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Legajo: Z-5120/9
Antes de comenzar el recorrido que intentaré abordar con la pregunta de fábrica que
formulé, considero pertinente señalar que a lo largo de los encuentros realizados, he
comprendido que de nada sirve armar un caso teniendo a priori un supuesto; los supuestos
obturan de entrada la posibilidad de pensar, de dudar, de hacer efectiva la construcción del
caso. Por el contrario, entiendo que se hace necesario sostener una idea que se formule como
pregunta, una pregunta que de inicio a una investigación, que ponga a jugar una lectura
profunda del caso, una pregunta que me causa, me convoca. Decíamos en una de las clases
“nos metemos en un lugar de desconocimiento, por eso, desde el no saber, algo me convoca,
algo me causa.”
Me valgo así, del primer caso clínico expuesto por Carina Latorre al respecto de Ramiro,
un niño de 9 años. Desde allí, lo que me convoca en su decir es la parte en la cual ella
comenta que Ramiro dibujaba el pirata de Bob Esponja - su personaje favorito - y que en ese
momento, comienza a hacer unos ruidos bastante fuertes, los ruidos que comentaba la mamá
de Ramiro. La analista dice: “Y no sé por qué, a mi me parece que está cantando. Entonces le
pregunté si esa era una canción. Y me dice: ‘no, no, no es’. Entonces busco la canción del
pirata de Bob Esponja. Cuando nos encontrábamos, él hacía ese ruido y yo empezaba a
tararear, y así se formó como un dispositivo. Y eso lo calma un poco, por lo menos los ruidos,
un poco.” No olvidemos que los padres de Ramiro, cuando consultan inicialmente con
Carina, al respecto de esto sostienen: “la forma en que se expresa no es acorde a su edad,
dice cosas fuera de lugar, se cuelga y hace ruidos.”
Entiendo entonces, que una interpretación puede oficiar también, de intervención. Es así
como Lacan interviene en la obra freudiana, como aquello que a este último le faltó en su
decir. Pero ésta, no es una falta localizada, es algo que en su propia materialidad tiende a
olvidarse, es un olvido no accidental, sino esencial, constitutivo de una obra que pertenece al
campo de la discursividad, por eso se hace necesario cada vez producir su razón. Que Lacan
lea a Freud desde la consigna del retorno, hace que a partir de ese momento su palabra valga
en la medida en que produce la razón de Freud, en la medida en que pone su decir bajo la
dependencia del de Freud (Allouch, 1984) En esta dirección, sabemos que la doctrina
lacaniana pudo localizar la función imaginaria en la constitución del Yo, expuesta en la
Conferencia de 1936; es por ello que Lacan, aún enunciando la consigna del retorno, sigue
sosteniendo el planteo teórico de Real, Simbólico e Imaginario, y esta articulación sólo puede
pensarse como lo que le falta a Freud, pero sin el decir de Freud éstas dimensiones no tienen
ningún valor.