Está en la página 1de 4

NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO

Emile Benveniste es un lingüista estructuralista que continúa ciertos postulados de


Saussure y propone otros elementos teóricos.

Por una lado, la reformulación del planteo de Saussure que propone en 1939, tiene
que ver con la “Naturaleza del signo lingüístico” (así se titula su artículo).

Benveniste reinterpreta la noción de arbitrariedad del signo lingüístico que formuló


Saussure.
Reponiendo lo formulado por Saussure, señala que, el signo es arbitrario porque,
según el padre de la lingüística, “ninguna relación interior” une el significado
(concepto) con el significante (imagen acústica), que conforman el signo lingüístico.
Así, Saussure dice que el NEXO QUE UNE SIGNIFICADO Y SIGNIFICANTE ES
ARBITRARIO. Arbitrario aquí quiere decir INMOTIVADO. Es decir, “arbitrario en
relación con el significado, con el cual no tiene nexo ninguno natural en la realidad”. O
sea, ninguna relación une a la idea de ÁRBOL con la sucesión de sonidos Á-R-B-O-L
que lo designan. Prueba de esto es que existen diferentes palabras en distintas
lenguas para designar al ÁRBOL. Por ejemplo, en inglés se dice TREE. Además, para
una noción o idea, las expresiones que la nombran varían en tiempo y espacio, por lo
tanto, esta idea no tiene con esa palabra que la designa, ninguna relación necesaria.

Benveniste ve un problema en esa referencia a la realidad que se hace en la cita de


Saussure antes mencionada. Y dice que ahí hay un desliz del autor, porque según él
mismo, la lengua era forma, no sustancia. Por lo tanto, para definir al signo lingüístico
o alguna de sus características, no haría falta referir a la realidad.
Así, propone una reformulación y dice que la relación entre significado y
significante es NECESARIA. Es decir, su nexo NO es arbitrario. La idea de árbol (el
concepto) y su conjunto fónico (á-r-b-o-l) son necesarios., hay entre ellos una
simbiosis. “Los dos juntos han sido impresos en mi espíritu; juntos se evocan en toda
circunstancia”. Es tan estrecha esta relación que el concepto (árbol) es como el alma
de la imágen acústica (á-r-b-o-l). Y esto es así porque “el espíritu no contiene formas
vacías, conceptos innominados” (p. 51). Y esto lo asume el propio Saussure cuando
señala que el pensamiento sin el lenguaje es una “nebulosa donde nada está
necesariamente delimitado [...] No hay ideas preestablecidas ni nada es distinto antes
de la aparición de la lengua”. Es decir, no hay pensamiento sin lengua. No hay
concepto sin imagen acústica. De este modo, Benveniste afirma:

“El significante y el significado, la representación mental y la imagen acústica, son


pues en realidad las dos caras de una misma noción y se componen como
incorporante e incorporado. El significante es la traducción fónica de un concepto; el
significado es el correlato mental del significante. Esta consustancialidad del
significante y el significado asegura la unidad estructural del signo lingüístico.” (p. 52)

Para sostener esta reformulación vuelve a apelar al propio Saussure, cuando dice que
la lengua es como una hoja de papel, en la cual “el pensamiento es el anverso y el
sonido el reverso [...] no podría aislarse el sonido del pensamiento, ni el pensamiento
del sonido”.
Así, dice Benveniste que lo que es arbitrario es que “tal signo, y no tal otro, sea
aplicado a tal elemento de la realidad”. Por ello, la arbitrariedad existe en relación
con el fenómeno u objeto material y no interviene en la relación entre significado y
significante, es decir, en la conformación del signo.

Así, reformula esta idea y dice que la relación intrasígnica (al interior del signo) es
necesaria, mientras que la relación intersígnica (del signo con el mundo) es
arbitraria.

LOS NIVELES DEL ANÁLISIS LINGÜÍSTICO

En su texto de 1962, “Los niveles del análisis lingüístico” plantea que estos son, de
mayor a menor:
1. Frase
2. Palabra
3. Merisma

Es decir, como procedimiento de análisis, va a proponer niveles para estudiar la


lengua como sistema orgánico de signos lingüísticos.

Según él, la lengua es una estructura articulada y discreta (segmentable) en niveles


que permite describir y constituye un objeto y un método.

El método que propone Benveniste es el de distribución, que consiste en operaciones


de segmentación y sustitución.

- Segmentación quiere decir que sea cual fuere la extensión de un texto, “es
preciso segmentarlo primero en proporciones cada vez más reducidas, hasta
los elementos no descomponibles”.
- Sustitución significa que se identifican los elementos que pueden ser
reemplazados por otros.

Método de distribución: definir cada elemento por el conjunto de los alrededores en


que se presenta.

a) Relaciones sintagmáticas: Conformadas por elementos simultáneos que se


suceden unos a otros linealmente y pueden ser sustituidos (oraciones/frases).
b) Relaciones paradigmáticas: elementos del sistema que pueden sustituir en una
relación sintagmática a otros del mismo nivel.

Segmentación y sustitución no tienen la misma amplitud. Se identifican elementos con


respecto a otro segmento con los que están en relación de sustituibilidad. Pero la
sustitución puede operar también sobre elementos no segmentables. Tanto
segmentación como sustitución no pueden aplicarse a cualquier porción de la cadena
hablada.

Relaciones de forma y sentido: el significado está en relación con las formas que lo
realizan.
- Poseen forma aquellas unidades lingüísticas que tienen capacidad de
segmentarse en constituyentes de menor nivel. Es decir, una frase se puede
segmentar en palabras, y una palabra en fonemas.
- Poseen sentido las unidades lingüísticas que pueden formar parte (integrar)
unidades de mayor nivel. El sentido es la condición fundamental que debe
llenar toda unidad de todo nivel para obtener estatuto lingüístico.

