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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

UNIDAD DE POSGRADO

MAESTRÍA EN ECONOMÍA CON MENCIÓN EN GESTIÓN Y POLÍTICAS


PÚBLICAS

ASIGNATURA: INSTRUMENTOS PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE


POLÍTICAS SOCIALES

“EFECTO DE LA POBREZA EN LOS CIUDADANOS CONTRIBUYENTES”

PRESENTADO POR:

Gutiérrez Laque, Norma Diana


Martinez Gihuallanca, Katerine Dania
Salcedo Calle, Ronny Rubén
Salinas Valverde, Jorge Leonardo

LIMA – PERÚ

DICIEMBRE DE 2021
ÍNDICE
1. Introducción:______________________________________________________3
2. Antecedentes de Estudio:__________________________________________4
1. La reforma tributaria en el Perú: década del noventa:_____________________5
2. Política Tributaria en el Perú:___________________________________________6
3. Línea de pobreza:______________________________________________________9
4. Pobreza monetaria:___________________________________________________11
3. Relación ingresos tributarios y pobreza monetaria__________________14
4. Conclusiones____________________________________________________16
1. Introducción:

El propósito principal de esta investigación fue analizar la evolución del impuesto de


renta y su relación con el índice de pobreza monetaria entre los años 2009 y 2020,
teniendo en cuenta las reformas tributarias aprobadas en lo que va corrido del milenio,
entre las cuales se analizaron las aplicadas en los esos años y su correspondiente
incremento en los ingresos tributarios del Gobierno nacional central y los índices de
pobreza del país.

El análisis realizado se dio mediante referentes de la medición de la pobreza y la


evolución de la pobreza monetaria durante el período 2009-2020, la relación entre las
variables objeto de estudio, también se muestra la relación ente los ingresos tributarios y
la pobreza monetaria y finalmente se expresaron unas consideraciones respecto al
tema, describiendo las diferentes metodologías utilizadas para la medición de la
pobreza que se han aplicado en la población peruana con el fin de mostrar sus
ventajas y desventajas.
2. Antecedentes de Estudio:

A continuación, se explican algunos referentes teóricos y conceptuales relativos a la


tributación y la necesidad de contribuir al sostenimiento del Estado y las funciones que
este tiene.
Los autores clásicos desde el siglo XVIII señalaron los aspectos sustanciales
relacionados con los impuestos que deben cobrar las naciones para su subsistencia.
Adam Smith (1776) se refirió al tema de la siguiente manera:
Los ingresos privados de los individuos provienen, como ya tuvimos ocasión de
observar en la primera parte de esta investigación, de tres fuentes diferentes: rentas,
beneficios y salarios. En consecuencia, todo impuesto se ha de pagar, en última
instancia, por alguna de estas fuentes de ingreso, o por todas a la vez [...] es necesario
dejar establecidas las cuatro máximas siguientes, que comprenden a todos los
tributos en general:

I. Los ciudadanos de cualquier Estado deben contribuir al sostenimiento del Gobierno,


en cuanto sea posible, en proporción a sus respectivas aptitudes, es decir, en
proporción a los ingresos que disfruten bajo la protección estatal.

II. El impuesto que cada individuo está obligado a pagar debe ser cierto y no
arbitrario.

III. Todo impuesto debe cobrarse en el tiempo y de la manera que sean más
cómodos para el contribuyente.

IV. Toda contribución debe percibirse de tal forma que haya la menor diferencia posible
entre las sumas que salen del bolsillo del contribuyente y las que se ingresan en el
Tesoro público, acortando el período de exacción lo más que se pueda (L. 5, cap. 2,
parte 2).

David Ricardo (1950) por su parte sostiene sobre el cobro de impuestos:

