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21 DE ABRIL, 2021

Miguel Briante en JUAN

A partir de la investigación de Fierro, el autor de esta nota detecta con acierto las primeras
colaboraciones periodísticas del narrador Miguel Briante.

Por MATÍAS H. RAIA

Entre las páginas de El Porteño, año 2000, el pintor Carlos Gorriarena recordaba a Miguel Briante
con estas palabras: «A Miguel Briante lo conocí hace alrededor de treinta años en el mítico café
Moderno de la calle Maipú, un descampado enorme como el bar de una estación terminal. Yo
estaba esperando a no sé quién y él vino a mi mesa y se sentó. Me preguntó: ‘Vos sos el vasco
Gorri…?’. Lo recuerdo por lo de ‘vasco’. Miguel fue mi único amigo que me llamó de ese modo. Me
contó que estaba trabajando para una revista que se iba a llamar  Juan. La revista se llamó JUAN y
salió un solo número, pero con un largo reportaje (escrito como los dioses) sobre el bar Moderno,
su fauna de pintores, escultores, escritores y políticos. Por esos años era un pendejo muy joven.
Pero tras su pinta de Humphrey Bogart rubio, ya sabía demasiadas cosas».

Esta mención despertaba un doble interés: por un lado, ¿un largo reportaje sobre el bar Moderno?
Había que conseguir eso, la tarea de recopilar menciones, imágenes y anécdotas sobre el mítico
café porteño de los años 60 precisaba de esa pieza. Por otro lado, ¡¿una nota sobre el Moderno
escrita por Miguel Briante?! Que el autor de la novela Kincón (1975) y de los cuentos de Hombre en
la orilla (1968) haya frecuentado y escrito sobre ese antro de bohemia era una gran noticia.

Hacia 1967, Briante, con 23 años, ya resonaba entre los nuevos narradores de la
literatura argentina. A la par de Daniel Moyano, Juan José Hernández y Germán Rozenmacher,
de Sara Gallardo y de Liliana Heker, sus relatos y notas periodísticas venían circulando en el
universo textual argentino. A los 17 años, había sido seleccionado por la revista El escarabajo de
oro en un concurso de 1963 por su relato «Kincón»; también ese mismo año participaría como
colaborador en la famosa publicación de Abelardo Castillo. Al año siguiente, la editorial Falbo
Librero editor publicaría el primer libro de cuentos de Briante, Las hamacas voladoras.

Su primera obra fue bien recibida en reseñas de publicaciones contemporáneas y así comenzó a ser
leído como parte de la nueva ola de cuentistas de los 60s. En Las hamacas…,  aparecían marcas de
estilo que luego volverían en el resto de su obra: por un lado, la violencia política y la explotación;
por otro lado, los escenarios rurales o de pequeño pueblo y el lenguaje oral. Había en esos relatos
una propuesta literaria con futuro.

En 1965, Briante participaba de la fugaz revista Literatura y sociedad de Ricardo Piglia y Sergio
Camarda. El dato no es menor porque, a la par de su estilo literario, va definiendo a Briante en
cierta perspectiva ideológica, cercana a la izquierda pero no lejos del peronismo. Varios años
después, en una conversación con Rodolfo Walsh para el diario La Opinión, Briante define con estas
palabras su mirada política:

«Yo quería señalar un dato que me parece importante; es la diferencia de edad y experiencia que
hay entre nosotros. Empezando por el hecho de que Walsh alcanzó a vivir el peronismo que, para
mí, era una cosa teórica. Yo primero empecé a escribir. Después me situé en una revista literaria de
izquierda, digámosle. Y a partir de esa izquierda teórica empecé a entender al peronismo pero
también a un nivel teórico. Es decir, que era muy lejano. Creo que no soy único en eso». 

De este modo, en 1967, Briante se encontraba entre la izquierda y el peronismo, habiéndose


acercado desde «una cosa teórica» pero ya presto a dar cuenta de la realidad. Con un libro
publicado y varias participaciones en la prensa argentina, el joven autor recorría las calles porteñas,
se iba de copas con artistas plásticos, periodistas y literatos, opinaba sobre la realidad política y
sobre la literatura argentina con mirada ácida y certera.

Para volver, entonces, al reportaje sobre el Moderno mencionado por Gorriarena, las primeras
búsquedas fueron frustrantes. La revista JUAN parecía no haber existido. La mención de Gorriarena
tampoco aportaba muchos más datos: el nombre de la publicación, que había sido supuestamente
de número único, y no mucho más… En la senda, alguna que otra biblioteca contaba con un par de
números de una revista JUAN pero no el número 1 y en los ejemplares revisados no había noticia
alguna del Moderno ni siquiera de la Manzana Loca. ¡Qué desolador es adivinar una gran nota
en una revista inhallable! Tampoco los editores recientes de Briante o sus familiares
cercanos sabían algo al respecto… ¡nada, ningún rastro de Briante en el Moderno!

