Está en la página 1de 5

Entidades Indeseables: una respuesta desde Aristóteles al problema de la

incompatibilidad de las esencias en la ontología de W.V. Quine.


Cristian Felipe González Hernández
Universidad de La Sabana
Noviembre de 2020

Este trabajo surge a partir de dos motivaciones que tuve a lo largo de mi paso por el
pregrado, la primera, es el interés por la filosofía del lenguaje de corte analítico y la
segunda, es la curiosidad por la filosofía antigua, en concreto, por la filosofía de
Aristóteles. Soy consciente de que esto no dice mucho, sin embargo, con el fin de ser un
poco más claro, quisiera traer a colación una cita que refleja de una manera muy precisa y
con un poco más de elocuencia mis motivaciones filosóficas, me identifico enteramente con
estas palabras:
La cita es del filósofo inglés Stephen Everson. Estas líneas hacen parte de la introducción
al libro Language, companions to ancient thought:
Los filósofos antiguos, al igual que sus sucesores modernos, se preocuparon por
responder varios interrogantes que conciernen al estudio del lenguaje. Al responder
esto, evidenciaron que el estudio del lenguaje no puede separarse de preguntas que
están relacionadas con la naturaleza de la mente y el mundo. A pesar del hecho de
que los antiguos no compartieron las presuposiciones de la filosofía analítica
contemporánea, su interés por la explicación del lenguaje, así como sus métodos de
investigación filosófica no resultan extraños para aquellos que han dado por sentado
estas presuposiciones.”
Teniendo esto en cuenta, mi deseo es emprender un estudio del lenguaje que, a su vez, nos
permitiera estudiar la realidad guiado por el espíritu y la metodología propios de la filosofía
analítica, pero involucrando/reivindicando la figura de la filosofía antigua, cuyos
interrogantes y propuestas han inspirado a varios autores contemporáneos.
La propuesta de Willard Van Orman Quine además de representar el espíritu analítico,
también reconoce y responde a varios problemas y enigmas clásicos que germinaron dentro
del marco de la filosofía griega. En On what there is, mi punto de partida, Quine critica a
una posición semántica tradicional que considera que un término además del objeto
nombrado da cuenta de un Idea, un Concepto o una Entidad mental que sirve como
su significación. Esto le permitía a la tradición justificar en virtud de qué un término es
significativo, incluso a pesar de que este no nombre a ningún objeto. Para la posición
tradicional un término es significativo porque da cuenta de una Idea, un Concepto o una
Entidad mental.
Paralelo a esta crítica, Quine presenta una propuesta alternativa y para ello, introduce su
criterio de admisibilidad ontológica. Apoyándose en Frege, en concreto en la distinción
entre sentido y referencia, Quine rechaza tajantemente la idea de que la significación de un
término pueda ser un objeto susceptible de ser nombrado tal como una Idea, un Concepto o
una Entidad mental. Más bien, Quine considera que debemos comprometernos
ontológicamente (ontological commitment, criterio de admisibilidad ontológica) SOLO
CON los objetos que son nombrados en la medida en que satisfacen una descripción
definida y cuya identidad se establece según el principio de sustitución. Algo es un
objeto si cualquier oración verdadera acerca de dicho objeto sigue siendo verdadera
independiente del modo como este sea nombrado.
Ahora bien, en Two dogmas of empirism Quine hace una acusación que despierta mi
interés: las esencias aristotélicas son las precursoras de las significaciones pues “una
significación es en lo que se convierte una esencia cuando se separa del objeto de
referencia/objeto nombrado y se adscribe a la palabra”. Desde este punto de vista,
ambas son presentadas como entidades (al estilo de las Ideas, Conceptos o Entidades
Mentales) separadas de y diferentes a los objetos de referencia.
Quine muestra que las esencias a las igual que las significaciones no solo son entidades
indeseables e incompatibles con su criterio de admisibilidad ontológica, sino que además y
más importante aún, son nociones irrelevantes en una teoría semántica e indeseables en una
ontología pues las distinciones semánticas y ontológicas que parecen descansar en la
noción de significación y esencia pueden explicarse por medio del holismo del lenguaje.
De esta manera, podemos renunciar a la noción de esencias.
Presentado este panorama, el interrogante principal de mi trabajo es responder: ¿de qué
modo deben ser entendidas las esencias para que puedan esquivar el ataque de Quine
motivado por la idea de que estas son entidades separadas de y diferentes a los objetos
nombrados?
Para dar respuesta a esta pregunta, me propongo 4 objetivos que se corresponden con los 4
capítulos de mi monografía. En los primeros dos capítulos, me dedico, en primer lugar, a
presentar la posición ontológica de Quine tal como fue presentada en la exposición del
problema y las razones que justifican su renuncia a la noción de esencia. En los último dos,
busco mostrar una posible respuesta a Aristóteles a estos ataques. Para ello, en el tercer
capítulo, me dedico a estudiar la interpretación de esencia hacia la que va dirigida el ataque
de Quine y, finalmente, en el cuarto capítulo, ofrezco una interpretación paralela que
considero puede esquivar este ataque. Ya hablé de los dos primeros objetivos, ahora me
dedicaré a presentar la que considero puede ser una respuesta desde Aristóteles a la
pregunta central. Para ello, voy a exponer los dos objetivos restantes.
(a) La esencia leída desde Categorías
