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¿Qué pasa cuando generamos

confianza? Neurociencia aplicada a


Recursos Humanos
Qué fácil sería liderar si supiéramos lo que pasa por las cabezas
de nuestro equipo.
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Gestión Inteligencia emocional RRHH Talento Global

Y resulta que esto no es completamente imposible: la neurociencia estudia qué


ocurre en nuestro cerebro en diversas situaciones y sus conclusiones generan
muchas enseñanzas para el Management y para Recursos Humanos que
podemos aprovechar para crear equipos y liderazgo productivo.
Todo empieza entendiendo mejor la historia de un gran éxito: nuestro cerebro y
nuestro cuerpo. Una historia que empieza hace mucho tiempo.
Nuestro sistema nervioso, si nos remontamos a los homínidos, se ha ido
desarrollando durante 4 o 5 millones de años.
El homo sapiens existe desde hace 1 millón de años y nuestro cerebro tuvo su
última evolución importante hace 200 mil años cuando el ser humano (en el
Paleolítico Medio) evolucionó hasta ser como es hoy anatómicamente. Ref
Revista Nature.
Por tanto, hace unos 200.000 años que tenemos el mismo potencial intelectual,
pero se tardó mucho tiempo hasta que descubrimos datos de las primeras
manifestaciones artísticas (75.000 años), de la primera representación simbólica
gráfica (35.000 años) y de las primeras escrituras, que datan de hace unos 5.000
años, en el Valle del Nilo o en Mesopotamia.
Nuestro cerebro todavía no se conoce en profundidad y el gran enigma es la
relación entre la mente y el cerebro.
Sabemos que determinadas áreas están especializadas en funciones específicas
y, cuando se activan, nuestras sensaciones o conductas se orientan en una
dirección.
El misterio es entender cómo nuestra mente hace funcionar los mecanismos
cerebrales cada vez que, voluntariamente, iniciamos una acción, recordamos o
calculamos.
Podemos seguir el proceso con escáneres cerebrales o los registros de un
electroencefalograma, pero no sabemos cómo sucede.
Nuestro cerebro es una gran red de neuronas interconectadas como un gran plato
de espagueti.
Los procesos cognitivos (percepción, planificación, movimiento,
pensamiento),se producen con la transformación de las señales neuronales
dentro de zonas especializadas del cerebro, un cerebro que parece ser un
conjunto de módulos con funciones determinadas pero plásticas: en cada función
cognitiva intervienen diversas vías neuronales, pero si sufren daño otras pueden
adaptarse para compensar la deficiencia.
Una especie de “hardware modular” en el que el que “software” lo aporta la
cultura en la que nos educamos y en el que el uso que hagamos del cerebro
lo modela de una forma plástica.
Unas zonas de nuestro cerebro (y del sistema nervioso) funcionan de forma
autónoma (las que regulan el funcionamiento de nuestro cuerpo como la
temperatura, el sistema digestivo, los latidos del corazón o los reflejos…) y otras
caen dentro del control consciente de la mente.
Es especialmente destacable que la evolución de nuestro cerebro ha originado
una gran corteza prefrontal “muy programable” (por decirlo de alguna manera).
Una zona que no tiene funciones de movimiento o sensoriales y preparada para
tareas “simbólicas”: como un gran procesador listo para “instalar” el software
proveniente de nuestra cultura y nuestra experiencia y que nos permitirá
conductas complejas.
Es esta zona prefrontal, especialmente plástica en la infancia, la que caracteriza la
desproporción del cerebro humano respecto al tamaño de su cuerpo en
comparación a otras especies.
Es esta zona la que nos diferencia de otras especies porque ahí reside nuestra
conciencia, personalidad y nuestra capacidad de planificar. Todo aquello que más
nos caracteriza como personas.
El estudio de la neurociencia muestra la base biológica y sitúa en determinados
circuitos cerebrales la base de muchas conductas sociales y complejas.
Se ha comprobado la relación entre un trastorno de una o más zonas del cerebro
o sus neurotransmisores y sus manifestaciones de comportamiento. Por ejemplo,
la enfermedad hereditaria de Huntington se manifiesta por irritabilidad,
comportamientos impulsivos, violencia, depresión…. y, en general, se considera
que la mayoría de las enfermedades complejas del comportamiento humano
(esquizofrenia, trastorno bipolar, psicosis maníaco-depresiva) son de naturaleza
poligénica. Ref Sacristán, H. y C. Cervino. 2004. Bases Neurobiológicas de la
Conducta Humana.
Pero la relación entre cerebro y conducta no es mecánica: los mismos cambios en
el cerebro no producen los mismos efectos conductuales porque nuestro
aprendizaje ha generado conexiones neuronales distintas en distintas personas.
Es decir, hemos aprendido cosas distintas y modificado el “hardware” de
nuestro cerebro. Ref Grupo de Habilidades en Salud Mental de la SEMG.
David Bueno (Universidad de Barcelona) explica cómo cambia nuestro cerebro
con el aprendizaje

