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VÉRTEBRAS ILUMINADAS
1
“El poema de los cinco sentidos” / “Vértebras iluminadas”
Carlos Alberto González Marín
Abril 2017
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PRÓLOGO
Carlos Alberto González Marín nació en Tacna el año 1900. Muy joven anduvo
entre Puno y La Paz en donde publica en 1922 su primer libro de prosas: “Epónimos”.
De regreso al Perú viaja a Lima y en 1925 edita el periódico “Reivindicación” que
aboga por la causa peruana en torno a la cuestión de Tacna y Arica, ambas ciudades
en poder de Chile. Integra, junto a Jorge Basadre y José Jiménez Borja, la “Sociedad
Juventud Tacna, Arica y Tarapacá” que entre sus actividades se cuenta la publicación
de un vocero titulado simbólicamente “La voz del sur”. En Lima también publica su
primer poemario: “El poema de los cinco sentidos” (1927), prologado por Jorge
Basadre. Retorna a La Paz donde colabora en diversos medios escritos y entra en
contacto con los exiliados peruanos: Federico More, Miguel Angel Urquieta, Rómulo
Meneses, entre otros. Ahí publica su segundo poemario: “Vértebras iluminadas”
(1929). Define su concepción política alrededor del aprismo. Al volver a Tacna (ya
reintegrada al Perú) funda el Comité Departamental del Partido Aprista Peruano en
1931 y entra a bregar en la lucha política al lado de Ramiro Pérez Reinoso, Gustavo
Neuhaus, Guillermo Auza Arce, Juan Arce Arnao, etc. En 1932 –el “año de la
barbarie”– es desterrado a Chile por el gobierno de Sánchez Cerro. Retorna en 1933 y
dirige “Justicia”, periódico aprista; al reanudarse la persecución contra los apristas,
parte nuevamente a Chile, ahí permanece hasta 1937, ese año regresa al Perú y se
instala brevemente en Arequipa. Dirige el diario “Crítica”. En los años cuarenta arriba
a Lima para radicarse indefinidamente. Tras publicar su último poemario, “El pastor
y la célula” (1942), se suma al proyecto de los patronatos escolares llegando a publicar
textos de divulgación sobre esta materia. Desde los años cincuenta concentra sus
esfuerzos en el estudio de Tacna y su historia, publica diversos libros que le
proporcionan fama de historiador. Su etapa de poeta había quedado atrás. Logra
recalar en la Casa de la Cultura del Callao donde llega a ser director, desde esa
institución dirige la revista “Península” en la que colaboraron sus viejos amigos
Basadre, Jiménez Borja, Auza Arce y otros. Sus últimos años los vivió austeramente,
dedicado por completo a sus investigaciones sobre la tierra que le vio nacer. Murió el
año 1984. Dejó varios trabajos inéditos.
González Marín es uno de los poetas más importantes de Tacna a pesar de que
su trayectoria poética es prácticamente desconocida a diferencia de su labor como
historiador por la que ha obtenido amplio reconocimiento. Poco se sabe, por ejemplo,
de su participación en la escena literaria nacional de los años veinte donde cumplió
papel relevante al igual que sus coetáneos Jorge Basadre, José Jiménez Borja y Ramiro
Pérez Reinoso, con quienes integró una brillante generación de intelectuales que dio
prestigio a Tacna. Con González Marín principia la renovación de la poesía tacneña,
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su obra establece una ruptura con la estética modernista en un extraordinario esfuerzo
por asimilar la vanguardia y ensanchar horizontes hacia una nueva sensibilidad
acorde al espíritu de la época en la que se desenvolvió con esa absoluta libertad que es
signo de todo auténtico creador. Fue un poeta de avanzada para un medio tan
estrecho como Tacna donde aún subsistían versificadores anclados a un trasnochado
romanticismo, herencia de la finisecular “Bohemia tacneña”.
González Marín estuvo signado por la circunstancia del cautiverio que vivió
Tacna antes de 1929 y por su militancia aprista en los años treinta, esto lo convirtió en
un eterno exiliado. Es probable que su renuncia a la poesía se deba a esta condición,
aunque la poesía no le abandonó jamás, su “Antología histórica de Tacna” (1952), que
es una obra modélica por su rigurosidad científica, está escrita con una prosa de
exultante belleza, de igual manera el retrato que hace de personajes célebres como
Vigil o el cura Sors donde la narración histórica adquiere ribetes de fino lirismo.
