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CULPA EXCLUSIVA DE LA VÍCTIMA - ACREEDOR

El hecho culposo de la víctima (en responsabilidad extracontractual) o del acreedor (en


responsabilidad contractual) consiste en la imprudente exposición de aquel a la realización de un
perjuicio. Para que este fenómeno opere como causal de exoneración de responsabilidad civil, la
culpa de la víctima-acreedor debe aparecer como la causa exclusiva del perjuicio; y debe estar
caracterizarse por ser imprevisible e irresistible para el demandado:

Requisitos y Efectos:

1. La conducta debe ser realizada por aquel que goza del carácter de acreedor de la obligación
incumplida, o por aquel quien sufrió personalmente un perjuicio.

2. El hecho de la víctima-acreedor debe ser constitutivo de culpa. Es decir, el demandante debió


haberse expuesto de manera imprudente o negligente a la producción del perjuicio.

3. Al igual que el caso fortuito y la fuerza mayor, el hecho de la víctima debe ser irresistible. Es
decir, el hecho culposo de la víctima-acreedor debe poner al demandado en una situación de
imposibilidad para evitar el daño.

4. El hecho debe ser imprevisto. Es decir, debe ser un evento de un carácter tan remotamente
probable y súbito que ni siquiera una persona diligente hubiera razonablemente tomado medidas
para precaverlo.

5. El hecho culposo de la víctima-acreedor debe ser la causa esencial o exclusiva para la


producción del perjuicio.

6. El hecho culposo de la víctima-acreedor desvirtúa el vínculo de causalidad alegado por el


demandante entre el daño causado y la conducta del demandado. Es una causal de exoneración
alegable en cualquier modalidad de responsabilidad civil por ser en sí misma una causa extraña.

7. Cuando la culpa de la víctima-acreedor no es de suficiente entidad para tenerse como causa


exclusiva del perjuicio, el monto indemnizable estará sometido a reducción proporcional,
siguiendo lo dispuesto en el artículo 2357 del Código Civil. Este fenómeno se conoce como
concurrencia de culpas.

EL HECHO DE UN TERCERO

Zabala de González “Esta causal de exoneración parte del supuesto inicial, según el cual, el
causante directo del daño es un tercero ajeno a las partes intervinientes en el juicio de
responsabilidad. No son terceros las personas a quienes además del demandado, la ley adjudica
responsabilidad solidaria o indistinta y que por ende resultan co-obligados. Jurídicamente solo es
tercero alguien extraño, por quien no se debe responder; es decir, no vinculado con el sujeto
contra el que se dirige la acción resarcitoria”.

El Consejo de Estado establece: “Por otra parte, en relación con la causal de exoneración
consistente en el hecho de un tercero, la jurisprudencia de esta Corporación ha señalado que la
misma se configura siempre y cuando se demuestre que la circunstancia extraña es
completamente ajena al servicio y que este último no se encuentra vinculado en manera alguna
con la actuación de aquél”.

En relación a esta especie de causa extraña, los doctrinantes López Mesa y Trigo Represas afirman:
“El supuesto de culpa de un tercero por quien la empresa no sea civilmente responsable
constituye un modo particular del caso fortuito; por ello, su admisión como causal de eximición de
la responsabilidad exige que concurran las notas de imprevisibilidad e irresistibilidad”

Los autores Mosset Iturraspe y Piedecasas abordan la relación entre el hecho de un tercero y el
incumplimiento contractual de la siguiente manera: “El hecho del tercero, como eximente,
también es contemplado en la responsabilidad contractual. Debe configurarse con claridad,
teniendo las características de imprevisible, inevitable e irresistible para que pueda actuar como
eximente” Refiriéndose al hecho exclusivo de un tercero, el doctrinante Velásquez Posada
asegura: “Para que el hecho de un tercero sea reconocido como causa extraña, debe asimilarse a
la fuerza mayor o caso fortuito; entonces, debe ser imprevisible e irresistible y externo. Es decir, se
exige además que no haya ninguna relación de dependencia entre el presunto causante y el
tercero, ni haber culpa del causante”

“El tercero debe ser persona distinta del causante, diferente de los que la ley determina como
terceros dependientes, es decir, aquellos cuyos hechos no liberan a las personas que por ellos
deban responder, como es el hijo y padre, los alumnos y el rector de un colegio, entre otros”. Así
entonces, no podrá imputarse jurídicamente el daño cuando el hecho del tercero sea la causa
exclusiva del mismo, de lo contrario, esto es en caso de concurrencia entre el agente dañador y el
tercero opera la figura de la solidaridad para la indemnización.

