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Ensayo social
Manuel Garfias
MMXXI
Título original de la obra:
La pareja
ISBN 978 607 98752-0-6
1a. edición
Editorial Foro Cultural JZ
Marzo 2021
Hidalgo, México
Autor:
Manuel Alejandro Garfias Aldrete
Impreso en México
Printed in Mexico
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sus necesidades biológicas.
La continuidad de la especie, las tareas de superviven-
cia diferenciadas y la sinergia del trabajo en equipo, son en
forma elemental el primer impulso para formar una pareja,
seguramente fueron el apareamiento, el cuidado del embara-
zo y la seguridad de las crías, lo que propició la vida familiar
primitiva; entre más crías sobrevivieran a las hostilidades del
medio, mayor era la posibilidad de éxito del hombre sobre
otras especies; estos comportamientos los podemos conside-
rar instintivos y no son exclusivos de la especie humana; la
pareja se aparea, la madre reduce el riesgo de sus actividades
de manera de asegurar el éxito del embarazo, da a luz a las
crías eligiendo un refugio protegido de las inclemencias del
tiempo y de los ataques de depredadores, las alimenta hasta
que alcanzan un estado de autonomía que les permita prote-
gerse y alimentarse a sí mismos. Durante todo este tiempo,
que puede prolongarse durante todo el periodo fértil de la
hembra (aproximadamente 25 años), la madre ocupa la
mayor parte del tiempo en el cuidado de múltiples crías, por
lo que requiere ser protegida y alimentada, labor que asume
el macho.
El vínculo
Más allá de las definiciones legales o formales, el vínculo
entre dos personas, (en las relaciones monógamas), es algo
que las identifica y complementa, es una relación de necesi-
dades y satisfactores perfectamente negociable. Muchas
veces el paso de negociación es omitido y el individuo se forja
la idea de las necesidades y expectativas de su pareja basadas
en las propias, surgiendo finalmente un conflicto al no existir
concordancia en ellas. Podemos decir que en las sociedades
llamadas occidentales del siglo XXI, básicamente existe una
clasificación de las fuerzas que mantienen unida o separan a
la pareja.
El vínculo biológico:
El apareamiento con fines reproductivos y la satisfacción de
las necesidades sexuales del compañero son una parte básica
de la relación, los impulsos de desintegración más primitivos
provienen de este tema; primeramente, porque forman parte
de nuestras actividades instintivas y segundo porque las
necesidades y las expectativas individuales, varían radical-
mente entre personas.
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Valoraciones cuantitativas como la cantidad de hijos,
el uso de medios específicos de control natal, la frecuencia y
calidad de las relaciones sexuales, las prácticas sexuales y la
exclusividad del sexo en la pareja, tienen que ser asuntos
necesariamente abordados y consensuados.
Este es uno de los aspectos más difíciles de abordar,
estamos en una época en que los valores impuestos por la
religión y la sociedad nos llevan a omitir expresar nuestros
deseos.
El vínculo afectivo/emocional:
El terreno de las emociones humanas y la exteriorización de
estas es un terreno delicado, todos los hombres y mujeres
somos presa fácil de ellas, y reaccionamos muchas veces de
manera impredecible. Les asignamos un peso enorme en
nuestra relación, nos hacen perder objetividad y tomar
decisiones viscerales, el vínculo emocional entre dos perso-
nas está regido por los estímulos externos y sus reacciones
son diferentes en cada persona, habrá individuos que lloren
por el simple hecho de que es un día nublado y otros perma-
necerán impasibles ante la muerte de un ser querido.
Después de las necesidades biológicas, las necesida-
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des emocionales son el escalón menos evolucionado en
nuestras relaciones, el ser humano no tiene control sobre la
felicidad, la ira, los celos, etc. El varón ha sustituido las emo-
ciones de la guerra y la cacería por las igualmente primitivas
que le proporcionan un encuentro de futbol o una corrida de
toros, y la mujer continúa recreando sus emociones con
dramas televisivos que la transforman en heroína de intensos
romances o amores imposibles. Si bien, las emociones en el
varón son más salvajes y violentas y por esa razón más fáciles
de entender, las de la mujer son más complicadas, pero
igualmente intensas.
El amor:
La mujer es capaz de dejar todo con la simple justificación de
que fue por amor; y ante un fracaso su explicación más usada
es “estaba muy enamorada”, se ciega ante lo evidente, se
autoengaña y justifica frente a una agresión. En el primer
capítulo de este ensayo, explique mi concepto del amor y su
relación con las necesidades biológicas y de supervivencia
instintivas.
El amor lo hemos adoptado como un poderoso concepto
mágico que parece justificarlo todo.
Ante un comportamiento absurdo justificado por el amor,
existe siempre un trasfondo de conmiseración, baja auto
estima y menoscabo de la capacidad intelectual del indivi-
duo.
La necesidad de aceptación:
Otra emoción que rebela también carencias afectivas,
es la necesidad de sentirse querida(o), admirada(o) o desea-
da(o); nótese que menciono en primer lugar el adjetivo
femenino, porque si bien, al hombre también le satisface ser
admirado, en la mujer esta búsqueda se vuelve monstruosa,
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en su afán de llamar la atención la mujer toma roles exagera-
dos en su manera de vestir y de actuar. Sabedora que sus
habilidades y atributos intelectuales, serán poco apreciados
por la mayoría de los varones, centra su atención en ser
sexualmente atractiva y visualmente dominante.
