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Para él, ergón es la materia existente y estudiable por el lingüista. A través de él se llega a la
energeia, a la que define como el eternamente repetido esfuerzo del espíritu humano para hacer capaz al sonido
articulado de expresar el pensamiento: es, por tanto, la facultad humana del lenguaje -no el sistema de la
lengua, como creyó ver Saussure- que subyace a los actos de habla.
La forma interior del lenguaje es lo común y sistemático a todas las manifestaciones formales
de una lengua: es por tanto la abstracción de una lengua y las relaciones sistemáticas que funcionan
dentro de ella. Si cada lengua tiene su forma interior, y cada lengua es el medio de comunicación de una
comunidad, cada una de éstas clasifica la realidad de acuerdo con su forma interior: el individuo se
ordena a sí mismo y contempla el mundo al que le transplanta su idioma. De ahí que cada lengua tenga
su propia cosmovisión.
A principios del siglo XX estará hasta mejor considerado que Saussure. En su criterio, el hecho
lingüístico tiene tres aspectos: rede, es el habla concreto, libre y ocasional y limitado por la costumbre y
la posibilidad; sprach, es la lengua particular de un pueblo del que sale el habla; mientras que
sprachvermögen es la facultad humana del lenguaje.
La lingüística descriptiva estudia a un pueblo y sus actos de habla. Estos actos reflejan una
sincronía bajo la que subyace un sistema común interpersonal y en continuo devenir. Por eso los límites
de la sincronía los pone el investigador. Por tanto, a partir del habla, o rede, se llega al sistema, o sprach
sincrónico, y de éste, a la diacronía de una lengua.
1.3.- F. de Saussure.
Según él, el lenguaje es un fenómeno multiforme físico, fisiológico y psíquico. Saussure define
la lengua como lo social y sistemático del lenguaje; mientras que el habla, o manifestación física de la
lengua es individual y asistemática. En cuanto la lengua es clasificadora de la realidad, es institución
social y sistema de valores: solo la lengua es objeto de estudio de la lingüística, ya sea estática, o
sincrónica, o bien evolutiva, o diacrónica.
Sus principios descriptivos se basan en el isomorfismo del signo lingüístico: hay solidaridad
entre significado y significante: mientras que aquél es el concepto, éste es la sucesión de fonemas que
arbitrariamente lo designa: es la asociación entre una imagen acústica y un concepto mental.
No es el fundador del estructuralismo en cuanto la Escuela de Ginebra aún no estudia la lengua
en rasgos distintivos: las unidades se oponen y se definen, afirma, por su marco de valores, o rasgos
diferenciales. Tales elementos pueden ser sustituidos en un mismo punto de la cadena hablada por el
principio de conmutación: el conjunto de elementos sustitutos se llama clase.
Rechazan la idea de Saussure de que el fonema sea una imagen mental: los elementos son
definibles como tales y portadores de funciones. Según Bühler el signo lingüístico ha de ser
representado según el hablante -función emotiva -, el receptor -función apelativa- y la realidad pensada
-función representativa-. La representativa es la relación que mantiene la realidad pensada con su signo.
A su vez, ésta comprende la función culminativa -señala cuántas unidades existen en una cadena-, la
delimitativa -indica el principio y el final de una unidad- y la distintiva, por la que un signo significa algo
distinto de otro.
Aceptan de Gabelentz que la sincronía es un criterio del lingüista y que, como la diacronía es
una suma de sincronías, el estudio de éstas precede lógicamente en el estudio de la lengua.
/ Simplicidad: hay que eliminar toda redundancia. La mejor clasificación es la más simple.
/ Exhaustividad: Una unidad ha de ser definida en el marco de sus relaciones con el sistema.
/ Generalidad: Los procedimientos descriptivos han de valer para todos los niveles.
/ Las unidades se definen en niveles jerárquicos: no hay unidades sino hay niveles.
/ El plano del contenido es la relación que mantiene una unidad con su significado: frase,
palabras y formas gramaticales -lexemas y morfemas-.
/ El plano de la expresión engloba unidades simplemente significadoras, que distinguen
significaciones: los fonemas y la unidades demarcativas: acentos, unidades melódicas,...
/ Según las relaciones entre las unidades que se oponen y el resto del sistema:
Para Hjelmslev todo lenguaje ha de basarse en una axiomática semiótica ideal, abstracta,
acrónica, innata, inmanente y anterior a todo sistema en cuanto lengua y habla. El método inductivo de
Praga y Saussure falla porque las realizaciones no son más que manifestaciones secundarias de tal
sistema. La Glosemática pretende una serie de conceptos a priori que sean válidos para cualquier
sistema de comunicación.
Las unidades son una combinatoria de unidades mínimas y cada nivel se forma por la unión de
otras unidades de modo jerárquico. Tales unidades mínimas son:
Pleremática
(Plano del contenido)
Constituyentes o pleremas
Exponentes o morfemas
centrales
marginales
extensos
intensos
raíces
derivativos
verbales
nominales
Cenemática
(Plano de la expresión)
Constituyentes o cenemas
Exponentes o prosonemas
centrales
marginales
extensos
intensos
vocales
consonantes
sintonemas
acentos
Los decursos son los enunciados sobre los que se basa el estudio lingüístico para describir el
sistema. Toda comunicación lingüística, por su carácter lineal, presenta como decurso una sucesión de
signos encadenados: el estudio de las relaciones de un signo lingüístico con los demás de su mismo
decurso marca el conjunto de relaciones sintagmáticas, o en presencia.
Las relación que mantiene tal elemento con los que potencialmente pueden ocupar su lugar se
constituye en una relación paradigmática con el sistema, o en ausencia. Estas relaciones son posibles
en virtud del concepto de función: para que haya función tiene que haber dos unidades en mutua
dependencia: un cambio en una corresponde un cambio en otra.
Las unidades se identifican por lo material, pero se definen por las funciones. Los siguientes
tipos de funciones se aplican a clases jerárquicas: texto, frase, palabra,...
Así lo hacen Sapir y Whorf entre 1921 y 1956: para ellos el modelo ideal de lengua está
compuesto por un número determinado de unidades, por las relaciones entre ellas y por otras, más
generales, que hacen funcionar el sistema. El modelo ideal se conserva a pesar del cambio en la materia
fónica, de modo que dos lenguas, o dialectos emparentados históricamente, pueden coincidir en el
modelo ideal y divergir en su realización, e incluso viceversa.
5.1.- Bloomfield.
Una forma puede ser sustituida en un mismo punto del enunciado por una proforma,
constituyendo una clase: por ejemplo el adjetivo puede tener como proforma a una oración de relativo:
El niño rubio > El niño que tiene el cabello rubio.
Insiste en reformular las reglas de la gramática tradicional bajo la forma de reglas de reescritura.
Tales reglas otorgan al hablante la capacidad de entender y emitir secuencias conocidas e inéditas pero
conformes con los criterios de aceptabilidad y gramaticalidad. No le preocupa tanto definir las
categorías y sus funciones sino cómo se generan y ordenan a través de las reglas de reescritura.
Añade a lo anterior las ideas de información nueva y añadida: lo marcado por la entonación es
el foco, mientras que lo no marcado es la presuposición. El significado del foco coincide
generalmente con el comentario (o rema), o información nueva. El tópico (o tema), o información
conocida queda relegada al segundo plano que supone la presuposición.
Asume, por otra parte los casos semánticos que introdujo Fillmore en la Gramática de Casos:
experimentador, o paciente; actor, o agentivo; objeto, o parte que no es sujeto afectada por la acción
verbal; objetivo, o finalidad; instrumental; locativo y temporal.