc-

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Secuencias

Desde el punto de vista de la organización interna, los géneros discursivos se


caracterizan por el predominio de un tipo de secuencia: narrativa, descriptiva,
argumentativa, explicativa, instruccional o dialogal.

 Secuencia narrativa: Se usa para relatar los hechos organizados en el tiempo, es


decir, cronológicamente, Responde a las preguntas ¿Qué sucede? ¿Qué sucedió?
¿Qué sucederá? Suele presentarse en cuentos, novelas, noticias, crónicas, etc

 Secuencia descriptiva: se usa para caracterizar un objeto, una persona, una


situación, etc. Responde a las preguntas ¿Cómo fue? ¿Cómo se mueve? ¿Cómo era?
Predominan los verbos en tiempo presente y pretérito imperfecto (-aba, -ía: amaba,
corría). Es usual en los textos científicos y en los literarios combinados con la
narración.

 Secuencia dialogal: se una para desarrollar un diálogo, es decir, un intercambio


comunicativo pautado entre dos o más personas. Se manifiesta en conversaciones
orales, chats, obras de teatro, historietas, entrevistas.

 Secuencia explicativa: se usa para presentar un contenido informativo de


manera comprensible para el receptor. Suele exponer un concepto, un hecho, o un
problema. Se encuentra en textos científicos y escolares en general.

 Secuencia argumentativa: Se usa para manifestar la opinión que el emisor tiene


sobre un determinado tema. Su objeto es persuadir al receptor. Se encuentra en
editoriales periodísticos, discursos, textos publicitarios, etc.

 Secuencia instruccional: se usa para que el receptor ejecute una acción o asuma
determinadas conductas. Para ello, las partes del texto se disponen como una serie
organizadas de reglas. Se manifiesta en recetas de cocina, manuales de uso,
prospecto de medicamentos, folletos, reglamentos.

Funciones
El lenguaje tiene seis funciones:

 Función emotiva o expresiva:


El mensaje que emite el emisor hacer referencia lo que siente su yo íntimo,
predominando él, sobre todos los temas factores que constituyen el proceso de
comunicación.
Las formas lingüísticas en la que se realiza esta función corresponde a la interjecciones y a
las oraciones exclamativas.
¡Ay! ¡Qué dolor de cabeza!

 Función apelativa:
El emisor intenta persuadir al receptor sobre algo. La comunicación está centrada en la
persona del tú, de quién se espera la realización de un acto o una respuesta.
La forma lingüística en las que se realiza preferentemente la función apelativa
corresponden al vocativo y a las oraciones imperativas e interrogativas. Es frecuente en los
textos publicitarios, discursos, políticos, instructivos.
Pedro, haceme el favor de traerme más café.

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 Función informativa o referencia:
El acto de comunicación está centrado en el contexto, o sea, en el tema o asunto del que
se está haciendo referencia. Se utilizaran oraciones declarativas o enunciativas, pudiendo
ser afirmativas o negativas. Esta función aparece en los textos científicos, textos escolares,
algunos periodísticos.
El hombre es un ser racional.

 Función metalingüística:
El emisor ofrece información sobre el lenguaje mismo. Se centra en el código mismo de
la lengua. Se manifiesta en libros de Lengua, diccionarios.
Pedrito no sabe muchas palabras y le pregunta a su papá Qué significa la palabra
subterfugio.
Pedro no sabe muchas palabras y pregunta: “Papá ¿Qué significa “subterfugio”?

 Función de contacto:
El emisor verifica el funcionamiento del canal. Se manifiesta generalmente en la
oralidad, cuando un emisor atrae la atención del receptor para ver si funciona bien el
circuito de la comunicación.
Hola, ¿estás ahí? ¿me escuchás?

 Función estética o poética:


Incluye a todos los textos literarios, cuyo objetivo es un uso original del lenguaje y no
remite a un referente real.

La argumentación y la explicación
 Los textos argumentativos

Argumentar es formular de modo claro, ordenado y estratégico una serie de razones con
el propósito de convencer de unas ideas a un receptor. El objetivo de la argumentación es
presentar que acepten que sirvan para sustentar una determinada forma de pensar, a fin
de convencer a otros para que acepten unas ideas y se adhieran a ellas o, por el contrario,
para disuadirlos y llevarlos a que asuman una nueva actitud, tomen una decisión o
ejecuten una acción.
La argumentación se utiliza, por lo general, para desarrollar temas que provocan
controversia. Una argumentación jamás puede ser constructiva, siempre debe dar cabida a
la discrepancia. Si todos los argumentos fueran contundentes, no habría necesidad de
discutirlos. Por eso, la tesis de una argumentación resulta más interesante a medida que
otras se le oponen de manera razonable.
Las técnicas de la persuasión desempeñan un papel primordial en esta clase de escritos,
ya que, en muchos casos, las tesis que se debaten no son verificables con hechos concretos.
Por consiguiente, en los textos argumentativos se incluyen todos aquellos escritos que
presentan una organización de su contenido en la forma de planteamiento de un problema,
formulación de una tesis, posición de los argumentos de sustentación y conclusión final.

 Estrategias argumentativas:

 Ejemplificación: se trata de recurrir a un caso concreto y conocido por el receptor.

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 Cita de autoridad: inclusión de una voz especializada o respetable que se suma a la
del emisor para defender su tesis.
 La refutación: en su texto, el emisor también incluye voces que se oponen a su tesis,
para discutirlas, contradecirlas o descalificarlas.
 Preguntas retóricas: son preguntas que no se plantean para que el lector responda a
ellas, sino que ya tienen implícita la respuesta. Anticipan los posibles interrogantes
que se formularía el lector.
 Metáforas: funcionan como medio para establecer relaciones entre términos
concretos y cercamos con otros que exigen una conceptualización mayor. Para
introducir este procedimiento son habituales las expresiones de alguna manera es,
se puede decir que, etc.
 Planteo de causa-consecuencia: el emisor afirma que X hecho responderá a X hecho,
planteando esta relación para afirmar o refutar un idea.
 Uso de apelativos: expresiones que se refieren a una persona y, al mismo tiempo,
brindan alguna información sobre ella. Por ejemplo: la campeona de esquí, el
senador x.
 Hipérbole: exageración o disminución de un objeto, situación.
 Ironía: consiste en expresar (ya sea de modo escrito u oral) una idea, dando a
entender lo exactamente contrario u opuesto.
 Encuestas y estadísticas: el emisor incorpora datos medidos con parámetros que no
tienen que ver con lo textual, con el objetivo de constituirlo como argumentos para
su tesis.

Los textos de opinión

Las editoriales, las cartas, las críticas de espectáculos, los ensayos, son textos de
opinión, en los cuales el emisor expresa su parecer acerca de algún tema y lo fundamenta
por medio de argumentos con la intención de persuadir al lector.
En estos textos, si bien suelen incluirse descripciones y narraciones, lo que predomina es la
argumentación. No hay una progresión temporal sino lógica, por lo que los conectores más
frecuentes son, precisamente, lo lógicos: “pero”, “sin embargo”, “aunque”, “por lo tanto”,
“si bien”, etc.
El emisor está muy presente en el texto y como marcas de su presencia encontramos
una gran cantidad de subjetivemas y modalizadores de los enunciados.
Se llama subjetivemas a aquellos sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios,
construcciones y términos lingüísticos que manifiestan una valoración por parte de los
hablantes: “ese estúpido programa”, “esta me tiene harta”, “es una belleza”, etc.
Se denomina modalizadores del enunciado a aquel término lingüístico o aquella
construcción que muestra la posición del hablante ante lo que dice. Los modalizadores
tiñen con su sentido -certeza, duda, valoración- al resto del enunciado.

“Evidentemente, el conductor es un tonto”


“Lamentablemente, es un tonto”
“Tal vez, el conductor sea algo tonto”.

Pueden funcionar como modalizadores los adverbios y las frases adverbiales (como en
los ejemplos anteriores), los verbos (“creer” y “suponen”, por ejemplo expresan la no

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certeza del hablante mientras que el “saber” expresa certeza) y los modos verbales (el
indicativo se usa para la certeza y el subjuntivo para la duda).
En los textos de opinión también hay diversas formas de polifonía.

Polifonía

En música, se designa polifonía a la confluencia de múltiples voces o sonidos independientes


que forman un todo armónico. En el análisis del discurso y en la teoría literaria, la polifonía se
refiere a las múltiples relaciones que un enunciado mantiene con los otros enunciados que circular
a su alrededor.

Formas de polifonía:
1. Discurso directo: es una cita de lo dicho por alguien. La voz de quien se cita puede presentarse
entre comillas o con un guión de diálogo.
/// Juan dijo: “Me voy de viaje”.

2. Discurso indirecto: es una cita de los dichos por alguien por medio de verbos como “decir”
seguidos de los subordinantes “que” o “si”, ya que no se emplean las comillas ni el guión de diálogo.
/// Juan dijo que se iba de viaje, luego saludó y cerró la puerta.

3. Discurso directo libre: Se trata de enunciados en tercera persona, en los que es imposible
establecer una división tajando y nítida entre las distintas voces.
///Juan dijo que se iba de viaje. No quiso dar explicaciones, ya lo tenían harto.

Aquí no se puede saber quien sostiene que “lo tenían harto”: puede ser el narrador, el
personaje (Juan) o ambos.

4. Ruptura estilística: se trata de la inclusión, en un texto, de voces pertenecientes a distintos


niveles y lenguajes sociales (jergas, dialectos regionales, lenguajes técnicos, etc.)

 Los textos expositivos


Incluyen todos aquellos escritos en los cuales el propósito central es informar, describir
o explicar algo de manera lógica, clara y ordenada. Cumplen una función referencial
porque aluden en forma directa a una realidad o a un tema. Estos escritos están vinculados
con la difusión del conocimiento en los campos de la ciencia, de la tecnología o del arte.
Hacen parte de ellos los textos científicos, las obras de divulgación, los manuales y muchos
artículos periodísticos. Su principal característica es la objetividad.
La mayoría de los textos expositivos están organizados de acuerdo con las siguientes
categorías (superestructura):

Presentación del tema Interrogante Desarrollo Cierre


(implícito o explícito)

 Estrategias explicativas:

 Definición:

- De denominación: indica cuál es el término científico o técnico que se utiliza para


denominar el concepto explicado. Su presencia en un texto se marca mediante la
utilización de verbos como llamar, designar, denominar, etc.

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- De equivalencia: explica un concepto estableciendo una equivalencia de significados. En
este caso se utilizan como marcadores el verbo ser y los signos de puntuación como
paréntesis, comas, guiones o dos puntos.
- De descriptiva: define el concepto proporcionando una descripción o caracterización del
mismo. Su inclusión en el texto se realiza mediante expresiones como está formado, está
compuesto por, está constituido por, etc.
- Funcional: se presenta un objetivo indicado su función, finalidad o uso. Los marcadores
discursivos son expresiones como se utiliza para, cuya función es, tiene como finalidad,
etc.

 Reformulación: cuando el locutor supone que la idea que formula es difícil de


comprender, puede reformularlas, decirlas de un modo que sea más accesible para
el receptor. Marcadores: es decir, en otras palabras, o sea, etc.

 Ejemplificación: consiste en englobar un elemento (ya conocido por el lector) a una


idea mayor.

 Encuesta y estadísticas: el emisor incorpora datos medidos con parámetros que no


tienen que ver con lo textual, con el objetivo de explicar lo ya dicho textualmente.

 Metáforas: procedimiento mediante el cual una realidad o un concepto se expresan


por medio de una realidad o un concepto diferentes , pero con el que tiene cierta
relación de semejanza.
Juan viajó mucho en la primavera de la vida – Juan viajó mucho en su juventud.
Admiro las perlas de tu boca – Admiro tus dientes.

 Cita de autoridad: el emisor recupero información formulada anteriormente por


otras personas.
- Cita directa: Según Fernández: “La obra traerá bienestar a los vecinos de
barrios periféricos”.
- Cita indirecta: Fernández aseguró que la obra traerá bienestar a los vecinos de
barrios periféricos.

 Analogía: procedimiento mediante el cual se establece una comparación entre dos


elementos de distinta naturaleza, resaltando sus semejanzas, propiedades y
diferencias.

 Paratexto: marcas tipográficas, fotos, imágenes que explican y apoyan las ideas
formuladas textualmente.

 Narración: secuencias que, si bien suelen ser utilizadas para contar historias
(ficcionales o no ficcionales) pueden ser utilizadas para introducir experiencias que
sirvan a la explicación global.

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Argumentación: ¿Cómo fundamentar nuestras opiniones, deseos, reclamos?

1. Lea detenidamente el siguiente texto:

Carta de lectores

Debería controlarse la instalación de grandes carteles publicitarios en avenidas y


autopistas. Las imágenes muchas veces actúan como distractores que pueden ser motivo
de graves accidentes de tránsito. Por otra parte, la ciudad va perdiendo su paisaje ya que
estos carteles son como paredes que tapan el cielo, la ciudad y los espacios verdes. Pero
no es mediante el autoritarismo que debería lograrse este necesario control tal como lo
sugieren quienes reclaman “mano dura”. La ciudad necesita normas, pero éstas deben
surgir del consenso propio de una sociedad democrática y responsable. Una forma de
lograr acuerdos al respecto, sería por ejemplo, formalizando reuniones en los Centros
Vecinales. Esto permitiría la participación ciudadana y en consecuencia, las disposiciones
serán más fácilmente aceptadas por lo interesados.
Las autoridades municipales deberían considerar estas sugerencias referidas a un tema
que afecta a la comunidad.

Sección Carta de lectores. Diario “Clarín”.

a. Indique a qué tipología corresponde el texto anterior.


b. Comente cuál es la intención del emisor de la carta.
c. Señale la superestructura argumentativa.
d. Reconozca las estrategias argumentativas incluidas en el texto.
e. Si estás de acuerdo con la tesis propuesta, agregue un nuevo argumento que la refuerce.
Proceda de forma similar si está en desacuerdo.

2. Busque otra carta de lectores. Comente con sus palabras cuál es la tesis o hipótesis del
emisor.

3. Imagine una situación comunicativa y complete el siguiente cuadro:

Emisor Receptor Tesis Referente Contexto

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- Teniendo en cuenta la tesis elegida, agregue tres argumentos que la fundamenten (a
modo de ítems), recurriendo a un ejemplo, una comparación y un planteo de causa –
consecuencia.

4Con dos compañeros, escriba una propuesta simple que considere que pueda enriquecer
las relaciones interpersonales en su curso. Tenga en cuenta el empleo de estrategias
argumentativas que los ayuden a persuadir a los demás (no menos de quince renglones).

5. Elabore un texto argumentativo a partir de una de las siguientes tesis. Emplee, por lo
menos, una de las estrategias conocidas. Señala la superestructura argumentativa.

- Es perjudicial ver televisión en exceso.


- Respetá las señales de tránsito. Están para la seguridad de todos.
- Cuidar la naturaleza es responsabilidad de todas.
- Los animales domésticos deben ser controlados sanitariamente.
- Ajustarse a la Vida. Usá siempre el cinturón de seguridad.

6. Lea reflexivamente el siguiente texto y desarrolle las siguientes actividades:


- Coloque un título.
- Señale su superestructura.
- Mencione con tus palabras, los argumentos esgrimidos por el emisor a favor del camping.
- Transcriba el fragmento que anticipa las posibles objeciones del receptor.
- Reconozca las estrategias argumentativas.
- Transcribe los conectores usados para usar las razones o argumentos.

Ir a acampar

Hasta hace unos años de campamento podía ser una buena opción para boy-scouts,
estudiantes o parejas jóvenes, pero era impensable para adultos amantes del confort.
Hoy por hoy, debemos admitir que los boy-scouts tenían razón: el camping es la mejor
manera de pasar las vacaciones.
Para algunos, acampar significa soportar a los mosquitos, vivir a sopa y arroz, tomar
café recalentado o morirse de calor o de frío en la bolsa de dormir, pero esto no es así.
Todas las incomodidades han sido eliminadas: uno puede elegir, según sus gustos y
exigencias, desde una carpa térmica hasta una casa rodante de tres habitaciones, baño y
cocina, los muebles portátiles son livianos, cómodos y lindos; hay cocinas a gas para
acampantes donde se puede cocinar lo que a uno se le antoje. Las heladeras permiten
disfrutar de una cerveza fría y para descansar se pueden conseguir a buen precio bolsas
de dormir tan acolchadas que es como dormir en el aire. ¿Qué más se necesita?
Por otra parte, el camping tiene mucho que dar. Por poca plata se puede acceder a
comodidades que pocos hoteles ofrecen: agua fría y caliente las 24 hs del día, negocios,
guarderías y hasta discotecas. El bajo costo convierte al camping en una opción atractiva,

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pues uno disfruta de una gran libertad, ya que si el lugar no le gusta, o hay demasiada
gente, levanta sus cosas y se va.
Además, y sobre todo si usted tiene chicos, el camping ofrece diversión extra. En un
hotel no hay mucho para hacer: más que mirar televisión o dar vueltas por el lobby. En
comparación, es muy excitante llegar al camping, armar la carpa y preparar la comida. A
los chicos les encanta participar de todas estas tareas y es una buena manera de
fortalecer lazos familiares. Algunos psicólogos infantiles incluso sostienen que acampar es
una excelente terapia para chicos con problemas de indisciplina. Además, el contacto
permanente con la naturaleza es una experiencia enriquecedora para todos, en especial
para los más chicos.
Cuando uno se va de camping realmente se desprende de la rutina y adopta un modo
de vida totalmente diferente. El tiempo alcanza para descansar, hacer amigos, para leer,
practicar deportes, y para conocer gente.
Acampar es realmente hacer algo diferente de lo de todos los días y esa es la esencia de
las verdaderas vacaciones.

7- Lea el siguiente texto

Sr. Director:
Todos los días nos enteramos de un accidente de tránsito ocurrido en las rutas
argentinas. Son numerosas las familias que ya han sufrido la pérdida de un ser querido por esta
causa.
En necesario que no sólo los organismos competentes, sino toda la comunidad tome
consciencia de esta grave situación que hace que día a día tengamos que llorar la pérdida
irreparable de compatriotas.
En primer término, es urgente y necesario que los controles policiales en rutas y
calles sean permanentes y efectivos, y no sólo cuando los hechos ya han ocurrido. Baste recordar
como ejemplo, el reciente accidente protagonizado por un colectivo cuyo conductor se hallada en
estado de ebriedad. Con los controles adecuados ¿no se podría haber evitado esa tragedia?
Cuando un conductor comete una contravención de tránsito, no sólo debe conocer las reglas que
regular la circulación, sino también cumplirlas, porque todos somos parte de la comunidad y por lo
tanto, debemos cuidarnos. No debemos olvidar que la comunidad es como una gran familia a la
que todos pertenecemos.
Por otra parte, es indiscutible que el parque automotor ha crecido desmedidamente.
Por eso, los conductores deben extremar la atención y la responsabilidad frente al volante.

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¿Estamos esperando que los accidentes de tránsito se multipliquen? ¿Seguiremos echando la
culpa a los otros sin reflexionar sobre lo que cada uno hace cuando conduce?
Estoy convencido de que, como dice el refrán, “más vale pájaro en mano que cien
volando”. En necesario y urgente concientizarnos de que esta problemática no es menor porque la
inconsciencia trae urgentes consecuencias irreparables. Empecemos por nuestra familia. No
entreguemos el automóvil a un hijo menor de edad y enseñémosle desde niño la responsabilidad
que exige la conducción de cualquier tipo de vehículo. Simultáneamente, la escuela debería
comenzar desde los primeros años, a crear esta conciencia vial en los más pequeños.
Está comprobando que mucho de los accidentes que se producen son por falta de prudencia o
responsabilidad de los conductores. Tomemos conciencia de la enorme responsabilidad que
asumimos cuando estamos al volante.

. Señale la superestructura del texto.


. Identifique y marque en el texto las estrategias argumentativas empleadas.
. Elabore una reseña indicando por qué la nota trabajada es un texto con trama
argumentativa.

