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Consejo de Formación en Educación

Instituto de Profesores Artigas

Literatura Universal I
Segundo parcial

Prof. Álvaro Revello

Lucía Hahn, 1°A


12 de setiembre de 2016
Puntos de inflexión en la Andrómaca de Eurípides:
mujer y esclavitud como problemas conjugados.

Para comenzar debo decir que mi interés en el estudio de la construcción que


nuestra sociedad ha hecho de los espacios femenino / masculino ha sido cada vez
mayor. En este último tiempo me he cuestionado profundamente por qué hay
determinadas tareas asignadas a los hombres y otras a las mujeres, y sobre todo me ha
interesado la legitimación cultural que fundamenta el desarrollo de estas ideas. Creo que
dicha legitimación es posible gracias a la Historia que nuestro pensamiento occidental
ha recorrido desde la Antigüedad hasta nuestros días. Es así como, en el estudio de la
Andrómaca de Eurípides, mi objetivo principal ha sido intentar comprender un poco
más nuestra contemporaneidad y sus paradigmas. Además, en la obra del dramaturgo se
agrega un problema íntimamente relacionado con lo planteado: el de la esclavitud. Mi
análisis profundizará en estos dos aspectos ya que Andrómaca posibilita estudiarlos de
manera conjunta.

Siguiendo dicha línea, pretendo hacer hincapié en la fuerza que cobran los
personajes femeninos –en particular Andrómaca y Hermíone- en tanto problematizan
tanto el paradigma patriarcal como la dicotomía libertad/esclavitud que regía a las
sociedades antiguas. A este respecto, debemos considerar que los significados textuales
cobran sentido solamente al ser comprendidos desde una epistemología
fundamentalmente falocéntrica: sin que esta perspectiva anule otros puntos de vista –
como el de Eurípides-, debe ser tomada como base para un análisis significativo del
mundo griego. Como bien dice Jesús Cepeda cualquier tipo de análisis, así como el
nuestro, debe considerar que los pensadores, filósofos, dramaturgos, historiadores, etc.
que vivieron en la Antigüedad eran casi en su totalidad hombres. Esto dirige nuestra
lectura hacia un campo semántico diferente: resulta indispensable –desde mi punto de
vista- tener en cuenta que Eurípides da voz a tipos sociales marginados –sean mujeres,
sean esclavos- pero en realidad esa voz que enuncia es la de un hombre que interpreta la
realidad que le rodea y que textualiza la de un alter que en definitiva no conocemos.
Con esto pretendo, por un lado, resaltar que el lector conocerá la situación de los
personajes relatada desde el punto de vista de Eurípides; y, por otro lado, reflexionar
sobre los intereses y las preocupaciones de este poeta que indudablemente se salen del
paradigma de la época: muchas de sus obras problematizan la situación de
vulnerabilidad que viven algunos sectores de la sociedad.

En referencia a la actitud de Eurípides, André Bonnard en Civilización Griega.


De la Ilíada al Partenón, señala que en la Grecia Clásica existieron

“protestas de ciudadanos libres dirigidas a la población de hombres libres (…) [y


las encontramos] en el seno del arte más popular de Grecia: el teatro, tanto en
la tragedia como en la comedia. En Eurípides, (…) se hacen oír las primeras
protestas contra la esclavitud. (…) [El dramaturgo] es el primero en negarse a
reconocer una diferencia entre la nobleza de alma del hombre libre y la
presunta bajeza de alma del esclavo” (147-148).

No cabe duda alguna que Eurípides tuvo una especial sensibilidad a la hora de plasmar
en el papel las inquietudes que le generaban su tiempo. Es así como pone en jaque la
larga tradición mítica para establecer una nueva perspectiva sobre los hechos:
podríamos decir que reinterpreta su pasado en función de su presente. La grandiosa
epopeya homérica -con su específica epistemología teñida por doquier de virilidad y
heroicidad- se fragmenta con el paso de los siglos, dejando diferentes sustratos que
serán los vértices de las nuevas creaciones. En contraste con la magnífica glorificación
de los héroes griegos que hace Homero en la Ilíada, Eurípides muestra las
consecuencias de la acción bélica resaltando la situación no de los ilustres héroes sino
de las mujeres cautivas: las consecuencias de una acción tan gloriosa se transforman en
material creativo que utiliza el poeta para criticar su contemporaneidad.

