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EL APOCALIPSIS EN SU CONTEXTO HISTÓRICO

Ningún libro se escribe en el vacío. El Apocalipsis, como cualquier otro


libro, se entiende bien sólo en estrecha relación con su contexto. Se escribió
frente a un contexto complejo, que podemos llamar los múltiples "mundos"
de Juan: su mundo político fue el imperio romano, bajo el emperador
Domiciano. Su mundo geográfico fue la provincia romana de Asia Menor,
aunque probablemente nació en Palestina. Su mundo existencial fue la isla
penal de Patmos. Su mundo literario consistió en las escrituras hebreas, la
vasta biblioteca de escritos apocalípticos y rabínicos, y en menor grado los
rollos de Qumrán. Su mundo espiritual, además del Antiguo Testamento,
abarcó su ministerio pastoral, su llamado profético y la vida litúrgica en las
comunidades. De algunas de estas áreas del mundo de Juan hemos hablado
ya, y otras son de por sí evidentes. 
El imperio romano a finales del primer siglo: Después de haber sido una
monarquía (753-510 a.C.) y una república (509-31 a.C.), bajo el reinado de
Augusto (cuyo nombre propio era Octavio) Roma se convirtió en imperio
(31 a.C-527 d.C.). Augusto tomó el título de princeps senatus, que a
diferencia de consul no se compartía con otro colega igual ni tenía que
someterse a elecciones anuales. Bajo su larga y muy eficiente
administración, concentró en sus propias manos todo el poder, incluso el de
vida y muerte, de guerra y paz, en Italia y en las provincias. Además, logró
una sucesión pacífica del poder para su hijo adoptivo, Tiberio. Su dinastía
duró hasta el suicidio de Nerón en 68 d.C. Esas reformas dieron gran
estabilidad al imperio e inauguraron un largo período de pax romana. 
En general, esa oferta de paz y prosperidad ganó mucha simpatía en toda la
cuenca del Mediterráneo, pero el precio -- el poder absoluto de las
autoridades romanas -- fue muy alto y llevó a muchos abusos. La expansión
de Roma se debió a la hábil combinación de diplomacia cuando era posible
y violencia y crueldad cuando eran necesarias. Al decir de Tácito, "ellos
saquean, masacran y roban, y lo llaman imperio; producen una desolación y
lo llaman paz" (Agrícola 30.6), e imponen "una paz manchada con sangre"
(Ann 1.1). De Herodes, que hizo matar a casi todos sus hijos como
potenciales rivales, el pueblo bromeaba, "es mejor ser el cerdo (hus) de
Herodes que ser su hijo (huios)". La crucifixión de Jesús, y la ejecución de
Pedro y Pablo en Roma, hicieron de la violencia imperial un tema muy
presente en la conciencia de los cristianos. 
Una amenaza aun más seria que la persecución, según la percepción
profética de Juan, era la adoración al emperador como a un dios. Este culto
imperial, que ya llevaba una larga historia, era especialmente fuerte en las
provincias orientales. Ya hemos mencionado el gran templo al emperador
en Éfeso y las presiones sociales de participar en esa idolatría. Los
cristianos fieles pagaban un precio muy alto por no conformarse a la
religión del imperio. Y la amenaza era mucho más grave debido a la
presencia de los nicolaítas, que pretendían adorar a Cristo y a César a la
vez. Fiel heredero del profeta Elías, Juan planteó la disyuntiva radical, "O
César o Cristo", pero jamás los dos. 
Como cristiano, pastor y profeta en este contexto, era inevitable que Juan
hablara sobre el imperio romano a través de su libro. No debe
sorprendernos la presencia enfática de ese tema; lo sorprendente hubiera
sido su ausencia. Estamos acostumbrados a leer el Apocalipsis sólo
espiritualmente, en clave de predicciones. Nos traumatiza cuando la
interpretación del libro trae temáticas políticas, económicas y sociales, y
surge inmediatamente la acusación de estar "politizando" el evangelio. Es
cierto que el mensaje bíblico no debe politizarse cuando de hecho no es
político, o politizarse más de lo que es. Pero hay otro error que es también
una infidelidad exegética, que consiste en "despolitizar" el mensaje bíblico
cuando de hecho es claramente político. Es muy acertado el popular refrán,
"Todo es político, pero la política no es todo".