El hecho de que se utilice un tercero para el cumplimiento de la obligación, no hace variar en nada
la obligación contraida, ni la responsabilidad del deudor principal, según cierta doctrina, conocida
como la teoría de la estructura de la relación obligatoria, se afirma que: La intervención de otra
persona, que es introducida por el deudor al tiempo de ejecutar lo adeudado, conduce a dos
conclusiones fundamentales: la primero, la irrelevancia jurídica de la sustitución; y la segunda, la
equivalencia de los comportamientos entre el sustituido y quien lo sustituye” (Pizarro, 2006, p.
71).

A lo anterior, debe sumarse el principio de la relatividad de los contratos, que en el caso de la


legislación colombiana tiene sustento en el artículo 1602 del Código Civil, con base en el cual, un
contrato legalmente celebrado, crea obligaciones para las partes, mismas partes que no pueden
exonerarse de sus obligaciones alegando que las descargaron en un dependiente o tercero. En
este sentido, la doctrina nacional advierte que permitir que la intervención de un tercero
constituya una causal de exculpación significaría resquebrajar toda la responsabilidad contractual,
a este respecto se dice que: Si el deudor no asumiera el riesgo del comportamiento del tercero
que ejecuta el contrato, toda la teoría de las obligaciones quedaría desvertebrada, pues los
deudores contractuales se limitarían a delegar en terceros la ejecución del contrato, pudiéndose
exonerar de responsabilidad demostrando ausencia de culpa o, incluso, alegando que el acreedor
debe demostrarles una culpa que hubiera tenido incidencia causal en el incumplimiento (Tamayo,
2007, p. 663).

HECHO O CULPA DE LA VÍCTIMA


Héctor Patiño afirma: “Esta figura exonerativa parte, en nuestro parecer, de la siguiente lógica:
quien ha concurrido con su comportamiento por acción o por omisión, con culpa o sin ella, a la
producción o agravamiento del daño sufrido, debe asumir las consecuencias de su actuar.”

Se encuentra consagrada en las siguientes normas: En el artículo 2357 del Código Civil: “La
apreciación del daño está sujeta a reducción si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente”. En el artículo 70 de la Ley 270 de 1996: “El daño se entenderá como debido a
culpa exclusiva de la víctima cuando ésta haya actuado con culpa grave o dolo, o no haya
interpuesto los recursos de Ley. En estos eventos se exonerará de responsabilidad al Estado”.

“Cuando hablamos del hecho o culpa de la víctima, nos referimos a una causal que impide
efectuar la imputación, en el sentido en que, si bien es cierto, que puede ser que el demandado
causó el daño física o materialmente, el mismo no puede serle imputable en la medida en que el
actuar de la víctima que le resultó extraño, imprevisible e irresistible, lo llevó a actuar de forma
que causara el daño, razón por la cual el mismo es imputable desde el punto de vista jurídico a la
víctima y no al demandado.”

El profesor Mosset Iturraspe: “Sea la conducta - ajena al responsable- culposa o no, incluso
aunque fuera involuntaria, es ella la que desencadena el daño.

El Consejo de Estado se pronunció en este sentido al considerar: “Cabe precisar que en los eventos
en los cuales la actuación de la víctima resulta ser la causa única, exclusiva o determinante del
daño, carece de relevancia la valoración de su subjetividad. Si la causalidad constituye un aspecto
objetivo, material de la responsabilidad, la labor del juez frente a un daño concreto debe limitarse
a verificar si dicha conducta fue o no la causa eficiente del daño, sin que para ello importe
establecer si al realizarla, su autor omitió el deber objetivo de cuidado que le era exigible, o si su
intervención fue involuntaria. Por tal razón, resulta más preciso señalar que la causal de
exoneración de responsabilidad del demandado es el hecho de la víctima y no su culpa.

Ahora bien, cuando la intervención de la víctima incide en la causación del daño, pero no excluye
la intervención causal del demandado, habrá lugar a la reducción de la indemnización establecida
en el artículo 2357 del Código Civil, conforme al cual “La apreciación del daño está sujeta a
reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente”.

