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2. RELACIONES ENTRE PODER POLITICO Y PODER ECLESIÁSTICO EN LOS SIGLOS IV Y V.

EL
AGUSTINISMO POLÍTICO
Ambrosio (c. 340 - 387)
Es uno de los personajes mas destacados del siglo IV. Seguimos hablando de la antigüedad
tardía. Todavía no estamos dentro de la Edad Media, como tal. Sino que estamos en un
contexto político en el que está en pie el Imperio Romano. Ambrosio es el director
espiritual de una diócesis en el norte de Italia, cuya capital es Milán
Empieza a escribir obras que se dedican al estudio de la comunidad política. Habla sobre
la relación entre los cristianos como ciudadanos del imperio.
Primeros siglos de la difusión del cristianismo, estos se habían resistido mucho a
las órdenes del Imperio Romano, como culto imperial o formar parte de la carrera
militar.
Cristianismo es monoteísta y paganismo politeísta. Dentro de un sistema politeísta
la inclusión de una divinidad más no genera ningún problema, es un ejemplo de lo
fuerte que es el sistema.
El mundo romano es muy receptor de divinidades procedentes de oriente.
Después del gran modelo de rey divinizado, como Alejandro magno, no
constituye nada extraño que el emperador de roma se convierta en una
divinidad. Esto choca con el sistema monoteísta del cristianismo.
El obispo de Milán declaró explícitamente:
En los asuntos espirituales la Iglesia tiene jurisdicción sobre todos los cristianos,
incluido el emperador. Como cualquier otro cristiano, incluso el emperador es un
hijo de la Iglesia: “está dentro de la Iglesia, no por encima de ella”.
En una carta al emperador Valentiniano, declaró con fuerza que en materia de fe
“son los obispos quienes juzgan a los emperadores cristianos, y no los
emperadores a los obispos”. Ambrosio nunca cuestionó el deber de obediencia a
la autoridad civil, pero siempre afirmó que el sacerdote tiene el deber de censurar
a los gobernantes en asuntos morales.
El cristiano es ciudadano del imperio, por lo que está sujeto y debe obedecer a la
autoridad civil. Ya se ha realizado conciliación entre imperio e iglesia cristina, entre
institución estatal y comunidad religiosa.
Ahora las cuestiones son otras, ya que la autoridad religioso eclesiástica no solo es
legítima, sino necesaria porque el cristianismo se convierte en religión oficial del Estado
después del edicto de Tesalónica, emperador Teodosio I,
Problema determinante en el pensamiento político medieval
Si el emperador es el representante de la institución religiosa o la del Estado. Cuál
es la institución mas poderosa y legitima, la fuerza espiritual de la religión o la
terrenal del imperio.
¿Quién es más poderoso: Papa o emperador?
Con Ambrosio y su alumno favorito estamos en un contexto político muy confuso en el
que hay muchos desórdenes civiles. Imperio Romano de occidente muestra su debilidad,
décadas de decadencia del imperio. Los obispos se aprovechan de la debilidad
institucional política para aumentar su poder e influencia y convertirse en las guías de los
ciudadanos.
El obispo es el líder carismático de la comunidad religiosa local. Cada comunidad religiosa
cristiana está dentro de un sistema más amplio que es la jurisdicción del imperio
El emperador es cristiano por definición, lo que le hace un miembro cualquiera de
la comunidad, por lo que esta dentro y no por encima.
Ambrosio determina la fuerza de la fe es el carácter igualitario de todos los
integrantes. Para él, el emperador no tiene poder religioso ni espiritual
gracias a su cargo, pero no cuestiona el deber de obediencia a la autoridad
civil
Hay asuntos político civiles en los que la autoridad del emperador tiene la ultima palabra,
pero hay asuntos morales donde la máxima autoridad la tiene el obispo.

