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El interés del tema de los vampiros psíquicos para el satanista, es decir para
aquel que lucha por su libertad plena en contra de milenios de religiones
predicando mansedumbre y obediencia, es doble:
♦ Por otro lado, los vampiros psíquicos logran alcanzar sus propósitos
parasitarios, aunque sea ocasionalmente, mediante las peores debilidades
cristianas, las más insidiosas: la compasión ("¿cómo no voy a escuchar a esta
persona que me pide ayuda?"), la humildad ("¿quién soy yo para negar a esta
persona mi amistad?"), la caridad ("¿cómo podría decirle nunca a esta persona
lo lamentable que me parece?")...
Uno de los problemas, y no precisamente el menor, de los vampiros psíquicos
es su diversidad. Aunque su objetivo siempre sea el mismo: ralentizar una
magnífica trayectoria estelar, intentar desgastar al que envidian, aunque sólo
sea por unos instantes. A partir de LaVey hay ya una amplia literatura sobre el
que podríamos denominar el vampiro llorón. El vampiro llorón es el que desea
retrasarte y cansarte mediante redes de compasión y pesimismo. El que te
cuenta interminablemente y durante horas sus problemas, sus eternas
desgracias personales, no como forma de que le ayudes a resolverlas (tus
bienintencionados consejos nunca servirán para nada, nunca son puestos en
práctica) sino como forma de agotarte, de hacerte perder la alegría con la que
avanzabas, de conseguir que te ocupes sólo de su pequeño y ruin mundo.
Constantemente el vampiro llorón reclama tu tiempo en absoluta exclusividad,
siempre que sea posible quiere encontrarse contigo a solas, para poder
desplegar a sus anchas ante ti su monólogo interminable y penoso.
By Miguel Algol
Fuente: http://bailespiritu.blogspot.com.es/2013/07/sanguijuelas-psiquicas.html