16
Textos para el análisis:

Publicidad comparativa

Cada tanto ocurre que alguna marca comercial lanza una publicidad comparativa, a veces
agresiva e impactante, como modo de llamar la atención del consumidor. En nuestro país,
en el pasado lo hicieron famosas firmas de bebidas gaseosas. Más recientemente se
desató lo que se llamó “la guerra de la cerveza”, con una publicidad cuyo mensaje se
apoyó en la crítica de una empresa a su competidora, actitud que ya había adoptado años
atrás y que mereció, en su momento, un rechazo judicial.
Por definición, toda publicidad es comparativa, pues al elogiar las bondades de un
producto o servicio se lo está comparando, tácitamente, con todos los demás de su
género.
Pero la publicidad comparativa propiamente dicha va más allá y no se limita a la
comparación genérica. Lo que hace es comparar productos o servicios similares,
identificándolos con precisión. Los especialistas en la materia sostienen que existe
publicidad comparativa cuando se mencionan expresamente por su marca o nombre los
productos o servicios de los competidores. A lo cual tal vez habría que agregar el caso en
que, sin llegar a nombrarlos, se hace inequívoca, por alguna vía, la identificación del
competidor o de su producto.
Algunos sectores, invocando razones de innovación y de apertura, tienden a considerar
aceptable este tipo de transgresión a los principios más tradicionales de lealtad comercial.
En esta columna editorial nos hemos opuesto a esos procedimientos, que implican –a
nuestro juicio– una indebida utilización de la propiedad de otro.
En efecto, el competidor aludido es dueño exclusivo de su nombre y de su marca, la ha
construido con esfuerzo comercial e industrial –a veces durante muchos años– y ha
logrado acreditarse frente a los consumidores. La fama, el nombre comercial, la fidelidad
del público a una marca, la identificación –a veces–- de la marca con el producto genérico
al que se está aludiendo, constituyen una parte del derecho de propiedad que la
Constitución Nacional protege en su artículo 17.
Este uso que se hace del nombre de otro es lo que determina que la conducta de quien se
vale de la publicidad comparativa sea reprochable. En efecto, nunca ocurre que la marca
agresora sea la más famosa o conocida por el público: siempre sucede a la inversa. La
firma menos conocida se apoya en la aceptación general de la empresa más afamada
para desacreditar sus productos y ensalzar los propios. Allí residiría la ilegalidad de su
acto.

17
Toda publicidad intenta causar un impacto, pegar, golpear. Pero aun en el boxeo, que en
última instancia consiste en golpear al otro sin ser golpeado, están prohibidos los golpes
en ciertas zonas del cuerpo. Existen reglas que las partes acuerdan o las autoridades
disponen, fundadas en principios superiores a la contienda en sí.
El hecho de que la publicidad de este tipo sea más o menos “provocativa” no debería
servirle de justificación. La creatividad publicitaria debería emplearse principalmente en
exaltar la originalidad del producto propio, no en valerse del bien ajeno. En otros países
se utiliza con frecuencia este recurso y hasta se pondera su utilización. Sin embargo, una
fina conciencia ético-jurídica debería limitar su uso en nuestro medio. Lo deseable sería
que el límite a su uso emanase de la autorregulación de los sectores involucrados y no de
la imposición derivada de una ley o de una sentencia judicial.

*Después de haber leído el texto, identifique la tesis (o enúnciela) y marque las


estrategias que reconozca.
*Formule un argumento para reforzar la idea que se plantea en la segunda oración del
último párrafo (transcríbala y después agregue el argumento donde se lea claramente el
recurso que ha utilizado).

18
OPINIÓN
¿Para qué los disfrazan?
Por Lic. Silvia Iturriaga

Una gran mayoría de escuelas privadas y las públicas de la Enseñanza


General Básica (ex primaria) coinciden en su necesidad de uniformar a los chicos
mediante la vestimenta. Es decir, en borrar las diferencias individuales y tender a lo igual,
a lo único, a lo uniforme.
Tema espinoso éste del uniforme escolar, defendido por instituciones y, en
algunos casos, también por padres, con argumentos tales como la comodidad, la
presentabilidad, la identificación institucional.
Que usar uniforme para ir cada día a la escuela es cómodo, es una verdad
indiscutible. Tan cómodo como cada vez que soy liberado de la obligación de pensar,
actuar o decidir porque alguien piensa, actúa o decide por mí.
Es paradójico y lamentable que sea justamente la escuela, la institución creada
por la sociedad para acompañar a los chicos en su tránsito hacia la adultez, la que los
releve de semejante oportunidad de comenzar a perfilar su autonomía o, en términos más
sencillos, de aprender acerca del significado individual y social de la vestimenta.
¿Cuál sería el riesgo de que los chicos eligieran su propia ropa? ¿Qué la usaran rota,
sucia...? Es difícil pensar en un ámbito más adecuado que la escuela para que los chicos
aprendan a vestirse y no parece haber otro mecanismo diferente al que siempre se utiliza
para aprender: practicar, cometer errores, corregirlos.
Con respecto a la presentabilidad, ¿qué justifica que un niño a partir de los seis
años tenga que usar saco y corbata durante una jornada en la cual juega, se mueve,
trabaja física e intelectualmente, en síntesis, aprende? Si la idea es prepararlos para la
vida adulta de trabajo en cualquier ámbito, esta idea es absolutamente anacrónica. El
preconcepto sostenido por las instituciones educativas sobre la base del cual obligan a los
varones desde los seis años a usar corbata, es absolutamente anacrónico. Ya son
muchas las empresas en nuestro país que, siguiendo la tendencia de los países
avanzados, reemplazan progresivamente la vestimenta formal del traje con corbata por un
casual (vestimenta informal) mucho más adecuado para estar ocho, nueve o más horas
trabajando.

19
Lo llamativo es que en este mismo esquema, el uniforme de las chicas consista
en unas coloridas minipolleritas y medias tres cuartos... ¿acaso ellas no deben emular la
vestimenta empresarial?
La intención de las instituciones de lograr que sus miembros se identifiquen con
ella es absolutamente legítima. Pero, ¿no sería más interesante que los chicos se
identificaran con sus escuelas por compartir con ella una serie de principios y valores, y
no por tener estampado el nombre del colegio en letras gigantes en la espalda?
Probablemente el tema del uniforme escolar sea menor comparado con otras
variables de nuestro sistema educativo, pero es lo suficientemente significativo como para
encontrar en él representadas características que atañen a la institución educativa en
general: anacronismo, falta de contacto con la sociedad, desperdicio de oportunidades
para enseñar.

*Marque la superestructura.
*Señale las estrategias.
*Formule su opinión sustentada por argumentos.

En relación con el texto que sigue, se identifican varias problemáticas relacionadas con
la preocupación por la escuela.
Identifíquelas con diferentes colores.
Seleccione una y, con un compañero, formule unas ideas para, luego, compartirlas en
debate con el resto del grupo.

Editorial

La preocupación por la escuela

El estado de la educación en el país es causa de una creciente y generalizada


preocupación de parte de toda la ciudadanía. Bajas remuneraciones a los docentes,
escasa capacitación a los maestros y un deteriorado nivel de la calidad de enseñanza
parecen conformar una espiral viciosa que impide utilizar la educación como vehículo de
desarrollo del capital humano, y como vía de construcción de un orden social más
equitativo. Esta preocupación, de profundas raíces, suele manifestarse en la relación que

20
establecen las instituciones escolares con los padres de los alumnos. El sistema
educativo parece navegar sin brújula entre los abstractos planes de actualización y la
enseñanza que efectivamente se imparte; entre la renovación de los contenidos
curriculares y la carencia de capacitación docente y herramientas técnicas. Mientras ello
ocurre, los padres deben enfrentar los obstáculos cotidianos derivados de las limitaciones
de las escuelas públicas, o de la oscuridad que a veces existe en las reglas de juego que
impone la educación privada., como correlato, suelen quedar desoídas las quejas de los
padres referidas a la baja exigencia escolar, al fomento de la pasividad y a cierta renuncia
a cumplir una función más integral en la socialización de los chicos. También los padres
enfrentan dificultades a la hora de reclamar mejoras en la infraestructura escolar, o
cuando se oponen a los cobros compulsivos que suelen realizar asociaciones
cooperadoras aun ante familias de bajísimos ingresos económicos. Si esto ocurre en el
ámbito de las escuelas públicas, en la educación privada se han originado quejas
derivadas de reglas de juego poco transparentes. ¿Puede una escuela privada retener un
título por la falta de pago de una cuota? ¿Debe serle reconocido a la escuela privada un
derecho absoluto para decidir la admisión y la continuidad de los estudiantes en su
establecimiento? Este tipo de problemáticas, sumado a variaciones en el valor de las
cuotas o a publicidades engañosas, suelen también generar quejas y perturbar la relación
entre los padres y la escuela. Se puede advertir que el deterioro de la educación pública y
cierta tendencia a la polarización social han ido llevando a una mayor participación de las
instituciones privadas en nuestro medio. Y, ante ello, no todas las reglas parecen
suficientemente claras, y no todos los controles previstos se cumplen con regularidad y
eficacia. Las quejas de los padres suelen perderse en canales difusos, como si no se
advirtiera que pueden contribuir a la mejora de la educación y al afianzamiento del lazo
entre los padres y la escuela.

21
Emilio Tenti Fanfani

Educación y construcción de una sociedad más justa

La escuela es una aliada estratégica en la construcción de una sociedad más justa e


igualitaria. Muchas familias argentinas confían en ella para que sus hijos e hijas "sean
alguien en la vida" y tengan un futuro mejor que este presente tan cargado de dificultades.
Sin embargo! las múltiples desigualdades sociales son persistentes y en muchos casos
tienden a reproducirse entre las generaciones, más allá de las buenas intenciones. En
efecto, uno de los sociólogos contemporáneos más reconocidos del mundo escribe: "La
educación universal se sostiene! contribuiría a reducir las disparidades de riqueza y poder
(...)". Y luego se pregunta hasta qué punto esto es cierto. La respuesta que ofrece es
contundente: "Se han dedicado numerosos esfuerzos de investigación sociológica a
responder esta cuestión. Sus resultados han sido claros: la educación tiende a expresar y
reafirmar desigualdades ya existentes, en mucha mayor medida de lo que contribuye a
cambiarlas" Giddens A. Sociología, Alianza, Madrid, 1997, pág. 466). Pero esto no es una
gran novedad, ya que en los Estados Unidos, el célebre informe Coleman de 1996
afirmaba que "Las desigualdades impuestas a los niños por su hogar, vecindario y
compañeros se prolongan hasta convertirse en las desigualdades con las que se
enfrentan a la vida adulta al finalizar la escuela".
Mientras algunos estudian las relaciones objetivas entre características de los
alumnos y sus familias, variables de la oferta escolar y rendimiento académico de los
niños; otros investigadores analizan qué es lo que sucede en lo que se llama "la caja
negra" de las instituciones escolares. Aquí las representaciones, tipificaciones y
expectativas de los actores juegan un papel fundamental. Diversos estudios mostraron
que existe una cierta tendencia a "esperar menos" de los niños que tienen ciertas
características sociales, culturales, étnicas, de género, etc. Muchas veces las relaciones
entre las personas están mediadas por las imágenes que nos hacemos de los otros, y
estas tienen una influencia variable sobre la construcción de las subjetividades. "Todos
nos parecemos a la imagen que los otros tienen de nosotros" decía Borges. Lo que esta
tradición intelectual viene a recordarnos es que la desigualdad y la exclusión no son
fenómenos automáticos, sino que se producen a través de prácticas de sujetos que son
parcialmente conscientes de lo que hacen.
Diversas investigaciones realizadas en la Argentina (y en otros países de América
Latina) probaron que, si bien un mayor número de individuos accedió a una mayor
cantidad de años de estudio, este aumento de la escolaridad no fue correlativo con el
mejoramiento en la distribución de otros bienes sociales tales como el ingreso, la salud, la
vivienda, etc. Por el contrario, este aumento de la escolarización fue acompañado por un
incremento en la segmentación social del sistema (desaparición progresiva de las
instituciones escolares "policlasistas" y fortalecimiento de ofertas educativas estratificadas
y jerarquizadas). Por otra parte, las desigualdades persisten o se amplían en virtud del
desarrollo más acelerado de las escuelas para las clases privilegiadas, siempre más
dotadas, no sólo en términos de infraestructura física, sino también en tecnologías
complejas, vínculos sociales, dominio de idiomas extranjeros, etc.

22
Ante este panorama crítico y al igual que en otros campos de la vida social, es preciso
combinar "el pesimismo de la inteligencia" (es decir, el conocimiento de las dificultades)
con "el optimismo de la voluntad". Proponemos tres principios para estructurar una
estrategia de lucha contra las desigualdades educativas:

a) La escuela sola no puede. Es obvio que si no se dan ciertas condiciones de


igualdad y justicia social (crecimiento económico con inserción laboral, redistribución de la
riqueza, ingreso básico para todos, etc.), la escuela no puede cumplir con su misión
específica. En este sentido la política educativa debe articularse con una política general
de desarrollo para la integración social.
b) Sin la escuela no se puede. Hay contribuciones que sólo la escuela puede hacer
para construir una sociedad más justa y democrática, y estas cosas tienen que ver con el
desarrollo de conocimientos y actitudes básicas, tanto para entender y juzgar al mundo en
que vivimos como para transformarlo a través del trabajo socialmente productivo. Para
ello es preciso recurrir a toda la voluntad y a todo el conocimiento, a todos los valores que
distinguen la tradición republicana e igualitaria de la escuela pública argentina.
c) En última instancia, la construcción de una escuela para una sociedad más justa es
una cuestión de ciudadanía: en otros términos, es algo que excede el campo estrecho de
la pedagogía y la política educativa. Es una cuestión de políticas con mayúsculas y sin
adjetivos.
Una sociedad más justa nunca será el resultado automático de ningún mecanismo
espontáneo del mercado. Por el contrario, es preciso construir una fuerte voluntad
colectiva para la realización del interés general. Esta debe tener un sentido y un proyecto:
la construcción de una Argentina para todos. A su vez, la política educativa deberá
instrumentar los medios más adecuados para achicar desigualdades en la disponibilidad
de recursos pedagógicos (dando más a quienes más lo necesitan). Al mismo tiempo,
deberá intervenir para cambiar aquellas mentalidades (expectativas, prejuicios, etc.) y
prácticas (tanto familiares como escolares) que a veces ponen en duda la capacidad de
aprendizaje de muchos niños y adolescentes que viven situaciones de dificultad. Porque
todas las niñas y los niños pueden aprender, si se les provee de las condiciones sociales
y pedagogías necesarias, suficientes y oportunas.

Actividades:
. Identifique las citas o las referencias a otros autores e indique para qué se incorporaron.
. Resuma el artículo de Tenti Fanfani de manera que queden claras las ideas claves.
. Indique qué otras estrategias usó el autor y qué función cumplen en el artículo.

*El de abajo, es un texto que aborda una temática puntual. Léalo atentamente, identifique
la posición del autor y arme un argumento para refutarla.

23
La adicción a los juegos en red
3 de diciembre de 2003

A medida que se popularizó el uso de las computadoras personales más potentes, los
videojuegos se incorporaron con extraordinaria fuerza a los hábitos de la sociedad. Se
conocieron, así, juegos de aventuras, de preguntas y respuestas, de estrategia y de
acción y otros que transmitían conocimientos de geografía, enseñaban de qué modo se
puede volar un avión o cómo pensar lógicamente. Pero también irrumpieron los
entretenimientos que fueron reprobados duramente por su contenido violento o porque
fomentaban la pornografía y el lenguaje obsceno.
Con la evolución de la tecnología nacieron los juegos en línea o en red, en los cuales
intervienen distintas personas desde diferentes lugares. Esos contendientes se conectan
a través de Internet y eso permite que cada participante asuma el papel de un personaje
que ha de superar diferentes obstáculos. Con cada prueba superada, el jugador aumenta
su sentimiento de haber logrado un importante objetivo, lo cual despierta en él un estado
de satisfacción que lo impulsa a volver a jugar. Se genera, de ese modo, una adicción que
resulta difícil de eludir. Ya no se trata de desafiar a la computadora; ahora los
adolescentes arman equipos y juegan contra otros rivales desde distintas máquinas
conectadas entre sí.
Una reciente encuesta determinó que más del 60 por ciento de los chicos
entrevistados admitió que a menudo jugaba más tiempo de lo que había previsto. Como
es de imaginar, esa circunstancia contribuye a disminuir las ya reducidas oportunidades
para el diálogo familiar y para la interacción con otras personas, a la vez que dificulta la
práctica deportiva y desplaza otras actividades de esparcimiento. Por la edad de los
jugadores, se afecta, asimismo, el rendimiento escolar, ya que en vez de estudiar los
jóvenes dedican una parte cada vez mayor de su tiempo al contacto con la máquina
electrónica; es decir, a perseguir ladrones, a combatir en una guerra o a negociar con
policías y secuestradores.

24
Recientes estudios realizados en los Estados Unidos revelaron que casi el 80 por
ciento de los videojuegos preferidos por los jóvenes tiene un fuerte componente de
violencia. Se ha comprobado, además, que existe una conexión entre la violencia que
proponen los juegos y el aumento de agresividad de los jugadores. Según un trabajo
publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology, la violencia que
contienen los juegos electrónicos podría llegar a ser más peligrosa que la que se difunde
por televisión o cine, dado que el jugador experimenta la sensación de ejecutar actos
violentos.
Existen otras cuestiones referidas a los videojuegos que tienen que ver con la salud de
los jugadores: mirar fijamente una pantalla por largos espacios de tiempo puede causar
daños visuales. Las encuestas señalan que por lo menos la cuarta parte de los usuarios
de estas máquinas sufre problemas de visión. Una razón para ello es que quienes
enfrentan una pantalla electrónica parpadean menos, lo que les provoca sequedad e
irritación en los ojos. Pasar horas jugando sin hacer pausas para descansar puede causar
fatiga ocular y hasta generar una visión borrosa.
Recientemente, el gobierno porteño anunció que comenzará a clausurar los locales de
juegos en red que estén situados a menos de 100 metros de colegios primarios y
secundarios, de hospitales y templos. Se anunció, asimismo, que se verificará el estricto
cumplimiento de los requisitos de habilitación que solicita el Gobierno de la Ciudad para
este tipo de locales, como la existencia de filtros que bloqueen el acceso a sitios
pornográficos de Internet. Mientras tanto, la Comisión de Desarrollo Económico de la
Legislatura porteña evalúa qué juegos podrán utilizarse y en qué horarios los
adolescentes podrán permanecer en los locales, criterio limitativo ya aplicado por otros
municipios.
En efecto, el Concejo Deliberante de San Isidro aprobó una ordenanza que prohíbe el
ingreso o la permanencia de menores de 18 años después de las 21 y restringe el ingreso
de aquellos chicos que se encuentren vistiendo uniforme escolar entre las 8 y las 17, con
excepción de aquellos menores que concurran en compañía de un mayor responsable o
que cuenten con una autorización escrita de los padres o tutores. La norma dispone que
los menores no tendrán acceso a imágenes y contenidos reservados para adultos y
prohíbe el expendio de bebidas alcohólicas a toda hora.
Por las razones mencionadas, deben ser bienvenidas las iniciativas que se
implementen con el fin de regular y limitar el funcionamiento de los locales que ofrecen
este tipo de entretenimiento. Debe tenerse en cuenta que la responsabilidad de evitar las
consecuencias de un uso abusivo de los videojuegos no recae sólo sobre quienes

25
administran esos lugares de entretenimiento, sino también sobre el grupo familiar y,
especialmente, sobre los padres de los menores. Ellos tienen un rol indelegable en el
cuidado y la protección de los niños y adolescentes a su cargo que no puede ni debe ser
ignorado.
Eje: El Matadero

SUPERESTRUCTURA NARRATIVA

Toda narrativa se caracteriza por una estructura básica: marco, suceso, episodio. Estas
tres categorías forman la trama.
Una narración se origina con una complicación en la vida los protagonistas, que genera
en ellos una reacción. A la complicación se la reconoce porque generalmente responde a la
pregunta: ¿Qué pasó? Esta reacción los lleva a tomar una resolución, afortunada o no, que
responde a la pregunta: ¿Cómo terminó? La complicación sumada a la resolución, forman
un suceso. Todo suceso se desarrolla en un marco que está dado por el lugar, el tiempo y
los personajes.
Todo suceso con su marco forman el episodio de la narración. Hay narraciones que
tienen un solo episodio pero hay otras que tienen más de uno. La suma de los episodios
forman la trama. El narrador mientras relata la trama, comenta, opina, hace su evaluación.
La evaluación no pertenece a la trama porque se trata de una reacción den narrador frente
a la misma. Esta opinión puede presentarse también como cualidades que el narrador
atribuye a los personajes o sentimientos que expresa acerca de ellos. Muchas narraciones
tienen una moraleja, enseñanza que puede aparecer al principio o al final de la narración.
La moraleja es característica de las fábulas.

Tipos de narrador

 Narrador protagonista: En este caso el narrador y el personaje están fundidos.


El narrador protagonista también puede ser un personaje de la historia. Puede
hablar en primera persona singular o- en los casos que dos personajes compartan
una misma visión- en primera persona plural.

 Narrador testigo: Quien narra los hechos, lo hace contando sólo lo que se puede
ver. No participa de la historia, sino que observa desde el lugar de la narración
estricta, sin involucrarse.

 Narrador omnisciente: Generalmente se vale de la tercera persona. Emplea la


segunda cuando actúa a modo de conciencia que lo coloca ante sus hechos. El
narrador omnisciente lo sabe todo, a veces también conoce los pensamientos y
motivaciones de los personajes.