En un estudio sobre la generación tacneña de los años veinte, señalé que
González Marín y Ramiro Pérez Reinoso fueron soslayados por los críticos y
antólogos que se han ocupado de literatura tacneña, apenas han sido motivo de
comentarios al paso, anotaciones de carácter anecdótico y poco más; en esta ciudad
existe un desconocimiento alarmante de la producción poética de estos dos insignes
tacneños. Al respecto, quiero ensayar dos posibles explicaciones: una es el hecho de
que estos dos autores, en efecto, han publicado fuera de Tacna debido al forzado
exilio; la otra, creo yo, tiene su causa en cierta idea que circula como una verdad, esto
es que Tacna durante la época más dura del cautiverio (1900 a 1929) experimentó un
“vacío cultural”, de modo que el salto desde la “Bohemia Tacneña” hasta el
“movimiento poético tacneño del 70” (los dos grandes momentos de la poesía
tacneña) se ha erigido como regla cuando se traza un derrotero de la poesía tacneña.
Lo cierto es que sí hubo producción literaria en esa época difícil para Tacna, he ahí la
generación del exilio, que no se nucleó como cenáculo o movimiento literario, que su
actuación fue dispersa, etc., pero que nos ha legado una obra que –en mi opinión–
constituye el puente que conecta a la Bohemia Tacneña con los poetas del setenta; no
como influencia, pues el diálogo poético fue casi inexistente, sino como anuncio; por
poner un caso: la poesía de González Marín anuncia la de Segundo Cancino o la de
Hugo Salazar del Alcázar.
En esos convulsos años veinte, González Marín se movió entre Lima, Arequipa,
Tacna, Puno y La Paz, estuvo muy vinculado a la vanguardia sureña, estrechó lazos
con el grupo Orkopata, cuyo guía y mentor fue Gamaliel Churata. La publicación de
su primer poemario es recibido con entusiasmo por el poeta puneño Alejandro Peralta
(Boletín Titikaka, junio de 1928):
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“En plena vulva del colonialismo estalla el cohete volador de esta lírica fiesta promisora,
zampoña y pututo, paisaje incisivo caldeado:
mi indio
el que aquí llevo tatuado de misterio
despertóse un día como la cumbre al alba…
A segundo plano las incursiones metafísicas –hoy la sangre hervorosa está esparcida–
AGITACIÓN Y MARCHA GIGANTE.
Carlos Alberto González lleva largo camino ganado i cada día trabaja más fuertemente en
el frondoso corazón de Indoamérica.”
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única plenitud del omnihombre.
Wilmer Skepsis
Tacna, abril 2017.
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EL POEMA DE LOS CINCO SENTIDOS
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I
Es en la poesía donde más se ha acumulado, en los países de idioma castellano, el
conjunto de tendencias que pretenden, confusamente, representar el nuevo espíritu.
Mientras el grueso de las novelas, cuentos, ensayos, marchan sobre todo en nuestro
continente, dentro de los cauces antiguos, una turba sedicente ha invadido la poesía,
instalando con ritos disímiles, un culto unánime a la imagen y al verso de ritmo
interior. A veces –y el fenómeno merece comentarios que harían muy extensas estas
líneas– sólo varía en ellos la factura, la manera, conservando el “leit motif” antiguo:
son los semi-vanguardistas, los epi-vanguardistas.