Bienes de la Iglesia
Dado que los edificios de la Iglesia están dedicados al uso espiritual, Ambrosio sostuvo que
ni siquiera el emperador tiene el poder de tocarlos, ocuparlos y disponer de su uso.
Sin embargo, al mismo tiempo, Ambrosio negó cualquier derecho a resistirse con la
violencia contra la ejecución de las órdenes imperiales. E l emperador tenía
poder de uso de estos, como cualquier otro edifico bajo la jurisdicción del Estado
Según el obispo, por lo tanto, el gobernante secular está sujeto a la educación de
la Iglesia en la esfera espiritual, y su autoridad sobre ciertas propiedades
eclesiásticas es limitada (sin embargo, los límites precisos de las propiedades
imperiales y eclesiásticas permanecieron imprecisos a lo largo de todo el siglo).
Dualismo entre poder terrenal y político, y poder religioso espiritual.
Agustín (354-430)
Leer párrafos 3 (23 y 24) y 5 (29 y 31)
Como discípulo de Ambrosio, Agustín es el primer pensador cristiano en desarrollar una
filosofía de la historia universal, en la que la comunidad cristiana es la culminación de
todo el desarrollo espiritual humano.
Escribió La ciudad de Dios (De civitate Dei, en 22 libros) para defender el
cristianismo frente a la acusación pagana de haber sido responsable de la
decadencia del poder romano y causar el saqueo de Roma por los godos de Alarico
en el año 410.
En la época de Agustín, la opinión común era que Roma seguía representando el modelo
político perfecto (que había descrito Polibio). Esto queda en entredicho tras el saqueo,
aunque el imperio llevaba en crisis desde el 395 (cuando a la muerte de Teodosio, se
dividió en dos). Agustín y su obra constituyen el presupuesto del pensamiento político
medieval.

Año 410 (también fin de la edad antigua). Después de saquear Roma con los visigodos,
Alarico intentó pasar a África del norte y no lo logró. Entonces, los godos con el rey
Ataulfo pasaron a Francia y luego en la Península Ibérica.

Empezaron a difundir por parte de los paganos acusaciones de responsabilidad de la


destrucción de Roma a los propios cristianos. La opinión popular era que por culpa de los
cristianos y su ideología religiosa radical y su oposición a las instituciones del imperio, la
propia ciudad de Roma había caído bajo el control de los bárbaros y había sufrido ese
saqueo
Para contestar a estas acusaciones tomó la palabra el obispo de Hipona que empezó a
redactar un tratado dedicado al desarrollo de la historia. Polibio advirtió que en Roma
estaban presentes tres elementos de las tres formas de gobierno (monarquía, aristocracia
y democracia): cónsules (monarquía); Senado (aristocracia) y tribunos de la plebe
(democracia). Polibio concluir que gracias a este integración, Roma se había convertido en
la civilización más poderosa

Tres regímenes polituicos perfectos para Ovidio


Monarquía – monos adjetivo griego que significa uno
Aristocracia aristos adjetivo que significa óptimo. grupo de personas restringido
Democracia poder y fuerza en el demos, en el pueblo
Aristóteles fue el primero en decir que cada una de estas puede convertirse en su parte
mala, tirania, oligarquia (oligos) y demagogia. Oligos es poco a pequeño, poder en la mano
de unos pocos.
En roma había elementos de estos tres regímenes. Estos elementos eran los dos cónsules,
senado y los comitia centuriata, agrupaciones del pueblo, que tenia representantes.
Ovidio dice que roma pudo integrar a los tres. Sentido ultimo del análisis es este. Análisis
extraordinario que s ebasa en la política de Aristóteles, escrita cuando roma aun no hbaia
empezado su expansdion

La doble naturaleza del hombre


Según Agustín, el hombre es simultáneamente ciudadano de este mundo y de la ciudad
celestial, debido a su doble naturaleza, tanto corporal como espiritual. Por lo tanto los
intereses humanos se dividen entre terrenales, que se centran en el cuerpo, y propios del
alma. Esta distinción, que se remonta a Pablo, en Agustín se convierte en una clave para
leer todo proceso histórico; siempre la historia debe estar dominada por el conflicto de
las dos grandes sociedades que la conforman: la ciudad terrenal (basada en los impulsos
afectivos y posesivos terrestres de la naturaleza humana) y la ciudad de Dios (basada en la
esperanza de la paz celestial y la salvación espiritual). A partir de aquí, el estudio de la
historia siempre se ajusta a la comparación dialéctica entre estas dos sociedades
(civitates).
El concepto de eternidad no se da en el pensamiento político clásico. Para el cristianismo
en la historia tiene un principio (la creación) y un final (Juicio Final). Tras el juicio final se
acaba la historia, llegando a la eternidad. Para los pensadores clásicos, la historia era
circular (todas las civilizaciones seguían el mismo proceso -nacimiento, expansión,
decadencia y desintegración- y se sucedían las unas a las otras).

