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Universidad de Santiago de Chile

Facultad de Humanidades
Escuela de psicología
Técnicas de intervención clínica

La Transferencia desde el Psicoanálisis.

Integrantes:
Bárbara Brito Hormazabal
Javiera Droguett Guevara
José Tomás Inostroza Villanueva
Profesor: Cristian Zegpi
En la actualidad, es sabido que la transferencia es uno de los pilares
fundamentales de la terapia psicoanalítica, puesto que permite identificar los
conflictos y resistencias del paciente, sin embargo, el camino que se ha recorrido
para llegar a entender la transferencia como tal ha sido complejo, incluso hasta
ahora en la literatura respecto al psicoanálisis, existen pocas referencias acerca de
la teoría de la transferencia (Macalpine, 2019). Por lo anterior, cabe preguntarse
¿Cómo emerge la transferencia?, ¿cómo se llega a conceptualizar?, ¿cuáles han
sido sus implicancias?

Para dar respuesta a estas interrogantes es preciso remontarse a las bases


de la terapia, es decir, la hipnósis. Cuando Freud comenzaba a formular su teoría
basándose en los postulados de Charcot y Breuer, hablaba acerca de la sugestión
que se encontraba presente en la hipnósis; la sugestión se trataba del Yo, el que era
separado del Yo ideal y este a su vez, transferido a quien sugestiona (Macalpine,
2019), es decir, el Yo y el Yo ideal se disocian, por lo que se pierde la noción de
realidad entregada por el Yo ideal, otorgando esta responsabilidad al sugestionador,
por lo tanto es él quien dicta el comportamiento y propicia que el paciente devenga
sugestionable para de esta forma ser guiado y pueda sacar lo reprimido. Entonces,
al generarse esta suerte de dependencia del paciente hacia el sugestionador, se
concluye que “la hipnosis constituye un vínculo libidinal mutuo”. (Macalpine, 2019,
p.228).

Ahora bien, aún sabiendo que en los escritos preanalíticos y en los inicios del
psicoanálisis no se llegó a conceptualizar lo que ocurría entre paciente y terapeuta,
tanto en la hipnósis, en la sugestión, y en las diversas técnicas que se desarrollaron
previas al psicoanálisis como tal, por lo descrito anteriormente, se puede decir que
siempre existió “algo” entre ambas partes y si bien, fue mutando y por tanto, se fue
comprendiendo mejor, se mantuvo una constante que los mantenía ligados y les
adjudicaba un rol a cada uno, por lo general asimétrico.

Para entender cómo se fue desarrollando la teoría Freudiana y cómo se


fueron conceptualizando las dinámicas de la cura analítica, se debe saber que
Freud aprendía de sus pacientes; observaba y luego teorizaba. Precisamente esto
ocurrió con la transferencia, puesto que uno de los casos clínicos más famosos
permitió que formulara por primera vez un planteamiento respecto a la transferencia:
el caso Dora. Dora, una joven con una serie de conflictos internos que devinieron en
problemas de salud, fue clasificada como histérica, por lo que inicia el tratamiento
con Freud por primera vez en 1901, y luego de un tiempo de tratamiento, abandona
el análisis de forma abrupta. Freud, plantea que la razón de esto fue que él le
recordaba al señor K (uno de los implicados en los conflictos de Dora) y que al
abandonar la terapia, en verdad abandonaba al señor K en venganza. Para que esto
se entienda mejor aún con la falta de contexto respecto al caso, se puede decir que
Dora actuó con Freud y su cura analítica, como hubiera actuado con el señor K, y
Freud al no actuar frente a esto, no pudo mantener a la joven en el análisis. (Freud,
1905)

A partir de esto, Freud (1905) define en primera instancia la transferencia


como “reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías [...] una serie de
vivencias psíquicas anteriores no es revivida como algo pasado, sino como vínculo
actual con la persona del médico” (p.101). Esto también se puede entender como si
las dinámicas que ha vivido el paciente se desplazaran al mismo ritmo que él y por
tanto, se mantenga un patrón en la forma de relacionarse o bien, se busquen
personas en quien repetir este patrón. Es importante dar énfasis a lo anterior,
puesto que comienza a dar luces de lo que está implicado en la transferencia.