II
En el momento en que aparece este libro, el movimiento vanguardista peruano
no se ha contexturado. César Vallejo lo precedió inmediatamente; sobre todo en
“Trilce”, donde ya se desarticulan la rima, la métrica, la lógica en aras de una realidad
subjetiva, aunque llena de reminiscencias típicamente románticas (el hogar, la madre,
el terruño, el dolor cuotidiano) que acaso son las más intensas notas de “Trilce”. Las
revistas “Flechas” (1921) y más efectivamente “Amauta”, “Poliedro”, “Timonel”,
“Guerrilla” (1926 y 1927) revelan pequeños grupos sin acción integral. Falta a los
vanguardistas peruanos, hasta ahora, solidaridad para realizar su obra, frente a las
formas artísticas finitas. Acaso ninguna generación escondió, bajo las dificultades
editoriales y la anarquía intestina, tantos valores auténticos. Entre lo poco que ha
hecho hasta ahora, el público se ha dado cuenta de la tendencia de un grupo a unir el
vanguardismo poético con el vanguardismo social y de la aparición de un
indigenismo cuyos mejores leaders, literariamente, acaso están en Puno, centro
interesantísimo de vida intelectual en la actualidad.
La aparición de este primer libro de Carlos Alberto González, viene a aumentar
la belleza adjudicable a nuestro vanguardismo. Aunque en verdad a González habría
que clasificarlo poeta de transición. (Como el que después de haber palpado el
chauvinismo, de todos los pueblos, se proclama más gallarda e inútilmente
internacionalista, recuerdo que el arte se va definiendo en cada cosa nueva que
aparece, que el arte no es tal cosa sino lo que va siendo, que no ha habido nunca más
que arte nuevo desde la más remota antigüedad).
III
Entrad, entrad, señoras y señores.
He aquí un libro de poemas vanguardistas, sin alambrados para impedir su
acceso. He aquí una exposición de sensaciones de la sierra, de la ciudad, del espíritu,
que está hecha por un mozo, pero que no os mareará. No temáis. Hay una luz
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vigilante en todos los recovecos. Se respira una atmósfera sin exóticas impregnaciones
de invernadero, sin ventarrones de desierto, sin reminiscencias de farmacia: es aire
puro, con oxígeno, o con ozono. (AVISO: NO HAY ENTRADA PARA LOS
MÉDICOS. Son clínicas, en cambio, ciertas formas de poesía: material para la
psiquiatría y ciencias conexas).
Entrad a embarcaros en la sencillez hacia la novedad. Zarparéis hacia puertos
lejanos en aventura pirata, sin las cartas de navegación que son los dogmas sobre la
forma y sobre los temas. Aventura ordenada, sin embargo, que no llegará a las costas
absurdas en que soñó la fantasía medioeval o en que sueña la fantasía de este siglo
vertiginoso. Siempre regresaréis al puerto. Y en la lentitud del retorno, habrá una
paradojal reminiscencia de velero antiguo. Y del viaje traeréis, mezcladas, especias de
países que están muy distantes entre sí. Pero no traeréis experiencias ni fórmulas.
(OTRO AVISO: NO HAY ENTRADA PARA LOS SOCIÓLOGOS. La poesía no es aquí
la “poesía pura” de Valery pero no intenta ser un arma doctrinaria).
IV
Es un admirable caso de vocación el de este mozo enteco y huraño. El espíritu es
toda la razón de ser de su vida: sus días mejores están consagrados a la cultura, a la
producción intelectual. Disuena con el utilitarismo del ambiente esta consagración
abnegada. Y nada le fue propicio para ello: ni la riqueza, ni la educación, ni el
ambiente inicial.
Un día, los que sabíamos a Carlos Alberto González dedicado a los ensayos
filosóficos, nos sorprendimos con su libro de poemas. Calladamente, sin posar de
poeta en los corrillos y en las redacciones, traducía más belleza que los profesionales.
La sencillez, que es el cuño de su personalidad, se transportaba a su obra rítmica. En
la poesía ha encontrado, seguramente, el cauce más propicio para su vocación.
Su juventud urgida por todos los caminos, lo lleva a un eclecticismo evidente en
este libro inicial. Hacer poemas sobre el conde Keyserling, sobre el poeta Eguren,
sobre un campeón de atletismo, parecerá detonante. Pero lo sustantivo aquí es la
aparición de un poeta de verdad.
Valen ya como poemas ciertas imágenes en este libro. Así cuando dice:
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tiran la quilla de los montes
a remolque
con sus amarras de caminos
…..