[...] podrían disminuir los beneficios del capital y del trabajo de cada uno de los
afectados que cancelan dichos impuestos. Generalmente esos impuestos recaen
sobre el consumidor del producto, aunque no en todos los casos, como es el
impuesto sobre la renta, que recaería exclusivamente sobre el propietario, quien no
podría en modo alguno, trasladarlo a su arrendatario (Ricardo, p. 205)
1. La reforma tributaria en el Perú: década del noventa:
Al finalizar el primer semestre de 1990 la economía peruana experimentaba un
proceso hiperinflacionario y recesivo; y afrontaba una desfavorable posición
financiera y comercial en el mercado internacional.
El gobierno de Fujimori diseñó sus grandes líneas de política económica dentro
de las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y demás organismos
financieros internacionales, adoptando como principales objetivos inmediatos:
estabilizar la economía, facilitar la reinserción en el ámbito financiero
internacional y establecer la pacificación social.
El objetivo estabilización implicaba, entre otras cosas priorizar la corrección del
déficit fiscal. El desequilibrio en las finanzas públicas, en gran parte se debía a
la pulverización de los ingresos por el contexto hiperinflacionario. La presión
tributaria descendió hasta menos del 5% del PBI. Tal situación era insostenible.
Entonces, ante lo cual se adoptó como objetivo intermedio básico incrementar
los ingresos tributarios. El sistema se caracterizaba por una multiplicidad de
tributos e incluía una amplitud de exoneraciones e incentivos tributarios, con lo
cual las tasas impositivas nominalmente altas se tradujeron en tasas efectivas
mínimas. Complementariamente, los mecanismos legales permitirían
inagotables dilaciones que inducían también a la evasión y a la elusión. En
1990, el índice de evasión en el impuesto al valor agregado y en el impuesto a
la renta superaba el 90%. Como parte de la reforma del sistema tributario se
sancionó la: Racionalización y simplificación del régimen tributario del Gobierno
Central. • Una sustancial modificación del Código Tributario. El criterio básico
radicó en establecer un balance entre los derechos del contribuyente y los
derechos de la administración. Todo sistema tributario debe procurar un monto
apropiado de recursos para que el Estado tenga la capacidad de cumplir con su
rol.
En ese sentido deberá considerar algunas características básicas, como: •
cantidad de tributos, reducida al mínimo posible • que éstos sean de fácil
entendimiento para el contribuyente, • simples de administrar, y • tasas
moderadas y uniformes; y • tributos existentes no afecten seriamente la
asignación de recursos. Es importante detenerse por un momento en esta
última característica.
Técnicamente, los impuestos que se establezcan no deben afectar en términos
relativos las decisiones ni de los productores ni de consumidores. La opción
contraria, de utilizar los impuestos como un instrumento correctivo, traducido en
exoneraciones o incentivos tributarios, genera distorsiones y complica el propio
sistema. Las finanzas públicas y la política fiscal son, en su conjunto, uno de
los grandes instrumentos de orientación, regulación y estímulo del proceso de
desarrollo. Es por ello, que en el presente trabajo se busca realizar un estudio
sobre la reforma tributaria en el Perú en la última década, a fin de ver su grado
de eficiencia en la recaudación de los principales tributos: Impuesto a la Renta,
Impuesto General a las Ventas, Impuestos Selectivo al Consumo y los
Aranceles aduaneros.
El trabajo se ha dividido en cinco capítulos, en el primer capítulo se hará un
breve resumen de la Política Fiscal ejecutada en los países de América Latina
y el Caribe, en el segundo capítulo se analizarán las medidas tributarias
realizadas en el Perú antes de 1989, en el tercer capítulo se vera la
problemática del sistema de impuestos antes de la reforma tributaria de 1993,
en el cuarto capítulo se hará un breve resumen de la reforma tributaria
ejecutado en la última década del siglo XX, a su vez se realiza un análisis
cuantitativo de las medidas. En el último capítulo se realiza un estudio de los
gastos tributarios (exoneraciones).

