Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
PADILLA SAHÚN, Gumesindo. DERECHO ROMANO 1. 2ª edición, McGraw-Hill. México, 1998,
Pág. 29
El natural o derecho de gentes interior, universal y necesario, porque
su origen lo hallamos en nosotros mismos, en la conciencia que
tenemos de nuestra dignidad moral o intelectual, porque se extiende
indistintamente a todos hombres y por consiguiente, a todos los pueblos
y porque es anterior y superior a todas las instituciones humanas
Derecho de gentes exterior, particular, pragmático o convencional.2
2
http://enciclopedia.us.es/index.php/Derecho_de_gentes
3
http://html.rincondelvago.com/historia-del-derecho-internacional-publico_truyol-i-serra.htm
El desarrollo alcanzado en la Baja Edad Media cristiana por las doctrinas
de los romanistas, canonistas y teólogos acerca del jus gentium, el bellum
justum y el jus humanae societatis, hace que se comiencen a desarrollar
teorías sobre esta disciplina en los siglos XVI y XVII. Los “clásicos españoles
de Derecho de gentes” sometieron los problemas de la sociedad internacional a
un riguroso análisis. La mayoría pertenecía a diversas órdenes religiosas.
Pueden clasificarse según tres corrientes principales. Dos están asociadas
respectivamente a la Orden dominica, donde destacan Francisco de Vitoria y
Domingo Soto, y a la Compañía de Jesús, cuyos máximos representantes
fueron Luis de Molina y Francisco Suárez. En ellos predomina el punto de vista
de la teología moral y el Derecho natural. La tercera corriente está
representada por los juristas, eclesiásticos o seglares, entre los que hay que
señalar a Fernando Vázquez de Menchaca.
VITORIA.- Puso de relieve que la comunidad internacional está basada en
el Derecho natural, al igual que el Estado. La legitimidad del poder es
independiente de un título religioso. La Iglesia, por el contrario, es de Derecho
divino positivo. El poder eclesiástico, en menos del Papa, se ejerce única y
directamente sobre los bautizados. La comunidad internacional resulta de la
sociabilidad inherente a la naturaleza humana, que se extiende al conjunto del
género humano, que Vitoria denomina el orbis. Sobre esta concepción, subraya
el carácter de persona moral del orbis, que en cierta manera forma un solo
cuerpo político. Existe, entre todos los pueblos un derecho natural de sociedad
y de comunicación, al que no pueden sustraerse sin un motivo válido. La
comunidad internacional es así el resultado de la sociabilidad natural del
hombre, de alcance universal. Su vínculo es el Derecho de gentes, que Vitoria
concibe en un doble sentido: de un lado, como derecho universal del género
humano, en la tradición romana; de otro, como un derecho de los pueblos en
cuanto tales en sus relaciones recíprocas. Vitoria aportó una primera definición
del derecho de gentes como “Derecho entre las gentes”, en definitiva, como
derecho internacional. Vitoria dedujo de la naturaleza de la comunidad
internacional su primacía sobre las comunidades políticas particulares. Para él
el Derecho de gentes forma parte del Derecho natural; pero la voluntad
humana da lugar a un Derecho de gentes positivo, teniendo el orbis la potestad
de dictar “leyes justas y que convienen a todos”.
En lo que concierne al Derecho de la guerra, retoma la doctrina cristiana
tradicional de la guerra justa y la desarrolla. Mantiene sus tres condiciones
clásicas: causa justa suficiente, autoridad legítima y recta intención. Su teología
le permite “secularizar” la comunidad internacional al situar, en lugar de la
Cristiandad de fundamento religioso, el orbis religiosamente neutral. Tras
Vitoria, la escolástica española de la época, no hizo sino trasladar al terreno del
Derecho de gentes la distinción -que ya estableciera Santo Tomás de Aquino-
entre los ámbitos de lo natural y de lo sobrenatural. 4
SUÁREZ.- Su aportación a la doctrina del Derecho de gentes se dirige
en primer lugar a la noción de comunidad internacional. Al igual que en Vitoria,
existe en Suárez una subordinación del bien común nacional al universal. Dio
un paso decisivo en la elaboración del concepto moderno de Derecho de
gentes, gracias a una distinción que marca un verdadero giro en la materia.
Existe, afirma, un doble Derecho de gentes: primero, “el Derecho que todos los
pueblos y todas las naciones deben mantener entre ellos”; en segundo lugar,
“el Derecho que cada ciudad o reino observa en su interior”; es el primero el
que, hablando con propiedad, constituye el Derecho de gentes.