Un día
recibirás salario a tu esfuerzo
que te dará en premio la vida
por boca de un gusano
O cuando define el triunfo de un atleta:
Los metros se retuercen a tus pies como víboras
O cuando va a la imagen burlona, diciendo, por ejemplo:
Las campanas lucen gozosas
a la avidez de los montes
las pantorrillas de sus badajos de bronce.
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tendencia nativista o criollista, que también asoma en algunos vanguardistas
argentinos pero más bien dentro de su poesía de urbe. En México, caracterizó al grupo
de poetas que trabajaron en la Secretaría de Educación Pública –allí ser burócrata
puede ser una forma de revolucionarismo– y al estridentismo, fugaz “levantamiento
en armas contra el aguachirlismo literario”, por medio de fusilerías de invectivas y
bombazos de “affiches”. Con Vicente Huidobro, interesantísimo artista que influye en
toda América, y con Pablo Neruda que influye tanto en su patria, Chile tiene a dos de
los varios poetas auténticos que emergen sobre el vasto oleaje de la hora. Y como
contraste con cierto cerebralismo de parte de la producción americana, los nuevos
poetas españoles, zagueros de una renovación admirable que en esas tierras se opera
por debajo de la pétrea costra de la política, aparecen impregnados de un impulso
lírico purísimo.
Esta producción literaria post-Rubén Darío (a la poesía que huye del puente de
plata que Darío significa, ha dicho alguien), no merece por cierto ni alarmas como
ante la peste ni devociones como ante el milagro. El vanguardismo ha sido útil como
el desinfectante de viejos tópicos; porque buscó la superación de la lógica ciega de la
realidad por la lógica libre del espíritu; porque rompió con la sucesión a la métrica y a
la rima, zapatos chinos a los cuales tenían que acomodarse los pies alígeros del ritmo;
porque enriqueció la capacidad temática de la lírica, libertando a las palabras que eran
pobres idiotas, sin ciudadanía poética, conectando el arte con los descubrimientos del
siglo y con su vida acezante, iniciando la preocupación del subconsciente, trayendo –
en fin– una remesa de movimiento, alegría, vida que será una base para las
realizaciones del porvenir.
Ello no excluye que en las riberas de esta vertiginosa corriente, se haya
sedimentado todo el detritus de todos los simuladores, cuya única obra creadora son
los nuevos lugares comunes, más vituperables que los otros; que el nivel medio de la
prolífica actividad acumulada hasta ahora, esté más o menos a una pareja mediana,
donde los acentos personales suelen confundirse en una especie de comunismo
literario; que haya que relacionar este movimiento con toda una generación, sin que
en ella aparezca el genio de relieve continental, de obra eterna, comparable a algunas
que dejó el “arte viejo”. Tiene, eso sí, el vanguardismo estimables figuras (en nuestro
continente, entre otros, Borges, Marechal, Fernández, argentinos, Cardoza Aragón,
guatemalteco, Maples Arce, Salvador Novo, mexicanos); no hay que juzgar tampoco
al toreo por los aficionados “maletas”.
V
El forro de este libro no ostenta, pues, manchones subversivos de colores
chillones. No puede ostentarlos. Son líneas, más bien, no manchones.
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Sólo en este instante quisiera adoptar un tono solemne para decirle al lector que
arroje a un lado el forro cuanto antes para paladear plenamente estos poemas. De
ellos, el más bello es el que el lector seguramente pondrá para que tenga para que
tenga por lector al autor. Se llama: “Esperamos”.
Jorge Basadre
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ALCIÓN
Cantaré mi canción
con mi nerviosa vida
y mi espíritu nuevo.
Mis venas
surtirán como vertientes
y haré vibrar mi sentimiento
con plenitud de éxtasis.
Fecundaré mi huerto
de escepticismo eterno
que madura en el alma
y crea el pensamiento.
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KEYSERLING
Orquestación de selvas
bajo el palio del sol
en un oasis de luz espiritual.
Estonia,
hecha por el desposorio
del bosque y la ciudad.
Feudal de estirpe,
Alma aguerrida troquelada en luz
de sabiduría:
Darmstadt.
Chamberlain fue la musa
de tu leyenda fáustica
y el glóbulo en tu sangre
imprimió su carrera de crear.