1. Juan denuncia el sistema político del imperio romano: Aunque es el


emperador, o su sumo sacerdote en Éfeso, que le tiene preso a Juan en la
isla penal, él no duda en protestar los abusos del imperio. Desde el primer
capítulo Juan declara que Jesucristo es "el soberano de los reyes de las
naciones" (1:5; ho arjôn tôn basileôn tês gês) y así constituye a Cristo en
rival de César, con lo que Juan desafía la autoridad de su perseguidor. En
seguida Juan desconoce al trono en Roma, al ver otro trono mayor,
establecido en los cielos (Ap 4-5). En esos dos capítulos, Juan articula una
teología del poder totalmente opuesto al régimen imperial.
Con la séptima trompeta culmina la primera mitad del Apocalipsis y
comienza algo nuevo y distinto. Nace del mandato a Juan a "profetizar
sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes" (10:11). Es la única vez
que esa fórmula cuatropartita incluye "reyes", y denunciar a reyes es lo que
Juan prosigue en seguida a hacer: profetiza contra naciones y reyes (Ap 12-
19). Con el capítulo 12 Juan describe cuatro derrotas de Satanás, el dragón,
que lo dejan frustrado y furioso. En su desesperación el diablo organiza un
equipo de trabajo, para intentar con una táctica nueva lo que antes no había
podido hacer. Primero saca una bestia del mar, que ejerce el poder del
diablo mismo (13:2,4,7), pretende ser dios para recibir adoración (13:1,4,6)
y hace guerra contra los santos (13:7). Más adelante, Juan presenta un
cuarto personaje, la ramera sentada sobre siete montes (17:1-3,9) y nos
informa que las siete cabezas de la bestia son esos siete cerros (17:9), donde
reside "la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra" (17:18).
De estos datos queda obvio que los creyentes de Asia Menor entenderían
que Juan estaba hablando del imperio romano y de Roma, su ciudad capital.
Todo el relato de estos dos capítulos es para comunicarles que detrás del
imperio romano está Satanás (13:2,4). Por eso, cualquier adoración al
emperador es simple y llanamente culto satánico, como queda muy claro en
13:4, "y adoraron al dragón que le había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia". ¡Qué respuesta más contundente a la herejía nicolaíta!
La descripción del imperio romano como una bestia y la ciudad como una
ramera fue muy atrevida. En un momento cuando serias amenazas se
cernían sobre las iglesias y Juan mismo era prisionero, ese lenguaje era
imprudente. Además, al emplear estos términos y estos símiles tan
chocantes, Juan no sólo sigue a Daniel y la tradición apocalíptica sino
también adopta el lenguaje de la oposición política dentro del Imperio.
Suetonio, en medio de su relato sobre Calígula, dice, "hasta aquí lo del
emperador, ahora tenemos que contar su historia como monstruo" (Calig
22). Entre los enemigos de Nerón era especialmente común describirlo
como bestia. Filóstrato escribe, "He visto muchas bestias fieras en Arabia e
India, pero esta bestia, que se suele llamar tirano, no sé yo cuántas cabezas
tiene, ni como son sus garras ni sus colmillos... Es más salvaje que las
bestias de la montaña y la selva, pues hasta los leones pueden ser
domesticados, pero acariciar esta bestia sólo la hace crecer en ferocidad y
devorar a todo lo que está a la vista. De las fieras nunca se ha sabido que
comieran a su propia madre, pero Nerón se sació con ese plato" (Vit.Apol.
4:38). A Domiciano, Plinio lo llama immanissima belua ("bestia
monstruosísima"), "que dentro de su cueva hace correr y lame la sangre de
la humanidad" (Panegírico 48:3). Estas descripciones destacaban
dramáticamente la inhumana crueldad del tirano y su aparente
indomabilidad, más allá de todo control humano y racional. 
La segunda bestia, que el diablo saca de la tierra, tiene cara de un benigno
cordero, pero su voz es la voz del dragón, del mismo Satanás (13:11-18).
Con su buena cara, es "el Ministro de Propaganda" (F.F. Bruce 1969:653;
Mounce 1998:257) y "la encargada de relaciones públicas" de la primera
bestia. Läpple (1971:154) lo considera el teólogo oficial de la bestia. Para
Wink (1986:93) la segunda bestia representa "la maquinaria sacerdotal de
propaganda del imperio". Bruce lo relaciona con el culto a Roma y al
emperador, floreciente en Asia Menor, y específicamente con el sacerdocio
de ese culto imperial en la provincia (CERTEZA 137b). Con su linda cara
de cordero, que disfraza su verdadera naturaleza diabólica, este falso
profeta, al decir de Arens y sus co-autores (1999:1697), promueve una
"teología oficial del Estado" que provee "un excelente ministerio de
propaganda" para el desgobierno de la gran bestia.
Con esta segunda bestia Juan desenmascara el aparato propagandístico del
imperio. La segunda bestia, mejor conocida como el Falso Profeta, imita al
satánico dragón, que siempre engaña a las naciones. Sin excluir la
posibilidad de una referencia a las señales falsas de los últimos tiempos, es
más probable que Juan se refería a técnicas engañosas de los cultos de la
época; estatuas hablantes y relámpagos simulados (13:13-15) eran trucos de
uso frecuente en la época. Otro pasaje del Apocalipsis describe la
propaganda de guerra de la bestia como ranas que salen de la boca del
dragón y sus dos bestias para ir a todos los reyes de la tierra e incitarlos a la
guerra. ¡Parece del siglo XXI! Hoy esas ranas pasean alegres por las
pantallas de nuestros televisores todos los días.
2. Juan denuncia el sistema militar del imperio romano: Ya hemos
mencionado la violencia y la crueldad en que se basaba el poderío romano.
El segundo caballo, de color rojo como la sangre, se dedica a quitar la paz
de la tierra y poner a la gente a matarse (6:3-4). Para tal efecto, le es dada
una gran espada (majaira megale). Ese término probablemente significaba
una espada retorcida o sable, como era el arma del legionario romano en la
expansión del imperio (Arndt Gingrich, p. 497). Juan parece entender que el
orden y la paz del imperio se basaban en la violencia, llevando esa "paz
manchada con sangre" de que habló Tácito. En un solo año, 140 a.C., el
ejército romano dejó totalmente arrasadas a dos ciudades importantes,
Corinto y Cartago. De verdad, el imperio romano anduvo por todo el
mundo mediterráneo montado en el caballo rojo del terror organizado.
Según el Apocalipsis, el dragón y sus aliados son terriblemente
sanguinarios. El dragón rojo pretende comerse al niño apenas nazca. Su
agente, la bestia del mar, hace guerra contra los santos (13:7) y la segunda
bestia proclama, por medio de una estatua hablante, una sentencia de
muerte contra todos los que no adoran a la imagen de la primera bestia
(13:15). La ramera, alias Babilonia, está borracha con la sangre de los
santos y los mártires (17.6). En ella está la sangre, no sólo de profetas y
santos, sino "de todos los que han sido asesinados en la tierra" (18:24). En
conjunto el imperio representa un régimen asesino y bestial.
El capítulo 16 tiene dos referencias muy claras a la violencia y la guerra. En
primer lugar, la segunda copa cambia el mar en sangre y la tercera hace lo
mismo con toda el agua dulce (16:3-4). Estas dos plagas recuerdan la
primera plaga de Egipto que convirtió el Nilo en sangre, lo que una
interpretación judía entendía como castigo por haber manchado las aguas
del río con la sangre de los niños hebreos. En el mismo sentido, el ángel de
las aguas explica el significado de estas dos copas que cambiaron el agua en
sangre:
"Justo eres tú, el Santo,
que eres y que eras,
porque juzgas así:
ellos derramaron la sangre de santos y de profetas,
y tú les has dado a beber sangre,
como se lo merecen." (16:5-6)
La sexta copa también, con ironía y cierto humor, denuncia el militarismo.
De la boca de los tres personajes diabólicos (el dragón y las dos bestias)
salen sendas ranas con una tarea mundial: ir a todos los reyes de la tierra e
incitarlos a una guerra. Las ranas representan obviamente la propaganda
imperial que con sus mentiras promueve la agresión militar (16:13-14,16).
La figura de ranas que llegan a todos los palacios del mundo y persuaden a
los reyes no deja de ser simpática y chistosa (¡los reyes conducidos al
Armagedón por tres ranas!), pero a la vez el relato nos enseña que la
propaganda belicista y mentirosa es satánica. Igual que el jinete del caballo
rojo, estas ranas quitan la paz de la tierra y ponen a la gente a matar.
3. Juan denuncia el sistema económico del imperio romano: Lo que menos
se espera encontrar en el Apocalipsis es un análisis agudo de la economía
del imperio romano. Eso se debe en parte a nuestra tendencia a leer este
libro fuera de su contexto histórico, y por otra parte nuestro poco
conocimiento de la economía del imperio romano del primer siglo, que nos
hubiera permitido reconocer estas alusiones. Las evidencias exegéticas
muestran que Juan tuvo un entendimiento profundo y acertado de temas