A modo de contextualización histórica -y para comprender un poco más el


pensamiento de Eurípides-, interesa nuevamente el aporte de André Bonnard1 cuando
señala que la democracia inventada por los griegos tiene fuertes limitaciones, entre ellas
las más importantes son la esclavitud y la condición a la que estaba reducida la mujer.
Por más de que las cifras de la cantidad de población en la Atenas del siglo V sean
aproximadas, resulta impactante leer que en un total de 400.000 habitantes, 200.000
eran esclavos y 70.000 extranjeros: eso reduce la cifra de ciudadanos a una mínima
parte de la población –porque además debemos restar las mujeres y los niños-. De aquí
la afirmación que hace el crítico más adelante: “La civilización es algo muy complejo y

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conviene recordar cuando se habla de la civilización griega que, a pesar de sus méritos,
se trata de una sociedad esclavista”2 (139)

Teniendo en cuenta todo lo dicho, nos adentraremos por fin en el estudio de


Andrómaca. Por más que la obra resulta inteligible per se, también es evidente que al
considerar la tradición mítica, muchos elementos del texto que parecen algo dispersos se
concretan en un todo coherente y con mayor sentido. Como dijimos más arriba, la
producción literaria del período Clásico está teñida por una larga tradición que se
remonta a las epopeyas homéricas: sucede entonces, que al leer la obra euripidea “nos
damos cuenta de que muchos de los sucesos narrados y expuestos hacen parte de una
historia anterior y de un contexto más general de la literatura griega” (Giraldo, 48).

Dejando por sentado la problemática en torno a la unidad de la tragedia, interesa


estudiar su argumento: este puede ser analizado desde dos ejes3 que se aúnan al
considerarlos como parte de la producción en torno a la guerra de Troya: por un lado,
nos encontramos ante el conflicto entre Andrómaca y Hermíone. Esta última es esposa
legítima de Neoptólemo –hijo del ilustre Aquiles- y no puede cumplir con su rol
estipulado: la reproducción del linaje. Frente a la esterilidad de Hermíone se sitúa en
clara oposición Andrómaca, mujer esclava, capturada a punta de lanza por los griegos
cuando cae Troya. La nuera de Príamo sí concibe un hijo de su amo y es envidiada por
Hermíone: los celos y la inseguridad la llevan a querer matar a Andrómaca, hecho para

2 Laura Giraldo Martínez plantea, por un lado, la paradoja que implica considerar a “la
cuna de la democracia” como una sociedad esclavista y, por el otro, el enfrentamiento
que se produce entre los académicos a la hora de estudiar el tema. A este respecto, ella
explica que existe resistencia de algunos críticos de afirmar que la cultura griega
legitimara la posesión de personas (8). Cabe resaltar, sin embargo, que la situación de
los esclavos en Atenas no era tan mala como en el resto de las ciudades de Grecia: “En
las otras ciudades de Grecia, el esclavo estaba expuesto a las violencias de todos los
hombres libres. Cualquier ciudadano podía burlarse de él o golpearlo en la calle (…)
Atenas llegó al extremo de dar garantías al esclavo contra la brutalidad de magistrados o
policías, y esto representaba ya un principio de condición jurídica” (Bonnard, 140.)

3 Esta división la hice desde una perspectiva personal, guiándome por mi propio
análisis y siendo consciente que la riqueza del lector radica en esto mismo. Obviamente
que hay otras clasificaciones en torno al argumento y a los temas de la obra, así como
también hay diferentes explicaciones sobre las posibles intenciones que llevaron a
Eurípides a abordar los respectivos temas. Para un estudio concreto, ver “Introducción”
de Andrómaca
el cual urde un plan junto con su padre Menelao. Aquí, la interrupción de Peleo es
fundamental. El otro eje temático implica la pérdida del protagonismo que mantenía
Andrómaca bifurcándose el foco hacia diferentes direcciones: en principio, la angustia
de Hermíone parece desbordarla: ella dialoga con Orestes sobre la situación que la
aqueja; luego ingresa nuevamente peleo en la acción, momento en el que un mensajero
da la noticia de la muerte de Neoptólemo. Los posteriores lamentos de Peleo frente a la
pérdida de su linaje son interrumpidos por la aparición de Tetis para restablecer el orden
–ilustrativo ejemplo de deus et machina-.

