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Agilidad Emocional

Unidad 4 "Perfiles emocionales desde la neurociencia: el cambio es posible"

Antes de comenzar
Revisa los objetivos propuestos para esta
unidad.

Antes de empezar con la revisión de contenidos, es importante responder a tres preguntas fundamentales:

¿Por qué estamos aquí?  


Nuestro objetivo principal será de nir el concepto de estilo emocional y distinguir su diferencia con los estados
emocionales y de ánimo.

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Unidad 4 "Perfiles emocionales desde la neurociencia: el cambio es posible"

¿Qué haremos a lo largo de esta unidad?  


Comprenderemos las seis dimensiones del estilo emocional y cómo su combinación genera las distintas
respuestas emocionales. También conoceremos la evidencia de la neurociencia para la neuroplasticidad, su
importancia y su funcionamiento general a nivel cerebral, como también entender consejos prácticos para
entrenarla. Por último, entenderemos la tridimensionalidad de las emociones, su naturaleza sistémica y sus
consecuencias.

¿Para qué nos servirá este conocimiento?


Aprender sobre el estilo emocional y sus seis dimensiones nos servirá para comprender la plasticidad del cerebro
y los diversos aprendizajes que éste puede realizar a partir de su relación con las emociones.

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El per l emocional de tu
cerebro
¿En qué consiste el estilo emocional de cada
persona? Este marco se compone de seis
dimensiones, veámoslas a continuación.

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QR

El “estilo emocional” de cada persona es único, como la huella digital o los copos de nieve; su estilo determina
cómo reacciona a lo que la vida le presenta.

El desarrollo de distintos campos de habilidad en base a la recurrencia o la repetición, como puede ser tocar el
piano o recorrer las calles como taxista, incrementa la actividad y los patrones en las regiones correspondientes
del cerebro, lo que se llama neuroplasticidad. También se presenta un incremento similar cuando practicamos
habilidades virtualmente, porque el cerebro responde a los estímulos tanto del mundo externo e interno. En
de nitiva, podemos, si queremos, pensar y llegar a ser virtuosos y cambiar nuestro estilo emocional mediante un
esfuerzo intencional.

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Como hemos visto hasta el momento en nuestro curso, los cientí cos reconocen que las emociones son un
aspecto importante de la mente: las seis emociones básicas (alegría, tristeza, ira, miedo, disgusto y sorpresa)
generan cada cual las mismas expresiones faciales correspondientes en todo el mundo (Darwin; Ekman et al,
1970). 

Así también, las emociones negativas o displacenteras se correlacionan con el incremento de la actividad en la
región frontal derecha del cerebro, mientras que las positivas se correlacionan con la actividad en la región frontal
izquierda.

¿Cuál es la distinción ahora? Es que, a diferencia de nuestros estados emocionales, que son detonados por
experiencias y que duran segundos, o nuestros estados de ánimo, sentimientos que persisten por horas o días,
Richard Davidson nos propone que son nuestros estilos emocionales los que moldean nuestras vidas y la forma en
que respondemos al mundo alrededor. 

Este “estilo emocional”, que está atado a ciertos comportamientos cerebrales, se compone de seis dimensiones. Y
donde caemos en cada uno, determina cómo nos sentiremos, pensaremos y reaccionaremos.

El estilo emocional es gobernado por circuitos cerebrales especí cos


e identi cables y puede medirse con métodos de laboratorio
objetivos”.
Richard Davidson

¿Cuáles son las seis dimensiones? 


Como decíamos, el estilo emocional tiene seis dimensiones que corresponden a las conductas individuales y
forman el estilo de cada persona. Los neurólogos relacionan las dimensiones con circuitos neurales especí cos
del cerebro: cada dimensión se mani esta en distintos grados, de un extremo (o polo) al otro.

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Ahora que ya conocemos cada dimensión, veamos de qué se trata cada una. 