Sin embargo, cabe advertir que esa noción culpabilista que se proyecta en dicha norma no puede
ser trasladada al campo de la responsabilidad patrimonial del Estado, habida consideración de que
el criterio de imputación que rige esa responsabilidad, en los términos del artículo 90 de la
Constitución, se construye a partir de la verificación de la antijuridicidad del daño y del vínculo
causal entre ese daño y la actuación u omisión de la Administración. Luego, si de la atribución de
responsabilidad al Estado están ausentes, como requisito para su estructuración, los criterios
subjetivos de valoración de la conducta del autor, tales criterios no pueden ser exigidos cuando se
pretenda reducir el valor de la indemnización por la intervención causal relevante de la propia
víctima.

En pocos términos: en el campo de la responsabilidad patrimonial del Estado la valoración objetiva


de la intervención causal tanto de la Administración como de la propia víctima resultan suficientes
para determinar si la causa eficiente del daño lo fue la actuación del ente demandado o de la
víctima, con el fin de establecer si hay lugar a condenar a aquélla o a absolverla por haberse
producido una causal excluyente de responsabilidad, o si ambas concurrieron en la producción del
daño y, entonces, reducir el valor de la indemnización en proporción directa a la mayor o menor
contribución de la conducta de la víctima en su producción. Por lo tanto, cuando se pretenda
reducir el valor de la indemnización que deba pagar la entidad con fundamento en la intervención
de la víctima en la causación del daño, habrá de tenerse en cuenta la relevancia de esa
intervención en el resultado y no la intensidad de la culpa en la que aquélla hubiera incurrido”.

Por lo tanto, afirmamos que la causa extraña es un factor de ruptura de la imputación jurídica,
pues a pesar de haber sido, en el plano fáctico, determinada conducta la causa del resultado
dañoso, es igualmente cierto que hubo otra conducta, hecho o acontecimiento, que jurídicamente
cobra relevancia y va a irrumpir en la formulación de la responsabilidad que se erige contra el
primer agente.

Por vía de ejemplo, traemos a colación los tan aludidos casos que ha usado la doctrina para
ejemplificar la causa extraña. En primer lugar, tenemos a una persona que está conduciendo,
ocurre un sismo, pierde el control del vehículo y mata a un transeúnte, la causa de la muerte
(resultado dañoso) fue el impacto del vehículo en el cuerpo de la víctima (causa) que era
conducido por determinada persona (agente dañador), es decir existe el nexo causal entre el daño
y la conducta, no obstante hubo un sismo (causa extraña: fuerza mayor o caso fortuito) que hace
jurídicamente inviable imputar el resultado dañoso al conductor del vehículo, aunque en el plano
fáctico su hecho haya generado el resultado. En este caso, la víctima soporta las consecuencias de
la irrupción de la causa extraña.

En segundo lugar, tenemos un caso similar al anterior, sin embrago el vehículo pierde el control
porque otro vehículo lo choca, generando igualmente la muerte de un transeúnte. El análisis es
igual al anterior, entendiendo que si hubo nexo causal y que la causa extraña (hecho de un
tercero), hace jurídicamente inviable imputar el resultado dañoso al primer conductor. La
diferencia en el caso anterior, es que la víctima no tendrá que soportar las consecuencias de la
irrupción de la causa extraña, pues el daño será imputado jurídicamente al tercero, quien además
con su hecho participó en la cadena causal, cumpliéndose así la estructura de la responsabilidad
frente al tercero

En tercer lugar, tenemos al mismo conductor de vehículo, que pasa por debajo de un puente
cumpliendo con las normas de tránsito, no obstante, una persona se arroja del puente y se prueba
que la causa de la muerte fue estrictamente el impacto con el auto. Llegamos a la misma
apreciación, existe nexo causal, sin embrago el daño no podrá imputársele al conductor del
vehículo pues operó una causa extraña (hecho de la víctima), que desde luego será soportada ya
no directamente por la víctima, pues esta ha muerto, sino por las victimas por contragolpe, es
decir sus familiares.

Exoneración Hecho de un tercero

Por el contrario, la mayor parte de casos en los que se alega el hecho del tercero en el contexto de
los procesos por privación injusta de la libertad tienen que ver con la “inducción al error” por parte
de otras autoridades, el denunciante e, incluso, de testigos que, voluntaria o involuntariamente,
suministran información incorrecta o la alteración dolosa de las pruebas.
Sin embargo, estas circunstancias no pueden calificarse como impredecibles o irresistibles para los
operarios de la justicia a cuyo caso se confía el juicio o la investigación, requisito imprescindible
para la eficacia de la excepción del hecho exclusivo y excluyente de un tercero.