Situándonos ahora en el comienzo del texto, los lectores nos encontramos en


primer lugar con los lamentos de Andrómaca:

-¡Adorno de la tierra asiática, ciudad de Tebas, de donde en otro tiempo con el


lujo, abundante en oro, de mi dote llegué a la mansión real de Príamo, ofrecida
a Héctor como esposa criadora de hijos, envidiable Andrómaca en el tiempo
anterior, pero ahora, más que ninguna otra, mujer desgraciadísima! Yo que vi a
mi esposo Héctor muerto por obra de Aquiles, y al hijo que di a luz para mi
esposo, a Astianacte, arrojado desde las empinadas torres, cuando los helenos
tomaron la llanura de Troya. Yo misma, como esclava, a pesar de ser
considerada de familia muy libre, llegué a la Hélade, dada al isleño Neoptólemo
como botín de su lanza escogido de entre lo saqueado en Troya. (…) Y yo he
parido en [su] casa un hijo varón, tras unirme con el hijo de Aquiles, mi señor.
(Eurípides, 247, subrayado mío).

En este extenso pero ilustrativo pasaje, podemos observar varias cuestiones. En


principio debemos decir que el pathos con que comienza la tragedia signa al resto del
texto: la profunda angustia de Andrómaca debía conmocionar al público generándose un
clima de expectativa frente a las acciones que posteriormente se desarrollarán en la obra
trágica. Andrómaca se muestra desde el comienzo como una mujer consiente y reflexiva
sobre la dura situación que le ha tocado vivir: ella fue una mujer libre que con gran
dote4 arribó al palacio de Príamo y Hécuba para casarse con Héctor pero los
acontecimientos bélicos cambiaron rotundamente su destino, ahora se lamenta por su
condición de concubina cautiva.

4 Más adelante analizaremos este aspecto y el de la tarea fundamentalmente


reproductiva de la mujer abordando el enfoque de María Dolores Mirón.
Aunque luego abordaremos con mayor profundidad este tema, cabe decir que
aquí lo interesante radica en que desde el discurso de Andrómaca nos damos cuenta
cuan arraigada estaba la convicción de que las mujeres tenían asignado el ámbito
privado en el que su mayor tarea era la reproducción del linaje: Andrómaca explica que
en aquel tiempo pasado, tiempo de lujo y felicidad, ella fue entregada a su esposo con el
objetivo fundamental de criar hijos para él: este hecho es abordado con total naturalidad
por el personaje.

Por otro lado, podemos problematizar la oposición entre la libertad y la


esclavitud: como bien señala Laura Giraldo, la esclavitud de Andrómaca es
absolutamente accidental, hecho que la diferencia de la cantidad de personas que ya
nacían bajo el yugo de la democracia griega. Giraldo, hace un análisis comparativo
entre la situación de la población que era considerada esclava por naturaleza5 y este
otro sector que incidentalmente cambia su condición jurídica. Creo que nuestra
reflexión debe redundar en el profundo impacto que tenían las mujeres ilustres al
cambiar sus situaciones tan drásticamente: este giro en la vida de las princesas con un
gran oikos -que quedaron sin absolutamente nada y en condición de concubinas
esclavas- debió ser abismal. Continuando en esta línea de análisis, resulta ilustrativo el
siguiente pasaje en el que Andrómaca y su “vieja esclava” hacen referencia a su nueva
situación:

ESCLAVA. –Señora – yo, realmente, no rehúyo llamarte con este nombre,


puesto que te consideraba digna de él en tu casa, cuando vivíamos en la llanura
de Troya (…) ANDRÓMACA. - ¡Oh queridísima compañera de esclavitud! –
Pues eres compañera de esclavitud de la que en otro tiempo fue tu señora y
ahora una infeliz-. (Eurípides, 249).