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1. Resiliencia

Esta dimensión mide la capacidad de recuperación de la adversidad y di ere de una persona a otras. El tiempo
para recuperarse de un incidente di ere según cada individuo y la severidad del suceso. La ciencia puede predecir
la capacidad de las personas resistentes, que se acercan más al polo de “recuperación rápida” (en un continuo de
resistencia), para recuperarse de las pérdidas graves con base en lo bien que se recuperan de los incidentes
menores. Por su parte, las personas de “recuperación lenta” pueden estar a punto de estallar todo el día sin darse
cuenta de que siguen molestas por una discusión que tuvieron por la mañana. Se determina por las señales entre
la corteza prefrontal y la amígdala.

2. Actitud

Tiene que ver con qué lente miramos el mundo (positivo/negativo) y también con cuánto tiempo somos capaces
de sostener una emoción positiva-placentera, esto se basa en los niveles de actividad en el estrato ventral, una
región del cerebro que es crítica en la generación de recompensas.

3. Intuición Social

Es una dimensión decisiva de nuestro per l emocional, que se relaciona con qué tan hábiles somos en recoger
señales sociales de las personas a nuestro alrededor, que a su vez es determinado por el juego entre la amígdala y
las regiones fusiformes del cerebro.

Por ejemplo, estás a punto de salir cuando llega un amigo que empieza a contarte una historia interminable, ajeno
a la prisa que tú tienes. Incapaz de interpretar tus señales no verbales, tu amigo se acerca al polo de “perplejidad”
de la dimensión de intuición social, mientras que las personas “socialmente intuitivas” entienden el lenguaje
corporal y saben si su interlocutor desea socializar o que lo dejen en paz. Un ejemplo moderno de esto sería el
personaje de “The Big Bang Theory”, Sheldon Cooper, quien es descrito como una persona con nula intuición social.

4. Autoconsciencia

Tiene que ver con cómo percibes señales físicas que re ejan tus emociones, lo que es determinado por la
habilidad de la ínsula para interpretar señales de los órganos viscerales.

Algunas personas no son conscientes de sus propios sentimientos; inclusive pueden tardar varios días en
comprender que están enojadas o frustradas y que actúan en consecuencia. La autoconsciencia se de ne también
como la capacidad de percibir las sensaciones físicas y viscerales que re ejan distintos estados emocionales. Por
ejemplo, notar como se aprieta el pecho cuando estamos ansiosos.

5. Sensibilidad al contexto

Tiene que ver con qué tan buenos somos para regular nuestras respuestas emocionales dependiendo del contexto
en el que nos encontramos, lo que es determinado en gran medida por los niveles de actividad en el hipocampo.
Un ejemplo de insensibilidad social extrema sería un invitado jugando con el celular en un funeral. Este individuo
caería en el espectro de “inconsciente”, ya que no es consciente de las reglas sociales que gobiernan ese contexto.
En el otro extremo encontraríamos el individuo “sintonizado”, que nunca se encuentra socialmente incómodo y
pareciera reconocer siempre el tono emocional de cada situación.

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6. Atención

Se relaciona con qué tan agudo y claro es nuestro foco, lo que es regulado por nuestra corteza prefrontal. En
especí co, se re ere a la habilidad para ignorar ciertos estados emocionales que inter eren con tu habilidad de
enfocarte en el momento o tarea presente. Hay señales emocionales tanto internas o externas que nos
bombardean constantemente; por ejemplo, el festival de gritos en una mesa cercana mientras cenamos en un
restaurant o el llanto desconsolado de un amante despechado, quien clama que no lo dejen. La atención es la
habilidad de ltrar, ignorar o limitar los efectos de señales o estímulos emocionales sobre nuestro foco.

Finalmente, ¿qué podemos a rmar sobre estas dimensiones? Según Richard Davidson (El per l emocional de tu
cerebro, 2012) dichas dimensiones no son meras concepciones convencionales, sino “propiedades del cerebro que
todos tenemos y que de nen nuestro carácter”. Si pudiéramos relacionar estas dimensiones a los estilos
emocionales, se vería representado así: 

En de nitiva, todas las categorías con las que podemos distinguir a las personas se derivan de la combinación de
dichas dimensiones.

Y Davidson señala: “No hay fórmula ideal para un mejor estilo emocional”. Estar bajo en el espectro de intuición
social podría bene ciar a un programador de software, mientras que una persona con poco foco podría destacar
en un entorno veloz donde el multitasking es crítico.