2. Política Tributaria en el Perú:

La recaudación de tributos en el Perú se fundamenta en tres tipos de


impuestos: el Impuesto a la Renta (IR), el Impuesto General a las Ventas (IGV)
y el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC). El primero grava los ingresos de las
personas naturales y jurídicas. Los dos últimos gravan la producción y el
consumo. El agregado de estos impuestos representa en la actualidad el 87%
de los ingresos tributarios del Gobierno Central.
Estos tres impuestos básicos han sufrido notables cambios en los últimos
tiempos. El IR, por ejemplo, se ha modificado tres veces desde el 2001. Así, se
pasó de una tasa de 30% para las personas naturales y jurídicas vigente en el
2000, a una tasa de 20% en ambos casos en el 2001, aunque para las
empresas era de 30% si es que no reinvertían las utilidades generadas. Para el
2002, la tasa de las personas naturales subió a 30%, mientras que la de
personas jurídicas subió a 27% más 4.1% si redistribuía utilidades. En el 2004,
la tasa de personas naturales se mantuvo, pero subió la de personas jurídicas
a 30% más 4.1% si redistribuía utilidades.
El IGV, mientras tanto, en una de esas medidas temporales que terminan
convirtiéndose en permanentes, subió de 16% a 17% en setiembre del 2003,
manteniendo siempre el 2% adicional correspondiente al Impuesto de
Promoción Municipal. En tanto, el ISC, un impuesto que supuestamente debía
gravar los bienes suntuarios (autos, joyas, etc.) o aquellos productos con
externalidades negativas (tabaco, alcohol, etc.), ha mantenido una estructura
contraproducente en el caso de los combustibles, gravando más a los más
limpios y menos a los más sucios. El caso del diesel, por ejemplo, es realmente
patético. Es el combustible más sucio y el que menos ISC tiene y su carga se
ha reducido en más de una oportunidad para paliar los efectos internos del alza
en el precio internacional del crudo.
A este esquema desordenado y carente de toda predictibilidad que no permite
estimular la inversión ni generar empleo, se suman las innumerables
perforaciones al sistema generadas a partir de 1997 por la proliferación de
beneficios tributarios (exoneraciones, tasas diferenciadas, etc.). Se estima que
son 208 las modalidades de gasto tributario contenidas en nuestra legislación.
Y nuestros legisladores no hacen gran cosa por mejorar la situación y, por el
contrario, siguen aprobando supuestos beneficios que en la práctica generan
más caos y promueven la profundización de hasta cuatro grandes problemas
que afectan directamente la recaudación de impuestos: la elusión, la evasión
(se estima que en el caso del IGV alcanza el 50%), el contrabando (con la
consecuente aparición de mercados negros) y la informalidad (de acuerdo con
los estimados más recientes, el 61% del PBI en el 2003).
La complejidad de las normas, las altas tasas de impuestos, la exagerada
cantidad de beneficios tributarios direccionados hacia sectores o grupos
específicos, la presencia de impuestos antitécnicos, la concentración de la
carga tributaria en unos pocos formales y la existencia de un código tributario
frondoso y complejo, desalientan el cumplimiento de la obligación tributaria.
Quizá por ello es que los empresarios peruanos desaprueban la política
tributaria actual (86.3%) y que el 60.6% de ellos no confía en la Sunat.
A este paso, no estamos tan lejos de la situación generada en Nueva Zelanda,
por ejemplo, donde de acuerdo con un informe del 2001 preparado para los
ministros, el código tributario produce "furia, frustración confusión y alienación"
en los empresarios. Una de las alternativas que se podría pensar como
solución es la relacionada con la propuesta de adoptar un impuesto plano a los
ingresos, simple y progresivo a la vez, como plantearon Hall y Rabushka.
El nivel de progresividad de dicho esquema provendría del nivel mínimo de
inafectación para que las capas más bajas de ingresos paguen menos
impuestos. Muchos otros autores han desarrollado la idea, complementándola
con combinaciones de reformas en otros impuestos, como por ejemplo tasas
diferenciadas en el impuesto sobre el consumo o un impuesto plano sobre el
consumo más una subvención directa del Estado, para lograr niveles óptimos
de redistribución.
Los defensores de los sistemas progresivos argumentan que las tasas
diferenciadas para los ingresos exigen un mayor pago de aquellos que ganan
más al aplicárseles tasas marginales más altas. Sin embargo, se puede
establecer cierta progresividad en un sistema de tasa plana, usando la
combinación de dos variables: el mínimo a deducir y el nivel de la tasa.
Además, la simplificación del sistema reduciría drásticamente los costos de la
administración de impuestos, pues estos son significativamente mayores para
un sistema complejo. Los costos de cumplimiento, administración y
fiscalización en EE.UU., por ejemplo, se sitúan entre 10% y 20% de lo
recaudado. En el Perú, salvando las distancias por niveles de formalidad,
elusión, evasión y contrabando, la Sunat se queda con el 2% de lo que
recauda.
En países con sistemas progresivos, el incentivo para evitar los impuestos,
legal o ilegalmente, son considerables y las oportunidades para hacerlo se
incrementan junto con la complejidad de la legislación tributaria. Por eso no
sorprende que en Nueva Zelanda, solo se encontrara una diferencia
significativa entre lo que recauda un sistema progresivo y aquello que se
obtendría por un sistema plano recién en el decil más alto de ingresos.
El problema de la implementación de tasas diferenciadas en otros impuestos
seguiría siendo siempre el aumento en el costo de cumplimiento. En nuestro
caso, la simplificación en la administración del IR sería desfavorecida con la
introducción de tasas diferenciadas en el IGV. Por lo tanto, una combinación
adecuada podría obtenerse adoptando tasas planas para ambos impuestos,
universalizando el IGV y mejorando el sistema de subsidios directos que ya
existe. Recordemos que los pobres se benefician más de este último esquema
que de la aplicación de tasas diferenciadas de impuestos.
Estas reformas se han llevado a cabo con éxito ya en varios países de Europa
del Este. La tasa plana en Eslovaquia, que representa toda una innovación
fiscal, se introdujo el año pasado y ayudó a estimular la inversión extranjera y el
crecimiento económico, así como a un ligero incremento de la recaudación
tributaria. Pero esta nación ha ido más allá en la reforma y ha establecido tasas
planas tanto para los ingresos personales y corporativos, como para el
impuesto al valor agregado.