económicos, y una gran preocupación por la justicia económica..
El Imperio Romano fue el primero en dominar todo el mundo mediterráneo,
desde Inglaterra hasta el mar Caspio y las fronteras de los partos al otro lado
del Éufrates. Jamás la humanidad, en toda su historia, había visto un bloque
económico y comercial tan inmenso, ni ciudad alguna había cosechado los
beneficios materiales del imperialismo como lo hizo Roma. El botín de los
triunfos militares, las valiosas obras de arte de Grecia, Egipto y otros países
conquistados, y los constantes tributos de las colonias y provincias, tanto en
dinero como en productos, todo fluía hacia Roma para llenar de riqueza y
lujo a la ciudad capital. Floreció un amplísimo comercio, en beneficio
principalmente de la Urbe (y las minorías privilegiadas del Orbe). El
Talmud conserva un dicho popular: "al mundo bajaron diez medidas de
riqueza, y Roma se quedó con nueve".
El caballo negro (6:5,6). El tercer caballo, de color negro, es obviamente de
carácter económico. Su jinete lleva una balanza, que símboliza la vida
comercial. Después una voz anuncia los precios de la canasta básica, que
son de verdad precios de espanto: "Un kilo (un quénice) de trigo, o tres
kilos de cebada, por el salario de un día (un dênarion)" (6:6). Según el
Antiguo Testamento, el vender trigo por peso significaba gran escasez y el
correspondiente racionamiento. La voz procede "de en medio de los cuatro
seres vivientes" (el orden creado de la vida consciente); no parece ser la de
un ángel ni de uno de los cuatro seres vivientes. Se deja intencionalmente
ambiguo, pero parece representar algo así como "la voz del comercio", una
personificación de las fuerzas económicas que pregonan sus precios
criminales.
El denario era sueldo del jornalero por un día de trabajo, y el quénice,
equivalente de 1,079 litros, era la ración diaria de trigo para una sola
persona. Cicerón nos informa que normalmente el denario compraba doce
quénices de trigo y 24 de cebada (In Verrem, 3.81). Así el precio de trigo
que pregonaban marcaba un aumento de doce veces, y el de cebada,
alimento de animales (1 R 4:28) y de los más pobres (Rt 2:17; Ezq 4:9), un
aumento de ocho veces. El tercer caballo corre a galope hoy, y su galopante
"inflación" afecta precisamente a los alimentos indispensables para la
sobrevivencia de "los de abajo".
En seguida el texto hace otro anuncio: "Pero no dañes el aceite y el vino"
(6:6): Esta frase es bastante enigmática, y ha recibido las interpretaciones
más diversas. No faltan los que ven aquí dos símbolos del Espíritu Santo.
Para algunos, significa que la sequía que produce la hambruna en la región
era todavía limitada, de modo que no alcanzó a los olivos y las vides, que
tienen raíces más profundas. Otros señalan que el aceite y el vino son lujos,
mientras que trigo y cebada son necesidades. Creemos que José Salguero
resume la mejor explicación: unos años antes, para bajar el precio del pan
en Italia, Roma comenzó a comprar enormes cantidades de trigo de Egipto
y África. Al caer el precio del pan en Italia, los agricultores romanos
cambiaron sus cultivos de granos por la vinicultura. Se produjo entonces
una abundancia de vino, de modo que en el año 92 Domiciano decretó que
"no se plantasen más viñas en Italia y que en las provincias se destruyesen
la mitad o más" (Suetonio, Domiciano 7). Eso había de favorecer, con típica
parcialidad, a los vinicultores de Italia en perjuicio de los agricultores de las
provincias. Sin embargo, los latifundistas de Asia Menor se rebelaron
contra el edicto de Domiciano, quien a la postre se vio obligado a
rescindirlo. 
El tercer caballo es claramente una protesta enérgica contra el comercio
internacional explotador. Mientras el pueblo muere de hambre por falta de
trigo y cebada, los latifundistas cultivan uvas y aceitunas para la
exportación lucrativa. Mientras falta la alimentación mínima de los obreros
del campo, abundan los lujos para los terratenientes y los privilegiados de la
ciudad capital.
Recientemente, Gregory Beale, del seminario teológico Gordon-Conwell,
ha defendido sistemáticamente una interpretación económica de las
primeras trompetas (1999:472-480) y las primeras copas (814-21), con
énfasis en la hambruna y la crisis alimentaria como castigo divino. Señala,
por ejemplo, que con la segunda trompeta, cuando el mar se convierte en
sangre, se destruyó, inexplicablemente, una tercera parte de las naves (8:9).
Beale interpreta eso, que no es una consecuencia lógica de un mar de
sangre, como expresión del juicio divino sobre el comercio marítimo
(1999:477). 
La marca de la bestia: totalitarismo económico: Al fin del capítulo 12 el
dragón es arrojado del cielo, y en el capítulo 13 moviliza todas sus fuerzas
para su encarnizada lucha contra la descendencia de la mujer. El capítulo 13
es una descripción del poder político (13:1-10), poder ideológico (13:11-15)
y el poder económico (13:16-18) del satánico imperio. Sorprende un tanto
que el capítulo 13 termine precisamente con la opresión económica, como
su punto culminante. Sorprende también que la horrenda "marca de la
Bestia", que planteaba una opción de vida y muerte para los cristianos,
tenga en su contexto un solo punto de referencia, de carácter económico: el
poder comprar y vender. 
La función de la marca es una sola, el controlar en forma total la vida
económica de todos, de la cual depende la existencia misma de cada uno.
Representa un boicoteo de los negocios y el control del empleo de los que
no se afilian a la Bestia. Significa la deshumanización y la muerte lenta,
mediante las fatales sanciones económicas, que se aplican en servicio de un
sistema injusto, discriminatorio, que es a la vez sacralizado y diabólico.
Aplasta al no-conformista y al des-adaptado, que no lleva las "marcas" del
sistema opresor. 
El imperio romano nunca practicó este tipo de bloqueo ideológico
discriminatorio para estrangular económicamente al sector de la población
que discrepaba de su sistema. Tampoco aparece nada parecido en otros
escritos apocalípticos. Ese hecho revela la originalidad de Juan y su
marcada concentración en los temas económicos. Muy lamentablemente,
desde el siglo pasado se ha comenzado a aplicar este tipo de bloqueo
económico discriminatorio sólo por el delito de no estar de acuerdo con la
ideología oficial de determinado país. 
La ramera, su fornicación y su borrachera (Ap 17-18): El simbolismo del
relato de la ramera plantea unas preguntas un poco curiosas: ¿Cómo
pudieron los reyes de la tierra fornicar con una ciudad (Babilonia, la
ramera; 17:2,18)? ¿Qué significa que las naciones "bebieron el excitante
vino de su adulterio" y se emborracharon (18:3)? Pablo Richard (1994:159)
señala la relación de las palabras pornê (prostituta), porneia (prostitución), y
porneuô (prostituirse) con el verbo extra-bíblico de pernêmi, vender,
venderse. Richard percibe esa misma connotación comercial en este texto:
los reyes se prostituyen en Roma, donde se venden por una cuota de poder y
riqueza. Como comenta Pikaza (1999:191), Roma era "un mundo que se
vuelve compra-venta" de vidas y almas, poder y riqueza.
En el AT, especialmente en los escritos proféticos, el adulterio (o
fornicación) y la prostitución fueron símbolos muy comunes para diversas
formas de desobediencia y pecado, mayormente de Israel pero también de
otras naciones. La frecuente idolatría de Israel se describía como adulterio,
por ser infidelidad a su pacto con Dios, entendido como un matrimonio (Dt
31:16; Is 57:3-13; Jer 5:7; Ezq 43:7,9 y algunos otros pasajes). En dos casos
los profetas acusan a otras naciones de prostitución. Isaías, después de
denunciar a Tiro larga y vehementemente por su explotación comercial de
otros países, lo tilda de ramera (23:17-18). En los mismos términos, Nahum
denuncia a Nínive, capital del poderoso imperio asirio, como "ciudad
sedienta de sangre... insaciable en su rapiña (3:1), "esa ramera de encantos
zalameros, esa maestra de la seducción" (3:4). Nahum condena también el
comercio de Nínive ("Aumentaste tus mercaderes más que las estrellas del
cielo", 3:16) y a sus dignatarios y oficiales (3:17).
Franz Delitzsch describe la "prostitución" que menciona Isa 23:17-18 como
"actividad comercial" que "con miras sólo a la ganancia material, no
reconoce ningún límite divinamente establecido, sino realiza un tráfico
promiscuo con todo el mundo, como una prostitución del alma". Swete
también lo comenta en este sentido: "Aunque la acusación de `fornicación'
podría justificarse ampliamente por las condiciones morales de Roma bajo
el imperio, es probable que se refiere principalmente a la total venalidad de
la capital, que estaba dispuesta en cualquier momento a vender cuerpo y
alma por un buen precio" (1951:184). Puesto que el énfasis central de Apoc
18 es fuertemente comercial y económico, parece que la "fornicación" de
