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FASES DE LA RESPUESTA SEXUAL HUMANA

→ DESEO (fase añadida por Helen S. Kaplan en 1978):

Esta etapa inicial de la respuesta sexual humana comprende pensamientos,


emociones y sensaciones que generalmente aumentan el nivel de libido. En esta
fase, los aspectos psicológicos y la percepción sensorial son fundamentales para que la
persona pueda sentirse sexualmente motivada.

Las dificultades sexuales en la fase de deseo sexual son cada vez más frecuentes en
nuestra sociedad. Esto es debido sobre todo al estilo de vida que llevamos. Siempre se
ha pensado que afectan más a la mujer; sin embargo, la realidad que vivimos los
terapeutas sexuales en nuestras consultas nos dice que el número de casos
de DSI (deseo sexual inhibido) en hombres se incrementa cada vez más.

También es cierto que los hombres pueden estar superando sus dificultades; dar el paso
de admitir que tienen este problema y pedir ayuda profesional es cada vez más habitual.
Con todo, esta dificultad puede haber afectado siempre de modo similar a ambos sexos.
La influencia de viejos mitos sobre la sexualidad masculina puede haber falseado en
cierto modo esta realidad…

• EXCITACIÓN (Masters y Johnson, 1965):

Si se mantiene un alto nivel de deseo, se puede alcanzar fácilmente la fase


de excitación sexual. Aquí aparecen las primeras manifestaciones fisiológicas.

 Masculinas: erección del pene, aumento del tamaño y elevación de los testículos
e incremento del grosor del escroto. Cuando la excitación sexual masculina se
ve afectada por la ansiedad, hablamos de problemas de erección.

 Femeninas: lubricación y dilatación vaginal, erección de los pezones y aumento


del tamaño del pecho y la vagina. Si aparecen dificultades en esta fase de la
respuesta sexual, hablamos de problemas de excitación sexual femenina.
En ambos casos, se inicia también una elevación de las frecuencias respiratoria y
cardíaca; a esto puede acompañar una sudoración cuya intensidad es variable según el
nivel de excitación fisiológica.

• MESETA (Masters y Johnson, 1965):

Manteniendo una adecuada estimulación, la persona alcanzaría el nivel de meseta, que


podemos definir como una fase producida inmediatamente antes del orgasmo y
caracterizada por la percepción de unas sensaciones muy específicas que avisan y
predisponen al orgasmo (sensaciones preorgásmicas). La percepción a nivel cerebral
y psicofisiológico de dichas sensaciones estaría alterada en dificultades sexuales como
la eyaculación precoz.

Tanto en el hombre como en la mujer, se observa un notable incremento de la tensión


muscular y de las reacciones fisiológicas antes descritas.

 En el hombre, se produce además la lubricación y limpieza de la uretra de


posibles restos de orina (para permitir el paso de espermatozoides vivos)
mediante un líquido producido por las glándulas de Cowper o glándulas
bulbouretrales.

 En la mujer, el clítoris se retrae bajo su capuchón, el pecho sigue aumentando


su tamaño y la areola se dilata. La vagina continúa dilatándose y aumenta la
congestión vascular de los labios menores, mientras que los mayores, se van
separando más. En esta fase, es característico el llamado rubor sexual en
determinadas zonas de la piel, debido al aumento de la circulación sanguínea.
La duración de esta fase puede ser muy variable.

• ORGASMO (Masters y Johnson, 1965):

Partiendo del mantenimiento de la estimulación y la excitación sexual, el orgasmo viene


a ser el momento exacto en que la persona se deja llevar por las sensaciones
preorgásmicas para sentir el clímax.

A nivel fisiológico, las manifestaciones más evidentes son:

 En el hombre, la expulsión del esperma o semen (eyaculación).


 En la mujer, la emisión de fluido procedente de las glándulas de
Bartolino (propias de la lubricación vaginal) o la expulsión del líquido segregado
por las glándulas de Skene (“próstata femenina”) si hablamos de la implicación
del punto G y de “eyaculación femenina”. A este nivel, pueden aparecer
importantes diferencias entre unas mujeres y otras.