La aceptación del testimonio, el dictamen pericial o los documentos y, en general, cualquier tipo de
prueba implica necesariamente la aceptación de su falibilidad. Esto es, el testigo puede faltar a la
verdad o equivocarse en su percepción, el perito puede errar, el documento puede haber sido
alterado y el informe de autoridad faltar a la verdad.

Justamente, por el origen humano y, por ende, falible de las fuentes de acceso al conocimiento de
los hechos se impone al investigador o al juzgador un deber reforzado de analizar rigurosamente
las pruebas, de acuerdo con las exigencias de la sana crítica.

El escrutinio del juez, entonces, debe dirigirse a identificar las posibles falencias y a evaluar su
grado de fiabilidad.

Por lo anterior, concluyó que la aceptación de la exoneración por hecho de terceros, en eventos en
los que se demuestre que la decisión se tomó con fundamento en una prueba que no resultó del
todo veraz, es tanto como eximir al juez de la carga de juzgar con criterio. Esto, a su juicio, es lo
mismo que aceptar que el juez deje de ser juez.

Exoneración por Culpa de la víctima

Ahora bien, en lo que respecta a la exoneración por culpa de la víctima, la Sala recordó que la
jurisprudencia se ha encargado de explicar que no atiende a la falta de diligencia o impericia de la
víctima y tampoco a su intención, sino que se trata de un asunto de causalidad: si la víctima causó
el daño, al margen de la subjetividad de la actuación, rompe la causalidad y no surge la obligación
de indemnización.

Esta consideración es inadmisible tratándose de privación de la libertad, porque, al igual que el


hecho del tercero ajeno a la facultad punitiva del Estado, la víctima no estuvo en posibilidad de
generar una investigación en su contra, tampoco una medida de aseguramiento.

Precisamente, el alto tribunal sostuvo que si bien entre el hecho del sindicado y la pena o medida
de aseguramiento no existe relación de necesidad fáctica, esto es, de casos en los que habiéndose
verificado fácticamente el supuesto de hecho de una norma sancionatoria no se aviene la
consecuencia jurídica prevista.

Lo anterior no significa que el hecho de la víctima, cuando reviste la connotación de gravemente


culposo o doloso, carezca de efectos respecto de la declaración de la responsabilidad estatal, pues
por expresa disposición legal y constitucional, así como en virtud de los preceptos milenariamente
aceptados de vivir honestamente (honeste vivere) y no hacer daño a los demás (naeminem
laedere), se impone la imposibilidad reconocer indemnización a quien ha obrado con culpa grave o
dolo (C. P. Stella Conto).
Consejo de Estado Sección Tercera, Sentencia 85001233100020080007101 (42293), Oct. 12/17.

HECHO DE UN TERCERO COMO CAUSAL DE EXONERACIÓN

El hecho de un tercero como causal de exoneración consiste en la intervención exclusiva de un


agente jurídicamente ajeno al demandado, en la producción de un daño. Para que el hecho de un
tercero tenga poder exoneratorio, dicha conducta debe reunir las mismas características de
imprevisibilidad e irrestibilidad que se requieren para la fuerza mayor y el caso fortuito. Asimismo,
la intervención del tercero debe ser esencial para la producción del perjuicio.

Requisitos y Efectos:

1. El hecho debe ser causado por un tercero. Es decir, el fenómeno debe ser producido por
cualquier persona que carece de relación de dependencia jurídica con el demandado y por la cual
éste no tiene obligación de responder.

2. El hecho debe ser irresistible. Es decir, el hecho de un tercero debe poner al demandado – a
pesar de sus mayores esfuerzos – en imposibilidad de evitar el daño.

3. El hecho debe ser imprevisto. Es decir, debe ser un evento de un carácter tan remotamente
probable y súbito que ni siquiera una persona diligente hubiera razonablemente tomado medidas
para precaverlo.

4. Dentro de las concausas que puedan concurrir para la producción del perjuicio, la conducta del
tercero debe desempeñar un papel exclusivo o esencial.