Cultivador de viñas
para dioses de espíritu intuitivo,
árbol de fiero arraigo
en el subsuelo de la eternidad.
Maestro de la filosofía
que portas fé vital
en el solar divino
de Cristo y de Plutón.
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(La teoría del viento seguirá los caminos existentes
en los mundos perdidos de verdades efímeras.)
CASCABEL
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COSMOS
Árbol
miel virgen
cuajada leche del trigo
en el primer día del verbo.
Mástil
empavesado de infinito
cuyas raíces adentran el secreto
profundo de la tierra
y se hinchan sus ramas como verdes
velámenes
al viento.
Lámpara de luz
con que los sembradores
alumbran
los caminos del cosmos.
Surtidor de la sombra
en que anega su frente
el sembrador
venido de todas las montañas de la vida.
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BEATERÍA DE LA NOCHE
La noche
sale furtivamente del templo
que se cierra después del novenario.
Se persigna en la esquina
con la cruz de los vientos.
Rezando un avemaría
con los alvéolos moleculares
de sus frías encías,
sus mágicos dedos desgranan un fino
rosario de luces eléctricas.
Sobre un peñón
echo a dormir mi corazón
cansado de transmitir radiogramas
de triunfos y fracasos.
Apago la luz de mis sentidos
y agito mis alas de silencio
EN LA GRAN VOZ DEL UNIVERSO.
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PARÁBOLA DEL SURCO
La luna
ÓLEO
Las casucas
con sus chimeneas humeantes
y el humano jadeo en la labranza,
tiran la quilla de los montes
a remolque
con sus amarras de caminos.
El cóndor
con su vuelo heterogéneo
zurce las cimas de montañas aéreas
y,
mientras los riachos de agua mansa
parecen las manos de una lavandera,
el chihuanco
con una aguja en el pico
cose las ramas de los árboles.
En la campana
la capilla se duerme
con una miga de sol entre los labios.
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PARADOJA DEL HOMBRE FINITO
Proa de carne,
de nervios tirantes como jarcias de veleros,
ufanos del tesoro del mar
y con los agujeros de sus ojos a los costados,
por donde se deslizan,
al arribo de los puertos de todos los días
o por donde se levan al hacerse a la mar
de las noches,
las anclas del amor
o del odio.
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yo… tú… el gusano…
BEETHOVEN
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CANCIÓN DEL MARINERO
A mi hermano Enrique
Cuida a René:
dale a beber la leche pura
de tus senos divinos.
No le hagas llorar
como lloran las nubes
en invierno.
Filtra el dolor
en el tibio vaso de su corazón
haciéndolo más fuerte que la vida.
Perdón te pido
en mitad del camino
en que me pierdo.
sepúltame en tu espíritu.
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VISIÓN SERRANA
Cajoncito de cerros.
Una mano solar golpea en tus puertas
y en tus tejos.
Repique de campanas,
granizadas de piedras en el vidrio del aire
como anunciando las bodas del capellán
que goza de querida.
Las yuntas
hincan su horquilla en la raíz
glóbulo del surco
arteria del sembrador del Ande.
Se ha congelado el río
y por debajo
el cielo está azul como si nada.
Pisonay,
¿me estás guardando la casa?
dame tu sombra, pisonay,
para dormirme con tu savia.
Cruz de piedra,
Cristo de los caminos eternos de la sierra.
– Avemaría taytay.
– Avemaría maymay.
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el agua de las madrugadas
con gavillas de sol en las ancas
arrimadas a las laderas.
EL SEPULTURERO INVISIBLE
En el infinito,
la tierra
es un sepulcro.
Mano maestra de albañil
puso
lápida de estuco:
l a l u n a.
NUPCIAL
El espejo es una
lágrima estratificada.
Por la ventana
abierta al horizonte
el aire musicaliza
una marcha nupcial
en el cordaje de sus cabellos.
El lecho blando,
blanco
es un trozo de nube
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en el cielo del cuarto.
Un rayo solar
pinta un canario
en una jaula de gorjeos.
Y a su paso sonoro
que ensortija las calles,
las aceras se ablandan
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MELODÍAS BARATAS
Fanfarria de alas
sonando a tambor
en el cuartel de alambre
de los gallineros.
