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TÉCNICA DE DISECCIÓN ANATÓMICA

La disección es una técnica anatómica que nos permite


mediante el uso de diferentes instrumentos exponer de forma
sistemática los diferentes elementos que configuran las regiones
del cuerpo humano.
Las regiones del cuerpo humano se organizan
topográficamente en diferentes planos que se suceden desde la
superficie, piel, hacia la profundidad, huesos y articulaciones
como capas de una cebolla. En el aparato locomotor es en el
plano del tejido celular subcutáneo y sub-aponeurótico donde se
encuentran contenidos los vasos, nervios y músculos de la región.
Antes de iniciar una disección es necesario un estudio
exhaustivo de sus límites, planos y contenido. Una vez
completado el estudio teórico es necesario disponer del
instrumental adecuado para realizar el trabajo.
El material básico que se necesita es: bisturí, pinzas y tijeras .
El primer paso es montar el bisturí. Se abre el envoltorio
de la hoja con precaución. Con una pinza Kocher, se coge la
hoja firmemente por fuera de la ranura. Se introduce la parte
delgada del mango por su ranura hasta que una y otra queden
solidamente encajadas. Cuando la hoja no corta o se desea su
eliminación se procede de forma inversa.

Se levanta ligeramente la pestaña de la hoja a la vez que se la


tracciona con la pinza Kocher. La hoja debe siempre tirarse a
un contenedor para evitar que pueda causar cualquier tipo de
daño.
Las pinzas pueden ser sin dientes y con dientes. Se cogen
entre el pulgar e índice. De esta forma se asegura una mayor
movilidad a la vez que fuerza y precisión en su uso. Las
tijeras, al igual que las pinzas, pueden ser de muy diversas
longitudes y formas con las puntas agudas o romas. Se
cogen con el pulgar y el anular. De esta forma se asegura una
mayor amplitud de sus brazos a la vez que en su uso
podremos trabajar con un mejor apoyo y por tanto precisión a
la hora de cortar. Pinzas y tijeras es un binomio que se usa
conjuntamente. Mientras que con las pinzas en una mano
aseguramos la presión de una estructura con las tijeras en la
otra la manipulamos para proceder a su corte, separación o
limpieza.
Antes de proceder a la disección debemos
disponer de una estación de trabajo
perfectamente limpia y equipada que reúna las
siguientes condiciones.
Buena iluminación. Superficie plana para
depositar el instrumental. ¡Nunca apoyarlo sobre
superficies inclinadas! Un difusor de agua para
humedecer la pieza y evitar de esta forma que se
reseque. Un contenedor con una gasa para
depositar la grasa que limpiemos. Y, un atril
donde figure el dibujo o la foto del plano que
vamos a disecar.
Empezaremos la disección de cualquier
región definiendo sus límites sobre la piel.
Con el bisturí incidimos sobre las líneas
marcadas dejando siempre dos lados sin cortar
para abrirla como las tapas de un

