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Matricula: 141497
Grupo: LP55.
De acuerdo a Roselló (1994, p. 133), “el término arousal es sinónimo de activación en las
primeras teorías, y se refiere al aspecto intensivo de la conducta y su origen se
encontraba muy ligado a la psicología de la motivación”. Por su parte, Arnau (1973) nos
explica que la teoría de la activación o “arousal” tiene como antecedente más importante
la interpretación neurofisiológica de la conducta elaborada por Hebb (1949) y ha sido
desarrollada en años posteriores por un grupo de trabajos debidos, principalmente a
Lindsley, Lacey, Duffy y Malmo (p. 43). Entonces, al parecer la mayoría de las
investigaciones coinciden en pensar en la motivación como un “arousal”, es decir, como
una extensión neurofisiológica.
Por otra parte, para Berlyne (citado por Rosselló, 1994, p. 137), los determinantes más
importantes del nivel de activación eran: 1) Los estímulos “colativos”: el cambio, la
novedad, la sorpresa, la ambigüedad, la complejidad, la incongruencia, etc. 2) Las
propiedades afectivas de los estímulos. 3) La intensidad de la estimulación. 4) Las
propiedades relacionadas con la gratificación biológica, la incomodidad, o estimulación
interna que nace a partir de la necesidad.
Evidencia de investigación Según lo que nos menciona Arnau (1973, p. 43), muchos
investigadores de la teoría de la activación han encaminado sus esfuerzos al estudio de la
formación reticular, el cual conforma un sistema inespecífico sensorial, donde sus
extensiones corticales conforman un grupo de vías múltiples fibrosas sinápticas y
neuronales (el sistema activador reticular ascendente, SARA).
Inicialmente, estas teorías destacan que lo que el sujeto piensa, opina o cree respecto a
lo que puede suceder, es relevante para establecer lo que ciertamente ocurre.
El sistema cognitivo es “el que recibe y envía información a los otros sistemas: afectivo,
comportamental y fisiológico, y gobierna la conducta de estos poniendo en marcha o
inhibiendo ciertas respuestas en función del significado que le da a la información de que
dispone”.
De esta manera, los pensamientos, ideas, creencias y opiniones que tenga el sujeto
acerca de sí mismo y de sus competencias son correlacionales a la cantidad, calidad y
mantenimiento del esfuerzo que pone en práctica. Esto, a su vez, tiene consecuencias y
efectos en su conducta.
De acuerdo a Riverón, et al. (2008, p.6), las teorías cognoscitivas envuelven el grado de
aspiración (determinando el establecimiento de una meta), la disonancia (las
discrepancias que surgen luego de haber tomado una decisión), y el fenómeno
esperanza-valor (cuando se ha tomado una decisión, con base en las probabilidades de
éxito o fracaso).
Entre las diferentes teorías que resaltan el rol e importancia de los procesos
cognoscitivos, existen dos que son popularmente destacados:
2. Las que usan un modelo dinámico conocido como disonancia cognoscitiva (ibid)
Teoría conductista propositiva de Tolman
De acuerdo al autor Pedraja (2001, p.135), Edward Chace Tolman (1886 – 1959) fue un
autor sumamente reconocido del siglo XX, especialmente dentro del campo de la
psicología neo-conductista, ya que se considera que fue pionero del conductismo
metodológico. Asimismo, fue introductor de operacionalismo y autor de una de las más
importantes teorías de ese siglo. Tolman se autodenominó “conductista” porque intentaba
hacer de la conducta el punto de partida de su sistema teórico. Sin embargo, de acuerdo
a las escuelas en las que se basaba, se ha encontrado que la percepción y concepto de
conducta de Tolman no tenía mucho que ver con la de otros conductistas.
Tradicionalmente, tres han sido los principales enfoques que se han incluido dentro de
estas teorías: la teoría del equilibrio de Heider (1958), la teoría de la congruencia de
Osgood y Tannenbaum (1955) y la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger (1957),
las cuales las revisaremos a continuación. 10 se encarga de estudiarlo (ibid). Él
consideraba que la conducta indica necesariamente manifestaciones fisiológicas, pero no
se reduce totalmente a ellas.