Los gallos
marcialmente desfilan
con la bandera blanca del alba
desplegada en la punta de sus cantos.
Bayoneta calada,
el espolón
hiere a la mañana que se desangra
en la aurora.
Las cúpulas
apuntan sus flechas en cruz
al gran blanco del sol,
pirata al abordaje de las carabelas
de todas las mañanas.
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PARÁFRASIS DE MI YO
Honda mirada
penetrada de vida alegre y dolorosa.
Limpia frente
que divide una arteria de sangre
inflamable al primer soplo de vida intraconsciente.
Frescas sienes
como dos continentes nuevos.
Un día
agitáronse libres por la conquista de una Idea.
Mi indio,
el que aquí dentro llevo tatuado de misterio,
despertóse un día como la cumbre al alba,
ave blanca
que se espurga las ciudades por las mañanas.
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P o e t a,
un día recibirás salario a tu esfuerzo
que te dará en premio la vida
P
o
r
b
o
c
a
d
e
u
n
g
u
s
a
n
o
PLASMA
Cruda visión
me tortura el pulso.
Plástica imagen desnuda
de vientre combo
y de mirada honda.
Mis nervios se tensarán
en el trapecio de su forma.
Lobo marino
el corazón
zambullirá en el piélago
del maravilloso plasma
semidivino.
Un día será verano en casa
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con el sol de nuestro hijo
alumbrándolo todo.
La virgen india
abre la puerta de su choza como un libro de misa.
Sueña la ñusta con la vida?
Una canción le llega al oído:
la montaña se está deshilachando en los sembríos.
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HIMNO
Vamos al mar
corramos alegres
a zambullir el corazón.
Después de sumergirnos
con los cabellos en la cara
fumaremos nuestras pipas de agua.
Vamos al mar
a enseñarle a bogar
para arribar a un puerto sideral.
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A MARÍA DEL MAR
En México
Serpientes
silbantes
ocarinas mágicas
en el arpón del silencio.
Abejas
ladronas de mieles
al sol y a la luna
estrellas.
Grito
de venturosa indiana
que hiere con honda
el pedernal del sol
Canción
de cuna amanecer
de todos en la siembra
un día de huesos.
METAMORFOSIS
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Navegante feliz en otrora,
viaje por todas las costas risueñas
de mi existencia remolino
de polvo en el espacio
en que se anegan:
Dios y la Idea.
Indiscretamente el aire
Está inflándole los senos.
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SINFONÍA
1
Tu ternura
tiene sabor a madre.
Cuando me hablas
vuela tu vocecita balbuciente
como si recién tuvieras de nacida.
Todo mi ser se ablanda a tu mirada.
Me siento de la infancia andar
cogidos de la mano
como si fuera un fruto el que agarráramos.
2
Por qué lloras?
Están nevando tus ojos
en este invierno.
3
Tus dos anclas
en un abrazo
han hendido el mar a mi esperanza.
Sedientos mis ojos
beberán el agua fresca de tu carne
rubia como el trigo del campo,
tonificante de mi raza.
Mi corazón es un puerto
al ancho horizonte de tu beso,
nuncio de tus entradas y las mías
que pulsarán la vida en nuestros hijos.
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EL BANQUETE DE LOS POBRES
XX
Amanecer de infancia.
Mis labios se perfuman con la esencia del alba.
Será mi corazón
campana de oro
sonando a gloria
¡alegría de todo lo creado!
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el área de mi verso arribará
a orillas de la Osa Mayor.
EL POETA EGUREN
Timonel
navegante
virador del atlante
hacia el peñón de luz
como otra nave de oro.
Alfarero
simbólico
en laca, marfil, cobalto
o en yema de flores
que decoran paisajes
raros.
Poeta
del peregrino caramillo
y miel
de tu panal,
mago del sol y del sol
sideral.
Dulce
y bueno como el pan
de los días,
rebosante de amor divino
con tu fervor de niño.
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Claro
y lustral como vertiente
y fresco como ábrego marino
que sopla en la frente
y llena el espíritu.