libro. Para evaluar la profundidad del corte es


conveniente tensar la piel con dos dedos al tiempo
que realizamos la incisión. Para levantar la piel se
coge y tracciona uno de sus ángulos con pinzas
con dientes al tiempo que con el bisturí se corta su
conexión con el tejido celular subcutáneo, de
color amarillo por su contenido en grasa.
Traccionar y cortar son pues el ejercicio para
levantar la piel. No dejar adherida la grasa a la
piel es un signo de que hemos dejado integro el
plano del tejido celular subcutáneo
La disección del plano subcutáneo,
fascia superficial de los autores anglosajones, es
aparentemente difícil por su rico contenido en
grasa. ¿Cómo disecarlo? Sabiendo donde están
los elementos nobles que lo integran
procederemos de la forma siguiente.
Traccionamos con las pinzas un pequeño
cúmulo de grasa mientras que con las tijeras lo
pinchamos superficialmente.
Al abrir con cuidado los brazos de la tijera comprobamos si entre ellos se observa alguna estructura
o es transparente. Si es
transparente lo cortamos, y si no lo
respetamos. Así paulatinamente girando en
torno al pedículo pinzado procedemos a la
eliminación de la grasa. En caso de observar
una estructura pasaremos a reconocerlo por su
color y textura. Marrón, músculo; blanco,
nervio; rosáceo, arteria y azulado y frágil,
vena. Un vez reconocida una estructura
pasamos a identificarla, por ejemplo ¿qué
vena es?, para finalmente limpiarla. Para
limpiarla
seguiremos la secuencia del flujo de sangre que por ella transita, de distal a proximal. De esta forma no
perderemos ninguno de sus afluentes.
En el caso de una arteria o de un nervio procederemos en sentido inverso, de proximal a distal,
para no perder ninguna de sus colaterales. Es recomendable que una vez identificada una estructura no
se abandone su limpieza a lo largo de todo su trayecto por la región. Una vez aclarado el campo de gran
parte de la grasa que lo ocupa podremos completar la limpieza de los vasos y de los nervios
pinzándolos suavemente mientras que la tijera los denuda.
Humedecer la pieza no solo evita que se reseque sino que también facilita la disección de los vasos,
nervios y músculos.
Al completar la disección del plano del
tejido celular subcutáneo ya podemos observar
la aponeurosis de envoltura de color blanco. La
apertura de la aponeurosis se puede hacer como
la piel. Sin embargo, en ciertos casos al estar
muy adherida a los músculos subyacentes, se
hace necesaria su eliminación. Para ello se pinza
y tracciona mientras que se deslizan las tijeras
pegadas a su cara profunda. De esta forma nos
aseguramos de no cortar ningún elemento noble
situado próximo a ella.
En el plano subaponeurótico procederemos con
tijeras y pinzas sin dientes. La menor cantidad de
grasa de este plano hace más fácil identificar las
estructuras que lo componen. En algunos casos los
orígenes o inserciones musculares dificultan la
disección del plano.
Para ello podemos seccionar uno de sus extremos y
reclinarlo mediante la ayuda de alfileres. Partiendo
del conocimiento teórico de la región, la pauta de
disección será: reconocimiento de las estructuras, su
identificación y posterior limpieza. La limpieza de
las vainas conectivas de los vasos, nervios y
músculos se hará con pinzas sin dientes y tijeras de
punta aguda.
Para disecar estructuras profundas nos podemos ayudar
de separadores ortostáticos que permiten ampliar el
campo de visión.

La limpieza la podemos mejorar


utilizando un microscopio de disección.
En tal caso el material de trabajo serán
pinzas de relojero y tijeras oftalmológicas.
¿Hasta que ramas y ramitas debemos
disecar? Ello dependerá del objeto de lo
que queramos demostrar. Generalmente
aquellas ramas que se escapan a su visión
a simple vista pueden ser
eliminadas.

Una vez acabada una disección un aspecto


importante a tener en cuenta es su presentación.
Pintar con tinta china los nervios de amarillo, las
arterias de rojo y las venas en azul es en ocasiones
algo que permite mejorar su estética sin alterar su
calidad.
Al hacer la disección nos podemos encontrar con patrones arteriales, nerviosos o musculares diferentes de
los que hemos estudiado. Estos se corresponden a lo que denominamos variaciones anatómicas. Por tanto,
al estudiar una región, no nos debemos contentar con una información superficial sobre la misma sino que
también debemos consultar las posibles variaciones que podamos encontrar.

Si también deseamos disecar la


articulación de una región deberemos
proceder con cuidado a la eliminación
de todos aquellos elementos que la
ocultan y no nos interesa conservar.
Una vez expuesta se delimitan sus
inserciones óseas con la ayuda de
una cucharilla. Posteriormente con tijeras y pinzas procedemos a la
disección de sus diferentes ligamentos y anexos.
técnica de disección
Asumiendo que las partes del cuerpo se encuentran en buena condición y apropiadamente fijado, el
primer requerimiento del prosector – disector es una muy buena iluminación con la que trabajar.
Trataremos de proveernos de una lámpara eléctrica de pié con altura ajustable, diseñada para soportar una
bombilla de hasta 150 watts. Deberá ser ajustable en su altura así podemos acercarla a la pieza cuando
realizamos trabajos delicados; y alejarla de la misma para prevenir que las manos y el instrumental
opacifique con su sombra el área de trabajo. La luz de un tubo fluorescente no es satisfactoria a menos que
sea suplementado por lámparas comunes.