Roma en el pensamiento de Agustín


La respublica romana no es en absoluto la culminación de la historia, sino el último
ejemplo de una ciudad terrestre o diabólica. Como todos los reinos puramente terrenales,
incluso el de Roma debe terminar, ya que el poder terrenal es naturalmente cambiante e
inestable, basándose en aquellos aspectos de la naturaleza humana que no son bienes
verdaderos y que, por lo tanto, conducen a la guerra y al deseo de dominación. En
cualquier caso, en la lectura histórica de Agustín, las dos grandes entidades de “la ciudad
del hombre” y “la ciudad de Dios” nunca se identifican con las instituciones humanas
existentes. La Iglesia no es el reino de Dios, así como el gobierno secular no se identifica
con las fuerzas del mal. Sin embargo, la Iglesia es la única institución humana organizada,
a través de la cual la gracia de Dios puede obrar en la historia. Si la salvación humana está
vinculada a los intereses de la Iglesia, estos últimos son superiores a cualquier otro
interés.
Agustín no está diciendo que el modelo perfecto de comunidad es la ciudad de Dios y todo
lo que se encuentra en el mundo terrenal es malo. Agustín reconoce que en el mundo
político-terrenal está dominada por la doble naturaleza del ser humano. La parte espiritual
determina los aspectos positivos de las sociedades (justicia, virtud) y la parte material
determina lo negativo (corrupción, decadencia).
Agustín afirma que Roma no merece un lugar privilegiado dentro de la Historia humana,
sino que Roma es una civilización más en un momento en el que impera la ignorancia más
absoluta. La culpa del saqueo de Roma está en la naturaleza material o corporal del
hombre. Para Agustín, hasta el nacimiento de Jesucristo, las civilizaciones vivían en la
ignorancia, pues desconocían la verdad más absoluta (el evangelio=la palabra de
Jesucristo). El nacimiento de Jesucristo supone el gran punto de inflexión. La muerte de
Jesús implica la cancelación de todo el pecado humano que se había producido hasta ese
momento.
Agustín afirma la necesidad de la existencia de un estado cristiano, ya que solo este último
puede iniciar el verdadero propósito de la humanidad, que no se cumple en la tierra sino
en el cielo. Acepta las enseñanzas de Cicerón, según las cuales primera tarea del Estado es
la justicia, pero niega que ningún imperio pagano pueda alcanzarla. Los imperios
precristianos pueden definirse como “estados”, pero sólo en un sentido imperfecto, ya
que el significado completo de la palabra implica la ley cristiana y su valor universal.
La ciudad de dios es una ciudad construida por Dios, pero destinada a que vivan los seres
humanos en ella. Esta idea de convivencia entre las deidades y los seres humanos
proviene de los estoicos, especialmente de Cicerón.
De legibus I: La ley no es otra cosa que la expresión de la recta razón.

Volvemos a Agustín, en su época la opinión común sobre roma y los regímenes políticos
era que roma representaba el modelo político perfecto. Nos esta hablando la roma
imperial, dundad por Octavio augusto.
Caracteres del Princeps
Emperador palabra castellana que es un false friend con respecto a la palabra latina
imperator, porque esto significa general del ejército, no tiene que ver con instituciones
políticas. Se ha solapado por cuestión lingüística compleja.
Prínceps significa primero. Octavio augusto no quito ningún elemento de la republica al
convertirse en el único soberano de roma. Las incluye a todas dentro de su persona,
porque es el cónsul, pero solo, el es el primero, el prínceps senatus, asiste a cada reunión
del senado y se le da la palabra como a la primera institución del estado, y es el
representante del pueblo dentro del senado. Primer ciudadano del imperio, prínceps
cicuitates. Este adjetivo se convierte en una acepción de monarca absoluto que tiene todo
el poder a su disposucion.
Agustín y Cicerón
Agustín afirma la necesidad de la existencia de un estado cristiano, ya que solo este
último puede iniciar el verdadero propósito de la humanidad, que no se cumple en la
tierra sino en el cielo. Acepta las enseñanzas de Cicerón, según las cuales primera tarea
del Estado es la justicia, pero niega que ningún imperio pagano pueda alcanzarla. Los
imperios precristianos pueden definirse como “estados”, pero sólo en un sentido
imperfecto, ya que el significado completo de la palabra implica la ley cristiana y su valor
universal.