La introducción de medidas similares se está considerando ya en otros países


del mundo, principalmente en la Unión Europea (UE). En Alemania, por
ejemplo, se está considerando esta posibilidad luego de ver mermado su
atractivo como destino de inversión en relación con los países que recién se
integran a la UE y que ya tienen este sistema. En España y Holanda hay
propuestas en el mismo sentido. Los países de la UE que no apliquen reformas
fiscales con sistemas impositivos más simples y con tasas más bajas perderán
los flujos de inversión y tarde o temprano se verán forzados a aplicar tales
reformas.

Finalmente, y considerando que un grupo de trabajo adscrito a la Comisión de


Economía del Congreso prepara una propuesta de reforma tributaria, creemos
que es el momento de evaluar una verdadera reforma, duradera y estructural,
que incorpore cambios como los descritos. A la luz de los resultados obtenidos
en otras naciones, el análisis y el debate de estas propuestas debe ser al
menos puesto en agenda. El momento de aplicar este tipo de reformas es
justamente en momentos como el actual, cuando la economía crece. No
dejemos pasar esta oportunidad de brindarle al país un sistema impositivo más
atractivo y promotor de la inversión que tanto necesitamos.

3. Línea de pobreza:
La pobreza se examina mediante la línea de pobreza que es el valor monetario
con el cual se contrasta el gasto per cápita mensual de un hogar para
determinar si el hogar está en condición de pobreza o no. Este valor está
conformado por dos componentes: alimentario, que es llamado también línea
de pobreza extrema y el no alimentario denominado línea de pobreza total. El
componente alimentario de la línea, lo constituye el valor de una canasta de
productos alimenticios, socialmente aceptada. Los productos que componen
esta canasta se establecen sobre la base de los patrones de consumo real de
los hogares del año base (2010), para seleccionar los productos que componen
la canasta básica de alimentos, se considera el mínimo de energía requerida
por el poblador peruano que efectúa actividades de acuerdo a su sexo, edad y
lugar de residencia. El INEI determina el valor de la línea de pobreza extrema
para los siete dominios de estudio: Costa urbana, Costa rural, Sierra urbana,
Sierra rural, Selva urbana, Selva rural y Lima Metropolitana. Cada año se
actualiza la canasta alimentaria, con los precios medianos de los 110 productos
que la conforman. Estos precios se obtienen para la población de referencia,
por dominios geográficos de la Encuesta Nacional de Hogares verificándose la
robustez mediante pruebas estadísticas.