Tolman define la conducta no por sus propiedades físicas, sino por su significado
funcional, la cual considera que fomenta ciertas reestructuras entre el cuerpo y el medio
ambiente, así como entre el cuerpo y sus propios estados internos.
Las teorías expectancia-valor
De acuerdo a García (2008, p. 353), el planteamiento de esta teoría fue orientado por las
aportaciones de Tolman (1952) (demanda de la meta por la expectativa del logro de la
meta). Asimismo, se fundamenta en la teoría del nivel de aspiración de valencia de la
meta por probabilidad de logro. Finalmente, tuvo influencias de la teoría de la decisión de
Edward (utilidad por probabilidad).
T=MxExI
Esta teoría está basada principalmente en los motivos inconscientes y sus derivaciones.
Además, según la teoría psicoanalítica las tendencias primarias son el sexo y la agresión.
El desenvolvimiento de la conducta sexual sigue un modelo evolutivo que supone
diversas elecciones de objeto hasta que se logra un afecto sexual maduro.
Las modernas interpretaciones psicoanalíticas encuentran un lugar más amplio para los
procesos del ego que el que tenían antes. El punto de partida de Freud, máximo
representante y fundador del psicoanálisis, es claramente homeostático. La tarea básica
del sistema nervioso es preservar al organismo de una inundación estimular
desequilibradora, y a la vez facilitar la consecución del placer y la evitación del dolor.
Tanto las pulsiones (variables instintuales básicas que guían y movilizan la conducta del
hombre) como el aparato que regula su acción, son conceptuadas en términos psíquicos,
en el límite entre lo físico y lo mental.
Desde el punto de vista de su origen, una pulsión es un proceso somático del que resulta
una representación estimular en la vida mental del individuo. La función de la pulsión es
facilitar al organismo la satisfacción psíquica que se produce al anular la condición
estimular somática negativa. Para ello cuenta con una capacidad energética capaz de
orientarse hacia el objeto cuya consecución remueve o anula la condición estimular
dolorosa, provocando así placer. Esta teoría evoluciona a lo largo de su vida.
Young es uno de los autores que más han documentado empíricamente la función
motivadora de los incentivos, independientemente del valor homeostático para reducir una
necesidad biológica o un impulso. Young nunca pretendió hacer de la teoría hedonista
una alternativa del modelo homeostático, cuya base biológica le era patente. De todas
formas sus estudios comprobaron el hecho de que a los organismos pueden motivarles
los deseos de placer, tanto como los de reponer energías perdidas o los de reducir un
impulso molesto.
La teoría de discrepancia cognoscitiva de Festinger
Cuando hay una incongruencia, desarmonía o desequilibrio entre lo que uno hace y lo que
uno cree, se genera una tensión para cambiar la conducta o la creencia.
Tal y como se ha comentado con anterioridad, las teorías de estos tres autores se
encuentran dentro de las teorías de consistencia cognitiva. Específicamente, la teoría del
equilibrio correspondió a Heider (1958) y la teoría de la congruencia correspondió a
Osgood y Tannenbaum (1955).
Los mismos autores nos explican que el estudio de la consistencia fue imprescindible, ya
que cuestionó algunos de los planteamientos de las teorías clásicas del aprendizaje y dio
la oportunidad de diferenciar, a modo experimental, los procesos profundos en la
modificación conductual Finalmente, esta teoría indica que “la estructura del conocimiento
social funciona formando y transformando los vínculos entre los conceptos de la red
semántica” (ibid, p. 376). Cuando un elemento recibe constantes influencias puede llegar
a crear relaciones nuevas o cambiarlas con otros elementos para poder mantener el
equilibrio cognitivo.
Conclusiones
La psicología es esa parte donde se puede hacer un estudio de la forma de ser de
una persona, cuál es su reacción ante distintas circunstancias, de ahí se puede
realizar un perfil psicológico. Este perfil permite conocer a una persona y se aplica
en el ámbito de las organizaciones, nos permite conocer cómo se va a comportar
el miembro al cual se está contemplando para ocupar una vacante.
Bibliografía
Goldstein, B. (1999). Sensación y Percepción. México: Thomson Editores