Una ciudad para dioses y hombres: la idea de Cicerón


«Como nada hay mejor que la razón, y ésta es común a dios y al hombre, la primera
asociación entre dios y el hombre es la de la razón. Los participantes en una razón común
lo son también en la recta razón; y ya que la recta razón es la ley, entonces, también
debemos considerarnos los hombres como socios de la divinidad en cuanto a la ley;
además, participantes en una ley común, lo son también en un derecho común;
finalmente, los participantes en esta comunión, deben tenerse como pertenecientes a la
misma ciudad, y si siguen los mismos mandos y potestades, con más fundamento todavía.
En efecto, siguen las disposiciones celestiales, la inteligencia divina, a dios omnipotente,
de suerte que todo este universo mundo debe reputarse como una sola ciudad común a
los dioses y los hombres [...], por lo que los hombres se sujetan mutuamente gracias al
parentesco y la ascendencia de los dioses» (De legibus I 23-24).
«[...] ut <sit> iam universus hic mundus una civitas communis deorum atque hominum
existimanda; [...], ut homines deorum agnatione et gente teneantur» (ed. J.G.F. Powell,
Oxford 2006).

Estructura de La ciudad de Dios


• Libro Primero - En defensa de la religión cristiana
• Libro Segundo - Los dioses y la degradación de Roma
• Libro Tercero - Los dioses y los males físicos en Roma
• Libro Cuarto - La grandeza de Roma como don divino
• Libro Quinto - El destino y la Providencia
• Libro Sexto - La teología mítica según Varrón
• Libro Séptimo - La teología civil y sus dioses
• Libro Octavo - Teología natural y filosofía
• Libro Noveno - Cristo, Mediador
• Libro Décimo - El culto del verdadero Dios
• Libro Undécimo - Origen de las dos ciudades
• Libro Duodécimo - Los ángeles y la creación del hombre
• Libro Decimotercero - La muerte como pena del pecado
• Libro Decimocuarto - El pecado y las pasiones
• Libro Decimoquinto - Las dos ciudades en la tierra
• Libro Decimosexto - De Noé a los profetas
• Libro Decimoséptimo - De los profetas a Cristo
• Libro Decimooctavo - Paralelismo entre las dos ciudades
• Libro Decimonoveno - Fines de las dos ciudades
• Libro Vigésimo - El juicio final
• Libro Vigesimoprimero - El infierno, fin de la ciudad terrena
• Libro Vigesimosegundo - El cielo, fin de la ciudad de Dios
Decimoquinto: las dos ciudades en la tierra. Hay coexistencia de las dimensiones celestial y
terrenal de la civilización gracias a sus manifestaciones., en la tierra coexisten ciudad de dios y del
hombre. A ojos de Agustín ha prevalecido ciudad del hombre y a partir de ahora puede empezar a
prevalecer la otra.

Decimonoveno: fines como objetivo, punto de culminación

A partir del siglo VI se difunde política basada en los conceptos de Agustín basada en la oposición
de un objeto que es la espada, por una parte del emperador y por otra fuerza de espada del
cristianismo. Gelasio I presentación opuesta de dos grandes poderes y su representación. Obispo
de roma máxima referencia, gobierno civil orden y justicia gracias a la institución monárquica,
imperio ya está limitado a la parte oriental.
Las dos espadas
A fines del siglo V, el Papa Gelasio I (m. 496) establece claramente la división de los
poderes: los intereses espirituales y la salvación eterna se confían a la Iglesia y forman
parte de las enseñanzas y doctrinas, que son su prerrogativa; los intereses seculares y el
mantenimiento de la paz, el orden y la justicia se confían al gobierno civil y constituyen
los fines de la labor de los magistrados y gobernantes. Durante las generaciones
posteriores, cuando los intereses del papa y el emperador se volvieron controvertidos,
cada parte apeló a esta doctrina, con una distinta interpretación.
Es el obispo quien defiende a Italia (es decir, la región percibida como el corazón del
imperio romano) en contra de los lombardos, cuyo ejemplo se extiende también a Europa
occidental y el norte de África.

