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Las funciones de estos agentes, pueden ser múltiples, relacionadas con las relaciones
diplomáticas- normalmente de paz, o también relaciones regidas por el derecho de
guerra. En el régimen jurídico tanto de los órganos centrales como de los órganos
externos incide, el Derecho Interno del Estado que los crea, configura y delimita sus
competencias, por otro lado, el Derecho Internacional que regula el régimen jurídico
internacional de los mismos, sus funciones, inmunidades, privilegios, etc., y,
finalmente, el derecho del Estado que los recibe que debe prever el reconocimiento de
dichas inmunidades y privilegios, así como su especial protección por las funciones que
desempeñan.
Aunque los estados son libres de señalar en su Derecho Interno cuales son los órganos
competentes para gestionar sus relaciones internacionales, de hecho, y por influencias
incluso históricas, los órganos que cumplen funciones internacionales suelen coincidir
en la mayoría de los Estados. De ellos, los principales son el Jefe de Estado, el Jefe de
Gobierno y el Ministro de Asuntos exteriores (o relaciones) y los agentes diplomáticos y
consulares.
Tales órganos del sujeto internacional tienen origen y carácter interno, pero no solo
ejercen funciones internas, sino también internacionales, por lo que se ha podido
hablar de la existencia de un desdoblamiento funcional. La cuestión es, hasta qué
punto tales funciones están reglamentadas por el Derecho Interno o el internacional.
En principio corresponde al derecho interno determinar cuáles son los órganos y las
personas que, mediante una relación orgánica, tienen la facultad de actuar en su
nombre y cuáles son sus competencias respectivas, pero, por su parte, también el
derecho Internacional reconoce cuales son los individuos o los grupos de ellos que
tienen la condición de órganos de los sujetos internacionales y la facultad de hacer
manifestaciones de voluntad que le sean imputables y regula su condición
internacional.
b) Pero el derecho internacional tiene también en cuenta al Jefe del Estado y el Jefe
de Gobierno. En el artículo 7.2 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados de 1969 incluye al Jefe de Estado entre los órganos que, en virtud de sus
funciones, se consideran que vinculan a su Estado en materia de tratados sin tener
que presentar plenos poderes.
Inmunidad de jurisdicción civil: es la más discutida; hay que distinguir los actos
iuri imperii, realizados en el ejercicio de sus funciones, que quedan exentos, y los actos
privados, sobre los que se suele negar la inmunidad. No obstante, el TIJ establece que
el jefe de Estado, el jefe de Gobierno o el Ministro de Relaciones exteriores, gozan en
los otros Estados de inmunidades de jurisdicción, tanto civiles como penales. Por lo
que se concluye que las funciones que deben cumplir estas personas, durante toda la
duración de su mandato, se beneficia de una inmunidad de jurisdicción penal y de una
inviolabilidad total en el extranjero. Esta inmunidad y esta inviolabilidad protegen al
interesado contra todo acto de autoridad de parte de otro Estado que suponga
obstáculo al ejercicio de sus funciones.
Tanto este ocupando su cargo como haya dejado ya de hacerlo, estas personas
podrán ser objeto de persecución penal ante determinadas jurisdicciones penales
internacionales en la medida en que estas sean competentes.
De esta forma el T.I.J quiere frenar la tendencia de los tribunales internos e inclinarse
por que la persecución penal de estos Órganos sea en el marco de los Tribunales
Internacionales. Es así que la competencia de este tipo de tribunales para conocer de
crímenes realizados por Jefes de Estado o de Gobierno en ejercicio, que carecen de
cualquier tipo de inmunidad ante los mismos, ha sido claramente consagrada en el art.
27.1 del Estatuto de Roma o el 7.1 del Estatuto del Tribunal Penal para la antigua
Yugoslavia (no es posible alegar el cargo para no ser penado). Pero dicha competencia
depende de la previa aceptación por parte de cada uno de los Estados.
a) proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus
nacionales dentro de los límites permitidos por el DI
- las que constituyen Medios: para alcanzar los objetivos citados son:
c) informarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los
acontecimientos en el Estado receptor
El fin de la misión, se puede producir por diversos motivos: el más grave de la ruptura
de relaciones diplomáticas. Es un acto discrecional del Estado que se produce a través
de una decisión unilateral de cerrar la misión diplomática imponiendo, de esta forma,
la misma decisión al otro Estado, en virtud del principio de reciprocidad. La gravedad
de este acto lleva a que, en situaciones de crisis en las relaciones diplomáticas, se
busquen soluciones intermedias que no llevan aparejada el cierre definitivo de la
misión diplomática: llamada a consultas del Embajador, reducción del personal de la
misión, etc. Además, pueden existir otros motivos por los que se ponga término a una
misión diplomática de modo definitivo o temporal como, por ejemplo, el bajo nivel de
relaciones con el Estado receptor. Una situación especial se produce cuando el cierre
de la misión diplomática se produce colectivamente como consecuencia de una
decisión del Consejo de seguridad de la ONU.