Unos años después, cuando la teoría psicoanalítica se encontraba más


pulida, Freud (1912) realizó algunas puntualizaciones que permitieron comprender
las razones subyacentes a la transferencia. En primer lugar, plantea que “si la
necesidad de amor de alguien no está satisfecha de manera exhaustiva por la
realidad, él se verá precisado a volcarse con unas representaciones-expectativa
libidinosas hacia cada nueva persona que aparezca” (p.98). Esto quiere decir que el
paciente inviste líbido en el analista, lo que está regido a los modelos preexistentes
que ha formado hasta el momento.

Por otro lado, plantea que la transferencia está directamente relacionada con
las resistencias que emergen durante el análisis, puesto que la libido pasa por una
regresión, reanimando imagos infantiles y alimentando fantasías infantiles, por lo
que todas las fuerzas libidinales que causaron esto se elevan como resistencias
para conservar ese estado (Freud, 1912). Esto a primera vista puede parecer
contraproducente para la cura, sin embargo, es fundamental para alcanzarla, ya que
al identificar la transferencia, se puede entender qué es lo que está reprimiendo el
paciente y de esta forma generar una guía que logre derribar las resistencias.

Esta concepción es lo más cercano a la definición actual con la que se


comprende la transferencia, sin embargo, no es la única que ha existido durante el
tiempo. Los postulados de Freud son el punto de partida de diversas lecturas que se
complementan o van modificando la noción del tema en cuestión.

Cuando Freud descubre en un inicio esta idea de la transferencia, la


interpreta como un obstáculo para la práctica clínica, sin embargo, con el tiempo se
da cuenta de la utilidad que tiene para esta el poder conocer las resistencias del
analizado. Y es que esta dinámica consiste en que el paciente desplaza y proyecta
contenidos, ya sea representaciones o vínculos del pasado, en la imagen del
terapeuta y la relación analítica actual. En este momento, la transferencia era
concebida como resistencia a la cura, pues el repetir modelos anteriores en la
escena terapéutica deviene en una resistencia a analizarlos, lo cual ralentiza el
tratamiento. (Sánchez, 2013, p.53).

Esta sustitución, proveniente del Inconsciente, se divide en transferencias


positivas, en la cual el afecto proyectado en el otro (el analista en este caso) es de
carácter amistoso o de amor, lo cual permite que el terapeuta se integre al mundo
psíquico del paciente; y en transferencias negativas, las cuales se basan en
hostilidad y aversión hacia el terapeuta. Ambos tipos de transferencias pueden
representar la ambivalencia afectiva que se tenía en una infancia con los imagos
parentales entre el amor y odio, y que por tanto resurgen en las relaciones
posteriores.

La transferencia es fundamental en el tratamiento clínico, pues permite que


se desplieguen y desarrollen los conflictos que angustian al paciente y de los cuales
no tiene noción consciente aún.

Se considera que la transferencia está regida bajo el principio del placer,


pues esta repetición es en base a lograr un desenlace mejor al experimentado
anteriormente. En este intento se apoya, al fin y al cabo, la posibilidad de un
tratamiento psicoanalítico. (Etchegoyen, 2014, p. 126)
Es menester aclarar que, y como se menciona en La dialéctica de la
transferencia según Lacan, Freud insiste en que la transferencia no depende del
análisis, esta ya existe previamente y es el análisis quien la simboliza. (Etchegoyen,
2014, p.124).

Desde esta base comienzan a forjarse diversas perspectivas de lo que es la


transferencia. Una de ellas es la perteneciente a Lacan, el cual introduce la idea del
Otro y la relación que se forja con el paciente, donde el primero se posiciona en el
lugar de saber, quién posee la verdad y la capacidad de interpretar. Se establece la
idea de la dialéctica dentro de la terapia, como un vaivén del contenido entregado
por el paciente al analista y al revés. Sin embargo, Lacan observa la transferencia
como un punto de detención u obstáculo en la terapia, donde se irrumpe este
movimiento dialéctico como consecuencia de la misma transferencia del analista al
paciente como preconcepción, la cual debe ser irrumpida.