Los caminos neuronales que determinan nuestras emociones son, en parte, genéticos. Hasta los
bebés parecen variar en temperamento, por ejemplo, algunos son curiosos y extrovertidos,
otros son quisquillosos y ansiosos. Sin embargo, la investigación de Davidson y sus colegas nos
dice que la contribución genética es desde un 20 al 60%. Esto signi ca que nuestros entornos y
experiencias pueden tener un gran impacto en nuestro estilo emocional.

¿Sabía usted que?


Cuando sonríes se ve una mayor activación del hemisferio izquierdo en el encéfalo (Ekman,
Davidson & Friesman, 1990). Este resultado sustenta el saber popular de que, si muestras
intencionadamente una sonrisa sincera, te sentirás más feliz. ¡La ciencia te avala! ¿Cuánto has
sonreído hoy?

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Los estilos emocionales tienen consecuencias siológicas. La medicina conductual ha estudiado cómo la manera
de los diferentes estilos emocionales afecta la salud física, algunos más positivamente que otros. No tener la
posibilidad de recuperarse de eventos estresantes y/o de la negatividad constante puede impedir nuestro
bienestar y felicidad. El estilo emocional puede también impactar en nuestro éxito en distintos contextos. Por
ejemplo, altos niveles de atención, intuición social y sensibilidad al contexto son generalmente considerados como
un activo en el mundo corporativo.

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¿Qué es la neuroplasticidad?
En el siguiente artículo profundizaremos sobre
la capacidad plástica que tiene el cerebro y su
relación con el estado emocional.

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Los estudios de neurociencia recientes muestran que el cerebro es muy plástico y que tiene la posibilidad de
reorganizarse. Es decir, la conducta neuronal no está escrita en piedra, sino que puede modi carse incluso en poco
tiempo. 

El cerebro cambia básicamente como resultado de dos contribuciones diferentes. En primer lugar, se modi ca
como resultado de las experiencias que vivimos en el mundo, esto es, del modo en que nos movemos y nos
comportamos y las señales sensoriales que llegan a nuestra corteza.  Y en segundo lugar, el cerebro también
puede cambiar como respuesta a la actividad mental, que va desde la meditación hasta la terapia cognitivo-
conductual, con el resultado de que la actividad en circuitos especí cos puede aumentar o disminuir.

Nuestras respuestas automáticas o “default” puede que estén cableadas en nuestro cerebro, pero con tiempo,
esfuerzo y práctica, podemos cambiar nuestro cerebro para transformar nuestra vida. Sobre esto, Davidson señala
lo siguiente:

“La neuroplasticidad, la habilidad de nuestro cerebro para


reorganizarse, cambiar su estructura y los patrones de actividad de
manera signi cativa, es efectivamente nuestro agente de cambio”.

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Por lo tanto, comprometerse a realizar actividades positivas en el tiempo va a recablear nuestros caminos
neurales e incrementará nuestras emociones positivas-placenteras. 

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Actividades recomendadas para entrenar nuestros estilos emocionales

1. Para la resiliencia: Durante 5 o 10 minutos por vez, cuatro o cinco veces a la semana, se recomienda
practicar un ejercicio de respiración y visualización de alguien que conoces sufriendo. Con cada inhalación,
imagina que estás recibiendo ese sufrimiento. En cada exhalación, imagina que ese sufrimiento se
transforma en compasión, que podría ayudar a paliar el dolor de esa persona.

2. Para incrementar la “Actitud”: Llena tu casa y lugar de trabajo con recuerdos positivos, fotos de momentos
felices, la familia o vacaciones y cámbialas cada 15 días. Asimismo, busca oportunidades de felicitar a
otros y haz el esfuerzo de expresar gratitud de manera más seguida, por ejemplo, dar las gracias, jornalear
(anotar) las cosas que agradeces en otros o en tu vida.

3. Para incrementar la “intuición social”: En público, observa el lenguaje corporal de las personas y trata de
adivinar qué están tratando de decir y qué emociones están expresando. Parte por notar las pistas faciales
de tus amigos o colegas de trabajo y cómo corresponde a su tono de voz.