El matadero y la apertura del sistema literario argentino


El Matadero de Esteban Echeverría (1805-1851) es una de las obras capitales del
movimiento romántico en América Latina. Fue escrita entre 1838 y 1840 pero permaneció
inédita hasta que, en 1871, Juan Manuel Gutiérrez, íntimo amigo de Echeverría, hizo
publicar esta obra en la Revista del Río de la Plata, muerto ya su autor. Echeverría

26
perteneció a una familia acomodada, hecho que le permitió estudiar en París la filosofía y
la literatura románticas. De regreso a la Argentina, importó el Romanticismo. Fundó la
Joven Argentina, una sociedad secreta de jóvenes, opuesta ideológicamente al dictador
Juan Manuel de Rosas. Perseguido, debió exiliarse en Montevideo en 1840, y vivió allí
hasta su muerte en 1851.

El Romanticismo
El Romanticismo dominó la literaria europea desde finales del siglo XVIII hasta
mediados del siglo XIX. Echeverría lo introdujo en América. El romanticismo significó: “la
libertad de sentimientos en la vida y el sentimiento de la libertad en el arte ” (Ricardo
Rojas). Los artistas románticos rompieran con la actitud clásica preponderante hasta ese
momento, racionalista y gustosa de las normas, y se dejaron guiar, en el arte y en la vida,
por una cierta idea del mundo, una imagen de algo acaso inexistente pero realizable. En el
caso de la obra de Echeverría, su búsqueda es el reinado de la cultura, de una sociedad
civilizada. Pertenecer a este movimiento significaba realizar una crítica política y social, y
entender a la literatura como servidora de una causa extraliteraria. Por lo tanto, los
románticos, descontentos con el mundo en el que les había tocado vivir, tuvieron espíritu
crítico y persiguieron ideales mediante un sistema de valores abstractos, que naturalmente
están en el espíritu del narrador de la obra aquí trabajada.

Análisis de la obra
En El Matadero se caracteriza negativamente al ser del discurso dominante (Federales,
Rosas, Iglesias) para construir (legitimar) un deber ser (proyecto nacionalista del
Romanticismo) que corresponde al discurso de los unitarios. Por tanto, partiendo del
análisis de la ironía (como principio constructivo del texto) decimos que El Matadero
impacta en el sistema literario nacional generando un espacio dicotómico entre unitarios y
federales; donde el primero se legitima en el proceso de deslegitimación del otro. De esta
forma, se instaura la duplicidad que luego será retomado y resignficada por gran parte de
la literatura latinoamericana.

La apertura del sistema literario nacional


Según Ricardo Rojas “La historia de la narrativa argentina empieza dos veces: en “El
Matadero” y en “Facundo”. Doble origen, doble comienzo para una misma historia”
La justificación de esta afirmación se encuentra en el primer párrafo de El Matadero:
A pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el
arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes como
acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores
españoles de América, que deben ser nuestros
portotipos.  Tengo muchas razones para no seguir ese
ejemplo, las que callo por no ser difuso.  Diré solamente

27
que los sucesoso de mi narración pasaban por los años
de Cristo de 183…

En este fragmento, es posible observar la puesta de manifiesto de una doble estrategia:


el distanciamiento de las escrituras europeas y la instauración de una escritura propia. La
mencionada estrategia deriva de una necesidad de quiebre que poseía la Argentina en esa
época (principios del siglo XIX) y que está relacionada con una ruptura con el dominio
español, no solamente en el ámbito político sino también en el literario. Es decir, la
construcción de una nación independiente políticamente, necesita, además, la
consolidación de una literatura propiamente argentina.
Así, una vez rotos los lazos con la Madre Patria (España) es necesario crear un proyecto
político de Nación. Y es en este punto donde puede observarse otro distanciamiento; no ya
hacia las escrituras europeas, sino al sistema de gobierno que dominaba en ese época: la
Federación Rosina. Por lo tanto, el texto que continua de aquel primer párrafo mencionado
anteriormente, va a instaurar el quiebre con el sistema de gobierno federal.
De este modo, mediante la estrategia de la ironía, El Matadero propone la
deslegitimación del ser de la época (Federales, Rosas, Iglesia) y legitima un deber ser
que se relaciona con el proyecto político y romántico imperante en el texto. La utilización
de la ironía como estrategia textual deriva de la necesidad de hacer evidente la
contradicción del discurso de los federales. Es decir, el texto permite a los personajes
federales decir su discurso (el cual postula un aspecto positivo del sistema federal y
negativo respecto al unitario). Pero a partir de la ironía, el texto constituye, paralelamente
a este discurso federal, una caracterización de los personales federales que se encuentra en
contradicción con el discurso que manifiestan. Piénsese en este sentido, como el discurso
de los “buenos católicos” se contradice con el hecho de que el mismo Restaurador reciba de
regalo (en plena Cuaresma) el primer novillo que se mata en El Matadero.
En esta perspectiva, se va creado un paralelismo entre los discursos y las acciones de
ambos personajes (federales y unitarios) que termina por legitimarse en el último párrafo
del texto:
En aquel tiempo los carniceros degolladores del matadero
eran los apóstoles que propagaban a verga y puñal la
federación rosina, y no es difícil imaginarse
qué federación saldría de sus cabezas y
cuchillas.  Llamaban ellos salvajes unitario, conforme a la
jerga inventada por el Restaurador, patrón, de la cofradía,
a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni
ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto,
a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la
libertad; y por el suceso anterior puede verse a las claras
que le foco de la federación estaba en el matadero.

28
A partir de lo manifestado precedentemente, se considera a El Matedero como el texto
que inaugura la literatura nacional porque produce un doble quiebre: con las escrituras
europeas, por un lado, y con la política federal dictadora que dominaba en ese momento.
Así, este proyecto político unitario que centró sus bases en los ideales románticos de la
libertad, del espíritu crítico y del reinado de la cultura determinaron la idea abstracta de
una nación más democrática y justa. Echeverría sólo pudo manifestar su proyecto político
y literario de nación enunciando la barbarie y deslegitimándola en esa misma enunciación.

29
Echeverría y el lugar de la ficción, La Argentina en pedazos. 1993

La Argentina en pedazos. Una historia de la violencia argentina a través de la ficción.


¿Qué historia es esa? La reconstrucción de una trama donde se pueden descifrar o
imaginar los rastros que dejan en la literatura las relaciones de poder, las formas de la
violencia. Marcas en el cuerpo y en el lenguaje, antes que nada, que permiten reconstruir la
figura del país que alucinan los escritores. Esa historia debe leerse a contraluz de la
historia "verdadera" y como su pesadilla.
El origen. Se podría decir que la historia de la narrativa argentina empieza dos veces: en
El matadero y en la primera página del Facundo. Doble origen, digamos, doble comienzo
para una misma historia. De hecho los dos textos narran lo mismo y nuestra literatura se
abre con una escena básica, una escena de violencia contada dos veces. La anécdota con la
que Sarmiento empieza el Facundo y el relato de Echeverría son dos versiones (una
triunfal, otra paranoica) de una confrontación que ha sido narrada de distinto modo a lo
largo de nuestra literatura por lo menos hasta Borges. Porque en ese enfrentamiento se
anudan significaciones diferentes que se centran, por supuesto, en la formula central
acunada por Sarmiento de la lucha entre la civilización y la barbarie.
La primera página del Facundo. Sarmiento inicia el libro con una escena que condensa
y sintetiza lo que gran parte de la literatura argentina no ha hecho más que desplegar,
releer, volver a contar. ¿En qué consiste esa situación inicial? "A fines de 1840 salía yo de
mi patria, desterrado por lastima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes
recibidos el día anterior en una de esas bacanales de soldadescas y mazorqueros. Al pasar
por los barios de zonda, bajo las Armas de la Patria, escribí con carbón estas palabras: On
ne tue point les idées. El gobierno a quien se comunicó el hecho, mando una comisión
encargada de descifrar el jeroglífico, que se decía contener desahogos innobles, insultos y
amenazas. Oída la traducción. Y bien, dijeron ¿qué significa esto?". Anécdota a la vez
cómica y patética, un hombre que se exilia y huye, escribe en francés una consigna política.
Se podría decir que abandona su lengua materna del mismo modo que abandona su patria.
Ese hombre con el cuerpo marcado por la violencia deja también su marca: escribe para no
ser entendido. La oposición entre civilización y barbarie se cristaliza entre quienes pueden
y quienes no pueden leer esa frase escrita en otro idioma: el contenido político de la frase
esta en el uso del Francés. El relato de Sarmiento es la historia de una confrontación y de
un triunfo: los bárbaros son incapaces de descifrar esas palabras y se ven obligados a
llamar a un traductor. Por otro lado esa Frase (que es una cita de Diderot, dicho sea de

30
paso) se ha convertido en la más famosa de Sarmiento, traducida libremente por él y
nacionalizada como: "Bárbaros, las ideas no se matan".

El lenguaje y el cuerpo. La historia que cuenta El matadero es como la contracara atroz


del mismo tema. 0 si ustedes quieren: El matadero narra la misma confrontación pero de
un modo paranoico y alucinante. En lugar de huir y de exiliarse, el unitario se acerca a los
suburbios, se interna en territorio enemigo. La violencia de la que Sarmiento se zafa esta
ahora puesta en primer piano. Si en el relato que inicia el Facundo todo el poder está
puesto en el uso simbólico del lenguaje extranjero y la violencia sobre los cuerpos es lo que
ha quedado atrás, en el cuento de Echeverría todo está centrado en el cuerpo y el lenguaje
(marcado por la violencia) acompaña y representa los acontecimientos. Por un lado un
lenguaje "alto", engolado, casi ilegible: en la zona del unitario el castellano parece una
lengua extranjera y estamos siempre tentados de traducirla. Y por otro lado una lengua
"baja", popular, llena de matices y de flexiones orales. La escisión de los mundos
enfrentados toca también al lenguaje. El registro de la lengua popular, que esta manejado
por el narrador como una prueba más de la bajeza y la animalidad de los "bárbaros", es un
acontecimiento histórico y es lo que se ha mantenido vivo en El matadero.

La verdad de la ficción. Hay una diferencia clave, diría, entre El matadero y el comienzo
del Facundo. En Sarmiento se trata de un relato verdadero, de un texto que toma la forma
de una autobiografía; en el caso de El matadero se trata de una pura ficción. Y justamente
porque era una ficción pudo hacer entrar el mundo de los "bárbaros" y darles un lugar y
hacerlos hablar. La ficción como tal en la Argentina nace, habría que decir, en el intento de
representar el mundo del enemigo, del distinto, del otro (se llame bárbaro, gaucho, indio o
inmigrante). Esa representación supone y exige la ficción. Para narrar a su grupo y a su
clase desde adentro, para narrar el mundo de la civilización, el gran género narrativo del
siglo XIX en la literatura argentina (el género narrativo por excelencia, habría que decir:
que nace, por lo además, con Sarmiento) es la autobiografía. La clase se cuenta a si misma
bajo la forma de la autobiografía y cuenta al otro con la ficción. Todo lo que hay de
imaginación literaria en el Facundo viene de ese intento de hacer entrar el mundo de
Facundo Quiroga y de los bárbaros. Sarmiento hace ficción pero la encubre y la disfraza en
el discurso verdadero de la autobiografía o del relate histórico. Por eso su libro puede ser
leído como una novela donde lo novelesco esta disimulado, escondido, presente pero
enmascarado.

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Un texto inédito. En El matadero está el origen de la prosa de ficción en la Argentina.
Pero ese origen, podría decirse, es oscuro, desviado, casi clandestino. Escrito en 1838 el
relate permaneció inédito hasta 1874 cuando Juan María Gutiérrez lo rescato entre los
papeles póstumos de Echeverría (que había muerto en Montevideo, exiliado y en la
miseria, en 1851). ¿Por qué no lo publicó Echeverría? Basta releerlo hoy para darse cuenta
de que es muy superior a todo lo que Echeverría publicó en su vida (y superior a lo de
todos sus contemporáneos, salvo Sarmiento). Habría que decir que Echeverría no lo
público justamente porque era una ficción y la ficción no tenía lugar en la literatura
argentina tal como la concebían Echeverría y Sarmiento. "Las mentiras de la imaginación"
de las que habla Sarmiento deben ser dejadas a un lado para que la prosa logre toda su
eficacia y la ficción aparecía como antagónica con un uso político de la literatura.

Una opción. El Facundo empieza donde termina El matadero. Entre la cita en francés de
Diderot de Sarmiento y la representación del lenguaje popular en El matadero, en la
mezcla de le que allí aparece escindido, en la relación y el antagonismo se define una larga
tradición de la literatura argentina. Pero a la vez la importancia de esos dos relates reside
en que entre los dos plantean una opción fundamental frente a la violencia política y el
poder: el exilio (con que se abre el Facundo) o la muerte (con la que se cierra El matadero).
Esa opción fundante volvió a repetirse muchas veces en nuestra historia y se repitió en
nuestros días. Y en ese sentido podría decirse que la literatura tiene siempre una marca
utópica, cifra el porvenir y actualiza constantemente los puntos clave de la política y de la
cultura argentina.

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El Matadero
Esteban Echeverría

A pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía


de sus ascendientes como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores españoles
de América, que deben ser nuestros prototipos.  Tengo muchas razones para no seguir
ese ejemplo, las que callo por no ser difuso.  Diré solamente que los sucesos de mi
narración pasaban por los años de Cristo de 183…  Estábamos, a más, en
cuaresma, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la Iglesia, adoptando
el precepto de Epicteto, sustine, abstine (sufre, abstente), ordena vigilia y abstinencia a
los estómagos de los fieles, a causa de que la carne es pecaminosa, y como dice el
proverbio, busca a la carne. Y como la Iglesia tiene ab initio y por delegación directa de
Dios el imperio inmaterial sobre las conciencias y los estómagos, que en y por lo mismo
buenos católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular
para someterse a toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al
matadero los novillos necesarios para el sustento de los niños y los enfermos
dispensados de la abstinencias por la bula, y con el ánimo de que se harten algunos
herejotes, que no faltan, dispuestos siempre a violar los mandamientos carnificinios de la
Iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.
Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa.  Los caminos se anegaron;
los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en
acuoso barro.  Una tremenda avenida se precipitó de repente por el Riachuelo de
Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del
Alto.  El Plata, creciendo embravecido, empujó esas aguas que venían buscando su
cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y
extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras.  La ciudad circunvalada del
norte al oeste por una cintura de agua y barro, y al sud  por un piélago blanquecino en
cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y
las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al
horizonte como implorando la protección del Altísimo.  Parecía el amago de un nuevo
diluvio.  Los beatos y beatas gimoteaban haciendo novenarios y continuas plegarias.  Los
predicadores atronaban el templo y hacían crujir el púlpito a puñetazos. “Es el día del
juicio--decían--, el fin del mundo está por venir.  La cólera divina rebosando se derrama en
inundación.  ¡Ay de vosotros, pecadores!  ¡Ay de vosotros, unitarios impíos que os mofáis
de la Iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de los ungidos del
Señor!  ¡Ay de vosotros si no imploráis misericordia al pie de los altares!  Llegará la hora
tremenda del vano crujir de dientes y de las frenéticas imprecaciones.  Vuestra impiedad,
vuestras herejías, vuestras blasfemias, vuestros crímenes horrendos,  han traído sobre
nuestra tierra las plagas del Señor.  La justicia del Dios de la Federación os
declarará malditos”.
Las pobres mujeres salían sin aliento, anonadadas del templo, echando, como era
natural, la culpa de aquella calamidad a los unitarios.

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Continuaba, sin embargo, lloviendo a cántaros, y la inundación crecía, acreditando el
pronóstico de los predicadores.  Las campanas comenzaron a tocar rogativas por orden
del muy católico Restaurador, quien parece no las tenía todas consigo.  Los libertinos, los
incrédulos, es decir, los unitarios, empezaron a amedrentarse al ver tanta cara
compungida, oír tanta batahola de imprecaciones.  Se hablaba ya, como de cosa resuelta,
de una procesión en que debía ir toda la población descalza y a cráneo descubierto,
acompañando al Altísimo, llevado bajo palio por el obispo, hasta la barranca de Balcarce,
donde millares de voces, conjurando al demonio unitario de la inundación, debían implorar
la misericordia divina.
Feliz, o mejor, desgraciadamente, pues la cosa habría sido de verse, no tuvo efecto la
ceremonia, porque bajando el Plata, la inundación se fue poco a poco escurriendo en su
inmenso lecho, sin necesidad de conjuro ni plegarias.
Lo que hace principalmente a mi historia es que por causa de la inundación estuvo
quince días el matadero de la Convalecencia sin ver una sola cabeza vacuna, y que en
uno o los, todos los bueyes de quinteros y aguateros se consumieron en el abasto de la
ciudad.  Los pobres niños y enfermos se alimentaban con huevos y gallinas, y los gringos
y herejote bramaban por el beefsteak y el asado.  La abstinencia de carne era general en
el pueblo, que nunca se hizo más digno de la bendición de la Iglesia, y así fue que
llovieron sobre él millones y millones de indulgencias plenarias.  Las gallinas se pusieron
a 6 pesos y los huevos a 4 reales, y el pescado carísimo.  No hubo en aquellos días
cuaresmales promiscuaciones ni excesos de gula; pero, en cambio, se fueron derecho al
cielo innumerables ánimas, y acontecieron cosas que parecen soñadas.
No quedó en el matadero ni un solo ratón vivo de muchos millares que allí tenían
albergue.  Todos murieron o de hambre o ahogados en sus cuevas por la incesante
lluvia. Multitud de negras rebusconas de achuras, como los caranchos de presa, se
desbandaron por la ciudad como otras tantas arpías prontas a devorar cuanto hallaran
comible.  Las gaviotas y los perros, inseparables rivales suyos en el matadero, emigraron
en busca de alimento animal.  Porción de viejos achacosos cayeron el consunción por
falta de nutritivo caldo; pero lo más notable que sucedió fue el fallecimiento casi repentino
de unos cuantos gringos herejes que cometieron el desacato de dares un hartazgo de
chorizos de Extremadura, jamón y bacalao, y se fueron al otro mundo a pagar el pecado
cometido por tan abominable promiscuación.
Algunos médicos opinaron que si la carencia de carne continuaba, medio pueblo caería
en síncope por estar los estómagos acostumbrados a su corroborante jugo; y era de notar
el contraste entre estos tristes pronósticos de la ciencia y los anatemas lanzados desde el
púlpito por los reverendos padres contra toda clase de nutrición animal y de
promiscuación en aquellos días destinados por la Iglesia al ayuno y la penitencia.   Se
originó de aquí una especie de guerra intestina entre los estómagos y las conciencias,
atizada por el inexorable apetito, y las no menos inexorables vociferaciones de los
ministros de la Iglesia, quienes, como es su deber, no transigen con vicio alguno que
tienda a relajar las costumbres católicas; a lo que se agregaba el estado de flatulencia
intestinal habitantes, producido por el pescado y los porotos y otros alimentos algo
indigestos.
Esta guerra se manifestaba por sollozos y gritos descompasados en la peroración de
los sermones y por rumores y estruendos subitáneos en las casas y calles de la cuidad o
dondequiera concurrían gentes.  Alarmóse un tanto el gobierno, tan paternal como

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previsor, del Restaurador, creyendo aquellos tumultos de origen revolucionario y
atribuyéndolos a los mismos salvajes unitarios, cuya impiedades, según los predicadores
federales, habían traído sobre el país la inundación de la cólera divina; tomó activas
providencias, desparramó a sus esbirros por la población, y por último, bien informado,
promulgó un decreto tranquilizador de las conciencias y de los estómagos, encabezado
por un considerando muy sabio y piadoso para que a todo trance, y arremetiendo por
agua y todo, se trajese ganado a los corrales.
En efecto, el decimosexto día de la carestía, víspera del día de Dolores, entró  a vado
por el paso de Burgos al matadero del Alto una tropa de cincuenta novillos gordos; cosa
poca por cierto para una población acostumbrada a consumir diariamente de 250 a 300, y
cuya tercera parte al menos gozaría del fuero eclesiástico de alimentarse con
carne.  ¡Cosa extraña que haya estómagos sujetos a leyes inviolables y que la Iglesia
tenga la llave de los estómagos!
Pero no es extraño, supuesto que el Diablo con la carne suele meterse en el cuerpo y
que la Iglesia tiene el poder de conjurarlo: el caso es reducir al hombre a una máquina
cuyo móvil principal no sea su voluntad sino la de la Iglesia y el gobierno.  Quizá llegue el
día en que sea prohibido respirar aire libre, pasearse y hasta conversar con un amigo, sin
permiso de autoridad competente.  Así era, poco más o menos, en los felices tiempos de
nuestros beatos abuelos, que por desgracia vino a turbar la Revolución de Mayo.  Sea
como fuera, a la noticia de la providencia gubernativa, los corrales del alto se llenaron, a
pesar del barro, de carniceros, de achuradores y de curiosos, quienes recibieron con
grandes vociferaciones y palmoteos los cincuentas novillos destinados al matadero.
--Chica, pero gorda—exclamaban.-- ¡Viva la Federación!  ¡Viva el Restaurador!
Porque han de saber los lectores que en aquel tiempo la Federación estaba en todas
partes, hasta entre las inmundicias del matadero, y no había fiesta sin Restaurador como
no hay sermón sin San Agustín.  Cuentan que al oír tan desaforados gritos las últimas
ratas que agonizaban de hambre en sus cuevas, se reanimaron y echaron a correr
desatentadas, conociendo que volvían a aquellos lugares la acostumbrada alegría y la
algazara precursora de abundancia.
El primer novillo que se mató fue todo entero de regalo al Restaurador, hombre muy
amigo del asado.  Una comisión de carniceros marchó a ofrecérselo en nombre de los
federales del matadero, manifestándole in voce su agradecimiento por la acertada
providencia del gobierno, su adhesión ilimitada al Restaurador y su odio entrañable a los
salvajes unitarios, enemigos de Dios y de los hombres.  El Restaurador contestó a la
arenga, rinforzando sobre el mismo tema, y concluyó la ceremonia con los
correspondientes vivas y vociferaciones de los espectadores y actores.  Es de creer que
el Restaurador tuviese permiso especial de su Ilustrísima para no abstenerse de carne,
porque siendo tan buen observador de las leyes, tan buen católico y tan acérrimo
protector de la religión, no hubiera dado mal ejemplo aceptando semejante regalo en día
santo.
Siguió la matanza, y en un cuarto de hora cuarenta y nueve novillos se hallaban
tendidos en la plaza del matadero, desollados unos, los otros por desollar,   El espectáculo
que ofrecía entonces era animado y pintoresco, aunque reunía todo lo horriblemente feo,
inmundo y deforme de una pequeña clase proletaria peculiar del Río de la Plata.  Pero
para que el lector pueda percibirlo a un golpe de ojo, preciso es hacer un croquis de la
localidad.

