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Para precisar la noción de dignidad humana, es importante remitirnos a quién le cabe el mérito
histórico de haber sido tal vez el primero en proponer el valor intrínseco del ser humano,
inseparable de su esencia. Emmanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán del siglo XVIII o Siglo
de las Luces y de la Ilustración, fue uno de los fundadores del humanismo y propuso la siguiente
definición:
El respeto que yo tengo por otro, o que otro puede exigir de mí es por ende el reconocimiento
de una dignidad (dignitas) en los demás hombres y mujeres, es decir de un valor que no
tiene ningún precio, ningún equivalente con el que se pueda intercambiar el objeto de
estimación.
Cada hombre y mujer tiene el derecho de exigir el respeto de sus similares y recíprocamente
está obligado él mismo al respeto de los demás.
La humanidad en sí misma es una dignidad, porque la persona no puede ser tratado por
nadie (es decir, ni por otra ni por ella misma) como un mero medio, sino que debe ser
tratada siempre, al mismo tiempo como un fin; precisamente, en esto consiste su dignidad
(su personalidad), gracias a la cual se eleva por encima de todos los demás seres de la
naturaleza que no son hombres.
¿Qué implica el reconocimiento de la dignidad humana?
La dignidad humana es un valor tan grande que no tiene precio, ni valor de cambio, ni de
uso, que no existe otro bien sobre la tierra al que se le pueda equiparar y por el cual pueda
ser intercambiado. Es al mismo tiempo, un valor al cual no podemos renunciar.
Se traduce en el derecho a exigir el respeto de parte de los demás, así como en el deber de
respetar a las demás personas.
Una de las más graves secuelas del irrespeto a la dignidad humana, se ha traducido
históricamente en el fenómeno de la discriminación.
Esta es la causante del sufrimiento de millones de seres humanos y se manifiesta en los
distintos períodos de la historia de diversas maneras. Todas ellas, en esencia, expropian a
amplios grupos de la población el derecho a la igualdad de oportunidades ante la ley y la
vida, y les cercenan el derecho a la diferencia, a la propia identidad, a la diversidad.
Por ejemplo: las mujeres, las poblaciones afrodescendientes e indígenas y jóvenes, han
sufrido la discriminación porque cada una de estas personas ha sido pensada y sentida
como medio, como instrumento. Las unas, para perpetuar la especie, el apellido, la fortuna
pertenecientes al varón; los pueblos indígenas como fuerza de trabajo servil; los
afrodescendientes como fuerza de trabajo esclava y los niños, niñas jóvenes, como “futuro
de la humanidad”, es decir, importantes, no por ser el presente infantil y juvenil de la
humanidad, sino porque serán personas adultas que perpetuarán el proyecto de sociedad.
2. Con tus propias palabras explica las diferentes definiciones que da Emmanuel Kant,
acerca del humanismo.
6. ¿Con tus propias palabras explica qué argumentos da a conocer el autor en la siguiente
reflexión?