En el cuadro anterior se presenta el valor de la línea de pobreza extrema para


el período 2009- 2020. Donde para el año 2020, el valor de esta línea es de S/
191 soles mensuales por cada persona que conforma un hogar, es decir, es el
valor de los alimentos de una canasta socialmente aceptada, necesaria para
cubrir un mínimo de requerimientos de energía. Para el período comprendido
entre los años 2019 y 2020, la línea de pobreza extrema se incrementó en 2,0
puntos porcentuales pasando de S/187 a S/191.
Asimismo, el componente no alimentario está constituido por el valor de la
canasta de bienes y servicios que requiere una persona para satisfacer sus
necesidades referidas al vestido, calzado, alquiler de vivienda, uso de
combustible, muebles, enseres, cuidados de la salud, transporte,
comunicaciones, esparcimiento, educación, cultura y otros. En el año base
2010, se calculó el valor de este componente multiplicando el valor de la línea
de pobreza extrema por el inverso del Coeficiente de Engel (proporción del
gasto de alimentos sobre el gasto total) correspondiente a la población de
referencia. Implícitamente, se consideran como gastos no alimentarios
necesarios aquellos realizados por la población que puede acceder a cubrir el
costo de la canasta básica de consumo (población que se encuentra alrededor
de la línea de pobreza). El valor de este componente se actualiza a través de la
indexación de precios de los productos no alimenticios, utilizando para esto el
Índice de Precios al Consumidor que mensualmente obtiene el Instituto
Nacional de Estadística e Informática para las 24 ciudades capitales del país,
incluyendo Chimbote. Se utilizan los índices por subgrupos para que el
deflactor del componente no alimentario considere las ponderaciones de los
diversos rubros del gasto de la población de referencia. Con la suma de los
valores del componente alimentario y el no alimentario se obtiene la línea de
pobreza total. El valor de la línea de pobreza para el año 2020, es de 360 soles
per cápita mensual, el cual presenta un crecimiento de 2,2% respecto al año
2019. Este valor constituye el valor mínimo mensual necesario que requiere
una persona para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.

4. Pobreza monetaria:
Presentamos la pobreza monetaria, cuya medición monetaria utiliza el gasto
como indicador de bienestar, el cual está compuesto por las compras, el
autoconsumo, el autosuministro, los pagos en especie, las transferencias de
otros hogares y las donaciones públicas. Según el enfoque monetario, se
considera como pobres a las personas que residen en hogares cuyo gasto per
cápita es insuficiente para adquirir una canasta básica de alimentos y no
alimentos (vivienda, vestido, educación, salud, transporte, etc.). Son pobres
extremos aquellas personas que integran hogares cuyos gastos per cápita
están por debajo del costo de la canasta básica de alimentos. En el proceso de
la medición de la pobreza monetaria se estiman tres índices desarrollados por
Foster, Greer y Thorbecke (1984). El primero se refiere a la incidencia de la
pobreza (P0), que representa la proporción de pobres o de pobres extremos
como porcentaje del total de la población. Dicho de otra manera, determina la
proporción de la población cuyo consumo se encuentra por debajo del valor de
la línea de pobreza o del valor de la línea de extrema pobreza, según sea el
caso. Esta medida de la pobreza no toma en cuenta la magnitud de la brecha
que separa el gasto de los pobres de la línea de pobreza, tampoco considera la
forma como está distribuido el gasto entre los pobres. Por ello, se complementa
con las mediciones de Índice de brecha de la pobreza (P1), que mide la
insuficiencia promedio del consumo de los pobres respecto de la línea de
pobreza, tomando en cuenta la proporción de la población pobre en la
población total y por la severidad de la pobreza (P2), que mide la desigualdad
entre los pobres.
La evolución de la incidencia de la pobreza monetaria al 2020, en el contexto
de la pandemia del COVID-19 y su efecto en las economías a nivel mundial,
nuestro país no está exento de este fenómeno, por lo que se ha visto afectado,
presentando en sus cifras de pobreza monetaria altas variaciones. Para el año
2020, el 30,1% de la población del país, que equivale en cifras absolutas a 9
millones 820 mil personas, se encontraban en situación de pobreza, es decir,
tenían un nivel de gasto inferior al costo de la canasta básica de consumo
compuesto por alimentos y no alimentos. Al comparar estos resultados con el
nivel obtenido en el año 2019, se observa que los niveles de pobreza han
sufrido un fuerte incremento de 9,9 puntos porcentuales, que equivale a 3
millones 330 mil personas pobres, más que en el año 2019.

La evolución de la pobreza extrema, la incidencia de la pobreza extrema en el


año 2020 afectó al 5,1% de la población del país, que representan a 1 millón
664 mil personas pobres extremas, esta población tendría un nivel de gasto per
cápita inferior al costo de la canasta básica de alimentos que se ubica en 191
soles.
En relación al año anterior, la pobreza extrema se incrementó en 2,2 puntos
porcentuales, al pasar de 2,9% en el año 2019 a 5,1% en el año 2020, siendo
este incremento muy altamente significativo estadísticamente; es decir, en el
año 2020 se tiene a 732 mil personas pobres extremas más que el año 2019.