La teoría de la transferencia de lacan tiene sin duda un soporte teórico


en la diferencia entre lo imaginario y lo simbólico. En tanto la transferencia es
siempre un fenómeno imaginario, lo que tiene que hacer el analista es
romperlo, transformar la relación imaginaria en simbólica. Es de notar que
esta cura “quirúrgica”, de corte, de ruptura, no depende del nivel que ha
alcanzado el proceso, sino enteramente del analista, hasta el punto de que
no hacerlo es siempre un fenómeno de contratransferencia. (Etchegoyen,
2014, p.134)

Como contraste a esta lectura, se pueden desplegar los postulados de Melanie Klein
acerca del concepto de transferencia los cuales siguen la línea Freud, mas
considera esta universal pues se da no sólo en el espacio terapéutico, sino en todas
las interacciones existentes desde el inicio de la vida. En el análisis el pasado se va
reviviendo gradualmente y cuanto más profundamente penetramos en el
inconsciente y más atrás podamos llevar el proceso analítico, tanto mayor será
nuestra comprensión de la transferencia. (Etchegoyen, 2014, p.183). Así, al unir su
trabajo con infantes y en diferencia a la información aportada por Freud al tema,
acentúa la importancia en la constitución temprana y las relaciones infantiles, pues
establece que la forma en que los sujetos manejan los conflictos y sus ansiedades
se remonta a los mecanismos de defensa establecidos en las etapas tempranas del
desarrollo (Ungar, 2008, p.246) . De esta forma la transferencia debe ser analizada
e interpretada de forma imparcial, ya sean transferencias positivas o negativas, en
pacientes adultos o en niños, neuróticos o psicóticos. (Etchegoyen, 2014, p.186).

De esta manera, es posible encontrar un camino guía para comprender qué


es y cómo funciona la transferencia dentro del psicoanálisis, no obstante se debe
mantener una postura crítica a lo ya establecido, e ir comprobando en la práctica lo
hipotetizado en la teoría.

La dinámica transferencial, bautizada bajo la óptica psicoanalítica, es también


un punto de encuentro, aunque no sin conflictos, con otras posturas teóricas y
técnicas del quehacer psicológico. Los diversos enfoques difieren de lo expresado
anteriormente desde las mismas concepciones del aparato psíquico, como lo es por
ejemplo la noción del inconsciente y su implicancia en el comportamiento del sujeto.

Tal es el caso de enfoques derivados de las teorías del apego de Bowlby,


que, según Ruiz (2013) problematiza el elemento proyectivo de ésta, proponiendo
que no se trata de de deseos reprimidos del inconsciente, sino más bien las
primeras vivencias de apego experimentadas por el sujeto. Esto último conecta
mejor con diversas teorías que fluyen desde pensamientos cognitivos de la terapia.

No obstante, la Terapia Cognitiva de Beck y Terapia Racional Emotiva


Conductual de Ellis conciben a la transferencia, contratransferencia y la resistencia
de los individuos como productos de “cogniciones disfuncionales” de los
involucrados en la sesión. Es decir, que la transferencia es entendida como
percepciones equivocadas e irracionales del paciente por sobre el psicólogo. Los
sentimientos ya sean positivos o negativos vendrían a ser nada más que elementos
que presentarán resistencia a la evolución deseada en terapia y la
contratransferencia también seguiría esta lógica.

El texto menciona que una de las variantes más famosas del psicoanálisis, la
perspectiva relacional, se basa (como bien dice su nombre) en la relación o el
vínculo entre el paciente y el terapeuta, sosteniendo que la neutralidad como tal es
una misión imposible y que hay que enfocarse en el trabajo de las propias
contratransferencias del analista (mediante la supervisión por parte de otro analista).
Además se propone que el psicoanálisis debe estar en comunicación con otras
perspectivas tales como las neurociencias o la misma psicología cognitiva para
establecer una terapia más completa en estos tiempos. Como idea final, se
establece que la transferencia no va a ser el elemento principal de la experiencia en
clínica sino más bien la relación, el vínculo en esta díada, lo que se conoce como el
objeto bueno.

La transferencia es un concepto que sin lugar a dudas propone un


moldeamiento particular de la terapia, en especial si se trabaja desde el
psicoanálisis, pues, este concepto adquiere mayor relevancia si se sitúa bajo
perspectivas que hagan uso y trabajo del inconsciente. Por otro lado, visiones
cognitivas más cercanas a las corrientes de Beck y Ellis van a entender la
transferencia y sus conceptos asociados como simples obstáculos de un orden más
irracional que desarrollará resistencias para el desarrollo de la terapia.