Cuando apareció en Fierro la exhumación de entrevistas de Francisco «Paco» Urondo de la revista


JUAN llegó la sorpresa. Se prendió la lamparita. Después de una lectura ansiosa, la introducción
escrita por Lautaro Ortiz reconstruía con datos e hipótesis la historia de la revista, de sus
colaboradores y entre sus líneas exhumaba: «Los reportajes a jóvenes artistas de fines de la
década (Marilina Ross, Gloria Prat, Alberto Fernández de Rosa o Bárbara Mujica) a veces
acompañados por notas sobre la noche de las vanguardias en Buenos Aires (hay una referencia al
bar Moderno de la calle Maipú, donde se lo ve a Carlos Gorriarena, Néstor Sánchez, Sergio Mulet y
otros noctámbulos)…».
Si bien Ortiz no mencionaba a Briante, todos los indicios llevaban al Moderno: una nota sobre el bar
legendario en JUAN y… ¡Gorriarena mencionado en ella! O era la revista que recordaba el artista, y
por ende el reportaje perdido de Briante, o se trataba de una publicación similar con una nota
similar lanzada desde un multiverso paralelo. Además, Ortíz en la nota pie señalaba que el inicio de
su investigación sobre JUAN había comenzado en la casa-taller de Gorriarena.

En efecto, la revista JUAN n°10, del 19 de julio de 1967, contiene una entrevista
inolvidable a la fauna del bar porteño, desfilan por esas páginas Néstor Sánchez, Sergio Mulet,
Martha Peluffo, Carlos Gorriarena… ¡y hasta Vicente Solano Lima! La nota no está firmada por
Briante, no tiene mención alguna del redactor a cargo pero el autor de  Las hamacas
voladoras  había formado parte del staff con mucha probabilidad tras estas pistas que se iban
conectando. Así, la constelación se cerraba: el Moderno, la olvidada revista JUAN y Miguel Briante
eran los vértices de un virtuoso triángulo en la cultura porteña de los 60.
En la nota sobre el Moderno, con el título lunfardesco «Los viernes, convención de jirafas», Briante
entrevista a varios habitués del bar, anota frases ingeniosas, contrasta bohemia y revolución, y da
cuenta de la fauna diversa que circulaba entre charla, café, ginebra y humo: artistas plásticos,
literatos marginales, periodistas, modelos, músicos, políticos… Las fotos retratan el clima de
bohemia y comunidad del legendario bar y la nota de color de Solano Lima sentado en una
mesa se destaca también en la nota con ironía: «¿Es lícito que Solano Lima tenga amigos
barbudos?». Tal como recordaba Gorriarena, y va un agradecimiento eterno a esa
memoria, el largo reportaje de Briante a la fauna del Moderno logra capturar un
espacio, un momento y una galería de personajes claves de la bohemia porteña de fines
de los 60s.
Además de la entrevista al centro neurálgico de la bohemia porteña, en otros ejemplares de
JUAN  aparecen reportajes que bien pueden vincularse con el recorrido de Briante por el Moderno.
Uno de estos realizado Sergio «El Yeti» Mulet, integrante del grupo y revista   Opium, boxeador,
escritor y sex-symbol. En esas páginas del n° 15 del 23 de agosto de 1967, con el título «Sergio
Mulet: A nosotros, ¡la libertad!», el autor de Soy tu patrón exhibe su fama en la bohemia cultural,
habla sobre Opium y sobre la inminente película Tiro de gracia. También, en el reportaje, Mulet
vuelve sobre el Moderno y su ecosistema: «¿Sabés qué es el bar? Es la familia que cada uno desea
y no tiene. Es la mujer, el pensar que uno puede ser poeta sin serlo. Es alimentarse de cosas que te
dan otros». El mano a mano entre el «Yeti» Mulet y Briante queda como una parada más del
recorrido turístico por el Moderno.  

El otro reportaje que puede atribuirse al autor de Las hamacas voladoras es el realizado a Néstor
Sánchez, novelista, cuentista, autor de obras de culto como Siberia blues y Cómico de la
lengua. Probablemente, Sánchez y Briante se hayan conocido en la redacción de
Confirmado o de Primera Plana; también podrían haberse visto en alguna mesa o en
algún evento de la Manzana Loca, es decir, el recorrido obligado de bares, galerías y
calles del microcentro porteño y alrededores que nucleaba a la vanguardia artística
porteña por aquellos años.

En todo caso, en la revista JUAN n° 5, del 14 de junio de 1967, bajo el título «Néstor Sánchez: a la
revolución por el aburrimiento», aparece un intercambio con el autor de «Diario de Manhattan» en
el que el humor, el jazz y la literatura conducen a una frase para grabar en mármol: «Además
siento que debo vivir mucho más heroicamente». La intención heroica que buscaba Sánchez por
esos años a través del acercamiento de la vida a la literatura tendría su epitafio muchos años
después con la frase: «Se me terminó la épica». En ese reportaje, todavía hay épica, intento y
también opiniones sobre Macedonio Fernández y Roberto Arlt, sobre David Viñas y Beatriz Guido,
sobre Allen Ginsberg y Cesare Pavese.

Unos años más tarde, en 1971, los caminos de Sánchez y Briante volverían a cruzarse cuando el
primero compilara el relato «Habrá que matar los perros» en Nuevos narradores argentinos,
publicado por la editorial venezolana Monte Ávila. La recuperación de esta entrevista, pues, también
es material valioso sobre Sánchez y sus reflexiones de una literatura sin complacencias.

Los textos hallados en la revista JUAN, reportajes a la bohemia porteña de fines de los 60, se
suman a la exhumación de los últimos años de la labor periodística de Miguel Briante en libros
como Desde este mundo. Antología periodística 1968-1995  (Emecé, 2004) y Entrevistas (Mil
botellas, 2019). Estos artículos le otorgan a Briante, a la par de su faceta de inolvidable narrador,
un lugar en el mejor periodismo cultural argentino junto a otros escritores como Paco Urondo,
Rodolfo Walsh, María Moreno y Sara Gallardo, entre otros y otras.

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