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taller de discusión

1 ¿Cómo difieren entre las culturas las actitudes y costumbres


concernientes a la muerte y cuáles son las implicaciones de la
“revolución de la mortalidad” en los países desarrollados?
Las costumbres concernientes a la inhumación y remembranza de la persona muerta ,
la transferencia de los bienes e incluso las expresiones de duelo varían mucho entre las
culturas y a menudo son regidas por preceptos religiosos o legales que reflejan el
punto de vista de la sociedad respecto de lo que es la muerte y lo que sucede después
de ella. Los aspectos culturales de la muerte incluyen el cuidado y la conducta hacia el
moribundo y el fallecido, el escenario en que suele ocurrir la muerte y las costumbres y
los rituales de duelo , desde el velatorio irlandés durante toda la noche, en que los
amigos y familiares brindan a la memoria de la persona muerta, a la Shiva judía de una
semana de duración, en la cual los dolientes se desahogan y comparten recuerdos del
fallecido. Algunas convenciones culturales, como izar una bandera a media asta
después de la muerte de una fi gura pública, están codificadas en la ley.
En la antigua Grecia, los cuerpos de los héroes eran incinerados en público como señal
de honor. La cremación todavía es una práctica generalizada entre los hindúes en India
y Nepal. En contraste, la cremación está prohibida en la ley judía ortodoxa por la
creencia de que los muertos volverán a levantarse para el juicio final y la posibilidad de
ganar la vida eterna (Ausubel, 1964). En Japón, los rituales religiosos alientan a los
supervivientes a mantener contacto con el fallecido. Las familias construyen en el
hogar un altar dedicado a sus ancestros, hablan con los seres queridos fallecidos y les
ofrecen comida o cigarrillos. En Gambia, los muertos son considerados parte de la
comunidad; entre los nativos americanos, los hopi temen a los espíritus de los muertos
y tratan de olvidar a la persona fallecida lo más pronto posible.
LA REVOLUCIÓN DE LA MORTALIDAD
Hasta el siglo xx, en todas las sociedades a lo largo de la historia, la muerte era un
suceso frecuente, esperado, en ocasiones bienvenido como la terminación pacífica del
sufrimiento . Cuidar en casa a un ser querido agonizante era una experiencia común,
como lo es todavía en algunas comunidades rurales. Desde el siglo XIX han tenido lugar
grandes cambios históricos concernientes a la muerte y el proceso de morir, sobre
todo en los países desarrollados. Los avances de la medicina y los servicios médicos, los
nuevos tratamientos para enfermedades que alguna vez fueron fatales y una población
más educada y consciente de la salud han dado lugar a una revolución de la mortalidad
. En la actualidad es menos probable que las mujeres mueran en el parto; los infantes
tienen mayores posibilidades de sobrevivir al primer año y es más probable que los
niños alcancen la adultez; los adultos tempranos tienen mayor oportunidad de
alcanzar la vejez y las personas ancianas a menudo pueden superar enfermedades que
antes se consideraban fatales. En la década de 1900, las causas principales de muerte
en Estados Unidos eran enfermedades que afectaban con más frecuencia a los niños y
las personas jóvenes: neumonía e influenza, tuberculosis, diarrea y enteritis. Hoy, a
pesar de los incrementos recientes de las muertes, posiblemente relacionadas con las
drogas, de personas en sus veinte y en la edad media temprana, así como de un
repunte del suicidio durante la mitad de la vida, casi tres cuartas partes de los decesos
en Estados Unidos ocurren entre las personas de 65 años en adelante; además,
alrededor de la mitad de esas muertes se deben a cardiopatías, cáncer y apoplejía, las
tres causas principales de muerte en la adultez tardía.

2 ¿Cómo enfrentan las personas el proceso de morir y cómo elaboran el


duelo por una pérdida?
En conjunto con la tendencia creciente a enfrentar la muerte con más honestidad, han
surgido movimientos que tratan de humanizar el proceso de morir . Éstos incluyen el
cuidado de hospicio y los grupos de apoyo y autoayuda para las personas agonizantes y
sus familias. El cuidado de hospicio es la atención personal, compasiva, centrada en el
paciente y su familia para las personas con enfermedades terminales. Se enfoca en el
cuidado paliativo. El alivio del dolor y el sufrimiento, el control de los síntomas, el
mantenimiento de una calidad de vida satisfactoria y la posibilidad de que el paciente
muera en paz y con dignidad. El cuidado de hospicio por lo regular tiene lugar en el
hogar, pero también puede proporcionarse en un hospital u otra institución como un
hospicio, o bien cómo una combinación de ambos enfoques. Por lo general, los
familiares participan de forma activa. El cuidado paliativo también puede iniciarse más
temprano en una enfermedad que todavía no es terminal y puede dar lugar a mejoras
en la calidad de la vida.