El concepto en sí puede ser entendido, discutido, acogido o corregido desde


distintas vertientes del conocimiento. Sin embargo, es relevante reconocer su
importancia para el trabajo en terapia y su utilidad si el terapeuta ajusta bien la
teoría y la técnica a su experiencia clínica. Dentro de la importancia de la
transferencia en el trabajo psicoterapéutico se defiende que ayuda a saber en qué
posición se encuentra el analizado, como si esta sirviera de mapa que oriente el
camino que deba tomar la terapia. Sin embargo, hay que saber reconocer el
fenómeno transferencial o contratransferencial. De lo contrario, la experiencia en el
trabajo terapéutico se verá afectada, imposibilitada de avanzar o frustrada en la
búsqueda de la cura.

Por otro lado, se recalca que el elemento vincular en la terapia pasa a tener
un peso mayor en la terapia de manera transversal. Esto es independiente de la
corriente psicológica o metapsicológica a la cual se adhiera, y promete buen
pronóstico para el avance en el cuidado de la salud mental de los pacientes.

Como se ha podido apreciar a lo largo del ensayo, la conceptualización del


fenómeno e incluso de la teoría como tal, pasa por diversas mutaciones, las que
buscan constantemente el perfeccionamiento. Esto hace ver los errores de una
forma beneficiosa, puesto que moviliza a reformular lo que ya se ha descubierto y
brindar más y mejores herramientas a los terapeutas para guiar al paciente a la
cura. Además de solo ver los errores, es de suma importancia mantenerse críticos
ante la teoría establecida, puesto que puede llegar a ser un dogma, y como han
demostrado otros autores, la teoría Freudiana no es una verdad absoluta y debe
estar sujeta a modificaciones que puedan adaptarse de cierta manera a la
subjetividad del paciente, ya que la mayoría de las veces, esta diferirá de la teoría
general.

A propósito de esto último, cabe replantearse la labor del psicólogo clínico, la


cual siempre debe estar volcada hacia el desarrollo y la evolución del analizado,
donde se trabaje en conjunto la simbolización y resignificación de las experiencias,
en busca del bienestar actual. Para ello es necesario no solo suscitar un vínculo
positivo entre terapeuta-paciente, sino también una constante introspección por
parte del analista y su rol dentro de la dinámica terapéutica, como una herramienta
promotora de la agencia del paciente dentro de su propio conflicto. De esta forma,
para que la práctica psicoanalítica efectivamente pueda brindar un espacio en
donde el sujeto pueda expresar su subjetividad, es necesario que el psicoanalista se
enfrente a su caída, es decir, debe entender que la su propia imagen se debe
desvanecer y dar lugar por completo a la voz del paciente. (Rueda, 2021).

El concepto, elaborado por el psicoanálisis pasa a ser producto de las


complicaciones técnicas, los obstáculos del profesional o los sentires surgidos en la
terapia, los cuales movilizan a la conceptualización y nombramiento de algo que ha
estado presente en las relaciones humanas y en la díada paciente-terapeuta: la
transferencia.

El mismo problema que puede adolecer al analista se convierte también en


una ventana de oportunidades para el cambio en la técnica y la búsqueda por un
mejor trabajo con el paciente.
Referencias
Etchegoyen, H. (2014). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Amorrortu.
Buenos Aires, Argentina.
Freud, S. (1978). Fragmento de análisis de un caso de histeria. En Obras
Completas. Volumen VII (1901-05). (pp. 1-108). Buenos Aires: Amorrortu
Editores. (Trabajo originalmente publicado en 1905 [1901]
Freud, S. (2012). Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos consejos
sobre la técnica del psicoanálisis). En J.R. Etcheverry (traduc.). Obras
Completas: Sigmund Freud. Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu Editores
(trabajo original publicado en 1914)
Freud, S. (2012). Sobre la dinámica de la transferencia. En J.R. Etcheverry (traduc.).
Obras Completas: Sigmund Freud. Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu Editores
(trabajo original publicado en 1912)
Malcapine, I.. (2019). El desarrollo de la transferencia. (Puig, M, trad). Affectio
Societatis, 16(30), 225-263. (Obra original publicada en 1950).
Rueda, A. C. (2021). Transferencia y las implicaciones políticas del análisis.
Teoría y Crítica de la Psicología, 15, 156-165.
Sánchez, J. J. R. (2013). Transferencia y contratransferencia. Del Psicoanálisis a la
Psicoterapia Analítica Funcional. Realitas: revista de Ciencias Sociales,
Humanas y Artes, 1(2), 52-58.xs
Ungar, V. (2008). A transferência em sua perspectiva clínica. Jornal de Psicanálise.
São Paulo, Brasil.

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