17:2 y 18:3 se refiere particularmente al espíritu mercantil de la capital
imperial.
Peor aún, Roma ha exportado su corrupción y su consumismo a todo el
imperio, haciéndoles a las naciones beber del vino de su pasión impura
(14:8 griego; Swete) y embriagándoles con el influjo intoxicante de su lujo,
su vicio y su idolatría (17:3). Roma estaba ebria con la euforia de su riqueza
y su poderío (18:7) y seducía y emborrachaba a las naciones con el mismo
espíritu. 
El desarrollo posterior de este texto demuestra a las claras que la
prostitución y la borrachera de la ramera consistía en la seducción
embriagante de sus lujos: "ella se entregó a la vanagloria y al arrogante
lujo" (18:7) y "los reyes de la tierra cometieron adulterio con ella y
compartieron su lujo" (18:9). Fue mediante este comercio internacional de
lujos ("frutos codiciados, cosas suntuosas y espléndidas", 18:14) que "sus
comerciantes eran los magnates de la tierra" (18:23; cf. 18:3,15). Era una
especie de "lujolatría" muy parecida al consumismo desenfrenado de
nuestro tiempo. 
El lamento de los comerciantes: Lo más explícitamente económico de todo
el libro del Apocalipsis es la endecha de los comerciantes (18:11-17) y de
los transportistas marítimos (18:17-19) por la destrucción de Babilonia.
Junto con los reyes aliados, que lloran la pérdida de su poder político (18:9-
10), los comerciantes internacionales del imperio lamentan a gritos la
pérdida de la gran fuente de su fortuna. El pasaje es largo, sumamente
detallado y específico, y con fuerza abrumadora denuncia el comercialismo
y la lujolatría del Imperio Romano. Juan reproduce, como si fuera el
"registro de cargamento" de un barco, la lista de casi 30 productos del más
exquisito lujo. Tanto detalle hace sospechar que Juan frecuentaba los
muelles de Éfeso para conversar con los marineros.
Ezequiel, en un pasaje muy parecido que sin duda le inspiró a Juan,
desglosa una lista aun más larga de los productos del comercio de Tiro (Ezq
27:3-36; ¡51 productos!). Lo sorprendente es que las dos listas son distintas,
porque cada una corresponde al comercio de su momento histórico. De la
lista de Ezequiel, Apocalipsis omite unos 25 productos, entre ellos ciertas
maderas (pinos, encinas, cipreses); algunos bordados y telas; tres metales
(hierro, estaño, plomo); ébano, topacio, corales, rubíes; mulas y chivos. La
lista del Apocalipsis añade unos diez productos: perlas, seda, escarlata,
mármol, mirra, harina refinada, carruajes y esclavos. 
Estos productos procedían de todo el mundo conocido, desde Inglaterra
hasta la China; llegaban a Roma comerciantes y embajadas aun de los
pueblos orientales. Augusto había organizado muy bien la patrulla marina
que controlaba la piratería e hizo posible el constante movimiento
comercial. Plinio informa que una flota de más de 100 barcos viajaba
constantemente al Mar Rojo y a la India (Hist.Nat. 12.41). El tráfico
marítimo entre Alejandría y Roma, con duración de unos 10 días, era
especialmente nutrido. Un eficiente sistema bancario y crediticio, y la
unidad monetaria del imperio, facilitaban mucho todo este comercio.
Unos datos al azar darán una idea de la magnitud de este comercio. Según
Plinio (Hist.Nat. 12,41,2), cada año el imperio gastaba cien millones de
sestercios en perlas de Arabia, India y China. Se practicaba la minería en
España, Bretaña, y al norte del Danubio; las minas generalmente
pertenecían al estado, y los mineros eran en su mayoría esclavos. El lino
venía de Egipto, la púrpura de Fenicia (extractada por un proceso
sumamente laborioso y costoso), y la seda de China. La "madera olorosa"
(citum, o tuya), traída desde Argelia, se utilizaba en muebles lujosos, que a
veces tenían un precio equivalente a un latifundio de 122 hectáreas por una
sola mesa (Plino, Hist.Nat. 13,20,30). El cinamomo de China valía unos
300 denarios por libra, y el amomo de India y otros lugares costaba unos 60
denarios por libra. También venían coches, a veces adornados con plata.
Llama poderosamente la atención que tanto la lista de Ezequiel como la de
Juan corresponde detalladamente a su contexto, a los productos de lujo que
de hecho se transportaban en su época. En el año 95 d.C. la lista no pudo ser
igual que la de Ezequiel en el año 600 a.C. Por supuesto, sería muy
diferente una lista de productos de lujo de nuestro siglo XXI (automóviles
Mercedes Benz, relojes Rolex, televisoras, microondas). Tampoco es
posible espiritualizar los productos, para interpretarlos simbólicamente.
Estos hechos muestran a las claras que Juan estaba pensando
económicamente, con mucho conocimiento del tema, y que también aquí,
casi llegando a finales de su libro, Juan sigue pensando en el imperio
romano.
4. Juan denuncia el sistema ideológico del imperio: Todo sistema político
tiene una infraestructura ideológica, que a menudo es religiosa. Tal fue el
caso del imperio romano. Aunque el mundo greco-romano tenía una
abundancia de deidades, y no era problema agregar uno más o no agregarlo,
los romanos del tiempo del N.T. buscaban consolidar la unidad del imperio
mediante una religión común de todo el imperio, y una religión
explícitamente política, de adoración al emperador. Los nicolaítas se sentían
muy inclinados a acomodarse con esa religión oficial del sistema imperial.
El libro del Apocalipsis elabora lo que podemos llamar una "demonología
del imperialismo". Detrás de todas las estructuras políticas, económicas y
sociales del imperio, el autor percibe fuerzas espirituales en combate
mortal. La lucha entre el imperio y la iglesia, entre el emperador y los
cristianos, es el "proscenio" en primer plano de este otro drama todavía más
vasto y decisivo. Contra el trono de Dios y del Cordero, se levanta el "trono
de Satanás" (2.13) y su bestia feroz. El libro comunica esta teología anti-
imperialista por medio de un fascinante drama, de cuatro personajes
malévolos.
El dragón es un monstruo cocodriloide que se identifica con toda claridad
como "la serpiente antigua, que se llama el Diablo o Satanás, el cual engaña
al mundo entero" (12:9; 20:2). El dragón comienza su campaña con una
lucha cobarde contra una mujer encinta y un niño. Pero en esa lucha,
sorprendentemente, nada le va bien y termina desesperado. En la furia de su
frustración, ¡el diablo decide crear el imperio romano! 
El capítulo doce (que debe incluir 13:1) enseñaba a los primeros lectores
dos verdades muy importantes. Primero, el imperio romano es un invento
de Satanás. El dragón ha dado su mismo trono y autoridad al emperador, y
por lo tanto, adoración al emperador es culto al diablo. La ideología del
imperio es un invento de Satanás. En segundo lugar, les explica que el
diablo está tan furioso porque ha sido derrotado y humillado. Detrás de la
persecución de los cristianos de Asia Menor está la victoria definitiva del
Cordero sobre ese dragón. Eso les permitió ver en la misma persecución
que sufrían, la señal firme y segura de la victoria del evangelio. Mientras la
victoria celestial en el capítulo 12 es obra directa de Dios, la victoria en la
tierra, para la iglesia metida en la realidad histórica (cap. 13), es por
fidelidad hasta el martirio (cf. 12:11).
La Bestia, evocada del mar por el mismo diablo, es agente fiel de su
progenitor. Este extraño monstruo es una amalgama de las cuatro bestias de
Daniel 7, que también salieron del mar. Juan cambia muchos detalles del
relato de Daniel, omite lo que no le interesa y añade otros detalles que
corresponden a su propio contexto. Las bestias de Daniel 7 fueron cuatro,
por ser cuatro imperios enemigos de Israel. En el Apocalipsis es una sola
bestia, con una extraña mezcla híbrida de las cuatro en una sola, porque
había un solo enemigo frente a la iglesia: el imperio romano. Esta bestia
tiene siete cabezas (detalle ausente en Daniel), que según 17:9 representan
las siete colinas de Roma y a la vez siete de sus reyes. Estos detalles
confirman la conclusión de que el imperio romano es una bestia al servicio
de un dragón. La ideología del imperio es una religión satánica.
Hoy día, el verbo "satanizar" tiene un significado peyorativo, como uno de
los peores pecados en la ética social y política. De cierto, es muy peligroso
absolutizar alguna postura política, como el supremo bien, y demonizar
otras como el mal absoluto. Juan, sin embargo, nos enseña que de hecho el
diablo se mete en la política, y mucho. Juan reconoce la presencia de
Satanás en la esfera política y no tiene reparos en "satanizar" al imperio
romano. Tan errado es ver al diablo donde no está, como no verlo donde sí
está.
Una tarea de la ética política cristiana, para la iglesia como comunidad
profética hoy, es discernir y señalar las fuerzas satánicas en los procesos
políticos, desde la óptica del reino de Dios y su justicia. Por eso,
ausentarnos de la política puede significar dejarle la cancha al diablo.