4. Para incrementar la autoconsciencia: Instala el hábito de meditar a diario. Escoge un horario donde te


sientas bien despierto y alerta, siéntate de manera cómoda, concéntrate en tu respiración y nota las
sensaciones en tu cuerpo. Si te notas distraído, trae tu foco a la respiración.

5. Para incrementar la regulación emocional: Para identi car aquello que produce una fuerte reacción en ti, la
invitación es a regularmente hacer una lista de eventos especí cos o comportamientos de ese día o
semana que gatillaron esas respuestas. Luego, toma unos 15 minutos para re exionar sobre estos
comportamientos, a la vez de practicar respiración consciente.

6. Para incrementar el foco y atención:  Trata de pasar unos 10 minutos diarios sentado, con el foco en un
objeto particular y mantén tu atención y vista sobre él. Si sientes que tu mente empieza a distraerse,
tráelos de vuelta al estudio del objeto en cuestión.

Muchas de estas estrategias que propongo están inspiradas en mi


relación con el Dalai Lama (...). El bienestar está muy ligado a la salud
física y emocional. Si tu estilo emocional no funciona para ti, el primer
y mejor elemento para cambiar es el foco atencional”.
Richard Davidson

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Preguntas respecto a los distintos per les emocionales

Algunos per les emocionales o algunas posiciones en alguna de las seis dimensiones, hacen simplemente que la
vida resulte más difícil y dolorosa de lo que probablemente debiera ser. Les dejamos algunas preguntas para que
puedan re exionar sobre ello.

En el artículo “Materiales Complementarios Unidad 4” podrás encontrar una serie de cuestionarios, los cuales
buscan ser ejercicios para que descubras tu propio per l emocional. ¡No te olvides de revisarlos!

¿Cuál estilo emocional crees que es más útil para tu trabajo? ¿Cómo lo podrías
entrenar?

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La tridimensionalidad de las
emociones
¿Qué factores participan en el desarrollo de una
emoción? No es solamente un proceso
cognitivo, el proceso es mucho más completo.

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Tal como hemos estudiado, las emociones son un tipo de respuesta especí ca que, a diferencia de otros
comportamientos, posee una naturaleza tridimensional. Es decir, se mani estan simultáneamente en tres áreas:
la mental (cognitiva), la siológica y la motora (Frijda, 1986; Lang, 1993).

Como nos explica Claudio Ibáñez en Nuestro lado luminoso (2011):

El componente mental de una emoción es lo que comúnmente


denominamos sentimiento. El sentimiento corresponde a la vivencia o
experiencia emocional, a la cualidad fenomenológica subjetiva de la
emoción”.
Claudio Ibáñez

Dicho de otra manera, el sentimiento es cuando le damos una interpretación a lo que nos ha pasado. Los
sentimientos nos permiten reconocer nuestras emociones, darles nombre y etiquetarlas. Los sentimientos
pertenecen al mundo privado de las personas, ya que solo tienen acceso quienes las perciben.

No olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes


de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta”.
Vincent Van Gogh

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Usando nuestra analogía que las emociones son al cuerpo lo que es un motor a un automóvil, los sentimientos son
como las luces en el tablero de control del automóvil. Una luz roja que nos dice que algo se ha sobrecalentado, una
luz amarilla que nos alerta que el aceite ha llegado a nivel crítico o la luz verde que nos señala que todo está bien.

Algo similar son los sentimientos: nos permiten darnos cuenta de nuestras emociones. Esto explica por qué el
verbo más recurrido para referirnos a nuestras vivencias emocionales sea “sentir”: siento pena, siento miedo, me
siento triste, entre otros ejemplos.

Pero la emoción no se limita a ser un sentimiento. Esto es solamente una parte de la emoción. Por ejemplo,
cuando sentimos rabia, alegría, tranquilidad o con anza, se activa una serie de respuestas siológicas
procedentes de diferentes sistemas: tensión muscular, presión arterial, ritmo respiratorio, temperatura periférica,
sequedad en la boca, entre otras respuestas, las cuales nos preparan de diferente manera según la respuesta.
Cuando se hace presente una emoción, todos nuestros niveles basales* se salen de sus líneas (* basal aquí
signi ca la ausencia de cualquier estímulo), aumentando o disminuyendo su actividad.