Pareciera que la Esclava tiene internamente incorporado su condición de esclavitud por


naturaleza y por lo tanto, no se acostumbra a la idea de no llamar “señora” a su antigua
dueña. Por el otro lado, Andrómaca al decirle “compañera” se sitúa en el mismo nivel
aunque recordando que originalmente existe una gran diferencia entre ellas.

5 En realidad, el objetivo de la autora es el estudio interactivo entre la Política de


Aristóteles y la Andrómaca de Eurípides. No profundizaré sobre la cuestión del rol de la
mujer asignado por los grandes filósofos ya que no es el objetivo de este trabajo.
En estrecha oposición a estos personajes, encontramos a Hermíone, mujer libre y
esposa legítima. Ella también está desesperada aunque su angustia se fundamenta en la
imposibilidad de tener hijos, situación que pareciera quitarle la libertad al personaje: en
este sentido podemos establecer una correspondencia inversa entre Andrómaca y ella: la
primera permanece cautiva pero su discurso le permite liberarse –la fuerza con la que
argumenta su pensamiento, por ejemplo cuando se dirige a Menelao sin ningún tipo de
restricción6, da cuenta de una especie de libertad interior-; por el otro lado, Hermíone,
en su supuesta libertad, se siente tan ofuscada que planea matar a la cautiva y a su hijo:
aquí, el comportamiento responde a la sensación de encierro interno que
simbólicamente podemos vincular con su condición de esterilidad. Como señala María
Dolores Mirón en Los trabajos de las mujeres y la economía de las unidades domésticas
en la Grecia Clásica,

“La función principal de una esposa griega era procurar hijos legítimos a su
marido. La producción de hijos era la primera y básica aportación común de
marido y mujer al oikos. La pareja humana (…) necesitaba continuarse
legítimamente, es decir, procurarse herederos además de que la descendencia
garantizaba la subsistencia del padre y madre ancianos” (276)

Leyendo este pasaje cobra mucho más sentido el conflicto entre Hermíone y
Andrómaca: ¿puede permitir Hermíone que la descendencia de su legítimo esposo sean
los hijos de una esclava y no de ella misma? Claramente la hija de Menelao no está
cumpliendo con su “función principal” de productividad: ella queda por lo tanto,
reducida a un espacio de inutilidad, vacío de significados: su existencia pierde sentido.

Mirón plantea además, que la división esencial en el mundo griego radicaba en


la oposición entre el espacio asignado al hombre -el mundo exterior, la política, la

6 Cuando Menelao se presenta ante Andrómaca con su hijo y la amenaza con que lo
matará, ella le responde: “¡Oh fama, fama! Para innumerables mortales que nada son
has hinchado tú una vida de vanagloria. A quienes tienen buena fama de verdad, los
considero felices, pero los que la tienen por mentiras, no consideraré apropiado que la
mantengan, sólo porque por un azar parecen ser inteligentes. ¿Tú, al mando de soldados
selectos de los helenos, tomaste en una ocasión Troya a Príamo, tan cobarde como
eres?” (Eurípides, 259). La crítica de Eurípides a la condición de la nobleza hereditaria
amplía los márgenes reflexivos ya que la discusión se instala en el ámbito de lo moral.
economía, la guerra, los trabajos al aire libre-, y el espacio asignado a la mujer -el
mundo interior, la administración doméstica y la crianza-. Dice la autora que las mujeres
aportaban a la economía griega cumpliendo diferentes actividades: por un lado, los
trabajos productivos, implicaban el área textil, la fabricación de vestidos, tapices, ropas
de cama, etc., además de la transformación de los alimentos que los hombres traían del
campo y, por el otro lado, los trabajos reproductivos. A esta altura es indispensable tener
en cuenta que el oikos es un