Cuando reducimos una unidad a sus constituyentes, la reducimos a sus elementos


formales. La disociación nos entrega la constitución formal. La integración nos
proporciona unidades significantes.
“Forma y sentido aparecen así como propiedades conjuntas, dadas necesaria y
simultáneamente, inseparables en el funcionamiento de la lengua.”

Las relaciones entre las unidades lingüísticas son dos:

1) Integrativas (de niveles superiores).


Una unidad será reconocida como distintiva en un determinado nivel, si puede
identificársela como “parte integrante” de la unidad de nivel superior de la que es
integrante.

2) Distribucionales (segmentación y sustitución de elementos del mismo nivel).

● El nivel inferior, el de las entidades segmentables mínimas, se compone


por dos tipos:
1) Los fonemas (nivel fonemático) son segmentables y sustituibles. Solo
pueden ser definidos como componentes de una unidad mayor de la que son
parte (un morfema, es decir, las “sílabas” o letras que componen una palabra).
Del morfema se pasa al nivel del signo, es decir, de la palabra.
2) Los merismas (nivel merismático) son los rasgos distintivos de los fonemas y
no son segmentables. Ejemplo: oclusión, dentalidad, sonoridad, aspiración.
Estos solo establecen relaciones ascendentes (hacia un nivel superior).
Integran otros niveles pero no están construidos por otros elementos. Poseen
sentido pero no forma.
La combinación de los merismas da lugar al fonema, mientras que la descomposición
del fonema se da en merismas.

● El nivel intermedio lo compone la palabra. Que posee ambos: forma y


sentido. Porque pueden segmentarse en unidades menores (fonemas) y a la
vez formar parte de unidades de mayor nivel. Es decir, puede realizar ambas
operaciones en un nivel ascendente y otro descendente. La palabra es “la
menor unidad significante libre susceptible de efectuar una frase, y de ser ella
misma efectuada por fonemas.” Es un “elemento sintagmático, constituyente
de enunciados empíricos.”
● El nivel superior es el de la frase que puede realizar operaciones
descendentes, pero nunca ascendentes (dentro del sistema lingüístico). Por lo
tanto, posee forma y no sentido. Está constituida (por unidades menores), es
decir que se puede segmentar, pero no es integrable (en unidades mayores). O
sea, una frase no puede servir de integrante para otro tipo de unidad. Al menos
no lo es, desde el punto de vista del análisis lingüístico, sino que al integrar
unidades mayores, se cambiaría de objeto, no sería este el objeto de la
lingüística y ya se pasaría al nivel del análisis del discurso.
No obstante, hay que aclarar que si bien la frase está compuesta por palabras
o grupos de palabras (que son de un nivel inferior), estas no son sencillamente
los segmentos de una frase: “Una frase constituye un todo, que no se reduce a
la suma de sus partes; el sentido inherente se halla repartido en el conjunto de
sus constituyentes. La palabra es un constituyente de la frase, de la que
efectúa la significación; pero no aparece necesariamente en la frase con el
sentido que tiene como unidad autónoma”.
A este nivel, Benveniste lo llama CATEGOREMÁTICO. Y dice que “comprende
solamente una forma específica de enunciado lingüístico, la proposición”.
Esta no puede “ingresar como parte en una totalidad de rango más elevado.
Una proposición puede solamente preceder o seguir a otra, en una relación de
consecución. Un grupo de proposiciones no constituye una unidad de un orden
superior a la proposición. No hay nivel lingüístico más allá del nivel
categoremático”. La frase o proposición no conforma un grupo de unidades
distintivas, lo cual le daría la posibilidad de integrar un nivel mayor. “La frase
contiene signos, no es signo ella misma.”

Así, si el merisma solo se define como integrante (de una unidad de nivel superior), la
frase solo puede definirse por sus constituyentes (unidades menores). Entre los dos
se encuentran las palabras (nivel intermedio) que a la vez contienen constituyentes y
funcionan como integrantes.

“Los fonemas, morfemas, las palabras pueden ser contados; su número es finito. Las
frases no. Los tres primeros tienen una distribución a su nivel respectivo, un empleo al
nivel superior. Las frases no tienen ni distribución ni empleo.”

Así, en cada unidad lingüística encontramos las propiedades conjuntas de forma


y sentido, que son inseparables de la función de la lengua, necesarias y simultáneas.
Manifestándose en operaciones concretas en dirección opuestas: segmentación
(construcción formal) e integración (unidad de significación).
La lengua realiza operaciones ascendentes y descendentes, debido a la naturaleza
doblemente articulada del lenguaje. Organizado en niveles de forma y sentido.

Para Benveniste, la frase es el límite del análisis lingüístico. Es decir, más allá de la
frase, los subsiguientes aspectos del lenguaje, deben ser estudiados por otra
disciplina, ya no por la lingüística, porque en el nivel de la frase se termina su método
y su objeto. Esta otra disciplina, que estudiaría los hechos de lenguaje más allá de la
frase, es decir, la enunciación y los discursos, sería el análisis del discurso (otra
disciplina de la comunicación); de la cual Benveniste es fundador.

“La frase, creación indefinida, variedad sin límite, es la vida misma del lenguaje en
acción. Concluimos que con la frase se sale del dominio de la lengua como sistema de
signos y se penetra en otro universo, el de la lengua como instrumento de
comunicación. cuya expresión es el discurso.”

También podría gustarte