El tercer componente de una respuesta emocional es el componente motor. La pena nos repliega, el resentimiento
nos induce al ataque, la alegría o la con anza nos moviliza hacia otros, el miedo al escape o al repliegue, el amor
al acercamiento.

Por lo tanto, una emoción no es solamente un sentimiento, ni solo una respuesta siológica, ni
únicamente una respuesta motora; es todo junto y simultáneo a la vez. Esta convergencia se da
solamente en nuestras respuestas emocionales, haciendo de ellas respuestas únicas y
distintivas.

Que las emociones sean tridimensionales tiene consecuencias teóricas y prácticas, siendo la más importante el
hecho de que cuando una persona se emociona, por de nición, esa conducta la envuelve y compromete
totalmente. Así, podemos de nir una emoción como una reacción o respuesta psico siológica que ocurre de

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manera automática y espontánea en adaptación a ciertos estímulos de la persona. No hay nada que involucre de
manera tan integral, coherente y total a las personas como las emociones.

Las emociones son las respuestas más sistémicas que existen. Nada en
nosotros queda ajeno o intacto cuando estamos bajo la in uencia de
una emoción. Probablemente esto explique por qué, cuando una
situación nos impacta de forma total y completa, exclamamos: “¡Qué
emocionante!”

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Neuroplasticidad: Los taxistas


de Londres
¿Cuál es la relación entre el desarrollo del
cerebro y la navegación que realizan los
taxistas por las calles londinenses? En el
siguiente caso veremos el impacto de la
neuroplasticidad en nuestras vidas. 

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Pensemos por un momento en la con guración de las calles de las ciudades del mundo. Por un lado, están las
calles de Manhattan, que forman una grilla bien ordenada y amigable al usuario. Cruzando el Atlántico, en París,
son 20 distritos administrativos, llamados “arrondissements”, los que forman un espiral en forma de reloj
alrededor del río Sena. ¿Y Londres? 

Si miramos el mapa de la capital inglesa, la construcción urbana


parece más un loco mural armado por un conspiracionista que una
ciudad construida con visión de futuro urbanística. Y aun así, los
taxistas de Londres se mueven por sus calles con facilidad, calculando
instantáneamente la ruta más rápida entre dos puntos.

Un interesante estudio (Maguire et al, 2000) concluye que esas demandas de navegación estimulan el desarrollo
del cerebro. La ciencia ha podido determinar que los taxistas de Londres no sólo tienen el hipocampo más
desarrollado, estructura cerebral que interviene en la memoria a largo plazo y en particular en la navegación y
memoria espacial, sino que también su entrenamiento intensivo es el responsable de este crecimiento, un claro
ejemplo de neuroplasticidad.

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Los taxistas londinenses tienen que superar una durísima prueba para obtener la licencia. El aprendizaje medio es
de tres a cuatro años, donde los aspirantes deben cruzar la ciudad en moto, memorizando un laberinto de más de
25 mil calles, atracciones turísticas y puntos de interés de la ciudad. Se llama “The Knowledge” (literalmente “El
Saber”), es un ejercicio único para la licencia de taxista de Londres e involucra una serie de exámenes duros donde
solo la mitad de los aspirantes aprueba.

La neurocientí ca Eleanor Maguire, de la University College de Londres, realizó un experimento que consistió en el
seguimiento, durante el tiempo de preparación y mediante imágenes con resonancia magnética, del hipocampo de
varios grupos de candidatos a taxistas. En concreto se analizaron tres grupos de estudio:

1. Los que lo intentaron y lo consiguieron, 

2. Los que lo intentaron, pero no lo consiguieron 

3. Un grupo de control de sujetos que no lo habían intentado.

Ella descubrió que los taxistas de Londres tenían mayor materia gris en su hipocampo que las
demás personas. En otras palabras, no solo tenían mejor memoria, sino que había aumentado el
tamaño de su cerebro, como si el cerebro se hubiera expandido para acomodar las demandas
cognitivas de tener que navegar las calles de Londres.