El matrimonio:
Aún existen muchas parejas que sueñan en casarse y
gozar de los privilegios reservados para los casados, el
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matrimonio aporta seguridad a la mujer y a los hijos, es un
compromiso firmado por los cónyuges para normar su
comportamiento; es una institución social, que le confiere a la
pareja roles específicos, al hombre la obligación de propor-
cionar sustento y protección y a la mujer a ejercer el trabajo
doméstico y la crianza de los hijos; sin embargo, en la práctica
el vínculo del matrimonio se ha transformado, la responsabi-
lidad económica ya no recae completamente en el hombre ni
la de los trabajos domésticos son exclusivos de la mujer.
Es fundamental, al establecer una relación, el aceptar o
no, si esta será reglamentada por las obligaciones legales que
conlleva, para la mayoría de las mujeres el matrimonio
continúa siendo una especie de meta en la vida, y el llegar a
los 30 o 35 años sin casarse lo sienten como una omisión en la
vida. Obviamente hay mujeres que consideran mejor una
vida libre de este vínculo, que se trazan un plan de vida de
autosuficiencia económica y emocional y cubren sus necesi-
dades físicas y afectivas con relaciones informales o casuales.
Vínculos económicos:
Es un factor característico de las parejas actuales, con la
irrupción de la mujer en el mercado laboral, las parejas
actuales llevan una economía compartida, cuando se plantea
este esquema también debe de quedar claro si las aportacio-
nes económicas de la mujer son individuales o forman parte
del ingreso familiar como una obligación. Si la economía
sustentada en dos ingresos puede asumir compromisos
dentro de los márgenes de la suma de ellos.
Esta negociación está íntimamente relacionada con el
número de hijos que se desee tener y contemplar en su caso
los periodos de embarazo y desarrollo de ellos. En el caso de
que se decida que la mujer atienda el desarrollo de los hijos en
forma personal, se tienen que planear cuidadosamente los
lapsos de tiempo en que la mujer estará inactiva y disminuirá
su aportación económica a la economía familiar y la manera
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de enfrentar esta disminución.
Las tareas domésticas deben de ser parte del vínculo
económico y también debe de ser claro si serán una responsa-
bilidad individual o compartida.
Si bien las leyes laborales ofrecen algunas ventajas para las
madres trabajadoras, estas conllevan la crianza de los hijos en
manos de terceros, a edad muy temprana, en México la Ley
Federal del Trabajo otorga una incapacidad laboral a partir
del cálculo de 40 días anteriores al parto, y que expiran en el
momento de este, y 40 días posteriores al alumbramiento, lo
que obliga a la madre a regresar a sus labores, dejando a su
bebé recién nacido en manos de guarderías o de familiares.
Vínculos profesionales:
Cuando dos personas que han decidido llevar una vida
juntos, comparten la misma profesión o tienen actividades
relacionadas, la conciliación entre el aspecto laboral y el de
pareja, tiende a ser conflictiva, las relaciones laborales no
estarán libres de las implicaciones emocionales y las segun-
das no serán ajenas a los conflictos generados por las prime-
ras. Es aconsejable evitar esta contaminación emocional entre
ambos contextos, pero si esto se ve de manera inevitable o
claramente conveniente, tiene que ser tratado como un
aspecto fundamental.
La relación entre un jefe(a) y su auxiliar, implica un
grado de subordinación laboral muy delicado, el cual difícil-
mente está exento de repuestas sentimentales, aquí el manejo
de emociones y la manera de responder a ellas debe de ser un
tema totalmente agotado antes de pactar la unión de la pareja.
Vínculos religiosos:
Las religiones imponen a sus seguidores valores que son
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fundamentales para su pertenencia, muchas personas asu-
men estos valores como verdades absolutas e indiscutibles.
Cuando una pareja que profesa religiones diferentes, se tiene
que negociar si habrá un esquema de prácticas religiosas en
familia o se omitirán completamente. Es poco probable, que
uno de los integrantes renuncie totalmente a sus creencia y
valores religiosos, en beneficio de la armonía de la pareja.
Se tiene que hablar de la educación religiosa de los
hijos y el respeto por los estados emocionales provocados por
las creencias religiosas.
Para una gran cantidad de parejas, ante la vista del
debilitamiento de las religiones en el mundo occidental este
aspecto constituirá un factor secundario, pero para otras
constituirá un tema fundamental, por lo que no deberá ser
omitido en su caso.
Conclusiones:
La estabilidad de la relación de una pareja se basa en la conci-
liación de 6 vínculos capaces de mantener fuerte la unión:
El Vínculo Biológico,
El vínculo afectivo/emocional,
El vínculo social,
El vínculo económico,
El vínculo profesional,
El vínculo religioso.
Una adecuada negociación entre estos factores, dará lugar a
una unión sólida y duradera, en cambio la omisión o el
asumirlos los propios como ciertos, puede conducir a un
rápido fracaso de la unión conyugal.
Los seis vínculos forman un todo indivisible, y propi-
cian el equilibrio en la vida de la pareja, el conferir demasiado
peso a alguno de ellos puede conducir a un desenlace irreme-
diable.
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El divorcio y la disolución de la unión de la pareja es
un recurso que no debería de ser abusado para solucionar
conflictos que pueden ser evitados, antes de decidir la
separación de nuestra pareja debemos aceptar la renegocia-
ción de los aspectos en conflicto y darles el justo valor.
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