El segundo requerimiento es una silla confortable con altura ajustable. La disección de museo, si se
realiza verdaderamente bien, es una ocupación exacta y fatigante, así que para reducir el cansancio al
mínimo, la altura de la silla deberá ajustarse a la postura más confortable.

El tercer elemento es un par de espejos magnificadores: “lupa”. No solo reduce el riesgo de lesión
visual y la demora que ésta causa por fatiga, sino que permite al prosector el reconocimiento de pequeñas
estructuras más rápidamente de las que podrían pasar
imperceptibles al ojo desnudo. Esto nos avisará como disecar con especial atención ciertas regiones. Para
trabajos generales, lo ideal es una lupa de 1.7 de diámetro, pero para regiones más delicadas será necesario
una de 2.5 de diámetro.

Como muchas disecciones se realizan con ambas manos portando instrumental y en acción al mismo
tiempo, es esencial que la pieza deba ser sostenida firmemente en la posición requerida por un
soporte plano, con piezas auto ajustables en los 3 planos del espacio.

La técnica de disección consiste, primero, en la remoción de la piel, la grasa y aponeurosis subyacente,


así descubriremos las estructuras más profundas. Esta operación es complicada por el hecho que muchos
nervios y vasos sanguíneos, que podríamos querer preservar, se encuentran inmersos en la fascia
superficial.
Luego, algunas de las estructuras más superficiales deben ser parcialmente o completamente
removidas en orden de exhibir las más superficiales. Todas las estructuras expuestas deben ser
cuidadosamente limpiadas removiendo de su superficie la fascia o aponeurosis a la que están envueltas.
Esta es una tarea dificultosa que, además consume mucho tiempo, durante el cual debe ejercitarse gran
cuidado y concentración para evitar daño a las propias estructuras.
La importancia de la limpieza en la disección de museo, tan perfecta como sea posible, no debe ser
subestimada. Aunque las diferencias de color pueden, al comienzo, ayudar a diferenciar las diversas
estructuras, no debemos confiar en esto, ya que las estructuras son frecuentemente teñidas por los
pigmentos sanguíneos del material fijado; y en algunos casos, luego de muchos años el tejido
generalmente se torna más o menos descolorido o desteñido. El único medio de confianza, sin embargo,
en el cual las diferentes estructuras pueden ser claramente reconocidas es por su textura. Estas diferentes
texturas son completamente reveladas, solamente cuando las vainas de aponeurosis que las recubren han
sido removidas.
Antes de comenzar la disección, la pieza es lavada la noche previa en agua fría de grifo (no en
inmersión). Durante la disección debemos rociarla con un spray con agua y glicerina cuando comienza
a mostrar indicios de desecación, ya que cuando un área se torna realmente seca, el color amarronado que
produce no puede ser completamente removido. Todas las áreas que no están siendo disecadas en el
momento, serán cubiertas con una gasa o tela embebida en agua, y una bolsa de polietileno que las
recubra. Las piezas parcialmente disecadas necesitan retornar al tanque de formol sólo a intervalos de tres
días.
La disección se comienza localizando primero, lo más preciso posible, los lugares en donde los nervios
emergen de entre las regiones profundas. Es particularmente útil para este fin, el atlas de GRANT, porque
cada figura fue dibujada de una disección real y las estructuras más importantes de cada imagen han sido
evidenciadas con fotografías.
Una incisión superficial de 6 cm. aproximadamente, deberá realizarse en la piel, lo más cercano
posible al sitio de emergencia del nervio cutáneo de la fascia superficial y en la misma dirección en la que
el nervio transcurre. La piel de ambos lados de esta incisión es removida a 3 cm. de distancia,
exponiendo un área de fascia, que luego retiraremos en pequeños trozos hasta encontrar el nervio. Si
el tronco principal no es hallado inmediatamente, una fina rama puede ser visualizada.
Podremos distinguirla de un vaso linfático o de un fino vaso arterial no inyectado por el hecho
de que si tiramos de él firmemente, éste no se quiebra. Si encontramos una fina rama del nervio,
seguiremos su curso hasta llegar al tronco principal del que emerge.
El recorrido de arterias y venas halladas durante este trabajo, serán seguidos de la misma forma.
Para evitar el riesgo de dañar nervios o vasos que seguimos, usaremos el siguiente método de
disección: fijaremos la aponeurosis simultáneamente a ambos lados del vaso o nervio con dos pares de
pinzas lo más cercano posible en el punto en que desaparecen dentro del tejido conectivo circundante.
Luego, retiramos las pinzas hasta desgarrar hebras de fascia. La grasa adyacente es eliminada y luego
repetimos el procedimiento. Para este trabajo es necesario iguales destrezas con ambas manos ya
que ambas son utilizadas simultáneamente. Solamente utilizaremos el bisturí cuando la aponeurosis es
muy densa y resistente para ser desgarrada con pinzas de disección.
Antes de extender la disección a un nivel más profundo, las estructuras previamente descubiertas serán
cuidadosamente limpiadas. Esto simplifica enormemente el próximo paso del trabajo. El disector que
no limpia su disección mientras procede, se impone a sí mismo un obstáculo similar al producido al usar
anteojos son lentes sucias. La visualización de las estructuras es impedida y resulta en un inferior
resultado del trabajo.

