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El procedimiento de análisis delimita los elementos del lenguaje a través de las relaciones que
los unen. Consiste en dos operaciones: segmentación y sustitución. Primero se segmenta el texto
en porciones hasta los elementos no descomponibles (merismas). Paralelamente, se identifican los
elementos por las sustituciones que admiten.
- |Yo salí a la calle | y | estaban todos con las cacerolas| NIVEL CATEGOREMÁTICO
- |yo | salí | a | la |calle | NIVEL SÍGNICO
- | s | a | l | í | NIVEL FONEMÁTICO
- | í | NIVEL MERISMÁTICO
- / Sal’í /
/Sal’e/
- / Yo salí a la calle/
/ Yo salí a la montaña /
[1]
El método de distribución consiste en definir cada elemento por el conjunto de los
alrededores en que se presenta, y por medio de una doble relación: (1) relación del elemento con
los demás elementos simultáneamente presentes en la misma porción del enunciado (relación
sintagmática); (2) relación del elemento con los demás elementos mutuamente sustituibles
(relación paradigmática)
Se acaba así distinguiendo dos clases de elementos mínimos: los que son a la vez
segmentables y sustituibles, los fonemas; y los que son solamente sustituibles, los rasgos
distintivos de los fonemas (no constituyen clases sintagmáticas, pero sí paradigmáticas). Los dos
niveles inferiores de análisis son el fonemático y el merismático. La combinación de los merismas
produce el fonema, y el fonema se descompone en merismas.
El sentido es la condición fundamental que debe llenar toda unidad de todo nivel para
obtener estatuto lingüístico. La noción de sentido se traduce en la posibilidad de un elemento de
integrarse en un nivel superior. Los elementos no tienen valor sino por su posibilidad de integrarse
en niveles superiores y permitir sustituciones. El fonema no tiene valor sino como discriminador
de signos lingüísticos, y el rasgo distintivo, a su vez, como discriminador de los fonemas.
Una unidad lingüística no será admitida como tal más que si puede identificársela en una
unidad más elevada.
La palabra es un signo, y por ser tal posee una naturaleza doble: por una parte se
descompone en unidades fonemáticas que son de nivel inferior; por otra, se integra a su vez en un
nivel superior. La palabra es un constituyente de la frase, de la que efectúa la significación, pero no
aparece en la frase necesariamente con el sentido que tiene como unidad autónoma.
Las palabras se clasifican en dos clases: las autónomas, que son aquellas que funcionan
como constituyentes de frases, y las sinnomas, que no pueden entrar en frases más que unidas a
otras palabras (preposiciones, artículos, etc.).
Con las palabras y luego con los grupos de palabras, formamos frases. La frase se realiza en
palabras, pero éstas no son sencillamente sus segmentos. Una frase constituye un todo, que no se
reduce a la suma de sus partes; el sentido inherente a todo se halla repartido en el conjunto de sus
constituyentes.
Al ser las unidades lingüísticas discretas (es decir, que se oponen entre sí), admiten dos
tipos de relación: entre elementos del mismo nivel (distribucionales) y entre elementos de niveles
diferentes (integrativas).
[2]
Al descomponer una unidad, no se obtienen unidades de nivel inferior sino segmentos
formales de la unidad en cuestión. Un signo es materialmente en función de sus elementos
constitutivos, pero el medio de definir estos elementos como constitutivos es identificarlos en el
interior de una unidad determinada donde desempeñan una función integrativa. Una unidad será
reconocida como distintiva a un nivel dado si puede identificársela como “parte integrante” de la
unidad de nivel superior.
El límite superior lo traza la frase, que comprende constituyentes, pero que no puede
integrar unidad ninguna más alta. El límite inferior es el del “merisma”, que no comprende él
mismo ningún constituyente de naturaleza lingüística. La frase no se define sino por sus
constituyentes; el merisma no se define sino como integrante de un nivel superior. Entre los dos
se desprende un nivel intermedio: el de los signos, que a la vez contienen constituyentes y
funcionan como integrantes.
Forma y sentido deben definirse uno por otro, y deben juntos articularse en toda la
extensión de la lengua.
El último nivel es el de la frase. Una frase no puede servir de integrante para otro tipo de
unidad. Esto proviene de su carácter inherente a la frase de ser un predicado. Sólo el carácter
predicativo de la proposición puede valer como criterio. Esta proposición se sitúa en el nivel
categoremático.
La frase contiene signos, pero no es signo ella misma. Con la frase se sale del dominio de
la lengua como sistema de signos y se penetra en otro universo, el de la lengua como instrumento
de comunicación, cuya expresión es el discurso
[3]
PALABRAS CLAVE:
Niveles lingüísticos:
- Categoremático
- Sígnico
- Fonemático
- Merismático
Segmentación (relación sintagmática)
Sustitución (relación paradigmática)
Método de distribución
Sentido Integración
Forma Descomposición
Palabra – Signo – Lengua
Frase – Discurso – Comunicación - Lenguaje
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