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Mi Mamá No Me Entiende, Yo Tampoco.
Mi Mamá No Me Entiende, Yo Tampoco.
Probablemente nunca antes en la historia se ha prestado tanta atención a las emociones de las
criaturas. Un nuevo camino por el cual parece que a veces nos perdemos. Algunas personas
defienden la disciplina y la autoridad, otras lo abordan desde en un laissez faire, un dejar hacer, en
el cual las criaturas crecen sin los límites adecuados. Las dos posiciones, por muy contradictorias
que parecen, llegan al mismo sitio: niños/as desconectados/as del adulto, incapaz de conectar de
una forma consciente con sus emociones. Incapaz, por ejemplo, de conectar y permitir el enfado,
sin tener la necesidad de ignorarlo, bloquearlo, o de desbordarse. Niños y niñas que se convierten
en adultos/as que no pueden gestionar su enfado, y a su vez no lo pueden permitir en la criatura,
o, al contrario, no lo pueden contener y la criatura se pierde sin referencias cómo expresarlo.
No existen emociones negativas, ya que las emociones nos ayudan a equilibrarnos y ser
conscientes de lo que necesitamos para superar las circunstancias que los provocan. Desde la
dependencia absoluta, las criaturas poco a poco van conquistando su autonomía. Crucial en este
proceso es la regulación emocional que viven a través del adulto cuidador. Para eso necesitan de
adultos empáticos, capaces de permitir y acompañar la expresión emocional de los niños y las
niñas.
Partiendo de la experiencia personal y profesional, con muchos ejemplos prácticos, el libro nos
adentra en el mundo de las emociones en la crianza y educación.
La empatía del adulto cuidador permite a la criatura vivir momentos de sentir la plena
aceptación.
Soy, y es suficiente.