¿ES POSIBLE EDUCAR PARA LA PAZ?
tener una vida libre de violencia, de
POR YICETH BENAVIDES ROMERO
La educación para la paz es un proceso
fundamental en la transformación de
las escuelas, puesto que es la esencia
primordial del buen desarrollo de las
sociedades. Pero acciones como el
desplazamiento forzado y el conflicto
armado, la exclusión, la pobreza y la
ausencia de paz; entre otras, impiden el
libre desarrollo de los derechos
humanos. La realidad de muchos
jóvenes que llevados por la influencia
de la sociedad, la familia y la comunidad
en general es mucho más compleja de
lo que se piensa y se estima, en donde
los distintos niveles económicos,
educativos, políticos y sociales
demarcan bajas no favorables en estos
ámbitos, vulnerando sus derechos a
El proceso educativo se lleva a cabo en
estigmatización y predominio, en donde
se buscan dominar, por ende surge la
autodefensa ya que todo ser humano
busca su bienestar y el de su familia,
conformando una guerra que algún día
quizás tenga fin; ¿pero cómo se
pretende erradicar esta guerra y
generar ambientes que promuevan e
impulsen los contextos de paz ?
Para ello se requiere una
transformación profunda de las
representaciones de las sociedades, de
las personas en particular, que se
traducen necesariamente en cambios
de actitudes y acciones que repercutan
en el sistema educativo de cada
sociedad. La construcción de escuelas
generadoras y transformadoras de paz
y diversidad, se convierte en una
aspiración a la que apuntan los
esfuerzos de grupos organizados de
docentes, programas, proyectos
nacionales y de cooperación
internacional.
muchos contextos, tanto formales
como no formales, en las familias y en la
comunidad en su conjunto. Por
consiguiente y en mi opinión, la
educación para la paz no es una
cuestión marginal, sino que es crucial
para lograr convivir de forma pacífica.
Desde mi punto de vista socioeducativo,
y con ánimos de promover la educación
para la paz, considero que se debe
iniciar a examinar, al ser humano desde
su concepción hasta su adultez, ya que
muchas infancias son desrealizadas, en
donde los niños trabajan por ganar unos
pesos, quedándoles gustando el dinero,
viendo la escuela como algo que no
tendrá futuro, donde empuñan un fusil
desde muy pequeños para ganar
respeto y ser temidos, en donde los
padres de familia por el afán de darle
todo a sus hijos trabajan de sol a sol en
las circunstancias difíciles que la vida les
presenta, olvidando el papel de educar,
en donde obligados y cansados de tener
una vida de guerra, de maltratos,
abusos; de ser azotados por la sociedad,
deciden hacer parte de ella para
defenderse, generando que muchos
jóvenes sean educados por la cultura en
la que se encuentran sumergidos, por
un contexto de guerra, en donde
muchos deciden entrar por gusto, por
moda porque matar es lo común,
surgiendo la despedagógizacion en
donde el niño que mata, que roba, que
comente abusos, que está en el vicio,
que se prostituye, ya no le pertenece a
la escuela, si no que se convierte en un
objeto penal, donde su lugar es la cárcel
y la correccional convertido al
adolescente marginal sin retorno.
El trabajo de la educación sigue en una
lucha inalcanzable para llegar a que
todos los NNA gocen de una educación
pero aun así hay niños sin
escolarización, debido a las condiciones
de vida en las que viven, al miedo de ser
reclutados, de vivir una nueva guerra, a
pisar una mina, al desplazamiento y a
las largas horas de camino para llegar a
recibir una enseñanza, pero aun así, el
gobierno también debe poner más
empeño e invertir más en educación,
garantizando ambientes sanos, en
donde la escuela sea respetada y no
abusada para la guerra, en donde se
enseñe a aquellos niños según sus
habilidades e intereses en donde
puedan tener un ambiente propicio que
les genere un trabajo digno, llegando a
una alianza entre la escuela y la familia.
En donde la escuela debe ser mejor que
el hogar, y el maestro mejor que el
padre, sin dejar de lado el papel que
realizan los padres ya que el niño pasa
la mayor parte de su vida al lado de
estos. Involucrando a la sociedad como
parte integrante de esta educación para
la paz en donde el docente y el padre de
familia tengan un hilo conector, y sus
pautas vayan guiados sobre una misma
línea para llegar a formar al niño como
una persona capaz de pensar y tomar
decisiones por sí mismo.