El falso profeta (13:11-18): Esta segunda bestia, con cara de cordero pero
voz de dragón, procede de la tierra, lo que sugiere que probablemente era
un personaje conocido en Asia Menor. Barclay observa al respecto que el
culto al emperador no se impuso desde arriba, desde Roma, sino al
contrario surgió desde abajo promovido por los pueblos de provincia (p.
323). En ese proceso, toda la organización política y religiosa de las
provincias, con sus magistrados, diócesis, y sacerdocios regionales, hacía su
aporte a la promoción del culto imperial. Así fue como la segunda bestia
surgió "de la tierra" asiática (pp. 326,338).
Aunque la segunda bestia parece inocente y relativamente débil, de hecho
"ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta" (13:12 BJ).
Como representante oficial del imperio y Sumo Sacerdote de la religión
imperial, logra que las masas rindan culto a la imagen del emperador.
Persuade a la gente erigir una inmensa imagen del emperador como objeto
de su adoración (13:14-15), y utiliza cuatro métodos para engañar a la gente
e inculcar la idolatría imperial: (1) la poderosa retórica de su "voz de
dragón" (13:11); (2) sus sensacionales prodigios (13:13-15); (3) severas
sanciones económicas contra quienes no reciben la marca de la Bestia
(13:16-18); y (4) la pena de muerte contra los "disidentes" que no la adoran
(13:15).
Como "Ministro de Propaganda", el falso profeta promueve "la ideología
del poder" que sacraliza al imperio (Barsotti, op.cit. pp. 180-185.).
Cullmann (op.cit., p.92) resume muy bien su función dentro del sistema
total:
La segunda bestia representa el poder de la propaganda religioso-ideológica
del Estado totalitario. En esta pretensión seudo-religiosa se manifiesta lo
diabólico de este falso profeta, que se presenta como si fuese el verdadero
profeta del verdadero Dios. En realidad hace propaganda para su dueño, el
diablo, el Estado totalitario.... Todo Estado totalitario necesita una ideología
que sea una parodia de la fe.
El tema central en la exposición de estos tres personajes -- el dragón, la
bestia y el falso profeta -- es la denuncia de la idolatría en que se
fundamenta el imperialismo, con sus reclamos de poder absoluto. Era una
idolatría sutil, a menudo velada, capaz de seducir también a muchos
cristianos, como los nicolaítas. En su mensaje anti-idolátrico, Juan sigue a
la iconoclasia de los profetas hebreos. La denuncia de ellos debe darnos
mucho que pensar ante los nuevos ídolos del mundo moderno. 
La Ramera (Ap 17-18): Hemos visto que la ramera, conocida también como
la gran Babilonia, simboliza a la ciudad capital del imperio. Se caracteriza
por dos vicios: la prostitución y la embriaguez. Por eso la denuncia contra
ella se concentra con mucho énfasis en los aspectos del poder económico y
político y en su sangrienta persecución de todo disidente (17:6; 18:24;
19:2). En todo imperio, el centro (la capital y las cabeceras provinciales con
sus élites) siempre se enriquece a expensas de la periferia empobrecida. En
el caso de la ramera, a diferencia de las dos bestias, hay muchas y claras
referencias a los pecados económicos pero el texto no tiene ninguna
referencia a su idolatría. 
El cap. 17 es rico en ironía vigorosa y hasta burlesca. En la época de la Pax
Romana, cuando la "Ciudad Eterna" parecía invencible y muchos pueblos
adoraban a la dea Roma, el profeta pinta un cuadro totalmente diferente.
Roma se cree diosa pero no la es; más bien, es todo lo contrario ¡es la gran
Ramera, madre de todas las rameras! La iglesia, en cambio, es madre pura
(12:1-2) y la "desposada, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido" (19:7, 21:2,9). La prostituta cabalga, no sobre un caballo blanco
como si fuera diosa en alguna estatua ecuestre, sino sobre una repugnante
bestia escarlata, con siete cabezas y diez cuernos. El imperio romano es una
bestia, inspirada por un dragón, y la ciudad capital es una ramera que anda
montada sobre ella, borracha con sus nauseabundeces y con la sangre de sus
víctimas (17:6; 18:24). 
Este "drama del dragón", de que la ramera es el último personaje, tiene
profundo significado teológico, tanto para la demonología como para la
teología de la política. A diferencia del énfasis en los evangelios sinópticos
sobre la posesión demoníaca de individuos, en Pablo y el Apocalipsis
Satanás se mueve casi exclusivamente al nivel de "poderes y potestades".
En este relato el dragón, detrás del imperio, es el Diablo mismo. La Bestia
simboliza al imperio como tal, y el falso profeta a todas las fuerzas
religiosas e ideológicas (sacerdocio oriental, culto imperial, magia,
filosofía) que se ponen a las órdenes del imperio. Y la tremenda prostituta,
montada sobre la Bestia, es la gran Roma, capital del imperio. 
La ramera, que aparece por primera vez en el capítulo 17, desaparece del
escenario a finales del mismo capítulo cuando es desnudada y quemada por
su amantes (17:16-17). Un detalle interesante, y muy hermoso, es la
simetría con que Juan estructura este largo relato. La ramera, última en
entrar al escenario, es la primera en salir. Las dos bestias, que aparecieron
en segundo y tercero lugar (13:1,11), son también segunda y tercera en ser
juzgados, cuando son lanzadas al lago de azufre y fuego (19:20). Eso deja al
dragón sólo, igual que estaba a finales del capítulo doce.
Sorprendentemente, Dios no echa al diablo también al infierno, junto con
sus dos aliados, sino le da mil años de prisión preventiva (20:1-3). Esto da
mayor fuerza dramática al final de relato: el dragón, cuando es liberado, no
ha cambiado nada y pretende provocar otra guerra más (20:7-10) y ahora sí,
al fin, es también lanzado al castigo eterno. De ese modo, el primero en
entrar (12:3) es el último en salir. 
Conclusión: Como preso y como pastor de siete congregaciones
amenazadas por el imperio, a Juan no le convenía inmiscuirse en temas que
no afectaban directamente a la iglesia, como por ejemplo el militarismo o
los precios de los granos básicos. Pero como profeta, no pudo callarse. De
la misma manera que levantó la voz por todas las víctimas de la violencia,
sean cristianas o no (18:24), también pronunció su palabra profética sobre
los graves problemas sociales de su tiempo.
Juan vivía con el corazón en el cielo y los pies bien puestos en la tierra.
Tuvo visiones de Dios, y muchas, pero también tuvo una visión muy
realista de las crudas realidades del imperio romano. En el cielo oyó el
cántico de millones de ángeles (5:11-12), pero en la tierra donde vivía
escuchaba con compasión el clamor de los hambrientos y empobrecidos
(6:3-6). Realizó su misión profética entre dos tronos, uno que estaba en
Roma y el otro en el cielo, establecido y firme por los siglos de los siglos.
Su clara visión del trono eterno transformó su visión del trono imperial.
¡Que Dios nos ayude a seguir el valiente ejemplo de este héroe de la fe!
CONTEXTO POLÍTICO
El Apocalipsis recurre mucho a símbolos; Juan comprende cómo éstos
forjan la identidad política y espiritual. En particular el Apocalipsis realza la
forma que el culto, que se apoya mucho en lo simbólico, expresa y da forma
a la lealtad. El último libro de la Biblia no es un catálogo de predicciones
acerca de cosas que iban a suceder dos mil años más tarde. Al contrario, es
un proyector que arroja imágenes arquetípicas del bien y del mal sobre una
pantalla cósmica. Estas imágenes tienen que ver en primer lugar con las
realidades de la era cuando vivió el autor. Pero el Apocalipsis también sirve
como libro de texto donde aprender cómo interactúan el bien y el mal en
cada generación” (p. 17).
Un valiente profeta cristiano llamado Juan estaba por recibir una visión
satírica del culto al emperador, previendo el colapso del Imperio Romano.
Esta visión identificaría la lealtad como la cuestión espiritual de urgencia y
condenaría el culto al emperador como idolatría
El profeta Juan se valió de pluma y pergamino para plantar cara al poder
político más grande de su día. Descalificando a Roma como ramera y su
imperio como bestial, proclamó que solamente Dios y el Cordero son
dignos de recibir adoración” (p. 24). “El Apocalipsis llama a los lectores a
un culto que caracterizará sus vidas como alternativas al culto al emperador
y al imperio. Una letanía hacia el principio de la visión de Juan declara que
los seguidores del Cordero son un reino de sacerdotes al servicio de nuestro
Dios. Eso es lenguaje político donde los haya, emplazando a los seguidores
de Jesucristo a una lealtad alternativa, a una identidad alternativa
En lugar de empezar con la idea de que el Apocalipsis va a pronosticar
sucesos de nuestro día, debemos procurar comprender cómo era la vida en
tiempos de Juan y los creyentes para quienes él escribió este libro. Con ese
trasfondo, podremos entonces oír qué es lo que el Espíritu dice a las iglesias
acerca de la lealtad a Jesucristo hoy también”. (pp. 25-26). 