Timonel
navegante
perdido en el ocaso del tiempo,
quedará de tu nave fantástica
la bandera de proa
que agitara los vientos
piratas.
LIBRE CÁTEDRA
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DIANA
Hoy me siento
infinitamente gozoso
de conservarte como una reliquia
en todo.
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PAISAJE DE MEDIANOCHE
Migas de nieve
después del arco iris
caerán en el hondor de sus cabellos.
Se hará el crepúsculo de enero
y el sol morirá en sus arrugas.
En el hervor de su alegría,
antaño
se miraba los senos limpios
de toda mancha.
H o y
El ensueño tramontó el horizonte
del tiempo como ave viajera
en el avión del viento.
LOTERÍA
El pueblo se despereza en
los caminos.
Galopa
el viento de la pampa,
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silbando un aire de montaña
sobre el anca de los potros que miran
con grandes ojos
el horizonte.
El hollín de la noche
cirniéndose en la ciudad
cansada por la vorágine del día.
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XXIX
A UN CAMPEÓN DE ATLETISMO
Un día
vino el hombre a la tierra henchido
de energías
para regar con ellas la siembra de la vida.
Desde entonces
el horizonte
quedó siempre a su espalda.
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anclas sonoras de infinito,
llaves que abren en todo arribo feliz
las arcas
oceánidas.
Atleta
del músculo
contraído en el gesto del bíceps,
broquel de la idea que tiene toda la franqueza
del triunfo:
Tu sangre
limpia y celosa,
–oráculo mensajero de la palabra:
40
¡s i e m p r e!–
te convirtió el primero en la lid
del Decathlon.
Fruto de la tierra,
recio torso de rica pulpa entrañable:
cómo te saborea el viento
y cómo el sol te traga
cuando vibra tu corazón en el torneo
como si tu existencia fuera esencia misma del Cosmos.
PENTÁLOGO
1
El hombre es la medida de todas las cosas
No serán estas la medida del hombre?
Tal vez si el hombre es diapasón
de los cuerpos celestes
y la Idea es el Cosmos
que rebota en el field del espacio
sin el punto de apoyo
sin el arco
en que sólo es goalkeeper esta palabra:
D I O S
2
Breve jugo del tiempo
danzarín junto al eje de esta hora
sin término.
El espacio es el filtro del aire y de la luz.
Hasta aquí llega el viento desnudo como un grito.
Se desconoce el símbolo de la vida
araña fugitiva dando trancos de camello
en el desierto.
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3
Harmonía,
embriaguez de los fuertes de espíritu.
dulce quietud de la mirada que inquiere lo
infinito.
Vibran los oídos diáfanos
como en los Versos Dorados de Pitágoras.
4
Amor puro y bueno,
sueño de plenitud
extraterreno.
Espíritu libre con esencia intuitiva.
Síntesis del camino junto al árbol y el agua.
No será nunca el hombre inferhumano
¿algo más que el pecado
o menos que el arrepentimiento?
5
(En el candelabro del cielo esta noche sin sombra
alguna mano piadosa ha encendido las estrellas
para hacer más clara la tierra).
42
VÉRTEBRAS ILUMINADAS
43
ALAS
P A R I E T A L E S
D
E
L
E S P Í R I T U
44
1
45
2
46
3
47
4
Noche
gran monóculo
En la cumbre
una media luna depilando estrellas
Grito
Noche
pleamar de la muerte
Arriba timonel
la vida se va a pique!
d ó n d e e s t á D i os e n e s t o s c a s o s ?