Con GENTILI se encuentran los elementos de una doctrina del Derecho
de gentes que sobrepasa los límites del Derecho de la guerra. Escribió un De
jure belli, pero este tratado fue precedido por un tratado sobre el Derecho de
embajada. Algunos han visto en él al precursor de una consideración histórica
del Derecho de gentes, aunque la mayor parte de sus referencias
corresponden a la Antigüedad clásica. Su concepto de jus gentium, que
identifica con el Derecho natural o -lo que puede sorprender- con una parte del
“Derecho divino”, no es claro, y parece concebirlo como el Derecho universal
tradicional. Con relación al derecho diplomático, Gentili es partidario de la
inmunidad de los embajadores, aunque la delimita. Resalta el carácter público
de la guerra, y señala que la justicia no modifica los derechos de los
beligerantes. La guerra deberá realizarse con humanidad. Consagra el tercer
libro de su De jure belli a los tratados de paz. En principio, éstos vinculan a los
4
Véase en http://html.rincondelvago.com/historia-del-derecho-internacional-publico_truyol-i-serra.html
sucesores y los pueblos de las partes contratantes, y el hecho de haberlos
suscrito con el apremio de una derrota, no autoriza a denunciarlos. Todos
contienen la cláusula tácita de ser obligatorios en tanto que las condiciones
permanezcan inalteradas. Aplica a los terceros Estados la doctrina de la guerra
justa, obligándoles a ayudar al Estado que hubiera sido objeto de una agresión.
Por otro lado, preconiza el arbitraje internacional.
GROCIO, conocido como el “prodigio de Holanda”, tiene el mérito de
haber sido el primero en ofrecer una exposición de conjunto del Derecho de
gentes: De jure belli ac pacis, que es su principal obra. Fue precedida por un
tratado sobre el Derecho de presa (De jure predae), que no vio la luz hasta el
siglo XIX, excepto el capítulo relativo a la libertad de los mares (Mare liberum).
El Derecho natural es, para Grocio, lo que la recta razón muestra como
conforme a la naturaleza social del hombre, un conjunto de principios absolutos
que el propio Dios no podría alterar. Al conocimiento a priori del Derecho
natural por el razonamiento añade un conocimiento a posteriori mediante la
opinión común de los pueblos civilizados. Al igual que Vitoria, es un teórico del
Derecho de gentes. No mantiene tan claramente como Vitoria y Suárez la
distinción entre el Derecho de gentes como jus inter gentes y el jus gentium
tradicional. Destaca plenamente una distinción ya establecida por los clásicos
españoles: la del Derecho de gentes natural (el propio Derecho natural en tanto
que se aplica a las sociedades políticas) y el Derecho de gentes voluntario o
positivo (“aquél que recibe su fuerza obligatoria de la voluntad de todas las
gentes o de muchas de ellas”). Un principio esencial del Derecho de gentes
voluntario es la fidelidad a los compromisos aceptados (pacta sunt servanda).
Grocio hace de la buena fe un principio fundamental del Derecho de gentes,
que debe mantenerse ante el enemigo en toda circunstancia. Ha contribuido a
una humanización del Derecho de la guerra.
Un aspecto importante de la doctrina grociana del Derecho de gentes es la
defensa del principio de la libertad de los mares, surgida de la conquista de
espacios oceánicos por el hombre. Como Vitoria, Grocio afirma un Derecho
natural de comunicación y de sociedad a escala humana. El océano no podía
ser reivindicado en exclusiva por un Estado, siendo de uso común. La alta mar
no es susceptible de ser ocupada. El Mare liberum suscitó réplicas, proviniendo
las más célebres de Serafim de Freitas y de John Selden. A los
iusinternacionalistas propiamente dichos, vinieron a añadirse, autores diversos
que elaboraron proyectos llamados de “paz perpetua” y de organización
internacional. Propugnan una solución federal o confederal al problema de la
paz, tanto en el ámbito europeo como en un plano universal.
1.4.LA PAZ DE WESTFALIA
El término de Paz de Westfalia se refiere a los dos tratados de paz de
Osnabrück y Münster, firmados el 15 de mayo y 24 de octubre de 1648,
respectivamente, este último en la Sala de la Paz del Ayuntamiento de
Münster, en la región histórica de Westfalia, por los cuales finalizó la Guerra de
los Treinta Años en Alemania y la Guerra de los ochenta años entre España y
los Países Bajos. En estos tratados participaron el emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico (Fernando III de Habsburgo), los Reinos de
España, Francia y Suecia, las Provincias Unidas y sus respectivos aliados
entre los príncipes del Sacro Imperio Romano.