Por otra parte, la respuesta sexual femenina (especialmente la fase de orgasmo)


continúa siendo un importante objeto de investigación, dada su complejidad y las
grandes diferencias existentes entre distintas mujeres a la hora de experimentar el
orgasmo.

Tanto en la mujer como en el hombre, las pulsaciones y la respiración alcanzan su


máxima frecuencia e intensidad, la tensión muscular se acentúa y se produce la
contracción rítmica e involuntaria de la musculatura pubococcígea (grupo de
músculos situado en el suelo de la pelvis).

En cuanto a las sensaciones propias del orgasmo, inmediatamente antes del mismo,
hablamos en el hombre del punto de no retorno o inevitabilidad/urgencia
eyaculatoria; es decir, el momento justo en que se percibe que el orgasmo es inevitable
y por lo tanto, se produce la eyaculación.

En la mujer, el orgasmo es experimentado de un modo más complejo. No existe un


patrón único de respuesta de orgasmo, sino que podemos hablar de un amplio rango de
respuestas comprendidas entre una respuesta de orgasmo rápida muy similar a la
masculina y la posibilidad de prolongar esta fase mediante orgasmos múltiples o
encadenados que, potencialmente y con un aprendizaje específico, algunas mujeres
podrían controlar a voluntad.

Los problemas sexuales que suelen afectar a esta fase de la respuesta sexual son
la anorgasmia, la eyaculación precoz y la eyaculación retardada.

• RESOLUCIÓN (Masters y Johnson, 1965):

En esta etapa de la respuesta sexual, el organismo comienza


a recuperar progresivamente los niveles normales o basales. Suelen aparecer
sensaciones de relajación (muscular y mental), bienestar, placidez o incluso sueño.
Estas sensaciones se deben a los cambios hormonales y a la secreción de serototina.

En el hombre, comienza el período refractario. El periodo refractario es la imposibilidad


de alcanzar otro orgasmo durante un tiempo determinado. Esto varía en cada hombre
según su edad, estado de salud, etc. Asimismo, se producen la pérdida de la erección,
la disminución del tamaño y descenso de los testículos y la reducción del grosor del
escroto.

Biológicamente, la mujer no necesita un período refractario. Potencialmente, esto le


permite alcanzar nuevos orgasmos. Sin embargo, esto depende directamente del
estado (físico, mental, emocional…) de cada mujer en ese momento. En cuanto a las
manifestaciones fisiológicas femeninas, destacan la recuperación de la posición, estado
vascular y tamaño del útero, vagina, clítoris y labios mayores y menores.

→ SATISFACCIÓN (fase añadida por Sandra Leiblum en 1990):

Algunos investigadores han definido la satisfacción sexual como una respuesta


afectiva. Dicha respuesta surge de una evaluación subjetiva de las dimensiones
positivas y negativas asociadas a la propia relación sexual.

Es decir, en términos más sencillos, ¿cómo percibo yo y cómo vivo a nivel emocional
mis relaciones sexuales? ¿El balance es positivo o negativo? Por tanto, la satisfacción
es la interpretación que hacemos de nuestro bienestar (físico, mental y emocional)
con respecto a las relaciones sexuales.

Esta interpretación puede realizarse con respecto a las prácticas sexuales individuales,
en pareja, actividades sexuales concretas y recientes o bien en un sentido más amplio
(cómo se percibe la propia salud en el ámbito sexual).

Además, se propuso que dicha satisfacción sexual dependía de cuatro aspectos


básicos:

1. Satisfacción con las relaciones globales.


2. Relación entre el nivel de las recompensas y los costos en una relación.
3. Nivel de las recompensas y los costos en comparación con nuestras
expectativas.
4. Nivel de la igualdad en las recompensas y los costos entre los integrantes.

Es decir, esta evaluación que hacemos de nuestras propias relaciones sexuales


dependería de las siguientes cuestiones:

1. ¿Me siento satisfecho/a con mis relaciones afectivas?