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El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quintas al sur de la ciudad, es
una gran playa en forma rectangular, colocada al extremo de dos calles, una de las cuales
allí termina y la otra se prolonga hasta el este.  Esta playa, con declive al sur, está cortada
por un zanjón labrado por la corriente de las aguas pluviales, en cuyos bordes laterales se
muestran innumerables cuevas de ratones y cuyo cauce recoge en tiempo de lluvia toda
la sangraza seca o reciente del matadero.  En la junción del ángulo recto, hacia el oeste,
está lo que llaman la casilla, edificio bajo, de tres piezas de media agua con corredor al
frente que da a la calle y palenque para atar caballos, a cuya espalda se notan varios
corrales de pala, pique de ñandubay con sus fornidas puertas para encerrar el ganado.
Estos corrales son en tiempo de invierno un verdadero lodazal, en el cual los animales
apeñuscados se hunden hasta el encuentro, y quedan como pegados y casi sin
movimiento.  En la casilla se hace la recaudación del impuesto de corrales, se cobran las
multas por violación de reglamentos y se sienta el juez del matadero, personaje
importante, caudillo de los carniceros y que ejerce la suma del poder en aquella pequeña
república, por delegación del Restaurador.  Fácil es calcular qué clase de hombre requiere
para el desempeño de semejante cargo.  La casilla, por otra parte, es un edificio tan ruin y
pequeño que nadie lo notaría en los corrales a no estar asociado su nombre al del terrible
juez y no resaltar sobre blanca cintura los siguientes letreros rojos: “Viva la Federación”,
“Viva el Restaurador y la heroica doña Encarnación Ezcurra”, “Mueran los salvajes
unitarios”.  Letreros muy significativos, símbolo de la fe política y religiosa de la gente del
matadero.  Pero algunos lectores no sabrán que la tal heroína es la difunta esposa del
Restaurador, patrona muy querida de los carniceros, quienes, ya muerta, la veneraban por
sus virtudes cristianas y su federal heroísmo en la revolución contra Balcarce. Es el caso
que en un aniversario de aquella memorable hazaña de la Mazorca, los carniceros
festejaron con  un espléndido banquete en la casilla de la heroína, banquete a que
concurrió con su hija y otras señoras federales, y que allí, en presencia de un gran
concurso, ofreció a los señores carniceros en un solemne brindis su federal patrocinio, por
cuyo motivo ellos la proclamaron entusiasmados patrona del matadero, estampando su
nombre en las paredes de la casilla, donde estará hasta que lo borre la mano del tiempo.
La perspectiva del matadero a la distancia era grotesca, llena da animación.  Cuarenta
y nueve reses esteban tendidas sobre sus cueros, y cerca de doscientas personas
hollaban aquel suelo de lodo regado con la sangre de unas arterias.  En trono de cada res
resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distinta.  La figura más prominente
de cada grupo era el carnicero con el cuchillo en mano, brazo y pecho desnudo, cabello
largo y revuelto, camisa y chiripá y rostro embadurnado de sangre. A sus espaldas se
rebullían, caracoleando y siguiendo los movimientos, una comparsa de muchachos, de
negras y mulatas achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las arpías de la fábula, y
entremezclados con ellas algunos enormes mastines, olfateaban, gruñían o se daban de
tarascones por la presa.  Cuarenta y tantas carretas, toldadas con negruzco y pelado
cuero, se escalonaban irregularmente a lo largo de la playa, y algunos jinetes con el
poncho calado y el lazo prendido al tiento cruzaban por entre ellas al tranco o reclinados
sobre el pescuezo de los caballos echaban ojo indolente sobre uno de aquellos animados
grupos, al paso que, más arriba, en el aire, un enjambre de gaviotas blanquiazules, que
habían vuelto de la emigración al olor de la carne, revoloteaban, cubriendo con su
disonante graznido todos los ruidos y voces del matadero y proyectando una sombra clara
sobre aquel campo de horrible carnicería.  Esto se notaba al principio de la matanza.

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Pero a medida que adelantaba, la perspectiva variaba; los grupos se deshacían,
venían a formarse tomando diversas actitudes y se desparramaban corriendo como si en
medio de ellos cayese alguna bala perdida, o asomase la quijada de algún encolerizado
mastín.  Esto era que el carnicero en un grupo descuartizaba a golpe de hacha, colgaba
en otros los cuartos en los ganchos de su carreta, despellejaba en éste, sacaba el sebo
en aquel; de entre la chusma que ojeaba y aguardaba la presa de achura, salía de cuando
en cuando una mugrienta mano a dar un rascón con el cuchillo al sebo o a los cuartos de
la res, lo que originaba gritos y explosión de cólera del carnicero y el continuo hervidero
de los grupos, dichos y gritería descompasada de los muchachos.
-Ahí se mete el sebo en las tetas, la tipa—gritaba uno.
-Aquél lo escondió en el azapón—replicaba la negra.
-Che, negra bruja, salí de aquí antes de que te pegue un tajo—exclamaba el carnicero.
-¿Qué le hago, ño Juan?  ¡No sea malo!  Yo no quiero sino la panza y las tripas.
-Son para esa bruja: a la m…
-¡A la bruja! ¡A la bruja!—repitieron los muchachos—¡Se lleva la riñonada y el tongorí!—Y
cayeron sobre su cabeza sendos cuajos de sangre y tremendas pelotas de barro.
Hacia otra parte, entretanto, dos africanas llevaban arrastrando las entrañas de un
ánima; allá una mulata se alejaba con un ovillo de tripas y resbalando de repente sobre un
charco de sangre, caía a plomo, cubriendo con su cuerpo la codiciada presa.  Acullá se
veían acurrucadas en hileras 400 negras destejiendo sobre las faldas el ovillo y
arrancando, uno a uno, los sebitos que el avaro cuchillo del carnicero había dejado en la
tripa como rezagados, al paso que otras vaciaban panzas y vejigas y las henchían de aire
de sus pulmones para depositar en ellas, luego de secas, la achura.
Varios muchachos, gambeteando a pie y a caballo, se daban de vejigazos o se tiraban
bolas de carne, desparramando con ellas y su algazara la nube de gaviotas que,
columpiándose en el aire, celebraban chillando la matanza.  Oíanse a menudo, a pesar
del veto del Restaurador y de la santidad del día, palabras inmundas y obscenas,
vociferaciones preñadas de todo el cinismo bestial que caracteriza a la chusma de
nuestros mataderos, con las cuales no quiero regalar a los lectores.
De repente caía un bofe sangriento sobre la cabeza de alguno, que de allí pasaba a la
de otro, hasta que algún deforme mastín lo hacía buena presa, y una cuadrilla de otros,
por si estrujo o no estrujo, armaba una tremenda de gruñidos y mordiscones.  Alguna tía
vieja salió furiosa en persecución de un muchacho que le había embadurnado el rostro
con sangre, y acudiendo a sus gritos y puteadas los compañeros del rapaz, la rodeaban y
azuzaban como los perros al toro, y llovían sobre ella zoquetes de carne, bolas de
estiércol, con groseras carcajadas y gritos frecuentes, hasta que el juez mandaba
restablecer el orden y despejar el campo.
Por un lado dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo, tirándose
horrendos tajos y reveses; por otro, cuatro, ya adolescentes, ventilaban a cuchilladas el
derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos
distante, porción de perros, flacos ya de la forzosa abstinencia, empleaban el mismo
medio para saber quién se llevaría un hígado envuelto en barro. Simulacro en pequeño
era éste del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los
derechos individuales y sociales.  En fin, la escena que se representaba en el matadero
era para vista, no para escrita.

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Un animal había quedado en los corrales, de corta y ancha cerviz, de mirar fiero, sobre
cuyos órganos genitales no estaban conformes los pareceres,  porque tenía apariencias
de toro y de novillo.  Llególe la hora.  Dos enlazadores a caballo penetraron en el corral en
cuyo contorno hervía la chusma a pie, a caballo y horqueteada sobre sus nudosos
palos.  Formaban en la puerta el más grotesco y sobresaliente grupo, varios pialadores y
enlazadores de a pie con el brazo desnudo y armado del certero lazo, la cabeza cubierta
con un pañuelo punzó y chaleco y chiripá colorado, teniendo a sus espaldas varios jinetes
y espectadores de ojo escrutado y anhelante.
El animal, perdido ya al lazo por las astas, bramaba echando espuma furibundo, y no
había demonio que lo hiciera salir del pegajoso barro, donde estaba como clavado y era
imposible pialarlo.  Gritábanle, lo azuzaban en vano con las mantas y pañuelos los
muchachos que estaban prendidos sobre las horquetas del corral, y era de oír la
disonante batahola de silbidos, palmadas y voces tiples y roncas que se desprendían de
aquélla singular orquesta.
Los dicharachos, las exclamaciones chistosas y obscenas rodaban de boca en boca, y
cada cual hacía alarde espontáneamente de su ingenio y de su agudeza, excitado por el
espectáculo o picado por el aguijón de alguna lengua locuaz.
-Hi de p…en el torro.
-Al Diablo los torunos del Azul.
-Malhaya el tropero que nos da gato por liebre.
-Si es novillo.
-¿No está viendo que es toro viejo?
-Como toro le ha de quedar.  ¡Muéstreme los c…si le parece, c…o!
-Ahí los tiene entre las piernas.  ¿No lo ve, amigo, más grandes que la cabeza de su
castaño, o se ha quedado ciego en el camino?
-Su madre sería la ciega, pues que tal hijo ha parido.  ¿No ve que todo ese bulto es
barro?
-Es emperrado y arisco como un unitario.
Y al oír esta mágica palabra, todos a una voz exclamaron;
-Mueran los salvajes unitarios!
-Para el tuerto lo h…
-Sí, para el tuerto, que es hombre de c…para pelear con los unitarios.
-El matambre a Matasiete, degollador de unitarios. ¡Viva Matasiete!
-¡A Matasiete el matambre!
-Allá va—gritó una voz ronca, interrumpiendo aquellos desahogos de la cobardía
feroz--.  ¡Allá va el toro!
-¡Alerta!  ¡Guarda los de la puerta!  ¡Allá va furioso como un demonio!  Y en efecto, el
animal acosado por los gritos y sobre todo por dos picanas agudas que le espoleaban la
cola, sintiendo flojo el lazo, arremetió bufando a la puerta, lanzando a entrambos lados un
rojiza y fosfórica mirada.  Dióle el tirón el enlazador sentado su caballo, desprendió el lazo
del asta, crujió por el aire un áspero zumbido y al mismo tiempo se vio rodar desde lo alto
de una horqueta del corral, como si un golpe de hacha lo hubiese dividido a cercén, una
cabeza de niño cuyo tronco permaneció inmóvil sobre su caballo de palo, lanzando por
cada arteria un largo chorro de sangre.
-¡Se cortó el lazo!—gritaron unos--.  ¡Allá va el toro!

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Pero otros, deslumbrados y atónitos, guardaron silencio, porque todo fue como un
relámpago.
Desparramóse un tanto el grupo de la puerta.  Una parte se agolpó sobre la cabeza
y el cadáver palpitante del muchacho degollado por el lazo, manifestando horror en su
atónito semblante, y la otra parte, compuesto de jinetes que no vieron al catástrofe, se
escurrió en distintas direcciones en pos del toro, vociferando y gritando: ¡Allá va el
toro!  ¡Atajen!  ¡Guarda!  ¡Enlaza, Sietepelos!  ¡Que te agarra, Botija!  ¡Va furioso; no se le
pongan delante!  ¡Ataja, ataja, Morado!  ¡Dale espuela al mancarrón!  ¡Y se metió en la
calle sola!  ¡Qué lo ataje el diablo!
El tropel y vocifería era infernal.  Unas cuantas negras achuradoras, sentadas en hilera
al borde del zanjón, oyendo el tumulto se acogieron y agazaparon entre las panzas y
tripas que desenredaban y devanaban con la paciencia de Penélope, lo que sin duda las
salvó, porque el animal lanzó al mirarlas un bufido aterrador, dio un brinco sesgado y
siguió adelante perseguido por los jinetes.  Cuentan que una de ellas se fue de cámaras;
otra rezó diez salves en dos minutos, y dos prometieron a San Benito no volver jamás a
aquellos malditos corrales y abandonar el oficio de achuradoras.  No se sabe si
cumplieron la promesa.
El toro, entretanto, tomó la ciudad por una larga y angosta calle que parte de la punta
más aguda del rectángulo anteriormente descripto, calle encerrada por una zanja y un
cerco de tunas, que llaman sola por no tener más de dos casas laterales, y en cuyo
aposado centro había un profundo pantano que tomaba de zanja a zanja.  Cierto inglés,
de vuelta de su saladero, vadeaba este pantano a la sazón, paso a paso, en un caballo
algo arisco, y, sin duda, iba tan absorto en sus cálculos que no oyó el tropel de jinetes ni
la gritería sino cuando el toro arremetía el pantano.  Azoróse de repente su caballo dando
un brinco al sesgo y echó a correr, dejando al pobre hombre hundido media vara en el
fango.  Este accidente, sin embargo, no detuvo ni frenó la carrera de los perseguidores
del toro, antes al contrario, soltando carcajadas sarcásticas: “Se amoló el gringo; levántate
gringo”—exclamaron, cruzando el pantano, y amasando con barro bajo las patas de sus
caballos su miserable cuerpo.  Salió el gringo, como pudo, después a la orilla, más con la
apariencia de un demonio tostado por las llamas del infierno que un hombre blanco
pelirrubio.  Más adelante, al grito de ¡al toro!,  cuanto negras achuradoras que se retiraban
con su presa, se zambulleron en la zanja llena de agua, único refugio que les quedaba.
El animal, entretanto, después de haber corrido unas 20 cuadras en distintas direcciones
azorando con su presencia a todo viviente, se metió por la tranquera de una quinta, donde
halló su perdición.  Aunque cansado, manifestaba brío y colérico ceño; pero rodeábalo
una zanja profunda y un tupido cerco de pitas, y no había escape.  Juntáronse luego sus
perseguidores que se hallaban desbandados, y resolvieron llevarlo en un señuelo de
bueyes para que expiase su atentado en el lugar mismo donde lo había cometido.
Una hora después de su fuga el toro estaba otra vez en el matadero, donde la poca
chusma que había quedado no hablada sino de sus fechorías.  La aventura de gringo en
el pantano excitaba principalmente la risa y el sarcasmo.  Del niño degollado por el lazo o
quedada sino un charco de sangre; su cadáver estaba en el cementerio.
Enlazaron muy luego por las astas al animal, que brincaba haciendo hincapié y
lanzando roncos bramidos.  Echáronle uno, dos, tres piales; pero infructuoso; al cuarto
quedó prendido de una pata: su brío y su furia redoblaron; su lengua, estirándose
convulsiva, arrojaba espuma, su nariz humo, sus ojos miradas encendidas.

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-¡Desjarreten ese animal!—exclamó una voz imperiosa.  Matasiete se tiró al punto del
caballo, cortóle el garro de una cuchillada y gambeteando en torno de él con su enorme
daga en mano, se la hundió al cabo hasta el puño en la garganta, mostrándola en seguida
humeante y roja a los espectadores.  Brotó un torrente de la herida, exhaló algunos
bramidos roncos, y cayó el soberbio animal entre los gritos de la chusma que
proclamaban a Matasiete vencedor y le adjudicaba en premio el matambre.  Matasiete
extendió, como orgulloso, por segunda vez el brazo y el cuchillo ensangrentado, y se
agachó a desollarlo con otros compañeros.
Faltaba que resolver la duda sobre los órganos  genitales del muerto, clasificado
provisoriamente de toro por su indomable fiereza; pero estaban todos tan fatigados de la
larga tarea, que lo echaron por lo pronto en olvido.  Más de repente una voz ruda
exclamó:
-Aquí están los huevos—sacando le la barriga del animal y mostrando a los espectadores
dos enormes testículos, signo inequívoco de su dignidad de toro.  La risa y la charla fue
grande; todo los incidentes desgraciados pudieron fácilmente explicarse.  Un toro en el
matadero era cosa muy rara, y aun vedaba.  Aquél, según reglas de buen policía, debía
arrojarse a los perros; pero había tanta escasez de carne y tantos hambrientos en la
población que el señor juez tuvo que hacer ojo lerdo.
En dos por tres estuvo desollado, descuartizado y colgado en la carreta el maldito
toro.  Matasiete colocó el matambre bajo el pellón de su recado y se preparaba a partir. La
matanza estaba concluida a las doce, y la poca chusma que había presenciado hasta el
fin, se retiraba en grupos de a pie y de a caballo, o tirando a la cincha algunas carretas
cargadas de carne.
Más de repente la ronca voz de un carnicero gritó:
¡Allí viene un unitario!—y al oír tan significativa palabra toda aquella chusma se detuvo
como herida de una impresión subitánea.
-¿No le ven la patilla en forma de U? No trae divisa en el fraque ni luto en el sombrero.
- Perro unitario.
-Es un cajetilla.
-Monta en silla como los gringos.
-La Mazorca con él.
-¡La tijera!
-Es preciso sobarlo.
-Trae pistolera por pintar.
-Todos estos cajetillas unitarios son pintores como el diablo.
-¿A que no te le animás, Matasiete?
-¿A que no?
-A que sí.
Matasiete era hombre de poca palabras y de muchas acción.  Tratándose de violenta,
de agilidad, de destreza en el hacha, el cuchillo o el caballo, no hablaba y obrada.   Lo
habían picado: prendió la espuela a su caballo y se lanzó a brida suelta al encuentro del
unitario.
Era éste un joven de 25 años, de gallarda y bien apuesta persona, que mientras salían
en borbotones de aquellas desaforadas bocas las anteriores exclamaciones, trotaba hacia
Barracas, muy ajeno de temer peligro alguno.  Notando, empero, las significativas miradas
de aquel grupo de dogos de matadero, echa maquinalmente la diestra sobre las pistoleras

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de su silla inglesa, cuando una pechada al sesgo del caballo de Matasiete lo arroja de los
lomos del suyo tendiéndolo a la distancia boca arriba y sin movimiento alguno.
-¡Viva Matasiete!—exclamó toda aquella chusma, cayendo en tropel sobre la víctima
como los caranchos rapaces sobre la osamenta de un buey devorado por un
tigre.  Atolondrado todavía el joven, fue, lanzado una mirada de fuego sobre aquellos
hombres feroces, hacia su caballo que permanecía inmóvil no muy distante, a buscar en
sus pistolas el desagravio y la venganza.  Matasiete, dando un salto, le salió al encuentro
y con fornido brazo asiéndolo de la corbata lo tendió en el suelo tirando al mismo tiempo
la daga de la cintura y llevándola a su garganta.
Una tremenda carcajada y un nuevo viva estentóreo volvió a vitorearlo.  ¡Que nobleza
de alma!  ¡Que bravura en los federales!  ¡Siempre en pandillas cayendo como buitres
sobre la víctima inerte!
-Degüéllalo, Matasiete, quiso sacar las pistolas.  Degüéllalo como al toro.
-Pícaro unitario.  Es precioso tusarlo.
-Tiene buen pescuezo para el violín.
-Mejor es la resbalosa.
- Probaremos—dijo Matasiete, y empezó sonriendo a pasar el filo de su daga por la
garganta del caído, mientras con la rodilla izquierda de comprimía el pecho y con la
siniestra mano le sujetaba por los cabellos.
- No, no lo degüellen—exclamó de lejos la voz imponente del Juez del Matadero que se
acercaba a caballo.
-A la casilla con él, a la casilla.  Preparen mazorca y las tijeras.  ¡Mueran los salvajes
unitarios!  ¡Viva el Restaurador de las leyes!
-¡Viva Matasiete!
- “¡Mueran!” “¡Vivan!”—repitieron en coro los espectadores, y atándolo codo con codo,
entre moquetes y tirones, entre vociferaciones e injuries, arrastraron al infeliz joven al
banco del tormento, como los sayones al Cristo.
La sala de la casilla tenía en su centro una grande y fornida mesa de la cual no salían
los vasos de bebida y los naipes sino para dar lugar a las ejecuciones y torturas de los
sayones federales del matadero.  Notábase además, en un rincón, otra mesa chica con
recado de escribir y un cuaderno de apuntes y porción de sillas entre las que resaltaban
un sillón de brazos destinado para el juez.  Un hombre, soldado en apariencia, sentado en
una de ellas, cantaba al son de la guitarra la resbalosa, tonada de inmensa popularidad
entre los federales, cuando la chusma llegando en tropel al corredor de la casilla lanzó  a
empellones al joven unitario hacia el centro de la sala.
- A ti te toca la resbalosa –gritó uno.
- Encomienda tu alma al Diablo.
-Está furioso como toro montaraz.
-Ya te amansará el palo.
-Es precioso sobarlo.
-Po ahora verga y tijera.
-Si no, la vela.
-Mejor será la mazorca.
-Silencio y sentarse—exclamó el juez dejándose caer sobre un sillón.  Todos obedecieron,
mientras el joven, de pie, encarando al juez, exclamó con voz preñada de indignación:
-¡Infames sayones!  ¿Que intentan hacer de mí?

