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UNIVERSIDAD DE LOS LLANOS

Compromiso con la paz y el desarrollo regional

Grupo n° 2
Licenciatura en Pedagogía infantil – Facultad de Ciencias Humanas y de la
Educación.
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AUTOR: Fernando Carreño H.
TEXTO: Enfoque y principios teóricos de la evaluación
CIUDAD: México
CASA EDITORIAL: Trillas
FECHA:1991
CAPITULOS: Capítulo 3 ¿Qué diferencia hay entre medir y evaluar? – Capitulo 4 ¿Qué
relaciones existen entre la evaluación y los demás momentos y elementos del proceso de
enseñanza- aprendizaje – Capitulo 5 ¿Cómo altera e actual concepto de evaluación a las
prácticas tradicionales en este campo? – Capitulo 6 ¿Cómo se clasifica la evaluación

OBRA: El autor expone la diferencia y la relación que hay entre calificar, medir y evaluar
un proceso de enseñanza – aprendizaje, allí evidencia la convergencia de los momentos,
elementos y procedimientos del anterior proceso, y hace una crítica a la carencia de las
funciones que tiene el docente como evaluador a partir de la comparación del modelo
evaluativo actual con el tradicional.

VALORACIÓN CRITICA:

La evaluación es un término muy conocido en el mundo de la educación, debido a


que los docentes como formadores de individuos que transforman sociedades, tienen la
responsabilidad de orientar los procesos de enseñanza - aprendizaje de sus estudiantes, con
el fin de buscar el mejoramiento de los mismos. Sin embargo, algunos educadores no lo
hacen, debido a que confunden o desconocen la importancia de interpretar los resultados
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que ofrece la evaluación, y los lleva aplicar conceptos como los de medir y calificar que
presentan otros propósitos.

Para comprender con detalle dicha confusión, es necesario que el educador


diferencie las funciones que tiene medir, calificar y evaluar. El acto de medir, que es
previo a la evaluación, analiza la información que surge en cumplimiento de los objetivos o
propósitos planeados y diseña un informe sobre los factores que favorecieron o dificultaron
el proceso de enseñanza - aprendizaje. Al calificar, se toma dicha información y se le
atribuye un significado simbólico, basado en el nivel de conocimiento que ha construido o
memorizado el estudiante.

Hasta este punto, se puede evidenciar una cuantificación del conocimiento, debido a
que “se le ha conferido una función mecánica, consistente básicamente en aplicar
exámenes, acreditar materias, asignar calificaciones y certificar conocimientos al final de
los ciclos escolares” (Oviedo Moran, 2007, p.12) sin embargo, esto no es suficiente para
mejorar el objeto de evaluación, porque lo mencionado no genera una retroalimentación y,
por consiguiente, no permite tomar decisiones pertinentes enfocadas al cambio e
innovación del proceso de enseñanza –aprendizaje de cada uno de los estudiantes.

Ahora, haciendo referencia a la educación inicial, que es la etapa en donde se


establecen las bases de las estructuras cognitivas. La medición y la calificación no permite
al docente repensar el acto educativo, dejar de concebir al sujeto como un número y
preocuparse por conocer del estudiante “qué sabe, qué no sabe, cómo lo sabe, y lo que es
más importante gracias a qué, sabe lo que sabe” (Carreño, 1991), Así mismo, le resta
importancia al desarrollo de objetivos o propósitos que guardan estrecha relación con la
selección de procedimientos, los recursos, el tiempo y la calidad que requiere un verdadero
proceso de enseñanza – aprendizaje.
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En esta experiencia educativa, la cuantificación del conocimiento debe generar unos


resultados que, a partir de un análisis, una interpretación y una valoración de los mismos,
den surgimiento a una visión real del concepto de evaluación, en donde se contempla una
relación reciproca de aprendizaje entre el docente, el estudiante y el contexto, que permita
transformar la realidad social, en nombre de la educación escolar.

Para que esto sea posible, el proceso de enseñanza – aprendizaje debe pasar por tres
momentos que establece Carreño (1991) en su libro: enfoques y principios teóricos de la
evaluación. Empezando por la planeación, que permite diseñar una serie de actividades
enfocadas al cumplimiento de metas o propósitos educativos, que con la ejecución se
pretenden cumplir, y con la evaluación se hace posible reajustar dicha planeación a partir
de los resultados, porque es constante en el desarrollo de estos dos primeros momentos.

Por último, el autor ofrece la evaluación diagnostica para conocer los saberes
previos del estudiante, la evaluación formativa para retroalimentar el desarrollo del curso y
la evaluación sumaria para asignar una calificación final. Esto con el fin de establecer
claridad al momento de evaluar todo proceso de enseñanza – aprendizaje, y evitar que tanto
docentes como educandos y sociedad la conciban como “un arma de intimidación y
represión que algunos profesores suelen esgrimir en contra de los alumnos” (Oviedo
Moran, 2007).

BIBLIOGRAFÍA

- Carreño, Fernando H. (1991). Enfoques y principios teóricos de la evaluación. México:


Trillas.
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- Oviedo Morán, Porfirio (2007). Hacia una evaluación cualitativa en el aula


Reencuentro, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco Distrito
Federal, México

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