Cuando nos referimos a la conducta, que es el objeto de este comentario, nos


encontramos con que nuestro sistema nervioso produce unas conductas básicas,
en parte instintivas y automáticas (desde el reflejo de toser o apartar la mano si
nos quemamos) y otras conductas sociales complejas, aprendidas, las que
solemos asociar a nuestra cultura y personalidad.
El aprendizaje de las conductas complejas va a condicionar nuestra vida.
El mecanismo es simple: tenderemos a repetir las experiencias que nos han
resultado satisfactorias y evitar las que nos producen desagrado.
Por tanto, cada aprendizaje condiciona nuestra siguiente experiencia: repetiremos
o evitaremos una conducta en función del resultado de la experiencia anterior,
excepto que decidamos en algún momento “romper” el aprendizaje con
experiencias nuevas. Algo que algunos llaman “salir de la zona de confort”.
En otro nivel, el molecular, hay unas sustancias (neurotransmisores y hormonas)
que tienen una importante influencia en las conductas complejas. A pesar de que
hay diversos neurotransmisores importantes en la conducta, por simplificar voy a
referirme sólo a un neurotransmisor y una hormona:

 A la Serotonina se la conoce como el “neurotransmisor del bienestar”, está


implicada en múltiples procesos, interviene en los trastornos depresivos y
su regulación afecta al estado de ánimo y la ansiedad.
 El Cortisol es una hormona producida por la glándula suprarrenal que se
libera como respuesta al estrés por acción del hipotálamo. Tiene, entre
otras, una función de activar una respuesta de “lucha o huida”, el aumento
temporal de la producción de energía y además “inhibe” los otros procesos
que no son necesarios para la supervivencia inmediata.

El estado de ánimo óptimo para ser productivos


¿Somos muy productivos cuando estamos enfadados o tensos o tenemos miedo o
ira? ¿O lo somos más cuando nos sentimos confiados y de buen humor?
¿Podemos ser comunicativos y creativos en momentos de tensión o ira?
Ser negativo y crítico aumenta si estás de mal humor, tenso o inseguro.
Cuando estás feliz te resultará más difícil ver lo negativo a tu alrededor.
Y esto tiene mucho que ver con los neurotransmisores que acaban provocando la
liberación de hormonas.
Hay muchas evidencias al respecto. Respecto a la serotonina, el equipo de Brian
Knutson (Universidad de Stanford) estudió su efecto con dos grupos cuyo objetivo
era hacer figuras con un juego de rompecabezas (Tangram). A uno de los grupos
se le elevó farmacológicamente el nivel de serotonina: este grupo mostró mayor
eficacia, cooperación y disminución de la agresividad.
Los menores niveles de Serotonina se relacionan con más competitividad y
rivalidad.
Barbara L Fredrickson (Universidad de Michigan), hizo un estudio con dos grupos:
uno miró imágenes agradables (humor, alegría, bienestar) antes de la tarea a
realizar (resolver problemas diversos) y el otro imágenes de tensión, miedo,
incertidumbre.

El primer grupo fue superior en la resolución de problemas y tenía mayor


capacidad para afrontar situaciones difíciles que el segundo.

Se hizo una segunda prueba con dos grupos ante una situación estresante (tenían
que hacer una presentación en un minuto y exponerla, serían evaluados).
Tras hacerlo todos tenían más elevadas las hormonas del estrés.
Tras terminar se dividieron en 4 grupos: se les dijo a todos que había sido una
broma e inmediatamente se les presentaron imágenes.
Un grupo visionó escenas de diversión otro de felicidad, otras escenas neutras y el
último escenas de tristeza. 
La recuperación de los dos primeros grupos fue rápida, más lenta la tercera y
mucho más lenta la cuarta.
La teoría de Barbara L. Fredrickson y Christine Branigan, es que las emociones
positivas amplían el alcance de la atención y los repertorios de pensamiento-
acción: mientras que muchas emociones negativas generan acciones específicas
(por ejemplo atacar, huir), las  emociones positivas amplían el repertorio de
pensamiento-acción y aparece una mayor gamas de comportamientos  como
jugar, explorar, saborear e integrar…
Marta Ligioiz: Doctora, Profesora de Liderazgo Emocional (e inspiradora de este
post):
Las emociones
Una forma muy antigua de comunicación son las emociones, que sin palabras
permiten -a través de la comunicación no verbal-  que los demás sepan cómo nos
sentimos y guían nuestra acción. Las emociones son reacciones psicofisiológicas
que generan reacciones como cambios en la frecuencia cardíaca, sudoración,
expresiones faciales, alteran la atención, generan conductas y activan redes en
la memoria. Ref NCBI