2. ¿La satisfacción que obtengo en esas relaciones se ajusta a lo que yo esperaba
de ellas?
3. El balance entre qué aporto y de qué me beneficio en dichas relaciones, ¿es
positivo o negativo?
4. ¿Siento que la otra parte implicada en la relación se entrega a un nivel similar al
mío?

CAMBIOS EN LOS GENITALES FEMENINOS DURANTE EL CICLO DE RESPUESTA


SEXUAL

CAMBIOS EN LOS GENITALES MASCULINOS DURANTE EL CICLO DE


RESPUESTA SEXUAL
TEORÍAS SOBRE LA RESPUESTA SEXUAL HUMANA
El modelo lineal de Masters y Johnson

A lo largo de los últimos años han aparecido diferentes modelos para definir la respuesta
sexual humana. A principios de la década de 1950, Masters y Johnson1, tras estudiar la
fisiología y psicología sexual humana, desarrollaron el modelo sexual lineal tanto para
hombres como para mujeres, con estadios secuenciales de excitación, meseta,
orgasmo y resolución (figura 1).
La fase de excitación puede durar de varios minutos a varias horas. En ella aumenta el
nivel de tensión muscular, la frecuencia cardíaca y comienza la vasocongestión con
aumento de los órganos genitales, como vemos en la tabla 1. En esta fase se produce
también la lubricación vaginal y las glándulas de Cowper secretan un líquido lubricante
en la uretra masculina.
En la fase de meseta, que se mantiene hasta el orgasmo, estos cambios se intensifican.
La vejiga se cierra para evitar la mezcla de orina con semen y los músculos de la base
del pene presentan contracciones rítmicas que finalmente expulsan el semen.
Durante el orgasmo, hay contracciones musculares involuntarias, como las esfinterianas
o espasmos del músculo carpopedal del pie, aumentan la presión arterial y las
frecuencias cardíaca y respiratoria, y se produce una repentina liberación de la tensión
nerviosa. En los hombres, el orgasmo generalmente se alcanza con la eyaculación del
semen. Inicialmente fluidos seminales se acumulan en el bulbo uretral de la glándula
prostática. A medida que se acumulan, siente que va a eyacular y esa sensación se
experimenta como inevitable e incontrolable. En las mujeres se producen contracciones
rítmicas del útero. La tensión de sus músculos aumenta la presión en el pene y
contribuye al orgasmo. En ambos sexos, suele ser una experiencia intensamente
placentera.
Durante la resolución, el cuerpo vuelve a los niveles normales de frecuencia cardíaca,
presión arterial, respiración y contracción muscular, y se experimenta una sensación
general de bienestar. Muchas mujeres pueden volver de nuevo a la fase orgásmica con
mínimos estímulos y pueden experimentar orgasmos repetidos durante más de una
hora. Los hombres tienen un período refractario en el que no pueden tener orgasmos
aunque sí pueden mantener una erección parcial o completa. Este período tiene una
duración variable, desde pocos minutos a varios días.