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-¡Calma!—dijo sonriendo el juez--.No hay que encolerizarse.  Ya lo verás.
El joven, en efecto, estaba fuera de sí de cólera.  Todo su cuerpo parecía estar en
convulsión.  Su pálido y amoratado rostro, su voz, su labio trémulo, mostraban el
movimiento convulsivo de su corazón, la agitación de sus nervios.  Sus ojos de fuego
parecían salirse de la órbita, su negro y lacio cabello se levantaba erizado.  Su cuello
desnudo y al pechera de su camisa dejaban entrever el latido violento de sus arterias y la
respiración anhelante de sus pulmones.
-¿Tiemblas?—le dijo el juez.
-De rabia porque no puedo sofocarte entre mis brazos.
-¿Tendrías fuerza y valor para eso?
-Tengo de sobra voluntad y coraje para ti, infame.
-A ver las tijeras de tusar mi caballo: túsenlo a la federala.
Dos hombres le asieron, uno de la ligadura del brazo, otro de la cabeza y en un minuto
cortáronle la patilla que poblaba toda su barba por bajo, con risa estrepitosa de sus
espectadores.
-A ver—dijo el juez--, un vaso de agua para que se refresque.
-Uno de hiel te daría yo a beber, infame.
Un Negro petiso púsosele al punto delante con un vaso de agua en la mano.  Diole el
joven un puntapié en el brazo y el vaso fue a estrellarse en el techo, salpicando el
asombrado rostro de los espectadores.
-Este es incorregible.
-Ya lo domaremos.
-Silencio—dijo el juez--.  Ya estás afeitado a la federala, sólo te falta el bigote.  Cuando
con olvidarlo.  Ahora vamos a cuenta.  ¿Por qué no traes divisa?
-Porque no quiero.
-¿No sabes que lo manda el Restaurador?
-La librea es para vosotros, esclavos, no para los hombres libres.
-A los libres se les hace llevar a la fuerza.
-Sí, la fuerza y la violencia bestial.  Esas son vuestras armas, infames.  ¡El lobo, el tigre, la
pantera, también son fuertes como vosotros!  Deberías andar como ellos, en cuatro patas.
-¿No temes que el tigre te despedace?
- Lo prefiero a que maniatándome arranquen, como el cuervo, una a una las entrañas.
-¿Por qué no llevas luto en el sombrero por la heroína?
-Porque lo llevo en el corazón por la patria que vosotros habéis asesinado, infames.
-¿No sabes que así lo dispuso el Restaurador?
-Lo dispusisteis vosotros, esclavos, para lisonjear el orgullo de vuestro señor, y tributarle
vasallaje infame.
-¡Insolente!  Te has embravecido mucho.  Te haré cortar la lengua si chistas.  Abajo los
calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien atado sobre la
mesa.
Apenas articuló esto el juez, cuatro sayones salpicados de sangre, suspendieron al joven
y lo tendieron largo a largo sobre la mesa comprimiéndole todos sus miembros.
-Primero degollarme que desnudarme, infame canalla.
Atáronle en pañuelo a la boca y empezaron a tironear sus vestidos.  Encogíase el joven,
pateaba, hacía rechinar los dientes.  Tomaban ora sus miembros la flexibilidad del junco,
ora la dureza del fierro y su espina dorsal era el eje de un movimiento parecido al de la

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serpiente.  Gotas de sudor fluían por su rostro, grandes como perlas; echaban fuego sus
pupilas, su boca espuma, y las venas sobre su blanco cutis como si estuvieran repletas de
sangre.
-Atenlo primero—exclamó el juez.
-Está rugiendo de rabia—articuló un sayón.
En un momento liaron sus piernas en ángulo a los cuatro pies de la mesa, volcando su
cuerpo boca abajo.  Era preciso hacer igual operación con las manos, para lo cual
soltaron las ataduras que las comprimían en la espalda.  Sintiéndolas libres el joven, por
un movimiento brusco en el cual pareció agotarse toda su fuerza y vitalidad, se incorporó
primero sobre sus brazos, después sobre sus rodillas y se desplomó al momento
murmurando:
-Primero degollarme que desnudarme, infame canalla.
Sus fuerzas se habían agotado.
Inmediatamente quedó atado en cruz y empezaron la obra de desnudarlo.  Entonces un
torrente de sangre brotó borbolloneando de la boca y las narices del joven, y
extendiéndose empezó a caer a chorros por entrambos lados de la mesa.  Los sayones
inmóviles y los espectadores estupefactos.
-Reventó de rabia el salvaje unitario—dijo uno.
-Tenía un rio de sangre en las venas—articuló otro.
-Pobre diablo, queríamos únicamente divertirnos con él y tomó la cosa demasiado a lo
serio—exclamó el juez frunciendo el ceño de tigre.  Es precioso dar parte; desátenlo y
vamos.
Verificaron la orden; echaron llave al a puerta y en un momento se escurrió la chusma
en pos del caballo del juez cabizbajo y taciturno.
Los federales habían dado fin a una de sus innumerables proezas.
En aquel tiempo los carniceros degolladores del matadero eran los apóstoles que
propagaban a verga y puñal la federación rosina, y no es difícil imaginarse qué federación
saldría de sus cabezas y cuchillas.  Llamaban ellos salvajes unitario, conforme a la jerga
inventada por el Restaurador, patrón, de la cofradía, a todo el que no era degollador,
carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo
patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad; y por el suceso anterior puede verse
a las claras que le foco de la federación estaba en el matadero.

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Discusión: el “Martín Fierro” en el sistema literario

Las literaturas nacionales históricamente son fruto de una voluntad política: la de


construir no sólo una nación sino también, y esencialmente, una nacionalidad -en el
sentido de la identidad-. Por ello las literaturas nacionales se constituyen como tales recién
cuando aparece una consciencia nacional que, consignado los signos de revelan la
existencia de una nación, puede reconocer en su literatura los rasgos distintivos por medio
de los cuales esa nación se expresa. Se trata, así, de una perspectiva política e ideológica,
que permite vincular distintos órdenes del mundo mediante correspondencias que
articulan lo estético-literario con los histórico, social, lingüístico y cultural.
En síntesis, tal sería la génesis en donde emerge la noción misma de literatura nacional.
Como puede preciarse, esa noción se construye sobre la base de una serie de presupuestos,
como los que afirman el carácter “expresivo” y “representativo” de las literaturas, o los que
postulan la necesidad de interpretarlas como manifestaciones o signos que remiten a un
más allá de los literario: el ámbito fundante de la esencia nacional.
La constitución de la literatura argentina como “literatura nacional” está ligada a una
intención política principalmente: la de afianzar una “consciencia nacional” en momento
en los que las clases dominantes veían resquebrajarse la ideología de su poder -su
hegemonía-. Este proceso se desarrolla en la época del Centenario -principios de 1910- y
está representado por algunos acontecimientos altamente significativos, como la creación
de la primera cátedra universitaria de Literatura Argentina que hubo en el país –en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, a cargo de Ricardo
Rojas-, o una serie de conferencias que pronunciara Lugones en el teatro Odeón sobre
“Martín Fierro” en 1913, y que fueron recogidas, ampliamente y editadas en 1916 bajo el
título “El payador”. Se trataba de episodios convergentes alrededor de la creencia que
existía una literatura nacional, y que esa literatura reconocía una tradición nacional,
establecida por la poesía gauchesca o más específicamente aún, por el poema gauchesco de
José Hernández.
De este modo, al “Martín Fierro” (1872-1879) se le asignaba el valor de verdadero
monumento de nuestra literatura nacional. Semejante desplazamiento en las valoraciones
del “Martín Fierro” -que había sido ampliamente desacreditado en años anteriores por los
intelectuales-, no resultaba inocente en términos políticos, puesto que esa recuperación de
su sentido y de sus valores “nacionales” iba de la mano, en el caso de Lugones, de la
necesidad de exorcizar la presencia de las masas de inmigrantes en la escena de la cultura
nacional. Así, el nacionalismo cultural y literario de Lugones devenía en un nacionalismo
de elite, que excluía a esas multitudes de origen foráneo, ya que las clases altas y los
criollos se sentían amenazados por los inmigrantes y por la heterogeneidad de lenguas y
culturas. Para ellos apelaba a la idea de que el “espíritu del pueblo” o el “alma de la raza” se
expresaba naturalmente a través de los versos gauchescos, y que la poesía gauchesca no
hacía más que representar el devenir histórico de nuestra nacionalidad. Según esa
ecuación, podía admitirse sin demasiadas dudas que la existencia de una Nación
Argentina, necesitaba una Literatura Nacional.

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Para Rojas, como para Lugones, lo que verdaderamente explica el sentido histórico de
nuestra literatura como “literatura nacional” es la poesía gauchesca. Porque paralelamente
a las diversas escuelas y movimientos que la cronología convencional ha establecido (como
el Romanticismo), toda otra vertiente ha animado a la literatura argentina: la vertiente del
gaucho como símbolo representativo, de la que el poema de Hernández no es sino la
expresión más lograda.
Así, en la perspectiva de Rojas, la poesía gauchesca es la encarnación misma de la
literatura nacional. En ella se refleja el “alma argentina”, dado que la poesía gauchesca ha
sido “nuestro primer ensayo de un arte propio”. Por tanto, la poesía gauchesca constituye
la expresión artística de nuestro sustrato nacional a través de la naturaleza, la raza, el
idioma. Así, el comienzo historiográfico se divorcia abruptamente del comienzo
cronológico, para fijar nítidamente a la gauchesca en el origen mismo de nuestra literatura.
En esta corriente nacionalista se piensa a la literatura como expresión. La literatura es
expresión del “espíritu de la raza”, de la “tradición nacional”, de la configuración simbólica
por medio de la cual la exterioridad de lo nacional viene a manifestarse. Así, lo nacional es
prácticamente un “plus” que se adiciona a la literatura, un excedente o suplemento que,
determina las formas y las condiciones de su emergencia.
Tal postura, no podía producir más segmentaciones u opiniones en los intelectuales con
respecto al campo de la literatura argentina.
En un decisivo ensayo para poder pensar las dimensiones reales de la literatura
argentina -denominado “El escritor argentino y la tradición”- Jorge Luis Borges refutó
tempranamente los supuestos y los límites de llamado “nacionalismo literario”. Como es
público y notorio, volvió sobre las cuestiones formuladas por Rojas y Lugones, alrededor
de la poesía gauchesca, para refutar su creencia de que “la literatura argentina ya existe”.
Porque si el nacionalismo literario de Rojas y Lugones asignaba un lugar esencial a la
gauchesca en el origen y en el desenvolvimiento histórico de la literatura argentina,
invistiéndola con la forma y los atributos de una auténtica tradición, la réplica borgeana
consistía en la “desacralización” del género -negando cualquier visión esencialista del
mismo- al postular que la literatura gauchesca no era “menos artificial” que cualquier otro
género literario. Menos artificial significaba, obviamente, que era tan convencional como
cualquier otra, porque la literatura es precisamente eso, un conjunto de convenciones
estéticas que los hombres utilizar para significar los múltiples asuntos que desean
significar por ese medio.
No obstante ello, “desacralizar” la gauchesca no implicaba, en la perspectiva de Borges,
desconocer la existencia de una literatura argentina, y sobre todo de una tradición donde
esa literatura pudiera inscribirse. Pero lo argentino no podía reducirse a la gauchesco, ni
siquiera como petición de principios, porque sus dimensione se extendían, según Borges,
mucho más allá de los límites que pretendía asignarle el pensamiento nacionalista. Porque
si el nacionalismo creía reconocer la poesía argentina en los “rasgos diferenciales
argentinos”, o en el “color local” de sus enunciados, Borges reconocía a la poesía argentina
en otros textos, aún en aquellos que resultaban irreductibles respecto de los cánones y los
modelos propugnados por la estética del localismo.

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Leyendo simultáneamente el decir (huellas de la enunciación) más allá delo dicho
(enunciado), Borges desplaza de ese modo, el tratamiento del problema sin desconocerlo.
Por ello mismo también podía reconocer, en obras a las que el nacionalismo consagraba
como verdaderos paradigmas contemporáneos de la literatura nacional, la impronta o la
influencia de diversas literaturas extranjeras. Lo argentino, para Borges, se constituía
esencialmente como ejercicio de lenguaje, como actividad de escritura y de lectura, en el
marco de un proceso que delimitaba espacios (lo nacional, lo universal) pero sin clausurar
las fronteras que debían acotarlos. Por las mismas razones, la literatura argentina era, para
Borges, tanto diálogo como réplica respecto de la tradición de toda la cultura occidental. La
literatura argentina era menos una cuestión de temas que una cuestión de sensibilidad,
mirada y entonación para formularlos.
Lo argentino puede comenzar a pensarse antes que en términos sustantivos en términos
de relación: ser argentino es una forma de ser con el otro, que involucra al vínculo en
cualquier intento de definición. En otros términos, Borges acepta las influencias
extranjeras: la literatura argentina se legitima igualmente sin tener que expresar temas
netamente nacionales-costumbristas. Semejante revolución de las máximas del
nacionalismo abrieron el camino para que otros autores pudieran profundizar la
orientación establecida por la reflexión borgeana. Por tanto, la literatura dejará de ser
nacional para ser argentina.

“Los nacionalistas -como Lugones y Rojas- simulan venerar las capacidades de la mente argentina pero
quieren limitar el ejercicio poético de esa mente a algunos pobres temas locales, como si los argentinos
pudiésemos hablar de orillas y estancias y no del universo (...)” “no debemos temer y debemos pensar que
nuestro patrimonio es el universo; ensayar todos los temas, y no poder concentrarnos a lo argentino para
ser argentinos; porque o ser argentino es una fatalidad, y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser
argentino es una mera afectación, una máscara. Creo que si nos abandonamos a ese sueño voluntario que
se llama la creación artística, seremos argentinos y seremos también, buenos o tolerables escritores”.

Jorge Luis Borges.

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El “Martín Fierro” de José Hernández

Martín Fierro es una narración en verso. Pertenece al género literario denominado literatura
gauchesca: un conjunto de obras escritas por hombres que, sin ser gauchos, compartieron y
conocieron de cerca la gorma de vida y de hablar de aquellos.

Los gauchos
Los gauchos constituyen un tipo social que en los siglos XVIII y XIX habitó en la Argentina,
Uruguay y una zona del sur de Brasil. Se caracterizaban por su vida libre, alejada de la ciudad; se
trasladaban de un lugar a otro; eran hábiles para cazar vacas y caballos salvajes, domarlos y
trasladarlos. Lucharon contra ingleses y españoles en las guerras de la independencia; también
intervinieron en las luchas entre unitarios y federales.

Las dos partes de Martín Fierro


José Hernández situó la acción de su poema en el momento de la decadencia de ese grupo social.
A causa de las transformaciones económicas y políticas del país. Un gaucho cantor, Martín Fierro,
cuenta episodios transcendentales de su vida, y los relaciona con el marco histórico en el que vivió.
La obra consta de dos partes:
 El guacho Martín fierro es el título de la primera parte. En ella, el protagonista, Martín
Fierro, cuenta su vida desde que deja a su esposa y sus dos hijos (cuando es llevado a la
frontera) hasta que junto con el gaucho Cruz, parte hacia las tolderías indias.
 La vuelta de Martín Fierro es la segunda parte. En ella se narran el regreso de Fierro a su
mundo, después de la muerte de su amigo Cruz, el reencuentro con sus hijos y con Picardía,
el hijo de Cruz, y la separación final de los personajes.

Los narradores
Los narradores de la primera parte son tres:
El narrador principal, que aparece en primer lugar, Martín Fierro.
Luego toma la palabra Cruz, que contará su vida.
Al finalizar la primera parte aparece un nuevo narrador (al que se puede identificar con el autor),
que cierra el relato.

El escenario
La llanura pampeana es el marco geográfico general. Se describe con rasgos como estos: la
inmensidad, la soledad, el cielo estrellado, el canto del chajá. Predominan las descripciones que
transmiten las emociones vividas por los personajes.

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Los personajes
Los personajes que aparecen en la primera parte:
Principales: son Martín Fierro y su amigo Cruz, un sargento de policía enviado para capturar a
Fierro, que se ha convertido en desertor y bandido. En la pelea en la que Fierro lucha para
defenderse, Cruz decide ponerse de su lado.
Secundario: son numerosos. EL narrador los caracteriza a veces con pocos adjetivos y
comparaciones.
Personajes de fondo: son representativos de otros grupos sociales que comparten con los gauchos la
vida, en la llanura. Forman el marco social dentro del cual actúan los protagonistas: son los indios,
los inmigrantes italianos, los morenos.

El lenguaje de la obra
El autor empleó las particularidades del lenguaje propias del habla de los gauchos, que es una
variedad del castellano hablado por los conquistadores del Siglo XVI.
La versificación. La estrofa predominante es un tipo de sextina creada por el autor. Se trata de una
combinación de seis octosílabos, con rima asonante según el esquema abbccb, conocida como
“sextina hernandiana”.
Las imágenes sensoriales y las comparaciones. El autor las elaboró en relación en el mundo que
rodeaba al gaucho.

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Canto I
Aquí me pongo á cantar Me siento en el plan de un bajo Nací como nace el peje
al compás de la vigüela, a cantar un argumento en el fondo de la mar,
que el hombre que lo desvela como si soplara el viento naides me puede quitar
una pena estrordinaria, hago tiritar los pastos aquello que Dios me dió
como la ave solitaria con oros, copas y bastos lo que al mundo truge yo
con el cantar se consuela. juega allí mi pensamiento. del mundo lo he de llevar.

Pido á los Santos del Cielo Yo no soy cantor letrao, Mi gloria es vivir tan libre
que ayuden mi pensamiento, mas si me pongo á cantar como el pájaro del Cielo,
les pido en este momento no tengo cuando acabar no hago nido en este suelo
que voy á cantar mi historia y me envejezco cantando, ande hay tanto que sufrir;
me refresquen la memoria las coplas me van brotando y naides me ha de seguir
y aclaren mi entendimiento. como agua de manantial. cuando yo remuento el vuelo.

Vengan Santos milagrosos, Con la guitarra en la mano Yo no tengo en el amor


vengan todos en mi ayuda, ni las moscas se me arriman, quien me venga con querellas,
que la lengua se me añuda naides me pone el pié encima, como esas aves tan bellas
y se me turba la vista; y cuando el pecho se entona que saltan de rama en rama
pido á mi Dios que me asista hago jemir á la prima yo hago en el trébol mi cama
en una ocasión tan ruda. y llorar á la bordona. y me cubren las estrellas.

Yo he visto muchos cantores, Yo soy toro en mi rodeo Y sepan cuantos escuchan


con famas bien otenidas, y toraso en rodeo ageno, de mis penas el relato
y que después de alquiridas siempre me tuve por güeno que nunca peleo ni mato
no las quieren sustentar y si me quieren probar sino por necesidad;
parece que sin largar salgan otros á cantar y que á tanta alversidá
se cansaron en partidas. y veremos quién es menos. sólo me arrojó el mal trato.