El próximo paso consiste en liberar las estructuras superficiales que serán removidas de las estructuras
vecinas a las cuales están sujetas por tejido conectivo. Mientras sea posible, realizaremos este trabajo con
los dedos; pero pondremos mucho cuidado de no desgarrar o traccionar las estructuras profundas, de las
cuales las más afectadas son músculos. Cuando separemos dos músculos, el riesgo de traccionar las
fibras del músculo más profundo, puede ser enormemente reducido, interponiendo el dedo, o la parte
plana del mango del escalpelo en la superficie del músculo profundo en donde encontramos el punto de
clivaje. Esto contrarresta la tendencia de algunas fibras del músculo profundo de desgarrarse.

Aunque es deseable dejar en su lugar cualquier estructura superficial que no impida la visión de las
regiones profundas que se intenta exponer, el disector debe resistir la tentación de horadar o
“hurgar” dentro de agujeros negros. Cuando seguimos la trayectoria de un nervio, tenemos
frecuentemente el impulso de perseguirlo hasta la profundidad donde ya no es posible
ver claramente qué está haciendo (“signo del cazador”). El resultado de esto es el daño de las regiones
profundas que es solamente descubierto más tarde cuando las estructuras superficiales son removidas.
Hasta donde sea posible, el disector – prosector debe siempre tener a mano ilustraciones digna
de confianza del área en la que se está trabajando. Dichas imágenes no sólo muestran qué estructuras
esperamos encontrar y nos dan el aviso sobre aquellas áreas dónde es necesario proceder con cuidado
extremo, sino que además nos dan una clara idea de la descripción de las estructuras que han sido
dibujadas.
A pesar de que las correctas ilustraciones son muy útiles, la gran salvaguarda contra serios accidentes
es la HABILIDAD de reconocer estructuras al momento en que se nos presentan a la vista. La habilidad
de reconocer instantáneamente pequeñas arterias no inyectadas, pequeños nervios y algunas glándulas
cuando aún completamente están inmersas en grasa o fascia viene solo con la experiencia (y un
profundo estudio de la región). Cuando un disector experimentado supervisa el trabajo de un
novato, un rápido vistazo a la disección en progreso es usualmente suficiente para el experto de ver los
cortes accidentales de varios nervios y arterias que el principiante ha disecado a través de su inhabilidad
de reconocerlos a través del tejido conectivo y la grasa en la que descansan. Con respecto a este tema,
debe ser mencionado, que la apariencia de diversas estructuras fijadas es muy distinta y diferente
a las no fijadas.
La disección de ligamentos presenta especial dificultad porque, especialmente en ancianos, estos
ligamentos usualmente están cubiertos por una delgada, blanquecina y muy resistente capa de tejido
fibroso. Las fibras del ligamento se distinguen de la capa conectiva fibrosa por su reluciente y brillante
superficie, su mayor tensión y fuerza; y el hecho de que no puede ser distendido. Cuando buscamos
ligamentos, el tejido conectivo es retirado en pequeños pedazos con pinzas de disección cuando el método
sea posible; pero a veces es necesario usar el escalpelo o tijeras. Usando estos elementos, sólo haremos
muy pequeños cortes, sólo los suficientes para facilitar la lenta disección; pero el uso irrestricto del bisturí
o las tijeras puede fácilmente resultar que partes importantes del ligamento sean “podados”.
Particularmente esto ocurre cuando son disecados ligamentos del tobillo o rodilla.
Para mostrar claramente la mecánica importante de los ligamentos de una articulación, es necesario
remover los ligamentos capsulares no importantes y delgados que conectan los espacios existentes entre
ellos que cierran la cavidad de la articulación. Estos pueden ser
fácilmente desgarrados y sacados con pinzas de disección. Al exponer parte de la articulación en sí misma
de esta manera, damos una figura más clara de la relación de los ligamentos especiales que se intenta
demostrar.