El modelo cíclico de la respuesta sexual femenina de Basson


Recientemente, Basson2 et al. definieron el modelo cíclico biopsicosocial de la
respuesta sexual femenina (figura 2) en el que hay un feedback entre aspectos físicos,
emocionales y cognitivos. Según este modelo, en las mujeres puede existir un deseo
que provoque la búsqueda de una actividad sexual (deseo «espontáneo») o, más
frecuentemente, puede darse una postura sexual neutra, una predisposición a realizar
una actividad sexual que, si los estímulos son suficientes y adecuados, produce el paso
de la neutralidad a la excitación y el deseo (deseo «reactivo»). Si el resultado es positivo,
emocional y físicamente, se incrementa la motivación sexual. La gratificación se
consigue por la satisfacción y el placer (sea con orgasmo o sin él), y con otros aspectos
subjetivos que no son estrictamente sexuales y que pueden tener mucha importancia,
como la comunicación con la pareja, la intimidad emocional, la expresión de afecto, el
compartir placer físico, complacer al compañero, la autoestima (sentirse atractiva,
femenina, apreciada, amada o deseada), el relax o el bienestar. Todos estos elementos
configuran la predisposición de las mujeres, descrita al principio, a tener posteriores
encuentros o actividades sexuales, es decir, son estímulos para pasar de una postura
sexual neutra a la excitación y el deseo.
Si el resultado es negativo, como en los casos de dispareunia, disfunción sexual de la
pareja, por efecto de medicamentos, etc., se rompe el ciclo y la motivación sexual con
la pareja no se incrementa.
Algunas mujeres tienen deseo espontáneamente. El espectro es muy amplio entre ellas
y se puede relacionar con el ciclo menstrual, con el pico que hay a mitad del ciclo de
testosterona y androstendiona. En general, disminuye con la edad y en cualquier edad
aumenta con cada nueva relación.
El hecho de que el desarrollo del acto sexual en las mujeres no siga un modelo lineal
que comienza con el deseo sexual es importante a la hora de hablar de la disfunción
sexual femenina. Distintos estudios concluyeron que la causa más común entre las
mujeres era el escaso deseo sexual3-5 pero en muchos de estos casos se desarrollaría
deseo durante el acto sexual. Un estudio realizado en mujeres portuguesas6 refleja la
diversidad en las motivaciones para el sexo y refuerza la idea de que no hay un modelo
universal. Dentro del subgrupo de mujeres con relaciones estables heterosexuales que
no mostraban dificultad en la excitación, un 15,5% sólo iniciaban una actividad sexual
cuando sentían deseo mientras que el 30,7% declaraban iniciar la actividad sexual sin
deseo y, una vez iniciada, se excitaban fácilmente. En este grupo era mayor el
porcentaje de mujeres con relaciones de larga duración, más de 10 años, que con
relaciones recientes, de menos de 1 año (42,2 frente al 22,4%).
La correlación en los hombres entre la excitación subjetiva y la congestión genital no se
ve en las mujeres. La excitación sexual femenina está modulada por pensamientos y
emociones desencadenadas por el estado de excitación sexual.

CAMBIOS FISIOLÓGICOS ASOCIADOS A LA RESPUESTA SEXUAL


Se distinguen tres fases principales (tabla 1)7,8. La fase de excitación es similar en los
dos sexos y está caracterizada por fenómenos de vasodilatación con aumento del aporte
de sangre a los órganos sexuales. Durante esta fase, se produce la lubricación vaginal
por ultrafiltración a través del epitelio vaginal de plasma sanguíneo del plexo subepitelial
intensamente dilatado. Su utilidad es facilitar la penetración y los movimientos del pene
y neutralizar el pH vaginal (normalmente ácido) para permitir la supervivencia de
espermatozoides.
En la fase del orgasmo hay diferencias intersexuales en lo que a frecuencia se refiere:
casi todos los hombres alcanzan el orgasmo, pero en un elevado porcentaje de mujeres
sanas la respuesta orgásmica es menos frecuente durante el coito. Una vez que se
produce, no hay grandes diferencias. Durante el orgasmo, se producen contracciones
intermitentes de la musculatura lisa genital y esquelética.
La fase de resolución consiste en el retorno a los niveles funcionales iniciales con
reducción de la congestión pélvica y relajación muscular. Se acompaña de un período
refractario, de varios minutos de duración, en el que es difícil tener un nuevo orgasmo.
Esto es habitual en el hombre; en las mujeres puede haber un nivel elevado de
excitación sobre el que se pueden superponer orgasmos adicionales si persiste la
estimulación.
Además de los cambios en los órganos genitales, se producen cambios en otros
aparatos:
 Aumento de la frecuencia cardíaca (100-130 lpm).
 Aumento de la presión arterial (150-180 mmHg de presión sistólica).
 Aumento de la vasopresina, durante la excitación, la oxitocina durante el
orgasmo y la prolactina tras éste.