48
5
Aire
sportman en el balompié cosmológico
con que respiramos a Dios
en la tierra apretada de glóbulos
Para nosotros
el dolor tiene preñez de alegría vital
49
6
Tu frase
torzal de emociones
del nidal de tus ojos en bandada
–zinc
oro
o plata–
frágil arca
de nuestra casa
50
hecha con el mimbre de tus cabellos estucados
de mi palabra mágica
Dentro de mí
estás fuera de mí
así
Manos
canales para mis sienes
espumando sueños inasibles
paradojas signadas con el óleo de lo humano
y divino
Y a flor de tierra criolla
somos dos indios
jugados a cara o sello por la vida
limpiamente salvajes
recién venidos del trópico
51
7
Llave de oro
el sol
abre el portón de la ciudad que vela
el horizonte frente al mar
52
8
53
maceradas de gozo ínclito
54
9
Mueca de lágrima
el alma es berbiquí de emociones agujereando el corazón
Se vierten las esperanzas
amaestradas con el látigo de la pira interior
Y así
el horizonte que quedó a las espaldas
no volveremos a ver
a pesar de hacernos añicos el cerebro
55
10
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Compañera
alegre beso que roturas mi corazón de latidos arrítmicos
habrá que encender el brasero con el junco múltiple
de mis nervios
así será el calor más humano en este coliseo
de infortunios
Para alegrarte
el sol se calienta en la maternidad de tus vigilias
Encienden su fogata los árboles de cantos
Todas las mañana disparan las chimeneas
una salva de vírgenes auroras
El alero se entibia al sentir el pulmón de tu aliento
El viento gélido chupa el calor de tus orejas
La vertiente girándula plagia
tu risa ingrávida
El árbol enseñó a cantar a los pájaros
con el sabor melodioso de sus frutos maduros
Las campanas garlopas
aserran el horizonte en virutas de pájaros
Y nunca como ahora me siento guardián de tus cabellos
En ellos no nevará la luna
guante llovido de estrellas
Para alegrarte
todo se ha hecho nuevo
Yo mismo siento tener ya menos años
Vá alumbrarme tu beso oteado de lágrimas
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El sol
la montaña y el mar
trilogía vital
Cada paso en la tierra es un erupto de emoción
El pino
ronzal tirante del camino en galope de leguas
Los árboles en carrera con un carcaj de pájaros
a la espalda
La montaña atrapada en la telaraña del cielo
c i e l o
canción de cuna de los recién nacidos
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golpeados en una infancia de lágrimas maternales
Los niños se alegran porque no ven en él
más que golosinas
Y una lágrima nerviosa en los párpados justifica
el sabor de los panes que hicieron dormirle con ternuras
de niño después de una danza íntima de entrañas
Detrás de él
los hombres enloquecidos
vierten sus copas ácidas de olvido
porque habrá que olvidar siempre a Charlot
para verle otra vez lacerado de infortunios
La risa nos la da en obsequio a nuestra infantilidad
con asomos de honorabilidad absoluta
En cambio es más fuerte su risa que la de los
industriales con cuyos sesos no llegaría a fabricarse
un haz de nervios disecados a lo largo de la cordura humana
Crée lo ubicuo que los vientos soplan como telarañas
cuando es Charlot quien los trae prendidos
de la falda en greguerías románticas
Lo nuevo pudiera ser sino vulgar
como en la metáfora o el símbolo o la hipérbaton
en Charlot la vena creativa irrumpe fecunda
como en vertiente nube oceánida o montaña
Plasma su afección cardíaca en la retina de la época
y hay quienes se afectan con solo verle chupar
los clavos de unos zapatos fáusticos
Bajo su solapa gloriosa
cobija a los que le aman con la estupenda
electricidad de los glóbulos rojos
Se juega el corazón
en el malabarismo de su junquillo estrambótico
que teje la trama de nuestra existencia trágica
y sensiblera
Que viene y vá por sobre la tierra
casi en la epidermis de los rostros humanos
predestinados a verle siempre democrático
Que esquiva el odio con una ironía visual
esta saliva de los pájaros que traen la golilla
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del sol arrebujada en sus gargantas epifánicas
C H A R L O T C HA P L I N
los oídos
y el corazón
e n a f i c h e s d e s a n g r e
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Madrugada
Las sienes
claraboyas
por las que se miran las estrellas limadas
Hacia altamar
una dellas
raudo velamen desplegada al viento del alba
Trapo virgen
los gallos
limpian sus cantos del tizne de la noche
M a d r u g a d a
Ave y el laurel del sol en el pico
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Alígeros ojos
fanfarria vital de las cosas estáticas
en la ruleta de las órbitas
Un grito invívito
hipeante convulsión de la vida en su término
salvará mis distancias en vértice
Hasta que venga ese grito
voy a tener que amarrarme los zapatos
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