Cuando realizamos disecciones de la cabeza, es habitualmente necesario remover algunos de los
huesos. El método mas seguro de remoción ósea es cortar con turbinas dentales junto a un soporte de
brazo flexible usado en odontología. Al perforar un área cercana a alguna estructura importante, como un
nervio, que intentamos preservar, sólo usaremos una realmente afilada perforadora, porque es necesario
presionar la cierra muy fuerte sobre el hueso para hacer el corte y de esta manera se puede producir un
accidente si el filo no es lo suficientemente agudo. El área que se está perforando debe ser
frecuentemente lavada, derramando agua sobre ella, para remover restos que oscurecen la zona.
La parte más tediosa en realizar una disección de museo consiste en la limpieza de las diversas
estructuras. Para limpiar toda la disección realmente bien, sin dañar las estructuras, se requiere que no sólo
exista una gran paciencia, sino también una considerable habilidad. La disección en manos sin
destrezas, en vez de volverse más limpia, degenera gradualmente en un desastre. Una disección de
museo de primera clase es principalmente distinguida de un trabajo inferior por la destreza con la cual
ha sido limpiada. Como la técnica por la cual las diferentes tipos de estructuras son limpiadas varía
considerablemente, la limpieza de cada uno será descrita de forma separada.
 Limpieza de músculos.
La superficie muscular está cubierta por una membrana de tejido conectivo llamado epimisio. Las
extensiones de esta membrana, llamada perimisio, penetran dentro del mismo músculo, dividiendo a las
fibras contráctiles en un número de manojos de forma irregular. El grosor del epimisio y el perimisio varía
de gran manera, las partes mas gruesas del perimisio contiene pequeñas arterias y nervios. La limpieza de
un músculo consiste en remover el epimisio y tanto como sea visible de perimisio. Se requiere un gran
cuidado durante este trabajo para evitar rasgar algunas fibras musculares. La limpieza comienza al
diseccionar una capa del epimisio. Esto se toma, de ser posible, con los dedos o con una pinza si es muy
pequeño o inaccesible para sostenerlo entre los dedos. Cada vez que sea posible, preferiremos el uso de los
dedos en vez de las pinzas, ya que con los primeros es menos probable cortar el epimisio. Seguidamente,
la capa es suavemente retirada del músculo, y en la misma dirección en la que corren las fibras
musculares. Al mismo tiempo pondremos los dedos en la porción del músculo
donde el epimisio ha sido removido, para prevenir la tracción de las fibras carnosas del resto del músculo.
Cuando el epimisio no puede ser separado sin romper las fibras musculares debido a la adereza al
músculo, éste último es cortado con unas tijeras iris curvas. Antes de cortar el perimisio, este es estirado
del resto del músculo de manera que los extremos libres desaparezcan de la vista entre las fibras de los
músculos. Cuando el epimisio se remueve, esto debe hacerse con cuidad de no dañar las arterias y nervios
entrantes al músculo.
La limpieza se completa levantando, con las tijeras iris, cada extremo terminal del perimisio que se
note después de que el epimisio ha sido removido y, recortándolos con las iris curva. Una vez que el
músculo haya sido limpiado, debe ser manejado muy suavemente para prevenir que se raje o que se
desprenda algunas de las fibras de su superficie. Un daño puede ocurrir muy fácilmente si se permite que
pase un chorro de agua a mucha presión mientras se esté lavando el preparado. Similar daño puede ocurrir
si la mano descansa en un músculo limpio mientras otra área está siendo disecada. Si una disección
elaborada requiere muchas semanas de trabajo para concretarse, el área primero disecada debería
impregnarse con gelatina antes de que el trabajo comience en otra área.
Un cuidado especial es requerido cuando disequemos los músculos faciales que están insertos en la
piel y aquellos músculos que emergen parcialmente desde la fascia profunda. La disección de los