5. El hecho de un tercero es una modalidad de causa extraña, el cual rompe el vínculo de


causalidad entre el perjuicio sufrido y la conducta del demandado. Genera, en consecuencia,
sentencia desestimatoria de cualquier pretensión de declaratoria de responsabilidad civil, ya sea
contractual o extracontractual.

6. Cuando el hecho de un tercero ha prosperado como excepción de fondo y causal de


exoneración de responsabilidad civil, el demandante vencido tiene la posibilidad iniciar un proceso
separado en contra de dicho tercero para solicitar la reparación del perjuicio.

7. Cuando el hecho de un tercero no es la causa esencial para la producción del daño, serán
solidariamente responsables de tal perjuicio el tercero y el demandado, siguiendo la regla
establecida por el artículo 2344 del Código Civil.

CASOS

Carlos viajó de vacaciones a Cartagena y decidió, para su mayor comodidad, alquilar un vehículo
en la compañía Autovacaciones S.A. El día 25 de diciembre de 2008, a las 12:00AM, en estado de
embriaguez, Carlos estrelló su vehículo en contra de un edificio de Muebles Seguros Ltda.
compañía fabricante de muebles. Carlos falleció instantáneamente en el accidente. Ante lo
ocurrido, Muebles Seguros Ltda. inicia un proceso de responsabilidad civil extracontractual en
contra de Autovacaciones S.A. para solicitar la reparación de los perjuicios sufridos. El apoderado
judicial de dicha compañía – en su escrito de contestación de la demanda – alega que el hecho no
puede ser atribuible a Autovacaciones S.A. por cuanto se configuró un hecho de un tercero. Usted
es el juez competente para conocer del presente proceso y debe decidir de fondo sobre las
pretensiones y excepciones de la presente controversia.

María celebró un contrato de fiducia mercantil con Seguridad S.A. con el fin de invertir 350
millones de pesos para la compra y venta de títulos de deuda pública T.E.S. De conformidad con el
negocio fiduciario, María le indicaría a Seguridad S.A., cada mes, las instrucciones (por vía
telefónica) sobre cómo invertir los recursos del fideicomiso. El día 26 de septiembre de 2008, el Sr.
Jairo Peláez, funcionario de Seguridad S.A., recibió las indicaciones de María, según las cuales
debía comprar 500 millones de T.E.S. al 9.46%. Debido a la poca claridad que registraba la
conversación telefónica de ese día, el Sr. Jairo Peláez comprendió que la instrucción había sido la
de comprar 500 millones de T.E.S. al 7.46% y así procedió. Como consecuencia de dicha operación,
María sufrió pérdidas por un valor de 290 millones de pesos. Inconforme con lo sucedido, María
decide promover proceso de responsabilidad civil contractual por el cumplimiento defectuoso de
las obligaciones derivadas del contrato de fiducia mercantil de parte de Seguridad S.A. El
apoderado judicial de la sociedad fiduciaria, manifiesta en la contestación de la demanda, que lo
sucedido ocurrió producto del hecho de un tercero, que se concretó en la conducta del Sr. Jairo
Peláez, el cual, según la fiduciaria fue removido del cargo al día siguiente. Usted hace parte del
tribunal de arbitramento convocado para dirimir la presente controversia y debe pronunciarse
sobre las pretensiones y excepciones puestas en su conocimiento.

Fuentes Jurídicas y Materiales

Código Civil:

Art. 64
Art 1602
Art.1604
Art.1616
Art.1731
Art.1732
Art.1733
Art.1734
Art.2341
Art. 2357

Jurisprudencia

Corte Suprema de Justicia

Sentencia de 25 de noviembre de 1999. M.P. Silvio Fernando Trejos Bueno. No. 5173
Sentencia de 21 de febrero de 2002. M.P. José Fernandez Ramírez Goméz. Exp. 6063
Sentencia de 16 de diciembre de 2010. M.P. Arturo Solarte Rodríguez. Exp. 11001-3103-008-
1989-00042-01
Sentencia de Casación Civil de 27 de abril de 1972 G.J. CXLII P.175
Sentencia S-009 de 27 de febrero de 1998, M.P.: Rafael Romero Sierra, Exp. 4901, G.J. CCLXII.
Sentencia S-170 de 7 de septiembre de 2001 exp. 6171, M.P. Silvio Fernando Trejos Bueno.
Sentencia S-289 de 21 de noviembre de 2005, 11001310300219950711301, M.P.

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