CONTEXTO RELIGIOSO
El servilismo religioso

Vers. 14: «Aconseja que hagan una estatua de la primera bestia». Quiere
decir que estas falsas religiones se hacen servidoras de la primera bestia (del
poder político romano). Son religiones oportunistas que se hacen servidoras
de los señores del mundo, predican la sumisión religiosa a las autoridades
sin condenar el mal que producen muchos sistemas políticos y económicos.
Ellas convierten, sin darse cuenta, el poder político en un falso dios
(=estatua, o ídolo de barro).

Vers.17: Este falso dios puede proteger y condenar a quien quiera, puede
dar pan y vender a quien tiene el sello, a quienes son aliados suyos. A esto
se refiere la marca: son los aliados de los poderosos de este mundo, y los
no-aliados (los que no tienen la marca o el sello) no pueden comprar ni
vender. (También nosotros lo vivimos muy de cerca).
Vers. 18: «La cifra de esta segunda bestia es 666». En muchos escritos de
aquel tiempo era común dar una cifra a cada letra del alfabeto y se lograba
así escribir con cifras los nombres de algunos personajes. Era como un
juego que el lector tenía que descifrar.

5. ¿Cómo descifrar el enigma? 

La cifra 666 se puede calcular de varias maneras, pero corresponde, sin


duda, a algún emperador romano, posiblemente a Nerón que con sus locuras
mataba a los cristianos que eran para él igual que perros.

La forma más aceptada de interpretar el 666 es la siguiente:

La cifra 7 es el símbolo de la perfección (representa en lenguaje actual al


alumno que se sacó un 10).

La cifra 6 es el signo de lo imperfecto, representa al que trató de ser 7 y no


alcanzó a serlo.

El 7-1=6 es el imperfecto, es el malo. La cifra 3 significa la plenitud.

Ahora bien 3 veces 6 es la plenitud de lo imperfecto, es la plenitud de lo


malo. En este caso le vendría perfectamente a Nerón.

Nos damos cuenta de que este dato de 666 debió ser tomado como puzzle
para buscar al hombre perverso de aquel tiempo.

Ahora bien, hermanos, es una locura, como lo hacen algunos contrarios a


los católicos, aplicar a la fuerza esta cifra al Papa, como si Pedro, el primer
Papa de la Iglesia de Cristo, y sus legítimos sucesores debieran identificarse
con el emperador romano que mataba a los cristianos. Estas fantasías de los
anticatólicos no tienen nada que ver con la Biblia. Hay mucho más que
podría escribir acerca de este tema, pero creo que esto es suficiente para
comprender estos textos en su verdadero sentido.
Es muy doloroso ver que algunos indican con el dedo al Papa -una persona
tan bien intencionada entre nosotros- y le dan el título de «el demonio» o
«la bestia». Siempre ha existido esta maldad, que es producto de la
ignorancia atrevida. No olvidemos que cuando Jesús expulsaba a los
demonios y hacía el bien a todos, los mismos fariseos (gente muy religiosa
de aquel tiempo) lo acusaban como el hombre poseído por Belcebú, el jefe
de los demonios (Mc. 3, 22).

Cuesta pero es así que debemos practicar las palabras de Jesús desde la
cruz: «Padre, perdónales, que no saben lo que hacen» (No saben lo que
dicen).

Pero si al Maestro lo calumniaron así, ¿qué les tocará a sus seguidores?


«Todo el mundo los va a odiar ustedes por mi causa: pero el que siga firme
hasta el fin éste será salvado» (Mt. 10, 22). «Ningún discípulo es más que
su Maestro» (Mt. 10, 24).

Para terminar, una última palabra para aquellos que usan la ignorancia de
gente de buena voluntad para meterles cosas raras y tonterías en la cabeza y
así condenar y calumniar a medio mundo. «Cualquiera que hace caer en
pecado a uno de estos más pequeños que creen en mí, mejor le fuera ser
hundido en lo profundo del mar con una piedra de molino amarrada al
cuello. ¡Qué malo es para el mundo que haya cosas que hacen pecar al
hombre! Siempre habrá escándalos pero pobre del hombre que sea causa de
ellos» (Mt. 18, 6-7).

6. ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a las sectas?

Ante el embate de las sectas corremos el peligro de reaccionar bruscamente


y con poca caridad. Ciertamente hay que enfrentar el problema pero en
forma positiva.

1)No hemos de usar nunca el ataque directo y exaltado porque esto iría
contra el gran mandamiento del amor fraterno.

2)Para el cristiano el mejor camino será siempre presentar la verdad con


amor e invitar a seguir el verdadero camino de Cristo.

3)Usar un sano discernimiento, rechazando lo malo que vemos en ellos y


aprovechando lo que es bueno y valioso para integrarlo y vivirlo en nuestros
grupos.

4)Presentar claramente los peligros de las sectas que son muchos: -Las
sectas manipulan la Palabra de Dios al interpretarla literalmente y al
servicio de sus propios intereses. -No aceptan la libertad de decisión
religiosa de las personas y alienan con presión moral y con métodos de
coacción. -Caen en el subjetivismo y se dejan arrastrar irreflexiblemente por
un gran culto a la persona del líder. -Confunden la emoción con el ser
buenos cristianos y no son críticos ante la Biblia, ni ante la política y la
sociedad.

5)Hemos de tratar de ser cada vez mejores católicos evitando los defectos
en la forma de vivir nuestra religión y cambiando todo aquello que anda
mal.

6)A los católicos y cristianos en general nos corresponde conocer y vivir


mejor la doctrina cristiana. Hemos de activar nuestros grupos y formar más
comunidades fraternas y responsables que sean más bíblicas y apostólicas.

7)Todo católico ha de permanecer firme en las filas de la Iglesia Católica,


ya que solamente por medio de la Iglesia Católica podemos alcanzar la
plenitud de los medios de salvación.

8)Es fácil constatar cómo las sectas atacan a la Iglesia Católica. Nosotros,
siguiendo la Ley de Cristo, tratemos de devolver bien por mal y bendición
por maldición. Busquemos lo que nos une y no lo que nos separa. Que
nunca salga de nuestros labios una ofensa o un insulto hacia los que no
creen como nosotros. Tenemos que orar al Padre de los cielos para que,
llevados de su Santo Espíritu, se restablezca en la Iglesia la unidad perdida.

¿EN QUE PERIODO FUE ESCRITO?


Fecha:
Para entender cualquier libro del Nuevo Testamento es importante
establecer la fecha en que fue escrito y sus contextos histórico y cultural.
Un cuanto el libro de Apocalipsis estas consideraciones pueden ser
determinativo para poder decidir entre los diferentes métodos de
interpretación del libro.
El libro de Apocalipsis fue escrito durante un tiempo de persecución y
prueba para las iglesias que la recibieron. Parece que fue escrito con el
propósito de animar a los creyentes para los tiempos difíciles que estaban a
punto de comenzar.
La mayor parte de los comentaristas creen que la crisis descrito en
Apocalipsis requiere que lo identificamos con uno de las persecuciones
imperiales de los emperadores Romanos. En todo, hubo diez emperadores
que persiguieron a los cristianos. De estos solamente dos lo hicieron
durante la vida de Juan – Nerón, quien reinó entre 54 a 68 d.C. y
Domiciano, quien reinó entre 81 a 96 d.C.
La mayor parte de los eruditos modernos aceptan una fecha tardía, durante
él era de Domiciano, para Apocalipsis poniéndolo alrededor del 96 d.C.
Pero también hay buenos argumentos para la fecha temprana (durante la
persecución de Nerón).