3 ¿Qué desafíos específicos se relacionan con sobrevivir a un cónyuge,


un padre, un hijo o a un aborto espontáneo?
Dado que las mujeres tienden a vivir más tiempo que los hombres y a ser más jóvenes
que sus maridos, es más probable que enviuden. También suelen enviudar a una edad
más temprana. Alrededor de 25% de las mujeres estadounidenses, pero menos de 7%
de los varones, han perdido a su cónyuge a los 65 años.
El estrés de la viudez a menudo repercute en la salud física y mental. El dolor de la
pérdida puede afectar el sistema inmunológico y dar por resultado dolores de cabeza,
mareos, indigestión o dolor en el pecho. También implica mayores riesgos de
discapacidad , consumo de drogas, hospitalización e incluso de muerte (Stroebe, Schut
y Stroebe, 2007). En un estudio finlandés de gran escala, los hombres que perdieron a
sus esposas en el periodo de cinco años del estudio tenían una probabilidad 21%
mayor de morir en ese mismo lapso que los hombres que permanecieron casados, y la
probabilidad de morir fue 10% mayor entre las mujeres viudas que entre las que no
enviudaron (Martikainen y Valkonen, 1996). El riesgo de muerte natural o suicidio es
mayor en los primeros meses después de la pérdida y es más elevado en el caso de los
adultos tempranos. El dolor ocasionado por la pérdida también puede dar lugar a
problemas de memoria , pérdida del apetito, dificultad para concentrarse y a un riesgo
mayor de sufrir ansiedad, depresión, insomnio y disfunción social.

4 ¿Cómo han cambiado las actitudes hacia la aceleración de la muerte y


a qué preocupaciones dan lugar esas prácticas?
En febrero de 1990, a la edad de 26 años, Terri Schiavo se desplomó de repente.
Debido a la privación de oxígeno en su cerebro, entró en lo que los médicos
diagnosticaron como un estado vegetativo persistente . (En dicho estado, aunque
técnicamente está viva, la persona no tiene conciencia y sólo presenta un
funcionamiento rudimentario del cerebro .) El esposo de Schiavo, Michael, insistía en
que Terri no habría querido vivir en esas condiciones y, en 1998, pidió que se
desconectara la maquinaria que la mantenía con vida. Los padres de la mujer
discreparon amargamente sobre cuáles habrían sido los deseos de Terri y negaban que
su condición fuese irreversible.
Estalló una batalla legal de siete años que, debido a la intensa controversia pública
sobre el tema de la aceleración de la muerte, se caracterizó por una intervención sin
precedentes del congreso en el proceso judicial. Finalmente, la Suprema Corte de
Estados Unidos ratificó la decisión de las cortes inferiores de que Terri no tenía
esperanza de recuperación. En marzo de 2005 se retiró el tubo que la alimentaba y
murió menos de dos semanas más tarde (Annas, 2005). Hasta hace pocas décadas, casi
no se escuchaba hablar sobre la idea de acelerar la muerte para ayudar a un ser
querido que sufría. El cambio de actitud hacia la aceleración de la muerte puede
atribuirse en gran medida al rechazo hacia las tecnologías que mantienen a los
pacientes vivos en contra de su voluntad, a pesar del intenso sufrimiento, y en
ocasiones incluso después de que, para todo propósito práctico, el cerebro ha dejado
de funcionar.

5 ¿Cómo puede superarse el miedo a la muerte y aceptarla como un


hecho inminente?
El ser humano es el único ser vivo que tiene la capacidad de abstracción, es decir, tiene
la capacidad de tomar conciencia de que a lo largo del ciclo vital se establece una línea
temporal que tiene un inicio y un final. Esta temporalidad desprende un conjunto de
emociones, dirigidas al miedo sobre un futuro incierto, que puede acabar
desencadenando un trastorno fóbico: la tanatofobia. La autoconciencia del ser
humano le permite elaborar preguntas que marcan su existencia, tales como. Las
cuales nacen frente a la conciencia de que la vida tiene un fin. Este fin es desconocido
y no tenemos un control sobre él, lo cual genera una elevada ansiedad y miedo.Frente a
estos miedos que desprende la idea de dejar de existir, la cultura occidental ha
elaborado una imagen de la muerte como algo a lo hay que tener miedo, difícil de
aceptar y por ello, algo que hay que evitar. La consecuencia a este tabú ha sido la no
aceptación de la muerte y esta evitación causa que las personas cada vez sean más
vulnerables ante dicho acontecimiento.
Las emociones que suscita la muerte, así como los pensamientos asociados a ella, son
distintos en base a diferentes factores, uno de ellos: la edad. Las personas jóvenes o
adultos-jóvenes perciben el fin de su existencia como un acontecimiento lejano y por
ello, entienden que no tienen la necesidad de afrontarla y por ello no reflexionan sobre
esta. En la vejez, se entrevé un aumento de la aceptación, lo cual hace que se convierta
en una amenaza menor para la persona, generándole una menor ansiedad. Por ello,
tienden a ser los jóvenes y los adultos de mediana edad, que frente la negación de esta
realidad y el tabú social en el que se ha convertido, son los que más problemas tienen
para aceptar el fin del ciclo vital.

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