Mas ande otro criollo pasa No me hago al lao de la güeya Y atiendan la relación
Martín Fierro ha de pasar, aunque vengan degollando, que hace un gaucho perseguido,
nada lo hace recular con los blandos yo soy blando, que padre y marido ha sido
ni las fantasmas lo espantan; y soy duro con los duros, empeñoso y diligente,
y dende que todos cantan y ninguno, en un apuro y sin embargo la gente
yo también quiero cantar. me ha visto andar tutubiando. lo tiene por un bandido.

Cantando me he de morir, En el peligro ¡Qué Cristos!


cantando me han de enterrar, el corazón se me enancha
y cantando he de llegar pues toda la tierra es cancha,
al pié del Eterno Padre y de esto naides se asombre,
dende el vientre de mi madre el que se tiene por hombre
vine á este mundo á cantar. donde quiera hace pata ancha.

Que no se trabe mi lengua Soy gaucho, y entiendanló


ni me falte la palabra como mi lengua lo esplica,
el cantar mi gloria labra para mí la tierra es chica
y poniéndome á cantar y pudiera ser mayor,
cantando me han de encontrar ni la víbora me pica
aunque la tierra se abra. ni quema mi frente el Sol.

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Canto II
Ninguno me hable de penas, El que era pión domador El gaucho más infeliz
porque yo penado vivo, enderezaba al corral, tenía tropilla de un pelo,
y naides se muestre altivo ande estaba el animal no le faltaba un consuelo
aunque en el estribo esté: bufidos que se las pela ... y andaba la gente lista...
que suele quedarse a pie y más malo que su agüela, teniendo al campo la vista,
el gaucho más alvertido. se hacía astillas el bagual. sólo vía hacienda y cielo.

Junta esperencia en la vida Y allí el gaucho inteligente, Cuando llegaban las yerras,
hasta pa dar y prestar en cuanto el potro enriendó, ¡cosa que daba calor!
quien la tiene que pasar los cueros le acomodó Tanto gaucho pialador
entre sufrimiento y llanto, y se le sentó en seguida, y tironiador sin yel.
porque nada enseña tanto que el hombre muestra en la vida ¡Ah, tiempos... pero si en él
como el sufrir y el llorar. la astucia que Dios le dio. se ha visto tanto primor!

Viene el hombre ciego al mundo, Y en las playas corcoviando Aquello no era trabajo,
cuartiándolo la esperanza, pedazos se hacía el sotreta mas bien era una junción,
y a poco andar ya lo alcanzan mientras él por las paletas y después de un güen tirón
las desgracias a empujones, le jugaba las lloronas, en que uno se daba mana,
¡la pucha, que trae liciones y al ruido de las caronas pa darle un trago de cana
el tiempo con sus mudanzas! salía haciendo gambetas. solía llamarlo el patrón.

Yo he conocido esta tierra ¡Ah, tiempos!... ¡Si era un orgullo Pues vivía la mamajuana
en que el paisano vivía ver jinetear un paisano! siempre bajo la carreta,
y su ranchito tenía Cuando era gaucho baquiano, y aquel que no era chancleta,
y sus hijos y mujer... aunque el potro se boliase, en cuanto el goyete vía,
era una delicia el ver no había uno que no parese sin miedo se le prendía
como pasaba sus días. con el cabresto en la mano. como güérfano a la teta.

Entonces... cuando el lucero Y mientras domaban unos, ¡Y qué jugadas se armaban


brillaba en el cielo santo, otros al campo salían cuando estábamos riunidos!
y los gallos con su canto y la hacienda recogían, Siempre íbamos prevenidos,
nos decían que el día llegaba, las manadas repuntaban, pues en tales ocasiones
a la cocina rumbiaba y ansí sin sentir pasaban a ayudarle a los piones
el gaucho... que un encanto. entretenidos el día. caiban muchos comedidos.

Y sentao junto al jogón Y verlos al cair la tarde Eran los días del apuro
a esperar que venga el día, en la cocina riunidos, y alboroto pa el hembraje,
al cimarrón le prendía con el juego bien prendido pa preparar los potajes
hasta ponerse rechoncho, y mil cosas que contar, y osequiar bien a la gente,
mientras su china dormía platicar muy divertidos y así, pues, muy grandemente,
tapadita con su poncho. hasta después de cenar. pasaba siempre el gauchaje.

Y apenas la madrugada Y con el buche bien lleno Vení, a la carne con cuero,
empezaba coloriar, era cosa superior la sabrosa carbonada,
los pájaros a cantar, irse en brazos del amor mazamorra pien pisada,
y las gallinas a apiarse, a dormir como la gente, los pasteles y el güen vino...
era cosa de largarse pa empezar el día siguiente pero ha querido el destino
cada cual a trabajar. las fainas del día anterior. que todo aquello acabara.

Este se ata las espuelas, Ricuerdo ¡qué maravilla! Estaba el gaucho en su pago
se sale el otro cantando, Cómo andaba la gauchada con toda siguridá,
uno busca un pellón blando, siempre alegre y bien montada pero aura... ¡barbaridá!,
este un lazo, otro un rebenque, y dispuesta pa el trabajo... La cosa anda tan fruncida,
y los pingos relinchando pero hoy en día... ¡barajo! que gasta el pobre la vida
los llaman dende el palenque. No se la ve de aporriada. en juir de la autoridá.

50
Pues si usté pisa en su rancho Y el lomo le hinchan a golpes, Ansí empezaron mis males
y si el alcalde lo sabe, y le rompen la cabeza, lo mesmo que los de tantos;
lo caza lo mesmo que ave y luego con ligereza, si gustan... en otros cantos
aunque su mujer aborte... ansí lastimao y todo, les diré lo que he sufrido,
¡no hay tiempo que no se acabe lo amarran codo a codo después que uno está perdido
ni tiento que no se corte! y pa el cepo lo enderiezan. no lo salvan ni los santos.

Y al punto dese por muerto Áhi comienzan sus desgracias,


si el alcalde lo bolea, áhi principia el pericón,
pues ahí nomás se le apea porque ya no hay salvación,
con una felpa de palos; y que usté quiera o no quiera,
Y después dicen que es malo lo mandan a la frontera
el gaucho si los pelea. o lo echan a un batallón.

Canto III
Tuve en mi pago en un tiempo allí un gringo con un órgano Y ansí sufrí ese castigo
hijos, hacienda y mujer, y una mona que bailaba, tal vez por culpas ajenas,
pero empecé a padecer, haciéndonos rair estaba, que sean malas o sean güenas
me echaron a la frontera, cuanto le tocó el arreo, las listas, siempre me escondo:
¡y qué iba a hallar al volver! ¡tan grande el gringo y tan feo, yo soy un gaucho redondo
Tan sólo hallé la tapera. lo viera cómo lloraba! y esas cosas no me enllenan.

Sosegao vivía en mi rancho Hasta un inglés zanjiador Al mandarnos nos hicieron


como el pájaro en su nido, que decía en la última guerra más promesas que a un altar,
allí mis hijos queridos que él era de incalaperra el juez nos jue a proclamar
iban creciendo a mi lao... y que no quería servir, y nos dijo muchas veces:
sólo queda al desgraciao también tuvo que juir muchachos, a los seis meses
lamentar el bien perdido. a guarecerse en la sierra. los van a ir a relevar.

Mi gala en las pulperías Ni los mirones salvaron Yo llevé un moro de número


era, en habiendo más gente, de esa arriada de mi flor, ¡sobresaliente el matucho!
ponerme medio caliente, fue acoyarao el cantor Con él gané en ayacucho
pues cuando puntiao me con el gringo de la mona, más plata que agua bendita:
encuentro a uno solo, por favor, siempre el gaucho necesita
me salen coplas de adentro logró salvar la patrona. un pingo pa fiarle un pucho.
como agua de la virtiente.
Formaron un contingente Y cargué sin dar mas güeltas
Cantando estaba una vez con los que del baile arriaron, con las prendas que tenía:
en una gran diversión, con otros nos mesturaron, jergas, ponchos, todo cuanto
y aprovecho la ocasión que habían agarrao también, había
como quiso el juez de paz... las cosas que aquí se ven en casa, tuito lo alcé:
se presentó, y ahí nomás ni los diablos las pensaron. a mi china la dejé
hizo arriada en montón. medio desnuda ese día.
A mí el juez me tomó entre ojos
Juyeron los más matreros en la ultima votación: No me falta una guasca,
y lograron escapar: me le había hecho el remolón esa ocasión eché el resto,
yo no quise disparar, y no me arrimé ese día, bozal, maniador, cabresto,
soy manso y no había porqué, y él dijo que yo servía lazo, bolas y manea...
muy tranquilo me quedé a los de la esposición. ¡el que hoy tan pobre me vea
y ansí me dejé agarrar tal vez no creerá todo esto!

51
Ansí en mi moro, escarciando, Y es lo pior de aquel enriedo Allí sí, se ven desgracias
enderecé a la frontera. que si uno anda hinchando el lomo y lágrimas y afliciones;
¡Aparcero si usté viera se le apean como un plomo... naides le pida perdones
lo que se llama cantón!... ¡quién aguanta aquel infierno! al indio: pues donde dentra,
Ni envidia tengo al ratón si eso es servir al gobierno, roba y mata cuanto encuentra
en aquella ratonera. a mí no me gusta el cómo. y quema las poblaciones.

De los pobres que allí había Más de un año nos tuvieron No salvan de su juror
a ninguno lo largaron, en esos trabajos duros; ni los pobres angelitos;
los más viejos rezongaron, y los indios, le asiguro viejos, mozos y chiquitos
pero a uno que se quejó dentraban cuando querían: los mata del mesmo modo:
en seguida lo estaquiaron, como no los perseguían, que el indio lo arregla todo
y la cosa se acabó. siempre andaban sin apuro. con la lanza y con gritos.

En la lista de la tarde A veces decía al volver Tiemblan las carnes al verlo


el jefe nos cantó el punto del campo la descubierta volando al viento la cerda,
diciendo: quinientos juntos que estuviéramos alerta, la rienda en la mano izquierda
llevará el que se resierte; que andaba adentro la indiada, y la lanza en la derecha;
lo haremos pitar del juerte, porque había una rastrillada ande enderieza abre brecha
mas bien dese por dijunto. o estaba una yegua muerta. pues no hay lanzazo que pierda.

A naides le dieron armas, Recién entonces salía Hace trotiadas tremendas


pues toditas las que había la orden de hacer la riunión, desde el fondo del desierto;
el coronel las tenía, y caíbamos al cantón ansí llega medio muerto
sigún dijo esa ocasión, en pelos y hasta enancaos, de hambre, de sé y de fatiga;
pa repartirlas el día sin armas, cuatro pelaos pero el indio es una hormiga
en que hubiera una invasión. que íbamos a hacer jabón. que día y noche está despierto.

Al principio nos dejaron Ahí empezaba el afán Sabe manejar las bolas
de haraganes criando sebo, se entiende, de puro vicio como naides las maneja;
pero después... no me atrevo de enseñarle el ejercicio cuanto el contrario se aleja,
a decir lo que pasaba... a tanto gaucho recluta, manda una bola perdida,
¡barajo!... Si nos trataban con un estrutor... ¡qué... Bruta! y si lo alcanza, sin vida
como se trata a malevos. que nunca sabía su oficio. es siguro que lo deja.

Porque todo era jugarle Daban entonces las armas Y el indio es como tortuga
por los lomos con la espada, pa defender los cantones, de duro para espichar;
y aunque usté no hiciera nada, que eran lanzas y latones si lo llega a destripar
lo mesmito que en palermo, con ataduras de tiento... ni siquiera se le encoge;
le daban cada cepiada las de juego no las cuento luego sus tripas recoge,
que lo dejaban enfermo. porque no había municiones. y se agacha a disparar.

¡Y qué indios, ni qué servicio; Y un sargento chamuscao Hacían el robo a su gusto


si allí no había ni cuartel! me contó que las tenían y después se iban de arriba;
Nos mandaba el coronel pero que ellos la vendían se llevaban las cautivas,
a trabajar en sus chacras, para cazar avestruces; y nos contaban que a veces
y dejábamos las vacas y así andaban noche y día les descarnaban los pieses,
que las llevara el infiel. dele bala a los ñanduces. a las pobrecitas, vivas.

Yo primero sembré trigo Y cuando se iban los indios ¡Ah! ¡si partía el corazón
y después hice un corral, con lo que habían manotiao, ver tantos males, canejo!
corté adobe pa un tapial, salíamos muy apuraos los perseguíamos de lejos
hice un quincho, corté paja... a perseguirlos de atrás; sin poder ni galopiar;
¡la pucha que se trabaja si no se llevaban más ¡y qué habíamos de alcanzar
sin que le larguen un rial! es porque no habían hallao. en unos vichocos viejos!

52
Nos volvíamos al cantón ¡Qué fletes traiban los bárbaros! Si me atribulo o me encojo,
a las dos o tres jornadas, ¡como una luz de ligeros! siguro que no me escapo:
sembrando las caballadas; hicieron el entrevero siempre he sido medio guapo,
y pa que alguno la venda, y en aquella mezcolanza, pero en aquella ocasión
rejuntábamos la hacienda este quiero, éste no quiero, me hacía buya el corazón
que habían dejao rezagada. nos escogían con la lanza. como la garganta al sapo.

Una vez entre otras muchas, Al que le daban un chuzazo, Dios le perdone al salvaje
tanto salir al botón, dificultoso es que sane. las ganas que me tenía...
nos pegaron un malón en fin, para no echar panes, desaté las tres marías
los indios y una lanciada, salimos por esas lomas, y lo engatusé a cabriolas...
que la gente acobardada lo mesmo que las palomas ¡pucha...! Si no traigo bolas
quedó dende esa ocasión. al juir de los gavilanes. me achura el indio ese día.

Habían estao escondidos ¡Es de almirar la destreza Era el hijo de un cacique,


aguaitando atrás de un cerro... con que la lanza manejan! sigún yo lo averigüé;
¡lo viera a su amigo Fierro de perseguir nunca dejan, la verdá del caso jue
aflojar como un blandito! y nos traiban apretaos. que me tuvo apuradazo,
salieron como maíz frito ¡si queríamos, de apuraos, hasta que por fin de un bolazo
en cuanto sonó un cencerro. salirnos por las orejas! del caballo lo bajé.

Al punto nos dispusimos Y pa mejor de la fiesta Ahí no más me tiré al suelo


aunque ellos eran bastantes; en esa aflición tan suma, y lo pisé en las paletas;
la formamos al instante vino un indio echando espuma, empezó a hacer morisquetas
nuestra gente, que era poca, y con la lanza en la mano, y a mezquinar la garganta...
y golpiándose en la boca gritando: acabáu cristiano, pero yo hice la obra santa
hicieron fila adelante. metau el lanza hasta el pluma. de hacerlo estirar la jeta.

Se vinieron en tropel Tendido en el costillar, Allí quedó de mojón


haciendo temblar la tierra. cimbrando por sobre el brazo y en su caballo salté;
no soy manco pa la guerra una lanza como un lazo, de la indiada disparé,
pero tuve mi jabón, me atropelló dando gritos: pues si me alcanza me mata,
pues iba en un redomón si me descuido... El maldito y al fin me les escapé,
que había boleao en la sierra. me levanta de un lanzazo. con el hilo de una pata.

¡Qué vocerío! ¡qué barullo!


¡qué apurar esa carrera!
la indiada todita entera
dando alaridos cargó,
¡jue pucha!... Y ya nos sacó
como yeguada matrera.

Canto IV
Seguiré esta relación, Del sueldo nada les cuento, andábamos de mugrientos
aunque pa chorizo es largo: porque andaba disparando; que el mirarnos daba horror;
el que pueda hágase cargo nosotros de cuando en cuando les juro que era un dolor
cómo andaría de matrero, solíamos ladrar de pobres: ver esos hombres, ¡por cristo!
después de salvar el cuero nunca llegaban los cobres En mi perra vida he visto
de aquel trance tan amargo. que se estaban aguardan una miseria mayor.

53
Yo no tenía ni camisa Era un amigo del jefe Pero ahí me puede quedar
ni cosa que se parezca; que con un boliche estaba; pegao pa siempre al horcón,
mis trapos sólo pa yesca yerba y tabaco nos daba ya era casi la oración
me podían servir al fin... por la pluma de avestruz, y ninguno me llamaba;
no hay plaga como un fortín y hasta le hacía ver la luz la cosa se me ñublaba
para que el hombre padezca. al que un cuero le llevaba. y me dentró comezón.

Poncho, jergas, el apero, Sólo tenía cuatro frascos Pa sacarme el entripao


las prenditas, los botones, y unas barricas vacías, vi al mayor, y lo fi a hablar;
todo, amigo, en los cantones y a la gente le vendía yo me lo empecé a atracar,
jue quedando poco a poco; todo cuanto precisaba... y como con poca gana
ya me tenían medio loco algunos creiban que estaba le dije: tal vez mañana
la pobreza y los ratones. allí la proveduría. acabarán de pagar.

Sólo una manta peluda ¡Ah, pulpero habilidoso! ¡Que mañana ni otro día!,
era cuanto me quedaba Nada le solía faltar. Al punto me contestó:
la había agenciao a la tabla ¡Ahijuna!, Para tragar la paga ya se acabó;
y ella me tapaba el bulto; tenía un buche de ñandú; ¡siempre has de ser animal!
yaguané que allí ganaba la gente le dio en llamar Me raí y le dije: yo...
no salía ni con indulto. el boliche de virtú. no he recebido ni un rial.

Y pa mejor hasta el moro Aunque es justo que quien vende Se le pusieron los ojos
se me jue de entre las manos; algún poquito muerda, que se le querían salir,
no soy lerdo pero, hermano, tiraba tanto la cuerda y ahí no más volvió a decir
vino el comendante un día que, con sus cuatro limetas comiéndome con la vista:
diciendo que lo quería él cargaba las carretas ¿y qué querés recibir
pa enseñarle a comer grano. de plumas, cueros y cerda. si no has dentrao en la lista?

Afigúrese cualquiera Nos tenía apuntaos a todos Esto sí que es amolar,


la suerte de este su amigo, con más cuentas que un rosario, dije yo pa mis adentros;
a pie y mostrando el umbligo, cuando se anunció un salario van dos años que me encuentro
estropiao, pobre y desnudo; que iban a dar, o un socorro; y hasta aura he visto ni un grullo;
ni por castigo se pudo pero sabe Dios qué zorro dentro en todos los barullos
hacerse más mal conmigo. se lo comió al comisario; pero en las listas no dentro.

Ansí pasaron los meses, pues nunca lo vi llegar, Vide el pleito mal parao
y vino el año siguiente, y al cabo de muchos días y no quise aguardar más...
y las cosas igualmente en la mesma pulpería es güeno vivir en paz
siguieron del mesmo modo: dieron una güena cuenta, con quien nos ha de mandar;
adrede parece todo que la gente muy contenta y reculando pa atrás
pa atormentar a la gente. de tan pobre recibía. me le empecé a retirar.

No teníamos más permiso, Sacaron unos sus prendas, Supo todo el comendante
ni otro alivio la gauchada, que las tenían empeñadas; y me llamó al otro día,
que salir de madrugada, por sus deudas atrasadas diciéndome que quería
cuando no había indio ninguno, dieron otros el dinero; aviriguar bien las cosas...
campo ajuera a hacer boliadas al fin de fiesta el pulpero que no era el tiempo de rosas,
desocando los reyunos. se quedó con la mascada. que aura a naides se debía.

Y cáibamos al cantón Yo me arrescosté a un horcón Llamó al cabo y al sargento


con los fletes aplastaos, dando tiempo a que pagaran, y empezó la indagación:
pero a veces medio aviaos y poniendo güena cara si había venido al cantón
con plumas y algunos cueros, estuve haciéndome el poyo, en tal tiempo o en tal otro...
que pronto con el pulpero a esperar que me llamaran y si había venido en potro,
los teníamos negociaos. para recibir mi boyo. en reyuno o redomón.

54
Y todo era alborotar ¡Ah, hijos de una...! ¡La codicia Pero qué iba a hacerles yo,
al ñudo, y hacer papel; ojalá les ruempa el saco! charabón en el desierto;
conocí que era pastel Ni un pedazo de tabaco más bien me daba por muerto
pa engordar con mi guayaca; le dan al pobre soldao pa no verme más fundido:
mas si voy al coronel y lo tienen de delgao y me les hacía el dormido
me hacen bramar en la estaca. más ligero que un guanaco. aunque soy medio despierto..

Canto V
Yo andaba desesperao, Ansina, pues, conociendo Cuando me vido acercar:
aguardando una ocasión que aquel mal no tiene cura, ¿quién vivore? -Preguntó;
que los indios un malón que tal vez mi sepoltura ¿qué víboras?, Dije yo.
nos dieran, y entre el estrago si me quedo iba a encontrar, ¡Ha garto!, Me pegó el grito,
hacérmeles cimarrón pensé mandarme mudar y yo dije despacito:
y volverme pa mi pago. como cosa más sigura. ¡más lagarto serás vos!