MECANISMOS FISIOLÓGICOS DE LA RESPUESTA SEXUAL


Un estímulo erótico condiciona una descarga nerviosa en el cerebro que se libera de los
circuitos inhibidores a los centros medulares responsables de la intumescencia genital:
el dorsolumbar, a nivel de D11-L2, interviene por fibras simpáticas cuando hay un
estímulo psíquico activando el plexo hipogástrico, los nervios cavernosos y el tejido
peneano; el sacro (S2-S4) responde a una estimulación genital directa. Ambos
estímulos evolucionan sinérgicamente para producir la intumescencia genital: se
consigue por inducción cerebral y se mantiene durante el acto sexual por el contacto y
el arco reflejo sacro. Las órdenes nerviosas producen una vasodilatación cuya
consecuencia es la erección del pene y la lubricación de la vagina.
La actividad sexual depende de los niveles sanguíneos de ciertas hormonas9, aunque
el papel exacto de cada una de ellas sigue estando poco claro y son necesarios más
estudios:
 Andrógenos: en el hombre, la testosterona desempeña un papel importante en
el mantenimiento del interés y la función sexuales. Durante la pubertad hay una
clara asociación entre la elevación de los niveles y el interés y actividad sexuales.
Con el envejecimiento disminuyen los niveles circu-lantes de testosterona
paralelos al declinar de la función sexual. En la mujer también desempeñan un
papel en la motivación sexual pero la evidencia es inconsistente y a veces
contradictoria. Sus efectos fácilmente se ven interferidos por factores afectivos
(el ánimo, la energía, el bienestar, otros mecanismos psicológicos) y por la
actuación conjunta de otras hormonas. Los niveles de testosterona aumentan
durante la fase folicular y llegan al máximo aproximadamente en el tercio medio
del ciclo, disminuyendo durante el tercio final. El interés sexual es, en algunas
mujeres, mayor durante la fase folicular o alrededor de la ovulación pero hay
variaciones individuales considerables. A lo largo del ciclo se producen otros
muchos cambios hormonales que parecen relacionarse. Se ha encontrado de
forma recurrente menor actividad sexual durante la fase menstrual pero esto no
significa necesariamente que la excitación sexual sea menor en esta fase. En
este caso, parece haber otras explicaciones no hormonales. También
disminuyen el interés sexual y el disfrute durante la lactancia materna, momento
en el que los niveles de testosterona son menores.
En ambos sexos hay un umbral superior de dosis-respuesta por debajo del que hay una
relación directa entre la dosis de testosterona y la respuesta sexual, pero por encima
del que no se produce un aumento significativo de la motivación sexual. El tratamiento
con antiandrógenos disminuye el interés y la actividad sexual en ambos sexos.
 Estrógenos: los estrógenos exógenos tienen un efecto negativo en la
sexualidad de los hombres, disminuyen el interés y la respuesta sexuales, de
forma similar a lo que encontramos en los hombres con hipogonadismo. En las
mujeres no está claro si tienen un efecto directo en el interés y la excitación
sexuales. Sí desempeñan un importante papel en el mantenimiento del buen
estado trófico de la vagina. Su déficit se acompaña de disminución del grosor del
epitelio vaginal y de su capacidad de lubricación. En algunos estudios se ha
observado que el etinilestradiol tiene relación con el interés sexual, el disfrute, la
frecuencia orgásmica e incluso el ánimo (sensación de bienestar) y parece que
el efecto es dosis dependiente.
 Oxitocina:en estudios animales induce la erección mediante un mecanismo
dependiente de la testosterona. Sus niveles plasmáticos aumentan en hombres
y mujeres durante la actividad sexual alcanzándose valores máximos en el
orgasmo10. Los autores piensan que la oxitocina desempeña un papel facilitador
en el transporte del esperma y del huevo al aumentar la contractilidad del
músculo liso del tracto reproductivo.
 Betaendorfina: tiene efectos sexuales inhibidores que son dosis-dependientes
y varían según la zona del cerebro en la que actúe, pudiendo inhibir la activación
de la secuencia consumatoria del acto sexual o la fase inicial de apetito sexual.
Dosis bajas tienen un efecto facilitador y dosis altas, un efecto inhibidor. Por el
contrario, los inhibidores de los opiáceos, como la naloxona, intensifican el placer
en dosis bajas y ejercen un efecto opuesto cuando se administran en dosis más
altas. Pero son necesarios más estudios que muestren cuáles son los efectos de
los opioides endógenos al interactuar con los esteroides gonadales.
 Prolactina: en los hombres, la hiperprolactinemia produce disminución del
interés sexual y de la respuesta eréctil. En las mujeres, puede contribuir a la
sequedad vaginal y la dispareunia como consecuencia de la privación
estrogénica asociada. Se ha observado una elevación de sus niveles tras el
orgasmo, tanto en hombres como en mujeres, y se ha postulado que puede
actuar con un mecanismo de feedback negativo en el período refractario.
Hay otras sustancias, como la serotonina y la dopamina, cuya actividad parece que
también influye en algún aspecto de la excitación sexual pero hasta el momento no se
ha concretado.
Por lo tanto, parece que la respuesta sexual en los hombres se aproxima al modelo
lineal y se ve influenciada claramente por los andrógenos, concretamente por la
testosterona. En las mujeres, esta respuesta sigue más el modelo cíclico, en el que
influyen factores hormonales y emocionales con una correlación intensa. El peso
hormonal es muy controvertido y son necesarios más estudios que lo clarifiquen.

