Está en la página 1de 3

Clase 14: transcripción de los puntos más resaltantes:

Ya estudiamos la clase pasada toda la sustentación dogmática y procesal de las


características de la víctima en el nuevo proceso penal. La novedad es la existencia del
querellante adhesivo, es decir, aquella institución precedente al derrotero del proceso penal
que sale a juicio con las prerrogativas y facultades victimológicas, pero en la orientación
anglosajona de defender intereses grises/sociales, como los ambientales, de género, de
derechos humanos, etc.

Por eso, las características de ese querellante no es como el querellante de los delitos
contra el honor (particular de iniciativa privada que sustituye en el interés persecutorio al
ministerio público), sino que este querellante particular, como lo define el NCPP, tiene que
ver con la actuación/representación de la sociedad civil en supuestos de hecho en que tal
vez no hay una defensa que se pueda individualizar plenamente desde la perspectiva global
de la víctima, pues se refiere a intereses difusos.

El día de hoy comentaremos la sentencia del TC en el expediente 03378-2019-PA/TC, del


06 de marzo del 2020. Esta sentencia sentó precedente en nuestra judicatura. De hecho, ya
había una orientación de comprensión de la naturaleza de los delitos sexuales en
jurisprudencia previa, por ejemplo en aquella que separó el escenario de los delitos de
seducción de los delitos de violación -> en aquellas relaciones consentidas de víctimas de
14 a 18 años, la Corte Suprema optó por una aplicación del principio de determinación
mucho más atenuada que la de la hipercriminalización, pues hay una comprensión de que
la sexualidad adolescente es distinta de la sexualidad infantil desde el punto de vista de su
autodeterminación y de su protección jurídica.

Entonces, en algunos delitos sexuales, cuando la víctima tenía presuntamente de 14 a 18


años, hizo que la Corte Suprema de alguna manera creara ciertas condiciones de
liberalización del ultraconservadurismo en el que se sustentaba la criminalización de la
seducción. Pero la sentencia que trataremos hoy tiene particular relevancia por su
trascendencia en el tiempo.

La jurisprudencia del caso Chirinos, en términos victimológicos, afirma que: cuando hay
disyuntiva entre el dicho del presunto agresor (sexual en esta jurisprudencia) y el de la
agravada, se presume verdadero el dicho de la víctima. El imputado tendrá que probar su
inocencia. Hasta ahora los criterios de protección victimológica de la víctima en delitos
sexuales ya se aplican, están en el debate público.

La sentencia del TC establece medidas de protección para la víctima de violencia, que se


pueden dictar sin escuchar al agresor. Esto tiene que ver con la promulgación de la ley
30364, que es de protección a la pareja víctima en la unidad doméstica y a los integrantes
del grupo familiar que intervienen en el momento del maltrato físico o similares.

La jurisprudencia que, si bien es cierto NO existe una norma específica que disponga
expresamente que las medidas de protección se deban dictar sin que se oiga al agresor, en
el supuesto de encontrarse ante un escenario de violencia calificada como de riesgo severo,
el inciso b del art. 16 de la ley 30364, autoriza al juez a prescindir de la audiencia y actúe
con la urgencia que exige el caso: la racionalidad, la estructura de sentido de esta sentencia
del TC es el riesgo -> eventualidad de que vuelvan a maltratar a la víctima o de que ocurra
un feminicidio o tentativa de feminicidio.

¿Dónde se califica si existe el riesgo severo? En la ficha de valoración del riesgo, que es un
protocolo que se llena en la comisaría o directamente en la Fiscalía de Familia o hasta en el
juez de investigación preparatoria, quien puede tomar directamente la testimonial de la
agraviada o de quien represente al menor de edad.

Ahí nacen problemas de importancia desde el punto de vista del balance de la aplicación de
la ley: desde el punto de vista del género y el menor esta jurisprudencia es importante, pues
acá ni siquiera se dice lo del caso Chirinos (que en caso de duda se decanta por lo que dice
la agraviada en los delitos de connotación sexual), sino que acá, en caso de calificación de
un escenario de violencia caracterizado por ser de riesgo severo, el juez de familia, sin citar
al agresor, puede convocar, ordenar, medidas de protección como por ejemplo las
siguientes:
- que el agresor salga del domicilio de la víctima.
- el impedimento de acercamiento a la víctima por una dimensión dictada por el juez.
- que si desea ver a los hijos, lo anuncie, para que el régimen de visitas asegure la
protección de la víctima.
- prohibición de comunicación con la víctima por redes sociales, cartas, intranet, etc.
Ninguna comunicación.
- prohibición de disponer o enajenar los bienes muebles o inmuebles.
- tratamiento reeducativo terapéutico para la persona agresora.
- albergue de la víctima en un establecimiento que garantice su seguridad.