músculos de la cara se facilita si el trabajo es realizado con el preparado sumergido en agua, con el agua
suficientemente profunda para cubrir el área que estamos disecando. Cada manojo de las fibras musculares
tiene que ser limpiada separadamente y necesitan de gran cuidado para evitar rajar estos delicados
músculos. Para este trabajo es una ventaja utilizar lupas magnificadoras, dando un aumento de 2.5 de
diámetro, ya que estos músculos son tan pálidos, que los manojos de fibras no son tan fácilmente
distinguibles de la fascia superficial en la que descansan. El ejemplo más importante de un músculo que
emerge parcialmente desde la fascia profunda es la porción superior del tibial anterior. Cuando este
músculo es disecado, la fascia profunda es, o bien, cortada con un bisturí muy filoso, dejando una
superficie irregular compuesta de extremos libres de las superficies musculares, o bien la fascia queda
pegada al músculo. Si se intenta sacarla fascia profunda del músculo, el último se desgarrará gravemente
en gran parte.
 Limpieza de tendones, aponeurosis y ligamentos.
La terminación de muchos músculos consiste en tendones brillantes e inextensibles, mientras que
otros tienen algo de su superficie cubierta por una delgada vaina, o aponeurosis,
compuesta de fibras blancas y brillosas similares. Aunque el método por el cual los tendones, etc. son
limpiados es básicamente el mismo que cuando el epimisio es removido de la parte contráctil de los
músculos, en algunos lugares se requiere considerable fuerza, y el recortado puede ser necesario como así
también el tirar de los mismos. Los tendones y ligamentos se dividen en manojos de fibras de la misma
manera al ordenamiento de las fibras musculares. La parte visible del tejido conectivo entre los manojos
debería ser cuidadosamente removido.
 Limpieza de huesos.
En una disección de museo es dificultoso distinguir hueso de tendones o ligamentos, a no ser que el
periostio que recubre el hueso ha sido retirado. En la mayor parte de las áreas el periostio puede ser
retirado bastante fácilmente con un raspador, pero la limpieza usualmente debe ser concluida o, con la
punta de un bisturí o con una aguja montada en un mango. Material de relojería es ideal para
sostener todo tipo de aguja. Es mucho más difícil limpiar aquellas áreas del hueso a la que los músculos o
ligamentos se encuentran originalmente adheridos. Es necesario un raspado paciente con la punta de un
bisturí de acero. La punta de la hoja de un bisturí necesita frecuentes afiladas con una piedra aceitada
durante este trabajo. A veces los restos de ligamentos pueden ser rasgados sosteniéndolos con un par de
pinzas cavadas para huesos que son usadas aquí, no para cavar, sino simplemente para sostener con
firmeza.
 Limpieza de arterias y venas.
Las paredes de las arterias están cubiertas con una vaina de tejido conectivo, llamada adventicia. Esta
varía su grosor con el calibre del vaso. Solamente al remover la adventicia es que la delgada pared
muscular es expuesta, por la cuales aún las arterias no inyectadas son reconocidas en disecciones bien
limpiadas. En el caso de arterias repletas con una masa colorante, la remoción de la adventicia, también
es deseable, así resaltaremos, aún mas, el color de la inyección.
Es más fácil limpiar arterias inyectadas, que las que no lo están; ya que la inyección estira las
paredes y las sostiene durante la disección. En el caso de grandes arterias, haremos una incisión
longitudinal con un escalpelo a través de la adventicia que luego pelaremos con dos pares de pinzas de
disección aplicados simultáneamente a cada lado de la incisión. Restos de la adventicia se recortan
primero sosteniéndolo con un par de pinzas iris y luego cortándolos con unas tijeras iris curvas. Es más
seguro limpiar las pequeñas arterias simplemente rasgando la adventicia con dos pares de tijeras iris, ya
que si una incisión longitudinal se hace primero a