Debe distinguirse entre el inicio y fin de la Misión Diplomática y el inicio y fin de las
funciones de cada uno de los miembros de la Misión. La Misión diplomática se compone
de un Jefe y, de funcionarios diplomáticos de diverso rango y otros funcionarios
subalternos más o menos numerosos que desempeñan cometidos diversos. De todos
los componentes de la Misión o legación deberá enviarse una lista al Ministerio de
Asuntos Exteriores y comunicar asimismo las altas y bajas del dicho personal. Aunque
el nombramiento de un Jefe de misión diplomática corresponde al Jefe del Estado
acreditante, este deberá asegurarse de que la persona que se proponga acreditar ha
obtenido el asentimiento del Estado receptor. Esto es lo que se conoce por el plácet,
que el Estado receptor dará o negará libremente, pues no está obligado a manifestar
los motivos de la negativa. El nombramiento se acredita ante el Estado receptor por
medio de las Cartas Credenciales en el caso de Embajadores y Ministros, o de cartas
de Gabinete cuando se trate de Encargados de Negocios. Las primeras las dirige el Jefe
de Estado acreditante al Jefe de Estado receptor, las segundas van dirigidas al Ministro
de Asuntos Exteriores. El inicio de las funciones va marcado por la presentación de las
Cartas credenciales, o bien en el momento en que haya comunicado su llegada y
presentado copia de estilo de sus cartas credenciales al Ministro de Relaciones
Exteriores o al Ministro que se haya convenido. El procedimiento para la recepción en
cada Estado de los jefes de misión dentro de su clase o categoría debe ser uniforme,
según se prescribe en el art 18 de la convención de Viena sobre relaciones
diplomáticas.
por ser llamado el Agente por el Estado acreditante por distintos motivos-
jubilación, cambio de destino, destitución, para manifestar su descontento ante el
Estado receptor
El que se le preste ayuda por el Estado receptor para obtener, conforme a sus
propias leyes, los locales necesarios para la Misión y, en caso necesario, para los
miembros de la misma
La exención fiscal sobre los derechos y aranceles que percibe la Misión por
actos oficiales.
La exención del derecho de aduanas sobre objetos para uso oficial de la Misión
y los de uso personal del Agente diplomático y su familia, incluidos los de instalación.
Como inmunidades el Convenio de Viena establece:
Para gozar de los referidos privilegios e inmunidades se requiere no ser nacional del
Estado receptor ni tener su residencia permanente en el. La propia convención,
extiende ciertos privilegios e inmunidades a los miembros de la familia del
diplomático que formen parte de su casa y no sean nacionales del Estado receptor, y, a
los miembros del personal de servicio de la Misión que tampoco sean nacionales del
Estado receptor ni tengan su residencia permanente en su territorio. A los criados
particulares de los miembros de la Misión que estén en las mismas circunstancias
anteriores se les concede la exención de impuestos y gravámenes sobre los salarios
que perciban por sus servicios.
Las inmunidades de las que gozan los miembros de la misión y los locales, se
mantienen, durante un tiempo razonable, caso de ruptura de relaciones diplomáticas e
incluso de conflicto armado entre el Estado acreditante y el Estado de sede. En
ocasiones, el reconocimiento de estos privilegios e inmunidades ha sido motivo de
abusos tanto por el Estado acreditante, como de los propios agentes. Partiendo de la
base sentada en el art 41 del Convenio de Viena según el cual todas las personas que
gocen de los privilegios e inmunidades deben respetar las leyes y reglamentos del
Estado receptor, este último encuentra en el propio derecho diplomático y consular
respuesta a aquellos abusos. Sin embargo, el particular lesionado por una acción del
agente diplomático, puede ver su pretensión de reparación obstaculizada por la
inmunidad que goza dicho agente.
Son los agentes oficiales que un Estado establece en ciertas ciudades de otro Estado,
con el fin de proteger sus intereses y los de sus nacionales. Los cónsules son órganos
del Estado que actúan en el extranjero y realizan actos para cumplir su misión, con
exclusión generalmente de los de naturaleza política. En el Convenio de Viena sobre
relaciones consulares de 1963, entiende por funcionario consular a “toda persona,
incluido el jefe de la Oficina Consular, encargada con ese carácter del ejercicio de
funciones consulares”. Los cónsules NO SON AGENTES DIPLOMATICOS.