Gregorio I (c. 540 - 604)


Es el obispo quien defiende a Italia (es decir, la región percibida como el corazón del
imperio romano) en contra de los lombardos, cuyo ejemplo se extiende también a Europa
occidental y el norte de África. Gregorio, que fue alumno de Gelasio, se convierte
prácticamente en un gobernante político (los obispos aprovecharon el vacío de poder en
el Imperio Romano de Occidente para aumentar su poder, especialmente el obispo de
Roma -el Papa-). Sin embargo, es el único de los padres de la Iglesia que teoriza la
inviolabilidad del regimiento político. En otras palabras, según Gregorio, un gobernante
malo todavía tiene derecho no sólo a la obediencia, sino también al silencio y la
obediencia pasiva por parte del súbdito; en su Regula pastoralis establece que el súbdito
ni siquiera debe juzgar o criticar el trabajo de un gobernante. Esta concepción de la
santidad del gobierno político se explica sobre todo por el contexto muy problemático y
caótico de la época en que vivió Gregorio.

Referencias al manual de Historia Medieval


Los argumentos y temas relativos a estas transparencias hacen referencia al contexto
histórico del que se habla en las pp. 25-34, 40-42, 53 (documento n. 5) del Manual de
Historia Medieval de José Ángel García de Cortázar y José Ángel Sesma Muñoz, disponible
en los materiales docentes de Aula Global.

Comentario de La ciudad de Dios:


419 pag. En las primeras líneas Agustín hace referencia a los libros anteriores. En este libro
(XV) el principal argumento es el contraste entre la ciudad del hombre y la ciudad de Dios.
El adjetivo místico hace referencia a la imposible incomprensión total de Dios. Apóstol
(Pablo). El ciudadano de este siglo se refiere al ciudadano que vive en el tiempo terrenal,
el tiempo de la historia. El concepto de que la naturaleza humana en origen es mala
debido al pecado original (toda la descendencia de Adán y Eva, heredan la mancha del
pecado original, pues se presenta como corrompida). Como consecuencia, todo
planteamiento político-social está corrompido en su origen, pues toda la actuación
material del ser humano está corrompida (ya que el pecado tiene un origen material).
Agustín trata de legitimar su teoría recurriendo al Antiguo y Nuevo Testamento (ej: Caín,
según el Génesis, fundó una ciudad terrenal mientras que Abel tenía un carácter más
espiritual).
En las primeras líneas (421) afirma que no hay una distinción neta entre las dos ciudades.
Cuando las intenciones que han producido la ciudad terrenal son muy buenas (búsqueda
de la felicidad, de la justicia) estos objetivos constituyen una imagen parcial de la ciudad
de Dios. Cuando la ciudad terrenal está regida por las mejores intenciones, es un reflejo
de la ciudad de Dios. Pero nunca coincide plenamente con la ciudad de Dios, pues está
creada por el hombre. Es importante tener en cuenta que la ciudad del hombre no tiene
que estar necesariamente regida por el diablo.
Capitulo IV: Destaca el carácter violento y conflictivo que tienen la mayoría de los
objetivos de desarrollo de la ciudad terrenal. Estos objetivos se oponen al objetivo último
del cristianismo: la salvación. Agustín no está condenando los objetivos de la ciudad
terrenal, pues la propia sociedad humana (agrupación de seres humanos que deciden vivir
juntos en un espacio y lugar determinado) por si misma es un bien. El carácter positivo de
la comunidad política es herencia de Aristóteles. Los conflictos entre las ciudades y los
conflictos internos dentro de una misma ciudad se explican por la naturaleza pecadora del
hombre.
Capítulo V: Compara a Caín y Abel con Rómulo y Remo, para recordar que en el origen la
fundación de Roma se encuentra el delito (fratricidio). Agustín no habla de Roma como la
civilización más poderosa de la tierra, sino como consecuencia de un fratricidio motivada
por la ambición de poder.

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