El neurobiólogo Howard Eichenbaum, de Boston University, comentando estos resultados, dijo: 

Los estudios iniciales podrían explicarse por una correlación tipo ‘las
personas con gran hipocampo son buenos taxistas’, pero la verdad es
que el proceso de entrenamiento fue lo que causó el crecimiento de
la materia cerebral. Nos muestra que podemos causar profundos
cambios en el cerebro con el entrenamiento. Eso no es poca cosa”.

La idea de que el cerebro tiene una determinada plasticidad, es decir, que se adapta según el uso que se le da
durante el crecimiento no es nueva. Lo que es nuevo, y que nos muestra este estudio, es la certeza de que aún en
la edad adulta se mantiene esta capacidad.

¿Cuál es la importancia de esta conclusión para nuestro aprendizaje? Esto es especialmente relevante en el
contexto de la unidad. Nuestro per l emocional, que se forma mediante una serie de circuitos neuronales durante
los primeros años de vida, puede modi carse como consecuencia de experiencias casuales o a través del esfuerzo
consciente. Y nuestros propios pensamientos son capaces de generar la neuroplasticidad y condicionar nuestro
comportamiento y aprendizaje. 

El concepto de plasticidad cerebral implica que todos podemos mejorar ya que, aunque existan
condicionamientos genéticos, sabemos que el talento se construye con esfuerzo y una práctica
continua.

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  La neurociencia ha demostrado la in uencia de los factores ambientales, incluida la educación, sobre la


estructura y función del cerebro. La neuroplasticidad constituye un nuevo paradigma porque revela que el
entrenamiento mental puede modi car el cerebro que no es jo ni inmutable, sino maleable. Tan sólo nos hace
falta ser buenos escultores.

Y tú, ¿qué estás haciendo para esculpir tu cerebro? Comparte tu respuesta en la


sección de comentarios.

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Material complementario
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Revisa en este documento las lecturas
obligatorias y sugeridas para complementar los
contenidos de esta unidad.

Revisa a continuación las lecturas obligatorias y sugeridas para complementar los contenidos de esta unidad:

-Cuestionarios. Ejercicio adicional para que puedas descubrir tu per l emocional. 

¡Descubre tu per l emocional! (pdf)

Puedes descargar este PDFFile en la versión online de tu clase o escaneando este


código QR

-Video explicativo sobre la neuroplasticidad cerebral:

Neuroplasticidad Cerebral

-The emotional life of your brain. Charla de Richard Davidson (se deben activar los subtítulos).

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Richie Davidson - The Emotional Life of Your Brain (Complet…


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Repasemos lo aprendido
Unidad 4
Revisa un resumen con los puntos más
importantes de la unidad.

Para consolidar tu aprendizaje es fundamental dedicar unos minutos a repasar lo aprendido. Revisemos las ideas
centrales de cada artículo:

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métodos de laboratorio objetivos.

El estilo emocional tiene seis dimensiones que corresponden a las conductas individuales y forman el estilo de
cada persona. Los neurólogos relacionan las dimensiones con circuitos neurales especí cos del cerebro: cada
dimensión se mani esta en distintos grados, de un extremo (o polo) al otro.

Las seis dimensiones del estilo emocional son: 1. Resiliencia, 2. Actitud, 3. Intuición Social, 4. Autoconsciencia,
5. Sensibilidad al contexto y 6. Atención.

Según Richard Davidson (El per l emocional de tu cerebro, 2012) dichas dimensiones no son meras
concepciones convencionales, sino “propiedades del cerebro que todos tenemos y que de nen nuestro
carácter”.

¿Qué es la neuroplasticidad? La habilidad de nuestro cerebro para reorganizarse, cambiar su estructura y los
patrones de actividad de manera signi cativa, es efectivamente nuestro agente de cambio. Por lo tanto,
comprometerse a realizar actividades positivas en el tiempo va a recablear nuestros caminos neurales e
incrementará nuestras emociones positivas-placenteras.

Que las emociones sean tridimensionales tiene consecuencias teóricas y prácticas, siendo la más importante
es que cuando una persona se emociona, por de nición, esa conducta la envuelve y compromete totalmente.
Así, podemos de nir una emoción como una reacción o respuesta psico siológica que ocurre de manera
automática y espontánea en adaptación a ciertos estímulos de la persona. No hay nada que involucre de
manera tan integral, coherente y total a las personas como las emociones.

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