TRASTORNO DE LA EXCITACIÓN SEXUAL EN LA


MUJER.
De todas las disfunciones sexuales femeninas, el trastorno de excitabilidad es una de las
menos estudiadas (a diferencia del deseo sexual hipoactivo y la anorgasmia). Constituye una
frecuencia sexual escasa y provoca grandes conflictos de pareja.

Debemos distinguir dentro de estos trastornos al déficit excitatorio (trastorno por excitación
sexual de la mujer) y al que es menos prevalente, el trastorno por exceso de excitabilidad
(trastorno de la excitación sexual persistente).

En el presente artículo nos dedicaremos al primero.

Concepto

Se define al Trastorno de la excitación sexual en la mujer como la incapacidad persistente o


recurrente para la obtención y mantenimiento de las respuestas de lubricación y tumescencia
de la fase de excitación hasta la finalización de la actividad sexual (DSM-IV-TR).

Estas mujeres no experimentan los cambios fisiológicos típicos de la excitación sexual, como es
la lubricación, la tumefacción vaginal, tensión muscular. Tampoco disfrutan de las sensaciones
subjetivas que están asociadas a la excitación sexual.

Formas de presentación clínica.

Tiene tres formas de presentación:

 Trastorno subjetivo de la excitación: ausencia o importante disminución de la


excitación y del placer reactivo con cualquier tipo de estimulación sexual. Sin embargo,
existen signos fisiológicos del proceso excitatorio, como es la lubricación vaginal.

 Trastorno de la excitación sexual genital: es la ausencia o disminución de la


excitabilidad genital con mínima tumefacción y lubricación de los genitales. La
paciente presenta sensación de excitación ante estímulos sexuales no genitales.
 Trastorno combinado de la excitación (subjetiva y genital). Acá no exciste o hay
marcada disminución de la excitación sexual y el placer, sin ingurgitación ni lubricación
genital con los estímulos sexuales.

Muchas veces en la consulta sexológica la paciente refiere un trastorno combinado, pero al


ordenar cronológicamente los síntomas y signos, se constata que comenzó con trastorno
subjetivo de la excitación (por ejemplo por causas psicógenas o vinculares de pareja) o por
trastorno de la excitación sexual genital (por hipoestrogenismo en la post menopausia) y en la
evolución combinó ambos.