través de la adventicia, existe el riesgo de lesionar en forma muy profunda el vaso. Se necesita un cuidado
particular donde las arterias se dividen en ramas, para evitar rasgar las pequeñas ramificaciones de la
arteria principal durante el limpiado. En el caso de las arterias repletadas con látex, que presentan una gran
tensión, el riesgo de daño durante la limpieza se reduce considerablemente. Si las arterias han sido
llenadas con resinas coloreadas, sus paredes pueden, a veces, ser convenientemente retiradas en forma
completa dejando solo un revestimiento coloreado de las cavidades.
La vaina de adventicia que cubre las venas extremadamente delgadas, y la pared muscular que se
encuentra por debajo es también muy delgada y puede fácilmente ser desgarrada. Excepto en el caso de las
venas más grandes, muy poco de la adventicia puede ser removido sin el riesgo de dañar el resto de la
pared vascular.
 Limpieza de nervios.
Los nervios se encuentran cubiertos con una dura vaina llamada “epineuro”. Extensiones de él,
denominadas “perineuro”, encierra los manojos individuales de fibra nerviosa, las cuales componen el
nervio principal. Suficiente epineuro debe ser removido para revelar los suaves y blancos manojos, por los
cuales los nervios son reconocidos. La limpieza se hace mejor rasgando el epineuro con dos pares de
pinzas de disección, sostenidas una en cada mano. Debe tenerse cuidado de no separar los manojos
individuales que componen los nervios más grandes. No existe riesgo de ruptura, sólo de los más
pequeños nervios en el proceso de limpieza, ya que ellos poseen gran tensión. Se debe tener cuidado, sin
embargo, de evitar estirarlos tanto que aparezcan demasiado (unnaturally) largos en la disección final y
puede ser que haya que cortarlos y ligarlos para que tomen su apariencia normal.
 Limpieza de glándulas.
Las glándulas se encuentran encerradas en una vaina de tejido conectivo llamada fascia propria. La
mayoría de las glándulas poseen una típica estructura lobular en la cual las extensiones de esa lámina
propia pasa entre los lóbulos. Las glándulas se limpian primeramente disecando un colgajo de lámina
propia. Esta es luego retirada de la glándula, tirando o bien con los dedos o con las pinzas de disección.
Cuando sea necesario se libera de la fascia interlobular por cortes de tijera. La limpieza debe ser
suficientemente detallada para que las estructuras lobuladas de la glándula sean reconocidas. Se requiere
un cuidado particular cuando la próstata sea limpiada. La glándula está encapsulada en una cápsula muy
resistente, pero la glándula en sí misma no tiene estructuras lobulares claramente reconocibles,
por lo tanto, cuando disecamos la cápsula existe el peligro de remover parte de la glándula al mismo
momento.
 Limpieza de cartílago.
El cartílago se encuentra cubierto por una membrana fibrosa resistente denominada “pericondrio”. En una
disección de museo esta debe ser retirada, ya que de otra forma la apariencia característica del cartílago
quedaría enmascarada. Debemos tener un verdadero gran cuidado cuando removemos el pericondrio, ya
que esta membrana es muy adherente al cartílago, que es muy blando y, una vez que el pericondrio ha sido
despegado, fácilmente quebradizo. Realizaremos una incisión a través del pericondrio y una capa de esta
membrana se separa del cartílago raspando suavemente con un bisturí sin filo. El pericondrio es luego
firmemente traccionado del cartílago, el clivaje es asistido cortando las adherencias con un escalpelo muy
filoso, mientras que es pericondrio se sostiene bien tirante. La hoja del bisturí debe ser sostenida de
manera tal, que esté paralela a la superficie del cartílago, para prevenir y evitar cortes en él. La laringe es
la principal estructura donde la disección cuidadosa de los cartílagos es necesaria.
ANEXO
En este anexo pondré algunas imágenes del instrumental utilizado en disección y cirugía,
siendo la detallada descripción y utilización, descripta en otro pasaje de la obra.

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