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Deseo.
Los estímulos que generan el deseo pueden ser muy variados: un roce, con la piel del
otro, el perfume, una mirada sostenida, el tono de la voz… pueden suscitar el deseo de
mantener una relación sexual con otra persona. Por supuesto, también la imaginación y
los pensamientos eróticos pueden despertar esta necesidad o la de masturbarse.
El siguiente paso del ciclo de respuesta sexual es la excitación. No es más que la forma
que tiene el cuerpo de responder al deseo y que induce la liberación de feromonas, cuyo
olor imperceptible incrementa el sentimiento de atracción por la otra persona. Con la
excitación se aceleran el ritmo cardíaco, la respiración y la presión sanguínea, al tiempo
que los músculos se tensionan. En la mujer se agrandan los pechos y los pezones se
ponen erectos, se hincha levemente el clítoris y los labios interiores de la vagina,
separándose los labios exteriores, al tiempo que la vagina comienza a humedecerse y el
útero se eleva un poco en relación a su posición habitual. En el hombre también los
pezones se ponen erectos y se endurece el pene, se engrosa el escroto y se elevan los
testículos.
La fase orgásmica es la más corta de todas las fases del ciclo de respuesta sexual
y da paso a la llamada fase de resolución, en la que el cuerpo recupera el estado
en que se encontraba antes de la fase de excitación. El ritmo cardíaco, la
respiración y la presión sanguínea descienden incluso por debajo de los valores
normales; suda todo el cuerpo; y, tras la liberación de la tensión sexual, los
órganos genitales de ambos recuperan su expresión de normalidad.
Hay que decir que el placer que se experimenta con el ciclo de respuesta sexual
es muy saludable, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Ayuda a
dormir mejor, a eliminar el estrés y la tensión, a mejorar el estado físico, a
envejecer mejor y a mantener un estado general saludable.
Los trastornos de la sexualidad son aquellos que tienen que ver con un disfunción en la
respuesta sexual (excitación, orgasmo…), o bien, con una desviación del objeto sexual
(pedofilia, fetichismo…).
PARAFILIAS
Objetos no humanos
Sufrimiento o humillación propia o del compañero
Niños o personas que no consienten
Hay que tener muy en cuenta que las imágenes o fantasías parafílicas pueden ser
estímulo de excitación sexual para una persona sin ello llegar a ser una parafilia. Por
ejemplo, la ropa interior femenina suele ser excitante para muchos hombres. Será parafilia
sólo cuando el individuo actúe sobre ellas o cuando le afecten en exceso.
Exhibicionismo
La sintomatología esencial de este trastorno consiste en intensas necesidades sexuales
recurrentes y en fantasías sexuales excitantes de por lo menos seis meses de duración,
ligadas a la exposición de los propios genitales a una persona extraña. En ocasiones el
individuo se masturba al exponerse o al tener estas fantasías.
Fetichismo
Frotteurismo
Pedofilia
Masoquismo sexual
Sadismo sexual
Fetichismo transvestista
Voyeurismo
DISFUNCIONES SEXUALES
Podemos hablar de tres tipos de factores que contribuyen a que surjan los trastornos
sexuales de causa psicológica. En primer lugar, los factores predisponentes pueden
incluir las experiencias tempranas en la vida. Éstas pueden provocar que una persona se
sienta más vulnerable y desarrolle una disfunción sexual posteriormente. En segundo
lugar, están los factores precipitantes, los cuales se refieren a los sucesos o experiencias
asociadas a la aparición inicial de un trastorno sexual. Finalmente, se encuentran los
factores de mantenimiento, que son los que pueden explicar porque persiste la disfunción.
Entre los factores predisponentes se pueden encontrar los siguientes: una educación
represora; malas relaciones familiares; una información sexual inadecuada; que las
primeras experiencias sexuales sean traumáticas; la inseguridad temprana en el
desempeño sexual...
Los factores de mantenimiento pueden ser los siguientes: ansiedad por el rendimiento
sexual, anticipación del fracaso, culpabilidad, pérdida temporal o prolongada de la
atracción en la pareja, una pobre comunicación entre los miembros de la pareja, conflictos
y desavenencias en la relación en general, ciertos miedos y temores a la intimidad, una
auto-imagen distorsionada, información sexual inadecuada o desfasada, la creencia y el
sostenimiento de algunos mitos sexuales, limitaciones en los juegos eróticos, algún
trastorno psiquiátrico…