“concepto complejo que hacía referencia al conjunto de casa, familia y


propiedades y constituye la célula que permitía cubrir tanto las necesidades de
alimento y vivienda como las de reproducción. (…) El oikos es, por tanto, una
entidad económica que supone la base de la economía griega.” (272)

Creo que el enfoque de la autora resulta sumamente enriquecedor ya que nos permite
reflexionar que no necesariamente debe naturalizarse la fuerte antítesis que
construyeron las sociedades griegas entre el rol femenino y el masculino. Este marco
teórico nos permite pensar en la posibilidad de comprender las actividades que
realizaban tanto las mujeres como los hombres desde un enfoque integral, en el que el
espacio privado y el espacio público se entrecruzan dependiendo uno del otro y sin
situarse uno por encima del otro.

Por otro lado -y tratando de no dejar la línea de pensamiento anterior-, resulta un


tanto áspero leer las razones que da Andrómaca a Hermíone cuando le explica las causas
de sus males:

“es preciso que una mujer, aunque sea entregada a un hombre humilde, lo
ame, y que no mantenga una rivalidad por orgullo. Pues si hubieras tenido por
marido un rey en Tracia, la cubierta por nieve, donde un hombre, uniéndose
con muchas mujeres, les ofrece el lecho por turno, ¿las habrías matado?”
(Eurípides, 254)

Los argumentos de Andrómaca para fundamentar que “no es la belleza, sino las virtudes
las que gustan a los maridos” (Eurípides, 254) y explicar la situación de desgracia que
vive la espartana, implican una arraigada concepción patriarcal. De manera explícita
Andrómaca justifica que el esposo pueda tener varias concubinas además de la esposa
legítima: ella tiene incorporado que el mundo funciona de esa manera y no le resulta
para nada dañino. En este sentido, el aporte de Iván Pérez Miranda7 nos ayudará a tener
una perspectiva más crítica. El autor afirma que

“El patriarcado es una forma de organización social basada en un predominio,


el predominio de los hombres sobre las mujeres, del marido sobre la esposa,
del padre sobre la madre y los hijos, de los viejos sobre los jóvenes, y de la línea
paterna sobre la línea materna” (38).

El concepto de patriarcado conduce a la siguiente incógnita: ¿cómo conciliar las


reflexiones acerca de la posible interdependencia entre lo público y lo privado, entre el
hombre y la mujer, con este paradigma que claramente implica una profunda
desigualdad? Quizás lo enriquecedor radica en posibilitar la bifurcación de los
conceptos y de los sentidos sobre el tema que tratamos. Esto nos permite abrir diferentes
líneas de interpretación y situarnos desde distintas perspectivas. Considerando entonces
al patriarcado como un sustrato importantísimo que configura a las sociedades griegas,
el pensamiento de los personajes cobra mayor sentido: la dicotomía espacio público /
espacio privado no redunda simplemente en la noción del oikos, sino que implica todo
un sistema de significados profundos e inconscientes que pueden aparecerse
contradictorios ante nosotros. Si leemos lo que replica Andrómaca unas líneas más
adelante, el concepto citado anteriormente toma forma casi plástica:

“¡Oh queridísimo Héctor! Sin reparo, yo amaba juntamente contigo, siempre


que Cipris te hacía cometer alguna falta, y mi pecho lo he ofrecido muchas
veces ya a tus bastardos, para no producirte ninguna amargura. Haciendo esto
me atraía a mi esposo con mi virtud. Pero tú, [Hermíone] por resquemor, ni
siquiera permites que una gota de rocío del aire libre se acerque a tu esposo.”
(Eurípides, 255, subrayado mío.)

