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EDUCACIÓN BILINGÜE

El bilingüismo implica un equilibrio entre dos lenguas habladas con fluidez,


lo que significaría un dominio funcional suficiente de dos sistemas
lingüísticos en sus aspectos fonológicos, gramatical, léxico y pragmático. El
bilingüismo gestual – oral de las comunidades sordas, se trata de lenguas
con sustancias significantes diferentes, se sustenta en el hecho de que
existe una estructura subyacente en el lenguaje, independiente del modo
de expresión: la transferibilidad de medio se reconoce como una de las
propiedades especificas y universales del lenguaje humano.

Álvarez (1994) manifiesta que una escuela especial para niños sordos con
un enfoque bilingüe tiene como principal característica la presencia
continua, constante y diferenciada de dos lenguas: la Lengua de Señas (en
adelante LS), lengua de una comunidad minoritaria y la Lengua Oral (en
adelante LO), lengua de la comunidad mayoritaria (p.63)

Cabe dejar en claro que no es lo mismo cuando se habla de una supuesta


situación bilingüe que los sordos viven inevitablemente, ni del bilingüismo
decretado por las leyes, que de los objetivos que debería tener una
educación bilingüe creada y desarrollada dentro de las escuelas para
sordos y, sobre todo, junto a las comunidades de sordos.

Las comunidades de sordos defienden la propuesta del bilingüismo,


principalmente con el objetivo que se le reconozca el derecho a la
adquisición y al uso de la lengua de señas y, consecuentemente, para que
puedan participar en el debate educativo, cultural, legal, de ciudadanía,
etc. de esta época, en igualdad de condiciones y oportunidades, pero
siempre respetando y profundizando su singularidad y especificidad.
La dinámica escolar es la responsable de proponer situaciones de
equilibrio funcional entre ambas lenguas ya que cada una tiene un rol
diferente dentro del proceso de construcciones intelectuales, afectivas, de
relaciones de ese niño, y requieren recorrer extensos caminos para llegar
a su plena adquisición.

Por ser muy bajo el porcentaje de niños sordos hijos de padres sordos (a
nivel mundial representan un 4% del total de niños diagnosticados con
sordera), son muy pocos los niños sordos que han recibido la LS en su
hogar. Por lo tanto, la mayoría de los niños sordos no llega a la escuela
como un niño en situación de aislamiento, sino que utiliza un modo
comunicativo basado principalmente en algunos gestos y mímicas. Es la
escuela la que al generar un espacio en el que habita una LS marca
positivamente este bagaje del niño resignificándolo a partir de su acceso a
esta lengua.

En palabras de Álvarez (op.cit) cuando un niño ingresa a una escuela para


sordos donde habitan la LS y la LO, comienza a ser testigo presencial de la
LS por estar en relación con habitantes de esta lengua, tanto sordos como
oyentes, tantos niños pequeños como más grandes, como adolescentes o
adultos. Esta situación detona el desarrollo del proceso de adquisición del
lenguaje porque el niño sordo, como todo niño, necesita que señen y que
le señen, que le “hablen” y que lo “escuchen” (p.63)

La escuela especial es el punto inicial de encuentro entre un niño sordo y


la comunidad sorda. La escuela se convierte en la gran mayoría de los
casos, el puente que relaciona al mundo oyente (con su lengua fónica) y al
mundo sordo (con su lengua de señas). Lo principal es que estos sujetos,
no pierdan su identidad. Esto significa que los sordos no se “oyenticen” y
que los oyentes no se “ensordicen”.

La organización de una escuela bilingüe tiene una dinámica de equipo


donde las interrelaciones profesionales permiten trabajar por áreas sin
producir un accionar que, divida en porciones al alumno. Así es como se
plantean tres objetivos principales: los relacionados con la lengua de
señas, los vinculados a la lengua oral y los escolares. El diálogo, la
conversación amena permiten el despliegue de la LS. Dentro de este
contexto, progresivamente el niño irá desarrollando el proceso de
adquisición de la lengua que no pudo iniciar con su familia.

Sólo a partir de la consolidación de esta lengua podremos comenzar a


realizar junto al chico planteos pedagógicos en relación con su
alfabetización formal. Una lengua en común crea el espacio para resolver
conflictos intelectuales. Una lengua en común habilita la autonomía. Esta
situación es la que habilita que un niño sordo se alfabetice siguiendo los
mismos lineamientos curriculares por los que se rige la educación de un
niño oyente. Dentro del encuadre educativo bilingüe tanto la LS y la LO
tienen importancia, es decir, se espera que no esté presente la vieja
jerarquización absoluta de una lengua y de anulación de la otra.

La LS también juega un papel importante en la oralización de un niño


sordo porque por un lado conformó el sustrato semántico sobre el que se
va a construir la segunda lengua, la oral, y por otro, permitió que el niño
haya iniciado su relación con la palabra de un modo no traumático.

En palabras de Álvarez (op.cit) “El bilingüismo educativo para niños sordos


responde a la búsqueda de abrir nuevas posibilidades para que los niños
de hoy, adultos del mañana, sordos siempre, puedan contar con los
instrumentos conceptuales y el marco de socialización indispensable que
les permita elegir e integrarse efectivamente” (p.66)

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