Por simplificar vamos a clasificar las emociones en dos grupos:


Negativas: como Miedo, Enfado, Tristeza, Vergüenza, generan Cortisol u
hormona del estrés.
Positivas: Alegría, Confianza, que generan Serotonina
Y recordemos uno de los mecanismos básicos de la conducta humana,
la empatía, la capacidad de percibir, compartir y comprender lo que otro siente.
Volvamos a una pregunta que hacía anteriormente: ¿Cuándo eres más creativo?
¿Cuándo puedes aprender más? Cuando predominan las emociones positivas.
¿Puedes ser muy productivo o creativo en situaciones de enfado o agresividad?
Probablemente no.
Las conexiones cerebrales funcionan con mucha más eficiencia en
situaciones de confort, confianza y alegría: nuestro cerebro es más ágil,
procesa más información que cuando estamos enfadados, sentimos miedo o
agresividad.
El liderazgo según la neurociencia
Sobre esta base -simplificada- podríamos decir que la función de liderazgo debería
tender a crear emociones positivas para generar equipos productivos (serotonina)
y disminuir las emociones negativas relacionadas con el cortisol.
El líder que genera en su equipo sentimientos de peligro e incertidumbre
crea en éste aumentos de cortisol y va a limitar la creatividad y el trabajo en
equipo.
Las personas reaccionamos al peligro con la inhibición o respuestas de miedo-
ataque-huida y odio.
Es el vínculo con los demás el que genera relaciones de colaboración.
¿Cómo actúas cuando te sientes bien, feliz? No hablo de eufórico sino
simplemente bien. Eres rápido, optimista, amigable, agudo, ríes, tu cerebro ha
liberado un montón de recursos que te hacen ser más inteligente y competente.
¿Y cuando estás de mal humor o triste?: criticas, ves lo peor de las situaciones,
estás bloqueado.
¿Se puede pedir a alguien enfadado ser innovador?
Es el buen humor el que hace estallar todos los recursos de nuestro cerebro.
El buen humor liberará neurotransmisores que incitan a la colaboración y los bajos
niveles de cortisol permiten generar serotonina y apreciar el reconocimiento por el
trabajo bien hecho.
La ira activa al sistema nervioso periférico: se inicia la fase de lucha, huida y odio.
Pero para generar emociones positivas resulta fundamental que el líder aprenda a
controlar sus propias emociones porque la empatía de nuestro equipo (que antes
mencionaba) detecta rápidamente las incongruencias.
Que el manager intente disimular sus emociones, no le va a servir. La empatía
hace que nuestro equipo perciba si realmente estamos siendo coherentes entre lo
que decimos y lo que sentimos.
Mi equipo va a sentir lo que yo siento (no lo que digo) y sentirán lo mismo, de ahí
la importancia de la autenticidad.
Se consciente de lo que sientes (autoconciencia) porque inyectarás la
emoción que proyectas.
Pero no te confundas, no se trata de que un poco más de serotonina o cortisol lo
explique todo…se trata de que el liderazgo debería fomentar la seguridad en el
equipo:
El mensaje es “puedes equivocarte” porque yo también cometo errores y tengo
mis fortalezas y debilidades.
Generar cambios requiere de coherencia y repetición:
Nuestro cerebro reaprende una conducta si recibe un mensaje coherente que se
repite el suficiente número de veces y se recompensa el cambio de forma
persistente.
La importancia para Recursos Humanos es que muchas veces hemos tenido
un rol que despierta la reacción “amenaza” en muchas personas. Nuestro rol
debe fomentar entornos que no sean agresivos con las personas porque
muchas veces las personas ya están motivadas y el secreto es evitar que se
desmotiven.
Las personas deben confiar en nosotros y en los miembros del equipo para evitar
el miedo y por tanto evitar conductas de huida porque miedo e incertidumbre
generan estrés y cortisol.
Objetivo: Pasar del miedo a la confianza.
¿Disminuimos el miedo y trabajamos la confianza en el equipo? 

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