Claramente, la responsabilidad de las faltas cometidas por Héctor están justificadas por
las acciones de Cipris (Afrodita), razón por la cual Andrómaca explica que no debe
haber rencor en la pareja sino que, por el contrario, el lugar de la mujer es incorporar los
actos como parte de la cotidianidad y ser partícipe del hecho legitimándolo –dándole de
mamar a los hijos bastardos-. Resulta interesante además, recordar la figura excepcional
del héroe que conocemos en la Ilíada: Héctor se caracteriza no solamente por sus

7 El autor cita a William Blake Tyrrel.


aptitudes bélicas sino que es un personaje singularmente humanizado: el espacio
público al que responde de manera absoluta, siendo referente implacable para los
troyanos, se mezcla con el espacio privado, cuando la preocupación por la familia, por
su esposa y su hijo, se hace evidente.8 En este punto resulta enriquecedor observar cómo
“Eurípides se haya complacido en desvelar (...) las realidades que transfiguran el
idealismo homérico” (Jose Alsina Clota, 127) para mostrar los problemas de su propia
época. Por otro lado, si establecemos puentes entre la figura del personaje mítico y su
posterior caracterización en la época Clásica, podemos afirmar que el ethos griego en el
siglo V implicaba que el hombre pudiera mantener relaciones con varias mujeres a la
vez, aunque no así las mujeres con varios hombres. En esta línea, Iván Pérez Miranda
explica que la situación de desigualdad entre hombres y mujeres se origina cuando las
culturas antiguas asimilan que los primeros eran portadores de una supuesta
superioridad racional que

“justificaría también las relaciones de poder de los padres sobre los hijos, de los
amos sobre los esclavos y, en las mentalidades no democráticas, de las élites
sobre las masas. En último término justificaría incluso la superioridad de los
griegos sobre los bárbaros, ayudando a legitimar los intentos de dominación por
parte de los primeros sobre los segundos” (36).

En un lugar inverso a estas aseveraciones se sitúa Andrómaca: sucede justamente que


dicho personaje es sumamente racional, poseyendo una cualidad argumentativa que
demuestra sus aptitudes retóricas. Andrómaca presenta una extraordinaria riqueza: ella
puede lamentarse intensamente -evidenciando su capacidad emotiva-, a la vez que
demuestra una espléndida destreza a la hora de justificar sus angustias. Estas razones
llevan al lector a concebirla como un personaje que posee una identidad fuertemente
marcada, hecho que la singulariza a la vez que la posiciona como tipo representativo. En
este sentido, Laura Giraldo explica: “Andrómaca plantea varias de las cuestiones
relevantes del papel de las mujeres cautivas troyanas de la tragedia del siglo V” (7),

8 Otra perspectiva que complementa el análisis sobre la ilustre pareja troyana, es la de


Iván Pérez Miranda que explica, que tanto Héctor como Andrómaca “conocen bien el
papel que deben ocupar, y el espacio que tienen asignado. Héctor ocupa el espacio
público, asumiendo las labores de guerrero y líder, ejerciendo el poder entre los
troyanos. Andrómaca ocupa el espacio interior, criando a su hijo, dirigiendo a las
criadas, y desempeñando labores domésticas como encargarse de la ropa, o de alimentar
bien a los caballos de su esposo”. (244)
afirmación que nos permite volver a nuestro punto de origen: no olvidemos que la
troyana se erige como tipo representativo desde una perspectiva doble: la situación de
esclavitud y de cautividad se conecta íntimamente con la construcción de los roles
femenino y masculino, todos aspectos que problematiza Eurípides reflejando así, la
epistemología de su época.

A modo de cierre quiero expresar que teniendo en cuenta que la literatura es el


espejo de la vida misma -siempre ha sido reflejo de las incertidumbres, los problemas y
las contradicciones en que viven los seres humanos-, es que el aporte del poeta trágico
resulta sumamente enriquecedor. Desde nuestra contemporaneidad podemos reflexionar
sobre los conflictos que acosaban a los antiguos y repensarlos: sin dudas, el foco que
hace Eurípides en los sectores vulnerables posibilita el estudio de muchos aspectos
interesantísimos que han quedado por fuera en este trabajo. Sin embargo, la
problematización en torno a la esclavitud y al lugar asignado a la mujer, resultan temas
imprescindibles a considerar. Con todo esto y llegando al final, creo que resta
cuestionarse hasta qué punto la realidad planteada por el dramaturgo nos concierne:
podremos volvernos así personas más críticas y conscientes de nuestra tradición y, en
consecuencia, entendernos un poco más a nosotros mismos.
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