Aquello no era servicio Y pa mejor, una noche Ahí no más, ¡cristo me valga!,
ni defender la frontera; ¡qué estaquiada me pegaron! Rastrillar el jusil siento:
aquello era ratonera Casi me descoyuntaron me agaché, y en el momento
en que sólo gana el juerte: por motivo de una gresca: el bruto me largó un chumbo;
era jugar a la suerte ¡ahijuna, si me estiraron mamao, me tiró sin rumbo,
con una taba culera. lo mesmo que guasca fresca! que si no, no cuento el cuento.

Allí tuito va al revés; Jamás me puedo olvidar Por de contao, con el tiro
los milicos son los piones, lo que esa vez me pasó; se alborotó el avispero;
y andan en las poblaciones dentrando una noche yo los oficiales salieron
emprestaos pa trabajar; al fortín, un enganchao, y se empezó la junción;
los rejuntan pa peliar que estaba medio mamao, quedó en su puesto el nación,
cuando entran indios ladrones. allí me desconoció. y yo fi al estaquiadero.

Yo he visto en esa milonga Era un gringo tan bozal, Entre cuatro bayonetas
muchos jefes con estancia, que nada se le entendía, me tendieron en el suelo;
y piones en abundancia, ¡quién sabe de ande sería! vino el mayor medio en pedo
y majadas y rodeos; Tal vez no juera cristiano, y allí se puso a gritar:
he visto negocios feos pues lo único que decía ¡pícaro, te he de enseñar
a pesar de mi inorancia. es que era papolitano. andar reclamando sueldos!

Y colijo que no quieren Estaba de centinela De las manos y las patas


la barunda componer; y por causa del peludo me ataron cuatro cinchones;
para eso no ha de tener, verme más claro no pudo, les aguanté los tirones
el jefe que esté de estable, y esa jue la culpa toda: sin que ni un ¡ay! Se me oyera,
más que su poncho y su sable, el bruto se asustó al ñudo y al gringo la noche entera
su caballo y su deber. y fi el pavo de la boda. lo harté con mis maldiciones.

55
Yo no sé porqué el gobierno Si hay calor, ya no son gente; Pa vichar son como ciegos;
nos manda aquí a la frontera si yela, todos tiritan; no hay ejemplo de que entiendan,
gringada que ni siquiera si usté no les da, no pitan ni hay uno solo que aprienda,
se sabe atracar a un pingo. por no gastar en tabaco, al ver un bulto que cruza,
¡Si creerá al mandar un gringo y cuando pescan un naco a saber si es avestruza,
que nos manda alguna fiera! uno al otro se lo quitan. o si es jinete, o hacienda.

No hacen más que dar trabajo, Cuando llueve se acoquinan Si salen a perseguir
pues no saben ni ensillar; como perro que oye truenos. después de mucho aparato,
no sirven ni pa carniar: ¡Que diablos!, Sólo son güenos tuitos se pelan al rato
y yo he visto muchas veces pa vivir entre maricas, y va quedando el tendal:
que ni voltiadas las reses y nunca se andan con chicas esto es como en un nidal
se les querían arrimar. para alzar ponchos ajenos. echarle güevos a un gato.

Y lo pasan sus mercedes


lengüetiando pico a pico
hasta que viene un milico
a servirles al asao
y eso sí, en lo delicaos,
parecen hijos de rico.

Canto VI
Vamos dentrando recién Pero esas trampas no enriedan Me parece el campo orégano
a la parte mas sentida, a los zorros de mi laya; dende que libre me veo;
aunque es todita mi vida que esa ganza venga o vaya, donde me lleva el deseo
de males una cadena: poco le importa a un matrero. allí mis pasos dirijo,
a cada alma dolorida Yo también dejé las rayas y hasta en las sombras de fijo
le gusta cantar sus penas. en los libros del pulpero. que donde quiera rumbeo.

Se empezó en aquel entonces Nunca juí gaucho dormido; Entro y salgo del peligro
a rejuntar caballada, siempre pronto, siempre listo, sin que me espante el estrago,
y riunir la milicada yo soy un hombre, ¡qué cristo!, no aflojo al primer amago
teniéndola en el cantón, Que nada me ha acobardao, ni jamás fi gaucho lerdo:
para una despedición y siempre salí parao soy pa rumbiar como el cerdo,
a sorprender a la indiada. en los trances que me he visto. y pronto caí a mi pago.

Nos anunciaban que iríamos Dende chiquito gané Volvía al cabo de tres años
sin carretas ni bagajes la vida con mi trabajo, de tanto sufrir al ñudo
a golpiar a los salvajes y aunque siempre estuve abajo resertor, pobre y desnudo,
en sus mesmas tolderías; y no sé lo que es subir a procurar suerte nueva;
que a la güelta pagarían también el mucho sufrir y lo mesmo que el peludo
licenciándolo al gauchaje. suele cansarnos, ¡barajo! enderecé pa mi cueva.

Que en esta despedición En medio de mi inorancia No hallé ni rastro del rancho:


tuviéramos la esperanza; conozco que nada valgo: ¡sólo estaba la tapera!
que iba a venir sin tardanza, soy la liebre o soy el galgo ¡Por cristo si aquello era
según el jefe contó, asigún los tiempos andan; pa enlutar el corazón!
un menistro o qué sé yo pero también los que mandan ¡Yo juré en esa ocasión
que le llamaban don Ganza. debieran cuidarnos algo. ser mas malo que una fiera!

Que iba a riunir el ejército Una noche que riunidos ¡Quién no sentirá lo mesmo
y tuitos los batallones, estaban en la carpeta cuando ansí padece tanto!
y que traiba unos cañones empinando una limeta Puedo asigurar que el llanto
con más rayas que un cotín; el jefe y el juez de paz, como una mujer largué:
¡pucha! las conversaciones yo no quise aguardar más, ¡ay, mi Dios: si me quedé
por allá no tenían fin. y me hice humo en un sotreta. más triste que jueves santo!

56
Sólo se oíban los aullidos No es raro que a uno le falte Mas también en este juego
de un gato que se salvó; lo que a algún otro le sobre voy a pedir mi bolada;
el pobre se guareció si no le quedó ni un cobre a naides le debo nada,
cerca, en una vizcachera: sino de hijos un enjambre. ni pido cuartel ni doy:
venía como si supiera Que más iba a hacer la pobre y ninguno dende hoy
que estaba de güelta yo. para no morirse de hambre? ha de llevarme en la armada.

Al dirme dejé la hacienda ¡Tal vez no te vuelva a ver, Yo he sido manso primero,
que era todito mi haber; prienda de mi corazón! y seré gaucho matrero;
pronto debíamos volver, Dios te dé su proteción en mi triste circunstancia,
sigún el juez prometía, ya que no me la dio a mí, aunque es mi mal tan projundo,
y hasta entonces cuidaría y a mis hijos dende aquí nací y me he criado en estancia.
de los bienes, la mujer. les echo mi bendición. Pero ya conozco el mundo.

Después me contó un vecino Como hijitos de la cuna Ya les conozco sus mañas,
que el campo se lo pidieron; andarán por ahí sin madre; le conozco sus cucañas;
la hacienda se la vendieron ya se quedaron sin padre, sé como hacen la partida,
pa pagar arrendamientos, y ansí la suerte los deja la enriedan y la manejan;
y qué sé yo cuantos cuentos; sin naides que los proteja deshaceré la madeja
pero todo lo fundieron, y sin perro que les ladre. aunque me cueste la vida.

los pobrecitos muchachos, Los pobrecitos tal vez Y aguante el que no se anime
entre tantas afliciones, no tengan ande abrigarse, a meterse en tanto engorro
se conchabaron de piones; ni ramada ande ganarse, o si no aprétese el gorro
¡mas qué iban a trabajar, ni rincón ande meterse, y para otra tierra emigre;
si eran como los pichones ni camisa que ponerse, pero yo ando como el tigre
sin acabar de emplumar! ni poncho con que taparse. que le roban los cachorros.

Por ahí andarán sufriendo Tal vez los verán sufrir Aunque muchos creen que el
de nuestra suerte el rigor: sin tenerles compasión; gaucho
me han contao que el mayor puede que alguna ocasión, tiene alma de reyuno,
nunca dejaba a su hermano; aunque los vean tiritando, no se encontrará a ninguno
puede ser que algún cristiano los echen de algún jogón que no le dueblen las penas;
los recoja por favor. pa que no estén estorbando. mas no debe aflojar uno
mientras hay sangre en las venas.
¡Y la pobre mi mujer, Y al verse ansina espantaos
Dios sabe cuánto sufrió! como se espanta a los perros,
Me dicen que se voló irán los hijos de Fierro,
con no sé qué gavilán: con la cola entre las piernas,
sin duda a buscar el pan a buscar almas más tiernas
que no podía darle yo. o esconderse en algún cerro.

Canto VII
De carta de más me vía A mis hijos infelices Como nunca, en la ocasión
sin saber a dónde dirme; pensé volverlos a hallar, por peliar me dio la tranca.
mas dijeron que era vago y andaba de un lao al otro Y la emprendí con un negro
y entraron a perseguirme. sin tener ni qué pitar. que trujo una negra en ancas.

Nunca se achican los males, Supe una vez por desgracia Al ver llegar la morena,
van poco a poco creciendo, que había un baile por allí, que no hacía caso de naides,
y ansina me vide pronto y medio desesperao le dije con la mamúa:
obligado a andar juyendo. a ver la milonga fui. va-ca-yendo gente al baile.

No tenía mujer ni rancho Riunidos al pericón La negra entendió la cosa


y a más, era resertor; tantos amigos hallé, y no tardó en contestarme,
no tenía una prenda güena que alegre de verme entre ellos mirándome como a un perro:
ni un peso en el tirador. esa noche me apedé. más vaca será su madre.

57
Y dentró al baile muy tiesa El negro, después del golpe, Por fin en una topada
con más cola que una zorra, se había el poncho refalao en el cuchillo lo alcé,
haciendo blanquiar los dientes y dijo: vas a saber y como un saco de güesos
lo mesmo que mazamorra. si es solo o acompañado. contra un cerco lo largué.

!Negra linda! -dije yo- Y mientras se arremangó, Tiró unas cuantas patadas
me gusta pa la carona; yo me saqué las espuelas, y ya cantó pal carnero:
y me puse a champurriar pues malicié que aquel tío nunca me puedo olvidar
esta coplita fregona: no era de arriar con las riendas. de la agonía de aquel negro.

A los blancos hizo Dios, No hay cosa como el peligro En esto la negra vino
a los mulatos San Pedro, pa refrescar un mamao; con los ojos como ají
a los negros hizo el diablo hasta la vista se aclara y empezó la pobre allí
para tizón del infierno. por mucho que haiga chupao. a bramar como una loba.
Yo quise darle una soba
Había estao juntando rabia El negro me atropelló a ver si la hacía callar,
el moreno dende ajuera; como a quererme comer; mas pude reflesionar
en lo escuro le brillaban me hizo dos tiros seguidos que era malo en aquel punto,
los ojos como linterna. y los dos le abarajé. y por respeto al dijunto
no la quise castigar.
Lo conocí retobao, Yo tenía un facón con s,
me acerqué y le dije presto: que era de lima de acero; Limpié el facón en los pastos,
po-r-rudo que un hombre sea le hice un tiro, lo quitó desaté mi redomón,
nunca se enoja por esto. y vino ciego el moreno. monté despacio y salí
al tranco pa el cañadón.
Corcovió el de los tamangos Y en el medio de las aspas
y creyéndose muy fijo: un planazo le asenté, Después supe que al finao
¡más porrudo serás vos, que lo largué culebriando ni siquiera lo velaron,
gaucho rotoso!, me dijo. lo mesmo que buscapié. y retobao en un cuero,
sin rezarle lo enterraron.
Y ya se me vino al humo Le coloriaron las motas
como a buscarme la hebra, con la sangre de la herida, Y dicen que dende entonces,
y un golpe le acomodé y volvió a venir jurioso cuando es la noche serena
con el porrón de ginebra. como una tigra parida. suele verse una luz mala
como de alma que anda en pena.
Ahí nomás pegó el de hollín Y ya me hizo relumbrar
más gruñidos que un chanchito, por los ojos el cuchillo, Yo tengo intención a veces,
y pelando el envenao alcanzando con la punta para que no pene tanto,
me atropelló dando gritos. a cortarme en un carrillo. de sacar de allí los güesos
y echarlos al camposanto.
Pegué un brinco y abrí cancha Me hirvió la sangre en las venas
diciéndoles: caballeros, y me le afirmé al moreno,
dejen venir ese toro. dándole de punta y hacha
Solo nací, solo muero. pa dejar un diablo menos.

Canto VIII
Otra vez en un boliche Era un terne de aquel pago ¡Ah pobre! Si él mismo creiba
estaba haciendo la tarde; que naides lo reprendía, que la vida le sobraba;
cayó un gaucho que hacía alarde que sus enriedos tenía ninguno diría que andaba
de guapo y peliador; con el señor comendante; aguaitándolo la muerte.
a la llegada metió y como era protegido, Pero ansí pasa en el mundo,
el pingo hasta la ramada, andaba muy entonao, es ansí la triste vida:
y yo sin decirle nada y a cualquier desgraciao pa todos está escondida
me quedé en el mostrador. lo llevaba por delante. la güena o la mala. suerte.

58
Se tiró al suelo; al dentrar Es como el patrio de posta; Y si de un golpe por ahí
le dio un empellón a un vasco, lo larga éste, aquél lo toma, lo dan güelta panza arriba,
y me alargó un medio frasco nunca se acaba la broma; no hay un alma compasiva
diciendo: beba cuñao. dende chico se parece que le rece una oración;
Por su hermana, contesté. al arbolito que crece tal vez como cimarrón
Que por la mía no hay cuidao. desamparao en la loma. en una cueva lo tiran.

¡Ah, gaucho!, me respondió; Le echan la agua del bautismo Él nada gana en la paz
¿de qué pago será crioyo? aquél que nació en la selva; y es el primero en la guerra;
¿lo andará buscando el hoyo? busca madre que te envuelva, no le perdonan si yerra,
Deberá tener güen cuero; le dice el fraire y lo larga. que no saben perdonar,
pero ande bala este toro Y dentra a cruzar el mundo porque el gaucho en esta tierra
no bala ningún ternero. como burro con la carga. sólo sirve pa votar.

Y ya salimos trenzaos Y se cría viviendo al viento Para él son los calabozos,


porque el hombre no era lerdo, como oveja sin trasquila; para él las duras prisiones,
mas como el tino no pierdo, mientras su padre en las filas en su boca no hay razones
y soy medio ligerón, anda sirviendo al gobierno, aunque la razón le sobre;
le dejé mostrando el sebo aunque tirite en invierno, que son campanas de palo
de un revés con el facón. naides lo ampara ni asila. las razones de los pobres.

Y como con la justicia Le llaman gaucho mamao Si uno aguanta, es gaucho bruto;
no andaba bien por allí, si lo pillan divertido, si no aguanta es gaucho malo.
cuanto pataliar lo vi, y que es mal entretenido ¡Dele azote, dele palo,
y el pulpero pegó el grito, si en un baile lo sorprienden; porque es lo que él necesita!
ya pa el palenque salí hace mal si se defiende De todo el que nació gaucho
como haciéndome chiquito. y si no, se ve... fundido. ésta es la suerte maldita.

Monté y me encomendé a Dios, No tiene hijos ni mujer, Vamos suerte, vamos juntos
rumbiando para otro pago, ni amigos ni protetores, dende que juntos nacimos;
que el gaucho que llaman vago pues todos son sus señores y ya que juntos vivimos
no puede tener querencia, sin que ninguno lo ampare: sin podernos dividir
y ansí de estrago en estrago tiene la suerte del güey, yo abriré con mi cuchillo
vive llorando la ausencia. y ¿dónde irá el güey que no are? el camino pa seguir.

Él anda siempre juyendo, Su casa es el pajonal,


siempre pobre y perseguido, su guarida es el desierto;
no tiene cueva ni nido y si de hambre medio muerto
como si juera maldito; le echa el lazo a algún mamón,
porque el ser gaucho, ¡barajo!, lo persiguen como a plaito,
el ser gaucho es un delito. porque es un gaucho ladrón.

Canto IX
Matreriando lo pasaba Y en esa hora de la tarde Ansí es que al venir la noche
ya a las casas no venía; en que tuito se adormece, iba a buscar mi guarida,
solía arrimarme de día, que el mundo dentrar parece pues ande el tigre se anida
mas, lo mesmos que el carancho, a vivir en pura calma, también el hombre lo pasa,
siempre estaba sobre el rancho con las tristezas del alma y no quería que en las casas
espiando a la polecía. al pajonal enderiece. me rodiara la partida.

Viva el gaucho que ande mal, Bala el tierno corderito Pues aun cuando vengan ellos
como zorro perseguido, al lao de la blanca oveja, cumpliendo con su deberes,
hasta que al menor descuido y a la vaca que se aleja yo tengo otros pareceres,
se lo atarasquen los perros, llama el ternero amarrao; y en esa conduta vivo:
pues nunca le falta un yerro pero el gaucho desgraciao que no debe un gaucho altivo
al hombre más alvertido. no tiene a quien dar su oveja. peliar entre las mujeres

59
Y al campo me iba solito, Como lumbriz me pegué Vos sos un gaucho matrero,
más matrero que el venao, al suelo para escuchar; dijo uno, haciéndose el güeno.
como perro abandonao pronto sentí retumbar Vos mataste un moreno
a buscar una tapera, las pisadas de los fletes, y otro en una pulpería,
o en alguna vizcachera y que eran muchos jinetes y aquí está la polecía
pasar la noche tirao. conocí sin vacilar. que viene a ajustar tus cuentas;
te va alzar por las cuarenta
Sin punto ni rumbo fijo Cuando el hombre está en peligro si te resistís hoy día.
en aquella inmensidá, no debe tener confianza;
entre tanta escuridá ansí tendido de panza No me vengan, contesté,
anda el gaucho como duende; puse toda mi atención con relación de dijuntos;
allí jamás lo sorpriende y ya escuché sin tardanza ésos son otros asuntos;
dormido, la autoridá. como el ruido de un latón. vean si me pueden llevar,
que yo no me he de entregar,
Su esperanza es el coraje, Se venían tan calladitos aunque vengan todos juntos.
su guardia es la precaución, que yo me puse en cuidao;
su pingo es la salvación, tal vez me hubieran bombiao Pero no aguardaron más
y pasa uno en su desvelo, y ya me venían a buscar; y se apiaron en montón;
sin más amparo que el cielo mas no quise disparar, como a perro cimarrón
ni otro amigo que el facón. que eso es de gaucho morao. me rodiaron entre tantos;
ya me encomendé a los santos,
Ansí me hallaba una noche Al punto me santigüé y eché mano a mi facón.
contemplando las estrellas, y eché de giñebra un taco;
que le parecen más bellas lo mesmito que el mataco Y ya vide el fogonazo
cuanto uno es más desgraciao, me arroyé con el porrón; de un tiro de garabina,
y que Dios las haiga criao si han de darme pa tabaco, mas quiso la suerte indina
para consolarse en ellas. dije, ésta es güena ocasión. de aquel maula, que me errase,
y ahí no más lo levantase
Les tiene el hombre cariño Me refalé las espuelas, lo mesmo que una sardina.
y siempre con alegría para no peliar con grillos;
ve salir las Tres Marías; me arremangué el calzoncillo, A otro que estaba apurao
que si llueve, cuanto escampa, y me ajusté bien la faja, acomodando una bola,
las estrellas son la guía y en una mata de paja le hice una dentrada sola
que el gaucho tiene en la pampa. probé el filo del cuchillo. y le hice sentir el Fierro,
y ya salió como el perro
Aquí no valen dotores, Para tenerlo a la mano cuando le pisan la cola.
sólo vale la esperiencia; el flete en el pasto até,
aquí verían su inocencia la cincha le acomodé, Era tanta la aflición
ésos que todo lo saben, y en un trance como aquél y la angurria que venían,
porque esto tiene otra llave haciendo espaldas en él que tuitos se me venían,
y el gaucho tiene su cencia. quietito los aguardé. donde yo los esperaba;
uno al otro se estorbaba
Es triste en medio del campo Cuando cerca los sentí, y con las ganas no vían.
pasarse noches enteras y que ahí no más se pararon,
contemplando en sus carreras los pelos se me erizaron Dos de ellos que traiban sables
las estrellas que Dios cría, y aunque nada vían mis ojos más garifos y resueltos,
sin tener más compañía no se han de morir de antojo, en las hilachas envueltos
que su delito y las fieras. les dije, cuando llegaron. enfrente se me pararon,
y a un tiempo me atropellaron
Me encontraba como digo, Yo quise hacerles saber lo mesmo que perros sueltos.
en aquella soledá, que allí se hallaba un varón;
entre tanta escuridá, les conocí la intención Me fui reculando en falso
echando al viento mis quejas, y solamente por eso y el poncho adelante eché,
cuando el grito del chajá es que les gané el tirón, y en cuanto le puso el pie
me hizo parar las orejas. sin aguardar voz de preso. uno medio chapetón,
de pronto le di un tirón
y de espaldas lo largué.