¿QUE HAY ENTRE LA SEMANA 69 Y 70?


Estamos llegando a la semana 70, y para todas aquellas personas que tienen
dudas sobre la construcción del tercer templo judío, les presentamos este
material muy bien explicado, sobre los acontecimientos de los últimos
tiempos. En el libro de Daniel, aun vemos profecías bíblicas que ya están
cumplidas y otras están en pleno progreso, en este momento. Una de ellas la
construcción del tercer templo judío.
La semana 70 podría dar inicio en cualquier momento.
Según el libro de Daniel hay 70 semanas proféticas que tienen que
cumplirse, ¿sabías que ahora estamos viviendo en la semana 69? Esto
quiere decir que estamos parados sobre el filo del arrebatamiento.
Cuando un pacto de paz llegue a Israel, este pacto traerá consigo la gran
tribulación. Daniel 9:27.
Quizás para algunas personas se les complicará comprender esta semana,
pero vamos a enfocarnos en hablar sobre la semana más conocida, que es la
semana 69, esta semana dio inicio desde que nos fue ofrecido el tiempo de
gracia hasta esta fecha, desde hace 2.000 años la semana 69 se ha
mantenido congelada, esto se debe, a que Cristo ofrece un periodo de 2.000
años a la humanidad para que puedan ingresar a la puerta de salvación.
La semana 69 concluirá con el arrebatamiento de la iglesia. Incluso las
recientes noticias sobre el Tercer Templo judío, nos están mostrando que el
periodo para Israel, está a punto de ingresar. Esto nos muestra que todo
Israel será salvo (Romanos 11:26), pero antes de que Israel sea salvo, el
Señor recogerá a todos aquellos que hemos creído en su nombre, para hacer
cumplir la escritura que dice “A los suyos vino, y los suyos no le
recibieron” Juan 1:11-12, pero para todos los que crean en su nombre, la
promesa de ser llamados hijos de Dios estará presente ante su presencia.
En el libro de Daniel, aun vemos profecías bíblicas que ya están cumplidas
y otras están en pleno progreso, en este momento. Una de ellas la
construcción del Tercer Templo judío, en donde las diversas noticias ya
hablan sobre la intención que tiene los judíos ortodoxos para construir el
Tercer Templo Judío. Incluso ya están tejidas las ropas, y los vestuarios que
utilizarán los sacerdotes del templo.

La vaca roja para el sacrifico está preparada.


Noticias recientes señalan que la vaquilla rojiza que fue utilizada para los
sacrificios en el pasado por los judíos, ya ha nacido dentro de los Estados
Unidos, y se ha estado exportando la vaquilla hacia Israel, aunque otras
fuentes señalan que la vaquilla nació directamente en Israel hace pocos años
atrás, lo que significa que los sacerdotes han tomado el nacimiento de la
vaquilla roja como una señal divina, de que el templo debe de construirse
de nuevo. Esto también significa que los sacerdotes ya están preparando la
vaquilla para el sacrificio, en cuanto el templo sea terminado, la vaquilla
será utilizada para el sacrificio para Jehová, tal como lo hacían desde la
antigüedad los israelitas.
La diferencia en este tiempo, es que el cuerpo de Cristo no necesitamos de
sacrificios para recibir el perdón de pecados, mientras que los sacerdotes
judíos, ellos necesitan de los sacrificios para “ser perdonados”, debido a la
falta de reconocimiento de sus Mesías salvador.
La semana 70 esta pronta por llegar, y esto implica que el tiempo de la
semana 69 que lleva más de 2.000 años congelada, podría ser descongelada
muy pronto para darle paso a una serie de profecías futuras que la Biblia
ofrece.
Los utensilios para el Tercer Templo Judío, ya están listos, lo que implica
que la semana 69 concluirá muy pronto, con el arrebatamiento de la iglesia.
Al concluir la semana 69, la semana 70 descrita por Daniel dará inicio.
Debemos de aprovechar al máximo la semana 69 ‘el tiempo de gracia’, para
que podamos compartir del evangelio de Cristo a cuantos podamos. Pero
sobre todo debemos de estar preparados para nuestro encuentro con Cristo.

¿A QUIEN SE LO DABA?

   Semana 70: La última semana incluye el ministerio de Cristo. En la


mitad de la semana Jesús es crucificado, y luego el Evangelio es predicado
con         exclusividad a los judíos. La semana concluye con la dispersión de
la Iglesia de   Jerusalén, que lleva el Evangelio a los samaritanos y gentiles,
tras la muerte de             Esteban.

Con algunas variantes de interés en la interpretación tradicional se


comentarán oportunamente. La siguiente discusión estará basada en los
enfoques conservadores, Dispensacional, e histórico-mesiánico. Hay una
profunda incompatibilidad, y por lo menos uno de los dos debe ser falso.
Hay pues unas diferencias que no admiten conciliación entre ambos
esquemas a pesar de algunas semejanzas importantes.

LA PROFECIA DE DANIEL 9:24-27

24 Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa


ciudad, para poner fin a la trasgresión, para terminar con el pecado, para
expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la
profecía, y para ungir el lugar santísimo. 25 Has de saber y entender que
desde la salida de la orden para restaurar y reconstruir a Jerusalén hasta el
Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; volverá a ser
edificada, con plaza y foso, pero en tiempo de angustia. 26 Después de las
sesenta y dos semanas el Mesías será  muerto y no tendrá nada, y el pueblo
del príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario.  Su fin vendrá
con inundación; aun hasta el fin habrá guerra, las desolaciones están
determinadas.27  y él hará un pacto firme con muchos por una semana, pero
a la mitad de la semana pondrá fin al sacrificio y a la ofrenda de cereal.
Sobre el ala de abominaciones vendrá el desolador, hasta la destrucción
completa la que está decretada, sea derramada sobre el desolador.

El término hebreo semana shabuá, (plural shabú’in, se deriva del número


siete (shebá), y significa literalmente un período de siete “setena”, de la
misma que en español se dice de una docena o de una quincena. La unidad
de tiempo a la que esta setenta se refiere se debe determinar  explícitamente,
o más bien se puede inferir por el contexto. Esto significa que es igualmente
válido hablar de una setena o semana de siete días o de siete años. Como
ejemplo del uso de la Biblia, la semana de día:

Deuteronomio 16:9

Siete semanas contarás; comenzarás a contar siete semanas desde el


momento en que empieces a meter la hoz a la mies.

Levítico 25:8

“Contaras también siete semanas de años para ti, siete veces siete años, para
que tengas el tiempo de siete semanas de años, el decir cuarenta  y nueve
años.

En este libro de Daniel, los datos indican que se trata de semanas de años:

Cuando al autor del libro desea referirse a días lo afirma sin lugar a dudas
como en: 8:14  “Y le respondió: por dos mil trecientas tardes y mañanas
entonces el lugar santo será restaurado” 10:2 “En aquellos días, yo, Daniel,
había estado en duelo durante tres semanas completas”

El contexto inmediato de tiempo son los setenta años de las desolaciones


profetizadas por Jeremías; esto indica claramente que Daniel pensaba en
términos de años.  Por estas razones la mayoría de los exégetas y también
los traductores de la Biblia entienden el plazo de las setenta semanas como
de años, o sea 490 años.

Otra prueba es que la duración de cada semana queda indicada por el


paralelismo entre año sabático y año de jubileo, en la relación entre los
setenta años de desolaciones y los setentas semanas. En ambos casos se
trata del mismo número, es decir, setenta.