TRASTORNOS DE LA EXCITACIÓN SEXUAL


MASCULINA

El trastorno de la excitación sexual es una disfunción que se produce en algún momento del
ciclo de respuesta sexual (deseo, excitación, orgasmo o resolución), y que impide disfrutar de
la experiencia de satisfacción a través de la actividad sexual. Una persona con este trastorno
puede desear mantener relaciones sexuales, pero tiene dificultades para estimularse lo
suficiente como para llevarlas a cabo con éxito.

Los trastornos de la excitación sexual se conocían anteriormente como frigidez en las mujeres
e impotencia en los hombres, aunque estos términos han sido reemplazados por otros menos
peyorativos. La impotencia se conoce ahora como disfunción eréctil y la frigidez se describe
especificando si se trata de un problema de deseo sexual o de excitación inhibida.

Tanto para los hombres como para las mujeres, estas disfunciones pueden ser la respuesta a
una aversión o rechazo al contacto sexual con una pareja. En los hombres, puede aparecer
como una incapacidad total o parcial para lograr o mantener una erección, o como una falta de
excitación sexual y placer durante la actividad sexual. En las mujeres, a menudo se presenta
como una incapacidad para lubricar lo suficiente como para completar el acto sexual.

Disfunción eréctil (impotencia masculina)

La disfunción eréctil ocasional se produce aproximadamente en el 50% de los hombres


adultos, mientras que la disfunción crónica afecta aproximadamente a 1 de cada 8 hombres,
incrementándose la cifra conforme se envejece. Alrededor del 52% de los hombres entre 40 y
70 años de edad tienen algún grado de disfunción eréctil.

La impotencia puede clasificarse como primaria o secundaria. La impotencia primaria es


aquella en la que nunca se ha logrado una erección suficiente como para realizar el coito.
La impotencia secundaria implica la pérdida de la función eréctil después de un período de la
función normal. Esto tiende a ocurrir gradualmente, excepto en los casos causados por una
lesión o enfermedad repentina.

El tratamiento de la impotencia secundaria tiene una tasa mayor de éxito que la de la


impotencia primaria, porque el paciente tiene una historia previa de la función normal en el
pasado.

Como hemos visto, aproximadamente el 50% de todos los hombres en algún momento pueden
ser incapaces de lograr o mantener una erección, pero esto no significa que sean incapaces de
participar plenamente en relaciones sexuales.
Hay varios componentes necesarios para lograr una erección:

 Un estado emocional óptimo

 Un correcto funcionamiento de la glándula pituitaria

 Un nivel de testosterona adecuado

 Un suministro de sangre hacia el pene adecuado

La eyaculación precoz (cuando el orgasmo llega demasiado rápido) es distinto de la disfunción


eréctil, y tampoco es lo mismo que la infertilidad masculina. Un hombre que es incapaz de
mantener una erección, puede ser perfectamente capaz de engendrar un niño. En cambio, un
varón infértil puede ser capaz de tener relaciones sexuales con normalidad, pero no ser capaz
de engendrar un niño.

Causas de la disfunción eréctil masculina

 Los factores de riesgo más comunes para la impotencia masculina son la edad, la
ansiedad, el estrés y las relaciones conflictivas.

 Algunos medicamentos tienen efectos secundarios que pueden contribuir a la


impotencia. Estos son los diuréticos, antidepresivos tricíclicos, beta-bloqueantes y
hormonas.

 Las causas físicas de la impotencia son los traumatismos y enfermedades tales como:
diabetes, cirugía pélvica, lesión de la médula y los problemas glandulares.

La disfunción eréctil puede aparecer ya en la adolescencia temprana como una incapacidad


para lograr la erección, pero es más común que ocurra después de años de funcionamiento
normal.

Por otro lado, la impotencia eyaculatoria es algo distinto, se trata de la incapacidad para
eyacular dentro de la vagina de la mujer. Aquí la erección puede mantenerse durante largos
periodos de tiempo, incluso después de que la pareja hay alcanzado el orgasmo, pero no se
logra la eyaculación. La impotencia de la eyaculación por lo general tiene una base emocional
que refleja los problemas de relación.

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