60
Al verse sin compañero Di para atrás unos pasos Dejamos amotonaos
el otro se sofrenó; hasta que pude hacer pie; a los pobres que murieron;
entonces le dentré yo, por delante me lo eché no sé si los recogieron,
sin dejarlo resollar, de punta y tajos a un criollo; porque nos fuimos a un rancho,
pero ya empezó a aflojar metió la pata en un hoyo, o si tal vez los caranchos
y a la pu-n-ta disparó. y yo al hoyo lo mandé. ahí no más se los comieron.

Uno que en una tacuara Tal vez en el corazón Lo agarramos mano a mano
había atao una tijera, le tocó un santo bendito entre los dos al porrón:
se vino como si juera a un gaucho, que pegó el grito en semejante ocasión
palenque de atar terneros, y dijo: ¡Cruz no consiente un trago a cualquiera encanta;
pero en dos tiros certeros que se cometa el delito y Cruz no era remolón
salió aullando campo ajuera. de matar a un valiente! ni pijotiaba garganta.

Por suerte en aquel momento Y ahí no más se me aparió, Calentamos los gargueros
venía coloriando el alba dentrándole a la partida; y nos largamos muy tiesos,
y yo dije: si me salva yo les hice otra embestida siguiendo siempre los besos
la virgen en este apuro, pues entre dos era robo; al pichel, y por mas señas,
en adelante le juro y el Cruz era como lobo íbamos como cigüeñas
ser más güeno que una malva. que defiende su guarida. estirando los pescuezos.

Pegué un brinco y entre todos Uno despachó al infierno Yo me voy, le dije, amigo,
sin miedo me entreveré; de dos que lo atropellaron; donde la suerte me lleve,
hecho ovillo me quedé los demás remoliniaron, y si es que alguno se atreve,
y ya me cargó una yunta, pues íbamos a la fija, a ponerse en mi camino,
y por el suelo la punta y a poco andar dispararon yo seguiré mi destino,
de mi facón les jugué. lo mesmo que sabandija. que el hombre hace lo que debe.

El más engolosinao Ahí quedaron largo a largo Soy un gaucho desgraciao,


se me apió con un hachazo; los que estiaron la jeta; no tengo donde ampararme,
se lo quité con el brazo; otro iba como maleta, ni un palo donde rascarme,
de no, me mata los piojos; y Cruz de atrás les decía: ni un árbol que me cubije:
y antes de que diera un paso que venga otra polecía pero ni aun esto me aflige
le eché tierra en los dos ojos. a llevarlos en carreta. porque yo sé manejarme.

Y mientras se sacudía Yo junté las osamentas, Antes de cair al servicio,


refregándose la vista, me hinqué y les recé un bendito, tenía familia y hacienda;
yo me le fui como lista hice una cruz de un palito cuando volví, ni la prenda
y ahí no más me le afirmé, y pedí a mi Dios clemente me la habían dejao ya.
diciéndole: Dios te asista, me perdonara el delito Dios sabe en lo que vendrá
y de un revés lo voltié. de haber muerto tanta gente. a parar esta contienda.

Pero en ese punto mesmo


sentí que por las costillas
un sable me hacía cosquillas
y la sangre me heló;
dende ese momento yo
me salí de mis casillas.

Canto X
Cruz

Amigazo, pa sufrir El andar tan despilchao Tampoco me faltan males


han nacido los varones; ningún mérito me quita; y desgracias, le prevengo;
estas son las ocasiones sin ser un alma bendita también mis desdichas tengo,
de mostrarse un hombre juerte, me duelo del mal ajeno: aunque esto poco me aflige:
hasta que venga la muerte soy un pastel con relleno yo sé hacerme el chango rengo
y lo agarre a coscorrones. que parece torta frita. cuando la cosa lo esige.

61
Y con algunos ardiles ¡Quién es de una alma tan dura Es triste a no poder más
voy viviendo, aunque rotoso; que no quiera una mujer! el hombre en su padecer,
a veces me hago el sarnoso Lo alivia en su padecer: si no tiene una mujer
y no tengo ni un granito, si no sale calavera que lo ampare y lo consuele:
pero al chifle voy ganoso es la mejor compañera mas pa que otro se la pele
como panzón al maíz frito. que el hombre puede tener. lo mejor es no tener.

A mí no me matan penas Si es güena, no lo abandona No me gusta que otro gallo


mientras tenga el cuero sano; cuando lo ve desgraciao, le cacaree a mi gallina;
venga el sol en el verano lo asiste con su cuidao, yo andaba ya con la espina,
y la escarcha en el invierno y con afán cariñoso, hasta que en una ocasión
¿por qué afligirse el cristiano? y usté tal vez ni un rebozo lo pille junto al jogón
ni una pollera le ha dao. abrazándome a la china.
Hagámosle cara fiera
a los males, compañero, ¡Grandemente lo pasaba Tenía el viejito una cara
porque el zorro más matrero con aquella prenda mía, de ternero mal lamido,
suele cair como un chorlito; viviendo con alegría y al verle tan atrevido
viene por un corderito como la mosca en la miel! le dije: ¡que le aproveche!
y en la estaca deja el cuero. ¡Amigo, qué tiempo aquel! que había sido pa el amor
¡La pucha, que la quería! como gaucho pa la leche.
Hoy tenemos que sufrir
males que no tienen nombre, Era la águila que a un árbol Peló la espalda y se vino
pero esto a nadies lo asombre dende las nubes bajó; como a quererme ensartar,
porque ansina es el pastel, era más linda que el alba pero yo sin tutubiar
y tiene que dar el hombre cuando va rayando el sol; le volví al punto a decir:
mas güeltas que un carretel. era la flor deliciosa ¡cuidado!, no te vas a per-tigo;
que entre el trebolar creció. poné cuarta pa salir.
Yo nunca me he de entregar
a los brazos de la muerte; Pero, amigo, el comendante Un puntazo me largó,
arrastro mi triste suerte que mandaba la milicia, pero el cuerpo le saqué,
paso a paso y como pueda, como que no desperdicia y en cuanto se lo quité,
que donde el débil se queda se fue refalando a casa; para no matar un viejo,
se suele escapar el juerte. yo le conocí en la traza con cuidado, medio de lejos
que el hombre traiba malicia. un palazo le asenté.
Y ricuerde cada cual
lo que cada cual sufrió, Él me daba voz de amigo, Y como nunca al que manda
que lo que es, amigo, yo, pero no le tenía fe; le falta algún adulón,
hago ansí la cuenta mía: era el jefe, y ya se ve, uno que en esa ocasión
ya lo pasado pasó; no podía competir yo; se encontraba allí presente,
mañana será otro día. en mi rancho se pegó vino apretando los dientes
lo mesmo que un saguaipé. como perrito mamón.
Yo también tuve una pilcha
que me enllenó el corazón, A poco andar, conocí Me hizo un tiro de revuélver
y si en aquella ocasión que ya me había desbancao, que el hombre creyó siguro;
alguien me hubiera buscao, y él siempre muy entonao, era confiado y le juro
siguro que me había hallao aunque sin darme ni un cobre, que cerquita se arrimaba,
más prendido que un botón. me tenía de lao a lao pero siempre en un apuro
como encomienda de pobre. se desentumen mis tabas.
En la güeya del querer
no hay animal que se pierda A cada rato, de chasque Él me siguió menudiando
las mujeres no son lerdas, me hacía dir a gran distancia; mas sin poderme acertar,
y todo gaucho es dotor ya me mandaba a una estancia, y yo, dele culebriar,
si pa cantarle al amor ya al pueblo, ya a la frontera; hasta que al fin le dentré
tiene que templar las cuerdas. pero él en la comendancia y ahí no más lo despaché
no ponía los pies siquiera. sin dejarlo resollar.

62
Dentré a campiar en seguida Y le dije: pa su agüela Alcé mis ponchos y mis prendas
al viejito enamorao han de ser esas perdices. y me largué a padecer
el pobre se había ganao Yo me tapé las narices, por culpa de una mujer
en un noque de lejía. y me salí esternudando, que quiso engañar a dos;
¡Quién sabe cómo estaría y el viejo quedó olfatiando al rancho le dije adiós,
del susto que había llevao! como chico con lumbrices. para nunca más volver.

¡Es zonzo el cristiano macho Cuando la mula recula, Las mujeres, dende entonces,
cuando el amor lo domina! señal que quiere cociar, conocí a todas en una;
Él la miraba a la indina, ansí se suele portar ya no he de probar fortuna
y una cosa tan jedionda aunque ella lo disimula; con carta tan conocida:
sentí yo, que ni en la fonda recula como la mula mujer y perra parida,
he visto tal jedentina. la mujer, para olvidar. ¡no se me acerca ninguna!

Canto XI
A otros les brotan las coplas Ansí andaba como guacho Las mujeres son todas
como agua de manantial; cuando pasa el temporal; como las mulas;
pues a mí me pasa igual; supe una vez por mi mal yo no digo que todas,
aunque las mías nada valen, de una milonga que había, pero hay algunas
de la boca se me salen y ya pa la pulpería que a las aves que vuelan
como ovejas de corral. enderecé mi bagual. les sacan plumas.

Que en puertiando la primera, Era la casa del baile Hay gauchos que presumen
ya la siguen las demás, un rancho de mala muerte, de tener damas;
y en montones las de atrás y se enllenó de tal suerte no digo que presumen,
contra los palos se estrellan, que andábamos a empujones: pero se alaban,
y saltan y se atropellan nunca faltan encontrones y a lo mejor los dejan
sin que se corten jamás. cuando un pobre se divierte. tocando tablas.

Y aunque yo por mi inorancia Yo tenía unas medias botas Se secretiaron las hembras,
con gran trabajo me esplico, con tamaños verdugones; y yo ya me encocoré;
cuando llego a abrir el pico, me pusieron los talones volié la anca y le grité:
tengaló por cosa cierta, con crestas como gallos: ¡dejá de cantar, chicharra!
sale un verso y en la puerta ¡si viera mis afliciones Y de un tajo a la guitarra
ya asoma el otro el hocico. pensando yo que eran callos! tuitas las cuerdas corté.

Y emprésteme su atención; Con gato y con fandanguillo Al punto salió de adentro


me oirá relatar las penas había empezado el changango, un gringo con un jusil;
de que traigo la alma llena; y para ver el fandango pero nunca he sido vil,
porque en toda circustancia, me colé haciendomé bola, poco el peligro me espanta;
paga el gaucho su inorancia mas metió el diablo la cola, yo me refalé la manta
con la sangre de sus venas. y todo se volvió pango. y la eché sobre el candil.

Después de aquella desgracia Había sido el guitarrero Gané en seguida la puerta


me refugié en los pajales; un gaucho duro de boca: gritando: ¡nadies me ataje!
anduve entre los cardales yo tengo paciencia poca Y alborotado el hembraje,
como bicho sin guarida; pa aguantar cuando no debo; lo que todo quedo escuro,
pero, amigo, es esa vida a ninguno me le atrevo, empezó a verse en apuro
como vida de animales. pero me halla el que me toca. mesturao con el gauchaje.

Y son tantas las miserias A bailar un pericón El primero que salió


en que me he salido ver, con una moza salí, fue el cantor, y se me vino;
que con tanto padecer y cuanto me vido allí pero yo no pierdo el tino
y sufrir tanta aflición, sin duda me conoció; aunque haiga tomao un trago,
malicio que he de tener y estas coplitas cantó y hay algunos por mi pago
un callo en el corazón. como por raírse de mí: que me tienen por ladino.

63
No ha de haber achocao otro: Monté y me largué a los campos Con el gaucho desgraciao
le salió cara la broma; más libre que el pensamiento, no hay uno que no se entone
a su amigo cuando toma como las nubes al viento ¡la mesma falta lo espone
se le despeja el sentido, a vivir sin paradero, a andar con los avestruces!
y el pobrecito había sido que no tiene el que es matrero faltan otros con más luces
como carne de paloma. nido, ni rancho, ni asiento. y siempre hay quien los perdone.

Para prestar un socorro No hay juerza contra el destino


las mujeres no son lerdas: que le ha señalao el cielo,
antes que la sangre pierda y aunque no tenga consuelo,
lo arrimaron a unas pipas; ¡aguante el que está en trabajo!
ahí lo dejé con las tripas ¡Nadies se rasca pa abajo,
como pa que hiciera cuerdas. ni se lonjea contra el pelo!

Canto XII
Yo no sé qué tantos meses Ansí estuve en la partida, Lo miran al pobre gaucho
esta vida me duró; pero ¿qué había de mandar? como carne de cogote:
a veces nos obligó Anoche al irlo a tomar lo tratan al estricote
la miseria a comer potro: vide güena coyontura, y si ansí las cosas andan,
me había acompañao con otros y a mí no me gusta andar porque quieren los que mandan,
tan desgraciaos como yo. con la lata a la cintura. aguantemos los azotes.

Mas ¿para qué platicar Ya conoce, pues, quién soy; ¡Pucha! Si usté los oyera,
sobre esos males, canejos? tenga confianza conmigo: como yo en una ocasión
Nace el gaucho y se hace viejo, Cruz le dio mano de amigo, tuita la conversación
sin que mejore su suerte, y no lo ha de abandonar; que con otro tuvo el juez;
hasta que por ahí la muerte juntos podemos buscar le asiguro que esa vez
sale a cobrarle el pellejo. pa los dos un mesmo abrigo. se me achicó el corazón.

Pero como no hay desgracia Andaremos de matreros Hablaban de hacerse ricos


que no acabe alguna vez, si es preciso pa salvar; con campos en la fronteras,
me aconteció que después nunca nos ha de faltar de sacarla más ajuera,
de sufrir tanto rigor, ni un güen pingo pa juir, donde había campos baldidos
un amigo, por favor, ni un pajal ande dormir, y llevar de los partidos
me compuso con el juez. ni un matambre que ensartar. gente que la defendiera.

Le alvertiré que en mi pago Y cuando sin trapo alguno Todos se güelven proyetos
ya no va quedando un criollo: nos haiga el tiempo dejao, de colonias y carriles,
se los ha tragao el hoyo, yo le pediré emprestao y tirar la plata a miles
o juido o muerto en la guerra; el cuero a cualquiera lobo, en los gringos enganchaos,
porque, amigo, en esta tierra y hago un poncho, si lo sobo, mientras al pobre soldao
nunca se acaba el embrollo. mejor que poncho engomao. le pelan la cucha ¡ah, viles!

Colijo que jué por eso Para mí la cola es pecho Pero si siguen las cosas
que me llamó el juez un día, y el espinazo es cadera como van hasta el presente,
y me dijo que quería hago mi nido ande quiera puede ser que redepente
hacerme a su lao venir, y de lo que encuentro como; veamos el campo disierto,
y que dentrase a servir me echo tierra sobre el lomo y blanquiando solamente
de soldao de polecía. y me apeo en cualquier tranquera. los güesos de los que han muerto.

Y me largó una proclama Y dejo rodar la bola, Hace mucho que sufrimos
tratándome de valiente; que algún día se ha de parar la suerte reculativa
que yo era un hombre decente, tiene el gaucho que aguantar trabaja el gaucho y no arriba
y que dende aquel momento hasta que lo trague el hoyo, porque a lo mejor del caso,
me nombraba de sargento o hasta que venga algún criollo lo levantan de un sogazo
pa que mandara la gente. en esta tierra a mandar. sin dejarle ni saliva.

64
De los males que sufrimos Y se hacen los que no aciertan
hablan mucho los puebleros, a dar con la coyontura:
pero hacen como los teros mientras al gaucho lo apura
para esconder sus niditos: con rigor la autoridá,
en un lao pegan los gritos ellos a la enfermedá
y en otro tienen los güevos. le están errando la cura.

Canto XIII
Martín Fierro

Ya veo que somos los dos Y yo empujao por las mías Tampoco a la sé le temo;
astillas del mesmo palo: quiero salir de este infierno: yo la aguanto muy contento;
yo paso por gaucho malo ya no soy pichón muy tierno busco agua olfatiando el viento
y usté anda del mesmo modo; y sé manejar la lanza, y dende que no soy manco
y yo, pa acabarlo todo, y hasta los indios no alcanza ande hay duraznillo blanco
a los indios me refalo. la facultá de gobierno. cavo y la saco al momento.

Pido perdón a mi Dios Yo sé que allá los caciques Allá habrá siguridá
que tantos bienes me hizo, amparan a los cristianos, ya que aquí no la tenemos;
pero dende que es preciso y que los tratan de menos males pasaremos
que viva entre los infeles, cuando se van por su gusto. y ha de haber grande alegría
yo seré cruel con los crueles: ¡A qué andar pasando sustos! el día que nos descolguemos
ansí mi suerte lo quiso. Alcemos el poncho y vamos. en alguna toldería.

Dios formó lindas las flores, En la cruzada hay peligros, Fabricaremos un toldo,
delicadas como son; pero ni aún esto me aterra: como lo hacen tantos otros,
le dio toda perfeción yo ruedo sobre la tierra con unos cueros de potro,
y cuanto él era capaz, arrastrao por mi destino; que sea sala y sea cocina.
pero al hombre le dio más y si erramos el camino ¡Tal vez no falte una china
cuando le dio el corazón. no es el primero que lo erra. que se apiade de nosotros!

Le dio claridá a la luz, Si hemos de salvar o no, Allá no hay que trabajar,
juerza en su carrera al viento, de esto naides nos responde; vive uno como un señor;
le dio vida y movimiento derecho ande el sol se esconde de cuando en cuando un malón,
dende la águila al gusano; tierra adentro hay que tirar; y si de él sale con vida,
pero más le dio al cristiano algún día hemos de llegar lo pasa echao panza arriba
al darle el entendimiento. después sabremos a dónde. mirando dar güelta el sol.

Y aunque a las aves les dio, No hemos de perder el rumbo: Y ya que a juerza de golpes
con otras cosas que inoro, los dos somos güena yunta. la suerte nos dejó aflús
esos piquitos como oro El que es gaucho ve ande apunta puede que allá veamos luz
y un plumaje como tabla aunque inora ande se encuentra; y se acaben nuestras penas:
le dio al hombre más tesoro pa el lao en que el sol se dentra todas las tierras son güenas;
al darle una lengua que habla. dueblan los pastos la punta. vamonós, amigo Cruz.

Y dende que dio a las fieras De hambre no pereceremos, El que maneja las bolas,
esa juria tan inmensa, pues, sigún otros me han dicho, el que sabe echar un pial
que no hay poder que las venza en los campos se hallan bichos y sentársele a un bagual
ni nada que las asombre, de los que uno necesita sin miedo de que lo baje,
¿qué menos le daría al hombre gamas, matacos, mulitas entre los mesmos salvajes
que el valor pa su defensa? avestruces y quirquinchos. no puede pasarlo mal.

Pero tantos bienes juntos Cuando se anda en el desierto El amor como la guerra
al darle, malicio yo se come uno hasta las colas; lo hace el criollo con canciones;
que en sus adentros pensó lo han cruzao mujeres solas a más de eso en los malones
que el hombre los precisaba llegando al fin con salú, podemos aviarnos de algo;
que los bienes igualaba y ha de ser gaucho el ñandú en fin amigo, yo salgo
con las penas que le dio. que se escape de mis bolas. de estas pelegrinaciones.

65
En este punto el cantor Cruz y Fierro de una estancia Y ya con estas noticias
buscó un porrón pa consuelo, una tropilla se arriaron; mi relación acabé;
echó un trago como un cielo, por delante se la echaron por ser ciertas las conté,
dando fin a su argumento; como criollos entendidos, todas las desgracias dichas:
y de un golpe el instrumento y pronto sin ser sentidos es un telar de desdichas
lo hizo astillas contra el suelo. por la frontera cruzaron. cada gaucho que usté ve.

Ruempo, dijo, la guitarra, Y cuando la habían pasao, Pero ponga su esperanza


pa no volverme a tentar; una madrugada clara en el Dios que lo formó;
ninguno la ha de tocar, le dijo Cruz que mirara y aquí me despido yo
por siguro tengaló; las últimas poblaciones, que he relatao a mi modo
pues naides ha de cantar y a Fierro dos lagrimones males que conocen todos,
cuando este gaucho cantó. le rodaron por la cara. pero que naides contó.

Y daré fin a mis coplas Y siguiendo el fiel del rumbo


con aire de relación; se entraron en el desierto,
nunca falta un preguntón no sé si los habrán muerto
más curioso que mujer, en alguna correría,
y tal vez quiera saber pero espero que algún día
como jué la conclusión. sabré de ellos algo cierto.

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