a) proteger en el Estado receptor los intereses del Estado que envía y de sus
nacionales, sean personas naturales o jurídicas, dentro de los límites permitidos por el
derecho internacional;
d) extender pasaportes y documentos de viaje a los nacionales del Estado que envía, y
visados o documentos adecuados a las personas que deseen viajar a dicho Estado;
e) prestar ayuda y asistencia a los nacionales del Estado que envía, sean personas
naturales o jurídicas;
g) velar, de acuerdo con las leyes y reglamentos del Estado receptor, por los intereses
de los nacionales del Estado que envía, sean personas naturales o jurídicas, en los
casos de sucesión por causa de muerte que se produzcan en el territorio del Estado
receptor;
h) velar, dentro de los límites que impongan las leyes y reglamentos del Estado
receptor, por los intereses de los menores y de otras personas que carezcan de
capacidad plena y que sean nacionales del Estado que envía, en particular cuando se
requiera instituir para ellos una tutela o una curatela;
i) representar a los nacionales del Estado que envía o tomar las medidas convenientes
para su representación ante los tribunales y otras autoridades del Estado receptor, de
conformidad con la práctica y los procedimientos en vigor en este último, a fin de
lograr que, de acuerdo con las leyes y reglamentos del mismo, se adopten las medidas
provisionales de preservación de los derechos e intereses de esos nacionales, cuando,
por estar ausentes o por cualquier otra causa, no puedan defenderlos oportunamente;
k) ejercer, de conformidad con las leyes y reglamentos del Estado que envía, los
derechos de control o inspección de los buques que tengan la nacionalidad de dicho
Estado, y de las aeronaves matriculadas en el mismo y, también, de sus tripulaciones;
m) ejercer las demás funciones confiadas por el Estado que envía a la oficina consular
que no estén prohibidas por las leyes y reglamentos del Estado receptor o a las que
éste no se oponga, o las que le sean atribuidas por los acuerdos internacionales en
vigor entre el Estado que envía y el receptor.
Cónsules de carrera o enviados: son funcionarios públicos del Estado que los
nombra y poseen la nacionalidad de este. Son pagados por el Estado que los envía y
no ejercen, en general, otras funciones que las profesionales.
Cónsules honorarios: pueden ser súbditos del Estado que los designa o
extranjeros, y ejercer el comercio u otras profesiones. Su servicio es gratuito, aunque
pueden recibir una subvención para gastos de locales y de representación. La
convención de Viena sobre relaciones consulares distingue muy claramente los
privilegios e inmunidades de unos y otros y hace de los mismos un tratamiento
completamente separado.
Con relación al inicio y fin de las funciones de los miembros de la oficina consular,
hay que decir que los Jefes de Oficina consular, en los que van incluidas las cuatro
categorías antes mencionadas, serán nombrados por el Estado que envié y admitidos
al ejercicio de sus funciones por el Estado receptor. Los procedimientos concretos de
nombramiento y admisión serán determinados por las leyes y reglamentos internos de
los Estados interesados. Al Jefe de Oficina consular se le acredita su nombramiento por
medio de una Carta Patente o instrumento similar; para ser admitido al ejercicio de
sus funciones se requiere el exequatur del Estado receptor, que podrá negarlo sin
especificar los motivos.
- Misiones Especiales: es una misión temporal, que tenga carácter representativo del
Estado, enviada por un Estado ante todo con el consentimiento de este último para
tratar con él asuntos determinados o realizar ante él un cometido determinado.
Por otro lado, Carré de Malberg, en su Teoría General del Estado, tras analizar y
descomponer el concepto de soberanía «en independencia en el exterior y superioridad
en el interior del Estado», manifiesta que el concepto parece doble, pero que, en
definitiva, «soberanía interna y soberanía externa no son sino los dos lados de una sola
y misma soberanía».
Doctrina Monroe: Establecía que cualquier intervención de los estados europeos en América sería
visto como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos. Interpretar el
principio de la no intervención de los Estados europeos en los asuntos americanos de una manera
absoluta conduciría a que un Estado americano pudiera conculcar los principios de la justicia en
sus relaciones con los individuos extranjeros, violar la ley moral, negarse a tomar en consideración
las justas reclamaciones de los extranjeros perjudicados, crear de este modo un estado de cosas
anormal e ilícito según los principios de Derecho común y de la Moral internacional, y rechazar
después cualquier forma de injerencia para hacer cesar tales manifiestas violaciones de los
principios de la justicia, atrincherándose en el principio de su independencia y en la doctrina de
Monroe escribe Fiore.3 Cuando el presidente de Estados Unidos James Monroe, en 1823, formuló
esa primera doctrina global de su país, «América para los americanos», Diego Portales, un
ciudadano chileno que comerciaba en los puertos del Pacífico y años después sería ministro de
estado en su país, escribió a un amigo: "Si, pero hay que tener mucho cuidado: para los americanos
del norte, los únicos americanos son ellos mismos". Diego Portales : En el siglo XIX el enemigo
principal era la Marina Real Británica y los intereses estadounidenses eran sólo secundarios. 4 Por
otro lado, la Doctrina Monroe no recibió mucha atención en Europa al momento de formularse en
tanto la Santa Alianza estaba informada que la potencia naval estadounidense era bastante inferior
a la británica, y que los proyectos de restablecer el absolutismo en la América española eran
inviables debido a la oposición de Gran Bretaña a secundarlos, y no por desafíos que Estados
Unidos difícilmente podía sostener en esos años.