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La revelación

Para los cristianos católicos la revelación es un


acto de Dios por el cual se revela a los
hombres, ya sea de manera natural o
sobrenatural. La revelación natural es una
manifestación a partir de la realidad del
universo, la naturaleza, el mismo ser humano,
o sea, toda la creación;
el hombre puede, por analogía y con el
solo uso de la luz natural de la razón,
llegar al conocimiento y certeza de la
existencia de un Dios creador. La
revelación sobrenatural es una acción más
específica y directa de Dios para
manifestarse por una libre iniciativa suya
de modo que trascienda las realidades
naturales.
La exigencia de la revelaciòn

Ante su sentido último de sí, el


hombre imagina sus caminos
proyectando sus propios recursos,

pero sufre el enigma último como


incertidumbre o como soledad
desconcertada.
La única ayuda adecuada para la
reconocida impotencia existencial del
hombre no puede ser más que lo
divino mismo

Esa divinidad oculta, el misterio, que


de alguna manera se implique con el
esfuerzo del hombre iluminándolo y
sosteniéndolo en su caminar
Esto no puede ser más que una hipótesis
perfectamente razonable, plenamente inscrita
dentro de la gran categoría de la posibilidad.
La razón no consigue decir nada sobre lo que
puede o no hacer el Misterio.

Si la razón pretendiera imponer una


medida a lo divino, sería la última y
extrema forma de idolatría. El intento de
imponer a dios su propia imagen de Él.
Sería un gesto supremo de irracionalidad.
Algún ejemplo

a) la primera observación es de orden


cognoscitivo. El hombre siempre ha expresado
en su historia la convicción de poder ser
iluminado sobre lo “totalmente distinto” a él
en la medida en que éste quiera
verdaderamente manifestarse en la realidad.

Según Julián Ries “el hombre conoce lo


sagrado porque lo sagrado se manifiesta.
Una hierofanía es una manifestación de lo
sagrado, es decir, una acto misterioso por
el cual el “totalmente otro” se manifiesta
en un objeto o en un ser de este mundo
profano”
Así el SIMBOLO Y EL MITO se han vivido en la
historia de hombre como los grandes instrumentos
por excelencia cognoscitivo y reveladores del
misterio, medios para superar lo efímero y
sumergirse en lo que está destinado a durar.

b) la segunda observación, ya
implícita en la primera, se refiere al
hecho de que el hombre siempre ha
reconocido, además del conducto de
las realidades cósmicas y naturales
para su contacto con lo divino, la
constante necesidad del conducto de
otros hombres
c) En el contexto de las religiones de la antigua
Grecia, tan lejana de toda esperanza de relación
con lo divino, la experiencia dionisíaca es
significativa de la profundidad casi perturbadora
del deseo humano de una revelación

d) Lo que los iniciadores de religiones


tienen en común es la certeza de ser
portadores de una esencial revelación
del Dios
Citamos en último lugar la certeza de la fe de
Israel en su origen revelado, la más familiar al
occidente cristiano. El “credo” de Israel escoge por
su parte la historia y el tiempo como ámbito
privilegiado dentro del cual se revela Dios. Él, por
tanto, permanece trascendente, pero confía su
presencia y su palabra a la realidad que en mayor
grado es inherente al hombre, la historia.

Esta concepción de un Dios que se


revela en la historia implica la
intuición de la posible continuidad de
relaciones entre el hombre y Dios, que
“el acontecimiento” concreta como
punto de arranque, estímulo,
enseñanza. La fe de Israel ha sido
siempre una relación con un
acontecimiento, con un auto
testimonio divino en la historia.

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