La Paz de Westfalia dio lugar al primer congreso diplomático moderno e inició
un nuevo orden en el centro de Europa basado en el concepto de soberanía
nacional. Fue en Westfalia que la integridad territorial se erigió como un
principio que consagra la existencia de los Estados frente a la concepción
feudal de que territorios y pueblos constituían un patrimonio hereditario. Por
esta razón, marcó el nacimiento del Estado nación. Hasta la instauración de la
Confederación del Rin en 1806, los reglamentos de Westfalia pasaron a formar
parte de las leyes constitucionales del Sacro Imperio Romano. Francia y
Suecia, a ambos lados del Sacro imperio, asumieron las garantías del acuerdo.
Sin su autorización no podía cambiarse ninguna disposición. Así, los alemanes,
que vivían en más de trescientos Estados independientes, solo podían
fusionarse con otro Estado si contaban con la aprobación de Suecia y Francia. 5
La Paz de Westfalia ha sido la base del “Derecho público europeo”. Fue el
punto de partida de toda una serie de tratados posteriores. Un principio de
ordenación de este mundo de Estados fue el principio de equilibrio de fuerzas,
en el que Italia fue el primer escenario. Ésta se extendería después a la gran
política europea, hasta el reconocimiento expreso del principio como tal en el
Tratado de paz entre Gran Bretaña y España, suscrito en Utrecht. Pero se
trataba de un principio que no podía asegurar por sí solo un orden internacional
5
http://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Westfalia
estable. Su práctica era facilitada por un sentimiento de intereses comunes
frente a los de las restantes partes del mundo, fundado sobre la realidad de
una densa red de relaciones entre los Estados de Europa.
La Paz de Westfalia supuso modificaciones en las bases del Derecho
internacional, con cambios importantes encaminados a lograr un equilibrio
europeo que impidiera a unos Estados imponerse a otros. Los efectos de la
Paz de Westfalia se mantuvieron hasta las guerras y revoluciones nacionalistas
del romántico siglo XIX. Este tratado supuso la desintegración de la república
cristiana y el imperialismo de Carlos VI, y además se propugnaron principios
como el de la libertad religiosa "inter estados". Así, cada Estado adoptaba
como propia y oficial la religión que tenía en aquel momento, lo cual es visto
como una concesión católica a los nuevos cismas que, como origen político,
habían roto Europa. Frente a la visión española y del Sacro Imperio de una
universitas christiana, triunfaron las ideas francesas que exaltaban la razón de
Estado como justificación de la actuación internacional. El Estado sustituía a
otras instituciones internacionales o transnacionales como la máxima autoridad
en las relaciones internacionales. En la práctica esto suponía que el Estado
dejaba de estar sujeto a normas morales externas a él mismo. Cada Estado
tenía derecho a aquellas actuaciones que asegurasen su engrandecimiento.
Entre las consecuencias de la Paz de Westfalia fueron la aceptación del
principio de soberanía territorial, el principio de no injerencia en asuntos
internos y el trato de igualdad entre los Estados independientemente de su
tamaño o fuerza. En la práctica, las cosas fueron algo diferentes y el resultado
muy desigual para los diferentes Estados. Algunos Estados pequeños fueron
absorbidos por Francia, acabaron perdiendo su identidad asimilados por la
cultura mayoritaria y ya no dejaron de ser parte de ella. Por otro lado, a los
Estados que formaban parte del Sacro Imperio se les reconoció una autonomía
mucho mayor de la que ya tenían.
FUENTES DE CONSULTA:
8
http://www.laguia2000.com/europa/el-congreso-de-viena
BIBLIOGRÁFICAS:
PADILLA SAHÚN, Gumesindo. DERECHO ROMANO 1. 2ª edición,
McGraw-Hill. México, 1998.
ELECTRÓNICAS:
http://www.laguia2000.com/europa/el-congreso-de-viena
http://es.wikipedia.org/
http://html.rincondelvago.com/historia-del-derecho-internacional-
publico_truyol-i-serra.html
http://enciclopedia.us.es/index.php/Derecho_de_gentes
http://enciclopedia.us.es/index.php/Independencia_de_Am%C3%A9rica