La severidad de la pobreza (FGT2) se mide mediante el indicador que refleja el


grado de desigualdad de la pobreza al interior de los pobres. Indica que cuanto
más alto es el valor, existe mayor desigualdad entre los pobres. Para el año
2020, la severidad o desigualdad entre los pobres se ubicó en 3,0%;
comparando esta información con el año 2019, el grado de severidad entre los
pobres presentó variación estadísticamente muy altamente significativa
equivalente a 1,5 puntos porcentuales.
3. Relación ingresos tributarios y pobreza monetaria
En la Tabla 1 se muestra el recaudo por impuesto de renta durante el período
2009-2020.
Tabla 1: Ingreso tributario 2009 - 2021

Ingreso
Año Tributario 140,000.0
Ingreso Tributario
2009 60,275.8
120,000.0
2010 73,151.2
2011 85,594.1 100,000.0
2012 95,928.3 80,000.0
2013 102,094.7
2014 108,520.9 60,000.0
2015 103,914.8 40,000.0
2016 103,459.6
20,000.0
2017 105,565.2
2018 120,854.9 0.0
2008 2010 2012 2014 2016 2018 2020 2022
2019 127,785.9
2020 109,059.5

Años (Variación porcentual)


200 201 201 201 201 201 201 201 201 201 201 202
Concepto 9 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 0
Recaudo
de - -
impuesto 10.8 19.6 13.2 8.1 3.5 3.0 -7.5 -3.9 -0.8 13.0 3.5 16.2

Para el año 2020 se tuvo una variación de -16.2%, debido a que por la
pandemia del COVID 19, el cumplimiento tributario tendió a disminuir debido a
una desaceleración económica. (Esto indica un efecto sobre el cumplimiento
derivado de la disponibilidad de dinero en vez de un cambio más persistente en
el comportamiento de los contribuyentes). En la crisis actual, los ingresos
públicos se han visto afectados a medida que los países retrasan los plazos de
declaración o pago, ya sea para apoyar el flujo de caja de los contribuyentes o
—donde la declaración todavía se realiza en persona— para permitir el
distanciamiento social.
Una vez revisada la evolución de los ingresos tributarios de acuerdo con las
diferentes reformas tributarias y los índices de pobreza, se procedió a
identificar la relación existente entre las variables objeto de estudio.

200 201 201 201 201 201 201 201 201 202
Año 9 2010 1 2 2013 4 5 6 7 8 9 0
Pobreza
(%) 33.5 30.8 27.8 25.8 23.9 22.7 21.8 20.7 21.7 20.5 20.2 30.1

Pobreza (%)

33.5
30.8 30.1
27.8
25.8
23.9
22.7 21.8 21.7
20.7 20.5 20.2

2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020

Recaudo de impuesto (Variación %)

19.6

13.2 13.0

8.1
3.5 3.0 3.5
-0.8
2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
-3.9
-7.5
-10.8

-16.2
Como se observa en las figuras anteriores, las variaciones porcentuales de los
índices de pobreza difirieron del comportamiento de los recursos tributarios, por
cuanto era de esperarse que a mayores ingresos recibidos por el Estado se
mejoraran los indicadores sociales sustancialmente. En este caso, para el año
2010, cuando se dio un aumento de 19.6 % en el recaudo del impuesto de
renta, el índice de pobreza monetaria disminuyó en un 2.8% mientras que en el
año 2020, cuando cayó el recaudo del impuesto de renta en 16.2%, y la
pobreza monetaria aumentó en 9.9 %.

4. Conclusiones
Según el análisis de las variables durante el período analizado, se pudo
establecer que los índices de pobreza no se sustentan en mayores recaudos
del Gobierno nacional central ni en relación con las reformas tributarias.
Las estructuras fiscales regresivas constituyen un grave problema, en la
medida que comprometen seriamente la asignación de recursos para el
desarrollo. Las variaciones porcentuales de los índices de pobreza en algunos
años difieren del comportamiento de los recaudos tributarios como es en el
caso del 2015 que se tuvo una baja en la recaudación de s/.108,520.9 a s/.
103,914.8 sin embargo en el porcentaje de pobreza el índice también fue
disminuyendo de 22.7% en 2014 a 21.8% en 2015.
Por lo tanto, el índice de pobreza monetaria presenta reducciones mínimas con
grandes incrementos en los recursos tributarios en algunos años y en otros
muestran una relación directa.

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