En el inciso 17 de la sentencia, el TC sostuvo que el derecho de defensa garantiza que toda


persona que participa en un proceso judicial NO quede en estado de indefensión, pero ese
derecho a ser oído no proyecta las facultades e inmunidades que en su nombre se
encuentran garantizados al ámbito exclusivo del proceso penal, sino que se irradia en
cualquier caso de procedimiento. Vale para todo procedimiento donde un tercero tenga la
facultad de decidir sobre los derechos y obligaciones de una persona, no solo para el penal.
-> Por tanto, los procesos especiales como el de medidas de protección sobre violencia
contra las mujeres e integrantes del grupo familiar, no son ajenos a este ámbito de
protección del derecho de defensa.

Entonces, hasta ahí se estaría diciendo que el impugnante tuvo razón, pero en el inciso 2 se
habla acerca de la determinación de la intervención en el ámbito prima facie garantizado por
el derecho de defensa. La jurisprudencia menciona que el TC observa, que de acuerdo con
el art. 16 de la ley 30364, el juzgado de familia, dentro de las 48 horas en caso de riesgo
leve o moderado identificado en la ficha de valoración de riesgo, o de las 24 horas en caso
de riesgo severo, contados desde que se toma conocimiento de la denuncia, se evalúa el
caso y resuelve en AUDIENCIA la emisión de las medidas de protección y/o cautelares
acordes con las necesidades de la víctima.

¿Puede participar el presunto agresor de violencia en la audiencia donde se va a definir la


aplicación de medidas de protección? Solo en el caso de riesgo severo el juez podrá
prescindir de la audiencia dada la urgencia de salvaguardar la integridad de la persona
denunciante. O sea, podríamos deducir que en los casos de riesgo moderado, en audiencia,
podría participar el presunto agresor, pero en casos de riesgo severo, prima facie se
aplicará sin audiencia las medidas de protección.

En los casos donde no se pueda determinar el riesgo, en el máximo de 72 horas el juez


evalúa el caso y resuelve en audiencia.

En el inciso 20 se observa que al regularse las medidas de protección dictadas en procesos


especiales por actos de violencia contras las mujeres, desde una mirada especializada
procesal, la ley 30364 ha creado un nuevo proceso especial, aunque no sea explícito,
porque ya no se aplica la lógica de un proceso penal común, sino que es uno especial. Es
un proceso especial por actos de violencia contras las mujeres e integrantes del grupo
familiar.

El dictado de una medida de protección no significa la atribución automática de la


responsabilidad penal. El juez de familia trasladará al fuero penal la denuncia en caso de
que haya delito para que allí recién se plantee el proceso penal. Y las decisiones de corte
cautelar (ej. régimen de visitas, prestación de alimentos, patria potestad) no las define el
juez de familia que aplica medidas de protección en aplicación del 30364, sino el juez civil.

Conclusión: Si bien no hay norma específica que disponga que las medidas de protección
se dicten sin que se oiga al agresor en un supuesto de riesgo severo, el inciso b del art. 16
de la ley 30364 autoriza al juez a prescindir de la audiencia y actúe con la urgencia que
exige el caso. Y hay normas de carácter general, como el art. 25 (establece que en la
actuación de los operadores de justicia originada por hechos de violencia contra las mujeres
e integrantes del grupo familiar se evita la doble victimización de la persona agredida).

No hay derecho absoluto: los derechos fundamentales no son absolutos. Se encuentran


sujetos a límites o intervenciones en su ámbito prima facie protegido. Ello es consecuencia
de que el reconocimiento de un derecho fundamental no se formula de manera aislada a
favor de una única persona, sino en un marco más general como el reconocimiento de
diversos derechos fundamentales y otros principios o bienes constitucionalmente
protegidos. O sea, frente a dos derechos constitucionales protegidos, el juez debe ponderar
un equilibrio que no significa el desconocimiento de ambos, pero que inclina a la
circunstancia de mayor requerimiento para el ejercicio del derecho (teoría del balancing).

También podría gustarte