El origen histórico/filosófico de la interpretación. La discusión medieval en torno a la
Teoría de la suposición es un buen lugar para reconocer cuáles fueron las voces que
ayudaron a privilegiar una concepción de esencia aristotélica hacia la que va dirigida las
acusaciones de Quine.
Dentro del debate medieval en torno a la Teoría de la suposición (XIII, XIV), uno de los
bandos disputantes, los partidarios de la via antiqua, mantenían la idea de que un término
además del objeto que nombra (suppositio personalis), supone la naturaleza o la esencia del
objeto (suppositio simple). La concepción de esencia que buena parte de los partidarios de
la via antiqua admitía está fuertemente influenciada por una lectura de Categorías. Contra
esta posición, se revelarían los partidarios de la via moderna quienes se limitaron
estrictamente a aceptar la suppositio personalis y con esto negar la idea de que los
términos suponen naturalezas o esencias. Posición precursora del extensionalismo
contemporáneo, corriente con la que Quine se identifica.
La interpretación de la esencia aristotélica que deriva de la lectura de Categorías establece,
fundamentalmente, que existen sustancias primeras (individuales concretos) y
sustancias segundas (géneros y especies). Las sustancias segundas definen a las
sustancias primeras en cuanto tal, como, por ejemplo: ‘Sócrates es un hombre’. Visto a
la luz de Metafísica Z (cfr. 7-9), los individuales concretos/sustancias sensibles como
Sócrates o Calias son presentados como compuestos de materia que se ordena según
una misma forma. Al entender esto a la luz de Categorías, la forma es tomada como la
sustancia segunda en virtud de la cual definimos qué son en cuanto tal las sustancias
primeras. (Sócrates y Calias distintos en virtud de su materia). De esta manera, la forma
expresaría el enunciado de la esencia de los individuales concretos.
Voy mostrar una animación que nos ayuda a comprender mejor la posición que estoy
presentando. La cuadrícula en movimiento representa la materia que está en constante
cambio (caos), se orden según la forma hombre. Desde acuerdo con esta interpretación, la
forma hombre (el contorno azul) se predicaría de la materia dando lugar a un individual
concreto vr. g. este o aquel hombre (Sócrates o Calias). En este caso, la forma ‘hombre’
expresa el enunciado de la esencia de este o aquel hombre concreto vr. g. Sócrates o
Calias, de este modo, expresamos qué es Sócrates o Calias en cuanto tal. Lo más
importante a tener en cuenta es que, desde este punto de vista, la forma NO bastaría por
sí sola (en tanto que entidad sin materia) identificarse con el individual concreto
(compuesto de materia y forma) y, por ende, la esencia constituiría una entidad
diferente al individual concreto. Esto hace que ambas entidades sean
inconmensurables entre sí.
De acuerdo con esto, la esencia sería una entidad que, a pesar de que define a Sócrates
o a Calias en cuanto tal, no se identifica con ellos y, por ende, no puede ser sustituida
salva veritate en cualquier contexto oracional. Si esta es la concepción de la esencia
aristotélica, el ataque de Quine estaría justificado.
Esta concepción puede ser retratada por medio de la siguiente imagen:
(b) Una reinterpretación de la esencia aristotélica
Recordemos nuestra pregunta principal: ¿De qué modo deben ser entendidas las esencias
para que puedan esquivar el ataque de Quine motivado por la idea de que estas son
entidades separadas de y diferentes a los objetos nombrados?
Me propongo defender que para que las esencias puedan esquivar el ataque de Quine, estas
deben ser entendidas como idénticas a los individuales concretos. En ese sentido, la
esencia debe bastar por sí misma para ser considera idéntica al individual concreto.
Justamente, esto se alcanza reconociendo la identidad entre materia y forma a través
de la predicación existencial que, a diferencia de la predicación atributiva, expresa un
enunciado de identidad de la forma 𝑎=𝑏). Si la forma es idéntica a la materia, no habría
nada en el individual concreto (compuesto de materia y forma) que pudiera ser diferente a
la forma. Por tanto, la forma bastaría por sí misma para ser idéntica al individual.
Desde este punto de vista, La forma debe ser entendida como una organización material
que exhibe una función particular. La forma posibilita el cumplimiento de esta
función, de ahí que podamos explicar la causa de la función en virtud de la forma. Es
importante tener en cuenta que, a la luz de esta interpretación, la forma se identifica
estrictamente con la materia que está llevando a cabo una determinada función y, de la
misma manera, la materia se identifica con la forma en la medida en que está cumple la
función que esta posibilita.
Esta concepción puede ser retratada por medio de la siguiente animación:

De acuerdo con esto, hablar de la esencia de Sócrates no es otra cosa que hablar de
Sócrates. Esto nos permite satisfacer 3 restricciones importantes en la ontología de Quine:
(i) Solo existe un modo de existencia en tanto que las esencias no existen de
una manera diferente a como los hacen los objetos de referencia.
(ii) El cuantificador existencial (∃𝑥) captura suficientemente la existencia de
cualquier objeto ya que tanto Sócrates como la esencia de Sócrates pueden
ser capturadas por el mismo cuantificador y denotadas por la misma
variable.

(iii) La identidad está supeditada al principio de sustitución ya que cualquier


predicado verdadero de Sócrates es también verdadero de su esencia, de ahí
que podamos intercambiarlos en cualquier contexto oracional sin alterar el
valor de verdad de nuestras oraciones.

También podría gustarte