¿COMO SE LO DABA?
En los pactos que Dios hacía con su pueblo, por un lado, Dios daba lo que
había prometido dar y por la otra parte, el pueblo debía cumplir con las
leyes de Dios. Siempre un pacto se hace entre dos partes. ¿Quién firmo el
pacto, ya firmado por Jesús, por parte de los hombres? A los tres años y
medio de haber muerto Jesús, fue lapidado el primer cristiano que daría su
vida por Cristo Jesús. Ese hombre fue esteban. Con la muerte de esteban, en
el año 33 real, quedo sellado el pacto entre Cristo Jesús y los hombres.
También quedaba sellada la profecía de las 70 semanas de Daniel 9. Esta
profecía se cumplió exactamente en 490 años, como el ángel dijo. Recuerda
que anteriormente vimos que, partiendo del año 457, cuando salió el orden
de edificar Jerusalén, los 490 años se cumplían en el año 33 real después de
Cristo Jesús. En el año 33 y medio real, murió esteban, dando fin a las 70
semanas.
¿A QUIEN SE LO DA?

Daniel 9:24-27 dice, “Setenta semanas están determinadas sobre tu


pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin
al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar
la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y
entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos
semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas
no por Sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y
el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con
muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame
sobre el desolador”.

El “Halley's Bible Handbook” - Manual Bíblico de Halley explica lo


siguiente: “La cautividad, la cual estaba entonces por terminar, había
durado 70 años. El ángel le dice aquí a Daniel, que todavía habrían ‘70
semanas’ hasta la venida del Mesías [vea el vs.. 24] …Generalmente se
entiende que las ‘70 semanas’ significan 70 semanas de años, esto es, 70
séptimos de años, o siete veces 70 años, esto es 490 años. Esto es como si
el ángel estuviera diciendo: La cautividad ha estado por 70 años; el
período entre la cautividad y la venida del Mesías será siete veces ese
período.

“El siete, los ciclos de siete, algunas veces tienen significados


simbólicos; pero los datos reales de esta profecía son más sorprendentes,
según se describe a continuación:

“La fecha desde la cual se iban a contar esas 70 semanas, era desde el
decreto para edificar a Jerusalén [vea el vs. 25]. Hubieron tres decretos
emitidos por los reyes de Persia para ese propósito…El primero de estos
fue el del año 457 A.C. [dado por Artajerjes]. Las 70 semanas están
subdivididas en 7 semanas, 62 semanas y 1 semana [vea el vs. 25]. Es
difícil ver la aplicación de las 7 semanas; pero las 69 semanas
(incluyendo las 7) equivalen a 483 días, esto es, en la teoría de un año por
día, Ez. 4:6, la cual es la interpretación comúnmente aceptada, son 483
años. Estos 483 años son el período entre el decreto para reedificar a
Jerusalén, como se señaló anteriormente, el cual fue en el año 457 A.C.
Añadiendo 483 años al año 457 A.C., nos trae al año 26 D.C., que es el
mismo año en que Jesús fue bautizado y en el que comenzó Su ministerio
público. Este es un cumplimiento extraordinario sobre la profecía de
Daniel, llegando aun hasta el mismo año.

“Además, dentro de los 3 años y 1/2 Jesús fue crucificado, esto es, ‘a la
mitad de la semana… se quitará la vida al Mesías’ [Vea el vs. 25]; ‘para
terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad,
para traer la justicia perdurable’, [vea los vs. 25, 26 y 27]”.

En forma general, los cálculos del Sr. Halley están correctos. Sin
embargo, debe hacerse una corrección. Él no calculó el año adicional que
se adquiere al hacer el cambio de A.C. a D.C. Debido a que no existe el
año “0”, hay que añadir un año adicional a los años D.C. — ¡este fue el
año 27 D.C.!

Nuestro folleto La RESURRECCIÓN de CRISTO no fue en


domingo explica además: “…el profeta Daniel dio una profecía que
describió como “setenta semanas” (Dan. 9:24-27). En esta profecía, el
Mesías fue profetizado para quitársele la vida “a la mitad de la semana”.
El miércoles literalmente es el cuarto o el día a la mitad de una semana
de siete días. Así que entonces, esta era la “mitad de la semana” en que a
Cristo se le “quitó la vida”. (Debe observarse además que esta profecía
de Daniel fue una predicción de Cristo “quitado” a la mitad de Su
ministerio- después de tres años y medio [desde el otoño del año 27 D.C.
a la primavera del año 31 D.C.] — si la aplicación bíblica de “un año por
un día” es aplicada apropiadamente a la septuagésima semana de esa
profecía)”.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE PROFECIA I

1. ¿De quien es la revelación? (1)


de Jesucristo
2. ¿Qué categorías de personas serán bienaventuradas? (3)
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las
cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

3. ¿A quien escribió Juan este libro? (4,11)


a las siete iglesias que están en Asia
4.  ¿Qué frases muestran que Dios es eterno? (4,8,11,18)
Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir.
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era
y que ha de venir, el Todopoderoso.
Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. y el que vivo, y estuve
muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén.
5. ¿Qué nos ha hecho Jesús ? (5-6)
nos amo y lavo nuestros pecados con su sangre
6.  ¿Cuándo El venga con las nubes quién lo verá? (7)
y todo ojo le verá, y los que le traspasaron;  y todos los linajes de la
tierra harán lamentación por él.
7.  ¿Dónde estaba Juan cuándo escribió esta visión? (9)
estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y
el testimonio de Jesucristo.
8.  ¿Cuáles son los siete candeleros? (12-13,20)
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del
Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido
por el pecho con un cinto de oro.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los
siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete
iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
9.  ¿Cuáles son las siete estrellas que estaban en la mano del Señor?
(16,20)
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada
aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando
resplandece en su fuerza.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de
los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de
las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las
siete iglesias.
10. ¿Qué salía de la boca del Hijo de Hombre? (16)
de su boca salía una espada aguda de dos filos;
11.  ¿Qué llaves tenía El? (18)
las llaves de la muerte y del Hades.
12.  ¿De cuáles tres cosas escribió Juan? (19)
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser
después de estas.
13. ¿Porqué fue aplaudida la iglesia de  Efeso? (2-3,6)
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no
puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser
apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente
por amor de mi nombre, y no has desmayado.
Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las
cuales yo también aborrezco.
14. ¿Qué tenía Dios contra la iglesia en Efeso? (4)
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
15. ¿Qué le dijo Dios a la iglesia en Efeso que hiciera? (5)
Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero
de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
16. ¿Qué prometió Dios a esta iglesia para aquéllos que vencieren? (7)
Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida,  el cual está en
medio del paraíso de Dios.
17.  ¿Porqué fue aplaudida la iglesia en Esmirna ? (9)
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres
rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino
sinagoga de Satanás.
18. ¿Qué le dijo Dios a la iglesia en Esmirna que hiciera? (10)
Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
19. ¿Qué prometió Dios a esta iglesia para aquéllos que vencieren? (11)
El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
20. ¿Porqué fue aplaudida la iglesia en Pergamo ? (13)
Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros,
donde mora Satanás.
21. ¿Qué tenía Dios contra la iglesia en Pergamo? (14-15)
Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner
tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los
ídolos, y a cometer fornicación.
    15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la
que yo aborrezco.
22.  ¿Qué le dijo Dios a la iglesia de Pergamo que hiciera? (16)
Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé
contra ellos con la espada de mi boca.
23. ¿Qué prometió Dios a esta iglesia para aquéllos que vencieren? (17)
Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el
cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
24. ¿Porqué fue aplaudida la iglesia en  Tiatira ? (19)
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que
tus obras postreras son más que las primeras.
25. ¿Qué tenía Dios contra la iglesia en Tiatira? (20-23)
que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y
seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los
ídolos.
    Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación.
    He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con
ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.
    Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo
soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno
según vuestras obras.
26. ¿Qué le dijo Dios a la iglesia en Tiatira que hiciera? (25)
pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
27. ¿Qué prometió Dios a esta iglesia para aquéllos que vencieren? (26-
28) Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré
autoridad sobre las naciones,
   y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de
alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
    y le daré la estrella de la mañana.
28. ¿Qué frase es repetida cuatro veces en este capítulo? (7,11,17,29)
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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